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La grilla y el parque .Espacio publico y cultura urbana en s. As., 1887-1936 Por Adrián Gorelik Cap. 1- La ciudad y la historia: primer cumpleaños Un país joven, y sobre todo, su joven capital, buscaron mostrar al mundo el grado de adelanto apenas realizado en una treintena, para presentar un balance orgulloso y optimista; ese “juicio del siglo” fue complejo y se realizó en medio de contradicciones y conflictos. El crecimiento económico no impedía la desigualdad social y la tensión social y política, y esta s hacia publica en huelgas, manifestaciones y atentaos callejeros. Optimismo oficial y progreso económico, desigualdad y movilidad social, critica moral, renacimiento nacional, espiritualismo, conflicto social: este es el clima del centenario, en sus ideas, en su complejidad social, política y económica. Se diseña una política del espacio público para la ciudad tradicional. Este espacio público presenta sus principales modulaciones en tres temas: 1) los debates sobre la reforma urbana, 2) los debates sobre la ocupación masiva de las calles por la manifestación y la ola de protesta, y 3) la erección de monumentos conmemorativos a figuras o acontecimientos del pasado. Para todos los observadores la ciudad fue la materialización más emblemática de ese progreso que se caracterizaba, para celebrarlo o estigmatizarlo, precisamente como “material”. Para quienes se enorgullecían de él la ciudad era muestra de avance y modernidad, para quienes encontraban en ese progreso material el mejor ejemplo del rotundo fracaso del proyecto modernizador, la ciudad se presentaba con su babel de lenguas y rostros “exóticos” y su carnaval de estilos arquitectónicos que reemplazaban con insolencia el patrimonio histórico de la nación. Debe registrarse para estas dos posturas extremas el desprecio por los dirigentes

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La grilla y el parque .Espacio publico y cultura urbana en s. As., 1887-1936

Por Adrián Gorelik

Cap. 1- La ciudad y la historia: primer cumpleaños

Un país joven, y sobre todo, su joven capital, buscaron mostrar al mundo el grado de adelanto apenas realizado en una treintena, para presentar un balance orgulloso y optimista; ese “juicio del siglo” fue complejo y se realizó en medio de contradicciones y conflictos. El crecimiento económico no impedía la desigualdad social y la tensión social y política, y esta s hacia publica en huelgas, manifestaciones y atentaos callejeros.

Optimismo oficial y progreso económico, desigualdad y movilidad social, critica moral, renacimiento nacional, espiritualismo, conflicto social: este es el clima del centenario, en sus ideas, en su complejidad social, política y económica.

Se diseña una política del espacio público para la ciudad tradicional. Este espacio público presenta sus principales modulaciones en tres temas: 1) los debates sobre la reforma urbana, 2) los debates sobre la ocupación masiva de las calles por la manifestación y la ola de protesta, y 3) la erección de monumentos conmemorativos a figuras o acontecimientos del pasado.

Para todos los observadores la ciudad fue la materialización más emblemática de ese progreso que se caracterizaba, para celebrarlo o estigmatizarlo, precisamente como “material”. Para quienes se enorgullecían de él la ciudad era muestra de avance y modernidad, para quienes encontraban en ese progreso material el mejor ejemplo del rotundo fracaso del proyecto modernizador, la ciudad se presentaba con su babel de lenguas y rostros “exóticos” y su carnaval de estilos arquitectónicos que reemplazaban con insolencia el patrimonio histórico de la nación. Debe registrarse para estas dos posturas extremas el desprecio por los dirigentes políticos del régimen, acusados de ineptos e inmorales (acusaciones al margen de las apreciaciones estilísticas sobre la ciudad).

El nacionalismo y la historia se van a vincular complicadamente con la ciudad; la celebración del centenario tras sus “mascaras” los va a poner en el lugar más visible: el espacio público.

Celebración y representación de la ciudad

Desde el punto de vista de la cultura urbanística la mejor celebración de las fiestas debía ser la propia puesta a punto de la ciudad, como monumento como legado, en una ecuación irrebatible: ciudad capital/imagen de la nación.

La reforma urbana en las primeras décadas sigue proponiéndose modernizar la ciudad tradicional: edificios públicos, y, en vinculación con estos, la monumentalización del espacio en un circuito ampliado, la gran novedad con respecto a la ciudad de Alvear, es en tonces, el territorio ampliado y su grilla publica.

La necesidad de conjuntos monumentales, responde tanto a la lógica racionalista como a la sensibilidad pintoresquita. Sobre este punto se centraran principalmente las expectativas públicas

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ya que mantienen la capacidad de emblematizar, condensando significados de orden político y cultural, el adelanto urbano y la representación estatal, englobando la discusión mas estricta sobre los monumentos conmemorativos, en los que se produce el punto de unión entre celebración nacional, exposición internacional y reforma urbana.

Mientras los urbanistas, detrás de sus debates técnico y funcionales, mantenían el esquema idealmente simétrico de la ciudad, el gobierno preocupado por las disposiciones efímeras de la celebración, los pabellones de las exposiciones y los monumento conmemorativos, le dejó un sello indeleble a la ciudad, ratificando el impulso definitivo a la expansión cualificada del norte, la ciudad “burguesa” comienza a delinearse.

En este sentido, el principal rol urbano de las celebraciones del centenario era legitimar y dinamizar esa línea de expansión de modo definitivo, saturando de contenido simbólico el área ya más prestigiosa de la ciudad. Fue una actitud conservadora, frente a los ejemplos de ciudades que aprovechan estas ocasiones para generar áreas nuevas de expansión o activar zonas deprimidas. ESTA ACTITUD REVELA LA ESCASA DISPOSICIO DEL GOBIERNO NACIONAL PARA PONER EN MARCHA UN PLAN URBANO GENERAL. El eje de la avenida de Mayo, con el Congreso y su plaza recién inaugurados, fue un atractivo principal para los acto públicos y las marchas cívicas y militares, pero ya no como eje de simetría, sino como el borde sur de un espacio publico que ahora se extendía hacia el norte. Todo el circuito publico se estructuro allí desde plaza de Mayo a plaza San Martín y de allí a Recoleta y Palermo.

Hay otras formas de ocupación del espacio publico, otras maneras de hacer recorridos, crear legitimidades y disputar jerarquías en la ciudad del centenario, las de protesta obrera y social. Lo que resaltará de este nuevo espectáculo es el fenómeno arrasador de la multitud en la calles.

El componente urbano de la protesta se vincula con la demarcación de territorios a partir de los recorridos de las diferentes manifestaciones: mientras se mantiene la centralidad del eje cívico de la avenida de Mayo, el peso de las representaciones contestatarias se vuelca al sur. Así termina de construirse la imagen de la ciudad partida en dos: al sur la ciudad obrera, de protesta; al norte la ciudad elegante, de la celebración: la simetría tradicional parece ser reemplazada por una imagen de partes desiguales, que comparten, por diversas razones, el eje céntrico. Esto muestra la búsqueda de ocupación del centro por los sectores contestatarios. Muestra, a su vez, la identificación creciente de la protesta con el sur obrero; el sur se convierte en la región desde la cual “vienen” los obreros a la ciudad.

El sur como ideología

Es también para el centenario, y como reacción a la cristalización de la ciudad como dos universos enfrentados, que se va a formalizar una suerte de mirada municipalista, en demanda de una intervención pública activa en el sur como contrapeso del desarrollo del norte. Interesa ver como en el centenario esa posición va mucho mas allá de un reclamo de justicia urbana (esa mirada municipalita será el modo que va a asumir el reformismo técnico en esta década, denunciando cada acción publica que tienda a favorecer el norte y demandando una creciente dedicación gubernamental al sur), y se convierte para un sector en el núcleo motorizador de una ideología. Se trata de un sector de la municipalidad, los cuerpos técnicos y burocráticos, en los que esa ideología

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será componente estructural de lo que llamaremos “nacionalismo municipal”. Lo veremos manifestarse en la conmemoración monumental: la municipalidad decide rendir homenajes como modo de restituir el equilibrio territorial, así se ubicarán estatuas en el sur de la ciudad. En la plena elaboración de este cuerpo ideológico, el sur comenzará a encarnar una constelación precisa de significados múltiples: sur y norte aparecen ya claramente como metáforas mas abarcativas de los conflictos de la ciudad, como una representación ideológica donde el sur se presenta equitativo, probo y popular, y el norte como la zona de corrupción del gobierno, las finanzas y el formalismo hueco de los aristócratas.

Este nacionalismo municipal de técnicos y burócratas porteños va a ser también manifestación de los intereses de los nacientes campos disciplinares de la ingeniería y la arquitectura, que se van a definir en el marco puesto por las grandes obra publicas urbanas y la consolidación de cuerpos técnicos estatales.

Nacionalismo municipal, nacionalismo técnico, nacionalismo profesional: aparición de distintas vertientes nacionalistas en el seno mismo de quienes construyen y dan forma a la ciudad. Estas visiones diferentes de estos nacionalismos confrontarán en un debate acerca de los monumentos, esta disputa será por el rol de la historia en la nacionalización de la ciudad y la sociedad.

La pedagogía de las estatuas

Podría decirse que toda la polémica estética, cultural y política sobre el presente se hará inseparable de una perspectiva del pasado, ya que el foco del centenario favorecerá iniciativas vinculadas con la historia , sobre todo, con su apropiación monumental en la ciudad.

La proliferación monumental produce una extraordinaria difusión patriótica en la sociedad. Además de la propia comisión del centenario que se ocupa de los encargos oficiales, estos años son pródigos en la formación de comisiones de homenaje. No siempre se considera el rol de estas comisiones en la ampliación del espacio público (ese ambiguo espacio de gestión entre ele estado y la sociedad) que ilumina su capacidad expansiva hacia nuevos sectores sociales. El artista local, el político del comité, el notable de barrio, encuentran en estas iniciativas una función social práctica del culto a la patria que no hace sino garantizar su reproducción.

El monumento contra la ciudad

Hay otro uso de los monumentos, el que realiza el “nacionalismo cultural”. Para este nuevo nacionalismo no se trata de la diferencia de uno u otro sector de la ciudad: toda la ciudad es un territorio enemigo. Para Manuel Gálvez, por ejemplo, en El Diario de Gabriel Quiroga, la ciudad es la encarnación de todo lo que la sociedad tradicional ha perdido por la modernización. Denuncia su esencia de mercancía, su materialidad comercial y extranjera. Materialismo vs. espíritu artístico, cosmopolitismo vs. Nacionalismo (son los intelectuales del “renacimiento nacional”, los del idealismo y el espiritualismo). ¿Qué son entonces los monumentos para ellos? Un manto purificador sobre una ciudad ajena y desmemoriada. ¿Qué debe hacer la ciudad frente a la doble presión de preservadurismo y cambio modernizador?

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Del clasicismo a la abstracción

El gran problema que enfrenta la cultura en Bs. As. es el eclecticismo entendido como caos estilístico y pluralidad de lenguajes. La necesidad de desarrollar estilos “nacionales” como contrapartida de la indiferenciación ecléctica, se agrava en Bs. As.: aquí hay que encontrar un estilo de los argentinos, imponiéndolo a las otras figuraciones. En este marco Lugones quien critica la estética poco representativa de “lo nuestro” en los monumentos, con sus figuras y simbolismos ajenos, él celebra la abstracción geométrica como representación cabal de las características del paisaje pampeano. Es la primera vez que la analogía entre ciudad y pampa será planteada, aunque esta relación original entre cualidad de la pampa y abstracción geométrica no va a ser tomada en cuenta en los debates sobre el monumento.