golvano, f. - castoriadis, figura y praxis de la autonomía [el viejo topo, nº 222, 2006]

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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS 72 / El Viejo Topo El proyecto de autonomía no es una fulguración en un cielo límpido. En verdad, va con otra cosa, condiciona, motiva, incita a otra cosa. Resumiendo, a lo mejor de la creación que nos rodea. (...) Donde no hay voluntad, no hay camino, sino únicamente devenir CASTORIADIS, Hecho y por hacer, 1997 La pasión y la voluntad reflexiva de este filósofo, econo- mista, psicoanalista y militante de la emancipación huma- na, de este “titán del espíri t u” –en palabras de su amigo Edgar Mo rin–, se desplegó en una encrucijada incómoda frente al pensamiento heredado, los linajes marxistas y las d e ri vas reduccionistas de las diversas escuelas adscritas al psicoanálisis. Quizá por todo ello, su transgresora y cabal a p o rtación sigue siendo bastante ignorada tanto en el en- t o rno del pensamiento crítico como en el académico. Con todo, parece emerger un nuevo intersticio crítico a través de la publicación de sus seminarios de los años ochenta, la edición y traducción de anteri o res trabajos y la difusión de sus ideas a través revistas y sitios de intern e t . Siempre defendió que filosofía y democracia, desde su o rigen común en la antigüedad griega, son solidari a s, dado que ambas expresan (deberían expresar) el re c h a zoa la heteronomía (a saber, el rechazo a toda autoridad o fuente extrasocial de legitimación de la verdad y la justi- cia). Toda su elucidación teórica y su pasión crítica es una invitación a pensar, a cuestionar la filosofía y las significa- ciones imaginarias heredadas. Al final de su ensayo Hecho y por hacer (1997) dice: «pero algo es seguro: no va a ser c o r riendo detrás de lo que “se usa” y “se dice”, ni emascu- lando lo que pensamos y quere m o s, como vamos a au- m entar nuestras posibilidades de libertad. No es lo que Cornelius Castoriadis Figuras y praxis de la autonomía texto de Fernando Golvano o l ver a Ca s t o riadis es vo l ver a pensar su elucidación sobre el proyecto de autonomía, la imaginación radical, la subjetividad re f l e x i va, la va l i d ez de derecho de nuestra s s o c i e d a d e s,la creación histórico-social, la noción de ve rdad, el conflicto entre psique y sociedad, y sobre tantas cuestiones relacionadas con el pensamiento y el hacer político ins- tituyente que estas bre ves notas apenas logran esboz a r. V

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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

72 / El Viejo Topo

El proyecto de autonomía no es una fulguración en uncielo límpido. En verdad, va con otra cosa,

condiciona, motiva, incita a otra cosa. Resumiendo, a lo mejor de la creación que nos rodea.

(...) Donde no hay voluntad, no hay camino,sino únicamente devenir

CASTORIADIS, Hecho y por hacer, 1997

La pasión y la voluntad re f l e x i va de este filósofo, econo-mista, psicoanalista y militante de la emancipación huma-na, de este “titán del espíri t u” –en palabras de su amigoEdgar Mo rin–, se desplegó en una encrucijada incómodaf rente al pensamiento here d a d o, los linajes marxistas y lasd e ri vas reduccionistas de las diversas escuelas adscritas alp s i c o a n á l i s i s. Quizá por todo ello, su tra n s g re s o ra y cabala p o rtación sigue siendo bastante ignorada tanto en el en-

t o rno del pensamiento crítico como en el académico. Co nt o d o, parece emerger un nuevo intersticio crítico a tra v é sde la publicación de sus seminarios de los años ochenta, laedición y traducción de anteri o res trabajos y la difusión desus ideas a través revistas y sitios de intern e t .

Si e m p re defendió que filosofía y democracia, desde suo rigen común en la antigüedad griega, son solidari a s,dado que ambas expresan (deberían expresar) el re c h a zo ala heteronomía (a saber, el re c h a zo a toda autoridad ofuente extrasocial de legitimación de la ve rdad y la justi-cia). Toda su elucidación teórica y su pasión crítica es unainvitación a pensar, a cuestionar la filosofía y las significa-ciones imaginarias here d a d a s. Al final de su ensayo He c h oy por hacer (1997) dice: «pero algo es seguro: no va a serc o r riendo detrás de lo que “se usa” y “se dice”, ni emascu-lando lo que pensamos y quere m o s, como vamos a au-m entar nuestras posibilidades de libertad. No es lo que

Cornelius CastoriadisFiguras y praxis de

la autonomía

texto de Fernando Golvano

o l ver a Ca s t o riadis es vo l ver a pensar su elucidación sobre el proyecto de autonomía,la imaginación radical, la subjetividad re f l e x i va, la va l i d ez de derecho de nuestra ss o c i e d a d e s, la creación histórico-social, la noción de ve rdad, el conflicto entre psique

y sociedad, y sobre tantas cuestiones relacionadas con el pensamiento y el hacer político ins-t i t u yente que estas bre ves notas apenas logran esboz a r.

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e x i s t e, sino lo que podría y debería existir, lo que necesi-ta de nosotros».

El proyecto de autonomíaDesde adolescente quedó muy fascinado por la fi -

losofía. A finales de 1945 se marcha a París para seguircon sus estudios de doctorado en filosofía. En esa ciudadse vincularía al trostskista PCI hasta 1948. Pero reconocióque fue desde las ideas políticas y no tanto desde unainterrogación filosófica como emergió su reflexión sobrela autonomía (ya presente en sus primeros textos deSocialismo o Barbarie, 1947-1949) y la potencia creadorade las clases trabajadoras y del imaginario instituyente.La critica a los regímenes autodenominados socialistasse anudaba al análisis y rechazo de la economía capita-lista contemporánea al tiempo que iba definiendo sufilosofía de la institución imaginaria; de la sociedad. Sualejamiento del trostkismo estuvo motivado por la inca-pacidad de éste para dar cuenta de la verdadera natura-leza de la URSS (régimen de capitalismo burocrático ytotalitario y no “Estado obrero degenerado” como lo defi-nían). Junto a Claude Lefort, y otros críticos de esacorriente marxista, funda el grupo y la revista Socialismoo Barbarie, que se mantendrán hasta 1966-67. Duranteese periodo y hasta principios de los años setenta seocupó menos de la acción política y se dedicó más la pro-fundización de la crítica al estalinismo, al leninismo, y altrotskismo, además de elaborar una profunda revisióncrítica del marxismo. Esa relectura de Marx se comple-mentará con otra fértil relectura de Freud en los años si-guientes. Su reelaboración de las aportaciones freudia-nas sobre la psique le permitirá asumir el psicoanálisiscomo actividad práctico-poiética, análoga a la de lapedagogía y la política, y cuyo objetivo «es crear formasnuevas que son los individuos autónomos y una socie-dad autónoma».

En su programa de investigación crítica desarrolladoen los años sesenta y setenta reformulará el proyecto deautonomía, que vendrá a reemplazar la noción de socia-lismo y que al mismo tiempo conllevará la renuncia a lasilusiones y ficciones de una “filosofía política racional”.Lo social-histórico será entendido como una form aontológica que puede cuestionarse a sí misma y, median-te esta actividad autorreflexiva, alterarse explícitamente.De este modo, postularía una ciencia general del serhumano que integrara una dimensión antropológica,filosófica, política y psicoanalítica. Sin dogmas, ni telos o

mitos escatológicos que orienten definitivamente el deve-nir humano, sin ve rdades esencialistas que descubri r,queda entonces la interrogación sin fin que nos perm i t ae l u c i d a r, dando cuenta y razón, otras formas de vida y desociedad. La idea de autonomía (esa capacidad de cues-tionar lo heredado y darnos nuestras propias leyes) re-c reada en la acción instituyente del ser humano, de lacolectividad y de lo social-históri c o, conduce su re f l e x i ó na la idea de la institución imaginaria de la sociedad. Pre c i-s a - m e n t e, con ese título publica un extenso volumen en1975 (publicado en castellano en dos volúmenes: el pri-m e ro, Marxismo y teoría re vo l u c i o n a r i a, en 1983; y el se-g u n d o, El imaginario social y la institución, en 1989), en elcual ajusta cuentas críticas con el marxismo y el estru c t u-ralismo que a la sazón tan en boga estaba en algunos en-t o rnos de la izquierda europea y la filosofía here d a d a .

La profundidad de su crítica al marxismo ya venía con-figurándose en va rios artículos publicados en la re v i s t a

Foto Skopelitis

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Socialismo o Ba r b a r i e ( p rincipalmente en «Ma rxismo yteoría re vo l u c i o n a ria», 1965) y recogidos también en Lainstitución imaginaria de la sociedad. Así, por ejemplo,impugna la concepción materialista de la historia, y tam-bién cuestiona el determinismo histórico en el que se ins-c ribe esa teoría, dado que pretende que «puede re d u c i r s ela historia a los efectos de un sistema de fuerzas sometidasellas mismas a leyes comprensibles ydefinibles de una vez por todas, a part i rde las cuales estos efectos pueden serí n t e g ra y exhaustivamente producidos (ypor lo tanto también d e d u c i d o s)». En esen u e vo enfoque de Ca s t o ri a d i s, el pro l e-t a riado deja de tener ese destino eman-c i p a d o r; más aún, no habrá ya ningúnsujeto colectivo predestinado a realizar ohegemonizar la tra n s f o rmación social;como tampoco el marxismo ni ningunao t ra teoría garantizarán una indagaciónradical y permanente del mundo con-t e m p o r á n e o. Esta posición no conduce necesariamente ala defensa del escepticismo; sino antes bien debe re c l a m a runa filosofía de la acción y de la reflexión: «hay re a l m e n t een cada instante para un estado determinado de nuestrae x p e riencia, ve rdades y erro re s, y siempre la necesidad deefectuar una totalización provisional, en movimiento ya b i e rta siempre, de lo ve rd a d e ro. (...) En cada etapa den u e s t ro desarro l l o, debemos pues afirmar los elementosde los que creemos poder estar seguro s, pero tambiénreconocer –y con absoluta sinceridad– que en las fro n t e ra sde nuestra reflexión y nuestra práctica se encuentra nn e c e s a riamente problemas cuya solución no conocemospor anticipado». (La experiencia del movimiento obre ro I I,1 9 7 4 ) .

Co n s i d e ra absurda la idea de re volución total, por cuan-to que en la vida social lo inalterado sería mayor que lot ra n s f o rm a d o. El devenir histórico conlleva siempre unadialéctica de herencia y cambio; y parte de la siguientep remisa ontológica: la historia humana es creación. Pe rono podemos ni “e x p l i c a r” ni “p re d e c i r” tal creación, puesno está determinada; es, más bien, determ i n a n t e. A su vez ,también su tiempo y su ritmo forman parte de la cre a c i ó n .Esa natura l eza cre a t i va de lo humano y de lo social-histó-ri c o, esa potencia poiética que pertenece a la imaginaciónradical individual y colectiva, no fue percibida de manerap rofunda por Ma rx, a pesar de que en sus tesis sobre

Feuerbach reconocía esa cuestión al dejar escrito que «loss e res humanos están condicionados por el estado de cosase x i s t e n t e, que sólo pueden modificarse mediante suacción». No obstante, Ca s t o ri a d i s, en su ensayo He re n c i ay re vo l u c i ó n ( 1 9 9 6 ) , o b s e rva que Ma rx pre f i rió buscar másbien «causas sólidas, es decir, garantías de y para la re vo l u-ción. Consecuencia de esto es su escaso interés por los

p roblemas de la acción y de la org a n i z a-ción políticas como tales: en su lugar,busca “ l e ye s” económicas capaces del l e var el hundimiento del capitalismo»(Fi g u ras de lo pensable, 1999). Por lo tan-to el cambio político exige a su vez elcambio de las costumbres y de las signi-ficaciones imaginarias sociales arra i g a-das en un contexto social-histórico da-d o, algo que ya fue lúcidamente captadopor Rousseau, Platón, Ma q u i a velo oMontesquieu, para quienes «no puedehaber institución “p o l í t i c a” que, desde la

cúspide a la base, del nivel más superficial al más pro f u n-d o, no esté ligada a las costumbre s, a las Si t t e n, a la totali-dad de la estru c t u ra antropológica, psicosocial de los indi-viduos que viven en tal sociedad».

Sabido es que toda tentativa re vo l u c i o n a ria o de tra s f o r-mación radical topa con esa cuestión, y por ello el poten-cial tra n s f o rmador de la clase obre ra, por ejemplo, no hadependido tanto de su condición alienada cuanto de sucapacidad de autocreación en tanto que clase y elementoactuante en el seno de una sociedad capitalista: «en lospaíses “e u ro p e o s”, el movimiento obre ro se autocreó; peroesto fue posible gracias a la herencia, a la tradición delm ovimiento democrático presente en la historia de estosp a í s e s, a la orientación ofrecida por el proyecto social-his-t ó rico de autonomía nacido en el seno del mundo “e u ro-p e o”. Es, por tanto, perfectamente comprensible que, an-tes de la degeneración burocrática (socialdemócrata o bol-chevique), el movimiento obre ro crease instituciones decarácter profundamente democrático, algunas de las cua-les dejaban atrás las formas del movimiento democráticob u rgués y resucitaban pri n c i p i o s, olvidados hacía yamucho tiempo, enraizados en las instituciones de la Gre c i aantigua, como la rotación de los re p resentantes en los sin-dicatos británicos del primer periodo; la importancia delas asambleas generales soberanas de todos los intere s a-dos y la re vocabilidad permanente de los re p re s e n t a n t e s

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Marx tuvo un escaso interés por los problemas de la acción y de la organización políticas como tales.

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introducida en la Comuna de París y reanimada o redes-cubierta siempre que los obreros formaron órganos autó-nomos, como los Consejos (tal como sucedió de nuevoen Hungría en 1956)». («Herencia y revolución», 1996).Disuelto el mistificado horizonte utópico, ¿cómo prefigu-rar entonces el futuro? Su respuesta no puede ir más alláde aceptar el futuro como «ese despliegue siempre im-previsible y siempre creador en cuya formación podemosparticipar, mediante el trabajo y la lucha, a favor y encontra».

La pra x i s, definida por ese hacer específico que desarro-lla la autonomía de uno y de los otro s, es pro f u n d a m e n t es o l i d a ria del proyecto tra n s f o rm a d o r, que implica vo l u n-tad, deliberación (dar cuenta y razón), reflexividad subjeti-va, y pasión/afección. Dado que ni la autonomía ni la pra-xis son datos o herencias de la natura l eza humana, sinoque surgen como creación histórico-social, exponen suradical natura l eza política. Y por lo cual topan con el nudog o rdiano de la cuestión de la autonomía: la actividad autó-noma de la colectividad. En el hori zonte de lo por- s e r, dela impugnación de lo existente se necesita de la cre a c i ó nde significaciones imaginarias sociales nuevas; y ellore q u i e re de una sinergia inédita entre la creación filosóficay creación de una política democrática. Pe ro en ese mov i-m i e n t o, el sentido es la actividad de creación del sentido y«lo ve rd a d e ro se hace creación, siempre abierta y capaz devo l ver sobre sí misma, de formas de lo pensable y conteni-dos de pensamiento que puedan encontrarse con lo exis-t e n t e. (...) La afición a lo ve rd a d e ro es la pasión del conoci-m i e n t o, el pensamiento como Ero s » .(Hecho y por hacer, 1 9 9 7 )

Cre a c i ó n , magma e imaginación ra d i c a lEstas nociones han devenido sustanti-

vas en su pensamiento. Pa ra Ca s t o ri a d i slas formas de sociedad, las obra s, lostipos del individuo que surgen en la his-t o ria no forman parte de un listado, aun-que éste fuera infinito, de posibilidadesdadas y positiva s. Son creaciones en ydesde lo social-históri c o. La historia es el propio autodes-pliegue de la sociedad, y conlleva la creación y destru c c i ó nde formas; pero sin t e l o s, sin leyes inmanentes (como laque subyace en la creencia en el pro g reso) que devieneno t ras formas modernas de heteronomía. El alcance onto-lógico de su noción de creación entraña abandonar las

categorías de determinidad y de indeterminidad como ab-solutas o exc l u yentes; dado que «precisamente cre a c i ó nq u i e re decir posición de nuevas determinaciones –surg i-miento de nuevas form a s, e i d é, y por ende ipso facto d en u e vas leyes: las pertenecientes a esos modos de ser».

La idea de creación informa toda praxis disidente y todai n t e r rogación crítica y filosófica. Mas esa idea encuentrasu fuente en la dimensión re f l e x i va y práctica de nuestraimaginación radical, a saber: esa sede del logos, de la v i sf o r m a n d i y de la libido formandi. Desde los años setentaexploró la idea de imaginación radical, y se lamentó de queesa facultad y dimensión determinante del ser humanos i n g u l a r, de la psique o del alma, descubierta y discutidapor pri m e ra vez hace veinticinco siglos por Ari s t ó t e l e s,nunca haya adquirido el lugar sustantivo que le pert e n e c ed e n t ro de la filosofía de la subjetividad. Definió el concep-to de “c re a c i ó n” como la «capacidad de hacer emerger loque ni está dado ni puede deri va r s e, combinatoriamente ode cualquier otro modo, a partir de lo dado» (El ascenso dela insignificancia). Y esa capacidad reside en la imagina-ción que es la que nos permite cre a rnos un mundo; y noshace ver precisamente por qué la esencia de lo humano nopuede ser la lógica, ni la racionalidad, sino antes bien serála imaginación radical (que reside en la psique y que esflujo incesante de re p re s e n t a c i o n e s, deseos y afectos) y loi m a g i n a rio social o instituye n t e.

Aunque era consciente de que detrás de la palabra cre a-ción había un pasado teológico, no estaba obligado a car-gar con esa herencia. Tal noción la relacionaba con otra

a p o rtación original suya, la que elucidas o b re la lógica de los magmas y que per-mite pensar de manera diferente el con-flicto y la solidaridad entre la razón y lon o - racional. Según esa “ l ó g i c a”, «la vidapsíquica y social humana no es identita-ria; es magmática: no se la puede sepa-rar en conjuntos bien constru i d o s, biendefinidos; es una totalidad en la quetodo se interf i e re con todo, porque hayalgo localizable, hay conjuntos en par-

t e s... Ya en su capital obra La institución imaginaria de las o c i e d a d (1975) definía “m a g m a” como aquello de lo quepueden extraerse organizaciones conjuntistas en un nú-m e ro indefinido, pero que no puede ser nunca re c o n s t i-tuido (idealmente) por composición conjuntista (finita oinfinita) de esas org a n i z a c i o n e s. Po s t e ri o rm e n t e, ha apun-

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Definió el concepto de “creación” como la «capacidad de haceremerger lo que ni estádado ni puede derivarsea partir de lo dado».

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talado mejor su intuición genuina: «cada sociedad crea unmagma de significaciones imaginarias sociales (SIS), irre-ductibles a la funcionalidad o a la “ra c i o n a l i d a d”, encarn a-das en y por sus instituciones y que constituyen en cadacaso su mundo propio (“n a t u ra l” y “s o c i a l”)» (Hecho y porh a c e r, 1997). Pe ro una propiedad del sermagmático de lo histórico-social sec i f ra en que el mundo se presta a múlti-ples SIS y a múltiples org a n i z a c i o n e se n s í d i c a s, mas sin que privilegie ningu-na. Ahí reside el modo de ser del mag-ma, su radical condición heteróclita ye n i g m á t i c a .

Lo que cara c t e riza tanto el imaginari osocial como la imaginación radical delsujeto y la imaginación teórica es, pore j e m p l o, en el ámbito únicamente cognitivo, la capacidadde crear nuevos axiomas, en el sentido más abstracto delt e rm i n o, no forzosamente en el sentido matemático; nue-vas bases», la cual no es fundamentable porque es una cre-ación. «Y una creación no es deductible, ni productible: ahíestá el auténtico sentido de lo nuevo». (La insignificancia yla imaginación. Di á l o g o s). De modo que la creación en eldominio individual o social-históri c o, si bien es inmotiva-da –es decir se produce ex nihilo y no in nihilo ni cum nihi -l o–, siempre tiene lugar bajo re s t ricciones o coacciones.Desde esta perspectiva, para Ca s t o riadis «cualquier form a

(y toda nueva forma) es un s e r – e s t o y un s e r- a s í». Si no hayuna fuerza tra s c e n d e n t e, entonces habrá que reconocer laexistencia tanto en las colectividades humanas y como enlos individuos de una vis formandi, una fuerza de cre a c i ó ninmanente que denomina imaginario social instituye n t e :

«una facultad de innovación ra d i c a l ,de creación, de formación».

Tal imaginario social instituye n t ec rea instituciones y también significa-ciones imaginarias sociales (SIS), queno se re f i e ren ni a la realidad ni a lalógica (así Di o s, héroes fundadore s,m i t o s, tótems, tabús, fetiches, capital,m e rcancía, ...). Cuando cristalizan esasSIS se conforma lo imaginario sociali n s t i t u i d o. Tales significaciones están

e n c a rnadas en, e instrumentadas por, instituciones, seanre l i g i o s a s, políticas, cultura l e s, económicas, familiares ode otra natura l eza. También están encarnadas en el pro p i ol e n g u a j e, y todas tienen una dimensión “ l ó g i c a” o conjun-t i s t a - i d e n t i t a ria (ensídica, es el término definido por esteautor), e instituyen un mundo pro p i o, una clausura re-l a t i va. No obstante, el mundo y lo viviente, en su modo deser magmático no es exhaustivamente “e n s í d i c o”, no estáplenamente determ i n a d o, sino que es a-sensato, lo quesignifica que se presta a significaciones va riadas sin quep rivilegie ninguna. Toda sociedad existe creando significa-

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76 / El Viejo Topo

El intelectual debeaceptar que lo que tratade hacer entender todavía es una opinión,no una ciencia.

EL VIEJO TOPOPODER LOCAL Y

PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA

Julio Alguacil Gómez

Los ayuntamientos se han convertido en una institución trascendentalpara la vida de los ciudadanos. Son también el espacio donde se han pro-ducido mayor cantidad de innovaciones políticas relacionadas con la bús-queda de mecanismos que favorezcan la participación ciudadana. Lostextos que aquí se reúnen establecen un debate sobre el poder políticode los ayuntamientos, sobre la realidad de las experiencias de participa-ción y sobre las potencialidades de desarrollo de este tipo de experien-cias, a cargo de especialistas nacionales e internacionales en temas departicipación y de personalidades directamente relacionadas con estetipo de experiencias.

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ciones imaginarias sociales –es decir, lo no perc i b i d oi n m a n e n t e–, que son irreductibles a la funcionalidad y a laracionalidad. Son además y simultáneamente inmotiva-das y efectiva s. Por lo tanto, debe reconocerse un nivel dels e r, lo social-históri c o, como un ámbito de creación deesas SIS, del para–sí, que tiene como cara c t e res esenciales:autofinalidad, creación de un mundo propio a través dere p re s e n t a c i o n e s, de afectos y de intenciones. (Sujeto yve rdad en el mundo histórico-social) .

De lo anterior se deduce que para captar el e i d o s p a rt i-cular de una sociedad se necesita «penetrar y compre n d e rel magma de sus significaciones imaginarias sociales» queson cara c t e rizados por tres ve c t o res; el intencional, elre p re s e n t a t i vo y el afectivo. Y este hacer re f l e x i vo conllevaasimismo una re c reación poiética, dado que no hay méto-do ri g u roso que nos permita acceder al núcleo ve rd a d e rode esas significaciones. La psique y lo histórico-social soni r reductibles el uno al otro. De manera cabal afirma que «lapsique no es socializable sin resto –ni el inconsciente tra-ducible sin resto en el lenguaje.» (Hecho y por hacer) .Co n t rapone el conflicto psique / sociedad al tra d i c i o n a lindividuo / sociedad: «el individuo es social, es fra g m e n t ototal del mundo instituido cada vez. De lo que se trata esde elucidar, tanto como se pueda, el hecho de que la psi-que esté socializada (si bien nunca del todo)». Si e m p re hayposibilidad de cuestionar el orden y las significaciones ins-t i t u i d a s, entre otras ra zo n e s, porque el lenguaje humanol l e va incorporada esa facultad re f l e x i va e interro g a d o ra; yp o rque no se desvanece la rebelión perpetua de la psiquec o n t ra la clausura de sentido que se le impone.

Dejó escrito en uno de sus ensayos integrados en Elmundo fra g m e n t a d o que «no hay privilegio alguno de larealidad, ni filosófico ni norm a t i vo; el pasado no vale másque el presente y éste no es modelo sino materi a .Re s t a u ra r, re s t i t u i r, re - i n s t i t u i r, el cometido auténtico delintelectual, en la historia es, antes que nada, re s t a u ra r, re s-t i t u i r, re-instituir su función crítica. (...) El intelectual debec o n s i d e rarse ciudadano como los otro s, sentirse port a voz ,con dere c h o, de la universalidad y de la objetividad. Lacondición para poder mantenerse en ese espacio es quere c o n ozca los l í m i t e s de lo que su supuesta objetividad yu n i versalidad le permiten; debe aceptar, y no a desgana,que lo que trata de hacer entender, todavía es una d ox a,una opinión, no una e p i s t e m e, una ciencia. (...) Sólo la cor-d u ra, la p h r ó n e s i s y el g u s t o pueden permitir todavía sepa-rar el reconocimiento de la creatividad del pueblo, del

culto ciego a la ‘f u e rza de los hechos’». La democracia, eserégimen trágico de la autolimitación, de la autonomía, ode la autoinstitución, como movimiento real en la histori a ,deja huellas, instituciones, significaciones, mediante lascuales somos o debemos ser libres e iguales. So b re todoe l l o, supo Ca s t o riadis elucidar, anudando creación filosó-fica y praxis autónoma. Tal es su intempestivo legado.

Bi b l i o g ra f í aEn los últimos años se han publicado en castellano lassiguientes obra s : La exigencia Re vo l u c i o n a r i a. In t ro d u c-ción de Amador Fe rn á n d ez - Sa va t e r, Ac u a rela, Ma d ri d ,2000; La insignificancia y la imaginación. Diálogos conDaniel Me rmet, Octavio Paz, Alain Fi n k i e l k raut, Je a n - Lu cDonnet, Francisco Va rela y Alain Co n n e s. Ed i t o rial Tro t t a ,Ma d rid, 2002; S o b re El Político de Pl a t ó n. Ed i t o rial Tro t t a ,Ma d rid, 2004; Sujeto y ve rdad en el mundo histórico-social( Se m i n a rios 1986-1987, La creación humana I). Fondo deCu l t u ra Económica. Buenos Aire s, 2004; Escritos políticos( Edición de X. Pe d rol), Los libros de la catarata, Ma d ri d ,2005; y Una sociedad a la deriva (1974-1997), Katz, Bu e n o sA i re s, Argentina, 2006. Por otro lado, una serie de ensayo srecientes divulgan algunos ámbitos de su praxis y de supensamiento: J. M. Ve ra, Cornelius Castoriadis (1922-1 9 9 7 ) , Ediciones del Orto; N. Te l l o, Cornelius Castoriadis yel imaginario ra d i c a l, Campo de ideas, Ma d rid, 2003.También han apare c i d o n u m e rosos artículos en re v i s t a scomo Ensayo y erro r ( Colombia); Zona Er ó g e n a y Ma g m a( A rgentina), Archipiélago (nº 9, y el monográfico del nº 54,2 0 0 2 ) , m i e n t ras tanto, An t h ro p o s ( m o n o g r á f i c o, nº 198,2003); h i k a (nº 173 y 176) en el contexto español. Por últi-mo podrían señalarse en internet los sitios siguientes:w w w. a g o ra i n t e rn a t i o n a l . o rg; www. c a s t o ri a d i s. o rg; www.i n f o a m e ri c a . o rg /teoria/ castoriadis3.htm; www. m a g m a -n e t . c o m . a r; www. f u n d a n i n . o rg / b i b c a s t o ri a d i s.htm;. Ap a rtir de un seminario organizado por Arteleku (4-19 dem a yo, 2006; y coordinado por F. Go l vano) se está pre p a-rando el proyecto www. n o d o c a s t o ri a d i s.com (www. art e-l e k u . n e t)■

Co py right©2006 Fe rnando Go l va n o. Este artículo ha sido publicado bajouna licencia Cre a t i ve Commons Re c o n o c i m i e n t o - No Co m e rc i a l -Si n O b ra De ri vada 2.0.

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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

El Viejo Topo / 77