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GOBIERNO DE NAVARRA I Certamen de Microrrelatos "Entre iguales" 2018

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GOBIERNO DE NAVARRA

I Certamen de Microrrelatos

"Entre iguales"

Agosto 2018


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// Todo Acabará // Shay se sentó en la terraza del apartamento de París a beber una taza de café mientras contemplaba la Torre Eiffel. De fondo, Lost in Las Vegas. La canción idónea para las rupturas amorosas. Eso creía, al menos. Nunca había tenido ocasión de probarlo. Era una tarde fría de otoño. Las 18:00, más o menos. El viento gélido le provocaba escalofríos y le ponía la piel de gallina. Pero no iba a moverse ni un centímetro. Estaba demasiado a gusto ahí. Reflexionando sobre ella. Porque no habían sido días fáciles. Una relación idílica, casi utópica. La conoció y se enamoró de ella nada más verla. Rió, lloró, sufrió, amó… Se mostró ante ella tal y como era, sin fingir ni hacerse el duro, como siempre oyó a sus compañeros. Seguramente por eso le fue mucho mejor que a ellos. Luego se fueron a vivir juntos. Compraron la casa a nombre de ambos, compartían las labores del hogar, respetaban la intimidad e independencia del otro; emulando la sociedad igualitaria que tanto deseaban. Pero él trabajaba de día y ella de tarde. Se veían poco. Eso era, precisamente, lo que mantenía encendida la llama de la pasión. El deseo de volver a verse cada día. Más tarde, todo se torció. Le ofrecieron un puesto de profesora de Historia en Inverness. Muy bien pagado. Ella deseaba ir allí, a su tierra natal. Pero él no. Él no quería dejar su hogar. Esa negativa trajo las peores, y casi únicas, discusiones que mantuvieron. Mantengamos nuestra relación a distancia, decidieron. Nuestro amor superará todas las barreras territoriales. Lo nuestro nunca morirá. Mentiras que ni ellos creían. Llegó el fatídico día. Shay le dijo que su relación había terminado. He mirado tus redes sociales. He controlado tus mensajes. Te he sido infiel. Todas mentira. A él le dolió mucho más que a ella. Pero debía hacerlo. Estaba condenada al fracaso y una ruptura a tiempo era lo ideal. Ella se marchó. Para no volver. Sé feliz, le dijo en su despedida. Encuentra a otra, cásate, ten hijos. Supéralo, pero no me olvides. La única mujer a la que había amado se marchó. Que estúpida. Shay no iba a buscar a otra. Ya no. Y mucho menos casarse y criar sanguijuelas. Esas cosas no iban con él. Él era un lobo solitario. Y un romántico empedernido. Como el joven Werther. Pero no tan loco. No lo superaría. Pasasen uno, cinco o diez años. No del todo, al menos. Sin embargo, saber que ella sería feliz, donde quiera que estuviese, con o sin él, haciendo lo que de verdad deseaba, era de ayuda. No lo arregla totalmente, pero será feliz. Y eso es lo que importa, se decía mientras sonreía levemente contemplando los rayos de sol vespertinos. Sé feliz, mi amor. Al fin y al cabo, en las relaciones se debe anteponer el interés de tu pareja al tuyo propio. O eso creía. Las relaciones sociales nunca habían sido su fuerte.


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(Finalista) 2

// Todo va a mejorar // Para cada palabra tuya te ofrezco mis oídos. Me encanta lo que piensas y tu entrañable forma de gesticular. No sé, tus gestos se sienten como una danza de soles y nubes, o como un mordisco de chocolate cuando en invierno el cielo se cae. Todos los paisajes que recorro contigo, los reales y los que imagino, se transforman en lugares risueños. Es una máxima irrevocable de cada pensamiento que te involucre a ti. A veces imagino mi mundo sin que tú estés y, a decir verdad, las cosas me salen bastante bien. Sé que nadie es imprescindible en nuestra existencia y que para seguir caminando solo nos bastan las ganas. Pero qué hermoso es todo cuando te tengo cerca. Me gustan los momentos de distancia, la paciencia, el misterio. Cada una de esas sensaciones juega un rol hermoso en mis formas de extrañarte, de aprender los colores que potencias, de saber que me gusta tanto estar solo y, también, de poder hacer mis cosas sin pensarte. Me encanta estar contigo y tomar una cerveza. Limpiar la casa solo cuando vienen visitas, pasar la aspiradora debajo de la cama aunque nadie mire, oírte cantar esa canción que me remite a ti, reírnos por todo, abrir las ventanas. Algunas veces me angustio y lloro. Voy sintiendo que quizás dejo mucho por ti o que quizás te doy muy poco. Que tal vez la adultez no termina de llenarme y hasta me pregunto si de verdad te amo tanto. Hay días en los que siento que no puedo quererte más de lo que te quiero. Mejor dicho, que no puedo sentir más amor del que siento por ti, que es imposible. No sé, pero te veo reír con tus amigas y me dan ganas de fumar un cigarro, de disfrutar de ese momento como si fuera el único que he vivido y el último que viviré. Sé que también a veces lo pasas mal; sé que la vida es así y que no hay nada que hacerle. Se estremece mi existencia cuando lloras, aunque al mismo tiempo me voy sintiendo increíblemente fuerte. Te abrazo y lloramos juntos, porque no hay otra respuesta correcta más que entenderte y sentir con honestidad todas tus inquietudes. Disfruto tanto nuestros mimos, nuestras discusiones de política, tu resistencia a entrar en una iglesia. A veces me pregunto si te enterarás de lo grande que eres, porque a pesar de que me encanta decirte lo mucho que me gustas, sé que tu propia versión de ti no está en mis manos. Me encantaría que te vieras con mis ojos; ese sería un bonito regalo que darte. Aunque quizás te volverías vanidosa, no sé. Mejor te dejo así, con esa paz y guerra que traes a este mundo. Con tu amor a la verdad y tu odio a la injusticia. Con tu libertad irrenunciable y con esa esperanza alentadora de que más temprano que tarde todo va a mejorar.

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// (sin título) //

Ella suspiró tranquila, sabía que todo iría como su mente había estado planeando detalladamente durante días, semanas, meses o incluso años.

Por muchas personas que le dijera que las cosas llegan y los sueños se hacen realidad, su subconsciente le seguía diciendo que debía confiar en el trabajo de búsqueda que llevaba realizando desde hacía ya tiempo. Y es que ya podía ser su madre, hermanas o amigas mas cercanas las que repitieran esa frase que tanto resonaba en su cabeza y que decía “ya llegará, cuando menos te lo esperes llegará, y


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cuanto menos lo busques mejor, no te desesperes”, que ella seguía en sus trece de encontrar a esa persona que le hiciera suspirar. Confiaba en su insistencia, y le daba igual el tiempo que algunos consideran “perdido” en el proceso de búsqueda de esa persona que te rompe los esquemas, ella era feliz pensando que algún día, llegaría. Y ese día llegó, suspiró y rompió esquemas. De hecho, los rompió de una manera que jamás hubiera podido imaginar. Y es que puede sonar a tópico, pero puede que llegara en el momento mas inoportuno de su vida, en un momento de pausa, replanteamiento de la situación, desesperación e incertidumbre sobre el futuro que le esperaba. Pero ahí estaba el, con su sencillez y sus sueños de la mano, con sus ganas de hacerla feliz y guiarla de nuevo en la vida. Ahí estaban los dos, sentados en un bar, “tomando algo” y soñando juntos sobre cómo sería su vida. El uno con el otro y el otro con el uno. Sueños que muchos dejan que el destino se los lleve a la puerta de casa y les diga como cumplirlos, sueños que ella decidía agarrar por el cuello y hacerlos realidad. Y es que ese había sido el mayor sueño de su vida, y lo había hecho realidad.

(Finalista) 4

// Atlántida // Hace tiempo que duermo bajo el océano; día tras día, siento la enorme presión de las profundidades, en lo más hondo de mi caja torácica. Puede parecer extraño, pero no veo la realidad desde que lo conocí, incluso ya me he acostumbrado a no poder respirar. Mi cuerpo lucha por desarrollar branquias mas no puede hacerlo por su cuenta, la falta de atmósfera no se lo permite. Al principio él lo hacía soportable, solía sentirme segura, protegida, hasta querida a su lado; me hacía creer que era la reina de su coral, su única preocupación. El resto del ecosistema me llamaba ingenua, incluso se reía de mí. No tenían ni idea, no sabían lo que era tener alguien como apoyo, el punto fuerte de todas mis flaquezas; o al menos eso es lo que creía. Me prometió la Atlántida, si renunciaba a las propiedades que hacían de mí ser yo. Lo hice, renuncié. Renuncié ignorando los consejos de mis seres queridos, aquellos que observaban el ancla atada a mis piernas desde lo alto de un crucero mediterráneo. Chillaban con intención de advertirme, pero los sonidos no se transmiten correctamente bajo el agua. Renuncié a pesar de no estar del todo convencida, mintiéndome de que era lo mejor para mí. Sin hacer caso a la intensidad de la angustia, que iba in crescendo sin dejar opción a plantearme ningún movimiento. Renuncié a mis amigos, a mis aficiones, a mi ropa. Renuncié a mi vida, con tal de no perderlo. Seguí a nado al adorable koi que resultó ser un temible tiburón. Porque lo quería. Para que los golpes no fueran en vano, para que las voces se callasen. Porque él me quería, aún que tuviera que repetirme que no tenía una forma ordinaria de demostrarlo. A menudo me pregunto si soy la primera, o si ya ha dejado más víctimas flotando a la deriva. Indefensas, sin saber a quién acudir cuando ya las han hecho pedazos. Me pregunto si habrán tenido voz, o si su voz ha sido olvidada. Me inunda la duda de si seré la última, y si no lo soy, si conservaré mi voz para prevenir a las que vendrán, antes de que acabe conmigo. Hace tiempo que duermo bajo el océano; hace demasiado tiempo. Tanto tiempo que la sal ya ha empezado a filtrarse y a escocer en mis heridas abiertas, haciéndome temblar de dolor.


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Gracias al dolor, por fin he despertado, por fin veo con claridad a través de la flora del fondo marino. Por fin descubro que fue él quien me ahogó. Ahora veo como cada insulto, cada falta de respeto, cada amenaza se clavan como arpones en mi pecho; se clavan tan profundo que ya no puedo arrancármelos. Mis gritos de auxilio solo producen burbujas sordas. Burbujas de rabia, de impotencia. Burbujas de miedo. Pánico. Intento emerger, con todas mis fuerzas. No me importa arrancarme escamas mientras me quito las cadenas. Intento flotar, con toda mi ira. Pero ha llegado el invierno y el agua se ha solidificado.

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//SÓLO SÍ ES SÍ // Ayer conseguí lo que llevaba planeando tantos meses. Lo que, a pesar de que trataba de evitarlo, me obsesionaba cada noche de borrachera. Me ligué a Arkaitz. Sí, sí, el chico ese del Gaztetxe que cuando le tocaba hacer barra jugaba a ponerme los chupitos y hacer como que se le olvidaba cobrármelos, pero luego parecía no captar mis miradas desde la lejanía. Ayer también lo hizo, así que imagínate cómo me puse. Sin embargo, decidió devolverme las miradas e incluso me invitó a acompañarlo a “dejar unas botellas” a una sala que tienen arriba. No había cáscaras de pipas ni colillas en el suelo, y los sofás estaban medianamente decentes, así que al lío. No recuerdo demasiado, pero habiendo conseguido al crush , teniendo a Berri Txarrak sonando de fondo y con la tontería que llevaba encima… madre mía que noche. Uf espera, que mi cama parece la barraca de la olla de tanto movimiento. Ahora te sigo contando. Tranquila, deben ser los efectos secundarios de la pastilla del día después. Sí, increíble pero cierto, me la jugué. Ya, ya sé que luego me rayo... Si en realidad yo no quería, pero se me fue un poco de las manos. Es que en principio no pensaba llegar a eso, porque me dijo que no tenía condón y yo tampoco. No era por falta de ganas, pero, a ver, que yo paso de volver a pasar por la clínica y todo ese rollo, que ya sabes que lo pasé fatal. Al principio todo fue bastante fluido y divertido. Empezamos a jugar y cuando lo intentó lo rechacé; le dije que sin condón no iba a hacerlo. Seguimos y lo intentó un par de veces más. Lo volví a apartar. “Qué pesado”, pensé, “con la de formas que hay para pasarlo bien”. No fue nada violento, y en el momento tampoco le di mucha importancia. Igual tampoco me entendió bien, no sé. Si ya sabes que yo para esas cosas soy muy tajante, pero con él igual no lo fui suficiente. Jo, ahora me siento mal por no haberme mantenido firme, aunque lo conseguí durante bastante rato. Es que en realidad en ningún momento le dije que sí, y le mostré muchas veces que no quería. Parece que no le importó demasiado y siguió insistiendo, esta vez intentando convencerme ya con palabras: Que estuviera tranquila, que estaba sano y que no me iba a arrepentir. Todo fue en un tono muy calmado y cercano. La verdad es que yo estaba borracha, y recuerdo que me reía todo el rato, pero estoy segura de que pronuncié ese “no”. La cosa derivó en que no le podía dejar así y demás súplicas. Accedí. Bueno, en realidad ocurrió, no sé, ya estaba cansada, y esa vez no me resistí. Sinceramente, di gracias al alcohol por que acabase pronto. Berri Txarrak dejó de tocar, él siguió sin querer captar miradas y, esta vez, lo que se le olvidó fue aceptar el “no”.


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//// Sin tenernos fe // Nunca llegó a ser nada más allá de alguna caricia escondida, unas miradas furtivas y unos besos mezclados con el destiempo de nuestros sentimientos. Pese a todo, la quería mucho, demasiado. La anhelaba tanto que hice todo lo que pude por salvarla de la bestia. Recuerdo perfectamente la tarde en que nos conocimos. Recuerdo que el destino hizo que aquella tarde decidiera pasear por delante de aquella cafetería. Y allí estaba ella, mi hermosa princesa de pelo azabache. Sus luceros, verdes y vidriosos, me suplicaron auxilio y no me pude resistir a ofrecérselo. Me senté en su mesa, como si de toda la vida nos hubiésemos conocido. La conexión que sentimos a través del cristal hizo el resto. Ella me relató la historia que hizo que sus ojos derramasen ríos de lágrimas: el monstruo con el que estaba casada montó en cólera al llegar a casa y no encontrar la cerveza y el partido “Osasuna-Real Madrid” en la televisión. Pero éste sólo era uno de los muchos improperios que había recibido hasta la fecha. Hasta entonces, había soportado celos, rabia y sometimiento. Al terminar su historia, simplemente sentenció: “Yo sé que en el fondo me quiere, sólo es un poquito sobreprotector”. Necesitaba ayudarla, darle un paraguas sobre el que llorar. Empezamos quedando en aquella cafetería cada semana. En cada una de nuestras citas hablábamos, a veces nos reíamos y, en casi todas, sollozaba contándome la nueva actuación de la bestia. Le supliqué que se defendiera, que se amara a sí misma y que pidiera el divorcio. La lástima es que ella todavía creía que la quería. Y, a su vez, yo sentía que la adoraba mucho más aún. Mis peores temores se hicieron realidad cuando vi su primer moratón coloreando sus hermosos pómulos. Aquella tarde no sólo el horror se hizo patente, también nuestra conexión se magnificó. Caricias, besos y dos personas dándose el amor que necesitaban. Dos almas intentando crear una historia en común. Le ofrecí asilo en mi hogar, una vida nueva y mucho amor. Ansiaba poder darle esa existencia llena de felicidad que se merecía, recuperar su persona y demostrarle que lo que digan los demás, siempre está de más. Nunca lo conseguí. Por muchas vejaciones que recibiera, seguía sintiéndose amada por un ser sin sentimientos. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, pero el amor que le llegué a profesar no es susceptible de ser ignorado. Quizás sólo quedábamos y nos amábamos de tanto en cuánto, pero para mí era la otra naranja con la que poder ser feliz. Hoy, ella ya no está aquí. Murió por seguir estando con una bestia que jamás la estimó y se ocupó de cerrar la profundidad de su mirada para siempre. Hoy, llevándote rosas a tu lecho, sólo puedo pensar que fuimos dos absurdas irracionales. Vivíamos en un mundo en el que no me llegaste a querer, yo te quería, él no te quería y tú tampoco te querías.

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// De putas y fantasmas // La noche es cálida, fría la luz. Corta su falda y el escote exagerado. Empolvada la cara y el corazón magullado. Sube al coche, hoy no llevo nada pero mañana te pago, le dijo. Ella lo había despachado. Ahora, al no verlo aparecer, comprendió lo que nunca hubiese sospechado: con dinero puedes conseguirlo todo, con amor no necesitas nada.


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A lo lejos, ebrio por una carretera secundaria, un coche se aleja engullido por la oscuridad. Aquella mujer, que en un tiempo fuera su ruina, es la última moneda que guarda en el bolsillo.

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// De lo dificl, algo sencillo // No tenía que haber bebido ese último chupito. Tenía las tripas revueltas. Mientas me hablaba de camino a su casa, me miraba de manera extraña. No podía decirle que los nervios me estaban matando. Aquel sábado había salido de fiesta con la intención de pasar un buen rato. Aquella situación no la esperaba. Le había conocido en el instituto. Conectamos enseguida. Era una persona increíble. Me enseñó a convertir lo difícil en algo sencillo. Tuvimos una amistad algo intensa. Nos gustábamos. Nos lo confesó el alcohol que bebimos aquella noche de graduación. Todo tiene su fin. Elegimos caminos distintos. Hacia tiempo que le observaba a través de las redes sociales. Su vida en aquel país europeo era admirable. Nunca me atreví a escribirle. ¿Para qué? Yo, según mi perfil en Facebook, no era nadie interesante. Y allí estábamos, después de tanto tiempo en el mismo bar. Mirándonos como si hubiera sido ayer cuando nos dijimos `nos vemos a la vuelta’. El alcohol hacía que mis palabras no tuvieran sentido. Miré a mi cuadrilla esperando a que ayudaran. Sus miradas y guiños me dieron a entender que me dejaban a la deriva. La música paró. Las luces se encendieron. Se lanzó contra mí como si me hubiera leído el pensamiento. Nos besamos. La pregunta de ir a su casa hizo que mi inseguridad apareciera. Con la cabeza llena de preocupaciones, caminé a su lado intentando aparentar ser una persona con mucha confianza en sí misma. Era tal y como tenía que ser. Así lo hablábamos siempre en la cuadrilla. No quería hacer el ridículo. Llegamos a su casa. Ambos, algo torpes, nos empezamos a quitar la ropa. De repente, sentí la necesidad de ir al baño. Necesitaba tranquilizarme. ¿Qué me pasaba? No era la primera vez que practicaba sexo. Sin embargo, esta vez era diferente. Su forma de mirarme, sus manos quitándome la ropa, sus besos…me estaban bloqueando. Me gustaba y quería que se lo pasara bien, quería cumplir con sus expectativas. Me sentía como si no estuviera a su altura. ¿Y si no le gustaba físicamente? ¿Y si no era lo que esperaba? ¿Qué pasaría si no conseguía excitarme? ¿O si lo hacía demasiado rápido? ¿Y si era la peor noche de su vida? ¿Cómo le contaría esto a la cuadrilla? ¿Qué dirían de mí? ¿Se reirían? No podía dejar que esto pasará. Yo lo conseguiría. Es lo que tenía que hacer. Demostrar que yo era quien controlaba la situación. Abrí la puerta. Ahí estaba ella, desnuda sobre su cama. Sonreía algo preocupada. Me pidió que le dijera si había algo malo en ella. Yo me sinceré. Solo era un chico intentando impresionar a una chica, con mucho miedo. Me confesó cómo se sentía. Estábamos en la misma situación, nerviosos y expectantes por hacer disfrutar a la otra persona. Sus palabras me aliviaron. Siempre lo habían hecho. Y con confianza, ambos volvimos a hacer de lo difícil algo sencillo. Juntos, como en los viejos tiempos.

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// Afectos 5 de marzo de 2017, Itaparica, Bahia, Brasil.


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Me sentía desorientada, quería levantarme de la cama, irme. A pesar de saber que ellas estaban dormidas no encontraba el valor. Pensaba que con un mínimo movimiento podrían despertarse y no estaba preparada para enfrentar lo que acababa de ocurrir. Lo hecho, lo prohibido, lo nunca mencionado que corroe nuestra piel y nos atraviesa en un sentir de bocas, sensaciones, deseos y añoranzas ocultas. Nadie me creería si dijese que no sabía lo que iba a pasar, pero realmente no lo sabía. ¿Cómo amar? ¿Cómo sentir?, ¿Cómo amar y sentir a dos personas a la vez? Al mismo tiempo, en la misma cama. Nadie nos advirtió sobre esto, nadie nos enseñó. El amor ha de ser entre hombre y mujer, entre dos personas. Cuando llegué a vivir a aquellas playas de aguas cristalinas y extensos kilómetros de arena, me hice prometer que allí donde nadie me conocía podría recomenzar mi yo, amar y ser amada sin prejuicios ni ojos amenazantes. En aquellas playas cristalinas las conocí, eran dos, vivían juntas. En aquellas playas nos hicimos amigas, leíamos, rabajábamos, discutíamos de política, de amor, de sentir, de conocer más allá. En aquellas playas leíamos en voz alta sobre otras formas de sentir. A pesar de todo, en aquellas playas yo no esperaba nada de lo que ocurrió. Pero cada vez fue más fuerte y ellas lo sentían, lo vivían, lo deseaban tanto como yo lo sentía pero no me atrevía a nombrarlo. 5 de marzo de 2018, Pamplona. Me fui, me fui con el corazón roto y con la certeza de que tenía que volver para cerrar mi vida allí pero incapaz de enfrentarlo. En mi mente pasan las imágenes de lo que fue y podría haber sido. No diría que la primera noche fue mágica, mentiría, fue extraña, llena de dudas, de inseguridades y una muestra de cómo no teníamos precedentes de nuestros tres cuerpos al unísono. Ahora que me despido con el desgarro del desamor, de la incomprensión, de como la sociedad limita aquello que parecía tan real. No es un amor prohibido, no es un amor condenado, es un amor que no existe, que no se nombra, no se piensa, ni se imagina, por eso cuando se vive es desgarrador, porque no hay comprensión ni cabida en el mundo. Ni si quiera nombre que lo defina. ¿Qué son tres mujeres que se relacionan? No se puede nombrar, lo que no se nombra no existe. ¿y ahora? ¿qué nos queda?. El recuerdo, el sentir de lo que fue. La transgresión de lo que hicimos. Los celos, las dudas, son inculcados, no supimos hacerles frente. Esto es lo que nos queda, el sueño de lo que pudo ser, de lo que pudimos transformar, de lo que llegamos a transformar, a medias. No creo que seamos culpables, puede que otras personas en otro contexto, de otra forma, en otro momento, hayan sabido entender el amor entre tres, pero no, nosotras no.

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// EL PODER DEL LENGUAJE // Ayer por la tarde cogí el teléfono y me dispuse a hablar con María, una amiga de la que hacía meses que no sabía nada. Nuestra amistad empezó en la guardería, cuando a penas teníamos 2 años. Compartíamos numerosas aficiones, crecimos juntas. A los 18 años salió de Navarra para estudiar periodismo, pero nos llamábamos todos los meses para ponernos al día: estudios, viajes, amores y desamores… Nos entusiasmaba hablar de temas controvertidos: el racismo, la discriminación… ¿todavía existen esas palabras?; la igualdad entre hombres y mujeres… ¿sigue siendo un tema controvertido? Aunque en ocasiones nos gustaba discutir, no


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acostumbrábamos a hacerlo, estábamos de acuerdo casi siempre. María solía ser muy cuidadosa respecto a estos temas, nunca decía nada que pudiera herir a alguien, controlaba cada una de las palabras que salían de su boca; “pensar antes de hablar, reflexionar y no dañar” siempre había sido su actitud frente a la vida. Nuestras vidas fueron cambiando: nuevas ocupaciones, nuevas amistades… y las conversaciones se fueron espaciando progresivamente en el tiempo. La llamada de ayer en concreto duró dos horas aproximadamente, me confesó que llevaba cinco meses saliendo con un chico. Se conocieron trabajando juntos en el mismo supermercado, les contrataron el mismo día. Necesitaban ganar dinero para sufragar sus gastos en la universidad. Ella, de cajera. ¿Él? Él ya era encargado. Se habían ido a vivir a un piso de alquiler juntos y estaban muy contentos. Sin embargo, percibí un cambio en su forma de hablar: “A veces me plancha” ¿Cómo que TE plancha? ¿Es qué estás arrugada? Al mismo tiempo me contaba que las labores de casa eran un coñazo, ¡qué tiempos aquellos en los que se lo hacía todo su madre! ¿Coñ-azo? También me dijo que lo que más le gustaba era cuando cocinaba su novio “hace unos platos cojonudos” ¿Cojon-udos? Por otro lado, me habló de un trabajo de la universidad en el que tenía que hacer un reportaje sobre las mujeres y su fortaleza, me pareció apasionante. Tras colgar el teléfono, había palabras que todavía resonaban en mi cabeza. No porque nunca las hubiera oído, si no porque nunca se las había oído a María. Así, intenté buscar ayuda en el Diccionario de la Real Academia: - Cojonudo: Estupendo, magnífico, excelente.

- Coñazo: Persona o cosa latosa, insoportable.

- Mujer: persona del sexo femenino.

- Sexo: o Sexo débil: “conjunto de las mujeres”.

o Sexo fuerte “conjunto de los varones”. - Fácil: dicho especialmente de una mujer, que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales. ¿Desde cuándo existen estas palabras y por qué las seguimos usando? Cuando me fui a la cama no podía dejar de pensar que todavía hay muchas cosas que cambiar y el lenguaje es sólo una de ellas. Pero mientras conseguimos que el lenguaje sea equitativo, hagamos que la equidad no sea solo lenguaje.

(Finalista) 11

//ENPATIA Inoiz baino beroago sentitu nintzen zure altzoan. Masailak gorri, ezpainak parez pare eta txirikorda baten moduan gure gorputzak. Alkoholaren azken zantzuak iragan baino lehen desagertu nahi nuen, itotako lotsak azaleratu ez zitezen, errealitatera jausiera bakarrik egin nezan. Aspalditik ezagutzen nauzulako, akaso, muxu batez egin zenidan agur; ulerkor, jostari. Piano baten soinua aditu dut Iruñeko gaztelu enparantzara noala. Diputazioa iragan dudanerako jada Yan Tiersennen soinu bandak harrapatu nau eta poliki-poliki, gelditu gabe, hurbildu naiz plazara, filme batean banengo bezala. Piano bat jarri dute kiosko gainean. Hori hiri handietan soilik gertatzen omen da. Iruñean, dirudienez, ere bai. Ekintza txiki horrek hunkitu egin nau; edertasun handi horrek. Ni ez naiz, ordea, aurpegi liraina duen eta kaleak xarmant zeharkatzen dituen Amelie Poulin; eta Iruñea ez da Paris. Aukeran, nahiagoko nuke


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bizi Vive la Fête abestiaren erritmoan, Xavier Dolan zuzendariak deskubritu zidana. Gorputzeko zoko izkutuenetatik ateratzen den orroa balitz bezala sentitzen dut. Kantatuko nuke ahots kordak urratzeraino, Iruñeko gau tabernarik ilunenetan, izerditan bustita arnasestuka amaitu arte. Musikak badu botere hori: barrenak mugiarazten dizkizula. Zenbatetan amaitu izanen dugun gaueko ordu txikitan abesti bat bestearen segidan kantatzen eta dantzatzen; binaka, hirunaka ala taldean. Irri, emozio, eszitazio eta lotsa artean (batzuetan) ahalduntzen gara elkar. Halakoak beharko lirateke izan harremanak, dantza elkarrekin egiten dugunean hertsitzen baitira gehien. Areago, dantza eteten ez denean. Egunerokoan, erritmo eta kantu ezberdinak dantzatuagatik ere, alboan jarraitzea eta elkar zaintzea da garrantzitsuena. Urtetan sortu genuen laguntasun hark adorea eman zidan gau hartan zuregana hurbildu eta, zure konplizitatearekin, laztanka hasteko. Irrikaz erantzun zenidan hasieratik; ulerkor, jostari. Sentitzen nuen estimua beste modu hartaz islatu nahi nizun. Harritu egin zinen, akaso, lagun arteko harreman hori beste imentsio bat hartzen ari zelakoan; gozamenaren azken hertzeetaraino iristearen teman murgildurik ziren gure gorputzak, alegia. Zure etxetik joan nintzenean nire buruarekiko nuen segurtasun ezaren ezinegonak birrindu ninduen eta hala sentitzearen arrazoiei begiratu nien parez pare. Ez nire izaeraren nolakotasuna iraganeko gertakarietan babesteko, baizik eta babesleku hori eraisteko. Zenbat alditan alboratu nauten jolaslekuaren bazter batera, besteei futbolean jokatzen uzteko; zenbatetan saiatu diren gona azpitik begiratzen, nik lotsatu beharko banu bezala; zenbatetan epaitu dituzten emakumeon gorputzak, haien betiereko eskubide bat dela pentsatze hutsagatik; zenbatetan gaizki sentiarazi nauten, lausenguak jasotzeagatik poztu behar omen dudalakoan; eta zenbat alditan gutxietsi duten nire hitza, nire burua zalantza zurrunbilo bat ilakatzeraino. Besterik ez naiz, dio Zea Maysen kantuak. Hala maite nauzu ni, elkar zagutzen dugun moduan. Parez pare biluzik, baita gure konplexutasunean ere. Zuk ere laguntzen didazu zalantza zurrunbilo hori desegiten eta iraganak aldintzatutako beldurrak uxatzen. Tiersennen soinu bandarekin jarraitzen du piano joleak. Gaztelu enparantzaren beste aldetik zatoz, hitzartu bezala. Tiersennek, oraingoan, ez du Pariseko maitasun historio puntako bat musikatuko. Aspaldi lagun ziren eta, orain, are gertukoagoak diren bi kideren istorioaren lekuko izanen da. Lagunkoi eta irribartsu hurbildu gatzaizkio elkarri. Iragandako gauaren oroitzapenak barnea uzkurrarazi dit, urduritasuna eta desiragatik, aldi berean. Zeharo lasai sentitu naiz zure alboan, ordea. Zintzotasunez ulertzen eta onartzen dugulako batak bestea. Gaur, inoiz baino argiago dut maitasunaz eta enpatiaz josi behar ditugula txikitatik harremanak.

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//MEDIA NARANJA 14 de febrero de 2016 Querido Adam: Esta mañana han sido tales los sentimientos que he experimentado a tu lado que ahora se me corren hasta las líneas, se me desbordan las palabras, como en ese instante perdido en la faz de la tierra en el que he deseado congelar el tiempo, y palpar tu cuerpo cada uno de los minutos que quedaban del día, y memorizar las topografías de tu espalda para después evocar el tacto de su piel en los peores soplos del silencio… Y me he dado cuenta de que lo que más deseo es que me dejes quedarme para siempre con ese momento, inmortalizarlo para desayunarlo cada mañana por el fin de los tiempos… Porque desde que he despertado contigo he presentido que eras la mitad que me faltaba. Te quiero.


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14 de febrero de 2017 Querido diario: Esta tarde he decidido romper la acidez del usual zumo envasado exprimiendo el mío con mis propias manos. Era tal la novedad de mis movimientos que hasta me ha sudado la vida por la frente, se me han encallecido las emociones en los dedos mientras palpaba su cuerpo, se me ha oxidado el aliento de la respiración constante y poco relajada… Y me he dado cuenta de que lo que más deseaba era quedarme para siempre con ese momento, seguir chupando la naranja, lamiendo sus gajos uno a uno por el fin de los tiempos… Porque desde que me he exprimido en un jugo que ha dejado el vaso por la mitad he sentido que merece la pena cortar fruta para la merienda. Feliz siesta. 14 de febrero de 2018 A quien corresponda: Esta noche le escribo porque ha debido de haber algún tipo de confusión en los últimos documentos. En ocasiones pienso que tal vez sea porque la oscuridad impide su correcta lectura, pero en su momento ya hice constar las decisiones oportunas, ya llevé a cabo los procedimientos necesarios y firmé lo que se me solicitó… Y me he dado cuenta de que lo que necesito realmente es que tenga usted la amabilidad de bajar de su nube, leer los putos papeles de una vez y depositar en mi buzón mi otra media naranja… Porque se debió de quedar jodiendo en su cama la última vez que se aprovechó de mí, deshaciendo el par en su momento, y ahora, mi conjunto de soltera que con lo único con lo que desea quedarse de nuestro matrimonio es con sus bienes perdidos en la otra mitad de la casa. Reciba un cordial saludo.

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//Perseidas Ella, desesperada, llora atada a una silla y arremete contra la mesa. Una lámpara a su izquierda congela el ambiente con su luz artificial y muerta. Resplandecen sus finos brazos anacarados que trasparentan betas de zafiro. Su cabello encapotado cae como velo, y la sombra que proyecta su cabeza santigua el luto por la tinta corrida del papel. Un tic-tac mecánico la acompaña a lo lejos, percutiendo en su oído, haciéndole querer sublevarse, romper sus cadenas y gritar para romper ese silencio sepulcral que la arropa. El, asoma por entre las sombras de la amargura. Con marcha militar, al son de ese tic-tac, avanza imperial, sanguinario e indomable. Estéril figura fruto del yugo que con premeditación la rodea con su gélido hedor. Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac. Un café frío en la esquina de la mesa, un cuchillo y un plato con migajas serían los únicos testigos. Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac. (Silencio) La valentía pintó de rojo su vestido y solamente cuando decidió alzar la vista sintió calor en su interior. El cielo se ruborizó con


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su mirada y el sol, vergonzoso, se escondió lleno de envidia al verla. La luna no saldrá esta noche pues será ella quien ilumine el firmamento junto a las lágrimas de sus hermanas.

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//DESDE ARRIBA. Desde arriba todo es más sencillo. Desde arriba el poder es el “juguete” que está en tus manos, el miedo es tu arma de doble filo y la inseguridad una tímida y pasajera tormenta de verano que no llega a mojarte. Sin embargo desde abajo, desde la sombra que plasma esta montaña a la que llaman sociedad, no existe nada más allá del sueño de acariciar la libertad. No existe nada más allá de querer sentirse libre. Recuerdo los primeros días cuando mi felicidad era tan grande que sobrepasaba la razón, ni siquiera me preocupaba mi propia libertad. ¿Cómo es posible que a la mas defensora, activista y revolucionaria en la lucha por los derechos y la igualdad no le preocupase su propia libertad? Sinceramente no lo sé, llegados a este punto sigo sin hallar respuesta. Éramos tan iguales... Coincidíamos en música, en política, en los temas más absurdos. Nos entendíamos sentimentalmente, solo con mirarnos, sin tener que utilizar la palabra e incluso teníamos los mismos intereses por cambiar la sociedad que tanto nos inquietaba. Hasta que nos empezamos a distanciar y no físicamente. Seguíamos siendo iguales pero eso dejó de tener importancia. No entendía ni veía lo que estaba pasando, desde fuera todo parecía continuar con normalidad pero la relación me ahogaba y me torturaba poco a poco. Lo peor llegó cuando sentí la huida de mi felicidad que destapó la falta de libertad. Sin darme cuenta mi vida había dado un giro radical, me encontraba de la mano de la soledad en lo más profundo del mar, dudando de mi personalidad y buscando explicaciones antes de buscar la manera y la valentía de luchar por salir de ahí. Arriba, en la superficie, supongo que respirando todo el aire que me faltaba mi pareja consciente o inconscientemente, no lo sé, seguía decidiendo por mí, pensando por mi y consiguiendo que mi seguridad estuviera en sus manos debido al miedo que yo sentía. Hoy he decidido subir a lo más alto, superada, en busca de tiempos de libertad. Pero desde arriba no siento el poder, no siento la fuerza, no siento la seguridad ni la valentía que la sociedad establece. No me siento a mi misma. ¿Debería bajar y conformarme? ¿Debería saltar, rendirme, cerrar los ojos y sentirme libre durante unos segundos? ¿Debería luchar por ser quien soy y por ser como soy? Desde arriba todo es más sencillo decían…

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//TE CONTARÉ UN SECRETO Tienes miedo. Tranquilo es normal. Todos tenemos miedo. Pero no es más valiente quien menos miedos tiene sino quien los enfrenta. Ese miedo tuyo se debe a que siempre te han dicho que eso estaba mal, y el infierno es su castigo eterno. Porque es diferente y desconocido. Y lo desconocido cuesta entenderlo. Te revelaré algo: no todo lo que te han enseñado es una verdad absoluta, ni todo lo desconocido es malo. ¿Cómo puede causar mal algo que causa bien? Si nuestro fin es amar, da igual la vía, lo importante es amar. Como puedes odiar, algo que es amar, si nuestra misión es amar. No odies,


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ama. Tienes miedo. Tranquilo, es normal. Todos tenemos miedo. Este miedo tuyo se debe al miedo a los demás y a ti mismo. ¿Por qué tengo que ser así, y otros no? ¿por qué tengo que sufrir sin poder elegir nada? ¿Soy algo malo? Te confesaré un secreto: algo es bueno o es malo dependiendo de quien lo vea. Sabemos qué es el bien y el mal, porque el bien le gusta a la mayoría, y el mal repele a la mayoría. Y chica, chico, te aseguro que somos mayoría. No eres algo malo. No te tengas miedo porque no eres nada de lo que temer. Eres algo a lo que amar. Tienes miedo. Tranquilo, es normal. Todos tenemos miedo. Tienes miedo de perderla porque crees que eres su dueño. Ese miedo tuyo proviene desde pequeño, desde que a ti te trataban como a un objeto, propiedad de alguien que te usaba y tiraba y te volvía a usar, sin tener en cuenta lo que te gustaba o te asustaba. Te contaré algo: puedes cambiar. El amor no es tener, el amor es dar. No es acaparar el poder, es empoderar al otro. No es control, es libertad. No es miedo, es amor. Tienes miedo. Tranquila, es normal. Todos tenemos miedo. Tienes miedo porque ya no sabes de qué es capaz. Nunca sabes qué va a enfadarle. Y él te pedirá perdón. Y tú le creerás, porque os unen muchas cosas y no le puedes dejar. Y un día, tras una de sus monumentales broncas te encuentras acurrucada, temblorosa, desamparada, y con un alma rota. Te diré algo: no estás sola. No estás rota. No eres su salvadora. No va a cambiar. Y si te vas, no estarás haciendo nada mal. Huimos de lo que nos hace mal, buscamos lo que nos hace bien. Tienes miedo. Tranquilo, es normal. Todos tenemos miedo. Pero te diré una cosa: todos somos valientes.

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// AMOR EN TARROS // El amor no se agota, ni se ahorra, ni se reparte en porciones. Tampoco puedes cortarlo, trocearlo ni dejarte un trocito para luego. El amor es como la naturaleza: perfecto, sosegador, indulgente, capaz de surgir y resurgir ante cualquier circunstancia, ante cualquier mal uso. Nos destruimos si lo destruimos. Quien siembra amor, cosecha amor. Quien siembra miedo, cosecha miedo Por aquel entonces, yo guardaba mi amor en un pequeño tarro de cristal. Me lo dieron vacío y me dijeron que, cuando llegara el momento, debía llenarlo con amor verdadero. Por un momento hice el amago de depositar dentro mi propio corazón, pero me pararon. Eso no es amor, me dijeron. El amor ha de dártelo alguien. Lo mantuve cerrado y vacío hasta que apareciste tú, así, de la nada, mientras me moría por bombones y rosas rojas, por besos bajo la lluvia y sexo bajo la luna. Llevaba tanto tiempo esperando a llenar mi tarro vacío que no dudé: eras tú, tenías que ser tú. Era joven y tocaba. Te entregué mi tarro y tú lo fuiste llenando con mariposas en mi estómago. Me encantaba ver el tarro bien lleno. Quería que fuéramos la pareja perfecta que se pasea de la mano matando de encanto a cualquiera que se queda mirando. Me esforzaba tanto en que cada segundo a tu lado fuera precioso que, a veces, cuando nos besábamos, estaba más centrada en considerar si estaba siendo lo suficientemente romántico que en tus labios. Hacía lo imposible para que me dieras la mayor dosis de amor posible. Me decías qué hacer y qué dejar de hacer, y yo siempre diciéndote que sí, siempre entregándome a ti. Obviamente


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no me obligabas a nada, no eras así, solo que, a la mínima que te decía que no a algo o me veías haciendo mi propia vida, te ponías en ese plan tan raro: contestaciones con monosílabos, ticks azules, “no quedo porque no me apetece”…. Lo peor es que sabía relacionar perfectamente la calidad de tus respuestas con el estado de nuestra relación, pero peor era que tú sabías que lo sabía. Lo sabías todo. Sabías que cuando no estabas o te ponías en tu plan raro, dejabas de meter amor en mi tarro y que yo, entonces, me sentía vacía. Era una relación agotadora: pasaba de sentirme la persona más feliz del mundo en su nube de amor a plantearme las ganas de vivir. Me ejercías una presión constante. ¿O me la ejercía yo misma? Es igual: el caso es que un día, mi alma reprimida se reveló y sin saber muy bien a dónde quería ir a parar, te pregunté: -¿Por qué me haces esto? -Porque quiero lo mejor para ti. Entonces lo vi. Vi el disfraz de amor sobre tu piel egoísta. Tú no querías lo mejor para mí. Tú querías que yo hiciera lo que tú y solo tú considerabas que era bueno, para que tú y solo tú te proporcionaras esa calma que te otorgaba el control. -Mentira.

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// ALAS // Digamos que hay momentos que son únicos en la vida. Irrepetibles, inolvidables, y eso no significa que sean buenos. Los peores momentos en la historia de cada persona también cumplen con estas características. Enamorarse es peligroso. Peligroso porque se pueden cometer demasiadas locuras con un precio muy alto. Peligroso también porque puede ser que se quiera a la persona equivocada, a alguien que destroza y arrasa a su paso en vez de recomponer. Y enamorarse puede ser doloroso si no es un amor correspondido, o si aunque sí lo sea, acabe. Y Amaia se enamoró. Su corta edad no era proporcional a su capacidad de dar, y de darse. Ella, que era la reina de las tarimas y la soltera de oro de su cuadrilla. La que metía a todos los hombres en el mismo saco diciendo que todos eran iguales y que a ella nunca le gustaría nadie. No era consciente de cuánto se equivocaba. En cuanto Julen se cruzó en su camino algo cambió en su interior. Nunca llegaron a estar saliendo porque la palabra compromiso no estaba en su vocabulario. Pero ninguno de los dos necesitaba poner nombre o etiqueta a su relación. Se querían, aunque bastante más de lo que ambos admitían. El orgullo o la necesidad de creerse por encima quizá fueron quienes marchitaron aquello que estaba comenzando a construirse. La inseguridad poco a poco comenzó a crecer en Julen. Y con ella, los celos. Llevaban meses juntos, pero estando sin estar. El hecho de no hacerlo oficial le creaba miedo, miedo a no ser el único, miedo a perderla. Recordaba cómo habían empezado ellos: Un par de likes en Instagram a fotos antiguas y seguido un direct. Típico. Amaia aguantó los gritos y las discusiones, justificando ella misma la actitud celosa de su pareja como una prueba inequívoca de su amor. Sin darse cuenta poco a poco comenzó a aislarse de quienes más la querían, y sus amigas lo notaron. Fue una buena charla con su mejor amiga la que le hizo abrir los ojos. Una relación que no es sana en todos sus ámbitos es peligrosa, pues la toxicidad de la misma puede llegar a envenenar, con curas complicadas e incluso inexistentes. La única persona que necesitaba para ser feliz plenamente era ella misma. Aquel día de junio, Amaia tomó una de las decisiones más duras y difíciles hasta ese momento de su vida, y únicamente con el tiempo podría darse cuenta de que fue la mejor que hizo nunca. Solo se debe dejar que nos rodeen aquellos amores que sean libres y que no corten las alas, porque lo bonito de la vida es saberla vivir volando.


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// ROSAS MARCHITAS // Como la rosa que está eternamente sola aunque acumule entre sus pétalos toda la belleza del planeta. Siempre se ha dicho que las rosas son peligrosas, que sus espinas se clavan en lo profundo, haciendo que parte de ti salga a la luz. Quizá habías estado esforzándote por evitarlo pero una vez que la tocas ya es tarde. Los niños son los únicos que, deslumbrados por su belleza, olvidan lo que es más notable, ignoran ese peligro y se lanzan a por lo bello. Nosotros, los adultos, solo tratamos de que se alejen, que se conformen con verla desde lejos por evitar que sufran. Sin embargo, qué bonito es pasear por la playa con una rosa en el pelo en una noche de verano. O qué enorme detalle añade a la solapa del traje del novio que está a punto de casarse con la persona a la que estaba destinada. Si esto nos parece precioso, parece de tontos no arriesgarse. Simplemente hay que tener cuidado para tratar con las rosas, así como lo deberíamos tener entre nosotros. Nunca o casi nunca pensamos en los demás a la hora de hablar y nos quejamos constantemente porque no recibimos lo que esperamos de ellos. ¿Es esto una postura justa? Es tan justa como gritar por la calle a dos personas que se quieren solo porque no cumplen tu código de amor. Es igual de justa que apoyar un comportamiento inadecuado solo porque quien lo ejecuta es "amigo" tuyo. Es igual de justo que no permitir a cada quien hacer lo que está en su derecho como persona y que nos dediquemos a menospreciar como si nosotros fuésemos la autoridad. Todo esto es injusto, como es injusto comportarnos sin importarnos nada y quejarnos después porque los demás actúan así con nosotros. El problema es que conseguimos dormir con las conciencias tranquilas en nuestras casas y no nos damos cuenta de las millones de rosas que cada noche duermen a la intemperie, esperando con angustia que llegue el nuevo día para volver a ser menospreciadas, insultadas, miradas con superioridad. Luego pedimos que no se marchiten, que aguanten, pero no es fácil. Las espinas no las eligieron ellas y sin embargo son sus compañeras de viaje, de hecho están orgullosas porque es lo que las diferencia y lo que las protege. Y aunque no lo queramos ver, les hace superiores a nosotros, porque ellas no eligen a quien herir. Las espinas solo atacan a aquellos que van contra ellas, sin cuidado, queriendo arrebatar parte la belleza que les hace tan especiales. Si apartáramos la idea de que la diferencia daña, es rara y separa, nos daríamos cuenta de que es un símbolo de la unicidad, nos convierte en únicos. Y esta sociedad no necesita más flores marchitas sino un puñado de especies únicas que adornen la primavera y el verano. Y, si se cuidan, ¿por qué no también el otoño y el invierno?

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// UN HELADO Y UNA DOSIS DE REALIDAD // Un día viene tu amiga con la cara llena de lágrimas que no se ven, con tristeza escondida detrás de una máscara que ella describe con un “estoy bien”. Frunces el ceño mientras se queja de qué es lo más irritante de comer helados. Se queja porque dice que le mancha los dedos y todo se queda pringoso. Qué raro. Siempre le había parecido divertido. Seguís andando por el parque y veis una pareja de enamorados. Tú le vacilas con su novio y pones cara de asco. Ella tuerce la boca y mira al suelo. Frunces el ceño. Seguís andando y al final del camino, os sentáis en un banco, cerca de un estanque. Me


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empieza a contar que su padre se ha vuelto un plasta. Se queja porque dice que está todo el día encima de ella. Que se preocupa demasiado. Qué raro. Siempre ha dicho que se pegaría los días enteros con él, que lo adora. Frunces el ceño. Tiene catarro, pero al toser hace gesto de que le duelen las costillas. Le preguntas qué le duele y dice que no es nada, que es por el catarro. Qué raro. Siempre ha sido una exagerada con todos sus dolores. Frunces el ceño. Le ofreces un cigarro, pero lo niega rotundamente. Abre bien los ojos cuando tú lo enciendes y se te queda mirando con la boca entreabierta. Qué raro. Lleva fumando desde los catorce. Frunces el ceño. De pronto, te pega un manotazo en el cigarro y lo tira al suelo. No sabes qué pasa pero también tira su helado. Su máscara va detrás. Te da las manos y se hunde. Hasta el fondo. Rompe a llorar encima de ti. No entiendes nada. Tú te limitas a abrazarla y a mirarla con el ceño fruncido, intentas recoger los pedacitos que quedan de ella. De pronto, se levanta y mira a todos los lados, por si alguien la ha visto derrumbarse. Tranquila, no hay nadie. Frunces el ceño. Te levantas con ella y el las lágrimas han dejado todo a la luz. Tiene moratones en la cara. No dice nada y se quita la chaqueta. Tiene marcas por los brazos, tiene quemaduras. Y moratones. Frunces el ceño. Te da las manos, te mira a los ojos y te ruega que te calles. Que está bien. Intenta sonreír, pero no le sale. - El amor… Se va. Tú frunces el ceño. Y coges el teléfono. -Policía, ¿En qué puedo ayudarle?

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// LA BELLEZA DEL QUERER // Querida mamá, No hay día que no piense en ti. Ojalá estuvieras ahora presente y pudiera contarte la infinidad de cosas que me quedaron pendientes. Te echo de menos. Papá no es el mismo desde que nos dejaste. Te escribo porque quiero compartir contigo lo que, hasta el día de hoy, jamás me había pasado. Me he enamorado. Nunca pensé que sucedería de esta forma. Nunca pensé que fuera precisamente de esta persona. Pero así ha ocurrido. He descubierto sensaciones, ilusiones, pensamientos y sentimientos, que jamás pensé que podría experimentar. Sí, me he enamorado de una chica. Como tú me decías cuando apenas era una niña sin capacidad de comprender “esas cosas de mayores”, el amor se basa en encontrar aquella persona cuyo valor único hace de ella un tesoro irremplazable. Sin embargo, con los años, durante mi recorrido escolar, he sido testigo de cómo la represión, la exclusión y la homofobia acababan siendo la banda sonora de cada día, arrasando con todo y todos, convirtiéndose en el único aire que respirar, en los cimientos de una atmósfera impregnada de odio. ¿Cómo es posible expresar libremente todo lo que me está pasando, en una sociedad donde los roles sociales, normas y estereotipos están tan marcados? Una sociedad en la cual se potencia una imagen ideal dentro de los cánones establecidos, en los cuales, ciertas relaciones no quedan igualmente aceptadas. Se suele hablar de igualdad de oportunidades, equidad y respeto. No obstante, solo con mirar a mi alrededor comprendo que no siempre ocurre así. La vida es dar y recibir. No puedes esperar dar lo malo y recibir lo bueno, al igual que no puedes esperar dar lo bueno y recibir lo malo. ¿Sucede? Sí, pero no es excusa para seguir haciendo lo que sabes que está mal. Por tanto, me pregunto: ¿Por qué sigue habiendo personas intolerantes ante el concepto de “diversidad” en las relaciones entre iguales?


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Ojalá un día el mundo se despierte y comprenda, la magia del amor en su más puro estado. Un amor ciego que no entienda de roles, sexo, edad o raza. Un amor que no busque aceptación sino respeto, siendo la propia persona la primera en darlo. De lo contrario, si solo nos centramos en esperar ser tratados de la misma forma, estaremos perdiendo el tiempo intentando cambiar a personas que lejos están de hacerlo. Puede que parezca ingenua, pero creo en el amor entre dos personas, sin fronteras ni diferencias de sexo. Sé que puede parecer difícil, pero los seres humanos tenemos algo especial, un algo que nos permite ponernos en el lugar del otro e intentar comprender aquello que siente y hace. Seres intencionados capaces de sentir y hacer sentir a los demás. Y como tú me enseñaste mamá, en la vida, el amor es el estado más intenso que existe. Gracias por enseñarme a ver la vida de una forma tan bonita. Con cariño, Tu hija.

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// Escena campestre // Reunidos bajo los tilos alguien habló con voz serena y todos le miramos con miedo por romper aquel silencio que nos envolvía. Podría intentar transcribir aquello que se dijo, pero sería perder el tiempo, cosa que no tenemos. Quebrada la quietud, todo se volvió momentáneo, todo perdió su sentido estable. Me vi rodeado de aquel frenesí del cual no intenté escapar. Reunidos bajo los tilos, aquellos que desprenden un olor de recuerdo, alguien se levantó y habló con voz serena, quizá temiendo romper el silencio; todos le miramos deseando conservar aquella quietud que nos envolvía, fue en vano. Podría intentar trascribir aquello que se proclamó, pero sería perder el poco tiempo que nos queda. Quebrantado el silencio todo se volvió instantáneo, todo perdió su sentido de la estabilidad. Me vi rodeado por un frenesí del que no intenté escapar. Por una vez estuve sumido en un caos real, donde la marabunta de cuerpos anulaba cualquier tipo de voluntad. Reunidos bajo los tilos alguien empezó a gritar, todos le miramos con miedo por romper la quietud de la tarde. Podría intentar trascribir aquello que dijo, pero no tendría sentido, además no tenemos mucho tiempo. Todo se volvió rápido, la calma fue corrompida. Me vi rodeado de un frenesí inabarcable, total, del que no intenté escapar. Por primera vez estuve sumido en un caos real, donde los cuerpos anulaban cualquier tipo de voluntad, donde los individuos perdían su individualidad, éramos los peces y el río. Pronto comenzamos a ver como los tilos se inclinaban para suplicar clemencia, nadie quedaba debajo de los tilos, tan solo aquel que gritó con voz serena. Todos le mirábamos con miedo por romper aquel silencio extraño que nos envolvía. Cuando comenzaron los gritos me vi rodeado de aquel frenesí que anulaba cualquier voluntad. Dejamos de ser personas para conformar una masa sin voluntad. Pronto comenzamos a ver como los tilos se inclinaban, ardiendo como árboles santos, nadie tuvo clemencia de ellos. Me vi rodeado de un frenesí inabarcable del cual no intenté escapar. Los tilos ardían. Nadie quedaba debajo de los tilos, tan solo aquel que gritó con voz serena y grave: “¡Alá es grande!”

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// UNA MUJER MUY ESPECIAL // Greta mira el conducto del ventilador porque le recuerda a las hélices del barco donde trabajó de 1962 a 1965. Fue cocinera en un barco de vela que se dedicaba a transportar productos ilegales


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escondidos en zapatos por todo el Atlántico. Dice que le gustaba la sensación de estar en medio del mar y saber que su vida valía lo mismo que la de un pez. La sensación de ser nada. No te des demasiada importancia. Repítetelo: no te des demasiada importancia. Dice que todos los tripulantes de ese barco de vela estaban total y absolutamente pinzados y locos y se mataban los unos a los otros y tiraban los cuerpos al mar. Dice que cantaban fados portugueses y la alababan por la comida que cocinaba. Dice que dormía abrazada a un perro que era igual que el de La Sirenita y también dice que está segura de que las sirenas existen. Dice que mi cara es igual que la de uno de los tipos que trabajaba con ella y que era tuerto y no tenía dientes y tenía una cicatriz que iba desde la nariz hasta a sien. Dice que en realidad no sabe muy bien si lo que cuenta es real porque ha distorsionado sus recuerdos y su cabeza ha inventado cosas y ha terminado creyéndoselas. Greta la pirata. Greta la zombi. Greta la economista. Greta la esquinera. Greta la cajera de supermercado. Greta la vampira. Greta la stripper. Greta la locutora de radio. Greta la que mira hipnotizada el movimiento automático y perenne del conducto de ventilador porque le recuerda al de las hélices o los delfines. Greta la que ya no cree en nada porque pasó demasiado tiempo creyendo en mentiras. Greta Böfög, nacida bajo el erróneo nombre de Marco Böfög. Una mujer muy especial.

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// Love is everything Roee ha viajado a Berlín esta mañana a pedir el visado para irse a India. Roee controla el Palazzo Pitti en la ausencia Sebastian y Ardmit, a quienes todavía no he conocido. Roee nos ha asignado los trabajos de la mañana antes de irse y me ha dicho: “Te he puesto en Destrozar el muro y limpiar ladrillos junto con otras cuatro personas. Tú y esas otras cuatro personas sois por ahora mis favoritas y confío en que tengáis una conversación interesante. Roee tiene 23 años y es israelita. En diciembre terminó sus tres años obligatorios de servicio militar. Hace dos noches, mientras olía a incienso, escuchábamos jazz y estábamos en una postura de yoga me contó, de una manera muy natural y sin añadirle el más mínimo dramatismo, cómo tuvo que matar palestinos y cómo vio que palestinos mataban a algunos amigos suyos. Mientras tanto se tocaba las cicatrices de la mano y estaba jugando una partida súper lenta de ajedrez con Saori. Sonaba Ray Charles. En el trabajo de la mañana de Destrozar muros y limpiar ladrillos hemos jugado al juego de las 21 preguntas. Consiste en que uno de los jugadores piensa en una persona y el resto, a base de preguntas que sólo pueden contestarse con sí y no, tiene que acertar quién es haciendo un máximo de 21 preguntas. Yo he acertado: Werner Herzog, Bruce Lee y Justin Bieber. Tres-pezones-Jemima ha pensado Hillary Clinton. Tres-pezones-Jemima tiene tres pezones y siempre lleva escote. Tuvo un novio hace años de quien se enamoró. Un novio que tenía un fetiche masivo y extremo con personas que tuvieran tres pezones. Ese novio le dejó por un chico. Un chico que tenía tres pezones. Desde entonces –aparte de estar en centros zen y holísticos como el Palazzo Pitti de Rathenow- dedica su vida a enseñar su tercer pezón con el fin de encontrar a un chico con el mismo fetiche que el anterior que se enamore perdidamente de ella y pase con ella el resto de su vida. Hemos acertado que era Hillary Clinton con tan solo


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cuatro preguntas: ¿Es una mujer? ¿Se dedica al mundo del cine? ¿Se dedica a la política? ¿Es estadounidense? CN ha pensado en Xavier Dolan. Ha dicho Es famosísimo. Es universalmente conocido. No tengo ni idea de cómo CN puede considerar que Xavier Dolan sea famosísimo y universalmente conocido, aunque a mí me guste mucho Xavier Dolan. Ishey y yo lo habríamos acertado si no fuera porque a la pregunta: “¿Es gay?”, ella ha contestado: “No”. CN es una taiwanesa lesbiana y flaquísima de treinta y cuatro años que tiene tatuado Love is everything en el antebrazo y dice que el sueño de su vida es ser granjera, ser libre, comer la comida que planta y no depender de nadie. Le he recomendado que se vaya a vivir al País Vasco. Es la mejor limpiadora de ladrillos.

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// NAROA // Si intentáramos volver a hacerlo todo del mismo modo, utilizando las mismas palabras, poniéndonos la ropa que llevábamos entonces, sentándonos en los lugares en donde solíamos sentarnos, reconstruyendo las situaciones y los escenarios y actuando del modo en que actuábamos, no lo conseguiríamos. Sería otra cosa, una versión parecida a lo que fue, pero sin duda diferente. No sé hasta qué punto me alegra y hasta qué punto me entristece esta autoconsciencia de ahora, este mirar al mundo viendo todo el entramado, viendo cómo los engranajes están oxidados y necesitan urgentemente un cambio. ¿Te acuerdas de nuestra inocencia, Naroa? Nadie podía negar que éramos felices yendo juntas a la esteticista y mirando revistas donde aparecían mujeres a las que aspirábamos parecernos, mientras la Chavi nos depilaba las ingles y las cejas y hablábamos de cómo esa noche iríamos a casa de Iker, Lolo y Aitor, y posiblemente acabaríamos cada una con uno de ellos. Recuerda todas las comedias románticas que veíamos los domingos por la tarde y que nos hacían soñar pensando que algún día eso –exactamente eso, de esa manera y con esa trama- nos pasaría a nosotras. No había duda de que las personas se pertenecían las unas a las otras, que ninguna de las dos estaría completa hasta que no encontrase a un tipo que le dijera cosas como “voy a salvarte”, “se acabó ya eso de sentirte sola”. Pero en el fondo, aunque no quisiéramos verlo y fuera más fácil seguir el camino que nos habían marcado, el modo de vida impuesto y preparado para nosotras, sabíamos que algo fallaba. En nuestro pequeño barrio de las afueras, crecimos escuchando historias de amor ideal por un lado, e historias de agresiones, celos y control por otro. Tanta violencia no podía estar bien. ¿Qué era lo que no cuadraba? Había algo en ese paraíso que no terminaba de encajar, pero ¿qué? La teoría nos decía que nos merecíamos halagos y palabras bonitas, pero entonces, ¿por qué nos sentíamos incómodas cuando andábamos por la calle a la noche y alguien nos decía algo así? Naroa, amiga mía, ¿te acuerdas cuando, sorprendida como si hubiera descubierto un secreto raro y macabro, te dejé aquel libro de Silvia Federicci? ¿Recuerdas cuando tú hiciste lo mismo con el de Judith Butler? Y las dos leyendo el de Virginie Despentes en la misma plaza donde años antes planeábamos cómo sería nuestra boda. Quitándonos la una a la otra el velo de los ojos y poniéndonos las gafas moradas. Pero, en fin, claro que me alegro, claro que no me entristece ver en lo que nos hemos convertido, aunque ya no pueda evitar sufrir por todas mis hermanas. Y aunque ya no pueda


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negar lo que pasé tanto tiempo queriendo negar. Esta posición es la única desde donde podemos cambiar las cosas, Naro, y hacer que el cuento de hadas que nos habían prometido no sea de hadas, sino de reinas liberadas.

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//Amatxi Cada vez que volvía de uno de mis viajes la visitaba. Subía al tercero derecha, me cocinaba algo y yo pasaba horas contándole anécdotas: historias sobre la gente a la que había conocido, museos que había visitado, idiomas raros que había escuchado. Ella se quedaba en silencio, siempre en silencio, y me miraba como si estuviera viendo una película extraña que al mismo tiempo le apelaba de un modo directo. Ese martes de agosto en que volví de Budapest fue, sin embargo, diferente. Mi estancia allí había sido tan intensa que decidí que no iba a limitarme a contarle los detalles superficiales, sino que, por fin, iba a revelarle a mi abuela quién era yo en realidad. Qué me gustaba. Cómo había orientado mi vida. Mientras hacía arroz con leche y el olor a canela impregnaba todo el ambiente, le hablé de la sopa húngara de piedras, del río Danubio, de cúpulas turquesas y de Emmy. Emmy. Holandesa. Rubia. No muy alta. Estudiante de antropología. Mujer. Yo, mujer, me había enamorado de Emmy, mujer. La persona que nos presentó había sido un irlandés llamado Thomas, hombre, al que se le había conocido durante dieciséis años de su vida bajo el erróneo nombre de Tania. No paré de hablar en dos horas, mientras ella me observaba con su habitual silencio y yo veía en sus ojos cansados cómo quería protegerme, cómo quería evitar que su nieta sufriera, decirme que no me complicase la vida. Al final, me callé y ella siguió callada, y después de unos cinco minutos (cinco minutos que parecieron dos meses, seis estaciones, cuatro vidas), de pronto la franja de edad que nos separaba curiosamente desapareció. Me sonrió y fue como si en esa cocina de estilo costumbrista que no había cambiado ni un ápice en los últimos cuarenta años mi abuela y yo nos hubiéramos fusionado, nos hubiéramos fundido en una misma persona. Unificadas en una mujer que al mismo tiempo era la representación de todas las mujeres. La abstracción de la mujer, la idea general de mujer, mujer con miedo, fuerza, lastres, subsistencia, angustia y tenacidad. Vio en mí. A pesar de no entender exactamente los impulsos que me llevaban a hacer lo que hacía. A pesar de mis tatuajes, de mi pelo corto, de mis palabras raras e incomprensibles para ella (como empoderamiento, deconstrucción o transfeminismo), la posibilidad de vivir eligiendo, de hacer todo lo que ella no pudo hacer, de gritar todo lo que no pudo gritar por las calles de esa ciudad que le impidió seguir pintando y la encerró en esa casa, acogedora pero asfixiante, en la que nos encontrábamos en aquel momento. Me entendió porque un lenguaje mucho más profundo, un lenguaje intuitivo y ancestral, nos conectaba. Dejó el fuego encendido. Al fondo la radio seguía sonando, la puerta de la despensa chirriaba. Entonces, se me acercó, me abrazó y no hizo falta decir ni una sola palabra más. Éramos una.

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//ONGIETORRI MUNDU ERREALERA Oraindik gogoratzen dut elkarrekin geundenean. Banandu ezinak ginela uste genuen. Baina hirugarren bat agertu zenetik gure erlazioa aldatzen hasi zen. Hasieran gure bizitzan eraginik ez zuen, baina denbora pasa ahala, laugarren bat agertu zen. Urruntzen hasi ginen, gure adimenak beste mundu ezberdin batean zeuden, bakoitza berean. Gure mundua hil zen arte. Minutu eskas batzuetan, gure begiradak gurutzatu ziren. Mundu errealean sartu ginen biak, baina ez betirako, baizik eta mugikorraren kargagailua aurkitu genuen arte.


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// DESARROLLANDO ESTÁ COMUNIDAD // Soy un chico de Lumbier, un pueblo de Navarra. Me llamó José, tengo cincuenta y cinco años y una compañera de vida, llamada Martina y tenemos dos hijos, Pablo y Edurne. Martina y yo llevamos veinticinco primaveras casados, sigo tan enamorado como el primer día. La conocí, cuando ella tenía nueve años, en aquel tiempo yo tenía dieciocho. ¡NO! No, empezamos a esa temprana edad, no soy un asaltacunas. Me trasladaba a California de pastor. Posteriormente me dispuse a regresar, pasados unos años. Allí me esperaban mi familia, mis amigos y para mi asombró, Martina con once años más, me invitó a tomar un café y yo accedí. Pasaron las semanas y nuestro amor fue cogiendo fuerza. Nos casamos después de un año de noviazgo. Martina era ama de casa y yo profesor, frecuentemente le decía que estudiará. Que yo le ayudaría en todo lo que estuviera en mi mano. Ella me ayudaba a aprender las tareas del hogar, lo que más me gustaba era cocinar. El amor consiste, en compartir y también tener la capacidad de un intervalo para un@ mism@. Martina empezó a cultivarse. Abrió una consulta, donde daba talleres para reeducar, tanto a hombres como a mujeres. Pasó de boca en boca y la gente empezó a aparecer por aquí. Yo en alguna ocasión también asistí, ya que me parece interesante. Estas son algunas cuestiones que se hacían; -¿Por qué un niño no puede jugar con muñecas? No tiene lógica, ya que en un futuro será padre. -¿Por qué una niña no puede jugar con coches? En un futuro ella llevará uno. -¿Por qué un chico no puede ir de rosa? Los colores no tienen sexo. -¿Por qué las cosas de casa son de mujeres? Saber hacerlas es independencia. Primero hay que cambiar a la sociedad y por lo tanto también la educación infantil. Nadie debe defender a una mujer ellas son fuertes para hacerlo. Los hombres también lloramos, pero la sociedad, te exige ser el fuerte. El mundo se forma a base de palabras, somos energía y estamos creando un mundo donde hay desigualdad. ¿Queremos un mundo mejor? Pues hagámoslo, pero con efectividad. Las palabras se las lleva el viento. Todo el mundo debería aportar su granito de arena. Cuando ayudas, interiormente te ves mejor. Démonos las manos sin mirar a quién y creemos una vida mejor. Que tampoco es tan complicado, cambia tu mente y cambiaras la sociedad.

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// ¿Ficción o realidad? // Cristales rotos que albergan burlas despiadadas. Arañazos en el cuerpo y en el rostro, destruir el ser a costa del quiero y no puedo. Una pelea sin descanso contra una misma y contra todos.


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El pasado, presente. Fue al aseo y se pintó los labios de rojo pasión, perfilando su identidad con más fuerza que nunca. Cerrado el telón, radiante y con el corazón entre timbales, salió del Registro Civil. 2 de julio de 1987, Sala 1ª del Tribunal Supremo: “Será una ficción de hembra si se quiere, pero el Derecho también tiene una protección a las ficciones […] Esta ficción ha de aceptarse para la transexualidad.” Camino a casa, un hombre con gesto obsceno, la miró de arriba abajo. Sin permiso, le lanzó un piropo. Comenzaba una nueva lucha.

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// BUSCAR: NO: una palabra, dos letras, múltiples significados Del lat. non 1. f. Decisión 2. f. Determinación 3. f. Valentía 4. f. Voluntad 5. f. En definitiva, LIBERTAD

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// La diferencia es la norma // El día en el que se conocieron ella pensaba que todo iría de la forma más habitual. Había mantenido la misma conversación tantas veces que ya podía adivinar cuál sería la siguiente pregunta. – Hola, ¿qué tal? Tú no eres de aquí, ¿verdad? – empezaría él.

– Hola, la verdad es que no. - diría ella.

– Hablas muy bien, pero en seguida se nota que tienes acento. Además, tus rasgos también lo delatan.

– Sí. Ya me lo han dicho alguna vez. Y cuando ella le contara de dónde era, él iba a preguntar cómo es que le han dejado sus padres irse a vivir sola a otro país siendo una chica joven . Podría decirle, como quien no quiere la cosa, que su acento le parece sexy. Incluso mejor: que ha oído que las mujeres de ahí tienen una determinada fama. Por repetidas que fuesen las preguntas y los clichés, cada vez que los oía le volvían a parecer increíbles. Lo peor de todo era que ya tenía las respuestas preparadas. Para su sorpresa esto no ocurrió. Él no le miró como se mira a lo extraño. Tampoco presumió de su interés de “conocer culturas”. Esta expresión a menudo denotaba que la persona de enfrente ve la cultura como un espacio abstracto y exótico, lleno de personas con vidas necesariamente muy diferentes e interesantes. Una visión aparentemente inofensiva, incluso comprensible, aunque un poco simplista según el punto de vista de ella. Por no hablar del trato denigrante como mujer que había recibido en conversaciones con caballeros románticos que pensaban que estas preguntas y los cumplidos con adjetivos diminutivos son aceptados con mucha alegría y agradecimiento. Y no es que ella estuviese en contra de la curiosidad por sus rasgos, origen, costumbres. Más bien, estaba harta de que se le cosificara como un objeto pintoresco. Y tenía sus razones. Porque no hay nada de malo en conocer nuevas culturas, pero también podemos crearlas.


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Porque nosotros somos la cultura. Porque, cuando vemos que la cultura no trata a un ser humano como este se merece debemos preocuparnos y es nuestra responsabilidad cambiarlo. Porque ella no necesitaba este indiferente interés hacia su cultura y tampoco aceptaba que el respeto y la tolerancia fuesen la simple aceptación de la existencia del otro. Y aunque no se confundiese en todas estas reflexiones, sí se confundió con él. - ¡Qué mérito tienes! - siguió él. - Hay que ser valiente para luchar por tus sueños. Le hizo sentirse vista, tal y como era. Aceptada. Acogida. De igual a igual. Y a ella le gustó que él también fuese diferente. Porque la realidad de nuestro mundo es que la diferencia es la norma.

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// TRES POR SIETE VEINTIUNO Hoy hace veintiún días de tu partida. Hoy hace veintiún días de aquel fatídico día en el que te fuiste, por culpa de tres problemas. Entre ellos, desgraciadamente yo. ¿Cómo descubrir, que la persona a la que más quería en el mundo pudiera irse por mi fallo? Cuando voy al instituto, no puedo mirarles a la cara, entiendo que ellos sean culpables, ¿pero yo?, ¿yo que hice? Permaneciste veintiún días en coma, y de aquellos veintiún días yo no falté ni uno. A veces sufría de verte en el hospital. Me dolía verte allí y no poder hacer nada. Me aburría, me dabas asco por el hecho de querer quitarte la vida, pero a la vez eras la persona más preciada de la mía. Desconocía qué hacer, no podía creer lo que estaba ocurriendo. Debí de pensar, demasiado pronto, en el ocaso de tu vida, ya que el día veinte, después de tu intento, me dirigí hacia tu casa en busca de algo importante, no sé si para ti, para mí, o quizás para nadie. La encontré encima de la mesa, doblada, sola, perfumada…olía a ti. Comencé a leerla. Las ideas más frías pueden parecer cálidas si las escribes tú, por eso no me daba miedo leerla. Comenzaste por el principio, ¡cómo no! Aquellas sutiles frases, palabras subliminares entre gestos ambiguos, que para nadie eran alarmantes excepto para ti. Todo aquel conjunto de despropósitos enmascaraban la realidad, aunque nadie lo veía. Eran actos que todo el mundo los hacía por su rancia educación, pero esos pequeños detalles; ¿qué cambiaban? Nadie entendía tus repentinos cambios de humor, siempre se reían y decían que era porque estabas en “tus días” y eso te ponía más nerviosa. Aquellas contestaciones les hacían gracia, las seguían provocando, hasta que comenzaron las agresiones, como tú perfectamente describes. Es verdad que yo, también, era testigo de alguna, pero nunca les di tanta importancia, ya sea por miedo a hablarte, por miedo a que ellos me agredieran, o simplemente por miedo a equivocarme. No querías nombrar aquello, por lo mismo, por lo que yo no quería nombrar las agresiones como algo asqueroso, ya que no sé si lo era, pero lo debí de haber avisado. Y por último, por lo que no puedo contenerme las lágrimas, el tercer problema: fui yo. Estúpido miedo, que te invade por dentro e impide reaccionar. Tendría que haber parado la vorágine que te envolvía, debí de haberlo hecho. Tu partida fue causada por tres problemas y siete agresores. A consecuencia de esto, veintiún días de espera, una chica hermosa que huye rasgando las nubes a un lugar desconocido y una carta de respuesta para un ángel que quizás ya no existe. El día veintiuno volví al hospital para mirarte de una manera distinta; con una mirada de comprensión, con empatía, con una mirada de amor. Pero llegue demasiado tarde, ya que la gota veintiuno desbordo el vaso, y el problema tercero te venció.


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//TU BOTELLA Vacía, así se queda una botella cuando te bebes su líquido. Transparente, imposible de saber qué había en su interior. Pero…¿frágil? No. Frágil no. Sigue siendo igual de fuerte que antes. A no ser… que la golpees y la partas en mil pedazos. Y tú orgulloso. Pero incluso ahí, aún cuando crees que has ganado, que has destruido todo lo que era, no te fijas en que la botella igual no quería ser tu botella del principio. Tú la querías siempre lista para saciar tu sed, aislada (por si su sabor se contaminaba) y con su etiquetado inmaculado. Aún con todo eso impecable, para ti siempre estaba demasiado fría. Ella sólo quería ser una botella, estar en paquetes de seis si le apetecía, tener el tapón negro y al día siguiente ponerse el rojo, y tener el derecho de ser intolerante a la lactosa y no soportar la leche. Pero ahora todo ha cambiado. Está partida en mil pedazos. Y tú orgulloso. Ahora no es una botella intacta, es verdad, no tiene esa forma inalterable, pero es libre y tan firme, que te corta si la tocas. Ahora tiene libertad para empezar de cero, ser lo que quiera ser y soñar con convertirse en un cuadro, en un marco de fotos e incluso en mosaico. Ahora puede mezclarse con más colores y dejar de ser esa aburrida botella de vidrio verde que tan poco cuidaste. Habías conseguido destruir tu botella, pero nunca conseguirás demoler su mosaico.

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// BEGIRADAK Musikako klasea amaitzear zegoen. Bat-batean begirada haiek nire bizkarraldetik somatu nituen eta bularraldean, halako estutasun bat sentitu nuenean, malkoei ezin eutsiz, aulkitik zutitu eta korrika gelatik irten nintzen. Atzetik, Iratik oihu egin zidan: - Nekane, Nekane...!! Komunera iritsi arte ez nintzen gelditu. Bertan, lagunak besarkatu eta negarrari ekin nion. Lasaitu ondoren, Iratiren galderei erantzun gabe, hurrengo klasean sartu ginen. Arratsaldean, eskubaloi entrenamenduan geundela, Irati hurbildu eta gertatzen zitzaidanaz oharturik, hitzegin behar genuela esan zidan. Urduri jarri nintzen, baina egia zen; hitzegin beharra nuen. Barneko ezinegonak hustu beharrak neuzkan, gurasoak banandu zirenetik, etxeko giroa ez bait zen berdina. Beraiekin hitzegitea ezinezkoa zen eta lagunen babesari esker, aurrera egiten nuen. Entrenamenduaren ostean, aldageletatik atera eta Iratik zuzenean galdetu zidan: - Jon izan da, ezta? Jon nire mutil laguna da. DBH.ko laugarren maila hasi eta hilabete gutxira elkar ezagutu eta ateratzen hasi ginen. Bere lagunekin alokatuta daukan lokalean arratsaldeak pasatzen genituen (jokoekin denbora pasa, kanuto batzuk erre, bere motorrarekin mendietan barrena ibili…), gaupasa batean haserretu zen arte. Herriko inauteriak ziren, lagunen ingurutik urrundu eta elkarrekin gustura geundela, ordura arte eman ez genuen pausua ematen hasi zen. Nik atzera egin nuen eta gelditzeko eskatu nion. Begirada zorrotz batez begiratu zidan. Ni ikaratu, lurretik altxa eta korrika alde egin nuen. Gau hura burutik ezin kenduz daramat azken aste hauetan. Jon burutik ezin kenduz. Gau hartan atzera egin ez banu ? Eta berak nik atzera egitea ulertu izan balu?


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Aste batzuk igaro ondoren, barkamen bila etorri zen. Edanda zegoela argudiatuz. Edanda egotearen aitzakiak ez ninduen konbentzitu, baina maite nuen eta berarekin jarraitzea erabaki nuen. Gerora, bere jarrera aldatzen joan zen. Mugikorra begiratzen zidan, “whatsApp-ak” kontrolatu... eta mugikorraren bidez argazkiak bidaltzeko eskatzen zizkidan . Hasieran, argazki arruntak ziren, gero arropa gutxirekin edota biluzik. Ez dakit zergaitik egin nuen, agian, berak ni uztearen beldurrak edo gau hartan gertatutakoa berriz gerta ez zedin, bidali egin nizkion. Orduz geroztik, bere eskuetan itota, askatasunik gabe, urduri…, sentitzen naiz eta maitasuna beldurra bihurtu da. Beragan nuen konfiantza guztia galduta. Begirada haiek; musika klasean sentitu nituen begirada maltzur haiek, Jonen lagunenak ziren. Berehala, argazkiak burura etorri zitzaizkidan. Iratik galdera egin eta erantzuteko denborarik eman gabe, mugikorra atera eta argazki bat erakutsi zidan. Ni nintzen! Biluzik nengoeneko argazkietako bat. Joneri bidali nizkion horietako bat. Lur jota gelditu nintzen. Bihotza mila zatitan apurtuta; gorrotoa, lotsa, tristura... eta galderak: Zergaitik? Zergaitik Jon? Iratik etxera lagundu zidan, lur jota nengoen eta berak emandako animoek gutxirako balio izan zidaten. Gau luzea izan zen hura, Jon burutik ezin kendu. Bidali nizkion argazki haiek gorrotatzen. Errundun sentitzen… Baina, nor zen erruduna? Nekearen nekez, lo hartu nuen. Hurrengo goizean, zuzendariak, atsedenaldi garaian bere bulegotik igarotzeko eskatu zidan eta hasiera batean nire emaitzez hitzegiteko deitu zidan arren, nik, gertatzen zitzaidana kontatzea erabaki nuen. Aspaldiko partez, gurasoak elkarrekin, nere bila ikastetxera azaldu ziren. Egun batzuk pasa ondoren eta gertatutakoaz gurasoekin hitz egin ondoren, berriro klasetara joaten hasi nintzen eta Jon falta zela konturatu nintzen. Iratik, ikastetxeak hartutako erabaki bat izan zela kontatu zidan. Uda gainean daukagu eta errekuperaketak prestatzen nagoen honetan, oraindik ere Jon buruan eta behin eta berriz galdera berdina etortzen zait: Zergaitik? Hain ederra izan ziteken istoria. Zergatik horrela izorratu?

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// Inventario de deseos // No me robes el corazón. Consuélalo, así, despacito y poco a poco. Con amor. Bórrame los miedos y créame los sueños. Atrabésame entera, llega a cada esquina. Desnúdame de complejos. Hazlos vibrar. Ya sabes a qué me refiero, quiéreme bien.

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// EL CUADRO Estoy en el museo Gustavo de Maeztu delante de un cuadro. Lo miro, y me transmite distintos sentimientos. Podemos ver que el cuadro refleja la imagen de una mujer joven cocinando. Ahora yo me pregunto “ ¿ dónde están los derechos de la mujer? ” Me gustaría poder cambiar este cuadro para que el mundo abra los ojos y vea que eso que está dibujado en ese cuadro no


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es arte, es la manera que tiene el pintor de decir que ése es el deber de las mujeres en la vida. Pero... ¿ y si pudiera cambiar el cuadro? Cambiamos de escena. Ahora estoy en el coche pensando en el cuadro. Me gustaría hacerle varios retoques. Diseñarlo a mi gusto. Delante de un lienzo de pintura blanca es donde me encuentro ahora. Pensando en cómo reflejar en el cuadro la igualdad. Y de repente me viene una idea a la cabeza y empiezo a pintar. Empiezo haciendo la cocina con todos los detalles. Dibujo un niño y una niña jugando juntos a hacer frases con la sopa de letras. Y, por último, y en primer plano, están una madre y un padre fregando los platos juntos. El cuadro está hecho. ¡ Ahora toca dar el cambiazo! Estoy de nuevo en el coche. Ya han pasado dos días desde que fui. He de confesar que estoy más nerviosa que la última vez. Acabo de llegar y estoy enfrente del museo con el cuadro bajo el brazo. Voy a entrar. ¡ Hecho! Varios guardas me han visto pero no me han dicho nada y he sentido una adrenalina que nunca antes había sentido. He vuelto a casa y, reflexionando sobre todo lo que ha sucedido, estoy orgullosa de mí misma. Porque me parece que he defendido mis derechos, mis derechos de mujer. Porque ningún hombre, por muy artista que sea, no puede decirnos que nuestro deber en la vida sea cocinar, estar limpiando u otras cosas del estilo. Yo defiendo mis derechos ¿ Y tú?

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// No sé por qué… Mi nombre es Diana. Estoy en la cola del supermercado. Delante de mí hay un padre con dos niños pequeños, que pelean por conseguir convencer a papá de que les compre un chupa-chups. Detrás de mí se acaba de colocar una chica de unos 24 años, que tiene unas piernas infinitas y el vientre descubierto. No sé por qué, pero me fijo tanto en sus piernas, como en su tripa, como en sus pechos, como en su cara. Creo que ella se da cuenta, porque parece incomodarse e intenta ocultar su cuerpo tras la montaña de Donuts y patatas fritas que se dispone a pagar. Hoy en el “insti” mis compañeras han hablado del chico nuevo. La verdad es que es guapo, tiene una sonrisa bonita y parece buen chico, pero no sé por qué, yo ni me había percatado de ello. Sigo esperando en la cola del “súper”, pero mi cabeza está en el vestuario del polideportivo, cuando ayer, no sé por qué, me entraron escalofríos al ver a Nuria, la chica más popular de clase, debajo de la ducha. De repente, entra al supermercado el novio de mi mejor amiga. Juega en el equipo de fútbol del barrio, y, no sé por qué, tiene a todas las adolescentes locas. ¿Qué le ven de interesante a pegar patadas a un balón? Claro que ellos no entenderán que a mí me vuelva loca pegarme horas delante de la Tablet viendo la nueva serie en la que la protagonista, no sabe por qué, se siente atraída por las mujeres. Me toca pagar: ya era hora. Odio tener que esperar. Salgo del supermercado y voy a casa. Por fin me decido a escribir en el ordenador: ¿cómo saber si me gustan las chicas o los chicos? Google puede convertirse en tu mejor amigo, aquel al que le cuentas tus cosas para intentar sacar conclusiones, ciertas o no, pero que alivian. Se despliegan miles de enlaces que intentan explicar las razones de la homosexualidad, y no sé por qué, hago click en el número 12. Al leer el contenido, no sé por qué, se me empieza a revolver el estómago y las lágrimas asoman en mis ojos.


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En realidad, sabía que no necesitaba a Google para saber que, efectivamente, no sé por qué, me gustan las mujeres.

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// TODO FUE MI FANTASÍA Ella sentía las gotas de agua que caían sobre su piel con delicadeza mientras recordaba cada rasguño, cada golpe, cada herida sin curar...Trataba de eliminar la sangre con el agua, sin embargo fue un intento en vano, las marcas no se iban porque no eran visibles, no se veían pero se sentían, eran internas y le helaban la piel de una manera que hacía que su corazón latiese el doble de fuerte de lo que debía y su respiración se agitara sin control. Nada estaba bien, nada parecía tener arreglo, la habían elevado tan alto y la habían dejado caer desde tal altura haciendo su corazón pedazos, la habían destrozado. Unos lo llaman amor, otros no le ponen nombre por miedo a poner una etiqueta a algo que no saben a dónde va a llegar. Ella lo llamó amor hasta aquel día, cuando la sangre que caía por sus extremidades la hicieron darse cuenta de la fantasía en la que vivía. Él no la quería, todo fue mentira. Él era el humano y ella su juguete por el cual se divertía. Todos la avisaron del mujeriego de su novio pero ella no les escuchó, hizo caso a su corazón que estaba loco de amor. ¿qué pasa? Ella tenía derecho a enamorarse de quien quisiese a pesar de que se equivocara. Eso pensó mientras estaba bajo la ducha pero enseguida escuchó a su cabeza riéndose de esa tontería, no se creía nada de lo que estaba pasándole. No podía creérselo después de recordar aquellos “te amos” que salían de aquella boca tan bonita que sin embargo estaban vacíos. Él la hizo creer que a pesar de su pasado, de su familia, de su raza oriental, de sus escasos recursos para todo, ella era alguien, que importaba, que alguien en el mundo la quería como era ella sin ocultarse, pero resultó ser falso. Resultó que él no la aceptaba sino que jugó con ella al verse tan disponible y fácil para divertirse y reírse. Ella como tonta se tiró en sus brazos, ella solo quería sentirse querida por primera vez, que nadie la juzgara por ser una chica de rasgos indios, con la piel de color oscura y los ojos negros como la ceniza al igual que su pelo rizado y largo. Él le dijo; “no eres de mi tipo, las prefiero blancas y rubias y si es posible con dinero, tú eres todo lo contrario, tu eres fea”. Esas palabras fueron las que rasgaron su corazón en mil trozos. Ella lo había perdido todo, al chico de sus sueños y la seguridad alcanzada junto a él. Salió de la ducha y se encontró a su amigo del instituto. En cuanto lo vio se echó a llorar en sus brazos y él la sostuvo con delicadeza. Luego la observó y con una mirada mezclada entre pena y deseo se acercó a su oreja y le susurró dos palabras que invadieron su corazón, “eres perfecta” y luego la besó.

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// EMAKUME KONTUAK Futbol partiduak telebistan jartzen dituztenean bakarrik mutilei eskaintzen diete, ziurtzat jotzen bakarrik beraiek ikusi nahi dituztela. Hitz desegokiren bat erabiltzen dudanean askotan esan ohi didate hitz horiek ez direla emakume betentzako eta sotilago hitz egiteko. Gauean kaletik bakarrik joaten naizenean mutil askoren hitz zakarrak entzun behar izaten ditut eta gainera emakume izateagatik beldurra pasatzen dut. “Begira Imanol, hau Xabiren neska laguna da” Jende berria ezagutzerakoan nire izena ez dute jakin nahi edo behintzat hori ematen du. Ez didate inoiz nire izena zein den galdetu, nire mutil lagunaren izena bakarrik inporta zaie. Taberna batera mutil batekin joaterakoan, nik alkoholdun edari bat eskatuz gero eta berak alkoholik gabeko edari bat eskatuz gero, berari alkoholdun edaria jartzen diote eta niri alkoholik gabekoa. Gainera, kontua eskatzerakoan berari ematen diote, berak ordaindu dezan.


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Pertsona batzuekin feminismoaren inguruko nire iritzia eman nahi dudanean askotan feminazi esan didate barrezka dauden bitartean. Nire mutil lagunarekin nagoenean askotan galdetzen didate ea berak etxeko lanekin laguntzen nauen.

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// KATIXA Goizero bezala, Katixa eskolara abiatu zen aitatxoren eskutik helduta. Sekulako euri zaparrada ari zuen eta Katixak pozaren pozez jantzi zituen bere katiuska moreak. Aitatxo umore txarrez zegoen, egun euritsu orotan gertatzen zen bezala eta neskatoak ez zuen zergatia ulertzen. Berak alai-alai egiten zuen ikastetxerako bidea putzuetan saltoka, euritan dantzan, irria begietan zuela. Ba al zegoen mundu honetan azalean euriaren kilimak sentitzea baino ezer hoberik? Katixarentzat ez. Egunero bezala, eskolarako bidean, jendeak Katixa begiratzen zuen: batzuk barrez, besteek harriduraz, besteek, berriz, disimuluz… baina den-denek ematen zuten buelta kaletik neskatoa begiratzeko. Katixak aitatxori, goizero bezala, jendeak zergatik begiratzen zion galdetu zionean, hark goiz hartan, zera erantzun zion: “Berezia zarelako, laztana. Begiratu zure ingurura: jendea umore txarrez jartzen da euria ari duenean, zu, berriz, ez. Zu zoriontsu zaude putzuetan saltoka. Jendeak gogoko ez duena gogoko duzu zuk. Berezia zara, bihotza. Oso berezia”. Baina Katixa ez zen batere tuntuna eta bazekien aitatxo gezurretan ari zela eta Pinotxori bezala, sudurra luzatuko zitzaiola. Egunero erantzun berri bat asmatzen zuen eta “oso berezia zara” hitzekin amaitzen zuen. Katixak oso ongi zekien zergatik begiratzen zuen jendeak kaletik eta ez, ez zuten begiratzen putzuetan salto egiteagatik, katiuska moreak eramateagatik (nahiz eta Katixarentzat katiuska moreak munduko politenak izan). Ez zuten begiratzen ere ez, aitatxok esaten zion moduan, berezia izateagatik, ezberdina izateagatik baizik. Katixa ez zen besteak bezalakoa eta horregatik, eta ez beste ezergatik, begiratzen zuen kaletik jendeak. Katixak egia, benetako erantzuna, arratsalde batez deskubritu zuen, bere burua ispilura begiratu zuenean. Bere aurpegiak bazuen bere ikaskideen aurpegiek ez zuten zerbait: forma, itxura… ez zekien oso ongi zer zen baina ezberdina zen. Egun batzuk geroago, aitatxori medikuarekin hizketan entzun zion eta “down sindromea” hitza errepikatzen zuen mediku bibotedun serioak etengabe. Katixak ez zekien zer zen hori eta beraz, azkenean, erabaki zuen, berak ez zuela “down sindromea” izan nahi “din dan down” sindromea baizik. Izan ere, izugarri gustatzen zitzaizkion gabonak! Orduan Katixak dena ulertu zuen eta asko poztu zen: jendeak “din dan down” sindromea zuelako ematen zuen buelta kaletik bera begiratzeko! Katixa, goizero bezala, poz-pozik ailegatu zen eskolara. Bertan musu eta besarkadak eman zizkien pasilloetan barrena aurkitu zituen lagun guztiei. Batzuk besarkada ematen uzten zioten, beste batzuk, irri egiten zuten eta besteek, berriz, ihes egiten zioten. Baina Katixa pozik zegoen eta ez zitzaion irribarrea ezpainetatik ezabatu. Katixarentzat mundu guztia zoragarria zen, Katixak mundu guztia maite zuen, eta guztiek, hark maitatzen zituen moduan maitatzea besterik ez zuen nahi. Besterik ez. Beno, tira…hori ez zen guztiz egia... bazen indar askorekin desiratzen zuen beste zerbait… urteko egun guztiak euritsuak izatea, bere bizitza osoan zehar putzuetan saltoka ibili ahal izateko... bere katiuska moreekin.


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(Finalista) 40

// En la obscuridad: Me gusta cuando el sol acaricia mis mejillas. Empiezo a correr; sudo. En ocasiones quisiera volar. El balón entra por la escuadra. Todos me abrazan, pero así no me siento menos solo. Quiero ir a casa, a mi cuarto, y, como hago desde hace años, sentarme en la cama. En la obscuridad, con aquel vestido granate que encontré en el armario de mi hermana. Me gusta cuando su tacto acaricia mi cuerpo. Es como el sol. Me sienta bien. Y yo me siento, de una vez, en paz.

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// FÚTBOL Viendo cómo mira absorto hacia el campo, inclinado hacia adelante y con todo el cuerpo en tensión, nadie diría que Martín odia el fútbol. —Tío, estate a lo que estás. Haciendo un gran esfuerzo, Martín se vuelve hacia su desquiciante hermano pequeño, que señala el móvil olvidado entre sus manos. —Espera un poco, macho, que acabamos de terminar la partida. —Dijiste que si te acompañaba a ver esta mierda, jugarías conmigo. —Que sí, pero déjame ver un poco el partido. —¡Bah! — El niño le lanza una mirada de disgusto y escupe al suelo con una mueca de desprecio. Con una punzada de angustia, Martín reconoce una imitación casi perfecta de un gesto demasiado familiar. En el césped, el equipo femenino del instituto se juega el pase a semifinales. Las gradas están casi vacías, a excepción de un reducido número de padres que se apiñan a pie de campo y alternan rápidas miradas al juego con acaloradas discusiones sobre Messi y Cristiano. —A ver… — Suspira, e inicia una nueva partida. Su hermano se arrellana en su asiento, satisfecho. —¿Cuál es tu piba? —¡Qué dices! —“Ojalá”. —Si ninguna es tu piba, ¿por qué vienes a ver este tostón? —¡Pero si a ti te encanta el fútbol! —Ya, pero el de tíos. Papá dice que lo demás son mariconadas. —Papá dice muchas tonterías, y cuanto antes te des cuenta, mejor. Ignorando el gesto indignado del niño, sus ojos buscan una vez más la saltarina coleta rubia de la que no es su piba, pero que quizá, quizá… Quizá podría serlo, piensa, y le da vértigo. Y recuerda las tardes comiendo toneladas de pipas y riendo a carcajadas en el banco de la plaza. Recuerda el momento en el que todo lo que él sabía sobre las chicas –todo lo que su padre le había enseñadose desvaneció en el aire, barrido de un rubio coletazo. Recuerda la mirada chispeante de ella: “Si vienes a verme, te dedico un gol”. La localiza avanzando como una centella hacia la portería. Casi a cámara lenta, observa cómo la loca danza del balón entre sus pies se concentra en un haz de energía imparable. El móvil se escurre de sus manos mientras, sin darse cuenta, sigue la trayectoria del disparo con todo su cuerpo. Contiene la respiración y… —¡GOL! El grito resuena en el vacío de las gradas y algunos padres se giran hacía él. No le importa. La chica que no es su piba desaparece enterrada bajo sus eufóricas compañeras.


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—Te he vuelto a ganar —su hermano levanta la vista de la pantalla del smartphone con una mueca de superioridad. —Juegas como una nena. Vislumbra un reflejo dorado entre la maraña de abrazos y, justo debajo, la misma mirada chispeante. Clavando sus ojos en los de él, le señala con el dedo y lanza un beso mudo al aire. —Ojalá...

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// LA REALIDAD DE MI LIBERTAD 18 años para ver la realidad que me rodea. Constantemente la sociedad sufre cambios, cambios que afectan a los habitantes de este mundo desigual. Con más prejuicios que halagos. Desde que nací, la sociedad comenzó a inculcarme los valores correspondientes (a su parecer) al sexo femenino, unicamente por tener vulva. Todos seguían esos… roles, esos pasos hacia la aceptación. -Yo tambien tendre que hacerlo- pensé. A pesar de no sentirme cómoda. Llegó la adolescencia, continuamente las cosas se complicaban. El físico, los chicos, las apariencias… Y pensé, qué importancia tiene eso. Siempre han criticado mis decisiones, fuesen o no las que yo quería. ¿Entonces? Para qué molestarme en intentar satisfacer a los demás si no me satisface a mí. ¡QUE OS DEN! 01:00 de la mañana, salgo con mis amigas. ¡Eh guapa, que culo! – Gilipollas- 01:30 de la mañana, salgo del baño- Uf… como estas – (yo solo miro al suelo). 03:00 de la mañana, estoy bailando y un hombre se acerca (excesivamente) a mi. Él me dobla la edad y no lo conozco. Me aparto, pero me sigue con la mirada. Yo no me voy, el no tiene por qué comportarse así. – No quiero bailar contigo, vete - , - claro que si guapa, eso decís siempre - y deja caer su mano sobre mis nalgas. Le apartó la mano y finalmente me voy del bar. 12:00 de un miércoles lectivo. Voy a clase, con una falda y unos tacones, ¿y qué más da? Pues si da, porque los obreros se giran y me silban. Siento sus miradas. Oigo comentarios a cerca de mi ropa y mi físico. Estamos entrenando. El entrenador, - pensaba que eran los chicos quienes no entendían las cosas - o - que no lleguen los chicos lo entiendo, pero vosotras…-. Todas nos miramos, ninguna dice nada. Recibo un mensaje de un desconocido. - Hola guapa, me encantaria probarte, tienes pinta de estar muy rica - Con suerte denuncio y me atiende una mujer que me ayuda. Estoy en la mesa con la familia de una amiga cuando el padre le dice a la madre, -tráeme vino-. Seguido, uno de los hijos se levanta a por agua y el padre dice “no, que te lo traiga tu madre que para eso está”. ¡NO ES NO! Y NO SOMOS NI MÁS NI MENOS QUE NADIE Tengo un amigo al que le gustan los chicos, no los chicas, al contrario que marca la sociedad. Él sabe que la reacción de su padre no será buena, y puede que entre sus amigos tampoco. Yo soy bisexual. Aunque, no me gusta utilizar ese término. Me gustan las personas, ni chicas ni chicos, ni con vulva ni con pene, simplemente el sentimiento que crean en mi. La forma de ser, la personalidad. Qué es eso de ¿te gustan los chicos o las chicas? ¿ y que si me gustan los dos?, ¿o ninguno? Tal vez más los chicos que las chicas, o al contrario.


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¿QUÉ MÁS DA?

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// LUCIÉRNAGA La luna menguante se recortaba contra el cielo nocturno. A Luciérnaga no le gustaba la luna cuando se encontraba en esa fase. En su cabeza resonaba la voz de su madre: la luna es una mentirosa, cuando tiene forma de letra “D” se llama creciente y cuando tiene la forma de la letra “C” se llama decreciente. Mamá siempre andaba contando ese tipo de cosas que había aprendido de los españoles. El recuerdo se entremezclaba con los olores de la yuca hirviendo en la olla en ese momento congelado en la memoria. Y con su mirada esquiva, no para sus hermanos, a los que regalaba miradas cargadas de amor, sino sólo para él, que lo señalaba como si el propio aspecto de Luciérnaga no fuera ya de por sí suficiente estigma. Un ruido a lo lejos le hizo detenerse. No había estrellas aquella noche en el firmamento. Sólo aquella luna astuta. Aún así la vista hacia rato que se le había aclimatado a la negrura. Vio unas vagas lucecitas estáticas flotando en la noche. Contó siete pares. Los ojos con los que veían en la oscuridad les delataban también. Aunque Luciérnaga sabía perfectamente que en el apodo llevaba la penitencia. Su maldita piel blanca era un candil atrayendo infinidad de miradas indeseadas. Detrás de aquellas pupilas brillantes podía haber cualquier cosa. Decidió no arriesgarse. A través de la ambigua luz de la luna sobre el llano, entrevió la silueta negra de un ceiba. Aceleró el paso y ayudándose con la única mano que le quedaba, trepó por el tronco lo más rápido que pudo. Hacía años que no había leones por aquí. O eso aseguraban los mayores. En cualquier caso era mejor andar con precaución y no arriesgar demasiado. De las ramas más altas escogió la que al tacto le pareció la más robusta, se sentó sobre ella, apoyó la espalda contra el tronco y cerró los ojos. ¿Los leones eran capaces de trepar? No lo recordaba. ¿Andaría algún leopardo solitario por allí? Notó como el puño invisible, que ya no estaba allí, se agarraba con fuerza al árbol. Solía caminar de noche. Al menos desde que se había largado del campamento de cooperantes, tres días atrás. El sol no le hacia bien. Abrió los ojos rojos y miró en derredor. Ni rastro de las luces. Luciérnaga se forzó en cerrar los ojos y en tranquilizarse. No quería soñar; si soñaba el mese me lugu se le aparecía cortándole el antebrazo derecho de nuevo, mientras los beyem lo sujetaban por los sobacos. Luego lo devoraban ante sus ojos. Era mejor concentrarse en la sonrisa de la voluntaria del campamento, la que le limpió el muñón. Que mientras le curaba le sonreía como sonríen los blancos, sin enseñar los dientes. Sí; centraría sus pensamientos en ella. Así podría conciliar el sueño un rato y luego, tal vez, continuar caminando antes de que amaneciera.

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// El parque micro // Fue un domingo cualquiera de finales de marzo. Uno de esos domingos en los que se ve el sol después de muchos días de lluvia. Amanece frío y húmedo, y, poco a poco, se vuelve cálido y agradable. Uno de esos días en el que, de repente, en los jardines han brotado cientos de flores y en las calles cientos de habitantes, desperezándose al ver la cálida luz primaveral y quitándose las telarañas invernales. Yo, como cualquier otro domingo, me desperté con tranquilidad, desayuné, me vestí, me colgué la cámara al hombro y salí al parque, a inmortalizar esos pequeños momentos ajenos que daban sentido a mi vida y un toque personal a las paredes de mi casa. Sentado en el mismo banco de siempre, me puse a observar lo que la fauna local tenía aquel día para mostrar. En el parque estaban ya los habituales visitantes, con sus habituales rutinas: La señora de los caniches llevaba un conjunto amarillo


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chillón de falda y chaqueta de paño, con blusa a juego. Se había puesto un pequeño tocado, también amarillo, y sus zapatos gastados, que no pegaban con ninguno de sus anacrónicos conjuntos. A los perros, también les había puesto sus chaquetas, a tono con ella misma. Me miró con el desdén y desprecio con que se mira a alguien a quien crees que no debería existir. Capté su mirada, un gran retrato, y me hizo un corte de mangas. Volví a disparar, llevaba tiempo queriendo hacer esa foto. También pasó el matrimonio entrañable. Llevaba años viendo a esa pareja, siempre feliz, siempre cuidando el uno del otro, y viendo, también, la evolución de su enfermedad. Los dos debieron enfermar al mismo tiempo. Es terrible ver como unos ojos tan llenos de recuerdos y felicidad se van apagando, cómo se vuelven ignorantes de sí mismos. Pero, aún y todo, su vínculo perduraba, pues, a pesar de las carrozas en las que los llevaban su hija y la mujer de esta, sus manos siempre iban unidas. Pude captar otro momento impensable. Como volvían a esos ojos vacíos, por un instante, todos los recuerdos y la felicidad, justo en el momento de mirarse y reconocerse. Es un solo instante en el que cabe una vida entera. Tuve que reaccionar rápido, pues la trans se había adelantado. De ella no tuve que imaginar nada, porque un día oscuro en el que diluviaba vino desconsolada a contarme su situación. Fue antes de decírselo a nadie más. Aunque llevaba tiempo consciente de quién era, no encontraba la forma de contárselo a sus más allegados, así que acudió a un tipo con pintas raras que se dedica a hacer fotos a la gente. Supongo que estaría totalmente desesperada. Me contó su historia y se desahogó. Creo que era todo lo que necesitaba hacer, porque desapareció y la siguiente vez que la vi iba con su familia sonriendo como nunca. Seguí fotografiando, como siempre, totalmente asombrado por la diversa heterogeneidad que me demostraba aquel retal de humanidad.

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// VOLVER A CASA No entendía el enfado de mi hermana. Escondido detrás de la puerta, le oía discutir con mis padres. “No es justo, soy más mayor” decía, al borde de las lágrimas. El sábado son fiestas de mi pueblo y toda la juventud vamos a salir. Mi hermana debería estar contenta. Sé que le fastidia tener que irse antes que yo, pero mis padres dicen que es por su seguridad, para que no le pase nada. Además, todas sus amigas se van a esa hora. Nuestra casa está algo alejada de la plaza, donde estará el escenario y donde todos exteriorizaremos el júbilo por estos días tan especiales que vienen. Por eso nuestros padres han hablado con los de las demás chicas, y se han puesto de acuerdo para que todas vuelvan juntas. Sin embargo, mis amigos y yo nos podemos quedar más. “¡Es increíble!” pienso para mis adentros, con una sonrisa picarona en la cara. Mis padres dicen que nosotros, como somos chicos, no debemos tener tanto cuidado aunque seamos más pequeños. La verdad es que no lo había pensado nunca, y como mis padres siempre tienen razón, pues yo no se lo discuto. Yo solo puedo pensar en María. Es una chica de mi clase. Mis amigos dicen que me gusta, y no me hace ninguna gracia que lo digan. Siempre les digo que es mentira, pero tienen razón. En realidad yo voy a salir por verle y poder hablar con ella. ¡Es tan guapa! Pero seguro que también se tendrá que ir pronto… Pero, ¿qué clase de fiestas tendremos si la mitad de la juventud se tiene que ir pronto por ser mujer? ¿De verdad tienen razón nuestros padres? ¿A qué tienen miedo? Seguro que todo está pasando por las noticias que vemos últimamente. Chicas agredidas mientras volvían a casa, chicas secuestradas mientras volvían a casa, chicas intimidadas


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mientras volvían a casa…siempre es la misma historia, sólo cambia el verbo, pero siempre el mismo final. En nuestras manos está el poner fin a estas cosas. Yo he decidido que voy a educar a mis hijos en una sociedad de igualdad, de respeto mutuo entre hombres y mujeres. Una sociedad en la que no haya que discutir por intentar conseguir unos minutos más disfrutando en las fiestas del pueblo, una sociedad en la que no haya que tener miedo, una sociedad sin agresiones, una sociedad sin violencia. Una sociedad sana y libre.

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// Vellísima Cuando regresó a casa vio que Ana ya estaba allí, sentada en el sofá, simplemente vestida con una camiseta, con su pelo corto rizado y revuelto, y sus ojos gigantes azules y juntos viendo la televisión. Ni siquiera se habría dado cuenta de que el baño ahora estaba limpio, libre de todos los pequeños, oscuros y rizados pelos que había quitado antes al limpiarlo. Sus pelos que tan femeninos decía que eran. Tampoco se habría dado cuenta de que no era nada higiénico estar medio desnuda sobre el sofá de cuero. ¿Acaso ella se paseaba en bragas por casa? Claro, que ella no llegaba a casa borracha y se acostaba con una chica que acababa de conocer con la puerta de la habitación abierta, dejando que sus compañeras, en el salón, escucharán sus gemidos. Tampoco después comenzaría un intenso y fugaz romance con su compañero de doctorado ni mostraría interés en conocer a una pareja para ser su “unicornio” practicando BDSM. Eso sí, el sexo sin penetración, que durante su etapa lésbica le había cogido miedo al pene. Y es que Ana era peculiar. Presidenta de una asociación feminista de la facultad de filosofía. Ahora estaba en el salón de su casa viendo First Dates. Raquel se apresuró a ducharse para que no se le hiciera tarde y pudieran ver un capítulo juntas en Netflix antes de irse a dormir, costumbre que habían cogido meses atrás. La primera en elegir había sido ella, 13 Reason Why. Les encantó, así que ahora le había tocado elegir a Ana. Y Ana quería ver una serie light, de chicas, como ella solía decir. Tras varios intentos para que Raquel accediera a ver Sexo en Nueva York, Ana se conformó con que al final Raquel aceptara ver Rita, una serie danesa acerca de una profesora de primaria malhablada y promiscua. Obvio, Ana no entendía que no la vieran de otra forma que no fuera en versión original. Así que ahí estaban, 10:30 de la noche, viendo una serie en danés de cuyo audio solo entendían cuando brindaban y decían skol. Y fue entonces, cuando un comentario de Ana hizo que Raquel se volviera y lo viera todo. Viera a su compañera de piso con las piernas, sin depilar desde hacía meses, ligeramente abiertas, aunque lo suficiente como para dejar a la vista unas bragas de cuello alto, negras y de licra, unas bragas que podría haber llevado su abuela, y por las que asomaban los rizados y oscuros pelos de sus ingles, convirtiéndose en un conjunto ridículamente sexy. También, al mantener su brazo sobre la cabeza, dejaba que se vieran unas axilas con unos pelos con una largura y un espesor, que Raquel, después de hacerse la depilación láser a los 18, jamás podría tener. Ahí estaba Ana, con todas sus contradicciones y su vello por doquier. Y ahí estaba Raquel, que espantada al no poder sostener la mirada a aquellos gigantes ojos azules, cogió su móvil y se activó Tinder.

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// PUEDO VIVIR SIN TÍ En un contexto en el que cada día veo a más parejas caer en relaciones marcadas por la dependencia, relaciones en las que creen que ya no podrán estar sin la otra persona, independientemente de que lleven juntos una semana o diez años, relaciones en las que ya no existe nada más fuera de ellas, siento la necesidad de dirigirme a ti. Son muchas las personas que se pueden cuestionar mi forma de quererte, una forma de querer en la que sí que puedo vivir sin ti, y eso es lo que la hace especial, el hecho de que pudiendo estar sin ti elijo estar contigo. Y por si alguna vez has tenido dudas de mis sentimientos, te dedico estas líneas: Puedo vivir sin recibir mensajes tuyos cada segundo, porque el amor no se mide en caracteres confirmados por un tic. Puedo vivir sin que mi teléfono vibre cada hora como señal de una llamada tuya, porque el amor no se mide en minutos reflejados en una factura telefónica. Puedo vivir sin que hables de mí a tus amigos y amigas, porque el amor no se mide en el número de veces que me mencionas. Puedo vivir sin que cuelgues fotos conmigo en Facebook, Twitter o Instagram, porque el amor no se mide en likes. Puedo vivir sin que dediques cada tarde a estar conmigo, porque el amor no se mide en el tiempo que has renunciado a tu vida personal. Puedo vivir sin que me des la contraseña de tus redes sociales, porque el amor no se mide en las ocasiones en las que has perdido tu privacidad. Puedo vivir sin que cada minuto me repitas que soy la persona más guapa, porque el amor no se mide en continuas alusiones al aspecto físico. Puedo vivir sin saber donde estas cuando quedas con tus amistades, porque el amor no se mide en localizaciones. Puedo vivir sin que me llames “mi amor” o “mi vida”, porque el amor no se mide en pronombres posesivos. Puedo vivir sin que cambies por mí, porque el amor no se mide en la personalidad, en las aficiones o en las rutinas que has dejado ir. Puedo vivir sin ti, porque el amor no se mide en el grado de dependencia. Quiero estar contigo, pero pudiendo vivir sin ti.

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// UN PRINCIPE IMPERFECTO Los cuentos hablan de un príncipe azul con un físico perfecto. Por suerte, a mi no me habían educado para ser un príncipe ni pelear contra dragones, sino para luchar por mi propia vida. Resultado de lo cual no tenía una sino varias cicatrices de varias dimensiones. Ella tampoco quería un príncipe azul, pues no se consideraba una princesa indefensa que necesitase ser rescatada. Pero en nuestra primera cita yo eso lo desconocía. Todo comenzó con palabras escritas en un chat, que luego derivaron a unas llamadas inocentes en las que yo no contaba mi enfermedad, ya que desconocía cual sería su respuesta. Todas esas palabras y esas llamadas nos llevaron a nuestra primera cita, una cita en la que nuestras miradas conectaron y se fundieron. Con su mirada fijada en la mía me atreví a contarle la realidad, no solo era chico cualquiera, sino un chico de otro mundo en el que se esconden hospitales, agujas y quirófanos, horas y días ingresado, como consecuencia de un corazón que nació enfermo y fue arrancado de mi pecho para ser sustituido por uno “perfecto”, dejando la “última” cicatriz que se supone que va a ver en mi pecho. Le conté mi pasado, que fue duro ya que de pequeño mis mejores amigos/as eran mi familia y mis doctores/as, mis compañeros/as de clase eran niños/as ingresados en un hospital a mi lado, pero les veía pasar uno/a tras otro/a y siempre cambiaban, al igual que yo cada vez que salía y volvía a entrar, y mis maestros/as eran hombres y mujeres que venían al hospital a darnos unas horas de clase. En definitiva, mi mundo se rodeaba de batas blancas, mascarillas y agujas, que hacían que mi infancia pareciese una película de terror.


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Por mucho que yo hablaba ella no se inmutaba, sino al revés, preguntaba más de cada batalla luchada. Mientras paseábamos, ella miraba con ojos expectantes, haciendo preguntas sobre todo eso. No se alejaba, no mostraba síntomas de rechazo o de querer escaparse de un mundo de interrogantes. En uno de esos pasos nuestros labios se juntaron, y ahí comprendí que ella no buscaba a alguien “perfecto”, ella no buscaba algo “perfecto”, ella quería algo que la llenase, que le hiciese ser feliz. Ya llevamos más de un año unidos, unidos por nuestras luchas y batallas por separado que nos han hecho más fuertes, nos han hecho estar juntos. He demostrado que después de tantas cicatrices, tantas luchas en hospitales, tantas batallas ganadas en quirófanos, todo ha quedado atrás, dejando que nuestras almas y corazones se unan. Hemos elegido una vida unidos por unos “defectos” que alejan nuestra historia de esos cuentos de protagonizados por un príncipe azul, un príncipe que ni yo quería ser ni que ella quería tener, y la acerca a lo que de verdad los dos queríamos: La Felicidad.

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// ERA(bateko)-BAKIA Hesian taldearen kanta batek dioen bezala “libre, hegan, haizearekin dantzan”. Horixe nahi zuen Aina deituriko hostoak. Nahi, baina ezin, zuhaitzaren adar bati lotuta baitzegoen beti, askatu ezinik. Udazkenero, zuhaitzeko hosto guztiek alde egiten zuten bitartean, Ainak bertan jarraitzen zuen geldirik, beldurrez, zuhaitzik gabeko bizitza baten beldurrez. Urteak igaro ahala, zuhaitzarekin batera Aina bera ere usteltzen hasi zen, zuhaitza erabat usteldu zen arte. Ainari, ordea, beldur gehiago ematen zion zuhaitzarekin batera usteltzeak, zuhaitzik gabeko bizitza edukitzeak baino. Hori horrela izanik, udazkena iristean, libre, hegan, haizearekin batera dantzatzeari ekin zion. Hala, udaberria iristean, Aina zuhaitz sendo batean bilakatu eta loratu egin zen.

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// La cerveza Les encantaba andar perdidos por las calles de la ciudad. Cuando no llovía, aquellos paseos eran idílicos. Cogidos de la mano podían dejarse ir, sonriendo a quemarropa, sin dejar de mirarse a los ojos. Los precisos instantes en los que los filos de sus labios se unían, en completa armonía, un escalofrío recorría sus cuerpos. Andaban al mismo compás de una melodía carente de sonido, era solo emoción y sentimiento. Acababan llegando, una vez más, a la misma gran plaza por donde tantas otras veces habían deambulado. A pesar de callejear errantes por los infinitos adoquines, siempre terminaban en medio de la urbe, en aquella arteria por la que la ciudad parecía respirar. Una hermosa quietud impregnaba la atmósfera, rota por la luz artificial y el alboroto proveniente de las terrazas, donde el bullicio no cesaba. Decidieron entrar a un restaurante, para continuar envueltos en el idilio del tiempo inacabado. Una luz tibia entraba por el ventanal, proveniente de las grandes farolas de la calle que iluminaban todo. Los clientes, con la naturalidad de asiduos al lugar, cenaban en las estrechas mesas de mármol bajo la


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amarillenta luz de las tulipas. Al exterior salía el aroma de cerveza rubia, de vinos afrutados, de la tila que tomaba una hermosa mujer de rasgos hispanos, musa de algún lejano poeta. Se sentaron en una mesa y miraron lentamente la carta. Tras decidir los platos que iban a compartir, el camarero se aproximó a tomar nota. Lo primero que les sirvieron fueron las bebidas y, como les solía ocurrir la mayoría de las veces, la caña se la sirvieron a él, la botella de agua a ella. Compartieron una mirada recíproca: aquella situación era tan cotidiana, que casi habían terminado por habituarse. Ella se cruzó de brazos, cansada de ser la muñeca rompible de porcelana. Él extendió los suyos para intercambiar las bebidas, rompiendo la inercia de la costumbre. Cuando el camarero volvió, le recordaron que era él quien bebía un vaso de agua y ella, una cerveza… ¿Hasta cuándo?

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// Más fácil en la vida Lo primero que pensó su madre al verlo nacer es que tendría un pequeño principito en la familia. “Su niñito”. Una delicada flor por la que estaría preocupándose toda la vida. Primero al nacer. En las primeras semanas, con todo tipo de ropa y complementos. Azules, como los príncipes, y también muñecos, cucharitas de cocina, pendientes... Luego en el colegio, con lo mismo de siempre. Las niñas acaparándolo todo en el patio con sus juguetes y ellos acorralados en un rincón, con un balón y dos jerséis. Esa soledad que asusta al crecer. “No vuelvas solo a casa por las noches. No vistas con pantalón corto. No marques demasiado el paquete. Ve bien afeitado”. En la universidad, el juego del gato y el ratón. Las chicas, desarrolladas de forma temprana, más obsesionadas por cazar la mejor presa que por conocer a otra persona. Y todas las noches igual: ellas, un pelín pesadas, acercándose a contar alguna historia inverosímil para luego contar cualquier cosa a sus amigas. Ellos, yendo con cautela, haciéndose de rogar e intentándolo poner difícil. Todo muy real. Tan real como que al pasar por un colegio las maestras les gritan cosas obscenas que solo oyen ellos. O en las redes sociales: no es extraño recibir mensajes de desconocidas preguntando lo de siempre: qué tal estás, cómo te llamas, quieres quedar... O lo típico: volver a casa y que una mujer te persiga con la mano bajo la falda. Cosas que asustan. Y a seguir adelante. Beber por primera vez, sacarse el carnet de coche, licenciarse, conseguir el primer trabajo, hacer el amor con una desconocida y continuar con el curso de la vida hasta la estabilidad laboral. Pero hay otra sorpresa: resulta que los puestos de responsabilidad están ocupados, en su mayoría, por mujeres. Y cobran más, por el mismo trabajo. Lo mismo en política y en todos lados. ¿Quién lleva la voz cantante en casi todas las decisiones? Ellas. Lo mismo que ocurre en la calle. Siempre ellas, con esa capacidad, que parece innata, de hacer valer sus argumentos por encima de los demás. Porque hablan más alto. O por lo menos, se hacen oír con más fuerza. Pero no todo estaba perdido. El chico conoció a una chica con ganas de cambiar las cosas. Una chica lista y respetuosa, amante de los libros, el vino y los amigos. En casa, las tareas se repartían por igual: cocinaban juntos, ponían la lavadora, hacían las camas y quitaban el polvo. Le trataba con cariño, respeto y amor. Aunque él fuera siempre el responsable de las tareas más pesadas, las que requerían antelación y visión a largo plazo. Como por ejemplo, decidir si iban a ser padres, o no. Fue que sí. Y al cabo de 9 meses, tuvieron una hija. La decisión fue firme: él se quedaría en casa y ella se iría a trabajar. Como lo hacen todos. Y la verdad es que tuvieron suerte. “Lo quieras o no”, se dijeron, “es una chica; lo tendrá más fácil en la vida”.


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// A SER, A VIVIR, A QUITARME MUCHOS MIEDOS Y A CRECER Veo desde mi ventana cómo los coches ruidosamente arrancan, aceleran a fondo y se alejan. Lo mismo hizo él en mi vida. Aunque él ni siquiera frenaba cuando había un bache. Lo nuestro era algo intermitente: a veces sí, y a veces también sí solo porque él quería. Ya no lo permito. Acostumbraba a pasar de la calma al huracán. Un huracán arrasador que pasaba, me destruía, y se iba. Ya no lo permito. Ahora me quito los zapatos, los miedos y me pongo música a todo volumen. Ella es la única que tiene el derecho de romperme el alma en dos y volver a unírmela en los siguientes dos segundos. Y no él. Ya no lo permito. Con él era como aprender a surfear: tragar agua y volverlo a hacer una y otra vez solo por conseguir unos segundos de estabilidad. Ya no lo permito. Hay cosas que se rompen más cuando no se tocan, como el corazón. Y estoy a punto de llevarlo a la chatarra para que lo reconstruyan de una vez. A él, aunque estuviese desquebrajado, se lo habría entregado. Ya no lo permito. No acepto el “cuídate” de alguien que no se vaya a quedar a ver si lo hago. He dejado de soplar dientes de león y he empezado a enseñar los míos. Ahora las lágrimas me saben a salado porque dentro tengo un mar precioso. No acepto ser la media naranja de nadie. Soy una naranja entera, y si alguien me exprime y me mete en un vaso, no voy a dejar que me vuelque. Que si me quiero volcar, lo haré yo. Y aprenderé a hacerlo sin vaciarme, sí. Me volcaré en las relaciones, en la vida, pero nunca me vaciaré dejando de ser lo que soy por dar parte a otra persona. Estoy cansada de escuchar en la radio la canción de “no puedo vivir sin ti, no hay manera”, porque sí, sí puedo vivir sin ti; y sí, sí hay manera. Estoy en contra del amor insano y del marido y mujer cuando sobre todo es marido, y luego mujer. Quiero tener más margen de elección que el elegir entre ser violada o morir. Estoy harta del “Si es niña, rosa. Si es niño, azul”. Sueño con preguntar a alguien cuáles son las profesiones de las mujeres y que me responda “las mismas que los hombres”. Y que con los sueldos sea igual. Ya no lo permito. Ojalá que tú tampoco. Nuestros genitales no tienen por qué limitarnos. Recuerda que aunque un billete se tire al suelo y se machaque, nunca va a perder su valor. Y ese billete eres tú. Quiérete, que si no te quieres a ti, no es que no vayan a quererte, es que van a quererte mal. No dejes que nadie coarte tu libertad de decidir qué y cómo. Este es mi regalo, de esos con lazo rojo, donde pone “te lo mereces”.

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// Un día más Seis y media de la tarde y aquí sigo, sentada frente al ordenador sin haber comenzado ni siquiera con el primer informe presupuestario de la empresa. Sin embargo, no ceso de actualizar Facebook en mi móvil por si él ha comenzado a seguir a una nueva “amiga”, si ha comentado en un nuevo tablón… mientras, miles de preguntas y sospechas circundan mi mente. Él cada vez se muestra más distante, más apagado, y por si fuera poco, no para de hablar de las nuevas incorporaciones de su empresa, que si son muy inteligentes, preciosas, solteras… ¿a caso intenta ponerme celosa?. Por fin me decido, apago el ordenador, cojo las


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llaves de casa y cierro la puerta de mi despacho, total hoy no iba a conseguir hacer nada y me apetece dar un paseo antes de llegar a casa. Pero ahí está él, esperándome frente al edificio donde trabajo, simplemente para ver que ningún compañero me acompaña. Se acerca a paso lento, me coge de las manos y me atrae violentamente hacia él, me besa con fuerza, casi desesperadamente. Tras un breve paseo, manteniendo una conversación trivial, lamentablemente llegamos a nuestro pequeño apartamento, lúgubre, solitario, frío. Cada vez que él pone un pie en éste, cambia su humor radicalmente, se vuelve irascible, violento… en cuanto hemos cruzado el umbral de la puerta, ha ido hacia el salón vociferando que él era el único que trabajaba de verdad y por tanto necesitaba descansar. Muy a mi pesar, me tocaba, otro día más, hacer la cena. Sola, sola frente a la cocina, sola con mis pensamientos. Aún no entiendo qué es lo que me sorprende, tras quince años de noviazgo seguimos igual, él siempre está cansado, nunca puede hacer nada por mí, y menos, ayudar en casa “yo soy el que gana más dinero, además, ¡con lo bien que lo haces tú!”, las palabras de siempre retumbando en mi cabeza. Por fin he acabado de preparar las tortitas fritas rellenas de carne, tras poner la mesa y servirle en el salón para que no tuviese que moverse, al fin puedo sentarme. No ha pasado ni un segundo desde que he conseguido acomodarme y ya oigo su voz desde el salón, me estremezco, ¿qué he hecho esta vez?. Me reclamaba que preparase la mochila para el día siguiente ya que nos íbamos de excursión a las Bardenas Reales y tenía que preparar la bebida, comida, la crema de sol… porque como ha dicho, las chicas nos encargamos de eso. Pero ya estoy harta, se acabó, es la gota que colma el vaso, así que sin decir nada, agotada, rendida, he abierto la puerta de casa y la he cerrado tras de mí, en silencio. A mis espaldas escucho el eco de sus gritos. No pienso mirar atrás, no voy a volver, se acabó. De repente noto un pie ascendiendo por mi pierna lentamente. Me despierto, todo ha sido un sueño, pero hoy, es el día.

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// PINTANDO SENTIMIENTOS Decidimos irnos de vacaciones y lo que parecía un fin de semana tranquilo entre amigas se convirtió en una velada de lo más reveladora. La última noche decidimos ir a cenar a la playa. El mar estaba en calma, la luna brillaba como nunca, la música se oía cada vez con más intensidad mientras nuestros cuerpos estaban casi pegados en la pista de baile. Ella llevaba puesto un vestido negro muy ceñido al cuerpo, su pintalabios rojo carmín, unos tacones quilométricos y el pelo suelto algo enredado de tanto bailar. Yo llevaba un mono corto de rayas, un pintalabios rosa, los tacones y el pelo recogió en una coleta. Esa noche hacía mucho calor. Bebimos y bailamos hasta no poder más, no se nos borro la sonrisa de la cara en toda la noche. Cuando empezó a amanecer volvimos al hotel. Una vez en la habitación, ella me miró con picardía y empezó a lanzar la ropa por toda la habitación metiéndose en mi cama, yo ya estaba dentro. Empezó a acariciarme con mucha delicadeza la cara y después fue bajando. - Deja de pensar y déjate llevar – me susurró al oído. Entrelazamos las manos y nos besamos. El bello se nos erizo y la pasión se desató. Fue la primera vez para las dos con una mujer, algo tan íntimo como bonito que tardaríamos en olvidar. Al día siguiente nos despertamos abrazadas. Ella estaba tranquilamente dormida con su cabeza encima de mi pecho, no la desperté. Esa fue la única noche que pasamos juntas y me aventuro a decir que nunca la olvidamos aunque nunca hablamos de ello. Con el paso de los


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años perdimos el contacto, nuestros caminos se separaron pero por lo menos una noche pudimos demostrarnos lo que sentíamos sin ataduras ni complejos.

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// EN EL REFLEJO ESTÁS TÚ —Entonces, ¿cuál es la relación más importante que debemos cuidar? —preguntó María a sus trece años. —La más íntima que compartes con un igual. La que mantienes contigo misma —respondió la maestra. Esa respuesta ha acompañado a María a lo largo del tiempo. Para poder entenderla, decidió vivir con los ojos bien abiertos. Una mañana, en su consulta, tuve la oportunidad de escuchar lo que María había visto al observar el mundo. —Me levantaba —me contó—, mirándome al espejo diciéndome que estaba horrible. Escuchaba al vecino gritarle a su mujer pidiéndole que no le gritase ella a él. Me veía envuelta en compromisos que no me apetecían. Mis amigas criticaban la falda corta que llevaba la de al lado y mis amigos se reían de cómo gesticulaba aquel chico que siempre era el centro de sus burlas. Mi padre se alarmaba al ver a dos chicas besándose. Mi compañera de trabajo me preguntaba con insistencia el porqué de que no tuviera hijos. Dejaba que mi novio condujese en los viajes largos porque, al fin y al cabo, a él se le daba mejor que a mí. Me enfadaba cuando no se hacían las cosas a mi manera ya que mi forma era mejor, ¿no? —Y es entonces —prosiguió—, cuando entendí a mi maestra. Comprendí que lo que con certeza se puede cambiar estaba dentro de mí y que lo que cultivaba se expandía. Ahí es cuando la vida se abrió ante mí y empecé a ver la otra parte. —Déjame que te cuente —continuó María—. Me encontré mirándome al espejo diciéndome que soy estupenda. Me percaté de los matrimonios que, con cariño, se comunican. Me vi rechazando propuestas ya que elegía priorizar mis necesidades. Descubrí a mujeres y hombres disfrutando de la belleza de sus iguales, ¡preguntándose dónde se compraban esas faldas tan estupendas! Escuché a una pequeña que se sorprendía al ver a dos chicas besándose y a la que su tío le explicaba que el amor no entiende de eso, que el amor simplemente existe. Iba caminando y veía a grupos reunidos enriqueciéndose en su diversidad. Empecé a conducir siempre que me apetecía y aprendí que las cosas no tienen sólo una manera de hacerse, sino tantas como personas las hagan. —¡Qué gran lección me dio mi maestra! —exclamó María entusiasmada—. Fui consciente de que pedimos que nos quieran, respeten, acepten, que nos potencien en nuestra esencia pero, ¿estamos seguros de hacerlo primero nosotros? María me miró con ternura. Tras ella se podía contemplar el aprendizaje de una vida descifrada a través de una pregunta en su infancia. Con dulzura me dijo—: ¿y si empiezas por ti?

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// DETRÁS DE LA PUERTA Laura es una chica tranquila e inteligente. Le gusta pasar tiempo con sus amigos y salir por ahí los viernes, como aquel día. Eran las cuatro y diez de la noche y ella ya llegaba tarde a casa, sus padres son muy estrictos en cuanto a la hora porque han oído lo que


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les ha pasado a otras chicas. El mayor requisito que debe cumplir es el de no volver sola a casa, pero ese día era una excepción. Sus amigas aún estaban en la discoteca y no iban muy bien como para acompañarla. Jennifer iba caminando sola a casa, aún le quedaban unos siete minutos para llegar así que empezó a caminar más rápido. En ese momento se acordó de Diana, la chica que desapareció hacía dos semanas, así sin más al volver una noche sola a casa y que tanto había inundado las noticias. Jennifer sabía que no debía hacer lo mismo por su propia seguridad, pero la parada de bus le pillaba muy lejos así que decidió arriesgarse. Pilar estaba sentada en un banco, esperando a un taxi que la llevase de vuelta a casa de una larga noche de diversión con sus amigos. Ya estaba cansada así que se quitó los tacones que tanto la molestaban. A lo lejos vio un grupo de chicos que se dirigían hacia allí. Seguro que empezaban una conversación con ella con cosas como “qué guapa vas” o “¿Qué haces aquí sola?”, como ya le había pasado muchas (igual demasiadas) veces. Con la intención de evitarlo Pilar empezó a caminar rumbo a su casa. Ella solo quería llegar cuanto antes. Silvia volvía a casa a las cinco de la mañana, como todos los viernes que salía. No solía ir andando, pero ese día no le quedaba más remedio porque habían cortado la calle que llevaba hasta su casa y la línea de bus ahora la dejaba muy lejos. No le gusta ir andando a casa y muchísimo menos sola, porque pasa miedo, aunque no ocurra nada, por eso siempre finge que va hablando por teléfono con alguna amiga, por si acaso. Laura aceleraba el paso en cuanto se acercaba para evitar que sus padres notasen la tardanza mientras que Jennifer iba prácticamente corriendo. La noche era fría y todas compartían un objetivo tan sencillo como llegar bien a casa. Pilar había perdido de vista a esos chicos, pero eso no la tranquilizó demasiado porque podían volver a aparecer. Silvia mientras corría, literalmente, seguía hablando por teléfono porque había oído voces tras de sí, y eso, aunque a muchos le pareciese una chorrada a ella le tranquilizaba, y mucho. Jennifer llegó al portal, por fin, al igual que Laura, que se apresuró a sacar las llaves del bolso. Pilar abrió la puerta y entró. Al cerrar la puerta Silvia sintió un alivio mayor que encontrar el móvil cuando crees que lo has perdido. Y puede que a mucha gente le parezca una tontería, pero a ellas no. A nosotras no.

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// Y ella comió perdices… sin él - Hola cariño, ¿qué tal todo? - Bien, aquí viendo la tele - Y si estás viendo la tele ¿por qué estás en línea? - Estaba hablando con Sofía, para ir a la piscina esta tarde. - Mmm… ¿seguro que solo era Sofía? - Si tranquilo. - Bueno vale, ¿oye me echas de menos? - Si… pero si te fuiste ayer, solo llevas allí un día. - Ya… bueno, es que yo estoy todo el día pensando en ti. Espero que tú también pienses en mí. - Que sí, pero también estoy bien aquí con mis amigas disfrutando del buen tiempo. - Si no te digo que no, pero seguro que prefieres pasar tiempo conmigo y no con ellas. - La verdad es que me lo paso bien contigo, pero también con ellas. Esta noche saldremos un rato después de ir a la piscina.


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- ¿Vas a salir hoy? Pero si es martes… - Ya, pero es que estamos de vacaciones y hay una fiesta ibicenca en Ozone y ya tengo la entrada. - ¿! ¿Vas a ir a Ozone?!? - …Si, a mí me parece un buen plan de comienzo de verano. No tienes por qué preocuparte. - Ya sabes que me gusta preocuparme por ti. Bueno ¿qué ropa te vas a poner? - Pues aún no lo he pensado, pero igual un vestido blanco y las sandalias plateadas. - Ese vestido me parece un poco corto la verdad. - Es que hace 32ºC hoy. - Aun así… yo me pondría el vaquero blanco, más cómodo para pasar la noche. - Es que hace mucho calor para eso, así que me pondré el vestido, te guste o no. - Vale, pero no hace falta que te pongas así… solo quiero lo mejor para ti. - Ya lo sé, pero yo me conozco muy bien y se lo que es bueno para mí y lo que no. - Lo sé, pero si te aconseja tu novio será mejor, porque yo soy el que más te quiere. - Gracias, pero no hace falta que te preocupes, tu diviértete allá que yo lo haré aquí con mis amigos. - ¿Amigos? ¿Qué chicos van? - Pues los de siempre., Santi, Manu y Xabier. - Ah… - Tranquilo que no va a pasar nada, solo son amigos de la cuadrilla, ya lo sabes. - Ya, pero aun así… no me fío. - Chico, pues no te he dado motivos para que no te fíes de mí, no te voy a engañar con otro ni nada por el estilo. - Eso espero… de todas formas no me huele esto muy bien, joder, ¡tendría que estar yo allí! - No tiene por qué. Estoy bien. - Ya, pero para protegerte me necesitas. - Perdona, pero se me proteger yo solita en esas situaciones. - No creo, necesitan saber que tienes novio, que yo soy tu novio. - Pues la verdad es que no hace falta - Claro que sí, me necesitas. - ¿Cómo? - Pues eso, que no es una buena idea que vayas. - ¿Sabes qué? Que no te necesito. Se me cuidar sola, que voy a ir a esa fiesta con mis amigas y me lo voy a pasar como nunca. Y pienso estrenar mi vestido hoy. Y si no eres capaz de aceptarlo pues lo siento mucho pero no eres mi padre y no tienes por qué decidir por mí, así que tu quédate ahí y preocúpate de tus cosas que yo lo haré con las mías. - A mí no me hables así, que soy tu novio. - Pues mira, ya no, por si no estaba claro. Tu preocúpate de tus cosas que ya no necesitas controlar las mías.

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// y si… ¡Si! Él se levantó inseguro, hoy era la fecha señalada. Se dirigió al espejo y fijó su mirada en él.


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Al ver su restro, se dio cuenta de lo marcado que estaba por la larga lucha por la felicidad. Pronto empezaron a surgirle dudas: <<¿ Y si es verdad que estoy enfermo? Como dice mi padre. ¿Y si luego me arrepiento por pecador? Como dice mi abuelo. Si me esfuerzo igual cambio, como dice mi madre. ¿Y si tengo hijos? ¿ Cómo le explico yo que…? Bueno, tal vez tengan razón, pero me da igual, tras años de larga espera iré a la iglesia y contraeré matrimonio con las persona que quiero.>> Se preparó y salió de casa. Al llegar ella esperaba en la puerta, cuando lo vio, se acercó al chico, lo abrazó, lo cogió de la mano y le dijo: - Vamos dentro, tu prometido ya está listo.

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// IGANDEAK, PENTSATZEKO UNEAK Igandea da eta iluntzen hasi da. Berriro ere autobuserantz noa motxila astunarekin. Atzean, asteburua, koadrilarekin botatako barreak, familiarekin izandako tirabira barregarriak, eta Iruñeko kaleak utzirik. Beti bezala berandu noa eta hilabete gutxiren buruan egindako laguntxo berriak hor ditut zain, asteburua komentatu eta aste luze bat elkarrekin pasatzeko prestatzen gara. Bidean euri tanta batzuk erortzen dira, beti bezala. Poliki poliki gauak harrapatzen gaitu kostaldera bidean. Iristerakoan, hiri berri honetako kaleak hutsik daude. Autobuseko bidaiariak korrika aldentzen dira, ihesean baleude bezala. Momentu honetan hasperen egiten dugu eta etxerainoko bideari ekiten diogu datorkigun astea komentatu bitartean. Azkenean iristen gara, askotan etxea ezezaguna sentitzen dut, beste askotan gorrotagarria, igandeetan dena okerrago ikusten da. Pentsatzen jarri naiz, igandeak pentsatzeko aproposak dira.Iraila arte ia ezezagunak nituenak, orain lagunak bilakatu dira, klasetik triste iritsitako egunak tontakeriekin konpontzen dituztenak, edo egun alaiak alaiagoak egiten dituztenak. Ikasketek bizimodu berri honetara moldatzera behartu gaituzte. Baina oraindik denbora dugu, barre egiteko, negar egiteko, aserretzeko edo tontakeriak egiteko eta batez ere harremanak estutzeko.

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// LAGUN TALDEA Eguzkia ateratzen hasi da, eta etxera bidean naiz. Iruñeko auzo bateko jaietatik bueltan nator, gaua dantzan, hizketan, eta jende berria ezagutzen pasa dut. Tamalez , jai giroa jende berria ezagutzeko momentuetako bat da, eta askotan bai, tamalez. Jaietan jendea alaia, hiztuna eta lotsagabeagoa da, gehientan bertan ezagutzen dituzun pertsonekin ez duzu berriro hitz egingo, eta kaletik elkartzean irrifar lotsati batekin agurtuko zarete. Beste askotan ez ordea, gau batean ezagutuako pertsona bat, zure lagun mina, neska-laguna, mutil-laguna edo lagun handi batean bihur daiteke. Auskalo! Beno, gaua bukatu da eta koadrilakoekin bueltatu naiz etxerantz. Bai koadrilarekin, hain lagunak ditudan pertsonekin. Baina zer da koadrila berez? Hiztegian begiratu dut, eta honako jartzen du: ”Hego euskal herriko behe mailako terminoa. Euskal Herrian aisialdiaz elkarrekin gozatzeko elkartzen den gizataldea da, eta bere kideei taldearen


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babesa eta gizartekotzeko aukera ematen die”. Esaldi batek harritu egin nau: “Gizartekotzeko aukera ematen die”, tximinoak bagina bezala. Baina bai askotan egia da, koadrilakoekin ez bagaude, edo koadrila batekoak ez bagara biluzik bezala sentitzen gara, hainbeste maite ditudan pertsona hauekin sortutako “taldetxo honek”, jende berriarekin joateko askatasuna muga dezake, harremanak baldintzatuz eta jendea sailkatuz. Koadrilen bitartez egindako sare moduko bat dagoela dirudi. Pertsona batez hitz egiterakoan ateratzen den lehen gauzetarikoa da: “Elene, mendilorrikoa, bai Eider eta hauen koadrilakoa”. Beraz bai “Gizartekotzeko aukera ematen die” esaten duenean, arrazoi piska bat duela onartu behar dut.

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// VALGO MÁS Hoy has vuelto a pasearte entre los laberintos vacíos de mi mente. Has dejado tu aroma a viejos recuerdos flotando en el aire. Como un fantasma por su castillo, vagas por entre los entresijos de mi inconsciente... La banda sonora que ambienta todas mis interpretaciones. Rompen contra el acantilado de mi soledad, buscando ese resquicio de debilidad por el que colarse y en vez de espuma llenan mi mente de historias. Recuerdos que aún hoy montan toda una escuela de danza en mi estómago. Me acuerdo de ti, de tu divertido desconcierto porque me reía en mitad de tus besos. Y te preguntabas porqué... Creo que jamás lo entendiste. Eras el único capaz de ponerme la risa en la boca, y yo simplemente derrochaba felicidad... Intuía la realidad desde mucho antes de que me olvidaras... pero decidí creer que tarde o temprano me elegirías. Y, al igual que tú, me equivoqué. Supongo que preferí creerme mi propia mentira antes que escuchar la verdad y verme empujada a cortar con todo. Escogí confundir sensaciones con sentimientos y al final opté por una felicidad descolorida. Pero ¿sabes qué? Valgo más que eso. Valgo más que estar así contigo. Porque soy mucho más. Mucho más que las burbujas de emociones que nos estallan al encontrarnos. Mucho más que la efímera efervescencia que nos sumerge cuando estamos juntos. Mucho más que el reflejo empañado al que nuestra relación se limita... Que soy y valgo mas allá de ser sólo momentos y sensaciones. Que ya se acabó. Que las mentiras que me contaba a mí misma sobre ti, sobre mí, sobre un posible nosotros que se evaporaba ante mis ojos hace mucho que dejaron de bastarme. Que la próxima vez no pienso caer de nuevo. Porque sencillamente valgo más que todos los ratos divertidos que podamos pasar. Porque simplemente soy yo, al completo, no un puzle que puedas deshacer en piezas. Así que, si me eliges, elígeme entera. Así que, si me quieres, quiéreme entera. No me recortes, o no me quieras.

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// NUNCA MÁS El gélido viento invadía todo mi cuerpo. Estaba decidido a hacerlo. Era la única forma de acabar con aquel sufrimiento. Pasarían unas tres o cuatro horas hasta que mi madre se preocupara por mí. No tardarían en encontrar mi cuerpo sin vida. Pensé en la cantidad de


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gente que asistiría a mi funeral. Pensé que las personas que habían convertido mi vida en un infierno llorarían mi muerte y quedarían camuflados en un entorno de hipocresía y falsedad. Pero ya nada importaba, sólo quería sentirme libre, y aquel precipicio parecía ser la única opción. Poco a poco me iba acercando más al borde del abismo, al borde de mi salvación. En esos instantes de incertidumbre rememoré los peores momentos de mi vida. Las palizas a la salida del colegio, las amenazas de muerte para que no contara nada. Era increíble lo que un niño de doce años podía llegar a aguantar. Sentí que si me lanzaba al vacío ellos ganaban, pero ya daba igual. Nunca más sufriría acoso. Nunca más volvería llorando a casa. Nunca más tendría que camuflar mis heridas con maquillaje barato. Pero en ese momento, a escasos centímetros de ser libre al fin, pensé en las personas que de verdad me querían. No les podía hacer eso. Acabar con todo habría sido lo sencillo. Lo verdaderamente jodido era seguir vivo. Seguir tragando y tragando. A día de hoy no sé qué fue exactamente lo que me hizo retroceder sobre mis pasos, dejar atrás aquel precipicio y comenzar mi nueva vida. Pero por la razón que fuera, aquel nueve de noviembre mi vida cambió de manera radical. Pasé los siguientes años de mi vida entre demandas y juzgados, y finalmente logré pasar página. Lo hice por todos esos niños que se habían marchado, y cuyos agresores no habían pagado por sus muertes. Han pasado 8 años desde aquella tarde de otoño. Y estoy convencido de que mi yo de veinte años fue el que hizo que aquel frágil niño de doce años decidiera no rendirse. Porque el niño de doce años supo en ese preciso instante que con el tiempo su situación mejoraría, y el tiempo se encargaría de poner a cada uno en su lugar.

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//Giltza eta gakoa Beti zebilen Alazne giltzaren bila. Berdin dio zein lekutan: kalean, unibertsitatean, jaietan, oporretan… Hogei urte bete berri zituen azken azaro hartan, eta oraindik ez zuen aurkitu lau urte luzez bilatu izan zuen giltza. Mozkor gauetan ere giltzaren inguruan galdezka ibili ohi zen. Parrandan zebilen jendeak, Alazneren kezka entzunda, zein koloretakoak ziren edo ikusi zituen azken aldia noiz izan zen bezalako galderak egin eta gero, hauek bilatzeari ekin ohi zion. Bilaketa antzua, noski, ez baitziren giltza fisikoak, ezin baitziren ikusi. Neska gazteak, ordea, ez zien horri buruz deus ere esaten, berak bilatzen zituen giltzak aurkituko zituztelaren itxaropena zuelako akaso. Edo Alaznerenak aurkitzen ez bazituzten ere, Alaznek bilatzaileak ustekabean bere giltza propioa topatuko zuelako ustea zeukan. Izan ere, bera laguntzen zituzten pertsonak ez ezik, gizarte osoa ere bereen bila zebilelako, beraiek oraindik jakin ez arren. Ume-umetatik zeukan Alaznek bilaketa hori barneratua. Haur-hezkuntzan zegoenean “aita, ama, zenbat urtekin ezkonduko naiz…” tankerako abestiekin jolasten zen soka-saltora. Nolaez, zein mutikok eman zion muxutxo bat zen galdera; lehen-hezkuntzan mutikoek neskek orduan hazten hasi zitzaizkien bulartxoei eusteko eraman ohi zuen “top” delakotik tiratzea normala zela errepikatu zioten, bera gustoko zutelaren seinalea besterik ez zela esanez. Halaxe jasan zituen DBHn kurtsoko poliena eta bular edota ipurdi handiena nork zituen seinalatzen zuten zerrendak, zalantza izpirik gabe,mutiko koxkorrek egindakoak. Bitartean, etxean ea mutilagunik zuen edota zenbat urterekin ezkontzeko asmoa zuen itaundu ohi zioten, eta oraingoan ez zen ez soka-saltoan, ezta jolasean ere. Bizitza jaio zenetik bideratu izan zioten aurretik beraiena bideratu zuten helduek. Horrela, munduratze hutsarekin sartu zen halazne gaur egun heteropatriarkatua izena jarri dioten


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katean. Jaio, ideia horiek barneratu, gizon batekin ezkondu, seme-alabak eduki, hauek era berean hezi eta hil, hori zen Alazneri bizitza deitzen zaion antzerki honetan jarraitzea zegokion gidoia. Eta ez bakarrik berea, pertsona ororen bizi-gidoia ere bazela ongi zekien Alaznek bere hogei urtetako bizitzari buruzko jakintza eskasean. Hala ere, bizitza osorako zoriontsu egingo zuen gizonarenganako atea irekiko zion giltza bilatzen jarraitu zuen azken lau urteetan, tradizioak markatu bezala. Ez baita erraza pertsona bakar batek beste milioiek osatzen duten gizarteari kontra egitea. Horrexegatik, inbidia ematen zioten parkean bezala nonahi elkar muxukatzen ikusten zituen bikote zoriontsuak, baina inbidia sanoa. Saiatu egiten zen besteek ere beraien giltza aurkitu zezaten, batez ere maite zituen lagunek, eta bere “celestina” lanak funtzionatzen zuenean ongi sentitzen zen bere buruarekin. Berak, ordea, ez zuen maitemindu sentsazioa erangingo zion inor aurkitzen, horrexegatik bihurtu zitzaion obsesio giltza bilatzearena. Guapoekin, ez hain guapoekin eta era guztietako mutilekin probatu zuen. Saiakera hutsalak, antza. Gaitz horrek eragin zion, ordea, irakurtzeari denbora gehiago ematea. Txikitatik gustoko zuen, baina denboran aurrera egin ahala, baztertu egin zuen, bere adineko jendeak egiten ez zuen zerbait zelako akaso. Irakurriz zabaldu zitzaizkion mundu berriak, berak ordurarte bizi izan zituenak bezain errealak. Berdin sare-sozialak, poemak, eleberriak… Mundu berrietan murgilduz ikusi zuen mundu “erreala” den hori liburu bateko gidoia baino idatzago dagoela. Eta berak ez duela gidoi hori zertan jarraitu, gizon batenganako atea irekiko zion giltza aurkitu. Horrela, sarraila aldatu zuen, atea ireki, eta zoriontsu izateko bere burua ez den beste inoren beharrik ez zuelaz jabetu zen.

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// RUTINA 4:02 am. Se levanta de la cama estando ya vestido y camina hasta la puerta haciendo el menor ruido posible. Había sido una buena noche, papá y mamá estarían dormidos. “Dos pasos hacia adelante y uno a la derecha, dos pasos hacia delante y uno a la derecha”. Abre la puerta. El suelo está húmedo: “otra vez”. Suspira y da un paso. Algo cruje. Un paso hacia atrás. Un ronquido. “¿Y mamá?”. Silencio. “No pasa nada”. Otro paso hacia adelante: “mamá estará bien”. Otro paso: “cosas de mayores”. Gira a la derecha: “papá solo se preocupa por mamá”. La puerta. Otro ronquido. Hay ruidos en el cuarto de papá y mamá. Abre la puerta y sale. Las piernas le tiemblan, las manos le sudan y siente que el corazón se le sale del pecho. Sale del portal. ‐¡¡PABLO!! – Corre. ‐ ¡Pablo! ¡Vuelve ya! – Su voz se quiebra. Resopla. Ha llegado ya a la calle San Francisco, pero puede seguir oyendo la voz de su padre en su cabeza “Pablo, vuelve; Pablo, Pablo, Pablo...”. Está cansado, las piernas le fallan. Llora. La discusión sobre la medicina de papá. El golpe. El grito. La botella derramada. Más gritos. Y silencio. La rutina. Pablo había muerto hace un año. Un accidente. Desde entonces papá estaba


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raro. Llegaba a casa con paso torpe y olía muy fuerte. Mamá le solía decir que no pasaba nada, que papá y ella solo estaban un poco tristes, pero que había que ser fuertes. A veces los vecinos le preguntaban qué tal, o le invitaban a merendar. Papá contestaba que la gente no se tiene que meter en la vida de la familia, que solo tenía que hacer caso a papá y mamá. “Papá pega a mamá y eso estaba bien, porque el que se porta mal merece un castigo. Y eso está bien.”

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// HURACÁN GABRIELA Gabriela nunca supo cómo cuidar las cosas. De tantas rosas muertas, su primer novio, Antonio José, pasó a regalarle flores de plástico compradas en el chino más cercano. Al final, era la intención lo que contaba.Gabriela terminó con él después del segundo girasol falso. A los doce años, jugando al escondite por puro accidente le abrió una ceja por la mitad a su hermano Jesús, seis años menor que ella. Gabriela lloró por tres horas sin descanso y hoy, doce años después, su hermano aun tiene la cicatriz. A los dieciocho años, llena de moretones, esguinces y faringitis prácticamente crónica Gabriela seguía saliendo sin bufanda en invierno y cruzando las calles de Madrid sin mirar a los lados. Sin embargo, Gabriela siempre se quejaba de no estar nunca bien. Después de Antonio José, vino Juan Carlos y luego María Alejandra y, luego otra vez, Antonio José. Pero todos acabaron yéndose por la misma razón: “Es que, Gabriela, no valoras nada y me tienes aquí, dándote todo”. Hoy, 23 de abril de 2008, Gabriela sale a comprarse girasoles de parte de ella para ella misma, con su bufanda azul cielo apretada en el cuello. Mira antes de cruzar las calles caraqueñas y sonríe a los que caminan por la acera junto a ella, hasta que llega a casa y se lanza un beso en el espejo, para repetir la misma rutina al día siguiente.

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// BERRIKETAN Berriketan. Berriketan ginen ostegun gau hartan. Lagun artean, gustura, eroso. Zinemaz ari ginen, ikusi zenuen azkeneko filmaren inguruan: “Call Me by Your Name”. Ez zenidan zehaztasun gehiegirik eman nahi izan nik ere ikus nezan. Hurbilago. Elkarrizketa hasieran baino hurbilago sentitzen zintudan. Aurpegiak geroz eta gertuago, zure begirada nirean murgilduta, eta nirea zurean. Pelikula batean bageunde, musuka hasiko ginateke momentu hartan. Errealitatean gertatuko zena gure esku zegoen ordea, zuzendari gorenik gabe, guk geurea eraikiz, zu eta ni. Kulerotan pentsatu nuen. Bekaldea ez nuen hezetuta. Zure ezpainetara salto egiteko izugarrizko gogorik ere ez nuen eta horrek, nahastu egiten ninduen. Zuganako interesa, interes sexuala ostera, ernaltzen ari zela uste dut. Mutil bat izango bazina zer egingo nukeen pentsatzen saiatu nintzen. Hark “seinale” nahikoa emanez gero, ausardiaz bete eta musu emango nioke, noski. Arazoa ostera, ez zen ausardia


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falta, ziurtasun eza baizik. Zure “seinaleak” jaso nituela uste dut baina, ez zuk eta ez nik ez genekien zer nahi nuen. Berriketan jarraitu genuen, hurbil. Zurekin noiz topatuko zain nabil orain, ezer argitzeko asmoz, gau hartan, berriketan, zuk soilik piztu bait zenidan halakorik.

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// MUJER HOY Feliz de haber nacido mujer en la época del cambio. Alegre, de ver que no se me exige quedarme en casa, cuidando de mis hijos, preparándome para mi marido. Festiva, al comprender que todos somos iguales y libres, que somos fuertes y sensibles, cada uno a su manera. Contenta al descubrir que nuestra orientación sexual ya no es un problema que impide encontrar nuestro trabajo de ensueño. Pero sobre todo, afortunada, por ver como

evolucionamos sin prejuicios, a pesar de que no todos los países lo hacen junto a nosotros.

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// AMOR CON R Nos conocimos en una calurosa tarde de verano en Madrid, parecía mi tipo. Nos enamoramos. Ya se había mudado a mi casa, imperfectamente nos aguantamos, gritos, insultos, lágrimas. Lo dejamos, se fue de casa. Volvimos, y descubrí mentiras, engaños, likes, comentarios y DMs muy privados en su Instagram, junto a una app de ligues buscando no se qué. Abrí los ojos, parecía que había estado dormida durante un año, llorando con rabia recogí mis cosas y jamás contesté sus llamadas, hasta ese próximo verano, cuando ya no sentía ese amoRespeto.

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// ELLA

La vi por la noche, mientras terminaba mi café en el local de camino a casa. Fue su semblante lo que llamó mi atención. No sonreía ni mostraba alegría, pero tampoco denotaba tristeza o desazón sino que parecía sumida en la ataraxia. Poseía sin embargo una cualidad intangible que no logro definir. En la calle se encendieron las temblorosas luces de las farolas, que se reflejaron en los cristales y, combinadas con las incipientes gotas de lluvia que empezaron a caer, crearon un efecto óptico que me impidió seguir viéndola.


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Seguí a lo mío. Cuando termine mi café salí a la calle habiéndome olvidado ya de ella Anduve unos minutos por la calle principal de la ciudad, una avenida con casas señoriales, aceras adoquinadas y soportales en los portales que protegían a la gente de la lluvia. Y fue entonces volví a ver a la chica del café: pequeña y menuda, de aspecto frágil, pelo caoba, ojos marrones con un ligero estrabismo y una andar un tanto peculiar. Una chica normal. Del montón. Me hizo gracia volver a verla. Tanto que a pesar del viento impetuoso y del agua aparentemente inagotable, decidí seguirla. Pero ¿qué pensaría él? Seguramente diría que no era normal, que estaba loca y que eso podría llegar a asustar a la gente. Que no tenía ningún sentido tanta atención a una chica del montón. Ahí me di cuenta de que me estaba mirando. En el fondo, no era tan fea como pensaba. Su pelo enmarcaba unas facciones angulosas y sus ojos le aportaban un toque único y diferente. Su andar era ágil y su sonrisa, franca. Y en ese instante comprendí que para quererle con la misma intensidad con la que le amo a él tenía que empezar a amar de la misma manera a esa chica que vi como una sombra en la calle. Esa chica que estuvo a mi lado todo el camino hasta mi casa. Como un reflejo... ...mi reflejo. Y sólo entonces será un amor entre iguales.

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// VERSOS INVERSOS - EQUIVOCARME Escribo en folios blancos, quiero contarlo Todo lo que soy, lo que fui y lo que seré Nací para creerlo y recordarlo Espero que el dia de mi final pueda morir de pie No estoy de paso, esto va para largo Aunque me fui más de una vez pensé en volver Me gusta estar a solas de vez en cuando Con los ojos cerrados mientras oigo llover Una montaña rusa dentro de mí Sin saber cómo se sale de aquí Inteligente y despistado Fumo en la terraza solo se pensar en ti Las botas puestas, llenas de barro Con la mente en blanco disfruto del cielo gris Confío en mi familia, y en mis hermanos “así es la vida” “hala da bizitza” “c’est la vie” Lucha hasta el final, me dijo un sabio Busca tu camino, busca dentro de ti Hay que equivocarse, cometer fallos Con la soga en el cuello seguir siendo feliz Espero a lo nuestro, al sol de mayo A un beso tuyo una calada de hachís Sueño viviendo, vivo soñando Si me despierto, no te olvides de mí.


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// PERDIDO EN SU MIRADA Nació con unos ojos alegres en un mundo lleno de miradas muertas. Su alma ardía intensamente en una ciudad repleta de hogueras apagadas. Ella quería volar en una sociedad atrapada en una jaula. No le preocupaba la belleza, solo la felicidad. No quería ver la vida de los demás en una pantalla táctil, quería ver la vida con sus propios ojos. No amaba a hombres o mujeres, amaba a las personas. Se enamoró muchas veces, su corazón era enorme y generoso. Conoció cientos de ciudades y personas, pero nunca se detenía. Las personas la deseaban, pero nadie conseguía retenerla a su lado. Era eternamente joven y necia. Pero su sinceridad y su pasión la convertían en pura sabiduría. Era un caos que lo envolvía todo y a todos. Cambiaba de nombre y aspecto, pues cada persona la veía de una forma diferente. Provoco guerras y muertes, pero también lleno el mundo de esperanza y vida. No creía en religiones, no tenía dioses, ni patria. Era optimista y contagiaba ese optimismo a cualquiera que se cruzara en su camino. No juzgaba, solo te tendía la mano y te pedía que la siguieras, fueses quien fueses. Desde que nació la han machacado, la han amado, la han poseído, la han encerrado, la han liberado. Puede que actualmente este mermada y llena de cicatrices. Pero el fuego de sus ojos nunca dejara de arder. Por eso mismo todos la queremos en cierto modo, es lo que nos hace movernos en este mundo, da igual quien seas y como seas, todos luchamos porque siga su camino y nunca se detenga. Y eso nos vuelve realmente iguales. Quizá hayáis oído hablar de ella, se llama Libertad.

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// QUERIDO DARIO Querido Darío, Te escribo una noche más. Estaba tumbado en mi cama, aburrido mirando el techo cuando me he dado cuenta de que llevaba días sin escribirte. Media semana así, vagueando por casa medio en pelotas. Ni te imaginas la cantidad de cosas en las que puede pensar uno cuando se aburre. Y con este calor, es que ni salir a la fresca. De verdad, no bajo del Norte ¡en mi vida! La cuestión es que hoy me ha vuelto a dar por pensar en… eso que tenemos entre las piernas… Y no lo entiendo. No entiendo por qué para algunos es sinónimo de tanta libertad. Osea, no sé, está ahí colgando, sobresale… es feo. Y todos deseando tener la más grande de todas. A veces me siento tan diferente… Y solo. Tengo mi cuadrilla de toda la vida, pero no me identifico con ninguno de ellos. Salir, beber, y arrimarse a la que tiene más “pechonalidad” a ver si cae algo. Como Josu el otro día; quería liarse con una pelirroja sí o sí y así fue. Se acercó, le metió mano, se la tiró y al día siguiente comentando cada detalle mientras jugaban a la PlayStation en el garito. Me dan pena. Ellos y esas pobres chicas. Las utilizan. Me pongo en el lugar de ellas y les mandaría a la mierda. No las respetan, se creen por encima. Aunque por otro lado… normal. Mi padre siempre nos ha tratado diferente a mi hermana y a mí. Ya sabes que somos mellizos, pero me exigía a mí ser el campeón, me preguntaba por “novietas”, en plural, y a ella casi le ignoraba: “ve a ayudar a mamá”. En verdad Uxue me ganaba casi siempre. Como aquella vez que estábamos en el huerto con el abuelo recogiendo sarmientos. Ella podía con los más grandes y además, cuando en los míos apareció una araña gigante, la cogió y la dejó en la hierba tranquilamente mientras yo gritaba


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como loco. Ella es mejor. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Más guapa, más lista, más popular, más feliz. Yo soy un flacucho color lejía que no gana ni para likes en Instagram. ¡Malditas redes! ¿Sabes? A veces me pregunto qué se sentirá siendo mujer. A veces pienso que una mierda por todo lo que aguantan. Uxue con el feminismo no deja de quejarse, y bien hace. Pero otras veces desearía tanto serlo, ser más como ella. Todas son tan… mujeres. Pero vaya, que con todo esto no quiero decir que sea gay ni nada de eso, si ya sabes que llevo enamorado de Elena meses, solo que… bueno, eso. Me voy a ir a ya a dormir, que con el calor desvarío. Gracias, tronco por estar siempre ahí. Y esto lo escribí con 17 años. Cuando me enviaba correos a una cuenta llamada “paraelDaríodelfuturo”. Ahora tengo 23, cambié de amigos, en mi DNI pone Silvia, soy feminista y me siento más guapa, más lista, más popular y más feliz.

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// UN SUAVE GOLPE Lia enfrentó su imagen en el pequeño espejo del cuarto de baño, pero, como las veces anteriores, apenas pasaron unos segundos antes de que bajara la mirada avergonzada. No estaba contenta con lo que veía, no estaba contenta con aquello en lo que se había convertido. Con manos temblorosas retiró uno de los lacios mechones de pelo rubio detrás de su oreja y cerró los ojos para contener las lágrimas que amenazaban con derramarse. «¿Cuándo se había torcido todo?» No lo sabía, él había cambiado, poco a poco, progresivamente, sin que ella pudiera darse cuenta. «El amor lo supera todo, dicen, pero ¿qué es el amor? Hay muchos tipos, sin duda. Sin embargo ¿era aquello amor?» Se obligó a abrir los ojos y afrontar la realidad. Un pálido reflejo de si misma le devolvió la mirada. Su pelo lacio y sin fuerza pegado a la cara, las mejillas hundidas, los ojos opacos y sin vida. «Él había apagado su brillo, había quemado su fuerza y su voluntad y había hecho desaparecer su confianza junto con su futuro. ¿Era aquello amor?» Una solitaria lágrima lamió su mejilla antes de caer sobre la fría porcelana del lavabo. La chica vibrante y risueña que antes sonreía confiada a los desconocidos, ahora temía hasta a su propio reflejo «No, aquello no podía ser amor.» «Aunque a veces, el amor resulte doloroso ¿no debería ser también reconfortante? ¿No debería hacerte sentir bien contigo misma? El amor es dar y recibir, preocuparte por alguien más. El amor era todo menos “aquello”.» Giró la cabeza y levantó un poco la barbilla. «Allí estaba, apenas perceptible aún, el primero, aunque seguramente no el último. No, a menos que hiciera algo para evitarlo. Pero ya era demasiado tarde. Su mente estaba dañada, él la había reducido a eso. Débil, cobarde. ¿Podría abrirse un camino en la vida sin nada ni nadie para apoyarla?» Un suave golpe en la tripa seguido por otro más fuerte la hizo respingar. Bajó los ojos y la ternura la invadió provocando lágrimas de felicidad. No hacía mucho que las patadas habían comenzado. Con dulzura infinita acarició su abdomen. «No tardaría mucho en notarse. Él no tardaría mucho en notarlo.» Enfrentó de nuevo sus propios ojos, el miedo y la rabia llenándola con determinación, calentándola por dentro. «No, aún no era demasiado tarde. No cuando tenía alguien por quién luchar. Aquella pequeña de las criaturas le había devuelto la voluntad y la conciencia, le había dado la fuerza para dar la vuelta y caminar sin mirar atrás.»


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// HOGAR En el modo tradicional de contar una historia, comenzaría diciendo que todo empezó hace seis años y acabó hace tres. Pero, mirándolo ahora con la perspectiva que solo el tiempo puede darte, considero que, en realidad, ese final fue un comienzo: el comienzo de mi verdadera vida, de mi autoconocimiento, el momento en que me abracé a mí misma por primera vez sin la necesidad de tener unos hombros ajenos en los que apoyarme. Podría detenerme en detalles pero creo que no es preciso, porque de lo que trata mi historia no es de cómo hace seis años conocí a Tomás, de cómo tuve un principio idílico, de cómo ese idilio fue convirtiéndose en una cueva o de cómo llegó un día en que esa cueva dejó de ser habitable. Mi historia trata precisamente de lo contrario, de mi salida de allí, mi metamorfosis en ave. Nuestra relación fue como un vaso de un cristal fino que íbamos llenando de cosas. Era frágil y ambos lo sabíamos, pero pensamos que si poníamos dentro elementos y verdades que pesasen nosotros nos haríamos fuertes. No fue así. No fue así porque lo cierto es que ese cristal carecía de transparencia, era opaco, y por lo tanto nos evitaba ver lo que estábamos construyendo verdaderamente, en lo que nos estábamos convirtiendo, quiénes éramos, por qué actuábamos como lo hacíamos, cuáles eran los sentimientos que teníamos el uno hacia el otro. Hasta que una vez miré dentro y lo vi todo con claridad, y lo que vi no me gustó. Porque yo pensaba que lo que nos íbamos dando era equitativo e iba sumándose poco a poco, pero cuando me senté y cogí el vaso observé que lo mío estaba abajo, sujetando todo lo suyo, sirviendo de pilar y de viga. Observé que yo me había estado haciendo cada vez más pequeña, hasta convertirme casi en una sombra de mí misma, con todos mis pensamientos aplastados en el fondo, sin la posibilidad de salir afuera y ver la luz. Me quiso, no lo niego, pero es absurdo pensar que eso es suficiente. Es decir, el amor romántico en sí no basta, es tan solo un concepto abstracto al cual decidimos rendirnos porque toda la historia de la literatura y el arte se ha ocupado de que nos seduzca. Decidí entonces quererme a mí, comprometerme conmigo, hablarme, cuidarme. Decidí convertirme en una nómada de mi cuerpo, ir parte por parte explorando cada ápice de mí, hasta encontrar el momento de detener mi viaje y decir: ya está, no necesito ser más una nómada, por fin me he convertido en mi propio hogar

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// CERRÓ LOS OJOS Se acordó de aquellas quedadas con sus mejores amigas hacía no demasiados años aunque a ella le habia parecido que había pasado una eternidad. Se acordó de cómo se podían pasar horas hablando mientras se tomaban un café, un helado, una cerveza ... La bebida era lo de menos lo que realmente importaba era ese momento en el que se olvidaba de todos sus problemas y hablaban de trabajo, de amigos, de su vida, de películas ... El tema tampoco era lo importante. Recordaba aquellos momentos como lo que eran: recuerdos de pura felicidad. Después de tomar algo, si el sol resplandecía, salían a dar un paseo al parque mas cercano. Veían niños jugar, parejas sacar a pasear al perro, ancianos sentados ...


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Si estaba nublado tenían como costumbre ir a algún centro comercial, no ecesariamente iban a comprar, se paseaban por los brillantes escaparates de las tiendas viendo la última colección de ropa, las resplandecientes joyas de las tiendas de lujo, leyendo los curiosos títulos de los libros más vendidos de aquel mes... Deseaba con todas sus fuerzas volver a esos momentos donde había sido plenamente feliz, donde no le importaba nada ni nadie salvo ella misma, cada momento en aquella epoca valía oro y cada segundo disfrutando de esos momentos hacían que la vida mereciese la pena. Recordaba también a su amigo de la infancia y actual compañero de trabajo, quien le había alegrado todas esas duras mañanas de trabajo con sus pequeñas bromas, la mayoría sin gracia, pero sin embargo para ella tenían mucho valor. Recordaba también a sus padres, a los que ya no veía, quienes siempre habían estado allí para ella, apoyando moralmente, dejándole cantidades de dinero cuando le faltaba, preocupándose por ella, queriéndola ... Nunca podría agradecer suficiente todo lo que le habían dado sin pedir nada a cambio. Pero ahora ya era demasiado tarde para agradecerles. Abrió los ojos. Vio a su marido al que había amado por años y seguía amando cruzar el umbral de la puerta sosteniendo una vara de metal en la mano derecha. Sabía perfectamente lo que iba a ocurrir y por eso decidió volver a cerrar los ojos.

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// SALDUKERIA Txirrinak jo du egunero bezala. Alarmaren lehenengo abisua da. Espero dut gaur segidan altxatu ahal izatea, bestela beti bezala presaka eta korrika ibili beharko. Gaur ordea, beranduago jo du. Hala ere eskerrak txirrina jo duen, bai eskerrak. Ez dut ulertzen zergatik guztientzako eguneko momenturik gogorrena den. Niretzako ordea, pozgarria da benetan. Ez dago etxekoen aurpegira begiratzea besterik haien nekea eta samina ikusteko. Nik berriz pozik nabil alde batetik bestera, inoiz baino gogo handiekin altxatu naiz gainera. Kalera ateratzeko irrikitan nago. Haiei lo egitea gehiegi gustatuko zaie agian, niri behintzat ez hainbeste. Asierrengana hurbildu naizenean mespretxuz pikutara bidali nau, begirada sakelakoan tinko duelarik. Ez dut ulertzen zergatik horrelako humore txarra altxatu bezain pronto. Benetan ez dut ulertzen zer dela eta hainbeste gogogabetzen duen ohetik altxatzea. Ondoren nire lepokoaren uhala lurrera bota du eta alde egin du. Aitak ondoren kotxeraino lagundu nau eta bertan ikusi dut Asier burumakur, sakelakoarekin jolasten berriro ere, nola ez. Guztiak sartu gara kotxean eta etxea atzean utzi dugu. Ez dakit gaur nora joango garen baina alai nago haien ondoan egonda. Agian gaur beste herri batera joango gara paseatzera, edo mendira, auskalo. Bat-batean kotxea errepidearen bazter batean gelditu da. Iritsi al gara? Aita kotxetik jaitsi da, lepokoa hesira lotu eta kotxera igo denean, alde egin dute. Ez dut ezer ulertzen. Ni hemen geratu naizela ahaztu dute beharbada. Tira hemen geratu beharko nire bila etortzen diren bitartean. Nolako burua duten pertsona hauek, nik ez nuke inoiz nire lagun onena errepidearen bazter batean ahaztuko. Hemen ahaztu nautelakotan, noski...


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// CRÉAME, SEÑOR AGENTE Mikel no es como ustedes dicen, él me quiere, lo sé, agente. Llevo dos años con él y si alguna vez ha hecho algo ha sido para ayudarme. Siempre estamos juntos, le prefiero a él antes que a mis amigas, ellas no hacen más que hablar mal sobre Mikel: que si no me quiere, que si se aprovecha de mí… Hace tiempo que no les hago caso. Por salir de fiesta tampoco tiene que preocuparse señor agente, no salimos mucho, desde que estoy con él no me interesa exhibirme hacía los tíos, eso pensamos los dos. ¿Los gritos que oían los vecinos? No se preocupe por eso, Mikel solo lo hacía cuando estaba borracho o “fumao”, a veces las personas tienen cambios de humor repentinos, no era consciente. En realidad lo compartíamos todo, incluso compartíamos nuestro dinero. Cuando no le gustaba algo que subía a Instagram o a Facebook, me lo decía; algunas veces se enfadaba pero tenía razón, bueno, no todas. ¿Estos golpes? Nada, me caí con la bici… bueno, me los hizo Mikel pero él no tiene la culpa, la tengo yo. ¿Qué porque? Porque no me di cuenta de que estaba abusando de mí. Tú no tienes la culpa Alejandra, Mikel es un maltratador.

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// MAMÁ TIENE QUE IRSE Mi princesa, mamá tiene que irse, tengo un pequeño problema en mi corazón, por lo que debo emprender un gran viaje del cual no sé si podré volver. Pequeñita mía, desde el instante en el que supe que estabas dentro de mí te amé, nació en mí el deseo más grande de proteger a alguien. Moriría por conocer tu sonrisa, tus ojos, y sé que lo haré, pero tal vez tú no lo notes. Quiero pedirte perdón, no podré verte dar tus primeros pasos, peinar tu cabello, estar contigo acurrucada en las noches para velar tu sueño, consolarte el día que tengas una pesadilla, ponerte vestidos bonitos… Perdóname por favor, mi niña, perdóname por la manera en la que me tengo que ir, pero no tengo más opción y, ¿sabes? Tampoco me arrepiento de mi decisión, porque todo esto es por ti, para que puedas experimentar el dulce elixir de la vida y la felicidad. No, mi cielo, no te culpo, en ningún momento lo he hecho ni lo haré, es cierto que por ti hoy tomo esta decisión, pero por favor, que jamás nadie te haga creer que tú eres la culpable de algo. Eres el mejor regalo que pude haber recibido, y aunque tuviera la opción de cambiar las cosas, yo no renunciaría a ti, ni un solo instante, jamás dudaría en traerte a este mundo que, si bien está lleno de maldades, también está repleto de cosas bellas, felices y estoy segura de que sabrás encontrar la hermosura del mundo al que vendrás, porque tú eres luz, y sé que iluminarás la vida de todo el que te rodee. Llegará el día en el que crezcas y te conviertas en una señorita, en una mujer y encontrarás a un joven merecedor de tu amor, de antemano debo decirte que no te preocupes, he hecho que tu padre me prometa que será comprensivo y poco celoso. En mi ausencia él cuidará de ti, estoy totalmente segura de que te ama tanto como yo, que sabrá entenderte y que asumirá bien el rol que yo debería tener en tu vida. Si algún día él decide incluir a otra mujer más en su vida, no lo culpes, mi niña, tiene derecho a seguir adelante, y tranquila, que estaré al pendiente de que sea una mujer. En fin, cariño mío, hoy es el día en que vendrás a este mundo, me han preguntado cuál era mi prioridad y me intentaron convencer de que era mejor que yo me quedara en vez de ti, pero no, yo ya viví y tuve los mejores momentos. Mi amor, solo te pido una cosa a cambio, sé feliz, porque siempre valdrá la pena vivir y para mí, hoy vale más que nada dar mi vida por ti. Te ama, tu mamá.


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// LA ÚLTIMA

Otra noche igual. ¿La última? ―Mira, Laura, me voy a ir porque no escuchas nada de lo que te digo. ―No te vas. Cuando algo se repite muchas veces, acaba cansando. Ambas sabemos de sobra cómo acaba esto y será mejor que me dé la vuelta y me vaya. Sin decir nada. ¿No me sigue? Qué raro… Escaleras voy más rápido. He llegado al límite, no aguanto más. Dar a cambio de esto… ¡Brrr! Sí que ha refrescado en la calle. ―Haizea, ¡para! Mierda. ―Por favor, no te vayas. Por favor. Es que… “Es que…” Sin excusa, como siempre. Sigue adelante, no la escuches que te lía. ― Solo quédate a dormir conmigo esta noche... Sigue andando, no contes… ―Laura, me espera mi hermano en casa. No puedo. Eres tonta. ― ¡Por favor! Te quiero. ―Suéltame el brazo ahora mismo. He dicho que me voy, que paso. ― Pues ¡que te den! ¡¡Ah!! La cuarta noche y esta vez ha sonado demasiado. Al menos la verja del Eroski es más blanda que el escaparate de la farmacia y ahora no hay gente en la calle. No merezco esto. ― ¡Te odio! Siempre haces lo mismo, siempre te vas y me dejas sola. Por favor, que pare de llorar ya que esto me está dando una rabia… No puedo. ―Vale, pero no grites que vas a despertar a alguien.


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―Me da igual quién se despierte. ―Para… Para. Laura, ¡que dejes de empujarme, joder! Se oye una persiana, ya estamos molestando. Por favor que alguien me saque de aquí. Qué vergüenza. ― ¡Eh! Dejad de hacer ruido. ―Laura… Joder qué fuerza… tiene, que… me quiero… ¡ir! Mi pelo… corre, ¡corre! ― ¿Seguro que te quieres ir sin tu colgante? ¡Lo tiro a la basura! Espera. Pasa de ella. Es chantaje. Vete. Mira sus ojos, está asustada. No es ella. ―Que no grites. Dámelo. Deja de hacer el tonto, de verdad. ―Cógelo… ¿Esto es en serio? ¿Qué hora será? ¿Las dos? Mira, cojo el colgante y me piro. El amor no duele, el amor no duele. ―Si... te pido que… no… te vayas porque te necesito… ¡No te vas! ― ¡Laura! Otra vez. Siempre le ha gustado tirarme al suelo “jugando”, pero esto es serio. Me he clavado el bordillo y ni lo siento. Me rindo. ― ¡De ahí no te levantas! ― Lau…ra… Tienes mucha fuerza, para. Tengo miedo. Quiero irme de aquí. Por favor. El de la ventana, haz algo. ¡Ayuda! Que pase algún coche. ¡Alguien! Un golpe. Otro golpe. Otro. Giro la muñeca y… ¡Suelta! Corre. Es que le lanzaría contra… ¡Se ha asustado! Se ha echado para atrás con el amago. Vete. Corre. ¡Me voy! No puede seguir así. ¡No puedo! ¿Ahora llegar a casa llena de moratones?


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Ya no me sigue. Escóndete contra este muro. Respira. ¿Llamo a la policía? ¿Y qué digo?¿Qué van a hacer? Y mañana teníamos teatro juntas… Llamo al director que no voy. ¿A estas horas? ¿Y qué le explico? Llamo.

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// INTERFERENCIAS

−Mamá… −¿Sí? ¿Ainara? −Mamá… N-no puedo más –murmura. −¿Ainara, hija? No te oigo bien. −Mamá, no puedo más. Mamá, no quiero… −¿Qué te pasa? Ainara, te escucho fatal. Hija mía, grita un poco más –pide. −¿Mamá, me oyes? −Ainara, ¿qué pasa? −Q-que quiero acabar con todo, mamá –solloza. −¿Estás llorando? ¿Qué ha pasado? −Que se ha vuelto loco… Jorge se ha vuelto loco… −¿Qué? ¿Que Jorge qué? −M-me ha gritado y me ha levantado la mano. N-no está en casa ahora. Se

ha vuelto loco. −¿Qué le has dicho? –inquiere. −Nada. No me he atrevido a responderle. Me he sentado en el suelo y se

ha ido. −¿Pero qué ha pasado? −Nada. Se ha vuelto loco, mamá –aclara. −¿Y por qué te ha gritado? Algo habrá pasado. −No. No ha pasado nada. −No entiendo nada, Ainara –admite. −Mamá, me ha levantado la mano… −¿Qué? No te oigo bien, de verdad. ¿Te ha levantado la mano? −Sí… −¿Y por qué hace eso? −Mamá, se ha vuelto loco y se ha ido. No sé qué hacer. Quiero irme –

confiesa. −¿Qué? −Quiero irme. −¿Irte? No puedes irte. ¿Qué va a pasar con Jorge si te vas? −No sé. No me importa. Quiero irme… −repite. −Ainara, cariño, estate tranquila, ¿vale? Jorge volverá a casa y podréis

arreglar el problema. −Yo no quiero arreglarlo, mamá… No puedo.


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−Seguro que ha tenido una mala mañana. Ya sabes que los hombres tienen mucha presión en el trabajo. ¿Quieres hablar con tu padre?

−No. Mamá, no puedo. No quiero. −Hija, te escucho fatal y así no vamos a solucionar nada. Voy a ir a verte,

¿vale? −Vale… −Y me cuentas todo y esperamos a que Jorge vuelva para arreglar las

cosas, ¿vale? –propone. −No quiero arreglar nada, mamá… −No digas tonterías, Ainara. Venga. Voy para allá. Ahora te veo. −Mamá… −Que no te oigo bien, Ainara, ¡por Dios! Venga, ahora te veo, cariño,

espérame ahí –cuelga

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// UN ALMA TEMBLOROSA El cosquilleo desgarró los nervios de su mano, destrozando cada poro con las placenteras agujas que parecían emerger de aquel simple contacto. Una bocanada de aire se perdió en el camino. La yema seguía deslizándose lentamente por la palma de su mano hasta aferrarse a ella y no pudo evitar entrelazar sus dedos. Segura. Se sentía segura al sentir aquella mano a pesar de que por fuera tiritaba. Y no era por los copos de nieve que caían sobre ella. Miró a un lado. Captó el vaho delante de ella y volvió la mirada al frente antes de aferrarse más a aquella mano, antes de acercarse más al cuerpo que la sostenía. De aquella persona por la que su corazón palpitaba. Pero los nervios la acechaban y no pudo evitar posar los ojos en el nuevo transeúnte con el que se cruzaban. Tragó con fuerza y bajó la mirada. La mueca de disgusto no le pasó desapercibida. Su labio tembló a pesar de que el viento se llevó consigo el insulto, pero no fue suficiente para que no hiciera eco en su cabeza. Ramera… Ramera… ¿Lo era? Sintió su garganta acuchillarla e intentó contener la amenaza de sus lágrimas. Siempre había sido débil. Siempre había sido insegura… pero no ahora, no cuando tenía a su alma gemela. Pero tenía miedo y no pudo evitar desviar sus ojos al nuevo inquisidor que se les acercaba. Alzó la mirada cuando fue incapaz de seguir adelante y exhaló de forma temblorosa. El transeúnte continuó con su camino mientras ella perdía su mirada en aquellos ojos azules que conocía tan bien. ─Estoy a tu lado…─susurró y sintió un ligero apretón en su mano. ─Lo sé…pero…─Desvió la mirada a sus manos entrelazadas y acarició la blanquecina piel con el pulgar─. Es la primera vez que… tengo miedo de que lo sepan. Tengo miedo de que me rechacen. Cuando se atrevió a encontrarse con los ojos azules el brillo se mezcló con la dureza. No estaba siendo absurdamente paranoica, ¿verdad? Había escuchado historias y vivencias, a cada cual más terrible. Palizas, escupitajos, insultos… ¿Acaso era tan difícil respetar? ¿Acaso era tan difícil de comprender que no hacían daño a nadie?


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─Estoy aquí y vamos a soportar esto juntas. Vamos a seguir adelante, paso a paso. A pesar del escalofrío, asintió y, sin poder evitarlo, sonrió junto a ella antes de volver a ponerse en camino. Pero sabía que no todo era tan simple. Era como sus botas hundidas en la nieve, luchando por salir adelante de aquel cruel frío invernal. Habría personas indiferentes, habría personas cargadas de odio y habría personas que tendrían un cierto grado de empatía. Viviría con miedo ante aquel constante desprecio pero tenía suerte de contar con su apoyo, con su paciencia y con aquel amor que jamás había pensado que podría despertar en ella. Porque nunca habría imaginado acabar enamorándose de ella.

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// MI FAMILIA

Ninguno de nosotros se atrevía a hablar, ni siquiera a levantar la vista del plato. Era mi cumpleaños, pero estaba seguro de que él no se acordaba, estaba acostumbrado, nunca esperaba recibir algún regalo o trato especial para esa fecha. Él hablaba, más para sí mismo que para nosotros, se ufanaba y decía cosas sin sentido, pero no éramos tan osados como para llevarle la contraria, solo podíamos agradecer porque no había bebido tanta cerveza como normalmente. Después de la cena subí a mi habitación, no porque al día siguiente tendría que asistir a la escuela, sino porque no quería estar despierto para cuando… Al otro día, llegué a casa. No parecía haber nadie, pero sabía que mi madre estaba en su cuarto, como siempre. Pasaba horas allí dentro, a veces se escuchaban sollozos. Ya no era la misma de antes, recuerdo cuando aún tenía tres años… ella había cambiado mucho, él también. Me dio nostalgia al pensar que hacía mucho tiempo que no la veía sonreír, tanto que no recordaba cómo se veía aquel gesto en su cara. No la culpaba. En mí también era difícil ver un destello de alegría. Me apresuré a terminar los deberes, no quería estar allí para cuando él llegara. Subí a mi cuarto. Y escuché cómo la historia de cada día se repetía. Esa noche no me pude dormir a tiempo. Había empezado la odisea. No soportaba oírlo. Aún con la puerta cerrada y debajo de las sábanas, se escuchaban sus alaridos desgarradores, sus sollozos. Era insoportable. Un grito tras otro. No quería ver ni escuchar, solo desaparecer. Un golpe tras otro. El último chillido resonó más fuerte que todos los anteriores. Silencio. Al parecer ya había acabado. Salí de debajo de las mantas con mucha cautela. Por la ventana vi acercarse la ambulancia. No sabía si debía bajar, pero lo hice. —Tropezó y se calló de las escaleras —le explicaba él a un hombre vestido de azul oscuro, mientras a ella se la llevaban en una camilla. No era la primera vez. Sus ojos inyectados de rabia depararon en mí, y me escondí para que el policía no me viera. —Usted va a tener que acompañarme —contestó el hombre. —Pero yo no…—intentó replicar. Vi como la ambulancia se llevaba a mi madre. El hombre de azul oscuro esposó a mi... padre y se lo llevó en la patrulla. Esa fue la última vez que lo vi. Después de aquel día no hablamos sobre él, y así era mejor, ninguno de las dos quería tocar el tema, y a mí no me interesaba saber dónde estaba o si regresaría. En aquellos meses pasaron más cosas buenas de las que habíamos tenido en años. Mis calificaciones aumentaron, tenía nuevos amigos…Mi mamá había conseguido un ascenso en su nuevo empleo, y Luis, su compañero de trabajo, y ella, eran pareja. ¡Al fin tenía una familia!

gobierno de navarra i certamen de microrrelatos entre ... · te he sido infiel. todas mentira. a...

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