gobierno de leguía

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1. GOBIERNO DE LEGUÍA ¿Quién fue Augusto B. Leguía? Augusto Bernardino Leguía y Salcedo (Lambayeque, 19 de febrero de 1863 - Callao, 6 de febrero de 1932), fue un político peruano, que ejerció dos veces la Presidencia Constitucional del Perú: de 1908 a 1912; y de 1919 a 1930. A éste último período, que suma once años consecutivos, resultado de sucesivas reelecciones, se le conoce como el Oncenio. En total gobernó 15 años, siendo el mandatario peruano que más tiempo ha gobernado hasta el momento. Durante el Oncenio emprendió la modernización del Perú, realizando importantes y numerosas obras públicas. Primer Gobierno (1908-1912) Leguía asumió el mando presidencial el 24 de setiembre de 1908, reemplazando a José Pardo. Este mandato, que sería el primero de Leguía, resultó ser muy turbulento, tanto en el orden interno como en el externo. En el aspecto internacional, afrontó los problemas limítrofes con los cinco países vecinos que, conocedores de las limitaciones materiales que pesaban sobre Perú después de la Guerra del Pacífico, aprovecharon la ocasión para arremeter en demanda de sus pretensiones territoriales. En el orden interno, enfrentó una intentona golpista que dirigieron Carlos de Piérola, hermano de Nicolás de Piérola, y los hijos de este caudillo: Isaías de Piérola y Amadeo de Piérola. Estos acaudillaron a un grupo de descontentos del partido demócrata y penetraron sorpresivamente en el Palacio de Gobierno, encontrando a Leguía en su despacho. Los revoltosos le pidieron que firmara su renuncia. Leguía se negó. Entonces, los amotinados lo secuestraron y lo llevaron hasta la Plaza de la Inquisición, donde, al pie del monumento a Bolívar, lo conminaron a renunciar por segunda vez. Leguía volvió a negar su renuncia, diciendo firmemente: «No firmo». Intervino la fuerza pública, que logró rescatar al presidente luego

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Page 1: Gobierno de Leguía

1. GOBIERNO DE LEGUÍA

¿Quién fue Augusto B. Leguía?Augusto Bernardino Leguía y Salcedo (Lambayeque, 19 de febrero de 1863 - Callao,

6 de febrero de 1932), fue un político peruano, que ejerció dos veces la Presidencia Constitucional del Perú: de 1908 a 1912; y de 1919 a 1930. A éste último período,

que suma once años consecutivos, resultado de sucesivas reelecciones, se le conoce como el Oncenio. En total gobernó 15 años, siendo el mandatario peruano que más tiempo ha gobernado hasta el momento. Durante el Oncenio emprendió la modernización del Perú, realizando importantes y numerosas obras públicas.

Primer Gobierno (1908-1912)Leguía asumió el mando presidencial el 24 de setiembre de 1908, reemplazando a José Pardo.Este mandato, que sería el primero de Leguía, resultó ser muy turbulento, tanto en el orden interno como en el externo. En el aspecto internacional, afrontó los problemas limítrofes con los cinco países vecinos que, conocedores de las limitaciones materiales que pesaban sobre Perú después de la Guerra del Pacífico, aprovecharon la ocasión para arremeter en demanda de sus pretensiones territoriales.En el orden interno, enfrentó una intentona golpista que dirigieron Carlos de Piérola, hermano de Nicolás de Piérola, y los hijos de este caudillo: Isaías de Piérola y Amadeo de Piérola. Estos acaudillaron a un grupo de descontentos del partido demócrata y penetraron sorpresivamente en el Palacio de Gobierno, encontrando a Leguía en su despacho.Los revoltosos le pidieron que firmara su renuncia. Leguía se negó. Entonces, los amotinados lo secuestraron y lo llevaron hasta la Plaza de la Inquisición, donde, al pie del monumento a Bolívar, lo conminaron a renunciar por segunda vez. Leguía volvió a negar su renuncia, diciendo firmemente: «No firmo». Intervino la fuerza pública, que logró rescatar al presidente luego de un tiroteo que mató a más de cien manifestantes (29 de mayo de 1909). A pesar de no haber tenido participación en esta revuelta, Nicolás de Piérola tuvo que esconderse ante la persecución desatada por el gobierno. El diario opositor La Prensa fue asaltado por turbas gobiernistas y su director, Alberto Ulloa Cisneros fue apresado.En los dos últimos años de este gobierno se manifestó una aguda crisis económica, motivada por el endeudamiento interno acelerado, los gastos de la defensa nacional y el déficit presupuestal.

Segundo Gobierno (Oncenio de Leguía 1919 – 1930)Se denomina el Oncenio de Leguía a la época del gobierno de Augusto Bernardino Leguía en el Perú, entre 1919 y 1930, caracterizado por el desplazamiento del civilismo como fuerza política predominante, el culto a la personalidad y un estilo de gobierno dictatorial y populista. En lo económico se dio una apertura, considerada por algunos autores, excesiva, al capital extranjero, especialmente el

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estadounidense. Fortaleció al Estado, inició la modernización del país y emprendió un vasto plan de obras públicas, financiadas mediante empréstitos y cuyo fin inmediato fue festejar apoteósicamente el Centenario de la Independencia del Perú en 1921. En el aspecto ideológico, se produjo el derrumbe de los partidos tradicionales y el surgimiento de nuevas corrientes, como el aprismo y el comunismo.Leguía había ya sido presidente constitucional entre 1908 y 1912. Su segundo gobierno iniciado en 1919 se prolongaría por once años, ya que, tras sendas reformas constitucionales, se reeligió en 1924 y en 1929. Por eso se le conoce como el ONCENIO y también como la «Patria Nueva».

El Oncenio se divide en los siguientes períodos:

Gobierno Provisional (4 de julio de 1919 – 12 de octubre de 1919). Primera elección (12 de octubre de 1919 – 12 de octubre de 1924). Segunda elección (12 de octubre de 1924 – 12 de octubre de 1929). Tercera elección (12 de octubre de 1929 – 25 de agosto de 1930).

Su último periodo se vio interrumpido por un golpe de estado perpetrado por los militares, encabezados por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro.

La Constitución de 1920En la Asamblea Nacional se aprobó la Constitución de 1920, que estableció un periodo presidencial de cinco años (anteriormente eran cuatro), la renovación integral del parlamento paralela a la renovación presidencial, los congresos regionales en el norte, centro y sur, el régimen semiparlamentario, la responsabilidad del gabinete ante cada una de las cámaras, el reconocimiento de las comunidades indígenas, la imposibilidad de suspender las garantías individuales, etc.Una de las características más importantes de esta Constitución fue su protección de los pueblos y comunidades indígenas. Así en el artículo 58 de dicha Constitución se establece que:"El estado protege al estado indígena y dictara leyes especiales para su desarrollo, cultura en armonía con sus necesidades. La nación reconoce la existencia legal de las comunidades indígenas y la ley declaro los derechos que les corresponden".1A su vez el artículo 41 consignaba que los bienes de las comunidades indígenas son imprescriptibles, protegiendo de esa manera las tierras de propiedad comunal.1Pero muchas de las innovaciones constitucionales de corte progresista no fueron implementadas y quedaron solo en el papel.

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Instauración de la dictaduraPese a que en teoría Leguía quiso sujetarse a la Constitución y realizar un gobierno con respeto a los principios democráticos, en la práctica su gobierno restringió las libertades públicas. Las imprentas de los diarios El Comercio y La Prensa fueron asaltadas por turbas con innegable dirección gobiernista. La Prensa, donde se había parapetado la oposición, fue confiscada, acabando prácticamente la libertad de expresión. También barrió con la oposición en el Congreso, al que sometió a sus mandatos. Los diputados Jorge y Manuel Prado y Ugarteche, el primero por la provincia de Dos de Mayo, y el segundo por la de Huamachuco, fueron apresados y exiliados.De otro lado, acabó con las Municipalidades elegidas por voto popular para reemplazarlas por personal designado por el gobierno.

Los opositores al gobierno fueron perseguidos, presos, deportados y hasta fusilados. Destacan entre los desterrados el entonces joven líder estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre, que encabezó la célebre protesta en Lima contra la consagración al gobierno del Sagrado Corazón de Jesús del 23 de mayo de 1923, en la que fallecieron un obrero y un estudiante. En el exilio, Haya fundó el APRA, partido de proyección continental inicialmente de ideario antiimperialista y antioligárquico. Otros opositores al gobierno, como los jóvenes periodistas José Carlos Mariátegui y César Falcón, fueron enviados a Europa en calidad de becados. Mariátegui, de regreso al Perú, ya imbuido de marxismo-leninismo, fundó el Partido Socialista Peruano.Otros exiliados fueron el coronel Óscar R. Benavides (ex presidente del Perú), Arturo Osores, Luis Fernán Cisneros y Víctor Andrés Belaúnde. La isla de San Lorenzo, frente al Callao, fue habilitada como prisión pública donde se confinó a los opositores, sean estos profesionales civiles, militares o estudiantes. La isla de Taquile, en el Lago Titicaca, cumplió el mismo fin.

La modernización del paísLas modernizaciones del país ya habían sido tanteadas por gobiernos anteriores, pero bajo el Oncenio de Leguía se dio su impulso definitivo. Las principales bases de este salto modernizador fueron: El Estado, que se convirtió en el motor del desarrollo. Leguía consideró que el

Estado debía fortalecerse e intervenir de una manera más dinámica y dominante, para promover la prosperidad del país. Se distanció así del modelo de Estado del civilismo, el mismo que se había apoyado en las teorías liberales. De esa manera el Presupuesto de la República creció enormemente, es decir, el Estado amplió radicalmente sus gastos, con el fin de implementar un vasto programa de obras públicas.

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El retorno de la política de los grandes empréstitos, algo que no ocurría en el Perú desde las décadas de 1860 y 1870. El mal recuerdo de estos últimos empréstitos, que habían provocado la bancarrota previa a la guerra con Chile, quedó superado y el gobierno concertó enormes empréstitos con la banca estadounidense, con los que financió su vasto plan de obras públicas. Se inició así la dependencia del Perú al capitalismo norteamericano que inevitablemente le obligaría a subordinarse a todo interés de dicha potencia (ejemplo de esto último fue el Laudo de París y la solución del conflicto con Colombia, como veremos más adelante).

Las reeleccionesCuando se acercaba el fin de su mandato en 1924, Leguía hizo reformar el artículo de la Constitución que prohibía la reelección presidencial, contando con el apoyo de un sumiso Congreso. Hasta Germán Leguía y Martínez, primo suyo y ministro de Gobierno, se opuso a dicho plan reeleccionista, por lo que sufrió prisión y destierro. Barrida toda oposición, Leguía fue reelegido en elecciones que no contaron con garantía alguna y juró un nuevo periodo presidencial (1924-1929).En 1929, Leguía hizo reformar nuevamente la Constitución y fue reelegido en otras elecciones fraudulentas.

LA POLÉMICA ENTRE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y HAYA DE LA TORRE

Ante la crisis del anarcosindicalismo para el movimiento obrero y popular quedaron abiertas dos alternativas: aprismo o socialismo. La controversia entre Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, representantes más connotados de cada una de esas tendencias, no ha perdido actualidad y gravita profundamente en la vida política presente de nuestra sociedad.

Mariátegui colaboró con Haya de la Torre y el APRA (fundada en México, 1924) mientras esta organización se mantuvo como frente único, como alianza popular de clases oprimidas. Pero cuando en 1928, Haya decidió transformarlo en partido. Mariátegui deslindó abiertamente con el fundador del aprismo y su propuesta política. Debemos decir, en honor a la verdad, que las diferencias se venían incubando desde antes; el cambio del APRA de frente a partido fue el detonante de la polémica, de la confrontación, en ese entonces, del reformismo con la revolución representada por José Carlos Mariátegui.

Lo sustancial de la polémica Haya-Mariátegui puede resumirse en lo siguiente:

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Haya de la Torre consideraba que en América Latina el imperialismo es la primera fase del capitalismo, en la medida que en países como el Perú el capitalismo no había nacido como producto de un desarrollo interno sino por influjo del capital imperialista. Siguiendo con su análisis, Haya hacía notar que el capitalismo peruano era incipiente y que la clase obrera estaba poco desarrollada: era numéricamente reducida, no educada y se encontraba dispersa. Además decía Haya, era una clase que no tenía mucho interés en enfrentarse con el capital imperialista porque éste le proporcionaba mejores condiciones de trabajo que los empresarios del país.

Las clases medias, en cambio, nada recibían del imperialismo y eran las más explotadas. En resumen, para Haya, el proletariado peruano no estaba capacitado para organizarse, por sí mismo como clase, ni para tener su propio partido y, mucho menos, para ser vanguardia de la revolución. Por el contrario, eran las clases medias, consideradas más progresistas y revolucionarias, las llamadas a encabezar la revolución antiimperialista y a convertirse en burguesía nacional.

El espacio y el tiempo del Perú así lo determinaban. Las clases medias eran las más numerosas, las más instruidas y las más explotadas, por tanto, según Haya, debían ser la vanguardia de la revolución.

En consecuencia, con lo anterior, proponía un partido pluriclasista conformado por obreros, campesinos y clase media, con hegemonía de ésta última. No proponía construir una sociedad socialista, sino una sociedad en transición con un estado antiimperialista cuyo régimen económico de base estaría conformado por la empresa privada, por las cooperativas y por el capitalismo estatal. Con esto se buscaba superar la feudalidad, desarrollar el país y lograr la autonomía nacional. Haya decía que el imperialismo tenía un lado malo: era opresor; y un lado bueno: brinda capitales, desarrollo y progreso.

Mariátegui, por su parte, argumentaba que las clases medias no pueden ser consecuentemente antiimperialistas y, mucho menos, pueden ser clases dirigentes del partido y de la revolución en el Perú. Si acaso alguna vez tomarían el poder, eso no significaría la llegada del socialismo, menos la conquista del poder por el proletariado. Además, una política meramente antiimperialista no era suficiente porque no anulaba el antagonismo de clase, sólo el socialismo garantizaba una valla definitiva a la rapiña imperialista.

Mariátegui proponía un partido de clase; consideraba que la clase obrera y los trabajadores en general sí están en capacidad de organizarse políticamente y ser la base de una fuerza socialista, que tendría que crecer a medida que se desarrollaba

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la conciencia de clase proletaria y avanzaba la transición del feudalismo al capitalismo en la sociedad peruana. La revolución no sólo tendría una dimensión antiimperialista sino antifeudal, paso previo para sentar las bases del socialismo en nuestro país. Con gran claridad y visión otorgó especial importancia al problema indígena y a la fuerza revolucionaria del campesinado. Trabajó para sentar las bases de la alianza obrero-campesina en el Perú.