globalización e identidad manuel castells

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    sociedades no podrán traspasar el umbral de unaverdadera modernización hasta que no lleguena un mínimo acuerdo sobre el modo de concebiry gestionar ese poder; dicho de otro modo, sobre

    las modalidades de presencia (y de acción) de lareligión en el ámbito público. El enfoque jurídico,constitucional, que propone Mohamed Char es,verdaderamente, ideal: permite formular explícitay claramente normas que delimitan la acción, sinpor ello eliminar el debate en la sociedad (se puedeseguir cuestionando una constitución respetando sus

    disposiciones). Este enfoque pragmático, que parecehaber prevalecido en Marruecos en el transcurso delas últimas décadas, hace posible que el soberanomonopolice el poder religioso autorizando un cierto

    margen de debate sobre el tema. Ambos enfoques nose excluyen entre sí, ya que el pragmatismo puedepreparar el camino a actitudes más voluntaristas yformalizadas. Aun así, no parece posible ningún tipode progreso en el camino de la democratización enlas sociedades magrebíes sin que tenga lugar un girodecisivo en el ámbito religioso.

    En primer lugar, quiero agradecer al Instituto Euro-peo del Mediterráneo la oportunidad de poder mos-trar los resultados de mis investigaciones y mi teoríasobre la relación entre globalización e identidad,que planteo fundamentalmente como un proble-

    ma de relación institucional y política. Permítanmeindicar cuál será el contenido del artículo antes dedesarrollarlo detalladamente: partiendo de la ex-periencia empírica, hemos observado que durantelos últimos 15 años, han coexistido en el mundo eldesarrollo del proceso de globalización y el de unarearmación de distintas identidades culturales:religiosa, nacional, étnica, territorial, de género yotras identidades especícas.

    Los dos procesos se desarrollan al mismo tiempo.

    En mi opinión, no es simplemente una coinciden-cia histórica, sino que existe una relación sistémica.Esto, en principio, no es tan obvio, porque en algúnmomento se plantea la idea de que la globalización

    Globalización e identidad

    Manuel Castells. Catedrático de sociología y urbanismo, Universidad de California, Berkeley

    En las últimas décadas han coexistido a nivel mundial dos procesos paralelos: la globalización, por un lado,y la rearmación de diversas identidades culturales, por otro. Ambos procesos están interrelacionados, yaque la homogeneización cultural con la que suele asociarse a la globalización implica una amenaza a lasculturas locales, las identidades especícas. Surge así el miedo a perder las referencias culturales que de-

    nen a las personas, y de ahí los conictos y reivindicaciones en torno a las identidades locales o regionales.En este doble proceso han tenido mucho que ver las políticas de los estados-nación, que en muchos casosgobiernan identidades distintas en un mismo marco estatal. Para que el Estado-nación no se convierta en«Estado fallido», es necesaria una voluntad civilizadora que legitime esas identidades.

    requiere también una cultura global, cosmopolita,y en este punto aparecen distintas versiones: por unlado, la que habla de la unicación, la homogeniza-ción cultural del mundo como crítica de este proceso;por otro, la idea de que se superarán los particula-

    rismos, y en algunas de las ideologías también losatavismos históricos identitarios, para fundirnos enuna especie de cultura universal indiferenciada en laque nos asumiremos culturalmente como una solacultura ligada a la especie humana.

    Así, tanto en lo positivo como en lo negativo,tanto en la visión de búsqueda de una nueva culturauniversalista por encima de los valores identitarios,como en el miedo a una imposición de una homo-geneización cultural que a veces se llama, creo que

    de manera errónea, americanización, tanto en unsentido como en otro, la idea es que se acabaronlas identidades especícas y que esto son atavismoshistóricos. Esta armación, ligada a la globalización,

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    al desarrollo económico, en el fondo no es más queuna continuación de lo que han sido los dos grandesracionalismos sobre los que se fundamenta cultu-ral e ideológicamente el mundo contemporáneo: el

    racionalismo liberal y el racionalismo marxista. Enambos casos se parte de la negación de la construc-ción histórica, religiosa o étnica de las identidades,para armar la primacía de un nuevo ideal: el delciudadano del mundo o el homo sovieticus, con dis-tintos tipos de relación pero superando cualquierotra distinción considerada articial, ideológica,manipulada, etc. Hago hincapié en ello porqueen estos momentos es la ideología dominante ennuestra sociedad y, sobre todo, en Europa. Es la

    ideología racionalista en la doble vertiente liberaly marxista. Es la ideología que considera que lasidentidades son un discurso sospechoso, peligrosoy, probablemente, fundamentalista: ya sea religioso,nacional o étnico.

    Está demostrado empíricamente –tenemos nu-merosas fuentes desarrolladas en distintas encuestasa lo largo del tiempo en ámbitos universitarios– queexiste una persistencia de las identidades y de lasidentidades culturalmente construidas como ele-

    mento fundamental del sentido para las personas.La principal fuente de estos datos es el World ValuesSurvey, impulsado sobre todo por el profesor RonaldInglehart, de la Universidad de Michigan, que desdehace bastante tiempo muestra a la vez la persistenciay la transformación de esas identidades.

    Antes de entrar en materia quiero referirmea unos datos que analizó la profesora Pipa Norris,de la Universidad de Harvard, utilizando informa-ción del World Values Survey sobre la comparaciónentre identidades en el ámbito mundial, nacional,regional o local, y sobre la comparación de estasidentidades con las identidades cosmopolitaso identidades de género humano en general. En losdatos correspondientes a las dos oleadas de análisisde principios y nales de los años noventa, PipaNorris calcula que en cuanto al conjunto mundial, laproporción de los que se consideran primariamenteciudadanos del mundo, es decir, cosmopolitas, es del13%; la de los que se consideran primariamente deidentidad nacional entendida como Estado-naciónes del 38%, y el resto –por tanto, la primera mayo-ría– se considera como identidad local o regionalprioritariamente. En esa base de datos, Cataluña o

    Euskadi aparecen como identidad regional. Es más,cuando se desglosa por zonas geográcas mundiales,resulta que la zona donde la identidad regional localprimaria es de mayor porcentaje –que llega a un

    61% del conjunto de las identidades– es precisa-mente el sur de Europa. Éste es sólo un ejemplo queilustra la necesidad de que primero hay que partir deesa observación: la persistencia de la fuerza de estasidentidades. No obstante, también hay que partir dealgo más que la combinación de una globalizaciónen la que los procesos de generación de poder, rique-za e información son globales, y de una identidaden la que los procesos de construcción de sentidosson especícos de culturas e identidades. Estos dos

    procesos han provocado a la vez la crisis del Estado-nación constituido durante la Edad Moderna comosujeto de manejo institucional de las sociedades, yla crisis del Estado-nación como instrumento ecazpara gestionar los problemas.

    Los problemas son globales, no se gestionandesde lo nacional, y se genera una crisis de la capa-cidad de representación de un mundo de pluralidadcultural a menos que haya una articulación de eseEstado en torno a principios plurales de fuente de

    identidad. Ése es el tema que quisiera tratar deprofundizar aquí, pero creo que siempre es útilsaber adónde vamos antes de empezar a recorrerun camino relativamente complejo.

    En primer lugar, empecemos por lo fácil, por re-cordar que la globalización no es una ideología sinoun proceso objetivo de estructuración del conjuntode la economía, sociedades, instituciones, culturasy, concretamente, empecemos también por recordarque «globalización» no quiere decir que todo sea unconjunto indiferenciado de procesos. Hablamos deglobalización, por ejemplo, en economía, para refe-rirnos a un tipo de economía que tiene la capacidadde funcionar como unidad en tiempo real de formacotidiana. Es decir, que la economía es global pero notoda la economía es global, que esa economía tiene lacapacidad de funcionar en función de sus actividadescentrales. ¿Cuáles son estas actividades centrales?:el capital, los mercados nancieros. Los mercadosnancieros son globales interdependientemente,bien en economías de mercado, bien en economíascapitalistas si el capital es global. La economía ensu centro es global. Es interdependiente y es globalen el comercio internacional, que ocupa un lugar

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    cada vez más central y decisivo en las economías detodo el mundo; es global en la producción de bienesy servicios, pero no todo es global, sólo el corazónde la economía es global. A modo de ilustración, la

    fuerza del trabajo no es global en su mayoría. Lasempresas multinacionales y sus redes auxiliares sóloemplean a unos 200 millones de trabajadores. Estoparece mucho, pero en realidad, comparado conuna fuerza de trabajo mundial de 3.000 millones,no es nada. Pero esos 200 millones en esas 53.000empresas multinacionales representan el 40%del producto bruto mundial y dos terceras partes delcomercio internacional. Por tanto, lo que ocurre enese sistema de producción condiciona el conjunto

    de las economías.La ciencia y la tecnología, base del crecimiento

    de la riqueza y del poder militar y también de losestados y los países, son globales; están articuladasglobalmente. Son redes de ciencia y tecnología quese constituyen en todo el mundo con nodos más omenos importantes, pero son redes globales. La co-municación es fundamentalmente global. Globalen los controles nancieros y tecnológicos de lacomunicación. Siete grandes grupos de comunica-

    ción controlan la producción del 50% del materialaudiovisual o de las noticias que se difunden. Esono signica que toda la cultura de esos medios decomunicación esté globalizada. No, lo que ocurre esa la vez un proceso de globalización del negocio yde la gestión de la información, pero especicada,localizada en cada cultura. Por poner un ejemplo,Murdoch produce culebrones americanos segúnlos modelos clásicos americanos, pero Sky Channelen Inglaterra se adapta a la tradición inglesa. SkyChannel en India produce en hindú en el norte deIndia y en tamil en Madrás y con personajes locales;y Sky Channel en el sur de China produce en can-tonés y con historias locales. En cambio, en Pekíny en el norte de China lo hace en mandarín y conhistorias distintas. Es decir, la fórmula, el negocio,la estrategia es de comunicación global, la relaciónes obviamente con las culturas especícas, con lasidentidades, porque si no nadie vendería, nadiedifundiría su información.

    En cierto modo, pues, la idea es que ha existidoeste proceso de globalización que, además, se hadesarrollado en un conjunto de instituciones inter-nacionales que representan un papel cada vez más

    importante en la gestión de los problemas. Se hadesarrollado la noción de bienes públicos globalesque requieren una gestión global, como el medioambiente, por ejemplo. Aunque la administración

    Bush haya dicho que no cree en los informes delos expertos, éstos son unánimes al armar que elcalentamiento del planeta existe. Lo que no se sabetodavía es cuánto, cómo y cuándo, pero sí se sabeque existe tal calentamiento. El calentamiento delplaneta y los mecanismos para evitarlo son un biencomún global y, por tanto, el conjunto de tratadosde medio ambiente y dispositivos de control demedio ambiente son bienes públicos globales. Losderechos humanos que mueven al Tribunal Penal

    Internacional son también valores que se rmanglobal, universalmente.

    Si alguien dudara de la existencia de una inte-rrelación de los problemas de salud en este mundo,la epidemia de Síndrome Respiratorio Agudo Severodespués de la de sida nos recuerda hasta qué puntovivimos en un planeta en que, si los pobres enfer-man, los ricos también enferman. Canadá protestóporque lo incluyeron en la lista de países contami-nados, y dijo «yo soy rico», pero le contestaron «sí,

    pero usted también está contaminado». Entonces,aparte de la política interna de Naciones Unidassobre el tema, lo que parece evidente es que la re-lación de interdependencia va mucho más allá delo que simplemente era la relación entre naciones ypaíses. Esta globalización tiene una infraestructuratecnológica que no es la causa de la globalización.Las causas de la globalización son las estrategiaseconómicas, los desarrollos culturales, la creaciónde mercados. Ésas son las grandes causas, pero sinesa infraestructura tecnológica no hubieran podidoexistir. Es decir, el capital nanciero siempre ha sidoglobal: puede transferir miles de millones de eurosen cuestión de segundos de una inversión a otra, yesa capacidad de comunicación y construcción desistemas de información es tecnológica y actual.Por eso, la globalización actual no es igual que lasglobalizaciones anteriores, porque está basada entecnologías de comunicación e información quepermiten suprimir las distancias entre países. Ade-más, sabemos que esta globalización es, al mismotiempo, incluyente y excluyente. Incluyente detodo lo que tiene valor y excluyente de lo que no lotiene. Así, la globalización propiamente económica

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    es una globalización selectiva. Por eso los estados,los gobiernos, las empresas de cada país tratan desituarse en esa red global; porque fuera de ella nohay crecimiento, no hay desarrollo, no hay riqueza.

    Si no hay posibilidad de una inversión de capitalnanciero o tecnología en un país, ese país –o esa re-gión o ese sector de la población– queda marginadode la economía global. Por tanto, desde ese punto devista, la globalización tiene una lógica incluyente yexcluyente, y no estamos en una oposición Norte-Sursino en una oposición de quien está en la red contraquien no lo está. Claro que en el llamado Norte haymucha más proporción de población en la red y deactividades, pero también en el Sur hay núcleos en

    esa red desligados de sus propias sociedades. Y esetipo de globalización excluyente ha sido puesto enduda por la opinión pública durante los últimosaños. ¿Qué ocurre en ese tipo de globalización? Puesque grandes sectores de muchas sociedades quedanmarginados de ese proceso de globalización, mien-tras que otros se benecian extraordinariamente.No se puede decir que la globalización es en bloquenegativa o positiva. Depende de cuándo, dónde,cómo y para quién se evalúe, porque a veces puede

    ser positiva en lo económico pero negativa en lomedioambiental, por ejemplo. No obstante, en todocaso, lo que sí se ha producido es que los estados,para poder manejar la globalización e intervenir enella, son los que realmente la han impulsado. No escierto que las globalizadoras sean sólo las empresasmultinacionales. Desde la perspectiva empírica, losglobalizadores han sido los estados-nación, que hanliberalizado y desreglado, al mismo tiempo que sedisponía de la infraestructura tecnológica para de-sarrollar esa globalización. Es decir, la globalizacióndel capital o del comercio internacional no dependesólo de que exista la tecnología para globalizar ola estrategia empresarial para hacerlo: depende deque los estados realmente liberalicen, desreglen,privaticen, eliminen las fronteras. Y eso es lo quehan hecho.

    En cierto modo, todos los estados han sidolos principales agentes de la liberalización y laglobalización; y, al hacerlo, de alguna manera sehan distanciado de lo que era su base histórica derepresentación y legitimación política. Un ejemplode ello es la Unión Europea. Europa ha tenido queorganizarse como Unión Europea para tener algún

    tipo de peso en un concierto mundial en el que nisiquiera Estados Unidos tenía o tiene la capacidadde control económico; tiene más que otros, pero notiene la capacidad total de control porque nadie

    controla los mercados nancieros globales, o na-die controla las inversiones y estrategias del corazónde las empresas multinacionales. La Unión Euro-pea se ha constituido en un Estado que yo llamoEstado-red, como una nueva forma de Estado enque la relación con la gestión política institucionaldepende de gobiernos nacionales, gobiernos delEstado-nación que trabajan más o menos juntos,que negocian constantemente, que compartensoberanía para poder mantener un cierto nivel

    de autonomía con respecto a las redes globales decapital, tecnología, comercio internacional, me-dios de comunicación, etc. En segundo lugar, hancreado una superestructura de instituciones inter-nacionales, tanto de instituciones europeas comode instituciones de otro tipo: OTAN, OrganizaciónMundial de la Salud, Tratado del Medio Ambiente;una serie de instituciones de tipo internacional. Almismo tiempo, para frenar la crisis de legitimidadque han experimentado los estados-nación también

    observamos en todo el mundo, pero en particular enla Unión Europea, un esfuerzo de descentralizaciónhacia estados subnacionales en sentido de Estado-na-ción, hacia nacionalidades históricas, hacia regiones,hacia localidades e incluso hacia organizaciones nogubernamentales. Entonces, la estructura real delEstado que hoy vivimos en Europa –y podríamosanalizarlo en otras partes del mundo porque essemejante–, no es el Estado-nación como centro detodas las cosas sino el nodo, el Estado-nación comonodo de una red que es supranacional, infraestado-nación y a la vez de coestado-nación.

    En esa red se toman las decisiones políticas, senegocia, se hace la gestión. De este modo, los esta-dos-nación no han desaparecido en la globalización;pero para subsistir han tenido que ceder soberanía,y algo más importante: han tenido que separarseun grado más del sistema de representación polí-tica del que forman parte. Sus ciudadanos debenaceptar no sólo que lo que ocurre en un pueblo oen una región no es lo mismo que lo que ocurre enel Estado en su conjunto, sino que existe una lógicaglobal de gestión en el Estado-nación. Por tanto, elmecanismo de representación es muchísimo más

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    distante. Recuerden cuál fue el eslogan del malllamado movimiento antiglobalización, ya que nose autodenomina así. El eslogan con el que se hizola primera gran manifestación en Seattle contra la

    Organización Mundial de Comercio era muy pre-ciso: «No a la globalización sin representación». Dehecho, era mimético al eslogan con el que empezóla revolución americana: «No a los impuestos sinrepresentación». Si se piensa bien, desde una pers-pectiva técnica, es claramente incorrecto porquela Organización Mundial de Comercio no son lasmultinacionales, son los estados; son los estados yestán representados los gobiernos, aunque algunosde ellos no han sido democráticamente elegidos.

    ¿Qué signica este tipo de reacción? Signicaque entre lo que yo tengo en mi casa y el nivel derepresentación que decide en último término la po-lítica económica mundial se pierde el mecanismode representación real. Así aparecen, por un lado,tendencias radicales que arman que no existe talmecanismo y, por otro, tendencias serias que armanque hacen falta otro tipo de mecanismos de repre-sentación. Por tanto, el principio de reconstrucciónde un modelo político de gestión se obtiene perdien-

    do una cierta capacidad de legitimación y represen-tación política. Sin embargo, al mismo tiempo queexiste esa globalización, esa reacción del Estado y,por tanto, esa distancia entre el Estado y sus repre-sentantes, se produce también una concentracióncreciente de la conducta colectiva de las personas enreferencia a sus identidades. ¿Por qué? Porque en lamedida en que se sienten huérfanas del Estado comoinstrumento de representación y sentido, en la medi-da en que no pueden agarrarse a las instituciones delEstado como elemento de construcción de sus vidas,entonces tienden a reconstruir su sentido a partir dequienes son históricamente. Y es aquí donde vemosaparecer y emerger la identidad.

    La identidad es una reconstrucción del senti-do de la vida de las personas en el momento enque lo que tenían como forma de agregación, deorganización –que fundamentalmente en la EdadModerna era el Estado– se pierde. El mercado no essuciente para dar sentido. El Estado pasa a ser encierto modo agente de la globalización y no de unacolectividad particular, y la reacción es la construc-ción alternativa del sentido a partir de la identidad.Déjenme recordar qué es lo que entendemos por

    identidad, porque realmente es una palabra a la quese pueden dar muchos signicados. Habitualmente,en las ciencias sociales se entiende por identidadaquel proceso de construcción de sentido sobre la

    base de un atributo cultural que permite a las per-sonas encontrar sentido a lo que hacen en su vida. Através de un proceso de individuación se sienten loque son, tienen sentido porque se reeren a algo másque a ellos mismos, se reeren a una construccióncultural. Pero, ¡cuidado!, esa construcción culturalpuede ser individual. El individualismo es una for-ma de identidad. Hay una forma de identidad quepuede ilustrar la siguiente frase: «Yo soy el principioy el n de todas las cosas», o «yo y mi familia somos

    el principio y el n de todas las cosas». Eso es unaforma de identidad, pero generalmente las iden-tidades a las que nos referimos son identidadesconstruidas con los materiales de la historia. Aquí,la discusión metafísica entre sociólogos, cientícossociales y antropólogos intenta aclarar si las identi-dades se construyen o no. En mi opinión, creo quees evidente que se construyen. No conozco ningunaforma cultural que no se haya construido. Pero cons-truido... ¿con qué? No con lo que yo decido arbitra-

    riamente: hoy me levanto por la mañana y decidoser hutu, por ejemplo. Puedo decidirlo, aunque esmuy complicado decidir ser hutu. Aquí aparece eljuego de las teorías posmodernas en las que todo esposible, todas las identidades se inventan. Es decir,ser musulmán o ser catalán, ser mujer o ser de Bar-celona... forma parte de la misma homogeneizaciónen la que todo se construye.

    Todo se construye con los materiales de laexperiencia personal, y esa experiencia personaltiene una densidad, un espesor histórico, cultural,lingüístico, territorial. No obstante, ¿cómo se cons-truye una identidad? ¿Quién la construye? ¿Para quéla construye? ¿Quién se puede identicar con ella?En ese proceso material de construcción de identi-dad es donde empiezan los problemas y donde hayque anar el análisis. En mi teoría, he intentadodistinguir tres tipos de identidades que he observa-do empíricamente como identidades colectivas. Enprimer lugar, tenemos lo que yo llamo «identidadlegitimadora», aquella que se construye desde lasinstituciones y en particular desde el Estado. Paraentendernos, y sin ánimo de provocación, la identi-dad nacional francesa, que es una de las más fuertes

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    de Europa, se construye desde el Estado francés. Esel Estado francés el que construye la nación fran-cesa, no al revés. En el momento de la RevoluciónFrancesa menos del 13% de los territorios france-

    ses actuales hablaban en ese momento la lengua deÎle-de-France. Yo diría que es la única identidadeuropea nacional que se construyó de forma ecazdesde el Estado. Se construyó fundamentalmente,primero, a través de la represión, como todas lasentidades construidas desde el Estado, pero huborepresión en otros muchos lugares y no funcionótan bien. Hubo algo decisivo, que fue la escuela dela Tercera República, la escuela de Jules Ferry, querealmente construyó el petit citoyen français como

    modelo cultural. A diferencia del caso francés, laotra gran nación revolucionaria, la nación ameri-cana, construyó una identidad nacional fuerte en laque no había principios identitarios tradicionales, ylo hizo a partir del Estado y la Constitución y me-diante los elementos claves de la multiculturalidady la multietnia.

    El segundo tipo de identidad es la que yo llamo«identidad de resistencia». Es aquella identidad enla que un colectivo humano que se siente o bien

    rechazado culturalmente, o bien marginado socialo políticamente, reacciona construyendo con losmateriales de su historia formas de autoidenti-cación que permitan resistir frente a lo que seríasu asimilación a un sistema en el que su situaciónsería estructuralmente subordinada. Puede hablarsede identidad nacional, pero para expresar en estemomento la emergencia extraordinaria de movi-mientos indígenas en toda América Latina. Es unaidentidad que estaba dormida y que no se había ex-presado con toda la fuerza con que se está expresandoahora. Y la causa es que se articula como resistenciaal proceso de marginación en que los sitúa la glo-balización de un cierto tipo. No toda globalizacióngenera resistencias, pero a ciertos grupos socialesesa globalización sí que los hace resistir, y resistencon lo que tienen porque no pueden hacerlo comociudadanos, porque como ciudadanos son minoríasque no tienen sus derechos representados.

    El tercer tipo de identidad que he observado eslo que yo llamo «identidad proyecto». La identidadproyecto se articula a partir de una autoidentica-ción, siempre con materiales culturales, históricos,territoriales. Y aunque siempre sea con esos ma-

    teriales, hay un proyecto de construcción de unacolectividad, y en ese momento puede ser un pro-yecto de tipo nacional, genérico; por ejemplo, elmovimiento feminista, o el movimiento ecologista

    como proyecto de construcción de una ciudadaníade los derechos de la naturaleza.

    Estos tres tipos de identidades son fundamental-mente distintos y sería un error pensar que es fácilpasar de uno a otro. Por ejemplo, no está tan claroque pueda pasarse de una identidad de resistenciaa una identidad proyecto. Y si no se pasa, entonceslas identidades se cierran sobre sí mismas. Lasidentidades legitimadoras pasan a ser manipula-ciones ideológicas. Si el proyecto de construcción

    de la nación a partir del Estado es simplemente elinterés del Estado, quiere decir que aquellos queno estén de acuerdo con los procesos que existanen el Estado quedan marginados. Si las identidadesde resistencia no se abren, no establecen puentes deproyecto y comunicación, pueden derivar en funda-mentalismos; pueden, no necesariamente derivan,pero pueden derivar en fundamentalismos. Si lasidentidades proyecto no se encarnan en materialeshistóricos construidos, se convierten en proyectos

    puramente subjetivos difícilmente asimilables porun conjunto de la sociedad. Entonces, ¿cómo se plan-tea empíricamente en estos momentos lo que hemosvisto en los últimos años? En lugar de recorrer todoslos posibles casos, déjenme simplemente centrarmeen dos tipos de identidades: la identidad religiosa yla identidad nacional.

    La identidad religiosa en Europa Occidental –yodiría en Europa en general– tiene hoy en día muypoca importancia. Nuestros estudios en Cataluñamuestran que menos de un 5% de la poblacióncatalana tiene una práctica religiosa asidua. Lo cualno quiere decir que la religión no sea importante enel colectivo general cultural, quiere decir que no esel principio de identidad sobre el que se articula elsentido de la vida de la gran mayoría. Sin embargo, simuchos intelectuales europeos insisten en ello y me-nosprecian la identidad religiosa, es simplemente porignorancia, porque en el resto del mundo tiene unaextraordinaria importancia, empezando por EstadosUnidos; y obviamente en el mundo mediterráneoislámico es la identidad fundamental. Entonces, lareligiosa es una identidad cuyo principio se diferen-cia básicamente del de legitimidad del Estado. El

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    principio de legitimidad del Estado como ciudadanodel Estado es totalmente distinto del principio delcreyente como miembro de una comunidad creyente.Hablando en concreto del mundo islámico, el pro-

    yecto de construcción serio de Estado árabe se hacecontra el principio islámico de la umma. La ummaes una comunidad de creyentes que, por denición,no está expresada en el Estado. El Estado solamentees parte del principio de legitimidad en la medidaen que se hace islámico y representa los intereses deDios a través del Estado. Luego ya hay derivacionesmás o menos fundamentalistas. Pero el nacionalismoes el enemigo de la umma y, por eso, cuando SaddamHussein llega al poder con el apoyo de Estados Uni-

    dos –de Estados Unidos y un poco de Francia, perosobre todo de Estados Unidos– puede defender a Irak,punto estratégico fundamental, del islamismo; y encuanto se elimina a Saddam Hussein, y el naciona-lismo árabe extremo que él representaba, surge elislamismo, que es el substrato de lo que hay y habíaen la sociedad iraquí. El chiismo sobre todo, perotambién los sunitas están de acuerdo en ese tipo deprincipios; de hecho, Saddam Hussein era enemigomortal no sólo de los chiitas, sino de todo el islamis-

    mo. Así pues, a medida que los estados-nación se hanmostrado incapaces de gestionar la globalización, y ala vez ha habido un fracaso del nacionalismo árabecon respecto a Israel y a la globalización en general,y conforme se hunde el nacionalismo árabe o el na-cionalismo en otros lugares del mundo islámico, hasurgido la reconstrucción de sentido fuera del Estado,que es la reconstrucción religiosa; con la posibilidadde que si esa construcción no es una construcciónproyecto sino una construcción comunitaria encerra-da como resistencia, entonces deriva, como estamosviendo, hacia el fundamentalismo.

    La construcción nacional, del mismo modo quehemos observado en la Edad Moderna, fue a partirde la construcción del Estado-nación, generalmentesobre la base del Estado más que sobre la base de lanación. Fue el Estado el que creó la nación más quela nación al Estado en la mayoría de los casos. ¿Quéobservamos hoy día? La separación entre el Estadoy la nación. Lo que estamos observando cuandohablamos de valores es que los valores nacionalesy los del Estado son distintos. Los del Estado soninstrumentales y, superando el marco del Estado-na-ción, son valores para gestionar la globalización, las

    redes globales de gestión; mientras que se armancomo valores identitarios. Las naciones excluidas delproceso de generar su propio Estado –Cataluña, Es-cocia, Quebec–, pero también las que generaron una

    nación fuerte –Francia–, en este momento se sientenperdidas en la globalización, que se vislumbra a lavez como pérdida de autonomía en cuanto a poderdel Estado y como invasión de extranjeros en unacultura que se resiste a asimilar. En 2004 vivimosel desarrollo de la política del miedo en Europa, delmiedo a la globalización y el miedo al extranjerocomo forma de expresión de una nación que se veíatraicionada por el Estado, y eso ha provocado el re-surgir de una amplia gama ideológica extremista

    que ha recaudado mucho votos; léase el caso de laextrema derecha francesa u holandesa.

    De este modo, la reacción nacionalista separadadel Estado tiene distintas versiones políticas. Así, laidea de la reconstrucción del Estado sobre la base dela nación plantea la identidad de esa nación. En elcaso de España –y sin entrar en polémicas, simple-mente de un modo analítico–, cuando el presidenteJosé María Aznar plantea la idea de un proyectode España como país importante en el mundo y al

    mismo tiempo rechaza explícitamente la idea desociedad multicultural, al invocar el principio de unanación española unicultural, trata maniestamentede construir una nación sobre la base de una unidadcultural y nacional que no existe en España en estosmomentos y que, además, ni siquiera está reconocidaen la Constitución Española.

    Por tanto, ¿qué se plantea aquí?: un proyecto dereconstrucción en nombre de la nación cuando enrealidad es en nombre del Estado. Es un proyectonacionalista de Estado, no un proyecto nacionalista apartir de una nación. Es muy importante tener estoen cuenta, no sólo por las explicaciones concretasen España, sino como principio más general en elmundo, por lo que concluiré ahora. La idea es que enel momento en que el Estado se ve privado de unafuerza identitaria que sostenga su difícil maniobraen el mundo de la globalización, ese Estado trata derelegitimarse volviendo a llamar a su gente, es decir,a su nación; pero esa nación, en muchos casos, ya seha separado del Estado y cree que no está siendorepresentada.

    América Latina es un caso dramático en eseaspecto, pero no hay que olvidar las naciones, los

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    estados que se construyen sobre realidades plurina-cionales, como el caso del Estado español. Llamara la nación española en términos unitarios es, en elfondo, poner en cuestión la plurinacionalidad sobre

    la que se basaba la construcción de un Estado deconsenso. Este tipo de derivaciones son estatistaspor un lado, identitarias por otro y globalizadoraspor otro. Es decir, tres lados de un triángulo que nose encuentran.

    Los procesos instrumentales de poder y riquezaglobal, las instituciones, un Estado-nación que ya norepresenta la nación y las identidades construidascon principios autónomos. Estos son los elementosde la crisis de gestión que vive nuestro mundo en

    estos momentos. Y cuando los estados –y sobre todolos que son más poderosos– se ven en crisis, son inca-paces de controlar procesos que los desbordan, comoEstados Unidos en el 11 de septiembre de 2001. En-tonces recurren a lo que fue siempre la razón de serdel Estado: la capacidad legítima del monopolio dela violencia en el análisis de Max Weber. Es decir,recurren a la capacidad de coacción, a la violencia,y eso se convierte en el principio fundamental enun mundo en el que durante los últimos 10 años ha

    habido toda clase de experimentos de combinaciónentre estados y de creación de formas de cogestióny cosoberanía mundial, en las que al mismo tiem-po había identidades plurales, puentes complicadosde relación entre los bienes públicos globales y lasinstituciones del Estado-nación. Toda esta comple-jidad en un momento de pánico, en un momento dedefensa, desaparece, y se vuelve al principio de lacapacidad político-militar de imponer la voluntadde un Estado. Es la política del miedo a nivel global,no sólo a nivel nacional. De ahí, entonces, surge algocomo lo que estamos viviendo: estructuralmente, laevolución del mundo va, por un lado, hacia la com-plejidad, la pluralidad, la interdependencia, pero sihay agentes poderosos que deciden que aunque elmundo lleve una dirección propia, ellos imponen lasuya, a largo plazo puede haber cambios profundos;recuerden la relación entre estructura y agencia.Existe la estructura que crea el marco en que seproducen los problemas; sin embargo, la agencia eslo que nalmente prevalece.

    El agente no entiende la estructura. GeorgesW. Bush decide que aunque exista globalización ypluralidad cultural, él tomará sus propias decisio-

    nes totalmente al margen de la estructura. Lo quehacen Bush y otros países poderosos es generar unatrayectoria distinta. Puede haber internet, puede ha-ber globalización, puede haber interdependencia, y

    puede haber pluralidad cultural, pero si por otro ladohay censura, poder militar y tecnología al servicio delo militar, esa dinámica unilateral genera un mundomuy distinto: la falta de correspondencia entre lasestructuras económicas, culturales, institucionalesy los instrumentos políticos provoca caos.

    La reunión de las Azores congregó a los cuatrograndes imperios cristianos occidentales –o a susrestos–, generando el mensaje de que el mundo eramuy peligroso, muy complicado, y había que simpli-

    carlo reduciéndolo a un modelo de civilización quees obviamente demostrable como mejor, como másdeseable y, en todo caso, el nuestro; y como tenemosla capacidad de imponerlo, lo vamos a imponer. Uno:el mundo será más controlable porque lo controlamosnosotros. Dos: será un mundo mejor para todos por-que nuestra civilización es superior. Ésa es la lógicaimperial. La lógica imperial no es robar oro anteso petróleo ahora. Eso es, digamos, un plus: hay quenanciar el imperio de alguna manera; pero la lógica

    imperial es pensar que nuestra obra civilizadora escorrecta y que la violencia se justica para salvar ala gente de su propia miseria.

    El gran concepto que ha acuñado la ciencia polí-tica americana en este momento es el de «Estado fa-llido». Estados fallidos son aquellos cuyos gobiernosson incapaces de relacionarse con sus ciudadanos,gestionar el planeta, gestionar sus recursos. En unapequeña reunión de expertos, un cientíco políticoamericano de renombre propuso directamente, quecomo había muchos estados fallidos que además dealbergar terroristas tenían la capacidad de controlarlos recursos naturales más importantes del planeta,había que crear un deicomiso controlado por lospaíses occidentales para gestionar los recursos natu-rales del mundo, para el benecio de sus habitantesy del planeta en general, porque lo harían mejor.Quiero decir que la voluntad civilizadora es, en elfondo, una voluntad de identidad legitimadora apartir del poder del Estado. Esta identidad legiti-madora se encuentra hoy día enfrentada con iden-tidades de resistencia que surgen en todo el mundocomo trincheras, con identidades de ser algo propioaunque ese algo propio no sea necesariamente lo

  • 8/20/2019 Globalización e Identidad Manuel Castells

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    más extraordinario. Entre las dos, la capacidad dela identidad de resistencia –y, en particular, de laidentidad nacional– para convertirse en identidadproyecto que proponga algo con lo que todos los

    miembros de una sociedad puedan identicarse –no sólo en el pasado, sino en el futuro– es lo únicoque puede salvar al mundo de vivir entre aparatosde poder y comunas fundamentalistas.

    El adab, o aliarse con el extranjero como estrategia para venceren un planeta globalizado

    Fatema Mernissi. Escritora y socióloga, Marruecos

    El adab es una estrategia de información y comunicación utilizada por los califas abasíes del siglo IX paraampliar el diálogo y ayudar a crear y sostener una comunidad musulmana internacional. El adab implicaun comportamiento ético y una disciplina de autoaprendizaje que tiene como objetivo que cada ser humanose supere a sí mismo añadiendo la inteligencia del extranjero a la suya propia. Para ello, viajar se haceimprescindible y tratar al extranjero como un igual supone el primer paso para comunicarse con él. Asípues, esta estrategia viene a armar que el movimiento crea prosperidad siempre que vaya acompañado deun aprendizaje. En el contexto actual, éste es el mejor modo de crear una seguridad planetaria y erradicarel terrorismo, que se basa en el aislamiento y la parálisis para sembrar el miedo.

     Adab: el poder es comunicación

    ¿Matar o dialogar? ¿La espada o la pluma? He aquí laeterna cuestión que los gobernantes de los imperioshan planteado a sus expertos en estrategia. No resultasorprendente que los expertos del Pentágono tam-bién la exploren actualmente. Con el advenimientode la nueva tecnología de la información, los futu-ros conictos serán necesariamente «ciberguerras»donde la victoria será de quien controle el ujo de lainformación. Aquellos que dependan sólo de la fuerzamilitar perderán. El término ciberguerra –derivadode la raíz griega kyber, que signica «control»– fueinventado por John Arquilla, profesor especializadoen la guerra de información y durante mucho tiempoasesor de RAND Corporation, un grupo de expertosvinculado al Pentágono estadounidense y con sedeen California.1 No se había previsto, en cambio, larevolución en la televisión por satélite y en Internetque ha restablecido la lengua árabe como medio decomunicación global, resucitando el adab, la estra-

    tegia de información de los califas abasíes del si-

    glo IX que amplió los viajes, el comercio y el diálogo, yayudó a crear y sostener una comunidad musulmanainternacional. Su «Imperio del islam» se extendíadesde la costa atlántica de Marruecos hasta Kashgar,en China. Uno de los eruditos que aconsejaron a losabasíes que adoptaran el adab  como estrategia fueAl-Yahiz (776-868 d.C./160-255 de la hégira), cuyaobra maestra El arte de la comunicación y la de-mostración (Kitab al-Bayan wa al-Tabyin) sugeríaque se tradujeran libros de culturas extranjeras para

    entender cómo pensaban éstas, al tiempo que fomen-taba los viajes y el comercio. El adab signica tantola norma de comportamiento ético como la disciplinade autoaprendizaje que ésta requiere. El califa al-Mansur, segundo califa abasí y fundador de Bagdaden 762 d.C. (145 de la hégira), inició un enormemovimiento de traducción de libros clave del persay el sánscrito. Uno de ellos fue La historia de Simbadel marino . Tratar al extranjero como un igual es elprimer paso para comunicarse fructíferamente con

    1. «Cyberwar Is Coming», Comparative Strategy, vol. 12, n.º 2, primavera 1993.