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Gladernos del Sur AÑO 11 - NQ 20 Diciembre de 1995 Tierdrárf'uego

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Gladernos del Sur

AÑO 11 - NQ 20 Diciembre de 1995

Tierdrárf'uego

Page 2: Gladernos del Sur AÑO 11 - NQ 20 Diciembre de 1995...2017/06/06  · Adolfo Gilly l La torre de Babel fue, como nos lo recuerda Umberto Eco', una metáfo-ra cara a los ilum-inistas,

Entre Babel

y la ciudad futura*

Adolfo Gilly

l

La torre de Babel fue, como nos lo recuerda Umberto Eco', una metáfo-

ra cara a los ilum-inistas, un símbolo del empeño de los seres humanos

unidos en un solo pueblo y una sola lengua por edificar una torre que

llegara al ciclo. En 1919, en la floración primera de la revolución rusa, el

escultor V. Tatlin hizo un proyecto de monumento a la torre de Babel, una

aérea estructura inclinada que parece tender al cielo por sí sola. A

En 1990, el papa Juan Pablo ll visitó Checoslovaquia, declaró al socia-

lismo “una utopía trágica” y dijo que "estamos ante las ruinas de una de las

tantas torres dc Babel de la historia“. El Sumo Pontífice seguramente re-

cordaba lo que está escrito en el Génesis, XI:

Y descendió el Señora ver la ciudad y la torre que edil-‘icaban los hijos

de Adán, y dijo: hc aquí, el pueblo es uno solo, y todos tienen el mismo

lenguaje; y han empezado esta fábrica, ni desistirún de sus ideas, hasta

llevarlas a cabo. Ea, pues, descendamos, y conl'undamos allí mismo su

lengua, de manera que el uno no entienda el habla del otro.

Y sembró la confusión de las lenguas, que desde entonces se llama‘

Babel, y la división y dispersión de los seres humanos.

Esta antigua metáfora de la unidad, la organización, la rebelión y la

dominación puede simbolizar también la empresa del capital a lo largo de

su existencia contra los seres humanos, sus comunidades y sus solidarida-

des. Esa empresa se repite una vez más en nuestros días con saña, determi-

nación y recursos sin precedentes. El sumo sacerdote del Vaticano sabía

perfdctamente de qué hablaba en su lenguaje apocalíptico y preciso.

2

Estamos, en efecto, ante una nueva época de la expansión mundial del

‘i’ublicado en l’ienlo del Sur N "Z, julio 1994, México.

Cuadernos del Sur 75

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capital cuya tendencia más general, desde la década de los años 80, ha sido

la propia reestructuración económica‘y la desestructuración social parale-

la de las formas de organización del trabajo en la producción y en la socie-

dad.

Uno de los rasgos determinantes de esta nueva época es la penetración

del capital en zonas completamente nuevas para él, como las tierras del

antiguo imperio de los zares o las de la inmensa China continental. Y esta-

mos sólo en los prolegómenos de este proceso.

El otro es, por supuesto, la revolución tecnológica y científica y los

prodigiosos cambios introducidos en los procesos de trabajo, los intercam-

bios, el comercio, las finanzas, la movilidad del capital, las comunicacio-

nes, la guerra, los modos de dominación, las formas de control y la totali-

dad de las condiciones de la vida cotidiana de los seres humanos. También

aquí apenas estamos en los inicios de una transformación cuyos horizontes

parecerían no tener límites, a pesar de los desastres que esta expansión

provoca y anuncia para la naturaleza y para la mayoría de la población del

planeta.

La fragmentación del trabajo en todas sus formas (urbanas, rurales y

domésticas) y la dispersión de todas las formas de organización indepen-

dientes y autónomas del capital es el destino que éste, y sus diversos ideó-

logos, administradores y políticos, quiere imponer como la norma genera-

lizada. Esta fragmentación es la contrapartida de la globalización de la

economía bajo la égida del capital financiero trasnacional y de sus porcio-

nes nacionales, y de la inédita concentración del poder -primero económi-

co, y en consecuencia militar y político- en grupos sumamente reducidos y

en sus estados mayores del Fondo Monetario Internacional y el Banco

Mundial.

En estos años de la reestructuración capitalista se han establecido nue-

vas relaciones de poder, mediadas y encubiertas por el mercado. Ha tenido

lugar una desvalorización global de la fuerza de trabajo, país por país y a

escala mundial, una destrucción de capitales (marginales o nacionales) y

una nueva acumulación y concentración de capital, con nuevas relaciones

de poder en cada sociedad nacional y nuevas jerarquías entre las naciones.

Paralelamente, han sido destruidos o desestructurados los viejos pactos

sociales, se han adelgazado o desvanecido los derechos en que se encarna-

ban y han perdido fuerza, número y capacidad de negociación las organiza-

ciones que los defendían.

País por país, en el centro del sistema y en la periferia, una quíntuple

ofensiva fragmentadora se ha abierto paso: 1) laboral, contra los pactos

76 Diciembre de 1995

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contractuales (contratos colectivos de trabajo); 2) jurídica, cor'l'tra la legis-

lación yJos derechos sociales y con las nuevas disposiciones decontrol; 3)

política, contra los partidos y-organizaciones democráticas de izquierda; 4)

organizativa, contra los sindicatos y las organizaciones del trabajo en las

empresas y en el territorio (incluyendo la dispersión de los antiguos barrios

obreros); 5) ideológica, presentando l'el hundimiento de los “Estados buro-

cráticos oolectivistas como la ruina de la ideade socialismo y ofreciendo

un solo horizonte posible y pensable, el de la sociedad del capital y de sus

relaciones mercantiles. '

la fragmentación electrónicade las relaciones colectivas y delas con-

ciencias comunitarias en unidades individuales; la sustitución de' la políti-

ca de plazas, calles, lugares de trabajo o mercados populares por la soledad

de cada uno frente al televisor; la supresión del intercambio y la discusión

por el mensaje unidineccional del poder y el capital que penetra en cada

casa; y la consiguiente reorganización ideal y espiritual del ámbito fami-

liar, es el complemento de unaempresa de dominación que, por su sofisti-

cación y capacidad de penetración, supera de lejos a la propaganda ideoló-

gica primitiva y obsesiva -y por lo tanto más identificable y resistible- de

los ineficientes y'corruptos Estados burocrático-colectivistas ahora des-

aparecidos. i

3

Junto con la destrucción y fragmentación de aquellos regímenes en

unidades separadas y en conflicto entre sí, la ofensiva generalizada del

capital ha adelgazado o vaciado de contenido a las diferentes formas de

Welfare State o Estado social, donde las garantías jurídicas y contractua-

les relativas concedidas a ciertos derechos sociales para todos los ciuda-

danos: educación, ingreso, salud, empleo, eran el sustento de la posibili-

dad del ejercicio efectivo de los derechos políticos democráticos. Esos

derechos legales son transformados en servicios pagados y el debilita-

miento extremo de las organizaciones sociales que los defendían es a la

vez la causa y resultado de ese retroceso general hacia lo privado.

Esas parejas perversas de globalización y fragmentación; de posesión y

desposesión; de sociedades de dos velocidades: los incluidos y los exclui-

dos; de concentración de conocimientos prodigiosos en un extremo y de su

privación total en el otro; de alta cultura humana en los centros del poder y

del dinero y de deshumanizaeión de la vida de segmentos sociales y de

países enteros; de clases, países y grupos dominantes por un lado y clases

peligrosas por el otro, son la forma social en que se presenta la nueva

Cuadernos del Sur 77

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dominación universal del capital.

La concentración nacional e ¡Internacional del poder y de la despose-

sión; la fragmentación de las naciones y el resurgir de los nacionalismos

autoritarios y tribales cuando el mercado y la democracia prometían unifi-

car al mundo; las guerras locales y los mortít‘eros tráficos ilegales de las

grandes trasnaciónales de la droga y de las annas; la destrucción de la

racionalidad postulada por el iluminismo en los albores de la era mundial

del capital; las migraciones miserables y masivas impuestas por los azares

del mercado de trabajo y de los conflictos armados; la aparición de países,

regiones y poblaciones enteras prescindibles y abandonadas a sus desas-

tres; el hambre y el retorno de las pestes bíblicas; la contaminación y la

degradación de la naturaleza y la destrucción de más y más formas de vida

en el planeta; la destrucción de los antiguos lazos, costumbres y solidarida-

des sin que sean reemplazados por otros nuevos, como en los proyectos del

socialismo y de otros ideales de trabajo, sino por la soledad individual, el

desamparo material y espiritual y la guerra de todos contra todos: este es el

panorama cruel que nos ofrece la dominación contemporánea y sin disputa

del capital.

4

La fragmentación del trabajo, tendencia constante del capital en cada una

de sus sucesivas épocas de expansión mediadas por las crisis, toma formas

igualmente perversas en la reestructuración capitalista que arrastra a toda

América Latina. También aquí, el trabajo asalariado (y dependiente en gene-

ral) se transfonna más y más en trabajo precario, flexible, segmentado, tras-

nacionalizado y migrante.

Y esta fragmentación, desposesión y desvalorización de la fuerza de

trabajo (urbana y rural) en América Latina y en los países subordinados en

general, es utilizada como poderoso instrumento de presión contra los tra-

bajadores de Estados Unidos (y de otras economías centrales). para obli-

garlos a hacer concesiones al capital en esos mismos terrenos, para desva-

Iorizar su fuerza de trabajo y para quebrar su resistencia en la ofensiva

generalizada de capital contra el trabajo que es el rasgo central de la rees-

tructuración y la globalimción.

En este contexto el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos,

México y Canadá debe verse, por encima de todo, como una doble opera-

ción histórica: por un lado, como una operación geopolítica, para extender

y consolidar la American fortress entre Alaska y el canal de Panamá y

establecer un nuevo modo de dominación pactado sobre toda América Lai

78 Diciembre de 1995

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tina; por otro lado, como el asalto más grande del capital en lo que va del

presente siglo contra el trabajo estadounidense y sus conquistas.

D? 651,6 ¡"040, mientras esta nueva forma de dominación —que viene a

sustituir a las sucesivas precedentes como el New Deal y la doctrina de la

seguridad nacional—. conduce a una nueva fragmentación y división entre

las naciones latinoamericanas, es presentada en cambio como la realiza-

ción moderna de la aspiración histórica de su unidad, pero a través del

moderno mercado del capital trasnacional, un mercado que excluye a, seg-

mentos enteros y mayoritarios de la población de cada país. De este modo,

las utopías continentales de Hidalgo, Bolívar, Martí y Mariátegui vendrían

a materializarse en su negación: la iniciativa de las Américas de George

Bush.

Uno de los aspectos más. dramáticos de esta tendencia es que México, el

país que ha sido siempre frontera y baluarte latinoamericano frente a las

presiones hegemónicas de Estados Unidos, aparece ahora como la punta de

la lanm y el modelo ejemplar de esta nueva dominación. Es incalculable el

daño que esta revcr5ión de la imagen mexicana, si no es contenida, puede

causar a la conciencia y a las esperanzas profundas de la comunidad de

naciones latinoamericanas. La sutil perversidad del proceso aspira a poner

hoy a. la reversión mexicana y a la deseada destrucción de Cuba como

contracjemplos para toda América Latina de los inl'ortunios a los que lleva

la autonomía y de las prosperidades-a las que conduce la sumisión (o, en

las palabras del marqués de Sade, les prosperités du vice et les infortunes

dela verla).

5

Uno tras otro fueron cayendo, en los países de América Latina, los

anteriores pactos sociales y las líneas de defensa de los trabajadores. En

aquellos países donde la organización del trabajo había establecido fuera

tes líneas de resistencia, las dictaduras militares hicieron la primera obra

gruesa en esta destrucción, hasta que agotaron sus posibilidades de efi-

ciencia y también de supervivencia.

Pero la caída de esas dictaduras y el restablecimiento de regímenes po-

líticos republicanos no condujo al restablecimiento de las conquistas so-

ciales garantizadas en las leyes ni a una contención de la ofensiva fragmen-

tadora del capital, ahora afirmada políticamente en los gobiernos neolibe-

rales. Por importante que haya sido la recuperación de las instituciones

republicanas -aún retaceadas o bajo tutela, como sucede en casi todos los

países- , esta forma de la democracia política no resultó suficiente para

Cuadernos del Sur 79

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contener y revertir aquella múltiple ofensiva, sino que terminó siendo el

marco jurídico y económico en que ella no sólo prosiguió su marcha sino

que buscó su legitimación.

Esta legitimación es igualmente perversa porque contribuye a presentar

al universo del capital globalizado y del trabajo fragmentado como el úni-

co racional y posible, en un mundo donde el gran poder parece desperso-

nalizarse porque los grandes centros de decisión se trasladan a institucio-

nes internacionales y donde la gran propiedad parece desmaterializarse

porque sus mayores concentraciones se presentan como el capital financie-

ro registrado en las pulsaciones electrónicas de las pantallas de las bolsas

de Tokio, Nueva York, Londres, Amsterdan o México.

Si esta legitimación supuestamente democrática, en un continente don-

de en cada república el poder se asienta sobre una infinita dosis de violen-

cia de todo tipo ejercida cada hora del día contra la mayoría desposeída de

la población, tiene cierta aceptación, es porque además la organización

mercantil-capitalista de la sociedad se presenta como la única portadora

de sentido.

En otras palabras: los ideales socialistas como proyecto alternativo de

sociedad y sus múltiples formas de organización, construidos socialmente

en nuestros países desde el último cuarto del siglo pasado y herederos de

antiguas utopías agrarias y religiosas arraigadas en las tradiciones campe-

sinas de nuestros pueblos, eran los que en forma directa o mediada daban

sentido trascendente a las innumerables luchas inmediatas, sociales, políti-

cas, económicas, locales, regionales o nacionales en nuestros países. El

socialismo en sus diversas variantes aparecía como una cultura diferente y

como transmisor de sentido universal a movimientos de construcción es-

tatal, de recuperación y afirmación cultural o étnica, de reivindicación so-

cial, aunque muchos de sus participantes o los movimientos mismos no

fueran socialistas.

El ideal socialista era un universal antagónico al universalismo mercan-

til del capital, un sentido de la vida opuesto al ofrecido por la riqueza y el

poder, una mística sustitutiva o heredera de la mística religiosa como ins-

piradora'y depositaria de valores humanos universales.

El ideal socialista, heredero del liberalismo radical, se construyó en las

conciencias a través del trabajo, la experiencia y las luchas, como la mítica

torre de Babel._ Lo mismo que ésta, había conquistado una lengua única

que identificaba y reagrupaba bajo una sola bandera y una empresa común

a los dominados y los explotados. Era, como Babel, el proyecto de cons-

truir una ciudad perfecta y una torre que tocara el cielo. Ese ideal daba

80 Diciembre de 1995

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sentido a movimientos sindicales, sociales, cooperativos más limitados,

cuyo's integrantes tal vez no lo compartían en su totalidad pero de él reeis

bían inspiración y seguridades. El golpe más concentrado del capital fue

destruir esa torre ideal y con ella la ciudad independiente del trabajo, dis-

persando en infinitos individuos segmentados e incomunicados entre sí la

lengua única que era el vínculo de su comunidad y de su identidad.

La desValorización e incluso la quiebra del socialismo como ideal y

como visión universal alternativa y portadora de sentido y de valores ha

privado a esos movimientos de toda visión que trascienda el horizonte de

la sociedad del capital. De este modo, los dominados no sólo han sido

fragmentados, sino que se han visto privados de la posibilidad de reagru-

parse en tomo a otra bandera y otra identidad política que no sea, en apa-

riencia, la misma de sus dominadores: la democracia representativa. Esa

democracia, sin embargo, pese a que fue reconquistada por las luchas de

nuestras sociedades, se confunde hoy y, en todos nuestros países, con el

proyecto económico neoliberal.

Negar la importancia de esta reconquista sería absurdo: es obra nuestra,

no del capital, sus planes y sus poderes. Aceptarla en su forma actual como

horizonte único y último sería subordinarse a la fragmentación de nuestras

sociedades a la cual tiende la nueva dominación del capital. Plantear hoy una

forma política alternativa aparecería como una pura construcción del espíri-

tu, de esas que no llegan ni a rasguñar la realidad; o como una aventura sin

fundamento teórico ni práctico, de esas que sólo engendran desaliento y dis-

persión. ¿Entonces?

6

No comparto la idea de quienes hablan del fracaso de las políticas neo-

liberales. Si se las toma como una respuesta a las necesidades de la pobla-

ción, entonces sí sus resultados son fallidos. Pero si se las considera como

la forma política de una nueva fase de la expansión capitalista, es forzoso

constatar que han tenido éxito, porque esos resultados son precisamente

los que se proponían: concentrar las cimas del poder y del dinero en cada

uno de nuestros países en una alianza financiera fuera de la nación; despla-

zar y derrotar a otras fracciones antes dominantes del capital nacional;

crear una reducida capa social de sostén que abarca entre un quinto y un

tercio de la población; excluir, marginar, fragmentar entre los dos tercios y

los cuartos quintos restantes, abandonados a una vida de privaciones, te-

mores y miseria, despojados de anteriores derechos y conquistas y negados

en la misma fuente de la dignidad de su existencia.

Cuadernos del Sur 81

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Esa es la obra dc una nueva capa de dirigentes surgida dela fase ante-

rior de la dominación del capital en nuestros países. Su propósito no es la

vieja construcción de la nación estructurada sobre la empresa común de su

mercado interno y de sus múltiples relaciones culturales y solidarias, sino

la nueva construcción de su propio poder trasnacionalizado que controla,

por los mecanismos heredados de la vieja dominación política, un pedazo,

casi indiferente a sus fines, de rpoblación y de territorio en el mercado.

global, y sobre esa base negocia con sus socios mayores internacionales.

Frente a este horizonte, diversas corrientes de la izquierda buscan en

estos tiempos un terreno programático común para establecer un lugar pro-

gramiitico de encuentro y una política alternativa. Este terreno tiende a ser

la reformulación de un proyecto de Estado social o Welfare State para

estos tiempos, donde los derechos democráticos se sustenten en los dere-

chos sociales garantizados por ley cada ciudadano, y donde el ejerciciode

estos últimos derechos den la posibilidad del ejercicio efectivo de. los pri-

meros. En otras palabras: no hay democracia política real sin condiciones

humanas dc existencia; no hay modo de conquistar y defender estas condi-

ciones sin ejercer la democracia política,

Estos Wei/are States para nuestros países se presentarían no como el

resultado de una confrontación abierta sino de un nuevo pacto social, con:

venicnte para todos los participantes y concertado entre todos segun los

dictados dc la razón y dc un supuesto interés común de la sociedad entera,

una especie de acuerdo de ingeniería política y social sancionado por- el

voto universal y llevado a cabo por gobiernos democráticos en el poder.

Esta manera de plantear cl problema olvida que los Welfqre States. que

han existido fueron el resultado de duras confrontaciones entre clases orgia.-

nizadas y que el pacto social alcanzado fue también el resultado de los

ataques frontales contra el capital, obligado entonces a ceder y pactar para.

preservar en nuevas condiciones y con nuevas Concesiones a la sociedad

una dominación que era severamente cuestionada.

Así sucedió en Estados Unidos con las luchas del CIO, en Francia con

el Frente Popular, en México con el cardenismo, en la posguerra con los

grandes movimientos de organización de los trabajadores en Italia, en Gran

Bretaña, en Alemania y en toda Europa, y la lista podría cxtenderse’.

Plantear así las cosas equivale, como señala] acques Kergoat en un tex-

to reciente, “a negar que la cuestión dcl cambio pueda salir del debate de

ideas corteses entre gentes bien educadas para plantearse en términos de

relaciones de fuerza y ser conducido por fuerzas sociales bienprecisas".

La nueva fase expansiva del capitalismo no es una mera cuestión de

82 Diciembre de 1995

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nuevas tecnologías y mayores concentraciones de capital, sino sobre todo

una cuestión de una nueva relación de fuerzas entre el capital global y las

fuerzas del trabajo y entre sus diversos segmentos nacionales. Es esa rela.-

ción de fuerzas la que es preciso empeZar a revertir en las nuevas‘condício-

nes de existencia del capital, estas si irreversibles al pasado. Es de los

nuevos movimiean sociales, engendrados en estas nuevas condiciones en

nuestros países latinoamericanos y en el mundo, de donde puede surgir la

fuerza para conquistar esa diferente relación. No tratade ingeniería po-

lítica, sino de luchas organizadas en la sociedad. _

Porque el socialismo, si algún significado tiene esta palabra, no es un

plan de Estado o un programa de redistribución gubernativa, sino ante todo

y sobre todo la organización autónoma de las l‘ue’rvas del trabajo bajo todas

sus formas (es decir, del 95 por ciento de la población) con respecto al

capital y al Estado, Y es en la resistencia a éstos y en la solidaridad entre sí

donde esas fuerzas se organizan en cada situación histórica específica.

Para establecer en un plano actual las premisas dc un Estado social, será

preciso forzar los acuerdos, como sucedió en el pasado, apuntando “más

alto y más lejos que el nivel mismo al que finalmente se establezca el pacto

social. No se trata aquí de un mercadeo -pedir más para obtener algo- , sino

de una puesta en tensión de las fuerzas sociales sin las cuales no hay pacto

posible, porque los pactos se hacen entre fuerzas cóntrapucstas pero no

pueden alcanzarla y se ven obligadas a establecer, en consecuencia, deter-

minado equilibrio.

La tarea, entonces, no es la formulación de un programa aceptable des-

de ya para todos, sino la organimción de las fuerzas con un programa pro-

pio, general y alternativo. Eso es lo que hizo en el pasado el socialismo,

apoyado en el movimiento de los trabajadores y en los múltiples movi-

mientos sociales de cada país y cada momento. En las nuevas condiciones

será preciso volver a plantear esa empresa de organización y de civiliza-

ción, contra quienes, después de las derrotas, aceptan resignarse al orden

social existente proponen una versión moderada de Estado social como

un retoque a sus rasgos más siniestros.

7

Frente a la moderna barbarie electrónica y a la tribalización de las so-

ciedades propuestas como horizonte último (y catastrófico) para los seres

humanos, los nuevos movimientos en surgimiento o en gestación cn todo

el continente tendrán que verse llevados, nosólo a resistir como era necei

sario e inevitable hasta ahora, sino a engendrar por necesidad de supervi-

Cuadernos del Sur 83

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vencia y de extensión su propio momento de generalización alternativa, la

socialización y reunificación de sus demandas, el equivalente programáti-

co y cultural de lo que enel pasado hicieron los movimientos socialistas.

Sea o no éste el nombre en estos días, no creo que pueda ser otro el conte-

nido, aunque la forma, por necesidad, nada tenga que ver con un artificial

programa único para todos los países y sociedades’. ‘

El momento de la nueva generalización no .puede ser delegado al Esta-

do ni son su vehículo las estatizaciones de la economía. Lo opuesto a la

barbarie del mercado capitalista no es el despotismo del Estado. Es- la orga-

nización de los seres humanos en la producción de su vida social.

Los movimientos sociales, colocados ahora a la defensiva, han sido

desde siempre el terreno donde se opera la acumulación de experiencias y

conocimientos sociales para esa organización.- La superación de la presente

fragmentación tendrá que venir por acumulación y combinación de expe-

riencias y reflexiones en las nuevas formas de la resistencia de la sociedad

al capital. Los movimientos sociales y las organizaciones políticas que en

ellos aspiran a sustentarse están ante la exigencia de esta nueva generaliza-

ción.

Es ílusorio —y sin embargo reaparece en las lamentaciones y las con-

denas contra la perversidad de los neoliberales— querer revivir los viejos

pactos o las ideologías estatistas, nacional-populistas o socialistas de Esta-

do que condujeron al desastre. No se trata de salvar lo salvable o de pegar

tepalcates. Se trata ,como otras veces en la historia de este siglo, de comen-

zar de nuevo. Contra los efectos inhumanos de la flexibilización, la desva-

lorización, el desempleo, la precarización, la segmentación y trasnaciona-

lización, el trabajo necesita encontrar su nuevo terreno de organización y

de lucha. Su fuerza radica en que el capital no puede prescindir de él ni

puede dejar de aumentar sus capacidades, antes bien lo engendra y lo mul-tiplica a escala planetaria.

El trabajo en todas sus formas necesita definir un nuevo horizonte y una

alianza entre sus fragmentadas fuerzas y las fuerzas afines. Esa alianza

tendrá que tomar la forma de un pacto o alianza civilizadora: por un con-

junto mínimo de derechos sociales -empleo, ingreso, educación, salud, vi-

vienda, descanso, medio ambiente- y de libertades políticas garantizadas a

todos los seres humanos desde el momento de su nacimiento.

En ese plano tan general, tan elemental, y al mismo tiempo tan alto de

la defensa de la civilización y la racionalidad, parece hoy ubicarse el punto

de convergencia y de generalización de los diversos objetivos particulares

de los movimientos sociales y de sus aliados políticos. La organización

84 Diciembre de 1995

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para alcanzarlo se desarrolla en la confrontación con la dominación y las

políticas del capital, su mercado y sus Estados. Pero su horizonte se coloca

más allá de esa_dominación devastadora de la naturaleza y de los seres

humanos. .

Ese horizonte/se confunde con el de los ideales seculares del socialis-

mo: justicia y libertad. En él hay una exigencia ética sin la cual esos idea-

les se vacían de contenido y no pueden trascender los confines. de la socie-

dad tal cual es. Cuando la política de los socialistas deja de lado esa ten-

sión ética que la define, se degrada en una de las múltiples políticas repro-

ductoras de esta sociedad o se pervierte en una bastarda dictadura burocrá-

tica.

Los movimientos sociales que vuelven a brotar en todos nuestros países

no son socialistas. Viven y buscan conquistar posiciones en la sociedad en

u'n proceso incesante de organización-confrontación-negociación con sus

antagonistas o interlocutores. Pero para no estar en desventaja, necesitan

no estar subordinados al horizonte societal o ideal de éstos. De ahí se des-

prende el carácter necesario de una proyección política propia de esos

movimientos, aunque cada uno mantenga su propia organización y fines.

La consolidación de las frágiles, tuteladas y controladas repúblicas res-

tablecidas en América Latina no puede ser garantizada por las tendencias

fragmentadoras y dísociadoras propias de la nueva dominación llamada

neoliberal. Una nueva versión política de los ideales arraigados en la con-

ciencia y en la historia latinoamericana debe Ser por fuerza formulada y

asumida por las fuerzas del trabajo: la unidad latinoamericana, la construc-

ción de las nacienes, la vida y' el gobierno autónomos y extensamente

entretejidos-de sus comunidades, la expansión y enriquecimiento de sus

múltiples culturas, el derecho de todos al trabajo, a la educación y al dis-

frute, la antigua idea de una patria latinoamericana para todos.

Osando demasiado y organizándonos sobre esa osadía podrá ser posi-

ble, dentro de la realidad y con políticas realistas, obligar a quienes hoy

dominan a pactar una vez más con el movimiento y las demandas de nues-

tras sociedades en una nueva formade Estado social, republicano y demo-

crático, dentro de un marco político y económico que, a diferencia del

presente, garantice nuestra vida, nuestra razón y nuestra civilización.

No es bueno resignarse a quedar preso de los mezquinos horizontes

sociales y políticos que se nos presentan como el ineluctable castigo divi-

no por nuestras pasadas audacias. Si las antiguas torres fueron destruidas,

no fue borrada la experiencia humana que permitió construirlas. Contra

lo que piensa el Sumo Pontífice, es hora de volver a unir en una sola nues-

Cuadernos del ' Sur 85

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tras lenguas y echar los cimientos, usando incluso algunas viejas piedras,

de una nueva, humana y trasparente ciudad futura, con su aún más esbelta

torre de Babel. Tal vez la llamen, como a San Gimignano, la ciudad de las

hermosas torres y goce, como ella, de un cielo azul y un vino delicado.

México DE, 1994

NOTAS

l. Umberto Eco. La ricerca della lingua perfetla. Bari. liditori laterza. 1993. 423

2. lrving Howe. en la introducción a Essential llr'arlrs ofSor:ÍrlIisnt, New llaven. Yale

University Press. 1976. anota: "Sería difícil. quiza imposible. decir hasta dónde el lVelfureSlule est-Iresultado de un intento deliberado para estabilizar la sociedad capitalista desde arriba. para poder

evitar las rupturas y las crisis revolucionarias. y hasta dónde es la victoria parcialmente alcanzadaen las luchas de las masas de seres humanos parasatisfaeer sus deseos. (‘onlra quienes ven el ll’elfure

State simplemente como el resultado de procesos económicos autónomos o como un artificio paramantener. mediante diversiones y concesiones. las formas tradicionales de poder económico es pre-

ciso subrayar que el welfnrism representa. tanto en sus logros como -en sus potencialidades. una

conquista que ha sido arrancada a través de la lucha por los movimientos obrero. socialista y liberal".3. Umberto Eco. ap. cin, p. 344. anota esta reflexión sobre las lenguas uniwrsalesï'lis

destino de todo proyecto de lengua artificial que. si el "verbo" no difunde. aquella mantenga su

pureza: pero si el "Verbo" seafinna. entonces la lengua se vuelve propiedad del conjunto de losprosélitos y. dado que lo mejor es enemigode lo bueno. se "babeliza". lis también el destino de las

religiones. las ideologías y los programas. cuando de la teoria de sus iniciadores pasan a la realidadde las sociedades humanas.

RAZON Y REVOLUCION

Teoría - Historia - Política

86 Diciembre de 1995