génesis, evolución tendencias desarrollo sostenible

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SERIE TERCERA DÉCADA G énesis, evolución tendencias del paradigma desarrollo sostenible y del

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  • s e r i e

    tercera dcada

    G nesis, evolucintendenciasdel paradigma

    desarrollo sostenible

    y

    del

  • Miguel Moreno Plata

    G nesis, evolucintendenciasdel paradigma

    desarrollo sostenible

    y

    del

  • MXICO 2010

    CONOCERPARA DECIDIREN APOYO A LA INVESTIGACIN A C A D M I C A

    Miguel Moreno Plata

    G nesis, evolucintendenciasdel paradigma

    desarrollo sostenible

    y

    del

  • La H. Cmara de diputados, LXi LegisLatura,participa en la coedicin de esta obra al incorporarla a su serie ConoCer para deCidir

    Coeditores de la presente edicin H. Cmara de diputados, LXi LegisLatura migueL ngeL porra, librero-editor

    Primera edicin, junio del ao 2010

    2010 migueL moreno pLata

    2010 Por caractersticas tipogrficas y de diseo editorial migueL ngeL porra, librero-editor

    Derechos reservados conforme a la leyISBN 978-607-401-282-8

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total, directa o indirecta

    del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la au-

    torizacin expresa y por escrito de los editores, en trminos de lo as

    previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por

    los tratados internacionales aplicables.

    IMPRESO EN MXICO PRINTED IN MEXICO

    www.maporrua.com.mx

    Amargura 4, San ngel, lvaro Obregn, 01000 Mxico, D.F.

    Esta investigacin, arbitrada por pares acadmicos, se privilegia con el aval de la institucin coeditora.

  • DeDicatoria

    Este libro est dedicado a las presentes generaciones, de cuya responsabilidad depende el futuro ambiental

    del planeta. Tambin con dedicatoria especial para las futuras ge-neraciones, casi seguras vctimas denuestra irrespon-sabilidad organizada, en caso de que no encontremos el antdoto para detener la destruccin ambiental y la

    pobreza que flagela a nuestros pueblos.

    agraDecimientos

    Agradezco profundamente a la Universidad de Alicante y a la Universidad Autnoma Metropolitana por la oportunidad que me brindaron para la realizacin de

    los estudios doctorales.Agradezco de manera especial a mis profesores, particu-larmente al doctor Jos Juan Gonzlez Mrquez, por su atinada conduccin del trabajo de grado, as como al doctor Gabriel Real Ferrer, quien amablemente obse-qui el Prlogo de esta obra, adems de sus atinadas observaciones que permitieron mejorar el contenido de

    la misma.

  • Debo confesar que cuando, hace ya unos aos, Jos Juan Gonzlez Mr-quez me adelant que iba a dirigir la tesis doctoral de Miguel Moreno Plata y que tratara sobre el principio de sostenibilidad no pude por menos que titubear. El tema propuesto no era uno ms de los que podan ser objeto de una tesis, era el tema, el gran tema. Abordarlo consistentemente en-traaba una gran complejidad que desbordaba largamente el derecho am-biental, pues sus implicaciones alcanzan el corazn de la extraordinaria transformacin que, callada pero aceleradamente, se est produciendo en el conjunto de estructuras jurdicas que conocemos.

    Convers con Jos Juan y coincidimos en que la tarea exigira de un enorme esfuerzo y de una gran capacidad, todo hay que decirlo, y que su transversalidad obligara al doctorando a transitar no slo por las mis-mas bases del derecho, sino tambin por materias situadas a extramuros de lo jurdico; pero me inform que su determinacin era absoluta. Miguel, y con l su director, entendan que deba abordarse ese trabajo cmo no compartirlo? y el doctorando se senta preparado para ello. Unos minutos ms de conversacin bastaron para convencerme plenamente de la viabi-lidad del proyecto y el tiempo les dio, finalmente, la razn: la tesis obtuvo sobresaliente Cum Laudem.

    Es fcil comprender, pues, que prologar este libro me produzca espe-ciales satisfacciones. Siempre es un gozo presentar una nueva contribu-cin al mejor conocimiento del derecho ambiental, pero en este caso con-curren valores aadidos. Citar algunos. El primero que creo firmemente que sta no es una obra comn, es una gran obra que est llamada a ocu-

    PrlogoGabriel Real Ferrer*

    * Universidad de Alicante.

  • Gabriel Real Ferrer

    par un lugar destacado en la bibliografa sobre la evolucin del derecho ambiental y la emergencia del derecho de la sostenibilidad. El segundo, porque discurre, precisamente, por buen nmero de las cuestiones que han sido, y siguen siendo, objeto de mis propias reflexiones al entender que son centrales para el progreso de la ciencia jurdico-ambiental. El ter-cero, porque presentar esta obra es tambin presentar a su autor y no me cabe duda de que Miguel Moreno Plata tanto en su actividad docente, como, y quiz especialmente, en su dimensin de investigador es un gran valor que tiene mucho que aportar al progreso del derecho. Mucho me equivocara si dentro de pocos aos no es considerado, no slo en Mxico, como parte de la mejor doctrina iusambientalista. Finalmente, me produce un ntimo gozo comprobar que la natural sucesin en la transmisin de conocimientos, o mejor, en el contagio de la curiosidad e inquietud intelec-tual, se materializa de un modo tan esplndido y el magisterio de Jos Juan Gonzlez Mrquez, quien fue mi discpulo, ofrece frutos tan notables.

    No voy a hacer una resea sistemtica del libro pues en su Introduc-cin ya se detalla el impecable iter material y argumental que sigue el autor, pero s quiero deslizar ciertas reflexiones sobre algunas de las ms suge-rentes ideas que contiene.

    Ya desde la primera pgina de su Introduccin, el autor nos advierte de que lo relativo al principio de sostenibilidad se encuentra en el interregno terico del derecho en lo general y del derecho ambiental en lo particular. En efecto, sta es una cuestin nuclear. Es ste un trabajo sobre derecho ambiental, o lo es de teora del derecho? Digamos lo que digamos sobre el principio de sostenibilidad, lo cierto es que no podemos limitarnos a exa-minarlo desde la estrecha perspectiva de las relaciones entre el hombre y su entorno natural, que sera el campo propio y nico del derecho am-biental. Como es bien sabido y se ocupa de contrastar contundentemente el autor, la evolucin conceptual de la nocin de Ds, o mejor, de sostenibi-lidad, entendida como objetivo colectivo a alcanzar por la humanidad,

    Digo que prefiero hablar de sostenibilidad antes que de desarrollo sostenible porque la primera nocin se desprende de la carga que supone hablar de desarrollo. El desarrollo sostenible supone adjetivar lo que es sustantivo para esa idea, es decir, el desarrollo, cuan-do quiz debamos poner en cuestin si es precisamente eso lo deseable. Tal vez el objetivo no sea desarrollarse si se acredita, como muchos advierten, que desarrollo y sostenibilidad son incompatibles. Al menos esa es la tesis de algunos economistas como Latouche o Gouguet, que propugnan el decrecimiento como nica frmula compatible con la sostenibi-

  • Prlogo

    concierne no slo a lo ambiental, sino tambin a las dimensiones econmi-cas, sociales y polticas. De hecho, todo est implicado pues toda accin social debe orientarse a ese objetivo. Por eso se trata de un principio hori-zontal que excede con mucho de los lmites del derecho ambiental.

    Esta idea, perfectamente fundamentada en el trabajo, nos permite pro-gresar en una tarea necesaria: la reconduccin del derecho ambiental al espacio que le es propio. El xito del derecho ambiental, introduciendo tcnicas y procedimientos jurdicos desconocidas por el derecho tradicio-nal y, sobre todo, abriendo paso a la idea de un derecho global, planetario idea sobre la que luego volveremos; ha hecho que durante muchos aos se produjera lo que llamo la ampliacin de lo ambiental, es decir, que bajo el rtulo de ambiental se trataran, y se siguen tratando, cuestiones que nada tienen que ver con sus fines ni con su objeto de proteccin. Temas que nicamente tienen que ver con la salud de las personas, o con la jus-ticia social, o con mecanismos bsicos de participacin, o de proteccin de derechos econmicos o, en fin, con la esttica o con la cultura; han sido considerados como parte del derecho ambiental.

    Esto se explica fcilmente porque fue el derecho ambiental el que in-trodujo la primera y definitiva cua que inici la demolicin del edificio jurdico slidamente asentado en el mundo desde la aparicin del Estado. Las preocupaciones ambientales, que se inician en los aos setenta al constatar que nuestro comportamiento nos abocaba a un colapso ambien-tal planetario ms o menos prximo, pusieron de manifiesto una realidad incuestionable: si pretendamos proteger la salud ambiental del planeta, el objeto de proteccin (el ecosistema planetario) y el mbito de jurisdiccin (la humanidad) eran incompatibles con los derechos nacionales basados en la soberana y con la concepcin clsica de los derechos internos fun-damentados en el individualismo y del derecho internacional entendido como derecho convencional. Simple pero contundente.

    lidad. Lo que s es cierto es que se precisa de un reparto ms equitativo de la riqueza y re-pensar que queremos decir con desarrollo. En todo caso, la sostenibilidad alude instintiva-mente a un modo de actuacin social que, independientemente del modelo econmico que asuma, garantice la permanencia de la especie humana en el planeta en unas condiciones justas y dignas. Obviamente, este objetivo implica a todas las dimensiones de la actividad humana y, por ende, del derecho, incluidas, especialmente, las formas de gobernanza.

    En su primer captulo, el libro aporta claves importantes para entender la actual crisis del Estado nacional.

  • 10 Gabriel Real Ferrer

    Esta frontal incompatibilidad no ha sido, an, plenamente resuelta. Ni contamos con un derecho coactivo de produccin autnoma de los esta-dos, ni existe una autoridad mundial ambiental, ni la humanidad ha sido plenamente reconocida como sujeto de derecho y nica fuente de legitimi-dad de las normas que la afectan en su conjunto. Sin embargo, los progre-sos han sido extraordinarios y el edificio, aunque se mantiene, presenta fisuras inocultables que han permitido que, con el impulso de una concien-cia y voluntad colectiva cada vez ms slida, se est construyendo un de-recho ambiental internacional crecientemente operativo que ha permeado, inexorablemente, a los derechos nacionales.

    Lgico es que por esas fisuras se colaran conflictos que tienen todo que ver con la sostenibilidad pero nada con el derecho ambiental. El dere-cho ambiental tiene por objeto proteger el medio ambiente, como bien ju-rdico diferenciado pero dependiente del estado de los sistemas naturales, y su finalidad no es otra, lo he dicho muchas veces, que la de retrasar la desaparicin de la vida humana en el planeta. En unas recientes declara-ciones, el cientfico Stephen Hawking adverta que el futuro de la humani-dad est en el espacio, pues estimaba que las condiciones que permiten la subsistencia humana en el planeta no se extenderan ms all de los prxi-mos cien aos. Aun cuando debamos confiar en que no se cumplan estas negras previsiones, lo cierto y verdad es que el derecho ambiental es un derecho de supervivencia. Por el contrario, las dems dimensiones de la sostenibilidad tienen que ver con las condiciones en que se produce tal supervivencia. La econmica procurando el progreso en las condiciones materiales de vida y buscando una justa distribucin de los recursos; la social evitando los procesos de exclusin y asegurando el acceso a la salud y a la educacin; y la poltica, si es que se puede escindir de la social, re-construyendo el edificio institucional y los mecanismos de gobierno de modo que se garantice la participacin y defensa de los intereses de todos,

    Substrato que sostiene el nacimiento de una ciudadana global, cuestin que nos llevara por otros derroteros.

    Que la vida humana desaparecer de la Tierra es una evidencia cientfica, el problema es que con nuestro comportamiento estamos acelerando el momento en que las condiciones de vida sean insoportables para nuestra especie. El derecho ambiental pretende, ni ms ni menos, que corregir en lo posible nuestra conducta respecto del planeta para que ese momen-to llegue lo ms tarde posible.

  • Prlogo 11

    como individuos y como colectividad. El derecho ambiental, tengmoslo claro, no es ms que una parte del derecho de la sostenibilidad.

    En realidad, el desafo es de tal calibre que nada puede quedar ajeno al proceso. Hace tiempo, tambin, que vengo diciendo que lo mejor que le puede pasar al derecho ambiental es que desaparezca. Dicho de un modo menos chocante, que no tengamos que hablar de un derecho ambiental como rama jurdica que tiene unos objetivos particulares, sino que el dere-cho todo asuma sus principios y objetivos. Igual ocurre con la sostenibilidad. Hoy se puede hablar de un derecho de la sostenibilidad, es decir, de una serie de normas e instituciones que responden a los objetivos de las diver-sas dimensiones de la sostenibilidad y que, desgajndose de las respectivas ramas del derecho, comparten el que tienen como substrato legitimador el ser derechos de la especie humana en su conjunto, y tienen como finalidad la resolucin de problemas globales. Pero lo nico que podra resultar satis-factorio es que la sostenibilidad guiara toda la actividad social.

    Llegados a este punto, retomemos la pregunta es este un trabajo so-bre derecho ambiental, o lo es de teora del derecho? Dira que la pregunta es retrica, pues la respuesta es, en el fondo, indiferente. Desde luego ir a parar a las secciones de derecho ambiental de las bibliotecas jurdicas, pero es imprescindible para construir una teora del derecho actual. Porque otra atraccin que resulta recurrente cuando se lee el libro es la que me la llevado a ratificarme en una idea que acaricio largamente, la de que debe-mos abandonar definitivamente la representacin grfica del derecho que nos ofrece la pirmide kelseniana y sustituirla por algo ms complejo: la del derecho esfrico. No es momento para desarrollar en plenitud esta idea pero la lectura del trabajo no deja de hacerme guios.

    Reconsideremos lo aprendido. En estos inicios del siglo xxi ni la Cons-titucin o la norma hipottica fundamental de Kelsen, es la nica fuente de legitimidad de un ordenamiento; ni stos son realidades aisladas que viven en compartimentos estancos; ni el principio de jerarqua de las normas es un dogma insuperable; ni la representacin de los ordenamientos como pirmides dejan espacio a una comunidad internacional que, instituciona-lizada o no, cada da cobra ms fuerza como fundamento legitimador. Ms

    A diferencia de los derechos sociales, econmicos, ambientales o polticos de raigambre nacional cuyo factor de legitimacin es el fundamento soberano y su vocacin la resolucin de problemas locales o de grupo.

  • 12 Gabriel Real Ferrer

    bien deberamos representarlo como un conjunto de esferas concntricas que interactan entre ellas en infinito nmero de planos y que son influi-das, a su vez, por mltiples factores, ajenos a la clsica produccin norma-tiva, que las penetran y conforman.

    En el derecho emergente, el derecho esfrico, se est produciendo una progresiva confusin entre los planos nacionales y los regionales e inter-nacionales, fruto y consecuencia, a la vez, de la multiplicacin de fuentes normativas. En este punto y a poco que se piense, nos queda por resolver, entre otras muchas cuestiones, el cmo aplicar el principio democrtico a estas nuevas fuentes (la omc, por poner un ejemplo, pero hay muchas otras). La ampliacin de los lmites temporales y espaciales del derecho, fruto de los principios de equidad y solidaridad intra e intergeneracional (ver el captulo xi), trastoca cualquier postulado clsico e influye en su propia conformacin. La produccin judicial del derecho, ms basada en principios que en normas cerradas; la mutua influencia entre ordenamien-tos, muchas veces a travs de organismos regionales; los fenmenos de autorregulacin sectorial propiciados por los poderes pblicos pero ajenos a la tradicional produccin estatal; o en fin, la proliferacin sin lmite de normas tcnicas o sobre comercio internacional que, producidas no se sabe bien donde, se instalan en los ordenamientos sin resistencia; estn dejando el principio de jerarqua normativa como regla de uso exclusivo en conflictos entre normas domsticas. Si a todo esto aadimos la creciente dependencia de las normas del conocimiento cientfico que se traduce, entre otros fenmenos, en el aumento espectacular de leyes en blanco y, para finalizar por el momento, en el profundo trastocamiento de los me-canismos de legitimacin, pues ni los parlamentos son ya la nica fuente legitimadora de las normas ni los gobiernos disponen del margen de ac-tuacin al que estaban acostumbrados; el panorama es claro: en el camino hacia un ordenamiento global en el que se integren singularidades regio-nales y nacionales, y frente a la cantidad de vectores que influyen sobre el derecho, slo una representacin esfrica responde con cierta consisten-cia a esa realidad.

    Me permitir, tambin, desgranar algunas ideas sobre lo que es el eje central de este gran trabajo: el principio de sostenibilidad. He dicho antes que creo que se puede identificar un emergente derecho de la sostenibilidad ms o menos acotable, pero el principio de sostenibilidad es otra cosa, como

  • Prlogo 13

    cosa distinta son, por una parte, el conjunto de normas y preceptos median-te los que se desarrollan y garantizan los derechos fundamentales y, por otra, los valores que los sustentan que, como la libertad, la justicia o la igual-dad, se han convertido en principios universales del derecho que impregnan e inspiran los ordenamientos jurdicos de las naciones ms civilizadas y de la comunidad internacional. Ese es el rango en el que se instala.

    Un recorrido por los distintos captulos del libro que se dedican a ras-trear las pistas y antecedentes de la irrupcin del principio de sostenibili-dad en distintos mbitos nos ofrecer un cumplido panorama sobre su incuestionable y horizontal progreso. Con mucha mayor rapidez con lo que lo hicieron otros, el principio de sostenibilidad est recorriendo el ca-mino de consolidacin que siguieron los principios generales del derecho que hoy consideramos hitos fundamentales en nuestro proceso civilizato-rio. No obstante, se encuentra an, a mi juicio, en el inicio de su recorrido. Ha irrumpido con fuerza en la legislacin y est llegando a la jurispruden-cia, pero queda mucho por hacer en materia de gobernanza. Su definitivo imperio requiere, como todo cuanto tiene que ver con la revolucin global, de profundos cambios de mentalidad, a lo que ayudan iniciativas como la declaracin, por parte de las Naciones Unidas, del Decenio de la Educa-cin para el Desarrollo Sostenible (00-0). Con todo y afortunada-mente, la coincidencia entre la doctrina que nos ocupamos de estas cues-tiones es prcticamente total a lo largo y ancho del planeta. No es mera casualidad, nunca lo es, que en el mismo momento en que Miguel Moreno est llevando su trabajo a imprenta, meses despus de haberlo defendido como tesis doctoral, aparezca, en otro continente y en otra lengua, el nota-ble trabajo de Klaus Bosselmann, The Principle of Sustainability. Traforming Law and Governance cuyo hilo conductor y argumental guarda, como no poda ser de otro modo, importantes similitudes.

    No se puede dudar que el principio de sostenibilidad ser, es ya, un principio fundamental del derecho pero puede considerarse asimismo como un principio fundacional, dicho de otro modo: si la sostenibilidad es la capacidad de perpetuarse, va de suyo que toda civilizacin procura,

    Captulos vi a x. Editorial Ashgate, New Zealand, septiembre de 008. La tesis fundamental del libro es,

    en coincidencia plena con Miguel, as como con otros autores, que la sostenibilidad rene las cualidades histricas, conceptuales y ticas tpicas para ser un principio fundamental del derecho.

  • en primer trmino, asegurar su subsistencia y permanencia. Toda socie-dad ha intentado, con mayor o menor xito, y con mayores o menores transformaciones a lo largo del camino, asegurar su entorno y sus vnculos sociales para perpetuarse en el tiempo; la diferencia es que ahora estamos en una sociedad global y el entorno es el planeta.

    Una ltima cuestin. Con independencia de la directa virtualidad que al-cance como principio general del derecho, de lo que no cabe duda es que aporta nuevas dimensiones al resto de principios. La sostenibilidad ampla la visin temporal8 y espacial del resto de principios; as, el derecho a la vida, o a la integridad fsica, o a la libertad, o a la dignidad, por poner unos ejemplos de los derechos y libertades de primera generacin; deben ser reconsiderados desde las nuevas perspectivas que la sostenibilidad impo-ne. Siguen siendo derechos individuales, no cabe duda, pero no podemos ignorar el compromiso de hacerlos extensivos, va solidaridad intra y ex-trageneracional, a aquellos con los que ahora mismo compartimos el pla-neta y tambin a quienes nos vengan a suceder.

    La sostenibilidad, en fin, precisa y est estrechamente ligada a la soli-daridad a la que adiciona una determinada perspectiva tica. De hecho, es una nueva forma, redimensionada, de solidaridad que se distingue por tener como objetivo el asegurar la subsistencia de la especie en unas con-diciones de justicia y dignidad ticamente aceptables.

    De todo esto y de mucho ms habla el libro de Miguel Moreno Plata, cuya lectura a buen seguro no le dejar indiferente.

    8 Uno de los principales retos que la sostenibilidad plantea al derecho es precisamente su dimensin temporal. Se dice, con razn, que el derecho ha ido siempre a remolque de las transformaciones sociales, que resuelve problemas conocidos en una especie de efecto retro-visor, y no est capacitado para abordar anticipadamente los que estn por venir. Pues bien, por una parte, la sostenibilidad exige no slo corregir lo que estamos haciendo mal (lo cono-cido), sino evitar errores de futuro (lo desconocido) y, por otra, al establecer un determinado estatuto jurdico a las generaciones venideras obliga a considerar, hoy, derechos no nacidos, atemporales.

    Respecto de los de segunda o tercera generacin, la ampliacin de las perspectivas es-pacial y temporal ser seguramente ms fcil aunque igualmente necesaria.

  • 15

    Coincidimos con la opinin de numerosos tratadistas en el sentido de que la difcil construccin del derecho ambiental implica el desarrollo de una teo-ra general slida, ya que la falta de criterios conceptuales en nuestra dis-ciplina, en contraste con la proliferacin de estudios sobre los instrumen-tos jurdicos de proteccin ambiental, pueden hacer zigzaguear, en una buena medida, la eficaz aplicacin de las normas en esta materia.

    El presente trabajo de investigacin parte de la premisa anterior. Du-rante dcadas los jusambientalistas hemos buscado atajos tericos ancla-dos en otras ramas jurdicas para justificar la carencia de estudios sobre los problemas conceptuales fundamentales de nuestra disciplina. La extra-polacin de conceptos pertenecientes a otros campos del derecho o de otras ciencias limita la estructuracin y la eficacia de la normativa ambien-tal, en razn de la naturaleza y particularidades de esta ciencia jurdica.

    Sin una buena construccin terica, a travs del desarrollo conceptual acorde a sus principios y caractersticas, el derecho ambiental difcilmente avanzar hacia su consolidacin, al no contar con las herramientas teri-cas bsicas para la edificacin exitosa de este novedoso campo.

    En este contexto, el tema relativo al principio de sostenibilidad se en-cuentra en el interregno terico del derecho en lo general y del derecho ambiental en lo particular. Por ello, la naturaleza jurdica del citado princi-pio es uno de los temas quiz ms ridos para los jusambientalistas en razn del alto grado de imprecisin y, por consiguiente, de su considerable amplitud y vaguedad terica; por lo que el desarrollo de dicho concepto es de fundamental importancia en la bsqueda de los nuevos derroteros de esta disciplina.

    Introduccin

  • 16 Miguel Moreno Plata

    En razn de lo anterior, nuestro objeto de estudio tiene una compleji-dad tal que inevitablemente nos llevar a recorrer algunos de los recove-cos tericos de las ciencias jurdicas y del derecho ambiental en particular; lo anterior con la finalidad de intentar esclarecer, o por lo menos, propiciar la reflexin cientfica sobre este tema estratgico para el presente y futuro de la humanidad.

    De esta manera, la amplitud de nuestro objeto de estudio nos conduci-r a diversos terrenos tericos; por lo que el enfoque metodolgico de la presente investigacin tiene, en una buena medida, un carcter interdisci-plinario. Por esta razn, sin apartarnos del campo del derecho abordare-mos algunos temas vinculados con otras reas del conocimiento cientfi-co, tales como la economa, la ecologa o de la sociologa. Sin embargo, la incursin en estas disciplinas nicamente tiene como finalidad establecer el marco general, el cual aportar el bagaje terico bsico, sin soslayar la naturaleza jurdica de la investigacin.

    Las otras coordenadas de nuestro objeto de conocimiento se encuen-tran vinculadas con la construccin del paradigma de la sostenibilidad, par-ticularmente desde las ciencias sociales. El avance contradictorio de las teoras vinculadas con esta materia encuentra su explicacin en la ausencia de una matriz que proporcione bases tericas comunes para todas las cien-cias relacionadas con la sostenibilidad, especficamente en los campos de las ciencias sociales, las humanidades y las ciencias jurdicas. De esta manera, el primer gran reto terico en este rubro consiste precisamente en la defini-cin de los contornos fundamentales de este paradigma emergente.

    La otra referencia fundamental tiene que ver con el surgimiento de una nueva ontologa jurdica, a partir de la emergencia de la sostenibilidad como principio general de derecho. La ontologa tradicional, donde se encuentran anclados bsicamente los sistemas jurdicos contemporneos, encuentra su fundamento en la racionalidad materialista y sustantivista. Por el contrario, la ontologa alternativa, cuyas manifestaciones primigenias las encontramos en el surgimiento del mencionado principio general, habr de de sustentarse en una nueva racionalidad cuya caracterstica central es lo inmaterial y difuso. Lo anterior habr de traducirse en el establecimiento de nuevas concepcio-nes sobre los referentes espaciales y temporales del derecho.

    Dicho lo anterior, esbozaremos el contenido bsico del presente trabajo. Esta obra se divide en captulos, mismos que constituyen los grandes

  • Introduccin 1

    ejes temticos de la investigacin. Los primeros cinco apartados estn de-dicados tanto al establecimiento del marco terico general de nuestro ob-jeto de estudio, como a la delimitacin conceptual del paradigma de la sos-tenibilidad. De esta manera, el captulo I est dedicado a La crisis de la civilizacin industrial, por lo que se enfoca bsicamente a la descripcin, a grosso modo, del sistema energtico, econmico, social y poltico de la civi-lizacin industrial, incluyendo al Estado moderno. Con el anlisis del mo-delo predominante, vigente con algunas variantes, desde el siglo xviii con los inicios de la Revolucin industrial hasta la presente centuria se pre-tende evidenciar las causas ltimas de la problemtica ambiental contem-pornea; por lo que con la descripcin de la civilizacin industrial se pre-tenden clarificar los actuales lmites estructurales del Ds.

    En este tenor, en el captulo II dedicado a ciertas Aproximaciones conceptuales se desglosa el origen y evolucin de nuestro paradigma: desde los esbozos pioneros en los Lmites del crecimiento hasta su con-solidacin con el informe de la Comisin Brundtland. En este mismo apartado se analiza tambin el contenido fundamental de Ms all de los lmites del crecimiento, obra que, en nuestra opinin, resulta de gran rele-vancia para establecer las perspectivas de la sostenibilidad, as como tambin para la construccin de los contornos fundamentales para una eventual transicin hacia la civilizacin sostenible; concebida segn los autores de dicha obra, como los estadios superiores de la organizacin de la especie humana, y quiz, la nica va para salvaguardar a la huma-nidad de las actuales amenazas, consecuencia de la destruccin ambien-tal en el mundo de hoy.

    De esta manera, con los dos primeros captulos se establecen algunas bases tericas para la definicin de los referentes bsicos del paradigma del Ds; cuestin de primera importancia para entender las limitaciones conceptuales, posibilidades tericas y tendencias del modelo en cuestin.

    En el captulo III, El enfoque del desarrollo econmico sostenible estudiaremos nuestro objeto de estudio desde la ptica de la economa ambiental y ecolgica. La importancia central de estas expresiones del pensamiento ambientalista contemporneo radica en el hecho que apor-tan elementos fundamentales para entender las principales escuelas que confluyen en la concepcin del Ds. En este mismo apartado tambin se abordan algunos de los principales indicadores fsicos de la actividad

  • 1 Miguel Moreno Plata

    econmica en los ecosistemas; cuestin crucial para entender los alcan-ces tericos y operativos del principio de sostenibilidad en el derecho ambiental y en otras ramas jurdicas.

    Por su parte el captulo IV, dedicado a la Sostenibilidad ambiental: el reto del cambio climtico y la problemtica global, se analizan de los prin-cipales problemas ambientales de la humanidad, tales como el cambio cli-mtico, la disminucin de la capa de ozono en la estratosfera, la prdida de la biodiversidad, entre otras cuestiones de inters vital para el futuro de la humanidad. Se pone especial nfasis en el asunto del cambio climtico, como el principal problema ambiental contemporneo, cuyas consecuen-cias ponen en jaque la viabilidad presente y futura del paradigma de la sostenibilidad. Este apartado aporta el sustrato cientfico indispensable para entender la naturaleza, los lmites y posibilidades de la sostenibilidad ambiental; tambin nos acerca elementos de primer orden para la com-prensin de los bienes y funciones ambientales, mismas que constituyen los andamios para arribar correctamente hacia los edificios en construc-cin del paradigma del Ds y del principio general de sostenibilidad.

    En el captulo V denominado La dimensin social del desarrollo sosteni-ble, se analiza la vertiente social de dicho modelo de desarrollo, considerado como un aspecto medular de la sostenibilidad social, y en consecuencia, algo necesario para un correcto enfoque terico sobre el mencionado objeto de estudio. La construccin de una slida teora del Ds pasa necesariamente por la revisin de aquellos vectores relacionados algunos de los estudios tericos ms representativos acerca de los conceptos y metodologas para la medicin de la pobreza, como el enfoque de capacidades de Amartya Sen. La dimensin social del Ds tiene que abrevar, en una buena medida, de los ltimos desarrollos tericos en la materia. De su consolidacin depende la factibilidad del Ds y del mismo paradigma de la sostenibilidad.

    En el captulo VI Los mbitos del desarrollo sostenible se analizan los principales campos de aplicacin del Ds: el desarrollo urbano y el desarro-llo rural sostenibles, aspectos diferenciados, pero complementarios de una misma realidad social; con una referencia obligada a los diversos indicado-res vinculados con la sostenibilidad; todas ellas cuestiones de gran impor-tancia para avanzar en el anlisis de este sector del discurso ambiental contemporneo y, por lo tanto, temas ineludibles en este debate de gran actualidad. Con este apartado cierra el estudio de las principales dimensio-

  • Introduccin 1

    nes de la sostenibilidad. Este es un asunto crucial para el establecimiento de las interacciones, similitudes y diferencias entre los diversos campos de estudio y aplicacin de la sostenibilidad. Tambin nos permite inferir las posibilidades acerca del surgimiento del paradigma de la sostenibilidad en el campo econmico, social y ambiental. En efecto, existen conceptos co-munes que trascienden los campos de una ciencia, sealadamente la eco-loga o la economa y se insertan en otras ciencias o disciplinas vinculadas con este paradigma.

    En este tenor en el captulo VII denominado El principio de sostenibi-lidad en el derecho ambiental se establece un breve anlisis sobre la evo-lucin histrica y las principales caractersticas de esta disciplina jurdica. En este mismo apartado se aborda el estudio de los diferentes principios reconocidos universalmente en el medio jusambientalista, principalmente de aquellos que de alguna forma se incardinan con el principio de soste-nibilidad, tales como son los de precaucin y el de quien contamina paga; a la vez que se realizan algunas formulaciones sobre el concepto del Ds en la doctrina jusambientalista, con la finalidad de establecer las diferencias y similitudes fundamentales entre los diversos principios que confluyen con la sostenibilidad. Con este captulo inicia el segundo gran eje temtico. El estudio de los orgenes y caractersticas del derecho ambiental tienen por objeto el establecimiento de los referentes tericos de esta rama jurdica, y, en esa medida, tambin nos permitir explorar los lmites funcionales de la sostenibilidad como principio anclado en este campo.

    El estudio del principio de sostenibilidad, desde la perspectiva del de-recho positivo en sus diferentes sectores es de una importancia crucial para la comprensin de su naturaleza jurdica y tendencias actuales. Por ello, los captulos VIII, IX, X y XI constituyen la columna vertebral de esta investigacin.

    De esta manera, en el captulo VIII estudiaremos El principio de soste-nibilidad en el derecho internacional ambiental. En este sentido se analiza su naturaleza jurdica a partir de las principales declaraciones internaciona-les en la materia: desde la declaracin de Estocolmo (), pasando por la de Ro de Janeiro () hasta la de Johannesburgo (00). En este apartado tambin se estudian los principales convenios internacionales vinculados con el principio de referencia, a saber: los convenios sobre diversidad bio-lgica, sobre el cambio climtico, en materia de proteccin de la capa de

  • 20 Miguel Moreno Plata

    ozono; lo anterior sin dejar de lado otras fuentes normativas y programti-cas de importancia global, tales como la agenda xxi, la declaracin sobre bosques, la convencin contra la desertificacin, entre otros instrumentos relevantes. De la revisin de este apartado se establece una de las mayores contradicciones congnitas del principio de referencia: la integracin de la dimensin ambiental en los procesos de desarrollo; situacin que habr de condicionar la evolucin y tendencias del concepto en cuestin.

    El captulo IX denominado El principio de la sostenibilidad en el dere-cho econmico internacional y en la agenda social del milenio est dedi-cado al estudio de la vertiente econmica y social del multicitado principio en el derecho internacional. De esta manera, en dicho apartado se estable-cen algunas consideraciones sobre el derecho del desarrollo y su relacin con la sostenibilidad, este ltimo como paradigma emergente en los inicios de este siglo. Tambin se refieren algunos instrumentos internacionales enfocados o relacionados con el desarrollo social y econmico en el mbi-to mundial. En el rubro del progreso social se abordan ciertos acuerdos internacionales como la declaracin de Copenhague sobre desarrollo so-cial, la declaracin universal sobre la erradicacin del hambre y la declara-cin de Estambul sobre asentamientos humanos; todos instrumentos de relevancia para delinear correctamente el principio general de sostenibili-dad en este mbito. En este tenor, en este mismo apartado se analiza la relacin entre los tratados comerciales y el principio de sostenibilidad, sealndose la necesidad de armonizar las asimetras existentes entre las normas ambientales y las comerciales; particularmente desde la perspec-tiva del tlcan, y su acuerdo complementario en materia ambiental, adems de alguna referencia al marco jurdico del mercosur y la omc.

    Del anlisis del captulo IX se establece la tendencia relativa a la emer-gencia del principio general de sostenibilidad. Con un anclaje indudable-mente ambiental, el citado principio se proyecta sobre otros sectores jur-dicos, particularmente en el mbito del progreso social, en donde podemos ubicar con meridiana claridad algunos de sus principios constitutivos y operativos.

    En este contexto, el captulo X versa sobre El principio de sostenibili-dad en el derecho comparado. Se analiza la evolucin del citado principio en este mbito, con especial referencia al derecho comunitario europeo, desde los programas de accin ambiental, as como algunas directivas co-

  • Introduccin 21

    munitarias; sin dejar de lado el estudio del citado principio desde el enfo-que del derecho nacional de algunos pases europeos, como son los casos de Francia y Espaa, con aportaciones relevantes para el estudio evolutivo del Ds. En este mismo apartado tambin se incluye el anlisis del principio general de sostenibilidad desde la perspectiva de algunas constituciones y leyes latinoamericanas, complementndose con algunas resoluciones de los rganos jurisdiccionales de nuestro subcontinente; al igual que un breve estudio del derecho norteamericano; todo ello desde la ptica particu-lar del origen, evolucin y tendencias del principio de referencia.

    De esta suerte, el estudio del principio de sostenibilidad desde la pers-pectiva del Derecho comparado nos permitir apreciar tambin algunos de sus elementos constitutivos y operativos, as como detectar las tendencias ms relevantes para delinear su naturaleza jurdica.

    Por otra parte, el captulo XI denominado El principio de sostenibilidad en el sistema jurdico mexicano comprende el anlisis de la naturaleza ju-rdica del principio de referencia en nuestro derecho nacional: desde las disposiciones relativas de la cpeum, al igual que el anlisis de algunas nor-mas contenidas en la lgeepa, as como de la legislacin sectorial vinculada con nuestra materia (ley de aguas, ley forestal, etctera), sin pasar por alto el estudio de la legislacin en materia de desarrollo econmico y social, ta-les como la ley de desarrollo social y la ley de desarrollo rural sustentable. En este mismo apartado se aborda el estudio de las leyes ambientales de algunos estados del pas, como son las de Mxico, Oaxaca, Colima y Tamau-lipas, entre otras leyes locales, con la misma finalidad de establecer los re-ferentes bsicos de la sostenibilidad en la legislacin mexicana, desde la perspectiva y funcionalidad propias de un principio general de derecho.

    De esta manera, el contenido del captulo XI aporta elementos relevan-tes presentes en el derecho positivo mexicano. As, este apartado abona en la confirmacin de la hiptesis principal de esta investigacin: la emergen-cia de la sostenibilidad como principio general de derecho.

    Casi para finalizar tenemos el captulo XII denominado La sostenibilidad como principio general de derecho, el cual se centra en el anlisis de los aspectos tericos bsicos que configuran al principio de referencia. De esta manera, se abordan los temas relacionados con los principios consti-tutivos de aqul, tales como la solidaridad y la equidad intra e intergenera-cional, as como aquellos que denominamos principios operativos, entre

  • los que podemos mencionar el relativo al uso sostenible de los recursos naturales y ambientales; a la vez que se estudian algunas consideraciones sobre los deberes de las actuales generaciones y los derechos de las futu-ras generaciones, como aspectos centrales de una nueva ontologa jurdica. Asimismo se desarrolla el tema relativo a las funciones bsicas del principio de sostenibilidad, como principio general de derecho, particularmente su funcin integradora en el derecho en general y del derecho ambiental en lo particular.

    De esta manera, el citado captulo es el apartado que recapitula en una buena medida el contenido bsico de este trabajo. En efecto, en ste se desarrollan los fundamentos tericos bsicos que permitirn establecer los referentes esenciales de la sostenibilidad como principio general de derecho, como pieza central en la construccin de una ontologa jurdica alternativa.

    Por ltimo, en el Eplogo se establecen los referentes tericos funda-mentales sobre la naturaleza de la sostenibilidad en el campo del derecho. En este tenor se establecen los elementos que nos permitirn dilucidar sobre las particularidades y diferencias de los principales componentes de la sostenibilidad como principio general de derecho; a la vez que se explo-ran sus principales tendencias.

    El recorrido por los orgenes y la evolucin del mencionado principio en el derecho positivo nos dejar cierto sabor amargo y tambin quiz, cierto nivel de insatisfaccin para el lector. Esto puede tener varias ex-plicaciones. Para m la razn ms plausible reside en la naturaleza difusa de los bienes y objetos vinculados con la sostenibilidad. La consolida-cin de este principio general de derecho implicar la construccin de una ontologa jurdica alternativa, que rebase los lmites espaciales y tempora-les de la ontologa tradicional; lo que indudablemente implicar una revo-lucin jurdica, pero nos ayudar a comprender el carcter insustancial de los bienes jurdicos relacionados; consolidacin que depende de una ma-nera fundamental del nivel de madurez que alcance el mismo paradigma de la sostenibilidad.

  • 23

    alc Amrica Latina y el CaribealiDes Alianza para el Desarrollo Sostenibleahppn Apropiacin Humana de la Produccin Primaria Netaav Acuerdos Voluntariosbm Banco Mundialcb Comisin BrundtlandccaD Comisin Centroamericana de Ambiente y Desarrolloccap Concejo Centroamericano de reas Protegidas cDb Convenio sobre Diversidad Biolgicacee Comunidad Econmica Europeace Constitucin Espaolacites Convencin sobre el Comercio Internacional de Especies Ame-

    nazadas de Flora y Fauna Silvestrescmn Carta Mundial de la Naturalezacmnucc Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Cli-

    mticocmmaD Comisin Mundial sobre Medio Ambiente y el DesarrollocmDs Cumbre Mundial sobre el Desarrollo SosteniblecnumaD Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y

    el Desarrollocnumh Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humanocpeum Constitucin Poltica de los Estados Unidos MexicanosDcnumaD Declaracin de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el

    Medio Ambiente y el DesarrolloDof Diario Oficial de la Federacin (Mxico)

    Siglas y abreviaturas

  • 24 Miguel Moreno Plata

    Ds Desarrollo Sostenibleeua Estados Unidos de Amricafao Organizacin de las Naciones para la Agricultura y la Alimen-

    tacingatt Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comerciogei Gases de Efecto Invernaderoibes ndice de Bienestar Econmico Sostenibleicfv ndice de la Calidad Fsica de VidaiDh ndice de Desarrollo HumanoiDss ndice de Desarrollo Social SostenibleiiDs ndice Integrado de Desarrollo Sostenibleipcc Intergovernmental Panel on Climate Change lgeepa Ley General del Equilibrio Ecolgico y la Proteccin al Ambientemac Mecanismo de Aplicacin ConjuntamDl Mecanismo de Desarrollo Limpiomercosur Mercado Comn del Sursri Segunda Revolucin Industrialnepa National Environmental Policy Actri Revolucin Industrialriocc Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climticoogm Organismo Genticamente Modificadoomc Organizacin Mundial de Comerciooms Organizacin Mundial de la Saludonu Organizacin de las Naciones UnidasocDe Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo EconmicooDm Objetivos de Desarrollo del MileniopaDs Plan de Aplicacin de las Decisiones sobre el Desarrollo Sos-

    teniblepacmDs Programa de Accin de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo

    Socialpcmnucc Protocolo del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el

    Cambio ClimticopeD Pases en DesarrollopD Pases Desarrolladospiacc Programa Iberoamericano de Impactos, Vulnerabilidad y Adap-

    tacin al Cambio Climtico

  • pib Producto Interno Brutopnb Producto Nacional BrutopnuD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollopnuma Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambientepri Primera Revolucin Industrialppn Produccin Primaria Netappp Plan Puebla-Panam tlcan Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norteue Unin Europeaunicef Fondo de las Naciones Unidas para la Infanciauicn Unin Mundial para la ConservacinwceD World Commission on Enviroment and Development

  • 2

    Captulo I

    Prolegmenos: la crisis de la civilizacin industrial

    Muchos de los esfuerzos actuales por salvaguardar y mantener el progreso

    humano, por satisfacer las necesidades humanas y por llevar a su logro las am-biciones humanas son simplemente in-

    sostenibles, tanto en los pases ricos como en los pobres [...]

    Tal vez haya beneficios en el balance de nuestra generacin, pero nuestros hijos

    heredarn las prdidas. Estamos toman-do prestado capital ambiental de las ge-

    neraciones futuras sin ninguna intencin o perspectiva de reembolsrselo. Puede

    que ellos nos maldigan por nuestro des-pilfarro, pero nunca podrn cobrarnos la

    deuda. Actuamos as porque podemos sa-lirnos con la nuestra: las generaciones

    futuras no votan; no tienen poder poltico ni econmico; no pueden desafiar nues-

    tras decisiones.

    Informe de la Comisin Brundtland

    IntroduccIn

    En la actualidad existen diferentes posturas acerca de este paradigma emergente. La mayora de ellas coincide en que la adopcin de dicho mo-delo implicar el cambio cuantitativo y cualitativo de nuestros actuales sistemas de produccin industrial y de la cultura consumista de la socie-dad en su conjunto.

    En este contexto cabe aclarar que en esta investigacin utilizaremos el trmino paradigma tambin en el sentido que menciona Kuhn: mode-lo o patrn aceptado por un grupo de cientficos. Segn este autor, la

    Recordemos que desde un punto de vista gramatical, los paradigmas se refieren a de-terminados modelos mentales, mismos que estn constituidos por un conjunto de observa-ciones generales aplicables de una manera sistemtica a ciertos problemas de carcter fsico o social ubicados en un espacio y tiempo determinados.

  • 2 Miguel Moreno Plata

    emergencia de un nuevo paradigma implica una definicin nueva y ms rgida del campo cientfico en cuestin. Pero, a la vez, nos advierte sobre la necesidad de reconocer lo muy limitado que puede ser un paradigma en alcance y precisin en el momento de su primera aparicin. En todo caso, segn Kuhn, los paradigmas obtienen su status como tales, debi-do a que tienen ms xito que sus competidores para resolver unos cuantos problemas que un determinado grupo de profesionales ha lle-gado a reconocer como agudos en un determinado campo cientfico.

    En atencin a la situacin terica actual de la sostenibilidad podemos sealar que ste se encuentra en un estado de transicin con respecto a su emergencia como paradigma en el campo de las ciencias jurdicas y de las ciencias sociales en general. A partir de esta situacin podemos encon-trar una diversidad de enfoques tericos que no tienen un referente co-mn, pues este eje estructurante lo proporciona precisamente el surgi-miento del paradigma. Asentado lo anterior, es preciso definir desde un principio los contornos tericos fundamentales de la sostenibilidad como paradigma emergente. ste es el objetivo principal de los primeros captu-los de este trabajo.

    Por esta razn y en atencin a la naturaleza de nuestro objeto de estu-dio consideramos que es conveniente iniciar la presente investigacin con el anlisis de algunas de las caractersticas fundamentales de la civilizacin industrial, as como con la descripcin de los principales problemas es-tructurales de naturaleza econmica, poltica y social de las sociedades contemporneas.

    De esta manera, el contenido del captulo I asume una importancia estratgica al aportarnos aquellos elementos tericos bsicos para deter-minar el marco general de nuestro objeto de estudio, facilitndose con ello la descripcin de algunas de las tendencias sociales, econmicas y polti-cas vinculadas con la sostenibilidad.

    En este tenor, el carcter interdisciplinario de este apartado nos facili-tar la comprensin de la naturaleza de este paradigma y, en ltima instan-cia, nos apoyar en el correcto dimensionamiento del principio de sosteni-bilidad en el derecho como objeto central de la presente investigacin.

    Kuhn, T. (), La estructura de las revoluciones cientficas, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, pp. y ss.

  • Prolegmenos 2

    revIsando el actual modelo de desarrollo

    El surgimiento de la civilizacin industrial

    En una primera aproximacin a nuestro objeto de estudio habra que sea-lar el hecho de en los comienzos de la historia humana, el hombre recolec-tor, cazador y carroero slo utilizaba como fuente de energa aquella que le proporcionaban sus alimentos, aproximadamente, ,000 kcal/cp/da. Con la domesticacin del fuego esta cifra debe haberse elevado a ,000 kcal/cp/da. En las sociedades agrcolas primitivas, asentadas en las incipientes ciu-dades del Creciente Frtil sirio-mesopotmico, la tasa se elev a unas ,000 kcal/cp/da. Con el uso creciente de animales de tiro y con la mejora de los aperos de labranza, las sociedades agrcolas ms avanzadas, con un cierto nivel cultural y que daran origen a las primeras civilizaciones de la antige-dad deben haber utilizado ya unas ,000 kcal/cp/da. Este nivel de consu-mo se mantuvo sin grandes variaciones durante milenios hasta bien entrado el siglo xix. En el apogeo de la Revolucin industrial (ri) de baja tecnologa entre 80 y 80, el consumo diario per cpita bsicamente aument a 0,000 kcal/cp/da en las sociedades industriales ms avanzadas de la po-ca, es decir, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos de Norteamrica.

    La ri, el fenmeno que abri ese insalvable abismo, se compone de tres etapas, unidas indisolublemente en un proceso nico y en donde cada una de ellas es condicin indispensable para la existencia de las otras; sin embargo, con fines analticos es necesario diferenciarlas. La primera parte est constituida por un conjunto de innovaciones tecnolgicas de gran importancia que generan productos o servicios nuevos, al mismo tiempo que transforman los procesos productivos incrementando en una forma sin precedente la capacidad de produccin.

    Una kilocalora es igual a la cantidad de calor necesaria para elevar un grado centgrado la temperatura de un litro de agua.

    Cuando se habla de la ri se hace referencia a la gigantesca transformacin, sin prece-dente en la historia de la humanidad, que entre 80 y 80, en menos de tres generaciones, cambi el aspecto de Inglaterra. Este proceso contrasta con la lentitud y moderacin de las transformaciones sufridas por la sociedad en los dos milenios precedentes, continuidad que fue rota por los grandes y rpidos cambios ocurridos a partir de 80. Ver Cazadero, M. (), Las revoluciones industriales, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, p. .

    Bolaos y Serrato, F. A. (), El costo energtico de la civilizacin, en Jardn Urrieta, J. J. (coord.), Energa y medio ambiente, Mxico, Plaza y Valds, p. .

    Cazadero, M., op. cit., p. .

  • 30 Miguel Moreno Plata

    La segunda etapa consta de una serie de transformaciones muy pro-fundas que experimentan las sociedades que se industrializan y que modi-fican esencialmente su relacin con el entorno natural, el sistema econ-mico, la estructura social, las instituciones polticas y la ideologa. En pocas palabras, se trat de un proceso irreversible que se produce primero en Inglaterra y que despus se extiende a otros pases, entre los que destacan Francia, Alemania y Estados Unidos. La Tercera Revolucin Industrial (tri) est formada por la metamorfosis del sistema econmico mundial, mismo que se encuentra en expansin en todo el mundo.

    Esta Revolucin no fue un proceso que se limitara a Inglaterra o a los pases que se industrializaron siguiendo su ejemplo, sino se trat de un fenmeno de alcances planetarios que afect, en mayor o menor medida, prcticamente a todas las naciones y sociedades del mundo; por lo que consideramos que resulta incorrecto decir, como se hace tradicionalmente, que la ri se dio en Inglaterra o en el pequeo nmero de pases que se industrializaron, pues es evidente que gener cambios a nivel mundial.8

    Como ya lo sealamos el proceso de industrializacin del sistema eco-nmico mundial ha abarcado dos revoluciones completas y actualmente somos testigos de la tri. De esta manera, aquella a que se hace referencia al mencionar la ri se convierte en la primera de dichas revoluciones. La Segun-da Revolucin Industrial (sri) naci con el siglo xx, y mostr seales de agotamiento en la dcada de los setenta del siglo pasado; tuvo como ncleo la constelacin de innovaciones tecnolgicas perfectamente diferenciable con la etapa anterior. En este orden, tendramos lo que podramos catalo-gar como la tri, misma que se encuentra actualmente en su fase inicial y tiene como base un ncleo tecnolgico tambin diferenciado, como en las dos anteriores. Cabe subrayar que las dos ltimas son, an en mayor medi-da que la Primera Revolucin industrial (pri), procesos de alcance mundial.

    En este contexto es conveniente sealar que con el advenimiento de la ri, los mercados condujeron al expolio del ambiente desde los polos hasta los trpicos, desde la cumbre de las montaas hasta la profundidad de los ocanos. De esta manera, el triunfo de la ri, como los xitos relativos de los cazadores-recolectores y de las sociedades agrcolas, llev eventual-

    Idem.8 Cazadero, M., op. cit., p. . Ibid., p. .

  • Prolegmenos 31

    mente a nuevas formas de escasez, no slo de los animales de caza, de los alimentos, de la tierra, de los combustibles y los metales, sino tambin de la capacidad de absorcin del medio ambiente.0

    Podemos ilustrar lo anterior de la siguiente manera: Si no hubiera sido por los primeros agricultores hoy no tendramos la actual civilizacin y, probablemente, el hombre sera un cazador-recolector que vagara por la faz de la Tierra organizado en pequeas bandas. En este sentido podemos sealar que cuando aquellos primeros agricultores empezaron a cultivar el trigo y la cebada, y tambin al domesticar las ovejas y las cabras salvajes de las colinas donde vivan, en cierto sentido se estaban domesticando a ellos mismos. Consecuentemente, la revolucin agrcola fue ms all de una mera produccin de alimentos, pues suscit cambios fundamentales en actitudes y cambios de mentalidad, es decir, de otra forma de ver el mundo, una cosmovisin radicalmente diferente; lo que signific en suma, una verdadera revolucin cultural, lo que sin duda estableci las bases de la actual civilizacin del homo sapiens.

    0 En este orden de ideas hay que matizar el hecho de que hace unos 8,000 aos, la poblacin humana alcanz la cifra de unos 0 millones de personas, la cual viva como tribus de cazadores nmadas, pero su incremento poblacional comenz a reducir las plan-tas tiles y piezas de caza disponibles que hasta ese entonces haban abundado en su entorno. Para enfrentarse a este problema, nuestros ancestros buscaron dos soluciones: algunos intensificaron su estilo de vida migratorio y comenzaron a abandonar sus predios ancestrales de Oriente prximo y frica y poblaron el resto del mundo rico en caza; en cambio, otros pueblos comenzaron a domesticar animales y cultivar plantas, y como con-secuencia de ello se volvieron sedentarios. Con la simple medida de quedarse en su sitio, los granjeros primitivos alteraron la faz del planeta y moldearon el pensamiento de la humanidad de forma tal que nunca podan haber imaginado las consecuencias de tales acciones. Meadows, D. H. et al. (), Ms all de los lmites del crecimiento, Madrid, El pas/Aguilar, p. .

    No hay duda de que el contar con excedentes de alimentos permita disponer de tiem-po para la creatividad y la inventiva. Entre los aos ,000 y 8,000 a.C., el hombre aprendi a aprovechar la fuerza del toro y la del viento; invent el arado, el carro de ruedas y el bote de vela, descubri procesos qumicos para beneficiar minerales de cobre, y comenz a elaborar un calendario solar de aceptable precisin. Todo ello lo habilit para la vida urbana, que re-quera de la escritura, procesos de cmputo y sistemas de medicin. Pronto, quedaron atrs los burdos refugios construidos con base en juncos y argamasa de barro; se invent el adobe, el ladrillo, tejas de barro cocido, la bveda, etctera. Poco a poco, los caseros aislados se or-ganizaron en aldeas y poblados, en comunidades ms o menos permanentes, es decir, ciuda-des en embrin, precursoras de los grandes centros urbanos: Babilonia, Ur, etctera. Vase Cano Cano, G. (8), Sociedad agrcola y sociedad industrial. Concepto de progreso, en Enkerlin Hoeflich, E. C. et al., Ciencia ambiental y desarrollo sostenible, Mxico, Internacional Thomson Editores, p. 8.

  • 32 Miguel Moreno Plata

    Tambin es importante sealar que muchos antroplogos piensan que la agricultura no era la mejor forma de existencia del hombre en las prime-ras civilizaciones, sino ms bien una necesidad para acomodarse a la cre-ciente poblacin humana. Lo anterior parte de la premisa de que si bien es cierto que los granjeros sedentarios obtenan ms alimento de una hect-rea de tierra que los cazadores-recolectores, tambin lo es que los alimen-tos tenan un nivel nutritivo mucho ms bajo y menor variedad. De esta suerte, las poblaciones sedentarias se hicieron vulnerables ante fenmenos que no afectaron jams a los nmadas: clima, enfermedades, pestes, inva-siones extranjeras y opresin de su propia clase dominante emergente. Dado que la poblacin sedentaria no se alejaba de sus propios residuos, sufrieron la primera contaminacin crnica de la humanidad.

    Sobre el particular podemos asentar que las formas primitivas de con-taminacin antropognica surgen con las primeras clulas organizativas de la especie humana, por lo que existe cierto paralelismo entre el surgi-miento y el desarrollo de las civilizaciones humanas y las diversas mani-festaciones de alteracin del medio ambiente y formas de polucin.

    En este sentido, la agricultura fue una respuesta eficiente a la escasez de vida salvaje, ya que permiti que continuara el lento crecimiento de la poblacin, que despus de varios milenios, lleg a un crecimiento histrico, al pasar de 0 millones a 800 millones en 0. Para entonces, el crecimien-to de la poblacin haba generado nuevas formas de escasez, especialmen-te en materia de tierra y energa. Era necesaria una nueva era: la ri.

    En este contexto es importante sealar que una de las caractersticas fundamentales de la pri es la utilizacin intensiva del carbn y del hierro en los diversos aspectos de la sociedad, principalmente en los procesos productivos. Por lo que hace a la pri, podemos sealar que sta se caracte-riza principalmente por:

    a) la mecanizacin de la industria y la agricultura, con la invencin de la mquina de hilar, el telar hidrulico, el telar mecnico y la trillado-ra de algodn;

    b) la aplicacin de la fuerza motriz en la industria, a travs de la utiliza-cin de la fuerza del vapor en fbricas de produccin masiva;

    Meadows, D. H. et al., Ms all de los lmites del crecimiento, p. . Idem.

  • Prolegmenos 33

    c) el desarrollo del sistema fabril, a travs de la especializacin y divi-sin del trabajo industrial;

    d) el desarrollo espectacular de los transportes y las comunicaciones, por medio de la navegacin a vapor, por ruedas propulsoras y por hlices, la locomotora a vapor, el telgrafo, el sello postal, etctera.

    Por otra parte, es conveniente sealar que durante el siglo xviii y en el espacio increblemente corto de cincuenta aos, se invent la tecnologa, con el surgimiento del sistema de patentes, que en lo fundamental subsis-te hasta nuestros das. Entre 0 y 800, Inglaterra pas de las patentes como monopolios reales hacia el sistema de concesin de patentes para estimular la aplicacin del conocimiento a herramientas, productos y pro-cesos para recompensar a los inventores siempre que hicieran pblicas sus invenciones. Esto no slo puso en marcha un siglo de febril invencin mecnica en aquel pas sino que adems acab con el misterio y el secreto en las artes. El gran documento de este dramtico cambio de rumbo desde el arte a la tecnologa, y uno de los libros ms importantes de la historia, fue la Encyclopdie, editada entre y por Denis Diderot (-8) y Jean DAlembert (-8).

    En este tenor, la publicacin de la Encyclopdie y la fundacin de las escuelas tcnicas en diversos pases europeos permitieron la codificacin e hicieron pblica la techne, el misterio de las artes, tal como se haba de-sarrollado a lo largo de milenios; convirtieron la experiencia en saber, el aprendizaje en libro de texto, el secreto en metodologa, el hacer en saber aplicado. Esto es la esencia de lo que se conoce como ri, es decir, la trans-formacin mediante la tecnologa de la sociedad y la civilizacin en el mun-do entero.

    En este contexto, hoy da es difcil apreciar hasta donde la ri modific el pensamiento humano, dado que todava sostenemos ese pensamiento y

    Cano Cano, G., op. cit., pp. 88-8. En un proceso paralelo se fundaron diversas escuelas tcnicas en el viejo continente:

    la primera escuela de ingeniera, la francesa cole des Pontes et Chausses fue fundada en , mientras que en se fundaba la primera universidad tcnica: la cole Polytechnique, y con ella la profesin de ingeniero; en 0, en Alemania se estableci la primera Escuela de Agricultura, y en , la primera Escuela de Minera. Drucker, P. (), La sociedad pos-capitalista, Barcelona, Sudamericana, pp. 0-.

    Ibid., p. .

  • 34 Miguel Moreno Plata

    la actual civilizacin depende en buena medida de ello. El historiador Do-nald Worster ha descrito el impacto filosfico de este proceso de industria-lizacin de una manera magistral.

    He aqu un quiebre histrico fundamental que no podemos soslayar en nuestro anlisis. Fue este cambio en el significado del saber lo que hizo que el moderno capitalismo fuera, en cierta medida, inevitable y dominan-te. Por encima de todo, la rapidez del cambio tecnolgico8 cre una deman-da de capital muy por encima de la que poda proporcionar el artesano; la nueva tecnologa exiga tambin la concentracin de la produccin, es de-cir el paso a la fbrica; el saber no poda aplicarse en miles y decenas de miles de pequeos talleres individuales y en las industrias caseras de los pueblos: exiga la concentracin de la produccin bajo un solo techo. La nueva tecnologa necesitaba tambin energa en gran escala, fuera hidru-lica o de vapor.

    De esta manera, dentro del conjunto de innovaciones tecnolgicas que provocaron la pri, tuvo un papel determinante la mquina de vapor; de ah que el examen de su desarrollo arroja mucha luz sobre la naturaleza de estos procesos y muy especialmente sobre su carcter estructural. Efecti-vamente, Inglaterra, desde finales del siglo xvii, sufra la primera fase de una crisis en su relacin con el entorno natural: el progreso econmico que precedi a la industrializacin consuma cantidades cada vez mayores de madera como combustible, situacin que produjo una deforestacin

    Los capitalistas... prometieron que, a travs del dominio tcnico de la tierra, podran ofrecer una vida ms justa, racional, eficiente y productiva para todos... Su mtodo fue sim-plemente liberar a la empresa privada de los vnculos de la jerarqua tradicional y de la comu-nidad, ya fueran lazos con otros seres o con la tierra... La gente debe...pensar constantemen-te en trminos de ganar dinero. Deben observar todo lo que los rodea la tierra, sus recursos naturales, su propio trabajo como materias primas potenciales que pueden dejar un bene-ficio en el mercado. A medida que las necesidades se multiplicaron, a medida que los mer-cados se hicieron cada vez ms aventurados, el vnculo entre los humanos y el resto de la naturaleza se redujo a un desnudo instrumentalismo. Worster, D. The Ends of the Earth, Cambridge University Press, Cambridge, 88, pp. -. Citado por Meadows, D. H. et al., Ms all de los lmites del crecimiento, op. cit., p. .

    8 Segn Daumas, podemos distinguir las siguientes etapas del progreso tcnico: la etapa primitiva, que es la de las conquistas del hombre, desde la prehistoria hasta la protohistoria; la etapa arcaica, que tuvo lugar en la poca de las civilizaciones de la antigedad; la etapa tradicional, que comienza con la Edad Media occidental y se diluye en el curso del siglo xviii; la etapa clsica, que se prolonga aproximadamente por los dos siglos subsecuentes y la etapa actual. Vid. Daumas, M. (), Las grandes etapas del progreso tcnico, Mxico, Fondo de Cul-tura Econmica, p. 0.

    Drucker, P., op. cit., p. .

  • Prolegmenos 35

    que puso en peligro el futuro de las industrias del vidrio, la metalurgia y la construccin naval. Para mediados del siglo xviii era preciso importar de los pases escandinavos, la madera necesaria para construir los mstiles de los barcos, que eran la fuente de su prosperidad y podero. En el campo energtico, la solucin era emplear el carbn mineral para sustituir la ma-dera y seguir alimentando la creciente industrializacin. Pero este proceso sustitutivo, como cualquier otro de esta naturaleza, presentaba un nuevo reto: era necesario el desarrollo de una tecnologa que permitiera bombear el agua de minas cada vez ms profundas.0

    Ante esta relacin desfavorable entre el progreso econmico ingls y el entorno natural, que se manifestaba en una creciente y peligrosa desfo-restacin, el gobierno ingls tom conciencia desde el siglo xvi de la ame-naza que implicaba para el futuro del pas la devastacin de los bosques, y entre 8 y 88 tom medidas draconianas para disminuir el consumo de madera, pero al mismo tiempo tena presente que el desarrollo de Ingla-terra dependa de encontrar una respuesta satisfactoria a la contradiccin entre las necesidades de la industria del hierro y la preservacin del entor-no natural. La solucin evidente a este dilema era el uso del carbn mine-ral, ya utilizado en los procesos de forjado, para la fusin del hierro.

    Paulatinamente, las diversas innovaciones tecnolgicas orientadas hacia la produccin de bienes de consumo que impulsaban esta revolu-cin industrial fueron perdiendo su capacidad dinamizadora, y el empuje fundamental fue suministrado en forma creciente por innovaciones vincula-das con la produccin de bienes de capital. La primera fase de la indus-trializacin, la textil, dio paso a la segunda, la ferroviaria. Sobre el particu-lar es importante asentar que nicamente unos cuantos pases pudieron seguir la ruta de Francia, Alemania y Estados Unidos, implementando procesos que los convirtieran en sociedades industriales desarrolladas. La inmensa mayora de los pueblos del mundo se integraron a la pri, pero formando un conjunto de regiones subdesarrolladas, asimetra que se sigue manifestando en el mundo de hoy: el norte altamente in-dustrializado y desarrollado; en cambio, el sur marcado por un contras-tante subdesarrollo.

    0 Cazadero, M., op. cit., pp. 8-. Ibid., pp. 0-. Ibid. , pp. -.

  • 36 Miguel Moreno Plata

    La sri (80-0) es un proceso que tiene los tres grandes componen-tes de la pri: la formacin de una estructura de innovaciones tecnolgicas, un cambio estructural global de la sociedad y una metamorfosis del siste-ma econmico mundial. El ncleo del nuevo conjunto de innovaciones se configura en torno de la mquina de combustin interna, el vehculo auto-motor, la electricidad en sus diversas aplicaciones y la qumica.

    De esta manera, la sri presenta las siguientes caractersticas:

    a) La sustitucin del hierro por el acero.b) El reemplazo del vapor por la electricidad y por los derivados del

    petrleo.

    c) El surgimiento de maquinas automatizadas.d) La aplicacin de la ciencia a los procesos industriales.e) El surgimiento del automvil y del avin.f) La implantacin de nuevas formas de organizacin del capitalismo, a

    travs del surgimiento del capitalismo financiero.g) La expansin de la industrializacin hacia Europa central y oriental

    y el extremo oriente.

    En la constelacin de innovaciones tecnolgicas en la sri, los autom-viles se convirtieron en la pieza clave del capitalismo industrial durante la mayor parte del siglo xx. Muchas otras industrias bsicas estaban vinculadas a la suerte del automvil: consuman el 0 por ciento del ace-ro, el por ciento del aluminio, el 0 por ciento del cobre, el por ciento del plomo, el por ciento del nquel, el por ciento del zinc, y el 0 por ciento del caucho que se produca en Estados Unidos; por lo que la produccin de automviles fue en buena medida responsable del espectacular crecimiento econmico de esa nacin en las tres primeras dcadas del siglo xx.

    Ibid., pp. 8 y ss. Una interesante exposicin de los procesos tecnolgicos vinculados con la industria

    elctrica, qumica y la energa nuclear como motores de la revolucin industrial la encontra-mos en la citada obra de Maurice Daumas.

    Cano Cano, G., op. cit., p. 8. Por ejemplo, mientras en circulaban . millones de coches por las carreteras

    estadounidenses, en 0 ya haba ms de . millones de coches en EUA. Rifkin, J. (00), La economa del hidrgeno. La creacin de la red energtica mundial y la re-

    distribucin del poder en la Tierra. La prxima gran revolucin econmica, Barcelona, Paids, p. 8.

  • Prolegmenos 3

    La triunfante revolucin de alta tecnologa qumico-elctrica de princi-pios del siglo xx fue producto de la aplicacin de los ltimos desarrollos cientficos y tecnolgicos a la produccin agrcola e industrial, a travs de las grandes plantas generadoras de electricidad, la produccin de una di-versidad de qumicos en grandes cantidades y el ensamblaje efectivo y rpido de automviles. Todo ello permiti la instalacin de sistemas de iluminacin domsticos, el uso regular de novedosos artculos qumicos y el transporte individual o familiar. Con ello el consumo de energa se elev constantemente hasta alcanzar, en 0, la cifra de 0,000 kcal/cp/da, cantidad que desde entonces se ha mantenido casi constante para los gru-pos sociales de alta demanda energtica.8

    La gran empresa en que se materializa la concentracin del capital tiene dos funciones imprescindibles durante la sri: permitir tanto la inver-sin de los extraordinarios excedentes econmicos generados por las so-ciedades industrializadas como el uso de muchas de las innovaciones tecnolgicas logradas en el siglo xx, por lo que sin la empresa gigantesca no habra podido realizarse esta etapa de la ri.

    En este sentido puede afirmarse que durante la pri nicamente en el campo de los ferrocarriles se formaron empresas gigantescas que sirvieron para invertir los grandes excedentes econmicos. Por el contrario, durante la sri se desarrollaron compaas de magnitudes colosales en varios secto-res, principalmente en la industria, convirtindose, como ya se ha dicho, en el factor decisivo del funcionamiento de la economa en su conjunto.0

    La empresa transnacional representa la forma ms acabada de los dos factores que hemos analizado: el capital concentrado y el capital interna-

    8 Bolaos y Serrato, F. A., op. cit., p. . Vid. Cazadero, M., op. cit., p. 0.0 La estratgica industria siderrgica norteamericana ilustra bien el proceso concentrador.

    Hasta mediados de la dcada de 80, la industria del hierro y del acero estaba constituida por un conjunto de empresas en fiera competencia; la intensa lucha entre los productores provoc una concentracin de capital en las firmas ms eficientes, en 88 se inici una etapa de cen-tralizacin del capital mediante fusiones promovidas por financieros que tenan a su disposi-cin los grandes recursos acumulados por los bancos , por lo que se cre la gigantesca U.S. Steel Corporation mediante la fusin de compaas que controlaban el 0 por ciento del mercado total del acero. Procesos semejantes se dieron en muchas ramas industriales entre fines del siglo xix y la Primera Guerra Mundial: la fusin de fabricantes de equipo elctrico produjo la General Electric, mientras que en 0 varios productores de maquinaria agrcola se fusionaron para crear la Internacional Harvester Company, a la lista tambin pueden agregarse a la Estandar Oil, American Telephone and Telegraph, General Motors, etctera. Ibid., pp. -.

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    cionalizado. Ambos se materializan en gigantescas empresas que operan en muchos pases. De acuerdo con algunos autores, las empresas transna-cionales modernas de origen estadounidense se conformaron en las dca-das de los aos 880 y 80, cuando algunas firmas empezaron a estable-cer instalaciones manufactureras en pases extranjeros. Las otras naciones industrializadas tuvieron patrones de conducta semejantes, sus empresas comenzaron a extender sus actividades a pases extranjeros y las inversio-nes resultantes formaban una porcin importante de sus activos. De esta manera, el extraordinario dinamismo del proceso de expansin internacio-nal del capital productivo hizo que las empresas transnacionales adquirie-ran dimensiones colosales que las han llevado a rivalizar en el terreno econmico con los Estados nacionales. As, en la dcada de los setenta del siglo pasado las mayores empresas transnacionales tenan magnitudes superiores a muchas naciones soberanas.

    De lo expuesto podemos asentar la relacin entre la estructura social, poltica, tecnolgica y econmica de las revoluciones industriales y los sistemas energticos. A cada ri corresponde un determinado combustible (carbn, petrleo, etctera). De esta suerte, al inicio de la tri tenemos una serie de dudas acerca de cmo y cul ser el combustible que soporte esta etapa de la civilizacin industrial Ser un rgimen centrado en un solo combustible como en la sri, o por el contrario, tendr varias fuentes ener-gticas? Algunas respuestas a estas y otras interrogantes se encontrarn en el siguiente apartado.

    Por lo dems, cabe sealar que el corazn tecnolgico de la tri es cua-litativa y cuantitativamente muy diferente a las dos Revoluciones prece-dentes. El ncleo central de esta nueva etapa consiste en las tecnologas de la informacin. De esta suerte, al igual que la pri y la sri, la tri, misma que se inici a mediados del siglo xx y se consolid en las ltimas dos dcadas de la misma centuria, tiene como principales protagonistas a los pases altamente industrializados (Estados Unidos, Japn y Alemania,

    En , la General Motors tena un volumen de ventas de 8,00 millones de dla-res, superior al pnb de Suiza, que era de ,00 millones; la Standard Oil de Nueva Jersey tena ventas por 8,00 millones, superando el pnb de Dinamarca, que era de ,00 millo-nes. En , en una lista de 00 entidades econmicas en que se intercalaron empresas transnacionales y pases con economa de mercado ordenados de acuerdo con sus ventas y su pnb, respectivamente, son empresas y son pases. Cazadero, M., op. cit., pp. 0, y .

  • Prolegmenos 3

    principalmente); sumndose en los ltimos tiempos algunos pases emer-gente del sudeste asitico como China, India y Tailandia.

    En tiempos pasados, toda revolucin tecnolgica provocaba una inten-sa reorganizacin de la economa y de la sociedad. As ocurri con el adve-nimiento de la mquina de vapor, del ferrocarril y de la electricidad. La revolucin informtica tendr consecuencias ms amplias, pues modifi-car el sistema nervioso de la sociedad en su conjunto. Hasta hace poco tiempo, la informtica se circunscriba a una lite, pero de ahora en adelan-te, ser una informtica de masas, sustentada en una imbricacin creciente de los ordenadores y las telecomunicaciones, esto es, la telemtica.

    La tercera Revolucin industrial y la crisis energtica

    En nuestra vida cotidiana percibimos con gran inquietud una crisis ener-gtica derivada de los altos precios del petrleo y sus derivados y de los efectos perniciosos de estos combustibles en el ambiente, particularmente con respecto del sistema climtico mundial, tal como lo analizaremos en otros apartados.

    Empezaremos sealando que si el da de hoy se tomar la decisin de eliminar a los combustibles fsiles de la ecuacin humana, la civilizacin industrial moderna dejara de existir. Calentamos nuestras casas y oficinas con combustibles fsiles, mantenemos en funcionamiento las fbricas y los sistemas de transporte con combustibles fsiles, iluminamos las ciuda-

    Hace tres dcadas Nora y Minc aventuraron dos hiptesis centrales sobre el proceso de informatizacin de la sociedad: La primera hiptesis tiene que ver con una sociedad de alta productividad, sociedad de conflictos culturales. La informatica permite y acelera el adveni-miento de una sociedad de altsima productividad: menos trabajo para una mayor eficacia, y unos puestos de trabajo muy diferentes de los que impone la vida industrial. En la medida en que avance la transicin de la sociedad industrial a la sociedad de la informacin, cambiar la matriz del conflicto social. Las rivalidades no darn lugar ya al enfrentamiento de dos clases estructuradas por su insercin en los procesos industriales, sino de grupos mviles e innume-rables, condicionados por la diversidad de su pertenencia y de sus proyectos. La segunda hiptesis: El proyecto es un futuro aleatorio: socializar la informacin. La sociedad de la informacin es el lugar de conflictos descentralizados, es decir, una sociedad multipolar y de solucin incierta: ser una sociedad aleatoria. Socializar la informacin implica un pun-to de encuentro entre la sociedad y el Estado. Vid. Nora, S. y A. Minc (), La informatiza-cin de la sociedad, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, pp. , 8, -, 8, 0-.

    Esta tendencia se corrobora en el primer trimestre de 008, en el que los precios del barril de petrleo en el mercado internacional rebasaron la barrera de los 00 dlares; situa-cin que nos da una idea sobre un futuro sombro acerca de los energticos de origen fsil como motor de las principales economas del planeta.

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    des y nos comunicamos a distancia con electricidad generada a partir de combustibles fsiles y manufacturamos los medicamentos, ropas y aparatos domsticos con productos petroqumicos. Prcticamente todos los aspec-tos de la vida moderna extraen su energa de los combustibles fsiles, de-rivan materialmente de ellos o reciben su influencia de algn modo.

    Como ya lo sealamos, a travs de un proceso lento, el carbn fue ocupando el lugar de la madera, primero en Inglaterra y ms tarde en el continente europeo; con lo que comenz un nuevo rgimen energtico, por lo que a finales del siglo xix, el petrleo desplaz gradualmente al car-bn como el motor energtico de la civilizacin industrial.

    En este tenor, en palabras de Rifkin, nuestra civilizacin se basa en el proceso de transformacin de la energa ms jerarquizado y centralizado de la historia. Hemos creado un complejo organismo social que depende del petrleo en todas sus articulaciones. Todos los subsistemas de esta civilizacin industrial dependen por entero del continuo flujo de energa no renovable en forma de petrleo y, en menor medida, del carbn y del gas natural.

    En este contexto es importante referir brevemente el proceso de la transicin del uso energtico de la madera por los combustibles fsiles. La Europa medieval haba confiado durante mucho tiempo en la madera como principal fuente energtica. La espesa capa fores-tal que cubra toda la zona nrdica y occidental del continente proporcionaba una fuente aparentemente inagotable de combustible; sin embargo, en el siglo xiv comenzaba a escasear este recurso debido a la deforestacin ocasionada por la ampliacin de la superficie de culti-vo, por lo que Europa se enfrentaba a un problema de entropa no muy distinto del que haba experimentado Roma durante los siglos ii, iii y iv d.C. El agotamiento de la madera constitua un serio problema para la sociedad de la baja Edad Media, como hoy lo es el agotamiento del petrleo para nosotros. Rifkin, J., op. cit., p. 8.

    Los primeros combustibles fsiles explotados fueron yacimientos superficiales de asfalto, turba y carbn mineral, el petrleo de filtraciones superficiales y gas de respirade-ros de depsitos subterrneos. El asfalto ya se quemaba en el Medio Oriente hacia el ao ,000 a.C., all an existen yacimientos importantes de superficie, y el asfalto contribuy en buena medida a los avances tcnicos desarrollados durante el Imperio Babilnico en Meso-potamia entre los aos ,00 y 8 a.C. con la cada del imperio disminuy en gran forma su uso despus de esta fecha. El carbn fue usado tambin en Inglaterra en la poca de la dominacin romana. No obstante, en trminos generales fue olvidado junto con los otros combustibles fsiles durante casi ,000 aos. En 8, fue perforado el primer pozo en el occidente del estado de Pennsylvania en Estados Unidos, con lo que empez a producirse una gran cantidad de petrleo, inicindose su comercializacin ms extensa, diez aos despus se exportaba hacia todo el mundo keroseno para lmparas. Con ello se iniciaba una nueva etapa para la civilizacin humana al disponer de manera creciente de un com-bustible cada vez ms abundante y barato. Vid. Bolaos y Serrato, F. A., op. cit., p. .

    Rifkin, J., op. cit., p. .

  • Prolegmenos 41

    El descenso en el nmero de nuevos descubrimientos y el agotamiento de las reservas probadas adquieren todava ms gravedad a la luz del au-mento esperado en la demanda de petrleo para las prximas dos dcadas. Las necesidades energticas de una poblacin en pleno proceso expansivo impondrn una presin sin precedentes sobre las reservas de crudo res-tantes. En este contexto resulta ilusorio pensar que los peD puedan tener acceso algn da a la cantidad de petrleo per cpita de la que han disfru-tado naciones desarrolladas como EUA.

    As como la previsin de una crisis energtica autnticamente global es un fenmeno nuevo, la historia de la humanidad est repleta de ejemplos de grandes civilizaciones que no hicieron caso a las seales de alarma, llevaron al lmite sus regmenes energticos locales y sufrieron finalmente un colapso catastrfico. El Imperio Romano es un buen caso prctico para estudiar las polticas de la energa:

    La concepcin ms extendida afirma que Roma cay por culpa de la deca-dencia de su clase gobernante, la corrupcin de sus lderes y la superiori-dad de las tcticas militares de las hordas invasoras brbaras. Aunque no le falta razn a este planteamiento, la causa profunda de la cada de Roma hay que buscarla en la progresiva prdida de fertilidad del suelo y en el descenso de la produccin agrcola, que no fue capaz de proporcionar la energa suficiente para mantener la infraestructura romana y el bienestar de sus ciudadanos.8

    Los gelogos estn de acuerdo en que hasta el momento se han extrado de la Tierra ms de 8,000 millones de barriles de petrleo, casi todos en los ltimos 0 aos de la era industrial. El punto sobre el que no se ponen de acuerdo es en la cantidad de petrleo con-vencional que todava queda por extraer. La edad de oro del petrleo ya ha quedado atrs. Eso no significa que no se sigan descubriendo pequeos yacimientos, pero no sern suficien-tes como para compensar el descenso continuado del inventario de reservas probadas. Todo esto resulta ms inquietante si tomamos en cuenta que la demanda mundial de petrleo cru-do sigue aumentando, mientras que se descubren cada vez menos barriles de dicho energ-tico, e incluso se prev que esta cifra descender de ao en ao; por lo que estamos consu-miendo casi dos barriles de petrleo crudo por cada nuevo barril que se descubre. Si China pretendiera consumir tanto petrleo per cpita como Estados Unidos, necesitara 8 millones de barriles de petrleo al da: l0 millones de barriles ms que la totalidad de la produccin mundial del ao . Si China e India se limitaran a incrementar su consumo de energa hasta el nivel per cpita de Corea del Sur, estos dos pases necesitaran un total de millo-nes de barriles al da, lo que representara un 0 por ciento ms del total de la demanda mundial del ao 000. Rifkin, J., op. cit., p. .

    8 Al comienzo del dominio romano, Italia estaba densamente poblada por bosques. Hacia el final del Imperio, este pas y buena parte de los territorios del Mediterrneo haban perdido su capa forestal. Esta situacin dejaba al suelo expuesto al viento, el agua y los dems ele-

  • 42 Miguel Moreno Plata

    De esta manera, segn nuestro autor, la historia del agotamiento del nico rgimen energtico disponible para los romanos constituye una bue-na enseanza para nuestra propia civilizacin ahora que como nunca nos acercamos al final de las reservas disponibles de combustibles fsiles ba-ratos que hasta ahora mantenan a flote la actual sociedad industrial.

    Igual que Roma, los pases industrializados han creado una vasta y compleja infraestructura tecnolgica e institucional para captar y explotar energa. La economa industrial global depende casi exclusivamente de los combustibles fsiles la energa nuclear y las fuentes renovables de energa cubren slo una pequea cuota del mercado energtico en los pases indus-trializados; la dependencia del actual sistema econmico y social respecto del crudo barato y el gas natural llega a tal extremo que, cuando stos sean realmente difciles de encontrar, procesar y utilizar, estaremos en riesgo de sufrir una serie de fallos potencialmente desestabilizadores en diversos sistemas y subsistemas en todo el espectro de la vida moderna.0

    Ante la previsible crisis del petrleo, los gobiernos y las compaas energticas se han lanzado a una carrera por diversificar su catlogo de fuentes de energa. En el futuro ms inmediato, el inters principal se ha dirigido hacia la exploracin y el desarrollo del gas natural, lamentable-mente una excesiva dependencia hacia esta fuente podra dar lugar a una segunda crisis energtica, que vendra poco despus de la crisis petrole-ra. Los estudios ms recientes sugieren que probablemente la produc-

    mentos. El continuo descenso de la productividad de la tierra coincidi con la poca en que Roma comenz a depender de la agricultura como fuente de energa, que deba ocupar el lugar de sus cada vez ms escasas conquistas. Rifkin, J. op. cit., pp. , 8 y 80.

    Tambin es preciso considerar que en los ltimos aos, por cada unidad de pnb se ha requerido una cantidad decreciente de energa. De alguna manera la eficiencia tcnica del uso de energa en las ltimas dcadas contrarresta de una forma importante el uso ms intenso de la energa. En la actualidad esta tendencia no es muy clara en trminos globales por el hecho de que observamos un relativo estancamiento tecnolgico en cuanto a la eficiencia de las plantas convencionales generadoras de energa, mientras que la energa alterna an no es significativa, sobre todo en los pases en desarrollo. Un anlisis pionero y con un enfoque interesante sobre los antecedentes de esta cuestin en el mbito mundial lo encontramos en la obra La influencia del hombre en el medio global. Informe del estudio de los problemas crticos del ambiente (190), Mxico, Fondo de Cultura Econmica.

    0 Rifkin, J., op. cit., pp. 8-8. Pues como nos dice Soros: El ncleo de la crisis es la restriccin de la oferta del pe-

    trleo. Las razones son coyunturales y cclicas. El factor coyuntural es que el consumo su-pera al descubrimiento de nuevas reservas (en 00, por ejemplo, se consumieron 0,000 de barriles y se descubrieron 8,000) alentado por el incremento del consumo energtico de pases emergentes como China e India. Dentro de los factores cclicos se encuentra el dficit

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    cin global de gas natural tocar techo poco despus de que lo haga la produccin global de petrleo. Algunos analistas prevn que eso podra suceder en una fecha tan cercana como el ao 00.

    La utilizacin de las fuentes no convencionales de petrleo tiene un precio muy alto, tanto para la sociedad como para el planeta. Dichos com-bustibles son ms sucios que el petrleo y el gas natural, por lo que su utilizacin aumentara exponencialmente la emisin de co y provocaran un incremento de las temperaturas an mayor del que prev actualmente la comunidad cientfica internacional. Debe recordarse que los modelos actuales sobre el calentamiento global asumen un uso continuado de pe-trleo convencional y gas natural hasta mediados del siglo xxi. Si recorta-mos algunas dcadas esta previsin e incrementamos el uso de fuentes no convencionales de petrleo alteraremos tambin el ritmo y los plazos tem-porales del calentamiento global.

    En este contexto tenemos que tomar en serio el reto econmico, tecno-lgico, social y cultural que implica la nueva revolucin energtica con base en la utilizacin de energas renovables y ms amigables con el am-biente, poniendo en el centro de la actual civilizacin el ncleo de transfor-maciones encaminadas hacia la transicin al Ds.

    En este contexto, la tri en marcha deber sustentarse en nuevas fuen-tes energticas, preferentemente en las r