género literario y gender

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Anais do XIV Seminrio Nacional Mulher e Literatura / V Seminrio Internacional Mulher e Literatura

GNERO LITERARIO Y GENDER: POSICIONAMIENTO DESDE LOS INTERSTICIOSAssia Mohssine1 A travs de un dilogo crtico entre las nociones de gnero literario y gender2, me propongo indagar en las implicaciones socio-poticas derivadas de la eleccin y transformacin de los gneros, explorando precisamente prcticas y estrategias de escritura de mujeres en Amrica latina, de las que era posible evaluar la ostensible inestabilidad en los posicionamientos que plantean, con base en dos orientaciones: la nocin de posicionamiento en el campo literario tal como la expande Dominique Maingueneau y el constructo de sujeto performativo, central en los estudios de gnero sin ser, por tanto, exclusivo de ellos. El punto de interseccin que enlaza esos dos campos de estudio, permitir valorar, en sus justas dimensiones, escrituras particularmente apreciadas por las autoras del postboom y la posmodernidad, de las que la novela-testimonio constituye una representacin paradigmtica. A partir del caso emblemtico de Elena Poniatowska, desplegaremos a continuacin, un posicionamiento desde los intersticios, que plasma migraciones genricas y defensa de la indiferencia sexual 3 en el proceso creativo. Centrndonos en el anlisis de la problemtica sometida a criterio, cabe formular preguntas que tengo por cruciales en este estudio: Existen gneros literarios ms aptos a acoger prcticas caractersticas de la escritura de mujeres y a tratar la cuestin del gender? En qu medida algunos posicionamientos genricos pueden explicar en parte el encerramiento de la escritura de mujeres en categorizaciones reductoras? Tales posicionamientos son una simple respuesta a la configuracin del1 Profesora-investigadora en el Instituto de Etudios Hispnicos e Hispanoamericanos de la Universidad Blaise Pascal, Clermont Ferrand, Francia. [email protected].

2 Propongo mantener el vocablo ingls gender desprovisto a mi juicio de la polisemia y ambigedad presentes en su equivalente francs genre y castellano gnero. La nocin de gender designa pues la construccin histrica, cultural y social de sexo. 3 NAUDIER, Delphine & Rollet, Brigitte. Genre et lgitimit culturelle: quelle reconnaissance pour les femmes? Paris: lHarmattan, 2007, p. 15.

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campo literario o ms bien fruto de interacciones entre varios factores que remiten a la historia de la apropiacin de formas y cdigos literarios? Podramos medir el impacto de la escritura de mujeres sobre el fenmeno ms amplio de transformacin de los gneros literarios en Amrica latina? Esas interrogantes surgen necesariamente como la remanencia del marquaje sexuado que acta como anatema (NAUDIER & ROLLET, 2007: 15) para minorar, desvalorizar y privar de legitimidad cultural a la escritura de mujeres. Convendra sin embargo, sin exponernos a equivocaciones, hacer constatar que la marcha de las mujeres en la institucin literaria ha sido gradual y, a menudo llena de obstculos. Posicionamiento genrico y sujeto performativo Dominique Maingueneau define el valor heurstico del posicionamiento como una relacin constitutiva, fundamental y definitoria, existente entre la instancia autorial y la institucin literaria, en la que se valora la toma de postura de la instancia que enuncia respecto a discursos constituyentes, de ndole filosfica, religiosa o literaria:COMO TODO DISCURSO CONSTITUYENTE, escribe posicionamiento implica, de este modo, un recorrido por Maingueneau , el discurso literario es considerado

en una relacin esencial a la memoria. Todo acto de el archivo literario, la redistribucin implcita o explcita de valores ligados a las huellas heredadas de una tradicin. A travs de aquellas trayectorias que traza y las que literatura4. Para posicionarse, para construirse una identidad, el creador debe definir trayectorias propias en el intertexto. excluye, indica cul es, para l, el ejercicio legtimo de la

4 DOMINIQUE MAINGUENEAU, Le discours littraire. Paratopie et scne dnonciation. Paris: Armand Colin, 2004, p. 127. Traduccin nuestra.

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As la aprehensin del posicionamiento de la instancia autorial es considerada bajo los ngulos de su construccin: en primer trmino, como necesidad dictada por las coacciones que estipulan que el acto de escritura es una prctica social: El escritor subraya Maingueneau es destinado a nutrir su obra del carcter radicalmente problemtico de su propia pertenencia a la sociedad (MAINGUENEAU, 2004 : 85); en segundo lugar, como prerrogativa con la cual cuenta el escritor para reivindicar poder interpretativo y legitimidad cultural en el campo literario. Desde estos dos postulados, partimos de la relevancia que la escritura de mujeres debe considerarse en su relacin intrnseca con la sociedad, la esfera literaria y si huelga sugerirlo con lo que Pierre Bourdieu define como la violencia simblica que justifica las relaciones sociales de dominacin. Focalizando en ello, el posicionamiento nos invita a replantear el modo en que las autoras definen el ejercicio legtimo de la literatura y las formas que reviste su relacin constitutiva con el intertexto, esto es, definiendo cmo las mujeres se posicionan en su proceso creativo frente a la tradicin cannica, en la que abren un espacio de negociaciones, rupturas y reinversiones genricas que participan de la legitimacin de su autoridad enunciativa. Aunado al concepto de posicionamiento de la instancia autorial, la paratopia creadora, otro fundamento del arsenal conceptual que Maingueneau articula en su libro, invita a una lectura en dos niveles: el de la literatura como discurso constituyente y el de la creacin de obras singulares. La paratopia permite poner de relieve las complejas relaciones que se desarrollan entre el autor, la tradicin literaria y el proceso creativo, considerando el texto en curso de construccin. A su vez, el devenir de la escritura se va entrelazando con el devenir de un sujeto femenino performativo y minoritario en el sentido de Deleuze5. Para medir el alcance y significado de la nocin de performatividad, convendra recurrir a los trabajos del lingista John Langshaw Austin6, y as considerar el impacto que tuvo ese constructo, que emerge de la filosofa del5 GILLES DELEUZE & FLIX GUATTARI. Mille plateaux, Paris, Minuit, 1980

6 JOHN LANGSHAW AUSTIN. Quand dire, cest faire. Traduction et introduction de Gilles Lane, Paris: Seuil, 1962, reeditado en 1970.

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lenguaje, en filsofos como Jacques Derrida y Judith Butler. Como es sabido, en su teora Los actos de habla, Austin distingue por un lado, la enunciacin constatativa cuya funcin es cognitiva y puramente descriptiva, valorada en trminos de verdad o falsedad de los hechos, y por el otro, la enunciacin performativa o realizativa en tanto que acto de discurso que tiende a cumplir una accin (AUSTIN, 1962: 54). El lenguaje como accin entraa en s una dimensin social en la medida en que define nuestra visin del mundo. Cuando decir es hacer , definitorio del lenguaje ordinario, se transpone as al campo literario postulando en sintona, que en la obra literaria se cumplen actos ilocucionarios, los que entraaran transformaciones en el mbito extralingstico y en el mundo. El filsofo francs Jacques Derrida7 toma prestada de John Austin la nocin de performatividad, y tras articularla con su concepto de deconstruccin, le atribuye un carcter social fundado en la repeticin: el lenguaje, apunta Derrida, es performativo en el sentido en que no se cie a transmitir la informacin, tambin cumple actos merced a la repeticin de prcticas discursivas establecidas (DERRIDA, 1972: 389- 390. Traduccin nuestra). Performatividad e iteratividad de prcticas discursivas y sociales devienen as el paradigma de los estudios de gnero o Gender Studies y de una de sus mximas figuras Judith Butler8, quien reivindicara en sus trabajos la doble herencia de Derrida y de Foucault. Al postular que el gender es performativo, Butler se apropia del celebrrimo adagio de Simone de Beauvoir a la vez que lo ampla: No se nace mujer [u hombre], se deviene . As, con base en el postulado original definido en 1972 por la sociloga britnica Ann Oakley9, quien distingue, como es sabido, el sexo como categora biolgica y el gender como construccin cultural, la nocin de gender invita a romper, bajo el efecto de los estudios de gnero y Queer, con las aporas de la bicategorizacin masculino / femenino; permite por ende comprender los mecanismos de opresin de las mujeres, en el marco de las relaciones sociales divididas y jerarquizadas entre hombres y mujeres.7 JACQUES DERRIDA. Marges de la philosophie, Paris, Minuit, 1972.

8 JUDITH BUTLER. Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Etats-Unis: Routledge, 1990. 9 ANN OAKLEY. Sex, Gender and Society. London: temple Smith, 1972.

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La articulacin de estudios de gnero y gneros literarios opera aqu como una perversin del dogmatismo y otras visiones esencialistas o teleolgicas de relaciones entre sexos; permite asimismo considerar la escritura en el acto performativo de enunciacin donde se desvela una fuerza performativa capaz de modificar la visin del mundo de los lectores receptores. Cimentado en los conceptos de paratopia creadora y posicionamiento, este dilogo entre gender y discurso literario brinda nuevas inflexiones interpretativas que diesen cabida a la posibilidad de pensar la obra literaria como un espacio que rebasa los paradigmas de la identidad sexual, clase y nacin. Es, desde luego, un propsito cercano al que expresa la pensadora feminista Monique Wittig, quien, al repudiar teoras de corte emanantista donde se vislumbran visiones esencialistas de los gneros literarios, reformula la obra literaria en trminos de mquina de guerra, performativa y generadora de una visin que altere nuestro sistema de representaciones.Toda obra con una nueva forma, seala Wittig, funciona como una mquina de guerra, pues su intencin y momento de su produccin, como el caballo de Troya.

su objetivo son destruir las viejas formas y las reglas convencionales. Toda obra literaria importante es, en el donde aparece extrao, inasimilable e inconformista. Ms prevalecen. La ciudad deja espacio dentro de sus muros Una obra as se produce siempre en territorio hostil tarde, su fuerza (su polisemia) y la belleza de sus formas a la mquina. Es preciso que sea adoptada para que lleve a cabo su tarea de socavar convenciones literarias hacer cambios10. y sociales, y desvelarlas como obsoletas e incapaces de

En las prcticas de escritura de las autoras latinoamericanas, quisiera poner nfasis en dos aspectos: el primero indaga en el modo en el10 MONIQUE WITTIG. Le chantier littraire. Prface de Christine Plant, notes et notices de Benot Auclerc, Yannick Chevalier, Audrey Lasserre, Christine Plant. Paris: iXe & PUL, 2010, p. 73-74. Traduccin nuestra.

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que las autoras aprehenden las relaciones sociales divididas y jerarquizadas entre hombres y mujeres, lo que Franoise Hritier llama la valencia diferencial de los sexos 11, develando sus crisis, falencias, resistencias y deconstrucciones. El segundo toma en consideracin las estrategias discursivas y posicionamientos genricos implementados en los textos por ellas escritos, para desplazar normas y subvertir el orden social de relaciones de dominacin. Debemos a Sara Beatriz Guardia una remarcable geografa literaria diseada a partir de la articulacin del feminismo y la literatura en Amrica latina12 en la cual, se puntualiza cmo mecanismos de deslegitimacin del verbo de Sor Juana Ins de la Cruz (Mxico 1648-1695) han sido implementados por los doctos de la Iglesia, debido a argumentos esencialistas que estipulan que el lugar de la mujer est en el mbito privado. Origen simblico de la filiacin, la monja mexicana es sin duda una pionera quien, al tomar la pluma en el siglo XVIIe, ha sacudido a la Iglesia de la Nueva Espaa por su erudicin y sus escritos que se despliegan en diferentes formas genricas: prosa, poesa y teatro. En su escritura, Sor Juana pone en tela de juicio la normatividad y la opresin del poder patriarcal clamando el derecho de las mujeres a la educacin y al poder de interpretar y crear. Este derecho negado durante siglos, iba gestndose lentamente, en ocasiones gracias a cambios histricos y culturales y por si huelga decirlo gracias tambin a la labor pujante de mujeres y hombres. An as, la legitimidad cultural de las escritoras del siglo XIXe y primera mitad del siglo XX estaba combatida y sometida a perjuicios, pues las estructuras ideolgicas y sociales hacan de la literatura un lugar particularmente inhspito e inhabitable para las mujeres. A su vez, partiendo del supuesto de que la literatura es el espacio donde se despliegan las relaciones de sexo, masculinidad y femineidad, Christine Plant considera el siglo XIX como un momento de cruciales definiciones, consecuencia lgica de la crisis de modelos religiosos y de la11 FRANOISE HRITIER. Masculin, fminin. La pense de la diffrence. Paris: O. Jacob, 1996.

12 SARA BEATRIZ GUARDIA, Mujeres que escriben en Amrica Latina (Edicin y compilacin). Lima: CEMHAL, 2007.

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emergencia del psicoanlisis que abre nuevas vas para pensar la sexualidad y el sujeto identitario. Por una parte, de lo que es la literatura, sus lmites, sus jerarquas, sus funciones y su finalidad y por otra, de las relaciones entre hombres y mujeres, modelos, ideales de lo masculino y lo femenino y sus roles sociales en la literatura. Su libro La hermana pequea de Balzac. Ensayo sobre la mujer escritora13 constituye una acertada reflexin sobre la posicin de las mujeres poetas, poco numerosas, en la produccin y la historia literaria francesas, haciendo hincapi en la recepcin de su obra y en las modalidades a veces marginales de acceso a la produccin. La posicin marginal de la mujer escritora en el espacio pblico literario francs incluso universal lleva a Plant a postular un gnero de los gneros literarios , frmula inspirada, segn ella, de la dimensin antropolgica de la literatura defendida por Grard Genette14. Con la metfora del gnero de los gneros, Plant busca denunciar la jerarqua de los gneros literarios que serva de coartada y anatema a los escritores del siglo XIX entre los cuales menciona a Jules Barbey dAurevilly quien estipulara la prominencia de gneros masculinos que comprendan la historia de la filosofa, teologa y novela frente a gneros femeninos , como la novela sentimental, el diario ntimo, el gnero epistolar o los escritos para nios. Plant explica cmo las escritoras francesas del siglo XIX, bautizadas por sus colegas masculinos bas bleus o medias azules , fueron atacadas, calumniadas y difamados sus escritos, por haber incursionado en gneros considerados masculinos la poesa en este caso y, por haber reclamado la autonoma de pensamiento en el campo cultural. Por consiguiente, las poetisas decimonnicas vean, desde su posicin marginal, que les acuaban el atributo de mujeres excepcionales, o al contrario, sufran severas y denigrantes crticas, tanto ellas como su obra literaria, llegando incluso a ser descritas como criaturas extraas, monstruos, seres hbridos e13 CHRISTINE PLANT. La petite sur de Balzac. Essai sur la femme auteur. Paris: Seuil, 1989.

14 se trataba de tomar en serio la cuestin del gender y la cuestin del gnero literario y admitir la idea de Genette segn la cual el inters de los estudios literarios por el gnero literario proviene de la dimensin antropolgica de la cuestin, implicando una dimensin antropolgica de la literatura Traduccin nuestra. In Christine Plant. Quarante ans de recherches sur les femmes, le genre et le sexe. CHRISTINE PLANT. Conferencia dictada el 30 de enero de 2010, en el Instituto Emilie du Chtelet en colaboracin con el Centro audiovisual Simone de Beauvoir. www.dailymotion.com home campus vidos

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impuros, cuya extraeza inquietante deba ser combatida para mantener la armona del orden natural y social:Mitad mujeres, mitad hombres, ni mujeres ni hombres, monstruos, seres hbridos. Las mujeres intelectuales o artistas han de pagar el costo total de su impureza y desmesura as como lo sugiere la falsa etimologa del trmino en su carne propia, sometida a la sentido cientfico por supuesto, son criaturas aberrantes que dependen de la teratologa, pero tambin en sentido etimolgico incluso teolgico constituyen una advertencia a los humanos, delatan los peligros que acechan a las mujeres si decidieran salirse del orden natural y social de las cosas15. de la palabra: desaprobacin pblica. Monstruos, lo son doblemente: en

Cabe sealar que la re-inversin de los gneros considerados masculinos, en las postrimeras del siglo XX, no necesariamente ha conducido a la visibilizacin de las escritoras en las producciones e instancias de legitimacin cultural (premios, instituciones, etc.), ni ha contribuido, como lo evidencia Delphine Naudier, a que se aminoraran en el campo cultural las relaciones sociales de sexo. En lo que se refiere a las escritoras latino-americanas del siglo XX, la toma en consideracin de las dimensiones cultural y simblica, la construccin de su identidad enunciativa parecen haberse hecho igualmente desde una postura de subalternas y segundas, al margen del proceso de legitimacin que las excluye. Si bien la aspiracin a cierto reconocimiento en el campo cultural puede motivar y justificar la eleccin de cdigos normativos, lo cierto es que las escritoras se niegan a ello, mostrando ms bien propensin al uso de formas genricas menores centradas en la cuestin de la identidad, la auto-representacin y la representacin de la otredad, que entraan modalidades intimistas como la autobiografa, el diario ntimo, el buldingsroman, la biografa, las memorias, las cartas, la15 CHRISTINE PLANT. La petite sur de Balzac. Op.cit, p. 269. Traduccin nuestra.

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poesa lrica o el testimonio. As, el texto se convierte en el territorio desde el cual las autoras pueden librar batalla contra el enclaustramiento real y metafrico al inscribirse en un proceso de auto-bsqueda y de bsqueda de la legitimidad intelectual. Su escritura inapropiada, expatriada, se desterritorializa y deviene, de acuerdo con Hlne Cixous16, un espacio de liberacin al simbolizar el gesto redentor de construccin de su identidad por una parte, y de deconstruccin de discursos falocntricos y hegemnicos por otra. Hasta hace poco, las autoras latino-americanas parecan privilegiar, al igual que sus homlogas en el mundo, escrituras de la intimidad o escrituras egotistas donde prevalece la confesin y la exploracin de la conciencia, sin admitir, salvo en contados casos, modalidades consideradas masculinas o masculinizantes como la epopeya, la novela histrica o policaca por ejemplo. En la dcada de los 60, la escritura testimonial, cuyas filiaciones y linaje habra que establecer en relacin directa con la tradicin del continente americano iniciada por las primeras crnicas y relaciones de viaje de conquistadores espaoles y portugueses , conoce, mucho ms gracias a la pluma de mujeres, un surgimiento significativo en tanto que nueva conciencia histrica. De acuerdo con esto, la escritura de mujeres, en gran parte enmarcada en lo ntimo, opera un viraje hacia la enunciacin de la alteridad afirmndose como una literatura comprometida y social, de resistencia y edificacin, que santifica literariamente a antihroes urbanos, grupos discriminados y subjetividades perifricas. Con base en ese supuesto, y bajo la tutela de la relacin con los otros: los subalternos, los sin voz, las autoras postulan junto a la revisin crtica de la historia oficial a la que incorporan paradigmas culturales alternativos, la apremiante necesidad de implementar su propia legitimidad como sujetos de la escritura, que tienen derecho a la indiferencia sexuada (NAUDIER & ROLLET, 2007:15). La nocin de paratopia creadora, puesta en sinergia con la nocin de sujeto performativo, permite que sea considerada la enunciacin literaria como un espacio no slo de construccin y toma de posicin de las autoras latino-americanas, sino tambin de transgresin y afirmacin16 HLNE CIXOUS, Le rire de la mduse. Paris: LArc. 1975 - rd. Galile. 2010.

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de la disidencia poltica y / o literaria. A la luz de esas nociones, el examen de las prcticas de escritura de mujeres revela en efecto posicionamientos inestables, porosidades genricas y estrategias narrativas ambiguas, al tiempo que induce un proceso auto-generador que tiende a emanciparse de la normatividad cannica. En obras hbridas que transgreden fronteras genricas y culturales, esas autoras proponen repensar la obra literaria fuera de las tradicionales categoras clasificatorias, ms en trminos de transgenericidad, disidencia, hibridez, en pro de un posible creativo no generizado, apelando a la indiferencia sexuada en materia de creacin. A partir de la re-inversin de gneros menores y /o la transgresin de gneros establecidos, lo que implica respectivamente la adhesin a una esttica o al contrario la voluntad de destruirla, las autoras parecen asumir una escritura que se expone, corre riegos, osa la desterritorializacin. Para dar cuenta del compromiso poltico, social, ecolgico, esttico, etc., las escritoras transitan por el campo literario, con absoluta libertad; su obra se nutre indiferentemente de gneros llamados mayores prosa, teatro, poesa como de gneros considerados menores, tales la novela pornogrfica, negra o policiaca. La escritura orgnica de Gloria Anzalda, metagenrica de Mara Valenzuela, o disidente de Elena Poniatowska no son sino las encarnaciones del devenir-minoritario que Deleuze y Guattari ubican en la zona de enfrentamiento y en las formas menores que desterritorializan lenguajes hegemnicos. Paralelamente a prcticas egotistas sin embargo, las escritoras de las postrimeras del siglo XX han propuesto nuevas enunciaciones literarias que diesen cabida al mito, la historia, lo fantstico, la ciencia ficcin y el erotismo, en las que, guiadas por el humor y la parodia, conjuran la anomia de la sociedad, as como estereotipos y tpicos destinados a hacer de la mujer una servil cumplidora de los patrones normativos, dibujando de este modo una nueva cartografa social, cultural, tnica, religiosa, y de gnero. Otro elemento a considerar al analizar las prcticas de escritura de las mujeres es la suscripcin de autoras a problemticas de sustantiva calidad universal, como las que entraan el cuestionamiento ontolgico o bsqueda de la identidad u otras de orden meta-literario, suscitadas por el inters en el ejercicio mismo de la escritura. Ms adelante, en la dcada de los 90,

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numerosas escritoras dieron cuenta del debate crtico que atravesaba los estudios culturales y postcoloniales con escritos emblemticos que planteaban la cuestin central del lugar de la subalternidad, de las subjetividades nmadas e hbridas o incluso del sujeto fronterizo. A las escritoras les anima, de modo general, un profundo deseo de revisar los cnones abordando, desde su perspectiva y desligadas de culpa, temticas que no tenan cabida en las sesgadas visiones masculinistas y etnocntricas de la literatura, como la sexualidad femenina, el celibato o la denegacin de la maternidad. Resueltamente orientada hacia lo que Jean Franco llama la conquista del poder interpretativo17, la escritura de mujeres trata de negociar con los cdigos del gnero convocado: los tantea, violenta, fecunda, transmuta, favoreciendo la eclosin de nuevos cdigos transgenricos y un posicionamiento equvoco y ambiguo cuya naturaleza es difcil de captar a veces. En esas prcticas novadoras, ms afines a problemticas originadas en la postmodernidad, que abogan generalmente por la abolicin de fronteras genricas, incluso epistemolgicas, se ha producido una desviacin del gnero literario a favor de una verdadera metamorfosis y cuestionamiento de la escritura. Al defender un posicionamiento ambiguo que tiende a revisar crticamente el canon, al cuestionar la validez o la caducidad de gneros sui gneris, sus trayectorias escriturales contribuyen no slo a formular discursos autorreflexivos y nuevos arbitrajes en el espacio literario, sino que permiten colmar vacos y desmemorias, planteando desde una modernidad en crisis nuevos retos y nuevos paradigmas, mezclando a veces lo referencial y lo fantstico, otras veces narraciones tradicionales con tecnologas vanguardistas. Pese a la ambigedad de los posicionamientos y dislocamiento de la escritura, podemos hablar en las mujeres que escriben de compromiso, revalorizacin o apropiacin de los gneros menores, para definir este vnculo constitutivo que hace de la escritura de mujeres una escritura de la subalternidad. Si la dimensin sexuada de la escritura y por ende de los17 JEAN FRANCO, Las conspiradoras. La representacin de la Mujer en Mxico. Traduccin de Mercedes Crdoba. Mxico: El Colegio de Mxico. 1994, p. 11.

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gneros literarios parece condicionar en parte el posicionamiento genrico de las autoras, la prominencia de tal posicionamiento ha llevado no obstante a la naturalizacin de la exclusin de las mujeres de gneros considerados masculinos, y paralelamente a su confinamiento en moldes preestablecidos de reductoras formas genricas menores. La hiptesis naturalista se ha convertido, por tanto, en la fuente y la coartada de la hipoteca cultural 18. Cabe la posibilidad de preguntarse si con tal abordaje, no se trata de cubrir las falencias de las propias prcticas de escritura de mujeres, acaso pauperrizantes, si los gneros valorados por las mujeres no son sino los instrumentos que contribuyen a sostener su invisibilizacin y privarlas de legitimidad, o si, al contrario, el posicionamiento genrico es ante todo fruto de experiencias subjetivas y sociales propias, debido a la razn patriarcal, la tradicin social y cultural y a toda una serie de sujeciones a que estaban sometidas las mujeres. Novela-testimonio y gender Sin el nimo de hacer una revisin exhaustiva de las condiciones socio-histricas que pudiesen estar incidiendo en las prcticas de escritura de las mujeres, reflexionaremos en torno a algunas implicaciones sociopoticas derivadas de la eleccin y transformacin de los gneros, en este caso el gnero testimonial. Un vistazo a la considerable cantidad de testimonios escritos por mujeres en Amrica-latino nos sugiere que la reinversin de este gnero literario fundacional pudo haber sido favorecida por las experiencias dolorosas de dictadura y violencia poltica por un lado, y por el aumento de la violencia y marginalidad social como paradigmas de una modernidad en crisis, por otro. La produccin literaria latino-americana de las dcadas de los 60, 70 y 80 indica que la literatura escrita por mujeres presenta no slo una marcada tendencia hacia lo que convendra llamar una literatura de resistencia o disidencia, sino tambin un modo singular de escribir que privilegiara las colusiones genricas y la hibridez. En esta perspectiva, la literatura testimonial latino-americana no escapa a la heterogeneidad constitutiva ni al mestizaje definitorio de todo un continente. Como es18 FRANOISE ESCAL & JACQUELINE ROUSSEAU-DUJARDIN, Musique et diffrence des sexes. Paris: LHarmattan. 1999, citado por DELPHINE NAUDIER & BRIGITTE ROLLET. Genre et lgitimit culturelle... op.cit. p. 11.

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sabido, rene bajo su nombre un corpus heterogneo de textos derivados de prcticas discursivas antropolgicas, periodsticas y autobiogrficas : desde testimonios polticos que documentan la lucha revolucionaria en el Caribe y las regiones centrales hasta testimonios de la resistencia popular asociada a la represin autoritaria y dictatorial en el cono sur, testimonios de mujeres provenientes de zonas marginalizadas o del activismo poltico merced a una instancia mediadora o incluso, testimonios que emanan de los mrgenes sin mediacin editorial19. Asimismo, la literatura-testimonio se enraza generalmente en relatos de vida grabados y retranscritos por la instancia autorial que se preocupa por no pervertir la palabra del otro. Pero la hibridez de ese modelo discursivo supone en s una paradoja debido a que busca brindar una representacin de la subalternidad, gracias a la colaboracin o mediacin de un sujeto social hegemnico. As, tras haber accedido a la legitimidad y a los honores20, este gnero literario plantea dificultades epistemolgicas, ticas e incluso institucionales. Por una parte, propone historizar, as como lo subraya Mabel Moraa21, el concepto de cultura nacional tomando en cuenta variables como la cultura de los mrgenes o contra-cultura ; por otra, plantea la cuestin de la legitimidad de la representacin de los subalternos, posibilitada slo a travs del sistema sgnico y simblico de formas culturales institucionalizadas. Cimentada en una ideologa de izquierda, la escritura de resistencia tal como la practican Elena Poniatowska, Elisabeth Burgos, Moema Viezzer, Ana Gutirrez, Cristina Pacheco y muchas ms, se interesa por desmantelar los esquemas de opresin del poder hegemnico as como romper las cadenas del discurso falocntrico en textos que integran tanto la denuncia como la expresin lrica egotista. Dada la heterogeneidad del corpus, decidimos restringir nuestro anlisis a Hasta no verte Jess mo de Elena Poniatowska, novela publicada19 JOHN BEVERLY. Del Lazarillo al sandinismo: Estudios sobre la funcin ideolgica de la literatura espaola e hispanoamericana. Minneapolis: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1987. 20 La institucionalizacin del gnero adviene cuando en 1970 Casa de las Amricas instaura la categora Testimonio entre las otras categoras del concurso internacional. 21 MABEL MORAA. Documentalismo y ficcin: Testimonio y narrativa testimonial hispanoamericana en el siglo XX, Polticas de la escritura en Amrica Latina. De la Colonia a la Modernidad. Caracas: Ediciones eXcultura, 1997, p. 113-150.

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en 196922 que inaugura a nuestro juicio, la era de la literatura testimonial escrita por mujeres, desde los intersticios y los silencios, con nimos de recuperar la historia de los sinvoz y desenmascarar la historia oficial y sus amnesias institucionalizadas. Poniatowska se inicia a la escritura en los aos 50 contra el enmascaramiento del discurso poltico y la marginalizacin social, en un momento en que Mxico, bajo el impulso de la modernidad, se abre al liberalismo y la anomia de valores. Su escritura tiende a dibujar una nueva cartografa cultural al procurar abrirle campo a la subalternidad en un espacio cultural privativo de la hegemona. Con este propsito, Hasta no verte Jess mo busca escudriar representaciones de contracultura en los cinturones de miseria de la ciudad de Mxico, mediante la vida de Josefina Brquez (1900-1987). Para Poniatowska, la pregunta es cmo revertir consideraciones que asignan a la periferia una posicin subalterna ante un centro opresor que orienta, adems de la economa, la cultura y la percepcin de la historia nacional? Qu hacer de la necesaria hibridez para retomar aqu un trmino de Homi Bhabha que implica la nocin de mestizaje, encuentro cultural y mezcla? Hibridez de la cual se jacta el discurso postrevolucionario, sin conceder por tanto, legitimidad o visibilidad a esas poblaciones mestizas. Impregnados de una ideologa abiertamente progresista, la cual opone la pluralidad de referencias identitarias y culturales a la visin uniforme y monoltica mscara de la unidad nacional , esos cuestionamientos parecen habitar la escritura disidente de toda una franja de intelectuales, entre los que muchas escritoras como Poniatowska proponen un modelo de socialidad que tome en consideracin el reto de la heterogeneidad y del mestizaje. Dos ejes en estrecha interconexin se conjugan en su obra: el primero es la macro-autoridad cultural ejercida por el poder hegemnico del que es necesario rechazar los esquemas de opresin y la ideologa de claro sesgo asimilacionista. As, en su proyecto esttico, Poniatowska se rebela contra el discurso postrevolucionario que asienta su legitimidad en la metfora organicista de Herbert Spencer, y le opone un modelo de nacin heterognea, abigarrada, ms en sintona con el mestizaje constitutivo: una nacin en mutacin, convulsionada y travestida. Esta disidencia cultural, por22 ELENA PONIATOWSKA. Hasta no verte Jess mo. Mxico: Era, 1969.

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tanto, provoca en Poniatowska una desterritorializacin y una marginalidad metafrica: mi grupo no es mi grupo (MAINGUENEAU, 2004: 86). Pese a ello, Poniatowska ejerce su poder de actuar y se subleva contra lo que Deleuze llama el orden molecular adoptando un posicionamiento genrico hbrido, cuyo contenido resulta por dems esencial para formular la impertinencia poltica y el cuestionamiento de la institucin literaria. El segundo eje busca desmantelar la micro-autoridad encarnada en valores patriarcales que an imperan en la sociedad mexicana de tradicin machista, a travs de la exaltacin de una femineidad performativa y subversiva. Releer la historia nacional equivale a reconstruir, de hecho, una identidad colectiva que rehabilite a las mujeres por su participacin activa en la construccin del Estado-nacin mexicano, dignificar y reconocer a las soldaderas como sujeto histrico, escuchar la intra-historia que ellas vehiculan sin pena ni gloria, visibilizar voces subversivas y marginalizadas. La resistencia a esas dos formas de autoridad se revela no slo por su compromiso ejemplar con los subalternos, sino tambin por el posicionamiento genrico la novela-testimonio y el periodismo literario que apela al imaginario popular y a expresiones lingsticas locales de narracin y transmisin (espaol estndar e idiomtico, escritura y oralidad). Negociar con los tabes simblicos de gnero, destruir estereotipos sobre la masculinidad y la femineidad, revisar la historia, prestar su voz a los sin voz, son los principales destinos de su escritura. Y es al margen de cdigos cannicos de textos totalizadores y proteicos, que la escritora desarrolla una literatura alternativa y desmitificadora que exalta valores culturales hbridos y heterogneos, lejos de la visin homogeneizadora y acaso intelectualizada de los autores del Boom. Por ende, si el testimonio es considerado en la jerarqua de los gneros como un gnero menor, conviene decir que para Poniatowska, slo el testimonio puede dar cauces a la necesidad de dignificar literariamente la voz de los oprimidos frente a la injusticia, ante la postura de un lector dado al convencionalismo y la negacin de la realidad.Mientras duren en nuestros pases las condiciones de opresin, miseria y marginacin, el testimonio ser la

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nica manera que tenga el lector de enterarse de vivencias insospechadas y ajenas, un lector muchas veces hostil a conocer verdades de su propia realidad.23

Cabe preguntarse si de este posicionamiento, enraizado en la factualidad y el compromiso social que la autora reivindica de manera clara , no puede derivar cierta pauperizacin de la obra literaria. Ahora bien, si algo es cierto es que el posicionamiento genrico de Poniatowska es ambiguo y ambivalente. De este modo, si bien podra resultar obvio afirmar que su obra se nutre de la factualidad, aparece en ella la voluntad frrea de no renunciar a la fabricacin ficcional, ni al trabajo de re-creacin e incluso de creacin. Al destacar la relevancia de la transcripcin y reelaboracin del testimonio oral, Poniatowska subraya y reivindica todo un andamiaje conceptual y literario que privilegiara la poeticidad del lenguaje y una esttica, aunque fundada en la tradicin literaria codificada, obedece a disensos y rupturas. Una sutil relacin se trama entonces en el interior de la escritura entre lo literario y lo no-literario, lo factual y lo ficcional, lo veridictorio y lo verosmil. La escritura despliega su linaje de tradiciones y prcticas discursivas pero introduce una dimensin de hibridacin, revisin e incluso deconstruccin de gneros preestablecidos cuyos cnones parodia y transgrede. Es as cmo Poniatowska nos invita a pensar el testimonio, an el ms comprometido, como una literatura que toma la opcin del desvo, porque, tal como afirma Wittig es en este desvo donde radica toda la literatura . Por tanto, el testimonio no debe ser ni veleidad romntica ni impostura paternalista con miras de recuperar y modelizar representaciones de subalternidad. La elaboracin de Hasta no verte Jess mo revela pues una escritura aportica, abierta, dislocada, esto es, un proceso en construccin.Utilic las ancdotas, las ideas y muchos de los modismos de Jesusa Palancares, pero no podra afirmar que el relato es una transcripcin directa de la vida de Brquez porque23 ELENA PONIATOWSKA. la literatura que sube de la calle In Escritura femenina y reivindicacin de gnero en Amrica latina, Roland Forgues y Jean-Marie Flores (eds), Paris: Eds Thls, 2004, p. 39-52.

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ella misma lo rechazara...pod, cos, remend, invent24.

En la zona de dilogo entre categoras dismiles, la ficcin y el testimonio, divergencias y aculturaciones, rupturas y colusiones, es donde la escritura fija sus lneas de fuga para abrir campo a otro devenir posible: el devenir-mujer, consubstancial segn Deleuze y Guattari del devenir minoritario, que se desliza en los enfrentamientos molares y se desplaza bajo ellos o a travs de ellos (DELEUZE & GUATTARI 1980: 278). Ah declara Poniatowska la disidencia poltica y esttica, toma los atajos para establecer una relacin de conjuncin mas no de elogio con las minoras y hacer estallar axiomticas y doxas. Del dilogo tejido de silencios y murmullos entre una periodista y una lavandera, ex-soldadera de la revolucin mexicana nace, como es sabido, la novela-testimonio Hasta no verte Jess mo. Sin embargo, sera errneo reducir la novela a una simple compilacin de entrevistas o una mera crnica literaria con ecos de denuncia social y sin pretensiones estticas. Es importante notar que la impertinencia poltica va junto con la impertinencia retrica, siendo la obra literaria el espacio donde prevalecen posturas estticas disidentes que motivan en la autora el uso de la modalidad del testimonio como instrumento para lograr captar fenmenos de contracultura y hurgar en la intrahistoria, sin renunciar a la fabricacin ficcional. En su devenir, la escritura esboza fisuras y se independiza de la matriz para adquirir sentido y coherencia, gracias a tcnicas posmodernas vinculadas al cine y al periodismo, como el collage, la fragmentacin y el pastiche. A travs del desvo genrico, la escritura de Poniatowska se extrava, se descarra deliberadamente del gnero cannico para definir un posicionamiento ambivalente frente al canon y a la subalternidad. Al concebir la novela-testimonio como centro auto-generador, Poniatowska construye pautas interpretativas capaces de liberar la escritura comprometida de la servidumbre de la memoria vivida, y as romper con el empobrecimiento derivado del verismo a ultranza. El carcter ambiguo de la obra, su hibridez estructural, hacen que Jean Franco escribiera:24 ELENA PONIATOWSKA, Hasta no verte Jess mo. Vuelta, 24, p. 5.

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Hasta no verte Jess mo podra parecer una aberracin, empezando por el problema de cmo situarla: no pertenece a lo puramente literario (en el sentido de Fuentes) ni se Juan Prez Jolote25. puede considerar como texto etnogrfico aunque se basa en una historia de la vida de la clase subalterna, como

Aberracin, impertinencia o simplemente, segn Maingueneau, el imposible lugar de la escritura que clama sus fueros. En esta novela, se pueden reconocer varios gneros: la hagiografa del paratexto y del incipit, lo fantstico o la utopa espiritualista del inicio del relato, la crnica periodstica, el folletn, el testimonio, el gnero picaresco, la pica o incluso la autoficcin, puesto que Poniatowska narra a travs de Jesusa su propio cuestionamiento de la identidad mexicana, su deseo de pertenecer a la nacin adoptiva y su construccin como mujer libre y subversiva. A su vez, resulta interesante considerar esta novela como un libro de piedad, una hagiografa contracultural que, rompiendo cuadraturas con el canon hagiogrfico, exalta un modelo de subjetividad, socialidad y santidad alternativas, mediante un relato milenarista consagrado por entero a esbozar el inicio del camino hacia la santificacin de un sujeto marginado. La contrahagiografa aunara as los gneros testimonial, novelesco y hagiogrfico, dando lugar con ello, a un relato en el cual una anti-herona urbana, antigua soldadera de la revolucin mexicana de 1910, se convierte en candidata para la santidad, gracias a una vida extraordinaria o cuando menos fabulosa, en la que se encuentran imbricadas ejemplaridad y marginalidad. Cualquier teora del gnero, deca Plant, que sea sistematizada bajo la pluma de filsofos, especialistas de esttica, o crticos, o que sea implementada de hecho por las autoras, en su metadiscurso y prcticas de escritura, introduce en su seno una representacin de lo masculino y lo femenino, sus relaciones y sus jerarquas. De acuerdo con esto, la construccin de las identidades sexuadas en la escritura testimonial de Poniatowska pacta con cierta femineidad que desplaza la norma y25 JEAN FRANCO, Las conspiradoras. op.cit, p. 220.

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opone a la estabilidad de arquetipos femeninos normativos, la errancia, el nomadismo y la falta de anclaje. Bajo el paradigma de la soldadera, la instancia narradora construye una nueva figuracin en la galera de arquetipos femeninos institucionalizados por ensayos filosfico-moralistas tales El laberinto de la soledad (PAZ, 1950 :): nmada, desterritorializada, excentrada. La aptrida e inconforme Jesusa Palancares se convierte aqu en una Antgona de disidencia que, atravesada por la experiencia de la marginalidad y el misticismo, se rebelara contra la injusta hegemona del patrn poltico e identitario y tratara de subsanar, mediante la desobediencia a la autoridad, el error histrico de su exclusin del nuevo orden social, as como el acallamiento de su rol protagnico en la revolucin de 1910:Al fin de cuentas, yo no tengo patria. Soy como los hngaros, de ninguna parte. No me siento mexicana ni conveniencia y puro inters. Si yo tuviera dinero y bienes reconozco a los mexicanos. Aqu no existe ms que pura sera mexicana, pero como soy peor que la basura pues no soy nada. Soy basura a la que el perro le echa una acab todo.26 miada y sigue adelante. Viene el aire y se la lleva y se

Jesusa Palancares se nos presenta pues como una identidad hbrida: es machorra, masculina, rebelde, indomable, subversiva, turbia, combativa y libre del peso de tradiciones patriarcales.Yo era muy hombrada y siempre me gust jugar a la guerra, a las pedradas, a la rayuela, al trompo, a las canicas, a la lucha, a las patadas, a puras cosas de hombre, puro las rocas27. matar lagartijas a piedrazos, puro reventar iguanas contra

Plural, esquiva, andrgina, Jesusa transita entre lo masculino y lo femenino, para promover pese a huellas persistentes de un discurso26 27 Ibid., p. 19-20. ELENA PONIATOWSKA, Hasta no verte Jess mo. Op.cit, p. 218.

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esencialista , la unin utpica del masculino y del femenino en la indiferencia original. Su trayectoria est aureolada de picas hazaas, figurando a la par como soldadera capaz de dirigir un batalln durante la revolucin de 1910, fabricante de mil manos e incluso mrtir y redentora, gracias a la prctica rfica. Sin embargo, Hasta no verte Jess mo es mucho ms que la suma de esta intergenericidad, es el lugar de una paratopia creativa, donde la escritura escapa segn la acertada y feliz expresin de Hlne Cixous, o deviene. Ante la multiplicidad de posibles como sugiere Eric Marty28, nos parece que la gnesis de Hasta no verte Jess mo destaca como el espacio en construccin de una conciencia en devenir, esto es, una conciencia creadora de ficcin. Con una escritura que desdibuja los lmites entre la realidad y la ficcin y una potica centrada en la parodia y la ambigedad, la esttica de Poniatowska opera en el marco de un principio de doble ruptura: por una parte, sugiere repensar la prctica discursiva del testimonio que niega pese a las apariencias la posibilidad de acceso directo a la contracultura; por otra parte, presenta la autobiografa contracultural o de los que no escriben- como una ficcin certificada. En Poniatowska, el acto escritural se nutre, creemos, de la tradicin literaria testimonial pero la altera y la deconstruye para vivificarla y enriquecerla con nuevas maneras de contar la subjetividad esquiva del otro. Su performatividad narrativa no se cie slo a hacer admitir al lector la posibilidad efectiva de la narracin, sino que hace dialogar a componentes tradicionales de la ficcin ms afines a la verosimilitud con otros componentes veridictorios sacados de la factualidad. Ello puede explicar la ambigedad constitutiva del texto, porque al ficcionalizar la factualidad y escribir una ficcin de lo no ficticio29, Poniatowska reclama a la postre el reconocimiento del texto en tanto que universo autnomo, regido por sus propias reglas que son las de la ficcin. Por consiguiente, postula la cancelacin de fronteras genricas en aras de un posible creativo emancipado de la verdad / caso germinadora, ms identificado con la credibilidad del universo ficcional. As, bajo el sello de lo28 ERIC MARTY. Gide et sa premire fiction : lattitude cratrice In Lauteur et le manuscrit (sous la direction de Michel Contact). Paris: P.U.F. Perspectives Critiques, 1991, 177-197. 29 JEAN ROUSSET. Forme et signification. Paris: Corti. 1962, p. 75.

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testimonial y del discurso veridictorio, Poniatowska se toma libertades para construir una poeticidad novelesca que d deliberadamente el ascendiente a la paratopia creativa de una voz disidente, conspiradora30 que, sin renegar de la idiosincrasia burguesa, aspira a darle campo a la contracultura como parte integrante de una cultura nacional. Fijando sus races en la oralidad y en la reapropiacin de gneros menores como la autobiografa, el testimonio, la crnica, el folletn, etc., la obra literaria de Poniatowska parte a la conquista de gneros supuestamente masculinos como la pica, la hagiografa, la picaresca y la novela histrica. No obstante, ms all de esa relacin de memoria con el archivo literario, Poniatowska transgrede los gneros canonizados, los parodia, los fecunda generando una categora nueva o transgenrica, que invita a descubrir una obra literaria subversiva, definida en trminos de transgenericidad y disidencia, oralidad y escritura, lo pblico y lo privado, creatividad y compromiso poltico. Conclusin Actualmente, la escritura de mujeres en Amrica latina es una de las ms prolficas que combina tradicin literaria y tcnicas vanguardistas, impertinencia y literaridad; una escritura que abre brechas cada vez ms grandes en el cuestionamiento de una visin naturalizada de la biparticin sexuada del mundo social (NAUDIER & ROLLET, 2007: 12) y avanza tal una mquina de guerra. Al convertir su obra en ese caballo de Troya, las autoras latino-americanas hacen de la escritura orgnica, militante, metagenrica, instrumentos para derribar convenciones y desterritorializar lenguajes hegemnicos. Maternalista con subjetividades subalternas como en la literatura testimonial, o resueltamente vanguardista y reacia, la escritura de mujeres prosigue el dilogo entablado con la tradicin cannica para afirmar que la obra es un palimpsesto ms all del gnero y el gender.

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JEAN FRANCO, Las conspiradoras. op.cit, p. 223.

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