gabriela puente - la ciudad necrópoli y el cuerpo cyborg

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  • 8/17/2019 Gabriela Puente - La Ciudad Necrópoli y El Cuerpo Cyborg

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    La ciudad necrópoli y el cuerpo cyborg Escrito en 29 septiembre, 2015 por Gabriela Puente en Filosofía en Situación

    *

    Los cyborgs son identidades, complejas, nuevas, permeables, poco permanentes peroidentidades al fin. El cyborg es completamente una subjetividad de frontera que surge con elflujo de la información; pero que retiene alguna característica de sus antepasados, el robot y elautómata.

    La máquina no nació con el capitalismo, pero con éste fue producida y reproducida a escalasideral dado que introducía una posibilidad de producción masiva, repetitiva, incansable.

    La palabra robot proviene de la literatura. Es primo cercano del autómata renacentista; sinembargo, una característica lo diferencia de las ornamentales máquinas del Barroco: el robotes un esclavo mecánico. Una máquina creada a imagen y semejanza del obrero que trabaja 12

    hs. diarias. El término fue introducido por el dramaturgo checo Karel Căpec en 1921. Roboten checo deriva tanto de robota que significa trabajo, como de rob que hace referencia a laforma en que se llamaba a los esclavos en la antigüedad .[1] Una máquina que produce sin lanecesidad de reproducción vital. El capitalismo, añorante de regímenes esclavistas, hace delrobot el modelo del trabajador perfecto. Copia/modelo de trabajador, el robot es netamentecapitalista.

    El término autómata es mucho más antiguo, podemos rastrear etimológicamente una raíz en elaristotelismo. Deriva de autos, que significa por sí mismo, y meten , error. El automatismo enla Fisica de Aristóteles aparece en el contexto de su análisis de la casualidad, que es entendidacomo una conjunción entre dos series causales de sucesos. Esta conexión se diferencia de la

    suerte en que ésta última sobreviene a individuos racionales mientras que la primera abarcatanto a hechos sucedidos a entes racionales como irracionales. En este último tipo podemosincluir a los autómatas.

    Para Descartes, el autómata es un cuerpo mecánico que se comporta de manera vital, lo queredunda en la imposibilidad de diferenciar entre un cuerpo orgánico y uno enteramentemecánico; esta situación es descripta en las Meditaciones Metafísicas . Luego en Las pasionesdel alma Descartes no encuentra tarea fácil diferenciar entre un cuerpo vivo y uno muerto.Gran cenit del mecanicismo: ontológicamente, el cuerpo vivo y el muerto son lo mismo,mientras que en el primer caso hay movimiento, en el segundo caso la máquina ha fallado.

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    Ya el autómata era una entidad fronteriza, en la que coincidía la acción repetitiva con laespontaneidad y la excepción del error. La ontología mecanicista hace del autómata-cuerpohumano idéntico a un animal y del autómata vivo igual a uno muerto.

    Es el concepto de error el que toma prevalencia actualmente dado que, como quedó

    demostrado a partir de 1953 con el descubrimiento de genoma humano [2] , un error en lassecuencias de genes determina tanto una enfermedad o un rasgo diferencial físico o delcarácter .[3] El error introduce una diferencia en la identidad que permite la alteración en un

    patrón más o menos permanente de información.

    Es justamente este último concepto de alteración el que se constituye como en el escenariodonde se da la lucha por el poder entre las alteraciones sugeridas -impuestas- por latecnociencia del mercado y las apropiaciones subjetivas y colectivas en pugna por lageneración de nuevas subjetividades identitarias.

    **

    Esta nueva concepción no puede independizarse de la vida en las grandes urbes. Ycoincidimos con Paula Sibila cuando afirma en El hombre postorgánico que “el ambientetécnico creció y se expandió hasta convertirse en una nueva naturaleza, lo urbano, lo artificial,irradiaron sus tentáculos por toda la superficie del planeta, convirtiéndose en elmedioambiente natural donde los seres humanos viven y se reproducen. La técnica no saliódel laboratorio, sino que éste se extendió de manera monstruosa; con la naturaleza acorralada,el tamaño del laboratorio tecnocientífico pasó a coincidir con las dimensiones del mundo.” [4] Pero yendo un poco más lejos, creemos que en el capitalismo global postindustrial de lo quese trata no es tanto oponer la cultura tecnocientífica a la naturaleza, ni de negar rotundamentela naturalez a[5] sino que más bien se trata de negar la naturaleza de la extensión, imponer unanueva concepción de tiempo y con ello nuevas experiencias corporales como la anulación deciertos tipos de desplazamientos.

    ***

    Los empiristas ingleses de los siglos XVII y XVIII conciben la libertad como ausencia deobstáculos externos que impedirían el movimiento del cuerpo. En última instancia para quehaya libertad debe haber espacio, cuerpos y un mínimo de resistencia corporal a losobstáculos físicos.

    Para un no empirista como Descartes, la libertad es posible porque existe un alma racional,una sustancia pensante que se ubica en las antípodas de la extensión. El movimiento es unmodo de la extensión; pero es a la vez un modo privilegiado: en términos fenomenológicosdiferencia al ente vivo del muerto. Sin embargo, no basta para trazar una línea divisoria entrelos protocyborgs cartesianos y los humanos sin más. El autómata se mueve “como sí” fuerahumano. El ser humano deviene un amasijo de movimientos maquínicos. La libertad no

    pertenece al cuerpo sino al alma.

    Cuando caen los sustancialismos y el caudal racional del hombre deja de concebirse como“algo” separado del cuerpo, y pasa a ser entendido como flujos de información en el cerebroel empirismo parece imponerse. No obstante, el idealismo dará batalla o, mejor dicho, el

    empirismo está listo para mostrar su más profunda raíz idealista.

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    En los últimos siglos, con la explosión de las tecnociencias cibernéticas se abre la posibilidadde un nuevo tipo de comunicación: la interactividad. Se produce una concepción del tiempocomo no local que permite el encuentro instantáneo de usuarios en distintas partes del mundo.

    Correlativamente, se produce el emplazamiento de una gran ciudad. Una ciudad que termina

    por negar el espacio, dado que no pueden identificarse locus precisos distribuidos en centro y periferia. Las autopistas se encargan de conectar el todo con el todo.

    La instantaneidad de la comunicación sumada a la creciente anulación del espacio urbano dancomo resultado una creciente obsolescencia del cuerpo. En la ciudad se vuelve cada vez másimposible caminar. Las autopistas vuelven obsoleta esta función vital en el ámbito fuera de lacasa. Mientras que en el interior de la casa, la tecnología va aumentando el número deintervenciones en los quehaceres cotidianos; en este sentido, Alexis Pirela Torrez afirma que“(…) la casa va siendo tomada por articulaciones electrónicas, sustituyendo y agregandoextensiones . (…) estamos creando a un hombre superequipado, lo que sería equivalente a unminusválido equipado.” [6] Por decirlo de una vez, en este paradigma de velocidadcibernética, los desplazamientos corporales son anulados.

    No parece poco probable que en un futuro medianamente cercano podamos optar entre uncuerpo orgánico inválido intervenido a nivel microscópico por la tecnología; o, como lodemanda el transhumanismo, por la traducción de nuestro contenido psíquico a informaciónque será guardada en un chip; lo que supone una anulación total de la extensión tal y comoestamos acostumbrados a concebirla. En este último caso, los aportes de la ingeniería genéticaen conjunción con la ciber-telecomunicación permiten pensar la cuestión de la constitución dela subjetividad desde un tipo de idealismo que niega cualquier característica física hasta llegara la negación del cuerpo orgánico.

    En resumen, la definición empirista de libertad de movimiento, con su apelación a la categoríade velocidad, en conjunción con la introducción de la tecnociencia actual que permite laaceleración cuasi absoluta mediante la posibilidad de la instantaneidad de las comunicacionesdeviene en un tipo de idealismo extremo que niega el movimiento mismo.

    En el caso particular argentino, podemos rastrear una relación entre el movimiento aceleradoy la categoría de civilización. En este sentido, Sarmiento concibe una relación entre barbarie-extensión-lentitud.

    La extensión es también el cuerpo rudo del gaucho, los mojones de indiada que obstruyen el

    paso, las vacas corpulentas cimarronas que pastan en los vastos territorios de nadie. A todoesto opone Sarmiento la velocidad del ferrocarril. Las vías que como arterias bulliciosas recorrerán el territorio borrando las últimas imágenes bucólicas.

    El campo extenso de La Pampa fue considerado antes de Sarmiento como un espacio vacío decivilización. Con el autor del Facundo se convierte en una especie distinta de vacío. Elobjetivo es producir un espacio negador de todo locus concreto; un espacio que se convierteen entre-lugares, el espacio entre una ciudad y la otra. Gobernar no es poblar. Gobernar paraSarmiento, como lo explica Dardo Scavino en su libro Barcos sobre la Pampa , es mover ”[7] .

    Ese amplio territorio nacional se compone de ciudades. Los trenes mueven y conectan. Ya

    hacia el siglo XX Buenos Aires está lista para negar la estructuración espacial heredada de lacolonia: la división en centro y periferia. Esa periferia barrial donde el espacio tomaba la

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    forma de la frontera, del límite con la aun existente Pampa va siendo reconvertida, vamutando en algo irreconocible. De nuevo aparece aquí la variable del movimiento conectivocon la multiplicación de los transportes intra-citadinos como es el caso de los ómnibus,tranvías, colectivos y coches personales, entre otros. La conexión centro-periferia vuelveindiferenciables estos dos puntos.

    Gracias a la conversión del empirismo en idealismo el momento de mayor aceleración estambién el de menor cantidad de desplazamientos. El casi en desuso desplazamiento corporaldeviene virtual. Por tanto, podemos trazar una línea más o menos continua entre el tren, lostransportes intra-citadinos y la disminución de los desplazamientos que vivimos hoy en día.Al mismo tiempo, mientras la extensión va siendo negada, los locus concretos en los que sedesarrolla la experiencia también van achicándose: de la Nación a la ciudad y de la ciudad alos claustros cada vez más reducidos del monoambiente.

    ****

    Vivimos en una época de conversiones cuasi religiosas de una postura a otra, en apariencia,diametralmente opuesta. La conversión del empirismo en idealismo es importante paraentender el fenómeno de la relación ciudad-subjetividad. Pero también creemos que hayotra muy significativa: la conversión del trabajador mecanizado fabril en una entidadconsumidora.

    En el medio de estos dos extremos -el trabajador, el consumidor- elegimos hablar de unaespecie de subjetividad alternativa que, por un lado, mantendría la potencia productivatransformadora de la figura del trabajador y, por otro, se regodearía en el consumo de diversosinsumos. Todo lo anterior resultaría en una especie de apropiación o encarnación -en elsentido de mezclar con la propia carne- de los productos de la tecnología genética,teleinformática y cibernética, entre otras. En esta encrucijada aparece lo que damos en llamarnecrocyborg. La cuestión gira en torno a la pregunta de cómo y cuánto consumir de lo que lafarmacopea social ofrece -drogas tanto ilegales como legales- sin quedar encerrado ensubjetividades identitarias fijas, esto es, en el elemento necro del término. La autoobservacióny el autocontrol del trabajador se convierte en una autoexperimentación con el propio cuerpoque deviene una verdadera obra transformadora de resistencia.

    Por un lado, el gran pulpo-megalópolis entidad global sin fronteras definidas. Por otrolado, la Buenos Aires actual que fagocita partes de otras ciudades más antiguas. El centro dela capital porteña es un ejemplo de esta confluencia necrofílica de diversas capas de distintos

    centros que fueron emplazados en distintos momentos históricos.

    En plaza de mayo y en la -micro-ciudad de las luces algo parece querer esconder y mostrarsimultáneamente aquella Buenos Aires de veredas estrechas y calles mitad de barro y mitadempedradas de la época rosista, centro pequeño que mira a un único río y al único puerto.La Buenos Aires colonial, la de mayo y la cuasi colonial rosista, conviven con las fachadasart nouveau . Al transitar los barrios aledaños de Monserrat y San Telmo todavía podemosobservar rastros arquitectónicos del patriciado porteño antes de su éxodo hacia el norte de laciudad post brote de fiebre amarilla de 1870; en estos caserones señoriales derruidos yconvertidos en conventillos hace unos siglos, todavía se puede respirar el aire malevo.

    Arquitectónicamente, el Banco Nación ubicado frente a la Casa Rosada es un caso típico deesta necrofilia. En plena actividad colonial fue un camposanto ubicado en las cercanías de la

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    capilla de Buenos Aires, la actual Catedral. Luego, hacia mediados de 1850, se construye enese espacio un monumental teatro, el primer teatro Colón, donde se reunían las altas esferasde la sociedad. Por último, hacia 1890, esta construcción deviene la sede central del banco.Las transacciones monetarias que se llevan a cabo día a día, descansan sobre el hueco detumbas coloniales. El vertiginoso flujo del dinero se cruza con la lenta, con la ancestral

    podredumbre de los cuerpos. Esta confluencia macabra todavía hoy reaparece en la psiquis porteña en forma de leyendas urbanas y en testimonios de supuestos testigos que avistaronespectros vestidos con ropajes antiguos.

    A su vez, el habitante necrocyborg intervenido por las tecnologías, modelado por lasfarmacopeas, dependiente de la teleinformática, parece tener un aire melancólico de tango oquizás aun de Pampa. En este sentido, podemos afirmar con Fernando Broncano que “(…) elCyborg es una tela de camuflaje en un entorno de basuras culturales. El cyborg produceobjetos y produce su propia identidad, a partir de los objetos que tiene a mano y de losresultados de sus pasos anteriores.” [8]

    La capa eléctrica es la más reciente; se muestra hiperconectado y sobreexcitado. Tantaansiedad por el movimiento aparece en una época en la que el desplazamiento físico estállegando a cero. El necrocyborg porteño con sus movimientos cada vez más reducidos vatomando la solidificación obstinada del cadáver. Lo observamos cuasi inánime con los ojosclavados en la pequeña pantalla de celular.

    Como vio Martínez Estrada, nos alimentamos de lo muerto cuasi putrefacto, no con elobjetivo de insuflarle un espíritu vital, sino porque esta necrofilia forma parte de la estructurade nuestra idiosincrasia.

    El mecanismo de reapropiación de lo antiguo y también de lo nuevo, adquiere el carácter dereciclaje. El término es inmediatamente asociado con la basura. Y esto es correcto. Si eltrabajador explotado es el que produce sin resto para sí y el consumidor es el que transformatodo en desecho, el necrocyborg es quien, en pocas palabras, cumpliría con la poco gratatarea de comerse la mierda. De comerla, asimilarla a su cuerpo, defecarla y volverla a comer.

    Y súbitamente podríamos estar nuevamente en presencia del movimiento, de nuevosdesplazamientos físicos, orgánicos, somáticos. Constantes movimientos de reciclaje que sediferencian de los ritmos vitales. El reciclaje produce un cuerpo y una subjetividadmonstruosa; mezcla de tejidos, información, chips, amasijo de hormonas y psicotrópicoslegales e ilegales para soportar más allá de la carne los ritmos de producción, puede ser

    también -lo es- afín al capitalismo. Pero todo esto no es culpa del necrocyborg, ya elmecanicismo moderno se encargó, hace siglos, de la destrucción de una temporalidad basadaen los fenómenos naturales que había tradicionalmente regido la vida productiva de loshombres.

    El frío hombre maquínico semejante al acero, Cyborg con el que soñó el futurismo, se mezcla,en Buenos Aires, con las múltiples capas de diferentes culturas semienterradas. La frialdad dela máquina sumada a la de la muerte. Doble negación de lo orgánico que quizás produzca unanueva afirmación, la posibilidad de producción de nuevos sentidos, de nuevas identidades yde un nuevo tipo cambiante de subjetividad.

    Bibliografía:

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    Notas:

    [1] Ver Saiz Lorca, D., 2002, p. 213.

    [2] Podemos afirmar que a partir de este momento se da un cambio de paradigma: se pasa delmecanicismo del capitalismo fabril a un modelo tomado de la informática.

    [3] Ver Sibila, P., 2009, p. 70.

    [4] Sibila, P., 2009, p. 72.

    [5] Aunque no por ello negamos que el capitalismo tecnocientífico va tornándose sinónimo deantiecología: basta mencionar un caso como el de la multinacional Monsanto que utiliza elarsenal de conocimiento genético y tecnológico de avanzada para crear semillasgenéticamente modificadas, como la soja R. R (Round up Ready), resistentes al glifosato,herbicida con el que se las rocía. Todo lo anterior redunda en devastaciones ecológicas, perotambién implica un nuevo tipo de propiedad sobre los productos de la agricultura, dado quelas semillas son registrada mediante un mecanismo de patentes como si se tratasen de objetos

    de propiedad intelectual, de creación puramente humana, negando cualquier último reducto denaturaleza.

    [6] Pirela Torrez, A., 2001, p. 104.

    [7] Scavino, Dardo, 1993, p. 144.

    [8] Broncano, F., 2012, p. 114.

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