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Fusayolas Ibéricas, antecedentes y empleo ZAIDA CASTRO CUREL El hallazgo de fusayolas en lugares arqueológi- cos que fueron habitados o en sepulturas de inhu- macion o incineraciOn, atestiguan una tecnologIa de hilados y por lógica deducción la producción de tejidos, los que muy raramente se encuentran y solamente por condiciones excepcionales de cli- ma y suelo. Estos objetos (1) formaban parte de los husos 0 varillas cilIndricas con uno de los extremos fuse- lado, de 10 hasta aproximadamente 30 cm. de lar- go y un gancho o muesca en otro extremo para sujetar el hilo. Generalmente los husos eran de madera, habiendo desaparecido por lo perecedero de este material, con excepciones en algunas turn- bas egipcias. También se han hallado fusayolas insertadas en husos de marfil, hueso y bronce. Se las encuentra ampliamente difundidas geográfi- camente por el Cercano Oriente, Egipto y Euro- pa pero no sincrónicamente, desconociéndose don- de ha tenido lugar su invención. Hay ejemplares toscos en yacimientos neolIticos egipcios de prin- cipios del 5.° milenio (Merimda Beni Salama). Las ventajas de hilar con una fusayola inser- tada en el extremo del huso consisten en que te- niendo una sección horizontal circular ésta no ofrece puntos de resistencia al movimiento gira- torio en el aire (foto 1). Tan pronto se da impulso al extremo superior del huso, la fusayola coad- yuva en su movimiento, alcanzando un equilibrio giroscópico que acelera el retorcido y además, por la fuerza de gravedad que pasa por su centro, aumenta la tension y el estiramiento de las fibras que se van agregando y arrollando sobre si mis- mas, lo cual redunda en Ia mayor uniformidad, resistencia y finura del hilado. (1) Fusayola, fusaIola (esp.), fusaiolle (fr.), fuserolle (it.). Es una denominación usada en lenguaje arqueológico exciusivamente. Palabra que Se ha hecho derivar del nom- bre latino del huso: fusus, fuso. En latin se las llama- ba: verticillus, peson, turbo, nombre derivados de su forma y función. En griego (jonio): GIov&oç: sphon- dylos (vertebras). Foto 1.— Muestra del funcionamiento do las fusayolas. El aprovechamiento de las fibras de origen ani- mal o vegetal para hacer telas se encuentra esca- samente documentado durante el NeolItico en Europa (Hoffmann, 1964, pág. 6). Aparecen frag- mentos de telas con alguna frecuencia desde ci CalcolItico, aunque estos tejidos arcaicos son rnuy irregulares. En cambio, hacia mediados del Bronce se presentan rnás regulares y perfeccionados (For-

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Fusayolas Ibéricas,antecedentes y empleo

ZAIDA CASTRO CUREL

El hallazgo de fusayolas en lugares arqueológi-cos que fueron habitados o en sepulturas de inhu-macion o incineraciOn, atestiguan una tecnologIade hilados y por lógica deducción la producción detejidos, los que muy raramente se encuentran ysolamente por condiciones excepcionales de cli-ma y suelo.

Estos objetos (1) formaban parte de los husos 0varillas cilIndricas con uno de los extremos fuse-lado, de 10 hasta aproximadamente 30 cm. de lar-go y un gancho o muesca en otro extremo parasujetar el hilo. Generalmente los husos eran demadera, habiendo desaparecido por lo perecederode este material, con excepciones en algunas turn-bas egipcias. También se han hallado fusayolasinsertadas en husos de marfil, hueso y bronce. Selas encuentra ampliamente difundidas geográfi-camente por el Cercano Oriente, Egipto y Euro-pa pero no sincrónicamente, desconociéndose don-de ha tenido lugar su invención. Hay ejemplarestoscos en yacimientos neolIticos egipcios de prin-cipios del 5.° milenio (Merimda Beni Salama).

Las ventajas de hilar con una fusayola inser-tada en el extremo del huso consisten en que te-niendo una sección horizontal circular ésta noofrece puntos de resistencia al movimiento gira-torio en el aire (foto 1). Tan pronto se da impulsoal extremo superior del huso, la fusayola coad-yuva en su movimiento, alcanzando un equilibriogiroscópico que acelera el retorcido y además, porla fuerza de gravedad que pasa por su centro,aumenta la tension y el estiramiento de las fibrasque se van agregando y arrollando sobre si mis-mas, lo cual redunda en Ia mayor uniformidad,resistencia y finura del hilado.

(1) Fusayola, fusaIola (esp.), fusaiolle (fr.), fuserolle(it.). Es una denominación usada en lenguaje arqueológicoexciusivamente. Palabra que Se ha hecho derivar del nom-bre latino del huso: fusus, fuso. En latin se las llama-ba: verticillus, peson, turbo, nombre derivados de suforma y función. En griego (jonio): GIov&oç: sphon-dylos (vertebras).

Foto 1.— Muestra del funcionamiento do las fusayolas.

El aprovechamiento de las fibras de origen ani-mal o vegetal para hacer telas se encuentra esca-samente documentado durante el NeolItico enEuropa (Hoffmann, 1964, pág. 6). Aparecen frag-mentos de telas con alguna frecuencia desde ciCalcolItico, aunque estos tejidos arcaicos son rnuyirregulares. En cambio, hacia mediados del Broncese presentan rnás regulares y perfeccionados (For-

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tes, 1956, pág. 157). En concordancia con esta ob-servación general, los fragmentos de tejidos delino adheridos a objetos de bronce, hallados ensepulturas argáricas, muestran ser delgados y bienterminados (Siret, 1890, Album XIX, 17, 18, 19,20, 21).

La ausencia de fusayolas no significaria, ar-queológicamente, un desconocimiento de Ia ma-nera de hilar porque el sistema más simple norequiere implementos. Basta usar el pulgar y elIndice de una mano para dar el movimiento deretorcido y las fibras que se van agregando conla otra mano, se unen entre si, formando un hiloque siempre será más resistente que las propiasfibras. Las fibras de lino y lana son capaces deimbricarse debido a las irregularidades que tienenen su superficie (Hodges, 1976, fig. 27). Otro me-todo primitivo consistirla en arrollar las fibrassobre una superficie plana, como puede ser elmuslo o la pantorrilla, ayudándose con la palmade la mano, agregándose fibras hasta obtener unhilo de cierta longitud. Se hacia necesario enton-ces el uso de otro implemento para hacer unabobina con el hilado a medida que se producla,éste podia ser un palo corto que también deblahacerse girar. El uso de un palo para ir devanandoel hilo pudo llevar a la idea de utilizarlo igual-mente para hilar, porque las fibras retorcidas porfricción, tratan de volver a su posición originaldesenrollándose y dando al palo, dejado libre,un movimiento inverso de rotaciOn. La observa-ción de éste pudo originar la creación del huso,haciendo girar el palo en Ia misma dirección enque el hilo se destorcIa, apareciendo asI una formamás eficaz de unir las fibras (Fannin, 1970, pág. 10).Adn hoy dIa, en algunos paIses sudamericanos, losindios y mestizos hilan con un simple palo.

Sin embargo, un hilo de mejor calidad se ob-tiene con el huso que lieva un accesorio de ciertopeso y forma —una fusayola— de cualquier mate-rial: madera, piedra, cerámica o metal. Un husobien equilibrado, con un peso adecuado en el ex-tremo inferior, mantiene su movimiento giratoriohasta producir más de un metro de hilo antes deque disminuya la velocidad de giro.

PERIODOS CULTURALESY APARICION DE FUSAYOLAS

En el cuadro sinóptico 1 se encontrará una se-cuencia cronológica de yacimientos de Italia, Fran-cia y Espafla, en cuyas publicaciones se ha ilus-trado o descrito la forma de las fusayolas. Algu-nos sin estratigrafIas, aün cuando el conjuntomaterial y ciertos fOsiles directores, permitierona quienes los han estudiado establecer relacionescon culturas conocidas. En esta serie, por razonesde espacio, se han omitido yacimientos donde al-gunas fusayolas estaban presentes y por otra partequedaron, indudablemente, muchos trabajos sinconsultar y otros que fueron consultados, en losque no se mencionaban estos elementos tecnoló-gicos; tal vez, por no ser objetos a los que seasigne valor estético o una cronologIa exacta. Elcuadro sinóptico sirve para conocer las formas,tamaños y verificar su aparición entre yacimientos

occidentales, algunos vecinos a la Peninsula Ibé-rica, en periodos anteriores a la iniciación en eluso del hierro.

Las fusayolas comienzan a documentarse, condataciones absolutas, en contextos del Neoliticofinal - Calcolitico en Italia, en yacimientos de lacultura de Diana, Ripoli, Lagozza, y en Franciaen Ia de Chassey, Ferrières, Cortaillod, Horgen.Ofrecen escasas variaciones en sus formas, se lasdescribe como <<discoidales>>, lenticulares, <<sub-cilindricas>>, cilindricas, bicóncavas, .biconvexas oesféricas achatadas. Esta terminologia ambigua,en las publicaciones que no traen su dibujo o fo-tografia, impide establecer los tipos y solo puedeinferirse que eran esféricas o cilindricas con va-riantes en sus caras: planas, cóncavas o conve-xas. Las medidas, especialmente la del diámetro,que en algunas alcanza los 86 mm. (Arene Can-dide), en otras los 71 mm. (Lagozza de Besnate),indican que eran grandes y más pesadas que lasque se encuentran en yacimientos del Bronce final-Hierro.

Son abundantes en yacimientos del Norte deItalia de activa economia agricola, desde princi-pios del 3er milenio. En la Lagozza se cuentanmás de un centenar de ejemplares (Guerreschi,1967, fig. 9), habiendo tenido esta region un rolimportante en la difusión de cultura, técnicas dehilados y tejidos (Vaquer, 1975, pág. 321). Tam-bién en las Lipari, en el yacimiento de la ContradaDiana (Bernabó y Cavalier, 1960, tabla XIX, 5)aparecen algunas fusayolas en contextos de prin-cipios del 3. >' milenio. En la Pollera son discoida-les o lenticulares, aprecen con los tipicos vasosde boca cuadrada de origen danubiano (Bernabó,1946; tabla L) siendo estas fusayolas diferentesde las que aparecen por primera vez en los estra-tos 12 y 10 de la cueva ligur de Arene Candide(Bernabó, cit.; tabla XIII, XIV) donde los mate-riales muestran influencias de La Lagozza. EnFrancia, donde esta cultura está bien represen-tada en la cueva de St. Joseph y en numerososabrigos y estaciones, en conjuntos chassences cIa-sicos (Vaquer, cit.; fig. 73), aparecen fusayolas,aunque no en tanta abundancia como en los ricosyacimientos del valle del Po. Poco después son co-munes en las cabanas de Fontbouisse (Gascó, 1976;fig. 4). Aproximadamente contemporáneas son lasfusayolas que aparecen en regiones más septen-trionales (depresión de Paris), donde atestiguanel conocimiento de Ia técriica de hilar. Es sorpren-dente que en la region central y centro orientalde Francia se mencione el hallazgo de fusayolasbitroncocónicas en sepulturas neoliticas (Guillau-me, 1978; figs. 10, 14).

La monotonia de fusayolas esferoidales y cilIn-dricas del Neolitico final - Calcolitico que se ob-serva en las regiones mediterráneas costeras deOccidente contrasta con las nümerosas que apa-recen desde los primeros niveles en Troya (segun-da mitad del 3. milenio), donde algunas son depiedra y la mayoria de cerámica con gran vane-dad de formas (Bleguen, 1950; vol. 1, pág. 19;Part 2; Plate 128). Entre ellas las bi y troncocóni-cas constituyen el tipo más comün. Las tronco-cónicas ya aparecen, desde pnincipios del 3•>r mi-

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lenio en las necrOpolis de Naxos (Doumas, 1977,Plate XLVI).

Salvo algün ejemplar esporádico que se descri-be entre un predominio de formas esferoidales ycilIndricas, en algunos yacimientos franceses, esrecién en los de Luni y Palidoro, de la culturaapenInica, donde se documentan con buenas es-tratigrafias, las bi y troncocónicas (Fugazzola Del-pino, 1973, pág. 203). Las fuertes relaciones con elmundo micénico (Heládico medio) están alil ates-tiguadas por las importaciones y cambios técnicosy culturales.

Las formas derivadas del cono suponen una<<modernizacióna del huso y mayor refinamientode la técnica de hilaturas, quedando definitiva-mente adoptadas en el N. de Italia, desde media-dos del 2.° milenio. Con más retardo en otras zo-nas, como en las cabanas de Milazzo, donde seencontraron numerosas fusayolas grandes, esfe-roidales y cilmndricas en contextos de un Broncemedio (app. 1200 a. C.). Aunque aparezcan concerámica importada apeninica y micénica, juntocon las enorines copas de pie alto, tIpicas de lasnecrópolis de Thapsos y Castellucio (Bernabó,1952), yacimientos donde también se documentan.Entre los hallazgos sicilianos de la cultura de Pia-no Quartara, en la Contrada Diana, hay fusayolasesféricas achatadas o cilindricas, algo bicóncavaso biconvexas (Bernabó y Cavalier, cit.; pág. 74).En las Lipari (app. 1100-1000 a. C.) en tumbas deincineración, con materiales de la cultura Auso-ha II ya aparecen las formas cónicas (Bernabó yCavalier, cit.; fig. 41a). Se documentan las bi ytroncocónicas en la necrópolis de Este (900-800antes de C.) acompafladas de fIbulas de arco en-grosado, caracterIsticas de la l.a Edad del Hierroo de Golaseca I, a (Peroni y otros, 1975; pág. 96).También en Cozzo de la Giumare (app. 800 a. C.),entre ajuares de inhumaciones tradicionales sicu-las, pero con fuerte influencia de la cultura de losincineradores vilanovianos, aparecen fusayolas bi-troncocónicas (Sanahuja y Del Vilar, 1976; lámi-mina II). Estos ejemplares son de tamaflo relativa-mente grande y deblan ser pesadas porque el on-ficio denota Ia embocadura de un huso grueso.

En Francia y el N.E. de Catalunya, el cambiohacia las formas bi y troncocónicas aparece crono-lógicamente más retardado, durante el periodotransicional de finales del Bronce y principios delHierro. Es durante ese perIodo con, las aün hoydIa, no bien definidas superposiciones de influen-cias de origen centro-europeo, norditálicas y delMediterráneo oriental, cuando se atestigua el cam-bio en las formas de las fusayolas. En este tra-bajo no se intentará penetrar en la confusa sim-biosis de las manifestaciones arcaizantes de tra-dición megalitica de finales del 2.° milenio y lasinnovaciones que aparecen a partir del 2.° cuartodel 1.° a. C. Son momentos de intensos contactospor via marItima y terrestre, con una evidenteasimilación de nuevas técnicas difundidas desdecentros más evolucionados y pujantes. Se advier-ten entonces actividades progresivamente selecti-vas en los artesanos locales, como la cuidada levi-gación de las arcillas, fina pulverización de losdesgrasantes, utilización del tomb, fuegos de másaltas temperaturas y mejor aireación para la coc-

ciónde las cerámicas, apareciendo objetos metáli-cos de adorno personal con modelos bien elabo-rados, inicio de la utilización del hierro y de modoparalelo se observa un cambio en el diseflo delaccesorio que coadyuva en el mejor funcionamien-to del huso. Las fusayolas esferoidales y cilIndni-cas, de fácil modelado, de un simple barro condesgrasante grueso, pasan a ser minoria en rela-ción con las de formas bi y troncocónicas.

Aunque sin una evidencia arqueológica bien es-tablecida, las conexiones con otras culturas se po-nen de manifiesto, en estas comarcas de Occiden-te, por un desarrollo local algo tardio que condu-cirá al florecimiento de la cultura ibérica y a lavida urbana, acompaflado de un indudable incre-mento demográfico. Este desarrollo es notable enlugares estratégicos con posibilidades económicaspor Ia explotación de las riquezas naturales cir-cundantes o en las cabeceras de vIas de comuni-cación. Se observa, sin embargo, un mayor retardoen yacimientos coetáneos donde las relaciones conel <<hinterland a o el exterior no eran Optimos.

FUSAYOLAS EN LA PENINSULA IBERICA

Enfocando concretamente la apanición de fusa-yolas en yacimientos peninsulares, Se compruebaque recién comienzan a documentarse y son muyescasas las que pueden incluirse con certeza en elperiodo del Cobre. En el poblado de Montefrio,Granada, no aparecen en niveles neolIticos, perohay algunas en el Estrato IV, de un Cobre mi-cial y en los siguientes de un Cobre pleno (Arri-bas y Molina, 1979). En la Ereta del Castellar, don-de los objetos metálicos son exclusivamente decobre, pero en un nivel confuso entre Calcolitico yArgárico, apareció una fusayola grande de orificiooblicuo (Arnal y otros, 1968, lam. VIII, 3). Otrafusayola con perforación oblicua se encontró conmateriales mezclados de un Calcolitico-Bronce, enel poblado de Los Castillejos (MontefnIo, Grana-da). Es una pieza grande, esferoidal, de 48 mm. dediámetro y 35 mm. de altura, con un orificio am-plio (2).

Es interesante señalar que Ia cultura neoliticade los sepulcros de fosa que se ha supuesto esta-ba relacionada con la de La Lagozza de Besnate(donde las fusayolas aparecieron en abundancia)por las formas y decoraciones cerámicas y tam-bién con discutibles influencias danubianas o cen-troeuropeas basadas en algunos hallazgos de va-sos de boca cuadrada, no muestra paralelos en elconocimiento de ütiles para hilar. En los inven-tarios de materiales de los yacimientos relacio-nados con esta cultura, no se mencionan fusayolas(Ripoll y Llongueras, 1963). Ni tampoco, entre losinventarios de la otma fundamental sobre estacultura de Cataluña (Muñoz, 1965). Las datacionesabsolutas con radiocarbono, de algunos sepulcrosde fosa discrepan por un amplio margen (Mufloz,1971), haciendo incomprensible melacionar Ia fecha

(2) Agradecemos a Ia Dra. Navarrete Enciso su cola-boraciOn por habernos procurado el dibujo de la fusayolade MontefrIo, expuesta en el Museo de Granada.

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más baja con la ausencia de fusayolas en estasregiones, en contacto indudable con las culturasde Francia meridional e Italia septentrional. Estedato negativo ileva a suponer que era un ritualinexistente tanto en esos momentos como en lascuevas de inhumación de Ia Edad del Bronce enCataluña.

Aparecen fusayolas cilIndricas en Hornos deSegura, con un conj unto de materiales formalmen-te campaniformes en el Estrato A-3/B-2: Hor-nos III (Maluquer, 1974; fig. 5). En estratos deCampaniforme B, en el Cerro de la Virgen, se hallóuna pieza cerámica cilIndrica, con diámetro: 60milImetros, altura: 9 mm., y orificio: 6-7 mm., quees seguramente una fusayola (Schule y Pellicer,1966; fig. 32). En Muflo Galindo se describe unafusayola aplanada que mide 48 mm. de diámetro,acompañada de materiales de un Campaniformetardlo (Lopez Plaza, 1974; figs. 11, 18).

Es recién en los yacimientos argáricos, de unBronce pleno (El Argar, El Oficio, Fuente Alamo)donde la presencia de fusayolas es bien notable(Siret, cit.; vol. I y Album). Los diámetros varIanentre 40 y 60 mm., son en su mayorIa esferoidalesy excepcionalmente apareció una de forma có-nica (El Argar n.° 74). En el Museo Arqueológicode Barcelona se encuentra un ejemplar argáricode forma esferoidal achatada que mide 54 mm. dediámetro, 24 mm. de altura y el orificio es de10-9 mm., ligeramente excéntrico. Procede de ElOficio (3).

En algunos yacimientos del Bronce valencia-no Il-I (El Castillarejo) se documentan las fusa-yolas y también entre los hallazgos de Cabezo Re-dondo (Aparicio Perez, 1976, foto 4), pero sobresu cronologia se plantean dudas.

En un abrigo rocoso cercano a Dorres (Cerda-nya) entre materiales identificados como de unBronce medio-final (Rovira, 1975, foto 4) aparecióun ejemplar de forma cilIndrica, de arcilla biendepurada y pulida, de tamaño relativamente pe-queno (diámetro, 30 mm.). Detalles que permitenadjudicar a esta fusayola una fecha más avan-zada. En la Cova Bonica (Vallirana, Barcelona)mezclada con fragmentos de cerámica cardial, va-SOS carenados de un Bronce pleno y asas de apén-dice de botón, aparece en el inventario una fusa-yola esferoidal aplanada que mide 56 mm. de diá-metro (Baldellou, 1975, figs. 9, 76). Este ejemplardebe incluirse con los materiales del contexto deaSas de apéndice o del Bronce final. En la Cuestadel Negro, en el Estrato VI/Sur, correspondienteal Bronce final de Andalucla (l0.°-9.° a. C.) apare-cio una fusayola de piedra y otra de cerámica toscade 53 mm. de diámetro, 30 mm. de altura y unorificio de 5-7 mm. (Molina y Pareja, 1975; figu-ras 103, 453). En Ia cueva de Reclau Viver (Serinyà,Gerona) entre materiales del Bronce final Il-Ill,se describe una fusayola esferoidal achatada de38 mm. de diámetro y 24 mm. de altura. Esteejemplar tiene paralelos con los de las cuevas deGougnas y Cemetière (Aude) que también son es-

(3) El Dr. E. SanmartI nos ha facilitado gentilmenteel estudio de las piezas argáricas expuestas en el MuseoArqueologico de Barcelona.

Foto 2. - Fusayola de Ullastret.

F'oto 3. - Fusavola de Castil (Paidmos).

Foto 4. - Fusayola de Castell (PalamOs).

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Foto 5. - Fusayola con inscripcion ibérica de Castell(Palamós).

feroidales achatadas (Tarrüs, 1978, n.° 312). Perolas fusayolas de aquellos yacimiento francesesdel Bronce final III B, presentan concavidadesbien marcadas en la cara superior (Guilaine, 1972,fig. 91). Las formas comunes en contextos Broncefinal del Languedoc (cuevas de Hassard, PrevelSuperior) son cilIndricas, en su mayorIa con de-presiones en una o en ambas caras (Roudil, 1972;fig. 66). Los diámetros oscilan entre 36 y 47 mm.,

las alturas no sobrepasan los 16 mm. El pobladodel Bronce final Il-lila de la Fonollera (Gerona)donde aparecen numerosas asas de apéndice debotón <<ad asciao que reflejan una influencia delas <<terramaras en las regiones septentrionalesde Levante en Espafla, ha proporcionado un ejem-plar cilmndrico con ligera concavidad en Ia carasuperior, tiene un diámetro de 48 mm. y una al-tura de 18 mm. (Pons, 1979; 3a campaña), de-muestra paralelos con las formas de las fusayolastranspirenaicas.

Las formas bi y troncocónicas quedan defini-tivamente documentadas desde Ia l .a Edad delHierro en yacimientos de Francia meridional yN.E. de Cataluna. Aparecen en la Cayla de Mailhacen el nivel I, en relativa profusion junto con lasesferoidales y cilIndricas, antes de las importacio-nes egeoanatolicas y etruscas (Louis y Taffanel,1955; fig. 61). Pero es notable observar que en lanecrOpolis de incineración de tumbas planas o encistas de Le Moulin, entre vasos decorados con eltipico meandro anguloso y las copas de pie alto,aparecen fusayolas cilIndricas y esferoidales conconcavidades en una o en las dos caras (Broncefinal III B), sienao muy escasas las bitroncocóni -cas, como la de la tumba M.153 (app. 40 mm. dediámetro). Esta discrepancia entre las formas másevolucionadas y frecuentes en el habitat y lasfusayolas de la necrópolis, pudiera explicarse porun ritmo acelerado de cambio, siendo los difuntosde edad avanzada o bien que se colocaban objetosen desuso en las sepulturas, práctica ya observadaen otras cerámicas de la necrópolis. En las ochotumbas de Ia necrópolis de Las Fados son cilIndri-cas y en Ia de Millas en cinco tumbas estudiadasson cilIndricas y alguna es bitroncocónica. En laCayla las formas bitroncocónicas de arista mediacontinüan apareciendo en todos los niveles, perono se encuentran las de arista alta (observaciónpersonal).

Las fusayolas de la gran necrópolis de Can Bechde Baix, Agullana, como las de las necrópolis fran-cesas de La Pave (Claustres, 1949, pág. 210) y LasFados (Taffanel, 1958; figs. 58, 63, 91, 100) sontodas cilIndricas con concavidades. Las urnas ovoi-des dentro de las que se encontraron como ofren-das, no son las más frecuentes en la fase antigua—Agullana I— de aquella necrópolis (Palol, 1958;pág. 210).

En el habitat de La Pegue (Drôme) se documen-tan las de formas bi y troncocónicas desde la pri-mera ocupación del lugar, posiblemente por gen-tes de los Campos de Urnas, durante el 7.° a. C.(Lagrand y Thalman, 1973; P1. XXXI). Tambiénen Cataluna, en la cueva de la Bora Tuna de Llora,relacionada con Ia expansion de los mismos pobla-dores, acompañadas de cerámicas que tienen for-mas y decoraciones similares a las de Agullana y LaCayla I, aparecieron cuatro fusayolas bitronco-cónicas de arista media, dos de ellas tienen el bor-de, formado por la union de los dos conos, apla-nado (Puertas, 1974; foto LXXII). No se encon-traron dentro de las urnas, por esto y por losabundantes fragmentos de recipientes de cocina,se supone que fue una cueva de habitación.

Durante la 2 .a Edad del Hierro las formas den-vadas del cono son las más comunes, predominan-

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Foto 9. - Fusayola de Ullastret.

Foto 6. - Fusayola de Ullastret.

Foto 7.— Fusayola de St. Julia de Ramis. Foto 8. - Fusayola de Castell (Palamós).

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do sobre las esferoidales y cilindricas en todo elámbito ibérico.

FUSAYOLAS DE PIEDRAY DE FRAGMENTOS CERAMICOSREUTILIZADOS

Piedras planas de sección horizontal circular oligeramente oval con diámetros casi iguales a losde ejemplares de cerámica y con una perforacióncentral han sido identificados como fusayolas endiversos contextos, desde el Neolitico. La costum-bre de hacer fusayolas con piedras o cantos roda-dos aplanados y pulidos perdura tanto como Iautiiización del huso para hilar, aunque nunca fue-ran tan numerosas como las de arcilia, tal vez porser éstas de más fácil y rápida producción y conposibilidades de variaciones en la forma y deco-ración.

Entre los materiales de las cuevas de los Abruz-zos (La Punta, Piccioni), acompafladas de cerámicaimpresa de la cultura de Ripoli del Neolitico finalde la Peninsula Itálica, se encuentran fusayolasde piedra pulida de sección cilindrica o lenticular(Cianfarani y otros, 1962; pág. 64). Formas simi-lares, pero de cerámica, aparecieron en nivelessuperiores en la cueva de Piccioni, acompañadasde materiales de la cuitura de La Lagozza (Cre-monesi, 1976; pág. 199). En otros yacimientos delNeolitico final, como el de Annecy (Alta Saboya)se menciona una fusayoia de piedra calcárea (Bai-iloud, 1955; P1. XCI, 8). También aparecen en lascuevas sepuicrales de Francia (Thuellin, TrouNoir) con materiales relacionados con la culturasuiza de Horgen (Bocquet, 1969; fig. 7). En laPeninsula Ibérica, en la cueva del Castillico (Cob-dar, Aimeria) se menciona un disco de piedra,centraimente horadado, acompañado de cuencossemiesféricos y esféricos, en su mayorIa sin de-coración (Navarrete, 1976; pág. 395). En las exca-vaciones de los yacimientos de El Argar, los her-manos Siret haliaron numerosos discos de piedracon orificio central (Siret, op. cit. Album; láms. 62,64 y otras). No les dieron, sin embargo, la deno-minación de <husos como acostumbraban ha-mar a las fusayoias de cerámica. En el Estrato VI,Sur del yacimiento del Bronce final de Cuesta delNegro (Andalucla) apareció una fusayola de pie-dra (Molina y Pareja, cit.; figs. 103, 459). Es lige-ramente ovalada, mide 54-58 mm. de diámetro,8-10 de altura y el orificio es de 5 mm. Una piedrapulida, de sección cilindrica, con perforación cen-tral, se encontró entre materiales de un momentode transición Bronce-Hierro en ci PITa, de la casaM13 de Cortes de Navarra (Maluquer, 1958; figu-ra 31). Este ejempiar mide 30 mm. de diámetro,10 de aitura y tiene un orificio de 6-7 mm. Tam-bién hay fusayolas de piedra en ci poblado ro-rnano de Santa Marta, asentado aparentementesobre un poblamiento anterior con vasos espatu-lados (Coimenero, 1975; fig. 5). Entre las fusayo-las del poblado ibérico de Ullastret hay una dcpiedra con caras perfectamente planas y puiidas,troncocilindrica, coincide en sus medidas y peso(23 g.) con los ejemplares de cerámica (foto 2).

Las fusayoias de piedra ofrecen la particulari-dad de que, por haberse trabaj ado, para hacer laperforación, desde ambas caras, ci orificio resul-tante no es tubular, sino que tiene un estrecha-miento en la parte media.

Otros objetos atipicos utihizados como fusayo-las son simpies discos recortados de fragmentosde vasos a los que se ha practicado una perfora-ción central. Tienen antecedentes como elementospara hilar en ci Neolitico iniciai en Egipto y Cer-cano Oriente. Aparecen en Europa en contextosfontbouissences (Gascó, cit.; pág. 88). Esta chasede fusayolas ha perdurado en Francia, Paises Ba-jos, Alemania e Inglaterra hasta época romanaimperial, siendo las más comunes en aquellas pro-vincias septentrionaies (Wild, 1970; pág. 33). Coin-cidiendo con esta identidad, entre los materialesrecuperados durante las obras de remodelacióndel Paseo Arqueológico de ia ciudad de Gerona,aparecieron dos discos recortados con perforacióncentral. Uno es de cerámica basta, color marrón.Mide 41-43 mm. de diámetro, 11 de grosor y ciorificio 10 mm. El otro es de cerámica tosca, decolor rojizo. Mide 19 mm. de diámetro, 8 de grosory ci orificio 5 mm.- Como aparecen acompañadosde fragmentos de sigilata clara D-A y subgáhica,se les asigna una cronologia muy amphia (Nohla,1979; figs. 34 y 74). No aparecieron tipicas fusa-yolas entre esos materiales. En las vitrinas delMuseo Monografico de Mailhac, se exponen discosrecortados de fragmentos cerámicos con perfora-ciOn central. Uno tiene la caracterIstica decora-ciOn incisa de dobles meandros del vaso mailha-ciense. Mide 35 mm. de diámetro, 8-10 de grosory ci orificio 6-7 mm. Otro ejemplar tiene una mejorterminación de los bordes recortados, es de unfragmento sin decoración. Mide 40 mm. de diá-metro, 10 de grosor y ci orificio 7-8 mm. Estosdos ejempiares se exponen con los materiales deCayla I. También en ci mismo museo, entre loshahlazgos tardorromanos de Ia torre I de St. Jeande Cas, hay varios discos con perforación central,recortados de cerámicas comunes, sus medidas noexceden los 40 mm. (observación personal).

Es muy posible que algunos discos de cerámicareutilizada, con bordes más o menos bien taliadosy con perforación central, quedaran inéditos enlos catálogos de materiales de algunas excavacio-nes, siendo de interés verificar sus medidas y pe-sos para su posible identificación como imple-mentos utihizados para hilar.

LAS FUSAYOLAS EN LA TEMATICAARTISTICA

Las hilanderas, los husos y las fusayolas fueronmencionadas con frecuencia por los poetas y es-critores griegos y latinos. En los poemas homéri-cos (Od. I, 367; IV, 135; Ii. VI, 401). Por Platón(Pol. 281, A; 282, D; 309, B). Por Aristótehes (Pol.II, 4) y otros. Aunque lamentablemente no des-criben has formas que tenian las fusayolas. Ca-tub (LXIV, 311 y ss.) da detahies exactos sobre Iamanera de hilar en sus versos.

También en ci arte figurativo fuc aprovechadoel tema de los trabajos de hilados y tejidos. En

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a) Urna Hallstática (Sopron-HungrIa).Museo Central, Mainz.

b) Lekytos de figuras negras (6.° a. C.).Museo Metropolitano, Nueva York.

C) Oenoche ático de figuras rojas (inicios 5•0 a. C.).Museo Británico, Londres.

d) Vaso de figuras rojas de Orvieto (inicios 5•0 a. C.).Destino desconocido.

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ULLA&1&T LA c2EIET1 AflT[LL

5 1 1

6 2 -

18,3% 12,5% 4,5%

2 - I

137% - 45

8 - 1

- - 4

- 9,8% - 22,7%

8 1 2

1 1 -

13 4 1

37,5% - 25,5% - 13,7%

4 5 1

17 1Q 11

228,0% - 62,S'/ - 54,8%

2 - -

— 2,4% - -

82 24 22

C.tegor. Sbtipo

una urna halistáttica profusamente decorada, seye sobre el lado izquierdo del fragmento ilustra-do (lam. I, a), una mujer sujetando el hilo del cualcuelga el huso con una dilatación terminal, perola forma de la fusayola no se puede distinguir. Esoportuno considerar este gran recipiente funera-rio porque en su decoración también aparece en elcentro una de las primeras representaciones deltelar vertical con pesos colgando de los hilos dela urdimbre con el cual se tejIan los hilados pro-ducidos con husos y fusayolas (Castro Curd, 1977;pág. 188). En el detalie ampliado de una parte deuna banda, donde se exponen distintas fases delproceso de hilados y tejidos, pintada alrededor deun lekytos de figuras negras, se puede distinguirbien la forma cónica de la fusayola (lam. I, b). Lasfusayolas que utilizan las hilanderas en el oeno-choe ático de figuras rojas (lam. I, c) y en el vasode Orvieto (lam. I, d) son igualmente de formacónica.

En estos vasos pueden observarse cómo las hi-landeras sujetan la rueca (4) que lieva una bola defibras, con la mano izquierda y en la derecha tie-nen el hilo estirado por el peso del huso. Comoa veces, aparecen nudos o irregularidades entre lasfibras cardadas a mano o con instrumentos sim-pies, la joven hilandera en el vaso de Orvieto loscorta con los dientes, operación que también men-ciona el poeta Catulo.

FUSAYOLAS EN NECROPOLIS

Las fusayoias que se encuentran en necrópoiisde incineración, ya sea tumular o de tumbas pla-nas, no constituyen un rito funerario constante ygeneral en el mundo ibérico. En algunas estánausentes o aparecen en nümero bajo de sepul-turas, aun cuando en los habitats correspondien-tes se documentan. AsI, en la parcial excavaciónde Ia gran necrópoiis de Coil del Moro, Gandesa,en 143 tumbas de incineraciOn tumular estudiadasno apareció ninguna (Ferrer, 1979). En la de LaSolivella (Fletcher, 1965; pág. 28) con la que tieneparalelos, se halló un ejemplar aislado, sin urnani otros vasos, en uno de los tümulos. En la de Ci-garralejo, en Ia tumba 11.0 61, apareció una sola-mente. En las necrópolis del 4.° a. C., como la deLa Madriguera (Almagro Gorbea, 1965; pág. 41)aparecen en nümero, formas y calidad variables.En la de Buenache de Alarcón (Losada Gómez,1966; figs. 11, 14, 33) donde son exclusivamentebi y troncocónicas y muy similares entre 51, dentrode algunas urnas de orejetas se encontrarofi hasta5 ejemplares (incineraciOn 11.0 17). Es interesantemencionar el caso extraordinario de las 26 fusa-yolas de cerámica y 2 de plomo, arrojadas sin or-den, en la tumba de un personaje importanteubicada dentro del poblado ibérico de Pech Maho,donde la cronologla de las otras ofrendas es definales del 4.° y principios del a. C. (Solier, 1968;figs. 25 y 38, a, b).

(4) La rueca es una varilla que ileva en un extremoun sistema de sujeción del copo de fibras destinadas alhilado, quedando las manos libres para ir agregando fi-bras y hacer girar el huso.

Aparecen fusayolas, pero no en todas las tumbasen las necrOpolis de Le Moulin y Grand Basin I.También en Millas solamente 5 tumbas tenlan fu-sayolas y en Las Fados, entre 46 incineraciones,aparecen en nümero variable en solo 8 tumbas.Sin embargo, no apareció ninguna en La Recobrea pesar de su coetaneidad con esas necrópolis. EnAgullana se han documentado en solamente 16ajuares entre más de 200 tumbas de incineración.

Se encuentran como ofrendas en el Santuarioibérico del Cerro de los Santos (Fernández deAvilés, 1966; págs. 15 y 42). Entre ellas un ejem-plar exótico de pasta vitrea multicolor de posibleorigen oriental, relacionado con un fragmentoático de figuras rojas.

SerIa arriesgado asignar a Ia presencia de fusa-yolas un carácter ritual como son las ofrendas decomida y libaciones, por Ia irregularidad de suaparición. Los ejemplares hallados tanto se en-cuentran asociados a conjuntos de ajuares mascu-linos como a los femeninos. En algunos contextosse ha atribuido un significado profiláctico a suhaliazgo en necrOpolis, relacionado con las activi-dades de las mujeres que hilaban, mito arcaicoque tiene sus raIces en Oriente.

TIPOLOGIA DE FUSAYOLAS II3ERICAS

Para efectuar un estudio anailtico cuantitativode fusayolas ibéricas se han utilizado los ejem-plares inéditos hailados en tres oppida fortifica-dos del Bajo Ampurdán, Catalufla (Oliva Prat,

Tabla 1.— Frecuejicias de tipos de fusayolas.

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1 = A : A-2

2 = B : B—i

3 = C : C-2

= D : D-2

5 = E : E-2

•: 7I I

Forma Tipo SubtipO

5'

4Fig. 1. - Perfiles de fusayolas y secciones de cuerpos

geométricos.

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TIPO subtipo : 1 2 3

A

-

B______ ______

C

I _

1'

_____ a ______

F

r

Esquema I. - Tipologla de las fusayolas.

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1965, págs. 96, 97, 100). Uno es el Puig de St. An-dreu, Ullastret, donde durante numerosas campa-flas se recuperaron materiales de varias zonas yestratos que se encuentran en los almacenes 0expuestos en el Museo del mismo yacimiento (Mar-tin Ortega, 1977). Otro es el Puig d'en Rovira, LaCreueta, poco excavado (Riuró, 1945). Los mate-riales de tres campañas, en su mayoria inéditos, seencuentran en los almacenes del Servicio de In-vestigaciones Arqueológicas de Gerona (S.I .A.).Por Ultimo, el Castell de la Fosca, PalamOs, exca-vado en los años 1943 y 1948 (Martin Ortega, 1977;págs. 239 y ss.), una parte de los materiales sehallan en el S.I.A.; la otra parte continua en ma-nos de los propietarios de la peninsula donde seencuentra el yacimiento que no permiten su es-tudio, ni la continuación de las excavaciones.

Utilizando el esquema I se han diferenciado lostipos y subtipos efectuándose el recuento corres-pondiente a las fusayolas halladas en cada uno delos tres poblados. Los resultados obtenidos apa-recen en la tabla 1. Para diferenciarlas se ha te-nido en cuenta la forma de los cuerpos geomé-tricos, de sección horizontal circular, de los cualesderivan: laesfera, el cilindro y el cono. Los di-bujos de algunos ejemplares de estos yacimientosilustran este concepto en la figura 1. Las formasdel tipo A son las que tienen un perfil curvo, bienmarcado y pueden ser inscritas en circunferen-cias de mayor o menor diámetro (fig. 1,1). Las deltipo B tienen perfiles de lmneas casi paralelas quelas inscriben en una sección de cilindro (fig. 1,2).Las de tipo C, se inscriben en una sección de cono,de cüspide truncada (fig. 1,3). El cono puede estartruncado en diferentes alturas dando lugar a unasuperficie circular paralela a la base. No se haencontrado ninguna fusayola que terminara enuna verdadera cüspide, siendo este detalle de di-seflo una manera a priori de preservar esa zonaterminal de posibles roturas al chocar contra elsuelo. Las formas de tipo D, E y F pueden serinscritas dentro de la proyecciOn plana de dosconos unidos por sus bases (figs. 1,4 y 1,5). Si losdos troncos de cono son simétricos dan lugar auna arista en Ia parte media del cuerpo de lasfusayolas que corresponden al tipo D. En casosdudosos bastarIa dividir la altura total y deter-minar si Ia media coincide con la arista. Cuandolos troncos de cono son asimétricos, Ia arista seencuentra en la parte alta del cuerpo, correspon-diendo con el tipo E. En escasos ejemplares puedeocurrir que la arista se encuentra por debajo deIa parte media y éstos corresponden al tipo F.Dentro del tipo D, han aparecido algunas fusayo-las que tienen la arista de union de los conosaplanada (foto 7). La superficie lateral plana fueefectuada después del pulido total de Ia pieza, sindar ningün tratamiento final a Ia zona recortada.Estos ejemplares de tipo D se corresponden conel subtipo 1, b.

En todas las fusayolas de categoria D, E y F, laarista de union de los conos ha sido siempre sua-vizada en mayor o menor grado, resultando bor-des de curvatura variable. ste serIa otro detallepremeditado de preservar su posible deterioro obien puede derivar del movimiento de rotacióno alisamiento durante el modelado de las piezas.

El esquema I muestra las variaciones en las ca-ras superior e inferior que permiten clasificarlasen subtipos. Para esto es necesario determinarprimeramente cuál es la cara superior del ejem-plar en estudio. Si se tiene en cuenta que el ex-tremo <fuselado' de una varilla debla penetrarpor alguna de ellas, se constata que el orificio essiempre mayor en una de las dos, anotándose di-ferencias de hasta 2 y 3 mm. entre uno y otroextremo del canal infundibuliforme, en las fusa-yolas ibéricas, con raras excepciones. Bastaria em-bocar un lápiz afilado por una dë las caras paraver cuál es la posición correcta que se adapta alconducto. Las medidas comunes de los orificiosde las fusayolas ibéricas estudiadas es de alrede-dor de 6 mm. Existen ejemplares grandes y pe-sados con orificios de hasta 10 mm. y los de lasmás pequenas, que se ajustaban a husos delgados,son de unos 3 mm. Estos orificios pequeños ge-neralmente no muestran diferencias en sus diá-metros.

En las bi y troncocónicas se aprecia otro detalleindicativo de la posición que tenIa la fusayola enel huso dado que el cono inferior, o Ia cüspidetruncada, aparece frecuentemente deteriorada porlos choques contra el suelo que ocurren cuando sedescuida el hilado (foto 4).

Otro elemento diferencial, para determinar cuáles la cara superior, lo proporcionan las decora-ciones que siempre se encuentran o están mejorterminadas en la cara donde el orificio es másamplio. La fusayola de Ia foto 3 tiene, en la orlaque forma el cono superior alrededor de la con-cavidad, una decoración incisa formando zig-zag,el resto del cuerpo es liso. La fusayola de la foto 10tiene decoraciones impresas simétricamente dis-tribuidas airededor de la parte superior, en cam-bio en la parte inferior las decoraciones son irre-gulares y desparejas. La fusayola de la foto 8tiene estrias salientes en Ia parte superior, dondeel orificio es de mayor diámetro. Los grafitos ociertas marcas particulares que presentan algu-nas fusayolas se encuentran siempre en la carasuperior. Entre la colección de más de 200 fusa-yolas del Cabezo de Alcalá de Azaila (Beltrán Llo-pis, 1976; figs. 66, 67, 68) algunas tienen signosibéricos y estos grafitos están ubicados en la carasuperior. En la fusayola con 13 signos ibéricos deMargalef (Junyet, 1972; fig. 21) éstos se encuen-tran en el cono superior. Siendo en todos los casosesa parte de los ejemplares la que quedaba a lavista de quienes hilaban.

La fusayola (C-2391) aparecida durante el cursode este estudio, entre el lote de 22 ejemplares delCastell de La Fosca (foto 5) tiene en la orla queforma el cono superior, alrededor de la concavi-dad, una inscripciOn compuesta por 17 signos ibé-ricos bien distribuidos, formando tres palabras Se-paradas por tres pares de puntos. En el cono infe-rior aparece otra inscripción compuesta por 17signos alrededor de Ia superficie hasta casi llegara la cüspide truncada, donde algdn signo quedailegible por el deterioro de esa parte. Esta segun-da inscripción muestra una grafIa irregular y noaparecen los pares de puntos que se encuentranen el cono superior. Ambas inscripciones fueronefectuadas con un instrumento punzante después

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del secado pero antes de la cocción de la pieza.No se observan deformaciones ni impresiones delos dedos. Es indudable que su hallazgo contri-buirá a aumentar con sus 34 signos el Corpus dedocumentos ibéricos y algdn dia el posible des-ciframiento de este lenguaje. El estudio e interpre-taciOn de esta inscripción efectuada por E. Pres-cot se encontrará anexo a este trabajo.

Después de clasificar los ejemplares de acuerdoa los seis tipos: A, B, C, D, E, y F esquematizadosy determinar, por la amplitud del orificio y otrosdetalles, cuál es la cara superior, se establece acual subtipo corresponden, observando las carac-terIsticas diferenciales que presentan en cada unade sus caras. Estas pueden ser planas o tener con-cavidades como se muestra en el esquema I, queadmite ampliaciones si aparecieran formas dife-rentes en otros yacimientos.

Entre los 82 ejemplares de Ullastret (retiradosal azar, sin tener en cuenta las campañas o estra-tos de los abundantes materiales almacenados) secomprobó que la mayorIa son del tipo D. Entreestas formas bitroncocOnicas de arista media, unamayor proporción coincide con las que tienen unaconcavidad en la cara superior, clasificándosecomo de tipo D, subtipo 2. Las de tipo E, no taniaumerosas, coinciden con el subtipo 2. Teniendoen cuenta que el lote de 24 fusayolas de La Creue-ta es numéricamente inferior al de Ullastret, den-tro de ciertos lImites de certeza, permite estable-cer porcentajes. AllI las formas de tipo E son lasmás frecuentes y entre éstas las que tienen unaconcavidad superior, o sea de subtipo 2. Tambiénlas 22 fusayolas de Castell de La Fosca, como lasde La Creueta, se integran en su mayoria con eltipo E, subtipo 2. En la tabla 1 se encuentran losporcentajes correspondienes a cada tipo y subtipode fusayolas en estos tres poblados.

Las formas de tipo E son mayoritarias en otrospoblados ibéricos. Constituyen casi el 80 % entrelas numerosas recuperadas en Azaila (Beltrán Llo-pis, cit.). El poblado ibérico de Tossal del Moro(Pinyeres, Tarragona), con una fase de ocupaciónmuy corta, entre mediados del 5.° y la primera dé-cada del 4.° a. C. (Sanmarti, 1979) ha rendido unIlamativo conjunto de más de 50 fusayolas. Lastroncocónicas tipo C constituyen casi el 50 %, si-guiéndoles en frecuencia las bitroncocónicas tipo Ey las esferoidales tipo A, las bitroncocónicas dearista media del tipo D son menos frecuentes. Esnotable la variedad de decoraciones con un estiloarcaizante que aparece en un 30 % de las fusa-yolas del lote: puntillado, rosetas, cIrculos con-céntricos y lIneas impresas. Las fusayolas del po-blado de San Miguel (Ripoll y otros, 1964; fig. 3)con una ünica faz de ocupación (250-100 a. C.)muestran tamaflos muy similares y las formascorresponden en su mayorIa con los tipos D y E.

En cambio, en el poblado del Cerro de San Mi-guel de Liria (Vidal Lopez, 1952; págs. 153-4), enel de Coimbra de Barranco Ancho (Molina Garciay otros, 1976) aparecieron formas que no son co-munes en otros poblados ibéricos. Se les ha deno-minado <<cefaloides> porque estas fusayolas pre-sentan un alargamiento del cono (inferior) con unreborde o anillo engrosado alrededor de la cüs-pide. En estas publicaciones las fusayolas están

dibujadas en posiciOn inversa a Ia que teniancuando se encontraban insertadas en el huso, Se-gun los criterios expuestos antes en este trabajo.Posiblemente ese engrosamiento, supuesto supe-rior, que dio lugar a la denominación, era unaforma de reforzar la cüspide cuando la fusayolaliegaba hasta el suelo. Estos tipos de fusayolastroncocónicas con un engrosamiento en la cüs-pide son comunes en la necrópolis de Este (Peroniy otros, cit., figs. 18,10, 30,8, etc.) correspondientesa un contexto Golaseca I-A o Halltat B-2.

El lote de 82 fusayolas del Puig de St. Andreu-Ullastret es heterogéneo tanto en formas como enIa calidad de las pastas y tratamiento de las su-perficies. Algunas de piedra (foto 2). Las pastasvarian entre las más bastas con desgrasante grue-so de arena, cal o mica, hastas las de arcillas de-puradas, con desgrasante finamente pulverizado.Siete tienen decoraciones muy simples que con-sisten en incisiones con un objeto punzante o conla ufla, dispuestas en Ia parte superior formandozig-zag o espigas. Solamente una tiene decoracio-nes más elaboradas y bien distribuidas alrededordel orificio en la parte superior y con negligenciaen la parte inferior (foto 10). Esta fusayola, por eltipo de pasta, su color, calidad y motivo decora-tivo no concuerda con el resto, pudiera ser unejemplar foráneo.

Las 24 fusayolas de La Creueta son aparente-mente bastante homogéneas por la calidad de lacerámica, con desgrasante no muy grueso y lassuperficies simplemente alisadas o pulidas. Lasconcavidades, en las de subtipo 2, parecen efec-tuadas con un mismo instrumento de forma es-férica, como si procediesen de un taller.

Entre las 22 fusayolas del Castell de La fosca,una tiene la inscripción ibérica incisa que apaxeceen el estudio anexo. Otra fusayola (C-1066)' es atomb, tiene estrIas paralelas separadas a interva-los iguales, alrededor del cono inferior (foto 9),presenta un engobe delgado de arcilla beige apli-cado psiblemente después del secado que tiendea desprenderse fácilmente. La fusayola (C-479) queSe ha citado como ejemplo para diferenciar Iacara superior (foto 3) tiene decoraciones incisasregulares en zig-zag sobre el borde alrededor dela concavidad en el cono superior. Una cuartatiene impresiones formando un dibujo en espigatambién en la orla del cono superior. Las cuatrode tipo E, subtipo 2. Las pastas son heterogéneas,asI como el tratamiento de las superficies.

No es fácil explicar cómo se hacIan las conca-vidades semiesféricas y perfectamente lisas quepresentan algurios ejemplares del tipo E. Si paraefectuar el orificio se introducia un vástago unavez dada la forma a la pasta semiseca, éste pro-duciria la aparición de rebabas. Menos explicablees la obtención de los tipos A, subtipo 1, con ca-ras bien planas y paralelas, a menos que se ad-mita que Ia esfera fue cortada a cierta altura enambos polos o que fueron moldeadas. La obser-

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vación comdn de que cuando algunas fusayolas seencuentran rotas, la fractura es por la zona axial,sugiere el posible uso de moldes para su fabri-cación. Esto explicarla el modelado de formascasi esféricas y sin deformaciones en los polos alefectuar el orificio.

Algunas formas simétricas de fusayolas bi ytroncocónicas no han podido obtenerse más quecon la ayuda del giro del tomb lento. Una fusa-yola (foto 8) en el poblado de St. Julia de Ramis,Gerona, tipo C, subtipo 1, es un ejemplo de estaartesanIa. Presenta estrIas paralelas en la super-ficie superior, la pasta es fina con desgrasante in-visible a simple vista, de color gris oscuro y conun delicado engobe. Otra fusayola tipo C, subti-p0 1 (foto 9), hecha a tomb tiene estrIas paralelasalrededor del cuerpo. La fusayola (fotos 3-4) tipo E,subtipo 2, con decoraciOn en zig-zag y cubiertacon barniz negro brillante sobre pasta rojiza debuena cocción, es también un ejemplar a torno.

MEDIDAS DE LAS FUSAYOLAS IBERICAS

Para relacionar cuantitativamente las medidasde diámetros y alturas (mm.) de las fusayolas,dentro de ciertos limites de certidumbre en losresultados, se utilizó el lote del Puig de St. An-dreu, Ullastret, por ser el más numeroso.

En el gráfico 1 cada una de las 82 fusayolas deese lote está representada por la letra que corres-ponde a su tipologIa de acuerdo con el esque-ma I. Las medidas en milImetros se coordenaronobteniéndose como resultado de su interpolaciónun gráfico donde la mayorIa queda agrupada den-tro de los parámetros verticales correspondientesa diámetros entre 30-38 mm. y alturas entre 15-27milImetros. El recuento de todos los tipos de fu-sayolas comprendidas dentro de esos parámetroses de 47, cantidad que corresponde a una frecuen-cia del 57,3 %.

En la tabla 2 aparecen los cómputos de los35 ejemplares que ofrecen variantes y quedan ex-cluidos de esos parámetros. En A con respecto alos verticales que indican los diámetros. En B conrespecto a los horizontales que corresponden a lasalturas. Se infiere de estos resultados que en eselote de 82 fusayolas hay mayores variaciones enlos diámetros (29,2 %) que en las alturas (13,4 %).En la columna de la derecha de Ia tabla apare-cen las frecuencias en las variaciones de cada tipode fusayolas con respecto a los parámetros deter-minados. Las formas tipo C (troncocónicas) sonlas que muestran mayor variación en sus diáme-tros, siguiéndoles las de tipo D (bitroncocónicasde arista media). Con relación a las alturas, las detipo A (esferoidales) son las que ofrecen una ma-yor variabilidad.

A osierojdalesB cilindricasC troncocóniCasD:biE:bif:bi

- a.medja- .. alta- baja

Gráfico 1. - Relación diámetro-altura de las fusayolas.

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•Tlpo n n. rxc1das rl!c,p,1c1., %

A 15 1 0,5

o 3 - -

C 8 4 50,0

o 31. 14 45,1

E 23 5 21,7

F 2 - -.

total: 02 24 : 29,2

Tabla 2A. - Fusayolas excluidas de parámetros verticales(30-38 mm.).

Tipo n n. rxluSda5 1'rrCul!nct i

A 15 3 20,0

5 3 - -

C 9 1 12,5

0 31 4 . 12,9

C 23 1 4,3

F 2 - -

tot,,1: 52 11 13,4

n nIro dl! l!jernp1rl!s

Tabla 2B. - Fusayolas excluidas de parámetros horizontales(15-27 mm.).

PESO DE LAS FUSAYOLAS IBERICAS

Una caracterIstica funcional importante de lasfusayolas está determinada por su peso. El grosordel hilado depende del peso del huso. No puedeser alimentado con pocas fibras un huso pesado,para producir un hilo delgado, porque éste seromperIa. Ni tampoco se podrIa hacer un hilodoble con una fusayola liviana.

Cada uno de los ejemplares de los tres pobla-dos mencionados fueron pesados sin tener encuenta su clasificación en categorIas y subtipos.

PESO ULLASTF-1ET L CREUETA CASTELL(gr.) n; 79 ' n: 24 % n: 22 %

1-9 1 1,2 - - .- -

10— 19 20 25,3 4 16,6 8 36,4

20— 29 34 43,3 10 41,8 7 31,8

30— 39 16 20,5 8 33,3 6 27,3

40— 49 5 6,3 2 8,3 1 4,5

50-59 1 1,2 - - - -

60-69 2 2,5 - - - -

Tabla 3. - Relaciones de peso entre las fusayolas ibéricas.

• : Ullastret

La Creueta

Gráfico 2. - Representación comparativa del peso de lasfusayolas.

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Al efectuar estas medidas de peso, las fraccionesde gramo se acumularon sobre las cifras enteras,sumando o restándolas, segün la variación sobreel valor medio.

En la tabla 3 aparece el nümero de ejemplarescomprendidos en una serie progresiva de pesosy los valores porcentuales de su frecuencia encada lote. Los pesos entre 20 y 29 g. son los másfrecuentes entre las de Ullastret y La Creueta.Aunque en este ültimo yacimiento la diferencianumérica con las que pesan 30-39 g., no es tanmarcada como ocurre entre las de Ullastret. Lasfusayolas del Castell de La Fosca se inclinan ha-cia pesos menores a los 20 g. En el gráfico 2 estánrepresentadas las frecuencias de los pesos de lasfusayolas de los tres poblados. La mayor variedadde pesos corresponde al lote de Ullastret, pobladomás extenso y más excavado que los otros dos.Esta variedad puede indicar la producción de hi-lados de distinto grosor destinados a varios tiposde tejidos.

Experimentalmente se ha comprobado la utili-dad de estas variantes en el peso. Se eligieron3 fusayolas de Ullastret (foto 1). La de peso menor(U-1251) es de 9 g. La (U . 1131), que corresponde alas de mayor frecuencia en este poblado, pesa30 g. La de peso mayor (U-3260) es de 68 g. Cadauna de ellas se insertó en una varilla de maderade grosor adecuado al orificio, por su extremofuselado. En el otro extremo se efectuó una mues-ca para la sujeción del hilo. Se sumergieron enagua durante unas 10 horas para producir la hin-chazOn de la madera y una firme sujeción de lasfusayolas.

Para hilar se utilizaron fibras de lino limpias ysecas (5). Se cardaron sin mayor cuidado con laayuda de un cepillo de pdas de acero. La bolade fibras cardadas se colocó en una especie derueca rdstica hecha con una caña abierta longi-tudinalmente, cerca de un extremo, por cuatrocortes, donde se formó una dilatación en la cualSe sujetaron las fibras. Esta rueca la colocó firme-mente en su cintura Ia hilandera (6). De ella ibaarrancando continuamente fibras que llevaba conIa mano izquierda hacia Ia mano derecha con loque iba agregándolas al hilo que se producla porel movimiento giratorio del huso (foto 10).

La foto 1 muestra los hilados obtenidos con es-tos tres husos, viéndose claramente el grosor decada uno. Anexo a este estudio se encuentra elanálisis de los tres hilados que ha sido efectuadopor el ingeniero textil señor Triana Treviño, aquien se agradece su interés y amabilidad.

(5) Se reconoce Ia amabilidad del señor José Sala, deHilaturas Portolin, por habernos obsequiado madejas delino procesado por inmersión o enriado.

(6) Expresamos nuestro gran aprecio por la coopera-ción de Ia señora Amelia G. de Alvarez, nacida en Fon-fria del Pero, Torre del Bierzo, LeOn, pueblo hoy aban-donado, quien con su conocimiento del trabajo artesanalde hilar a mano, ha corroborado la utilidad de las fusa-yolas ibéricas.

Foto 10.— (Vcr nota 6.)

CONSIDERACIONES FINALES

Este trabajo ha sido iniciado con el propósitode estudiar fusayolas como objetos representan-tes de una industria primitiva. Por ello se ha pres-tado más atención a los detalles de diseflo, ta-maflo y peso que pueden estar relacionados consu función. En ciertos aspectos particulares de lascerámicas como son la calidad de las pastas, co-lor, desgrasantes, tratamiento de las superficies,decoración, etc., no se ha profundizado. Aunqueestas caracterIsticas serlan ütiles a los efectos derelacionar, en yacimientos con buenas estratigra-Has, diversos momentos de ocupación con sus evi-dentes variaciones. En especial el tema de losejemplares hechos con ayuda del tomb, merecerIaun estudio aparte para interpretar su presenciaen conjuntos heterogéneos de materiales y dif e-renciar su procedencia, lo que de momento no esposible por ser la documentación insuficiente.

El predominio de formas esferoidales y cilIndri-cas en yacimientos del NeolItico final en Italia,del CalcolItico en Francia y España, más abundan-tes o mejor documentadas en el perlodo post-cam-paniforme, contrastan con las formas bi y tronco-cónicas que eran comunes en el Egeo desde el 3ermilenio y que se adoptan en Italia hacia media-dos del 2.°, alcanzando a imponerse en las pobla-ciones del Bronce final de Francia meridional yN.E. de Cataluna con gran retraso, recién haciamediados del siglo vii a. C.

La presencia de fusayolas da testimonio de lapenetración y adopciOn de un elemento tecnoló-

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gico hasta en lugares que parecen de economiade simple subsistencia. En ciertas areas su can-tidad indica la evolución hacia una division deltrabajo y la especiaiización, con economlas deintercambio. Tal es ci caso de La Poiada, dondese ha sugerido que la exportación de tejidos ha-cia el Norte pudo ser el modo de obtener cobre(Peroni, 1971; pág. 100). La interpretación de nu-merosas tabletas del linear B, revelan la exis-tencia, en el ámbito micénico, de poblaciones es-pecializadas en las diferentes fases de Ia industriatextil (Chadwick, 1976, pág. 150 y ss.). Las ta-bietas de Knossos indican que habla hombres ymujeres ejerciendo las tareas de producción deteias para vestidos y veias de iino para navIos (Me-lena, 1975). Testimonio material de esas activida-des son las fusayolas de cerámica, piedra y frag-mentos recortados hallados en estratos finales deun prolongado NeolItico iniciai en Knossos (Evans,1964, pág. 233).

En consecuencia, estos elementos de cuiturapueden estar reiacionados con ia cantidad y ca-lidad de los productos para ci comercio, depen-dientes de la expiotación del medio natural de unlugar arqueolOgico determinado, de ia division deltrabajo, especiaiizaciOn y evoiución de una téc-nica.

Un cambio notable debieron tener los vestidos,desde un pasado de pieies y cueros, sujetos conligaduras y botones de hueso, hacia los de teiasfiexibies de lana o lino. prendidos con fIbuias, ai-fileres, cinturones con hebiilas de bronce y demásaccesorios de adorno personal metálicos que encreciente profusion aparecen desde ci 3er mile-nio. Los vestidos faraónicos, desde las primerasdinastIas, los mantos drapeados de las esteias fe-meninas dci fecundo vaile del Po, las elaboradasfaldas de las diosas minoicas, las de las mujeresen las pinturas rupestres hispánicas, son represen-taciones artIsticas que dan testimonio del uso detejidos. No solamente los vestidos se identificancon hilados y tejidos sino que es de suponer queci transporte de granos se efectuaba en sacos te-jidos con hiios de esparto o de lino y no en pe-sados recipientes de cerámica reservados paralIquidos. También ia navegación requerIa la pro.ducción de veias tejidas con hilados de lino.

El hecho negativo que muestra la ausencia defusayolas en casi todas las regiones peninsulareshasta mediados del Bronce puede deberse a quese hiiaba con métodos más primitivos o bien aque tanto los husos como las fusayolas eran demadera. En aigunos contextos de este perIodo sehan encontrado fragmentos de tejidos pero no fu-sayoias. Otra hipOtesis sobre esta escasez, puedeser que no Se necesitaban muchas para producirla cantidad de hilado necesario para un grupo pe-queno de habitantes y de viviendas que, en gene-ral, han sido parcialmente excavadas, por io cuaisu hailazgo es fortuito. Como ejemplo, diametrai-mente opuesto, conviene mencionar que todos losniveles de Troya, excavados intensamente . en pro-fundidad y extension, desde ci siglo pasado, hanrendido casi 8.000 ejemplares!

En los pobiados ibéricos de vida relativamenteprolongada como es ci de Puig de St. Andreu, Ulias-tret, de aproximadamente cuatro siglos de conti-

nua ocupación, se observa una mayor variedad deformas de fusayolas que en los de vida corta. Estopudiera significar un movimiento más intenso degerites campesinas atraIdas al ndcieo urbano enformaciOn, hacia donde lievaban sus secuiares im-plementos de trabajo, como serlan las fusayoiasesferoidales y cilIndricas. Mientras que en ci po-blado, donde ya existirla una especiaiización, seutilizaban formas más evoiucionadas.

Las medidas progresivamente más pequeñas yla consecuente disminuciOn del peso de las fusa-yolas dan una información técnica que indica unainnovación que apunta hacia una seiección pre-meditada y la producciOn de hilados para tejidosde varias ciases. Es éste un aspecto que podrIaser examinado para ubicar aqueilas pobiacionesibéricas quc produclan los tejidos tan deigados(carbasa lina) quc fueron alabados por escritoresiatinos (Piinio 19, 10).

La aparición de fusayolas más livianas puede, a!mismo tiempo, estar directamente relacionada conuna mayor producción en menor tiempo. Un husopesado puede girar bien, pero ia inercia dc supeso hace que sea más dificuitoso iniciar ci mo-vimiento de giro.

El cambio de discño de cstos artefactos, conmanifiesta adopción de las bi y troncocónicas, re-velan también un intento de acelerar la produc-ción porque una forma de peonza en ci extremoterminal del huso aumenta la velocidad, dismi-nuye ia osciiación y mantiene por más tiempo ciequilibrio giratorio.

Como ci momento de aparición de las bi y tron-cocOnicas ocurre en perlodos de avanzada acul-turación, la presencia de estas formas, mezcladas,en conjuntos de materiaies de larga cronoiogIa,permite considcrarlas como objetos exOgenoscontaminantes. Tal es el caso de fusayolas bitron-cocónicas en ci taller de sIiex dci NeoiItico finalde Can Crispins-Liagostera (Gerona). No coinci-den, por su forma y tamaflo, con ese contexto(Soler, 1977; figs. 21,5 y 6). Otro ejemplo de con-taminación es ci de una fusayoia bitroncocónicamczclada con materiales neolIticos, en una cuevade Benalmadena, que fue también considerada conjusta desconfianza (Braun y otros, 1963; fig. 1,5).

La determinación dci peso puede servir comoIndice en casos de dudas sobre ci posibie uso deobjetos de piedra o ccrámica que posean aigunasdc las caracterIsticas propias de las fusayoias:ccción horizontal circular y orificio central.Es notable que las tIpicas fusayoias de cerámica

van desapareciendo durante la romanización, po-sibiemente debido a ia introducción de la ruedade madera para hilar —inventada hacia mediadosdci 6.° a. C. en la India—. Sc podIan producir conciia hiiados uniformes con mayor rapidez en cen-tros textiles especiaiizados como io requerIa ciabundante abastecimicnto y ia economla del Im-perio. Aparentemente queda relegada Ia perviven-cia de husos y fusayolas a las areas rurales conrecursos adquisitivos limitados, en los sigios pos-teriores.

CONCLUSIONESEl estudio de las fusayoias de tres pobiados ibé-

ricos dci N.E. de Cataluña ha permitido ensayar

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LinoOtras materiasTex

TituloInglés para lino

1 2 3

98,00 98,70 97,90

2,00 1,30 2,10

37,90 66,40 182,40

una clasificaciOn esquematizada en seis tipos, deacuerdo a los sólidos geométricos de sección hori-zontal circular con los cuales se relacionan susformas. Dentro de los seis tipos hallados se des-glosan tres subtipos principales segün las carac-terIsticas que Se observan en las caras superior einferior de cada ejemplar. Numéricamente secomprobO que las formas más comunes en elPuig de St. Andreu, Ullastret, eran las de tipo D,subtipo 2, bitroncocónicas de arista media conconcavidad en la cara superior. Las más frecuentesen el Puig d'en Rovira-La Creueta y en Castell deLa Fosca-Palamós, eran las de tipo E, subtipo 2-bitroncocónjcas de arista alta con concavidad enla cara superior.

Se ha creido oportuno en este trabajo presentarlas fusayolas en la posición que tenian cuando seusaban. La observación y medida de los extremosdel orificio comprueba cuál era la cara por dondese embocaba la varilla fusiforme que la sujetaba ypermitIa su rotación. Especialmente las formascOnicas evidencian la posición correcta y aün me-jor Ia existencia de decoraciones que, exciusiva ygeneralmente, están en la cara en que se encuen-tra el diámetro mayor del orificio y que estaba ala vista de quienes las usaban. La costumbre dedibujar o exponer las fusayolas a! revés de su p0-sición en el huso, como un vaso con la boca haciaabajo, se debe en todo caso a que ofrecen una basede sustentación más amplia, especialmente cuan-do son tronco o bitroncocónicas.

Con los ejemplares de Ullastret, por ser los mánumerosos, se comprobó cuáles eran las medidasde diámetros y alturas más comunes. Obtenjén-dose como resultado que los diámetros entre 30 y38 mm. y las alturas entre 15 y 28 mm. tenian másaceptación en aquel poblado cuya cronologia esde entre mediados del 6.° y finales del 2.°, aproxi-madamente.

También se establecieron las frecuencias depeso comprobándose que los pesos entre 20 y30 gramos son mayorIa en Ullastret y La Creueta,mientras que en Castell de La Fosca son los de 10a 20 gramos. Experimentalmente se verificó lautilidad de fusayolas con tres pesos diferentespara producir hilados de grosor y resistencia pro-gresivos, que podian destinarse a tejidos de variasclases en los telares verticales con pesos colgandode los hilos de Ia urdimbre, utilizados en aquellospoblados prerromanos.

Gerona, junio 1979

Análisis somero de un hilado de color ccrudo>>que presenta:ANALISIS 1

ComposiciOn: 98 % lino; 2 % otras materias.Titulo: Tex 37,9 x 1 tex; inglés para lino y cá-

flamo 43,64.Tenacidad: 4,75 gm./tex.Torsion: 425 v./m.Resistencia: 180 gms./mt.Alargamiento: 40 %.

ANALISIS 2

Resultados de las pruebas realizadas al hiladoen crudo clasificado con la referencia 2.

Composición: 98,7 lino; 1,3 otras materias.TItulo: 66,4 x 1 tex; 24,9 1 inglés para lino y

caflamo.Tenacidad: 4,52 gms./tex.Torsion: 230 v./m.Resistencia: 300 gms./mt.Alargamiento: 30 %.

Resultados de las pruebas realizadas a! hiladoen crudo clasificado con la referencia 3.

Composición: 97,9 % lino; 2,1 otras materias.Titulo: Tex 182,4 x 1 tex; inglés para lino, y

cáñamo 9,07.Tenacidad: 3,02 gms./tex.Torsion: 180 v./m.Resistencia: 550 gms./mt.Alargamiento: 60 %.

El presente trabajo se ha realizado con un bajoindice de fiabilidad dada la minima cantidad demateria hilable disponible para el correspondienteanálisis.

Sin embargo, y como cuadro orientativo repre-sentante de la muestra, anexamos con referen-cias 1, 2, 3 c/u de los hilos suministrados.

y cáñamo 43,64 24,91 9,07Tenacidad: gm./tex 4,75 4,52 3,02Torsion: v./mt. 452,00 230,00 180,00Sentido de hilar Z Z ZResistencia: gm./mt. 180,00 300,00 550,00Alargamiento a

la rotura % 40,00 30,00 60,00

Rodrigo Triana TriviñoIng. Depto. de Investigación

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