FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN CUBANA

ARMANDO HART DÁVALOS (*)

RESUMEN. En este artículo se pretende, de manera sintética, ofrecer la memoriahistórica de los Clásicos Cubanos, especialmente de José de la Luz y Caballero y deJosé Martí, de quien se celebra el ciento cincuenta aniversario de su natalicio. Desdeel reconocimiento de su sentido ético profundo, y en los comienzos del siglo xxi, sehace una llamada para que las enseñanzas de sus vidas estén presentes ante los desa-fíos de la civilización occidental. Se invita a reflexionar sobre tantos temas pendien-tes, ideológicos y culturales y sobre todo educativos, que en más de veinte siglos dehistoria están por resolver. Para conocer el pensamiento latinoamericano y caribeñoen el siglo XXI, no existe un camino mejor que estudiar la historia real, las ideas, lasobras, de personalidades que nos han precedido.

ABSTRACT. In this article we pretend in a synthetic way, to offer the historicalmemory of the Cuban Classics, specially of José de la Luz y Caballero and José Martí,ofwhom we celebrate the one hundred and fifty anniversary ofhis birth. From the rec-ognition of his deep ethical sense and at the beginning of the 20'h century, a call ismade for the lessons of their lives to be present in the defies of the western civilization.We are invited to reflect about so many ideological and cultural and educacionalthemes that in more than twenty centuries ofhistory are still to be solved. To know theLatino American and Caribean thinking in the 21' C,entury there is no better waythan studying the real history, the ideas, the work and the personalities.

En el periodo forjador de la nación cubana,en la primera mitad del siglo 'ex, José de laLuz y Caballero considerado el fundadorde la Escuela cubana señaló en uno de susnumerosos aforismos que «instruir puedecualquiera, educar sólo quien sea un evan-gelio vivo». Años más tarde, José Martí,continuador de esa línea de pensamientopedagógico precisó que: «Instrucción no es

lo mismo que educación: aquella se refiereal pensamiento, y ésta principalmente a lossentimientos» y añadió que «el pueblo másfeliz es el que tenga mejor educado a sushijos en la instrucción y en los sentimien-tos'». Ambas figuras reflejan lo que ha sidouna orientación clave de la pedagogíacubana, concebir la escuela en el contextomás amplio de la sociedad para poder

(*) Presidente del Centro de Estudios Martianos. La Habana (Cuba).(1) José Martí, OCT 19, p. 375, Edición Karisma Digital.

Revista de Educación. núm. 330 (2003), pp. 349-358

349Fecha de entrada: 30-10-2002

Fecha de aceptación: 30-12-2002

contribuir de modo eficaz al objetivo depreparar al hombre para la vida y ponerloen consonancia con su pueblo y con sutiempo.

Félix Varela, José de la Luz y Caballero,José Martí y Enrique José Varona, es decir,los más altos exponentes, brillaron comopedagogos y sus ideas filosóficas nacieron delas necesidades del quehacer educacional, loque dio a sus textos un contenido didácticoy por tanto, una capacidad de exposiciónclara como reclama el oficio de enseñar.

En Varela y en Luz hay un acento queparte de sus concepciones religiosas y se ins-pira en sus principios éticos cristianos. EnMartí, la sensibilidad ética y la vocación ha-cia la acción revolucionaria concreta lo llevaa concebir la educación como una vía esen-cial para la mejora humana y para alcanzarla felicidad junto a la búsqueda de lo que élllamó el equilibrio entre naciones e inclusoentre las facultades emocionales y las inte-lectuales de cada hombre. En Varona, el én-fasis se pone en la formación científica sobreel cimiento ético heredado. En los cuatroestá presente un pensamiento humanista ra-dical de valer universal en el que se articulancorrientes diversas tributarias de una identi-dad que sirve de sustento a las ideas filosófi-cas cubanas. Todo esto, como señalamos,alumbra el quehacer pedagógico concreto ylas posibilidades de transformación ética delhombre a partir del desarrollo de la educa-ción, la ciencia y la cultura.

Entre los principales exponentes de lafilosofía cubana —Varela, Luz, Martí y Va-rona— no se produjeron choques irreconci-liables, como tuvo lugar en la historia inte-lectual de Europa, muy por el contrario, serevela una continuidad y enriquecimientoentre las ideas de todos ellos. Es cierto queexisten pensadores cubanos que no com-partían esas ideas, como es el caso de los re-formistas y autonomistas, que para algunosanálisis específicos hicieron aportaciones atomar en cuenta, pero la linea central de lahistoria intelectual de Cuba superó radical-mente a estas corrientes.

Otra característica singular de los for-jadores del pensamiento pedagógico y fi-losófico cubano está en que tienen unamarcada tendencia hacia la acción social yespecíficamente política, es decir, no sedesconoce sino, por el contrario, se tienenmuy presentes orientaciones hacia la prác-tica. Ellos persiguen encaminar su acciónhacia el propósito de la justicia y a partirde una política culta. Varela, diputado alas Cortes de 1820, emigrado por razonespolíticas, fue un combatiente a favor delas ideas separatistas; Luz y Caballero rea-liza análisis sociológicos, incluso de carác-ter jurídico, y formula propuestas al res-pecto, pero se proyecta especialmente enla práctica de enseñar. En estas figuras, elideal de la cultura tiene que ver con la in-tegración y la aplicación real de las ideaséticas y patrióticas.

Hoy, más de un siglo y medio despuésy en los inicios del tercer milenio de nues-tra era, el reto fundamental del pensa-miento a escala universal viene dado porla disyuntiva: integración o fragmenta-ción. He ahí la vigencia de ese legado quequeremos destacar.

La orientación que nos viene de nues-tra tradición intelectual está dirigida pre-cisamente a la búsqueda de la integraciónde las diversas esferas de la cultura, la cien-cia y la educación. Luz estaba interesadoen demostrar que existía una sola ciencia yque los fenómenos de las llamadas cien-cias morales y los que pertenecen a las in-telectuales eran diferentes modos de ma-nifestarse esa sola ciencia. Para Luz existíala misma relación entre la moral y las cien-cias intelectuales que la que se manifiestaentre la química y la física.

Un punto importante del pensamien-to de Luz se halla en su célebre principio«todos los métodos y ningún método, heahí el método». También postulaba que«—arap vestir un santo no debe desvestirse aotro». Rechazó el eclecticismo porque con-ducía a conclusiones amalgamadas y con-fusas al servicio de los intereses creados y

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porque carecía de un diseño matriz esen-cial. A tono con esto, promovió los méto-dos electivos para la adquisición de los co-nocimientos que tomó de las enseñanzasde su tío José Agustín Caballero. Se eligepara algo, es decir, con algún objetivo.Dentro de la tradición cultural cubana, elpropósito de elegir va orientado a hacerprevalecer la integración de la cultura te-niendo como guía la práctica de la justicia.Constituye sin duda un testimonio elo-cuente de las concepciones sumamenteavanzadas que había alcanzado la culturacubana en la primera mitad del siglo xix.

Luz exige de las ciencias intelectualeso espirituales y por tanto de la moral, sucomprobación práctica, es decir, su con-firmación con el ejemplo. El valor de susideas se halla en que sólo con la integra-ción de las diversas ramas de la cultura sepuede alcanzar la racionalidad y la com-prensión científica acerca de la importan-cia de la ética. Porque para Luz y Caballe-ro, esta última se interrelaciona con todaslas formas del actuar tanto en lo indivi-dual como en lo social:

[...] Fisiología, y quien tal dice, dice Física,Historia natural, Anatomía comparada,Medicina, Matemáticas (porque es menes-ter notar la marcha del espíritu humano entodos sus ramos). Psicología y por descon-tado Ideología, Gramática, Lógica; y quienasí se explica, ya incluye todos los recursosde la Critica y Filología, y por encima detodo y para todo una razón sumamentefortificada y maestra en el ejercicio de la in-vestigación; en una palabra, para el estudiodel hombre es menester más que el hom-bre, toda la naturaleza'.

Por eso, en nuestros días, las tenden-cias egoístas insisten en aislar y desconectarlas diversas ramas o especialidades en per-juicio de una visión integral. No es que la

especialización deje de tener importanciafundamental en estos tiempos de grandesavances científicos pero el valor definitivode la cultura está dado por su integración,presidida por un sentido ético universal.

A propósito de algunos debates y pro-blemas contemporáneos, analicemos aho-ra esta cuestión a la luz del lenguaje y surelación con el contenido de los mensajes.Se ha llegado a situar el lenguaje como ele-mento más importante que el propio con-tenido que debe expresar. Se intenta, demanera muy negativa, absolutizar su valordándole preeminencia a la forma sobre elcontenido.

El llamado pensamiento postmodernonorteamericano en la medida, en que tien-de a la desintegración cultural y emplea demanera tergiversada las formas del lenguajeplanteándoselo como un valor absoluto,presenta la imagen distorsionada del conte-nido para que se corresponda con sus inte-reses egoístas. Los poderosos medios tecno-lógicos de comunicación nos trasladanmasiva y sistemáticamente su mensaje de-sintegrador de la facultad humana de pen-sar a través del manejo distorsionado dellenguaje. Asimismo incitan a la violencia,el odio y por lo tanto, tratan de aplastar lacapacidad humana de amar.

La ética es la clave más profunda y só-lida para acercarse unos hombres a otros.Desde luego, se necesita como comple-mento el lenguaje, que debe ser preciso yalcanzar la mayor perfección posible, peroaislado de la moral es incompleto e inclu-so da lugar a la irracionalidad.

Obviamente, la moral sin el lengua-je también es incompleta y puede con-ducir a los mismos desastrosos efectos.Ética y lenguaje son dos elementos esen-ciales de la comunicación humana y so-cial y en tanto la primera abarque los in-tereses de mayor número de personas

(2) J. de la Luz y Caballero: Cuestión de Método si el estudio de la Física debe o no preceder al de la Lógica, enla Polémica Filosófica, Biblioteca de Clásicos Cubanos, 2000, vol. 1, p. 87.

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hasta comprender a toda la humanidad,tendrá más fuerza comunicativa. Ponga-mos ejemplos prácticos. El poder de co-municación de Fidel Castro se funda-menta en su dominio del lenguaje y en elcontenido ético de valer universal pre-sente en el mismo. Este dominio le sirvepara matizarlo, entenderse con el mayornúmero de personas y llegar a las am-plias masas.

Don Fernando Ortiz, calificado de ter-cer descubridor de Cuba después de Colóny Humboldt, porque investigó y descubrióla naturaleza híbrida de nuestro origen cul-tural: el mestizaje nacido de españoles, afri-canos y diversidad de nacionalidades más,definió sobre estas bases nuestra culturacomo un ajiaco, plato cubano en que semezclan los más diversos ingredientes.Ciertamente es un ajiaco con sabor a justi-cia y dignidad plena del hombre. Esto tieneexplicación histórica y cultural en la com-posición y naturaleza real de la sociedadcubana. Ello se expresa en el mestizaje ra-cial y cultural, el cual forjó una síntesis uni-versal de los más altos valores espiritualesde la civilización occidental porque lo re-creó en las condiciones económicas y socia-les que se dieron en nuestra América, espe-cialmente en Cuba, y orientada endirección a los intereses de los pobres nosólo de Cuba, sino del mundo.

Esa síntesis se reveló objetivamentecomo alma al iniciarse la lucha por la in-dependencia de la nación en 1868, estuvopresente y fue enriquecida en la mentali-dad privilegiada y refinada formación ar-tística, ética y política de José Martí, en-contró en la sensibilidad estética y eltalento superior del poeta José María He-redia, que expresó en bellos versos las an-sias de independencia del pueblo cubano,posteriormente, Nicolás Guillén llevó a lapoesía el ritmo mestizo de la nación y Ale-j o Carpentier desveló en su prosa magnífi-ca el misterio de lo real maravilloso ameri-cano, y tantos otros creadores su accesoal mundo profundamente influyente y

creador del arte. Tal síntesis alcanza unafuerza popular de valer universal en la his-toria de la música y de la plástica cubanas.A partir de su raíz intelectual logró supe-rar radicalmente la dicotomía anticulturalque trazó un valladar infranqueable entrecultura y pueblo, entre culto y popular, locual sirvió de freno al movimiento espiri-tual durante la neocolonización.

Había sido rebasado ya por la culturapolítica y ética de Martí, rechazado cientí-ficamente en las investigaciones sociológi-cas de Fernando Ortiz y superado cultu-ralmente por el pensamiento integradorde Alejo Carpentier. Dicotomia anticul-rural que se hace añicos hoy en lo mejor denuestro cine, de nuestra música, nuestrasartes plásticas y nuestra literatura.

Un proceso intelectual, que nutrién-dose de las diversas capas del pensamientooccidental, eligió de todas ellas las sustan-cias mejores para el objetivo de la justicia ycontribuyó eficazmente al proyecto revo-lucionario de la independencia nacional.En él no se planteaba la intolerancia y eldogmatismo, sino que se estimulaba la ca-pacidad de pensar, la destreza en el actuary la necesidad de fundamentarlo en el co-nocimiento.

José Martí asumió y enriqueció esteinmenso saber en el plano filosófico cuan-do abordó el tema de la ciencia del espíri-tu y de la búsqueda del equilibrio. Elhombre tenía que encontrarlo como indi-viduo tratando de equilibrar sus faculta-des emocionales y las de carácter intelec-tual; subrayando asimismo la necesidadde procurar el equilibrio de las naciones yel mundo. Es un amplio campo que sirvepara entroncarse con el pensamiento deMartí y las ideas filosóficas cubanas. Si elcarácter sincrético ha sido estudiado endiversas ramas del arte y la cultura, es pre-ciso investigarlo también el de las ideas fi-losóficas de modo que sirva para orientarla acción en las más profundas transfor-maciones sociales, económicas y políticas.

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Si repasamos con inteligencia y amorlo más profundo de la historia de las ideasfilosóficas de occidente, observaremosque las culturas de origen griego, judío yromano enriquecieron la cristiandad yfueron elemento esencial del comienzodel análisis intelectual en pleno oscuroMedioevo, es decir, se logran nuevas sínte-sis a partir de elementos presentes en di-versas culturas.

Los grandes movimientos intelectua-les nacieron y crecieron a partir de la arti-culación de elementos componentes dediversas culturas, armonizándolos comoconsecuencia de la labor de muchos sa-bios. En nuestro país tiene la singularidadde que se produjo de manera conscienteen un corto periodo de arios y hacia unobjetivo concreto: la forja de una nación yla aspiración a la liberación de los esclavossobre el fundamento de la justicia comosol del mundo moral. He ahí la esencia delos métodos electivos de José de la Luz yCaballero y sus continuadores.

La inmensa riqueza cultural acumu-lada en el siglo xix llevó al erudito espa-ñol Marcelino Menéndez y Pelayo, desdeposiciones reaccionarias, a destacar en1892 que Cuba, bajo el dominio colonialde España había producido una literatu-ra igual, cuando menos, en cantidad y ca-lidad, a la de cualquiera de los otros paí-ses independientes de Hispanoamérica yalcanzado una cultura científica y filosó-fica que sobrepasaba lo producido enesos países.

Resulta paradójica esta apreciación deMenéndez y Pelayo ya que esa riqueza in-telectual científica y filosófica de Cuba sehalla en que le atribuye a la permanenciade la dominación española durante todoel siglo xix, cuando fue precisamente elenfrentamiento a las ideas reaccionariasde la Metrópoli y el haber asumido las mi-norías intelectuales de la Cuba decimonó-nica la más alta cultura europea y univer-sal en una sociedad integrada por masasde esclavos y en general, explotados, la

que forjó una elevada cultura orientadaradicalmente a favor de los intereses de lospobres y explotados, y es seguro que elilustre erudito hispano no llegara a cono-cer el crisol de ideas de José Martí. Ello de-terminó que la cultura ética alcanzó esca-las superiores y, a la vez, se materializó oencarnó en millones de cubanos.

El contenido primigenio y funda-mental de la cultura desde su génesis y lar-ga evolución, es la justicia. Esta verdadcientífica, reconocida y fundamentadapor las más prestigiosas investigacionesantropológicas y psicológicas acerca decómo el hombre de la prehistoria forjó lacivilización, ha sido ignorada y enturbiadapor la mediocridad y por los interesesegoístas empeñados en mantener privile-gios e impedir el triunfo de la verdad.

Está, además, confirmado por la his-toria de las civilizaciones, que éstas crecie-ron, avanzaron, retrocedieron o colapsa-ron en relación a cómo pudieronprofundizar o no en el tema cardinal de lacultura: la justicia. Todo lo que nos acer-que a la cultura nos aproxima a la justiciay a la inversa, todo lo que nos aleje de laprimera nos distancia de la segunda. Loque han hecho históricamente los reaccio-narios es tergiversar el término culturapara defender sus intereses particularescon tergiversaciones del lenguaje relacio-nando su significado con fraseología queesconde las esencias de las aspiraciones re-dentoras del hombre. Sin embargo —comoqueda dicho— es la justicia, tanto desde elpunto de vista antropológico como a lolargo de su evolución histórica, la que ca-racterizó la esencia humana. Estúdiese lahistoria universal y allí se encontrará quecuando hubo un movimiento a favor demayor justicia, ha tenido como fuenteprincipal la cultura. Esclarecer esta verdadque tiene —repito— antecedentes antropo-lógicos e históricos es la tarea teórica y fi-losófica más importante de los revolucio-narios en el siglo xxi.

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El núcleo inicialmente más fuerte dela cultura comprende tres aspectos esen-ciales: el lenguaj e, la ética y el derecho. Lasformas para promover su materializaciónse refieren, fundamentalmente a la educa-ción y a la política culta. En la articulacióndel lenpaje, la ética y el derecho con unaeducación y una práctica política culta sehalla la idea martiana del equilibrio. Estoabarca el plano más amplio de las nacio-nes y también de los individuos. En cuan-to a la primera, recordemos que en carta aManuel Mercado de fecha 18 de mayo de1895, la cual quedó inconclusa por sumuerte el día 19, señala que todo lo queha hecho y haría sería «para [...] impedir atiempo con la independencia de Cuba quese extiendan por las Antillas los EstadosUnidos y caigan, con esa fuerza más, sobrenuestras tierras de América» 3 . [...] Ya anteshabía afirmado que este propósito ibaorientado a «contribuir al equilibrio delmundo», también apuntó que se tratabade «salvar los derechos de la América espa-ñola e incluso el honor de la gran repúbli-ca del norte que [...] en el desarrollo de suterritorio —por desdicha, feudal ya, y re-partido en secciones hostiles— hallará mássegura grandeza que en la innoble con-quista de sus vecinos menores [...]»4.

Propósito tan alto marcó la educacióncubana a favor de una universalidad sóloalcanzable cuando se defienden los dere-chos de los pobres. Como he dicho, lafuerza de la cultura cubana se deriva deque nació, creció y se desarrolló a favor dela justicia, entendida esta en su acepciónmás amplia y radical sentido.

En los dos últimos siglos, a partir deldesarrollo impetuoso del desarrollo eco-nómico, el capitalismo promovió la espe-cialización del conocimiento en determi-nadas ramas lo que trajo aparejado el

(3) Ibídem, t. 20, p. 162.(4) Ibídem.

aislamiento y la división del conocimientoen compartimentos estancos y la disper-sión de los componentes de la cultura.

Los exégetas conservadores de la post-modernidad, han acabado por pervertirlas coordenadas que enlazan cultura, éticay desarrollo económico-social; el únicomodo que tiene la humanidad de evitaruna catástrofe ecológica y social es sanean-do esta relación, a ello se llega desarrollan-do la cultura en profundidad, que para loscubanos quiere decir el sagrado compro-miso de defender los intereses de los traba-jadores y explotados del mundo y concre-tamente, los de 11 millones de cubanos ysus descendientes.

Hoy se requiere con urgencia la inte-gración. Ella es la que expresa la culturacubana como la más alta aspiración. Tienesu fundamento en el hecho de que ennuestra historia espiritual se articularondos corrientes esenciales de la tradiciónoccidental, ellas son:

• La evolución del pensar científicoque concluyó en su más alta escalacon el pensamiento racional y dia-léctico. A este respecto, después deMarx y Engels no se ha alcanzadonada más el-evado en filosofía, a noser por aquellos que partieron desus fundamentos y los enriquecie-ron.

• La tradición del pensamiento utó-pico que tiene raíces asentadas enlas ingenuas ideas religiosas de lasprimeras etapas de la historia hu-mana y que en la civilización occi-dental se nutrió inicialmente, y ensu ulterior evolución, de lo que co-nocemos por cristianismo.

Ambas líneas, necesarias para el desa-rrollo y estabilidad de las civilizaciones,

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han venido siendo desvirtuadas y tergiver-sadas a lo largo de la historia por la confu-sión, la torpeza y las ambiciones de loshombres. Unas veces cayendo en el mate-rialismo vulgar y otras en el intento de si-tuarse fuera de la naturaleza ignorando suspotencialidades creativas.

Entre otras razones, por esto es muyimportante estudiar las fuentes de que senutrió nuestra cultura porque sus fuentesse convirtieron en semillas forjadoras de lacohesión de la nación cubana y se articula-ron en el siglo xx con el pensamiento so-cialista. Estas son las fuentes:

—El inmenso saber de la modernidadeuropea, tal como la habían inter-pretado creativamente los maestrosforjadores que nos representamosen Varela y Luz y Caballero.

—La más pura tradición ética de raícescristianas que, como he dicho, enCuba nunca se situó en antagonis-mo con las ciencias.

—La influencia desprejuiciada de lasideas de la masonería en su sentidomas universal y de solidaridad hu-mana. La inmensa mayoría de losPresidentes de la República enArmas, empezando por Carlos Ma-nuel de Céspedes, fueron masones.

—La cultura de raíz inmediatamentepopular que nos simbolizamos en elpensamiento y sentimiento con quela población esclava del Caribe asu-mió las ideas de la modernidad.

—La tradición bolivariana y latinoa-mericana que Martí enriqueció consu vida en México, Centroamérica yVenezuela, de donde partió haciaNueva York en 1880 y proclamó:«De América soy hijo y a ella medebo». Martí se consideró siemprediscípulo de Bolívar.

— Las ideas y sentimientos antiimpe-rialistas surgidos desde las entrañasmismas del imperio. Hay que sub-rayar la presencia de Martí en los

años decisivos de su estancia enEstados Unidos y la de una ampliamigración cubana que nos simboli-zamos en los tabaqueros de Tampay Cayo Hueso.

En el siglo xx, a partir de una síntesissuperior de Fundamentos martianos, se ar-ticuló todo este saber con el pensamientosocialista.

En Nuestra América existe una larga yarraigada tradición de espiritualidad y deética que se manifiesta en la búsqueda deun mañana mejor de alcance universal.Esto explica los importantes movimientosde ideas que han tenido lugar en el últimomedio siglo:

La renovación del pensamiento so-cialista que generó la Revolucióncubana y que representamos en Fi-del Castro y Ernesto Guevara.La explosión artística y literaria, y elpensamiento estético que se relacio-na y tiene su fuerte en Alejo Car-pentier y lo real maravilloso.El pensamiento social y filosófico, yla dimensión ética que observamosen la teología de la liberación cuan-do la analizamos en función del rei-no de este mundo.El movimiento de educación po-pular.

La importancia de la educación y lacultura nos viene desde los tiempos forja-dores de la América bolivariana. SimónRodríguez, maestro de El Libertador, aquien este llamó Sócrates de América, teníaenraizado en su conciencia el valor trans-formador de la educación y la enseñanza.Nos habló, con claridad, de la educaciónsocial del pueblo como un medio de hacerprevalecer sus intereses. Apreció en suilustre discípulo el hombre capaz de esarevolución que es la que hoy precisamentenecesitan América y el mundo. Pero haymás, el ilustre educador venezolano señalóque «sin la practica, los principios quedan

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en teoría». Es decir, se trataba de una ideaalejada de la vida real, de una aspiraciónutópica sin posible realización; se trataba,en todo caso, de una utopía realizable ha-cia el futuro, es decir, la que necesitaba en-tonces América y la gue reclama el si-glo XXI para nuestra región y el mundo.

La cultura que representan Félix Vare-la, José de la Luz y Caballero, José Martí yEnrique José Varona tiene raíces en la La-tinoamérica de su tiempo. Si la compara-mos con la de la Europa decimonónica,diríamos que están, junto a las ideas delsocialismo del viejo continente, en lacumbre más alta del saber universal de sutiempo. Resulta necesario superar radical-mente la idea de encasillar el pensamientode estos hombres en el marco de esquemasy doctrinas europeas. Ellos son originales,y como tales no puede colocárseles etique-tas europeas. Por ahí andan las causas deque en Cuba pudiera articularse el idealsocialista con la tradición espiritual denuestro pafs en el siglo XIX.

Es precisamente sobre tales funda-mentos, donde se gestan los rasgos distin-tivos de la pedagogía que se halla en el co-razón de la educación cubana y enespecial, la universitaria:

—Destaca el papel de la ciencia y delos métodos de este carácter para es-tudiar el contenido de la naturalezay sus potencialidades creativas a fa-vor del hombre y el entorno ecoló-gico.

—Exalta la aspiración utópica de lajusticia en su alcance genuinamen-te universal como sol del mundomoral.

— La cuestión de la creencia en Dios larefiere a la decisión individual de laconciencia de cada hombre. Por estarazón, en la historia cultural cubana,

(5) Ibídem, t. 7, p. 267.(6) Ibídem, t. 6, p. 18.

creyentes y no creyentes pudieronasumir la ética de raíz cristiana.

—Relaciona la educación con el traba-jo socialmente útil, basamento deuna enseñanza general y politécnica.

—Promueve la facultad de asociarse,la utilidad de la virtud y la solidari-dad humana sobre principios dejusticia.

—Forma en la conciencia que perte-necemos a América Latina y el Cari-be y poseemos una vocación univer-sal. «De América soy hijo: a ella medebo» 5 , señaló el Apóstol.

— Fortalece la ética alentando el amor ala familia, a la patria, a la humani-dad, el culto de los cubanos a la dig-nidad plena del hombre y la ideamartiana: «Injértese en nuestras Re-públicas el mundo; pero el tronco hade ser el de nuestras Repúblicas».

—En el orden institucional, las refor-mas cubanas apoyan a las organiza-ciones estudiantiles y la necesidadde fortalecer la autoridad de losclaustros de profesores y su funcio-namiento.

—Destaca y fortalece el papel del de-recho de acuerdo con la tradiciónjurídica cubana.

Todas estas aspiraciones se enrique-cieron con el triunfo de la Revolución.Ellas habían servido de inspiración a lomejor del magisterio y el profesorado cu-bano durante la primera mitad del si-glo xix. Desde luego, en la práctica de en-tonces estaban distorsionadas por la in-fluencia de la corrupción, el entreguismode los gobiernos neocoloniales, pero la es-cuela cubana exaltó estos valores en todaslas épocas. En su discurso ante los tribu-nales cuando fue llevado a proceso judicialen ocasión de los acontecimientos del 26

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de julio de 1953, conocido como «LaHistoria me absolverá», Fidel Castro sub-rayó el papel de la escuela cubana y dela tradición pedagógica de nuestro pue-blo y exaltó la labor de nuestros educado-res que recogieron y perpetuaron el senti-miento patriótico de la enseñanza enCuba.

Los programas educativos, culturalesy científicos se colocaron en el vórtice delas aspiraciones y necesidades inmediatasdesde 1959. Con estas premisas se desa-rrollaron cambios profundos en la educa-ción y la cultura que habrían de ser el fun-damento de las reformas en todos losniveles de la enseñanza. Las mismas seplantearon, entre otros objetivos, los si-guientes:

— La alfabetización de toda la pobla-ción que no había tenido posibili-dades de acceso a la enseñanza y laampliación de los servicios docentesen todos los niveles. Es decir, lo pri-mero a tomar en cuenta era la ne-cesidad de una ampliación cuanti-tativa de la educación cubana,incorporando importantes masasde población que no habían tenidoacceso a la enseñanza, lo cual se lo-gró desde los primeros arios. Al pro-pio tiempo que se garantizaba lacontinuidad a los que ya habían al-canzado ciertos grados de escolari-dad se emprendió la organizaciónde cursos para obreros, campesinosy trabajad-ores en general a fin deque pudieran alcanzar niveles supe-riores.Una instrucción y educación quesirviera al desarrollo económico-so-cial del país y a los objetivos de la li-beración y enfrentamiento al impe-rialismo y a los enemigos de la«Patria».La educación y la instrucción nacio-nal tenían que alcanzar altos nivelesde calidad y para ello fue necesario

basarse en la historia pedagógica,científica y espiritual de Cuba ytoda América Latina y enlazarse conlas ideas más universales. Estas últi-mas estaban presentes entonces yahora en el pensamiento martiano yla mejor aspiración socialista. Seinspiraban en lo pedagógico, en lavinculación del estudio con el tra-bajo y del conocimiento científicocon la investigación, así como en laformación de los sentimientos desolidaridad y en la orientación cien-tífica del pensamiento.

Se inició un amplio plan de becas entodos los niveles de enseñanza que co-menzaron por los brigadistas alfabetiza-dores de la histórica campaña de 1961.Se ampliaron las tareas educativas a lasmujeres, a los trabajadores de diversosoficios indispensables para la Revolu-ción.

Se comenzó a relacionar el empeñoeducacional con las necesidades del desa-rrollo económico y social y con los centrosde producción. El vínculo entre la univer-sidad y las instituciones de este carácter esuna experiencia importante a estudiar. Deigual manera, se amplió y desarrolló a am-plias escalas la relación escuela-familia-so-ciedad.

La educación descansa en esos tres pi-lares, sin ellos será siempre incompleta.No habrá educación completa sin la inte-racción de estas tres entidades: escuela, fa-milia y sociedad.

Hoy, al situar la cultura, comprendidala educación, como la máxima prioridadinmediata y mediata de la política nacio-nal e internacional, Cuba se ha colocadohacia el siglo xxl, en los puntos más avan-zados de la vanguardia ideológica univer-sal, para enfrentar los graves desafíos quetienen ante sí América y el mundo. Y lohace situando la cultura, como genuinacreación humana, en el centro de la políti-ca y de las ideas.

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A más de cuatro décadas del inicio dela «campaña de alfabetización» yen mediode una verdadera revolución educacionalque aspira a llevar la universidad hasta los

municipios, permanecemos hoy más ape-gados que nunca a aquella sentenciamartiana: «Ser culto es el único modo deser libre».

(7) Ibídem, t. 8, p. 289.

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