fundación pública andaluza centro de estudios andaluces · 2012. 5. 18. · j. ignacio conde-ruiz...
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SEMINARIO
“LAS REFORMAS EN EL SISTEMA DE PENSIONES EN ESPAÑA”
Conde-Ruiz, J. Ignacio y Galasso Vincenzo La economía política de la “reforma silenciosa” de las pensiones de España. Galasso Vincenzo El futuro político de la Seguridad Social en sociedades envejecidas.
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SEMINARIO
“LAS REFORMAS EN EL SISTEMA DE PENSIONES DE ESPAÑA”
J. IGNACIO CONDE-RUIZ
FEDEA Y UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
VINCENZO GALASSO.
U. BOCCONI.
PONENCIA: La Economía Política de la “Reforma Silen iosa” de las Pensiones en España. c
Sevilla, 23 de julio de 2007.
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1 Introducción.
La sostenibilidad financiera de los sistemas de pensiones en Europa está amenazada por el
fuerte envejecimiento de la población. No obstante, si nos atenemos a la fuerza más
determinante del proceso de envejecimiento, estamos sin duda ante una excelente noticia: la
esperanza de vida ha aumentado cerca de 10 años en las últimas décadas. Además, los
expertos apuntan a que ésta aumenta un año por cada 10 transcurridos. Por otro lado, las
tasas de fecundidad han descendido de forma sustancial en los últimos decenios. Este
cambio socioeconómico generará previsiblemente un potencial desequilibrio entre el número
de cotizantes en relación al número de jubilados, que situará la tasa de dependencia de los
mayores por encima del 50% en muchos países. Las repercusiones serán intensas en los
sistemas de pensiones de contribución definida, provocando la necesidad de reformarlos.
Las proyecciones más recientes realizadas por la Unión Europea en el año 2006, no difieren
demasiado de las realizadas una década atrás, y ponen de relieve que el gasto en pensiones,
si no se realizan reformas, aumentará significativamente en el futuro. Es interesante resaltar
que el incremento será mucho mayor en unos países que en otros. Como se puede ver en el
Cuadro 1, Alemania e Italia apenas si experimentarán un incremento significativo, mientras
que España, en ausencia de reformas, será uno de los que más verá incrementado el gasto en
pensiones como porcentaje del PIB, superior al 7%. Es decir, las previsiones sobre el nivel
de gasto en el 2050 indican que España será uno de los países que más incrementará el gasto
en pensiones como porcentaje del PIB (Cuadro 1). El informe destaca que la razón principal
de esta pauta de progresivo crecimiento del gasto esperado en seguridad social es
precisamente el fuerte proceso de envejecimiento de la población
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Cuadro 1: Estimaciones de la Evolución del Gasto en Pensiones según CE
Proyección de cambios en el gasto de pensiones como %
del PIB
Nivel Cambio de 2004 a:
Saldo del Sistema de Pensiones en % del PIB
Tasa de dependencia de los mayores.
(Población de edad 65 y más como porcentaje de la población de 15-64)
2004 2030 2050 2004 2030 2050 2003 2025 2050 Alemania 11,4 0,9 1,7 -4,1 -4 -4,2 26 38 52 Austria 13,4 0,6 -1,2 -4,4 -5,4 -3,6 23 34 52 Bélgica 10,4 4,3 5,1 nd nd nd 26 36 47 Chipre 6,9 5,3 12,9 -1,4 -5 -12,7 14 29 43 Dinamarca 9,5 3,3 3,3 nd nd Nd 22 34 42 Eslovaquia 7,2 0,5 1,8 -0,7 -3,6 -6,8 16 28 51 Eslovenia 11 3,4 7,3 -1,7 -4 -8,7 21 36 56 España1 8,6 3,3 7,1 1,1 -2,1 -6 25 33 66 Estonia nd nd nd -0,2 0,9 -0,5 23 31 43 Finlandia 10,7 3,3 3,1 -1,6 -2,8 -2,5 23 41 47 Francia 12,8 1,5 2 0 -1,4 -1,9 25 37 46 Grecia nd nd nd nd nd Nd 26 36 60 Holanda 7,7 2,9 3,5 -5,6 -11,9 -13,4 20 nd 41 Hungría 10,4 3,1 6,7 -2,7 -7,3 -13,5 22 34 48 Irlanda 4,7 3,1 6,4 3,6 3,4 3,4 16 25 45 Italia 14,2 0,8 0,4 -4 -4,7 -4,1 28 39 62 Letonia 6,8 -1,2 -1,2 0,3 -0,6 -2,9 23 31 44 Lituania 6,7 1,2 1,8 0,1 -2,3 -4,3 22 29 45 Luxemburgo 10 5 7,4 -0,1 -5 -7,4 21 28 36 Malta 7,4 1,7 -0,4 -0,3 -4,3 -3,7 19 34 41 Polonia 13,9 -4,7 -5,9 -6,2 -1,5 -1,4 18 33 51 Portugal 11,1 4,9 9,7 -0,6 -6,6 -11,6 23 35 59 Reino Unido 6,6 1,3 2 24 33 45 Rep. Chequia 8,5 1,1 5,6 0,4 -0,7 -5,1 20 35 55 Suecia 10,6 0,4 0,6 -5,2 -6,5 -6,6 26 36 41 Fuente: Comisión Europea (2006) y Alonso Conde-Ruiz (2007). (1) Elaboración propia del Saldo a partir de los datos sobre ingresos totales del Anexo a la Memoria Económico Financiera de la Seguridad Social y el PIB de Cuentas Nacionales de INEBASE (INE).
Sin embargo, mientras que otros países, que también están envejeciendo rápidamente y cuyo
sistema de seguridad social se enfrenta a problemas similares – como Italia o Suecia –, han
llevado a cabo reformas estructurales importantes durante los años 90, en España no se ha
implementando ninguna reforma sustancial. A pesar de que, por un lado, existen las
recomendaciones del Pacto de Toledo, y de que por otra parte, el proceso de Dialogo Social
está abierto con los interlocutores sociales desde Julio de 2004, hasta el momento ninguna
de las dos iniciativas apenas se han materializado en reformas concretas.
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No obstante, desde los años 90 algunos parámetros del sistema de Seguridad Social español
(pensiones mínima y máxima y bases de cotización mínima y máxima) se han ido
modificando paulatinamente. Es decir, pese a la apariencia externa de que no se está
reformando nada, la acción de modificar levemente los parámetros del sistema, ha llevado
algunos estudiosos a lanzar la idea de que en España se está llevando a cabo una reforma
silenciosa o encubierta. Los parámetros que se han manipulado son las pensiones máximas y
mínimas y las bases de cotización máximas y mínimas, que no al no haber sido actualizadas
en la misma cuantía han generado y, como veremos más adelante, seguirán generando
efectos redistributivos muy importantes. Aparentemente, la existencia de una pensión
máxima (siempre superior a la base máxima), y el compromiso de actualizar las pensiones
con la inflación, deberían ser inocuos y no representar ningún cambio institucional del
sistema. No obstante, si estos elementos se introducen en un entorno económico de
crecimiento de los salarios reales, la generosidad de las pensiones para los individuos más
ricos disminuye, y por lo tanto el grado de redistribución intrageneracional del sistema
puede aumentar de forma significativa.
En este artículo vamos a examinar los efectos redistributivos más importantes de la reforma
silenciosa, así como la magnitud de sus efectos sobre el gasto y la sostenibilidad política del
Sistema de Seguridad Social español en el largo plazo. En primer lugar, introducimos el
modelo político-económico en que vamos analizar este fenómeno de la reforma silenciosa
poniendo de relieve el papel que juegan los principales elementos: las pensiones máximas y
mínimas. A continuación, examinamos la evolución a lo largo de los años tanto de las
pensiones máximas y mínimas como de las bases de cotización máximas y mínimas que dan
lugar a la reforma silenciosa. Por último, evaluamos la sostenibilidad política del sistema de
seguridad social español, concentrándonos tanto en el proceso de envejecimiento como en
los efectos redistributivos de esta reforma silenciosa.
2. El Modelo Económico-Político.
Para realizar el análisis de la sostenibilidad política de la reforma silenciosa, utilizaremos el
metodología de D’amato y Galasso (2002) y Galasso y Profeta (2004) desarrollando un
modelo que tiene en cuenta tanto las decisiones económicas como las decisiones políticas de
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los agentes (actúan como consumidores y como votantes). Nuestro marco teórico necesita
recoger los aspectos económicos y demográficos, los elementos institucionales del sistema
de seguridad social y a su vez dar cabida a un proceso político que agregue las preferencias
políticas de todos los individuos en una regla política.
La estructura económica del modelo viene dada por un modelo de equilibrio general de
generaciones solapadas calibrado con las principales características demográficas y
económicas de la economía española. El entorno institucional está determinado por las
reglas que definen el sistema de seguridad social y la política de indexación de las
pensiones. La estructura política del modelo consiste en un juego político de votación
unidimensional, donde se decide endógenamente el tipo de cotización de la seguridad social
y en el cual participan todas las generaciones solapadas de votantes. El tipo de cotización a
la seguridad social de equilibrio se determina en cada periodo por mayoría simple. A
continuación, se describen brevemente las decisiones de los individuos tanto cuando ejercen
como consumidores como cuando lo hacen como votantes.
2.1 El Entorno Económico
Los Agentes. En cada periodo, que se corresponde con un año, nuestra economía está
habitada por diferentes generaciones de agentes – trabajadores y jubilados – cuyo tamaño
está calibrado según la estructura demográfica española. Cada individuo vive como máximo
78 periodos – desde los 18 años a los 95 años de edad – y se enfrenta a una probabilidad de
supervivencia condicional a cada edad.
Los agentes también difieren en su nivel de educación, renta, longevidad e historial laboral1.
Cada individuo trabaja un número fijo de años hasta que alcanza la edad de jubilación y
tiene derecho a recibir una pensión. El número de años del historial laboral – definido como
la diferencia entre la edad de jubilación y la entrada en el mercado de trabajo– difiere en
función del nivel educativo. La productividad del trabajo, y por lo tanto la renta laboral,
depende de la edad y del nivel de educación. Cuanto mayor es el nivel educativo del
1 En el trabajo no se modela la decisión de educarse de forma explícita. Las características y la dimensión relativa de cada grupo por nivel de educación están exógenamente definidas según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).
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trabajador, este tiende a ser más productivo. Análogamente, en cada momento del tiempo,
los individuos de edad madura son más productivos que los trabajadores jóvenes y mayores.
Cada individuo decide cuanto ahorrar para el consumo futuro, en función de sus preferencias
y su horizonte de esperanza de vida. Concretamente, Las preferencias de los agentes vienen
representadas por la siguiente función de utilidad esperada sobre el consumo a lo largo del
ciclo vital:
( )EeLic et
iti
l
elt
L
i
i ,....,1 ,....,0 1
1
1,
0,
0=!=!
"
"#$
%&'
("
+
==
)*+
,-
+
(1)
donde c representa el consumo, t indica el tiempo, i indica la edad y e el nivel de salario
(o educación), ! es el factor de descuento individual, ! indica el coeficiente de aversión al
riesgo de la función de utilidad, elt ,! es la probabilidad de que un individuo tipo e de edad l
en el periodo t sobreviva hasta el siguiente periodo y alcance la edad de l+1, además
suponemos que 10, =et! y que 0, =
eLt! donde L es la máxima longevidad permitida que en
el modelo esta fijada en 95 años y dado que los agentes entran la economía con 18 años
equivale al periodo de vida 77.
El nivel de ahorro es endógeno en nuestro modelo. Como es habitual en los modelos de ciclo
vital, los agentes – que se supone tienen expectativas racionales – tienden a suavizar su
pauta de consumo a lo largo de su vida. La decisión de ahorro, como es lógico, se verá
afectada por el coeficiente de aversión al riesgo y por el factor de descuento de los agentes.
Para simplificar el análisis, vamos a suponer que la oferta de trabajo individual esta
exógenamente determinada tanto en el margen intensivo (numero de horas trabajadas al año)
como en el margen extensivo (numero de años trabajados en el ciclo vital)2. Es decir, La
restricción presupuestaria a la que se enfrentan en cada periodo los agentes viene definida
por:
2 El supuesto de tener una oferta de trabajo inelásticas y exógeno (margen intensivo) no nos permite analizar las distorsiones que las cotizaciones a la seguridad social generan sobre el mercado de trabajo. Además, la edad de jubilación (margen extensivo) se asume que es exógeno a la hora de analizar la sostenibilidad política de los sistemas de seguridad social.
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( ) .,...,1 ;,....0
1 ,,,,1
,
EeLi
Hyraac etit
etitit
etit
etit
etit
=!
=!+++=+ +++++++ (2)
donde etita ,
1++ y etity ,+ representan la riqueza acumulada medida al final de cada periodo y la
renta disponible en el periodo t+i. itr ++1 es el rentabilidad del ahorro privado.
( ) eitit
etit
eit
etit RaH 1
,1
, /1 )(1 !+++!++ +!= "" representa la cantidad de herencia involuntaria en el
momento t+i obtenida por todos los individuos nacidos en t con educación e cedida por los
individuos de la misma edad y del mismo nivel de educación que no han sobrevivido al
periodo previo.
La renta neta disponible en el momento t+i por un agente nacido en t y nivel de educación e
viene dada por:
.,...,1 ;,....
.,...,1 ;1,...., )1(
,
,,
EeLRiPy
EeRqishy
eeit
etit
eeitit
eiit
etit
=!
=!=
=!
"=!"##=
++
++++ $%
(3)
donde its + indica el salario por unidad eficiente de trabajo en el periodo t+i, eiit ,+! representa
una medida de las unidades eficientes de trabajo por hora trabajada para los individuos de la
generación i, grupo de educación e en el periodo t+i, h representa en número de horas
trabajadas, eq es la edad inicial a la cual los agentes con nivel educativo e empiezan a
cotizar a la seguridad social y it+! y eitP+ representan respectivamente el tipo de contribución
a la seguridad social y la pensión que reciben los jubilados del grupo e en el periodo t+i.
Luego podemos definir el salario antes de impuestos como ite
iitetit shw +++ !!= ,
, " .
Las Empresas. La estructura productiva de la economía esta compuesta por empresas que
operan bajo condiciones de competencia perfecta en ambos factores (capital y trabajo) y en
el mercado de productos. Suponemos que la estructura productiva se puede representar con
la siguiente función de producción agregada Cobb-Douglas donde cada periodo, el nivel de
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la producción depende de los factores productivos – capital y trabajo – empleados en la
producción:
[ ] !! "#
+$$$=1)1( t
ttt lkAF (4)
donde ! es la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo (crece a una tasa constante
gracias a un proceso tecnológico exógeno), l es una medida de la cantidad de trabajo per
cápita medida en unidades de eficiencia, k denota el stock de capital, A es un índice de la
productividad total de los factores y ! la contribución del capital al producto.
La oferta de trabajo en unidades de eficiencia viene dada por el porcentaje de trabajadores
en cada edad y nivel educativo, multiplicado por el correspondiente coeficiente de capital
humano y el número medio de horas trabajadas:
!!= =
=R
i
E
e
eit
eitt hl
1 1,, µ" (5)
El stock agregado de capital en la economía se obtiene agregando el ahorro individual neto
!!= =
""
+=
R
i
E
e
eitt
eit
t nak
1 1
,
1µ
(6)
Por último, las condiciones de optimización de los agentes y las empresas y las condiciones
de equilibrio en los mercados de los factores definen la relación clásica entre los precios de
los factores y el empleo en, ts , la tasa de retorno del capital, 1+ tr :
)1(/1/
!"+##=+
##=
ttt
ttt
kFrlFs
(7)
donde ! representa la tasa de depreciación física en la economía.
2.2 El Entorno Institucional
El Régimen General de la Seguridad Social es un sistema de pensiones de reparto y
prestación definida. Las contribuciones son una proporción fija de las bases de cotización,
definidas como los salarios totales (menos el importe de las horas extraordinarias) con un
mínimo y un máximo que varía según la categoría profesional.
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Para tener derecho a percibir una pensión de jubilación (elegibilidad) es necesario haber
cotizado un mínimo de 15 años, de los cuales dos de ellos deben encontrarse entre los 8 años
inmediatamente anteriores al momento de la jubilación. Además, como regla general es
necesario haber cumplido los 65 años (edad normal de jubilación) y es incompatible con
cualquier empleo que requiera afiliación a la seguridad social. Como excepción más
importante a esta regla, existe la posibilidad de jubilarse anticipadamente a partir de los 60
años.
Un trabajador con un nivel de salario (o educación o renta) e que se jubila en el periodo t a la
edad etR , tiene derecho a una pensión ordinaria, e
toP , , que depende de la base reguladora
( etBR ), de la tasa de sustitución (! ) y del coeficiente de reducción de la pensión en caso de
jubilación anticipada (! ), según la siguiente ecuación:
et
eto BRP !"=, (8)
La base reguladora (o salario de referencia) es una media ponderada de la base de
cotización (no necesariamente igual al salario) por la que el trabajador ha cotizado a la
seguridad social durante los 15 años3 inmediatamente anteriores a la fecha de jubilación.
Como se aprecia en la ecuación 2, el cálculo de la base reguladora incluye 180 meses, pero
la media se calcula dividiendo por 210 meses, esto es debido a que la pensión se recibe en
catorce pagas mientras que para calcular la base de cotización el salario anual se divide entre
doce meses4. Es decir, la base reguladora o salario de referencia es igual a:
210/25180
25
24
1!!"
#$$%
&+=
'
'
=
'=
' ((it
t
i
eit
i
eit
et IPC
IPCbbBR (9)
donde etb es la base de cotización en el periodo t para un individuo con nivel salarial (o
educativo) e, y tIPC representa el índice de precios al consumo en el periodo t. Todas la
3 En 1997 el numero de años de referencia de la formula empezó a crecer a ritmo de uno anual desde los 8 años hasta un máximo de 15 alcanzable en 2004. 4 Si en el período que se toma para el cálculo de la base reguladora apareciesen meses en los que no existe obligación de cotizar (“lagunas de cotización”), éstos se integran con la base mínima del régimen general existente en cada momento para trabajadores mayores de 18 años.
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bases de cotización se actualizan con la inflación excepto las de los dos años previos a la
jubilación.
La tasa de sustitución de la base reguladora,! , depende, en principio5 de los años cotizados.
Los individuos con menos de 15 años de cotización no tienen derecho a recibir una pensión
contributiva; mientras los individuos con 15 años cotizados tiene una tasa de sustitución
igual al 50%, que se incrementa en un 3% por cada año adicional de cotización hasta los 25
años, pasando a incrementarse un 2% anual hasta alcanzar el 100% a los 35 años cotizados.
Finalmente, el coeficiente ! relaciona la pensión con la edad de jubilación. Para los
individuos que se jubilan antes de los 60 años, 0=! , puesto que no tienen derecho a una
pensión; mientras que 1=! (y por lo tanto no hay penalización) si la edad de jubilación es
mayor de o igual a 65 años. El caso más interesante es cuando la edad de jubilación se
encuentra entre 60 y 65 años. En este caso, )65(1 eR!!= "# , donde eR representa la edad
de jubilación de un individuo con nivel educativo e y el parámetro ! es el coeficiente
reductor y depende de los años cotizados6. Concretamente: i) con 30 años completos de
cotización acreditados el coeficiente reductor, ! , es igual al 8% anual; ii) entre 31 y 34 años
acreditados es del 7,5% anual; iii) entre 35 y 37 años cotizados es del 7% anual; iv) entre 38
y 39 años completos de cotización acreditados es del 6,5% anual; y finalmente v) con 40 o
más años completos de cotización acreditado es del 6% anual.
Como hemos visto anteriormente, la existencia de una pensión máxima y una pensión
mínima en el sistema de pensiones español ( tPmin, y tPmax, ) juega un papel distributivo clave.
En resumen, la pensión que recibe un individuo está en función de la regla descrita en la
ecuación 1 y de la existencia de los dos umbrales que representan la pensión máxima y
5 Veremos mas adelante como la tasa de sustitución se ve afectada por la existencia de una pensión mínima y máxima fijada por ley. 6 La edad normal de jubilación es de 65 años, aunque la ley permite jubilarse anticipadamente a partir de los 60 años a aquellos trabajadores que hubiesen cotizado al sistema con anterioridad al año 1967. O, a partir de los 61 siempre que haya cotizado por un mínimo de 30 años y se encontrasen inscritos como demandantes de empleo en las oficinas del servicio público de empleo durante un plazo de al menos 6 meses inmediatamente anteriores a la fecha de solicitud de jubilación
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mínima. Concretamente, un individuo con nivel de renta e recibe una pensión etP que será
igual a:
!!"
!!#
$
%
<&
<
=
tetot
tetot
eto
tetot
et
PPparaP
PPPparaP
PPparaP
P
max,,max,
min,,min,,
min,,min,
(10)
Como ponen de relieve Boldrin, Jimenez y Peracchi (2000), la existencia de una pensión
mínima genera un gran incentivo a la jubilación anticipada entre los trabajadores menos
cualificados, dado que incrementos en la vida laboral por encima de la edad de jubilación
anticipada (60 años) no tienen ningún o poco efecto sobre la pensión final. En otras palabras,
el cambio en la ganancia neta de la seguridad social generado por un año adicional de
trabajo puede llegar a ser incluso negativo, generando un fuerte incentivo a jubilarse
anticipadamente.
Trabajadores y empresarios contribuyen al sistema de seguridad social con una fracción de
los ingresos laborales de los trabajadores (bruta de horas extraordinarias), incluidos entre un
mínimo (base de cotización mínima), tbmin, , y un máximo (base de cotización máxima),
tbmax, . En la actualidad, el tipo de cotización a la seguridad social total asciende a 28,3% (el
empresario paga el 26,3% de la base de cotización y el 4,7% lo paga el trabajador). Cada
año, el total de contribuciones al sistema de seguridad social ( tC ) depende del tipo de
cotización, t! , de la base mínima y máxima de cotización, tbmin, y tbmax, , de la proporción de
trabajadores en edad i y nivel de salario e en la población ( eit,µ ) y de la edad de jubilación
eR :
( ) ,,,1
1,,
max,min, !!=
"
=
=E
e
R
qei
eit
eitt
etttt
e
bRbbC µ## (11)
donde E es el número de niveles de salario (o educativos), y eitb , , es la base de cotización
efectiva para una individuo de edad i con nivel educativo e, la cual se define como:
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12
!!"
!!#
$
>
<%
&
=
tei
tt
tei
ttei
t
tei
tt
eit
bwparab
bwbparaw
bwparab
b
max,,
max,
max,,
min,,
min,,
min,
, (12)
donde eitw , representa la renta salarial para un individuo de edad i con nivel educativo e en
el periodo t.
Suponemos que el presupuesto del sistema de seguridad social está equilibrado en cada
período. Es decir, el montante total de las pensiones recibidas por los jubilados tiene que ser
igual al total de contribuciones pagadas por los trabajadores y los empresarios en cada
momento, con la excepción del complemento de las pensiones mínimas, que se financia con
los impuestos generales. Concretamente, la restricción presupuestaria equilibrada será igual
a:
!
" t µt
i,ebti,e
i= qe
R e #1
$e=1
E
$ = µt
i,ePeq #% P
min,t # Po,t ,
e( )[ ]i=R e
L
$e=1
E
$ (13)
donde etoP , se definió en la ecuación 3, L es la máxima longevidad permitida, que en el
modelo esta fijada en 95 años, qe es la edad a la cual el individuo tipo e comienza a cotizar,
y ! es una función indicador, que toma valor 1 si ,min,etot PP > y 0 en los demás casos, para
indicar que el complemento de mínimos no se financia con las cotizaciones a la seguridad
social.
Las simulaciones de la sostenibilidad política del sistema de pensiones descrita en la
siguiente sección se concentran en el tipo de contribución de equilibrio, definido como aquel
iguala el total de las contribuciones con el total del gasto en pensiones, con la excepción del
complemento de las pensiones mínimas, que se financia con impuestos generales. Es decir,
el tipo de cotización que satisface la ecuación (6). Por último, suponemos que las pensiones
se indexan únicamente con la inflación. Esta representación estilizada del régimen general,
nos permite analizar el apoyo político del sistema de pensiones.
En nuestro modelo económico, para un sistema dado de Seguridad Social, un equilibrio
requiere que: (i) todos los agentes tomen su decisiones económicas sobre consumo y ahorro
de tal forma que maximicen su función de utilidad descontada sujeta las retracciones
presupuestarias individuales; (ii) las empresas determinen su demandas de factores de
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producción (capital y trabajo) de tal forma que maximicen beneficios, dada la restricción
tecnológica; (iii) los precios de los factores se determinen endógenamente tal que se vacíen
todos los mercados.
Definición (Equilibrio Económico) Para una secuencia dada de tipos de cotización a la
Seguridad Social, ratios de productividad del trabajo, de crecimiento de la población y edad
de jubilación obligatoria, Eet
etttt Rn ,...,1
,...,0),,,( =
!="# un equilibrio competitivo se caracteriza por
una secuencia de asignaciones y precios, ),,( ,tt
jitt rwc + ;,....,0 !="t ;,....,0 Li =!
;,...,1 Ee =! tal que en cada periodo se satisfacen las siguientes condiciones:
El problema de los consumidores es resuelto por cada tipo ;,...,1 Ee =! y cada
generación .,....,0 Li =! Es decir, cada agente tipo -e con edad i maximiza la
utilidad esperada representada en la ecuación (1) con respecto a eittc ,+ y dada la
secuencia de restricciones presupuestarias definidas en las ecuaciones (2) y (3);
Las empresas maximizan sus beneficios y por lo tanto se satisfacen la
condiciones (7);
El Mercado de trabajo, capital y de bienes se vacían y labor, y por lo tanto
respectivamente, las ecuaciones (5), (6), y la siguiente expresión se satisfacen:
( ) [ ] ( )!!!!= =
"""
"
= =
+"+" "++###=+E
e
L
i
eitt
eit
ttt
E
e
eit
L
i
eitt
eitt alkAca
1 1
,1
,1
1
1
,
1
,1,1 1)1( µ$%µ&& .
2.3 El Entorno Político
Nuestro objetivo es analizar la sostenibilidad política del sistema de seguridad social dado el
proceso de envejecimiento de la población esperado en las próximas décadas. Por
sostenibilidad política de un sistema de seguridad social se entiende la existencia de una
mayoría política que desea mantener un nivel dado de pensiones con todos sus componentes
claves: la edad de jubilación, la forma de contribución, el nivel de los beneficios y los tipos
de cotización. En nuestro simplificado modelo, los votantes de todas las edades y niveles de
salario (o grupo educativo) determinan el nivel del sistema, es decir, su tipo de cotización, τ,
dadas las diferentes características institucionales definidas anteriormente.
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Claramente, en la realidad el proceso de decisión política es más complejo que este simple
proceso de agregación de preferencias políticas individuales a través del juego de votación
por mayoría. Dependiendo del contexto institucional y del momento histórico, otros sujetos
– típicamente los interlocutores sociales de las empresas y los trabajadores – pueden
interferir en el nexo directo que existe entre votantes y políticos y jugar un papel crucial en
las decisiones políticas. No obstante, nuestra modelización del proceso político se centrará
únicamente en un modelo de votación por mayoría, dado que queremos centrarnos en el
impacto de la dinámica demográfica. En definitiva, nuestro modelo considera bajo que
condiciones se crea una institución que redistribuye intergeneracionalmente. Con esta visión,
el tipo de cotización a la seguridad social se define como un coste – para los jóvenes – y un
beneficio (la pensión) – para los mayores.
En nuestro entorno, el tipo de cotización de equilibrio es el resultado de una votación por
mayoría, que tiene lugar en cada periodo, y en la que los agentes de cada edad y cada nivel
de salario votan por el tipo de cotización que prefieren, sabiendo que a través de la
restricción presupuestaria y de los demás elementos del sistema (básicamente las bases de
cotización máxima y mínima y la pensión máxima y mínima), también están determinando
la generosidad de las pensiones.
Es decir, cada votante elige el tipo de cotización, que maximiza su función de utilidad
esperada, dado el entorno institucional (edad de jubilación, la regla de cómputo de la
pensión y la política de revalorización de las pensiones). Obviamente el tipo de cotización
preferido por cada individuo será distinto en función de su nivel de renta (i.e. nivel
educativo) y edad. El tipo de cotización de equilibrio será el preferido por la mayoría de los
votantes, y se denota como el tipo de cotización del equilibrio político-económico.
Para entender en que medida el resultado de nuestro juego político se puede interpretar como
un contrato implícito entre generaciones, que además ninguna generación desea incumplir,
hay que tener en cuenta que todos los votantes cuando deciden su voto (i.e. tipo de
cotización preferido) consideran el impacto que su decisión tendrá en las decisiones de
votación futuras. En otras palabras, un votante joven apoyará un determinado régimen de
seguridad social, y por lo tanto pagará su contribución al sistema, únicamente si espera que
esta decisión puede convencer a los votantes futuros a seguir apoyando el sistema hasta que
él alcance la edad de jubilación, y pueda disfrutar de su pensión. En este caso, el sistema de
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15
seguridad social surge como una seria de transferencias directas de los trabajadores a los
jubilados. Lo interesante de esta metodología es que la aparición del sistema no está
sustentada en un derecho constitucional inamovible. Por el contrario, la reivindicación de
una pensión por parte de los jubilados es el resultado de un equilibrio político jugado por las
sucesivas generaciones de votantes de acuerdo con la regla de la mayoría, equilibrio
susceptible de ser cambiado en cualquier momento. Para una definición detallada del
equilibrio en necesario ir a Conde-Ruiz y Galasso (2003) donde se define el Equilibrio
Perfecto en los Subjuegos Estacionario e Inducido por la Estructura.
2.4 Datos y Calibración
El objetivo de esta sección es caracterizar cuantitativamente los elementos demográficos,
económicos y políticos actuales para calibrar el modelo. Posteriormente, en el ejercicio de
simulación, usaremos nuestra economía calibrada para estudiar las decisiones económicas y
políticas de los agentes en diferentes escenarios.
La rentabilidad de un sistema de seguridad social de reparto, en el estado estacionario, viene
determinada por la demografía – tasa de crecimiento de la población y probabilidad de
supervivencia – y por la tasa de crecimiento de la productividad. Por ejemplo, para un nivel
dado del tipo de cotización, el envejecimiento reduce la generosidad de las pensiones al
incrementar la tasa de dependencia. Por otro lado, un mayor crecimiento de la productividad
aumenta la renta laboral y por lo tanto la generosidad (y la rentabilidad) de las pensiones.
La reforma silenciosa que describimos en detalle en la siguiente sección, solo se puede
analizar en un modelo que incorpore efectos redistributivos no solo intergeneracionales sino
también intrageneracionales7. Para recoger los efectos redistributivos clave de la seguridad
social cuando se aplica la reforma silenciosa, es necesario enfatizar las diferencias en edad y
salarios (o educación) entre los individuos. Suponemos que los agentes viven desde los 18
años hasta un máximo de 95 años, y que se enfrentan a una probabilidad de morir
condicional a la edad. Como hemos visto anteriormente los individuos son heterogéneos en
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16
dos dimensiones: i) edad; y ii) nivel de salario o nivel de educación alcanzado. No hay que
olvidar que la evidencia empírica nos muestra como la edad de jubilación, el historial laboral
y el nivel de renta dependen principalmente del nivel educativo alcanzado.
Por razones de computación limitaremos el número de grupos educativos a tres. No
obstante para evitar una clasificación ad-hoc dejaremos que sean los propios datos los que
nos guíen a la hora de definir los grupos. La Encuesta de Población Activa (EPA) identifica
8 grupos educativos. Nosotros decidimos agrupar los 8 grupos en 3 grupos, fusionando
algunos grupos educativos que son homogéneos en cuanto al perfil salarial y las pautas de
jubilación. Concretamente la estructura educativa para el año 2002 y la estructura educativa
estimada para el 2050 se encuentran en la Cuadro 2. Para el año 2050 hemos imputado la
estructura actual de los jóvenes (20-25 años) como la estructura educativa de toda la
población.
Cuadro 2: Evolución de la Estructura Educativa
Año 2002 Año 2050
Educación Primaria 31,8% 10,1%
Educación Secundaria +FPs 52,2% 64,5%
Educación Superior 16,0% 25,4% Fuente: Encuesta de Población Activa (EPA), segundo trimestre de 2.002
En el modelo, la edad de jubilación es exógena. Según la EPA la edad mediana de jubilación
entre todos los trabajadores es de 62 años, pero tanto la edad de jubilación como el historial
laboral están relacionados con el nivel educativo. Usando los datos de la EPA y los datos de
empleo por nivel educativo hemos reconstruido los años de cotización de cada grupo.
Como se puede ver en el cuadro 3 los agentes con educación superior tienen una carrera
laboral media de 37 años. Es decir, empiezan a trabajar a los 25 años y se jubilan a los 62 y
como se puede ver en el gráfico 3, disfrutan de un perfil salarial con una pendiente más
aguda. Los individuos con nivel educativo intermedio (con educación secundaria o el ciclo
de formación profesional) entran en el mercado de trabajo a los 24 años y se jubilan a los 60,
7 Para analizar que ocurre en un modelo con redistribución intergeneracional únicamente, es decir en un modelo unidimensional donde la única fuente de heterogeneidad es la edad, véase Galasso y Profeta (2004).
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17
es decir su periodo de cotización al sistema es de 36 años. Por último, los trabajadores
menos cualificados (sin estudios o educación primaria) tienen un periodo laboral medio de
40 años, desde los 21 años hasta los 61, pero solo contribuyen al sistema por 32 años, debido
al alto grado de discontinuidad de sus carreras laborales.
Cuadro 3: Características de los individuos por nivel de educación
% de
población adulta (a)
Años de cotización (b)
Edad de jubilación(c)
Educación Primaria 31,8% 32 61,84
Educación Secundaria +FPs 52,2% 35 59,99 Educación Superior 16,0% 36 62,17 Fuente: (a) nivel de educación de los hombres EPA; (b) calculado en función de la ratio de participación por edad y por nivel de cualificación según EPA y (c) EPA. Media 1995-2003
Este hecho es compatible con el supuesto de que trabajan en el sector informal, y por lo
tanto sin cotizar al sistema, hasta los 28 años. Además perfiles laborales de estos últimos
grupos medidos en unidades eficientes de trabajo son más planos que el perfil de los
trabajadores más cualificados.
Por ultimo, para calibrar nuestra economía vamos a imponer que el tipo de cotización
elegido por mayoría simple por todos los votantes sea igual a 21,3%, es decir el tipo de
cotización de equilibrio medio durante el periodo 1990-2003.
Habiendo descrito el modelo en detalle ahora expondremos brevemente la estratega de
calibración que por otro lado es estándar. Nuestros objetivos de calibración son: 1) ratio
capital producto, se fija igual a o 0,347; 2) ratio inversión producto que se fija igual; 3) tipo
impositivo de equilibrio se fija igual a 21,3 %; y 4) la tasa de dependencia de los jubilados
se fija igual a 26%. La siguiente tabla enumera todos los parámetros del modelo:
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18
Parametrización del Modelo Político Económico
jR ! h ! ! ! ! υ
62/60/62 0.347 0,435 5.00 1.8 1.5146 0.99275 --
62 0.347 0,435 5,00 1,8 1.86 1 1.3
3 La Reforma Silenciosa.
A pesar de las previsiones de la OCDE (véase la cuadro 1 de la introducción), que muestran
que España será la economía donde más crecerá el gasto en pensiones en las próximas
décadas – debido principalmente al proceso de envejecimiento de la población –, España es
el país donde menos se ha reformado el sistema de seguridad social. Incluso el esfuerzo que
condujo a la creación del Pacto de Toledo – firmado en 1995 por la mayoría de las fuerzas
políticas – que proponía una larga lista de sugerencias para mejorar la eficiencia y
sostenibilidad financiera de la Seguridad Social, no llego a crear el momentum político
necesario para llevar a cabo dichas reformas. Hasta el momento, las distintas negociaciones
bajo el paraguas del Diálogo Social tampoco han sido capaces sacar adelante las reformas
necesarias.
Sin embargo, algunos economistas afirman que la forma de actualizar algunos parámetros
del sistema ha generado cambios muy significativos en la generosidad del sistema de
pensiones en España. Entre estos economistas encontramos por ejemplo, Boldrin, Jiménez y
Peracchi (2000), Jimeno (2002), Alonso y Herce (2003), Conde-Ruiz y Jimeno (2004) y
Conde-Ruiz y Alonso (2004). Según estos autores, el sistema de Seguridad Social español
ha cambiado sustancialmente debido a la evolución dinámica de algunos parámetros clave
del sistema, como son las pensiones máximas y mínimas y las bases de cotización máximas
y mínimas. La variación de estos elementos no ha contado con demasiada relevancia
mediática ni política al percibirse como factores secundarios para la sostenibilidad financiera
del sistema, y en consecuencia, ha pasado muy inadvertida. Sin embargo, estos parámetros
generan cambios importantes en la estructura distributiva de la seguridad social. Además, al
modificar el grado de redistribución y la generosidad total del sistema también tienen un
importante impacto sobre la sostenibilidad política de las pensiones. Por este motivo se ha
denominado “reforma silenciosa”, pues afecta de forma sustancial al sistema de seguridad
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19
social, pero al no reformar a ninguno de los parámetros institucionales considerados más
relevantes – tipo de cotización, edad de jubilación, bases de cotización, formulas de calculo
de la pensión, etc – está pasando totalmente desapercibida para la opinión pública.
La evolución de las pensiones máximas y mínimas y las bases de cotización máximas y
mínimas durante los últimos 15 años muestra dos tendencias claras: i) las pensiones mínimas
han aumentado en términos reales, mientras que las pensiones máximas se han actualizado
con la inflación – manteniendo su valor en términos reales, pero reduciendo su poder
adquisitivo en relación con el salario medio –; y ii) las bases de cotización mínimas se han
reducido incluso en términos reales, mientras que las bases de cotización máximas se han
mantenido mas o menos constante en términos reales8. Esta dinámica ha generado que: i) la
tasa de sustitución de las pensiones mínimas (medida como la ratio entre la pensión mínima
y la base de cotización mínima media) haya crecido; mientras que ii) la tasa de sustitución
de las pensiones máximas (media como la ratio entre la pensión máxima y la base de
cotización máxima) haya disminuido. Estas tasas de sustitución son una buena medida de la
tasa de rendimiento implícito del sistema de pensiones para los individuos que reciben la
pensión mínima y máxima. Es fácil ver que esta forma de actualizar las pensiones y las
bases de cotización máximas y mínimas – amparada en el Pacto de Toledo – hace que el
sistema se vuelva cada vez más atractivo para los individuos con ingresos bajos y cada vez
menos atractivo para los individuos con ingresos altos.
Si suponemos que la tasa de sustitución de la pensión máxima y de la pensión mínima
continúa evolucionando de la misma forma que lo han hecho hasta ahora, la reforma
silenciosa resultará muy efectiva para bajar la ratio pensión media / productividad media
(i.e. la generosidad media) en un entorno de crecimiento de la productividad.
Supongamos un escenario con una tasa de crecimiento de la productividad positiva y donde
todas las pensiones comprometidas (incluida la pensión máxima) se actualizan con la
inflación. Si los salarios crecen de forma continuada y la pensión máxima a la que tiene
derecho un individuo no se actualiza con los salarios, resulta evidente que la tasa de
sustitución (ratio pensión / salario medio) disminuye para los individuos con derecho a
8 Hay que tener en cuenta que en los últimos años se han fusionado varias bases de cotización máxima en una única, por lo tanto es posible que la base máxima media haya aumentado en términos reales.
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20
recibir la pensión máxima – y con ello la ratio pensión media / productividad media para el
sistema en su conjunto. En otras palabras, en un entorno de crecimiento de los salarios, la
pensión individual comprometida con cada uno de los individuos aumenta (de forma gradual
si se indexan con la inflación), mientras que la pensión legal máxima permanece constante.
En consecuencia, tras un cierto número de periodos las pensiones de un gran número de
individuos alcanzarán el tope máximo, y por lo tanto dejarán de subir a la misma tasa que los
salarios. De esta forma, periodo a periodo crece el número de individuos que reciben la
pensión máxima permitida por ley, que al no actualizarse con los salarios genera que la ratio
pensión media y productividad media también disminuya periodo a periodo. Obviamente, si
llevamos esta reforma silenciosa hasta el extremo, en un entorno donde los salarios y por lo
tanto las pensiones no paran de crecer para todos los individuos, se observa que llega un
momento en el que todos los trabajadores tienen derecho a recibir la misma pensión
máxima.
En el año 2003 el número de individuos con derecho a pensión máxima apenas alcanza el
2%. Mientras que si estimamos el año 2050, asumiendo que los salarios reales crecen de
forma continuada al 2% anual, se observa que la distribución salarial se desplaza hacia la
derecha y por lo tanto aumenta la masa de individuos con derecho a recibir la pensión
máxima, mientras que la cuantía de la pensión ha permanecido constante en términos reales.
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21
La Reforma Silenciosa
Año 2002 MAXp
MINp
Wage
32% 3%
A ñ o 2 0 5 0
MAXp
MINp25.4%
Wage
Pension
Pension
( )p w
( )p w
w w
w
Esta conclusión es muy interesante pues implica que una reforma de este tipo, lo que hace es
transformar un sistema contributivo o tipo Bismarck como el actual, donde las pensiones
dependen de las cotizaciones pasadas, en un sistema asistencial o tipo Beveridge, donde
todos los individuos reciben la misma pensión independientemente de sus cotizaciones9. Así
en el caso de España, esta reforma silenciosa resulta de vital importancia, pues desde su
origen el sistema de pensiones español ha sido un sistema contributivo o tipo Bismarck, y
esta dinámica impulsada por el Pacto de Toledo lo está transformando en un sistema
asistencial o tipo Beveridge. No hay que olvidar además que a pesar de que cada vez más
individuos reciban la pensión máxima, la generosidad del sistema va disminuyendo en cada
periodo, dado que la pensión máxima permanece constante en términos reales.
Sin embargo, para analizar completamente los efectos de la reforma silenciosa hay que tener
en cuenta también la evolución de las bases de cotización máximas y mínimas. En particular,
9 Véase Conde-Ruiz y Profeta (2007) para un análisis detallado del componente de redistribución intrageneracional dentro de los sistemas de seguridad social.
Gráfico 7:
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22
el nivel de redistribución total del sistema dependerá de cómo evolucione la diferencia entre
el tope máximo de cotización y la pensión máxima. Esta diferencia puede aumentar
amparada por el principio de solidaridad defendido en el Pacto de Toledo que sugiere
actualizar las contribuciones sociales basándose en el crecimiento de la economía mientras
que la pensión máxima se actualiza en función de la inflación – introduciendo de esta forma,
un fuerte elemento de redistribución desde las rentas más altas a favor de las más bajas.
No obstante, en la medida que la base máxima de cotización también ha disminuido en
términos reales, las rentas más altas se pueden ver forzadas a “abandonar parcialmente el
sistema público de pensiones” (opt-out) (como ocurre en el Reino Unido, aunque de forma
voluntaria), ya que la rentabilidad implícita del sistema de pensiones para estos individuos
será cada vez menor. En otras palabras, en un entorno de crecimiento real de los salarios, el
hecho de que la base de cotización no aumente en términos reales hace que los individuos
más ricos cada vez paguen vía cotizaciones un porcentaje menor del salario, que reciban
pensiones menores y que por lo tanto tengan adquirir un plan de pensiones privado.
La siguiente sección analiza las implicaciones políticas de la reforma silenciosa en un
entorno de envejecimiento de la población y crecimiento de la productividad.
4 Sostenibilidad política y resultados principales.
Al inicio del milenio, el sistema de Seguridad Social español, medido como porcentaje de
gasto sobre el PIB, tenía ya una proporción considerable, aunque algo menor que en otros
países de la Europa Continental: el tipo de cotización a la seguridad social de equilibrio se
situaba en un 21,3%, en comparación con un 22,4% en Francia o un 23,8% en Alemania.
Claramente, la mayor preocupación sobre la sostenibilidad financiera del sistema en España
deriva del proceso de envejecimiento de la población. Las predicciones oficiales de la
OCDE y de la UE indican que en el año 2050, el gasto en pensiones alcanzará el 17,4% del
PIB, superando entonces el tamaño de la seguridad social de Alemania, Francia e incluso de
Italia10. Sin embargo, estas previsiones no toman en consideración las consecuencias
10 Véase Conde-Ruiz y Alonso (2004) para un análisis comparado de los distintos estudios sobre la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones en España.
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23
políticas del proceso de envejecimiento de la población y sus efectos sobre el sistema de
Seguridad Social español.
Como hemos visto, el proceso del envejecimiento afecta a nuestro equilibrio político
económico a través de dos canales distintos:
1. Envejecimiento del votante mediano: el votante mediano español va a envejecer 13
años, pasando de 44 años en el año 2000 a 57 años en el año 2050.
2. Reducción de la rentabilidad a largo plazo del sistema público de pensiones de
reparto.
En un modelo con agente representativo, el primer efecto genera que el votante mediano al
estar mas cerca de la jubilación prefiera aumentar el gasto en pensiones, mientras que el
segundo efecto genera que el votante mediano apoye una reducción del sistema de pensiones
al resultar menos rentable. En Galasso y Profeta (2005) se demuestra que el primer efecto
(envejecimiento del votante mediano) domina claramente sobre el segundo (disminución de
la rentabilidad del sistema de pensiones), de forma que el proceso del envejecimiento genera
un mayor apoyo político a favor de aumentar el gasto en pensiones.
En nuestro modelo, los efectos resultan más complejos puesto que partimos de un modelo
con agentes heterogéneos. Asimismo, hemos de considerar un efecto adicional pues la
reforma silenciosa también afecta a la sostenibilidad política del sistema de seguridad social.
3. Aumento de la redistribución intrageneracional del sistema de seguridad social: Un
aumento en el número de jubilados cuya pensión queda limitada por la pensión
máxima genera una mayor redistribución intrageneracional, ampliando el apoyo de
las rentas más bajas por la seguridad social, pero generando mayor oposición entre
las rentas altas.
El modelo político económico desarrollado en la sección 4.2 nos permite analizar
conjuntamente el impacto del envejecimiento de la población y de la reforma silenciosa
sobre la sostenibilidad política futura de la seguridad social. En el escenario económico y
demográfico estimado para el año 2050, las preferencias individuales sobre el tamaño
preferido del sistema de seguridad social se computan analizando el nivel de bienestar
alcanzado por los agentes para distintos tipos de cotización.
Además, entre el año 2000 y el 2050, no sólo se va a producir un fuerte aumento de la ratio
de dependencia, sino también una mejora sustancial en el nivel educativo medio. Partiendo
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24
de los datos de la encuesta de población activa (EPA) del año 2002, se estima que en el año
2050 el 25,4% de la población tendrá educación superior, 64,5% educación secundaria y el
10,1% educación primaria. Esta mejora educativa es fácil de prever puesto que en la
actualidad las generaciones más jóvenes están mucho mejor formadas que las generaciones
más mayores. Como sabemos el nivel de cotización de equilibrio en el año 2050 dependerá
de cual sea el resultado de la votación por mayoría (i.e. del votante mediano), que dependerá
a su vez de los cambios en la estructura educativa y del envejecimiento de la población.
4.1 Simulaciones Para poder analizar con claridad el efecto de la reforma silenciosa, vamos a analizar la
evolución entre el año 2000 y el año 2050 del tipo de cotización de equilibrio y de la tasa de
sustitución por nivel educativo para diferentes escenarios. Los resultados de las simulaciones
sobre la sostenibilidad política del sistema de Seguridad Social español se muestran en el
cuadro 4.
Año 2000: La primera fila del cuadro 4 – Simulación 1 – describe la situación inicial, es
decir, el modelo esta calibrado para replicar el sistema de pensiones del año 2000, donde: i)
el tipo de cotización de equilibrio es igual a 21,3%; ii) los individuos con los mayores y
menores niveles educativos se jubilan a los 62 años, con una tasa de sustitución de más del
65%; y iii) los individuos con salarios medios (y niveles de educación intermedios) se
jubilan a los 60 años y su tasa de sustitución es del 51%.
Año 2050: Las simulaciones para el año 2050 reproducen el escenario económico,
demográfico y político esperado en el año 2050. Además de los cambios en la tasa de
dependencia y en la edad del votante mediano que conllevan, también asumimos una mejora
general en la estructura educativa de la población, según la evolución descrita en la cuadro
2.
La segunda fila del cuadro 4 – Simulación 2 – recoge el resultado principal de las
simulaciones, pues compara el tipo de cotización de equilibrio, y la tasa de sustitución por
nivel educativo, en un escenario base (sin reforma silenciosa) y en un escenario con reforma
silenciosa. En esta simulación, asumimos que la edad de jubilación se mantiene en los
niveles del año 2.000 –62 años para los individuos con educación primaria y superior y 60
años para el resto – (Cuadro 3).
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25
Escenario base (sin reforma silenciosa): los individuos con menor nivel educativo
reciben la pensión mínima, mientras que todos los demás (individuos con educación
secundaria y superior) reciben una pensión normal, calculada según la ecuación (1), sin
que nadie reciba la pensión máxima. Esto es lógico dado que al actualizarse tanto las
pensiones como las bases de cotización en función del incremento de salarios, ningún
individuo que no estuviera recibiendo la pensión máxima ya en el 2000 puede recibirla
en el 2050. En este escenario, donde asumimos que la edad de jubilación se mantiene en
los niveles del año 2000, el tipo de cotización de equilibrio se dispara hasta un
impresionante 50,2%, con tasas de sustitución ligeramente más altas que en el año 2000.
Este fuerte aumento del tipo de cotización resulta el mayor incremento de todas las
simulaciones realizadas, y se explica fundamentalmente por el envejecimiento del
votante mediano.
Escenario con reforma silenciosa: los individuos con menores niveles educativos
siguen recibiendo la pensión mínima, los jubilados con educación secundaria reciben una
pensión normal, calculada según la ecuación (1), mientras que todos los individuos con
educación superior reciben la pensión máxima. Esto es lógico, pues este escenario
recoge la característica principal de la reforma silenciosa. Dado que los salarios crecen
en términos reales y la pensión máxima no se indexa con el crecimiento económico,
llega un momento en cual los individuos mas cualificados ven limitada la posibilidad de
crecimiento de su pensión – la existencia de un techo hace que a partir de un
determinado nivel del salario, la pensión devengada ya no se calcule según la ecuación
(1), sino que sea una cantidad fija –, devengando por tanto los derechos a recibir la
pensión máxima. La relevancia de esta reforma silenciosa se puede medir calculando la
proporción de jubilados que reciben la pensión máxima sobre el total de jubilados: si en
el año 2000 sólo había un 3% de pensiones máximas, en el año 2050 se estima que un
25% de los jubilados recibirán la pensión máxima, asumiendo que todos los niveles de
renta altos tienen derecho a la misma11. En este escenario, el tipo de cotización de
equilibrio también se dispara hasta un impresionante 49,9%, frente al 50,2% del
11 Simulaciones hechas en Conde-Ruiz y Alonso (2004) ponen de relieve que el porcentaje de trabajadores con derecho a la pensión máxima podría superar el 40% de los jubilados en el 2050.
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26
escenario base. Por el contrario, las tasas de sustitución por nivel de educación si que
difieren entre los dos escenarios. En concreto, dado que con la reforma silenciosa, las
pensiones de las rentas más altas quedan limitadas por el techo de la pensión máxima, su
tasa de sustitución es menor que en el escenario base, mientras que con las rentas medias
o bajas sucede todo lo contrario.
Las simulaciones 3, 4, 5 y 6 muestran como afecta un aumento de la edad de jubilación al
tipo de cotización de equilibrio, tanto en el escenario base como en el escenario con reforma
silenciosa. En estas simulaciones se puede observar como un aumento en la edad de
jubilación modera el crecimiento del tipo de cotización. Sin embargo, este efecto sobre el
tipo de cotización de equilibrio es muy pequeño – prácticamente es marginal. Nótese que
aunque todos los trabajadores se jubilaran realmente a los 65 años – Simulación 6 –, el tipo
de cotización alcanzaría un 46,6% en el escenario base o un 45,6% en el caso de aplicarse la
reforma silenciosa. El mayor impacto de un aumento en la edad de jubilación se produciría
sobre las tasas de sustitución, que alcanzarían niveles por encima del 100% para los
individuos con menores rentas, que reciben la pensión mínima.
En conclusión, las simulaciones del cuadro 4 nos permiten concluir que la reforma silenciosa
apenas afectará a la sostenibilidad política del sistema de pensiones, aunque si introduce
nuevos efectos redistributivos. De hecho, el fuerte aumento del tipo de cotización en todas
las simulaciones realizadas y la poca diferencia que existe entre el escenario con y sin
reforma silenciosa, se explica fundamentalmente por el envejecimiento del votante mediano.
Asimismo, medidas como retrasar la edad de jubilación también se muestran muy poco
efectivas para limitar el aumento en el tipo de cotización, que alcanzaría un 46,5% incluso
en el caso de que todos los trabajadores se jubilaran a los 65 años.
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27
Cuadro 4: Resultados de las simulaciones: tipo de cotización y tasa de sustitución por nivel educativo.
SIMULACIONES RESULTADOS DE LAS SIMULACIONES
Supuestos Escenario base (sin reforma silenciosa)
Escenario con reforma silenciosa
Tasa de sustitución por nivel educativo
Tasa de sustitución por nivel educativo Nº de
simula-ción
Año Edad de jubilación
Tipo de cotización
(%) Prim(%)
Sec. (%)
Sup. (%)
Tipo de cotización
(%) Prim. (%)
Sec. (%)
Sup. (%)
1 2000 nivel año 2000 21,3 67 51 65 – – – –
2 2050 nivel año 2000 50,2 71 55 69 49,9 76 58 62
3 2050 62 49,9 79 67 67 49,9 80 68 66 4 2050 63 48,8 86 71 72 48,7 87 74 70
5 2050 64 47,7 94 79 79 47,6 96 81 75 6 2050 65 46,6 103 86 86 46,5 106 89 81
Aunque las tasas de cotización son prácticamente idénticas en los escenarios base (sin
reforma silenciosa) y en los escenarios con reforma silenciosa, la reforma silenciosa
introduce nuevos elementos de redistribución en la seguridad social, cuyo efecto se puede
notar en las tasas de sustitución que difieren ligeramente entre los dos escenarios. En
concreto, dado que con la reforma silenciosa, las pensiones de las rentas más altas quedan
limitadas por el techo de la pensión máxima, su tasa de sustitución es ligeramente menor que
en los escenarios base (sin reforma silenciosa), mientras que con las rentas medias o bajas
sucede todo lo contrario. El gráfico 1 recoge en nivel de redistribución que introduce la
reforma silenciosa, mostrando el tipo de cotización preferido por edad y nivel de educación
en el año 2050, bajo el escenario de reforma silenciosa. Vemos como para cada edad, los
individuos con educación primaria, que recibirán la pensión mínima, prefieren un tipo de
cotización más alto que los individuos con educación media o superior.
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28
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%T
ipo
de
coti
zacio
n
44 46 48 50 52 54 56
Edad
Gráfico 8: Tipo de cotizacion preferido por edad y nivel de estudios
Educación Primaria Educación Secundaria Educación Superior
También resulta interesante ver como evoluciona la edad del votante mediano en losdistintos
equilibrios (Cuadro 5). En el año 2000, existen tres individuos que se convierten en
pivótales y que votan exactamente lo mismo: i) individuo con educación primaria y con 41
años; ii) individuo con educación secundaria y con 46 años; y iii) individuo con educación
superior y con 50 años. Así se observa que a mayor edad y menor nivel de educación – o
salario – mayor es el nivel de seguridad social que prefieren los individuos. En el 2050, los
tres votantes medianos de ambos escenarios envejecen sustancialmente. Es interesante
destacar que la edad del votante mediano es idéntica en ambos escenarios – sin y con
reforma silenciosa.
Cuadro 5: Resultados de las simulaciones (Cont.): edad del votante mediano por nivel educativo.
SIMULACIONES RESULTADOS DE LAS SIMULACIONES
Supuestos Escenario base (sin reforma silenciosa)
Escenario con reforma silenciosa
Nº de Año Edad de Edad del votante mediano Edad del votante mediano
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29
simula-ción
jubilación Prim. Sec. Sup. Prim. Sec. Sup.
1 2000 nivel año 2000 41 46 50 – – –
2 2050 nivel año 2000 54 58 62 53 58 62
3 2050 62 53 59 61 53 59 61
4 2050 63 53 58 62 53 58 62
5 2050 64 53 58 62 53 58 62
6 2050 65 53 58 62 53 58 62
4.2 Discusión de los resultados
Las tres implicaciones más importantes de este ejercicio de simulación son:
i) el tipo de cotización de equilibrio con y sin reforma silenciosa más que duplica
su valor respecto al año 2000 y es muy similar en ambos casos;
ii) las tasas de sustitución – medidas como la ratio entre pensión y salario – para los
individuos más cualificados son menores en los escenario con reforma silenciosa;
iii) los votantes medianos en el 2050 son idénticos en ambos escenarios.
La intuición económica que subyace tras estas implicaciones es la siguiente: el dramático
proceso de envejecimiento que va a experimentar la sociedad española en los próximos años,
aumentará sustancialmente la representación política de las personas mayores, que contarán
con suficiente apoyo como para imponer cambios significativos en el sistema de Seguridad
Social español. Así, la sostenibilidad política futura del sistema de pensiones requerirá de
grandes aumentos en el tipo de cotización, con el objetivo de satisfacer las demandas
políticas de la creciente población de personas mayores. Hemos visto que un retraso en la
edad de jubilación es capaz de moderar ligeramente el aumento del tipo de cotización,
aunque las ganancias son muy limitadas por la magnitud del aumento el tipo de cotización.
En este contexto, algunos estudios están insinuando que se está llevando a cabo una
“reforma silenciosa”, que va a generar importantes cambios en el grado de redistribución y
la generosidad total del sistema, al limitar los beneficios que pueden devengar las rentas más
altas, mediante la fijación de una pensión máxima que no está indexada al crecimiento de la
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30
economía. Sin embargo, nuestras simulaciones sugieren que el proceso de envejecimiento
es la característica dominante, incluso tras la introducción de este elemento de
redistribución, lo que conllevará a aumentos espectaculares del tipo de cotización también
bajo el escenario de reforma silenciosa. Es decir, el cambio en el componente de
redistribución intrageneracional, si bien modifica las coaliciones políticas de apoyo a las
pensiones, no tiene prácticamente ningún efecto político sobre el tipo de cotización de
equilibrio. La explicación es la siguiente.
Por un lado, bajo la reforma silenciosa es cierto que se disminuye la generosidad del
sistema de pensiones para un tipo de cotización dado y los individuos más
cualificados prefieren un nivel impositivo menor, puesto que para ellos el sistema de
pensiones es menos rentable.
Por otro lado, cuando aplica la reforma silenciosa los individuos con cualificación baja
y media prefieren un tipo de cotización más alto que el que elegirían si no se aplicara
la reforma silenciosa, dado que con la reforma silenciosa el sistema de pensiones se
hace más rentable para ellos, gracias a que a los individuos más ricos se les paga una
pensión menor.
5. Conclusiones.
El dramático proceso de envejecimiento de la población española va a generar cambios
importantes en el sistema de seguridad social al modificar los pesos de la representación
política a favor de las personas mayores. La sostenibilidad política futura requiere de
aumentos significativos en los tipos de cotización, para mantener – o incluso aumentar – las
tasas de sustitución actuales, satisfaciendo así la demanda del número creciente de votantes
mayores. En este contexto, algunos estudios están insinuando que se están llevando a cabo
reformas encubiertas, lo que denominan “reforma silenciosa”, no evidente para la población
en general. Esta reforma silenciosa consistiría en la modificación de algunos parámetros del
sistema – en concreto la pensión máxima y mínima así como la base máxima y mínima de
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31
cotización – de forma que se consigan importantes cambios en el grado de redistribución y
la generosidad total del sistema, difícilmente apreciables a corto plazo por la población en
general.
Concretamente, las medidas clave de la “reforma silenciosa” son: (i) actualizar las pensiones
con la inflación en lugar de con el crecimiento de los salarios y (ii) poner un tope a la
pensión que puede recibir un individuo (pensión máxima) y actualizar dicho tope con la
inflación. En un periodo de crecimiento económico, estas medidas suponen un aumento del
número de jubilados cuya pensión queda limitada por la pensión máxima y por lo tanto
cualquiera de las dos medidas disminuirá el gasto en pensiones futuro pues lo que hacen, en
definitiva, es reducir la indexación de pensiones a salarios.
Dichos estudios sugieren que la reforma silenciosa podría ser capaz incluso de equilibrar de
forma automática el presupuesto de la seguridad social, al disminuir la generosidad del
sistema, y superar el reto del envejecimiento. Sin embargo, en un modelo de economía
política, nuestras simulaciones sugieren que el proceso de envejecimiento es la característica
dominante, incluso tras la introducción de este elemento de redistribución, lo que conllevará
a aumentos espectaculares del tipo de cotización también bajo el escenario de reforma
silenciosa. Es decir, en un modelo de economía política, la reforma silenciosa no será capaz
de contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento de la población, tal y como
predecían los modelos normativos.
En otras palabras, la implicación más relevante de las simulaciones realizadas, es que el
efecto político elimina todo el ahorro conseguido gracias a la disminución en la generosidad
del sistema. Por un lado, la reforma silenciosa disminuye la generosidad media del sistema
y en este sentido ayuda a la sostenibilidad financiera de las pensiones. Por otro lado, dado
que esta disminución de la generosidad media del sistema se consigue precisamente a costa
de las pensiones de los más ricos – aumentando el grado de redistribución intrageneracional
–, se genera una mayor demanda por parte de los más pobres a favor de incrementar el gasto.
Por último, las simulaciones muestran que una medida de reforma muy debatida en la última
década – el retraso en la edad de jubilación – limita el crecimiento del tipo de cotización.
Sin embargo, esta ganancia es muy moderada, dado el enorme aumento en el tipo de
cotización. Por último señalar, ¿están dispuestos los trabajadores a retrasar la edad de
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32
jubilación? Como trabajo futuro sería interesante analizar la sostenibilidad política de
aumentar la edad de jubilación.
6. Referencias
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SEMINARIO
“LAS REFORMAS EN EL SISTEMA DE PENSIONES DE ESPAÑA”
VINCENZO GALASSO.
U. BOCCONI.
PONENCIA: El futuro político de la Seguridad Social en sociedades envejecidas.
Sevilla, 23 de julio de 2007.
1
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Virtually all countries in the world feature a pension system. An overwhelming majority of these
countries runs a pay-as-you-go (PAYG), or unfunded, scheme. Contributions are collected from
current workers and are shared among current retirees as pension benefits. Most PAYG pension
systems share some common features. They are financed with a special payroll tax, rather than
– say – through general taxation; eligibility to old age pensions does not depend on agents’
wealth, e.g., on asset income, and benefits are paid as life annuities. Moreover, as argued by
Mulligan and Sala-i-Martin (1999), the evolution over time of several pension systems, and of
their characteristics, is similar in many respects. For instance, the size of these schemes has
increased with economic growth; several systems have introduced provisions that induce early
retirement, while the official retirement age did not keep up with the increase in life expectancy
and health status. Pension systems do, however, differ across countries in several relevant
features, such as contribution rate, benefit formula, benefit indexation, eligibility requirements
and official retirement age.
A wide body of literature has prized the introduction of these systems (see Diamond, 1996 and
Gramlich, 1996). According to a paternalistic view, a pension scheme that forces individuals to
transfer resources from youth into old-age is needed since agents are shortsighted, they may lack
information about their future and hence they may not save enough for old age consumption.
Moreover, even if individuals were able to look after their old-age needs, there may not be reliable
saving instruments to transfer resources into the future.1 Private insurance markets may also fail
to provide the life annuity characteristic featured by the government-run PAYG systems, due to
usual adverse selection problems.
Indeed, pension systems have recently been criticized for introducing several inefficiencies in the
economy. High contribution rates, i.e., payroll taxes, especially if almost unrelated to pension
benefits, have been blamed for reducing employment (Daveri and Tabellini, 2000). The existence
of early retirement provisions has been shown to reduce employment among the elderly, by 1 Historically, several systems have been transformed from fully-funded to PAYG, after that the existing savings had been wiped out, either by stock market crashes or by high inflation, as in the US after the Great Depression, and in France and Italy after World War II.
2
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inducing middle-aged workers to retire early (Gruber and Wise, 1999 and Brondal and Scarpetta,
1988). Finally, both the high tax burden and the early retirement provisions may reduce the
accumulation of physical and human capital, thereby decreasing economic growth (Conde-Ruiz
and Galasso, 2004).
Regardless of one’s view on the reasons for the initial introduction of the PAYG pension systems,
it is widely agreed that current pension reform’s measures have to meet the political support to
be implemented. The political economy literature on social security may help to explain how to
design reforms that are politically feasible. This literature acknowledges that decisions on pension
policy, from the initial design of the system to later modifications, go beyond economic theory
into the realm of politics. Contributions to political campaigns, lobbying, votes of vested interest
groups induce career-oriented policy-makers to sacrifice economic principles for their political
objectives.
The crucial insight of the political economy literature is that pension systems need not be welfare
enhancing in order to be in place, they exclusively need to be sustained politically. In democratic
countries, this amounts to obtaining the support of a majority of the Parliament or, more directly,
of the electorate. This intuition carries an additional, powerful, consequence: normative analysis
and policy recommendations may not be useful, unless they lead to the design of politically
sustainable reform packages.
However, the recent utmost attention of economists, media and policymakers to pension systems
is mainly due to the aging process, which undermines the financial sustainability of these
systems. Aging has a direct impact on pension systems, because it increases the proportion of
recipients from the system – the retirees – while reducing the proportion of contributors – the
workers. In most OECD countries, under current rules, the amount of revenue will not be
sufficient to cover the pension benefits to be awarded. Hence, in order to honor their
commitment to pay pension benefits to the future retirees, our aging societies will have to place
larger financial burdens on the working generations or to reform the systems. Several
international institutions – such as for instance the World Bank (1994) and the European
Commission (2003) – have provided detailed normative analysis with the aim of designing
sensible reform measures in an attempt to cope with the aging process. A good PAYG pension
3
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system should be financially sound – vis a vis the expected demographic dynamics – retain
economic efficiency – by avoiding waste of resources, for given collected revenues, and by
minimizing individual distortions – and be equitable. Additionally, the system should be designed
to hedge demographic, economic and political risks.
Aging
The current aging process is mainly due to the combination of an increase in life expectancy and
a decrease in fertility rates. While fertility rates are believed to recover – at least partially – their
post-war levels, OECD countries expect to enjoy a further increase of life expectancy at birth,
moving from an average of 74.1 year for males and 80.6 for females in 2000 to respectively
79.3 and 84.7 years in 2050.
These two elements will induce a substantial increase of the share of elderly people. Figure 1
shows that the proportion of elderly individuals, i.e., those older than 65 years, over the total
population will rapidly increase until 2035; while remaining almost constant or increasing at a
lower rate after that date. This aging process will be especially accentuated for Italy and Spain,
and less dramatic in the UK and the US.
Another measure of the aging process is provided by the old age dependency ratio – defined as
the ratio of persons aged 65 or more to the persons aged 20 to 64. According to OECD
projections, the average old age dependency ratio in the OECD countries will increase from 23.8
in the year 2000 to 49.9 in 2050. This demographic process does, however, differ across
countries: as shown in table 1, Spain and Italy experience the largest growth of the dependency
ratio, France and Germany are close to the OECD average, while the UK and the US are well
below average.
The old age dependency ratio, however, does not correspond to the ratio of retirees to workers,
due to the existence of early retirement provisions. Retirement policies are a crucial element to
determine the structure of the labor market and the design of the pension systems. In the
4
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majority of countries around the world, there exists a legal retirement age at which the elderly are
induced or required to exit the labor market before they can collect their pensions (see Social
Security Throughout the World). However, this official retirement age does not correspond to the
effective retirement age, due to the existence of early retirement schemes. Interestingly, the data
suggest that this early retirement phenomenon has been timely related to the aging of
population, that is, the labor force participation of the elderly has decreased over time, as
population has aged (Costa, 1998). As a consequence, this labor market trend – extensively
studied by Gruber and Wise (1999) and Brondal and Scarpetta (1998) – exacerbates the aging
process, as the proportion of retirees per workers becomes even higher than the old-age
dependency ratio, and thus raises an additional element of concern vis-à-vis the fiscal
sustainability of the social security systems. According to Latulippe (1996), in 1990 the average
effective retirement age for males in OECD countries was 62.2 years, down from 68.5 years in
1950.
Projected Pension Spending
Despite the aging process, governments are confident that the reform measures implemented in
the 90s are sufficient to achieve the long run financial sustainability of the system. This is what
emerges from an EC and OECD joint effort – with the member countries – to produce projections
of pension spending as percentage of GDP over the next fifty years. Table 2 shows the official
projections provided by each country’s government, as reported in OECD (2002), and
disentangles the different effects of demographic, employment and policy factors. Italy stands
out as the most striking case: despite having the largest demographic effect – capable of
increasing spending by 10% of GDP – pension spending is expected to decrease in the year
2050, due to the projected increase in the employment rate of elderly workers and thanks to the
measures introduced by the Amato-Dini reforms. Also the UK is expected to reduce its pension
spending, as policy measures counterbalance a mild aging effect. All other countries forecast an
increase in the amount of resources devoted to pensions. In Spain, a strong demographic effect
is even magnified by a policy that extends pension eligibility, while in Germany and France the
reform measures are not strong enough to neutralize the aging process. Not surprisingly, in the
US the increase in spending is below the OECD average.
5
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The Political Sustainability of Social Security
Why do pension programs – transferring resources from young and middle-aged workers to the
elderly – exist? Why are some of them are so generous? Why do they differ some widely across
countries at similar stage of economic development? and – last, but not least – how will they
react to the current aging process, and hence which pension reforms will be politically feasible?
The political economic models try to provide some answers by determining the individual
preferences over the pension system, and by characterizing how the system affects the individual
agent’s economic well-being. The political mechanism – typically a direct or political election –
will provide an aggregation of these preferences into a policy. Consider a voting model, in which
pension systems arise if there are sufficient economic reasons for at least a majority of the
electorate to support them; and may be reformed if a majority of voters decides to do so.
While retirees clearly support pension systems, which award them a benefit at no (current) cost,
according to Galasso and Profeta (2002), these exist at least four economic factors that may lead
young and/or middle aged agents to support a pension system: (i) dynamic inefficiency; (ii)
reduced time horizon in evaluating the pension program; (iii) within-cohort redistribution
elements; and (iv) crowding-out effects of the aggregate savings by the pensions.
Since Samuelson (1958) and Aaron (1966) seminal work, it is known that pensions may improve
the welfare of every individual if the economy is dynamically inefficient. In other words, every
young agent would find it more convenient to invest in a PAYG system than in alternative saving
mechanisms, if the implicit rate of return from pensions – determined as the sum of the
population growth rate and the per-capita growth of the economy – is larger than the real rate of
return from capital accumulation.
In a seminal paper, Browning (1975) argued that, even in a dynamically efficient economy, adult
individuals may support pensions, since they only value current and future contributions to, and
benefits from, the system, while taking past contributions as a sunk cost. In other words, adult
6
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individuals do not consider the entire cost of their pensions, since they only focus on a reduced
time horizon.
Tabellini (2000), and later Casamatta et al. (1999) and Persson and Tabellini (2000), suggested
that some young individuals may favor positive pensions because of a within-cohort redistribution
element. In fact, although pension systems provide on average a lower rate of return than
alternative saving mechanisms, some (low-income) individuals may face a higher return, due to
the existence of this element of redistribution within generation. With (near-to) flat pension
benefits, agents obtain different returns from the pension system, depending on their income. In
particular, high-income agents pay large contributions – and enjoy a below average return from
the system – while low-income agents pay lower contributions and their return is above average.
Finally, Cooley and Soares (1999) and Boldrin and Rustichini (2000) claimed that individuals
evaluating social security policies are sufficiently aware to be able to take into account the effects
of the policies on the stock of capital, and thereby on factor prices. They argue that the existence
of intergenerational redistribution schemes, such as public debt or pensions, tends to crowd out
capital, and thus reduces real wages and increases real returns to capital. This creates a
redistribution in favor of assets-holders ("capitalist") and against individuals who rely on labor
income ("workers").
The political support to pension systems depends on the decision of every individual, who, as a
political agent, votes over the size of the system – that is, over the contribution rate. According to
the political economy literature surveyed above, this choice will typically depend on her individual
characteristics, such as age and income, and on the main features of the system.
How do individuals vote to express their preferences over social security? Consider a one-time
election, whose outcome is binding in all future periods (see Galasso and Profeta, 2002, for a
discussion of repeated elections). A PAYG pension system imposes a cost to the young – the
contribution – and provides a transfer – the pension benefit – to the elderly. Retirees will hence
always support such a system, whereas workers may be willing to incur in a current cost only if
they will be sufficiently compensated by future pension benefits. More generally, every individual,
7
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in taking her voting decision over the size of the system, will consider her current and future
contributions to the system and her future benefits in order to evaluate the effectiveness of the
pension as a saving instrument. In particular, every voter determines the amount of resources
that she would like to transfer into the future through the pension system – her most preferred
size of the system – by comparing her overall return from the system to the returns available on
the capital market from assets with comparable risk.
As previously argued, and initially suggested by Browning (1975), past contributions to the
system do not affect the agents’ voting decision, since they could not be appropriated by the
voters, were the system to be abandoned. Thus, they represent a sunk cost. Hence, middle aged
and elderly individuals are more favorable to social security systems, as they will almost
exclusively enjoy benefits in their remaining time horizon. Figure 2 describes the individual’s
residual horizon when taking her voting decision.
These individual voting decisions are then aggregated in a simple majority voting. To the extent
that preferences are single-peaked, the equilibrium outcome of the voting game coincides with
the most preferred size by the median voter2.
Aging and Social Security
Conventional wisdom suggests that pension expenditure – as a fraction of GDP – increases as
population ages, since the number of individuals who may claim old-age pension benefits
increases. This evidence is supported by several studies – see Tabellini, 2000, Perotti, 1996,
Breyer and Craig, 1997 among others – describing how the size of pension system increases
with the proportion of elderly people in the population3.
Political economy models address the effect of the aging process on the size of pension spending
under a different perspective. According to these models, pension systems are determined by a
2 See Galasso and Profeta (2002) for a detailed description of the majoritarian voting game on pensions, as well as of other political institutions. 3 This result is particularly strong when the size of social security is measured as the share of social security expenditure of GDP (Breyer and Craig, 1997), or as the share of social security and welfare expenditure of GDP (Tabellini, 2000, Perotti, 1996), or as the proportion of social security and welfare expenditure on total government spending (Tabellini, 2000). See also recent evidence by Disney (2007).
8
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political game among successive generations of voters, who may be willing to support the system
depending on some economic factors, as argued in the previous section. Aging affects these
economic determinants as well as the relative political power of the individuals in the different
age groups.
The first three economic factors analyzed before deal with the internal rate of return from the
pension system for the individual voters. The average long run internal rate of return of a PAYG
pension system is given by the sum of the population and the productivity growth rate. Hence, a
decrease in the population growth rate, associated to an increase in the survival probability for
the elderly, leads to an older population, and reduces the profitability of the system as a saving
device. Individual voters would then have to reduce the size of the system, by substituting their
claims towards future pensions with more private savings. According to this effect, the
contribution tax rate – and hence the average size of a pension benefit – should decrease.
As population ages, however, so does the electorate (see the next section). This indirect effect of
population aging may have important repercussion on the political sustainability of pension
system, as it leads to an increase in the political influence of the elderly voters, and hence in the
relevance of pension spending on the agenda of the policy-makers. In fact, in a majoritarian
voting game, the increased relevance of the elderly voters translates into more political power –
as measured by their share of votes – to individuals who are close to retirement age, and hence
who will only consider a reduced time horizon in evaluating the social security program
(Browning, 1975). According to this effect, the pivotal voter will become an older person, who will
favor an increase in the contribution tax rate. In this case, however, the average size of a pension
benefit needs not to increase, as aging leads to a contemporaneous increase of the dependency
ratio. In other words, despite the increase in the tax rate, there will be fewer workers and more
recipients – i.e., retirees – and the pension benefit per retiree may indeed decrease. Figure 3
summarizes this effect by reporting the length of the contribution and of the benefit periods for
Italy in 1992 and in 2050 for different retirement ages.
9
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Aging of the Electorate
A synthetic measure of the aging of the electors is given by the median age among the voters. In
1999, the median age among electors – adjusted for the different turnout rates at election by age
– was between 44 years in Spain and 47 years in France and the US. The evolution over time of
the median age among voters is displayed in figure 3. The expected increase is striking. In 2050,
the median age will be between 53 years – in the UK and the US – and 57 years in Spain.
Unsurprisingly, Spain and Italy, which undergo the most dramatic aging process, face the largest
change in the median age, respectively 13 and 11 years, while in the US and in the UK, where
the demographic dynamic is less extreme, the median age increases by 6 and 8 years
respectively.
Political Sustainability of OECD Pension Systems
In Galasso (2006) I present a quantitative assessment of the effects of the aging process on the
political sustainability of the current pension systems in six OECD countries: France, Germany,
Italy, Spain, the UK and the US.
As previously argued, two aspects of the aging process are crucial to the analysis of the political
sustainability of pension systems. On one hand, the rise of the dependency ratio reduces the
average long term returns from the pension system. Agents are thus induced to decrease the size
of the system, by reshuffling their portfolio in favor of more private savings. On the other hand,
aging increases the political influence of the elderly voters, and hence the relevance of pension
spending on the agenda of the policy-makers. The latter effect leads to larger systems.
The simulations of the politico-economic model (for a description of the theoretical model and its
calibration, see Galasso, 2006, and Galasso and Profeta, 2004) suggest that the political effect
dominates. The increased political influence of the elderly voters will lead to larger pension
system, albeit not necessarily to more generous pension benefits, due to the increase in the
dependency ratio.4 In fact, the replacement rate would decrease everywhere but in the UK and
the US. With no changes in the retirement ages, which remain at their 2000 levels, the
4 For a detailed discussion of the country-specific features of the social security system, and of their evolution, see Galasso (2006a).
10
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contribution rates would raise in all countries: in Spain – one of the fastest aging countries – the
contribution rate would raise the most, although the largest tax rate would still be in Italy (50%).
Interestingly, the effects of a change in the retirement age on the size of the systems would be
sizeable. An increase in the effective retirement age leads to a reduction of the contribution rate,
since it increases the contribution period for the median voter, while reducing the period during
which she will draw the pension benefits (see figures 2 and 3). An increase in the retirement age
to 65 years is particularly effective in France and Italy – where the initial effective retirement age
was only 58 years – with a reduction in the contribution rate of around 12%. In the other
countries, the decrease would be more moderate, but still sizable in Germany and Spain.
Notably, despite reducing the contribution rate, this policy also manages to increase the
generosity of the system, i.e., the replacement rate, in all countries but the US. This is because
the social security dependency ratio, i.e., the ratio of retirees to workers, is reduced. Germany
and Italy would enjoy the largest effect.
Conclusion
According to the political economy approach, decisions on pension policy go beyond economic
theory into the realm of politics. This new literature carries some crucial insights. First, pension
systems need not be welfare enhancing in order to be in place, they only need to be sustained
politically, which, in democratic countries, is tantamount to obtaining the support of a majority of
the Parliament or, more directly, of the electorate. Second, and perhaps more importantly,
normative analysis and policy recommendations may not be useful, unless they lead to the
design of politically sustainable reform packages.
In the context of this political economy approach, the effects of the aging process on the PAYG
pension systems are analyzed. Conventional wisdom suggests that aging affects the financial
sustainability of these systems, since it induces an increase in the proportion of retirees – i.e.,
the recipients from the system – while decreasing the proportion of workers – i.e., the
contributors to the system. Systems are not financially sustainability since under the current
rules, revenues will not be sufficient to cover the pension benefits. Hence, either contribution
rates will have to raised, in order to pay pension benefits to the future retirees, or pension
11
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benefits will have to be cut. The political economy approach to pension suggests that this
decision will be determined by the voters through the political process. Stated differently, any
reform to current pension systems will have to meet the political support of the electorate to be
implemented.
The aging process affects the political sustainability of current PAYG pension systems through
two channels. On one hand, aging increases the ratio of retirees to workers, the dependency
ratio, thereby reducing the average profitability of the pension system. On the other hand, the
entire electorate becomes older, and hence the relevance of pension spending on the policy-
makers’ agenda increases.
Simulations’ results on how political constraints shape the social security system in six OECD
countries under population aging suggest that the political aspect will dominate, hence leading to
an increase in pension spending. In particular, the size of the systems, as measured by the
contribution rates, will increase, while their generosity, as measured by the pension’s
replacement rates, may decrease, due to the increase in the dependency ratio.
A clear policy implication emerges from these simulations. An increase in the effective retirement
age always decreases the size of the system chosen by the voters, while often increasing its
generosity. The paper discusses the political feasibility of this policy measure, by analyzing the
political role of the early retirement provisions since their initial institution during the late 60s and
early 70s, and by forecasting the future political feasibility of this policy.
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