funambulista nº2 junio 2012

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FUNAMBULISTA Revista de la Asociación Juvenil y Cultural Cáceres Nº 2 Junio de 2012 «Campus Artis»

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Funambulista nº2 Junio 2012 de la asociación Campus Artis

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Page 1: Funambulista nº2 Junio 2012

F U N A M B U L I S T A

Revista de la Asociación Juvenil y Cultural

Cáceres Nº 2 Junio de 2012

«Campus Artis»

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FUNAMBULISTA

Revista de la

Asociación Juvenil

Campus Artis

Junio 2012

Número

2

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Director: Javier Sánchez Clemente

Coordinador:…..

Diseño Gráfico

Ilustración

señas

Issn

etc

Javier Sánchez Clemente

Coordinador:…..

Diseño Gráfico

Ilustración

señas

Issn

etc

FUNAMBULISTA

REVISTA DE LA

ASOCIACIÓN

JUVENIL Y

CULTURAL

CAMPUS ARTIS

Director:

Javier Sánchez Clemente

Editores:

Mikel Abad Méndez

José Alberto Andújar Espinosa

Cristian Holgado Ávila

Chiara Francesca Pepe

Imagen de portada:

Chiara Francesca Pepe

Cáceres

Contacto:

[email protected]

www.campusartis.tk

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1.- Funambulista 2. // Pág. 6

Director

2.- Mater Misericordiae. // Pág. 10

Mario Rodríguez Ruiz

3.- Existencia de un poeta. // Pág. 21

Manuel Holgado Ávila

4.- Humo. // Pág. 26

José Sánchez Rincón

5.- Sobre la diversidad lingüística // Pág. 31

Chiara Francesca Pepe

6.- Hablando de Stendhal. // Pág. 36

Cristian Holgado Ávila

7.- Música como revitalización urbana. // Pág. 43

Mikel Abad Méndez

8.- Una revista y una asociación juveniles. // Pág. 48

Javier Sánchez Clemente

ÍNDICE Junio 2012

Número

2

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1 Funambulista 2 Javier Sánchez

Clemente

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Uno de los éxitos inesperados de nuestro primer número

fue su extensión. Las primeras estimaciones, reducidas al grupo de

los historiadores del arte editores de la revista —Mikel, Cristian y

yo—, no superaban las doce páginas. Estos ensayos los decidimos

agrupar juntos y al final de la revista por coherencia temática y por

su mayor dificultad de comprensión, debida al manejo de

conceptos abstractos. Los tres debatimos sobre la esencia del arte de

alguna manera. Mikel observó que el ámbito del arte hoy por hoy

ha llegado a dilatarse hasta el punto de que todo, incluso lo no

realizado por el ser humano, puede considerarse como tal. Cristian

reflexionó sobre las relaciones de la esfera artística con el dinero,

con el mercado. Yo, por mi parte, tomé partido por la dimensión

estética que ha ganado en las sociedades actuales el deporte

profesional.

Pronto se nos fueron añadiendo otros colaboradores.

Algunos de ellos comparten con nosotros una común formación

universitaria. Así, Alfonso —Fonsi para los amigos— recorrió

algunos monumentos señeros del patrimonio precolombino

mexicano aprovechando su presencia en tierras americanas, en

donde reside desde principios de este año, y Javi —Javier

Morales— nos hizo llegar a última hora un relato erótico. Con

ambos se cumplían algunos de los propósitos de la revista, como

Funambulista 2

Javier Sánchez Clemente

Director

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son el de la internacionalización y la atención por la literatura

respectivamente.

No obstante, lo literario e internacional nos lo dieron

principalmente tres autoras de filiación italiana. Chiara Pepe,

oriunda de Salerno y antigua alumna Erasmus en Cáceres, ciudad

donde sigue estudiando, exteriorizó la nostalgia de quien vive lejos

de su país y la recordó en numerosas páginas de la literatura

española. Fue Chiara quien sugirió una fotografía de su amiga

Elena Cambria, también italiana y antigua becaria Erasmus en la

Unex, como portada de nuestro primer número. Más adelante,

Elena quiso implicarse más en el proyecto y envió varias poesías.

La creatividad de Elena se reparte por los más diferentes ámbitos,

fotografía, literatura y artes plásticas —de hecho, está exponiendo

actualmente con gran éxito en Milán— y es gracias a ella que

nuestra revista ha podido incluir manifestaciones como la fotografía

y la poesía. Por su parte, la escritora norteamericana Casey

Alexander fue la primera quien confió en nuestro proyecto y nos

hizo llegar un relato breve escrito en inglés y ambientado en Italia.

Esta localización no es casual, pues Casey es descendiente de

inmigrantes originarios del sur de Italia y llegados a Boston tres

generaciones atrás, ha residido en Italia por algún tiempo y tiene

conocimientos de la lengua italiana. Su relato cuenta una historia

de amor en la que, como en gran parte de su prosa, es clave el

contraste entre ideal y realidad.

Contar con algunas firmas fue todo un honor. Casey

Alexander, por superar por muy poco la edad de treinta años que

la Administración impone como límite para ser socio de una

asociación juvenil, fue nuestra primera socia de honor, aunque el

honor, por supuesto, fue contar con su colaboración. No lo fue

menos el trabajo enviado por el también socio de honor Andrés

Talavero con el título de Aullidos en el paisaje. En él documentaba

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su último proyecto artístico en relación con la naturaleza. La

colaboración de Talavero fue especialmente valiosa para nosotros

por ser la única verdaderamente artística, de las Bellas Artes

tradicionales, en el primer número. Esperamos que en el futuro

podamos incluir más trabajos visuales a nuestra revista.

Lo visual, sin embargo, corrió a cargo sobre todo de José

Alberto. Me gustaría felicitar a este editor que, si bien renunció a

escribir, tuvo una participación decisiva en el primer número

porque fue él quien más tiempo dedicó a la edición de la revista en

sí misma, siempre con la guía de los demás editores. Quienes nos

han felicitado por el atractivo visual de la revista deben dirigirse

más concretamente a él. Desgraciadamente, no ha podido

participar en el segundo número de Funambulista por los últimos

exámenes que le separan del título de ingeniero, pero ha dejado

una huella ya imborrable sobre ella al marcar la forma que adoptará

la revista en el futuro.

Con este resumen del primer número os animo a leerlo a

quienes no lo hayáis hecho hasta ahora. En nuestro segundo

número hemos seguido en la misma línea del anterior. Cristian,

Mikel, Chiara y yo hemos repetido en el ensayo. En el mío, en

concreto, reflexiono acerca de cuáles son las motivaciones y

experiencias que nos han llevado a constituir una asociación y

fundar una revista. En este nuevo número se nos han añadido un

poeta, Manuel Holgado Ávila, un escritor, José Sánchez Rincón, y

un artista plástico, Mario Rodríguez Ruiz. A todos, veteranos y

novatos, os agradezco muy sinceramente vuestra colaboración y a

vosotros, lectores, si tenéis cualquier interés creativo, os animo a

que nos hagáis llegar vuestros originales a la dirección de correo

electrónico [email protected].

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2 Mater Misericordiae Mario

Rodríguez Ruiz

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Generalmente aceptamos la existencia de figuras ideales en

nuestra mente. Son representaciones subjetivas de seres próximos a

nosotros, que fueron determinantes en el pasado, y nos acompañan

durante toda nuestra existencia. La aceptación de este hecho supone

la posibilidad de un consuelo: mientras nosotros vivamos, nuestros

seres queridos no morirán. ¿Pero qué ocurre cuando estas figuras

ideales actúan en contra de nosotros, haciendo que nos convirtamos

en nuestro peor enemigo?

El conjunto de pinturas con las que estoy trabajando en la

actualidad surge de la necesidad vital de ahondar en el

cuestionamiento de la influencia, supuestamente positiva, que las

figuras familiares ejercen en nuestras vidas. Con la realización de estas

pinturas se pretende sumar una nueva aportación al conjunto de

manifestaciones culturales contemporáneas que están respondiendo a

la urgente necesidad de hacer patente la falsedad de unos arquetipos

que ocultan el proceso de destrucción psíquica al que son sometidas

numerosas personas, mediante abusos y manipulaciones.

En nuestra sociedad, masculinizada hasta la asfixia, se supone

que sólo el padre tiene capacidad de destruir. Solamente hay imágenes

para el anti-padre, para el anticristo. Mater Misericordiae es un

intento de poner en cuestión el arquetipo de madre. Y contribuir a

Mater Misericordiae

Mario Rodríguez Ruiz

Artista

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hacer visible una realidad que existe, pero que todavía está

encontrando su imagen: la madre en negativo, la anti-madre.

Esta obra ha sido realizada a través de un proceso de tres años,

durante el cual ha evolucionado y se ha transformado al mismo

tiempo que el entorno en el que ha sido creada. En este proceso ha

sido determinante la utilización de la fotografía y el retoque digital

como herramientas de apoyo.

La estructura seguida ha sido la siguiente:

1. Recopilación de documentación gráfica.

2. Primeras intervenciones sobre el lienzo.

3. Registro fotográfico del resultado.

4. Intervención digital sobre el registro fotográfico.

5. Utilización del resultado como referente para intervenir

nuevamente en el lienzo.

Como en toda la serie, la gama cromática ha sido reducida al

negro, el rojo y el blanco, con una doble intención simbólica: por un

lado, conectar con el origen de la pintura, con la intencionalidad

mágica de los murales primitivos, en los que predominan estos

colores; por otro lado, se ha utilizado el color rojo para transmitir la

idea de carne, y el color negro para representar el fuego que la mueve

y le da vida, pero que también deja marcas.

Pienso que la evolución de la sociedad necesita que

contribuyamos a hacer visible una realidad que existe, y que no puede

ser percibida por nuestros sentidos. Esta misma motivación hizo que

el ser humano empezase a pintar hace 40.000 años. Y es probable que

hoy en día la experimentemos con la misma intensidad que entonces,

quizás en un nivel menos consciente.

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En el número anterior se habló de la definición del concepto

de arte, y me gustaría participar en este análisis. En mi opinión, arte es

todo aquello que pone en cuestión la realidad vigente, que se

pregunta por qué es así su realidad. También se habló de la utilidad

del arte, y en este sentido creo que sería interesante definir antes que

nada en función de qué estamos cuestionando la utilidad del arte:

¿Nos estamos preguntando si es útil para la sociedad, para los propios

artistas, para los famosos mercados?

En mi caso la pintura es uno de los medios que me permiten

intentar entender la realidad. Como lo son también la música, la

literatura o la teoría del arte, por supuesto. Aunque probablemente lo

que importe no sea conocer la realidad, sino mantener viva la

necesidad de entenderla.

En La Ruta de Don Quijote (1905), José Martínez Ruiz

Azorín cuenta la historia de un médico rural perdido en la

inmensidad de la Mancha, en un pueblo formado por una sola calle,

que escribe un periódico todas las semanas de su puño y letra, para

llevarlo cada domingo al casino y que lo lean los socios. En Smoke

(1995), de Wayne Wang y Paul Auster, el estanquero de Brooklyn

que interpreta Harvey Keitel realiza una fotografía en blanco y

negro todos los días, a la misma hora, con el mismo encuadre.

Luego archiva todas las fotografías en un álbum, donde se puede

ver que no hay dos fotografías que sean exactamente iguales. Me

parece que estos dos personajes, el médico de la Mancha y el

estanquero de Nueva York transmiten muy claramente la

necesidad de intervenir en la realidad. Se puede hacer de muchas

maneras: pintando, escribiendo, interpretando, diseñando,

realizando fotografías, publicando un periódico en un pueblo de

una sola calle o creando una revista sobre arte contemporáneo.

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3 Existencia de un poeta Manuel

Holgado Ávila

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Cuando los momentos de la vida se intentan explicar con

palabras, no son las propias palabras las que nos muestran sus pasos,

sino el incansable tiempo, el silencio de nuestras ideas y los

sentimientos que nos acompañan. El escritor tiene su propio

mundo y para que esté exista necesita de su vida y de la muerte.

¡Claro!, esto es la vida, un juego, donde todo empieza y a

su vez termina con el eco de nuestra propia sombra.

Tal vez no se pueda explicar con palabras sino con nuestros

razonamientos vacíos, en voz alta y de altavoz, nuestra alma. Por

eso, sólo puedo terminar de esta manera, con un breve reflejo.

Pues: «no hay más bello silencio que el eco de un beso».

Existencia de un poeta.

Existencia de un poeta

Manuel Holgado Ávila

Poeta

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AURORA QUE DAS PASO AL CARRO DE LA MAÑANA

Aurora que das paso al carro de la mañana,

deja también que el olor del azahar

roce aterciopeladamente su cara,

y que tus primeros rayos

jueguen con las delicadas sábanas de la mirada.

Silencio y sueños,

recorren sin fatiga,

la quietud del cuerpo,

pero poco a poco la voz del día

descubre, que las sutiles curvas

de la noche, se van marchando.

¿Qué deseo siente el alma?

Vendas de oro y seda,

me tapan los ojos,

más se,

que

tu eres la Primavera

que ocultas mis llantos.

LLUVIA QUE LLORA SIN TIEMPO

Lluvia que llora sin tiempo

ahogas las risas de las nubes,

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pues ven como los ojos del mundo

se llenan de alegres colores.

Sueños y emociones,

realidades con cadenas,

preso de más de un deseo…

todo ello se lo lleva

el gélido rostro del agua.

Y todo se evade,

con el paso del viento,

fuerte, huidizo, sólo…

ser de trapo serpenteante

sin calma, sin nombre,

todo él, ausencia y simple vacío.

SED

La noche llora luceros

que chocan en el pozo de mi alma.

¿Luna de miel florida

que sonríes con ámbar,

hasta cuando no tendré luz?

¿Hasta dónde se alarga la espesa sombra?

¿Cómo llamo al cristal que late?

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Fría mirada que recorre la oscuridad

suena hueca en el vano de las escaleras,

cerca del agua, ahogo de la vida,

pero ¿qué extraña sentencia arropa

al aire que grita pero que no pasa?.

Transparencia, claridad, brillar diáfano

de la mañana, ya has llegado

y mi miedo abrumado ha partido.

Candidez y alegría, sol de plata

que cubres la vista del perdido,

son de panales y almendras,

sombras de lo caído…

y sin más,

suenan sin pena las caricias de mi boca

al decirte y saborear

el candor de tus labios…

¡Si¡, se aplacó mi sed.

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4 Humo José Sánchez

Rincón

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Basado en el inicio de un

cuento del mismo nombre

de William Faulkner

Anselm Holland llegó a Jefferson hace ya muchos años.

¿De dónde?, nadie lo sabía. Se casó con la hija de un hombre que

poseía 2.000 acres de las mejores tierras. Con el tiempo, Anselm

heredó la fortuna de su mujer y no era muy querido entre sus

vecinos por ser jactancioso, bravucón y violento. Tenía dos hijos,

Anse, muy parecido a él, quien huyó de la casa paterna después de

una fuerte discusión con su padre al pedirle la parte que le

correspondía de las tierras; y Virginius, el otro mellizo, que

también salió de la casa unos años más tarde. Lo que ocurrió entre

el hijo, trabajador, prudente y reservado, y su padre, claro como

un agua turbia, no lo sabemos. Pero podríamos imaginar algo

parecido a esto:

Virginius se pasó el día con una yunta de bueyes arando la

tierra de la que vivían. Anselm estuvo bebiendo Whisky de su

propia cosecha y no salió de su cuarto en toda la tarde. La

borrachera lo mantuvo callado hasta que exigió la cena a Virginius.

Éste no dijo nada, le puso el plato de cereales con leche en la mesa

y fue a recoger un poco de leña para la lumbre del día siguiente.

Cuando regresó, el plato y sus restos estaban esparcidos por el

suelo y Anselm había salido por la puerta trasera. Virginius marchó

tras él, pues no le gustaba que su padre anduviese bebido por ahí a

Humo

José Sánchez Rincón

Escritor

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esas horas. El sol se había puesto y la brisa del cañaveral era

desapacible. Al final del camino, vio a Anselm dentro del

cementerio tratando de romper la lápida de la tumba de su madre.

Otras veces, Virginius dejaba que la furia de él se apaciguara sola

entre voces y aspavientos, pero, esta vez, agarró a Anselm de la

camisa y lo alejó de allí a empellones. Él se resistió y le lanzó sus

puños enloquecidos, que fueron esquivados por el hijo con la

habilidad y fuerza que le daba el trabajo diario en el campo.

Virginius fue insultado y puesta en duda su hombría, y cuando su

padre volvió a arremeter contra él, éste lo echó del cementerio

con determinación y le propinó el único puñetazo que se permitió

dar en su vida. Mientras Anselm refunfuñaba, Virginius adecentó la

tumba de su madre y colocó unas flores en ella. Después, cargó

con Anselm, lo llevo a casa, le curó la herida del labio, lo acostó en

la cama y rezó una oración por la infamia que su padre había

intentado cometer. A continuación, preparó sus cosas, tomó

prestado uno de los caballos y se fue a la colina cercana en busca de

su hermano mellizo.

Virginius nunca comentó a nadie el motivo de su partida.

Quizás supiera que cuando su padre se levantara por la mañana,

trataría de pegarle como había intentado otras veces y él ya no

tuviera fuerzas para contenerse, y si le había puesto la mano

encima una vez, puede que lo hiciera de nuevo y con más brío.

Su hermano Anse le conminó a irse por donde había

venido, aunque él sólo había solicitado un techo donde refugiarse

y comida a cambio de su trabajo. Virginius no se lo tomó a mal y

siguió su camino hasta la casa de un pariente de su madre que

siempre le había tratado con amabilidad. Allí no tuvo que dar

explicaciones, amén de que era un clamor entre la gente del

condado el trato que recibía de su padre. Y cuando, en alguna

ocasión, las autoridades quisieron embargar las tierras de Anselm

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por no pagar los impuestos, una mano anónima siempre saldaba las

deudas de la familia.

El día que Anselm murió arrastrado por su caballo, después

de profanar las tumbas de su mujer y antepasados, el hijo que más

se le parecía reclamó la herencia con tozudez, mientras Virginius

esperó sin inmutarse los dictámenes y plazos de la justicia.

Los hermanos se repartieron las tierras y el más reservado

de los dos, ofreció un tercio de las suyas al pariente que le había

acogido en su hogar como muestra de gratitud. Esto molestó

sobremanera a Anse, quien, en un arrebato de furia, prendió fuego

a las tierras que habían sido de su madre y que ahora estaban en

poder de alguien a quien él consideraba un advenedizo. El fuego

siguió su curso al arbitrio del aire y Virginius colaboró con los

vecinos del pueblo para apagarlo. Pero he ahí que el destino quiso

que el viento cambiase y el incendio se volviera contra las tierras

de Anse.

Tal vez nunca comprendamos por qué Virginius ayudó a su

hermano, que se quedó sin cosecha, sin animales y sin casa; y

menos aún por qué lo acogió en la suya y permitió que aquél

viviese como había vivido siempre su padre y soportara con

estoicismo sus esporádicos ataques de ira.

Un día, sin saber por qué, Virginius desapareció de la

hacienda y no se le volvió a ver. Si seguía allí o fue a algún sitio,

no lo sabemos, porque él nunca comentaba sus cosas con nadie; y

algunos vecinos sospechaban que su hermano estaba detrás de todo

aquello.

Desde entonces, una gran humareda sale de la chimenea de

la casa todas las tardes, y si alguien tiene la osadía de advertirle a

Anse que tenga cuidado con el fuego, él siempre contesta con

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malos modos que son las hogueras que su hermano Virginius

prende para calentarse.

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5 Sobre la diversidad

lingüística

Chiara

Francesca Pepe

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Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas

palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente

hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron

allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y

cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de

piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron:

«Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue

hasta el cielo. Hagámosnos así famosos y no estemos más

dispersos sobre la faz de la Tierra». Mas Yahveh descendió

para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban

levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo

pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el

principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a

cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y

allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se

entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó

de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la

construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque

allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la

Tierra y los dispersó por toda la superficie.

Génesis 11, 1-92

Sobre la diversidad lingüística

Chiara Francesca Pepe

Licenciada en lenguas extranjeras

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2

Antes de empezar a dedicarme al estudio de idiomas y

filologías, siempre me había llamado la atención la diversidad

lingüística. Me acuerdo de que, cuando era pequeña y mis

maestros me hablaban del hombre prehistórico, la pregunta más

frecuente en mi cabeza era cómo podían comunicarse entre ellos.

¿Cómo nació el idioma? ¿Quién inventó las palabras? ¿Quién

empezó a hablar? ¿Quién decidió que las cosas debían tener el

nombre que conocemos nosotros?

El lenguaje es, indudablemente, lo que distingue al hombre

del resto de los animales y, sobre todo, lo que le permite

expersarse y dar un nombre a todas las cosas que piensa y dice. Es

algo innato y resulta difícil comunicar sin utilizarlo. Ahora bien, lo

que está claro es que no todo el mundo comunica a través del

mismo idioma.

En el libro del Génesis está escrito que, en un principio,

todos los hombres hablaban la misma lengua. Se entendían

perfectamente, no había ningún problema de comunicación. Fue

la soberbia del hombre la que les hizo merecer el castigo divino: el

caos lingüístico. Dios decidió interrumpir este idílico estado de

comprensión y, por eso, hizo que los hombres hablaran de

diferente manera, que ya no pudieran entenderse con las mismas

palabras. Pero, ¿es quizás la diversidad lingüística un castigo?

Nunca se ha hablado tanto como en estos últimos años de

diversidad cultural y parte de esa diversidad también está formada

por las propias lenguas. Una lengua es la expresión de la cultura de

cada población que la habla, contiene parte de su memoria

histórica y es el reflejo de cómo el hombre ha ido civilizándose.

Pero al mismo tiempo, todas las lenguas, aunque sean distintos sus

sonidos, sus grafemas, su estructura, quieren decir lo mismo. El

hombre imagina, piensa, sueña, y lo hace a través de una lengua.

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3

Pieter Brueghel el Viejo,

La torre de Babel , 1563

Todos los seres humanos somos iguales, pero nos comunicamos

entre nosotros de manera diferente.

La primera vez que leí las letras de una canción en inglés y

fui capaz de entenderlas, fue para mí un logro. Sentí que, aunque

la forma de expresarse era diferente, el mensaje de esa canción era

universal. Hablaba de amor, con otras palabras de otra lengua,

palabras que querían decir lo mismo. Empezó a fascinarme la

posibilidad de hablar en otro idioma, poquito a poco la curiosidad

de conocer nuevas palabras y nuevas forma de expresarme me

conquistó, hasta que un día, despertándome de un sueño, pensé:

«¡Acabo de soñar en español!».

No quiero reflexionar sobre la importancia de hablar

idiomas hoy en día, en la era de la globalización. Este sería otro

tema. Lo que yo quiero decir es todo lo contrario, quiero defender

lo bueno que tiene la diversidad. Y conocer idiomas es lo que

puede abrir la mente a nuevas culturas, es como tener una pequeña

parte del mundo en el bolsillo. Cambian las palabras, cambian los

acentos, hasta los gestos y las expresiones de la cara, pero no

cambia lo que se quiere decir. Convierte el cerebro en un

diccionario que almacena palabras y expresiones, acostumbra el

oído a otro acento, te da la maravillosa posibilidad de llamar una

misma cosa con diferentes nombres.

He empezado el artículo hablando de la torre de Babel, de

la diversidad lingüística que llegó por mano de Dios como un

castigo al desafío de los hombres. Pues no, para mí los miles de

idiomas que se hablan en la faz de la Tierra no son un castigo. En

cada parte del mundo aparecieron diferentes idiomas de muy

diversa conformación que dieron a su vez origen a otras lenguas,

las cuales, asimismo, fueron transformándose según el espacio, el

tiempo y las circunstancias de las personas que las hablaban. Cada

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4

lengua representa así una realidad propia de quien la habla, es la

posibilidad de acercarse a otra cultura, a otra manera del ver el

mundo. La variedad lingüística que existe como consecuencia del

«castigo divino» constituye una riqueza invaluable. Representa la

ilimitada posibilidad de ver y aprehender, de muy diferentes

formas, el mismo universo y nos hace sentir parte de la

pluriculturalidad del mundo en que vivimos.

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5

6 Hablando de Stendhal Cristian

Holgado Ávila

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6

El arte siempre es la mímesis de todo lo que vemos e

imaginamos. Como ya decían los grandes filósofos griegos: todo lo

que nos rodea es digno de ser conocido, y por tanto, todo lo que

es reflejo o paralelo a la propia percepción debe ser considerado

como algo trascendente, que aspira a ser conocido en nuestro caso,

como una obra de arte ya realizada y totalmente justificada

mediante las emociones que percibimos y que florecen. Desde este

primer momento, la percepción teórica del arte se ha

confeccionado para ser proyectada hacia todos los espacios que

albergan manifestaciones artísticas y especialmente en aquellas

obras que tienen un cariz especial.

FLORENCIA

Fue para Stendhal, como para nosotros, una de esas

ciudades que hay que visitar una vez en la vida. Construida para

los sentidos, terapia y analgésico para el dolor, suscitó uno de los

paradigmas y contraindicaciones que el arte suele dar y que le dio

en su momento a este viajero: el síndrome de Stendhal.

Él tomaba apuntes y dibujos de todo lo que veía, no

descansaba en perder detalle, todo era recopilado en sus apuntes.

Un día, hacia 1817, mientas se encontraba en la iglesia de la Santa

Croce y después de haber estado tantísimo tiempo contemplando

esa basílica tan extensa, comenzó a tener ciertas sensaciones que

Hablando de Stendhal

Cristian Holgado Ávila

Historiador del Arte

«In Freud troviamo

talvolta una concezione

tragica della Kultur: essa

viene intesa non soltanto

come strumento di

incivilimento, ma anche

come mezzo di una

insanabile scissione della

personalità, determinando

repressione e rimozione di

cospicue parti di essa».

(Graziella Magherini)

«En Freud

encontramos, a veces, una

concepción trágica de la

cultura: ésta se entiende

no sólo como instrumento

de incivilización, sino

también como medio de

una inevitable ruptura de

la personalidad,

determinando represión y

eliminación de gran parte

de ella»

Traducción del autor

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7

describió de la siguiente manera en su libro, Nápoles y Florencia:

Un viaje de Milán a Reggio (1817):

Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran

las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los

sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el

corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a

caerme.

La enfermedad fue olvidada en un principio, pero a finales

de siglo XX, de la mano de la doctora psicoanalista Graziella

Magherini, se vuelve a retomar. Comenzó a estudiar en el hospital

de la salud de Santa Maria Nuova de Florencia cómo los turistas

llegaban al servicio de emergencia con ciertos episodios de

desorientación emocional. La doctora observó que los síntomas

que padecían los turistas están en relación con el arte y la emoción,

hasta el punto de hacer caer enfermos a los visitantes.

Esta incómoda situación, que aturdió a Stendhal en sus

viajes, es la que me ha servido a mí para reflexionar sobre otras

percepciones que he tenido desde siempre cuando visitó algún

lugar. Una vez descritos los síntomas que tienen las personas ante

tal síndrome, es hora de comenzar a poner en valor las

apreciaciones que tengo yo al respecto: ¿Qué es lo que provoca la

saturación de imágenes en nosotros cuando frecuentamos estos

entornos? ¿Por qué a veces se reprimen las emociones ante el arte?

Y sigo diciendo como idea primordial, ¿cómo es que a mí me da,

a veces, la sensación de gustarme más ver una obra de arte en foto,

que una obra de arte en su estado natural, en su emplazamiento

original?

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8

EJEMPLO PARA LA REFLEXIÓN

Quiero poner en evidencia tal teoría visual-emocional

mediante la exposición de lo que le sucedió a este viajero, para

llegar a través de ella a nuevas percepciones que se han generado

en mí, tras mis reflexiones sobre el arte; el abuso de soportes y

despliegue de las nuevas tecnologías aplicadas al arte hace que, a

veces, seamos reacios a ciertas obras, llegando a transmitirnos un

estado de intranquilidad.

El arte es, desde este momento, considerado como objeto

de persuasión por el mero hecho de estar reflejado y lanzado a

nuestro entorno. Es asimilado dentro de nuestro imaginario

colectivo y utiliza los canales de difusión directa (fotografía, vídeo,

revista, televisión, etc.) por ser los soportes físicos más baratos y

accesibles para poder deleitarnos con la visualización de arte sin

necesidad de ver la obra en su estado natural.

Recuerdo la definición de arte que hemos ido dando desde

un principio: una creación manifestada en todos sus ámbitos y

aspectos (arte como espacio aparente), que llega hacia los sentidos

como formas «celestes» en lugares tan asfixiantes que acumulan

gran cantidad de creaciones y sus consiguientes multiplicaciones,

que hacen que toda la humanidad se implique en el conocimiento

del mismo (de manera impuesta e impulsiva).

Y sigo: las ciudades, continentes de museos parlantes,

fuentes principales para el consumo de arte y de todo en general,

se encargan de potenciar esas anécdotas y males psicológicos,

conformando un virus un tanto extraño. Para Stendhal, lo angosto,

lo soberbio, lo majestuoso, la confección de una ciudad con gran

ornato, es sinónimo de arte. El estado emocional que generan estas

ciudades-museos se convierte en una exaltación del ser humano y

no pierde ni una pizca de verdad cuando se habla de enajenación

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Andy Warhol, Thirty

better than one, 1963.

emocional. Por el contrario, para nosotros de alguna manera,

siendo lo que quiero defender, la observancia del arte lo único que

genera es un cierto rechazo del mismo, llegando a obtener

sensaciones más placenteras al ver las imágenes en soportes virtuales

que si vemos la obra en su estado verdadero. Esta nueva manera de

estudiar el arte que hemos adquirido, nos llevará, por consiguiente,

al trastorno y a la desilusión.

CAMBIO DE ESCENARIO. EJEMPLO ESCLARECEDOR

La Mona Lisa: hace que nuestras ideas más reprimidas

resurjan, el goce estético es magnífico. Muy de moda en nuestro

país, nos hace aún más considerar a esta obra como nuestra. Todas

estas palabras definen muy bien cómo se debe considerar la obra

desde que padecemos este síndrome. La experiencia sensual recae

en esta magistral tabla, pero lo que yo quiero plasmar no son esas

percepciones que he adquirido como regladas, sino reflexionar

sobre la ilimitada expansión de la obra, entendiendo el fenómeno

como otro concepto nuevo que hemos adquirido del arte y que

consiste en la aniquilación de la cultura.

Desde que me ocupé de la lectura de Da Vinci y de su

obra, mis ideas fueron bien definidas desde el primer momento:

¡esta obra me ha desilusionado!

Cualquier persona que empieza a estudiar arte, reconoce a

esta imagen como una de las primeras obras que se suelen

contemplar en los libros y en el ordenador. Yo me imaginaba una

obra grandiosa como el propio autor se dio a conocer, cuyos

parámetros de ser reproducida acaba con la tinta de cualquier

imprenta. Lo que más me enojó de la pintura fue sus dimensiones,

(77× 53 cm). Tal vez no me esperaba que esta obra fuera tan

pequeñita, claro que desconocía todo el contexto de la temática

tratada al respecto.

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Más adelante, una vez que me he formado como

consumidor de arte, me llegan las mismas insatisfacciones por los

amigos. Son personas iniciadas al arte por añadido, pero con tal

criterio válido como el que tenemos los amateurs. Sus

descripciones son las de: está encerrada en esos angostos cordones

de seguridad con cristal incluido, no se puede ver nada, los

japoneses y sus cámaras ocupan todo el espacio con esos objetivos

monstruosos que abultan más que la propia obra.

Y sigo: esta obra, la del ejemplo, es difícil técnica y

simbólicamente, entraña muchos matices que todos sabemos. Ha

sido estudiada, reproducida, vista y lo seguirá siendo, pero creo

que esta necesidad que ha manifestado la humanidad de explotar

todos sus recursos intelecto-comerciales ha llegado a latitudes tan

agitadas de seducción, que ha olvidado que el arte es sólo un

sistema de expresión en el cual el factor más determinante,

probablemente sea el de los estímulos y los sentimientos.

La sociedad ha alcanzado un grado de vulgaridad ante el

consumo cultural imposible de ser soportado, donde se exige el

conocimiento de cuanto más mejor como significado de

seducción. Desde ahora no existen estímulos, los sentimientos que

tuvo Stendhal no interesan nada o muy poco, para el consumo lo

único que interesa es lo desenfrenado, lo agitado cuyos síntomas

no son el desequilibrio físico y el agotamiento, sino la aparición de

un nuevo concepto de arte: la ansiedad por la imagen, ¡qué decir

del culto al cuerpo!

El arte nuevo, el arte de lo digital, lo fotográfico, por no

mencionar videoarte, instalaciones, etc., asisten a una nueva

realidad y lo que es peor aún, están cambiando nuestra

personalidad, la forma de percibir todo lo que nos rodea. El ser

está evolucionando y se sitúa ante una metamorfosis en concepto

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de sensibilidad. La forma de expresarse interfiere en nuestras

emociones pero, a su vez, ve superar la realidad creando nuevas

formulas de manifestarse bajo el distintivo de lo saturado. La

ansiedad aparece de nuevo como le pasó a Stendhal, pero no de

una manera placentera y ociosa, sino con una realidad diferente.

En vez de experimentar el placer estético de la obra de arte, siendo

algo banal, lo que hace es rechazar su propio hábitat. Lo que nos

rodea está ahí, sin dar una motivación aparente, por lo que el

sentido de la existencia del arte recoge otro matiz: el arte,

sometido a una reiteración sin retorno, mediante los aparatos

tecnológicos, ha desarrollado unas posibilidades de trabajo

sofisticado. La calidad de las imágenes en soportes tecnológicos ha

superado a la propia obra en su espacio natural, reemplazando su

ubicación originaria (paso del soporte modelado al soporte velado)

y dejando de importar los aspectos materiales y técnicos de los que

está compuesto la obra originariamente (que es lo que

verdaderamente nos debería interesar a cualquier persona que se

acerca al arte).

Por tanto, la sociedad de la información y la globalización

nos ha llevado a transgredir la realidad. Se ha tornado a una

tendencia cultural donde el concepto de diversidad se ha

convertido en su peor arma. Aplicado al arte, lo que ha originado

es un desarraigo con el ser cada vez mayor, las formas de emitir su

sentido y de difundir la cultura, se han adherido a nuevas líneas de

interpretación que son las he querido interpretar en esta reflexión:

la insatisfacción ante el arte y la pérdida de una cultura real.

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2

7 Música como

revitalización urbana

Mikel Abad

Méndez

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Ya en el anterior artículo hablamos de la existencia o no

del arte. Resolvimos el acertijo con la fórmula «el arte somos

nosotros». Bajo esta premisa, ponemos de manifiesto una nueva

reflexión sobre, a mi parecer, la principal manifestación artística del

ser humano: la música.

La música es la creación absoluta del hombre, el

arte somos nosotros y lo expresamos mediante la música. No

podríamos expresarlo mediante una obra pictórica o escultórica,

pues se queda anclada en el pasado y nosotros estamos en constante

cambio. Nuestro cerebro es la maquina más perfecta de la

naturaleza, pero no puede controlar nuestra alma, nuestros estados

de ánimos que cambian cada minuto. Un cuadro podrá ser el

reflejo de uno mismo en el mismo momento de su elaboración,

pero quedará en el baúl del tiempo a las pocas horas. Cuando

escuchamos una canción (lógicamente siempre hablando del

directo) estamos viendo in situ al hombre manifestar el arte que

guarda en su interior, vemos el arte manifestar el arte. Esa

espontaneidad que nos da la música es su principal baza para

considerarla como el reflejo inmediato del arte. Cada actuación

musical es diferente, es una expresión única en cada situación. Es la

única expresión del hombre en acción. De nada vale ver una obra

hecha hace miles de años o una réplica de la misma; sólo altera

Música como revitalización urbana

Mikel Abad Méndez

Historiador del arte

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nuestros sentidos, pero no llegará nunca a despertar el arte de uno

mismo. Cada uno de nosotros somos arte y actuamos como una

caja fuerte: cuando introducen en nosotros el código adecuado, la

caja se abre y ahí se manifiesta lo que verdaderamente llevamos

dentro. Este código está formado por notas y melodías y, cuando

da con la clave, despierta en nosotros el arte en sí mismo.

Avanzando en nuestro planteamiento, debemos de

saber que somos animales de sociedad y que todo el entorno que

nos rodea nos influye absolutamente en todo. Al igual que las

antiguas exposiciones que atraían a la élite parisina, la música en

directo atrae a las masas. Nos encontramos ahora con la

representación más sublime del arte enmarcada en una sociedad de

masas. La ciudad se convierte en un panal de enormes dimensiones

en cuyo centro se forma una grandiosa gota de miel. Desde todos

los puntos de la ciudad la gente se aproxima al punto central. El

directo actua como epicentro de un terremoto artístico donde las

ondas P y F revitalizan cada punto de la ciudad. La gente de otras

ciudades y de los alrededores acude al epicentro, incluso días

previos al súmmum. Buscan la revitalización de sus almas, sentir el

puro arte en sus cuerpos. La ciudad sede del evento está preparada,

sus servicios pasan a ser parte de todos. A la hora punta decenas de

miles de personas se arremolinan alrededor del escenario como una

jauría de lobos hambrientos que acuden por instinto a por su presa.

Comienza el directo. La primera nota emitida por los

gigantescos altavoces crean un orgasmo en el público, un orgasmo

infinito, pues no acabará hasta el día siguiente. Suenan los primeros

temas, las personas pierden su ser, su rol y se enfrascan en un

camino de placer. El arte expresa arte y es capaz de cambiar a las

personas. Éstas sienten cosas que jamás habían sentido, lloran, ríen,

sienten escalofríos, saltan, gritan, es un cóctel de emociones que ni

ellos mismos pueden controlar, sensaciones que de ninguna

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Live de Linkin Park en

Red Square, Moscú 2011

manera serán capaces de igualar. La ciudad es un enorme altavoz

que contagia a todo lo que le rodea.

Tras esta reflexión personal de lo que

verdaderamente expresa la música, debemos hablar de la ubicación

de dichos directos. El escenario no es menos importante de lo que

es un lienzo para un cuadro. Es fundamental para que todo el

espectáculo quede acorde a lo que se quiere expresar. Grupos

como Linkin Park colocan sus escenarios en puntos de la ciudad

donde no sólo se posee una máxima accesibilidad sino que entran

en contacto con las obras o monumentos identificativos de la

misma. Si lo que más identifica a la ciudad es la puerta de Alcalá en

Madrid, la puerta de Brandemburgo en Berlín o el Kremlin en

Moscú, entre otros, el escenario se coloca eclipsando dichas obras,

es un llamamiento a la sociedad: «obviad estas obras, ahora sentiréis

el arte de verdad».

Todos sabemos que la música es considerada arte,

pero con una diferencia abismal con otras artes. El músico es

artista, pero no de la misma cualidad que la de un gran pintor o

escultor. Un grupo musical no es considerado como grupo de

artistas sino como un grupo que entretiene a las masas con sus

melodías. Además, poseen seguidores, los fans, que son a los que

más les llegan las sensaciones antes descritas. Obviamente no son

los fans los únicos que acuden a estos directos; bajo mi punto de

vista, si no te gusta la música, de cualquier tipo, no tienes alma.

Todos tenemos una canción que se identifica con nosotros o que

nos produce dichas sensaciones. Aunque sea el típico himno de

nuestro equipo preferido. Es un arte que afecta a absolutamente

todas las personas, es lo que diferencia a la música de las demás

artes y la hace tan grandiosa. Una exposición de arte abstracto pasa

desapercibida para un número mayoritario de los habitantes de la

ciudad. Solo una minoría acude a estas exposiciones movidas por

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Del verbo me llaman

vástago, basta con alzar el

micro al cielo y caen

relámpagos en tímpanos,

míralos

somos furia sobre un

boom-clap.

Hijos de la catastrofe,

apostoles de la verdad.

Nach, Un dia en Suburbia,

2008

el interés cultural o por la simple curiosidad intelectual. Algunos

incluso acuden únicamente por el bufet. Llamamos a estas personas

cultas, la elite cultural de nuestra ciudad; sin embargo llamamos

«perroflauta« a los que acuden a los conciertos. Es la sociedad del

momento, donde se vende la imagen y las apariencias son las que

mandan. La sociedad actual que etiqueta a las personas como más

le place, sin distinción, usando arquetipos anclados en el pasado.

Sólo porque unos pocos se quedan pasmados vestidos de gala

mirando una pared decorada y otros saltan al son de la música con

ropa vulgar, hacemos distinciones de elite cultural y gente

«común». Aquí es donde llega la revitalización de la ciudad con la

música, la cual hace salir de sus casas no solo a esos «cultos», sino

que hace aparecer de dentro de todos nosotros ese sentimiento

obligatorio de equilibrio social y de entendimiento con los demás.

La elite culta de la sociedad… la simple expresión

me hace reflexionar. Más bien habría que llamarlos incultos que se

creen cultos por contemplar un cuadro con la mano en la barbilla

y la otra sujetando el folleto de la exposición, mientras describen lo

que ven con el rabillo del ojo mirando hacia la firma del cuadro

para ver el nombre del artista que es lo único que les importa. Y lo

mejor de todo es que creen que no nos damos cuenta, pobre

diablo que se cree dios entre los dioses y tan sólo es otro potro en

el establo dando coces (Nach, Un día en Suburbia, 2008).

La música revitaliza el comportamiento social,

unifica y elimina las etiquetas con las que cargamos en esta

sociedad. Nos ayuda a valorar a los demás, a entender a todos. Si

no llegamos a entender las manifestaciones musicales, no podremos

comprender nuestra propia alma.

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8 Una asociación y una

revista juveniles

Javier Sánchez

Clemente

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8

«Campus Artis» y Funambulista podrían quedarse en esas

voluntades por la voluntad con que el filósofo Ortega y Gasset

caracterizó lo español. Las andanzas de don Quijote, las

interminables aventuras amorosas de don Juan, el poderío imperial

petrificado en el Escorial… todos ellos eran para él voluntades y

esfuerzos que se consumían en sí mismos y parecían no ir dirigidos

a ningún objetivo. Me pregunto si no lo serán también nuestra

Asociación y nuestra revista. Ambos son, en efecto, esfuerzos, pero

¿hacia dónde van dirigidos? ¿No será tal vez «Campus Artis» una

bandada de esa variedad de Quijotes y don Juanes que ha

caracterizado la fauna espiritual hispana y Funambulista la última

rama donde posaron su vuelo?

En el origen de «Campus Artis» está la invisibilidad de la

juventud. Este problema lo percibí con claridad en noviembre de

2010 en una exposición con obras seleccionadas del certamen de

artes plásticas que convoca la Diputación de Cáceres anualmente.

Muchos de los artistas expuestos me eran conocidos por un

catálogo sobre creación joven en Extremadura editado, entonces

recientemente, por la Junta de Extremadura. Lo que me sorprendía

de estos jóvenes era su edad, pues todos ellos tenían más de treinta

años en ese momento. La mayor parte de ellos se había labrado ya

un estilo reconocible, había disfrutado de diferentes becas, algunas

Una asociación y una revista

juveniles

Javier Sánchez Clemente

Historiador del arte

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tan fabulosas como la de pasar un año en Roma pintando, y ya

había firmado contratos con galerías. Todos habían encaminado

una carrera artística más o menos sólida construida en parte sobre

un cimiento institucional. No discuto la necesidad de estas políticas

artísticas, pero lo que me sorprendía era el tratamiento de

«jóvenes» que se les daba en aquel catálogo. Para mí, los artistas

jóvenes son los que todavía están en sus veinte, han cursado la

Licenciatura, ahora ya Grado, en Bellas Artes en alguna

universidad fuera de la región, o incluso alguna maestría, con el

consiguiente esfuerzo y sacrificio para sus familias, y regresan a casa

con 22 ó 23 primaveras sin ningún tipo de autonomía económica.

Intuía la existencia de estos artistas verdaderamente jóvenes pero

no podía pronunciarme al respecto porque carecían de visibilidad.

Quizá se beneficien también de alguna que otra beca y vayan

picoteando de aquí y de allá, sobreviviendo durante una década

hasta que, si su vocación supera los mil problemas de la vida,

puedan exponer, por fin, en el certamen de artes plásticas del

Brocense o algo así, para que personas como yo las conozcan, y

otras que no son como yo compren su obra. Ésos eran más jóvenes

que los recogidos en los catálogos de arte joven en Extremadura y,

sobre todo, menos visibles.

Menos visibles aún son los artistas aficionados, amateurs en

el sentido de que aman el arte. Me refiero a los que cursan el

bachillerato artístico, obtienen algún diploma en una escuela de

Bellas Artes, disfrutan del placer de pintar en la Universidad

Popular, reciben clases particulares en academias, escuelas y

estudios privados o, simplemente, pintan y dibujan en la soledad

de su tiempo libre, entre los cuales me incluyo. Estos amantes del

arte lo tienen más difícil que los anteriores porque sólo podrán

desarrollar su actividad creativa como un lujo al margen de las

obligaciones o responsabilidades de la edad adulta.

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Pensar para estos artistas con estudios universitarios o sin

ellos que sale adelante quien vale es equivocado. Quien tiene no

sólo talento, sino también voluntad y dedicación, todavía tendrá

que obtener el reconocimiento de la sociedad. Es necesario para

ello, primero, que exista un público y, segundo, que existan los

canales adecuados como para que ese talento por descubrir llegue

hasta él. ¿Cómo se puede esperar conseguir que los jóvenes

talentos salgan adelante, por mucho que valgan, tengan ganas y se

lo trabajen, si faltan la estructura y las oportunidades que permitan

su reconocimiento? En las I Jornadas de arte español

contemporáneo que nos brindó el Centro de Artes Visuales Helga

de Alvear fue éste, precisamente, uno de los temas más recurrentes.

En ese sentido, Rosa Olivares contó una anécdota muy elocuente.

Un comisario extranjero buscaba a artistas españoles para montar

una importante exposición y se interesó por uno a cuyo galerista

envió una carta. Éste no prestó atención a la demanda del

comisario y nunca respondió. Ese artista talentoso, cuya calidad y

técnica eran —según Rosa— muy similares a las del hoy sí

encumbrado Miquel Barceló, abandonó después la carrera artística,

cuando participar en aquella exposición habría sido un espaldarazo

para ella. Actualmente se dedica a actividades sin relación con el

mundo artístico. La tragedia de este artista frustrado es la de quien

podría haber dado mucho a la sociedad en el terreno creativo de

haber encontrado un cierto interés, confianza, facilidades y

estructura que le hubieran permitido desarrollar todas sus

potencialidades. Como él, son incontables las promesas que jamás

podrán cumplirse únicamente por la ausencia de un hábitat

propicio, en general en España y más particularmente en

Extremadura. No basta, por tanto, con valer.

La vida exigía tomar la iniciativa. Tras estas y otras muchas

experiencias, concluí que una solución posible podría pasar por la

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unión de artistas jóvenes en una Asociación. Lo mismo me parecía

cierto para los escritores. Había que hacer algo para ambos,

escritores y artistas. Tampoco se puede pedir más al Estado, aparte

de continuar favoreciendo a los supuestos artistas «jóvenes» de

Extremadura. Es cierto que, en otras regiones, la juventud parece

tener mil oportunidades más y que esto se debe, en parte, a

determinadas políticas en materias artísticas, pero no podemos

quejarnos. El Estado nos ha dado siempre mucho, frecuentemente

más de lo que nos merecíamos. De ningún modo hay que pararse a

esperar a que nadie, tampoco el Estado, haga algo por ti. El Estado

puede favorecer, potenciar, financiar, ayudar, pero no puede

sustituir la indispensable iniciativa individual. La primera iniciativa,

mía y de mis amigos, fue fundar una Asociación para acoger estas

iniciativas y que, al juntar voluntades, éstas tengan alguna

posibilidad de hacerse realidad.

La primera en hacerse realidad ha sido la revista

Funambulista. ¿Quién no tiene sus revistas preferidas? Aunque a

mí me gustan la Revista de Occidente y October, fue una revista

alemana la que me llevó hasta Funambulista, en concreto una

editada y vendida mensualmente en Múnich: BISS —acrónimo de

Bürger in sozialen Schwierigkeiten—. Adquirí un par de números

de esta revista durante una estancia el verano pasado en la capital

bávara. Me agradaba de ella su alemán sencillito, el contenido

marcadamente social y local de sus artículos, su edición y lo

solidario de su precio, pues la mitad de su precio de 1,80 euros se

lo quedaba el parado que te la vendía. Gracias a mi amiga Anne he

podido saber que otras ciudades alemanas conocen el mismo tipo

de publicaciones. ¿Cómo es posible que el principal fabricante de

parados del mundo no las edite? No me parecía difícil hacer una

revista parecida en cuanto a contenidos y edición, pero centrada en

la creación joven. Otra amiga mía, Ana —seguramente

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colaboradora en próximos números—, me sugirió probar a

publicarla en línea. Tras diversas reuniones y sesiones de trabajo, el

primer número apareció en mayo de 2012. Ahora lo hace el

segundo, y algún día esperamos que se imprima, venda y cumpla

una labor social.

Las motivaciones de la revista fueron diversas. En primer

lugar, puede beneficiar a mucha más gente que los instrumentos

habituales con que el Estado actúa sobre la creación joven:

certámenes, becas y catálogos. El número de beneficiarios directos

que acceden a este tipo de ayudas es necesariamente muy escaso, y,

lo que es peor, depende de juicios de valor restrictivos y criterios a

veces discutibles. Una revista, por el contrario, puede acoger la

creación de muchos más artistas y escritores. En segundo lugar,

está abierta a casi todas las vertientes creativas: literatura, artes

plásticas, artes gráficas, etc., que se suman para dar una obra

colectiva. En tercer lugar, ayuda a combatir ese gran problema de

la invisibilidad que nos movió a fundar la Asociación.

En el primer número se puso mucho énfasis en el

humanismo, entendido éste como lo que hace al ser humano

persona, individuo, como la autonomía, autodeterminación,

libertad de pensamiento y conciencia individual. Es la manera de

hacer frente a la raíz del problema de la invisibilidad: no la apatía,

es decir, a-pathīa, falta de pasión, de sentimiento, sino la falta de

confianza en uno mismo, el miedo ante la sociedad, la

inexperiencia, el no saber. Para ello, es necesario definirse,

encontrarse a uno mismo, comprender la realidad. De ahí el

interés por el ensayo, aquel género literario con ejemplos

exquisitos en otras lenguas, algo inferiores en español, y orientado

a la comprensión. Muchos de nosotros, historiadores del arte,

debatimos sobre qué es el arte en nuestros días. Hoy he querido

tratar de comprender lo que hacemos, Asociación y revista, para

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evitar el desengaño que conlleva aquella caracterización que nos

legó Ortega y Gasset de lo español.

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