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LA VEJEZ EN EL ARTE DE MESOAMÉRICA BEATRIZ DE LA FUENTE

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FUENTES La Vejez en El Arte de Mesoamerica

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LA VEJEZEN EL ARTE DEMESOAMÉRICA

BEATRIZ DE LA FUENTE

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EL CICLO DE LA VIDA

1. Los hombres ancianos plasmados en algunas figurillas mayas muestran facciones que permiten reconocerlos como imágenes de dioses del inframundo.

Representación de un dios anciano que sale de un caracol. Periodo Clásico Tardío.FOTO: MICHEL ZABÉ / RAÍCES

Con su sabiduría, los abuelos y antepasados –los viejos– permearon elmodo de vida de sus descendientes en Mesoamérica. En este artículo sehabla de algunas de las más expresivas representaciones plásticas de los

ancianos y ancestros en diferentes ámbitos de las culturas antiguas.

LA VEJEZ EN EL ARTEDE MESOAMÉRICA

BEATRIZ DE LA FUENTE

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3. Desde el Preclásico hasta el Posclásico, lasrepresentaciones de Huehuetéotl se mantuvieron con escasos cambios, según las distintas épocas y estilos

artísticos en diversas partes de Mesoamérica. El rostromuestra arrugas y carece de dientes. Presenta espalda

encorvada y generalmente carga un brasero, cuyos diseños se relacionan con el fuego y los cuatro rumbos

del universo a la vez que identifican a la deidad. Huehuetéotl de Teotihuacan, estado de México. Periodo Clásico.

FOTO: MARCO ANTONIO PACHECO / RAÍCES

2. Huehuetéotl –el dios viejo– es una de las deidades más antiguas de Mesoamérica de las que se hicieron representaciones.

Huehuetéotl de Cuicuilco, D.F. Periodo Preclásico.FOTO: MARCO ANTONIO PACHECO / RAÍCES

La muerte define al antepasado, antaño, ayery ahora... la muerte nutre en permanencia elcortejo de las almas, fuente inagotable del ríode lo ancestral.

Alain Breton, “Una infinita necesidad de antepasados”

Escucha... esto es lo que me han contado mis abue-los, los sabios, los ancianos. Oye... éstas son las pa-labras de aquellos que habitan más allá del tiempo.

Su voz acompaña el principio y el fin. Sus actos trascien-den el acontecer cotidiano para confundirse con el mito.Sus pasos definen nuestra estancia y ser en el mundo.

¿Cuántas veces hemos pronunciado frases similares?¿Cuántos son los relatos y representaciones que evocan lapresencia de los viejos? Vastos acontecimientos protago-nizan los abuelos. En infinidad de historias son ellos quie-nes dan a conocer los hechos o bien son quienes los lle-van a cabo.

Sin duda, ya sea en la historia, en la plástica o en losrelatos míticos, estos sabios también ocuparon un lugarpreponderante en el pensamiento de los pueblos mesoa-mericanos. Al paso de los años, su imagen se conserva ypermanece en representaciones y relatos que se recreanen nuestros días, a través de diversas obras artísticas o dela tradición oral de los pueblos indígenas antiguos y con-temporáneos.

Según podemos advertir, los viejos conocen la verdady la transmiten. En ellos está el recuerdo, el acto y la po-sibilidad del futuro. Su decir es el hilo conductor de lastramas, sus palabras colorean, aconsejan y encauzan eldevenir de los mitos y de la historia.

En sus arrugas se pueden leer los pliegues de aconte-ceres dinámicos que devienen en gestos pausados y sere-nos. Las arrugas reúnen la experiencia de lo hecho, con elespejo del futuro. Son los rasgos que evocan y proyectan.

En ellos, los viejos, inicia y termina la historia para le-gitimarse y permanecer. En ellos fluye el tránsito de losantiguos a los nuevos abuelos. Su imagen se inserta den-tro del pensamiento mítico para dar cabida al principio yal fin de las generaciones.

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4. Este Huehuetéotles más humano y vital

que sus pares de otrosperiodos y lugares: el cuerpo

anciano muestra flácidosmúsculos en las mejillas y elpecho, y un vientre abultadodebido a la forzada posición,

abrumada por el granbrasero. Cerro de las Mesas,

Veracruz. Periodo Clásico.FOTO: MICHEL ZABÉ / RAÍCES

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5. En los muros de Tetitla, en Teotihuacan, hay otros ejemplos de ancianos. De acuerdo con el lenguaje formal teotihuacano, y pese a que se reconocen los rasgos de la vejez, las representaciones de estos

ancianos aluden a una realidad conceptual y no son descripciones naturalistas. Periodo Clásico.

Suelen ser los padres de todos los dioses o bien quie-nes conocen los ingredientes que han de dar paso a lacreación de los hombres. Tal es el caso de Ixmucane,la abuela, quien muele las mazorcas amarillasy las blancas para preparar las bebidas dedonde provienen los músculos y el vigor delhombre, como se lee en el Popol Vuh (1990,p. 104).

También los viejos son fundadores y tie-nen la cualidad de otorgar el poder.Anteceden y suceden en el tiem-po que se repite, se recuerda yse recrea a través de sus actosy narraciones. Guían ceremo-nias y rituales. Encabezan enocasiones la siembra de las cosechas, conciliando lasfuerzas del universo. Escu-chan, esperan y encauzan.Conocen el momento preci-so en que se debe actuar yaquel en que es mejor dar paso ala quietud.

Los viejos son los preservadoresde las historias, ellos las protago-nizan, las narran y las recrean. Sugeneración adquiere la responsa-bilidad de legitimar las dinas-tíasy vincularlas con el origen de las cosas y del mundo. Su ima-gen y sus palabras encierran losrecuerdos que nunca se olvidan.En ellos reposa el paso del tiem-po a veces atropellado y otras se-reno. En ellos se advierte el futu-ro pues nunca dejan de estar. Seoyen en su propio eco, se reco-nocen en sus cuerpos encorvados, se vislumbran en ros-tros serenos, surcados por el acto y la espera...

FIGURACIONES DE VIEJOS

Las representaciones de ancianos más tempranas corres-ponden a Cuicuilco y al Preclásico (800 a.C.). Es ejemplar

la conocida imagen de Huehuetéotl –el dios viejo–, unade las divinidades más antiguas de Mesoamérica (fig.2). El rostro ofrece inconfundibles señales de vejez:lo surcan arrugas y carece de dientes. De espalda en-

corvada, se sienta con las piernas cruzadas; en oca-siones se le ve enjuto. Por lo común carga un brase-

ro, cuyos diseños se relacionan con el fuego y los cuatrorumbos del universo e identifican a ladeidad. En estas obras antiguas hayuna sutil armonía entre el cuerpo hu-mano y el brasero, aunque el foco deatención visual y significativa recaigaen este último. El interior del brasero

penetra en las esculturas pero el diosno se abre, sino que se cierra sobre símismo, de manera tal que su fuerza que-da contenida, concentrada y latente. Laimagen esboza la fragilidad de Huehue-téotl, en parte debido al peso de los años,en parte al peso del gran brasero que so-

porta y, a la vez, habla de sabidu-ría y experiencia acumuladas yprestas para ayudar a los vivos.

Las representaciones se mantu-vieron desde el Preclásico hasta elPosclásico; hubo escasos cambios,según las distintas épocas y estilosartísticos en diversas partes de Me-soamérica, sobre todo en el Alti-plano Central. Se les encuentra enTeotihuacan (fig. 3), en el centrode Veracruz y entre los nahuas.

Debe destacarse la extraordina-ria escultura en barro de Huehuetéotl procedente de Ce-rro de las Mesas (fig. 4), que confirma la maestría alcan-

6. Los huastecos elaboraron esculturas de“ancianos sembradores” con fina arenisca.

En ellas el cuerpo humano es esquemático y suoriginalidad radica en que expresan el concepto de siembra, el cual augura la continuidad de los

cultivos y de la existencia natural. Anciano.Veracruz. Fines del periodo Clásico.

FOTO: MICHEL ZABÉ / RAÍCES

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8. En la Tumba 105 de Monte Albán, Oaxaca, los personajes ancianos se mueven entre los símbolos del Cielo y la Tierra, encaminándose por las rutas del inframundo para guiar los pasos de los vivos.

Se trata de viejos ambivalentes que oscilan entre lo profano y lo sagrado. Periodo Clásico.

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7. En las tumbas pintadas de Oaxaca (200-900 d.C.) se puso énfasis en mostrar la vejez disfrazada o imbuida de sacralidad, para establecer un puente entre la vida terrena y la sobrenatural. Tumba 5 de Suchilquitongo, Oaxaca. Periodo Clásico.

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zada por los ceramistas veracruzanos duranteel Clásico (600-900 d.C.). El cuerpo ancianomuestra una gran expresividad formal y sim-bólica: se remarcan los flácidos músculos de lasmejillas y el pecho, y el vientre se abulta debi-do a la forzada posición sedente, abrumada porel gran brasero. Esta elocuente obra dota denuevo sentido a la imagen del dios: sin demé-rito de su divinidad, es más humano y vital quesus pares de otros periodos y lugares.

Además de Huehuetéotl, en Teotihuacan hayotros ejemplos de ancianos en los muros de Te-titla (fig. 5). En trazos que sugieren el busto, seles ve de lado, prógnatas, barbados y con losbrazos cruzados bajo el mentón; emiten flori-das vírgulas de la palabra y parecen emergerde conchas bivalvas. Son ocho y miran haciaotro, que se encuentra en la pared del fondodel recinto, en posición frontal. Llevan en losbrazos una especie de lienzo y un objeto ama-rillo de formas irregulares; por abajo se ve unposible carapacho de tortuga. Podría pensarseque entonan cantos floridos a un anciano prin-cipal, el que mira de frente, quien responde demodo escueto. De acuerdo con el lenguaje for-mal teotihuacano, y pese a que reconocemosen ellos los rasgos de la vejez, las representa-ciones de estos ancianos aluden a una realidadconceptual y no son descripciones naturalistas.

También del actual estado de Veracruz, perode pueblo y periodo distintos –los huastecosde fines del Clásico (900 d.C.)–, se conocen es-culturas hechas con fina arenisca de “ancianossembradores”. Destacan por la falta de apegoa las formas naturales del cuerpo humano, elcual aparece esquematizado. La atención se cen-tra en la actitud general, los rasgos faciales ylas posturas (fig. 6). En las formas elegantes y resumidas o esquemáticas de estos viejos ac-tivos se manifiesta un espacio que desempeñaun papel fundamental, en tanto les atraviesa ysugiere particular energía vital interior que tras-ciende los límites de lo terrenal. Además no haylugar para el equívoco: se está frente a hom-bres en la última etapa de su vida, cuando lacara se llena de arrugas y la espalda se joroba,la boca pierde sus dientes y las piernas se do-blan. Los ancianos se apoyan pesadamente enun bastón que aferran entre las manos, comosi éste soportara la longeva vida y, al mismotiempo, fuera el conducto hacia el vientre de lamadre Tierra, lugar del origen y del fin de todolo viviente. Se ha dicho que la originalidad delos viejos huastecos radica en que expresan elconcepto de siembra, el cual augura la conti-nuidad de los cultivos y de la existencia natu-ral. De igual modo se ha visto en ellos la dua-

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a) Anciana. Jaina, Campeche.Periodo Clásico.FOTO: JORGE PÉREZ DE LARA / RAÍCES

c) Anciana. Jaina, Campeche.Periodo Clásico.

FOTO: JORGE PÉREZ DE LARA / RAÍCES

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b) Anciana. Yaxchilán, Chiapas. Periodo Clásico.

FOTO: JORGE PÉREZ DE LARA / RAÍCES

10. En algunas figurillas mayas (a,b,c), se retrata sin ambigüedad a hombresy mujeres cuya vida ha sido larga y colmada de experiencias,mediante rasgos faciales que revelan esa vejez productiva.

9. En algunas esculturas mayas se suelen representar ancianos

que brotan de flores reciénabiertas o de caracolas.Figurilla de un anciano.

Isla de Jaina, Campeche.Periodo Clásico.

FOTO: MICHEL ZABÉ / RAÍCES

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lidad y la llamada coincidentia oppositorum.Así, los ancianos sembradores, por medio delciclo de renovación universal, concilian los ex-tremos de esa existencia, unifican la caducidadde los seres vivos y trascienden a la eterna vi-talidad. La idea de trascendencia, aunque plas-mada en un lenguaje artístico diferente, comodiferentes fueron su tiempo y su espacio, seaprecia también en las afamadas tumbas pinta-das de Oaxaca (200-900 d.C.). Aquí hubo es-pecial cuidado en mostrar la vejez disfrazada oimbuida de sacralidad y establecer así un puen-te entre la vida terrena y la sobrenatural. Porello los mausoleos zapotecas son un sorpren-dente testimonio biofílico (de aprecio por lavida). Los más notorios corresponden a las tum-bas 104, 105 y 112 de Monte Albán, y la 5 deSuchilquitongo (fig. 7).

Líneas, colores, ritmo y composición revelanuna extraordinaria factura, como se aprecia enla Tumba 105 de Monte Albán (fig. 8).

Nueve parejas de hombres y mujeres ancia-nos se reconocen por sus arrugas faciales y bocadesdentada. Las mujeres se distinguen graciasal quechquémitl que visten y bajo el cual aso-man sus manos. Todos presentan el cuerpo defrente y el rostro de perfil; usan ricos atavíos,en las manos portan insignias de poder y lostocados les confieren individualidad. Aunqueestán estáticos, su actitud sugiere movimientoparsimonioso y solemne: aparece un persona-je tras otro y todos se mueven entre los símbo-los del Cielo y la Tierra, encaminándose por lasrutas del inframundo, sea que se alejen de laentrada a la tumba o que se acerquen a ella, y guíen así los pasos de los vivos (fig. 7). Se tra-ta asimismo de viejos ambivalentes que ocul-tan su condición (que puede ser sobrenaturalo terrenal), oscilando entre lo profano y lo sa-grado. No obstante, el conjunto manifiesta unfuerte contenido sobrenatural: la vida se pro-longa después de la muerte, perdura en los ico-nos pintados y en la conciencia de pertenecera una familia. Gracias a las representaciones deancianos, que son tronco y ramas de los lina-jes de los antiguos nobles zapotecas, se borranlas fronteras de la dicotomía vida-muerte.

El último grupo de imágenes de viejos a queme referiré también tiene un fuerte sentimientobiofílico, el cual se aprecia en especial en terra-cotas mayas como las delicadas figurillas de Jai-na. Sin duda alguna pueden considerarse entrelas más elocuentes por cuanto retratan sin am-bigüedades a hombres y mujeres cuya vida hasido larga y colmada de experiencias (figs. 10a,10b, 10c). Los rasgos faciales revelan esa vejezproductiva. Así se percibe en alguna mujer que

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11. En las representaciones mayas se observan dos características básicas: lahumanización de las mujeres y el endiosamiento de los hombres. Lápida de

“el fumador” o dios L. Templo de la Cruz, Palenque, Chiapas. Periodo Clásico.

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se lleva la mano a la boca, su arrugado rostro acusa son-riente serenidad y el torso desnudo muestra los senos flá-cidos. También se observan dos tipos básicos: por una par-te la aguda humanización otorgada a las mujeres y, por otray contrastante, el endiosamiento dado a los hombres. Losancianos suelen brotar de flores recién abiertas o de cara-colas (fig. 9). En sus facciones se expresa la vida más alláde los confines mortales, pues permite reconocerlos comoimágenes de dioses del inframundo. De ello son ejemplosla representación de uno de los pahuatunes (fig. 1); el lla-mado dios L –el viejo “fumador” de Palenque– (fig. 11); yla escena en un vaso del Museo de Princeton (fig. 12), en la que se ve a un viejo en su corte, acompañado por suconsorte, la joven diosa I, la cual aparece repetidas veces.

En otras palabras, las mujeres ancianas se acercan a lahumanidad más que los hombres; éstos se aproximan almundo sobreterrenal. Las actitudes femeninas son másbien pasivas, calmadas y sin zozobras. Los hombres, en cambio, actúan con energía, hacen y crean.

CONSIDERACIONES FINALES

He querido presentar aquí sólo un breve muestrario ar-tístico de una rica tradición cultural que aún espera di-versos acercamientos. Aunque en la mayoría de las obrasplásticas de Mesoamérica se muestran seres humanos enplena madurez, la vejez, al ser una etapa muy respetadade la vida, incluso venerada, se representó en diversasobras. Ya sea en terracota o en piedra tallada y con co-lor, por medio de variados lenguajes estéticos, con susmatices estilísticos, temporales y geográficos, las imáge-nes de ancianos nos comunican una larga serie de con-ceptos en torno al final de la vida sobre la Tierra, peroque sigue adelante en los ámbitos supernaturales puesnunca muere del todo.

________________________Beatriz de la Fuente. Doctora en historia. Investigadora emérita del Ins-tituto de Investigaciones Estéticas (UNAM) y del Sistema Nacional de In-vestigadores. Miembro de El Colegio Nacional.

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12. Escena en un vaso maya, conocido como “del inframundo”, en la que se ve a un viejo en su corte, acompañado por su consorte, la joven diosa I, la cual aparece repetidas veces. Procede de la región de Nakbé, Guatemala. Periodo Clásico Tardío.

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