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CONFIDENCIAS DE DON JUAN MANUEL DE ROSAS. PÁRRAFOS DE DE LA NOTA EN QUE EL AGENTE ORlENTAL DA CU TA Á SU GOBIERNO DE UNA CONFERENCIA CON EL NUEVO GOBERNADORl DE BUENOS AIRES DON JUAN M. ROSAS En nota de 9 de Diciembre (1829) comunica el Agente á su Gobierno que en el dia anterior habia tomado posesión del mando do la Provincia de Buenos Aires el Comandante General de Campaña Coronel don Juan Manuel Rosas; y agrega que en ese mismo dia tuvo con el Gober- nador una conferencia de que dá cuenta en los términos si- guientes: "En la mañana de este dia aun no había Ministros. El Agente pidió al Oficial Mayor, el señor Moreno, supiese si podía hablar al señor Gobernador; so le dijo que en aquel momento estalla gravemente ocupado, pero que lo recibiría dentro de un rato; pasado este y sabiendo que se hallaba en importante conferencia con los señores Guido y Garcia, manifestó el Ajente al señor Moreno que su objeto era salu- dar particularmente á S. E. y manifestarle que tenia comu- nicaciones de su Gobierno con relación á las especies que se habían propagado sobre reunión armada en aquel territorio por goles Argentinos; qué tales especies, igualmente omi- nosas para ambos Gobiernos, carecían de fundamento, etc. qué conociendo que aquellos momentos oran importunos, y deseando también acelerar este conocimiento á S. E., le encargaba so lo trasmitiese, y evitaba distraerle de sus alen-iones. Se retiró el Agente, y al anochecer recibió un 1/5

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  • CONFIDENCIAS DE DON JUAN MANUEL DE ROSAS.

    PRRAFOS DE DE LA NOTA EN QUE EL AGENTE ORlENTAL DA CUEN-TA SU GOBIERNO DE UNA CONFERENCIA CON EL NUEVO GOBERNADORl DE BUENOS AIRES DON JUAN M. ROSAS

    En nota de 9 de Diciembre (1829) comunica el Agente su Gobierno que en el dia anterior habia tomado posesin del mando do la Provincia de Buenos Aires el Comandante General de Campaa Coronel don Juan Manuel Rosas; y agrega que en ese mismo dia tuvo con el Gober-nador una conferencia de que d cuenta en los trminos si-guientes:

    "En la maana de este dia aun no haba Ministros. El Agente pidi al Oficial Mayor, el seor Moreno, supiese si poda hablar al seor Gobernador; so le dijo que en aquel momento estalla gravemente ocupado, pero que lo recibira dentro de un rato; pasado este y sabiendo que se hallaba en importante conferencia con los seores Guido y Garcia, manifest el Ajente al seor Moreno que su objeto era salu-dar particularmente S. E. y manifestarle que tenia comu-nicaciones de su Gobierno con relacin las especies que se haban propagado sobre reunin armada en aquel territorio por goles Argentinos; qu tales especies, igualmente omi-nosas para ambos Gobiernos, carecan de fundamento, etc. qu conociendo que aquellos momentos oran importunos, y deseando tambin acelerar este conocimiento S. E., le encargaba so lo trasmitiese, y evitaba distraerle de sus alen-iones. Se retir el Agente, y al anochecer recibi un

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    billete del seor Moreno, en que lo manifestaba que S. E. le haba llamado en los momentos de su separacin, y senta no haberle visto,que deseaba hablarlo en privado y le rogaba, que si no le era molesto, le visitase en la noche.

    En el acto p-as el Agente la casa del Gobierno, introducido desde luego al Gabinete de S. E., fue' recibido con demostraciones do atencin y confianza particular: re-piti la manifestacin que habia hecho al seor Moreno, la que S. E. contest que el Gobierno no habia dado crdito esas especies, pero que agradeca particularmente aquel

    - aviso; que tal conducta cimentaba la confianza que deseaba estrechar, y que usando de ella se entendera privada y con-fidencialmente con el Agente sobre cualquiera ocurrencia de igual naturaleza. Despus de atenciones obligantes de ambas partes, y cuando el Agente se propona retirarse, el seor Gobernador se introdujo en una esplicacon dete-nida en que se propuso demostrar los principios que le haban conducido en su carrera pblica, desde que ella comenz basta el dia, haciendo aplicaciones i los sucesos:esta con-ferencia interesante y peregrina merecera ser redactada com-pletamente, pero lo ser en lo principal con absoluta exac-titud en la sustancia y en el modo.

    El seor Gobernador habla:;Aqu me tiene usted, seor Vzquez, en el puesto de que me he credo siempre mas (lisiante; las circunstancias me han conducido; tratare-mos de hacer lo mejor que se pueda; de evitar nuevos males; yo nunca cre que llegase este caso, ni lo deseaba, por que no soy para ello; pero as lo han querido, y han acercado una poca que yo tema hace mucho tiempo, por que yo, seor ,

    CONFIDENCIA DE DON JUAN MANUEL ROSAS. til 1

    Vzquez, he tenido siempre mi sistema particular, y voy manifestarlo usted francamente, como lo he seguido desde que empez figurar: conozco y respeto mucho los talentos de muchos de los seores que han gobernado el pais, y espe-cialmente de los seores Rivadavia, Agero y oros de su tiempo; pero, a mi parecer, lodos cometan un grande error, porque y considero en los hombres de este pais, dos co-sas, lo fsico y lo moral; los gobiernos cuidaban mucho de esto, pero descuidaban aquello, quiero decir, que se condu-can muy bien para la gente ilustrada, que es lo que yo lla-mo moral, pero despreciaban lo fsico, pues, los hombres de las clases bajas, los de la campaa, que son la gente de accin. Yo not esto desde el principio, y me pareci que en los lances de la revolucin, los mismos partidos haban de dar lugar que esa clase se sobrepusiese y causase los ma-yores males, por que usted sabe la disposicin que hay siem-pre en el que no tiene contra los ricos y superiores: me pa-reci, pues, desde entonces muy importante conseguir una influencia grande sobre esa clase para contenerla, para dirigirla; y me propuse adquirir esa influencia toda cosa; para esto me fue preciso trabajar con mucha constancia, con muchos sacrificios de comodidades y de dinero, hacerme gaucho como ellos, hablar como ellos y hacer cuanto ellos hacan; protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus intereses, en fin, no ahorrar trabajo ni medios para adquirir mas su concepto. Esta conducta me atrajo los celos y las persecuciones de los Gobiernos, en lo que no saban lo que se hacan, por que mis principios han sido siempre, obe-diencia las autoridades y las leyes; as es, que para se-guir este sistema be sufrido muchos riesgos, y conocia que

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    hasta mi vida peligraba muchas veces, pero no era fcil que Juan Manuel Rosas, retrogradase de lo que se haba pro-puesto. Yo he observado en medio de estos riesgos la exac-titud de mis ideas, por que he visto asomar por tres veces esa poca que calculaba; una el ao 15, otra el ao 20, v otra ahora; en el ao 20 nada se hubiera hecho sin mis es-fuerzos: despus aument mi influencia hasta donde puede aumentarse, porque usted no tendr idea de que los indios se nos hayan unido nunca para hacer la guerra ; los misinos indios, pues yo hice que acompaasen Rauch 600 indios de pelea. Quin hizo eso sino liosas? Sin embargo, lu perseguido el ao 20; lo fui por la Presidencia de todos mo-dos; lo fui en tiempo de Dorrego, que tenia la misma des-confianza que los otros: en tiempo de este renunci la Co-mandancia de Campaa, pero no me admiti la renuncia; mi conducta siempre ha sido la misma; muchos creen que soy federal, se equivocan; yo no soy federal, no seor, no soy de partido ninguno si no de la Patria, ni tampoco he desea-do estas cosas, muy al contrario. Es verdad que no podia gustarme ese movimiento del 1 de Diciembre por que era un borrn en nuestra historia; yo no podia sufrir semejante escndalo por las instituciones, pero he hecho cuanto he podido por evitar la guerra civil, y sino vea usted mi conduc-ta. Dorrego sale campaa, y me manda que rena las mi-licias. Que habia yo de hacer sino obedecer? El era la au-toridad legitima, yo era Comandante General. Qu reme-dio tenia, sino obedecer? Despus de eso, aqu los seores que dirigieron eso, no se quisieron entender con Rosas. En fin, sale Lavalle campaa y envia nuestro campo mi compadre Lamadrid, que traa una carta (que pareca pape-

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    lito de pulpera) en que se nos ofreca que nos iramos nuestras casas: me habl con un tono fuerte, yo le respond con mucha calma. Compadre, ustedes no saben en lo que se han metido, ustedes se pierden, sus tropas son buenas, pe- ro nosotros no les hemos de dar batalla y aunque les die- ramos muchas, y todas las perdisemos nada haban uste- des de adelantar; la campaa es toda nuestra, los hemos de fatigar y concluir." En fin, le hice muchas esplicacio-nes que lo convencieron, y entonces ya en otro tono me pregunt qu podia hacerse para evitar lautos males. Yo le respond. Dir usted lo que me ocurre de pronto, mire, compadre, yo no tengo inters ninguno en que man-ir de Dorrego, que mande cualquiera, lo nico que quiero, es que quitemos el borrn que se ha echado nuestras instituciones y nuestra historia, y estoy pronto todo, en salvando el honor del pais y de las leyes: podemos con. venir en que nosotros ocupemos la parte esterior del Sa-lado, y ustedes, la interior del Ro de la Matanza, y nom- tiraremos cinco ciudadanos de talento de cada parte, para que arreglen este negocio, y nos propongan el modo de reparar el ultrage de las leyes, y si esto se hace, prometo bajo mi palabra de honor, que todos nos retiraremos nuestras casas y que mande cualquiera. Sabe usted cual fu la contestacin de Lavalle? Atacarnos al dia si-guiente. Yo le habia dicho desde el principio Dorrego el plan que debanlos seguir. Si usted quiere, le dige, des- truir el ejrcito de Lavalle, esto es muy sencillo. V. su- blevar la campaa en masa por el Norte, yo har lo mis- mo por el Sur, y dejaremos Izquierdo en el centro, de observacin. Si Lavalle va al Norte, Izquierdo le sigue

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    retaguardia y yo me vengo sobre la ciudad. Si Lavalle se va al Sur, Izquierdo le sigue del mismo modo y usted se viene sobre la ciudad. Este era mi plan, en que Dorre-go convino; quedamos en que mandase un destacamento observar al enemigo, mientras yo reuna alguna mas gente. Cuando volv, me incomod que no habia salido tal desta-camento, mont cien hombres, y sal con ellos. A las tres leguas y media encontr al ejrcito, le hice mis escaramusas para probarlo, y vi que las tropas eran buenas, pero que el General no lo entenda para esta guerra. El, no sala de su formacin, y sus maniobras eran todas, de veteranos, por con-siguiente, vi que nada tenia que temer. Despach un chas-que Dorrego dicindole que habia llegado el momento de realizar el plan, y que l se preparase a marchar para el Nor-te; mas cul fu mi asombro, cuando al llegar al campo me encuentro nuestra gente formada, y en lnea de batalla y esperando al enemigo! Este, estaba ya encima, y como Dorrego tenia aquella cabeza, yo no haba de pelear con l, y ya no habia tiempo para reflexiones, aunque conoca que disparate era dar accin, por que era preciso, seor Vzquez, que viese usted nuestra lnea, por parles con armas blancas, por otras, sin arma ninguna, por otras las pocas de fuego casi todas descompuestas. Vaya, era un desatino pelear. Sin embargo, si Dorrego no fuera tan loco. ... si con tiem-po, me hubiera consultado para esto, siquiera hubiramos formado la lnea de gente armada y escogida, y los indios nos hubieran servido, porque ellos, sepa usted que se batie-ron bien. En fin, usted sabe el resultado y mire que all qued todo concluido, porque fu una derrota completa; luego Dorrego se fu meter con la tropa de lnea. En fin, en ta-

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    les circunstancias, todava yo me propuse hacer lo posible por cortar la guerra, y mi conducta fu en este sentido, poi-que que hice yo? Marchar para Santa-F; y que diga algu-no, si convid nadie para que me siguiese. A nadie es-crib la ciudad, ni mi muger, porque no quera compro-meter mis amigos. Lo nico que hice, seor Vzquez, fu escribir tres cartas al Sur, por que yo sabia que era preciso conservar mi nombre por lo que pudiera suceder: luego que llegu Santa F, di muchos pasos para evitar la guerra, no por m misino, pero por medio de otras personas, y crea usted, seor Vzquez, que yo me hubiera convenido por evi-tarla, hasta en salir del pas y pasar la Banda Oriental a 1 Entre-Rios; me hubiera bastado salvar las personas que se habian comprometido por m, las de la campaa se en-tiende, por que las de la ciudad qu me importaba m? Pero no quisieron nada con llosas: ya dije usted que los seores de aqu, no queran nada conmigo, cuando podan conseguir todo; se entiende, con decencia, por que Juan Ma-nuel Rosas es incapaz de bajezas; sin embargo, todava me contuve quieto pesar que de la campaa me llamaban con instancia; y yo, nada; despus me pedan que les mandase un general, pero tampoco, no quise hacer nada, y me pro-puse tambin que conociesen que sin m, nada podan, por-que yo saba lo que les haba do suceder, que no se haban de entender, como sucedi, que no se entendian unos con otros: por fin, Lavalle cometi el ltimo desatino, metiendo-so en la provincia de Santa Fe hasta el Carcaraal, para hacer, nada, como usted sabe, y luego retirarse; ya entonces no podia yo contener Lopez, y viniendo l era preciso que yo estuviese tambin; bastante lo sentia y bastante hice por

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    evitar males; por fin, llegaron las cosas al estado que usted ve, y aqu me tiene usted empeado en este lugar en circuns-tancias tan difciles. Todos dicen que soy federal, y yo me rio. Ya dije usted que yo no soy federal, nunca he perte-necido semejante partido, si Hubiera pertenecido, le hu-biera dado direccin, por que como usted sabe, nunca la ha tenido: ese Dorrego.. . Mire usted que cabeza! nadie lo co-noca mejor que yo. En fin, todo lo que yo quiero es evi-tar males y restablecer las instituciones, pero siento que me hayan traido este puesto, porque no soy para gobernar.

    Mucho mas estensa fu esta esplicacion, mas la parlo redactada es la principal y est vertida con exactitud has-ta en el lenguaje.

    (firmado)SANTIAGO VZQUEZ.

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