fritz post morten

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1 Fritz post morten. Parafraseado e imaginado por Pato Varas S. Desde luego me doy cuenta que me estoy muriendo. Faltaba más cuando aparte de lo entubado que estoy mucha gente joven se ha empezado a reunir en las afueras del hospi- tal, acá en Chicago, y han llenado el lugar de velas encendidas. Este sábado 14 de marzo de 1970 la atemporalidad se ha adueñado de mí o, mejor aún, yo me he adueñado de la atemporalidad. Durante estos últimos veinte años la terapia gestalt, muy bien definida por algunos, co- mo la terapia que hace Fritz Perls, ha estado entrando en vigencia. Muy poco si conside- ramos que en cuarenta años más su vigencia será mayor y definitiva. Me enorgullece saber que estaré vigente para 2010 y, seguro, para 2040, también. Mi vida pasa vertiginosamente por mi ser y a la vez con una lentitud plácida que me está permitiendo disfrutarla en estos instantes finales supremos. Es 1933 y conocer a Goldstein e interpretarlo a la luz de las ideas de Friedlaender es la piedra fundacional de todo lo que soy. En el Congreso Internacional de Psicoanálisis de 1936, en Checoslovaquia presentaré mi idea del ego insustancial refiriéndome a la “in- diferencia creativa” o punto cero de Friedlaender. Obviamente mis palabras fueron muy mal recibidas por la comunidad psicoanalítica. Ahora, en 1942, al publicar mi libro “Yo, Hambre y Agresión” he logrado desarrollar estas ideas para sostener que existe una fun- ción de autorregulación en los organismos y que ella posee una capacidad de esponta- neidad creativa cuyo centro es el awareness. Para ello es necesario reconocer todas nuestras partes, percibir multilateralmente nuestro ser, no unilateralmente, es decir, hacernos cargo de aquellas partes nuestras que negamos y de aquellas que orgullosa- mente aceptamos, y así lograr ese centro que nos da la libertad de escoger, desde noso- tros mismos, lo que queremos ser o el ser que queremos ser. Así aprendí a no negar mi necesidad de ser “prima donna”; mi lado pretencioso. Corre el año 67 y, en Esalen, se me considera un genio, y la vez, un viejo libidinoso y lujurioso. Bah! Es algo para enor- gullecerme a los setenta y cuatro años de edad. Esalen, oh Esalen! Me siento muy bien allí. Igual me iré a fundar mi propio centro en la isla de Vancouver, en el Lago Cowichan de la Columbia británica de Canadá en 1969. De Esalen me cautivo su estilo hippie. Me traía reminiscencia de mi estadía en Elath, a orillas del mar Rojo, donde compartí con los rastreadores de playa, unos norteamerica- nos fascinantes que estaban felices de simplemente ser, sin objetivos ni hazañas. Seres de verdad en el aquí y ahora. Mis cinco meses viviendo en Israel, a mi regreso de Kioto, en 1963, han sido lo más cercano a sentirme en casa, protegido, comprendido y feliz que he vivido. Llegué a Haifa deprimido, adolorido, consumiendo LSD y a la vez activo, apasionado por pintar, rejuvenecerme, hacer el amor, por renacer y por incluso pasar de terapeuta a pintor.

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Fritz post morten.

Parafraseado e imaginado por Pato Varas S.

Desde luego me doy cuenta que me estoy muriendo. Faltaba más cuando aparte de lo

entubado que estoy mucha gente joven se ha empezado a reunir en las afueras del hospi-

tal, acá en Chicago, y han llenado el lugar de velas encendidas. Este sábado 14 de marzo de 1970 la atemporalidad se ha adueñado de mí o, mejor aún, yo me he adueñado de la

atemporalidad.

Durante estos últimos veinte años la terapia gestalt, muy bien definida por algunos, co-mo la terapia que hace Fritz Perls, ha estado entrando en vigencia. Muy poco si conside-

ramos que en cuarenta años más su vigencia será mayor y definitiva. Me enorgullece saber que estaré vigente para 2010 y, seguro, para 2040, también.

Mi vida pasa vertiginosamente por mi ser y a la vez con una lentitud plácida que me

está permitiendo disfrutarla en estos instantes finales supremos.

Es 1933 y conocer a Goldstein e interpretarlo a la luz de las ideas de Friedlaender es la

piedra fundacional de todo lo que soy. En el Congreso Internacional de Psicoanálisis de

1936, en Checoslovaquia presentaré mi idea del ego insustancial refiriéndome a la “in-

diferencia creativa” o punto cero de Friedlaender. Obviamente mis palabras fueron muy

mal recibidas por la comunidad psicoanalítica. Ahora, en 1942, al publicar mi libro “Yo,

Hambre y Agresión” he logrado desarrollar estas ideas para sostener que existe una fun-

ción de autorregulación en los organismos y que ella posee una capacidad de esponta-

neidad creativa cuyo centro es el awareness. Para ello es necesario reconocer todas

nuestras partes, percibir multilateralmente nuestro ser, no unilateralmente, es decir, hacernos cargo de aquellas partes nuestras que negamos y de aquellas que orgullosa-

mente aceptamos, y así lograr ese centro que nos da la libertad de escoger, desde noso-tros mismos, lo que queremos ser o el ser que queremos ser. Así aprendí a no negar mi

necesidad de ser “prima donna”; mi lado pretencioso. Corre el año 67 y, en Esalen, se me considera un genio, y la vez, un viejo libidinoso y lujurioso. Bah! Es algo para enor-

gullecerme a los setenta y cuatro años de edad.

Esalen, oh Esalen! Me siento muy bien allí. Igual me iré a fundar mi propio centro en la

isla de Vancouver, en el Lago Cowichan de la Columbia británica de Canadá en 1969.

De Esalen me cautivo su estilo hippie. Me traía reminiscencia de mi estadía en Elath, a

orillas del mar Rojo, donde compartí con los rastreadores de playa, unos norteamerica-nos fascinantes que estaban felices de simplemente ser, sin objetivos ni hazañas. Seres

de verdad en el aquí y ahora. Mis cinco meses viviendo en Israel, a mi regreso de Kioto, en 1963, han sido lo más cercano a sentirme en casa, protegido, comprendido y feliz que

he vivido. Llegué a Haifa deprimido, adolorido, consumiendo LSD y a la vez activo, apasionado por pintar, rejuvenecerme, hacer el amor, por renacer y por incluso pasar de

terapeuta a pintor.

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No dejé Esalen por mis diferencias con Schutz ni por saber que allí la comprensión de

las profundas ideas de la fenomenología y la filosofía post kantiana eran imposibles.

Dejé Esalen por la lógica paranoia que todo judío siente ante algo parecido a Hitler. Y

Nixon, asumiendo el gobierno de los EE.UU., en 1968 me llenó de miedo y ganas de

partir.

Mis últimos siete años han sido años de esplendorosa producción. Todo lo que empecé a

semillar y plantar desde 1926 ha explotado magníficamente ahora. Mis biógrafos dirán

que de mi viaje en 1962 – 63 volví convertido en un genio. Y aunque nada parezca sufi-

ciente a mi vanidad debo reconocer que no es así. No fue un viaje el que me convirtió

en genio; fueron treinta y seis años de trabajo persistente y continuo que, en la “pausa”

de mi viaje, florecieron finalmente. A mis setenta y siete años, aunque he fallecido de un ataque cardiaco, el cáncer al páncreas detuvo mi trabajo, no así mi producción. Es-

tamos en 2010 y puedo observar cómo la gestalt sigue su paso creciente y, por todas partes, mi voz continúa resonando.

Una cuestión pendiente. Traté mal a Claudio y es algo que ya conversaré con él, cara a

cara. Me entristece profundamente la muerte de su hijo, en un accidente automovilísti-co, cuando viajaba a la ceremonia de mis cenizas. También tendré una charla con Paul

Goodman; La segunda parte de Gestalt Therapy de 1951 la escribió él y plasmó allí la

más completa teoría del self, desde el enfoque de la terapia gestalt. Nunca me referí a

ese libro, dado que no era yo el escritor principal. Qué difícil fue para mí aceptar el es-

plendor de otros y cuánto, sin embargo le debo al mismo Freud, a Reich, a Goldstein, a

Friedlaender, a Laura, Paul. Y a quienes continuando mi senda me han hecho más reco-

nocido como el mismo Naranjo, Dick Price y tantos otros seguidores míos.

Estoy entubado de manera humillante. Han abierto mi cuello para meterme, allí, un tu-

bo, mientras otro está ensartado en mi ano. Sea como sea sigo consciente y dueño de lo

único que nadie podrá quitarme ni usurparme: mi propia percepción. He pedido que en

mis exequias bailen y dancen, A fin de cuentas, nada supera al arte.

¿Quieren que cierre mi gestalt? Imposible. La Gestalt no es una idea. La Gestalt es la vida misma en interacción con nosotros. La Gestalt es, como la interacción, permanente.

AlmaSur, julio de 2009.