freud turista
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MANUEL CALVIÑOTRANSCRIPT
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"LA PROFECA EPIDEMIOLGICA DE UN TURISTA LLAMADO SIGMUND FREUD.
REFLEXIONES SOBRE TURISMO, SALUD Y COMUNICACION"
CONFERENCIA PRONUNCIADA EN EL CONGRESO DE LA AMECA (Asociacin Mdica del Caribe) DEDICADO AL TEMA "TURISMO Y SALUD". LA HABANA. 1999.
Prof. Manuel Calvio
Facultad de Psicologa. Universidad de La Habana.
En 1909, a bordo del transatlntico alemn "George Washington", el austriaco Sigmud Freud atraves el
ocano para visitar por primera y nica vez los Estados Unidos. Lo hizo acompaado de dos colegas y
discpulos, Sandor Ferenczi, hungaro, y Carl Jung, suizo. Cuentan los historiadores que el genial mdico
psiquitra, padre del psicoanlisis, acercndose a las costas de norteamerica, dijo: "Los pobres. No
saben que les traemos la peste". Para Freud la peste era el psicoanlisis: teora que subvierta la
posicin del sujeto, del ser humano, en lo que a centro dominante de su propio comportamiento se
refiere.
En un sentido estrictamente historiogrfico, Freud se equivoc. El psicoanlisis no lleg a ser la peste
en los Estados Unidos (aunque si produjo un olor bien fuerte que impregn a muchos profesionales del
espacio psi). Un modo de pensar fuertementemente marcado por el pragmatismo, tpico del ambiente
profesional norteamericano, no era espacio propicio para la sedimentacin de un sistema conceptual por
momentos hasta esotrico. Pero Freud, visto en otra dimensin, pensado apenas como un europeo que
visitaba los estados unidos de norteamrica, visto como uno de los tantos italianos, austriacos, polacos,
etc. que atravesaron el oceano en busca de Amrica, no para probar suerte, sino para tener lo que hoy
algunos llaman la suerte, expres en aquella memorable noche una profeca: Lo que traemos es una
epidemia: El turismo.
He modificado el trminio peste por epidemia, y lo hago atendiendo a dos actitudes diferentes que
observo en nuestro medio con referencia al turismo, y obviamente para dejar clara mi posicin. La peste
es invariablemente malsanidad, es una enfermedad. La epidemia tiene junto a la connotacin de
afliccin, un valor metafrico de volumen, extensin, de algo que lo abarca todo, que no deja nada
intacto, pero puede no ser malsano. El turismo es como una epidemia, pero puede convertirse en la
peste destructiva si es que no prevalece en su voraz avance su valor como dinamizador constructivo y
generativo de la vida socioeconmica de un pas.
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2PENSAR EL TURISMO: EL ENCUADRE.
El turismo es hoy el corazn de la economa cubana, le escuch decir a un alto funcionario de nuestro
gobierno. Para ser justos, en nuestro pas el turismo es hoy bastante ms que el msculo superior del
amor. Es tambin el msculo que intenta germinar, fecundar, hacer nacer una nueva realidad econmica
en el contexto de la equidad social.
Nuestro arribo al turismo con el perfil con que se nos dibuja en los dificiles noventa, esta marcado al
menos por una doble causalidad: de una parte la compulsin de los acontecimientos precipitados por la
desaparicin de la Unin Sovitica y el derrumbe del antes llamado bloque o campo socialista. De otra
parte Cuba, quiero decir las bondades de nuestra isla, no solo las naturales, sino tambin las creadas en
los ltimos cuarenta aos (entre ellas, sin duda alguna, la salud). Cmo casi siempre ocurre, la
valoracin global del significado del turismo esta en dependencia de dnde se concentra el mirar
valorativo.
Desde la primera mirada causal, el turismo aparece como una cierta desgracia necesaria. Con esto se
habla entonces de las relativas ventajas socioeconmicas pero con un malsano teln de fondo: la
prostitucin, el aumento de ciertos indicadores de actividad delictiva, la droga, etc. No es un fenmeno
particular de Cuba, por cierto. En 1987 Getino O. en su obra Turismo y desarrollo en Amrica latina
condensaba los posibles efectos negativos del turismo, reconocidos en pases que ya tenan una cierta
experiencia en este sentido. Por solo sealar algunos:
1. Aumento de los conflictos sociales, delincuencia, prostitucin, consumo de drogas.
2. Hacinamiento y tensiones familiares.
3. Competencias propias del individualismo, destruccin de la espontaneidad social.
4. Crecimiento de la apetencia de bienes materiales, incremento del consumismo.
5. Tendencia a la imitacin del comportamiento de los visitantes.
6. Presiones sobre los juicios de valor, las costumbres. Disminucin de la autoestima cultural.
Claro que no son estos sucesos inexorables. Claro que dependen en buena parte de la preparacin
cultural y educativa para resistir la epidemia, de la unin de las voluntades polticas, econmicas y
sociales. El mismo Getino O. dice: ...el impacto recibido... depender de dos factores principales: a)
Presin y perdurabilidad de los flujos tursticos. b) Relaciones de poder y autoridad entre emisores y
receptores. (Getino O. 1987.p. 126). Pero esto no debe ocultar la necesidad de una profunda reflexin
ya no solo en el momento de tomar la decisin de andar por el camino del turismo, sino tambin una
reflexin inmersa en el vertiginoso dinamismo que supone una temporada alta o una baja con buenos
precios, en la alegra digestiva que produce el encontrar altas tasas de beneficios en las instituciones
hoteleras. Hablo de una reflexin que no se deje cegar ante la avalancha ganancial de una gestin
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3eficiente y productiva en medio de un escenario an con bajos indices de recuperacin y altos niveles
de ineficiencia.
La otra mirada, cuya diferencia con el fatalismo geoesttico debemos delimitar muy bien, hace nfasis en
las capacidades del pas (geografa, ms historia, ms poblacin, ms encuadre poltico-econmico)
para hacer del turismo un gestionador de desarrollo. Subrayo en la expresin anterior la idea del turismo
no como desarrollo, sino como un instrumento del desarrollo.
Cristobal Coln fue nuestro primer promotor publicista turstico, uno de los primeros en reconocer
nuestras potencialidades tursticas: Esta es la tierra ms hermosa que ojos humanos han visto- dijo al
encontrarse en Playas cercanas a aquellas en las que hoy se erigen hoteles gestionados por espaoles,
canadienses, franceses y obviamente cubanos. Detrs de su genial slogan de campaa (que no haca
ms que justicia a la realidad que percibi), durante muchos aos vinieron turistas-soldados espaoles,
turistas-corsarios franceses, turistas-invasores ingleses, y ms tarde turistas-dueos norteamericanos.
Algunos de estos vinieron con caones, otros con mercancias baratas, otros, creo que los mejores,
vinieron encadenados a un destino malsano bajo el ltigo de la esclavitud, o huyendole a la pobreza de
sus terruos natales. Eso s con sanas esperanzas de una mejor vida fundada en el trabajo. Los
primeros intentaron conquistarnos definitivamente y no lo lograron. Los otros conquistaron nuestros
corazones y son la sabia mestiza que recorre el cuerpo y la mente de cada cubano.
Es tmbien esta historia, de hombres de isla, de gente que viene y va, quien nos impele al desarrollo de
la indusria del ocio, del recurso de recursos, del servicio de servicios, nomenglaturas conceptuales
distintas del turismo, y que para nosotros se alinea con un destino inalterablemente unido a la madre
patria. Desde esta otra mirada, observando sin chovinismo nuestras playas, nuestras ciudades
escondidas detrs del deterioro de los ltimos cuarenta aos de lucha, nuestra gente, nosotros, el
turismo para Cuba no es un contranatura de las condicionantes polticas y econmicas, sino un destino
natural envidiable.
De los impactos probables no hay que dudar. No vale resaltar los impactos positivos, para disminuir los
negativos: la generacin de empleos, el aumento de la circulacin en la economa domstica, el
mejoramiento de la balanza de pagos, el incremento del producto nacional bruto, no pueden hacernos
perder de vista las consecuencias probables de otro orden. Solo que as como no hay mal que por bien
no venga, no hay bien que algo malo no cueste. Sea el turismo, sea la entrada de capitales extranjeros,
sea la televisin, el cine, la literatura, el correo (tradicional y electrnico), todo lo que suponga el
encuentro de culturas con situaciones distintas, todo lo que contenga relaciones de diferenciacin y
consumo, todo lo que suponga una mundializacin y una globalizacin desmesuradas y desde posturas
de poder, todo podr hacer filas con el turismo en la produccin de malsanidad o de bienestar. Parece
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4definitivamente que con el turismo no pasa nada especialmente distinto que con otros fenmenos de la
vida contempornea. Hay quienes estn convencidos que Internet hace ms dao que la devastadora
accin de ciertos grupos tursticos.
De lo que se trata esencialmente es de pensar en esa "enfermedad" que supone la invasin turstica, la
penetracin en el territorio nacional de decenas de culturas, de identidades, de hbitos de todo tipo. Lo
que supone tambin el arribo de decenas de representantes de los mas diversos factores
epidemiologicos (sanidades y enfermedades) de diversos puntos del planeta. El encuentro entre las
culturas siempre ha sido un factor de riesgo, un causante de modificaciones epidemiologicas en el
sentido estricto del trmino y en el sentido figurado. Hablo de la epidemiologa que atiende al cuadro de
salud-enfermedad y de la epidemiologa que pone atencin al cuadro cultura-identidad. Asi lo fue cuando
Colon llego a Cuba, cuando Cortes lleg a Mexico, cuando Pizarro llego al Peru. Pero no es menos cierto
que tambin en esa misma direccin, y probablemente con ms impacto, se sienten todos los procesos
migratorios de intercambio. Los xodos migratorios no son movimientos tursticos y han tambin movido
la estructura incluso de pases muy bien establecidos. Si alguien lo duda piense en el latinaje de los
estados unidos de norteamerica, donde los turistas migratorios de la pobreza , los que el subdesarrollo
mueve en la direccin sur norte impactan en la estructura primaria de la cultura, en la lengua (el
spanglish), en la msica (la salsa), en la alimentacin (la pizza).
De qu depende el que la balanza se incline contundentemente a un lado o a otro?. No puedo menos
que confirmar mi vocacin humanista: De nosotros, de lo que hagamos en la direccin de reconocer y
consecuentemente actuar con la idea de que Los recursos tursticos de que disponen los pases estn
constituidos a la vez por espacio, bienes y valores... recursos cuyo empleo no puede dejarse a una
utilizacin incontrolada sin correr el riesgo de su degradacin, incluso de su destruccin. La satisfaccin
de las necesidades tursticas no debe constituir una amenaza para los intereses sociales y econmicos
de las poblaciones de las regiones tursticas, para el medio ambiente, especialmente para los recursos
naturales, atraccin esencial del turismo, ni para los lugares histricos y culturales. Es esta una idea
esencial de la conocida Declaracin de Manla (1980). Los gobiernos no pueden permitir una explotacin
incontrolada de los recursos. Nosotros somos el gobierno.
TURISMO Y SALUD
Las relaciones de las prcticas del turismo y la salud son variadas, y logicamente responden a las
conceptualizaciones de base que se hagan de ambos trminos.
El punto de partida tradicional esta en la consideracin de los emisores y los receptores. El pas emisor
emite peculiaridades de su cuadro epidemiolgico al pas receptor por medio del turista, y el pas
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5receptor con su modelo de gestin en salud construye una cierta condicin de proteccin para el
mismo. As la relacin turismo salud se traduce por una parte en el levantamiento de acciones de
proteccin epidemiolgica del pas receptor para contrarrestar el impacto probable de la epidemia. Por
otra parte el establecimiento de garantas de salud, por decirle de algn modo, que el pas receptor
ofrece al turista. En su intervencin de 1997 en un Congreso similar a este el Ministro de Salud Pblica
de nuestro pas, presentando el cuadro de salud de Cuba como la mejor garanta para el desarrollo de
un turismo sano o mejor dicho un turismo en condiciones de sanidad, deca: Aunque vivimos como
pobres, morimos como ricos (Dotres C.1997) , y aunque no es muy buen slogan para atraer turistas, da
una clara imagen de la proteccin con la que aqu se puede contar. En esa misma intervencin se
seal: los turistas que han seleccionado Cuba como el pas para disfrutar de vacaciones, tienen
tambin un alto grado de seguridad para su salud en un pas saludable.
En segundo lugar, un espacio particular de la relacin turismo-salud se ha erigido en el desarrollo del
llamado turismo de salud. El sistema de salud se convierte as en algo ms que un gestionador de
condiciones favorables al desarrollo del turismo. Ahora el mismo produce un producto turstico. Debo
confesar que apenas estoy describiendo un cuadro. Personalmente el concepto de turismo de salud no
me gusta mucho cuando se le asume como toda accin de una persona residente fuera de Cuba y que
viene aqu a recibir la accin curativa, preventiva o formativa de nuestro sistema de salud. No me
convence la idea de asociar el turismo y la retinosis pigmentaria, el ocio con una operacin de mdula, la
indutria del placer con la fisioterapia intensiva a los trastornos del movimiento o la esclerosis mltiple.
Lucha Villa, Alberto Cortz y tantos otros no vinieron a nuestro prestigioso y excelente CIREN por
razones tursticas, ni sientindose consumidores del tiempo libre y el ocio, sino como personas que
quieren mejorar su calidad de vida y saben que aqu mejoramos su calidad de vida, slogan mucho
mejor que el que v escrito una vez en la puerta de un policlnico en la calle infanta y que deca los
hombres mueren, la salud es inmortal parafraseando una afirmacin antolgica de nuestro discurso
poltico.
Es imposible, a mi juicio, avanzar en un direccin contundente en la reflexin turismo y salud, si es que el
reconocimiento de estas dos acciones (tipos de relacin), entindase la garanta de la salud y el turismo
de salud, no nos dejan ver otro aspecto de no menos importancia tctica y quien sabe si de ms
significacin estratgica.
El turismo esta asociado vincularmente, intrnsecamente, al bienestar. El turista es alguien que se mueve
en busca del bien-estar, del estar-bien. Por una parte, las tensiones de un ao entero trabajando (para
algunos ms de un ao) , el cotidiano de vida, su no estar bien, lo hacen buscar un lugar donde estar
bien. El turista quiere vivir lo que no vive durante todo el ao, a tener lo que no tiene durante un largo
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6perodo. Y construye una expectativa sobre la base de un concepto de bienestar, un concepto que le ha
sido educado en sus sistemas vinculares culturales, educativos, ideolgicos, cosmovisivos.
Junto a esto, el tursita es un individuo que la publicidad, el marketing directo, la educacin y hasta el
chisme lo han convocado a una fiesta en el sentido estrictamente freudiano del trmino. Creo que fue en
Totem y Tab, donde el profeta epidemiolgico de mi reflexin escribi: "Una fiesta es un exceso
permitido y hasta ordenado, una violacin solemne de una prohibicin. Pero el exceso no depende del
alegre estado de nimo de los hombres...sino que reposa en la naturaleza misma de la fiesta, y la alegra
es producida por la libertad de realizar lo que en tiempos normales se halla rigurosamente prohibido". Al
turista se le ha vendido un sueo que no puede realizar pero se le da a cambio una ilusin (no s si sera
mejor decir una alucinacin): la orga de las sensaciones, las experiencias inigualables y un clima de
consideracin y permisividad lo suficientemente amplio como para agradar a los ms exigentes.
El mismo Freud lo vivi en su condicin de turista. Dice Wallace, a quien no doy mucho crdito, pero la
historia es ineresante, que Freud confi a Jung lo mucho que lo desconcertaban las mujeres
norteamericanas y admiti que le provocaban sueos erticos. Estoy soando continuamente con
prostitutas- dijo el maestro. Y por qu no le pone remedio a eso? le sugiri uno de sus discpulos.
Si Freud no hubiera sido Freud, no se que hubiera pasado. Pero el desde su formacin judaica se
horrorizo con la idea y dijo: Imposible, soy un hombre casado.
Entonces he aqu un nuevo reto para los trabajadores de la salud. Hablo de la conceptualizacin del
bienestar como un problema de salud y de su traduccin a las prcticas de turismo. Dificil tarea. Dificil en
primer lugar porque la normacin de los valores de la actividad turstica, los patrones de aceptacin-
rechazo, los gustos, las preferencias, tienen en las representaciones sociales de las personas una
sedimentacin casi milenaria. Una persona que conozco, ateo furibundo, anticlerical, antireligin (de
cualquier tipo) deca: El nio Jess naci en un pesebre porque todos los hoteles cinco estrellas
estaban llenos y su padre no hizo la reservacin a tiempo. Incluso una buena parte de las causas que
tramitan la aparicin de los llamados males del turismo estn en las representaciones que se tienen
acercade qu es hacer turismo, qu es ser turista, qu se hace cuando uno esta turistiando.
Y esto es un problema de salud. De salud como concepto sociohumano, cultural, tico, esttico y
mdico. Es de aqu de donde proviene la transferencia de enfermedades de trasmisin sexual, es de
aqu de donde sale una parte de la propagacin del sida, es en la orgia turstica, donde todo es
permitido que nos atrevemos a probar el fruto prohibdo. No es casual que una buena parte de las
invitaciones tursticas tengan un nfasis especial en imgenes sensoriales, voluptuosas, en
protuberantes msculos glteos y en atractivos montes de venus. Ya escuch a un especialista en
comunicacin aconsejar a cubana de aviacin poner en sus aviones a sobrecargos bien atractivos,
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7hermosos, y poner aeromozas casi de play boy para que los que estn llegando anticipen en la
percepcin lo que ser su destino turstico. Esto es un problema de salud (en este ltimo caso, de salud
mental, de insanidad mental del llamado comunicador).
La tarea se hace difcil al mismo tiempo porque, aunque lo valoro positivamente y lo apoyo, el llamado
turismo alternativo, ecolgico, no parece tener en la base una reconceptualizacin a largo plazo, sino un
gancho comercial, una ocasin de ventaja competitiva. Esto quiere decir lo obvio: el mundo del turismo
est dominado por un inters comercial, donde la salud solo cuenta si es un objeto suceptible de ser
consumido por el turista y esto no sucede ni en los all inclusive.
Que conste, por si no queda claro, que no estoy degrandando al turismo, ni instituyndolo en el pecado
original. Para nada. Creo que, incluso as como esta hoy, las ventajas son ms que las desventajas. De
lo que se trata es de luchemos por una reconceptualizacin.
COMUNICACIN, TURISMO Y SALUD.
Que podemos hacer los comunicadores?. Seguramente algo mas que una simple reflexin. Pero por
ella hay que empezar. Y si el asunto es reconceptualizar, entonces no hay duda, hay un importante
problema de comunicacin que vencer. Para ser ms exacto, percibo varios problemas en los que
tenemos interesantes retos de trabajo. Sealo tan solo algunos.
1. Vigilancia socioepidemiolgica comunicativa.
Considero una necesidad que los comunicadores sociales cerremos filas ante el intento de la
mediocridad y la desproporcin facilista de las prcticas de comunicacin asociadas al turismo. La
imagen que se d del llamado producto Cuba, condiciona en gran medida el tipo de turista que de
manera preferencial vendr a nuestro pas. Y esto generara una situacin social diferente tanto en los
tipos de comportamiento que dichos turistas asumen en las diferentes situaciones, cuanto en sus
actitudes hacia la poblacin. El contenido de la comunicacin orientada a la promocin del turismo es un
generador de estados ulteriores de bienestar o tensin, atraccin o rechazo, en la poblacin receptora.
Soy de los convencidos de que las jineteras no arrastran tanto a una sexualizacin del turismo en Cuba
cuanto muchos de los trpticos, plegables, afiches, que invitan a nuestra isla.
Junto a esto la tendencia a la imitacin y la bsqueda de ciertos patrones de consumo del tiempo libre,
entindase la suerte de equiparacin que como tendencia a la unicidad se observa entre la poblacin
local y el turista en lo que a modos de consumir el tiempo libre, de realizar el ocio, se refiere, nos obliga a
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8pensar y ubicar los patrones de comportamiento saludables dentro de las acciones de modelaje y
promocin del turismo.
2. El modelaje comunicativo de las relaciones sanas con los turistas.
Tan confiados estamos los cubanos de nuestro sistema de salud, que hacemos una suerte de traslacin
a nosotros mismos y nos sentimos absolutamente protegidos contra cualquier enfermedad. Un
homosexual me deca en los aos de debut del SIDA: A mi eso no me preocupa. Mientras yo viva en
Cuba no tengo la ms mnima posibilidad de contagio. Aqu todo esta controlado y chequeado.
El tema de las relaciones con los turistas necesita ser abordado explicitamente en una poblacin que,
segn lo previsto para fines del primer decenio del prximo siglo, estara recibiendo cerca de siete
millones de turistas al ao. Particularmente se hace imprescindible un trabajo de conciencializacin y
aprendizaje de los grandes contingentes de jvenes que estn en las escuelas de turismo, en los
institutos tcnicos y los que ya han entrado en ese mundo que al decir de Pichn Riviere goza de la
fascincacin del horror.
3. La desmistificacin del turismo como alucinacin del placer ocioso.
Esto es algo que nos pertenece como misin de educacin social a los comunicadores. Nadie puede
hacerlo por nosotros y necesita ser hecho.
El turismo genera en muchos sectores de las poblaciones receptoras una ilusin que considero malsana
y obviamente injustificada.
Por no dejar de asociar, traigo el recuerdo infantil de los avances, o el recuerdo adolescente del cine.
Cuando siendo muchacho vea los avances siempre pensaba lo mismo: ...tremendo peliculn. Ese no
me lo pierdo. Despus cuando me gastaba los diez centavos en la matin del Majestic o el Strand de mi
natal cayo hueso y me sentaba a dispararme mis tres pelculas en lugar de tomarme una materva con
dos mantecadas, vena la decepcin. En la adolescencia fue el amor: Cuando sea grande yo voy a vivir
un romance de esos en una isla solitaria. Menos mal que me desenamor de Kim Novak y que mi padre
no me dej pelarme como Yul Briner.
En fin, quiero decir que ese individuo que se llama turista, y que viene a pasar en Cuba quince das de
ocio total, tirado al sol, tomando cerveza fra, gastando plata (esto de gastar plata, segn me han dicho
mis alumnos, depende del pas de origen del turista), genera una ilusin, una alucinacin, para ser ms
exacto: Eso si es vida. Tu ves, eso es lo que yo quiero. Pero tengo que estar aqu mordiendo el camello,
fajao con el picadillo de soya. Que desgracia caballero. Cmo lleg ese turista hasta aqu?, qu no
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9nos ensea de lo que trabajo para permitirse un pequeo descanso? cunto dinero pidi prestado?
cunto empe?.
Como casi todos los lujos, el placer del turista tiene un costo personal muy alto. Pero el no lo reconoce,
ni lo entrega en la percepcin porque entonces degrada su pequea historia de placer. Nosotros
tampoco vamos a quitrsela, a desmistificarla para su consumo, pero si debemos corregir la imagen en
nuestra poblacin receptora.
4. La ayuda en el afrontamiento de las exigencias del turismo.
El trabajo en el turismo es excesivamente duro. Es un trabajo de largas horas, con la presin de una
exigencia de cliente tremendamente intolerante, en condiciones de limitados movimiento y acceso, para
muchos fisicamente muy fuerte. A esto se le suma que hoy en la familia cubana el trabajador del turismo
se torna probablemente en el elemento dominante para la resolucin de los problemas domsticos (l es
el que tiene acceso a la divisa y la divisa supone la solucin al menos parcial de algunos problemas).
Sobre esa persona recae una gran accin tensionante y su propia tensin se traspasa a su familia, a su
grupo familiar.
Estamos hablando de una situacin que cada vez ser ms comn. Hemos pensado en cuantos
trabajadores tendrn que estar vinculados al turismo para atender a siete millones de turistas al ao?. En
una poblacin con las bajas tasas de crecimiento que hemos tenido en los ltimos aos, esto supone
xodos laborales, rediseos de expectativas de vida, de realizacin profesional. Siendo adems el
turismo concentrado en cuatro polos fundamentales, en estos lugares se sentir todo con ms fuerza.
Me pregunto cmo los trabajadores de la salud vamos a ayudar a esas miles de personas?. La cuenta
la saque el ao pasado en este mismo Congreso valindome de la ley de Pareto. No hay alternativa,
tenemos que valernos de medios multiplicadores, el espacio ser ocupado en gran medida por la
comunicacin social.
EPILOGO
Retomando mi historia motivo aparente inicial quiero terminar diciendo que Freud nunca volvi a los
Estados Unidos de norteamerica. Los turoperadores nortemaricanos no supieron generar en l la lealtad
de cliente. No volvio nunca ms. No fue cliente de Sherraton, ni de Hilton. No volvi en realidad porque
no logr entender los Estados Unidos, no logr entender a los americanos. Alguien intento ayudarlo?.
Parece que no. Sus compaeros de viaje ern igual que l. Stanley Hall, que lo recibi en la Universidad
de Clark, no era un comunicador social. No fue la poca impresin que la causaron las cataratas del
Nigara lo que lo decepcion. No fue la frialdad de Nueva York ni la suciedad de Boston lo que lo
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10desmotiv. Freud vi profundamente daada su autoestima en norteamrica y esto lo marco
definitivamente. Con Stanley Hall, Presidente de la Clark University, pas algo similar. Esperaba ms de
Freud. Quien sabe si por eso nunca fue a Austria ni a Inglaterra, ltimo lugar de residencia del maestro
del psicoanlisis. No hubo intercambio turstico.
Nosotros necesitamos otra cosa. Mas turismo y mejor turismo. Siempre es igual: MAS Y MEJOR. Est en
nuestras manos.