fin de año de un poeta en tierra extraña

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Fin de año de un poeta en tierra extraña Raúl Castillo Soto En la voz de un viejo poeta se escucha el temblor de la noche. En la calle, revela, escueta, la víspera de medianoche. Las luces parecen lejanas, como esa que brilla en Oriente. Su audiencia, los muros, persianas; sombra azul, callejón sin gente. (El espíritu adormecido arruga cual papel de estraza El frío, y el sucio curtido son la memoria que amordaza) Borrosa en dispuesta botella, —fiel elixir de la nostalgia— la patria lejana, la huella, la sed de verla que contagia. Duerme la lluvia, cae nieve sobre aquel techo de cartón; otra clase de lluvia, llueve... Viste el asfalto de algodón. Y dice: "Me confortará el sumidero con su aliento de la mañana, el agua de algún fregadero me hará una visita temprana. Mas no quejo del infortunio por todo lo que haya perdido, he tenido el calor de Junio, la experiencia de lo vivido; he tenido la primera hora, el abrazo de cada día, el de aquella mujer que adora el arrullo de una poesía. He alucinado en el amor y he cabalgado las estrellas del sol he bebido el fulgor, de las pléyades, sus doncellas. He caído y me he levantado, sufrido, he sabido reír de los sueños que no he soñado, de la ironía del vivir. Nada falta, excepto... El aliento, el beso ausente de la madre, y el gris cabello, zar del viento en las mil caras de mi padre. Mientras tenga la vida sobran las quejas. Ya la vista empaña; ideas, lánguidas zozobran en festejo de tierra extraña.” (Y la calle, calla en su imperio de cara blancas, sol y estaño, de la esperanza y del misterio, que hoy reciben al nuevo año) 12/2009

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un poema del autor R. Castillo-Soto

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  • Fin de ao de un poeta en tierra extraa Ral Castillo Soto

    En la voz de un viejo poeta se escucha el temblor de la noche. En la calle, revela, escueta, la vspera de medianoche. Las luces parecen lejanas, como esa que brilla en Oriente. Su audiencia, los muros, persianas; sombra azul, callejn sin gente. (El espritu adormecido arruga cual papel de estraza El fro, y el sucio curtido son la memoria que amordaza) Borrosa en dispuesta botella, fiel elixir de la nostalgia la patria lejana, la huella, la sed de verla que contagia. Duerme la lluvia, cae nieve sobre aquel techo de cartn; otra clase de lluvia, llueve... Viste el asfalto de algodn.

    Y dice: "Me confortar el sumidero con su aliento de la maana, el agua de algn fregadero me har una visita temprana. Mas no quejo del infortunio por todo lo que haya perdido, he tenido el calor de Junio, la experiencia de lo vivido; he tenido la primera hora, el abrazo de cada da, el de aquella mujer que adora el arrullo de una poesa. He alucinado en el amor y he cabalgado las estrellas del sol he bebido el fulgor, de las plyades, sus doncellas. He cado y me he levantado, sufrido, he sabido rer de los sueos que no he soado, de la irona del vivir. Nada falta, excepto... El aliento, el beso ausente de la madre, y el gris cabello, zar del viento en las mil caras de mi padre. Mientras tenga la vida sobran las quejas. Ya la vista empaa; ideas, lnguidas zozobran en festejo de tierra extraa. (Y la calle, calla en su imperio de cara blancas, sol y estao, de la esperanza y del misterio, que hoy reciben al nuevo ao) 12/2009