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REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESpAñA FILOSOFÍA pOLÍTICA Y TEORÍA MONETARIA EN LA EUROpA MEDIEVAL Y SU REFLEJO EN JUAN DE MARIANA DISCURSO PRONUNCIADO POR EL EXCMO. SR. DR. D. VICTORIANO MARTÍN MARTÍN EN LA TOMA DE POSESIÓN COMO ACADÉMICO NUMERARIO EL DÍA 26 DE JUNIO DE 2013 Y CONTESTACIÓN DEL ACADÉMICO NUMERARIO EXCMO. SR. DR. D. FERNANDO BECKER ZUAZUA MADRID MMXIII

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REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESpAñA

FILOSOFÍA pOLÍTICA Y TEORÍA MONETARIA EN LA EUROpA MEDIEVAL

Y SU REFLEJO EN JUAN DE MARIANA

DISCURSO PRONUNCIADO POR ELEXCMO. SR. DR. D. VICTORIANO MARTÍN MARTÍN

EN LA TOMA DE POSESIÓNCOMO ACADÉMICO NUMERARIO

EL DÍA 26 DE JUNIO DE 2013

Y CONTESTACIÓN DEL ACADÉMICO NUMERARIOEXCMO. SR. DR. D. FERNANDO BECKER ZUAZUA

MADRIDMMXIII

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DISCURSO DE INGRESO

DEL ACADÉMICO NUMERARIO

EXCMO. SR. DR.

D. VICTORIANO MARTÍN MARTÍN

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Soluciones Gráficas Chile, S.L.L.

C/ Chile, 27

28016 MADRID

Teléf. 91 359 57 55

[email protected]

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Excmo. Sr. presidente de la Real Academia de Doctores de España.Excmas. Señoras y Señores AcadémicosSeñoras y Señores.

Una de las dimensiones más importantes además de problemática de la cri-sis económica que dura ya cinco años es la monetaria y todo lo que tiene quever con el dinero y el crédito. El desconcierto, la polémica y las ocurrenciasque rodean a la política monetaria actual a escala internacional parecen olvi-dar todo lo que la teoría y la evidencia empírica nos ha enseñado desde quelos diferentes autores comenzaron a preocuparse por el funcionamiento deldinero.

Me ha parecido pertinente presentar, en un foro tan selecto como la realAcademia de doctores, que tan amablemente me acoge hoy formalmente en suseno, una síntesis de la teoría monetaria medieval, una teoría que elevaría a sumayor grado de perfección el jesuita español Juan de Mariana a finales delsiglo XVI y principios del XVII, que al menos nos ayude a explicar el fraca-so de las políticas de dinero fácil que vienen practicando los bancos centralesde Estados Unidos, Europa y Japón. Una teoría monetaria que es el resultadode varios ingredientes: en primer lugar, el metalismo aristotélico que, comoveremos, ha sido objeto de algunas interpretaciones controvertidas, pero sobretodo un metalismo reforzado por la interpretación de los autores medievales;fundamentalmente Santo Tomás de Aquino y Nicolás de Oresme. El segundoingrediente a tener en cuenta es la política y la práctica monetaria en los siglos

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XII al XV, así como las consecuencias de aquellas políticas sobre los privile-gios de las diferentes clases, sobre todo adineradas, de la sociedad. Lo queprovocó denuncias de la jerarquía eclesiástica y de los propios moralistas que,si bien al principio apelaban a razones de tipo moral, pronto sentarían lasbases de discusión sobre la soberanía y sus límites en la gestión monetaria. Ladiscusión sobre los límites del absolutismo en la gestión monetaria nos intro-duce de lleno en el último ingrediente que vamos a considerar, esto es, la filo-sofía política voluntarista de la universidad de París y su defensa de los dere-chos subjetivos, cuyo ejemplo paradigmático lo constituye el derecho depropiedad, lo que supuso el inicio del camino para retirar del poder político lagestión monetaria.

Pues bien, para conseguir este objetivo en primer lugar expondré una sín-tesis de la teoría monetaria de Aristóteles tal y como aparece en sus obrasPolítica y Ética a Nicómaco. Veremos cómo Aristóteles desarrolló importan-tes ideas sobre el dinero. Para concluir nos haremos eco de las interpretacio-nes de la teoría monetaria de Aristóteles como defensor de una moneda signoo una teoría fiduciaria, intentando justificar nuestra interpretación metalista.

Puesto que nos hemos referido al metalismo reforzado por las interpreta-ciones de los teólogos medievales, analizaremos a continuación la recepciónde la obra de Aristóteles en las escuelas medievales. Comenzamos resaltandola ausencia generalizada de conocimientos de griego en aquellas escuelas ycómo el análisis de las obras de Aristóteles se llevó a cabo sobre traduccionesal latín. Aparte de la primera versión de Grossetestes, obispo de Lincoln rea-lizada en 1247, nos detendremos en los comentarios de San Alberto Magno,un fraile dominico que fue maestro de Sto. Tomás de Aquino. Tras citar la tra-ducción de Moerbeke, otro dominico que vivió entre 1215 y 1286 y un tra-ductor experimentado de Aristóteles, nos detendremos en los comentariosmucho más rigurosos y acertados de Santo Tomás de Aquino en susComentarios a la Política de Aristóteles y los Comentarios a la Ética aNicómaco. Concluiremos señalando que desde el punto de vista teórico, conlos Comentarios de Santo Tomás a la Ética y a la Política de Aristóteles que-daba establecida la teoría monetaria en cuanto a las características y funcio-nes del dinero. Establecida por los Comentarios de Santo Tomás la teoríamonetaria aristotélica, pasaremos después a analizar otro ingrediente impor-tante: la política y práctica monetarias ejercidas por los gobernantes, basadasen la norma vigente en Europa hasta el siglo XIV, que consistía en que lospríncipes no solamente detentaban el derecho a acuñar moneda, sino tambiénel derecho a regular y gestionar la acuñación. Analizaremos también la doc-trina de la Iglesia, que fundamentaría las proposiciones monetarias de los teó-logos de la universidad de París. Especial interés merece un hito importante

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en el camino hacia una teoría monetaria que pone en tela de juicio el derechoabsoluto del monarca sobre la gestión monetaria, que tuvo lugar en época tantemprana como finales del siglo XII. Se trata de la Bula de Inocencio III de 5de abril de 1199, Quanto personam tuam. En ella se defiende el pleno conte-nido metálico de la moneda, esto es, una moneda fuerte, la necesidad del con-sentimiento del pueblo en caso de alteración, si fuera necesaria por el bien dela comunidad y la obligación de volver al pleno contenido metálico. Pero esto,aunque terminaría dando sus frutos, sería un paréntesis temprano porque a lolargo del siglo XIII seguiría manteniéndose y defendiéndose por algunos teó-logos el poder absoluto de los reyes en la gestión monetaria, y como mucho,se apelaba a razones morales y a confiar en la justicia divina para vengar elcomportamiento del príncipe si defraudaba a los súbditos.

Hablaré después de la filosofía política y a la teoría monetaria, haciendoespecial hincapié en aquellos autores que ponen de manifiesto los efectos per-versos del envilecimiento de la moneda sobre la buena marcha de los contra-tos y sobre la distribución de la riqueza. Su razonamiento se vio facilitado porla generalización de la defensa de los derechos subjetivos en torno a la uni-versidad de París y por la puesta en tela de juicio del poder absoluto de losreyes en la gestión monetaria, así como la consideración del pueblo en la dis-cusión teórica sobre soberanía y la aparición de la teoría del consentimiento.Nos detendremos en la figura de Nicolás de Oresme y su teoría monetaria. Losbreves comentarios sobre las ideas del Panormitano y de Gabriel Biel nosintroducen en la teoría monetaria del padre Juan de Mariana, como el herede-ro más representativo de la teoría monetaria medieval, una teoría monetariaque el jesuita español hizo avanzar al integrarla en la teoría cuantitativa des-cubierta por los escolásticos españoles del siglo XVI. Las teorías del padreMariana se vieron reforzadas por sus ideas voluntaristas adquiridas durantesus estudios en la universidad de Alcalá y su doctorado y posterior ejerciciocomo profesor en la universidad de París.

Dos razones justifican la presencia del padre Mariana en este trabajo: laactualidad y vigencia de su razonamiento y la clara influencia de la teoríamonetaria medieval en el mismo. El tema de la vigencia del razonamiento nossirve también para la justificación del trabajo en su conjunto, ya que los pro-blemas que intentaba solucionar la teoría monetaria medieval siguen vigentesen la actualidad en unos momentos en que el desconcierto generalizado está apunto de llevarse por delante la independencia de los Bancos Centrales. Elenvilecimiento del dinero en la época medieval se llevaba a cabo mediante lasreacuñaciones, en la actualidad, cuando se exige que los aumentos en la can-tidad de dinero financien los gastos del Estado. Finalmente quiero realizaralgunos comentarios sobre las fuentes. Siempre que ha sido posible he utili-

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zado fuentes originales aunque en versiones castellanas, salvo en el caso deAristóteles, que he tenido acceso a la edición bilingüe griego-inglés deHarvard University Press. De Santo Tomás he utilizado las ediciones en cas-tellano de los Comentarios a la Política de Aristóteles y los Comentarios a laÉtica a Nicómaco, así como la edición en español de la Secunda Secundae dela Summa de Teología. Igualmente he utilizado las obras originales de Juan deMariana y de Oresmes. En este sentido, cabe una mención especial a la Bulade Inocencio III, que está disponible como apéndice de la edición de este dis-curso. Finalmente me han sido de gran utilidad el libro de Odd Langholm y elartículo de Peter Spufford citados en la bibliografía.

LA TEORÍA MONETARIA DE ARISTÓTELES

La teoría monetaria medieval que vamos a estudiar se construye sobre elmetalismo aristotélico, un metalismo reforzado por su interpretación de losteólogos medievales, fundamentalmente Santo Tomás de Aquino con susComentarios a la Ética a Nicómaco y a la Política de Aristóteles. Pero sobretodo Nicolás de Oresme y su obra Tractatus de origine, natura, iure et muta-tionibus monetarum (1373).

Pero antes de pasar a analizar las versiones medievales vamos a exponeruna síntesis de la teoría monetaria de Aristóteles tal y como aparece en susobras originales: Ética a Nicómaco y La Política. Aristóteles, en sus apreta-dos –apenas tres páginas de Ética a Nicómaco y otras tantas en la Política- ya menudo oscuros párrafos ha desarrollado “importantes ideas sobre el dine-ro, importantes no sólo por la gran intuición que revelan, sino incluso más porla profunda influencia que han ejercido sobre la teoría monetaria moderna através de sus fieles discípulos, los escolásticos1”. Según Aristóteles los inter-cambios deben ajustarse a la justicia conmutativa y el criterio para asegurarsede que dichos intercambios son justos es el principio de equivalencia. Paragarantizar la igualdad proporcional como exige la justicia, “pues si existe enprimer lugar la igualdad proporcional, y después se produce la reciprocidad setendrá el resultado indicado (…) Pero es preciso que se igualen y por eso todaslas cosas que se intercambian deben ser, de alguna manera, comparables. Paraeso se ha introducido la moneda que es de algún modo, algo intermedio por-que todo lo mide, de suerte que mide también el exceso y el defecto2”. La regla

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1 Monroe, A.E. (2001): Monetary Theory before Adam Smith. Kitchener, Ontario, BatocheBooks, p.6.

2 Aristóteles (2003): Ética Nicomaquea, Madrid, ed. Gredos, p. 251.

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de equivalencia en el intercambio implica que el medio de cambio se utilicetambién como medida del valor, pero un poco más abajo en el mismo capítu-lo Aristóteles pone de manifiesto la tercera función del dinero, esto es, comodepósito de valor, pues “en cuanto al cambio futuro si ahora no necesitamosnada pero podemos necesitar luego, la moneda sirve como garante, porque elque tiene dinero debe poder adquirir3”.

Son los intercambios y el uso del dinero lo que mantiene unida la comuni-dad y permite a los hombres vivir en sociedad. Aristóteles deja claro en laÉtica que existían intercambios o trueques con anterioridad al uso del dineroy el intercambio se basa en “la demanda de servicios mutuos que es lo quemantiene unidos a los hombres, está claro por el hecho de que, cuando dospartes, las dos o una sola no tienen necesidad una de otra, no hacen cambioscomo cuando una necesita lo que tiene la otra, por ejemplo vino o trigo4”.

Este razonamiento lo expone de forma mucho más clara en la Política5.Subraya Aristóteles que el medio de cambio debe ser generalmente aceptadoy cuando declara que el dinero existe no por naturaleza sino por convención alo que parece referirse es que el medio de cambio debe ser generalmente acep-tado y que los metales preciosos tienen esta cualidad, no por la naturaleza delas cosas sino por la estimación general. Se muestra contrario a la interpreta-ción del dinero símbolo que defiende Platón y a ello parece referirseAristóteles cuando dice que “hay opiniones de que el dinero es algo insignifi-cante y completamente convencional6”.

Aristóteles parece liderar una larga corriente de partidarios de dinero fuer-te y de limitar el dinero a materiales que “son útiles y fácilmente manejablespara la vida7”.

Y parece que son los metales preciosos los que mejor cumplen con las con-diciones de utilidad, ser fácilmente manejables, generalmente aceptados yestabilidad en el valor, pues aunque “la moneda está sujeta también a varia-ciones, no pudiendo siempre valer lo mismo, con todo tiende a ser más esta-ble que las cosas que mide8”. Aquí parece claro que la estabilidad en el valordel dinero, firmemente defendida por la teoría medieval como una de las cua-lidades del mismo ya está presente en Aristóteles.

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3 Aristóteles, op. cit. p.2524 Ibidem5 Aristóteles (1999): Política, Madrid, ed. Gredos, I, 9, 1257 a, pp. 67, 69, 70.6 Aristóteles, op. cit I, 9, 1257b, p. 71 p.71.7 Aristóteles (2003): Ética Nicomaquea, Madrid, ed. Gredos, I, 9, 1257a, p. 70.8 Aristóteles, op. cit. V, 5, 1133b, p. 253.

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Finalmente el Filósofo piensa que el valor del dinero está sometido a lasmismas leyes que el resto de los bienes. Una vez más tenemos que hacer refe-rencia al dinero mercancía, que debe estar hecho de una mercancía útil y fácil-mente adaptable a las necesidades de la vida, pero además el dinero mercan-cía se adapta mejor a su teoría general del valor y del intercambio, que debeestar sometida a las exigencias de la justicia regulada por el principio de equi-valencia, esto es, los bienes intercambiados tienen que tener un valor equiva-lente para que el intercambio sea justo. Puesto que las cosas son diferentesnecesitamos un patrón de medida para igualarlas. “Así pues, la moneda, comouna medida, iguala las cosas haciéndolas conmensurables: no habría asocia-ción si no hubiese cambio, ni cambio, si no hubiera igualdad, ni igualdad, sino hubiera conmensurabilidad. En realidad es imposible que cosas que difie-ran tanto lleguen a ser conmensurables, pero esto puede lograrse suficiente-mente con la necesidad. Debe existir entonces una unidad establecida en vir-tud de un acuerdo, porque esto hace todas las cosas conmensurables9”.

Pues bien, a pesar de que algunos de los textos que hemos analizado pue-dan conducir a cierta ambigüedad, parece que otros son suficientemente cla-ros y del contexto general se deduce con cierta claridad la teoría metalista deldinero en Aristóteles como pusieron de manifiesto primero Arthur Eli Monroey después Joseph A. Schumpeter.

Tal vez el mayor crítico de la teoría metalista de Aristóteles haya sidoBarry J. Gordon10, que se aferra a uno de los textos más controvertidos de laÉtica a Nicómaco cuando Aristóteles se refiere a que la moneda existe por una“convención” y “no es por naturaleza”. El texto en cuestión es el siguiente:“Es menester por tanto que todo se mida por una sola cosa, como se dijo antes.En realidad, esta cosa es la necesidad que todo lo mantiene unido; porque silos hombres no necesitaran nada o no lo necesitaran por igual no habría cam-bio o no tal cambio. Pero la moneda ha venido a ser como una especie de sus-tituto de la necesidad en virtud de una convención, y por eso se llama así, por-que no es por naturaleza sino por ley, y está en nuestras manos cambiarla oinutilizarla11”.

Pero del texto parece deducirse que la convención se refiere a la eleccióndel material, el tipo de metal, la convención convierte al metal en dinero pero

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9 Ibidem10 Gordon, Barry J. (1961): “Aristotle, Schumpeter and the metalist tradition”, en The

Quartely Journal of Economics, vol. 75, No. 4 (nov. 1961), pp. 608-614.11 Aristóteles, op. cit. V, 5, 1133a, p. 252

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no le da valor, como tampoco se lo da el cuño, que sólo nos garantiza el pesoy la pureza del material. A esto hay que añadir la interpretación de los teólo-gos medievales, fundamentalmente Santo Tomás y Oresme.

LA RECEpCIÓN DE LA OBRA DE ARISTÓTELES EN LAS ESCUE-LAS MEDIEVALES

Como norma no se leía griego en las escuelas medievales. Circulaban frag-mentos de la obra de Aristóteles traducidos al latín. Pero las primeras traduc-ciones completas no llegarían hasta mediados del siglo XIII. Una traduccióndel conjunto de la Ética a Nicómaco del griego al latín fue hecha bajo los aus-picios y con la contribución de Robert Grossetestes, obispo de Lincoln, ycompletada en 1247. Pero fue San Alberto Magno, un fraile dominico, quiense propuso la tarea de explicar Aristóteles a sus contemporáneos, sobre todolas dos grandes obras en que el Filósofo sentó los fundamentos del análisiseconómico. Alberto Magno realizó los primeros comentarios completos sobrela Ética y la Política. Conocía la traducción de Grossetestes e impartió susclases sobre ella en 1250, y sus lecciones fueron editadas en forma deComentario al pie de la letra con cuestiones. El responsable de esta ediciónfue Tomás de Aquino, alumno de Alberto Magno en Colonia. Este primercomentario aparece impreso por primera vez en la edición de Colonia, enfecha desconocida muy probablemente a principios o mediados de la décadade 1260. Compuso un segundo Comentario en forma de paráfrasis más libre.

William de Moerbeke, un dominico que vivió entre 1215 y 1286 y un tra-ductor experimentado de Aristóteles, a petición de Santo Tomás, de quienparece que era secretario, realizó una traducción completa de los ocho librosde la Política del griego al latín, editada en Orvieto en 1260. Por cierto, elnombre de William de Moerbeke es citado en El Nombre de la Rosa deUmberto Eco, por el novicio Bencio de Upsala, como traductor de la Política(“conozco poco el griego y pude acercarme a ese gran libro precisamente através de la traducción de Guillermo de Moerbeke”).

San Alberto Magno debió completar sus Comentarios a la Política entorno a 1262-263, también en Orvieto, ya que por esas fechas estaba en Italiay concretamente en Orvieto por requerimiento del Papa durante el invierno de1262-1263.

Por lo que se refiere a los comentarios de San Alberto sobre el dinero sonpoco claros, la traducción es mediocre y ello le conducía a cometer errores yalgunos detalles de su doctrina monetaria son desacertados.

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Mayor rigor tienen los comentarios de Santo Tomás, el Comentario a laÉtica a Nicómaco fue realizado en torno a 1271 en París. El Comentario a laPolítica de Aristóteles fue iniciado por Santo Tomás durante su segunda estan-cia en París (1269-1272). El Comentario de Tomás de Aquino se interrumpeen el libro III, lección 6. El autor del resto, desde la lección 7 del libro III fuePedro de Alvernia.

Tal vez la defensa más clara del metalismo aristotélico la encontremos enel Comentario a la Política de Aristóteles, pues:

“luego para poder realizar estas conmutaciones a lugares remotos, convi-nieron que darían y recibirían mutuamente algo que se pudiera transportarfácil y expeditamente, y no obstante, tener de suyo alguna utilidad. De estaíndole son los metales, como el hierro, la plata y otros similares, pues sonútiles en sí mismos en cuanto a que con ellos se fabrican vasos o algunoinstrumentos, pudiéndose llevar no obstante con facilidad a lugares remo-tos, ya que poca cantidad de los mismos y debido a su escasez valía muchomás que las demás cosas. De este modo los hombres que debían recorrerun largo camino, en vez de llevar para sus gastos dinero de bronce lo lle-vaban de plata o de oro. Debido a esta necesidad de realizar conmutaciones en lugares remotos pri-mero fue determinado el metal por el solo peso o tamaño, como sucedeentre ciertos pueblos que tienen piezas de plata no acuñadas. Empero másadelante, para librarse de la necesidad de medir o pesar, los hombres impri-mieron alguna marca que se ponía como un signo de que el metal era detanta calidad, como también en ciertos lugares se imponían algunas seña-les públicas para medida del vino o del trigo. De esta manera resulta evidente que al principio el dinero fue inventadopara conmutar lo necesario12”.

Lo mismo parece dar por supuesto en la Summa de Teologia, cuando admi-te que se puede cobrar algo por el “préstamo de plata acuñada”, porque “laplata acuñada y la otra de que se fabrican vasos y otros objetos no difiere enespecie. Ahora bien: es lícito recibir un precio por el préstamo de vasos deplata. En consecuencia también es lícito cobrar algo por el préstamo de plataacuñada13”.

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12 Santo Tomás de Aquino (2001): Comentarios a la Política de Aristóteles, Pamplona,EUNSA, , I, 7, p. 76

13 Santo Tomás de Aquino (1995): Summa de Teología, III, Parte II-II (a), Madrid,Biblioteca de Autores Cristianos, 78,1,6

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Finalmente parece que no es arriesgada la hipótesis de que la defensa delpleno contenido metálico de la moneda y la crítica a la moneda signo implicaacentuar el problema del envilecimiento de la moneda, pues esto parece sig-nificar cuando dice en los Comentarios a la Ética a Nicómaco de Aristóteles:

“Pues es preciso que el dinero tenga esta capacidad adquisitiva que permi-ta al que lo ofrezca tener inmediatamente aquello de lo que ha menester.Así mismo es cierto que también el dinero padece lo mismo que las demáscosas, pues no siempre por él el hombre recibe lo que quiere, ya que nosiempre puede equipararse o tener el mismo valor. Con todo, debe ser ins-tituido de tal manera que se mantenga más en el mismo valor que lasdemás cosas14”.

Ahora bien, aunque Santo Tomás en la lección 8 del libro I de losComentarios a la Política de Aristóteles condena el aumento indebido deldinero, no parece que se pueda llegar a la conclusión de Langholm15 de quebuscar monedas en exceso pueda ser una forma de describir el envilecimien-to.

Pues bien, parece que desde el punto de vista teórico, con los Comentariosde Santo Tomás a la Ética y a la Política de Aristóteles quedaba establecida lateoría monetaria en cuanto a las características y funciones del dinero: esto es,el pleno contenido metálico de las monedas garantizaba la estabilidad delvalor del dinero, lo que se conseguía mejor con los metales preciosos, lo quegarantizaba además que el dinero pudiera cumplir sus funciones de unidad decuenta, medio de cambio y depósito del valor. Existen otros dos ingredientesque cooperaron a la configuración de la teoría monetaria medieval: por unaparte la política y la práctica monetaria dirigida por los gobernantes, y la filo-sofía política voluntarista de los teólogos de la Universidad de París.

pOLÍTICA Y pRÁCTICA MONETARIA EN LOS SIGLOS XII AL XV

A la política y práctica monetaria hay que añadir la doctrina de la Iglesia,que fundamentaría las proposiciones monetarias de los teólogos de la univer-sidad de París. Pues bien, aquí analizaremos la práctica y política monetaria

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14 Santo Tomás de Aquino (2002): Comentarios a la Ética a Nicómaco de Aristóteles,Pamplona, EUNSA. V, 9, 700, p. 314

15 Langholm, O. (1992): Economics in the medieval school. Wealth exchange value money& usury according to the Paris theological tradition, 1200-1350, New York, E. J. Brill,p. 237

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ejercidas por los gobernantes, basadas en la norma vigente en Europa hasta elsiglo XIV que consistía en que los príncipes no solamente tenían derecho aacuñar moneda sino también el derecho a regular y gestionar la acuñación.

Así como la teoría cantidad de dinero de los precios se configura enEspaña en el siglo XVI, la teoría monetaria propiamente dicha tiene su cunaen Francia, pues fue en nuestro país vecino donde la teoría monetaria se hizoexplícita como resultado de la relación entre las políticas monetarias de losdiferentes grupos de intereses en la sociedad y las teorías sobre los derechosde acuñación de la moneda. En última instancia, la teoría monetaria medievales más bien el resultado de las discusiones de filosofía política, esto es, decuestiones tales como la soberanía y los derechos subjetivos que del análisiseconómico propiamente dicho.

En definitiva, las teorías fueron elaboradas cuando las políticas cambian-tes provocaron reacciones políticas. Desde épocas tempranas los gobernantesrespaldados por la teoría de su derecho absoluto a gestionar la moneda se die-ron cuenta de la posibilidad de financiar sus gastos excesivos mediante elenvilecimiento del dinero a gran escala. Fueron los abusos de estas prácticaslo que provocó que tanto quienes se veían especialmente perjudicados por lasmismas, como la doctrina de la Iglesia y los moralistas que percibían el carác-ter inmoral quienes cuestionaron de forma generalizada el derecho absolutode acuñación y se formulara la teoría monetaria alternativa fundamentada enlos individuos y en la comunidad como propietarios de la moneda dando lugaral surgimiento de la teoría del consentimiento como freno al poder absolutode los príncipes y su pretexto de la renovación de la moneda.

La renovación de la moneda consistía en que el príncipe recogía todas lasmonedas de su jurisdicción, las fundía y reacuñaba después. Tal renovación nonecesariamente implicaba envilecimiento, podía ocurrir que las nuevas mone-das tuvieran pleno contenido metálico, como sucedía cuando dentro de lajurisdicción circulaban monedas de otros reinos como consecuencia de lasrelaciones comerciales. El objetivo en este caso era reacuñar todas las mone-das extranjeras con sus propias monedas viejas, asegurándose de esta formaque todas las que circulaban en sus dominios eran sus propias monedas. Deahí que la renovación de la moneda no fuera necesariamente inflacionista yaque con mucha frecuencia la moneda nueva era tan buena como la vieja. Eneste caso, el beneficio del gobernante consistía en que entregaba menor núme-ro de monedas que las que recogía. Ahora bien, con frecuencia la reacuñaciónimplicaba la disminución del contenido metálico de las monedas. En este casose entregaba el mismo número de monedas, pero con menor valor intrínseco;

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aquí la ganancia del príncipe consistía en la diferencia entre el valor facial yel valor intrínseco multiplicado por la cantidad de monedas reacuñadas. Endefinitiva, la renovación de la moneda se llevaba a cabo para producir ingre-sos y era considerada como uno de los derechos reales del príncipe.

La renovación de la moneda fue una práctica muy generalizada en la épocamedieval, pero fue desapareciendo progresivamente y sustituida por nuevasformas de imposición bajo la promesa de que el príncipe no podría alterar elvalor de la moneda.

Un hito importante en el camino hacia una teoría monetaria que pone entela de juicio el derecho absoluto del monarca sobre la gestión monetaria tuvolugar en época tan temprana como finales del siglo XII. Se trata de la BulaQuanto personam tuam del Papa Inocencio III, de 5 de abril de 1199, que tratade los problemas surgidos con el juramento que Pedro II de Aragón habíaprestado. El monarca aragonés había heredado el derecho a acuñar monedacuando lo deseara (rex potest monetare quantumcunque sibi placuerit). Entrelos derechos de la Corona de Aragón estaba el de cambiar de forma intermi-tente los ingresos derivados de su derecho de reacuñación por una forma alter-nativa de imposición.

Pedro II, poco después de su coronación, juró no cambiar la acuñación desu padre. Pero la última reacuñación de Alfonso II había disminuido el conte-nido metálico de los denarios. Animado por los prelados y otras personalida-des de su reino, Pedro II solicitó al Papa Inocencio III ser dispensado de sujuramento. El Papa, en la Bula citada más arriba, contestó que más bien queabsolver de su juramento lo que se necesitaba era una interpretación delmismo. El Papa, pasando por alto el “legítimo” control real de la acuñación,se muestra contrario a la disminución del contenido metálico de la moneda.En el caso concreto de Aragón, Pedro II había recibido una moneda envileci-da (legítimo pondere defraudata). Inocencio III hacía hincapié en la necesidadde volver al peso legítimo. Pero además, advierte de la invalidez del jura-mento porque para el mismo se necesitaba el consentimiento del pueblo y eljuramento se llevó a cabo (irrequisito assensu populi) sin recabar el consenti-miento del pueblo.

Pues bien, a pesar de la configuración de estos dos conceptos tan funda-mentales y de tanta trascendencia tanto para la filosofía política como para lateoría monetaria, esto es, la teoría del consentimiento (assensu populi) y lanecesidad de poner freno al poder absoluto de los monarcas para alterar elvalor de las monedas o, en todo caso, si para satisfacer las necesidades delpueblo tuviera que llevarse a cabo, era necesario volver al pleno contenido

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metálico (ad legitimum pondus). Digo que a pesar de todo, durante todo elsiglo XIII se siguió manteniendo el poder absoluto de los reyes sobre la ges-tión monetaria. Hasta tal punto que diseñar una moneda nacional era símbolode soberanía. San Luis de Francia (1214-1270) reforzó los derechos reales aacuñar así como a supervisar la acuñación realizada por otros dentro de sureino. Ahora bien, la alteración del valor de las monedas en las reformasmonetarias provocaba reacciones muy críticas por parte de quienes sentíanque sus derechos estaban siendo violados.

De estas reacciones se hizo eco Gerard de Abbeville, un teólogo de la uni-versidad de París desde 1257, más conocido por oponerse a las órdenes men-dicantes y cuyas opiniones merecieron las réplicas de Santo Tomás de Aquinoy de San Buenaventura. Canonista de formación, fue archidiácono dePonthieu y Cambrail. Las contribuciones de Gerard de Abbeville a la econo-mía y a la teoría monetaria las encontramos en sus disputas formales, quetuvieron lugar dos veces al año entre Navidad de 1262 y hasta la SemanaSanta de 1271. En 1266, mientras era canciller de la universidad de París, tuvoque pronunciarse sobre una ordenanza de Luis IX de Francia que prohibía lacirculación de libras esterlinas, ante la obligación de mantener el juramento alque los súbditos habían sido obligados por el soberano, Abbeville respondeafirmativamente aunque con cautela. En cuanto a acuñar moneda y proteger-la, Gerard afirma que son prerrogativas del rey. Ahora bien, para Gerard, unabuena moneda tenía que reunir tres características: un peso adecuado, metalprecioso y cuño oficial. En apelación a la Bula Quanto personam tuam, coin-cidía con Inocencio III en cuanto a la solidez o fortaleza y el peso de la mone-da, sin embargo parece excesivamente regalista en cuanto a la interpretacióndel derecho del rey sobre el dinero, pues no parece deducirse de la carta delPapa que la gestión del dinero perteneciera al rey absolutamente y ni tansiquiera menciona el consentimiento del pueblo. Las únicas limitaciones en elderecho del rey a gestionar la moneda eran de orden moral. La única restric-ción era su propia conciencia. Abbeville era consciente de que el príncipedefraudaba a sus súbditos cuando envilecía la moneda y le recomendabagobernar su política monetaria con menos avaricia y más caridad. Sin poneren tela de juicio el poder absoluto del rey en la gestión del dinero a pesar delperjuicio causado a sus súbditos, Abbeville apela al castigo divino y confian-do en la Sagrada Escritura concluía que “reyes y príncipes si no actúan deacuerdo con el amor a sus súbditos deberían sonrojarse y temblar cuandoescuchen el significado del Libro de la Sabiduría16” cuando dice “Escuchad,

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16 Spufford, P. (2000): “Monetary practice and monetary theory in Europe (12th-15th centu-ries)” en Moneda y monedas en la Europa medieval (siglos XII-XV), Pamplona,Gobierno de Navarra. p. 57.

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reyes, y entended; (…) el poder os viene del Señor y la soberanía, delAltísimo” (Sabiduría, 6, 1 y 3).

Cuando se enfrenta con la legislación desde el punto de vista de los súbdi-tos respalda su argumentación con textos de la Escritura: “Te autorizo a acu-ñar moneda de curso legal en tu país” (I Macabeos 15, 6) o “Pues dad al Césarlo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 21); “que todos sesometan a las autoridades constituidas” (Romanos 13, 1). “Dad a cada cual loque es debido: si son impuestos, impuestos: si tributos, tributos” (Romanos12, 7).

Parapetado en estos textos de la Escritura llega a la conclusión de que losreyes no tienen límites a su autoridad en el área monetaria más que la ley natu-ral y la ley divina a la que debe someterse toda regulación. Según GerardAbbeville, la gestión monetaria pertenece al bien común del que el rey es elsupremo guardián. Finalmente concluye que incluso si el rey realiza equivo-cadamente actos de codicia, los súbditos tienen que obedecer y confiar en lavenganza divina sobre el rey. Como mucho, los prelados podrían en privado yrespetuosamente hacer entrar en razón a los príncipes17.

Otro de los autores de posiciones que justifican el poder absoluto de losreyes en cuestiones monetarias, solamente matizado por consideracionesmorales y religiosas, fue Bartolomeo de Lucca (1256-1327), conocido tam-bién por el nombre de Tolomeo de Fiadoni. Aunque más joven fue contempo-ráneo y hermano de religión de Santo Tomás, fue alumno suyo y llegó a sersu amigo y confesor y, finalmente, su biógrafo. Parece que el Tratado sobre elGobierno que aparece en algunas ediciones de las obras de Santo Tomás deAquino es una combinación de su breve tratado De Regno y el mucho máslargo De regime principum de Bartolomeo de Lucca.

Tanto en su filosofía política como en teoría monetaria en su obra estánpresente Aristóteles y Santo Tomás. Siguiendo a Santo Tomás, dice Tolomeoque dinero deriva de monere (advertir) porque nos advierte contra el fraude.Pero el fraude con relación al dinero puede ser realizado no sólo por los indi-viduos privados, sino también por el soberano cuya prerrogativa es acuñarmoneda y estampar su imagen mediante el cuño.

“A nadie más se le permite acuñar moneda del mismo diseño y califica-ción, según la ley de las naciones promulgada, pero es verdad que dicho

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17 Langholm, op. cit. pp. 276 ss; Spufford, op. cit. pp. 57-58.

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esto aunque el rey tiene permitido ejercer este derecho de acuñar moneda,cualquier príncipe o rey debe ser moderado en alterar o disminuir el pesoo el metal, porque esto resulta en deterioro del pueblo desde que el dineroes la medida de las cosas y por tanto alterar las cantidades del dinero o lamoneda a la misma cosa es como alterar las escalas o cualquier tipo depeso18”.

La alteración del valor de las monedas, tal y como desde finales del sigloXII y hasta mediados del siglo XV estaba sucediendo en Francia, era unaforma de fraude. Pero aunque el rey fuera declarado culpable de fraude, nohabía medios para evitarlo, puesto que el rey detenta un poder absoluto en lagestión monetaria. Lo mismo que había dicho Abbeville, Tolomeo se apoya-ba en los textos de la Escritura para justificar su posición.

Generalmente el envilecimiento de las monedas tuvo un carácter mera-mente recaudatorio para financiar los gastos excesivos de los reyes, otra cosaes que a veces la depreciación de las monedas ayudara a las exportaciones delos países que sufrían el envilecimiento.

FILOSOFÍA pOLÍTICA Y TEORÍA MONETARIA

La teoría monetaria no hizo muchos progresos durante la Edad Media.Seguía en vigor el metalismo aristotélico, cuya exigencia de preservar la equi-valencia en los intercambios implicaba el pleno contenido metálico de lasmonedas, esto es, la igualdad entre su valor facial y su valor intrínseco. Ahorabien, la época medieval añadió dos nuevas razones para mantener el plenocontenido metálico como única forma de mantener estable el valor del dine-ro: el respeto sagrado del contenido de los contratos y no alterar la distribu-ción del producto. Ambos objetivos se vieron amenazados cuando quienesdetentaban los derechos de acuñación descubrieron la posibilidad de autofi-nanciarse con la reacuñación de la moneda. Este razonamiento se vio facilita-do por la generalización de la defensa de los derechos subjetivos en torno a launiversidad de París, y por la puesta en tela de juicio del poder absoluto de losreyes, la consideración del pueblo en la discusión teórica sobre la soberanía yla consiguiente aparición de la teoría del consentimiento.

El origen del derecho subjetivo se atribuye a los oponentes tradicionalesdel tomismo, los voluntaristas y nominalistas de finales del siglo XIII y el

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18 Langholm, op. cit. pp. 454-457.

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siglo XIV, que son considerados como los iniciadores de la filosofía indivi-dualista y del espíritu laico. El derecho subjetivo es una cualidad del sujeto,una de sus facultades, una libertad, una posibilidad de actuar. El primero quecaracterizó el ius como una potestad del sujeto individual fue Guillermo deOccam, quien consideraba la voluntad en el hombre y en Dios como una fuer-za y un poder espontáneo de acción no determinados por ninguna razón. Otralínea de argumentación es la que conecta muy estrechamente el derecho sub-jetivo con el concepto de propiedad, considerando la propiedad del individuocomo un derecho paradigmático. El derecho subjetivo es el dominio de lasoberanía individual. El origen de esta noción lo encontramos en la equiva-lencia de dominium y ius presente en los primeros tratados franciscanos depobreza.

Así pues el derecho subjetivo en su verdadero sentido es el corolario deuna teología voluntarista, que lo concibe como aquel área defendido por la leyen que el individuo puede actuar a voluntad, como propietario libre y sobera-no. Esta concepción fue desarrollada en los escritos de Fitzralph, Wyclf,¨Gerson y Summenhart, y sería consagrada definitivamente por Hobbes comoheredero de aquella tradición teológica. Una tradición que heredarían igual-mente algunos de nuestros más ilustres escolásticos del siglo XVI, sobre todoVázquez de Menchaca y el padre Juan de Mariana, y de forma más matizada,Francisco de Vitoria19. Nos interesa fundamentalmente Juan de Mariana, enquien encontramos la síntesis del metalismo medieval y su defensa de losderechos subjetivos con el cuantitativismo de la escuela de Salamanca y el desu hermano de religión, Luis de Molina.

Fue precisamente en aquella época, finales del siglo XIII y a lo largo delsiglo XIV, y a la luz de aquellas ideas nominalistas y voluntaristas, cuandogermina la teoría monetaria. El dinero forma parte de la propiedad, conside-rada como la esencia de los derechos subjetivos; derechos violados por la alte-ración y consecuente envilecimiento del valor de las monedas. La pérdida delpoder adquisitivo de las monedas como consecuencia de su envilecimientoreducía los derechos de propiedad de los súbditos.

Como sucede siempre, las teorías se les ocurren a los científicos cuandointentan solucionar o explicar problemas planteados. Pues bien, en el caso quenos ocupa, la teoría monetaria se fue perfeccionando a la luz de la prácticamonetaria. La reducción del peso y ley en la acuñación alteró las relaciones

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19 Brett, A. S. (2000): Liberty, right and nature. Individual right in later scholastic thought,Cambridge University Press. pp. 4-5.

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establecidas con el desarrollo de la economía de mercado en las centuriasanteriores. Los precios agrícolas, siempre sensibles a las características de lascosechas, recibían una perturbación adicional debido a la caída del valor deldinero. Los salarios y los precios de los servicios ofrecían una resistenciamayor pero se adaptaban también. Pero no ocurría lo mismo con las rentas.Los que cobraban rentas y los prestamistas, perdían. Los terratenientes perdí-an, y los arrendatarios ganaban. Los acreedores perdían, y los deudores gana-ban. Ello implicaba que los diferentes miembros de la comunidad reacciona-ban de forma diferente ante las alteraciones del valor de la moneda mediantela reacuñación. Las políticas monetarias de la época reflejaban en buena medi-da este conflicto de intereses.

Los reyes de Francia, entre 1295 y 1360 se embarcaron en numerosas oca-siones en grandes alteraciones de la moneda cuando los gastos de la guerra sehacían demasiado elevados. Sin embargo, convencidos de la necesidad de laestabilidad monetaria, volvían a la moneda fuerte tan pronto como era posi-ble.

Con cada reacuñación, la nobleza y el alto clero protestaban enérgicamen-te debido a la pérdida del poder de compra de los ingresos de los terratenien-tes en términos de bienes de lujo importados, cuyos precios se disparabancomo consecuencia del envilecimiento de la moneda. En 1303-1304, al finaldel primer periodo de la alteración monetaria de Felipe IV, los obispos fran-ceses en su declaratio prelatorum expresaron públicamente su deseo de queel rey no debería emprender la reacuñación sin el permiso o aprobación de losobispos y de los grandes varones.

A final de su reinado, Felipe IV se embarcó en un segundo periodo deenvilecimiento de la moneda para financiar sus correrías militares. En 1513Juan de París, un canónigo regular de San Víctor en la ciudad del Sena –noconfundir con el dominico Juan de París, discípulo de Santo Tomás y teóricode la propiedad privada que murió en 1306- postulaba la necesidad de la esta-bilidad de la moneda para la buena marcha de los contratos, pues en sus pro-pias palabras: “la moneda fue tan vergonzosamente reformada que los merca-deres no encontraban la forma de realizar los contratos por lo que el reinoquedó completamente desolado20”.

En el mismo orden de cosas y preocupado por la importancia de respetarel contenido de los contratos tenemos que referirnos al franciscano Gerarld de

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20 Spufford, op. cit. p. 65

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Odonis (1285-1348). Odonis escribió un Tractatus de Contractibus, conocidopor la edición anotada y comentada por Bernardino de Siena, quien lo titulaIncipit Tractatus Geraldi Odonis de Contractibus Secundum Jo. Schotum. Enteoría monetaria es un aristotélico que sigue los comentarios de Santo Tomás.Consciente de los efectos negativos de los envilecimientos, recomienda queen los contratos de pago diferido el monto a pagar debiera incrementarse paracompensar la depreciación de la moneda, pues:

“En el reino de Francia, los mercaderes sufren pérdidas debido al retrasoen la materialización de los contratos, a menudo entregan las mercancíascuando la moneda es buena, y la moneda se había alterado cuando teníanque cobrarlas21”

Las reacuñaciones de Felipe IV de Francia propiciaron el ambiente para elnacimiento de una teoría monetaria alternativa que introdujo la teoría del con-sentimiento. Peter de la Palu (1275/80-1342), uno de los dominicos maestrosen teología en la universidad de París, en sus comentarios sobre las sentenciasde Pedro Lombardo, escritas en París entre 1310 y 1313 se enfrentaba con losderechos del rey en relación con la moneda.

“Se excusaba al rey si altera la moneda debido a las necesidades del reino,y si otras formas de reponer el tesoro son más perjudiciales para sus súb-ditos, como cuando los hombres del mar, que todos abandonan algunas desus posesiones por el miedo a un peligro general (…). Pero si se emitedinero para su propia utilidad y en detrimento de los súbditos, es un tiranomás que un rey22”.

Más o menos al mismo tiempo, en torno a 1313, uno de sus colegas en launiversidad de París, el carmelita español Guiu Terrena (†1342) en susComentarios sobre la ética de Aristóteles fue incluso más lejos.

“El dinero persiste en su valor <<tanto tiempo como sustentan al príncipeo a la comunidad>> porque, como dice el filósofo, aquí (Ética V y enPolítica I), está en nuestro poder hacer inútil al dinero, porque fue inven-tado por el consenso de la comunidad o del príncipe para el uso del cam-bio (…). De ahí que pueda ser alterado por la voluntad del príncipe o de lacomunidad en tanto que beneficie al bien común, pero si se hiciera contrael bien común y para el bien del príncipe, y para perjudicar a los ciudada-nos, sería injusto y tal príncipe sería un tirano23”.

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21 Langhgolm, op. cit. pp. 509-522.22 Langhgolm, op. cit. pp. 486-490.23 Langhgolm, op. cit. pp. 504-505.

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Tenemos que recordar que por estas fechas, en torno a 1313, Franciaseguía gobernada por Felipe el Hermoso, tal vez el monarca que más abusódel envilecimiento de la moneda para financiar los gastos de sus correríasmilitares en Gasconia y Flandes. Un cronista francés de la época no duda enafirmar que “la moneda era tan mala que los mercaderes no podían hacernegocios” (Ibidem). Tal había llegado a ser la depreciación de la moneda porparte de este monarca francés denominado “el gran falsificador” que seríainmortalizado por Dante en la Divina Comedia.

“Leeráse allí del Sena el mucho duelo, que inducirá moneda falseandoquien morirá golpeado por el pelo24”.

Pero la filosofía política voluntarista y su defensa de los derechos subjeti-vos fue impregnando, como acabamos de ver, la política monetaria que veíala alteración del valor intrínseco de las monedas como un atentado a los dere-chos de propiedad y un atentado para la buena marcha de los contratos. Todoello tenía lugar en el ámbito nominalista de la universidad de París.

Una figura clave en todo este proceso para controlar los derechos de emi-sión del príncipe es Nicolás de Oresme, que fue quien articuló la teoría de quela moneda pertenece al pueblo más que al príncipe. Nicolás de Oresme(1320/5-1382) fue el autor del tratado de teoría monetaria más influyente definales de la Edad Media. En su juventud disfrutó de una exitosa carrera aca-démica en el ámbito nominalista en la universidad de París. Como estudiantede esta universidad fue el alumno más distinguido de John Buridan, y com-partió muchos de los intereses de su maestro. Buridan era también un nomi-nalista interesado en economía, política, lógica y ciencias naturales. Oresmeestaba a punto de conseguir el grado de magíster cuando llegó a sus oídos lanoticia de que un grupo de magnates se oponían a las políticas de Juan II,incluyendo entre tales políticas la alteración del contenido metálico de lasmonedas. Oresme es recordado fundamentalmente por su tratado en latínsobre el dinero, Tractatus de origine et natura, iure et mutationibus moneta-rum, publicado aproximadamente en 1373, traducido al inglés en 1956 con eltítulo De moneta. El mismo autor preparó una versión francesa con el títuloTraittie de la premiere invention des monnoies. Existe también una versión encastellano de 1981 que es la utilizada para realizar estos comentarios.

Como señala Raymond de Roover, el Tractatus “se ocupa más de políticaque de teoría monetaria”. Su originalidad se refiere a la recomendación de

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24 Alighieri, D. (2003): Divina Comedia, Círculo de lectores, Barcelona, Canto 19, 118-120

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políticas que permiten al dinero cumplir adecuadamente sus funciones. Elobjetivo de la obra es saber si los soberanos tienen derecho o no para alterarla moneda a su capricho.

El Tractatus comienza exponiendo el origen de la moneda para eliminarlos inconvenientes del trueque, así como las funciones del dinero como medi-da del valor y como medio de cambio. Se enfrenta también con la composi-ción y forma del dinero. Oresme es un metalista en la línea aristotélica. Se pre-gunta quién puede acuñar moneda, quién debe pagar la acuñación así como aquién pertenece la moneda. Pero el grueso de la obra se dedica a describir lasdiversas mutaciones o alteraciones posibles que provocaban la quiebra de lamoneda, así como los inconvenientes que se siguen para la comunidad.

“El dinero es de la comunidad misma, por lo tanto el príncipe no puede(…) alterar la proporción de las monedas, pues corresponde solamente a lacomunidad discernir el sí y el cuándo, el cómo y el hasta dónde se ha dealterar tal proporción, y el príncipe no puede en absoluto usurpar tal facul-tad25”.

Oresme no es partidario de la acuñación libre y recomendaba que el costede la acuñación lo pagaran quienes llevaban el metal a la casa de la moneda.Los derechos de señoreaje no debieran ser elevados, justo lo suficiente paracubrir los costes reales de la acuñación.

Oresme era partidario de que la moneda conservara inalterado su valor. Eldinero debe ser estable, por eso nuestro autor se opuso a la quiebra de lamoneda y al uso del privilegio de acuñación como fuente de ingresos.“Obtener beneficio de la alteración de la moneda es peor que la usura26”. Sóloen casos muy excepcionales estaría el príncipe autorizado para alterar el con-tenido metálico de las monedas: la defensa del reino contra la invasión extran-jera, y una variación proporcional del valor del oro y la plata que obligaran aun ajuste adecuado de la acuñación.

Los capítulos 18 al 21 inclusive están dedicados a describir los inconve-nientes de la alteración del contenido metálico de las monedas. La quiebra sis-temática sólo beneficia a unos cuantos traficantes de dinero, mientras que per-judica a la comunidad en su conjunto al perturbar el comercio, minar el buen

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25 Oresme, N. (1981): “Tratado sobre el origen, naturaleza, derecho y alteraciones de lamoneda” en Acta histórica et archaeologica medievalia 2, Facultad de Geografía eHistoria, Universidad de Barcelona, Barcelona, cap. 10.

26 Oresme, op. cit. cap. 17.

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nombre de los contratos, alterar el orden social existente y arruinar a los per-ceptores de rentas fijas como alquileres y pensiones.

El Tractatus de Oresme lleva un mensaje importantísimo de filosofía polí-tica, y es que el poder reside naturalmente en la comunidad natural de loshombres, y el príncipe no puede usurpar esta facultad.

Estuvo a punto de avanzar la idea del impuesto inflacionista, al relacionarla quiebra de la moneda con las alteraciones de precios y rentas. Y todavía máscerca se quedó del enunciado de la ley de Gresham.

El tratado de Oresme tuvo una difusión muy amplia en librerías y univer-sidades y sus puntos de vista fueron adoptados por otros nominalistas que lle-garon a dominar el pensamiento de la universidad de París a finales del sigloXIV. Los puntos de vista favorables a la comunidad y al control de la acuña-ción se mezclaron con concepciones favorables al control conciliar de laIglesia27.

Esta línea de pensamiento fue adoptada no solamente en París, sino tam-bién en Padua y en Bolonia por Nicolás de Tudeschis, el gran canonista de sutiempo que en 1435 fue nombrado obispo de Palermo, y de ahí el nombre dePanormitano. Reconoció explícitamente que la alteración de la moneda erauna forma de impuesto y, sin embargo, como Oresme permitía la acuñaciónde la moneda en peso y ley en defensa del Estado con el consentimiento delpueblo. Fue más lejos que Oresme en definir qué entendía él por pueblo. Elconsentimiento de la mayoría de los grandes no era suficiente, ya que se tra-taba de un tema que afectaba a todos los individuos:

“La alteración de la acuñación es la forma más general de impuesto queafectará por igual a todas las clases, clérigos y laicos, nobles y plebeyos,ricos y pobres”.

Como Oresme insistió que, “una vez recaudada la suma requerida, debíade ser restablecida a su estado anterior, ya que la causa y el efecto debierandesaparecer juntos”. Por primera vez, un teórico monetario estaba preparadopara extender el concepto de comunidad más allá de los ricos y poderosos28.

En la segunda mitad del siglo XV, el contenido de oro del florín, la mone-

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27 Oresme, op. cit. pp. 10-65.28 Spufford, op. cit. p. 75.

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da del imperio, fue reducido con excesiva frecuencia. Fue contra este historialde erosión del valor de la moneda contra lo que estaba escribiendo GabrielBiel de Spieyer (1410/15-1495), cuando publicó en 1480 su Tractatus depotestate et utilitate monetarii. Gabriel Biel, como el Panormitano, a quiencitó, explícitamente reconocía que la alteración de la acuñación era una formade impuesto y, como Oresme, permitía la alteración de la acuñación en peso yley en defensa del Estado con el consentimiento del pueblo, y entendía porpueblo lo mismo que el Panormitano. Gabriel Biel, que había estudiado en laFacultad de Artes en la Universidad de Heidelberg, pasó después a estudiarteología en Erfurt y Colonia, ambas universidades predominantemente nomi-nalistas. Como profesor de teología en Tubinga dio preeminencia a las doctri-nas nominalistas en la universidad donde fue dos veces Rector29.

Estos breves comentarios son pertinentes porque ahora damos un saltotanto en el tiempo como en el espacio. En último término sintetizaremos lateoría monetaria del padre Juan de Mariana, tal vez el mayor exponente de lasideas nominalistas y voluntaristas en filosofía política y su derivación en teo-ría monetaria.

JUAN DE MARIANA (1536-1624)

La biografía y su carrera académica explican sus ideas nominalistas yvoluntaristas. Estudia en Alcalá en plena vigencia de las cátedras de nomina-les, especialmente la mayor de nominales Gabriel Biel, creada en 1508 y quepervive hasta 1573. Gabriel Biel es llamado doctor noster por Juan de Medinay Pedro Ciruelo siguió el camino de Biel y se acerca a su categoría. Pues bien,Juan de Mariana ingresa en Alcalá en 1553 y al año siguiente ingresa en lacompañía de Jesús. Al terminar el noviciado regresa a Alcalá para completarsus estudios de filosofía y teología. Se doctoró en teología por la universidadde París y en 1569 comenzó a enseñar en esta universidad, donde permaneciócuatro años.

En 1599 publica De Rege y en 1609 vio la luz el Tractatus Septem, entrecuyas obras se encontraba De mutatione monetae, un estudio sobre la altera-ción de la moneda que le valió la enemistad del duque de Lerma y la perse-cución por el Santo Oficio.

Su obra De Rege se había convertido en un libro muy controvertido que

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29 Spufford, op. cit. pp.80-81

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sembraba el escándalo y provocaba la persecución y la polémica literaria enFrancia; no en vano, Mariana no dudó en elogiar al asesino de Enrique III, yante el asesinato de Enrique IV la obra fue condenada por el Parlamento deParís y quemada públicamente. El libro fue igualmente condenado por laSorbona, pero tal vez lo que más dolía al padre Mariana eran las críticas desus propios hermanos de la compañía de Jesús30.

El padre Mariana constituye, junto con Vázquez de Menchaca, uno de losejemplos claros en que aparece la defensa de los derechos individuales comofundamento de los límites del poder político. Pero además Mariana lanzó crí-ticas muy graves a la política de la monarquía, cuyos errores económicos ibanunidos a una forma injusta de gobernar lo que, a su juicio, constituía la causade la miseria de las capas populares. La manipulación de la moneda y la injus-ticia de algunos tributos, como veremos a continuación, constituyen un buenejemplo de la extralimitación de las facultades del monarca.

Es cierto que la mayoría de los temas que trata Juan de Mariana formabanparte de la filosofía política de la Escuela de Salamanca. Tal vez la novedad,además de su insistencia en la defensa de los derechos subjetivos y las limita-ciones del poder del monarca, estribe en la forma de tratarlos, menos retóricay mucho más sintética, lo que le acercaba a los autores británicos del XVII. Aello es necesario añadir la forma desenfadada y la crudeza con que censura losvicios y la corrupción cortesana de su época. Tal vez la mayor semejanza laencontramos con el pensamiento de Vázquez de Menchaca. Aunque muchomenos retórico y repetitivo que el autor vallisoletano. La secuencia que esta-blece el padre Mariana desde un estado de naturaleza idílico al origen de lasociedad civil y al establecimiento del poder político es muy similar al deMenchaca. Es posible que el homo natura est animal sociabile, el título queabre el capítulo I del libro 1º de De Rege denuncia una mayor influencia deFrancisco de Vitoria, pero el hecho es que el razonamiento de Mariana separece más al de Vázquez de Menchaca.

Deja claro el padre Mariana que tanto los derechos humanos que nos cons-tituyen como hombres como la sociedad civil, que nos permite disfrutar deabundancia de bienes y de la paz, son consecuencia de la fragilidad humana yconcluye que:

“De la debilidad y la indigencia de los hombres nació la sociedad civil, que

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30 Sánchez Agesta, “El padre Mariana un humanista precursor del constitucionalismo” ened, Juan de Mariana, La dignidad real y la educación del rey, Madrid, centro de EstudiosConstitucionales, 1981, pp. xi-xii)

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es tan necesaria para la felicidad y hasta para el placer del hombre. Y conella la soberanía regía como escudo y guarda de los pueblos31”.

Lo que implica que tanto la sociedad como la soberanía que reside en elpueblo se justifican para garantizar la felicidad y la buena vida de la gente. Deahí que se muestre tan celoso de que el soberano cumpla con la misión que leencomendó el pueblo, porque:

“Todos los hechos del príncipe deben encaminarse a alimentar la benevo-lencia de los súbditos y a procurar a estos mismos la mayor felicidad posi-ble. El deber del que gobierna ciudadanos, como el del que guarda gana-do, es velar por la defensa y la utilidad de quienes están bajo su amparo.Éstas son pues las virtudes del rey y éste el camino que le puede conducira la inmortalidad32”.

Y aunque volverá a insistir en el tema de los tributos en el capítulo VIII dellibro 3º, señala entre los deberes ineludibles del príncipe:

“procurar que las rentas no sean presa de los cortesanos ni de los funcio-narios públicos. Porque, ¡cuántas de estas rentas no se pierden por el frau-de y la rapacidad de los funcionarios! Procurará vivir con sencillez en supalacio, que es una de las cosas más alabadas por el pueblo, y procuraráque los impuestos sean solo necesarios para conservar la paz y mantenerla guerra. Sólo son verdaderas riquezas las que no están amasadas con elodio y la ruina de los pueblos33”.

Cuando el príncipe no cumple con sus obligaciones dirigidas a garantizarla prosperidad y felicidad de los ciudadanos, entonces se convierte en un tira-no, y el pueblo queda autorizado para eliminarlo. Así:

“Si el pueblo está oprimido por la tiranía del príncipe, porque no se pue-dan reunir los ciudadanos no debe faltar en ellos voluntad de derribar altirano, vengar las manifiestas e intolerables maldades del príncipe ni repri-mir los conatos que tiendan a la ruina de los pueblos, tales como el de tras-tornar la religión patria y llamar al reino a nuestros enemigos. Nunca podrécreer que haya obrado mal el que, secundando los deseos públicos, hayaatentado en tales circunstancias contra la vida de su príncipe34”.

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31 Mariana, J. (1981): La dignidad real y la educación del rey, Centro de EstudiosConstitucionales, Madrid, p. 26

32 Juan de Mariana, op. cit. p.66.33 Juan de Mariana, op. cit. p. 64.34 Juan de Mariana, op. cit. p. 80-81.

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Antes de entrar en un análisis más detallado de las limitaciones del sobe-rano en ambos campos conviene resaltar la actualidad y la claridad del pensa-miento fiscal y monetario del jesuita de Toledo. En primer lugar, deja clara laconveniencia del equilibrio presupuestario; los gastos deben de estar nivela-dos con los ingresos, y la única forma de conseguirlo es la limitación del gastoporque, de lo contrario, “habrá todos los días necesidad de imponer nuevos tri-butos”. Por lo que se refiere a su teoría monetaria, “el rey no puede alterar lamoneda sin que medie el consentimiento del pueblo”, ya que la “adulteraciónes una especie de tributo con que se detrae algo de los bienes de los súbditos”.Aunque insistiremos más abajo sobre el tema, tenemos que adelantar la clari-dad con que Mariana expone el concepto de la inflación como impuesto.

El padre Mariana había publicado en 1599 De rege et regis institutione yhabía dedicado el capítulo VIII del libro 3º a los impuestos, y volverá sobre eltema de una forma más radical en 1609 con la publicación del Tratado sobrela moneda, radicalismo que le llevaría a las cárceles de la Inquisición. Su teo-ría impositiva viene determinada por el postulado fundamental de la superio-ridad del pueblo sobre el príncipe; si esto es así, entonces el príncipe no puedeimponer tributos que no hayan sido previamente aprobados por los ciudada-nos. La finalidad de los impuestos es pagar los gastos generados por la altera-ción de las necesidades de los súbditos. Resalta el carácter público de talesingresos; por tanto, no se trata de ingresos personales del príncipe, lo queimplica que el príncipe no puede apropiarse de ellos. Y como norma:

“Debe procurar el príncipe, una vez eliminados los gastos superfluos, quese moderen los tributos35”.

El capítulo I del Tratado y discurso sobre la moneda de vellón (1609) esta-blece que el verdadero rey gobierna a los particulares respetando sus bienes,pues nunca puede tenerlos por suyos, mientras que quien gobierna contra lavoluntad de los súbditos y atropella o se apropia de sus posesiones es un tira-no. También se convierte en tirano quien “carga pechos sobre sus vasallos sinconsentimiento del pueblo”, pues citando la Bula In Coena Domini, señalaMariana que:

“No hay rey ni señor en la tierra que tenga poder sobre su estado de impo-ner un maravedí sobre sus vasallos sin consentimiento de la voluntad delos que deben pagar si no por tiranía y violencia”.

En la misma condición de tirano incurre:

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35 Juan de Mariana, op. cit. p. 332.

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“El príncipe que no solo con nombre de pecho o tributo hace tales imposi-ciones, sino también con el de estanque y monopolio sin el dicho consen-timiento, pues todo se sale a una cuenta y por un camino y por otro tomael príncipe parte de la hacienda de sus vasallos, para la cual no tiene auto-ridad36”.

Estas reflexiones sobre los tributos le introducen en la teoría monetaria. Elpadre Mariana es un metalista para quien el valor de las monedas viene deter-minado por el contenido metálico de las mismas. El soberano, a través de laacuñación por la que recibe el señoreaje, tiene que garantizar que el conteni-do metálico coincida con el valor facial. Ésta es la finalidad del cuño. El padreMariana había introducido en la segunda edición de De Rege en 1605 unnuevo capítulo, el 8º del libro III, titulado De la moneda. Comienza el capítu-lo refiriéndose al fenómeno de la alteración del valor de las monedas comomecanismo para financiar los gastos del soberano, al tiempo que pone demanifiesto el carácter fraudulento de tal forma de actuar, pues dice el padreMariana:

“Algunos hombres astutos e ingeniosos para atender a las necesidades quecontinuamente abruman a un imperio, sobre todo cuando es de gran exten-sión, idearon como medio útil para superar las dificultades sustraer a lamoneda alguna parte de su peso, de modo que, aunque resultara la mone-da adulterada, conservara sin embargo su antiguo valor. Tanto como sequita la moneda en peso o calidad, otro tanto cede en beneficio del prínci-pe que la acuña, lo que sería asombroso si pudiera hacerse sin perjuicio delos súbditos37”.

Continua después recordando las limitaciones del poder del soberano, por-que:

“Es necesario afirmar que el príncipe no tiene derecho alguno sobre losbienes muebles e inmuebles de los súbditos, de tal forma que pueda tomar-los para sí o transferirlos a otros (…). Y de ello se infiere que el príncipeno puede imponer tributos sin que preceda el consentimiento formal delpueblo. Pídalos pues y no despoje a sus súbditos tomando cada día algopor su propia voluntad y reduciendo poco a poco a la miseria a quieneshasta hace poco eran ricos y felices. Proceder así sería obrar como un tira-no, que todo lo mide por su codicia y se arroga todos los poderes, y no

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36 Mariana, J. (1987): Tratado y discurso sobre la moneda de vellón, Instituto de EstudiosFiscales, Madrid, pp 37-38.

37 Mariana, J. (1981): La dignidad real y la educación del rey, p. 339.

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como un rey, que debe moderar la autoridad que recibió de quienes leaceptaron como tal por la razón y por la ley, y no extenderla más de lo queéstas permiten38”.

A continuación establece cuál es la obligación del príncipe en la adminis-tración del dinero:

“El príncipe debe determinar por una ley su valor de acuerdo con el preciolegítimo del metal y su peso, y no añadir a esto sino lo que pueda añadir alvalor del metal el trabajo de fundición y elaboración (…). Si no queremospisotear las leyes de la naturaleza, es necesario que el valor legal no sediferencie del natural o intrínseco. Lo contrario sería un negocio escanda-loso y más vergonzoso todavía si el príncipe convierte en utilidad personallo que detrae a la calidad del metal o a su peso39”.

Todo ello le da pie para hacer una exposición impecable del impuestoinflacionista a lo largo de todo el capítulo, impuesto claro está que, al no seraprobado por los ciudadanos, convierte al príncipe en tirano.

En el Tratado, el padre Mariana abre el capítulo 3º con una afirmacióntajante: “El rey no puede bajar la moneda de peso o de ley sin la voluntad delpueblo”. Insiste en que el príncipe no es dueño de los bienes de los particula-res, por lo que no podrá:

“Tomar parte de sus haciendas, como se hace todas las veces que se bajala moneda, pues les dan por mas lo que vale menos; y si el príncipe nopuede echar pechos contra la voluntad de sus vasallos ni hacer estanquesde las mercaderías, tampoco podrá hacerlo por este camino, porque todoes uno y todo es quitar a los del pueblo sus bienes por más que se les dis-frace con dar más valor legal al metal de lo que vale en sí mismo40”.

Para concluir, las palabras del padre Mariana no pueden ser más diáfanasen cuanto a la limitación de los poderes del soberano y a favor de los derechosde los individuos. De ahí que pensemos que su filosofía política no solamen-te sea digna de figurar en los manuales de historia del pensamiento político,sino también en cualquier monografía que indague sobre el liberalismo, ysobre todo de teoría monetaria.

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38 Juan de Mariana, op. cit. p. 341-342.39 Juan de Mariana, op. cit. p. 343.40 Mariana, J. (1987): Tratado y discurso sobre la moneda de vellón, p. 39-40.

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Pero, ¡ay!, no corrían vientos de libertad y tolerancia a principios del sigloXVII y el padre Mariana, que había colaborado como asesor con laInquisición pero que criticó duramente los métodos utilizados por el Tribunal,manifestó su preocupación por las consecuencias que podrían derivarse parael ambiente intelectual español. Merece la pena transcribir las palabras delpadre Mariana, referidas sin duda a la persecución sufrida por Fray Luis deLeón, ya que:

“Este caso llenó de inquietud a muchos, mientras esperaban su resultado.Pues hombres doctos y de reputación se vieron obligados a defendersemientras estaban en prisión contra algo que era muy peligroso para susvidas y su buena fama. ¡Triste condición la del virtuoso! En pago de haberrealizado supremos esfuerzos, verse obligado a soportar animosidades,acusaciones, injurias, de aquellos mismos que hubieran debido ser susdefensores. El caso en cuestión desalentó a muchos al ver el peligro quesufrían otros y el tormento que amenazaba a quienes expresaban libre-mente lo que pensaban. De esta forma, muchos cambiaron de bando odecidieron ceder ante la tempestad. En efecto, ¿qué se podría hacer? ¿Noes una locura empeñarse en vano y agotarse solo para recoger odio? Losque compartían las opiniones populares continuaron haciéndolo, cada vezcon mayor gratificación e impulsaron ideas que eran aceptables, ideas, enlas que había menos peligro pero no menos preocupación por la verdad41”.

CONCLUSIONES

He intentado exponer la teoría monetaria medieval y su influencia en lateoría monetaria del jesuita Juan de Mariana así como analizar los diferentesingredientes de la misma hasta llegar a la síntesis final de establecer estable elvalor del dinero mediante el mantenimiento del pleno contenido metálico delas monedas, esto es, la igualdad entre el valor facial y su valor intrínseco, ytodo ello a fin de garantizar el respeto sagrado de los contrato s y no alterar ladistribución del producto, ayudados por la defensa y garantía de los derechossubjetivos y en concreto de los derechos de propiedad de los ciudadanos, asícomo por la aparición del pueblo en la discusión teórica sobre soberanía y lateoría del consentimiento. Los teólogos, en sus discusiones monetarias, defen-dieron el consentimiento de la comunidad para alterar el valor de las mone-das, lo que suponía iniciar el camino para llegar a la independencia de la auto-

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41 Mariana, J. (1837): “Pro editione Vulgata” en Bailly y J.P. Mingne (eds.), ScrituraeSacrae cursus completus, APUD Editores, París, p. 738.

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ridad monetaria. Otro aspecto importante es el descubrimiento del conceptode la inflación como impuesto utilizado de forma bastarda por los gobernan-tes para financiar sus gastos. Finalmente tenemos que concluir que la mejorsíntesis y el perfeccionamiento de la teoría monetaria medieval la encontra-mos en la obra del padre Mariana.

Pues bien no parece arriesgado afirmar que la evidencia empírica garanti-za la validez del razonamiento monetario de la escolástica medieval, recogi-das y ampliado por los escolásticos españoles del XVI, especialmente la sín-tesis del padre Mariana, y que sentó los fundamentos de la corriente principaldel pensamiento monetario. Conviene resaltar aquí una vez más, como estosautores derivan su teoría monetaria de la filosofía política que profesaban, unafilosofía política de la que por desgracia carecen los dirigentes políticos actua-les, y cuyos ingredientes fundamentales son la teoría del consentimiento y lateoría de los derechos subjetivos, considerando uno de los principales el dere-cho de propiedad. Todo ello nos enseña que la política monetaria que se estállevando a cabo, además de inútil para conseguir los objetivos que se propo-ne, será ,muy dañina en términos inflacionistas. Pues no cabe la menor dudaque tan pronto como se recupere la confianza y desaparezca la incertidumbre,si se restablece el entramado institucional y principalmente las institucionesfinancieras, las ingentes cantidades de dinero lanzadas a la economía aflora-ran y la inflación u otros males menores volverán a llenar de nubarrones elhorizonte. Y sobre todo dañará el poder adquisitivo de los ciudadanos aten-tando contra sus derechos de propiedad como denunciaron nuestros autoresmedievales, que descubrieron el denominado impuesto inflacionista, que es laforma de financiación de la deuda soberana que propone una parte importan-te de la profesión de los economistas. Un impuesto que fue denunciado y con-denado por nuestros autores por no contar con el consentimiento del pueblo,y ello además convertía a los monarcas en tiranos. Y para terminar no hayconocimiento de que exista un solo parlamento que haya aprobado el aumen-to desmesurado de dinero, con demasiada frecuencia violando los estatutos delos propios bancos centrales.

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ApÉNDICEBULA QUANTO PERSONAN TUAM

INOCENCIO III pApA42

Innocentius Episcopus, Servus Servorum Dei, Reverendissimo in Christo filio, Illustri

Regi Aragonum, salutem et apostolicam benedictionem. Quanto personam tuam inter

alios principes christianos sinceriori ca[li]tate diligimus tanto serenitati regis diligentiori

sollicitudine volumus precavere, nequid ei, quod absit, immineat, quod vel in periculum

animae aut detrimentum terre valeat redundare. Ex tenore siquidem litterarum tuarum et

plurium prelatorum, necnon et aliorum multorum in tuo regno consistentium nobis inno-

tuit, quod cum adversus inimicos Christianitatis, qui pre magnitudine sue potentie terram

Hispanie tunc temporis occupabant, [in] auxilium Reverendissimi in Christo filii nostri

Castelle Regis Illustris cum armatorum multitudine festinares. Quidam consiliarii tui,

quin immo potius deceptores, tuum [animum] induxerunt, ut iurares irrequisito assensu

populi usque ad certum tempus patris tui conservare monetam, que tamen circa mortem

eiuus [sic] fuerat legitimo pondere defraudata. Quum autem eadem moneta est adeo dimi-

nuta et minoris valoris effecta, quod grave propter hoc in populo scandalum generatur, tu

quod egeras indiscrete discrete cupiens revocare ac necessitati populi satisfacere ab obser-

vatione iuram[enti] predicti, ex quo tibi et regno tuo metuis grave periculum imminere,

postulasti suppliciter a nobis absolvi. Super quo diligens indagator veritate comper[ta]

po[t]uiset facile intueri, quod non tam erat absolutio necessaria, quam interpretatio requi-

renda, quoniam, cum iuramentum [fecisti] monetam, aut falsam aut legitimam, esse cre-

debas. Si falsam, quod de regia serenitate non credimus, iuramentum fuisset illicitum et

nullatenus observandum et pro eo tibi esset penitentia iniungenda cum iuramentum, ut

esset iniquitatis vinculum non fuit institutum. Si vero ipsam legitimam esse credebas,

33

42 La transcripción la ha realizado amablemente la profesora Bárbara Santiago Medina delDepartamento de Ciencias y Técnicas historiográficas y de arqueología del UniversidadComplutense de Madrid

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iuramentum licitum fuit et usquequaque servandum et ut irreprehensibiliter observetur

consulimus et mandamus ut reprobata moneta, que a legitimo pondere fuerat, diminuta

alia sub nomine patris tui moneta cudatur, quam ad legitimum pondus reducas, secundum

[eum] [statum], quem tempore patris tui habuit meliorem, ita quod et antiqua moneta, que

ab illo statu falsata non fuerat, cum ea minime expendatur, [per] quod et dispendium

vitari poterit et iuramentum servari. Verumtamen si forte monetam ipsam in prestatione

iuramenti credebas a legitimo pondere diminutam, et tua super hoc conscientia te remor-

det, Venerabili Fratri nostro Episcopo Cesaraugustano, cui super hoc scribimus, [tuum]

humiliter confitere reatum et satisfactionem, quam induxerit pro illicito iuramento devo-

te suscipias et studeas adimplere. Datum Laterani, nonas aprilis, pontificatus nostri anno

secundo.

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TRANSCRIpCIÓN pALEOGRÁFICA:

/1 Innocentius Episcopus, Servus Servorum Dei, Reverendissimo in Christofilio, Illustri Regi Aragonum, salutem et apostolicam benedictionem. Quantopersonam tuam inter alios principes christia - /2 nos sinceriori ca[li]tatediligimus tanto serenitati regis diligentiori sollicitudine volumus precavere,nequid ei, quod absit, immineat, quod vel in peri- /3 culum animae aut detri-mentum terre valeat redundare. Ex tenore siquidem litterarum tuarum et pluri-um prelatorum, necnon et aliorum multorum in tuo regno /4 consistentiumnobis innotuit, quod cum adversus inimicos Christianitatis, qui pre magnitu-dine sue potentie terram Hispanie tunc temporis occupabant, /5 [in] auxiliumReverendissimi in Christo filii nostri Castelle Regis Illustris cum armatorummultitudine festinares. Quidam consiliarii tui, quin immo potius decep- /6

tores, tuum [animum] induxerunt, ut iurares irrequisito assensu populi43 usquead certum tempus patris tui conservare monetam, que tamen circa /7 mortemeiuus [sic] fuerat legitimo pondere defraudata. Quum autem eadem moneta estadeo diminuta et minoris valoris effecta, quod grave propter hoc /8 in populoscandalum generatur, tu quod egeras indiscrete discrete cupiens revocare acnecessitati populi satisfacere ab observatione iuram[enti] /9 predicti, ex quotibi et regno tuo metuis grave periculum imminere, postulasti suppliciter anobis absolvi. Super quo diligens indagator verita- /10 te comper[ta] po[t]uisetfacile intueri, quod non tam erat absolutio necessaria, quam interpretatiorequirenda, quoniam, cum iuramentum [fechisti] monetam, /11 aut falsam autlegitimam, esse credebas. Si falsam, quod de regia serenitate non credimus,iuramentum fuisset illicitum et nullatenus observandum /12 et pro eo tibi essetpenitentia iniungenda cum iuramentum, ut esset iniquitatis vinculum non fuit

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43 La expresión assensu populi aparece entrecomillada y subrayada en la imagen, pero estossignos no pertenecen al texto original y, por tanto, no se han reflejado en la transcripción.

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institutum. Si vero ipsam legitimam esse crede- /13 bas, iuramentum licitumfuit et usquequaque servandum et ut irreprehensibiliter observetur consulimuset mandamus ut reprobata moneta, que /14 a legitimo pondere fuerat, diminutaalia sub nomine patris tui moneta cudatur, quam ad legitimum pondus redu-cas, secundum [eum] [statum], /15 quem tempore patris tui habuit meliorem, itaquod et antiqua moneta, que ab illo statu falsata non fuerat, cum ea minimeexpendatur, /16 [per] quod et dispendium vitari poterit et iuramentum servari.Verumtamen si forte monetam ipsam in prestatione iuramenti credebas /17 alegitimo pondere diminutam, et tua super hoc conscientia te remordet,Venerabili Fratri nostro Episcopo Cesaraugustano, cui super hoc scribimus, /18

[tuum] humiliter confitere reatum et satisfactionem, quam induxerit pro illici-to iuramento devote suscipias et studeas adimplere. Datum Laterani, nonasaprilis, pontificatus nostri anno secundo.

NORMAS DE TRANSCRIpCIÓN pALEOGRÁFICA:

Se ha respetado el texto original. Por este motivo, la construcción latina“ae” aparece como “e” en la mayor parte de las ocasiones, salvo en caso deutilización de la “e” caudada, en cuyo caso se podría transcribir como “ae”.

Se han desarrollado las palabras abreviadas.El signo tironiano se ha transcrito por la conjunción copulativa “et”.Para el uso de mayúsculas, minúsculas y puntuación, se han seguido las

normas ortográficas actuales con motivo de facilitar la comprensión del texto.Se ha indicado el cambio de línea por medio de una barra inclinada y un

superíndice numérico (/1).En caso de que una palabra aparezca cortada, repartida entre dos líneas, la

transcripción se ha realizado de la siguiente forma: verita- /10 te.Las anotaciones al texto se han realizado entre corchetes y en cursiva:

[sic], [ilegible]. También se ha utilizado la nota a pie de página.Para las lecturas supuestas se han empleado los corchetes, pero no la cur-

siva: po[t]uiset, iuramen[ti].Los posibles errores del escribano se han respetado y se presentan acom-

pañados de la expresión [sic]. Las soluciones medievales de ciertas palabrasclásicas latinas no se han considerado errores.

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DISCURSO DE CONTESTACIÓN DELEXCMO. SR. DR.

D. FERNANDO BECKER ZUAZUA

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Excmo. Sr. PresidenteExcelentísimos e Ilustrísimos Señores Académicos, Señoras y Señores:

Quisiera agradecer, en primer lugar, el honor que supone, en nombre deesta Real Academia, el discurso de ingreso del Doctor Don Victoriano MartínMartín, que con el título “Filosofía Política y Teoría Monetaria en la EuropaMedieval y su Reflejo en Juan de Mariana”, acabamos de escuchar.

Para cumplir con este trámite de bienvenida al Doctor Martín, consideroimportante hacer un pequeño resumen de su procedencia y tareas en la vidaque le avalan como nuevo Académico de esta Asamblea.

El Doctor Martín Martín nace el 15 de abril de 1944 en Pasarilla delRebollar, provincia de Ávila. Son los años de la posguerra, en los que losmaquis procedentes de Francia invaden el valle de Arán con más de cuatro milefectivos, pero son aplastados por las tropas del general Yagüe que cuenta conmás de cuarenta mil hombres.

El gobierno civil de Madrid anuncia la reducción del suministro eléctricoen un 75% de lo habitual, lo que impide el trabajo en las industrias que ya nopuede cubrir todos los días de la semana como viene siendo habitual.Asimismo, se suprimen todos los anuncios luminosos y el fluido eléctrico deestablecimientos dedicados al espectáculo, cines, teatros, restaurantes y esca-parates comerciales. España estaba sumida en la penumbra de la dictadura. Sinembargo, no todo son calamidades, en marzo de ese mismo año el gobierno deBrasil regala la primera dosis de penicilina para tratar la infección que sufre la

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niña Amparito Peinado de nueve años, y que significa la llegada a España deuno de los descubrimientos que, gracias al Dr. Fleming, salvaría millones devidas e impulsaría la variable demográfica como no se había conocido nuncacon anterioridad.

También en 1944, en plena guerra mundial, el progreso tecnológico semanifiesta en España con una nueva forma de identificación personal, el docu-mento nacional de identidad, que sustituye a la anterior cédula de identidadintroducida a principios de siglo. El nuevo documento incorpora fotografía,huella dactilar y firma, al tiempo que asigna un número de identificación paratoda la vida del tenedor. Este paso será decisivo desde el punto de vista de laseguridad pública y para la organización de un sistema estadístico y tributariomoderno. En el plano internacional se celebra la Conferencia de BrettonWoods que pondrá en marcha el “Plan White” que supuso el abandono defini-tivo del patrón oro, sustituyéndolo por el patrón dólar USA, al tiempo quealumbró dos importantes instituciones: El Fondo Monetario Internacional y elBanco Mundial.

Estos eran los tiempos que corrían cuando Victoriano, el benjamín de unafamilia de seis hermanos daba las primeras bocanadas de aire en medio de lasierra de Ávila. Su padre Ángel Martín Herráez dedicaba su vida a sacar ade-lante la familia como agricultor y ganadero. El diccionario de Madoz ya men-cionaba Pasarilla del Rebollar sita en la inmediación del cerro llamadoMontote que domina toda la montaña alta y baja, circunvalado de cerros quela protegen de los vientos del norte y oeste, y cuyo clima es frío. Victorianoafirma, que si aplicásemos el concepto de David Ricardo de la renta diferen-cial, las tierras de Pasarilla son de las que no pagan renta. Parece que las pro-ducciones eran patatas, legumbres y centeno; el ganado de renta: lanar, vacu-no, de cerda y alguna cabra, amén de conejos y perdices. Don Ángel falleciójoven y su madre Modesta Martín Martín tuvo que sacar adelante a la familiacuando el mayor de los seis hijos contaba con tan solo veintiún años. En eseambiente rural de la montaña avileña creció Victoriano guiado por los valorescastellanos del sacrificio, el esfuerzo, la austeridad, el trabajo y la rectitud enel comportamiento de las personas. Le he oído comentar que su madre, hacíahonor a su nombre y que además de llamarse Modesta su actitud frente a lavida era de una profunda modestia, aún cuando sacar adelante a su numerosaprole significaba un gran sacrificio.

En el futuro de Victoriano (que se bautizó con el nombre del santo del día,al igual que muchos españoles) va a resultar decisiva la impronta de donAmador, un cura recién ordenado que allá por el año 1955 convencía a la fami-lia, de que el horizonte de Victoriano, dadas sus cualidades, debía aspirar a

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más, porque reunía condiciones. Debía ir más allá de la cultura adquirida en laenciclopedia de tercer grado en la escuela, y no contentarse con segar el trigocon la hoz y conducir el trillo tirado por vacas y yeguas. De esta manera y aligual que en tantos otros casos, la salida natural de los muchachos despiertosque venían del mundo rural era “El Seminario”. Ingresó en el de Ávila en elotoño de 1956.

El Seminario Diocesano de Ávila, comienza a funcionar en el curso 1955-1956, con lo que el nuevo seminarista estrenaría nuevo Colegio Diocesano queprovenía del antiguo, situado en el edificio de San Millán de la ciudad deÁvila. El obispo don Santos decide el nuevo nombre “Seminario de San Juande la Cruz y Santa Teresa de Jesús”, e incluso se estrena un nuevo uniformepara los seminaristas.

Los años 50, son de dificultad, aunque se aprecia una cierta recuperaciónde la natalidad, no solo en Europa sino también en España, una vez superadaslas guerras mundiales y española. El credo católico goza de gran popularidadfrente a las teorías filosóficas modernas tales como el materialismo, así comotambién frente al avance del comunismo. La encíclica de Pío XII HumaniGeneris de 1950 alerta sobre los riesgos que entrañan estas teorías. Ávila , noes una excepción al influjo de estas tendencias, el fervor en torno a la figura dela Virgen María es grande y el año 1954 se declara año mariano por lo que lasociedad está impregnada por el momento sociopolítico de la posguerra y porel nacional-catolicismo de la dictadura. La formación que se recibía en elSeminario Diocesano en aquel curso de 1955-1956, que contaba con 61 teólo-gos y 60 filósofos, era de gran calidad científica y humanística. Se estudiabalatín, matemáticas y humanidades, lo cual permitía abarcar los contenidos delos programas de bachillerato superior en ciencias y letras conjuntamente. Espor ello que el estudio de los grandes filósofos griegos y los doctores escolás-ticos – especialmente los castellanos del s.XVI – explican sin dificultad el trán-sito del doctor Victoriano Martin a la ciencia económica que tanto le debe a lafilosofía moral.

Los seminaristas disfrutaban del acceso a una magnífica biblioteca, que lespermitía la consulta de las grandes obras de los filósofos griegos, de los padresde la Iglesia, y ni que decir tiene, de las obras de Ortega y Unamuno, por citaralgunos de ellos. Además, se completaba con una magnífica sala de revistas,que contaba con un gran número de referencias de literatura, filosofía, socio-logía, política e incluso de matemáticas. El joven Victoriano era el biblioteca-rio y como tal coincidió con el cardenal Antonio María Rouco que estaba depaso por allí. La importancia de las bibliotecas, queda reflejada en la siguien-te cita anónima:

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“Estudiar con pasión, solo las grandes pasiones elevan el alma a grandescosas. Amar los libros, he ahí la mejor medicina del alma, he ahí comopracticar la higiene del espíritu. Vivir por la lectura y morir por el estudio.Cultivar esos jardines del alma que son las bibliotecas.”

La formación en las grandes ramas del saber se completaba con conoci-mientos sobre música, de origen religioso – especialmente la polifonía de losmaestros del s. XVI – y de teatro con representaciones de autos sacramentales,obras de Sartre, Camus, Tagore o Beckett. Pero quizás lo que más convieneresaltar son los buenos resultados que se obtenían con esta formación, que tras-cendía a los meros conocimientos científicos. Ello se explica según el propioVictoriano porque “la fe, antes que la vocación infundía en nuestros corazonesla obligación moral de ser buenos, que se traducía en la práctica en la caridadpero también y fundamentalmente en el cumplimiento del deber; y nuestrodeber allí era el estudio”. Qué reflexión tan actual y cuánto nos acerca a loscentros de excelencia que hoy tratamos de imitar, provenientes de otros paísescomo EE.UU., Reino Unido y Alemania. Esta concepción de la enseñanza per-mitía a los alumnos adquirir un arsenal intelectual de gran fiabilidad. No es portanto de extrañar, que de aquellos seminarios diocesanos salieran figuras señe-ras de la sociedad española que impregnaron de gran calidad a la vida pública,profesional y eclesiástica de España. Más concretamente, del SeminarioDiocesano de Ávila, proceden el teólogo D. Olegario González de Cardedal yel obispo y ex-presidente de la Conferencia Episcopal D. Ricardo Blázquez.

En este sentido y con toda probabilidad, no se ha reconocido lo suficienteni se ha puesto en valor, el importante papel que han jugado los “SeminariosDiocesanos” en el acceso a la igualdad de oportunidades a una gran parte de lapoblación española de la época, lo que permitió una mayor movilidad social yha contribuido a la modernización de la sociedad rompiendo el atraso y pobre-za finisecular que ha arrastrado España durante siglos.

En 1967 el Dr. Martín viene a Madrid a la Facultad de Económicas de laUniversidad Complutense de Madrid, en la que por aquel entonces el profesorD. José Castañeda era el Decano y por ello se la conocía popularmente como“Galerías Castañeda” en clara alusión a Galerías Preciados. Durante el primercurso de licenciatura de cc. económicas, y dentro de la cátedra de fundamen-tos de filosofía regentada por el profesor Javier Muguerza, se celebró un cur-sillo sobre “el pensamiento económico de los doctores escolásticos castellanosdel S.XVI”, el director era el profesor D. Pedro Schwartz que luego tanto ten-dría que ver con su futuro en la Universidad.

Su tesis doctoral en 1980 dirigida precisamente por el maestro Schwartz,

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versó sobre “Los Rothschild y las minas de Almadén” que se encuentra edita-da por el Instituto de Estudios Fiscales. El doctorado en economía le abre lapuerta a su carrera académica, obteniendo la cátedra de Historia delPensamiento Económico de la Universidad Complutense de Madrid en 1989.Durante su etapa en la citada universidad ocupa varios puestos de responsabi-lidad en el Departamento de Historia e Instituciones, como Director del mismoy de Vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de CC. Económicasy Empresariales.

Ha sido director de varias tesis doctorales relacionadas con el ámbito de lahistoria del pensamiento y de las doctrinas económicas. También ha dirigidomás de una decena de proyectos de investigación relacionados con las leyes depobres y el tratamiento de la pobreza desde una perspectiva histórica, la libe-ralización del sector servicios en aspectos como la distribución comercial y loshorarios comerciales, y la problemática del mundo laboral entre otros. Tienepublicados multitud de artículos científicos en revistas especializadas, capítu-los de libros y libros, entre los que cabría citar el dedicado al “LiberalismoEconómico” de la editorial Síntesis.

Es uno de los profesores españoles que mejor conocen los escritos econó-micos de autores de referencia en el mundo de las ideas, tales como W.S.Jevons, J. Locke, A. Smith, C. Marx y J. de Mariana, por poner algunos ejem-plos significativos.

Sí quisiera resaltar que en la personalidad del doctor Martín, sobresale sumarcada coherencia entre su actitud liberal ante la vida y sus decisiones profe-sionales. Y para ello basta citar el momento en que decide abandonar volunta-riamente la Universidad pública para apostar decididamente por la nacienteuniversidad privada de España. Es por ello que se incorpora a la UniversidadEuropea de Madrid (1995) como Vicerrector y profesor de la misma. Una vezque este proyecto está en marcha y consolidado, vuelve a la universidad públi-ca, pero esta vez lo hace en la recién creada Universidad Rey Juan Carlos deMadrid. Desde su incorporación a la misma en 1999, se hace responsable delDepartamento de Historia e Instituciones Económicas y Filosofía Moral, cargoque ocupa hasta la actualidad.

Una vez puestos de relieve algunos rasgos de la personalidad del doctorMartín Martín, quisiera comentar brevemente el discurso que acaba de pro-nunciar.

La cuestión monetaria ha ocupado gran parte de la atención de los hombresde ciencia, en tanto en cuanto afecta a la vida de personas y reinos. Las situa-

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ciones cambian pero gran parte de los problemas permanecen a lo largo de lahistoria. A pesar del paso de los siglos, nos suena a cotidiana la insuficienciade recursos de la hacienda, la inflación, la pérdida de valor de la moneda y elcolapso del comercio entre las naciones. Pero, en el trasfondo del preciosoensayo que acabamos de escuchar, se desprende que hay una preocupaciónancestral por la pobreza, sus causas, sus efectos y la forma de evitarla. De ahíque durante la alocución del Dr. Martín Martín surgen tantos nombres de clé-rigos. En la tradición de los escolásticos españoles aparecen los maestros de lafilosofía griega, y la cultura ateniense a la que tanto debemos la civilizaciónoccidental. Así, Aristóteles discípulo de Platón se viene a ocupar de los pro-blemas de la realidad cotidiana y se distancia de su maestro que se ocupó prin-cipalmente del cosmos y del destino humano. La lógica aristotélica fue acep-tada a regañadientes por la iglesia católica cuyas obras estuvieron muchotiempo prohibidas, hasta que filósofos y padres de la Iglesia de la talla de SanAgustín, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino abrieron el caminohacia la reconciliación entre filosofía y teología para llegar a Dios. La inteli-gencia nos acerca a la fe.

Resulta novedoso el protagonismo del jesuita Juan de Mariana que viene acompletar una larga lista de escolásticos españoles que se ocuparon de la cues-tión monetaria. Marjorie Grice-Hutchinson en su obra Ensayos sobre el pen-samiento económico en España considera desconcertante que J. A.Schumpeter en su History of Economic Analysis (1954) solamente se refirieraa Juan de Mariana por sus opiniones radicales sin considerarle en el grupo deescolásticos tardíos.

Santo Tomás de Aquino acepta de las reflexiones de Aristóteles dirigidas asu hijo Nicómaco, y que llevan por nombre Ética a Nicómaco, en la que avan-za las principales características del dinero que van a llegar hasta nuestros días:reserva de valor, medio de pago y unidad de cuenta. La preocupación esencialque muestra en sus escritos es la de analizar el valor de las cosas. Por lo que el“envilecimiento” o pérdida de valor del dinero constituía un empobrecimientodel propietario, y situaba a su responsable ante un problema moral. Los sobe-ranos detentaban el poder absoluto no solo para acuñar moneda, sino tambiénla potestad para regular y gestionar la acuñación. Por lo que disponían de unagran dosis de arbitrariedad sobre los efectos de sus decisiones en vida y ense-res de sus súbditos. La fortaleza o debilidad de la moneda acuñada preocupa-ba a los ciudadanos de la época, expresiones tales como “peso” o “duro” refle-jan tanto la calidad de la misma -que será pesada, en tanto en cuanto mantienela cantidad de metal- y que tenga características de dureza, lo que deviene enla calidad de la misma. La pérdida de valor de la moneda unido a la escasez decirculación motivaban amargas quejas de mercaderes y economistas. Marjorie

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Grice-Hutchinson menciona que la feria de mayo de Medina del Campo tuvoque ser pospuesta en 1543, 1553 y 1554 por este motivo. Asimismo, relata queThomas Gresham que viajó a España en 1554 al objeto de cobrar letras decambio emitidas en Amberes, por valor de 320.000 ducados, no pudo traer deregreso más de 200.000 ducados debido a la escasez de la moneda.

La cuestión que se suscitaba ante los ojos de los escolásticos era si habíarazones morales para justificar el envilecimiento de la moneda por decisión desus soberanos.

A este respecto el trabajo del Dr. Martín nos proporciona un texto inéditode la Bula del Papa Inocencio III, que en el siglo XII cuestiona la potestad delsoberano, en este caso Pedro II de Aragón, para alterar el contenido metálicode la moneda. En este sentido pasaba a defender los derechos de propiedad delos individuos y a evitar lo que suponía una agresión a la validez de los con-tratos.

Una forma injusta de gobernar constituye el origen de la miseria. Por lo quese hace necesario el respeto a los derechos individuales de las personas ante elpoder político. Tanto Santo Tomás de Aquino y de manera más radical Juan deMariana justificarán el repudio del soberano ante tales excesos.

El conflicto entre poder político y los intereses legítimos de los ciudadanosante la cuestión monetaria sigue estando de actualidad. El problema del cam-bio de la moneda y la necesaria independencia de los bancos centrales ocupangran parte de los debates de la actualidad económica. Hemos avanzado bas-tante, pero a pesar de la lejanía de los hechos históricos, lecciones como la queacabamos de escuchar por parte del Dr. Martín Martín nos invitan a reflexio-nar sobre las cuestiones morales, en cuyo trasfondo emerge el respeto de losderechos individuales y de propiedad. La necesaria participación de la ciuda-danía, hoy representada por la independencia de las instituciones reguladorasen la vida económica de los países.

En un patrón financiero como el actual, el envilecimiento de la monedavendría ocasionado por los procesos de inflación de los precios de los bienes.Por lo que supone un impuesto, introducido a espaldas de la voluntad de losciudadanos. La defensa de los derechos individuales que hunde su tradición enel origen del derecho subjetivo desde los siglos XIII y XIV, con Guillermo deOccam, dará lugar a que los escolásticos españoles del S.XVI y más concreta-mente Juan de Mariana considerasen el dinero como parte de la propiedad pri-vada y sujeta a los derechos individuales que hay que proteger. La proclama-ción de Nicolás de Oresme de que “La moneda pertenece al pueblo” traza una

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frontera nítida de la imposibilidad de alterar el valor de la moneda sin el con-sentimiento del pueblo. Por lo que hay que limitar los poderes del soberano afavor de los derechos del individuo.

Este planteamiento no puede ser de mayor actualidad, cuando se escuchanvoces desde las más variadas procedencias para abandonar la necesaria orto-doxia monetaria por los encargados de velar por el valor y estabilidad del valorde la moneda por parte de los Bancos Centrales, bajo el pretexto de que elloredundaría en mayor beneficio de los ciudadanos.

Se ha recorrido un largo trecho de aciertos y frustraciones desde los meta-listas medievales, los planteamientos de la Universidad de Paris, los escolásti-cos españoles y las teorías económicas más recientes. Pero, la conclusión fun-damental a la que nos lleva el discurso que acabamos de escuchar, es que elvalor de la moneda forma parte de los derechos subjetivos e individuales queno pueden ser alterados por parte de los poderes públicos sin el consentimien-to de los ciudadanos. En este caso preservar la independencia de la políticamonetaria por los bancos centrales constituye una cuestión moral. Es por tantode agradecer al Dr. Victoriano Martín la brillante disertación con la que nosacaba de deleitar. Ello quiere decir que con su incorporación a esta Asamblea,ganamos no sólo un nuevo activo para la mayor riqueza intelectual de laAcademia, sino también un compañero, una buena persona. Los que tenemosla fortuna de disfrutar de su amistad desde hace ya muchos años, si algo hemosde resaltar de la personalidad de Victoriano es su bonhomía. Como algún aca-démico me comentaba hace poco, la cuestión esencial no es solo si es o no unpoco más o menos competente en su disciplina, sino si es ante todo persona.

Aristóteles, ante la pregunta de si necesitamos amigos en la adversidad y/oen la prosperidad le dice a su hijo Nicómaco:

”Es ciertamente extraño condenar a la soledad al hombre felicísimo, por-que nadie preferiría la posesión del mundo entero, a condición de vivir ais-lado, puesto que el hombre es ser sociable, cuya naturaleza es vivir encompañía” (Ética a Nicómaco. Libro IX, Cap IX).

Por todo lo anterior, y con satisfacción, os doy oficialmente, en nombre deesta Real Academia, la bienvenida como miembro de pleno derecho, comocompañero y como amigo de todos nosotros.

Muchas gracias.

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