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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN DIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOS
Programa en Historia de Venezuela Nivel: Maestría
FIESTAS NACIONALES Y OPINIÓN PÚBLICA EN MARACAIBO (1834-1862)
Trabajo de Grado para optar al título de
Magíster Scientiarum en Historia de Venezuela
Autor: Lic. Geovanny Cabrera Tutora: Dra. Ligia Berbesí de Salazar
Maracaibo, Marzo de 2004
“El tiempo festivo es un pedazo de eternidad” Rafael Ramos Sosa
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN DIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOS
Programa en Historia de Venezuela Nivel: Maestría
VEREDICTO
Quienes suscriben, miembros del jurado nombrado por el Consejo Técnico de la División de Estudios para Graduados de la Facultad de Humanidades y Educación de La Universidad del Zulia, para evaluar el Trabajo de Grado titulado “Fiestas Nacionales y Opinión Pública en Maracaibo (1834-1862)”, presentado por el Lic. Geovanny Cabrera, portador de la cédula de identidad Nº 7.772.543, para optar al título de Magíster Scientiarum en Historia de Venezuela, después de haber leído y estudiado detenidamente el trabajo y evaluada la defensa del autor, consideran que la misma reúne los requisitos señalados por las normas vigentes, y por tanto la aprueban, y para que conste se firma en Maracaibo, a los 31 días del mes de marzo de 2004.
___________________________ Prof. Pedro Enrique Calzadilla
C.I. 6.524.592 (Presidente)
___________________________ Dra. Emilia Bermúdez
C.I. 4.645.295 (Secretaria)
___________________________ Dra. Ligia Berbesí de Salazar
C.I. 4.447.539 (Tutora)
A Carmen y Dírimo, porque se amaron, y yo existí.
A Anita, Eduardito y Fer, por quienes vivo.
AGRADECIMIENTOS
Mi más sincera gratitud a mi tutora, Dra. Ligia Berbesí de Salazar, estímulo y ejemplo en la ardua pero placentera labor de la investigación historiográfica. Del mismo modo al personal académico de La División de Estudios para Graduados de La Universidad del Zulia, por comprender mi circunstancia y haber tenido plena confianza en mis capacidades. Al personal del Archivo General de la Alcaldía de Maracaibo y del Acervo Histórico del Estado Zulia debo también votos de gratitud, por haberme facilitado el trabajo de consulta y fichaje de los documentos. Al Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad del Zulia, sin cuyo aporte científico, técnico y financiero no habría sido posible la culminación de este trabajo. Al Sr. Carlos Vergara, por ser una mano siempre dispuesta a colaborar. A todos, muchas gracias.
ABREVIATURAS
AGAM Archivo General de la Alcaldía de Maracaibo
AHEZ Acervo Histórico del Estado Zulia
ANH Academia Nacional de la Historia
art. Artículo
Cf. Confróntese
cit. citado
et al., et alia y otros
f., ff. folio, folios
Idem, Id. En la misma obra y la misma página
Ibídem, Ibíd. En la misma obra, diferente página
leg. legajo
p., pp. página, páginas
s/e sin editorial
s/f sin foliación
t. tomo
vol. volumen vto. vuelto
Cabrera Cadenas, Geovanny Alfonso. Fiestas Nacionales y Opinión Pública en Maracaibo (1834-1862). La Universidad del Zulia. Facultad de Humanidades y Educación. División de Estudios para Graduados. Programa en Historia de Venezuela. Nivel: Maestría. Trabajo de Grado. Maracaibo, 2004. 229 pp.
RESUMEN
Esta investigación tiene como propósito el análisis de las fiestas nacionales celebradas en Maracaibo entre 1834 y 1862, en el marco de la construcción de una opinión pública en favor del ideal de unidad nacional. El interés se centró en los actos que con motivo de las fiestas nacionales fueron celebrados anualmente en este periodo: el 19 de abril el 5 de julio, el 28 de octubre y el 24 de enero, considerados desde dos perspectivas: el ceremonial y la simbología como representaciones de un colectivo nacional al que aspiraba el poder central. Desde el enfoque sociocultural, este estudio consideró los aportes teórico-metodológicos de otras investigaciones relacionadas con el desarrollo de la nueva sociabilidad republicana y moderna en Iberoamérica, en la cual la celebración de fiestas nacionales y la exhibición de la simbología política ocuparon un lugar preponderante. El análisis se sustentó en la conformación de una opinión pública como un nuevo y esencial elemento de esta nueva sociabilidad. Se concluye que las fiestas nacionales contribuyeron no sólo a la construcción del imaginario nacional, sino que además fueron importantes para la legitimación de la circunstancia política del momento.
Palabras claves: República de Venezuela, Maracaibo, Fiestas Nacionales, Opinión Pública, Nación
Cabrera Cadenas, Geovanny Alfonso. National Holidays and Public Opinion in Maracaibo (1834-1862). La Universidad del Zulia. Facultad de Humanidades y Educación. División de Estudios para Graduados. Programa en Historia de Venezuela. Nivel: Maestría. Trabajo de Grado. Maracaibo, 2004. 229 pp.
ABSTRACT
This research work has as an aim the analysis of the holidays which were celebrated in Maracaibo between 1834 and 1862, in the context of the construction of a public opinion in favor of national unity. Its interest was centered into the acts that in reason of these national holidays, were yearly celebrated: April 19, July 5, October 28 and January 24, considered from two outlooks: both ceremonial and symbology as representations of a national community to which the central power aspired. Being based on the proposal of sociocultural viewpoint, this study considered those theoretical and methodological contributions from other investigations related to the development of the new, modern republican sociability in Iberoamerica, in which the celebration of national holidays and the exhibition of political symbology take a relevant place. The analysis was sustained on the conformation of a public opinion as a new, essential element of new sociability. In conclusion, these holidays led not only to the construction of a national idea, but also to the legitimation of the actual political circumstance.
Key words: Republic of Venezuela, Maracaibo, National Holidays, Public Opinion, Nation.
ÍNDICE GENERAL
p.
EPÍGRAFE iii VEREDICTO iv DEDICATORIA v AGRADECIMIENTOS vi ABREVIATURAS vii RESUMEN viii ABSTRACT ix ÍNDICE GENERAL x TABLA DE CUADROS xii TABLA DE IMÁGENES xiii INTRODUCCIÓN 1 Presentación y justificación del tema 1 Objetivos 4 Hipótesis 4 Metodología 5 Fuentes 7
CAPÍTULO I REFLEXIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS
Fiesta y poder en el Antiguo Régimen español 15 Teoría de los símbolos 24 Simbología y poder regio durante el Régimen Colonial en Maracaibo
26
La transición hacia la modernidad: El origen de la Opinión Pública en Iberoamérica
28
Los inicios de la modernidad en Venezuela 41 La transición hacia la modernidad en Maracaibo 50 Las primeras fiestas patrióticas en Venezuela (1811-1830) 61
CAPÍTULO II FIESTAS NACIONALES CELEBRADAS EN MARACAIBO ENTRE 1834 Y
1862
Trascendencia y significado del 19 de abril 72 Trascendencia y significado del 5 de julio 77 La controversia sobre el 24 de enero 80 Significado del 28 de octubre 83
CAPÍTULO III LA ORGANIZACIÓN DE LAS FIESTAS
Burocracia y jerarquía en el gobierno de la República de Venezuela (1834-1862)
89
Los preparativos para las fiestas nacionales 93 El costo de las fiestas 96 El problema de las fiestas religiosas 101
CAPÍTULO IV EL CEREMONIAL EN LAS FIESTAS NACIONALES EN MARACAIBO
(1834-1862)
La regulación de las fiestas nacionales 106 Los actos inaugurales 108 Actos ceremoniales del día festivo 109 Primer acto: la fiesta de iglesia 110
Segundo acto: la solemnidad de la patria 114 Tercer acto: las diversiones y el júbilo público 123
Arte efímero 130
CAPÍTULO V LOS SÍMBOLOS PATRIOS EN LAS FIESTAS NACIONALES
Símbolos e identidad nacional 145 Los símbolos en el Régimen Republicano 145 La bandera 146 El escudo de armas 150
El culto a los héroes 158
CAPÍTULO VI FIESTAS NACIONALES Y CONFLICTOS
La responsabilidad por el arsenal de la República 166 Maracaibo contra Monagas: resistencia a la celebración del 24 de enero
172
Guerra civil y fiestas nacionales 182
CONSIDERACIONES FINALES 188 FUENTES CONSULTADAS 194 ANEXOS 203 1. Decretos que regularon las fiestas nacionales entre
1834 y 1862
203
2. Decretos que regularon los símbolos nacionales entre 1834 y 1862
205
3. Bando dirigido por el gobernador interino de la
Provincia de Maracaibo a sus habitantes, para proclamar el 5 de julio de 1850 como fiesta nacional
207
4. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852
207
5. “Discurso dirijido al pueblo por el Gobernador Sr. Juan J. Romero el 5 de Julio de 1836 antes de la lectura del acta de Independencia”
209
6. Letra del Te Deum Laudamus 211
7. Sátira de Valerio Perpetuo Toledo sobre la fiesta del 24 de enero (1856)
213
TABLA DE CUADROS
Nº p. 1 Las fiestas nacionales en las constituciones 65
2 Suscripción para sufragar los gastos de la corrida
de toros en la fiesta del 5 de julio de 1847
98
3 Detalle de gastos para la celebración del 5 de julio de 1855 101
4 Decretos que regularon las fiestas nacionales (1834-1862) 107
5 Importe del armamento extraviado durante la celebración del 19 de abril de 1840
167
6
Importe del armamento extraviado durante la celebración del 5 de julio de 1841
171
TABLA DE IMÁGENES
Nº
p.
1. Reconstrucción hipotética de la ciudad de Maracaibo a mediados del siglo XIX
91
2. Grabado de la iglesia Matriz
111
3. Corrida o Encierro de Toros en Caracas
125
4. Día de regata en la bahía de Maracaibo
127
5. Fuegos artificiales, luminarias y globos aerostáticos en la plaza Mayor de Caracas durante el septenio guzmancista (grabado).
129
6. Plaza Matriz con pirámide
135
7. Columna de la Libertad
136
8. Arcos de triunfo en Mérida, circa 1870
139
9. Bandera provisional del 14 de octubre de 1830
147
10. Bandera del 20 de abril de 1836
148
11. Palacios de Gobierno y Legislativo con banderas (1895)
149
12. Blasón provisional del 14 de octubre de 1830
151
13. Proyecto de Escudo de Armas presentado por la Cámara del Senado (1834)
152
14. Sir Robert Ker Porter
153
15. Escudo de 1836
154
16. Ilustración de procesión del busto del Libertador en un día de San Simón
160
INTRODUCCIÓN
Presentación y justificación del tema
La conformación del Estado Venezolano a partir de la experiencia
republicana significó cambios en la vida del país en el marco del recién
iniciado proceso emancipador. No existía un piso político sobre el cual
construir la nación. El concepto de nación era entonces una abstracción
frente a un territorio que permanecía fraccionado en regiones desunidas y
desentendidas de una identidad nacional.1
Desde el periodo colonial tales regiones habían estado más
vinculadas con el exterior a través de redes comerciales -lícitas e ilícitas-,
que entre sí. Iniciado el proceso de ruptura con la monarquía española en
1810, esta atomización permanecería, representando un obstáculo para la
conformación de la nación que la nueva elite gobernante necesitaba para
legitimar su acción política.
A partir de 1830, los actores llamados a construir la nueva
república se plantearon como objetivo fundamental una nueva forma de
hacer política, capaz de legitimar la naciente realidad sociopolítica del
país, pues el fin último era la formación de una opinión pública que
garantizara la permanencia de esa nueva realidad. En efecto, tal como lo
1 Al respecto consúltense los trabajos de Cardozo Galué, Germán (1991), Maracaibo y su región histórica. El Circuito Agroexportador 1830-1860, Universidad del Zulia; Vásquez de Ferrer, Belín (1986), El puerto de Maracaibo: elemento estructurante del espacio social marabino (Siglo XVIII), Universidad del Zulia, Maracaibo, Serie “Cuadernos de Historia”, número 16; Urdaneta Quintero, Arlene (1992), El Zulia en el Septenio de Guzmán Blanco, Fondo Editorial Tropykos-Universidad del Zulia, Caracas; Berbesí de Salazar, Ligia, El comercio intra e interregional en el circuito mercantil Tunja-Pamplona-Maracaibo (1720-1780), Revista Tierra Firme Nro. 54, Caracas, abril-junio, 1996, pp. 163-179.
señala François-Xavier Guerra, “... el mayor reto para los gobernadores
que actúan en las décadas que siguen a la revolución política es...
construir un pueblo homogéneo, apto para asumir las responsabilidades
políticas que le corresponden como titular legítimo de la soberanía”.2
Desde esta perspectiva, se plantea la necesidad de identificar los
escenarios utilizados para promover el desarrollo de esa opinión pública.
De ahí que esta investigación Fiestas Nacionales y Opinión Pública en
Maracaibo (1834-1862) pretende determinar de qué manera las fiestas
nacionales celebradas en Maracaibo permitieron la conformación de la
opinión pública en el marco de la construcción de una identidad nacional
en los habitantes de aquella república, fundamentada en valores como la
libertad, la soberanía y la participación ciudadana. Fue a partir de 1830
cuando comenzaron a darse los primeros pasos en el proceso de
construcción de la nación venezolana. Las elites gobernantes se
propusieron promover símbolos unificadores representados en banderas,
escudos, insignias, desfiles, espectáculos públicos y actos litúrgicos, entre
otros. Con ello se inició la promoción de imágenes y símbolos de
identificación colectiva sobre las cuales habría de erigirse la identidad de
la Nación.
Mediante disposiciones y decretos oficiales que regulaban la
celebración y conmemoración de fechas patrias, sobre todo relacionadas
con la gesta emancipadora y Simón Bolívar, se buscaba el consenso 2 Guerra, François-Xavier; Lempérière, Annick, et alia (1998), Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII – XIX, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Fondo de Cultura Económica, México, p. 19.
nacional y un pensamiento generador de una opinión pública
legitimadora.
La investigación aborda los distintos actos públicos en el marco de
nuevas formas de organización, representación y participación. Asumida
desde el enfoque sociocultural, se pretende una aproximación al mundo
material y simbólico que relacionaba a los diferentes actores sociales
como colectivos. En tal sentido, se abordan cuatro fiestas públicas en el
marco de nuevas formas de sociabilidad: el 19 de abril de 1810, el 5 de
julio de 1811, el 28 de octubre de 1783 y el 24 de enero de 1848.
El periodo propuesto es relevante, pues se ubica en momentos
cuando el país se enrumbaba por la vía de la independencia política, y
deben ocurrir los primeros intentos de la naciente república por generar
una opinión pública que permitiera la participación y la legitimación del
ideal republicano. Se parte del año 1834, fue entonces cuando se aprobó
el primer decreto que regulaba las fiestas nacionales. Se culmina en el
año 1862, porque en ese año Maracaibo proclama la federación y la región
lacustre deja de ser una provincia para nombrarse “estado federal”.
Esta investigación justifica la conformación de ese imaginario
nacional a través de la celebración de las fiestas nacionales cuando el
Estado comenzaba a organizarse; permite un acercamiento a lo que fue el
inicio de la nación venezolana y la construcción del imaginario nacional
en consonancia con los intereses del poder central. La existencia de
fuentes primarias y secundarias garantizan el desarrollo de la propuesta y
el logro de los objetivos planteados.
Objetivos
• Objetivo General:
Analizar la formación de la opinión pública en Maracaibo entre
1834 y 1862 a partir de la celebración de las fiestas nacionales en el
marco de la construcción de un imaginario nacional.
• Objetivos específicos
1. Identificar las fiestas nacionales que se celebraron en Maracaibo
entre 1834 y 1862.
2. Describir las diferentes fiestas nacionales que se celebraron en
Maracaibo entre 1834 y 1862.
3. Identificar los símbolos y signos del poder presentes en las
diferentes fiestas nacionales.
4. Analizar la formación de la opinión pública en Maracaibo a partir de
la celebración de las fiestas nacionales.
Hipótesis
Entre 1834 y 1862 se celebraron en Maracaibo las fiestas
nacionales, según las disposiciones de las autoridades de la recién
formada República de Venezuela. Tales festividades, reguladas por la vía
de decretos, honraban la gesta emancipadora dirigida por los patriotas. El
culto a los héroes y la exaltación de una nacionalidad basada en valores
unificadores (patria, próceres, libertad, independencia, autonomía), fueron
promovidos por el poder central como la máxima expresión de la felicidad
del pueblo. En estas celebraciones públicas el empleo de símbolos como
banderas, escudos, insignias, desfiles, ceremonias, actos litúrgicos, entre
otros, develaban, por una parte, la nueva realidad política y social que el
país estaba experimentando y, por otra, la conformación de una opinión
pública legitimadora de unas prácticas que transitaban entre viejas y
nuevas sociabilidades.
Metodología
Esta propuesta requirió de la revisión de las disposiciones legales y
acuerdos del Estado en relación con la celebración de fiestas patrias,
entendidas éstas como los espacios más apropiados para la conformación
de una opinión pública legitimadora. Tal revisión de fuentes se realizó
utilizando el método histórico, el cual exige una sistemática labor
heurística que permitió localizar las fuentes de información requeridas.
Una vez identificadas las fuentes se procedió a la clasificación y
organización de la información, a través de la técnica del fichaje. Las
unidades de análisis consistieron en las disposiciones legales, decretos y
legislaciones sobre la celebración de fiestas nacionales, los programas
preparados para cada acto público celebrado en Maracaibo entre 1834 y
1862 y la participación de los maracaiberos en dichas fiestas, así como la
correspondencia y las distintas representaciones entre las autoridades
nacionales y locales relacionadas con las festividades.
Este enfoque metodológico se sustenta en los aportes teórico-
metodológicos de la historia sociocultural, que en el marco de renovados
planteamientos se ocupa de las prácticas sociales y las construcciones
simbólicas, dentro de las cuales destacan las celebraciones y festejos
públicos. Al incorporarse nuevos elementos que van más allá de los
hechos políticos y militares, este enfoque permite enriquecer la
comprensión de los procesos históricos.
Fue de importancia fundamental para el estudio propuesto
centrarse en el análisis del discurso. ¿Quiénes hablaban? ¿A quiénes se
dirigían? ¿Qué expresaban? ¿Qué significados y qué valores están
presentes en esos discursos? De este modo se develan actitudes,
intenciones, símbolos, valores, significados y objetivos propuestos por las
autoridades republicanas. Los modos y maneras como estos actos
incidieron en la generación de los espacios de opinión fue el hilo
conductor de la investigación propuesta. Su estudio constituye aporte
fundamental en la explicación de la conformación de la nacionalidad en la
naciente República.
Para el análisis de los símbolos patrios se recurrió a la heráldica
como disciplina que ofrece sus aportes en relación con el diseño y
significados de los blasones políticos, lo cual permitió una aproximación
al universo simbólico exhibido por las autoridades republicanas en el
periodo señalado.
El tema propuesto plantea dos variables fundamentales: la
celebración de las fiestas nacionales y la conformación de la opinión
pública en Maracaibo. Ello ameritó una revisión del concepto de opinión
pública como expresión de nuevos escenarios para entender las relaciones
sociales y el ejercicio del poder en el marco de la modernidad. Una
primera aproximación permitió sustentar el fundamento teórico-histórico
de esta investigación, lo cual facilitó el logro de los objetivos planteados.
A pesar de la variedad de la producción historiográfica, el acceso a
todas estas fuentes fue limitado. Los materiales que se han consultado
han sido, en consecuencia, aquellos producidos dentro del país o en el
resto de Iberoamérica, los cuales se hallan disponibles como muestras
impresas o publicaciones en la red. A pesar de estos problemas, la
información hallada es abundante y aportó elementos suficientes como
para llevar a feliz término esta investigación.
Se valoraron los trabajos relacionados con la celebración de fiestas
en Iberoamérica, tanto en el periodo colonial como en el republicano, que
permitan dilucidar qué elementos están presentes en ambas realidades, e
identificar aquellos elementos nuevos que aparecen a raíz de los cambios
sociopolíticos que experimentan las nuevas repúblicas soberanas.
Fuentes
Las fuentes de interés para esta investigación fueron documentales,
bibliográficas, hemerográficas y electrónicas. Estas fuentes ofrecen
información sobre las circunstancias sociales y políticas que enmarcaron
la celebración de las fiestas nacionales a principios de la vida republicana
en la ciudad de Maracaibo. A pesar de la riqueza bibliográfica disponible,
no fue posible abordarla toda debido a la dificultad para obtener estos
trabajos. Sin embargo, el material utilizado resultó valioso para
enriquecer los resultados.
Documentales
• Manuscritas
En la consulta de las fuentes manuscritas, los fondos del Archivo
Histórico del Estado y de la Alcaldía del Municipio Maracaibo fueron el
soporte fundamental de la misma. En estos archivos reposan documentos
que dan cuenta de las diferentes fiestas nacionales que se ordenaban por
ley celebrar en la ciudad. En el archivo de la Alcaldía, sección de
Expedientes Diversos, se revela el acontecer político, económico, social,
militar y religioso de Maracaibo durante el período propuesto. Sin
embargo, fue en el Acervo Histórico del Estado Zulia donde se obtuvo la
información de mayor peso. Los tomos correspondientes al período
considerado (1834-1862) contienen las Actas del Concejo Municipal, los
presupuestos para las fiestas, los bandos de publicación, así como las
circulares entre las diferentes autoridades locales, regionales y nacionales
relacionadas con la celebración de las fiestas nacionales en la ciudad: el
19 de abril el 5 de julio, el 24 de enero y el 28 de octubre. Todo fue
revisado y trascrito para su respectivo análisis.
En su mayor parte, la documentación estudiada aportó
informaciones sobre el modo y significado de estas fiestas nacionales: su
ceremonial, los discursos pronunciados, los actos celebrados, los costos,
los horarios, los símbolos exhibidos, las invitaciones, así como las
disputas originadas en el marco de las celebraciones, todo lo cual permitió
una aproximación a la situación sociopolítica de la ciudad de Maracaibo
entre 1834 y 1862.
• Impresas
Como fuente documental impresa especialmente aprovechada para
la realización de este trabajo está el periódico El Constitucional de
Maracaibo, publicado en el año 1836. En el mismo se reseña la vida
social, política y cultural a principios de la vida republicana. Dos artículos
de este periódico se relacionan directamente con el tema de investigación:
uno referido a la celebración del 19 de abril de 1836, y el otro sobre la
celebración del 5 de julio de ese mismo año. La descripción
pormenorizada de ambas celebraciones ofrece una semblanza sobre su
significación histórica, y es, por tanto, valiosa para esta investigación.
a. Bibliográficas
En cuanto a las fuentes bibliográficas, se tomaron en cuenta
aquellos trabajos que ofrecieron un referente significativo para la
investigación. Existen obras que, aunque referidas a espacios y épocas
distintas a los que aquí se consideran, son valiosas por sus aportes y, por
lo tanto, tomadas en cuenta. Sus aportaciones teórico-metodológicas son
inestimables. En este sentido, destacan los trabajos de Gaspar Melchor
Jovellanos, Espectáculos y diversiones públicas; Roberto López, Ceremonia
y poder a finales del Antiguo Régimen (Galicia, 1700-1833); François-
Xavier Guerra, Annick Lempérière et alia, Los espacios públicos en
Iberomérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX; María Ángeles
Pérez, El poder del símbolo y el símbolo del poder. Fiestas reales en Madrid
al advenimiento al trono de Carlos III; Carole Leal, El discurso de la
fidelidad en la Caracas del siglo XVIII; Frédérique Langue, Aristócratas,
honor y subversión en la Venezuela del Siglo XVIII; Humberto Najaim, y
Graciela Soriano, Lo público y lo privado, redefinición de los ámbitos del
Estado y la Sociedad; José Rafael Lovera, Manuel Guevara Vasconcelos o
La política del convite; Ligia Berbesí de Salazar, Vínculos, símbolos y poder
en el gobierno provincial de Maracaibo, 1787-1812; José María Salvador,
Efímeras efemérides. Fiestas cívicas y arte efímero en la Venezuela de los
siglos XVIII-XIX; Marcos González Pérez, Fiesta y región en Colombia;
“Ceremonial y Poder en Maracaibo a fines del gobierno borbónico”,
ponenecia de Ligia Berbesí en el I Seminario Hispano-Venezolano, Madrid.
En cuanto a las referencias de carácter general valen mencionarse:
Álvaro Cañizalez, Plaza Bolívar de Maracaibo. Crónicas de sol; Germán
Cardozo, Maracaibo y su región histórica. El Circuito Agroexportador 1830-
1860; Juan Besson, Historia del Zulia; Pierre Giraud, La semiología;
Manuel García-Pelayo, Mitos y símbolos políticos; Roger Chartier, Espacio
público, crítica y desacralización en el siglo XVIII, los orígenes de la
Revolución Francesa; Dilian Ferrer, Maracaibo durante el Gobierno de los
Monagas. Relaciones de poder y autonomía (1848-1858); Jürgen
Habermas, Historia de la opinión pública; Marisa Vannini Gerulewicz, La
influencia francesa en Venezuela.
c. Hemerográficas
Diferentes artículos publicados en revistas fueron igualmente
consultados para complemento de esta investigación. Tales artículos están
vinculados de manera directa o indirecta con el tema. Para complementar
el estudio, se recurrió a diferentes artículos publicados en distitnas
revistas, relacionados de manera directa o indirecta con esta
investigación. Para una revisión pormenorizada de tales artículos,
consúltese la bibliografía reseñada al final de este trabajo. A título
indicativo, podemos señalar: Revista Historia, de la Pontifica Universidad
Católica de Chile; Revista Historia Caribe, de Barranquilla, Colombia;
Revista Opción, Caracas, Venezuela; Revista Tierra Firme, Caracas,
Venezuela; Revista Caravelle, Toulouse, Francia.
Estas publicaciones incluyen artículos que permiten una
aproximación teórico-metodológica al significado histórico de la
celebración de las fiestas, tanto en el periodo colonial como en el periodo
republicano, tales como el de Frédérique Langue, “La fête travestie.
Diversions et passions dans la Venezuela colonial” y el de Pedro Enrique
Calzadilla “El olor de la pólvora. Fiestas patrias, memoria y Nación en la
Venezuela guzmancista 1870-1877”, ambos en la revista Caravelle.
b. Electrónicas
Los portales electrónicos de diversas instituciones aportaron
también inapreciable información en relación directa o indirecta con la
investigación. La ventaja de estas fuentes radica en que permiten
fácilmente el acceso de la información. Entre estos portales deben
mencionarse: el de la Academia Nacional de la Historia, el cual ofrece la
trascripción de diversos documentos claves para la comprensión de los
procesos relacionados con la independencia y la república; el de la
Biblioteca Nacional de Venezuela, con un estudio detallado de la evolución
de la bandera y escudo nacionales; el de la Universidad de los Andes, que
incluye un valioso enlace con documentos digitalizados y otros artículos
relacionados con la vida y obra de Bolívar, intitulado Luces de Bolívar en
la red; y el de la Fundación Polar, Historia de Venezuela para nosotros,
con artículos de valor inestimable para este trabajo.
Otros portales fueron igualmente consultados para otros
requerimientos de la investigación. Por ejemplo, para el estudio de los
símbolos nacionales, se consultaron dos páginas de heráldica simbólica,
una intitulada Introducción a la heráldica, y la otra Heráldica Española
Virgosoft 2002. En estos portales se ofrece valiosa información que
permite comprender la simbología, los significantes y significados de que
se vale la heráldica para el diseño de los blasones políticos. Su aporte fue
valioso.
Del mismo modo se consultaron otras fuentes electrónicas para
diversos tópicos relacionados con el presente trabajo. Para la revisión de
las teorías sobre el nacionalismo, se consultó la obra de Ernest Renan
“Qu’est-ce qu’une nation?”, en La Bibliothèque Électronique de Liseux. Para
el estudio de la formación de los nacionalismos, se recurrió a los archivos
de la página de Eric G.E. Zuelow, The Nationalism Project, contentiva de
diferentes artículos y trabajos de investigadores internacionales de
reconocida trayectoria. Para el estudio del ritual católico presente en las
fiestas nacionales, se consultó la página de la Enciclopedia Católica. Por
último, se aprovechó un útil CD ROM preparado por la Asociación para la
Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC), Historia Multimedia de las
Constituciones de Venezuela y los países Bolivarianos, para consultar las
constituciones entre 1811 y 1830.
Como puede observarse, las posibilidades de la red se multiplican y
representaron un soporte inapreciable en esta investigación.
CAPÍTULO I REFLEXIONES TEÓRICO-HISTÓRICAS
CAPÍTULO I REFLEXIONES TEÓRICO-HISTÓRICAS
Fiesta y poder en el Antiguo Régimen español
Ya desde el periodo colonial celebraciones, conmemoraciones y
espectáculos públicos eran utilizados para dejar sentado el orden
jerárquico y estamental que caracterizaba la sociedad del Ancien Régime.
En esta sociedad se actuaba corporativamente, como parte de un grupo.
En el campo de lo político el gobierno estaba ampliamente distribuido y
compartido entre los diferentes cuerpos que componían la sociedad
feudal. La corte y la ciudad escenificaban el desarrollo de su vida política.3
El ejercicio del poder se concretizaba en distintas instancias: real,
señorial, eclesiástica, municipal, corporativa… las cuales representaban y
simbolizaban el entramado social que articulaba intereses individuales y
particulares con los de la monarquía, y es por esto que las fiestas
religiosas y civiles llegaron a representar los medios ideales para justificar
y legitimar el ejercicio del poder político y social.
Efectivamente, más que para simplemente exhibir el poder
monárquico, las celebraciones y conmemoraciones, tanto públicas como
privadas, definían ante todos el orden social estamental y jerárquico
imperante. Según Carole Leal los actos ceremoniales celebrados durante
el siglo XVIII llegaron a originar conflictos sociales de no poca 3 Véase Berbesí de Salazar, Ligia (2000), El gobierno provincial de Maracaibo en la gestación de la Primera República, Editorial Sinamaica, Maracaibo, pp. 12, 13.
importancia. Estos conflictos parecían activar en su realización la idea
misma de orden social y político que tuvo sentido para los actores que
participaban en tales actos.4
Para Juan Pedro Viqueira5 las corridas de toros, por ejemplo, en el
México colonial, fueron aprovechadas por los virreyes para asentar su
poder y para materializar a la vista de todos el orden jerárquico
establecido en la Nueva España. Era en la plaza de toros donde mejor se
podía palpar la rígida diferenciación social de la colonia. Estas fiestas eran
también indispensables cuando un virrey asumía el mando en ciudad de
México, y además de constituir un agasajo para el nuevo gobernante, eran
aprovechadas para “…materializar a la vista de los espectadores el orden
jerárquico que imperaba en el interior de la cima del poder en la colonia”.6
El fin último de la popular diversión no era sólo la legitimación del
poder del rey, sino también la ratificación del orden jerárquico. Es así
como se dedicaban a los gobernantes y miembros de la alta esfera los
mejores palcos gratuitos. Se les llamaba “lumbreras” a estos sitios de
honor, y consistían en cómodos asientos bajo la sombra de toldos, a
diferencia de los rústicos asientos que bajo la inclemencia del sol se
ofrecía al pueblo llano.
4 Leal, Carole (1990), El discurso de la fidelidad. Construcción social del espacio como símbolo del poder regio (Venezuela, siglo XVIII), Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, Caracas, p. 250. 5 Viqueira Albán, Juan Pedro (1987), ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las Luces. Fondo de Cultura Económica, México, p. 36. 6 Ibíd., p. 35.
Viqueira agrega que “…los diversos palcos que se ofrecían
gratuitamente a las altas autoridades y a las importantes corporaciones,
reflejaban en buena medida el lugar que éstas ocupaban en la escala del
poder político y del prestigio social”.7
Interrumpida por la contingencia política en Europa, la fiesta brava
se reorganizó en México con la restauración del régimen de Fernando VII.
Las corridas de toros que habían de realizarse en el virreinato no sólo
debían servir para celebrar con gran pompa el regreso del monarca, sino
que además “…debían demostrar que el viejo orden estamentario y
absolutista que restauraba seguía vivo, incólume ante los ataques de sus
enemigos. Para esto los grandes jerarcas, que en teoría presidían los
destino [sic] de la Nueva España, debían ocupar ante el pueblo los palcos
que materializaban la jerarquía del poder”.8
Rafael Ramos Sosa estima que, en el México colonial, la figura del
virrey encarnaba el alter ego del rey de España, en razón de esto el
recibimiento que se dispensaba era “como si del monarca mismo se
tratara”.9 Ello explica los grandes esfuerzos que hacían el Cabildo y la
Catedral para homenajear a los nuevos virreyes. En tales ocasiones, se
preparaban arquitecturas efímeras como arcos triunfales y balcones, en
los cuales se representaba al virrey en parangón con dioses y héroes de la
7 Ibíd., p. 36. 8 Ibíd., p. 50. 9 Ramos Sosa, Rafael (1997), “La fiesta barroca en ciudad de México y Lima”, en Revista Historia, vol. 30, Pontificia Universidad Católica de Chile, p. 266.
mitología clásica, tales como Eneas, Perseo, Mercurio y Neptuno. Se
recurría al talento de insignes poetas como Sor Juana Inés de la Cruz y
Luis de Góngora para cantar desde estas arquitecturas las glorias del
virrey.10
En Lima la arquitectura efímera se hizo al principio con materiales
muy pobres debido a la precariedad de la vida en Indias: apenas
vegetación, ramas de árboles y flores. Sin embargo, para el recibimiento
del conde de Nieva en 1561, se erigió una arco triunfal de adobe,
blanqueado y pintado, el cual llegó a formar parte del paisaje urbano de
Lima hasta bien entrado el siglo XIX.11 Para el recibimiento del virrey don
García Hurtado de Mendoza en 1590, se dispuso un arco efímero con una
imagen clásica e inscripciones de la Biblia y La Eneida, de Virgilio. Más
adelante la exhibición de poder llegará mucho más lejos, al empedrarse
con barras de plata las calles por donde pasaría el cortejo del virrey, casos
del conde de Lemos en 1667 y el conde de Castellar en 1674.12
Para Ramos Sosa había una doble finalidad en la celebración de las
fiestas barrocas. En primer lugar, tenían un poder didáctico para la
exaltación de valores como la monarquía y la religión como enseñas del
orden establecido. Y en segundo lugar, “…supusieron una válvula de
10 Ídem. 11 Ibíd., p. 274. 12 Ibíd., p. 277.
escape a la rigidez del edificio del antiguo régimen, como instrumento del
poder estatuido”.13
El fin sociopolítico de las fiestas en el Buenos Aires colonial es
explicado por Ramón Gutiérrez. Según el autor, tales celebraciones
sirvieron para marcar la adhesión al rey y a la corte que gobernaba el
virreinato.14 Fueran profanas o religiosas, las fiestas celebradas en
Buenos Aires permitieron mostrar a la vista del pueblo la preeminencia de
la clase gobernante. En estos eventos se disponían tablados especiales
para los altos dignatarios de la ciudad, a quienes se les llamaba los
“principales”15 y se aclara:
…la fiesta, sobre todo la vinculada a los aniversarios y acontecimientos relacionados con la Casa Real, al traslado de alguna personalidad jerárquica de rango civil o religioso y a las espaciadas visitas virreinales, marca las formas de adhesión a la figura homenajeada, a la vez que ponen en juego el prestigio del esfuerzo creativo y económico ante la propia sociedad donde se realiza.16
Los acontecimientos y aniversarios de la Casa Real eran celebrados
con toda la pompa que permitían los recursos de cada localidad. Tales
celebraciones servían no sólo para exteriorizar la fidelidad a la corona, sino
además para poner en juego el prestigio y esfuerzo creativo de las
sociedades donde se efectuaban.
13 Ibíd., p. 264. 14 Gutiérrez, Ramón (1997), “La fiesta secular: tradición, obsecuencia y trasgresión”, en Revista Historia, vol. 30, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, p. 174. 15 Ibíd., p. 175. 16 Ibíd., p. 174.
En Nueva Granada, los acontecimientos regios eran motivo de
general júbilo, en actos que expresaban la adhesión de los pobladores a
Su Majestad. Como habitantes de un virreinato, los neogranadinos tenían
la oportunidad de poner en escena una teatralidad semejante a la que se
hacía en la metrópoli en honor del rey. Las ceremonias de recibimientos
de los virreyes se efectuaban con un rígido acto protocolario en el cual
todas las autoridades civiles, judiciales, militares y eclesiásticas de las
localidades le rendían fidelidad al nuevo mandatario. Marcos González
Pérez destaca el doble objetivo de las fiestas en Nueva Granada, al señalar
que éstas posibilitaron romper la monótona vida colonial y además
constituyeron el instrumento fundamental de la permanencia del orden
político como orden eterno e inmutable.17
González Pérez destaca el lugar de los símbolos reales durante los
actos festivos, como materialización de la presencia regia. Por ejemplo, el
7 de abril de 1550 el cabildo de Santa Fe, por instrucciones de Real
Cédula, organizó el recibimiento del Sello Real como parte de la
instalación de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada, iniciándose la
ceremonia con un desfile encabezado por un regidor que llevaba “en una
hacanea blanca aderezada de gualdrapa, cojín y reata de terciopelo
carmesí”.18 El cofrecillo con el Sello fue conducido bajo un palio por varios
oidores vistosamente ataviados, y escoltado por otros oidores que
marchaban a caballo a ambos lados. Además, seguían los alcaldes y, 17 González Pérez, Marcos (1997), La puesta en escena de la nación, trabajo inédito, Santa Fe de Bogotá, p. 7. 18 Ibíd., p. 9.
detrás de estos, el resto de los vecinos. El Sello, construido en plata y con
las armas de la monarquía española, fue instalado bajo custodia en una
casa debidamente aparejada para tal fin.
En las fiestas celebradas en Cali el 17 de diciembre de 1709 para la
jura del príncipe Luis Fernando, el Alférez Real portó el Estandarte Real
acompañado por el cabildo y los vecinos ilustres en un desfile inaugural.
El Estandarte era de tafetán morado y llevaba bordada la imagen de un
Cristo crucificado.19
El recibimiento de los virreyes en Nueva Granada se hacía con todo
el aparatoso ceremonial de una fiesta barroca: desfiles, vestuarios
suntuosos, Te Deum, entrega del bastón del reino, besamanos, etc. Tal fue
el caso de las diferentes recepciones de los virreyes don Jorge de
Villalonga (1719), don José de Solís (1753), don Pedro Mecía de la Zerda
(1761), y don Antonio Amar y Borbón (1803).20 Estos actos materializaban
no sólo la estratificación social y el poder monárquico, sino además la
jerarquía de las poblaciones en razón de su distancia geográfica a la
capital del Nuevo Reino.21
En cuanto al caso de la Venezuela colonial, Frédérique Langue
distingue al menos tres tipos de celebraciones públicas: fiestas políticas
(el advenimiento de un rey), fiestas religiosas (las patronales) y fiestas
19 Ibíd., p. 8. 20 Véase una relación pormenorizada de estos actos en González Pérez, Marcos, (1998), “El orden espacial: Virreyes en Santafé de Bogotá”, en González Pérez, Marcos, (autor-compilador), Fiesta y región en Colombia, Cooperativa Editorial Magisterio, Santa Fe de Bogotá, pp. 23-49. 21 Ibíd., p. 31.
profanas (el carnaval). En todas ellas se pretendía legitimar la situación
estamentaria.
Las ceremonias públicas fueron de hecho el lugar predilecto para las confrontaciones de naturaleza política desde el siglo XVII: en primer lugar para las instituciones, para los poderes constituidos en mediación institucional, y hasta para las confrontaciones políticas y estamentarias. La organización de ceremonias públicas –civiles y religiosas- no da lugar al azar. Toda variación con respecto al orden establecido –disposición de los participantes, vestimentas a llevar, y la participación de personas ajenas a las instituciones comprometidas en el acto- es vista como una extensión de los privilegios de tal grupo dominante y, por lo tanto, como una trasgresión voluntaria de un orden divino por naturaleza.22
En los actos académicos y disertaciones públicas del colegio de
Abogados de Caracas, a los cuales podían asistir “todos los que gustaran”,
se notaba también esta rigidez estamentaria. “El presidente ocuparía
siempre asiento preferente en el caso de no asistir el director. Tendría a su
derecha al Vicepresidente y a su izquierda al académico más antiguo, y
después todos los asociados, por su antigüedad, reglada por el día de
entrada. El Fiscal y el Secretario tomarían asiento a los costados de la
mesa”.23
22 Langue, Frédérique (1999), “La fête travestie. Diversions et passions dans le Venezuela colonial”, Revista Caravelle. Cahiers du monde hispanique et Luso-Brésilien, Tolouse, pp. 99, 100. “Les cérémonies publiques sont en effet le lieu privilégié des affrontements de nature politique depuis le XVIIe siècle : en première instance d’institutions, de pouvoirs constitués en médiation institutionnelle, voire des affrontements polititques et catégories. L’ordonnancement des cérémonies publiques –civiles et religieuses- ne laisse donc aucune place au hasard. Toute variation par rapport à l’ordre établi –disposition des participants, vêtements portés, participation de non-membres des corporations concernées- est perçue comme une attreinte aux privilèges de tel groupe dominant et par conséquent comme la trasgression volontarie d’un ordre divin par nature”. (Traducción libre). 23 Leal, Carole (1998), “Tertulia de dos ciudades. Modernismo tardío y formas de sociabilidad política en la Provincia de Venezuela”, en Guerra, François-Xavier; Lempérière, Annick, et alia, Los espacios públicos en Iberoamérica... p. 176. (Énfasis añadido).
En el caso de Maracaibo, las celebraciones estaban también regidas
por el ordenamiento jurídico vigente. Hasta ahora se ha demostrado que
los distintos actos ceremoniales representaban y simbolizaban la
diferenciación social de la época y, a su vez, el poder y la autoridad.24
Al estudiar el ceremonial organizado por el cabildo maracaibero,
presidido por el gobernador Primo de Rivera, Ligia Berbesí25 señala que
este ceremonial político simbolizaba la lealtad, la fidelidad, el orden y la
subordinación a unas pretensiones de poder, institucionalizadas en la
autoridad monárquica. En este contexto, se atendía a la necesidad de
exaltar y consolidar la imagen del poder regio, a su vez, la jerarquía de
relaciones en la representación del poder real.
Berbesí describe en detalle el Acto de Jura celebrado en Maracaibo
en honor del advenimiento de Carlos IV en 179026 y analiza la importancia
que tuvo tal acto como símbolo del poder estamentario constituido. El
acto incluía varios días de celebraciones, iniciándose el 8 de diciembre. Se
organizaron misas, Te Deum, luces y ornamento de casas y calles,
izamiento del real pendón, desfiles, tiros de cámara, toros, obras de
teatro, y otros. Después de las salvas de veintiún cañones de artillería
para el izamiento del pendón,
…todos se dirigieron a las calles destinadas para el desfile programado, atendiendo siempre al lugar que de acuerdo al
24 Véase Langue, Frédérique (2000), Aristócratas, honor y subversión en la Venezuela del siglo XVII, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Vol. 252, Caracas, p. 103. 25 Berbesí de Salazar, Ligia (2000), “Ceremonial y poder en el gobierno provincial de Maracaibo a fines del gobierno borbónico”, en Martínez Ruiz (Coordinador), Poder y mentalidades en España e Iberoamérica. I Seminario Hispano-Venezolano, Madrid, p. 417. 26 Ibíd., p. 417-428.
orden y subordinación respectiva debían ocupar en dicho desfile. Así, detrás del pueblo que cubría calles y plazas, seguían de dos en dos varios oficiales de milicias con algunos miembros de reconocido mérito en la ciudad, y los del cuerpo del comercio y luego el Cabildo presidido por los Reyes de Armas y los Escribanos del gobernador y del Ayuntamiento, luego los Regidores y Alcaldes Ordinarios, luego los ministros de Real Hacienda, el Tesorero y Administrador General don Josef de Castro y Araoz y el contador Interino don Francisco de la Guerra, después el Alcalde de Primera Numeración y el Teniente de Gobernador seguidos del Gobernador y comandante General con el Alférez Real a su derecha, luego seguía todo el cuerpo de tropa veterana de infantería.27
Así, a la vista de toda la ciudad, quedaba evidenciado el orden
político y social imperante. Las relaciones de poder quedaban así
legitimadas a través de símbolos que reafirmaban la supremacía, tanto el
poder regio como la jerarquía.
La América latina de hoy, la que fuera ayer la América hispana o Portuguesa, y anteayer la América precolombina, ofrece durante todas estas diferentes épocas tantas festividades organizadas y deseadas por el hombre americano como signos de reconocimiento religioso, político y social, para identificar una sociedad particular, que sólo nos queda como opción el compromiso de ordenar y proponer una representación de lo que tales fiestas significan durante el curso de la historia de estas Américas.28
Teoría de los símbolos
Todo saber tiene, según un principio semiológico, dos faces: un
sistema epistemológico, referido a los significados de los símbolos, y un
27 Ibíd., p. 424. (Énfasis añadido). 28 Langue, Frédérique, “La fête travestie…”, p. 100. “L’Amérique latine d’aujourd’hui, hier Amérique espagnole ou portugaise, avant-hier Amérique précolombienne, offre lors de ces différentes étapes tant de pratiques festives organisées et voulues par l’homme d’Amérique comme signes de reconnaissance religieuse, politique et sociales, pour identifier une société particulière, que nous n’avons eu que l’embarras ce que «fête» peut vouloir dire au cours de l’histoire de ces Amériques”. (Traducción libre).
sistema semiológico, referido a los significantes, a los símbolos mismos. Es
materia de la semiología el estudio de las relaciones entre estos dos
campos de la comunicación.29 Para la semiología, las armas y los escudos
tienen como función unificar en identidad a un grupo social, llámese
familia, corporación o nación.30 En el ámbito político, los símbolos
constituyen un elemento de unificación social, trátese de un movimiento
organizado, un partido político, o el Estado nacional mismo.
De acuerdo con Manuel García Pelayo, el proceso de integración
sociopolítica puede realizarse por dos vías distintas pero paralelas, a
saber: a) La vía racional, que consiste en el empleo de métodos
racionalmente calculados de unificación, como lo son la Constitución
nacional como expresión jurídica del Estado, la representación, el sistema
económico y la organización del juego de poderes. b) La vía irracional, la
cual apela a las instancias irracionales de unificación, como lo son las
emociones, la emotividad y las sensibilidades. En esta última vía cabe el
empleo de los símbolos, los cuales parten de la fuente irracional de lo
emocional, pero que resultan manipulados racionalmente por los factores
del poder.31
En efecto, durante el periodo propuesto en este trabajo (1834-1862),
los símbolos nacionales se oficializan a través de decretos y se vuelven de
uso obligatorio en ocasiones como las fiestas nacionales. Aunque las
29 Giraud, Pierre (1979), La semiología, Siglo Veintiuno Editores, Traducción de María Teresa Poyrazián, México D.F., séptima edición en español, p. 71. 30 Ibíd., p. 109. 31 García-Pelayo (1991), Manuel, “Mitos y símbolos políticos”, en Obras completas, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, p. 989.
fiestas nacionales constituyeron el escenario más expedito para la
promoción del nacionalismo, los símbolos nacionales también fueron
empleados como recordatorio perenne en cada oficina y edificio público.
Tal como lo afirma Michael Billig, “La imagen metonímica del
nacionalismo banal no es la bandera que se ondea conscientemente con
pasión ferviente, sino la bandera que pende sigilosa en el edificio
público”.32
Simbología y poder regio durante el Régimen Colonial en Maracaibo
Durante el periodo colonial las autoridades locales y provinciales expresaban fidelidad y lealtad al régimen monárquico a través de la celebración de festividades que incluían actos y símbolos con los cuales se exteriorizaba la autoridad del rey así como la de las autoridades instituidas, constituyéndose así un universo simbólico a través de insignias, pendones, estandartes y rituales, que ponían de manifiesto la jerarquización política y la subordinación social. La asistencia a tales actos significaba la lealtad de los súbditos al rey y al orden estamental constituido. Es así como en cada posesión española en América las autoridades locales dedicaron esfuerzos por demostrar su lealtad a la corona, llegando a convertirse estos actos en una especie de competencia entre las localidades para medir su poder económico y también su fidelidad al régimen monárquico.
La exhibición de los símbolos regios estuvo presente en cada acto público realizado en las colonias españolas en América. Entre el 8 y el 16 de diciembre de 1790 se celebró en Maracaibo la Jura del rey Carlos IV. Ligia Berbesí de Salazar, estudiando tal celebración, explica la relevancia del símbolo regio en la acción política durante el régimen colonial.
Con notable júbilo y devoción la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Maracaibo, siguiendo la “ritualidad” del caso, inició el “Acto de Jura” el día ocho de diciembre. De este modo la bendición del Real Pendón señala el comienzo del ceremonial. El gobernador Primo de Rivera acompañado del comandante de la tropa veterana y de milicias, el Coronel don Salvador Muñoz y todo el cuerpo de oficiales y cadetes se dirigió a la sala capitular, donde tomó el Real pendón y lo entregó al Regidor don Bernardo Doria, en quien recayó por falta de Alférez Real el honor de levantar el Real Pendón. Seguidamente se dirigieron a la iglesia parroquial donde fueron
32 Billig, Michael, The banal nationalism, en www.nationalismproject.org/what/billig.htm, “The metonymic image of banal nationalism is not a flag which is being consciously waved with fervent passion; it is the flag hanging unnoticed on the public building”. (Traducción libre).
recibidos por el presbítero rector Juan Antonio Troconis y todo el clero. Suministrada el agua bendita el Regidor Decano subió al presbiterio, en donde colocó el Real Pendón para las ceremonias de bendición.33 Después de los actos litúrgicos, el Pendón Real fue trasladado al cabildo,
donde permaneció hasta los actos de la tarde. Entonces, el gobernador y las autoridades locales lo trasladaron hasta la plaza mayor, donde se había preparado un tablado especial para los actos. El acto principal consistía en la jura de lealtad de la ciudad al nuevo rey. El Regidor Decano pronunció en voz alta la frase de costumbre: Felix terra cujus nobilis est, a lo cual respondió la multitud: “¡Viva nuestro Rey y Señor Don Carlos Quarto!” y, a continuación, se realizaron salvas de artillería y repiques de campanas. Al terminar los actos, el Pendón Real fue colocado en la Casa Capitular, junto al retrato de Su Majestad. Se convierte así el Pendón Real en el centro del acto de jura, simbolizando la presencia misma del rey.
El Pendón Real como símbolo institucional es la expresión más tangible del poder regio. En ausencia del rey, se convierte en el símbolo de mayor reverencia. Además, tiene una valoración sacralizadora, pues su bendición y jura integran lo político y lo religioso... todo este conjunto de significados da lugar a que el pendón se convierta en símbolo insustituible en las distintas ceremonias políticas y religiosas de la época con pretensión legitimadora.34 En la noche, luminarias, juegos, obras de comedia, fuegos artificiales y
otras diversiones cerraban los actos en los que la ciudad de Maracaibo rendía fidelidad y lealtad al monarca.
La transición hacia el pensamiento moderno: El origen de la Opinión Pública en Iberoamérica El estudio del surgimiento de la opinión pública en Iberoamérica
reclama una redefinición de la noción de cultura política en dicho
territorio durante la transición hacia el pensamiento moderno, que tendría
que iniciarse con la polisemia e historicidad sobre “lo público” y “lo
privado”.
¿Cuándo y cómo surge el concepto moderno de opinión pública? El
tema ha sido objeto de estudio por parte de diferentes autores. De acuerdo
33 Berbesí de Salazar (2002), Ligia, Vínculos, símbolos y poder en el Gobierno Provincial de Maracaibo, 1787-1812, Tesis Doctoral, Maracaibo, pp. 304, 305. 34 Ibíd., p. 307.
con las conclusiones a que han llegado los investigadores en relación con
el tema, durante el Antiguo Régimen no había existido una clara
diferenciación entre “lo público” y “lo privado”. El conjunto de valores
religiosos y morales que imponían el apego al orden establecido, había
impregnado a la sociedad de actitudes y comportamientos, cuya finalidad
principal era la representación simbólica del espacio de relaciones
colectivas en las que se mezclaban lo público y lo privado.35
Según Najaim y Soriano, los conceptos de público y privado han
asumido diversas acepciones a lo largo de la historia, teniendo cada época
una acepción diferente en función de su relación con los distintos
ámbitos: político, económico, social, económico y religioso.36 Se añade,
además, que ambos conceptos han llegado a relacionarse e incluso a
confundirse entre sí, dependiendo de las configuraciones que ha asumido
el poder en las distintas épocas.
Así, por ejemplo, en la antigua Grecia, el término ίδιος (privado,
propio) aludía a todo aquello que ocurría en la intimidad, a puerta
cerrada. Se relacionaba, por lo tanto, con la casa particular (οικος). En
contraposición estaba el término φανερός, refiriéndose a lo público, lo
notorio, lo que acontecía a la vista de la gente (δηµόσιος). El término
κοινός (lo común) también aludía a lo que estaba en dominio de los
ciudadanos de la πόλις griega. Sin embargo, ambos ámbitos (público y
35 Cf. Berbesí de Salazar, Ligia (2000), El Gobierno Provincial de Maracaibo... p. 26. 36 Véase, Najaim, Humberto y Soriano de García-Pelayo, Graciela (1996), Lo público y lo privado, redefinición de los ámbitos del Estado y la Sociedad, tomos I y II, Fundación García Pelayo, Caracas.
privado) estaban estrechamente relacionados, pues la condición
doméstica determinaba la participación en los asuntos públicos. “…La
vida cotidiana en Grecia no reconocía distinción entre lo político y lo
social”.37 En cambio, el ámbito económico estaba bien diferenciado del
político-social, materializado en la figura del οικοδεσπότες, el señor de la
casa, indiscutida autoridad en todos los sentidos de la vida familiar.
En Roma ocurre la misma indistinción, aunque a la larga se intenta
una diferenciación entre los ámbitos doméstico (casa) y público (civitas).
Por medio del Derecho, Roma comenzó a dar fisonomía distintiva entre lo
público y lo privado, al reglamentar sobre la moral y las buenas
costumbres. El ager publicus definía todas las tierras públicas obtenidas
en las conquistas romanas, y quedaba a discreción de la colectividad, a la
asamblea de ciudadanos. Ulpiano definió el ius publicum como lo que se
relacionaba con las cosas sagradas, con los sacerdotes y con los
magistrados; en tanto el ius privatum era todo lo relacionado con los
contratos entre particulares.38 No obstante, aún se mantiene la condición
doméstica como requisito para el ejercicio de las actividades públicas.
Durante la Edad Media se intensifica el carácter privado del
ejercicio del poder. Las prácticas sociales se desarrollan sobre la base de
un entramado estamental de jerarquías que imponía la dependencia
personal. Durante el Imperio Carolingio la administración pública fue
37 Ibíd., t. I, p. 33. 38 Schaub, Jean-Fréderick, “El pasado republicano del espacio público”, en Guerra, François-Xavier; Lempérière, Annick, et alia, Los espacios públicos en Iberoamérica... p. 42.
cedida a los miembros de los cargos domésticos de palacio. A pesar del
intento de los francos por restaurar el Imperio Romano, el ensayo del
Imperio Carolingio resultó esencialmente diferente, en parte porque la
línea divisoria entre lo público y lo privado era difusa. En la tradición
jurídica germánica los términos correspondientes eran gemein (común) y
öffentlich (público), ambos también con carácter ambivalente.39
De acuerdo con Lynn Hunt,40 fue durante el siglo XVII cuando se
afina en Europa la diferencia entre lo público y lo privado. Empieza
entonces a entenderse por lo “público” todo aquello en lo que el Estado
tenía injerencia, en tanto lo “privado” llega a entenderse como todo
aquello que escapaba del control del Estado. En la sociedad
hispanoamericana, sin embargo, esto no llega a ocurrir sino después de la
ruptura con la monarquía española, cuando comienza un proceso de
reestructuración de los espacios políticos y de opinión necesarios para
dotar de legitimidad a la nueva situación política y social.
Roger Chartier plantea también que el espacio público aparece en el
siglo XVIII, cuando la intelectualidad europea apela a la razón (sin
restricciones de ninguna naturaleza) para el análisis crítico, deslastrado
de la antigua autoridad.41 Es así como en Francia comienzan a aparecer
salones, cafés, academias y periódicos en los que se discute y se hace
39 Najaim, Humberto y Soriano de García-Pelayo, Graciela (1996), Lo público y lo privado... p. 39. 40 Cit. por Berbesí de Salazar, Ligia (2000), El Gobierno Provincial de Maracaibo... p. 26. 41 Chartier, Roger (1995), Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII, Los orígenes de la Revolución Francesa, Traducción: Beatriz Lonné, Editorial Gedesa, S.A., Barcelona (España), p. 29.
crítica literaria y artística. La dinámica de la esfera pública lleva implícita,
según Chartier, la idea de igualdad entre los individuos que la integran.
Las ideas pueden diferir, pero en modo alguno una postura se asumirá
como dogma por encima de las otras, sino que sólo se atiende a la mayor
o menor validez de los argumentos presentados por cada parte.
Se sustituye, pues, el orden jerárquico del Antiguo Régimen, así
como la autoridad estatal como rectora del pensamiento. Si bien las
primeras manifestaciones del juicio crítico frente al statu quo imperante
ya había surgido en el campo religioso durante la Reforma Protestante en
el siglo XVI, no es sino hasta el siglo XVIII cuando el régimen monárquico
es sometido a la crítica y se cuestionan sus fundamentos. En este ámbito,
los espacios públicos surgen y actúan sustraídos de las imposiciones del
Estado, discurriendo en nuevas ideas y conceptos, que incluyen
precisamente los cuestionamientos y los replanteamientos sobre las
relaciones sociales y el concepto del Estado.
Jürgen Habermas hace una aproximación al origen de la opinión
pública. Afirma, por un lado, que el término “opinión”, derivado del latín
opinio, implica en sí mismo a la masa, al colectivo, por lo cual insistir en
el carácter social de la opinión resulta un pleonasmo inútil.42
Para Habermas, el surgimiento de la opinión pública como
fenómeno sociopolítico ha de buscarse precisamente en la transición del
Antiguo Régimen hacia la modernidad. La opinión pública o general, ya no
42 Habermas, J. (1994), Historia de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública, Ediciones G. Gili, S.A. de C.V., 4ª edición, Barcelona (España), p. 124.
como una mera inclinación, sino más bien como una postura reflexiva,
razonada y discutida abiertamente sobre los asuntos públicos, surge en
occidente como consecuencia de las transformaciones políticas y sociales
a finales del siglo XVIII. Habermas cita al británico Edmund Burke quien,
en ocasión de la Independencia de los Estados Unidos, escribiera:
Debo pedir permiso para señalar que no se opondrá resistencia solamente a la parte injusta de las contribuciones, sino que ninguna otra parte del derecho legislativo puede ejercerse sin tener en cuenta la opinión general de aquéllos que han de ser gobernados. Esa opinión general es el vehículo y el órgano de la omnipotencia legislativa.43
Burke ofrece una detallada descripción de lo que era ese nuevo fenómeno
sociopolítico que surgía a finales del siglo XVIII.
En un país libre… cada hombre piensa que tiene injerencia en todas las materias públicas; que tiene un derecho para formar y dar una opinión sobre ellos. Los escudriñan, examinan y los discuten. Son curiosos, ávidos, atentos y celosos; y al hacer de esos asuntos los temas diarios de sus pensamientos y descubrimientos, muchas personas terminan teniendo un conocimiento muy aceptable de ellos, y algunos más que considerables […]. Sin embargo, en otros países nadie sino hombres cuyos oficios les exigen prestar mucha atención o reflexión a los asuntos públicos, y no atreviéndose a probar la fuerza de sus opiniones confrontándola con otras, pues esta habilidad es sumamente rara en cualquier estación de vida.44
43 Burke, Edmund, “On the affairs of America”, cit. por Habermas, J., Historia… p. 128. “I must beg leave to observe that it is not only the individious branch of taxation that will be resisted, but that no other given part of legislative right can be exercised without regard to the general opinion of those who are to be governed. That general opinion is the vehicle and organ of legislative omnipotence.” (Traducción libre). 44 Ibíd., p. 129. “In a free country… every man thinks he has a concern in all public matters; that he has a right to form and to deliver an opinion on them. They sift, examine and discuss them. They are curious, eager, attentive and jealous; and by making such matters the daily subjects of their thoughts and discoveries, vast numbers of contract a very tolerable
El aporte de Burke se convertirá pronto en un concepto universal.
El término “opinión pública” aparecerá por primera vez en el Oxford
Dicitonary en 1781. Si algo debe destacarse de todo esto es la nueva
concepción de la política, estimada ya no como un asunto delegado a las
autoridades en desconexión con el pueblo gobernado, sino como la
materialización de la voluntad general, es decir, la constitución del Estado
sobre la base de la anuencia y la participación del público al cual tal
Estado representa. En otras palabras, el público se hace soberano.
Ya en la Europa del siglo XVIII Immanuel Kant había propuesto una
diferencia básica entre lo que debe entenderse por lo “público” y lo
“privado”. A su entender, el uso público de la razón es el que “alguien
hace de ella, como erudito, y ante la totalidad del público del mundo de
lectores”. En cambio, entiende el uso privado al “empleo de la razón que
se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una función que se
le confía”.45 Para Kant, el ideal de espacio público sin restricciones ni
exclusiones podía y debía expandirse libremente.
knowledge of them, and some a very considerable one […]. Whereas in other countries none but men whose office calls them to it having much care or thought about public affairs, and not daring to try the force of their opinions with one another, ability of this sort is extremely rare in any station of life.” (Traducción libre). 45 Kant, Immanuel (1784), Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung? (Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?), en http://www.gutenberg2000.de/kant/aufklae/aufkl001.htm. “Ich verstehe aber unter dem öffentlichen Gebrauch seiner eigenen Vernunft denjenigen, den jemand als Gelehrter von ihr vor dem ganzen Publikum der Leserwelt macht. Den Privatgebrauch nenne ich denjenigen, den er in einem gewissen ihm anvertrauten bürgerlichen Posten oder Amte von seiner Vernunft machen darf”. (Traducción libre).
Al igual que el resto de los filósofos ilustrados, Kant propone que
este uso público de la razón debía confiarse al Gelehrter, el hombre
erudito, docto, ilustrado, quien habla a la nación. Este uso público de la
razón “siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la
ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con
frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo
particular el progreso de la ilustración”.46
La diferencia entre el uso público y el uso privado de la razón queda
determinada por el ámbito en el cual se transmiten las ideas. Por ejemplo,
un ministro que predica ante su feligresía está haciendo uso privado de su
razón, pues se trata sólo de una reunión familiar, por amplia que ésta sea.
En cambio si, como estudioso, el ministro se dirige por escrito al público –
es decir, al mundo–, ya puede hablarse de un uso público de la razón.47
El concepto de opinión pública reviste sin embargo un carácter
multisemántico y por tanto se hace necesaria una definición del
tratamiento que asumió en la presente investigación. Jürgen Habermas
reconoce este carácter polisémico del concepto de “opinión pública” al
atribuirle al menos dos significados distintos. Por un lado, la opinión
pública entendida como una “instancia crítica en relación a la notoriedad
pública, normativamente licitada del ejercicio del poder político y social”, y
46 Idem. “...der öffentliche Gebrauch seiner Vernunft muß jederzeit frei sein, und der allein kann Aufklärung unter Menschen zustande bringen; der Privatgebrauch derselben aber darf öfters sehr enge eingeschränkt sein, ohne doch darum den Fortschritt der Aufklärung sonderlich zu hindern”. (Traducción libre). 47 Idem.
por otro lado, la opinión pública entendida como una “instancia receptiva
en relación a la notoriedad pública, «representativa» o manipulativamente
divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y de
programas”.48 Le otorga así dos dimensiones diferentes al concepto. En
primer lugar, una dimensión activa, en tanto implica publicidad, acción
de crítica; en segundo lugar, una dimensión pasiva, en tanto implica al
público, la masa receptora de esa publicidad.
Por su parte Roger Chartier niega que exista tal cosa como una
“opinión pública receptiva”. Considera en cambio que la circulación de las
ideas es un proceso dinámico y creador, y no meramente repetitivo. Las
concepciones se divulgan, asumen variantes y se transforman.49 Salta a la
vista lo complejo que resulta un intento de acercamiento a la comprensión
del concepto de opinión pública, así como los procesos históricos que lo
determinan.
Véronique Hébrard señala que con el concepto de “opinión pública”
ocurre lo mismo que con el igualmente complejo concepto histórico de
“pueblo”, representando en sí mismos desafíos temáticos que requieren de
la consecuente atención de los investigadores, e identifica al menos dos
significados:
Cuando se habla de opinión pública, se trata ya sea de la de los individuos o grupos de actores como componentes del pueblo en su sentido social, o bien, de la opinión de los
48 Habermas, J. (1994), Historia de la opinión pública…p. 261. 49 Chartier, Roger (1995), Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII, Los orígenes de la Revolución Francesa, Traducción: Beatriz Lonné, Editorial Gedesa, S.A., Barcelona (España), p. 32.
pueblos como entidades geoadministrativas. De hecho, podemos evidenciar la existencia de una verdadera geografía social y territorial de la opinión en el discurso político venezolano del periodo [de 1811 a 1812].50
Esta “geografía social y territorial” de la opinión pública la explica
Hébrard en razón de la tesis de la representación absoluta discutida en el
Congreso. Según esta propuesta, las provincias habían delegado su
representación de manera absoluta en los diputados. Esto quería decir
que los representantes eran de hecho portadores de la voluntad de las
provincias que representaban. De modo que parte de la elite que asumió
la soberanía en 1810 entendió la opinión pública como unanimidad y no
como la suma de las opiniones particulares. Única, absoluta e
incuestionable, esta opinión pública debía estar dirigida hacia la
homogeneidad del cuerpo social, hacia el pensamiento único.
En esto ve Hébrard una transferencia de la soberanía absoluta del
rey a la soberanía única de la nación, es decir, que el espíritu unitario de
los republicanos habría sido heredado de la cultura absolutista del
régimen que moría.51
Otro sector del Congreso ponía en dudas que la representatividad
fuese absoluta. Se alegaba que la elección de los diputados no garantizaba
su capacidad y sinceridad para obrar por el bien general sin tener que
consultar a las provincias. A la postre, el Congreso se decide por la
50 Hébrard, Véronique (1998), “Opinión pública y representación en el Congreso Constituyente de Venezuela (1811-1812)”, en Guerra, François-Xavier Lempérière, Annick, et alia, Los espacios públicos... p. 197. 51 Ibíd., p. 205.
representación absoluta, asumiéndose la transferencia de la voluntad
absoluta de las provincias a sus diputados. Esta decisión se fundamentó
en el temor de que, ante una consulta popular, en lugar de triunfar la
legitimidad del Congreso, se demostrase la inexistencia de una postura
unánime de los venezolanos en favor del proyecto nacional.52
De cualquier modo, para Hébrard la opinión particular de los
diputados quedó supeditada a la opinión pública de los pueblos que
representaban. Esta opinión pública es fabricada, no con elaboraciones
fraguadas a puerta cerrada para luego ser expuestas ante el Congreso,
sino a partir de los debates públicos entre los diputados.53
Jorge Conde Calderón emplea dos términos diferentes para lo que
considera dos conceptos diferentes, al hablar por separado de la “opinión
pública” y de la “opinión de la mayoría”, entendiendo la primera como
“…la opinión del ciudadano que habla a la nación entera a través de la
prensa y tiene el talento de instruir a los hombres”, en tanto la segunda
es definida como “la opinión popular, la de la «multitud», la del populacho
52 Ibíd., p. 204. Hébrard incurre en una contradicción en su concepto de la opinión pública. En efecto, en un momento asegura que “…hay tantas opiniones como espacios soberanos”. No dice “tantas opiniones como habitantes hay en la república”. Ello implica que las provincias pueden de hecho alcanzar una voluntad unánime, un pensamiento único. Sin embargo, más adelante afirma: “…las opiniones individuales y las de los pueblos difícilmente pueden conciliarse con la aspiración a la elaboración de la nación en ciernes”. Véase Ibíd., p. 219. 53 Ibíd., p. 219.
o pueblo, la cual es múltiple, versátil y está impregnada de juicios y
pasiones”.54
Georges Lomné señala también una diferencia entre los conceptos
de “opinión pública” y “opinión popular”. Para Lomné, la opinión pública
en Nueva Granada surgió como resultado de las discusiones de las elites,
las cuales terminaron por cuestionar la legitimidad del régimen
monárquico el 20 de julio de 1810. En cambio, no existía una opinión
popular favorable al movimiento de los criollos. Y fue en búsqueda de esa
opinión popular que el naciente Estado neogranadino concentró sus
esfuerzos, principalmente con la promoción de los símbolos republicanos
como la bandera y la imagen de Bolívar.55
A pesar de los esfuerzos de los dirigentes republicanos
neogranadinos para conformar un pensamiento único, el público termina
por fragmentarse. El 25 de septiembre de 1828, ante la tentativa de
asesinato contra Bolívar, la opinión pública bogotana toma dos vertientes:
unas en favor y otras en contra del Libertador. Concluye Lomné, sobre
esta base, la existencia de una pluralidad de públicos.
Jean-Jacques Rousseau señaló una diferencia fundamental entre
los conceptos de la voluntad de todos y la voluntad general. En tanto la
primera se refiere a la suma de las voluntades particulares que,
54 Conde Calderón, Jorge (2000), “Los múltiples ojos de la independencia: prensa y política en Cartagena de Indias, 1808-1835”, en Revista Historia Caribe, vol. II, Nº 5, Ministerio de Cultura, Barranquilla (Colombia), p. 105. 55 Lomné, Georges (1998), “La patria en representación. Una escena y sus públicos: Santa Fe de Bogota, 12810-1828”, en Guerra, François-Xavier Lempérière, Annick, et alia, Los espacios públicos... pp. 323, 324.
obviamente, sería difícil hacer congeniar, la voluntad general constituye la
voluntad de la mayoría. Sin embargo, ello no supone el principio aditivo,
pues la voluntad general no es un concepto cuantitativo sino más bien
cualitativo. Se deben contar los votos para hablarse de una voluntad
general, pero sólo porque ella supone una mayoría: si no se hiciera así,
sería imposible el pacto social. En cambio, para hablar de la voluntad de
todos, habría que estimar cada una de las opiniones particulares, lo que
llevado al ámbito nacional, sería prácticamente imposible y, por demás,
innecesario.56
En esta investigación, el concepto de “opinión pública” es asumido
como la opinión de la mayoría, pues el tema se centra en el público ante el
cual se pone en escena el ideal nacional durante la celebración de las
fiestas patrias. Este público está representado por la mayoría de los
ciudadanos que presenciaron y participaron en los espectáculos y actos
públicos llevados a cabo durante la celebración las fiestas nacionales
entre los años 1834 y 1862.57
Para Chartier, la conformación de este nuevo espacio público
implicó una contradictoria ambivalencia conceptual, pues proclamando
llevar “a todas las personas” las nuevas inquietudes y los nuevos temas de
discusión, tenía en el fondo una carga de exclusión, en tanto la mayoría
56 Rousseau, Jean-Jacques (1981), El Contrato Social, Biblioteca Aguilar de Iniciación Política, Aguliar S.A. de Ediciones, Cuarta edición, Madrid, pp. 30, 31. 57 Esta “mayoría” lleva una gran carga de exclusión, pues la Constitución de 1830 otorgaba los derechos políticos sólo a las elites, quedando excluida a la mayor parte de los pobladores del país.
quedaba ajena al capital cultural que se relegaba a los ilustrados.58 El
pueblo ignorante debía conformarse con estar representado por aquellos
individuos con vocación de ser sus “tutores o portavoces de las opiniones
que por sí mismo no podía enunciar”.
En la América española se inicia progresivamente la conformación
de una opinión pública signada por la conjugación de las viejas
estructuras de la organización colonial y del nuevo ordenamiento político
sentado en los primeros intentos de constitucionalidad. La misma surge
gracias a las enardecidas discusiones políticas que pretendían solucionar
el problema de la soberanía y la representación debido a la ausencia del
rey. Más adelante, una vez establecidas las elites republicanas en el
gobierno, se buscará la conformación de una opinión pública en
correspondencia con el orden recién establecido.
Esta opinión pública es orientada a través de tres medios: la prensa,
la escuela y las ceremonias, en los valores de la ciudadanía, la
representación política y las libertades individuales. A partir de allí
comienza un claro deslinde entre lo público y lo privado.59
Los inicios del pensamiento moderno en Venezuela Para Guerra y Lempèriére la transición hacia el pensamiento
moderno comenzó a gestarse en Venezuela a finales del siglo XVIII,
58 Chartier, Roger (1995), Espacio público…, p. 35. 59 Véase Guerra, François-Xavier; Lempérière, Annick, et alia (1998), Los espacios públicos en Iberoamérica… p. 19.
cuando la elite criolla, dueña del poder económico y político, empezó a
plantearse la necesidad de difundir las ideas modernas.60 Teresa de la
Parra comenta al respecto:
…pasarse en secreto los libros prohibidos era un “sport”. Leerlos era una delicia, no sólo por lo que dijeran sino porque los prohibía una autoridad que no penetraba en la conciencia. A fin de cuentas era el contagio inevitable y virulento de la Revolución francesa que transmitía la misma España y que respondía en América a cambios y reformas urgentes a la dignidad criolla.61
Estas primeras manifestaciones de preocupación por las nuevas
corrientes de pensamiento y de cuestionamientos al orden tradicional a
finales del siglo XVIII fueron advertidas por Alejandro de Humboldt en su
viaje por Venezuela en 1799. En noviembre de ese año, estando de paso
por El Guayabo, Humboldt logró presenciar una discusión entre
caraqueños sobre las ideas de independencia y las tensiones sociales del
momento. En mayo de ese mismo año se había dado muerte a José María
España, y el hecho había provocado diversas matrices de opinión entre
los pobladores. “Me sorprendió la agitación que reinaba en los ánimos”,
refiere el sabio, “la acritud con que se discutían cuestiones sobre las que
hombres de aquel mismo país no debían diferir de opiniones”.62
Especialmente ilustrativo resulta el comentario que hace Humboldt
sobre los dos tipos de opiniones que estaban entonces en pugna. 60 Langue, Frédérique (2000), Aristócratas, honor y subversión…, p. 140. 61 Parra, Teresa de la, Tres conferencias inéditas (Tercera Conferencia), Caracas, 1961. Citada por Vannini Gerulewicz, Marisa (1965), La influencia francesa en Venezuela, Universidad del Zulia, Facultad de Humanidades y Educación, Maracaibo, p. 22. 62 Humboldt, Alejandro, Maravillas y misterios de Venezuela. Diario de viajes. 1799-1800, versión abreviada de Viaje a las regiones occidentales del Nuevo Continente, Los Libros de El Nacional, Editorial CEC, Caracas, 1998, p. 93.
En Caracas existe, como dondequiera que se prepara un cambio en las ideas, dos categorías de hombres, pudiéramos decir, dos generaciones muy diversas. La una, que es al fin poco numerosa, conserva viva adhesión a los antiguos usos, a la simplicidad de las costumbres, a la moderación de los deseos. La otra, ocupándose menos aún del presente que del porvenir, posee una indiscreción, irreflexiva a menudo, por hábitos e ideas nuevas. Entre los de la segunda generación conocí en Caracas varios hombres distinguidos al igual por su afición al estudio, la apacibilidad de sus costumbres y la elevación de sus sentimientos.63 La ciudad vivía en tal estado de agitación existente que el capitán
general Manuel Guevara Vasconcelos se vio obligado a recurrir a una
táctica política destinada a mantener el orden institucional colonial. Esta
política, consistente en ofrecer banquetes todas las noches a personajes
claves de la vida caraqueña, perseguía el doble propósito de, por un lado,
obtener información sobre posibles conatos insurreccionales y, por otro,
conquistar la fidelidad de la población al rey.64
Ya entrado el siglo XIX empezaron a aparecer nuevos espacios
públicos. A raíz del experimento político en que se aventuró buena parte
de las provincias venezolanas al proclamarse república en 1810,
comenzaron a aparecer nuevos elementos en nuestro escenario histórico,
lo que implicaba el surgimiento de progresivas transformaciones en los
ámbitos político, social, económico y cultural.
Un nuevo orden se levantaba abanderando los ideales del progreso
y la modernidad: surgieron así nuevos espacios y nuevos actores, y
comenzó a plantearse la necesidad de la conformación de una
63 Ibíd., pp. 96, 97. 64 Lovera, José Rafael (1998), Manuel Guevara Vasconcelos o “La política del convite”, Discurso de incorporación como miembro de número en la Academia Nacional de la Historia, acto celebrado el día 9 de julio de 1998, Caracas, p. 54.
nacionalidad venezolana. Estos nuevos protagonistas no permanecen
ajenos a estas formas de organización, sino todo lo contrario; representan
y tienen intereses en el florecimiento de sociedades, asociaciones o
instituciones en consonancia con la difusión de los principios ilustrados
de “utilidad pública y bien común”.
En este sentido, comienzan a aparecer nuevos lugares, tanto
públicos como privados, en los que se promueve el igualitarismo y se
busca el bien común, tales como logias, sociedades de lectura y tertulias.
El fin de estas sociedades era la confrontación de las ideas y la promoción
del pensamiento liberal ilustrado. Ejemplo de estas nuevas formas de
sociabilidad lo constituyó la Sociedad Patriótica, primer centro de
difusión y discusión de las ideas filosóficas modernas en el país.
De marcada influencia masónica y afinidad con el Club de los
Jacobinos, esta tertulia surgió en julio de 1810 y agrupó no sólo a los
más connotados miembros de la aristocracia criolla, sino además a
miembros de todos los estratos sociales, como los mulatos Ibarra,
Obando y Camacho y hasta mujeres, también de los diversos estratos.65
Fue en la Sociedad Patriótica donde se discutió el tema de la
independencia de Venezuela. El órgano oficial de la Sociedad, llamado El
Patriota de Venezuela, tenía como finalidad “... disipar la ignorancia de los
pueblos; elevar las ideas de los ciudadanos a la alta dignidad de un
hombre libre; constituir el Estado; manifestar que en Venezuela no debía
haber otro rey que el que crió el Universo, ni otro gobierno que el que ella 65 Fundación Polar (1997), Diccionario de Historia de Venezuela, tomo 3, Segunda edición, Caracas, p. 1.164.
se constituya; y hacer palpable la falsedad de los derechos que la
preocupación podía atribuir aún a Fernando de Borbón”.66
Es a partir de este momento cuando ocurre lo que Carole Leal ha
denominado la “eclosión tertuliana”,67 es decir, la aparición profusa de
asociaciones en las que se promueven las artes, las ciencias y la política.
Salones de lectura, cafés, academias y otras asociaciones, empiezan a
representar una nueva sociabilidad frente a las antiguas maneras
coloniales en las que lo público se había reducido sólo al intercambio de
rumores y noticias en tiendas y pulperías. Se marca así la diferencia
entre lo que es público y lo que es privado. Estos nuevos espacios pasan
a ser considerados como centros de difusión cultural, y medios para la
movilidad social y el ascenso al poder político.
La legitimación del nuevo orden se hizo posible a través del
ordenamiento legal, representado en la Constitución Federal de los
Estados de Venezuela, sancionada el 21 de diciembre de 1811. Esta
primera Constitución era clara al definir hacia quiénes estaban dirigidos
los privilegios políticos. El carácter clasista del nuevo régimen civil se
manifiesta cuando los derechos políticos se dirigen sólo a los poseedores
de bienes materiales.68 Al respecto, Germán Carrera Damas ha señalado:
…la declaración de la independencia fue el resultado de un acto de radicalismo político, ejercido en el marco de una situación estructural que lo hacía posible. Tal situación era la
66 Idem. 67 Leal, Carole (1998), “Tertulia de dos ciudades…”, p. 180. 68 Constitución Federal de Venezuela, 1811, Cap. II, Sección II, arts. 26 y 28, en Asociación para la Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC), Historia Multimedia de las Constituciones de Venezuela y los países Bolivarianos, [CD ROM], Caracas, 2000.
de un proceso de implantación de la sociedad colonial crecientemente endógeno, en función del cual se generó una estructura de poder interna que: a. Garantizaba a los criollos, como clase dominante, el control
efectivo de la totalidad social. b. Favorecía la formación en ellos tanto de una acentuado
sentido autonómico como de la conciencia de pertenencia sobre un espacio neohistórico específico…69
La fabricación de la opinión pública en Venezuela correspondió al
Congreso de 1811. Véronique Hébrard señala que durante las sesiones del
Congreso privó el interés general de la república sobre los intereses
provinciales. En otras palabras, los diputados, en calidad de
representantes, tuvieron como objetivo la conformación de una identidad
nacional en detrimento de las identidades regionales de las provincias que
representaban.70
Como se ha indicado, entre los diputados prevaleció el temor de que
en lugar de la legitimidad del Congreso para legislar triunfara la
legitimación de la inexistencia de una voluntad general venezolana. Este
temor se fundamentaba en el hecho de que la consulta individual de cada
pueblo podría no demostrar el apoyo general al proyecto nacional. De tal
manera que se asumió el concepto de la representación absoluta, según el
cual cada diputado, en virtud de su elección como representante de su
provincia, era el depositario de la voluntad general de su pueblo.
De modo que a partir de este momento se asume la opinión pública
como unanimidad y no como la suma de las opiniones particulares. Esto
69 Carrera Damas, Germán (1986), Venezuela: Proyecto Nacional y Poder Social, Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo, Barcelona (España), p. 69. 70 Hébrard, Véronique (1998), “Opinión pública…” p. 204.
se debe a que “…las opiniones individuales y las de los pueblos
difícilmente pueden conciliarse con la aspiración a la elaboración de una
opinión y de una voluntad general unánime de la nación en ciernes”.71
Única, absoluta e incuestionable, la opinión pública debía estar
dirigida hacia la homogeneidad del cuerpo social. Toda opinión particular
que pretendiese usurpar la soberanía popular es tomada como violación al
derecho y por tanto, penada por la ley, según la Constitución de 1811.72 A
pesar de esta limitación, el concepto de opinión pública no queda
perjudicado, en tanto su fabricación no procede de una reflexión
elaborada en privado por parte de los diputados, sino de los debates
públicos que se efectuaron en el Congreso, debates a los cuales tenían
acceso los ciudadanos.73
Años más tarde, la Constitución de 1819 sería aún más específica
en su carácter excluyente, al clasificar a los ciudadanos en dos categorías
bien diferenciadas: ciudadanos activos y ciudadanos pasivos. Entre los
primeros estaban aquellos ciudadanos que podían disfrutar del derecho al
voto, a los cuales se exigía la posesión de propiedades, o una profesión, o
un grado militar, o un empleo con renta anual significativa, en tanto que
71 Ibíd., p. 219. 72 Constitución Federal para los Estados de Venezuela, 1811, Capítulo Noveno: Disposiciones Generales, Art. 215, en Asociación para la Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC). 73 Hébrard, Véronique (1998), “Opinión pública…”, p. 218.
los segundos, eran “ciudadanos” sin derecho a disfrutar de derechos
políticos por su carácter de desposeídos.74
Hacia 1829, el movimiento separatista en Venezuela había logrado
consolidarse. Con el fin de conseguir el apoyo que se necesitaba para
solucionar los graves problemas que para los momentos afrontaba el país,
Páez convoca a la sociedad caraqueña. “Invito y convoco a la casa de mi
morada”, a aquellos venezolanos de “buena conducta, con oficio y ejercicio
decente y conocido”.75 Los mencionados señores de buena conducta, con
oficio y ejercicio conocido no son otros que los notables del país.
Son los dueños de la tierra, de las esclavitudes y los comercios, los catedráticos y los licenciados de la universidad, los que tienen bibliotecas e imprentas… ellos pueden ofrecer, además de su ilustración, el interés de poner en marcha una comarca en que están asentadas sus propiedades y donde pueden controlar, como herederos de la obra de los próceres, los empleos más elevados. El dueño de las armas y los dueños del territorio, deben marcar el compás de las circunstancias.76
Se plantea la necesidad de la reorganización del país, con un
basamento legal sólido que garantizara a los protagonistas el control de la
sociedad. Es así como se aprueba la Constitución de 1830. Esta
Constitución exige el total apoyo del pueblo al nuevo orden, exhortando a
sostenerlo con contribuciones, a someterse a las autoridades y sacrificar
74 Véase Constitución de la República de Venezuela, 1819, Título 3°, Sección 1ª, arts. 1°-4°, en Asociación para la Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC). 75 Decreto del jefe Superior, Civil y Militar de Venezuela, Caracas, 26 de octubre de 1829, Sociedad Económica Amigos del País, tomo I, pp. 5-8, citado por Pino Iturrieta, Elías (1998), Las ideas de los primeros venezolanos, Fondo Editorial Tropykos, Caracas, p. 15. 76 Pino Iturrieta, Elías (1998), Las ideas de los primeros venezolanos, Fondo Editorial Tropykos, Caracas, p. 16.
los bienes y entregar la vida por la patria si fuera necesario.77 De este
modo quedó asentado el propósito de la elite gobernante de perpetuar la
nueva situación de la república.
Nuevamente, se especifica quiénes detentarían el poder político:
aquellos que fueran dueños de “…una propiedad raíz cuya renta anual
sea cincuenta pesos, o tener una profesión, oficio, ó industria útil que
produzca cien pesos anuales… o gozar de un sueldo anual de ciento
cincuenta pesos”.78 Desde entonces, actitudes y comportamientos
develados en proclamas, pronunciamientos, y espectáculos públicos y
privados, expresan el deseo de libertad, soberanía y autonomía.
De ese modo, se impone el trato “entre iguales”, en el marco de la
diversidad de opiniones. Muchas veces se aceptan criterios oficiales, pero
también se impulsan iniciativas desde la esfera particular.
Sin embargo, el país que encuentra la nueva elite dirigente está
sumido en una difícil situación tanto social como económica. La ausencia
de recursos humanos preparados para el ideal de nación culta que
demandaba la república soberana, liberal y democrática ponía en riesgo al
nuevo orden. La Venezuela de 1830 era un territorio deshabitado y
devastado por la guerra de independencia más larga que se había librado
en el continente, y sin capital para reactivar la economía. Una población
de unas 830.000 almas, que representaban una densidad de apenas 2,9
77 Constitución del Estado de Venezuela, 1830, Título IV, art. 12, en Asociación para la Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC), Historia Multimedia de las Constituciones de Venezuela y los países Bolivarianos, [CD ROM], Caracas, 2000. 78 Ibíd., Título 5, art. 14.
habitantes por milla cuadrada, cifra inferior aún a la del desierto de
Trípoli, que para el mismo año era de 3,2 habitantes por milla cuadrada,
demuestra la crítica situación demográfica que se vivía.79
La mayor parte del conjunto social existente estaba conformado por
pobladores analfabetas, supersticiosos y faltos de luces. Es por ello que se
justificaba la creación de las nuevas sociedades que se encargaran de la
difusión de la cultura y las ideas.
La Sociedad de Amigos, integrada por los propietarios y notables,
ofrecen su apoyo al nuevo proyecto nacional que dirige Páez. Ofrecen no
sólo su ilustración, sino además su empeño por llevar al progreso a la
comarca donde tiene asentados sus intereses.
Onetti Cazzato concuerda con Pino Iturrieta al afirmar que: “…cada
espacio histórico de poder en Venezuela adoptó y adaptó los procesos de
transformación que se generaron, por una parte, a partir del influjo
iluminista, y por otro, a la transición socio-económica de un capitalismo
mercantil hacia un capitalismo liberal”.80
La transición hacia el pensamiento moderno en Maracaibo
En la mentalidad moderna los valores tradicionales como el honor,
la lealtad y la obediencia dieron paso a nuevas actitudes, nuevos valores,
como la igualdad, los derechos ciudadanos y la participación. Éstos
79 Brito Figueroa, Federico (1979), Historia Económica y Social de Venezuela, tomo I, Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, Caracas, pp. 261, 262. 80 Cazzato, Onetti Salvador (1998), Elite, Poder y Espacio Público en las Sociedades Maracaiberas (1833-1846), Tesis de Maestría (inédita), La Universidad del Zulia, Maracaibo, p. 28.
fueron enarbolados como las divisas de una sociedad que se enrumbaba
hacia la modernidad, el liberalismo y la vida en democracia. Las primeras
manifestaciones de esta nueva sociabilidad en Maracaibo pueden ubicarse
en los primeros años del siglo XIX.
Para 1808 se produjo la publicación del “Pasquín de la Casa de
Correos”, libelo que incitaba a la población maracaibera a levantarse en
armas contra la monarquía, e iba firmado por “Los hijos de Maracaibo”.
La inmediata reacción de las autoridades locales impidió que tal incitación
surtiera efecto, al ofrecerse una recompensa de 500 pesos a quien
descubriera o denunciara a los autores del libelo.81
Más tarde, a principios de 1812, se organizó la primera sociedad
política secreta de que se tenga noticias en Maracaibo, conocida como “La
Escuela de Cristo”, cuyo objetivo era la organización del movimiento
insurreccional que lograría la destitución de las autoridades coloniales y
la declaración de la independencia. Tras el antifaz de una cofradía
religiosa, esta sociedad se reunía en la capilla de Santa Ana. Entre sus
miembros estaban el Dr. Dionisio Torres (presidente), don Juan
Crisóstomo Villasmil, el Dr. León Campos, Joaquín Vale, el sargento
Nicolás Leiva, Juan Evangelista González y Marcelino Vale. A esta
sociedad se le acusa de haber planificado la insurrección para el día 26 de
marzo de 1812, que pretendía desconocer las autoridades monárquicas y
apoyar el proyecto republicano iniciado en Caracas. Sin embargo, este
plan fue delatado y la ola de persecución que se desató contra los 81 Berbesí de Salazar, Ligia (2000), El gobierno provincial de Maracaibo en la gestación de la Primera República, Editorial Sinamaica, Maracaibo, p. 83.
miembros de la Escuela de Cristo, anuló toda actividad de esta sociedad y
logró desintegrarla.82
Ligia Berbesí ubica este cambio en las actitudes a partir del año
1812, cuando la dinámica de los acontecimientos deslinda intereses y
afloran los partidarios de una ruptura definitiva con la corona. “El análisis
de las fuentes demuestra que las posturas separatistas se concretizan en
Maracaibo a partir de 1812, lideradas, entre otros, por algunos partidarios
de la monarquía en 1810”.83
Esta inclinación hacia los conceptos del pensamiento moderno
puede apreciarse en los principales actores sociales y políticos en la
Maracaibo de principios del siglo XIX. Entre los miembros del movimiento
de “La Escuela de Cristo” destacan, entre otros, Diego de Melo y Pinto,
Lucas Baralt, José Antonio Almarza y José Domingo Briceño, americanos
y europeos, dedicados a diferentes actividades.
Es de destacar el caso de Diego de Melo y Pinto, quien durante
años había ejercido diferentes cargos en la localidad y la provincia.
Como alcalde y fiel ejecutor que fue entre 1787 y 1794, el gobernador
Joaquín Primo de Rivera le había reconocido su “amor y fidelidad al Rey
Nuestro Señor”.84 En 1793, ante la guerra declarada entre Francia y
España, Diego de Melo y Pinto se había ofrecido como voluntario a la
82 Ibíd., pp. 13, 14. 83 Berbesí de Salazar, Ligia (2002), Vínculos, símbolos y poder… p. 206. 84 Ibíd., p. 215.
milicia para servir “con la mayor eficacia y exactitud sin sueldo alguno”,
con lo cual demostraba su “amor y fiel vasallaje”.85
Entre 1797 y 1799, durante el gobierno provincial de Juan Ignacio
de Armada, Diego de Melo había ocupado el cargo de alcalde mayor y
administrador de correos. En 1801 fue recompensado por el gobernador
Fernando Miyares por su fidelidad a la corona con los honores de Oficial
Real. En 1808, ante el escándalo que había generado el Pasquín de la
Casa de Correos, Diego de Melo junto con todos los miembros del cabildo,
llegó a unirse al gobernador para tomar las medidas pertinentes contra
los sediciosos.86
Y en 1810, ante los hechos del 19 de abril en Caracas, apoyó
nuevamente, junto con todo el cabildo maracaibero, a Fernando Miyares
para que éste asumiera el mando de la Capitanía General de Venezuela,
cargo del que había sido depuesto Vicente Emparan.87 Ligia Berbesí
apunta al respecto: “Su apoyo irrestricto al gobernador Miyares es
muestra de lealtad y fidelidad a lo que su figura encarnaba como máxima
autoridad monárquica en la provincia”.88 A pesar de todo esto, tan pronto
como llega el año 1812, Diego de Melo abandonó su postura
promonárquica y se pasó al bando opuesto, llegando a formar parte de la
85 Ibíd., p. 214. 86 Ibíd., p. 271. 87 Ibíd., pp. 275, 276. 88 Ibíd., p. 277.
Escuela de Cristo, aún cuando siguió ejerciendo el cargo de diputado
consular.
Otros casos semejantes pueden citarse para ilustrar los cambios de
la antigua mentalidad hacia la mentalidad moderna, como José Ignacio
Baralt Sánchez, regidor del cabildo, y don José Hipólito Monsant, vicario
juez eclesiástico. Ambos, al igual que Diego de Melo, habían ofrecido su
apoyo irrestricto a Miyares cuando la estabilidad del régimen se había
visto amenazada, pero en 1812 pactaron con los conjurados de la Escuela
de Cristo.89 No faltaron los esfuerzos de las autoridades monárquicas por
represar la corriente emancipadora en la región. En 1812 el diputado
consular ante las cortes de Cádiz, José Domingo Rus, gestionó y logró
para la ciudad de Maracaibo el honorífico título de Muy Noble y Leal. Sin
embargo, “...este hecho simbolizaba la necesidad de legitimar la
continuidad de un sistema de gobierno que comenzaba a dar muestras de
desintegración”.90
En 1821, el propio gobernador de la provincia, Francisco Delgado,
así como todos los miembros del cabildo maracaibero, de ser fieles
realistas y promonárquicos, se rebelaron contra la corona y apoyaron
89 Barboza de la Torre, Pedro, “Una historia para aprender”, en Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Centro Correspondiente del Estado Zulia, Maracaibo, año 1, N° 1, enero-marzo 1990, p. 12. 90 Este aspecto es ampliamente tratado por Ligia Berbesí en Los lazos del Poder en el gobierno local. Maracaibo, 1787-1812. Trabajo de ascenso para optar a la categoría de Titular (inédito), La Universidad del Zulia, facultad de Humanidades y Educación. Maracaibo, 2003.
desde entonces las posturas republicanas.91 Este cambio de mentalidad
fue el resultado del trabajo de propagación de las ideas modernas entre la
población maracaibera realizado secretamente por Juan Evangelista
González y Rafael Urdaneta.92 Las nuevas ideas, propagadas a través de
panfletos y contactos personales, despertaron el interés por la causa
independentista, como en los hermanos Luis y Lucas Baralt.
Cuando, en 1821 Rafael Urdaneta puso en acción su plan para la
toma de Maracaibo, se sorprendió por la facilidad y rapidez con que se
desarrollaron los hechos, así como por el amplio apoyo popular a la causa
independentista. Dando relación de los hechos al Libertador Simón
Bolívar, Urdaneta explica:
…la [revolución] de Maracaibo puede citarse como ejemplo de filantropía, pues no sólo no se ha vertido una gota de sangre, sino que no pasan de diez las personas que han debido asegurarse por su opinión contraria… por ahora sólo me limito a felicitar a V.E. por este feliz acontecimiento de cuya organización tuvo V.E. la bondad de encargarme y que he podido lograr aun antes de lo que se esperaba.93
El entonces gobernador de la provincia de Maracaibo, Francisco
Delgado, también refiere: “…todas las clases del pueblo han hecho las
demostraciones más vivas y sensibles de gozo y alegría, testificando su
91 Romero Luengo, Adolfo (1982), Presencia vital de Urdaneta en la Emancipación y el Gobierno de Colombia la Grande, tomo II, Segunda Edición, Ediciones de la Corporación de Desarrollo de la Región Zuliana (Corpozulia), Maracaibo, pp. 225, 226. 92 Al respecto, consúltese a Ligia Berbesí de Salazar, “Redes sociales y poder local en Maracaibo en tiempos de la independencia”, ponencia presentada en el I Congreso Sudamericano de Historia, Santa cruz de la Sierra, Bolivia, agosto 2003. 93 Carta del general Rafael Urdaneta al Libertador Simón Bolívar, (Rosario, febrero 1 de 1821), en Romero Luengo, Adolfo (comp.), Bolívar y Urdaneta. Correspondencia, pp. 250, 251.
adhesión a la República, aún los españoles y criollos que antes fueron
prosélitos de la opresión”.94
Esta amplia aceptación de las nuevas ideas en la población
maracaibera habla del éxito de la actividad proselitista desplegada por los
patriotas. “El hecho no fue fortuito; no fue circunstancial; ello se debió a
la fermentación de los ánimos que ya venían preparándose y
madurándose desde hacía tiempo”.95
Al respecto Belín Vásquez refiere que: “…en el sector dirigente
marabino comienzan a deslindarse dos facciones: una, legitimadora de la
realeza hispánica y defensora de los derechos políticos y administrativos
frente a Caracas; la otra se declara a favor de la separación y hace causa
común con la decisión caraqueña”.96 A la postre, la clase dirigente
maracaibera termina decidiéndose por la opción que mejor garantizaba la
estabilidad de sus intereses asentados en la provincia: la causa patriota.
Vásquez resalta la influencia masónica como factor catalizador de
estos cambios en las mentalidades de la elite dirigente de Maracaibo, lo
que permitió finalmente el pronunciamiento independentista.
Esta decisión independentista testimonia que la élite política local estaba sirviendo a un gobierno monárquico que no
94 Carta del gobernador Francisco Delgado al general Rafael Urdaneta, (Maracaibo, 29 de enero de 1821). Citada por Nava Urribarrí, Vinicio; Ávila Arrieta, Juan; Montiel Villasmil, Gastón (1988), “Vivencias trascendentales del Gral. Rafael Urdaneta (El Brillante) en su tierra zuliana”, en Sociedad Bolivariana de Venezuela, Memoria de la XXVIII Asamblea Nacional (1988), Maracaibo, p. 181. 95 Gómez Espinoza, Antonio (1981), Pronunciamiento independentista de Maracaibo, primera edición, Editorial Puente S.A., Maracaibo, p. 80. 96 Vásquez de Ferrer, Belín (1991), “La élite marabina: contradicciones y acuerdos presentes en años de definiciones políticas: 1810-1830”, Revista Tierra Firme, N° 34, Caracas, pp. 162, 163.
apoyaba. A su vez, el comportamiento político de los notables de Maracaibo refleja que el espíritu liberal y los sentimientos de hermandad presentes entre ellos como seguidores de las prácticas masónicas, mezclados con las relaciones de parentesco y de amistad, influyeron sobremanera para común acuerdo, aun cuando varios de ellos (Francisco Delgado, Domingo Briceño, Felipe Casanova y Juan Evangelista González) ejercieron funciones de gobierno en representación de la monarquía hispánica. Otros, como Bolívar y Urdaneta, se movían entre el deber y el dejar hacer.97
Las nuevas ideas difundidas en Maracaibo son inequívocamente
iluministas. El pensamiento ilustrado entiende la sumisión de un pueblo
a un rey sólo por convención y conveniencia. Según esta idea, el pueblo
entrega su libertad natural a cambio de que el rey a quien confiere el
poder le garantice su subsistencia a través de la organización del Estado.
Es lo que constituye el “contrato social” rousseauniano. Esta pérdida de la
libertad constituye de suyo un acto antinatural, pero se justifica por los
beneficios que el pueblo obtendrá de un contrato tal. No obstante, cuando
la naturaleza de ese Estado resultante se pervierte y degenera en
opresión, estamos ante una aberración del derecho y una violación al
pacto establecido entre los súbditos y el rey.
Reflexiona Rousseau: “Un rey, lejos de proveer a la subsistencia de
sus súbditos, saca de ellos la suya, y según Rabelais, un rey no se
contenta con poco. ¿Los súbditos dan, pues, su propia persona a
condición de que les tomen también su hacienda? No veo qué es lo que les
queda por conservar”.98 Tal perversión hace al pacto nulo. Y al hacerse
éste nulo, se rompe, y la libertad vuelve al pueblo. En consecuencia de 97 Ibíd., p. 164. 98 Rousseau, Jean-Jacques, El Contrato Social…, p. 10.
esto, quien tiene la soberanía es el pueblo y no aquél a quien el pueblo
había transmitido el poder.
Afirmo, pues, que la soberanía, no siendo más que el ejercicio de la voluntad general, no puede nunca ser enajenada, y que el soberano, no siendo más que un ser colectivo, no puede estar representado más que por sí mismo: el poder puede transmitirse, pero no la voluntad.99
Estos dos principios modernos, tanto el de la soberanía originaria
del pueblo como el de su reasunción en caso de la anulación del pacto
social, están presentes en el acta de independencia de Maracaibo, del 28
de enero de 1821. A las seis de la maña de ese día se iniciaron los fuegos
artificiales y los repiques de campanas, y el gobernador Francisco Delgado
leyó el acta ante el público que se había congregado en la plaza Mayor.
El documento explicaba, por un lado, la justicia de aquel proceder
por el estado de opresión en que vivía entonces Maracaibo debido al
“anonadamiento y degradación política en que el Gobierno de España
mantiene a los pueblos de América que restan bajo su ominosa
dominación, sólo por el sistema opresivo de sus mandatarios”.
Por otro lado, el acta planteaba la reasunción de la soberanía, hecha
en virtud de la imposibilidad por parte de España de garantizar el orden
político, social y económico en sus posesiones. De modo que se declara “al
pueblo de Maracaibo, libre e independiente del Gobierno español,
cualesquiera sean sus formas desde este momento en adelante; y en virtud
de su soberana libertad se constituye en República democrática y se une
en los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales
99 Ibíd., p. 27.
que bajo la denominación de República de Colombia, defienden su libertad
e independencia según las leyes imprescriptibles de la naturaleza”.100
Se trataba entonces de un acta de independencia producto del
pensamiento ilustrado. Esto no podía hacerse sino sobre la base de un
cambio en las actitudes, en las mentalidades. La formación de esta nueva
mentalidad respondió a un proceso de pedagogía política en la sociedad
maracaibera durante las primeras dos décadas del siglo XIX, en el cual
tanto Rafael Urdaneta como Juan Evangelista González tuvieron una
especial responsabilidad.101
Después de proclamar su independencia Maracaibo presenciará la
aparición de nuevas sociedades que marcarán la vida intelectual de la
ciudad. Estas sociedades buscan la adecuación de la región a los
requerimientos de prosperidad e ilustración que demandaba la naciente
República de Venezuela, en el marco del racionalismo moderno. Nacen
oficialmente, a partir de 1830, la Sociedad Económica Amigos del País, la
Sociedad Filarmónica, la Junta Empresaria de Navegación de Motatán, la
Sociedad Dramática del Teatro y la Sociedad de la Unión.
De éstas, la Sociedad Económica Amigos del País representó “...una
tribuna pública destinada a conciliar los diversos intereses voluntarios de
los grupos de poder; también en ella se mostraban los adelantos científicos
y se exhibían los progresos en las áreas de Botánica, entre otras...”.102
100 Acta de Independencia de Maracaibo, 28 de enero de 1821, texto trascrito en Ortega G, Rutilio (1991), El Zulia en el siglo XIX, Fondo Editorial “Dr. Raimundo Andueza Palacio”, Maracaibo, p. 20. 101 Barboza de la Torre, Pedro, “Una historia para aprender”…, p. 17. 102 Cazzato, Onetti Salvador (1998), Elite, Poder y Espacio Público…, p. 40.
Tuvo como propósito esta sociedad “...edificar un ámbito propio, una esfera
pública política que le permitiera legitimar el reconocimiento social de sus
prácticas de cambio a través de una nueva forma de publicidad”.103
La Sociedad de la Unión era, como su nombre lo indicaba, una
asociación que perseguía la promoción del ideario nacional en la región
maracaibera, para acabar con las disputas que habían surgido entre los
partidos de los Tembleques y los Campesinos, y finalmente alcanzar el “...
progreso intelectual de la juventud maracaibera y los verdaderos intereses
de la Patria y de nuestra provincia en particular”.104
Con todo y esto, prevaleció el sentido de lo local frente a lo nacional.
Ningún concepto de nación ni sentido de pertenencia a una nacionalidad
venezolana se había construido. Rutilio Ortega explica que la Constitución
de 1811 reconoció estas diferencias identitarias entre las provincias al
definir a Venezuela como una “confederación de Estados”.105 Según
Ortega, la postura que asumieron Maracaibo, Guayana y Coro ante los
sucesos del 19 de abril demuestra que para ese momento estas provincias
se desentendían de cualquier proyecto nacional dirigido por Caracas.
El 28 de enero de 1821, cuando Maracaibo declara su independencia,
lejos de superarse este localismo, se ratifica. Maracaibo se declara
“república soberana”, es decir, no una provincia más de Venezuela como
103 Ibíd., p. 41. 104 La Mariposa, N° 14, Maracaibo, 7 de octubre de 1840, citado por Cazzato, Onetti Salvador, Elite, Poder y Espacio Público…, p. 87. 105 Véase Ortega G, Rutilio (1991), El Zulia en el siglo XIX, Fondo Editorial “Dr. Raimundo Andueza Palacio”, Maracaibo, pp. 19, 20.
Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, sino
como un Estado soberano a la par que Venezuela y Nueva Granada. Fue
en virtud de esa soberanía que Maracaibo decidió ligarse al proyecto
colombiano.
En 1830 la provincia de Maracaibo se adhiere al pacto social de la
República de Venezuela. El preámbulo de esta Constitución explicaba que
se hacía a fin de formar “la más perfecta unión”. Sin embargo, en los
pobladores maracaiberos existía un sentimiento de pesar por haber
quedado, por segunda vez en menos de diez años, bajo la dominación de
un poder centralizado, lejano y extraño. Para Nirso Varela “…los cimientos
legislativos sobre los que ahora se apoyaba Maracaibo, eran los únicos
rasgos venezolanos de la provincia”.106 No existía, pues, una base social
para la legitimación de la nación venezolana. En razón de ello, la elite
central se trazó como meta la promoción del ideal integracionista.
Las primeras fiestas patrióticas en Venezuela (1811-1830)
Tan pronto como la nueva elite asume el poder político de la
república se inicia una exhibición pública de los nuevos valores
republicanos, persiguiendo el desarrollo de las sensibilidades y el
afianzamiento de su poder. Es así como se promocionan espectáculos
públicos forjadores de opinión, en la búsqueda de representación política,
tendentes a legitimar el nuevo orden establecido. A la luz de estas 106 Varela Rodríguez, Nirso (1995), Poder político e ideal autonomista en Maracaibo en los comienzos de la República (1830-1835), Tesis de Maestría, La Universidad del Zulia, Maracaibo.
significaciones los códigos, los signos y los símbolos del poder, se
concretizan en cada acto y en cada espectáculo, desempeñando un papel
relevante en los ámbitos político y social.
Uno de los primeros actos públicos de la república fue la instalación
del Congreso General de Venezuela Conservador de los Derechos de
Fernando VIII, el 2 de marzo de 1811. Ya aquí se nota el claro propósito de
movilizar a las mayorías en favor del nuevo orden. Todos los edificios de
instituciones públicas fueron decorados con monumentos y alegorías.
Francisco Isnardi describe cómo fue decorado el palacio de gobierno en
Caracas: estatuas que representaban a cada provincia de Venezuela,
tomadas todas de las manos en señal de unidad; sobre un pedestal, bajo
la sombra de un frondoso árbol, una egregia mujer con una espada en la
mano derecha y una pluma en la izquierda representaba a Venezuela;
bajo ella, la siguiente inscripción: A la sombra del árbol de la libertad
Venezuela escribe su Constitución y la defiende.107
Este Árbol de la Libertad también aparece en la alegoría diseñada
por la Sociedad Patriótica y, al parecer, fue uno de los símbolos más
utilizados por la elite gobernante de entonces.108
107 Véase Salvador, José María (2001), Efímeras efemérides. Fiestas cívicas y arte efímero en la Venezuela de los siglos XVII-XIX, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, p. 143. 108 El árbol de la libertad había sido un símbolo reiterativo de los patriotas norteamericanos. Thomas Jefferson hace referencia a él en 1787 con su famosa frase: “El árbol de la libertad debe ser regado de vez en cuando con la sangre de los patriotas y los tiranos”, en http://www.theatlantic.com/issues/96oct/obrien/blood.htm, “The tree of liberty must be refreshed from time to time with the blood of patriots & tyrants” (Traducción libre).
Para la conmemoración del primer aniversario del 19 de abril, la
Junta Suprema de Caracas ordenó que cada familia decorase su casa a su
gusto para celebrar la independencia. Ese 19 de abril de 1811, Francisco
Espejo vociferó mueras a Fernando VII y vivas a la libertad desde el
balcón de la Sociedad Patriótica. Luego le sucedió una estruendosa
marcha por las calles de Caracas, en las que se destruyeron los retratos
de Fernando y se patearon las banderas de España.109
En el marco de esta regeneración iniciada por los republicanos, se
nota una prolongación del estado jerárquico tradicional. Es decir, la
entrada de la sociedad venezolana al pensamiento moderno no ocurrió de
manera inmediata. Durante los primeros momentos llegan a coexistir
elementos del Ancien Régime y la modernidad. El goce y disfrute de los
espacios públicos, después de 1810, se materializa en cafés que ofrecen
bailes “públicos”. En ellos sólo podían participar “señoras” y “señores” de
buen nacimiento, es decir, personas de abolengo. Al público se le ofrecía
sólo la oportunidad de ser espectadores del evento.
En Nueva Granada, una vez iniciado el experimento republicano, el
gobierno se valió las antiguas ceremonias públicas para detener las
movilizaciones populares jacobinas que amenazaban con desestabilizar el
elitesco gobierno imperante. Se organizan desfiles y actos públicos en los
cuales el ejército se hace presente exhibiendo su poder. Esto trae como
109 Véase Leal, Carole, “Tertulia de dos ciudades…”, pp. 191, 192.
consecuencia la clara diferenciación de los espacios públicos de las elites
y los del pueblo.110
Una revisión de las siete constituciones vigentes entre 1811 y 1862
muestra que sólo tres de éstas prescribieron disposiciones para la
regulación de las celebraciones públicas (Véase Cuadro 1). Esta situación
obedece al hecho de que en los años posteriores a 1830 la celebración de
las fiestas nacionales estuvo regulada por la vía de decretos, en respuesta
a las nuevas realidades y experiencias políticas.
La atención de este trabajo se centró en el análisis de estas de estas
disposiciones constitucionales en cuanto a: ¿Qué debía celebrarse?
¿Cómo debía celebrarse? ¿Qué actos estaban incluidos? ¿Quiénes
participaban? ¿Qué símbolos se exhibían durante estas celebraciones?
¿Qué significados tienen estos símbolos? Y, finalmente, ¿qué
trascendencia histórica tuvieron tales celebraciones en Maracaibo?
Dos son los aspectos esenciales que resaltan de las estipulaciones
constitucionales con respecto a la celebración de las fiestas patrióticas
entre 1819 y 1821. En primer lugar, destaca el carácter religioso que
quiere otorgársele a tales celebraciones y, en segundo lugar, la
fastuosidad con que se les reviste ante la vista del público.
El proyecto de Constitución del Estado de Venezuela de 1819
estipulaba una fiesta en todo el país con motivo de la instalación del
Areópago, el cual habría de encargarse de la Educación y la Moral en el
naciente Estado. En este sentido, en cada ciudad del país debía realizarse 110 Ibíd, p. 19.
una celebración con “demostraciones religiosas”, lo que incluía oraciones,
misas, repiques de campanas y cantos de Te Deum, al estilo de las juras
celebradas durante el inmediato pasado colonial.
Cuadro 1 Las fiestas nacionales en las constituciones
Constitución Artículos Fiesta Actos a realizar Constitución Federal ara los estados de Venezuela (1811)
-
-
-
Constitución Política del Estado de Venezuela por su Segundo Congreso Nacional (1819). Apéndice sobre el Poder Moral
8º Instalación del Areópago (Poder Moral).
• Fiestas en toda la República con ceremonias y manifestaciones religiosas.
• Trajes, insignias y honores públicos.
Ley Fundamental de la República de Colombia (1819)
13º, 14º Constitución de la República de Colombia.
• Fiestas y regocijos públicos en Angostura el 25 de diciembre.
• Premios a las virtudes públicas al estilo de la antigua Olimpia.
Ley Fundamental de la República de Colombia (1821)
12, 13, 14
Establecimiento de la República de Colombia.
• Fiestas y regocijos en todas partes.
• Tres días de festejos por la Independencia, por la Unión y por las victorias militares, los días 25, 26 y 27 de diciembre, respectivamente.
Constitución del Estado de Venezuela (1830)
-
-
-
Constitución de 1857
-
-
-
Constitución de 1858
-
-
-
Fuente: Asociación para la Enseñanza Asistida por Computadora (APEAC), Historia Multimedia de las Constituciones de Venezuela y los países Bolivarianos, [CD ROM], Caracas, 2000.
Este carácter religioso de la fiesta patriótica se mantiene en la
Constitución de 1821, la cual toma la Navidad como el día de la
Independencia, en un claro interés por captar el apoyo popular al nuevo
proyecto político impulsado por los patriotas, aprovechando una de las
tradiciones judeocristianas de más arraigo popular.
Según esta Constitución, el aniversario de la patria debía festejarse
de la siguiente manera: el 25 de diciembre, celebración de la
Independencia; el 26, celebración de la Constitución; y el 27, celebración
de las victorias militares patriotas. En 1822 la fiesta de la Independencia
fue festejada en todas las ciudades y pueblos de la Unión, con toda la
pompa que los recursos permitieron.
Richard Bache, un oficial del Ejército de los Estados Unidos quien
visitó la República de Colombia entre 1822 y 1823, presenció la
celebración de las fiestas republicanas y publicó una reseña al respecto
en un diario de viaje. La primera de las fiestas descritas por Bache fue el
día de San Simón en Caracas. Según el viajero, los actos se iniciaron
desde el atardecer de la víspera. Destaca Bache el brillante aspecto que
presentaba la ciudad. “En un templete erigido al efecto, una banda de
música acompañaba a un cantante de voz estentórea, quien exaltaba en
veinte o treinta estrofas las glorias de su héroe. Hasta bien entrada la
noche, el público se entretuvo con una exhibición de fuegos
artificiales”.111
111 Bache, Richard, La República de Colombia en los años 1822-23. Notas de viaje. Con el itinerario de la ruta entre Caracas y Bogotá y un Apéndice por un Oficial del Ejército de los Estados Unidos, Instituto Nacional de Hipódromos, Colección Venezolanista, Serie “Viajeros” –IV, Caracas, 1982, pp. 59, 60.
A las cuatro de la tarde, unos diez mil espectadores asistieron a una
coleada de toros en la plaza. Cinco o seis toros fueron sacados
sucesivamente a la calle, para que los jinetes intentaran derribarlos
tirándoles de la cola. Mientras tanto, la banda tocaba aires patrióticos y,
desde una esquina de la plaza, un piquete disparaba salvas de artillería a
intervalos regulares.
Las casas que quedaban en torno a la plaza, y las de las calles principales, estaban hermosamente ornamentadas con colgaduras de damasco en las que se advertían los colores de la bandera (rojo, azul y amarillo), y las cuales se extendían desde lo alto de las ventanas hasta el suelo.112 En la noche hubo sarao. Los salones estaban decorados con
arbustos dispuestos en forma de arcos para que la gente se pasease bajo
ellos. Cena, música y baile completaron los actos de la noche.
La otra fiesta, celebrada en toda la República los días 25, 26 y 27 de
diciembre, fue presenciada por Bache mientras estaba de paso por la
población de Timotes, la cual para la fecha era apenas una aldehuela
indígena. La mañana del 25, día dedicado a la celebración de la
Independencia, se inició con una misa en la iglesia. Después de la
ceremonia, se realizó una parada militar conformada por jóvenes de la
capital, quienes “marchaban con muy buen compás, al son de una
excelente banda”.113 En seguida se dirigieron todos a la plaza, a pie o a
caballo, encabezados por el sacerdote y los alcaldes. En la iglesia se
recibió la bandera de Colombia, así como las de Venezuela y
112 Ídem. 113 Íbídem, p. 158.
Cundinamarca. “El padre y los alcaldes pasearon las banderas por todo el
pueblo, seguidos por un grupo de jinetes, y por una rudimentaria
orquesta en la que intervenían dos tambores y pífanos indígenas”.114
Luego de depositar las banderas en la iglesia, los jinetes se
dividieron en dos grupos iguales, a cuya cabeza iban respectivamente el
párroco y el primer alcalde, y se ubicaron en dos esquinas opuestas de la
plaza. La diversión consistió en que dos jinetes, uno de cada equipo,
corrían a todo galope intentando llegar primero al centro de la plaza.
Luego seguían los demás jinetes. Finalmente, todos los jinetes realizaron
un desfile simulando un acto circense.
Bache refiere que en todas las ciudades, pueblos y aldeas del país
se efectuaban eventos análogos, variando sólo con las preferencias y los
recursos económicos con que contaba cada localidad. Sin embargo,
lamenta el viajero haber tenido que pasar la festividad en “una de las
aldeas más pobres de la república”, y destaca la fastuosidad con que se
celebró la independencia en Bogotá, donde se invirtieron “cuantiosas
sumas” en los festejos. Entre otros actos, los pobladores se vistieron
costosos atuendos imitando los trajes típicos de Asia, África, Europa y
América, formando cuatro bandos que se enfrentaron en diversas
competencias.
…Hubo diversas demostraciones de agilidad y destreza, como las carreras de cintas en las que se atravesaba un anillo con la lanza, a pleno galope, o se decapitaba con el sable a efigies puestas a lo largo del trayecto. En el certamen de jinetes ganó
114 Ídem.
el representante de América, lo que produjo considerable entusiasmo.115
De esta manera la fiesta republicana cumplía un doble propósito. En
primer lugar, sirvió como un espacio para reconfortar, para aliviar los
ánimos de los pobladores en medio de los avatares de la guerra de
independencia. En segundo lugar, buscaba legitimar ante la vista del
público la nueva situación política que se vivía. Asistir y participar en los
festejos implicaba confirmar la aceptación general a la Unión y a la gestión
de los patriotas al frente a la administración del Estado.
115 Ibíd., p. 159.
CAPÍTULO II FIESTAS NACIONALES
CELEBRADAS EN MARACAIBO ENTRE 1834 Y 1862
CAPÍTULO II
FIESTAS NACIONALES CELEBRADAS EN MARACAIBO ENTRE 1834 Y 1862
Dos fiestas nacionales fueron invariablemente celebradas en
Maracaibo entre 1834 y 1862. Ellas fueron las relacionadas con la
independencia de Venezuela: el 19 de abril y el 5 de julio. Cada una de
estas fechas fue identificada como “día de la independencia”, aunque no
parece que las autoridades nacionales y regionales estuvieran muy claras
en cuanto al significado real de cada una de esas dos fechas. Por el
contrario, resaltan las confusiones. Ello no es de extrañar si se considera
que los mismos actores que protagonizaron los hechos ocurridos entre
1810 y 1811 no estaban muy claros en cuanto a la trascendencia y
significado de los pasos que estaban dando.
Además de las fiestas de la independencia, hubo otras dos
festividades celebradas. Una de éstas fue la del 24 de enero de 1848 como
día en que el pueblo supo “recobrar su dignidad, sosteniendo los fueros de
la libertad”. Fue celebrada sólo entre 1850 y 1858, durante el gobierno de
los Monagas, dejando de celebrarse tan pronto como salen de la escena
política en 1858. La otra festividad fue la del 28 de octubre de 1783 como
natalicio del Libertador. Puesto que para las cuatro fechas parece no
haber un consenso definitivo, se requiere de una breve revisión
historiográfica que permita una aproximación a lo que tales hechos
históricos significaron.
Trascendencia y significado del 19 de abril
La tarde del 19 de abril de1810 el cabildo de Caracas redactó un
acta explicando con detalles los acontecimientos de ese día. En esta acta
se daba fe de que el pueblo de Venezuela había reasumido la soberanía en
ausencia del rey, que desconocía la autoridad del Consejo de Regencia, y
que una gran parte del pueblo caraqueño “… levantó el grito aclamando
con su acostumbrada fidelidad al Señor Don Fernando Séptimo, y á la
Soberania interina del mismo Pueblo”. Se daba constancia de la renuncia
del presidente Emparan, así como el cese de los cargos del intendente
Vicente Basadre, del brigadier Don Agustín García, del auditor de guerra
Don José Vicente de Anca, así como de todos los miembros de la Real
Audiencia.
El hecho tiene, pues, todas las características de un coup d’Etat por
el cual todas las autoridades fueron destituidas y subrogadas. En otras
palabras, habría consistido en un acto revolucionario, tal como lo dice el
encabezamiento del acta: “EXTRAORDINARIO. ESTABLECIMIENTO DE
NUEVO GOBIERNO EN ESTA CAPITAL”.
Sin embargo, el acta misma no pretende ser la expresión de un
movimiento revolucionario. Antes bien, a lo largo de todo su texto se
reafirma la legitimidad del monarca y la fidelidad del pueblo a su
Soberana Majestad. Al concluir, los escribanos añadieron una nota en la
que explican que al ser leída el acta en público, ésta había sido
sancionada “…con general aplauso y aclamación de todo el Pueblo
diciendo viva nuestro Rey Fernando Séptimo, nuevo Gobierno…”.
Todo ello no logra sino oscurecer el significado de los hechos, pues
lo que el acta misma dice ser es más bien un acta de dependencia y
sumisión al depuesto rey. ¿Cómo podía, entonces, señalarse el 19 de abril
como el día de la declaración de la independencia?
Este asunto ha sido objeto de discusiones y diversas
interpretaciones, muchas veces diametralmente opuestas. Germán
Carrera Damas toma el 19 de abril como el inicio de la Primera República,
hasta que ésta se disuelve con la capitulación de San Mateo, el 25 de julio
de 1812, con lo cual identifica al 19 de abril como un acto
revolucionario.116 En cambio la Sociedad Bolivariana del Estado Zulia ha
afirmado que esta acta “…de manera alguna puede ser considerada como
una Declaración de Independencia”.117
Para C. Parra Pérez, todo el lenguaje de pretendida fidelidad y
sumisión al monarca no fue sino una engañifa, una farsa para disfrazar
los verdaderos motivos de la revuelta, y la causa de Fernando habría sido
sólo un pretexto para asumir el poder político de la provincia.118
Para Ángel Bernardo Viso, todo se trató de una doble apuesta que
hicieron los criollos, en la cual esperaban, si los acontecimientos de la
península los favorecía, hacerse con el poder definitivo de la provincia y, si
116 Carrera Damas, Germán (1984), Una nación llamada Venezuela. Proceso sociohistórico (1810-1974), Monte Ávila Editores, primera edición, Caracas, p. 48. 117 Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Centro Correspondiente al Estado Zulia, año III, Núm. 10, abril-junio 1992, Maracaibo, p. 8. 118 Parra Pérez, C. (1957), Trazos de Historia Venezolana, Biblioteca Popular, Ediciones del Ministerio de Educación, Nº 61, Caracas, pp. 36-41.
el curso de los hechos en la metrópoli les era desfavorable, no ser
acusados del delito de infidencia.119
En algunos de los actores la inquietud por un movimiento
independentista y autonomista empezó antes de 1810. Juan Germán
Roscio confiesa en 1817: “Ciegamente sacrifiqué mis servicios a la tiranía
Española hasta el año 1809. Cesaron entonces mis servicios por ella, y la
exaltación de mi amor a la Patria, y de los pesares que me daba la
memoria de mi proceder pasado me confirmaba en mi propósito... de
hacer por la Patria hasta lo imposible”.120 Ello demuestra que en el ánimo
de Roscio ya para 1810 estaba claramente definido un concepto de una
“patria” diferente a España.
Para Simón Bolívar nunca hubo duda alguna de que el 19 de abril
de 1810 había marcado el hito de la independencia política de Venezuela.
Todas sus proclamas y decretos después de recobrada la Segunda
República terminan con la fórmula: “1813, 3º de la independencia”,
“1814, 4º de la independencia”, y así sucesivamente, lo cual quería decir
que el año 1810 era considerado el primer año de la revolución
venezolana, tal como el calendario revolucionario de los franceses había
denominado al año 1789 como An I, 1790, An II, etc.
119 Viso, Ángel Bernardo (1982), Venezuela: identidad y ruptura. La historia como estado de conciencia, el pasado con introspección y vivencia colectiva. Alfadil Ediciones, S.A., Caracas, p. 55. 120 Roscio, Juan Germán, El triunfo de la Libertad sobre el Despotismo, tomo II, p. 267. Citado por Willwoll, Guillermo Emilio (1971), “Sesquicentenario de Juan Germán Roscio”, ensayo en Revista de la Facultad de Derecho, N° 49, Universidad Central de Venezuela, Caracas, pp. 119, 120.
El 19 de abril de 1820, Bolívar dirigió una proclama al Ejército
Libertador en San Cristóbal, para referirse al 19 de abril de 1810 en estos
términos: “Soldados: Diez años de libertad se solemnizan en este día… El
diez y nueve de abril nació Colombia: desde entonces contáis diez años de
vida”.121
La Constitución de 1830 reconoció el año de 1810 domo el de la
independencia, al declarar haber sido firmada en “Valencia á 22 del mes
de Setiembre de 1830, 20° de la Independencia”.122
El Congreso aprobó el 25 de Septiembre de 1830 la Resolución N°
30, a través de la cual se indicaba que cada comunicación oficial debía
usar la fórmula que indicase “que este año, es el primero de la ley y el
vigésimo de la independencia”.123
La misma acta del 5 de julio de 1811 reconoce la trascendencia del
19 de abril de 1810, al decir que “…considerando la plena y absoluta
posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente
desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y
la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva
dinastía constituida sin nuestro consentimiento”.124
121 Bolívar, Simón, Discursos y proclamas, El Cid Editor, Buenos Aires, Argentina, 1979, p. 215. 122 Constitución del Estado de Venezuela (1830), en Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, formada por orden del Ilustre Americano, General Antonio Guzmán Blanco, tomo I, Edición Oficial, Caracas, 1874, p. 19. 123 Ibíd., p. 46. 124 Acta del 5 de julio de 1811, en “Documentos históricos”, Academia Nacional de la Historia, en http://www.acadnachistoria.org/documentos/actaindependencia.htm.
No obstante, después de lo ocurrido aquel 19 de abril, se observa
toda clase de posiciones con respecto al destino que habría de asumir la
provincia. Las ideas eran heterogéneas y algunas hasta irreconciliables.
Esto revela que los hechos del 19 de abril de 1810 no habían constituido
un acto “pleno y absoluto” de reasunción de la soberanía, puesto que, tal
como la misma acta lo afirma, se trataba sólo de una “soberanía interina”,
es decir, mientras durase la ausencia del rey.
En 1909, un año antes de cumplirse el primer centenario del 19 de
abril, una comisión de la Academia Nacional de la Historia presentó un
informe sobre un estudio realizado para determinar la trascendencia
histórica de esta fecha. El informe rendía varias consideraciones, entre las
cuales destacan:
1. Que ese día el pueblo rechazó el mando de Emparan, quien
representaba la autoridad regia.
2. Que el reconocimiento de Fernando fue ficticio, según palabras de
Roscio, “por la necesidad de no alarmar a los pueblos”.
3. Que el acta del 5 de julio de 1811 reconoció la trascendencia del 19
de abril en la emancipación política.
4. Que ese día el cabildo de Caracas expulsó a las autoridades
españolas.
5. Que tanto Miranda como Bolívar vieron en la jornada de 1810 el
inicio de la independencia.
6. Que el himno nacional se refiere al 19 de abril cuando Caracas
lanzó el yugo colonial.
En virtud de estas y otras razones, “...la Academia Nacional de la
Historia, reconoce con los Ilustres Próceres fundadores de la Patria, con el
Generalísimo Miranda, precursor de la Independencia, y con el mismo
Libertador Simón Bolívar, que la revolución verificada en Caracas el 19 de
abril de 1810, constituye el movimiento inicial, definitivo y trascendental
de la emancipación de Venezuela”.125 Esta resolución permitió al gobierno
de Juan Vicente Gómez celebrar con toda pompa el primer centenario de
lo que a partir de entonces comenzó a denominarse la “Declaración de la
Independencia de Venezuela” del 19 de abril de 1810.
Trascendencia y significado del 5 de julio
La ambivalencia mostrada por los criollos en 1810 continuaría
hasta el año 1811. Para la instalación del primer Congreso, el 2 de marzo,
la fórmula para el juramento de los diputados era:
¿Juráis a Dios por los Santos Evangelios que vais a tocar, y prometéis a la Patria conservar y defender sus derechos y los del Señor Don Fernando VII, sin la menor relación, o influjo con la Francia; independientes de toda forma de gobierno de la península de España; y sin otra representación que la que reside en el Congreso General de Venezuela; oponeros a toda otra dominación que pretenda ejercer soberanía en estos países, o impedir su absoluta y legítima independencia, cuando la Confederación de sus Provincias la juzgue conveniente; mantener pura, ilesa, e inviolable nuestra Sagrada Religión, y defender el Misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen María Nuestra Señora: promover directa o indirectamente los intereses generales de la Confederación de que sois parte, y los particulares del distrito que os ha constituido; respetar y obedecer las leyes y disposiciones que este Congreso sancione y haga promulgar;
125 Archivo de la Academia Nacional de la Historia, libro de actas, N° 6, (1908-1910) Sesión Ordinaria del 5 de mayo de 1909, Significación histórica del 19 de abril, en http://www.acadnachistoria.org/efemerides/diecinueve_de_abril.htm.
sujetaros al régimen económico que él establezca para su interior gobierno; y cumplir fiel y exactamente los deberes de la diputación que vais a ejercer?
Lo que no constituye sino una ratificación de la declaración de
dependencia a Fernando del 19 de abril de 1810. Sin embargo, pronto se
verá que tras la máscara de vasallaje estaba oculto el verdadero rostro de
la rebeldía, y que esta pretendida postura conservadora de los derechos
de Fernando VII mutará hacia una radical posición antimonárquica y
abiertamente independentista, como lo demuestra la celebración del
primer aniversario del 19 de abril, durante el cual afloraron los
sentimientos antimonárquicos de manera expresa.
Surgió así un proyecto político tendente a conformar un Estado
soberano fundamentado en la participación ciudadana y la
representatividad. Tal proyecto, sin embargo, no fue abrazado en un
primer momento por todos los actores implicados. Los hechos que
enmarcaron la firma del acta de independencia revelan que, a más de un
año después de aquel 19 de abril, aún no se había llegado a un común
acuerdo sobre los pasos que se debían tomar.
El 3 de julio Bolívar interviene en la Sociedad Patriótica,
pronunciando su primer discurso político, en representación de los
jóvenes mantuanos que deseaban la emancipación del país. En su
intervención, Bolívar manifestó su asombro ante la indecisión del
Congreso con respecto a la firma de la independencia:
Se discute en el Congreso nacional lo que debiera estar decidido ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los
resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse en calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan?126 Al día siguiente se cumplían 35 años de la independencia de los
Estados Unidos, y la presión de los mantuanos como Bolívar era para que
Venezuela actuara en consecuencia. Es así como Bolívar termina por
quitar el antifaz de fidelidad tras el cual se escondía aquel movimiento de
independencia que desde el año 08 venía gestando un importante grupo
de la aristocracia criolla.
Sin embargo, no por un acuerdo unívoco. Germán Carrera Damas
cita dos casos emblemáticos que ilustran la complejidad del proceso
histórico. El primero, el presbítero Luis José Cazorla, quien en un
principio vaciló, pero terminó por apoyar la causa independentista. “El
juramento a Fernando VII era lo que me hacía vacilar, pero los discursos
me han convencido de que es tiempo de declarar la independencia”.127
El segundo caso, el presbítero Ramón Ignacio Méndez, quien se
negó a firmar por razones de conciencia: “Seríamos refractarios del
juramento con que nos hemos obligado a conservar los derechos de
Fernando VII por un acto libre y espontáneo al instalarse el congreso. Mi
religión me prohíbe faltar a los juramentos...”.128
126 Bolívar, Simón, Discursos y proclamas, El Cid Editor, Buenos Aires, Argentina, 1979, p. 4. 127 Véase Carrera Damas, Germán (1986), Venezuela: Proyecto Nacional y Poder Social, Editorial Crítica. Grupo Editorial Grijalbo, Barcelona (España), p. 39. 128 Ídem.
Después de las acaloradas discusiones, de los 36 diputados, sólo
Manuel Vicente de Maya se abstuvo de votar por la independencia. El
público, que observaba desde la barra, respondió con efusividad gritando
vivas. En ese mismo instante, tres de la tarde, salió una manifestación
popular encabezada por Francisco de Miranda y Francisco Espejo y otros
miembros de la Sociedad Patriótica, recorriendo las calles de Caracas. En
la plaza mayor, Miranda tremoló la bandera tricolor como “teniente
general de las tropas caraqueñas”.129
La controversia sobre el 24 de enero
El 24 de enero de 1848 el Congreso de la República, con sede en el
convento de San Francisco, fue atacado a somatén por un grupo de
acólitos de José Tadeo Monagas. El saldo de tal ataque fue de unos siete
muertos y varios heridos. Entre los caídos se encontraban José Antonio
Salas, representante de la provincia de Maracaibo, y Santos Michelena,
quien moriría días más tarde a causa de las heridas recibidas.
Este asalto fue producto de las tensiones que empezaron a raíz del
rompimiento de Monagas con los conservadores –quienes lo habían
llevado al poder– y su unión con los liberales. Este distanciamiento no
sería perdonado por los conservadores, quienes, con amplia mayoría en el
Congreso, habrían intentado una treta legislativa para deshacerse del
presidente, consistente en la apertura de un juicio en su contra por
irregularidades en el manejo del tesoro público. Sin embargo, Caracas 129 Fundación Polar (1997), Diccionario de Historia de Venezuela, segunda edición, t. 3, Caracas, pp. 817-818.
observó que el presidente estaba tomando medidas para neutralizar a sus
opositores. La ciudad se vio tomada por milicias armadas que venían de
las ciudades vecinas. El ambiente era de temor ante la inminencia del
choque.
Dilian Ferrer apunta: “…el máximo mandatario no iba a descender
de la alta posición alcanzada y los liberales pretendían conservar el
espacio político obtenido bajo el ala protectora de Monagas”,130 lo cual
sugiere la responsabilidad del primer mandatario en los hechos. Por su
parte, Juan Besson considera esta apreciación como un juicio infundado.
“Monagas era un Magistrado que había venido dando pruebas de buen
gobernante, y aunque lo sucedido con el Congreso fué un acto salvaje,
indigno de un país civilizado, era prematuro juzgar de la total culpabilidad
del mandatario”.131
José Antonio De Armas Chitty asegura que “no han aparecido hasta
hoy pruebas de que [Monagas] ordenase medidas contra la representación
nacional”132 y, citando a Guzmán Blanco, explica que Monagas “estaba
ignorante de lo que tramaba el Directorio Secreto–Directorio Liberal”.133
Sin embargo, en Maracaibo el suceso fue interpretado como una
maniobra de Monagas para eliminar toda instancia de oposición y
130 Ferrer, Dilian (2000), Maracaibo durante el Gobierno de los Monagas. Relaciones de poder y autonomía (1848-1858), Colección V Centenario del Lago de Maracaibo, Biblioteca Temas de Historia del Zulia, N° 2, Maracaibo, p. 31. 131 Besson, Juan (1949), Historia del Zulia, tomo III, Editorial Hermanos Belloso Rossell, Maracaibo, p. 40. 132 Armas Chitty, J[osé] A[ntonio] de (1966), Fermín Toro y su época, Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, Biblioteca Popular Venezolana, N° 107, Caracas, p. 111. 133 Ibíd., p. 113.
arrodillar al Congreso. El 6 de febrero, después de recibirse las noticias,
una multitud de maracaiberos se congregó en la iglesia de San Francisco.
Allí se produjo el pronunciamiento de los “padres de familia, la fuerza
armada y demás ciudadanos”, quienes públicamente manifestaron su
derecho a rebelión y desconocieron la autoridad de Monagas. El
gobernador José Aniceto Serrano publicó un documento impreso
intitulado Pronunciamiento de Maracaibo, en el cual hace constar:
…ajenos de todo interés de partido o personal, con la conciencia de nuestros deberes, movidos del más acendrado patriotismo é impelidos de nuestro amor a las instituciones que afianzan nuestras libertades, proclamando solemnemente á la faz de Venezuela, de todas las repúblicas sud-americanas i del mundo entero: que no toleraremos que ninguna persona ni partido, apropiandose la voz de la mayoría se sobreponga á la voluntad del pueblo consignada en la constitución de 1830, por la cual hemos sancionado que “la nacion venezolana es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de toda potencia ó dominacion extranjera, i que no será nunca el patrimonio de ninguna familia ni persona”.134 En virtud de lo que se considera una actitud criminal del Poder
Ejecutivo, Monagas es declarado “infiel a sus juramentos”, “enemigo i
tirano del pueblo”, “traidor á la patria” y “reo de lesa patria”, por lo cual los
maracaiberos le declaran la guerra en apoyo al Ciudadano Esclarecido,
Gral. José Antonio Páez.
La acción política que a continuación emprendió Monagas
desconociendo las autonomías regionales, garantizadas parcialmente por
la constitución centro–federal, acusa su interés por neutralizar toda
instancia de oposición, nombrando a dedo a los gobernadores de las 134 AHEZ, año 1849, t. 24, leg. 145, f. 5. Pronunciamiento de Maracaibo en relación con los sucesos del 24 de enero de 1848. Documento impreso. Maracaibo, 6 de febrero de 1848.
provincias e imponiendo a sus afectos en el Congreso, con lo cual
aseguraba su control total del país. Esta actitud centralizadora
convencería a los maracaiberos de la justicia de su posición de
desconocimiento del régimen de Monagas.
Significado del 28 de octubre
La cuarta y última festividad republicana considerada en este trabajo está relacionada con el natalicio del Libertador. Simón Bolívar nació la noche del 24 de julio de 1783. Este hecho no era desconocido ni por la familia ni por los amigos del Libertador, como lo comprueba la carta que le remite Rafael Urdaneta el 26 de julio de 1820 en la que le dice: “Que V. haya pasado un buen día de su cumpleaños con menos lluvia que aquí y que disponga de su apasionado amigo”.135
Desde 1820 Bolívar comenzó a celebrar su cumpleaños en privado no el 24 de julio, sino el 25, en virtud del triunfo que habían conquistado los patriotas en el pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819. Ello parece acusar cierta intencionalidad de Bolívar por vincular su acción política con los valores religiosos del pueblo. Sus amigos y allegados celebraban el 25 de julio en privado, aún en ausencia del Libertador. Antonio José de Sucre le escribe desde La Paz el 28 de julio de 1825: “El 25 en la tarde he llegado á esta ciudad; tuve el gusto de brindar en la comida por el nacimiento de Bolívar, y por el de Colombia en la batalla de Várgas. Todas las cosas de Usted Las recordamos con gusto y entusiasmo”.136
Sin embargo, la celebración pública del cumpleaños de Bolívar se efectuó cada 28 de octubre durante todo el siglo XIX, y continuó celebrándose ya entrado el siglo XX, hasta que fue sustituida por el 24 de julio en 1918.137 A este respecto comenta José María Salvador: “Resulta sorprendente que ni el propio Bolívar ni ninguno de sus familiares hayan desmentido o se hayan opuesto al error oficial en la fecha del natalicio del Libertador, permitiendo, por el contrario, que dicho «aniversario» se siguiese celebrando oficialmente el 28 de octubre”.138 Esta contradicción se explica sólo por la decisión voluntaria y el deseo conciente de Bolívar de que su cumpleaños fuese celebrado el 28 de octubre, día de San Simón. ¿Para qué tomar una decisión de este tipo?
135 Carta del general Rafael Urdaneta a Bolívar, (San Cristóbal, 26 de julio de 1825), en Romero Luengo, Adolfo (1984), Bolívar y Urdaneta…, p. 237. 136 Carta de Sucre a Bolívar, (La Paz, 28 de octubre de 1825), en O’Leary, Daniel Florence, Memorias, Edición facsimilar del original de la primera edición con motivo de la celebración del Sesquicentenario de la Muerte de Simón Bolívar, Padre de la Patria, Ministerio de la Defensa, Caracas, 1981, tomo 1, p. 280. 137 Fundación Polar, Diccionario…, t. 2, p. 351. 138 Salvador, José María (2001), Efímeras efemérides…, p. 159, nota 2.
Nuevamente, Bolívar recurre a los valores religiosos de la población para validar su acción política. Esta táctica de vincular la acción política con la fe religiosa fue utilizada por prácticamente todos los próceres hispanoamericanos. Por ejemplo, en México la imagen de la virgen de Guadalupe fue inmediatamente invocada en cada acto realizado por los patriotas, con una clara intencionalidad legitimadora. Bolívar felicita a los mexicanos por esta atinada estrategia:
Felizmente los directores de la independencia de Méjico se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto, proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión, que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en Méjico es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.139
Esta religiosidad a la que Bolívar califica de “fanatismo” se
fundamenta en la predisposición popular de preferir la fe en Dios antes
que ninguna otra cosa, así como rechazar cualquier hecho que contradiga
tal principio.
En el pensamiento ilustrado, la religión, considerada en relación
con la sociedad, puede ser aprovechada por el Estado para conquistar el
afecto de los ciudadanos, convirtiendo los valores sociopolíticos en
principios de fe, constituyéndose lo que Rousseau llama la “religión civil”.
Así, “haciendo de la patria el objeto de la adoración de los ciudadanos, les
enseña que servir al Estado es servir al Dios tutelar”.140 Esta profesión de
fe incluye un sistema de dogmas sociopolíticos, según los cuales habrá de
conducirse la sociedad y que, al ser violados, otorgan al Estado el derecho
de aplicar la justicia contra el inadaptado. Rousseau clasifica estos
dogmas en positivos y negativos. 139 Bolívar, Simón, “Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla”, Kingston, 6 de septiembre de 1815, en Salcedo Bastardo, J.L (2001), Bolívar, 7 documentos esenciales, Caracas, p. 34. 140 Rousseau, Jean-Jacques, El Contrato Social…, p. 142.
Los dogmas de la religión civil deben ser sencillos, pocos, enunciados con precisión, sin explicaciones ni comentarios. La existencia de la divinidad poderosa, inteligente, benéfica, previsora y providente, la vida futura, la felicidad de los justos, el castigo, de los malos, la santidad del contrato social y de las leyes: he aquí los dogmas positivos. En cuanto a los negativos, los reduzco a uno solo: la intolerancia; forma parte de los cultos que hemos excluido.141 En este sentido, conviene al Estado que el ciudadano profese una
religión que lo haga amar sus deberes. Luego, en el caso
hispanoamericano, si los patriotas podían vincular su causa con la fe
católica, el resultado sería el apoyo popular a la causa emancipadora. Ello
explica el proceder de los mexicanos durante la guerra de independencia.
Los patriotas comprendieron el influjo de de la iglesia en el pueblo,
y ponderaron la utilidad de usufructuar este influjo en beneficio de la
causa emancipadora. En junio de 1815 el secretario de Estado de Nueva
Granada, Crisanto Valenzuela, le escribe a un sacerdote de Santa Fe:
En el Venerable Clero de la Nueva Granada mira el Gobierno general uno de los apoyos más firmes de la causa de su libertad é independencia política: conductores del pueblo en su asociación espiritual, los individuos de este Cuerpo respetable no pueden dejar de conformarlo á los principios de la sociedad política, que se perfecciona por aquélla. La religión sublime de Jesucristo no eleva al hombre sino sobre la base del más exacto cumplimiento de sus deberes, y por consiguiente, las instrucciones pastorales no llenarían su objeto si no inculcasen los que el ciudadano tiene para consigo mismo en el conocimiento y defensa de sus derechos, para con la Patria en amarla y servirla, y para con las autoridades constituidas en la estimación y en la obediencia que le debe.142
141 Ídem. 142 Carta de Crisanto Valenzuela a un cura de Santa Fe, (junio de 1815), en O´Leary, Daniel Florence, Memorias, tomo 14, p. 271.
Por tal razón, una vez en el poder los patriotas presionaron al clero
para que desde los púlpitos se instruyera a los pobladores en relación con
la nueva realidad política. Valenzuela gira instrucciones al cura a quien
remite la misiva, en el sentido de que:
…se aceleren los efectos del patriotismo y celo del Venerable Clero, exhortando y promoviendo á los ciudadanos á que concurran cada cual según sus facultades, bien sea con dinero, bien con frutos y artículos de cosecha é industria, para la subsistencia de los ejércitos satisfaciendo así á los deberes que para con la Patria les impone el cuarto precepto del Decálogo en los oficios para los padres, según la declaración de un concilio nacional en Francia.143 Esta intención de mover la opinión pública llevó a la celebración de
misas, cantos de Te Deum y fiestas solemnes, entre las cuales estaba la
del día de San Simón. Al celebrar el día de San Simón, los próceres hacían
un juego político por vindicar su actuación ante los habitantes. Celebrar
el natalicio de Simón Bolívar y el día de San Simón era fusionar los
valores religiosos con los sociopolíticos, como si se tratasen de una misma
cosa, como si los unos no tuviesen sentido sin los otros.
143 Idem.
CAPÍTULO III LA ORGANIZACIÓN DE LAS FIESTAS
CAPÍTULO III
LA ORGANIZACIÓN DE LAS FIESTAS
Burocracia y jerarquía en el gobierno de la República de Venezuela (1834-1862)
La ciudad de Maracaibo fue la capital de la provincia del mismo
nombre entre 1830 y 1862. La provincia se dividía en cinco cantones:
Maracaibo o Capital, Perijá, Zulia, Gibraltar y Altagracia. A su vez, el
cantón Maracaibo estaba conformado por tres parroquias: Matriz, Santa
Bárbara y San Juan de Dios.144 Su escasa población no obstó para que
fuese la segunda ciudad de la república.145 La elección de las autoridades
regionales respondía a un principio constitucional que integraba
elementos centralistas y federalistas, otorgándose de este modo cierto
grado de autonomía a las provincias, al tiempo que se garantizaba la
supremacía del poder central sobre toda la república.
Bajo la figura del presidente de la República subyace toda una
armazón jerárquica de autoridades fundamentada en la Constitución de
1830 y descrita en detalle por la Ley de Provincia aprobada el 14 de
octubre de 1830. El gobernador, entendido como la máxima autoridad
política de la provincia, quedaba definido como un poder “inmediato del
144 En 1844 se formó además una cuarta parroquia: Santa Lucía. Sin embargo, para los efectos de esta investigación, se consideraron sólo las tres primeras parroquias, las cuales constituyeron siempre el escenario en el cual se llevaba a efecto la puesta en escena de la nación. 145 La ciudad tenía, en 1837, unos 22.093 habitantes; en 1839 tenía unos 26.881, y en 1854, contaba con 53.490 habitantes. Besson, Juan, (1949), Historia del Zulia, t. III… p. 506; Cardozo Galué, Germán (1991), Maracaibo y su Región Histórica. El Circuito Agroexportador 1830-1860, Universidad del Zulia, p. 156.
Poder Ejecutivo”,146 y era nombrado por el presidente de la República a
partir de las ternas que presentaban las diputaciones provinciales. Según
la Ley de Provincia, al gobernador le estaban subordinados todos los
funcionarios civiles, militares y eclesiásticos, sin excepción ninguna.
Una de las funciones principales del gobernador era “comunicar y
circular todas las leyes y los decretos y órdenes del Poder Ejecutivo”, para
lo cual debía exigir recibo de tales instrucciones giradas.147 Después del
gobernador de la provincia estaban los jefes políticos de los cantones,
quienes presidían el Poder Municipal, y habían sido escogidos por el
gobernador.
La publicación de las leyes y decretos debía hacerse según las
siguientes instrucciones:
La solemnidad debida de que se habla en el artículo 101 de la Constitución, consistirá en la publicación por bando en los parajes públicos y acostumbrados de las respectivas ciudades, villas y parroquias. Esta publicación se hará por el secretario municipal en las cabeceras del canton y por medio de los jueces de paz o sus secretarios en las parroquias, siendo obligación de los jefes políticos, hacer registrar la publicacion de las leyes en la respectiva oficina de registro subalterna, con arreglo á la ley que establece las oficinas de registro. Miéntras se establecen estas oficinas llevarán dicho registro los jefes políticos en las cabeceras del canton, debiendo pasarlo al registrador luego que lo haya; pero en las parroquias lo llevarán siempre los jueces de paz.148
146 “Ley 48 del 14 de Octubre de 1830 sobre el Régimen y Organización Política de las Provincias”, art. 2°, en Recopilación de Leyes…, t. I, p. 71. 147 “Ley 48 del 14 de Octubre de 1830 sobre el Régimen y Organización Política de las Provincias”, art. 11º, en Recopilación de Leyes…, t. I, p. 72. 148 “Ley 324 del 24 de abril de 1838, que reforma la Ley de Provincia del 14 de octubre de 1830”, art. 10º, § único, en Recopilación de Leyes…, t. I, p. 412.
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XIX
Quedaba así estructurada la jerarquía republicana sobre la base de espacios graduales de poder, que iban desde el ámbito parroquial más inmediato hasta el entorno presidencial. En tal virtud, ante el gobierno nacional, los responsables directos del cumplimiento de las leyes y decretos en las provincias eran los gobernadores. Ante los gobernadores, los responsables de que tales leyes y decretos fueran publicados en todos los cantones de las provincias eran los jefes políticos de los cantones, y ante los jefes políticos, los responsables de esta publicación en las parroquias eran los jueces de paz y los secretarios. De esta manera se garantizaba que todas las leyes y decretos emanados del poder central llegaran a cada ciudad, pueblo o caserío de la república. La organización y preparación de los actos se hacía con estricto apego a un programa que debía pasar por todas las autoridades locales y provinciales antes de ser aprobado.
Para garantizar el cumplimiento de los actos y evitar inconvenientes y sobresaltos indeseados, las autoridades intercambiaban órdenes y solicitudes, con las cuales se pretendía solucionar cualquier imprevisto que de alguna manera pudiera entorpecer la celebración. Sólo para la celebración del 19 de abril de 1840 aparece un total de 27 comunicados con diferentes instrucciones entre las diferentes autoridades provinciales y regionales.
Los preparativos para las fiestas nacionales
En la celebración de las fiestas republicanas quedaba expresado el
entramado sociopolítico establecido en la Constitución Nacional y en la
Ley de Provincia. El decreto del 14 de abril de 1834 sobre las fiestas
nacionales estipulaba que el Poder Ejecutivo Nacional quedaba
“especialmente encargado de hacer solemnizar los dos grandes dias
nacionales, de la manera más digna y propia recordándolo á los pueblos
con la anticipación y solemnidad necesarias.149
En este sentido el Poder Ejecutivo, por medio de la Secretaría del
Interior y Justicia, emitía comunicados a todas las provincias cuando se
acercaba una de las fiestas nacionales, para notificar a los gobernadores
149 “Decreto 167 del 16 de abril de 1834, declarando grandes días nacionales el 19 de abril y 5 de julio”, en Recopilación de Leyes… t. II, pp. 169, 170.
que debían asegurarse de que la fiesta fuera debidamente celebrada en
sus respectivas jurisdicciones. Estos comunicados podían hacerse hasta
con un mes de antelación. Por ejemplo, para la celebración del 5 de julio
de 1847, el comunicado emanado de Caracas fue redactado desde el 26 de
mayo. El entonces ministro del Interior y Justicia le indica al gobernador
de Maracaibo:
El 5 de Julio anniversario [sic] de la Independencia de Venezuela, es gran dia nacional y debe celebrarse en toda la República con la solemnidad correspondiente. Tengo el honor de recordarlo a US. de orden de Su Excelencia y en cumplimiento del artículo 3° del Decreto de 16 de abril de 1834.150
Una vez prevenido, el gobernador remitía a su vez sendos
comunicados a los jefes políticos de los cantones de la provincia, para que
se cercioraran de que en cada cantón se celebrase la fiesta con la
solemnidad que exigía la ley. En 1847, después de recibir el comunicado
de Caracas, el gobernador de la provincia de Maracaibo José Aniceto
Serrano giró instrucciones a los jefes políticos de los cantones Capital,
Perijá, Altagracia, Zulia, y Gibraltar, indicándoles:
El 5 de julio aniversario de la Independa de Venezuela, es gran día nacional i debe celebrarse en toda la República con la solemnidad correspondiente. Lo recuerdo á Usted para que en ese canton se verifique esta celebración de la manera más digna i propia, estimulándose al efecto el patriotismo de sus habitantes, sin cuya cooperación nada podrá hacerse.151
150 AHEZ, 1847, t. 25, leg. 20, ff. 9 y 9 vto. Comunicado de la Secretaría del Interior Justicia al gobernador de la provincia de Maracaibo en relación con la celebración del 5 de julio de 1847. Caracas, 26 de mayo de 1847. 151 Idem.
Informados los jefes políticos, éstos se ponían en contacto con el
Concejo Municipal para que deliberara en torno a los actos con los que
había de solemnizarse la fiesta respectiva. El Concejo nombraba de su
seno una comisión que se encargaría de preparar el programa. Una vez
preparado el programa, la comisión lo presentaba a la Cámara Municipal
para su consideración, a fin de que se incluyeran los cambios pertinentes.
Al ser aprobado por el Concejo, el jefe político del cantón lo notificaba al
gobernador remitiéndole una copia del programa. Entonces el gobernador
se ponía en contacto con las corporaciones y personalidades de la
localidad para que cada punto del programa estuviera preparado para la
fiesta.152
El programa incluía tres tipos de actos a celebrarse: religiosos,
cívico-militares y lúdicos. Quedaba redactado con lenguaje de marcado
estilo neoclásico, con frecuentes alusiones a la mitología grecorromana, y
además pródigo en exultaciones a la gloria patriótica y a la unidad
nacional. El Concejo Municipal de Maracaibo confiesa en 1861 que las
fiestas nacionales eran “el modo más eficaz de conservar el orgullo
nacional”.153 Su propósito era, pues, mover la opinión pública de los
maracaiberos hacia el proyecto nacional dirigido desde la capital de la
república.
152 El comandante de armas recibía instrucciones para que preparara las tropas para el desfile y las descargas, y el vicario de la iglesia Matriz recibía instrucciones para organizar la misa y el canto del Te Deum. 153 AHEZ, Año 1861, tomo 8, leg. 12, f. 12. Programa para la celebración del 5 de julio de 1861. Maracaibo, 27 de junio de 1861.
Tanto el número de los actos incluidos como la calidad de los
mismos dependían de variables como los fondos disponibles, la
creatividad de los participantes y la aceptación que ante el pueblo tenía la
administración de turno. Cuanto más necesitado se veía un gobierno de
legitimar su acción política ante los ciudadanos, tanto más hincapié hacía
en la celebración de las fiestas nacionales. Se ve así el régimen
monaguista, deslegitimado ante la opinión pública maracaibera a raíz de
los hechos del 24 de enero de 1848, demandando la celebración de las
fiestas nacionales de manera enfática. Los programas para las fiestas
nacionales entre los años 1849 y 1858 son extensos y con un notable
incremento cualitativo y cuantitativo en los actos incluidos. (Véase Anexo
Nº 4).
Al pasar las festividades, cada jefe político remitía un comunicado al
gobernador para hacer constar que se había cumplido con lo estipulado
en la ley, así como para informar de cualquier irregularidad en relación
con la fiesta.
A través de este complicado procedimiento, cargado de mucha
tramitación y papeleo de acuerdo con las exigencias de la ley, el poder
central garantizaba el cumplimiento de su voluntad hasta en el último
rincón de la república.
El costo de las fiestas
La celebración de las fiestas implicaba gastos que podían ascender
a niveles considerables, por lo cual el gobierno debió hacer provisión para
sufragar estos gastos. En tal sentido, el Congreso aprobó una ley el 14 de
octubre de 1830, estipulando que las rentas municipales en todas las
ciudades, villas y parroquias debían destinar un renglón para sufragar los
gastos de las fiestas nacionales y patronales.154
Sin embargo, la crisis económica que producía la caída de los
precios en el mercado mundial afectó más de una vez la administración
pública durante estos primeros años de vida republicana,155 por lo cual
los gastos como los que implicaba la celebración de las fiestas nacionales
en Maracaibo representaron una carga para las autoridades municipales.
Para la celebración del 19 de abril de 1837, el señor Manuel Arocha
–para entonces presidente del Concejo Municipal– se dirige al gobernador
de la provincia para informarle que el Concejo había acordado la
celebración del 19 de abril siguiendo las instrucciones emanadas del
soberano Congreso, pero que debido a la “pequeña cantidad” de dinero
con que se contaba, la fiesta habría de quedar reducida a una misa
solemne “...con oración y Te Deum por la mañana, y por la tarde, la
publicación con musica del decreto del Soberano Congreso que manda
celebrarlo...”,156 así como algunas salvas de cañón.
154 Véase “Decreto del 14 de Octubre de 1830 estableciendo las rentas municipales y su destino” en Recopilación de Leyes…, t. I, p. 96. 155 Por ejemplo, en 1837 ocurrió una sobreproducción mundial que afectó los precios de los principales productos de exportación de Venezuela. El cacao, que para 1830 se cotizaba a 20 pesos la fanega, descendió a 16 pesos. El café, de 15 pesos por quintal, bajó a 6 y 5 pesos en 1837, y a 3 pesos en 1843. Véase Brito Figueroa, Federico (1979), Historia Económica y Social de Venezuela…, t. I, p. 233. 156 AHEZ, año 1843, t. 12, ff. 1 y 1 vto. Comunicado del presidente del Concejo Municipal al gobernador de la provincia en relación con la celebración del 19 de abril de 1837, Maracaibo, 17 de abril de 1837.
Para enfrentar la carencia de fondos, la municipalidad debió
recurrir con frecuencia a la práctica de las “suscripciones” que consistían
en un aporte que hacían los miembros del Concejo Municipal, voluntario y
proporcional a las capacidades de cada uno, para garantizar el
cumplimiento de la festividad, práctica ésta que se había heredado del
reciente pasado colonial.157 (Véase Cuadro 2).
Cuadro 2 Suscripción para sufragar los gastos de la
corrida de toros en la fiesta del 5 de julio de 1847 Suscriptor Aporte (en pesos)
El Concejo Municipal 1, 50 El gobernador 5, 00 El administrador Angulo 2, 40 José Ignacio Matheus 2, 40 José Antonio Salas 2, 40 Francisco S. Casanova 5, 00 Bernardo Casanova 5, 00 M. M. Martín 2, 40 José María Bohórquez 2, 50 M. Aranguren 5, 00
Total 33, 50 Fuente: AHEZ, año 1847, t. 25. leg. 20, f. 15.
157 Por ejemplo, para la celebración de la jura de Carlos IV en Maracaibo en 1790, el Muy Ilustre Ayuntamiento de Maracaibo acordó hacer un fondo común con la participación de los diferentes gremios y las autoridades locales. Al efecto, el gobernador Primo de Rivera aportó la tercera parte de su sueldo mensual, lo mismo que el auditor de guerra y algunos vocales del ayuntamiento. Véase al respecto, Berbesí de Salazar, Ligia (2002), Vínculos, símbolos y poder en el gobierno provincial de Maracaibo, 1787-1812, tesis doctoral, La Universidad del Zulia, Maracaibo, p. 302.
El poder central era enfático en la exigencia de la celebración de las
fiestas, y en este sentido presionaba a las localidades para que no
omitieran “ningún esfuerzo de su parte para cumplir satisfactoriamente
con el encargo”.158 A pesar de estas instrucciones, los propios miembros
de los concejos municipales no escapaban a la crisis económica, por lo
que el cumplimiento de las fiestas no siempre podía garantizarse. Desde el
cantón Gibraltar se informó al gobernador el 23 de abril de 1838:
...encontrándose que la renta se halla vastantemente destituida de haver y conciderando que con una simple subscripción entre los mismos que componen la Corporación puede garantizarse en alguna manera [la celebración], procedió a verificarse comenzando por el Señor alcalde 1° municipal quien ofreció dieciséis reales, el municipal 1°, el id. 2° y el sindico procurador que nada ofrecieron por hallarse en suma escases, el Señor Presidente ofrecio cuarenta y ocho reales, y el secretario de la corporación treinta y ocho reales que componen la minima suma de doce pesos con los cuales se proporcionará el modo de su inversión á proporción de tan pequeño haber.159
Para la celebración del 19 de abril de 1841 en el despacho del
gobernador de Maracaibo se recibieron varios comunicados desde todos
los cantones de la provincia en este mismo tenor. Desde Perijá se solicitó
ayuda al gobernador. El día 23, en el reporte del cumplimiento de la
solemnización, el jefe político de Perijá aclaraba que se había cumplido
con todos los actos, pero sólo con “algunas pequeñas descargas”. Desde el
cantón Zulia se informaba que, debido al poco dinero erogado por la
158 AHEZ, año 1843, tomo 12, leg. 16, f. 21 vto. Comunicado del gobernador de la provincia al jefe político del cantón capital sobre la celebración del 5 de julio de 1838. Maracaibo, 2 de julio de 1838. 159 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 17 y 17 vto, Comunicado del jefe político de Gibraltar al gobernador de la provincia dando fe de la celebración del 19 de abril de 1838 en ese cantón, Gibraltar, 23 de abril de 1838.
diputación provincial para la fiesta, no se podría solemnizar como en los
años anteriores. Desde Altagracia se informaba que, debido a la pequeña
suma con que se contaba ―10 pesos― no se había podido celebrar la
fiesta.160
En la capital de la provincia la situación no era muy diferente. Para
los actos religiosos del 19 de abril de 1838, el Concejo Municipal esperaba
que “en la Misa y Tedeum quizá no se hará costo, por que se suplicará al
Venerable Vicario, solicite de la bondad del Venerable Clero lo haga gratis
como en otras ocaciones en que el Concejo ha quedado muy agradecido,
pero que si es muy conveniente que ellos de acuerdo con el Presbítero
Rafael Torrens (que se prestará gustoso) acuerden el adorno del
templo”.161 Para la celebración del 5 de julio en el año 1843 el Concejo
Municipal se vio precisado a nombrar una comisión para recoger una
suscripción “...con el fin de aumentar los recursos que son necesarios
para esta función”.162
La subida de los precios del café y el cacao permitían un respiro a
las arcas públicas, y las provincias podían contar con un presupuesto con
la capacidad suficiente como para permitirles destinar una partida a la
celebración de las fiestas nacionales.
160 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 87, 93, 95 y 115, Reportes de los jefes políticos de los cantones Perijá, Gibrlatar, Zulia y Altagracia al gobernador de la provincia sobre la celebración del 5 de julio de 1841. 161 AHEZ, Año 1843, tomo XII, leg. 16, f. 10. Acuerdo del I.C.M. en relación con la celebración del 19 de abril de 1838. Maracaibo, 5 de marzo de 1838. 162 AHEZ, año 1843, tomo 12, leg. 16, f. 171 vto, Programa presentado por la comisión del Concejo Municipal para la celebración del 5 de julio de 1843. Maracaibo, 31 de mayo de 1843.
En 1855 el Concejo Municipal erogó ciento cincuenta pesos con los
cuales se cubrieron todos los gastos previstos para la fiesta del 5 de julio.
Estos gastos incluían la música, los aranceles por servicios de la iglesia, el
premio al primer lugar en la competencia de regata, y el adorno de los
diferentes edificios públicos (Véase Cuadro 3).
La cantidad erogada por el Concejo no sólo bastó entonces para
cubrir los compromisos de esta fiesta, sino que además hubo un
excedente de unos treinta y siete centavos y medio.
Cinco días después de la fiesta la comisión organizadora remitió un
comunicado al Concejo Municipal solicitando que aquel remanente fuera
utilizado para reembolsar un gasto adicional que se había hecho por
concepto de salvas de fusilería, alegándose que el Concejo contaba con
otros excedentes que habían sobrado de las otras fiestas nacionales
anteriores (léase, 24 de enero y 19 de abril), lo cual da a entender que los
ciento cincuenta pesos que erogaba la municipalidad eran suficientes
para cubrir los gastos de cada fiesta nacional.163
Cuadro 3 Detalle de gastos para la celebración del 5 de julio de 1855
Descripción Valor (en pesos) 100 esquelas para el convite de la fiesta 4, 00 Cucaña para juego 10, 00 Cercado de la plaza Matriz para encierro de toros 30, 00 Globo aerostático 9, 00 Premio para el ganador de la regata 27, 125 Estipendio al cura y diáconos y gastos de incienso para el Te Deum
4, 125
Cera para luminarias y adornos para la iglesia Matriz 5, 75 Cuadro de transparente 6, 25
163 AGAM, vol. 5, años 1855-1857, f. 38. Solicitud de la comisión encargada de la fiesta del 5 de julio de 1855 al Concejo Municipal para rembolsar un gasto adicional efectuado por concepto de tiros de salva. Maracaibo, julio 10 de 1855.
Música de coro para el Te Deum 6, 00 Música de aire para varios actos 15, 00 Luminarias para la sala del Concejo 3, 00 Fuegos artificiales 16, 00 Fuegos artificiales adicionales 6, 50 Alquitrán para antorchas 1, 875 16 lámparas para el balcón del Concejo 5, 00
Total 149, 625 Fuente: AGAM, Expedientes Diversos, vol. 5, años 1855-1857, ff. 33-37 vto.
Con estos excedentes, según la comisión, podría cubrirse el gasto de
53 pesos y 50 centavos que se habían empleado en comprar balas de
salva para la fiesta.
El problema de las fiestas religiosas
Otro problema que debió solucionar el gobierno central para la
celebración de las fiestas nacionales fue el elevado número de festividades
religiosas que venían celebrándose desde el periodo colonial, las cuales
prácticamente se llevaban a cabo durante todo el año e implicaban
grandes esfuerzos para las localidades.164 Añadir, como pretendía el
gobierno nacional, la celebración de dos fiestas nacionales, significaba
una carga más.
Si se disminuía el número de las fiestas religiosas el gobierno podía
disponer de un espacio propicio para las fiestas nacionales. Sin embargo,
tal disminución no podía hacerse, pues estas festividades habían sido
explícitamente ordenadas por Roma. Para resolver el problema, el 15 de
164 Para el caso de Maracaibo, Ligia Berbesí de Salazar cuantifica al menos 31 fiestas religiosas anuales celebradas entre 1787 y 1812, de las cuales 23 eran fijas y las 8 restantes eran móviles. Berbesí de Salazar, Ligia (2002), Vínculos, símbolos y poder…, pp. 291, 292.
mayo de 1836 el Congreso de Venezuela decidió presentar al papa
Gregorio XVI una solicitud para reducir los días de fiestas religiosas,
alegando las siguientes razones:
1. Que eran tantos los días festivos que se celebraban en Venezuela,
que en lugar de beneficiar a la causa católica, la perjudicaban, al
obligarse constantemente a los campesinos a interrumpir el trabajo
de la tierra para observar los asuetos de tales festividades.
2. Que existían tan pocas iglesias en la república, que los fieles se
veían obligados a recorrer largos caminos para poder asistir a la
misa, lo que implicaba sortear caudalosos ríos, y causaba fatiga y
pérdida de tiempo.
3. Que el repetitivo ocio en que incurrían los habitantes por el exceso
de días de fiestas religiosas representaba un alto riesgo para el
cultivo de los vicios y perversiones.165
En respuesta, el papa Gregorio XVI emitió una bula el 20 de junio de
1837 a través de la cual aprobaba la solicitud de Venezuela de reducir los
días de fiestas religiosas en la república. Gregorio autorizó al arzobispo de
Venezuela, Ramón Ignacio Méndez, reducir las fiestas a las siguientes:
• Todos los domingos como días de reposo.
• Las cinco fiestas aniversarias de la Circuncisión, de la Epifanía, de
la Ascensión, del Santísimo Cuerpo de Cristo y de la Natividad del
Señor.
165 “Decreto 231 del 15 de marzo de 1836, disponiendo que el Ejecutivo solicite de Su Santidad la disminución de los días festivos”, en Recopilación de Leyes…, t. I, p. 293.
• Las cinco fiestas de la virgen María: la Purificación, la
Anunciación, la Asunción, la Natividad, y la Concepción.
• Las fiestas de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
• La fiesta de todos los santos.166
Según esta disposición, el día de San José podría observarse con tan
sólo asistir a la misa, sin tener que cesar el trabajo. Las fiestas patronales
de cada ciudad y villa podrían observarse el domingo inmediato posterior,
siempre que ese domingo no coincidiera con las fiestas arriba
mencionadas. En cuanto a los ayunos impuestos para las fiestas
suprimidas, quedaban abolidos, con la condición de que estos ayunos
fueran transferidos a las ferias sextas y a los sábados de adviento, pero
permitiéndose comer huevos y “lactinios”.
De esta manera obtuvo el gobierno un recurso legal que le permitió
disponer de fondos y tiempo para festejar la unidad nacional en todos los
rincones de la república.
166 “Decreto 388 del 16 de marzo de 1840, dando pase a la bula de Su Santidad sobre eliminación de días festivos”, en Recopilación de Leyes y decretos…, t. I, pp. 551, 552.
CAPÍTULO IV EL CEREMONIAL EN LAS FIESTAS NACIONALES
EN MARACAIBO (1834-1862)
CAPÍTULO IV EL CEREMONIAL EN LAS FIESTAS NACIONALES
EN MARACAIBO (1834-1862)
La regulación de las fiestas nacionales
El ordenamiento legal para la celebración de las fiestas nacionales
entre 1834 y 1862 se realizó por la vía de decretos. Estos decretos
emanaron del poder legislativo o bien del poder ejecutivo, dependiendo de
las circunstancias políticas que se vivían en el momento. (Véase Cuadro
4). Sin importar los cambios políticos ni los actores de turno, dos fiestas
se mantuvieron incólumes durante todo el periodo, y fueron celebradas
fielmente por cada gestión. Ellas fueron las del 19 de abril y 5 de julio.
La celebración del 24 de enero correspondió al periodo del
monagato, pues fue derogada tan pronto asumió el poder Julián Castro en
1858. En cuanto al día de San Simón, que venía celebrándose en
Colombia de manera consuetudinaria desde 1821, se oficializó también
bajo la tutela de José Tadeo Monagas. Los festejos para todas las fiestas
incluían dos tipos de actos ceremoniales: los religiosos y los cívico-
militares. Además, se incluía un tiempo para el júbilo y las diversiones
públicas.
Por actos ceremoniales se entienden todas las “acciones expresivas
asociadas a estados sociales donde las instituciones político-legales
revisten crucial importancia y en tal sentido, son actos confirmatorios,
ratificadores.167
167 Leal, Carole (1990), El discurso de la fidelidad…, p. 102.
Cuadro 4 Decretos que regularon las fiestas nacionales (1834-1862)
Decreto N° Fecha Fiestas reguladas Observaciones 167
(Congreso Nacional)
16 de abril de 1834
- 19 de abril - 5 de julio
Se consagran el 19 de abril y el 5 de julio como las dos fechas de la emancipación y la transformación política de Venezuela y su elevación al rango de nación. Se encarga al gobierno central la obligación de garantizar el fiel cumplimiento de estas fiestas en todo el territorio nacional.
694 (Congreso Nacional)
14 de marzo de
1849
- 24 de enero - 19 de abril - 5 de julio
- 28 de octubre
Se consagra el 24 de enero (de 1848) como el día en que el pueblo recuperó su libertad. Se oficializa la fiesta del 28 de octubre como el natalicio del Libertador.
1.144 (General
Julián Castro)
19 de junio de
1858
- 19 de abril - 5 de julio
- 28 de octubre
Se borra el 24 de enero de entre las fiestas nacionales por ser un día en que ocurrieron “hechos lamentables” cuando los Congresos de Venezuela perdieron “su majestad e independencia”.
Fuente: Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, tomos I, II y III, Caracas, 1874. Véase Anexo Nº 1.
Dependiendo de los recursos disponibles, los actos para las fiestas
nacionales podían variar desde la más modesta función de iglesia hasta el
más ostentoso despliegue de ceremonias, convites y atracciones. La
calidad de la fiesta hablaba no sólo del deseo de la ciudad por mostrar su
apego al pacto social establecido con la República de Venezuela, sino
además por exteriorizar del modo más suntuoso posible la prosperidad
económica de la región, prosperidad que era atribuida al sistema liberal
adoptado por la República, lo cual permitía augurar la prosperidad de
Maracaibo si mantenía su adhesión a la nación venezolana. Los festejos
quedaban estructurados rígidamente de acuerdo con el programa
preparado por el Ilustre Concejo Municipal, diseñado con suficiente
tiempo de antelación, y nada se dejaba al azar.168
Los actos inaugurales
Los actos se iniciaban desde el día de la víspera, con “repique
general de campanas” de todas las iglesias, y música. Este acto podía
iniciarse desde el amanecer, o al mediodía, o al caer la tarde, o bien
repetirse las tres veces. Para el 19 de abril de 1838 se estipuló que el alba
de la víspera “…se inducirá con repique jeneral, cajas de guerra y musica,
lo que se repetirá á las doce del dia y al anochecer”.169 Los actos quedaban
formalmente inaugurados con la publicación por bando en las tres plazas
de la ciudad (Matriz, Santa Bárbara y San Juan de Dios) a cargo del
secretario municipal acompañado por la tropa de reserva, la cual estaba
integrada por 20 ó 25 soldados.170 Este bando anunciaba el decreto que
ordenaba la celebración de la fiesta, y debía publicarse en la víspera de la
fiesta, bien fuera desde el mediodía o al caer la tarde.171 (Véase Anexo Nº
3).
168 Salvador, José María (2201), Efímeras efemérides… pp. 399, 400. 169 AHEZ, Año 1843, t. 12, leg. 16, f. 10. Acuerdo del Ilustre Concejo Municipal en relación con la fiesta del 19 de abril de 1838. Maracaibo, 5 de marzo de 1838. 170 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 37. Comunicado del gobernador de la provincia al comandante de armas en relación con la celebración del 19 de abril de 1840. Maracaibo, 12 de abril de 1840. 171 AHEZ, Año 1843, t. 12, leg. 16, f. 171, Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de los actos conmemorativos del 5 de julio de 1843. Maracaibo, mayo 31 de 1843.
Para los actos de la fiesta del 5 de julio de 1852, el programa
indicaba que: “El dia 4 á las doce de él se oirán repiques solemnes en
todos los templos de la ciudad al mismo tiempo que se hará la salva de
artillería de costumbre i que la música de viento se dejará oir en la plaza
mayor: la banda de la guarnición de esta plaza i milicia concurrirá
también á solemnizar el acto”.172 El repique de campanas era simultáneo
y podía hacerse hasta “por el espacio de media hora”.173
En la noche de la víspera, la celebración podía ser fastuosa, con
iluminación de las calles y casas, fuegos artificiales y lanzamiento de
globos aerostáticos, augurando la fastuosidad que traería el día de fiesta
desde el amanecer hasta terminar el día. Las familias debían barrer sus
frentes y adornar las casas con los colores de la bandera y luminarias.
Actos ceremoniales del día festivo
Como el día nacional era asueto, se dedicaba por entero a la
celebración, y toda la ciudad se congregaba en la plaza Mayor o Matriz,
centro de la festividad. Los actos se iniciaban al romper el alba, que era
saludada con repique general de campanas y tiros de artillería.
172 AHEZ, año 1850 t. 25, leg. 4, f. 32, Programa presentado por el Concejo Municipal de Maracaibo al gobernador para la celebración del 5 de julio de 1852. Maracaibo, Junio 3 de 1852. 173 AHEZ, año 1850 t. 25, leg. 5, f. 49. Programa presentado por la comisión del Concejo Municipal de Maracaibo para los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854.
• Primer acto: la fiesta de iglesia
Los actos litúrgicos eran indispensables para las festividades
nacionales. Aunque en ellos participaban las tres iglesias principales, era
en la iglesia Matriz donde se concentraban los esfuerzos en busca de la
bendición divina. Estos actos incluían repiques de campanas en todas las
iglesias al amanecer, al mediodía, y al atardecer. Los actos principales
tenían lugar el día de la fiesta: el sermón, la misa y el canto del Te Deum.
El sermón pronunciado en la iglesia Matriz debía exaltar los valores
republicanos e invocar la bendición divina para los propósitos del nuevo
orden constituido. Puesto que el sermón quedaba a la discreción de la
iglesia, ésta podía participar o no, de acuerdo con la situación de las
relaciones de la iglesia con el Estado. Por ejemplo, la oración del Pbro.
José R. Troconis para el 19 de abril de 1836 fue “…tan moral como
elocuente, tan util y patriotica como luminosa”.174 Pero en 1838 la
celebración del 19 de abril debió hacerse sin sermón, debido a que
ninguno de los sacerdotes presentes en la ciudad quiso hacerse cargo.175
Esta renuencia se explica por la tirantez que se produjo en 1837 a
raíz de la aprobación de la Ley de Patronato Eclesiástico, la cual restaba
poder a la jerarquía de la iglesia. Además, el gobierno había expulsado del
174 “El 5 de julio en Maracaibo”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 23°, trimestre 2°, julio 31 de 1836. 175 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 69. Comunicado del Concejo Municipal al gobernador en relación con la celebración del 19 de abril de 1838. Maracaibo, 5 de abril de 1838.
territorio venezolano al arzobispo de Caracas Ramón Ignacio Méndez, por
haberse opuesto abiertamente a dicha ley.176
La misa, uno de los momentos más solemnes del ritual católico,
representaba el clímax de los actos litúrgicos en honor de la fiesta
nacional. A la misa y el sermón asistía sólo quien previamente tuviera la
tarjeta de invitación del Concejo, sobreentendiéndose las autoridades
civiles, militares y eclesiásticas, así como las familias notables.
Imagen 2. Grabado de la Iglesia Matriz (circa 1875). La Iglesia Matriz fue el escenario de los principales actos religiosos durante las fiestas nacionales: misa, sermón y Te Deum. (Fuente: El Zulia Ilustrado).
176 La Ley de Patronato le garantizaba al Estado el control de la iglesia, al permitirle nombrar a los arzobispos, obispos y vicarios. Había sido aprobada en 1828 por el Congreso de Colombia, y fue declarada en vigencia por el Congreso de Venezuela el 23 de febrero de 1837 por medio del decreto Nº 283, que otorgaba al Poder Ejecutivo la facultad de mandar recaudar y asegurar todos los bienes de los misioneros capuchinos y franciscanos en la provincia de Maracaibo, con el objeto de destinarlos a la educación pública. Finalmente, se aprobó ese mismo día el decreto Nº 284, con el cual se extinguían los conventos. Véase Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela…, t. I, p. 408.
Para la fiesta de iglesia con motivo del 5 de julio de 1843 se
dispuso:
La funcion de iglesia se dispondrá del modo mas solemne que sea posible, convidandose para ella á nombre del Ylustre Concejo, por medio de tarjetas impresas, al Venerable Clero, á las corporaciones i empleados civiles, á los Jefes i oficiales del ejército i á los ciudadanos que puedan concurrir con la decencia necesaria: habrá misa, Tedeum i Sermon recomendando á la comicion al Presbítero Andres Flores. Concurrirá la fiesta el batallon milicia de reserva i hará algunas descargas, segun se disponga por la Presidencia del Ilustre Concejo.177
Durante la misa podían incluirse otros cantos. El 5 de julio de 1836
“…la música del coro influyó notablemente en hermosear y engrandecer
aquel acto, con una composición nueva de mucho gusto hecha por los
Sres. Lorenzo y Felis Sanches”. 178
El Te Deum Laudamus es un canto litúrgico de elevada carga
emotiva, también conocido como “Himno Ambrosiano” debido a que su
autoría se atribuye a Ambrosio de Milán.179 Está escrito no en verso sino
en prosa rítmica. (Véase Anexo Nº 6). Siendo un himno de acción de
gracias, la iglesia católica lo ha empleado durante siglos en los servicios
ofrecidos en fiestas especiales como la Navidad y el Domingo de
Ascensión. Sin embargo, también ha sido cantado en otras ocasiones,
177 AHEZ, Año 1843, t. 12, leg. 16, f. 171 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de los actos conmemorativos del 5 de julio de 1843. Maracaibo, mayo 31 de 1843. 178 “El 5 de julio en Maracaibo”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 23°, trimestre 2°, julio 31 de 1836. 179 El canto eclesiástico ha sido una parte esencial en el ritual católico durante toda su historia. “La armonía de los signos (canto, música, palabras y acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa en la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra”. Véase Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda Edición Venezolana, Ediciones Trípode, Caracas, 1993, p. 288 § 1158.
tales como la elección de un papa, la consagración de un obispo, la
canonización de un santo, la publicación de un tratado de paz y durante
las coronaciones reales, usualmente antes o después de la misa.180
Durante el periodo colonial fue tradicional el canto de Te Deum en
ocasiones como la ascensión de un rey o un nacimiento regio.
Conquistada la independencia, fue exigencia constante de las autoridades
republicanas a las autoridades eclesiásticas la celebración de estos cantos
para otorgar al proceso la bendición del cielo. En Maracaibo, el Te Deum
se entonaba siempre en la iglesia Matriz, para cumplir con el requisito
legal de celebrar la fiesta nacional con toda solemnidad. Al tiempo que el
coro entonaba el Te Deum se encendían inciensos en la iglesia.
Así, por medio de los ritos sagrados, se buscaba convencer al
público de la legitimidad del proceso republicano. El poder central
esperaba que los ciudadanos, católicos en su gran mayoría, se apegaran a
un proceso que era bendecido por el cielo y que a fin de cuentas
materializaba los principios cristianos de justicia y libertad.
• Segundo acto: la solemnidad de la patria
La solemnidad de la fiesta nacional continuaba con un acto cívico-
militar en el cual se exaltaban los valores republicanos y se confirmaba la
180 Según las estipulaciones eclesiásticas, hay una rica simbología para la celebración del Te Deum, que incluye posturas y vestimentas especiales. El celebrante que entona el himno puede usar ropajes de colores apropiados para el día, a menos que deba estar de negro. Se prohíbe el color violeta en esos momentos, al igual que el color verde. El rojo se usa sólo en Pentecostés. Por lo tanto, debe cantarse con ropaje blanco u oro, que es su equivalente en la simbología católica. El coro y la congregación cantan el himno de pie, pero de rodillas durante el verso Te ergo quæsumus… En la parte final podía agregarse el versículo Benedicamus Patrem… etc. Véase “Te Deum” en la Enciclopedia Católica, en http://www.enciclopediacatolica.com/t/tedeum.htm.
adhesión de Maracaibo a la República de Venezuela. Este acto se hacía
con un recorrido por las tres parroquias de la ciudad (Matriz, Santa
Bárbara y San Juan de Dios), con la presencia de todas las autoridades
civiles, militares y eclesiásticas, y en compañía de los ciudadanos.
Durante este recorrido, tenían lugar diferentes eventos de ratificación de
la unidad nacional.
Este paseo o procesión era uno de los momentos cívicos de mayor
relevancia, y para su efecto se seguía un protocolo solemne y teatral.
Debía iniciarse este acto con el traslado de todas las autoridades a la
iglesia Matriz para los actos litúrgicos, portándose el emblema pertinente
a la fecha celebrada: para el 5 de julio, el acta de independencia; para el
28 de octubre, el retrato del Libertador; y para el 24 de enero y el 19 de
abril, el decreto que regulaba las fiestas nacionales. Como parte de los
actos del 5 de julio de 1851 se programó:
A las ocho de la mañana, reunidas las corporaciones y empleados públicos en la casa del Señor Gobernador se dirijirán á la iglesia Matriz, conduciendo el acta de independencia, y en la puerta del templo la recibirá el venerable Clero para colocarla en lugar competente, empezando luego una solemne función religiosa con oración, la milicia activa concurrirá á la función.181 El “lugar competente” aludido era “al lado del Evanjelio”182, donde
antes se colocaba el Real Pendón durante las fiestas celebradas en el
181 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 4, f. 19. Circular del gobernador a los jefes políticos de la provincia de Maracaibo para solicitar que se cumpla con el decreto del 14 de marzo de 1849 en relación con la celebración del 5 de julio de 1851. Maracaibo, 20 de junio de 1851. 182 “El 5 de julio en Maracaibo”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 23°, trimestre 2°, julio 31 de 1836.
Antiguo Régimen. Allí debía permanecer el acta durante todo el día. Al
atardecer el vicario la volvía a entregar a manos del gobernador quien,
secundado por el Ilustre Concejo Municipal, la recibía y la trasladaba
hasta la plaza. Una vez allí, se realizaba el acto central del día: “…con los
Señores eclesiásticos de la Matriz se servirá asistir á la lectura de la
primera parte que se hace en la Pirámide, y del mismo modo los
venerables curas de las demás parroquias presenciarán con sus
eclesiásticos las lecturas de las otras partes que respectivamente se hagan
en ella”.183
Luego venía la lectura de un discurso patriótico por parte del
gobernador de la provincia. Este discurso, rico en metáforas y alusiones
mitológicas propias de la literatura neoclásica, se pronunciaba ante los
“ciudadanos”, y se iniciaba generalmente con una invocación al Ser
Supremo, bajo cuyo auspicio había nacido la República y se habían
conquistado las gloriosas victorias militares. En seguida se hacía un
recuento de la trascendencia histórica de la fecha celebrada, resaltando la
gloria de la patria y las virtudes de los próceres.
En el discurso se exaltaban los valores republicanos de la libertad,
la igualdad, la independencia, la soberanía y el patriotismo. Además, se
deploraba del pasado colonial, durante el cual los venezolanos habían
vivido arrodillados ante las pretensiones de un régimen injusto, lejano y
extemporáneo, que con pan y circo había mantenido en silencio a los 183 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 4, f. 19. Circular del gobernador a los jefes políticos de la provincia de Maracaibo para solicitar que se cumpla con el decreto del 14 de marzo de 1849 en relación con la celebración del 5 de julio de 1851. Maracaibo, 20 de junio de 1851.
moradores de las colonias durante trescientos años. Finalmente, se
concluía con una invitación a la unidad nacional y al respeto de las
instituciones y autoridades constituidas. (Véase Anexo Nº 5).
Luego del discurso se hacía la lectura del acta de independencia o el
decreto que consagraba las fiestas nacionales. Salvas, repiques, fuegos
artificiales y vítores confirmaban la adhesión de los maracaiberos al
proyecto nacional. Comenzaba entonces el recorrido por las otras
parroquias de la ciudad, donde se repetían los actos. El recorrido
comenzaba con una vuelta que se hacía “por los cuatro ángulos” de la
plaza Matriz, y seguidamente se encaminaba por la “Calle Derecha” o
“Calle de las Ciencias”, al sur de la plaza Matriz, y proseguía en dirección
oeste, hacia las iglesias Santa Bárbara y San Juan de Dios. Además, el
paseo podía dirigirse hacia la calle Bolívar, la del Mercado, “y demás
acostumbradas”.184
En este paseo se evidencia la representación urbana del poder. El
recorrido se hacía por las calles principales de la ciudad, donde residían
los habitantes de mejor posición social y se ubicaban las mejores casas,
construidas con techo de tejas. Se convertía así el paseo en
representación de la prosperidad y el progreso hacia donde debía
encaminarse la ciudad en el marco del proyecto nacional. Esta
prosperidad era entendida como progreso material y simbólico: la ciudad
edificada con edificios urbanos, habitada por ciudadanos libres, cultos e
iguales. 184 AHEZ, año 1860, t. 12, leg. 25. Programa para la celebración del 28 de octubre de 1860. Maracaibo, 24 de octubre de 1860.
De este modo, el espacio urbano juega en la fiesta nacional no sólo
el rol de escenario para los actos, sino además el de símbolo que
materializa ante la vista de todos el progreso de la ciudad gracias a su
incorporación a la nación venezolana.
La Fuerza Armada, dividida en dos batallones –la Milicia Activa y la
Milicia de Reserva– servía de cortejo en el trayecto, correspondiendo a la
Milicia Activa la posición de vanguardia y a la de Reserva la de
retaguardia.185 Además, durante las horas dedicadas a la celebración de la
patria, la Milicia de Reserva debía montar guardia alrededor de los
monumentos de la plaza Matriz.186
Para las descargas de fusilería y artillería la Gobernación autorizaba
la erogación de una partida especial sobre la administración provincial
para la fabricación de las balas de salva.187 Para el 16 de abril de 1843
hubo disponibles “tres piezas de artilleria que se hallan en el cuartel de
veteranos”, con cada una de las cuales se efectuaron 21 cañonazos.188
En la bahía, los buques de guerra hacían también salvas de cañón
en cada acto. El primer simulacro naval hecho en la bahía de Maracaibo
ocurrió, según El Constitucional de Maracaibo, el 24 de abril de 1836, para 185 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 26. Comunicado del presidente del Concejo Municipal al gobernador en relación con la fiesta nacional del 19 de abril de 1939. Maracaibo, 13 de abril de 1839. 186 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16. ff. 36, 36 vto. Comunicado del jefe político de Maracaibo al gobernador en relación con la fiesta del 19 de abril de 1840. Maracaibo, 10 de abril de 1840. 187 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 27, 27 vto. Comunicado del gobernador al comandante de armas de la provincia. Maracaibo, 15 de abril de 1839. 188 AHEZ, Año 1843, tomo 12, leg. 16, f. 169. Comunicado de la Gobernación a la Comandancia de Armas de la provincia para las descargas de salvas de artillería en la fiesta del 5 de julio de 1843. Maracaibo, 22 de junio de 1843.
cerrar los siete días de festejos con que se conmemoró ese año el 19 de
abril. La reseña indica:
…el 24 por la tarde se representó el simulacro naval, primero de esta especie que hemos visto en el lago, el que nos recordó los trofeos adquiridos por el Comandante Baptista, y la gloria de que fueron participes los patriotas y valientes Marinos y Maracaiberos que abandonaron sus casas mientras la tirania imperó en este suelo”.189 Para el 19 de abril de 1840, que coincidió con la Semana Santa, los
actos programados incluyeron las salvas de cañón “…el sábado al cantar
la gloria, á las doce y á las seis de la tarde, y el domingo al alba, al
cantarse del Te Deum, á las doce y por la tarde en los momentos de las
descargas durante el paseo”.190
La presencia y participación de las tropas ayudaban a darle mayor
solemnidad a los actos. El de 5 de julio de 1854 se dispuso:
Desde las 6 de la mañana apareceran formados en la plaza matriz las fuerzas veteranas de que puede disponer el Señor Comandante de Armas y el mayor numero de la milicia nacional, cuyas fuerzas al acto de la conducción del Acta de Independencia al templo, se abriran en alas formado [sic] calles, para que por el centro pase el cortejo, debiendo todos en el acto de pasar el acta presentar el arma, i los abanderados saludando con el pabellon, al acto de pasar por su frente. Del mismo modo se procederá al regresar de la fiesta de Iglesia; i en el intermedio de la fiesta, los cuerpos harán tres descargas en este orden: una al terminarse la oracion sagrada: otra al acto de la elevacion del santisimo cuerpo, i la tercera al terminar la fiesta.191
189 “Fiestas celebradas en esta ciudad en conmemoración del 19 de abril: el triunfo de la constitución, y como demostración de gratitud á la columna de Vanguardia”, en El Constitucional de Maracaibo, N° 13°, trimestre 1°, Maracaibo, mayo 1 de 1836. 190 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 48. Comunicado del jefe político del cantón Maracaibo al gobernador solicitando se disponga de los buques de guerra presentes en el puerto para los actos del 19 de abril de 1840. Maracaibo, 15 de abril de 1840. 191 AHEZ, año 1850, t. 25, leg. 5, f. 49 y 49 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de preparar los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854.
Así, en la celebración de las fiestas nacionales, el despliegue de las
armas materializaba ante la vista del público la disposición que tenía el
nuevo Estado de defender su constitución. Las armas que antes habían
conquistado la independencia, ahora garantizaban la unión de la
república y la defensa de la soberanía.
La música militar debía acompañar el paseo por las tres parroquias.
En general, la banda marcial consistía de “tambores y cornetas”.192 El
toque de la música militar podía tomar varias horas, dependiendo de los
actos a realizarse en cada parada durante el trayecto del paseo.
A las oraciones de este mismo dia, la banda musica de la milicia nacional rompera sonoras i variadas sonatas, con cuyo objeto deberá encontrarse en la plaza matriz desde las seis de la tarde desde cuyo punto comenzará a tocar recorriendo luego las calles de la ciudad, hasta las 9 de la noche en que se retirará.193 El acta de independencia de Maracaibo era leída en los actos del 5
de julio, generalmente precedida por la lectura del acta de 1811. En 1840
se acordó hacer el paseo “previa lectura de las actas de independencia de
la República y de esta capital”.194 El 5 de julio de 1839 el secretario del
Concejo Municipal del cantón Zulia confirmó: “Hoy he publicado el acta
192 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 11. Comunicado del Concejo Municipal al gobernador en relación con los actos del 19 de abril de 1838. Maracaibo, 5 de abril de 1838. 193 AHEZ, año 1850, t. 25, leg. 5, f. 49 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de preparar los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854. 194 AHEZ, Año 1843, t. 12, leg. 16, f. 58. Comunicado del Concejo Municipal al gobernador de la provincia en relación con los actos programados para el 5 de julio de 1840. Maracaibo, 23 de junio de 1840.
inmortal de la Yndependenica de Venezuela fecha 5 de julio de 1811 y la
de esta provincia fecha 28 de enero de 1821”.195 De esta manera, los
valores históricos propios de la región maracaibera quedaban supeditados
a los de la nación. La construcción del ideario nacional se hacía en
detrimento de las reafirmaciones locales.
En la noche había mascaradas a caballo, en las que todos podían
participar usando de su originalidad y creatividad. Desde la plaza Matriz
se lanzaban globos aerostáticos con inscripciones alusivas a la libertad y a
la gesta emancipadora. Se encendían luminarias en las ventanas de los
edificios públicos y en todas las casas particulares.
La música patriótica llenaba la fiesta nacional de solemnidad, para
lo cual se contaba con la participación de los músicos y la Sociedad
Filarmónica. El programa del 28 de octubre de 1850 dispuso que en la
noche “se entonará un himno patriótico en el balcón de la casa de
Gobierno en compañía de la orquesta correspondiente”.196
Para la noche de la víspera del 19 de abril de 1852 se decidió:
Que se excite por el presente cuerpo al ciudadano Señor Manuel Larrazabal, director de la orquesta música de esta ciudad para que asociado de esta, se tenga la propia noche del 18 un concierto con canto patriótico en la casa de Su Señoría el Gobernador de esta provincia, convidandose á él á todas las familias de la ciudad, ó al número que á bien tenga el Ilustre Concejo.197
195 Ibíd., f. 34. Notificación del secretario del Concejo Municipal del cantón Zulia a la Gobernación de la provincia sobre el cumplimiento de la celebración del 5 de julio y el 28 de enero en ese cantón. San Carlos del Zulia, 5 de julio de 1839. 196 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 20, f. 19. Programa presentado por el Concejo Municipal para la celebración del 28 de octubre de 1850. Maracaibo, 12 de octubre de 1850. 197 AHEZ, 1849, t. 7, leg. 9, s/f. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852. Maracaibo, Abril 13 de 1852.
En 1861, en plena guerra federal, el general José Antonio Páez
escribió un Himno a la Paz con el objeto de que fuera entonado en la fiesta
del 5 de julio. Este himno era un canto al perdón y a la unión de los
venezolanos. Su letra revela la precipitada certeza de los conservadores en
su triunfo sobre los federalistas.198 Puesto que el himno venía sin
partitura, se les encomendó a los músicos Manuel Gando y Marcelo
González el arreglo de la melodía.199
Himno a La Paz (Letra: José Antonio Páez)
Coro Luz de amor que el espíritu alienta, Sol de vida, benéfica Paz, Hoy te aclama mi Patria sedienta, Y te erije un magnífico altar. I Cuerpo a cuerpo han lidiado los libres, Al horrible estridor de la guerra, Sangre, sangre ha empapado la tierra, Esta tierra otro tiempo feliz. Tremolando una misma bandera Nobles sombras inclinan sus frentes; Patria mia, ¿do están tus valientes?
198 Idem. 199 AHEZ, Año 1861, tomo 8, leg. 12, f. 2. Resolución del gobernador de la provincia en relación con los actos para el 5 de julio de 1861. Maracaibo, 24 de junio de 1861.
¿Qué se hicieron tus héroes, decid? II Perecieron… los pocos que existen Al mirarse doquier de hito en hito, Han lanzado un tristísimo grito De profunda piedad, de perdon. Ya era tiempo…La fama no siega De la patria el hondísimo abismo; No es la guerra civil heroísmo… Yá era tiempo… Abrazaos por Dios. III Que renazca á la voz de los buenos La perdida confianza de hermanos; Otra vez abrazaos, las manos A los cielos después levantad. Que la voz de concordia resuene Donde ruje la guerra maldita: Que la voz de concordia repita El solemne rumor de la mar.
IV Tú, feliz, inmortal Ciudadano, A quien Mártir la Patria pregona, Bien estás con tu nueva corona, La corona de Washington, sí. Vale mas esa oliva bendita Que tu antiguo laurel… digna Gloria, Es de un mártir tan grande victoria: La victoria en la unión del país.
En la fiesta nacional se pone de manifiesto el nuevo sistema de
valores promovidos por las autoridades republicanas. La solemnidad que
durante el periodo colonial se le dispensó a la monarquía representada en
el Real Pendón, ahora se le otorga a los elementos republicanos.
Corresponde esto al proceso de sacralización de la nueva realidad política,
que buscaba la consagración de las nuevas realidades para legitimar la
acción política de los nuevos actores. Los conceptos republicanos de
soberanía, igualdad, libertad, ciudadanía, independencia y progreso, son
exaltados como valores imprescriptibles, sin los cuales la felicidad social
será imposible. Se constituyen de esta manera en un sistema de fe, la
religión civil del régimen republicano.
• Tercer acto: las diversiones y el júbilo público
Las diversiones públicas tales como juegos, eventos y competencias
fueron parte esencial en las celebraciones patrióticas entre 1834 y 1862.
Estos actos lúdicos, al igual que los religiosos y los civiles, habían
formado parte del ceremonial en las festividades coloniales. Jovellanos
justifica estos juegos como estrategia política para alcanzar la paz social.
Además, reconoce su utilidad para conquistar el apoyo popular al
gobierno.200
Para la celebración de diversiones públicas en Maracaibo, se
preparaba un espacio especial para que el público se dedicara a la
diversión con diferentes juegos, siempre y cuando se guardase la debida
compostura y se evitara la indisciplina. Se hacía hincapié en que los
vecinos mostraran “una alegría i regocijo moderados”,201 y que durante
toda la fiesta “se advierta el mejor órden”.202
200 Jovellanos, Gaspar Melchor (1812), Espectáculos y diversiones públicas, edición de Guillermo Carnero (1998), segunda edición, Letras Hispánicas, Ediciones Cátedra, Madrid, pp. 186, 187. 201 AHEZ, año 1847, tomo 25, leg. 20, ff. 12 y 12 vto. Programa para la celebración del 5 de julio de 1847. Maracaibo, junio 19 de 1847. 202 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 4, f. 19. Circular del gobernador a los jefes políticos de la provincia de Maracaibo para solicitar que se cumpla con el decreto del 14 de marzo de 1849 en relación con la celebración del 5 de julio de 1851. Maracaibo, junio 14 de 1851.
Toros
La fiesta de toros era una de las diversiones favoritas de la
población maracaibera y fue infaltable en cada fiesta nacional. Gaspar
Melchor Jovellanos ubica el origen de este espectáculo hacia el siglo
XIII.203 Consistía en un encierro que se hacía en la plaza Matriz o en la
calle Derecha, con cercado de madera.204 Dentro de este cercado se
efectuaba el coleo de los toros. Este acto podía extenderse hasta por tres o
cuatro días después del día de fiesta, y por tal razón se hacían previsiones
para conservar el orden público.
Para el 19 de abril de 1842 se dispusieron tres días de encierro de
toros en la plaza Matriz. El comandante de armas de la provincia protestó
en esa oportunidad ante el jefe político por lo que consideraba una
excesiva pérdida de tiempo. Tres días de toros representaban media
semana de jornada perdida.205 La protesta del comandante de armas
parece no haber tenido eco. Muy al contrario, las corridas parecen haber
sido extendidas en los años siguientes. Por ejemplo, para el 5 de julio de
1847, los encierros de toros duraron cuatro días: 7, 8, 9 y 10 de julio.206
203 Jovellanos, Gaspar Melchor (1812), Espectáculos y diversiones públicas…, p. 151. 204 El costo del cercado de la plaza fue de 30 pesos en 1855. Véase AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 34. Recibo del Sr. Manuel Bracho por 30 pesos por concepto del cercado de la plaza Matriz para la corrida de toros. Maracaibo, 10 de julio de 1855. 205 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 137. Comunicado del comandante de armas al jefe político del cantón Maracaibo en relación con la celebración del 19 de abril de 1842. Maracaibo, 16 de abril de 1842. 206 AHEZ, año 1847, t. 25, leg. 20, f. 12. Programa para la celebración del 5 de julio de 1847. Maracaibo, 19 de junio de 1847.
Imagen 3. Corrida o Encierro de Toros en Caracas (Grabado). Fuente: José María Salvador, Efímeras efemérides.
La organización de los días de toros se podía confiar a diferentes
sociedades y corporaciones. Los toros que se jugaron los días 7, 8 y 9 de
julio de 1858 fueron encargados de la siguiente manera: los del día 7, a la
Sociedad “Convención”; los del día 8, a la Sociedad “Unión Maracaibera”;
y los del día 9, a todos los empleados de la aduana.207 De este modo, se
nota la pervivencia de los viejos modos corporativos de la vida social. En el
tránsito hacia la modernidad, la representación de la vida social
tradicional hacia la ciudadanía no fue súbita ni se produjo de manera
brusca. Antes bien, comenzó a construirse sobre la base de los antiguos
modos coloniales.
Regata
207 AHEZ, año 1858, t. 11, leg. 6, s/f. “5 de julio y convención Nacional”, programa impreso para la celebración del 5 de julio de 1858. Maracaibo, 22 de junio de 1858.
La competencia de regata fue introducida por primera vez durante el
gobierno de los Monagas. Consistía en una carrera de embarcaciones
particulares, en un recorrido por la bahía, con premio en moneda para
quien llegase primero a la meta. La primera mención de este concurso se
da en relación con el 5 de julio de 1853. Entonces, el evento fue
programado de la siguiente manera:
A las doce del dia, reunidas en el muelle de este puerto las embarcaciones que se hayen en la bahia, y á una señal dada, partiran de aquel puerto hacia la Goleta de guerra que se encuentra en esta rada, la cual se situará frente a la punta de Santa Lucía, y pasándole por la proa á este buque asomarán luego que de dichas embarcaciones volviese al muelle, resibirá en el acto el prémio de una onza de $ 26,60.208
Para el año 1855 el premio de la regata tuvo un valor total de 27
pesos y un real, pagado en moneda, según consta en el recibo firmado por
el ganador de la competencia.209 En 1858 se ofrecieron dos premios: una
“onza de oro” para el primer lugar, y “media morocota” para el segundo.210
208 AHEZ, año 1850, tomo 25, leg. 4, ff. 54 y 54 vto. Programa presentado por el Concejo Municipal al gobernador para la celebración del 5 de julio de 1853. Maracaibo, 23 de junio de 1853. 209 AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 36. Recibo del Sr. Renato Soto por concepto del premio en la competencia de la regata celebrada en los actos del 5 de julio de 1855. Maracaibo, 8 de julio de 1855. 210 AHEZ, año 1858, t. 11, leg. 6, s/f. “5 de julio y Convención Nacional”, programa impreso para la celebración del 5 de julio de 1858. Maracaibo, 22 de junio de 1858.
Imagen 4. Día de regata en la bahía de Maracaibo (Grabado). Fuente: El Zulia Ilustrado.
El baile de las cintas
Consistía este baile en una contradanza en la que unos doce
bailarines tejían y destejían un palo encintado, simulando los pasos de un
rústico minué. En 1836 se celebró este baile de las cintas en las tres
parroquias del cantón. En esa ocasión los bailarines estuvieron ataviados
a la “turqueza”, es decir, al estilo turco.211
El 5 de julio de 1858 se dispuso que “…doce niños disfrazados de
indios bailarán las cintas”.212
Fuegos artificiales.
211 “Fiestas celebradas en esta ciudad en conmemoración del 19 de abril, el completo triunfo de la constitución, y como demostración de la gratitud á la brillante columna de Vanguardia”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 13°, trimestre 1°, Maracaibo, mayo 1 de 1836. 212 AHEZ, año 1858, t. 11, leg. 6, s/f. “5 de julio y Convención Nacional”, programa impreso para la celebración del 5 de julio de 1858. Maracaibo, 22 de junio de 1858.
Especial atracción resultaban los juegos pirotécnicos durante los
actos. Eran encendidos en la plaza Mayor durante las noches de la
víspera y el día de fiesta. Al principio, la fabricación de los fuegos era
responsabilidad del Concejo Municipal. Sin embargo, a la larga esta
responsabilidad representó un problema debido a las diligencias que
debían hacerse para conseguir la pólvora. Por esta razón se decidió
contratar servicios particulares para su elaboración. Durante las fiestas
del 5 de julio de 1855 el Muy Ilustre Concejo Municipal celebró un
contrato para la elaboración de los fuegos artificiales por el monto de 16
pesos, y seis pesos y medio más por otros fuegos adicionales que se
necesitaron el mismo día.213
Para el 28 de octubre de 1854 se programó: “…se cruzarán fuegos
artificiales en todas direcciones: de modo que su luz haga desaparecer la
opacidad de la noche y forme el bello panorama de ver como rayado el
dia”.214
213 AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 37 vto. Recibos del Sr. José María Montezuma por el monto de 16 pesos y 6,50 pesos respectivamente, por concepto de fuegos artificiales para encenderlos en la celebración del 5 de julio de 1855. Maracaibo, 6 de julio de 1855. 214 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 20, s/f. Programa para la celebración del 28 de octubre de 1854. Maracaibo, 19 de octubre de 1854.
Imagen 5. Fuegos artificiales, luminarias y globos aerostáticos en la plaza Mayor de Caracas durante el septenio guzmancista (grabado). Fuente: José María Salvador, Efímeras efemérides.
Convite
El convite era un banquete que se ofrecía a las autoridades civiles
del cantón. En las fuentes consultadas no se hallaron los menús que se
ofrecían, ni el costo de estos banquetes. En la fiesta del 5 de julio de 1861
se celebró un convite oficial en la sala consistorial ofrecido al gobernador,
a los empleados públicos y al cuerpo consular.215
A la tropa se le ofrecía un convite aparte. El 5 de julio de 1861 se
ofreció una novilla a toda la tropa, incluyendo a los veteranos de la guerra
de independencia.216
El número de invitados podía estar alrededor del centenar de
personas. Para el 5 de julio de 1855 el Concejo Municipal mandó imprimir
215 AHEZ, año 1861, t. 8, leg. 12, f. 12 vto. Programa para la celebración del 5 de julio de 1861. Maracaibo, 25 de junio de 1861. 216 Ídem.
100 esquelas de invitación para el convite.217 En el cantón Gibraltar, para
la fiesta del 5 de julio de 1851 se ofreció un “modesto ambigú” a los
miembros del Concejo Municipal a las 12 del día, y en la noche “un
famoso bayle en el salón municipal”.218
El juego de la cucaña.
Este juego consistía en un mástil enjabonado o untado con sebo o
algún tipo de aceite, que se colocaba en posición vertical u horizontal, y
por el que se debía trepar o avanzar hasta el otro extremo, con el fin de
alcanzar un premio atado a él. Se colocaba esta cucaña en la plaza Matriz.
Para el 5 de julio de 1855, el precio de la cucaña fue de diez pesos, suma
que, según el encargado de preparar el juego, fue “gastada fiel i
religiosamente en la referida”.219
Arte efímero
Aunque pudiera entenderse por arte efímero lo meramente pictórico
y arquitectónico, en realidad el concepto abarca un campo mucho más
amplio. Maurizio Fagiolo dell’Arco incluye el ceremonial de la fiesta en sí
como parte del arte efímero y, además, los trajes, los disfraces, el
217 AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 32. Recibo del Sr. José Trinidad de Arria por concepto de la impresión de cien esquelas para el convite del 5 de julio de 1855. Maracaibo, 4 de julio de 1855. 218 AHEZ, año 1850, t. 25, leg. 4, f. 28. Notificación del jefe político del cantón Gibraltar al gobernador de la provincia sobre los actos celebrados en ese cantón con motivo del 5 de julio de 1851. Gibraltar, 10 de julio de 1851. 219 AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 33. Recibo de 10 pesos del Sr. José María Catalán por concepto de la cucaña para los juegos del 5 de julio de 1855. Maracaibo, 10 de julio de 1855.
maquillaje, los banquetes, los carruajes y la pirotecnia,220 en fin, todo
aquello para cuya elaboración se requiriera de creatividad y sentido
artístico. Para la celebración de las fiestas nacionales en Maracaibo, el
arte efímero estaba incluido como parte de la teatralidad que buscaba
captar la atención y deleitar a los asistentes.
Este despliegue de creatividad no se limitaba sólo a los
organizadores de la fiesta. Cada familia, cada vecino de la ciudad se veía
comprometido de alguna manera con la celebración, al exigirse su
participación de manera tanto pasiva –asistiendo a los actos como
espectador–, como activa –aseando y adornando sus casas, y participando
en los bailes, paseos y juegos de diversión.
Que se vistan las calles por donde debe hacerse la carrera para la publicacion del decreto que declara gran dia nacional el 19 de Abril, de palmas i las ventanas de cortinas á cuyo intento en el bando que debe publicarse la víspera se excite á todos los ciudadanos.221
Lamentablemente, no se halló en las fuentes consultadas ningún
diseño, ni dibujo, ni fotografía que esboce este despliegue de creatividad
artística con motivo de las festividades republicanas. Sin embargo, los
documentos presentan descripciones que, no obstante su simplicidad,
ofrecen una semblanza de cómo lucía la ciudad cuando se engalanaba
para la festejar la nación.
220 Fagiolo dell’Arco, Maurizio (1997), La festa barocca, corpus delle feste a Roma, tomo 1, pp. 13, 14. Citado por Salvador, José María, (2001), Efímeras efemérides…, p. 72, nota 226. 221 AHEZ, año 1849, tomo 7, leg. 9, s/f. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852. Maracaibo, abril 13 de 1852.
Luminarias
Las “iluminarias” consistían en candiles de cera colocados en vasos
de vidrio de colores, dispuestos de diferentes maneras para formar figuras
decorativas durante las noches destinadas a las fiestas nacionales.222
Durante el periodo colonial, las luminarias eran arregladas “con diversas
figuras en forma de pirámides, estrellas y otras”.223 Por disposición del
Ilustre Concejo Municipal, durante las fiestas nacionales todos los hogares
de la ciudad debían alumbrar sus ventanas, especialmente aquéllos que se
encontraban en el trayecto del paseo cívico. Además, la sala municipal era
también iluminada.224 En la noche del 19 de abril de 1836 la ciudad de
Maracaibo se vio iluminada “con jeroglíficos alucivos”.225
Globos aerostáticos
Este acto consistía en elevar globos de papel con inscripciones
patrióticas y de unidad nacional. Se hacían estos lanzamientos en las
horas nocturnas, pues la llama que elevaba al globo le daba también
luminosidad.226
222 El Diccionario de Autoridades define la lumianria como “la luz que se pone en las ventanas y calles, en señal de fiesta ó regocijo público”. Véase Diccionario de Autoriades de la Real Academia Española, Editorial Gredos, S.A., Madrid, 1990. vol. 3, p. 439. 223 Leal, Carole, (1990), El discurso de la fidelidad… p. 127. 224 AHEZ, año 1843, tomo 12, leg. 16, f. 10. Acuerdo del Concejo Municipal de Maracaibo en relación con la celebración del 19 de abril de 1838. Maracaibo, 5 de marzo de 1838. 225 “Fiestas celebradas en esta ciudad en conmemoración del 19 de abril: el triunfo de la constitución, y como demostración de gratitud á la columna de Vanguardia”, en El Constitucional de Maracaibo, N° 13°, trimestre 1°, Maracaibo, mayo 1 de 1836. 226 AGAM, Expedientes Diversos, Vol. 5 (1855 a 1857), f. 35. Recibo del Sr. Valerio Perpetuo Toledo por 9 pesos, por concepto de un globo aerostático para la fiesta del 5 de julio de 1855. Maracaibo, 19 de julio de 1855.
Para el 5 de julio de 1853, el Muy Ilustre Concejo Municipal
dispuso:
Durante el toque de la banda en la plaza matriz, se elevaran algunos globos, que llevarán [tachado] inscripciones. “La patria agradecida á sus Libertadores” “La nacion recuerda con orgullo la época de su emancipacion”, “Loor eterno á los miembros del Congreso federal de 1811”.227 Los globos aerostáticos dejaban de ser una mera atracción para
convertirse en un medio de comunicación con un mensaje público a favor
de la validación de la patria fundamentada en la heroicidad de los
libertadores.
Para el 28 de octubre de 1854 se lanzaron 16 globos aerostáticos
con inscripciones alusivas al Libertador, representando la unión de las 16
provincias de la República.228
La Pirámide
Aunque no era en sí arte efímero, el monumento conocido como la
Pirámide, ubicado en el centro de la plaza Matriz, era especialmente
adornado e iluminado durante los días de fiesta. Fue erigido este
monumento en el año 1821 en la plaza Mayor después de declarada la
independencia de Maracaibo. Consistía en una pirámide de base
cuadrada sobre un pedestal, en cada uno de cuyos lados llevaba grabados
los nombres de Juan Crisóstomo Villasmil, León Campos y Joaquín Vale,
227 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 5, f. 49 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de preparar los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854. 228 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 20. Programa para la celebración del 28 de octubre de 1854. Maracaibo, 19 de octubre de 1854.
como precursores de la independencia en 1812, y del gobernador
Francisco Delgado, quien declarara la independencia el 28 de enero.229
Como monumento erigido a la patria, era testigo de diferentes actos
en cada festividad nacional, tales como la lectura del acta de
independencia, el lanzamiento de globos aerostáticos y los juegos
pirotécnicos. Fue el primer monumento erigido en Venezuela “en
reconocer la posición patriótica de un grupo de personas, que según
rezaba el decreto demostraron una gran valentía y fehaciente amor por su
tierra Venezuela, y ayudaron a procrear una patria libre y soberana”.230
La importancia del monumento llevó a que durante algún tiempo la plaza
Matriz fuera llamada “Plaza de la Pirámide”.
Cada año este monumento era reparado y pintado. Para el 5 de julio
de 1843 su decoración fue confiada a “una comicion que nombrará el
Ylustre Concejo entre los vecinos de acreditado patriotismo; i se colocará
en ella las armas de la República; á su derecha el acta de independencia, i
á la izquierda el retrato del heroe de ella en la America del Sur”.231
Cuarenta y seis años permaneció la Pirámide presidiendo toda
actividad pública en la plaza Matriz, hasta que en 1867 un decreto del
presidente del estado Jorge Sutherland ordenó quitarla. Por un tiempo
permaneció la plaza sin ningún monumento para alguna denominación. 229 Véase Guzmán, Pedro (1967), Apuntaciones Históricas del Estado Zulia, II Edición, La Universidad del Zulia, Dirección de Cultura, Maracaibo, p. 257. 230 Cañizalez, Álvaro (2000), Plaza Bolívar de Maracaibo. Crónicas de sol y luna, s/e, Maracaibo, p. 22. 231 AHEZ, año 1843 tomo XII, leg. 16, f. 171. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de los actos conmemorativos del 5 de julio de 1843. Maracaibo, mayo 31 de 1843.
“Con o sin monumento, la plaza seguía siendo el punto de referencia más
importante de la ciudad. El transcurrir de la Pirámide se grabó en la
añoranza…”.232
Imagen 6. Plaza Matriz con pirámide. La plaza Matriz fue llamada también Plaza de la Pirámide, por el monumento que se erigió en ella. En la foto, tras el busto, detalle de una de las pirámides que se erigieron en la plaza a finales de la década de 1860. Obsérvese la bandera tricolor colocada en su pedestal. Fuente: José Portillo, El glorioso ayer.
La Columna de la Libertad
Este monumento hacía compañía a la Pirámide, en la plaza Matriz.
Del mismo modo que la Pirámide, la Columna de la Libertad era objeto de
232 Cañizalez, Álvaro (2000), Plaza Bolívar…, p. 25.
adornos patrios y presidía los actos principales en las fiestas nacionales.
Consistía en una columna de estilo neoclásico, coronado con un busto de
mujer con gorro frigio, símbolo de la revolución.
Imagen 7. Columna de la Libertad, en la plaza Matriz. Este monumento era objeto de especial atención durante las fiestas nacionales. Fuente: José Portillo, El glorioso ayer.
El programa para la celebración del 5 de julio de 1854 estableció:
Desde el amanecer del… dia 4 aparecerá vestida i decorada la columna de la libertad en la plaza Matriz apareciendo [roto] de su primer cuerpo los pabellones de las naciones amigas de Venezuela, i en su centro el de la República. Por la noche aparecerá la misma columna toda iluminada de colores prefiriendo en estos los del pabellón nacional i en la parte que mira hacia la casa de Gobierno el vusto del heroé [sic] de la Patria, del Gran Bolivar ciñendo un laurel como símbolo de sus victorias.233
233 AHEZ, año 1850, t. 25, leg. 4, f. 49 vto. Programa para la celebración del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854.
Transparentes
Los “transparentes” aquí aludidos eran letreros luminosos
alumbrados con lámparas de cera, que brillaban durante toda la noche,
con motes patrióticos y motivos tomados generalmente de la mitología
griega,234 aunque también podían prescindir de imágenes. Para el 19 de
abril de 1852, el Ilustre Concejo Municipal acordó:
Que se coloquen en los cuatro ángulos de la plaza matriz cuatro grandes arcos de triunfo, colocandose en cada uno de ellos un trasparente con las alegorias correspondientes que podran ser en concepto de la comision las siguientes: 1° A la memoria de los padres de a Independencia = 2° Los legatarios de la Independencia son fieles á las memorias gloriosas de sus padres = 3° Al genio de Bolivar = 4° A los bravos de la Independencia.235 De esta forma, los transparentes constituyeron parte de la
simbología lingüística que buscaba despertar sensibilidades a favor de la
nación.
Para el 5 de julio de ese mismo año, el Concejo Municipal pagó seis
pesos y dos reales por la elaboración del cuadro transparente, más cinco
pesos por las dieciséis lámparas para alumbrarlo durante los días 4 y 5.
234 Un transparente especialmente recordado por su calidad artística fue el que preparó el pintor Juan Lovera para la celebración en Caracas de la batalla de Carabobo en noviembre de 1821, en el cual representó a Hércules y a Minerva colocando el busto de Bolívar en la columna de inmortalidad. Sobre ellos, el genio de Colombia observaba satisfecho, teniendo en una mano las cadenas rotas del despotismo, y en la otra el pabellón de la independencia, de cuya asta pendía un gorro frigio. Como mote: HONOR Y GLORIA AL SALVADOR DE LA PATRIA. Véase Salvador, José María, Efímeras efemérides… p. 144. 235 AHEZ, 1849. Tomo VII, leg. 9, s/f. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852. Maracaibo, 12 de abril de 1852.
Arcos triunfales
Los arcos triunfales representaban otra muestra de arte efímero en
la cual debía distinguirse la originalidad de sus creadores. No se trataba
de arcos triunfales construidos con armazones de madera, sino sencillos
arcos vegetales hechos a base de ramas de plantas entrelazadas en forma
de arco, decoradas con todo tipo de flores y frutos de la tierra y además
motes y símbolos patrióticos. Antón Goering describe estos arcos
triunfales efímeros construidos en Mérida en el marco de la fiesta de
Pentecostés hacia 1870:
En las plazas ante a las iglesias parroquiales respectivas, desde tempranas horas tiene lugar inusitada agitación, especialmente el día de la procesión del hábeas Christi. Procedentes de todas partes, se reúnen allí plantas bellas, frutos y todo lo que pueda servir de adorno. La plaza se convierte en un oloroso jardín ornamental. En sus cuatro esquinas se improvisan unos altares. De esto se encargan, a menudo con gusto artístico, las damas jóvenes de las mejores familias, que así nos ofrecen la oportunidad de conocerlas (…) Sobre cada altar instalan una armazón en forma de arco triunfal, el cual cubren con bejucos entretejidos de diversas maneras. Luego las adornan con toda clase de plantas y objetos (…) Los arcos de triunfo iban a ser despojados de sus adornos para ser éstos vendidos allí mismo. Pude conseguir así bellas orquídeas, otras muchas plantas y algunos vistosos pájaros de las montañas de Sierra Nevada.236
236 Goering, Anton, [s.a. (1982)] 1962, Vom Tropischen Tieflände zum Ewigen Schnee. Eine Malerische Schilderung des Schönsten Tropenlandes Venezuela, Leipzig, Adalbert Fischers Verlag, s.a. Versión española: Venezulea, el más bello país tropical (Trad. María Luis G. de Blay), Universidad de Los Andes, Mérida, p. 51. Citado por Salvador, José María (2001), Efímeras efemérides…, p. 138, nota 53.
Goering ha legado un dibujo de tales arcos, en el que pueden
apreciarse tanto los elementos con que se construían como la forma en
que se armaron. (Véase Imagen 8).
Para el 19 de abril de 1852 se dispuso:
Que se coloquen en los cuatro ángulos de la plaza matriz cuatro grandes arcos de triunfo, colocandose en cada uno de ellos un trasparente con las alegorias correspondientes que podran ser en concepto de la comision las siguientes: 1° A la memoria de los padres de a Independencia = 2° Los legatarios de la Independencia son fieles á las memorias gloriosas de sus padres = 3° Al genio de Bolivar = 4° A los bravos de la Independencia.237
Imagen 8. Arcos de triunfo en Mérida, circa 1870. Grabado de Antón Goering. Fuente: José María Salvador, Efímeras efemérides.
237 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 9, s/f. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852. Maracaibo, 12 de abril de 1852.
De nuevo se hace presente el discurso lingüístico con alusiones
patrióticas, destacándose el rol de los nuevos actores y ciudadanos como
“legatarios” de la obra de los libertadores.
Y para el 5 de julio de 1858 se preparó “…una carrera de arcos
triunfales partiendo de la esquina del Señor Pedro Bracho por toda la calle
derecha y dando vuelta en el estremo á tomar la ancha hasta terminar en
la esquina del Señor Trinidad Perdomo”.238
Obeliscos
El empleo de elementos tomados de la cultura egipcia antigua fue
reiterativo durante la celebración de las efemérides patrias en Maracaibo
entre 1834 y 1862, como lo demuestran el monumento de la Pirámide y
los jeroglíficos que iluminaban las noches. Para el día de San Simón de
1856 el Ilustre Concejo Municipal explica al gobernador:
Se dispuso la impresión de docientas papeletas lo mas desentes que puedan conseguirse para convidar al vecindario al vecindario [sic] para poner fogatas ó candeladas en bastante número; proporcionar fuegos artificiales para la noche de la víspera, y si fuese posible, hacer construir cinco obeliscos que figuren las cinco Repúblicas creadas por el Libertador, con inscripciones y emblemas análogos á cada una de ellas: deberán construirse de modo que aparezcan iluminadas en la noche.239
Sin embargo, no queda constancia de que tales obeliscos se hayan
construido efectivamente. Puede inferirse, tanto por la incertidumbre del
238 AHEZ, año 1858, t. 11, leg. 6, s/f. “5 de julio y Convención Nacional”, programa impreso para la celebración del 5 de julio de 1858. Maracaibo, 22 de junio de 1858. 239 AHEZ, Año 1849, t. 7, leg. 20, f. 80. Programa preparado por el Concejo Municipal para la celebración del 28 de octubre de 1856. Maracaibo, 15 de octubre de 1856.
Concejo Municipal como por la negativa de la ciudad a celebrar las fiestas
durante el monagato, que estos obeliscos no pasaron de un mero deseo.
Disfraces
Los disfraces y máscaras constituían la mejor oportunidad para la
participación de todos los habitantes, incluyendo niños y jóvenes. Para el
festejo del 19 de abril de 1836, el paseo fue presidido por 20 jóvenes a
caballo vestidos de turcos, y detrás de ellos, la municipalidad marchaba
dividida en dos columnas, y en medio, 12 niños disfrazados también de
turcos, portando un cuadro que contenía impreso el decreto del 16 de
abril de 1834.240 Del mismo modo, el baile de la noche podía hacerse
como mascarada.
Doseles
Eran toldos ricamente adornados bajo cuya sombra se colocaba
alguno de los símbolos nacionales, así como el acta de independencia.
Para el 5 de julio de 1836 se colocó frente a la casa de gobierno un dosel
que protegía al acta de independencia. A las ocho de la mañana el acta fue
recogida por el gobernador y llevada hasta la iglesia Matriz, en donde fue
240 Véase “Fiestas celebradas en esta ciudad en conmemoración del 19 de abril, el completo triunfo de la constitución, y como demostración de la gratitud á la brillante columna de Vanguardia”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 13°, trimestre 1°, Maracaibo, mayo 1 de 1836.
depositada junto a los Evangelios mientras duraban los actos litúrgicos.
Después del Te Deum, el acta fue trasladada por el gobernador hasta otro
dosel que se había dispuesto “con mucho gusto y elegancia” en la sala de
sesiones del Muy Ilustre Concejo Municipal.241
Tablados
Los tablados eran plataformas dispuestas frente a las plazas para
servir de escenarios en los actos oficiales. Su decoración podía ser objeto
de creatividad y lujos. En las plazas de las tres parroquias se disponían
estas tarimas de madera para que las autoridades pudieran dirigir los
actos de las fiestas durante el paseo. Cada tablado podía ser adornado
especialmente con jeroglíficos y otros símbolos, y alumbrado con
luminarias.242
En su estructura, las fiestas nacionales celebradas en Maracaibo
entre 1834 y 1862 toman como modelo la tradicional fiesta celebrada en el
pasado colonial, la cual a su vez constituyó una reproducción de la fiesta
barroca europea. La sacralización de que fue objeto el poder monárquico
durante el periodo colonial es dispensada ahora a la nación. La soberanía,
la igualdad, la libertad, el progreso y la unión, conforman un sistema de
creencias en el nuevo régimen, y pasan a ser objeto de culto durante las
horas dedicadas a la solemnidad de la patria.
Por otra parte, la insistencia del aspecto religioso acusa el interés
del estado por legitimar su status quo ante la opinión pública. En este 241 Véase “El 5 de julio en Maracaibo”, en Diario El Constitucional de Maracaibo, N° 23°, trimestre 2°, julio 31 de 1836. 242 Ídem
sentido, se observa de nuevo la continua afinidad con los modos y
maneras propios del Antiguo Régimen español.
El ceremonial de la fiesta nacional atiende a un orden temporal y
espacial. El tiempo festivo es compuesto por dos momentos: el momento
solemne (misa, paseo, discurso) y el momento profano (juegos, bailes,
disfraces). Las horas del día son fraccionadas para estos dos momentos,
siendo las horas matutinas y vespertinas (alba, mediodía y atardecer de la
víspera y del día) destinadas a la solemnidad, y las de la noche del día y
las tardes de los días siguientes a la profanidad. Solemnidad y profanidad
se conjugan para configurar un discurso público de aceptación general al
proyecto nacional dirigido por el poder central, cuya validación se
materializa precisamente con la participación del público en dichos actos.
Pero esta construcción identitaria pasaba por alto las notorias
diferencias y distancias –geográficas y espirituales– de las regiones del
país. Lo importante era la exaltación de ese ideal de unidad. Lo regional o
local quedaba relegado aun segundo plano, como lo demuestra el hecho
de que la celebración de la independencia de Maracaibo se celebrara el 5
de julio y no el 28 de enero. Lo que menos deseaba el poder central era
una reafirmación de las identidades regionales en las provincias, lo que se
explica por el temor a perder la base nacional que requería el naciente
Estado para asegurar su existencia.
CAPÍTULO V LOS SÍMBOLOS PATRIOS
EN LAS FIESTAS NACIONALES
CAPÍTULO V LOS SÍMBOLOS PATRIOS EN LAS FIESTAS NACIONALES
Símbolos e identidad nacional
Para la formación de la identidad nacional se hacía indispensable la
construcción de sentimientos de pertenencia, solidaridad y fidelidad de los
ciudadanos a la nación.243 Con el fin de lograr esa construcción de un
pueblo homogéneo y apto para asumir su soberanía, lo gobernantes se
propusieron fomentar una nueva pedagogía que deslastrara al pueblo de
la tradicional concepción de la sociedad colonial. En este proceso jugó un
papel preponderante la promoción de los símbolos nacionales, los cuales
fueron exhibidos de manera ostentosa durante la celebración de las
fiestas nacionales en Maracaibo.
Los símbolos en el Régimen Republicano
El rompimiento del nexo con la metrópoli implicó cambios en la vida del país, al abandonarse el régimen colonial tradicional para abocarse a la construcción de un Estado moderno. Estos cambios implicaban una alteración en la cosmovisión, en el entendimiento del nuevo Estado nacional y su relación con el pueblo. La participación política de la nación comienza a representar el fundamento de ese nuevo Estado, garantizada por la Constitución nacional. Ocurría, sin embargo, que tal Estado carecía de una nación a la cual representar, pues tal como lo afirma Eric Hobsbawm, “…el nacionalismo viene antes de las naciones. Las naciones no hacen estados ni nacionalismos, sino que ocurre al contrario”.244
En la nueva República de Venezuela, las diversas regiones geohistóricas del país seguían, al igual que durante todo el periodo colonial, desvinculadas 243 García Gavidia, Nelly (1996), “Consideraciones generales sobre los códigos utilizados en la invención, recreación y negociación de la identidad nacional”, en Revista Opción, año 12, N° 20, Caracas, p. 16. 244 Hobsbawm, Eric J. (1990), “Nations and Nationalism Since 1780”, Cambridge: Cambridge University Press, Citado en The Nationalism Project, en http://www.nationalismproject.org/what/hobsbawm.htm, “…nationalism comes before nations. Nations do not make states and nationalisms but the other way round”. (Traducción libre).
entre sí y no existía tal cosa como la nación venezolana. Grandes distancias y el aislamiento geográfico seguían determinando la carencia de una conciencia nacional entre los pobladores de la República. Es por ello que los nuevos actores políticos entendieron la necesidad de conformar ese ideal de nación de manera tal que el Estado que dirigían tuviera la base social que necesitaba para legitimar su existencia. En este marco de cosas, surge la promoción de los símbolos nacionales, entre los cuales estaban la bandera tricolor, el escudo de armas y las imágenes del Libertador Simón Bolívar y el presidente de turno.
• La bandera
La bandera constituye el símbolo más representativo de la unidad
nacional. A medida que cambiaba el escenario político del país durante el
siglo XIX, el pabellón de Venezuela fue sufriendo diferentes cambios en su
diseño. Tales cambios incluyeron alteraciones radicales en los colores,
franjas, estrellas y otros elementos. La primera bandera de la República
de Venezuela después de la disolución de Colombia fue la ordenada por el
Congreso Constituyente a través del Decreto N° 54 del 13 de octubre de
1830 (véase Anexo Nº 2).
Imagen 9. Bandera provisional del 14 de octubre de 1830, decretada por el Congreso Constituyente de Valencia, Decreto N° 54.
Eran momentos cuando Venezuela redefinía su destino como
república soberana. Esta bandera provisional era, según el decreto del
Congreso Constituyente, la misma de Colombia, formada con los colores
amarillo, azul y rojo en franjas desiguales, más ancha la primera que la
segunda, y ésta más que la tercera. Sobre la franja azul, en el centro, un
óvalo enmarcaba el escudo de armas, sólo que con algunas alteraciones
con respecto al de Colombia. Según el decreto esta bandera sería de
carácter provisional “…hasta que la próxima Legislatura determine sobre
la materia”.245
El 20 de abril de 1836 el Congreso estipuló un nuevo pabellón
nacional a través del decreto N° 213, esta vez de “de un modo
permanente”. Sería el mismo que adoptó Venezuela “…desde el año de
1811 en que proclamó su independencia, cuyos colores son amarillo, azul
y rojo en listas iguales horizontales y en el orden que quedan expresados
de superior a inferior”.246
Imagen 10. Bandera del 20 de abril de 1836 (Decreto Nº 213).
245 “Decreto Nº 54 del 14 de octubre de 1830, designando el Escudo de Armas de Venezuela”, en Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, t. 1, reimpresa por el Gobierno Nacional, edición oficial, Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional, Caracas, 1890, p. 106. 246 “Decreto Nº 213 del 20 de abril de 1836, reformando el de 1830 número 54 sobre escudo de armas, y señalando el pabellón nacional”, en Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, t. 1, reimpresa por el Gobierno Nacional, edición oficial, Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional, Caracas, 1890, p. 293.
Esta bandera estuvo vigente durante 27 años, y fue la que ondeó en
edificios públicos, casas y plazas de Maracaibo en cada fiesta nacional,
hasta que en el año 1863 el nuevo gobierno federal introdujo otros
cambios en su diseño.
Durante el periodo considerado, Maracaibo se vestía con los colores
de la nación para la celebración de las fiestas nacionales. En los actos
solemnes, el tricolor debía ondear simultáneamente en la casa de
Gobierno, en la casa municipal, en las torres de las tres iglesias de la
ciudad, en cada edificio público, en todas las casas particulares, y además
en los dos principales monumentos de la plaza Matriz: la Pirámide y la
Columna de la Libertad.247 En tales oportunidades, cada habitante de la
ciudad de Maracaibo debía colocar la bandera frente a su casa, junto con
luminarias, guirnaldas y otros adornos.248
247 AHEZ, año 1850, tomo 25, leg. 4, folio 32. Programa presentado por el Concejo Municipal de Maracaibo al gobernador para la celebración del 5 de julio de 1852. Maracaibo, 3 de junio de 1852. 248 AHEZ, 1843, año 1847, tomo 25, leg. 20, ff 12 y 12 vto. Programa para la celebración del 5 de julio de 1847. Maracaibo, 19 de junio de 1847.
Imagen 11. Palacios de Gobierno y Legislativo (1895). Durante todo el siglo XIX los edificios públicos fueron adornados con banderas, escudos y retratos de los próceres. En la foto se observan también las banderas de San Sebastián (verde, blanco y rojo), patrono de la ciudad de Maracaibo. Fuente: José Portillo, El glorioso ayer.
Los alumnos del Colegio Nacional de Maracaibo, así como los de la
Escuela de Náutica y de las escuelas primarias de la ciudad, debían
presentarse a los actos uniformados y portando cada uno una bandera
nacional.249 Para la noche del 5 de julio de 1854, la Columna de la
Libertad fue alumbrada con luminarias amarillas, azules y rojas.250
Toda esta exhibición del tricolor buscaba despertar ante la
expectante multitud sentimientos de unidad patria, de pertenencia a una
249 AHEZ, Año 1843, tomo XII, leg. 16, f. 171 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de los actos conmemorativos del 5 de julio de 1843. Maracaibo, 31 de mayo de 1843. 250 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 5, f. 49 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de preparar los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854.
misma nación. Se construía así un discurso no lingüístico que hablaba de
la unidad nacional evocando los sacrificios y glorias de los próceres. La
idea ofrecida era que a fin de cuentas la nación venezolana contaba con la
bendición del cielo, como podían constatarlo las gloriosas victorias
republicanas sobre el poder monárquico. ¿No fue acaso bajo el tricolor de
aquellas banderas que la Providencia había otorgado los gloriosos triunfos
a los patriotas? Representaban, pues, la expresión del ideal nacional al
que estaba destinado el país. Así se pretendía conformar la idea de la
nación.
• El escudo de armas
El primer escudo que adoptó Venezuela en 1830 fue el mismo escudo de
armas de Colombia, compuesto por las dos cornucopias rebosantes de
frutos y flores de los países fríos, templados y cálidos, y las armas
colombianas, compuestas por un hacecillo de lanzas con la segur
atravesada, arcos y flechas cruzadas, atados con una cinta, y en la parte
inferior, el mote ESTADO DE VENEZUELA, que más tarde sería cambiado
por el de REPÚBLICA DE VENEZUELA. A diferencia del escudo de
Colombia, el de Venezuela tenía las dos cornucopias volteadas hacia
abajo. Este escudo era provisional, y el decreto N° 54 imponía la
obligación futura de diseñar un escudo de armas permanente.
Actualmente, el diseño original de este escudo se encuentra en el Archivo
General de la Nación, Sección Secretaría del Interior y Justicia. No se
trataba en realidad de un escudo de armas, pues sólo tenía los blasones o
elementos, sin el escudo propiamente dicho.
Imagen 12. Blasón provisional del 14 de octubre de 1830, decretado por el Congreso Constituyente de Valencia, Decreto N° 54.
En 1834, el Senado presentó un proyecto para el diseño del nuevo
escudo de armas que ya empezaba a mostrar similitudes con el escudo
actual. Su forma era de estilo español. Su timbre estaba coronado con un
sol con tantos rayos cuantas provincias fueran las de la República, y en
cada rayo una estrella. El centro de los rayos era un semicírculo con el
número 19, recordando el 19 de abril de 1810.
Este escudo estaba dividido en tres cuarteles: a la izquierda uno
rojo, con un caballo dorado pasante; a la derecha un cuartel amarillo, con
el hacecillo de lanzas y la segur atravesada por una flecha, y atado con
una corona de laurel, que representaba victoria. En la parte inferior, un
cuartel de color azul, con la divisa 5 DE JULIO, recordando la fecha de la
firma del acta de la independencia. Aparece aquí por primera vez el cinto
colorado que ata una rama de olivo y una de palma, simbolizando unidad
y el triunfo sobre la tiranía.
Imagen 13. Proyecto de Escudo de Armas presentado por la Cámara del Senado (1834).
En 1836 la Cámara de Representantes designó una comisión para
estudiar el proyecto, integrada por los diputados Manuel Felipe Tovar y
Antonio Febres Cordero. Esta comisión buscó la asesoría del al artista
venezolano Carmelo Fernández y del británico Sir Robert Ker Porter, quien
era diplomático, pintor, y experto en heráldica.
Imagen 14. Sir Robert Ker Porter. Diplomático británico que vivió en Venezuela entre 1825 y 1842. Sus habilidades como pintor y experto en heráldica fueron consideradas para el diseño del escudo nacional en 1836. Fuente: http://www.virtualani.freeserve.co.uk/history/accounts/kerporter.htm
Tres fueron las ideas fundamentales que la comisión estimó
necesarias representar en el escudo: la Unión de Venezuela bajo su
sistema de gobierno centro–federal, el triunfo de las armas nacionales y la
Independencia. Sobre la base de estas ideas se buscaron los emblemas
apropiados. La comisión decidió que los emblemas propuestos por el
Senado debían “sufrir alteraciones en sí o en su colocación”.251
251 Véase la trascripción del informe de Antonio Febres Cordero y Manuel Felipe de Tovar sobre el trabajo realizado por la comisión designada para estudiar el diseño del escudo nacional, en Liway Rodríguez, Gilberto, ed. (1999), La tierra de gracia, Grupo Editorial Venelibros. C.A., Caracas, pp. 4, 5.
Imagen 15. Escudo de 1836.
El primer cambio fue el emblema del caballo. Según la comisión,
éste debía aparecer, no en oro (amarillo), ya que “un caballo de oro es un
ente imaginario”, sino en un color natural, para lo cual se sugirió el
blanco. Su posición pasante debía cambiarse a galopante, y con la cabeza
vuelta hacia atrás. La razón de este cambio es clara: según la heráldica,
un caballo representa docilidad y adiestramiento.252 La República de
Venezuela, libre e independiente de todo tutelaje extranjero, debía
entonces ser representada por un caballo indómito y galopando a su
antojo. Se le ubicó en el tercer cuartel, de color azul, el cual ocupaba toda
la barba, campaña o punta del escudo, es decir, su parte inferior.
En cuanto al símbolo de la victoria, que el Senado había sugerido
con el arco y las flechas, se consideró que estas armas eran “exclusivas de
252 Véase Elementos de la heráldica en http://galeon.hispavista.com/escudos/heraldica/hfigs.htm.
pueblos salvajes”, y en su lugar se optó por la espada y la lanza, ubicadas
en el cuartel amarillo de la izquierda.
El cuartel de la derecha era rojo, “…con un manojo de mieses con
tantas espigas cuantas sean las provincias de Venezuela”, lo que aludía a
la unidad geopolítica ansiada por el poder central. El cuartel de la
izquierda era amarillo, con las armas y pabellones de la República
enlazados con una corona de laurel. Estas armas, las lanzas y las espadas
con las que se conquistó la independencia, son exhibidas pomposamente
entre laureles y pabellones nacionales, convirtiéndose ahora en las
garantes de la durabilidad y permanencia del nuevo orden constituido. Se
conservan bajo el escudo las ramas de laurel y palma enlazadas por la
cinta roja, pero con la inscripción: LIBERTAD- 19 DE ABRIL DE 1810- 5 DE
JULIO DE 1811.
Se estipulaba que este escudo debía aparecer “en las salas y
puertas exteriores del Congreso, del Poder Ejecutivo, diputaciones
provinciales, concejos municipales, tribunales de justicia y demas oficinas
públicas”.253
Las cornucopias, tradicionales símbolos de la riqueza, están
rebosantes de toda clase de frutos del país, augurando un futuro de
felicidad y prosperidad gracias a las virtudes del sistema liberal que
defendía el Estado. Se trata de dos cornucopias, lo que ayuda a resaltar
esta idea de prosperidad. 253 “Decreto Nº 213 del 20 de abril de 1836, reformando el de 1830 número 54 sobre escudo de armas, y señalando el pabellón nacional”, en Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, t. 1, reimpresa por el Gobierno Nacional, edición oficial, Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional, Caracas, 1890, p. 293.
Luego del triunfo federalista en 1863, el decreto Nº 1.353 de Juan
Crisóstomo Falcón ordenaba que se cambiara de la cinta del escudo la
frase “Libertad” y se colocase Dios y Federación. Más tarde, al aprobarse
la Constitución Federal de 1864, la fecha del 19 de abril de 1810
desaparece de la cinta y es sustituida por la del 20 de febrero de 1859.
Finalmente, se dispone que el color rojo de la cinta del escudo, que
recordaba a los conservadores, se cambiara por el amarillo, que recordaba
a los liberales federalistas.254
Según un principio de la heráldica tradicional, los emblemas,
colores y elementos de las banderas y los escudos deben ser presentados
utilizando un código poco común. Cada color y cada objeto que integra el
escudo recibe en la heráldica nombres extraños. Así, el color rojo recibe el
nombre de “gules”; el amarillo, “oro”; el azul, “azur”; el blanco; “plata”; el
negro, “sable”; el verde, “sinople”; etc. La misma palabra “color” es
sustituida por la de “esmalte”.255
El propósito de esto en el Antiguo Régimen era el deseo de las clases
nobles de ocultar los conocimientos sobre la heráldica al vulgo, ya que era
considerada “…una ciencia que por su nobleza sólo debía ser manejada
por quien conociera los quilates del honor y que no fuese común a lo
normalmente utilizado para calificar el color de cualquier adminículo”.256
254 Fundación Polar (1997), Diccionario…, t. 2, pp. 248, 249. 255 Véase Melich, Pedro, Manual de Heráldica Simbólica, en http://usuarios.lycos.es/virgosoft/, Virgosoft 2003, última actualización 20/09/2003. 256 Ídem.
En cambio, durante el periodo republicano, cuando empieza a
conformarse el Estado moderno venezolano, es precisamente todo lo
contrario lo que se busca con los símbolos, pues la existencia de ese
Estado se fundamentaba precisamente en su aceptación por parte de los
habitantes del país en general. Es por ello que para la presentación de los
colores de los símbolos nacionales se dan los nombres comunes: amarillo,
azul y rojo.
Sobre el significado de estos colores no hay nada definitivo. Salcedo
Bastardo ha expresado su convicción de que la primera bandera tricolor,
izada por Miranda en Haití el 12 de marzo 1806, había sido inspirada en
la bandera de Rusia, país donde Miranda había vivido durante al menos
un año.257 Aplicando la simbología de los colores a la realidad tropical
venezolana, Miranda habría sustituido el blanco de la nieve rusa por el
amarillo del sol caribeño.258
Después de consolidada la independencia, fue popular la
interpretación de que el amarillo representaba la riqueza del país, el azul,
al océano que separaba al país de la madre patria, y el rojo, la sangre
derramada por los héroes en su lucha por conquistar la libertad. Sin
embargo, nada de esto aparece en los decretos oficiales que regularon la
257 Chalbaud Lange, Daniel E., “Evolución Histórica de la Bandera Nacional: Recopilación Documental”, Biblioteca Nacional de Venezuela, en http://www.bnv.bib.ve/evohistbandvzla.htm. Miranda había vivido en Rusia entre 1786 y 1787, tiempo durante el cual conoció a los grandes personajes del país, como el canciller Iván Osterman, Gregori Potemkin, y la emperatriz Catalina II. (Véase Miranda, Francisco de, Colombeia, tomo IV, pp. 483-541, y tomo V, pp. 43-456, Segunda Edición, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, 1981). Es posible que Miranda haya querido rendir un tributo a Rusia adoptando el diseño de su bandera, en virtud de la protección que este país le había brindado contra España, que había intentado extraditarlo. 258 Ídem.
creación de los símbolos nacionales. Los partidos políticos principales, el
Conservador y el Liberal, se apropiaron, respectivamente, de los colores
rojo y amarillo del pabellón nacional para abanderar sus actividades
partidistas. Cuando en 1868 se produce la “Revolución Azul”, el color azul
pretendió simbolizar la unión de los partidos Liberal y Conservador, tal
como en la bandera el azul era la unión entre el amarillo y el rojo.
• El culto a los héroes
Para Ernest Renan, el culto patriótico a los héroes del pasado
constituye el acto más legítimo y sincero de la gratitud nacional.
De todos los cultos, el culto a los ancestros es el más legítimo, pues los ancestros nos han hecho lo que somos. Un pasado heroico, los grandes hombres, la gloria (la gloria genuina, según yo la veo), éste es el capital social sobre el cual se basa la idea nacional. Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho grandes cosas juntos, querer hacer otras, he allí las condiciones esenciales para ser un pueblo.259 En consonancia con esta hipótesis se presenta el culto a Bolívar que
se instituyó en Colombia la Grande desde principios de la gesta
emancipadora. Bolívar, indiscutible gestor de la independencia, y además
héroe carismático e ideólogo, se convertirá inmediatamente en el símbolo
vivo de los ideales de libertad y soberanía.
259 Renan, Ernest, « Qu’est-ce qu’une nation ? » en La Bibliothèque Électronique de Lisieux, en http://ourworld.compuserve.com/homepages/bib_lisieux/nation04.htm: “Le culte des ancêtres est de tous le plus légitime ; les ancêtres nous ont faits ce que nous sommes. Un passé héroïque, des grands hommes, de la gloire (j'entends de la véritable), voilà le capital social sur lequel on assied une idée nationale. Avoir des gloires communes dans la passé, une volonté commune dans le présent ; avoir fait de grandes choses ensemble, vouloir en faire encore, voilà les conditions essentielles pour être un peuple”. (Traducción libre).
Ya desde el año de 1821, recién creada la República de Colombia, el
Congreso decreta el 28 de octubre como día de “regocijo público” y de
“fiesta del regocijo”.260 El 28 de octubre, día de San Simón en el santoral
católico, se tomó desde entonces no sólo como onomástico del Libertador,
sino además como su cumpleaños.
Como se ha dicho, la fecha del 24 de julio, verdadero cumpleaños
de Bolívar, no era desconocida. Sin embargo, tanto Bolívar como todos los
dirigentes políticos que a su turno llegaron a gobernar Venezuela durante
todo el siglo XIX, aprovecharon la fecha de San Simón para celebrar el
cumpleaños del Libertador, en razón de la fe del pueblo, que en su gran
mayoría era de confesión católica. Se trata entonces de una transposición
de valores religiosos, tal como lo plantea Carrera Damas.261
El culto a Bolívar se inicia desde el año 1813, cuando las
poblaciones de Venezuela le rindieron grandes recepciones a su paso en el
trayecto de la Campaña Admirable, hasta que entra triunfalmente en
Caracas y, siendo aún Brigadier, es coronado con los gloriosos títulos de
General del Ejército Libertador, Capitán General de los Ejércitos de
Venezuela y Libertador de la República. Desde ese momento, la honra de
que sería objeto Bolívar irá evolucionando hacia una verdadera idolatría y
veneración. Es así como se llega a la celebración del 28 de octubre como
fecha de regocijo público.
260 Véase Salvador, José María (2201), Efímeras efemérides…, p. 148. 261 Véase Carrera Damas, Germán (1973), El culto a Bolívar, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, Caracas.
Imagen 16. Ilustración de procesión del busto del Libertador en un día de San Simón. Fuente: Fundación Polar.
Después de 1830, cuando ocurren la desintegración de Colombia y
la desaparición física del Libertador, el día de San Simón siguió
celebrándose en Venezuela de manera consuetudinaria al menos hasta el
año 1849, cuando José Tadeo Monagas decreta el 28 de octubre como día
de fiesta nacional,262 con todos los elementos que incluían las fiestas
nacionales del 19 de abril y el 5 de julio: actos militares, actos cívicos y
actos religiosos. En Maracaibo, tales actos tenían como escenario la Plaza
Matriz.
Pedro Calzadilla explica:
Las festividades cívicas, las fiestas patrias o nacionales, se convertirán en un nuevo escenario de sociabilidad y en uno de los ejes de renovación y modelación de la memoria de los ciudadanos. Allí ocurre la puesta en escena de la patria y el poder, mientras se renueva, en una suerte de comunión colectiva, la devoción por los padres fundadores.263
262 José Tadeo Monagas nació el 28 de octubre de 1784. (Véase, Romero Martínez, Vinicio (1996), ¿Qué celebramos hoy? El libro de las efemérides venezolana, Carvideas, C.A., Caracas, p. 357). 263 Calzadilla, Pedro Enrique (1999), “El olor de la pólvora. Fiestas patrias, memoria y Nación en la Venezuela guzmancista 1870-1877”, Revista Caravelle. Cahiers du monde hispanique et Luso-Brésilien, Tolouse, pp. 114, 115.
La fiesta de San Simón estaba impregnada de un profundo
patriotismo, presente en los discursos, consignas, procesiones y
diversiones. Se convierte así la figura de Bolívar en el símbolo encarnado
de la unidad nacional.
El busto de Bolívar debía estar presente no sólo en la celebración
del día de San Simón, sino en cada día de fiesta nacional. Para la
celebración del 5 de julio de 1843, el Concejo Municipal dispuso que el
monumento de la Pirámide fuera adornado con “…las armas de la
República; á su derecha el acta de independencia, i á la izquierda el
retrato del heroe de ella en la America del Sur”.264 Para el 5 de julio de
1854 se dispuso que el busto de Bolívar se colocara en la Columna de la
Libertad. Este busto debía disponerse mirando hacia la casa de Gobierno,
ciñendo una corona de laurel “como símbolo de sus victorias”.265 Según
las autoridades municipales, Maracaibo especialmente le debía este
homenaje al Libertador porque “más de una vez pensó en constituirla en
Capital de la República”.266
264 AHEZ, año tomo 12, leg. 16, f. 171. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de los actos conmemorativos del 5 de julio de 1843. Maracaibo, 31 de mayo de 1843. 265 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 5, f. 49 vto. Programa presentado al Concejo Municipal de Maracaibo por la comisión encargada de preparar los actos conmemorativos del 5 de julio de 1854. Maracaibo, 1 de julio de 1854. 266 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 20, f. 90. Programa preparado por el Concejo Municipal de Maracaibo para la celebración del 28 de octubre de 1856. Maracaibo, 15 de octubre de 1856.
Con motivo de la celebración del 5 de julio de 1851, se publica un
bando que exhorta a todos los ciudadanos a observar el 5 de julio y a
venerar al Libertador en los siguientes términos:
El rostro de todo republicano en el aniversario de aquel dia, debe mostrar la expresión de los sentimientos de un reconocimiento sin límites al hombre magnánimo que, haciendo morder el polvo al tirano, arrebató nuestra libertad al usurpador de tres centurias que, á despecho de la naturaleza misma quisiera perpetuar su férrea dominación: al hombre terror del despotismo: al angel tutelar á quien el cielo confiara la redención de un mundo: al inmortal Bolívar, en fin cuya memoria conservará la historia y guardará agradecido el pecho de los libres. 267
Lo que revela el sentido profundamente religioso y divino con el que
se pretendía investir la figura del Libertador para despertar los
sentimientos nacionales entre los habitantes de la provincia de
Maracaibo. La elocuencia romántica con visos de religiosidad se hace
especialmente recurrente durante el decenio monaguista. El programa del
19 de abril de 1852 decía en su preámbulo:
El 19 de abril de 1810, Señores, conmemoraba la iglesia, el pueblo cristiano de Venezuela el sacrificio del cordero santo que devolvió al hombre la libertad pura con que plugo al Soberano Ser dotarle, i ese propio dia ese pueblo cristiano independizaba al hombre del yugo de la servidumbre que sobre el pesaba ¡Feliz coincidencia, Señores! Ese dia la libertad natural i la libertad politica se rejeneraron! Confesemos que nuestra redencion política está vestida con un sello augusto de majestad i grandeza! = Nosotros no somos sino legatarios de esa Independencia, legado precioso que debemos guardar i defender. Debemos hacer lo primero con júvilo, i en este concepto la comision os propone el siguiente programa...268
267 AHEZ, año 1850 tomo 25, leg. 4, f. 19. Programa para la celebración del 5 de julio de 1851. Maracaibo, 20 de junio de 1851. (Énfasis añadido). 268 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 9, s/f. Programa presentado al Concejo Municipal por la comisión nombrada para preparar los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852. Maracaibo, 12 de abril de 1852.
Bolívar es el héroe que lleva a la patria a los niveles de la grandeza.
En su persona se conjugan los más elevados valores del pensamiento
liberal e ilustrado. En razón de ello es objeto del culto nacional,
incluyendo los artículos de fe del republicanismo y la modernidad.
Cualquier postura contraria a estos principios no es sino abierta
apostasía. El rechazo al proyecto nacional que dirige el poder central es
una afrenta a la memoria del Libertador y un acto de traición a la patria.
Por ello, el pueblo debe rendir veneración a la memoria de Bolívar,
adhiriéndose a las instituciones existentes y celebrando su natalicio cada
28 de octubre.
Pero no fue sólo a Bolívar que se dispensó esta veneración
patriótica. En general, se ofrecía culto a todos los héroes de la
independencia. Para el 5 de julio de 1861, el programa dispuso que:
El Acta de independencia será conducida por seis jóvenes que llevarán en una banderola el nombre de cada uno de los seis Generales en Jefe del ejército de Colombia: Arismendi, Mariño, Urdaneta, Bermudez, Paez i Sucre. Dos mas representando á Bolívar y al Presidente de Venezuela Cristoval de Mendoza, sostendran el Acta; y los demás niños que puedan conseguirse, llevarán también banderolas con los nombres de los signatarios del augusto acuerdo.269 Además, el presidente de turno era también objeto de culto público.
Por ejemplo, para la celebración del 5 de julio de 1841, el Concejo
Municipal decidió exhibir en la sala municipal los símbolos nacionales y
los retratos de Bolívar y del presidente José Antonio Páez. Como medida
de precaución, el gobernador solicita al Concejo que procure que el retrato 269 AHEZ, Año 1861, tomo 8, leg. 12, ff. 12 vto. Y 13. Programa para la celebración del 5 de julio de 1861. Maracaibo, 27 de junio de 1861.
de Páez ocupe “un lugar preferente”.270 En respuesta, el Concejo
Municipal decide que el retrato de Páez sea colocado “debajo del escudo de
armas de la República”.271
La adhesión al proyecto nacional dirigido por el poder central se
exteriorizaba con los honores que se rendían a los símbolos de la nación.
Tal como lo afirma Marcos González Pérez al estudiar la simbología en la
Nueva Granada, “…la fidelidad, jurada poco tiempo antes al rey, se
consagra ahora a la patria y a sus héroes, en los cuales se deposita la
esperanza de independencia”.272
270 AHEZ, Año 1843, tomo1 2, leg. 16, f. 120. Comunicado del gobernador al Concejo Municipal en relación con los actos del 5 de julio de 1841. Maracaibo, 4 de julio de 1841. 271 Ibíd., f. 121. 272 González Pérez, Marcos (1997), La puesta en escena de la nación, trabajo inédito, Santa Fe de Bogotá, D.C., abril, p. 21.
CAPÍTULO VI FIESTAS NACIONALES Y
CONFLICTOS
CAPÍTULO VI FIESTAS NACIONALES Y CONFLICTOS
Las fiestas nacionales no estuvieron exentas de conflictos y diferencias
entre las autoridades, tanto locales como nacionales, en los cuales salieron a relucir los diferentes intereses en juego. Un conflicto sobrevenía, por ejemplo, cuando se extraviaban armas durante los actos militares de las fiestas, o cuando la situación política de la república se volvía conflictiva. En ambos casos, se impuso la autoridad del poder central sobre cualesquiera otros tipos de pretensiones. La responsabilidad por el arsenal de la república
En la celebración de las fiestas nacionales debían emplearse fusiles para las descargas. Estas armas estaban bajo la custodia del guardaparque, quien las facilitaba a los capitanes de las tropas por orden escrita del comandante de armas de la provincia. La entrega de estas armas debía hacerse con el debido procedimiento, dejándose constancia escrita de la fecha de entrega, así como de la cantidad de armas y fornituras entregadas. Lo mismo debía hacerse al momento de la devolución, cuando la cantidad recibida debía coincidir con la entregada. Sin embargo, por lo menos en dos oportunidades entre 1834 y 1862 se produjeron pérdidas de armas, lo que provocó conflictos entre los oficiales y el alto gobierno a causa de la responsabilidad de los extravíos. En estos conflictos quedó patentada la irrestricta verticalidad del gobierno central frente a cualesquiera otros intereses que estuvieran en juego.
El primer extravío ocurrió durante la celebración del 19 de abril de
1840. En esa oportunidad se extraviaron tres fusiles nuevos y partes de
fornitura. El asunto se convirtió en un problema de Estado, y para su
solución intervino el poder central. El guardaparque de artillería remitió
un informe detallado al comandante de armas, concluyendo que la suma
de la pérdida ascendía a más de 38 pesos, incluyendo los pertrechos
dañados y perdidos. (Véase cuadro 5).
Cuadro 5
Importe del armamento extraviado durante la celebración del 19 de abril de 1840
Descripción Valor (en pesos) Subtotal 3 fusiles nuevos perdidos 9,24 c/u 27, 72 1 fusil nuevo cambiado por uno viejo
6,00 c/u 3, 24 (la diferencia)
28 fusiles dañados 7,00 (por reparación) 7, 00 24 piedras de chispa perdidas 6,00 (el millar) 0, 14 71 piedras inútiles 6,00 (el millar) 0, 42
Total 38, 52
Fuente: AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 65 y 65 vto. En respuesta, el comandante de armas le solicita al gobernador Andrade
que le reclame al responsable o responsables de los tres fusiles nuevos extraviados y las 24 piedras de chispa.273 En cuanto al fusil viejo cambiado, el comandante recomienda que no debe aceptarse la diferencia del valor que proponía el guardaparque, sino que debía exigirse el importe total del fusil nuevo, puesto que el fusil viejo debía pertenecer al parque nacional. Para la reparación de los 28 fusiles descompuestos, el comandante propone se solicite a la Junta Económica el importe de los 7 pesos para su reparación.
De inmediato el gobernador se comunica con el comandante Miguel Baralt, del Batallón Milicia de Reserva, para que éste le exija el pago a los tres capitanes responsables por la pérdida del armamento, y para que le envíe al individuo que había entregado el fusil cambiado. El 26 de agosto Miguel Baralt respondió al gobernador que sólo uno de los tres capitanes, Eusebio Pérez, había entregado los 9 pesos y 24 centavos que le correspondían, no sin protesta, y le hizo llegar el dinero en sus manos junto con el comunicado. Los otros dos capitanes, Felipe Iriarte y Juan Bracho, se habían negado a responder por el extravío.274
La explicación que daba Eusebio Pérez era que un tal señor Juan Ariza había efectuado el cambio del fusil nuevo por el viejo pero que, encontrándose a la sazón Ariza en la “Cilla del Zulia” desde el 5 de julio, no tenía él como capitán autoridad para hacerlo venir a Maracaibo. En vista de esto, el gobernador se comunica con el jefe político del cantón Zulia para solicitarle el traslado de Ariza,275 pero el jefe político le responde que por allá no se tenían noticias de Ariza.276
El gobernador le contesta al comandante Baralt el 27 de agosto: “Devuelvo… el oficio pasado por el capitan Perez á esa comandancia porque [tachado] fraces impropias del decoro con que debe conducirse un subalterno delante de los superiores, sin [tachado] decírseme los fines para que se me acompaña”.277 Miguel Baralt contesta que había remitido al oficio del capitán Pérez, no por las expresiones indecorosas, sino por el hecho de que él se negaba a volver a hacerse responsable de armamento para las fiestas.
Baralt se pone del lado de Pérez, denunciando la forma irregular en que se habían recibido las armas para el día de la fiesta. Atribuye el extravío, no a una falta de las tropas, sino a la forma irregular en que se había hecho la entrega de las armas, puesto
273 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 65, 65 vto. Comunicado del comandante de armas al gobernador de la provincia de Maracaibo en relación con el extravío de armas durante los actos del 19 de abril de 1840. Maracaibo, 19 de agosto de 1840. 274 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 67. Comunicado del comandante del Batallón Milicia de Reserva al gobernador en relación con el extravío de armamento durante los actos del 19 de abril de 1840. Maracaibo, 26 de agosto de 1840. 275 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 69. Comunicado del gobernador de la provincia al jefe político del cantón Zulia. Maracaibo, 27 de agosto de 1840. 276 Ibíd., f. 73. 277 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 68. Comunicado del gobernador de la provincia al comandante del Batallón Milicia de Reserva en relación con el extravío de armas durante los actos del 5 de julio de 1840. Maracaibo, 27 de agosto de 1840.
que la devolución había sido hecha exactamente en la cantidad que se había recibido. Finalmente advierte que, como comandante del Batallón Milicia de Reserva, no volverá a responsabilizarse por armas entregadas de manera informal.
El capitán Felipe Iriarte también remitió un oficio en el cual explicaba que del cuartel no podía salir ningún individuo armado, y que por lo tanto él no podía ser responsable; que le había dado el parte respectivo, y se consideraba librado de toda otra responsabilidad.
Por su parte, Baralt se defiende en los siguientes términos: …si se me obliga á abonar el fusil lo hare sin conseder jamas que sea justa la medida de Su Señoría manifestando a Usted que ninguna otra acción concurrire ha actos semejantes a los que han sido causa de esta comunicación, pues creo que nadie podra obligarme a mi ruina y a la de mi familia, pues la trascendencia de la determinación de Su Señoría no sera otra que la frecuencia del fraude de fuciles por los milicianos y el abono de ellos por los capitanes.278 El asunto se prolongó por varios años, hasta que en 1844 apareció Ariza y
se comprometió finalmente a pagar el importe del fusil extraviado.279 A pesar de la advertencia de Baralt, al año siguiente ocurrirá un nuevo
extravío de armas, y nuevamente el poder central ejercerá presión por las responsabilidades. De los 155 fusiles empleados para la celebración del 5 de julio de 1841, desaparecieron dos fusiles, dos cartucheras, dos tahalíes y dos piedras de chispa, sumando un total de 17 pesos y 12 centavos. (Véase Cuadro 6). El gobernador Andrade ordena al comandante Baralt entregar al guardaparque las prendas perdidas o su valor en moneda.280 Pero además, Andrade decide consultar al gobierno central, debido a que era la segunda vez que se suscitaba el incidente. El gobierno central es inflexible: los oficiales son los responsables ante el gobernador, y éste, ante el gobierno central, de acuerdo con la ley.281 Nuevamente ocurre la protesta de los involucrados. 2,57
Cuadro 6 Importe del armamento extraviado durante
la celebración del 5 de julio de 1841 Descripción Valor unitario (en pesos) Subtotal
2 fusiles perdidos 6, 00 12, 00 2 cartucheras 1, 35 2, 70 2 tahalíes 1, 16 2, 32 2 piedras de chispa 0, 05 0, 10
278 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 72. Comunicado del comandante del Batallón Milicia de Reserva al gobernador de la provincia. Maracaibo, 3 de septiembre de 1840. 279 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 78. Pagaré del Sr. Juan Ariza a la Gobernación de la provincia de Maracaibo. Maracaibo, 19 de agosto de 1844. 280 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 125. Comunicado del gobernador de la provincia al comandante del Batallón Milicia de Reserva. Maracaibo, 14 de septiembre de 1841. 281 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 126. Comunicado del secretario de guerra y marina al gobernador de la provincia de Maracaibo en relación con el extravío de armas durante los actos del 5 de julio de 1841. Caracas, 18 de octubre de 1841.
Total 17, 12 Fuente: AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 124, 124 vto.
El capitán Felipe Iriarte remitió un oficio al comandante protestando por
lo que consideraba un abuso contra su integridad. Explicaba que él había estado ausente de la fiesta por razones de salud, y acusaba a un soldado de nombre Pedro Rincón por haber desertado de la milicia y no aparecer en ningún lado, a pesar de haberse ofrecido recompensa por su captura. Puesto que se trataba de un prófugo, Iriarte se declaraba librado de toda responsabilidad.282
El comandante Baralt notificó al gobernador Andrade la negativa del capitán Iriarte. El otro responsable, un subteniente, accedió a cancelar su parte correspondiente. A la postre, la Comandancia entrega una cartuchera, un tahalí y una piedra de chispa, y abonó además los catorce pesos y cincuenta y cinco centavos restantes para saldar la deuda.283
En este tironeo de poderes quedaba evidenciada la supremacía del
poder central y su interés por validar lo nacional frente a lo regional. Los
antiguos valores del honor personal y familiar quedaban ahora relegados a
los valores como el bien público en la nueva realidad sociopolítica. So
pena de fuertes medidas contra los responsables, la cúspide del poder
ejercía presión sobre todo el entramado político y militar y materializaba
su decidida intención de hacer valer su voluntad frente a los intereses
particulares que contravinieran las directrices del poder central. Lo general
se impuso sobre lo particular.
Maracaibo contra Monagas: resistencia a la celebración del 24 de enero Hubo aún otro tipo de conflicto de mayores proporciones que, por sus implicaciones políticas, llaman la atención con respecto a la conformación de la de la opinión pública en Maracaibo. Se trata de la resistencia de los maracaiberos a celebrar las fiestas nacionales durante el periodo de los Monagas. Tan pronto como suceden los hechos del 24 de enero de 1848, la
282 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, ff. 128-130. Comunicado del capitán Felipe Iriarte al comandante del Batallón Milicia de Reserva en relación con el armamento extraviado durante la fiesta del 5 de julio de 1841. Maracaibo, 4 de noviembre de1841. 283 AHEZ, año 1843, t. 12, leg. 16, f. 133. Comunicado del gobernador de la provincia de Maracaibo al administrador de aduana, notificándole la entrega efectiva de los 14 pesos y cincuenta y cinco centavos y medio como reintegro por el armamento perdido durante la fiesta del 5 de julio de 1841. Maracaibo, 18 de enero de 1842.
sociedad maracaibera se cuadra contra la dictadura monaguista y se rehúsa a participar en las celebraciones de las fiestas nacionales entre 1848 y 1858.
Sólo los miembros del partido liberal llegaron a participar fielmente en los actos. La gran mayoría de los maracaiberos, así como el cuerpo consular radicado en la ciudad, la jerarquía eclesiástica y hasta la milicia, evitaban de cualquier modo participar en los festejos, para lo cual recurrían a diferentes pretextos.284 La muerte violenta del diputado José Antonio Salas el 24 de enero de 1848 había significado para los maracaiberos la materialización del irrespeto del poder central hacia la autonomía regional. Lo que para los maracaiberos debía ser motivo de actos luctuosos, el poder central se empeñaba en convertirlo en día de júbilo nacional. La respuesta de los maracaiberos a esta humillación fue, pues, de negación a celebrar las fiestas nacionales durante su gobierno. Tal como lo señala Dilian Ferrer:
A pesar de que los discursos políticos estuvieron cargados de connotaciones que intentaban polarizar al colectivo hacia la integración y la participación en los actos organizados para conmemorar ese día, y se trató en todo momento de despertar el sentido de pertenencia mediante el uso de símbolos como la libertad, la independencia, los héroes, la patria; la gente no aceptó ni pudo internalizar tal celebración. Tenían sobradas razones para no incorporarla a su imaginario colectivo.285 En vano las autoridades afectas al gobierno de los Monagas se esforzaron
por congraciarse con la opinión pública. En su distintiva retórica romántica, los programas para las fiestas nacionales durante el decenio de los Monagas exhortaban a los maracaiberos a apegarse a la nueva situación política que vivía el país. El programa preparado con motivo del 5 de julio de 1849, se hacen patentes las alusiones a la unidad nacional, a “…olvidar los resentimientos producidos por la pasada contienda para que puedan celebrarse con general regocijo i lucida concurrencia los actos que se preparan”. Además, se hacen alusiones a valores bíblicos como: “mientras el acta de independencia sea mirada por los venezolanos con el amor i respeto con que miraba Israel el Arca Santa de la antigua alianza, ellos serán felizes, sinembargo de sus rencillas transitorias, por que seran siempre libres”. Según este discurso, los maracaiberos debían olvidar los enfrentamientos pasados y unirse a Monagas en la celebración de la nación. El programa exhorta:
Cesen ya esas odiosas denominaciones inveteradas por el espíritu banderizo, que los maracaiberos todos son idólatras de la libertad e independencia nacional; i así el poderoso como el indigente ha esclamado el 5 de Julio en el ardor de su entusiasmo: ¡Viva por siempre la memoria de este día! - Que en el natalicio de la Patria no se advierta más que un solo
284 Esta actitud de abierta hostilidad de los maracaiberos hacia la gestión de los Monagas se manifestó primeramente en la revolución liderada por el gobernador José Aniceto Serrano contra Monagas en 1848, y luego, al imponerse el poder central, en la actitud reacia de los maracaiberos a celebrar las fiestas nacionales. 285 Ferrer, Dilian, (2000), Maracaibo durante el gobierno de los Monagas … p. 82.
color político, el del patriotismo; una sola divisa, la de la concordia; un solo deseo, el de la prosperidad de Maracaibo.286 Pero Maracaibo no escuchó esta pretendida oferta de paz de un
régimen que había subvertido el orden constitucional y violaba sus
derechos como provincia. Antes, la actitud de los maracaiberos fue de
rechazo a las celebraciones públicas durante la gestión de José Tadeo y
José Gregorio Monagas. En esto los maracaiberos no estuvieron solos. En
general, todas las personas que llevaban su vida en la ciudad de
Maracaibo y que disfrutaban de algún grado jerárquico político, social o
religioso, hicieron gestos de apoyo moral a la provincia frente a las
pretensiones del gobierno central en relación con la celebración del 24 de
enero y las otras festividades.
El 23 de enero de 1850 el comandante de armas informa al gobernador que el vicario de la iglesia Matriz no podría dirigir el Te Deum del día siguiente “por estar ocupado el templo con el patrono de la ciudad”.287 Para el año 1851 el Concejo Municipal explica al gobernador que por no tener “ninguna suma de que disponer en las rentas municipales por que el presupuesto sancionado el año próximo pasado por la Cámara provincial, corresponde al año económico de 1851 á 1852”, la celebración se haría con sólo tres salvas de artillería y paseo militar en la tarde del 24.288 Como respuesta, la Gobernación autorizó un gasto adicional de 50 pesos para que la fiesta pudiera celebrarse.289
Esta actitud reacia de los maracaiberos a participar en las fiestas nacionales se mantendrá durante todo el régimen monaguista. En 1856 el redactor Valerio Perpetuo Toledo publicó, en el número 23 de su periódico El Mendigo Hablador, un artículo sarcástico contra la fiesta del 24 de enero. Toledo se vale de la ironía y el humor para expresar su desprecio hacia lo que 286 AHEZ, año 1850, t. 25, leg. 4, ff. 9 y 9 vto. Programa aprobado por el concejo municipal de Maracaibo para la celebración del 5 de julio de 1849. Maracaibo, 12 de junio de 1849. 287 AHEZ, año 1850, tomo 19, leg. 3, f. 101. Comunicado del comandante de armas al gobernador de la provincia en relación con la celebración del 24 de enero de 1850. Maracaibo, 23 de enero de 1850. 288 Ibíd., f. 107. Comunicado del Concejo Municipal al gobernador de la provincia en relación con la celebración de la fiesta del 24 de enero de 1851. Maracaibo, 23 de enero de 1851. 289 Ibíd., f. 111. Comunicado del gobernador al jefe político del cantón Capital. Maracaibo, 23 de enero de 1851.
consideraba no solamente un absurdo sino además un abuso contra la ley y la soberanía del pueblo. (Véase una trascripción del artículo en el Anexo Nº 7).
Por este artículo la jefatura política del cantón interpeló a Toledo y lo penó con una multa de 20 pesos o un arresto de 15 días. Según Juan Besson, el escrito de Toledo tuvo eco entre los maracaiberos y, por lo que se expresa en la interpelación que se le hiciera a Valerio Toledo, puede inferirse que la mayor parte de los ejemplares de esa edición se vendió y Toledo sólo pudo conseguir seis ejemplares para entregarlos a las autoridades cuando les fueron exigidos.290
Las manifestaciones de apoyo moral a la provincia continuaron de diversas maneras. En 1857 el gobernador Carlos María López se queja ante el gobierno central porque a pesar de haber girado instrucciones al Concejo Municipal para erogar los gastos para el 28 de octubre, el cuerpo consistorial se había negado a acordar suma alguna para este fin, alegando la escasez de fondos, lo que fue interpretado por gobernador como “una repulsa” de la localidad al gobierno.291
Por su parte, el cuerpo consular presente en la ciudad se hizo eco
de los sentimientos de la población maracaibera hacia el régimen
dictatorial durante todo el decenio. Para el año 1852, el cónsul de
Hamburgo en Maracaibo se excusa ante el gobernador interino de la
provincia, Juan Celis, por no poder asistir a los actos del 24 de enero por
razones de salud.292
El cónsul de España se excusa por no poder atender a la invitación
a la fiesta alegando que no se tenía “designado lugar fijo para el cuerpo
consular, y es un inconveniente concurrir como hombre público á una
fiesta donde la corporación á que pertenece no tiene determinado puesto
alguno que ocupar”.293
290 Véase Besson, Juan (1949), Historia del Zulia, tomo III, Editorial Hermanos Belloso Rossell, Maracaibo, pp. 380-384. 291 AHEZ, año 1849, t. 7, leg. 20, s/f. Comunicado del gobernador de la provincia al Secretario de Interior y Justicia sobre la celebración del 28 de octubre de 1857 en Maracaibo. Maracaibo, 28 de octubre de 1857. 292 Ibíd., f. 123. Comunicado del cónsul de Hamburgo al gobernador de la provincia en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 22 de enero de 1852. 293 Ibíd., f. 124. Comunicado del cónsul de España al gobernador interino de Maracaibo Juan Celis, en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 21 de enero de 1852.
El cónsul de Holanda se excusa de no poder asistir por “haberse
comprometido antes de recibir el oficio de US. á verificar un paseo al
campo con varios amigos en los dias 24 y 25”.294
El cónsul de Francia se excusa de no poder asistir debido a que no
se tenía “un lugar destinado en la Iglesia Mayor para el Cuerpo Consular”,
asegurando que ese motivo “ha sido causa que mi antecesor y yo hemos
tenido que pasar por la pena de dejar de asistir á las invitaciones de igual
naturaleza que se nos han hecho”.295
El cónsul de Estados Unidos escribe que “una prolongada y
continua indisposición me previene de unirme a usted con su Excelencia
en la ocasión anterior”.296
El cónsul de Dinamarca se excusa por una indisposición que
afectaba a su familia y por lo tanto no podía unirse a la festividad.297
Para los años siguientes, el cuerpo consular siguió evadiendo su
asistencia a los actos de las efemérides oficiales.
294 Ibíd., f. 125. Comunicado del cónsul de Holanda al gobernador interino de Maracaibo Juan Celis, en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 22de enero de 1852. 295 Ibíd., f. 126. Comunicado del cónsul de Francia al gobernador interino de Maracaibo Juan Celis, en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 22 de enero de 1852. 296 Ibíd., f. 127. Comunicado del cónsul de Estados Unidos al gobernador interino de Maracaibo Juan Celis, en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 21 de enero de 1852. “I have the honor to acknowledge... a protracted and continued indisposition, prevents me form uniting with your Excellency on the above occasion”. (Traducción libre). 297 Ibíd., f. 140. Comunicado del cónsul de Dinamarca al gobernador interino de Maracaibo Juan Celis, en relación con la celebración del 24 de enero de 1852. Maracaibo, 24 de enero de 1852.
Este rechazo generalizado del cuerpo consular a unirse al gobierno
central en la celebración de las festividades patrias, permite demostrar su
apoyo moral y su simpatía por la ciudad, haciéndose eco de los
sentimientos adversos hacia a un poder que pretendía humillar los
derechos del pueblo maracaibero.
Con los años, esta renuencia no disminuirá, sino que se mantendrá
durante todo el decenio 1848-1858, hasta que finalmente se produce la
caída de los Monagas.
También en el ejército se manifiestan pretextos para evadir las
festividades durante la dictadura de Monagas. En 1853 el capitán
Purriceaga, de la primera compañía de artillería de la milicia activa, se
declara en estado de enfermedad y por tanto delega la responsabilidad de
los actos militares del 24 de enero al teniente de la compañía. Sin
embargo, el teniente también se declara enfermo, por lo cual el capitán
Purriceaga acude al subteniente. Pero el subteniente no dio respuesta al
capitán, por lo cual éste se vio en la obligación de comprometerse ante la
Gobernación a dirigir los actos militares a pesar de su enfermedad.298
En ocasión del 19 de abril de 1854 el comandante de la Plana Mayor
Veterana José María Frontado se queja ante el gobernador por la apatía
general que se notaba no solamente en la población civil, sino además
entre los milicianos, en relación con las fiestas nacionales. Su observación
298 Ibíd., f. 150. Comunicado del capitán de la Primera Compañía de Artillería de Milicia Activa al gobernador de la provincia, en relación con la celebración del 24 de enero de 1853.
demuestra que esta desidia venía haciéndose de manera persistente en
cada día de fiesta:
…ya no encuentro conceptos para demostrar el menosprecio con que se miran las órdenes superiores mas injentes ni el objeto patriótico i de regocijo á que me contraigo inspiró el noble sentimiento de atender las escitaciones que se hicieron, aun en la propia mañana de ayer, pues solo concurrieron al toque de llamada i tropa 43 individuos, cuyo pequeño número fue el único del cuerpo que contribuyó a aumentar la fuerza Armada que marcha en el Paseo. Ninguno de los SS. encargados de compañias se escusó de la comparecencia, ni siquiera por mero cumplimiento; i el piquete mencionado habría marchado bajo las órdenes de un Sarjento, á no haber sido porque el Subteniente Sr. Francisco Lopez, atento i cumplido, se hubo de presentar uniformado, en acatamiento á la invitación de esta mayoria.299 En contestación, el gobernador expresa:
Con pena vé esta Gobernación el estado de desorganización del Cuerpo de milicia de reserva, la relajación de sus oficiales en concurrir á los actos de instrucción ó extraordinarios del servicio y esta pena se hace mas sensible al percibirse el indiferentismo que se advierte especialmente en actos como el de la celebración de uno de los grandes dias nacionales del Estado en cuya solemnización debe interesarse todo buen ciudadano.300 Como medida correctiva, el gobernador decide convocar a todas las
fuerzas para el día 14 de mayo con el propósito de indicarles, so pena de
castigo, la obligatoriedad de asistir a las festividades.
El desprecio a la dictadura de Monagas fue general en la población
maracaibera. En el resto de la provincia de Maracaibo, la situación era la
299 AHEZ, 1849, t. 10, leg. 9, s/f. Comunicado del comandante de la Plana Mayor Veterana al gobernador de Maracaibo en relación con la celebración del 19 de abril de 1854. Maracaibo, 20 de abril de 1854. 300 Idem. Contestación del gobernador de la provincia al comandante de la Plana Mayor Veterana en relación con la participación de las tropas en las fiestas nacionales. Maracaibo, 20 de abril de 1854.
misma. Para la celebración del 28 de octubre de 1851 en Perijá, el jefe
político notifica a la Gobernación que a pesar de haberse celebrado la
fiesta, no había habido sermón “…por que no alcanza el presupuesto, y
falta de patriotismo”.301 Desde Gibraltar se informa “con bastante pena”
que en ese cantón no se celebraba ninguno de los días de fiesta nacionales
por razones económicas. 302 En Altagracia, esto se repitió en cada fiesta
durante el régimen monaguista, pues había quienes “…obstinadamente se
empeñan en contrariar las ideas liberales y filantropicas al gobierno”,303 y
para el 28 de octubre de 1853, el jefe político denuncia a la Gobernación
que “…solo los del partido Liveral de esta villa concurrieron a solemnizar
los actos de dicho dia, i ni uno solo de los antiliberales i oligarcas de este
lugar se vió recurrir á celebrar la memoria del padre de la patria”.304
Debido a la deslegitimación en que se encontraba la administración
de Monagas, se observa durante este periodo una especial atención del
gobierno a las fiestas nacionales, intentándose incluir espectáculos cada
vez más llamativos, y ceremonias cada vez más pomposas, de modo que se
lograra la sensibilización del público.
301 AHEZ, Año 1849, t. 7, leg. 20, f. 33. Comunicado del jefe político de Perijá al gobernador en relación con la celebración del 28 de octubre de 1851 en ese cantón. Perijá, 29 de octubre de 1851. 302 AHEZ, Año 1849, t. 10, leg. 9, f. s/f. Comunicado del jefe político de Gibraltar al gobernador de la provincia en relación con la celebración de las fiestas nacionales en ese cantón. Gibraltar, 21 de mayo de 1855. 303 AHEZ, Año 1849, t. 7, leg. 20, f. 44. Comunicado del jefe político de Altagracia al gobernador en relación con la celebración del 28 de octubre de 1852 en ese cantón. Altagracia, 5 de noviembre de 1852. 304 Ibíd., f. 59. Comunicado del jefe político de Altagracia al gobernador en relación con la celebración del 28 de octubre de 1853 en ese cantón. Altagracia, 2 de noviembre de 1853.
La negativa a participar en las festividades nacionales permite inferir
que la fiesta republicana representaba no sólo un homenaje al ideal de
nación, sino que además tenían un carácter confirmatorio de la
administración central. La participación o no de los maracaiberos en las
festividades estaba determinada por su aceptación o rechazo a la
autoridad de turno. Aun cuando los habitantes no podían contravenir los
dictados de la ley que los obligaba a celebrar las fiestas patrias, esta ley no
podía subyugar la voluntad general. Es así como se recurre a la táctica de
las excusas para evadir la participación en las celebraciones en este
periodo.
De esta manera, en la participación o abstención se configuraba un
juego de intereses expresado en obediencia/desobediencia,
aceptación/rechazo, aprecio/desprecio hacia el poder central, en razón de
la actitud que el gobierno mantuviera ante la provincia. Cuando el poder
central humillaba los derechos constitucionales de la región, la respuesta
de los maracaiberos era de rechazo a tal poder.
A pesar de este rechazo generalizado de los maracaiberos por festejar
las fiestas nacionales durante el monaguismo, ello no implicó una
regresión en el proceso de conformación del ideario nacional. En toda la
documentación revisada no se halló una sola demostración que
contraviniera el pacto social suscrito por Maracaibo con Venezuela. Al
contrario, todas las expresiones de los opositores al régimen de Monagas
son de apoyo al proyecto nacional. Son redundantes las alusiones a la
patria y a la república, de la cual Maracaibo llegó a sentirse parte. En tal
sentido, la opinión pública entendió la necesidad de rescatar a la patria de
la ambición personalista y el crimen oficializado.
Guerra civil y fiestas nacionales
Durante la guerra federal la celebración de las fiestas nacionales en
Maracaibo se vio seriamente afectada a causa de la escasez de recursos
económicos. Sin embargo, las autoridades provinciales y locales se las
arreglaron para no dejar de lado los días de fiesta. Para el año 1860, la
celebración del 19 de abril se redujo a actos sencillos: iluminación de
calles y casas, diversiones públicas, y tres salvas de artillería: una a las
seis de la mañana, otra al mediodía y otra a las seis de la tarde, así como
tres salvas de cañón de los buques de guerra a la misma hora.305
Para el 5 de julio de ese mismo año, el Concejo Municipal decide
reducir los actos a sólo un canto de Te Deum en la iglesia Matriz, “única
cosa que permite lo angustiado del tiempo”.306 En respuesta, el
gobernador decide enriquecer los actos invitando a la fuerza armada a
participar con salvas de artillería, buques y paseo, y a los vecinos a
entregarse a diversiones permitidas “que no ofendan la moral pública”.307
En cuanto a la celebración del 28 de octubre, se limitó ésta a un
servicio religioso en el templo de San Francisco, con condecoraciones a los 305 AHEZ, Año 1860, t. 12, leg. 25, s/f. Resolución del gobernador en relación con la celebración del 19 de abril de 1861. Maracaibo, 18 de abril de 1861. 306 Ibíd., s/f. Resolución del Concejo Municipal en relación con la celebración del 5 de julio. Maracaibo, 4 de julio de 1860. 307 Ibíd., s/f. Comunicado del gobernador al comandante de armas en relación con la participación de la fuerza armada en los actos del 5 de julio. Maracaibo, 4 de julio de 1860.
alumnos del Colegio Nacional en honor de San Francisco de Asís, patrono
del Colegio, y de Simón Bolívar.308
Para el año 1861 se nota un resurgimiento del interés de las
autoridades nacionales y regionales por la celebración del 5 de julio. El
gobierno central dirigido de nuevo por los conservadores, solicitó a las
municipalidades celebrar el 5 de julio con el mayor lucimiento posible.
Este renovado empeño se explica por la urgencia del gobierno nacional
por ganarse a la opinión pública en momentos cuando el movimiento
federalista amenazaba con trastornar el orden sociopolítico vigente. El
gobierno había triunfado en Coplé, y a principios de 1860 había muerto
Ezequiel Zamora. Fue fácil para los conservadores sentirse seguros del
triunfo, y en razón de ello decidieron buscar el apoyo de la opinión pública
a través de su participación en una fiesta nacional para la cual no se
escatimaría en gastos.
Es así como se produce la celebración del 5 de julio de ese año. El
gobernador José Aniceto Serrano ―quien había vuelto al poder con la
caída de Monagas― decide tomar la iniciativa en los preparativos para la
fiesta. Se dirige a los curas de las iglesias Matriz y Santa Bárbara para
que se aseguren de la participación de todo el clero en los actos, “sin
escusas ni pretextos á que suelen ocurrir” y que se anuncien con repiques
308 Ibíd., s/f. Comunicado del Concejo al gobernador de la provincia en relación en relación con la celebración del 28 de octubre de 1860. Maracaibo, 26 de octubre de 1860.
en todos los templos la convocatoria “á los fieles á pedir á Dios por la paz
pública, por nuestra futura dicha”.309
Al rector del Colegio Nacional le solicita convocar a todos los
alumnos, y además, encargarse de una oración en la misa que fuese
“…tan elocuente, como la saben concebir sus elevados talentos; tan
edificante, como las pueden hacer los que consagran su inteligencia al
bien de la humanidad; tan patriótica, como son los sentimientos del jóven
sacerdote que todo se lo debe á nuestras libres y santas
instituciones…”.310
A las preceptoras de las escuelas solicita Serrano que convoquen a
todos los niños para dirigir sus oraciones en la función de iglesia, en
razón de que “…los ruegos de la inocencia serán tan eficaces, cuanto que
siendo hijos del candor llegarán ajenos de toda impureza al trono del
Altísimo”.311
A los músicos Manuel Gando y Marcelo González les solicita
componer la melodía para el Himno a la Paz escrito por José Antonio Páez
con motivo de la guerra civil.
Al comandante del Apostadero le gira instrucciones para que
disponga que los buques de guerra y mercantes surtos en el puerto, tanto
nacionales como extranjeros, “…aparezcan desde el amanecer formados
en línea de un extremo á otro de la bahia, e iluminados por la noche,
309 AHEZ, Año 1861, tomo 8, leg. 12, f. 2. Resolución del gobernador de la provincia en relación con los actos para el 5 de julio de 1861. Maracaibo, 24 de junio de 1861. 310 Ídem. 311 Ibíd., f. 2 vto.
haciendo los primeros las salvas de ordenanza, y contribuyendo los
segundos con las que á bien tengan sus respectivos capitanes”.312
El programa que finalmente preparó el Concejo Municipal incluyó:
un convite oficial al que asistirían el gobernador, todos los empleados
públicos y el cuerpo consular; una novilla para las tropas, especialmente
los veteranos y lisiados de la guerra de independencia que vivían en la
ciudad; un paseo muy vistoso en el que varios jóvenes representarían a
Bolívar, a Cristóbal Mendoza, y a los generales en jefe Arismendi, Mariño,
Urdaneta, Bermúdez, Páez y Sucre, así como a todos los signatarios del
acta de independencia; el canto del Himno a la Paz en la plaza San
Sebastián; tres discursos en las tres plazas de la ciudad por parte de tres
alumnos del Colegio Nacional, y toda clase de diversiones públicas los
días 5, 6 y 7 de julio, libres de impuesto municipal. 313
Todos estos actos fueron cubiertos con el renglón de “Imprevistos”
del presupuesto de la provincia, con lo que se revela la importancia
ideológica que tenía la celebración en medio del conflicto sociopolítico que
vivía el país.
Para el 28 de octubre de ese año, el Concejo Municipal decide
reducir la festividad del natalicio de Bolívar a sólo el canto del Te Deum,
en razón del “desgraciado suceso ocurrido en el Golfo”.314 En vista de ello,
312 Ibíd., ff. 4 y 4 vto. 313 Ibíd., ff. 12 vto y 13. Programa presentado por el Concejo Municipal para los actos del 5 de julio de 1861. Maracaibo, 27 de junio de 1861. 314 Ibíd., ff. 2, 3 y 3 vto. Se refiere al naufragio de la goleta La Clara, ocurrido el 10 de octubre de 1861. En este accidente perecieron Apálico Sánchez, quien se había declarado de parte del depuesto José Aniceto Serrano, y los hermanos Aguado Grana. Salían al exilio los tres por orden de Antonio Pulgar, quien se había sublevado contra Serrano y se
el jefe civil y militar de la provincia, general Antonio Pulgar, decidió
organizar personalmente mismo el programa por medio un decreto, el cual
estipuló todos los actos de costumbre.
En 1862 la situación política del país a causa de la guerra se había
agudizado, lo cual repercutió en las festividades celebradas en Maracaibo
ese año. El modo apresurado con que se decidieron los actos de ese año,
así como la simpleza de los mismos, sugiere que la situación política de la
provincia, mayoritariamente antifederalista, se vio afectada por el avance
de los rebeldes en el centro del país. El 19 de abril ni siquiera contó con
programa. Sólo se dispuso la celebración del Te Deum, decisión que se
tomó precipitadamente el mismo día 19, programándose para el día 20 de
abril “después de la fiesta de Resurrección”.315 Para el 5 de julio se
dispuso sólo el canto de Te Deum. Sólo para el 28 de octubre se hicieron
preparativos, y no por el Concejo Municipal sino por el gobernador José
Garbiras en persona, quien emitió un decreto con el objeto de decidir los
actos al efecto: repiques de campanas, salvas de fusilería y artillería, Te
Deum, paseo, diversiones y tres días de toros. Sin embargo, este decreto
aparece también de manera súbita el 27 de octubre, y además aparece en
términos concisos y sin la palabrería de costumbre.316
había hecho con el poder de la provincia. Véase Besson, Juan (1949), Historia del Zulia, t. III…, p. 126. 315 AHEZ, año 1862, t. 2. leg. 12, s/f. Comunicado del Concejo Municipal al gobernador de la provincia en relación con la fiesta del 19 de abril de 1862. Maracaibo, 19 de abril de 1862. 316 AHEZ, año 1862, t. 2. leg. 12, s/f. Decreto del gobernador José Garbiras para ordenar los actos del 28 de octubre de 1862. Maracaibo, 27 de octubre de 1862.
Las diferentes autoridades que asumieron el control de la provincia,
tanto de hecho como de derecho, invariablemente entendieron la
necesidad de consagrar las festividades patrióticas en medio de los
conflictos políticos. Aún en lo más agudizado de estos conflictos, estas
fiestas fueron celebradas ―de manera reducida u ostentosa― como el
mejor medio para legitimar la actuación del gobierno ante la opinión
pública.
CONSIDERACIONES FINALES
En las fiestas nacionales celebradas en Maracaibo entre 1834 y
1862 los maracaiberos presenciaron y participaron en diferentes actos
que fluctuaban entre lo sagrado y lo profano, lo solemne y lo hilarante, la
contrición y el regocijo. La fiesta republicana toma como modelo la
tradicional fiesta barroca celebrada durante el periodo colonial,
integrando elementos tradicionales ―tales como el ceremonial y las
diversiones públicas― con elementos nuevos ―como los símbolos
nacionales y los valores de la ciudadanía―. Esta sacralización se
construye cuando el viejo régimen ha sido desacralizado por el
pensamiento moderno que empezó a regir en Venezuela a principios del
siglo XIX.
Los tradicionales valores coloniales de dependencia, vasallaje y
honor fueron dando paso progresivamente a los nuevos conceptos
republicanos de ciudadanía, libertad, prosperidad y unión. Perviven, sin
embargo, valores como la fidelidad, la obediencia y la subordinación,
requeridos para el mantenimiento y durabilidad del nuevo régimen.
Además, tal como se había hecho durante el régimen monárquico colonial,
se invoca a la Providencia para conseguir la bendición del nuevo orden.
De este modo, la política republicana fundamentó su legitimidad en la
teología tradicional.
Los esfuerzos constantes del gobierno central para la celebración de
las fiestas nacionales en Maracaibo, así como el apoyo de las elites
regionales y la participación jubilosa de los maracaiberos en ellas,
demuestra que éstas fueron una pieza clave en la construcción de una
opinión pública favorable a los valores de la nueva sociabilidad, con lo
cual se da inicio al proceso integrador de Maracaibo a la nación
venezolana. A pesar de las posturas que actualmente cuestionan el
proceso de incorporación de Maracaibo al proyecto nacional durante los
primeros años de la república, en las fiestas nacionales celebradas en
Maracaibo este proceso se observa sin traumas ni sobresaltos. Tanto los
actores políticos de la localidad como los ciudadanos y pobladores en
general, se unían en júbilo para celebrar las fechas patrias y la unidad
nacional.
En la construcción de esta identidad nacional lo local o regional es
postergado, colocado en un segundo plano, favoreciéndose los elementos
que garantizaran la unidad nacional. Se exalta, pues, lo nacional en
detrimento de las reafirmaciones locales. Pero este detrimento no significó
la destrucción total de la identidad regional, la cual se ha mantenido en el
tiempo, sino más bien la construcción paralela de una identidad nacional.
De este modo se conforma en los maracaiberos un complejo juego de
identidades en el que se conjuga lo particular y lo general.
Cuando la situación sociopolítica ponía en peligro la integración o la
legitimación de los actores de turno, las exigencias del poder central por la
celebración se acentúan. Ello se nota especialmente en el periodo del
monagato y durante la guerra federal, cuando se hacen esfuerzos por
incluir actos novedosos y llamativos que lograran la captación del público.
Se convierten así las fiestas nacionales en un nuevo espacio de
publicidad, fundamentado en prácticas sociales tradicionales.
El día festivo era un momento durante el cual los maracaiberos
rendían culto a Dios y a la Patria. Durante el Antiguo Régimen, la fiesta
religiosa fue secularizándose cada vez más, hasta llegar a desdibujarse su
origen religioso. En el régimen republicano, ocurre lo contrario,
exaltándose una celebración secular al rango de un acontecimiento
espiritual.
Una vez cumplidos sus deberes con el cielo y con la patria, los
maracaiberos se dedicaban al goce de lo terrenal. Se buscaba atraer la
atención sensorial del público. Los diferentes eventos realizados en las
horas dedicadas a la celebración de la nación contenían estímulos
sensitivos que buscaban fijar en la mentalidad del público la validez del
orden constituido. La exuberancia de los actos, su riqueza visual,
auditiva, gustativa, táctil y olfativa, todo conformaba un cúmulo de
experiencias sensoriales con las que se buscaba dictar la lección de la
unidad nacional.
La emotividad de los actos litúrgicos y las otras sensaciones
experimentadas durante las fiestas, como los discursos de euforia
nacional, los vítores a la patria y a los héroes, los concursos y juegos
hilarantes; todo constituía un cúmulo de sensaciones que contribuía a
dejar una huella emocional alrededor de la idea de la unidad nacional.
Idea que era comunicada a través del universo de elementos simbólicos,
tanto lingüísticos –discursos, cantos, vítores, motes, sermones– como no
lingüísticos –banderas, retratos, escudos, desfiles– que componían el
complejo ceremonial de la festividad. Esto fue repetido monótonamente
todos los años entre 1834 y 1862, por lo menos cuatro veces al año entre
1849 y 1858. Este cúmulo de sensaciones vividas durante las horas
dedicadas a la exaltación de la patria perseguía la conformación de una
opinión pública de aceptación y legitimación del nuevo orden constituido.
La información analizada permite concluir que, sin importar las
circunstancias políticas del país, las fiestas nacionales fueron celebradas
en Maracaibo indistintamente entre 1834 y 1862, lo cual da cuenta de la
importancia política que tenían las festividades en la construcción del
imaginario nacional en la población maracaibera. Pero además, estas
celebraciones permitieron la legitimación de toda la pirámide del poder en
la que estaban incluidas no sólo las autoridades nacionales, sino además
todas las autoridades locales y provinciales, indistintamente de la
contingencia política que se viviera en el momento.
Ello da cuenta de la conformación en Maracaibo de lo que en este
trabajo se ha denominado “opinión pública”, entendida ésta no como una
mera actitud pasiva de inclinación hacia tal o cual propuesta, sino como
una actitud reflexiva y consciente frente a determinadas demandas del
poder central. Esta opinión pública ―u opinión de la “mayoría”― genera
actitudes y conductas sociopolíticas hacia el poder central, actitudes de
obediencia/desobediencia, acato/desacato, aceptación/rechazo de las
autoridades e instituciones, dependiendo de cómo sea percibida la
legitimidad del poder central en la provincia.
Como elemento aglutinante en la construcción del imaginario
nacional está la promoción de los símbolos durante las horas festivas.
Estos símbolos exhibidos con pompa y solemnidad y expresados en
banderas, escudos, retratos, cantos, poemas, motes, armas y uniformes,
así como los fuegos artificiales, las salvas de cañón y la música, buscaban
la exaltación y glorificación de las hazañas militares de los patriotas
durante la guerra de independencia.
Los símbolos nacionales constituyeron la expresión visual del ideal
nacional que se planteó el gobierno central durante esos primeros años de
vida republicana. De esta manera buscaban la adhesión de la mayoría al
nuevo régimen sociopolítico. De ahí que los significados de adhesión,
lealtad y sumisión al régimen fueron el común denominador de la
simbología política, tanto en el Antiguo Régimen como en el Régimen
Republicano.
En el culto a los héroes, sobre todo el culto dedicado a la memoria
de Bolívar, se manifiesta el interés del Estado nacional por validar su
acción política al declarar su afinidad ideológica con el Libertador. De
acuerdo con esta postura, el país estaba viviendo la cristalización del ideal
bolivariano de libertad, prosperidad y soberanía. Esto era posible gracias
a la independencia conquistada por Bolívar, y a la actuación política de la
elite que había asumido el control del Estado.
Cada bandera tricolor que ondulaba en las plazas y edificios
públicos hablaba de quiénes eran ahora los nuevos protagonistas del
quehacer político de la república. Así, se promueve el desarrollo de
sensibilidades en favor del proyecto nacional. Además, se persigue la
legitimación de los nuevos actores, destacándoseles como legatarios de
Bolívar y los próceres, pretendiendo establecerse una línea de continuidad
entre la obra del Libertador y la nueva realidad política. Según esta idea,
la República de Venezuela creada en 1830 no fue la interrupción de la
obra integracionista de Bolívar, sino su continuación.
El ornato de las calles con guirnaldas e “iluminarias”, los desfiles
por las calles de parroquia en parroquia, la lectura del acta de
independencia, y todo el ceremonial que acompañaba la celebración de la
emancipación política, permitieron otorgarle al nuevo proceso un halo de
santidad y aprobación divina ante el público expectante.
En medio de marcadas diferencias internas, de enfrentamientos
ideológicos que cuestionaban el proceder de las nuevas autoridades, las
fiestas nacionales que comenzaron a celebrarse durante los primeros años
de la república serían el medio a través del cual se promovería la
validación de la nueva realidad política ante los ojos de todos los
habitantes en cada rincón de la provincia.
FUENTES CONSULTADAS
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ANEXOS
1. Decretos que regularon las fiestas nacionales entre 1834 y 1862
• DECRETO Nº 167, 16 DE ABRIL DE 1834, DECLARANDO GRANDES DÍAS NACIONALES EL 19 DE ABRIL Y EL 5 DE JULIO. (REFORMADO POR EL Nº 694)
El Senado y Cámara de Representantes de la República de Venezuela reunidos en Congreso, considerando: 1º Que el recuerdo nacional de las épocas gloriosas de la emancipación y transformación política de Venezuela, aun no está acordado por acto legislativo; y 2º Que todos los pueblos han consagrado la memoria de los grandes dias en que se elevaron al rango de Nación, decretan: Art. 1º Los dias 19 de Abril y 5 de Julio son grandes dias nacionales, y formarán épocas en la república. Art. 2º Todos los tribunales, juzgados y oficinas de la administración del estado, guardarán estos dos grandes dias como de fiesta nacional. Art. 3º El Poder Ejecutivo queda especialmente encargado de hacer solemnizar los dos grandes dias nacionales, de la manera más digna y propia recordándolo á los pueblos con la anticipación y solemnidad necesarias.
Dado en Carácas á 15 de Abril de 1834, 5º y 24º -El Presidente de la Cámara de Representantes Fermin Toro.- El secretario del S. José Maria Pelgron.- El secretario de la Cámara de Representantes Rafael Domínguez.
Sala del Despacho, Carácas Abril 16 de 1834, 5º y 24º -Cúmplase.- El Vicepresidente de la República encargado del Poder Ejecutivo Andrés Narvarte.- refrendado.- El secretario de Estado en el Despacho del Inetior y Justicia Diego Bautista Urbaneja.
• LEY Nº 694, 14 DE MARZO DE 1849, REFORMANDO LA Nº 167 SOBRE FIESTAS NACIONALES (DEROGADA POR EL Nº 1.144)
El Senado y Cámara de Representantes de la República de
Venezuela reunidos en Congreso, considerando: 1º Que en 19 de Abril de 1810 el buen pueblo de esta tierra con entusiasmo santo y heróico denuedo, arrojando de sus puertos á los opresores de tres centurias, por primera vez reveló su voluntad de gobernarse por sí mismo y su poder para ejecutarla. 2º Que en 5 de Julio de 1811 los egregios representantes de las provincias unidas declararon
solemnemente en Congreso general la independencia de Venezuela de toda dominación extraña. 3º Que en 24 de enero de 1848, agotado el sufrimiento bajo una nueva y odiosa tiranía que rebosaba en abusos y pretensiones retrogradantes y destructoras, supo el pueblo espontánea y valientemente recobrar su dignidad, sosteniendo los fueros de la libertad. 4º Que en 28 de Octubre se ha celebrado el nacimiento del ciudadano Simón Bolívar que llenó con su nombre el mundo de Colon dirigiendo con su pericia y admirable constancia en la guerra las legiones venezolanas que fueron de triunfo en triunfo desde las bocas del Orinoco hasta las argentadas cimas del Potosí. 5º Y que el honor y conveniencia de los pueblos están de acuerdo en consagrar la memoria de los días y de los grandes hombres que han servido para elevarlos al rengo de nacion independiente y libre, decretan. Art. 1º el 19 de Abril es el primero de los grandes dias de Venezuela, y forma época en su existencia nacional. Art. 2º El 5 de Julio y el 24 de Enero son grandes dias de la independencia y de la libertad de los venezolanos. Art. 3º Los aniversarios de estros tres grandes dias como tambien el 28 de Octubre, serán siempre de júbilo y de patrióticos recuerdos; y todos los tribunales, y juzgados y oficinas de la administracion del Estado, los guardarán como de fiesta nacional. Art. 4º El Poder Ejecutivo queda especialmente encargado de hacer solemnizar los referidos cuatro dias de una manera digan de la República. Art. 5º Se deroga el decreto de 16 de Abril de 1834.
Dada en Carácas, á 12 de marzo de 1849, 20º y 39º -El Presidente del Senado Cárlos Arvelo.- el Presidente de la Cámara de R. Miguel Anzola.- El secretario del Senado José Ángel Freire.- El secretario de la Cámara de R. J. Padilla.
Carácas, 14 de Marzo de 1849, 20º y 39º -Ejecútese.-José Tadeo Monágas.- Por Su Excelencia el Presidente de la República –El secretario de Estado en los Despachos del Interior y Justicia y Relaciones Exteriores José Rafael Revenga.
• DECRETO Nº 1.114, 19 DE JUNIO E 1858, REFORMANDO EL DE 1849 Nº 694 SOBRE FIESTAS NACIONALES. (INSUBSISTENTE POR EL Nº 1.357)
Julián Castro, General en Jefe del Ejército Libertador, Encargado de la organización provisional de la República, considerando: 1º Que es conforma al espíritu de la gloriosa revolucion que los pueblos han efectuado, borrar de los códigos nacionales y condenar á perpetuo olvido los actos públicos que consagran hechos lamentables, y 2º Que es
conveniente devolver de una vez á los Congresos de Venezuela la majestad é independencia que perdieron en un dia aciago, decreto: Art. 1º Queda suprimido de entre los grandes dias nacionales el 24 de Enero. Art. 2º Continúan vigentes en los demas la lei de 14 de Marzo de 1849, que establece las fiestas nacionales, y la resolución reglamentaria de la materia. Art. 3º Dése cuenta á la Gran Convencion y comuníquese á todas las autoridades de la República. Art. 4º El Secretario de Estado en los Despachos del Interior y Justicia queda encargado de la ejecucion de este decreto.
Dado en Carácas á 19 de Junio de 1858.- J. Castro.- Por Su Excelencia- El Secretario de Estado en los Despachos: del Interior y Justicia, Cárlos Tirado. 2. Decretos que regularon los símbolos nacionales entre 1834 y 1862
• DECRETO Nº 54 DEL 14 DE OCTUBRE DE 1830, DESIGNANDO EL ESCUDO DE ARMAS DE VENEZUELA
(Reformado por el número 213)
El Congreso Constituyente de Venezuela, considerando: que erigida Venezuela en Estado Soberano é independiente le corresponde designar sus armas, decreta. Art. 1º. El Escudo de Armas para el Estado de Venezuela, será, desde la publicación de este Decreto, el mismo de Colombia, con la diferencia que en campo de oro las cornucopias serán vueltas hacia abajo, y en la parte inferior de la orla llevará la inscripción ESTADO DE VENEUELA. Regirán en clase de provicionales hasta que la próxima Legislatura determine sobre la materia. Art. 2º. El Gran Sello del Estado y demás sellos del Despacho tendrán gravado este símbolo. Art. 3º. En las Salas del Congreso, del Poder ejecutivo, Tribunales de Justicia y demás Oficinas públicas, se colocarán las armas nacionales. Art. 4º. Comuníquese al Poder Ejecutivo para su cumplimiento y acompáñese el diseño. Dado en el Salón de las Sesiones del Congreso en Valencia, á 13 de octubre de 1830, 1º y 20º ― El Presidente Carlos Soublette.―El Secretario Rafael Acevedo.― Valencia, octubre 14 de 1830, 1º y 20º ― Cúmplase y al efecto comuníquese á quienes corresponde, publíquese en la Gaceta de Gobierno, y ordénese por la secretaría dal [sic] Interior.―
El Presidente del Estado ― José A. Páez.― Por S. E. el Secretario interino de Estado en el Despacho del Interior, Antonio L. Guzmán.
• DECRETO Nº 213 DE 20 DE ABRIL DE 1836 REFORMANDO EL DE 1830 NÚMERO 54 SOBRE ESCUDO DE ARMAS, Y SEÑALANDO EL PABELLON NACIONAL.
(Derogado por el número 1.353) El Senado y la Cámara de Representantes de la República de Venezuela reunidos en Congreso, considerando: Que el decreto de 14 de octubre de 1830 designó provisionalmente el escudo de armas de la República dejando el Congreso constituyente á los constitucionales la facultad de fijarlo de un modo permanente, decretan: Art. 1º. Las armas de Venezuela serán un escudo, cuyo campo llevará los colores del pabellón venezolano en tres cuarteles. El cuartel de la derecha será rojo, y en él se colocará un manojo de mieses, que tendrá tantas espijas [sic] cuantas sean las provincias de Venezuela, simbolizándose á la vez la unión de de éstas bajo su sistema político y la riqueza de su suelo. El de la izquierda será amarillo y como emblema del triunfo llevará armas y pabellones enlazados con una corona de laurel. El tercer cuartel que ocupará toda la parte inferior será azul y contendrá un caballo indómito blanco, empresa de la Independencia. El escudo tendrá por timbre el emblema de la abundancia que Venezuela había adoptado por divisa, y en la parte inferior una rama de laurel y una palma atadas con giras azules y encarnadas, en que se leerán en letras de oro las inscripciones siguientes: LIBERTAD ― 19 DE ABRIL DE 1810 ― 5 DE JULIO DE 1811. Art. 2º. El pabellón nacional será sin alteración alguna el que adoptó Venezuela desde el año de 1811 en que proclamó su independencia, cuyos colores son amarillo, azul y rojo en listas iguales horizontales y en el orden que quedan expresados de superior á inferior. Art. 3º. Las banderas que enarbolen en los buques de guerra y demás parajes públicos, y las que despleguen [sic] los Agentes de la República en países extranjeros, llevarán las armas de la Nación en el tercio del color amarillo inmediato al asta. Art. 4º. Se colocarán las armas nacionales en las salas y puertas exteriores del congreso, del Poder Ejecutivo, diputaciones provinciales, concejos municipal1s [sic], tribunales de justicia y demas oficinas públicas. Art. 5º. Se deroga el decreto de 14 de octubre de 1830. Dado en caracas á 18 de abril de 1836 ― 7º y 26º ― El Presidente del Senado, José F. Unda ― El Presidente de la Cámara de Representantes [sic], Juan Manuel Manrique. ― El Diputado Secretario de la Cámara de Representantes, Juan Antonio Pérez. Sala del Despacho ― Caracas, 20 de abril de 1836 ― 7º y 26º ― Cúmplase. ― A. Narvarte. ― Por S. E. el Vicepresidente de la República Encargado del Poder Ejecutivo. ― El
Secretario del Estado en el Despacho del Interior y Justicia, J. Santiago Rodríguez.
3. Bando dirigido por el gobernador interino de la provincia de Maracaibo Francisco Conde a sus habitantes, para proclamar el 5 de julio de 1850 como fiesta nacional Francisco Conde Gobernador interino de la provincia de Maracaibo á sus habitantes. Maracaiberos- El 5 de julio de 1811 dio Venezuela el grito de independencia y fijando la base del gran edificio de la libertad se inscribió en el Catalogo de las naciones. Mañana es el aniversario de ese gran dia que el Congreso de la República ha declarado de fiesta nacional y en su celebración el Gobierno exita á los verdaderos patriotas á los amantes de la libertad á que deponiendo en las aras de la patria todos sus rencores políticos se consagren llenos de júvilo y con el fuego y entusiasmo que inspira el orgullo de las glorias nacionales a todos los regocijos públicos que no desdigan la cultura de los habitantes de esta provincia. Por tanto el Gobernador espera de los ciudadanos todos que observando lo acordado por el Ilustre Concejo Municipal de este Cantón en el programa que acaba de leerse cooperen por su parte a que el día de mañana sea celebrado de la manera más propia y digna de la grandeza de los hechos que el nos recuerda. Viva el 5 de julio de 1811. Vivan la constitución y las leyes. Viva Su Excelencia el Presidente de la República. Maracaibo Julio 4 de 1850. Francisco Conde. Es copia. 4. Programa presentado por la comisión del Concejo Municipal para los actos conmemorativos del 19 de abril de 1852 Señores del Ilustre Concejo Municipal = La comision nombrada por vosotros para presentar el programa de la festividad que en concepto del I.C.M. debe hacerse para conmemorar el fausto 19 de abril de 1810 cumple aquel encargo, lleno de espíritu patriótico como de fé i esperanzas en los sentimientos de libertad que distinguen á sus Ilustres colegas para prometerse por ello que acojeran con induljencia los medios que para solemnizar aquel aniversario, propone la comision; pero antes de hacerlo
se permite dejar un testimonio que en todo tiempo sirva de comprobante á sus principios republicanos, no a vosotros que nos conoceis, sí a la posteridad que debe juzgarnos = El 19 de abril justificó el pueblo de Venezuela el derecho de rebelion contra la tirania, concedido al hombre por la lei natural, i al cual defiende la libertad i bendice la relijion = En ese dia, Señores, festeja ese pueblo el quebrantamiento de los seres predestinados que concibieron el gigante proyecto de luchar á brazo con los descendientes de Pelayo, con los vencedores del último de los Abencerrajes = El 19 de abril de 1810 fue un dia, Señores, designado por el dedo de Dios en el gran libro de las naciones. Todo un mundo vivía sometido á un ángulo peninsular i vivía encorvado bajo los hábitos del despotismo. La libertad que preside al destino de los pueblos i de los hombres, descendió en torrentes de luz sobre nuestros padres i ellos comunicaron ese fuego santo de que fueron bañados á todos sus hermanos, i la independencia se realizó!!! = Desde entonces, Señores, ese pueblo antes esclavo i olvidado en el Continente Europeo, quedó inscrito en el catálogo de las naciones del mundo. Desde entonces contrajo noble si grandes vínculos con la gran familia del jénero humano, así como otros derechos i otras obligaciones. Su existencia en Cuerpo de Nacion era la de todos los demas juntos del Orbe, sus libertades las mismas. Y estaba escrito que el dia mismo que celebra la iglesia la redencion humana, fuese tambien el en que las cadenas de la esclavitud de ese pueblo se quebrantasen. El 19 de abril de 1810, Señores, conmemoraba la iglesia, el pueblo cristiano de Venezuela el sacrificio del cordero santo que devolvió al hombre la libertad pura con que plugo al Soberano Ser dotarle, i ese propio dia ese pueblo cristiano independizaba al hombre del yugo de la servidumbre que sobre el pesaba ¡Feliz coincidencia, Señores! Ese dia la libertad natural i la libertad politica se rejeneraron! Confesemos que nuestra redencion política está vestida con un sello augusto de majestad i grandeza! = Nosotros no somos sino legatarios de esa Independencia, legado precioso que debemos guardar i defender. Debemos hacer lo primero con júvilo, i en este concepto la comision os propone el siguiente programa = 1° Que el 18 de abril se publique por bando la solemnidad del 19 excitandose al pueblo maracaibero á regocijarse en este dia, bajo los auspicios del orden garantía eficaz de la libertad. Este bando sera mui concurrido i se llamará la banda música. = 2° a las 12 del 18 se hara una salva de artillería de 21 cañonazos, á cuyo efecto se oficie al Señor Comandante de armas = 3° Por la noche del 18 habra iluminacion general en toda la ciudad = 4° Que se excite por el presente cuerpo al ciudadano Señor Manunel Larrazabal, director de la orquesta música de esta ciudad para que asociado de esta, se tenga la propia noche del 18 un concierto con canto patriótico en la casa de Su Señoría el Gobernador de esta provincia, convidandose á él á todas las familias de la ciudad, ó al número que á bien tenga el I. Concejo = 5° Que se excite al vicario Franco para que dé sus órdenes á todos los SS Venerables Curas de las parroquias para que a las 12 del dia 18 se dé un repique general de campanas en todos los templos de la ciudad por tres distintos actos, i en sus intervalos toque la banda música militar algunas piezas = 6° Que á las 5 de la
mañana del dia 19 se repita otra salva de artillería, haciendose otra á las 12 y una tercera á las 6 de la tarde = 7° Que se vistan las calles por donde debe hacerse la carrera para la publicacion del decreto que declara gran dia nacional el 19 de Abril, de palmas i las ventanas de cortinas á cuyo intento en el bando que debe publicarse la víspera se excite á todos los ciudadanos = 8° Que se coloquen en los cuatro ángulos de la plaza matriz cuatro grandes arcos de triunfo, colocandose en cada uno de ellos un trasparente con las alegorias correspondientes que podran ser en concepto de la comision las siguientes : 1° A la memoria de los padres de a Independencia = 2° Los legatarios de la Independencia son fieles á las memorias gloriosas de sus padres = 3° Al genio de Bolivar = 4° A los bravos de la Independencia. = 9° que se excite al Sor vicario foraneo para que haciendolo con todo el clero de la ciudad oficie á las 8 de la mañana en accion de gracias al Todo Poderoso, por el bien inmenso de nuestra Independencia con sermon adecuado al dia de que se encargará al ilustrado presbítero José Antonio Rincón, i terminada la fiesta, el Cabildo en Cuerpo pase á la casa de Su Señoría el Gobernador a cumplimentarlo = 10° Que se den al pueblo tres dias de toros comenzandose desde el 20 inmediato, a cuyo efecto se cerquen las bocas calles de la plaza matriz, y 11° que se invite por oficio al Cuerpo Consular indicandosele que tiene señalado puesto al frente del I. Concejo = Maracaibo, Abril 6 de 1852 = Jose Tomas Borjes = Ramon Hernandez = Adicion. 12° Que se vista galanamente la Columna de la Libertad situada en la Plaza Matriz, debiendose antes blanquear i pintar, pues se encuentra en estado de desaseo, i que para lo primero se nombre una comision del Cuerpo, i para la último se autorice al Sr. Presidente para que libre sus órdenes al efecto. Fecha. Abril 12 de 1852. = Hernandez = Borjes. Testado en la iglesia = de campana = no vale. Entre lineas dea rta. = vale. Es copia - Maracaibo, Abril 13 de 1852. Miguel Montero Secretario. Municipal. 5. “Discurso dirijido al pueblo por el Gobernador Sr. Juan J. Romero el 5 de Julio de 1836 antes de la lectura del acta de Independencia”
CONCIUDADANOS: veinticinco años hace hoy que el primer congreso constituyente á nombre de los pueblos sus comitentes, bajo los auspicios de la Divina Providencia, invocando al Ser Supremo por testigo de la rectitud de su proceder y la sinceridad de sus intenciones, declaró rotos los vínculos de sumisión á la antigua metropoli, y que Venezuela llamada por sus destinos y por el orden de los sucesos humanos á ocupar un rango en la gran sociedad del mundo, seria para siempre é irrevocablemente una nacion libre independiente y soberana.
El cielo oyó su voto, y el valor y constancia con que los pueblos lo han sostenido les hace dignos de la libertad y de poder ya recoger los frutos de su soberania é independencia adquiridas por el imperio de las virtudes fuertes y generosas y al precio de tantos sacrificios.
Fué el memorable “5 de Julio” que con heroica resolucion los padres
de la independencia rompieron la valla de tres siglos de dominacion española, y se lanzaron ellos y lanzaron con su ejemplo la noble juventud que les siguió en tan gloriosa empresa. Con razon, pues, celebramos hoy la indecible memoria de esta gran dia nacional, pues se conservará siempre en los fastos de Venezuela y en la historia de los grandes acontecimientos del mundo. Las naciones tienen como los individuos sus natalicios, sus dias faustos en que datan su existencia y recuerdan las epocas gloriosas de su vida politica; pero no es tanto el ejemplo, no es solo la ley, es principalmente el corazon que hoy conduce al noble y buen pueblo de Maracaibo á los mas vivos transportes de jubilo á las elaciones del entusiasmo patriotico. Sin duda conciudadanos, os exitan tantas ideas, tantos recuerdos de grandes hechos, sublimes acciones de virtud y heroísmo, tantas esperanzas que hoy se mesclan á la conmemoración de aquel dia solemne de nuestra emancipación é independencia.
Que eramos en otro tiempo? Viles y abyectos colonos, ignorados é
ignorantes del mundo, viviendo sin honor y sin gloria en un estado de vil servidumbre u pupilage. En aquella vida de humillacion á manera de siervos domesticos se nos infundia por todo principio de virtud la humildad y por todo bien se nos concedia no los goces del espíritu; ni de los sentimientos nobles que elevan y engrandecen el alma, sino alimento abundante y viciosos entretenimientos que nos distragesen de todo pensamiento de toda resolucion á cambiar de estado.
Asi nuestro pais tan favorecido por los naturales dones del cielo
para nada ofrecia de su seno abundantes riquezas, pues cerrado á la comunicación y al comercio del mundo era como el jardin de las Hespérides que produciendo manzanas de oro un monstruo que las guardaba impedia que alguno tocase á ellas. Cubiertos al mismo tiempo por las sombras de la ignorancia y la superstición ni siquiera advertiamos que estaba proscrito el saber y todos los gérmenes de las virtudes sublimes y sociales, virtudes que solo pueden existir en los paises libres, donde únicamente conoce el hombre por sistema la excelencia de su ser, los verdaderos principios del deber del honor, la dignidad y derechos de la especie humana, y su gran destino en la sociedad. Asi no es de admirar que despues de una paz, ignominiosa paz de 300 años, todo el mundo de Colón monopolizado por un angulo del otro hubiese quedado tan atrás de los progresos que admiramos en los pueblos libres y civilizados.
Pero habia llegado ya el momento asignado en el gran libro de la
Providencia, y el 19 de Abril fué como la aurora precursora del sol de la independencia que nació el 5 de Julio. La libertad, la igualdad, la
soberania del pueblo, he aqui los sacrosantos dogmas, he aquí el símbolo, el evangelio politico que nos revelaron aquel dia los venerados padres conscriptos que sobre esos derechos y principios de la razon humana echaron los eternos fundamentos de la República. Loor y gloria eterna les sean dados, pues fueron tambien los primeros en confirmar con el sacrificio y con el peligro de sus bienes aquel augusto acto de nuestra creación social.
El objeto de aquel paso tan grandioso fue el logro de nuestra
importancia y dignidad política, y la adquisición de cuantos bienes en si encierra la perfección del estado fisico, moral é intelectual de los pueblos. Mas debia ser grande y costoso y el precio a que alcanzasemos tantos bienes, y en efecto asi lo comprobaria el cuadro que pintasemos de los pasados sufrimientos; pero al fin, pasó ta el periodo de los sacrificios, que tambien lo ah sido de la gloria y del heroísmo, y bajo el reinado del orden y de la paz, la Republica sucede ya en una nueva era que muy pronto ah de conducirla á un alto grado de poder, prosperidad y engrandecimiento.
Empeñemonos pues conciudadanos en realizar esta feliz perspectiva
que tan de cerca se presenta a nuestros ojos. Para ello unámonos todos por la concordia, por la lealtad á las instituciones y al gobierno que nos hemos dado, por el interes del bien comun, por una general y constante dedicacion al trabajo, á la industria y á la mejora de nuestros habitos, por el culto de la virtud y el amor á la patria, y en fin tengamos siempre presente que quien es buen padre, ese es buen ciudadano. Asi, y solo asi alcanzaremos grandiosos fines propuestos en esa acta que oireis leer que contiene la declaracion de la independencia y la fundacion de la Republica.
6. Letra del Te Deum Laudamus
Te Deum laudamus Te Dominum confitemur. Te æternum Patrem omnis terra veneratur. Tibi omnes angeli, tibi cæli: et universæ Potestates. Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt cæli et terra majestatis gloriæ tuæ.
Te loamos, oh Dios te confesamos como Señor. A ti, eterno Padre, toda la tierra te venera. A ti todos los ángeles, todas las Potestades del cielo y el universo; A ti todos los Querubines y Serafines Te proclaman a voz sin cesar: “Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos. Llenos son los cielos y la tierra de tu majestad y gloria”.
Te gloriosus Apostolorum chorus. Te Prophetarum laudabilis numerus. Te Martyrum candidatus laudat exercitus. Te per orbum terrarum sancta confitetur Ecclesia. Patrem immensæ majestatis: Venerandum tuum, verum, et unicum Filium. Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu Rex gloriæ, Christe, tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum. Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna cælorum. Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris. Judex crederis, esse venturus.
Te ergo quæsumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti. Æterna fac cum Sanctis tuis in Gloria numerari.
Salvum fac populum tuum Domine, et benedic hereditati tuæ. Et rege eos, et extolle illos usque in æternum. Per singulos dies, benedicimus te, et laudamus nomen tuum in sæculum sæculi.
Dignare Domine die isto sine peccato nos custodire. Miserere nostri Domine,
Te alaba el glorioso coro de los Apóstoles. Te alaba la hermosa compañía de los Profetas. Te alaba el cándido ejército de los Mártires. Te confiesa por toda la tierra la santa Iglesia. Padre de inmensa majestad: Tu venerable, verdadero y único Hijo. También el Espíritu Santo Consolador. Tú eres el Rey de gloria, Oh Cristo, Tú eres el sempiterno Hijo del Padre. Para liberar al hombre te humillaste a ti mismo sin desdeñar el seno de la virgen. Tú venciste el aguijón de la muerte, abriste a todos los creyentes el reino de los cielos. Te sientas a la diestra de Dios en la gloria del Padre. Creemos que vendrás para ser nuestro juez. Por tanto te pedimos que ayudes a tus siervos a quienes con tu preciosa sangre redimiste. Haz que sean contados con tus santos en tu gloria eterna. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad. Rígelo y exáltalo, para siempre. Día tras día te bendecimos, y adoramos tu nombre por siglos sin fin. Dígnate Señor guardarnos este día sin pecado. Ten misericordia de nosotros, Señor,
miserere nostri. Fiat misericordia tua Domine super nos, quem admodum speravimusin te. In te Domine speravi non confundar in æternum.
[Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu: Laudemos et superexaltemus Eum in sæcula. Alleluja!]
ten misericordia de nosotros. Que tu misericordia esté sobre nosotros, así como nuestra confianza está en ti. En ti, Señor, he esperado, no sea yo confundido nunca. [Bendigamos al Padre y al Hijo con el Santo Espíritu: Alabémoslos y exaltémoslos sobre todas las cosas por los siglos. ¡Aleluya!]
7. Sátira de Valerio Perpetuo Toledo sobre la fiesta del 24 de enero (1856)
(De “El Mendigo Hablador”) PARTE OFICIAL
La Junta de rentas i otras yerbas venenosas, de esta capital,
CONSIDERANDO
1º – Que “El Mendigo Hablador” ha anunciado su nueva salida en
esta ciudad para el próximo miércoles, día en que la parte patriota del pueblo de Maracaibo estará, como de costumbre entregada en cuerpo i alma á los regocijos con que ha de celebrar, por imperio de la lei é impulsos del corazón, el siguiente día, que es el 24 de Enero;
2º – Que el 24 de enero de 1848 agotado el sufrimiento, bajo una nueva i odiosa tiranía que rebosaba en abusos i pretensiones retrogradantes y destructoras, supo el pueblo espontánea i valientemente recobrar su dignidad, sosteniendo los fueros de la libertad;
3º – Que este 2º considerando es el considerando tercero del nunca como se debe bien considerado decreto legislativo de 14 de Marzo de 1849, sobre fiestas nacionales, honor i gloria de un congreso que á lo valiente i heroico, reunió lo ilustrado i humanitario; página de oro de nuestros códigos, pres i lauro de la inteligencia legislativa; monumento diamantino de blason i fama de la época mas brillante de la vida de un pueblo; modelo inimitable de moral política; lei de las leyes; conquista gloriosa de un día, alcanzada por el nombre venezolano sobre la admiración de cien siglos;
4º – Que el mencionado 24 de Enero de 1848, fué la tierra de promisión de un pueblo escojido para reinar con sus escojedores sobre los
destinos de la patria, conduciéndola á la felicidad que hoy alcanza, á punto de lamerse los dedos; el íris de paz de mas vistosos colores; el milagroso rocio de sustancioso maná de tanto hombre honrado que iba á perecer bajo el antiguo órden, porque se habia hecho una necesidad el trabajo; la Stella matutina del genio guerrero de una generación nueva é ignorada, lustre de patria, flor i nata de los hijos de Marte; asombro i pasmo de las edades futuras; el faro de los navegantes en el mar sin fondo de las pretensiones; la pleamar del crédito nacional; la primavera de la industria de los caballeros; el cuerno de la abundancia de los que en otro tiempo buscaban inutilmente un cuerno de donde asirse; la trompeta de San Gerónimo de los que contaban con no figurar en otra escena que en la del juicio final; i el relámpago de Catatumbo de todos los pescadores conocidos i por conocer.
5º – Que en aniversario de tan grandes dias es que los grandes hombres muestran sus grandes talentos, discurriendo en grandes plazas, al frente de grandes masas populares, sobre grandes balcones de grandes aduanas, haciendo grandes esfuerzos para probar con grandes razones que en grandes crisis es lícito á los grandes pueblos hacer grandes veinticuatradas &c. &c. &c. i lo pasado pasado i los muertos a sus petates i los vivos á los remates; i
6º – Que ese gaznápiro de Mendigo como muchos otros de su cuerda, han dado en hablar mal de las cosas buenas i empeñarse en probar que el 24 de Enero es un día de luctuosos recuerdos i no de júbilo nacional i dale con los muertos i con la catastrofe i con la guerra civil i con que somos hermanos i otras vejezes por el estilo,
DECRETA:
Art. 1º – Se prohibe á “El Mendigo Hablador”, hablar una palabra que turbe, acibare, inquiete, altere, desazone, estorbe, disminuya, amengüe, censure ó critique el júbilo, el contento, el alborozo, el entusiasmo, la satisfacción, la alegria que se manda tener i se tiene en tales dias de esta ciudad, so pena de que se le aplique cualquiera de las penas á que en otro tiempo le quiso condenar la junta nocturna de marras, i de que se escapó al favor de un terremoción inesperada, para hacerle entender que, aunque hai lei de libertad de imprenta, una cosa es la lei i otra la voluntad de un pueblo, i que esta le condena, la lei no puede imponer lo que rechaza la voluntad nacional.
Art. 2º – Para probar que el 24 de Enero no puede ser dia de luto, los monaguillos serán los únicos que vestirán de encarnado en la función de iglesias de este dia.
Art. 3º – La campana simbólica colocada en la aduana, por la tarde de alguno de dichos dias 23 i 24 de Enero dejará de sonar, para no despertar ningún recuerdo de pesar por sus sueldos i pensiones, en los empleados infelices, en los huérfanos i viudas del montepio.
Parágrafo único. – Pero si hubiere discursos en la aduana, por la tarde de alguno de dichos dias, entonces la referida campana, al terminar aquellos tocará arrebato, en señal de aplauso i como un recuerdo de un
ardor belicoso i santo furor de aquel dia i de la época que en él dió principio, para la dicha i ventura de los venezolanos.
Art. 4º – Los artilleros que funcionen en las salvas que se hagan el dia de la salida de “El Mendigo” (ya que “El Mendigo” parece haber elegido de propósito la vispera del 24 para salir con salvas) procurarán del modo que mejor les permita su pericia en el arma i su bárbaro denuedo (i esto de bárbaro no es sino por ser Santa Bárbara patrona de los astilleros) sacar con agilidad el cuerpo, á fin de que los cañones no les lleven los brazos y haya amputaciones en ese dia; pues además de quedar condenado el que le amputan un brazo á que se diga de él que duerme con una muñeca, se le dará ocasión á El Mendigo para decir maliciosamente que el 24 de Enero se señala en cada nuevo año con una desgracia i que la fatalidad se encarga siempre de festejarlo con sangre; i luego hai un inválido mas, que es una pensión mas, en la bolsa del agiotista.
Art. 5º – El Consejo queda encargado de la ejecución de este decreto, i el Donado, de las banderas de costumbre para adornar la pirámide la plaza de la Constitución.
Dado en donde el verbo dar se conjuga por activa i por pasiva, por los que todos lo dan i todo lo cojen; en la vispera de la salida de El Mendigo, el año 9º de la segunda independencia; primero del desahogo de las rentas municipales i segundo de “El Mendigo”, i sellado con la uña, por falta de sello.
Es copia. – El Mendigo Hablador.