fe y teorías físicas (newton, einstein, heisenberg)

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8 Génesis — Vol. 1 - Nº 2 Newton • Einstein • Heisenberg La Fe y la Nueva Física Determinismo, Indeterminismo y Reduccionismo Nancy Pearcey, Redactora investigadora «La idea del milagro se nos ha he- cho imposible debido a que enten- demos la naturaleza como un de- curso legítimo, y por ello tenemos que entender el milagro como un acontecimiento que quebranta este continuo legítimo. Esta idea … no es aceptable ya aceptable para no- sotros» (citado en Shubert Ogden, Christ Without Myth, pág. 33). «Es demasiado tarde en la actuali- dad para despachar la cuestión di- ciendo que “los milagros son impo- sibles”.… La ciencia adopta una visión mucho más humilde y verda- dera de la ley natural de lo que era característico en tiempos anterio- res. … la Naturaleza no es un “sis- tema cerrado”, y los milagros no constituyen “intrusiones” en un “orden establecido”» (Vincent Taylor, The Formation of the Gospel Tradition, pág. 135). 1 ¿Qué tiene que ver la física con la re- ligión? «Nada», responderían muchos; y hasta cierto punto tienen razón. La física es una ciencia y no puede decir- nos nada acerca de la realidad no ma- terial — como detalles acerca de la existencia de Dios. Sin embargo, las dos citas que en- cabezan este artículo muestran que la ciencia juega un papel en la discusión religiosa, porque son pocas las reli- giones cuyas declaraciones se limiten al ámbito de lo espiritual: dan un marco general para la totalidad de la realidad. Por cuanto las enseñanzas de la religión son dirigidas a personas que viven en el mundo natural, no puede evitar hacer algunas declara- ciones acerca del mundo al describir la forma en que sus seguidores han de creer y vivir. Por ejemplo, el hinduismo enseña que el mundo físico es una ilusión. La mayor parte de las formas de pan- teísmo enseñan que el universo es eter- no. El cristianismo enseña que el uni- verso es creado, y por ello real (no una ilusión) pero finito (no eterno). Cada concepción del mundo, incluyendo cada concepción religiosa del mundo, incluye alguna filosofía de la naturale- za. A este nivel, puede interactuar con lo que aprendemos acerca del mundo mediante las ciencias naturales. Por otra parte, la física no está limi- tada tampoco de manera estricta a de- claraciones científicas. Lo que creemos acerca del mundo físico tiene implica- ciones para los mundos orgánico, so- cial y mental, por cuanto todos estos descansan sobre el físico. La física no se puede separar de otros campos del conocimiento huma- no, porque las teorías científicas son siempre formuladas desde dentro de la concepción general que el científico tiene del universo. Así, como escribe F. S. C. Northrop, cada teoría científica «reposa sobre presuposiciones filosófi- cas, además de físicas». 2 Reposa sobre presuposiciones acerca de lo que es la materia y de cómo la podemos conocer — sobre lo que los filósofos llaman ontología y epistemología. Cuando una teoría es verificada, sus presuposicio- nes filosóficas se consideran asimismo verificadas. 3 A su vez, estas presuposiciones fi- losóficas «generan una mentalidad per- sonal y social», prosigue diciendo Northrop — una mentalidad que puede ser «muy diferente de, y en ocasiones incompatible con», la religión, tradi- ción o valores de quien sea. En resumen, no se pueden aplicar los instrumentos de la moderna físi- ca sin introducir, más tarde o más temprano, su mentalidad filosófica, y esta mentalidad, al capturar a la juventud científicamente instruida, trastorna las antiguas lealtades mo- rales familiares y tribales. 4 Northrop trata en esta sección acer- ca de los problemas que surgen con la introducción de la ciencia moderna en sociedades no occidentales. Pero esta descripción se ajusta también al curso gradual del secularismo en la cultura occidental, en su gradual arrincona- miento de la influencia del cristianismo en nombre de la ciencia. Las conclusiones filosóficas a que llegan los científicos pueden ser o bien compatibles o bien incompatibles con la perspectiva cristiana de la naturaleza y de la esencia humana. Los lectores de esta revista, con su interés en el debate creación/evolución, saben ya cuán cier- to es esto en la biología y en las cien- cias históricas. En este artículo exami- namos la transición de la física newto- niana a la relatividad y a la mecánica cuántica. La cuestión que tenemos ante nosotros es, ¿qué impacto tiene —si lo tiene— la revolución en la física sobre la fe cristiana? L A MÁQUINA NEWTONIANA DEL UNIVERSO La visión newtoniana del mundo no fue la visión personal de Newton. Newton mismo era un devoto cristiano y creía que las leyes naturales que él tan bien describió habían sido estable- cidas y eran sostenidas por Dios. No se habría sentido cómodo en lo que los historiadores llaman la Edad Newto- niana con su escepticismo religioso y su visión mecanicista del mundo. El mecanicismo es la filosofía de que toda la realidad está gobernada únicamente por fuerzas mecánicas. Mantiene que el mundo es como una gran máquina y que puede ser entendi- do enteramente en términos de leyes de causa y efecto. Todo el universo está determinado por el movimiento de sus partículas. Uno puede, en principio, predecir de manera exacta el comporta- miento futuro de cualquier sistema co- nociendo su actual estado. La filosofía mecanicista dominó el pensamiento de Occidente durante tres siglos enteros. Se extendió a todos los fenómenos, incluyendo la vida, el pen- samiento humano y las emociones, y la actividad de Dios en el mundo. Condu- jo a una crítica destructiva de la Biblia que alcanzó su punto culminante en el siglo diecinueve.

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En este artículo se debate, desde una posición cristiana, las implicaciones culturales de las teorías físicas: Determinismo, Indeterminismo y Reduccionismo.

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Page 1: Fe y teorías físicas (Newton, Einstein, Heisenberg)

8 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

Newton • Einstein • Heisenberg

La Fe y la Nueva FísicaDeterminismo, Indeterminismo y Reduccionismo

Nancy Pearcey,Redactora investigadora

«La idea del milagro se nos ha he-cho imposible debido a que enten-demos la naturaleza como un de-curso legítimo, y por ello tenemosque entender el milagro como unacontecimiento que quebranta estecontinuo legítimo. Esta idea … noes aceptable ya aceptable para no-sotros» (citado en Shubert Ogden,Christ Without Myth, pág. 33).

«Es demasiado tarde en la actuali-dad para despachar la cuestión di-ciendo que “los milagros son impo-sibles”.… La ciencia adopta unavisión mucho más humilde y verda-dera de la ley natural de lo que eracaracterístico en tiempos anterio-res. … la Naturaleza no es un “sis-tema cerrado”, y los milagros noconstituyen “intrusiones” en un“orden establecido”» (VincentTaylor, The Formation of theGospel Tradition, pág. 135).1

¿Qué tiene que ver la física con la re-ligión? «Nada», responderían muchos;y hasta cierto punto tienen razón. Lafísica es una ciencia y no puede decir-nos nada acerca de la realidad no ma-terial — como detalles acerca de laexistencia de Dios.

Sin embargo, las dos citas que en-cabezan este artículo muestran que laciencia juega un papel en la discusiónreligiosa, porque son pocas las reli-giones cuyas declaraciones se limitenal ámbito de lo espiritual: dan unmarco general para la totalidad de larealidad. Por cuanto las enseñanzasde la religión son dirigidas a personasque viven en el mundo natural, nopuede evitar hacer algunas declara-ciones acerca del mundo al describirla forma en que sus seguidores han decreer y vivir.

Por ejemplo, el hinduismo enseñaque el mundo físico es una ilusión. Lamayor parte de las formas de pan-teísmo enseñan que el universo es eter-no. El cristianismo enseña que el uni-verso es creado, y por ello real (no unailusión) pero finito (no eterno). Cada

concepción del mundo, incluyendocada concepción religiosa del mundo,incluye alguna filosofía de la naturale-za. A este nivel, puede interactuar conlo que aprendemos acerca del mundomediante las ciencias naturales.

Por otra parte, la física no está limi-tada tampoco de manera estricta a de-claraciones científicas. Lo que creemosacerca del mundo físico tiene implica-ciones para los mundos orgánico, so-cial y mental, por cuanto todos estosdescansan sobre el físico.

La física no se puede separar deotros campos del conocimiento huma-no, porque las teorías científicas sonsiempre formuladas desde dentro de laconcepción general que el científicotiene del universo. Así, como escribeF. S. C. Northrop, cada teoría científica«reposa sobre presuposiciones filosófi-cas, además de físicas».2 Reposa sobrepresuposiciones acerca de lo que es lamateria y de cómo la podemos conocer— sobre lo que los filósofos llamanontología y epistemología. Cuando unateoría es verificada, sus presuposicio-nes filosóficas se consideran asimismoverificadas.3

A su vez, estas presuposiciones fi-losóficas «generan una mentalidad per-sonal y social», prosigue diciendoNorthrop — una mentalidad que puedeser «muy diferente de, y en ocasionesincompatible con», la religión, tradi-ción o valores de quien sea.

En resumen, no se pueden aplicarlos instrumentos de la moderna físi-ca sin introducir, más tarde o mástemprano, su mentalidad filosófica,y esta mentalidad, al capturar a lajuventud científicamente instruida,trastorna las antiguas lealtades mo-rales familiares y tribales.4

Northrop trata en esta sección acer-ca de los problemas que surgen con laintroducción de la ciencia moderna ensociedades no occidentales. Pero estadescripción se ajusta también al cursogradual del secularismo en la culturaoccidental, en su gradual arrincona-

miento de la influencia del cristianismoen nombre de la ciencia.

Las conclusiones filosóficas a quellegan los científicos pueden ser o biencompatibles o bien incompatibles conla perspectiva cristiana de la naturalezay de la esencia humana. Los lectores deesta revista, con su interés en el debatecreación/evolución, saben ya cuán cier-to es esto en la biología y en las cien-cias históricas. En este artículo exami-namos la transición de la física newto-niana a la relatividad y a la mecánicacuántica. La cuestión que tenemos antenosotros es, ¿qué impacto tiene —si lotiene— la revolución en la física sobrela fe cristiana?

L A M Á Q U I N A

N E W T O N I A N A

DEL UNIVERSO

La visión newtoniana del mundo nofue la visión personal de Newton.Newton mismo era un devoto cristianoy creía que las leyes naturales que éltan bien describió habían sido estable-cidas y eran sostenidas por Dios. No sehabría sentido cómodo en lo que loshistoriadores llaman la Edad Newto-niana con su escepticismo religioso ysu visión mecanicista del mundo.

El mecanicismo es la filosofía deque toda la realidad está gobernadaúnicamente por fuerzas mecánicas.Mantiene que el mundo es como unagran máquina y que puede ser entendi-do enteramente en términos de leyes decausa y efecto. Todo el universo estádeterminado por el movimiento de suspartículas. Uno puede, en principio,predecir de manera exacta el comporta-miento futuro de cualquier sistema co-nociendo su actual estado.

La filosofía mecanicista dominó elpensamiento de Occidente durante tressiglos enteros. Se extendió a todos losfenómenos, incluyendo la vida, el pen-samiento humano y las emociones, y laactividad de Dios en el mundo. Condu-jo a una crítica destructiva de la Bibliaque alcanzó su punto culminante en elsiglo diecinueve.

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Si el universo es una máquina, sedecía, es imposible que ocurra nadaque no sea explicable por ley natural.Las leyes de la naturaleza son invio-lables; no admiten excepciones. Talcomo escribió Buchner en Force andMatter: «Las leyes naturales son inmu-tables. … En nuestro día podemos de-cir, con la más absoluta veracidad ycon la mayor de las certidumbres cien-tíficas: No hay nada de milagroso en elmundo.»5

El concepto de Darwin de evolu-ción permitió que el mecanicismo seextendiese a toda la realidad. Darwinafirmó que no sólo los procesos físicos,sino también los procesos de la vidaestán totalmente determinados por cau-sas naturales. Los conceptos del cristia-nismo tradicional —alma, voluntadmoral, ángeles, Dios— fueron relega-dos a lo imaginario, y en muchos paí-ses europeos se desarrolló una hostili-dad abierta contra la religión. La fuerzay la materia debían ser consideradas lasrealidades últimas. El cuerpo no nece-sita alma, y el universo no necesita aDios.

La cr í t ica b íb l ica

La crítica bíblica del siglo diecinueveaceptó los decretos de la filosofíamecanicista. Comenzó con la presu-posición de que el orden fijo de lanaturaleza no puede ser alterado. Lateología liberal resultante fue un in-tento de tener religión sin lo sobrena-tural.

Uno de los más destacados repre-sentantes de esta clase de crítica esRudolf Bultmann. Tan recientementecomo 1958, escribió:

El hombre moderno reconoce comorealidad sólo aquellos fenómenos deacontecimientos que son integrablesdentro del marco del orden racionaldel universo. No reconoce los mila-gros porque no concuerdan dentrode este orden legítimo.6

Y parece que lo que el «hombremoderno» no reconoce, el teólogo seha de librar de ello. Si, como diceBultmann, «un hecho histórico queinvolucra una resurrección de losmuertos es totalmente inconcebible»,7

entonces nosotros debemos idear unconcepto no sobrenatural de la resu-rrección. De esta manera la idea quetiene el crítico liberal de la ciencia con-

duce a una reformulación de doctrinascristianas distintivas.

Una re l ig iónde la naturaleza

El mecanicismo afectó profundamenteasimismo las teorías sociales: si lasacciones humanas están controladaspor la ley natural, desaparecen los con-ceptos de libre albedrío, pecado y res-ponsabilidad moral. Surgió una canti-dad de teorizadores (entre ellos Marx yFreud los más destacados) que expu-sieron que la voluntad y la elección sonilusiones, y que estamos totalmentecontrolados por fuerzas económicas,biológicas, u otras.

De hecho, el mecanicismo devinoun dogma que todo lo abarcaba. ErnstMach, un eminente físico del siglo die-cinueve, se quejaba: «Podemos ver quelos físicos están bien de camino a con-vertirse en una iglesia.»8 Hasta los nocientíficos, escribe Jerome Frank, lle-garon a aceptar el determinismo cientí-fico como «la totalidad de la realidad»:así es como «llegó a ser una fe, unareligión».9

E L F I N D E L

D E T E R M I N I S M O

La revolución de la física en el sigloveinte fue de esta manera nada menosque la destrucción de una fe.

Durante los trescientos años en losque el determinismo newtoniano domi-nó el pensamiento de Occidente, hubo,desde luego, algunas voces disconfor-mes. La más destacable era la de laiglesia, que reconoció pronto la amena-za que significaba para sus doctrinas.

De vez en cuando fueron surgiendoretos de otros sectores, como losvitalistas, románticos e idealistas. Peroninguno de ellos pudo detener la intro-ducción de la filosofía mecanicista entodas las áreas del pensamiento. Laoposición, a fin de cuentas, procedía defuera de la ciencia — de la religión yde la filosofía. Y se interpretaba comooposición a la ciencia misma.

En el siglo veinte, por primera vez,el modelo del universo como una enor-me máquina fue atacado por precisa-mente los mismos científicos. DiceBertrand Russell: «Por primera vez enla historia, el determinismo está siendodesafiado por hombres de ciencia sobrebases científicas.»10 El reto proveníade la teoría de la relatividad y de la

mecánica cuántica.Tal como lo explica Sir Arthur

Eddington: «No se trata meramente deunos nuevos descubrimientos acercadel contenido del mundo: involucrancambios en nuestra manera de pensaracerca del mundo.»11 Lo que no estáclaro es exactamente cómo cambiannuestra manera de pensar. Está exten-samente aceptado que niegan eldeterminismo, al menos en áreas limi-tadas (en lo superrápido y losuperpequeño). Se sigue debatiendoqué otras consecuencias podríamos ex-traer de la nueva física acerca de lanaturaleza humana y de la teología.

Parece que todavía no se ha dichola última palabra. El propósito de esteartículo es informar al lector acerca delas cuestiones suscitadas por la nuevafísica, y de la gama de respuestas quese están ofreciendo. No entraremos endetalles científicos. Hay muchos y bue-nos libros sobre relatividad y mecánicacuántica disponibles al nivel del hom-bre de la calle. Más bien nos concen-traremos en los aspectos de estas teo-rías que parecen tener consecuenciasfilosóficas de interés para los cristia-nos.

L A C R E A C I Ó N D E L A

M A T E R I A

La materia es eterna —así lo enseñabaAristóteles en los comienzos de la filo-

Parece que lo que el«hombre moderno» no

reconoce, el teólogo ha derechazarlo. Si, como dice

Bultmann, «un hecho histó-rico que involucra una

resurrección de los muertoses totalmente inconcebi-ble», entonces nosotros

debemos idear un conceptono sobrenatural de la

resurrección. De esta ma-nera la idea que tiene el

crítico liberal de la cienciaconduce a una

reformulación de doctrinascristianas distintivas.

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10 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

sofía occidental en la antigua Grecia.Sus argumentos fueron avivados a lolargo de los siglos siguientes siempreque la enseñanza cristiana acerca de lacreación se debilitaba. Incluso losgrandes pensadores de la Iglesia, comoTomás de Aquino, enseñaban que aun-que aceptamos la creación por la fe, larazón nos enseña que la materia ha deser eterna.

Esta idea consiguió la posición dedogma científico, sin embargo, cuan-do se formuló la ley de la conserva-ción de la materia. Se volvió en unapoderosa arma en manos de los quese oponían a la religión cristiana. Losescritos de Buchner son una buenailustración de ello:

Actualmente, la indestructibilidado permanencia de la materia es unhecho científico firmemente esta-blecido.… Aquellos que hablan deuna fuerza creadora independienteo sobrenatural que ha hecho evolu-cionar el universo fuera de sí mis-ma o de la nada se enfrentan con elprimero y más sencillo axioma deuna perspectiva filosófica de la na-turaleza.12

Entonces Einstein escribió E =mc2. Y de repente dejó de ser deshon-roso hablar de un comienzo para lamateria.

La masa, según descubrió Einstein,puede ser creada en base de la energía.De hecho, se trata de una mera formade energía. Es cierto que la energía essimplemente una fuerza impersonal, yno el Creador personal de la Biblia.13

También es cierto que la equivalenciade la masa y de la energía ha llevado alos científicos a la cosmología del BigBang, no a la creación divina. Pero lateoría de Einstein ha dado origen almenos a un clima intelectual más hos-pitalario para la afirmación cristiana deque hubo un origen último del universofísico. La idea de un principio ya no esridiculizada como contraria a la razóny a la ciencia.14

RE L A T I V I D A D — NO

RE L A T I V I S M O

Einstein negó los conceptos deNewton de tiempo y espacio absolu-tos. A velocidades superrápidas, eltiempo se enlentece y el espacio secontrae. En resumen, el tiempo y elespacio son relativos.

El efecto de la relatividad sobre lafísica ha sido devastador. Al contraerseel espacio, lo mismo sucede con todoslos instrumentos de medición. «Laconstancia de una escala de mediciónes la peña sobre la que se había edifi-cado toda la estructura de la física»,escribe Eddington, «y esta peña se hadesmoronado.»15

El efecto de esto sobre otras áreasde pensamiento ha sido el de apoyar elrelativismo — el rechazo de toda nor-ma absoluta o universal de verdad ymoralidad. Jaki se refiere a que «nopocos filósofos de la ciencia se apoya-ron deseosos en esto como la pruebasuprema de que todo era relativo».16 Anivel popular es cosa común encontrarpersonas que piensan que la teoría deEinstein da soporte al relativismo.

Esta extensión de la teoría de larelatividad, sin embargo, carece total-mente de justificación. Einstein teníasus propios absolutos. Él enseñaba, porejemplo, que la velocidad de la luz esla misma para todos los observadoresen todo lugar y en todo tiempo. NigelCalder escribe en Einstein’s Universe:

Muchas veces se dice de Einsteinque él sostenía que «todas las cosasson relativas». No era así. «Rela-tividad» es de hecho un nombre to-talmente inadecuado para esta teo-ría. Einstein consideró llamarlo dela forma opuesta: «Teoría de laInvariancia». Él descubrió lo queera «absoluto» y «fiable» a pesar delas aparentes confusiones, ilusionesy contradicciones producidas pormovimientos relativos o por la ac-ción de la gravedad.17

Un nuevo espacioabsoluto

Acontecimientos muy recientes su-gieren que Einstein puede haberseequivocado, a fin de cuentas, al re-chazar el espacio absoluto. La ciencianewtoniana incluía el concepto de unéter impregnando todo el universo. Eléter constituía el punto de referenciaúltimo para todo movimiento, el espa-cio absoluto e inamovible. El experi-mento de Morley-Michelson se citaen todos los libros de física comoprueba de que no existe tal éter.Como resultado, los científicos llega-ron a la conclusión de que no haybase física para el espacio absoluto nipara el movimiento.

Pero ahora se ha encontrado unanueva base física para un marco dereferencia absoluto: es la radiación demicroondas de 3º K distribuida uni-formemente por el espacio. En la re-unión de 1984 de la Asociación Ame-ricana para el avance de la ciencia,División del Pacífico, Robert Gentrydiscutió esta nueva evidencia. Citó unartículo de V. F. Weisskopf, que ha-bía escrito:

Es cosa notable que estemos ahorajustificados en hablar de movimien-to absoluto y que podamos medir-lo.… La radiación de 3º K represen-ta un sistema de coordenadas fijo.Tiene buen sentido decir que un ob-servador está en reposo en sentidoabsoluto cuando la radiación de 3ºK aparece con las mismas frecuen-cias en todas direcciones. La natu-raleza ha proveído un marco dereferencia absoluto.

La significación más profundade este concepto —concluye di-ciendo Weisskopf— no está toda-vía clara.

«Con todos mis respetos a mieminente colega —replica Gentry—sugiero yo que el significado de estehecho no es en absoluto ignoto.…Está ahora claro que la existencia dela radiación cósmica de microondasfalsa de manera esencial los postula-dos fundamentales de la teoría de larelatividad.»18

El mismo ataque a la relatividadse encuentra en Thomas BarnesPhysics of the Future. «Los cosmó-logos emplean como un marco de re-ferencia absoluto la radiación demicroondas que se supone que “baña”el universo.»19 Cita a Martin Harwit,autor de Astrophysical Concepts: «Esinteresante que la presencia de uncampo de radiación así nos permitadeterminar un marco de reposo abso-luto.»20

Muchos podrán sentirse sorpren-didos de que las teorías de Einsteinno sean aceptadas por todos los cien-tíficos. Los que deseen más informa-ción sobre este tema pueden consultarel libro de Barnes para una lista par-cial de científicos que mantienen unaactitud crítica ante la teoría de larelatividad. Barnes propone solucio-nes alternativas a problemas moder-nos en la física, en base de un enfo-que newtoniano.

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E L I N C I E R T O

U N I V E R S O

La ley causal básica de la físicanewtoniana es que el desarrollo decada sistema mecánico aislado quedadeterminado por su estado inicial. Suconducta futura puede ser predicha demanera precisa siempre y cuando unoconozca su actual posición y velocidad.

Precisamente es esta informaciónlo que es imposible obtener en lamicrofísica, en base de la mecánicacuántica.

Un electrón puede estudiarse sólocuando es excitado por un rayo de luz.Pero el electrón es tan sensible que laenergía de la luz es suficiente paraperturbar su curso. Esto suscita un pro-blema:

Si al estudiar el electrón empleamosluz de onda larga y baja energía, laperturbación será pequeña y la velo-cidad del electrón apenas si cambia-rá; pero la imagen será tan impreci-sa que no podremos determinar laposición del electrón. Por otra parte,si empleamos luz de una longitudde onda corta y de mayor energía,de manera que podamos precisar laposición del electrón, su movimien-to se hace impredecible.

Lo que esto significa es que «cuan-do con mayor precisión podamos de-terminar su posición, con tanta menorprecisión podremos determinar su ve-locidad, y cuando con mayor precisiónpodamos determinar su velocidad, contanta menor precisión podremos deter-minar su posición».21

Por cuanto el estado de una partí-cula es determinado a la vez por suposición y velocidad, nunca podremosconocer su estado de manera precisa. Ypor cuanto no estamos seguros de lopresente, no podemos predecir el futu-ro en base de leyes causales estrictas.Esto significa la caída del determi-nismo clásico y el surgimiento delindeterminismo o incertidumbre.

Podemos aún hacer prediccionesacerca de la conducta de grandes gru-pos de átomos. Pero estas prediccionesson meramente estadísticas —suposi-ciones acerca de lo que es más proba-ble que suceda. El mejor ejemplo co-nocido proviene de la desintegraciónradiactiva. Podemos calcular la tasa dedesintegración para cualquier elementoradiactivo determinado, pero se trata

meramente de una media estadísticadel tiempo necesario para que los áto-mos se desintegren. Por lo que respectaa los átomos mismos, no hay ningunaley conocida que determine cuándo unátomo determinado se desintegrará.

La perspectiva de la realidad quenos ha legado la mecánica cuántica esmuy diferente de la gran máquinanewtoniana. La historia no es la ejecu-toria mecánica de un movimiento derelojería, dice Hans Riechenbach enAtom and Cosmos; es «mucho másparecida a una partida continuada dedados, de modo que cada paso separa-do se corresponde con una nueva tira-da».22 El mundo no es causal, sino es-tadístico; en nuestro conocimiento notenemos certidumbres, sino sólo proba-bilidades.

CAMBIOMICROSCÓPICO

— LEY MACROSCÓPICA

¿Qué significa la anarquía de las par-tículas al nivel microscópico para losobjetos que encontramos normalmen-te al nivel macroscópico? En la prác-tica, nada.

La mecánica cuántica no afecta anuestra observación de los aconteci-mientos en el mundo de los asuntoscotidianos. Como observa Barnes, latecnología se sigue basando en la físicanewtoniana. La ley causal queda sus-pendida sólo dentro del ámbito desdeluego circunscrito de las partículas ató-micas.

Pero la teoría cuántica desde luegosuscita cuestiones. ¿Puede mantenerseel determinismo para grandes cuerposcuando las partículas de las que estánconstituidos están indeterminadas? Es-tas partículas pueden jugar papeles de-cisivos. «Son precisamente la clase deacontecimientos que tienen lugar en losnervios y en el cerebro,» observaBronowski, y «en macromoléculas quedeterminan los rasgos que heredamos»(por ejemplo, las mutaciones).23

Además, aunque la física clásicasigue siendo pragmáticamente válida,«los principios que antiguamente laapoyaban se han desmoronado.»24 Lasleyes estadísticas, es cierto, siemprehan jugado un papel en la física, comoen la descripción del comportamientode los gases. Pero la presuposición eraque las leyes estadísticas que descri-bían la conducta de las grandes agrega-ciones de moléculas se derivaban de

leyes que regían la conducta de lasmoléculas individuales. Lo novedosoen la mecánica cuántica es la sugeren-cia de que las leyes estadísticas sonfinales — que los acontecimientos in-dividuales no están regidos por ley,sino por el azar.

Si en el pasado la presunta legiti-midad de los comportamientos indivi-duales era el apoyo de la ley estadísti-ca, ¿qué es lo que la sustenta ahora? Elproblema lo suscita el matemático yfilósofo Bertrand Russell:

Pero si el átomo individual es anár-quico, ¿por qué habría de darse estaregularidad en los grandes núme-ros?.… La teoría de la probabilidadestá en un estado muy insatisfacto-rio, tanto con respecto a la lógicacomo con respecto a las matemáti-cas; y yo no creo que haya ningunaalquimia mediante la que se puedaproducir una regularidad en gran-des números en base de un purocapricho en cada caso individual.25

Russell concluye diciendo que po-dría ser que la regularidad de loscuerpos en gran escala sólo puede ex-plicarse si suponemos que a fin decuentas sí hay leyes de comporta-miento individual que todavía no he-mos descubierto.

¿ES E L A Z A R L A

REALIDAD ÚLTIMA?

Russell nos ha conducido a un debateque sigue vigorosamente vigente entrelos físicos y los filósofos: ¿Es el azar larealidad última, o se trata simplementede que hay leyes que todavía no hemosdetectado?

Hasta el fin de su vida Einstein«mantuvo la postura de que la mecáni-ca cuántica es una disciplina para re-presentar nuestra ignorancia, no unapresentación de la situación en su ver-dadera realidad».26 Las partículas ató-micas no son ellas mismas indetermi-nadas; sólo parecen ser así debido aque nuestro conocimiento de las mis-mas es limitado. Einstein expresó suobjeción con su célebre dicho: «Diosno juega a los dados.»

Los filósofos cristianos Sproul,Gerstner y Lindsley están de acuerdocon él. En su libro Classical Apolo-getics argumentan que no hay justifica-ción para el salto de decir que no cono-cemos la causa del comportamiento de

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12 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

las partículas atómicas a decir que nohay causa. Peor que carente de justifi-cación: es una arrogancia. Suponeomnisciencia: deberíamos conocer to-das las posibles causas para saber queen este caso no hay ninguna causa queesté operando.27

En cambio, Werner Heisenberg,el principal proponente de la Indeter-minación, mantiene que hay una con-tingencia última que subyace ineludi-ble en el centro de la cuestión. La de-terminación exacta de la posición ymovimiento de los electrones «nosólo es prácticamente imposible sinotambién teóricamente impensable».28

La cr is i s dela causal idad

Arthur Koestler escribe acerca del«trastorno filosófico» que acompañó ala revolución en la física al surgir larelatividad y la mecánica cuántica. Lle-gó a designarse como «la crisis de lacausalidad».29

Percy Bridgman enuncia la cues-tión con energía:

Siempre que el físico penetra en suanálisis al nivel atómico o electróni-co, encuentra cosas actuando de unaforma para lo cual no puede asignarcausa alguna, para lo que nuncapuede asignar una causa, y para loque el concepto de causa carece designificado, si el principio deHeisenberg es correcto. Esto signifi-ca nada más y nada menos que seha de abandonar la ley de causa yefecto.30

Desde una perspectiva de pensa-miento analítico, la esencia de unacosa ha de encontrarse en los compo-nentes más pequeños de los que estáconstituida. De este modo, en la his-toria intelectual de Occidente, cuandolos pensadores se alejaron de Dioscomo explicación final del universo,se volvieron a la disección de la ma-teria para descubrir la clave de la es-tructura y del origen del universo.«Desde el Renacimiento —escribeKoestler— La Causa Última habíaido desplazándose gradualmente delos cielos al núcleo del átomo, delnivel de lo sobrehumano al nivelsubhumano.»31

Con el surgimiento de la mecánicacuántica, esta «Causa Última» se disol-vió en el azar.

La revista Science Digest lo expre-sa de manera gráfica: «El universo desentido común de causa y efecto estáedificado sobre las arenas del reino delo subatómico en el que cada partículaindividual, como los electrones y losprotones, actúan de una manera total-mente caprichosa.»32

F Í S I C A Y F E

¿Qué efecto tiene este «trastorno filo-sófico» sobre nuestro pensamiento?¿Cómo afecta a nuestro concepto deley natural? ¿De libertad humana? ¿DeDios y de los milagros?

Las respuestas que se dan a estaspreguntas varían mucho tanto entrecristianos como entre no cristianos. Ex-ploraremos algunas de ellas con breve-dad para dar materia de reflexión allector.

Orden en e l Universo

La nueva física ha tendido ha conducira una filosofía de la ciencia conocidacomo operacionalismo. Sus seguidoresdicen que no podemos describir la na-turaleza tal como realmente es. Laciencia es meramente un método paradominar y emplear la naturaleza.

Según el Operacionalismo, la ver-dad objetiva no es conseguible me-diante la ciencia. Tal como escribeHeisenberg:

… cada proceso de observaciónproduce una gran perturbación. Yano podemos referirnos al comporta-

miento de la partícula con indepen-dencia del proceso de observación.Como consecuencia final, las leyesnaturales formuladas matemática-mente en la teoría cuántica ya notratan de las partículas elementalesmismas, sino de nuestro conoci-miento de las mismas.33

Heisenberg concluye que no pode-mos hablar de la realidad objetiva delas partículas atómicas, sino sólo acer-ca de cómo interactúan con nuestrosinstrumentos de medición.

¿Cuál es la respuesta cristiana aesta nueva perspectiva de la ciencia? Elfilósofo Gordon Clark, autor de ThePhilosophy of Science and Belief inGod, cree que este desarrollo es bene-ficioso para el cristianismo. Los cientí-ficos están más dispuestos en la actua-lidad a admitir que la ciencia no descu-bre verdades finales y absolutas.Jordan escribe, en Science and theCourse of History, acerca de un cam-bio de actitud entre los científicos, «dela arrogancia a la humildad».34 Tam-bién Koestler escribe acerca del de-rrumbamiento de la «arrogante con-fianza en sí mismo que tenía el cientí-fico del siglo diecinueve».35

Otros cristianos son menos opti-mistas. El Operacionalismo, lo mismoque el Indeterminismo, contempla elmundo como básicamente desordena-do. No hay ningún orden universal-mente válido de la existencia, ni hayningún orden de ley estructurandonuestra experiencia. Somos nosotroslos que hemos de imponer el ordensobre el mundo. La ciencia no refleja laestructura del universo. Se trata mera-mente de normas de factura humanapara manipular el mundo con éxito.36

Esta perspectiva respecto al ordeny la ley es contraria al concepto cristia-no de la naturaleza. Históricamente, loscristianos han mantenido que existe unorden, una legitimidad, erigida en lacreación. Es un orden objetivo, esto es,no creado por la mente humana e im-puesto sobre la creación, sino intrínse-co en la creación. La firme convicciónde que un Dios racional produciría unmundo ordenado e inteligible fue loque inspiró a los primeros científicos ydio origen a la ciencia moderna.

Si abandonamos esto, ¿dónde que-dará la ciencia? ¿Sobrevivirá aparte dela convicción de que hay una legitimi-dad que se puede descubrir en la natu-raleza? Barnes teme que el abandono

... no hay justificación parael salto de decir que noconocemos la causa delcomportamiento de las

partículas atómicas a decirque no hay causa. Peorque carente de justifica-ción: es una arrogancia.

Supone omnisciencia:deberíamos conocer todaslas posibles causas para

saber que en este caso nohay ninguna causa que esté

operando.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 13

de la ley de causa y efecto, del orden yde la inteligibilidad, será perjudicialpara la ciencia.37

Barnes está asimismo preocupadoacerca de las consecuencias sociales deestas ideas. Como lo explica el filósofoHenk Hart en The Challenge of ourAge, están teniendo lugar trastornos pa-ralelos en todas las áreas de la vida yde la cultura. «Se niega toda base deuna ley-orden universal. En consecuen-cia, se desafían todas las tradiciones, seponen a prueba todos los principios, nohay verdad permanente.»

En esta clase de situación, advierteHart, «quedarán en la estacada las ba-ses de la sociedad».38

Una morada para loshombres l ibres

Los que trabajan en las ciencias de lavida y en las sociales han modeladosus campos de estudio desde hacemucho tiempo en base de las ciencias«exactas», preeminentemente la física.¿Qué sucede cuando aplican analogíasde la nueva física a la vida y a la natu-raleza humana.

La mayoría de ellos han dado bue-na acogida al impacto de la mecánicacuántica. Se sintieron «alentados»,como escribe el teórico políticoMatson, «por el fin del modelo mecá-nico que parecía convertir toda la exis-tencia en automatismos».39 La físicanewtoniana condujo a lo que el filósofode la ciencia Karl Popper llama «lapesadilla del determinista físico». Silos átomos de nuestros cuerpos siguenleyes tan inmutables como los movi-mientos de los planetas, entonces nues-tra sensación interna de capacidad deelección es una ilusión.40

Después de la mecánica cuántica«ya no se puede justificar el empleo dela ley física como evidencia en contrade la libertad humana».41 Los átomosindividuales de los que están constitui-dos los cuerpos mayores actúan «li-bres» de la ley natural. Jordan aplicaesto a las ciencias biológicas:

La vida orgánica participa de lamisma libertad y espontaneidad quelos físicos han descubierto en la raízdel ser material.… Podemos decirque el intento de demostrar que elhombre es una máquina, con el finde negar su libre albedrío, ha que-dado refutado por los innegableshechos de la ciencia.42

Con el abandono del modelo deter-minista por parte de los físicos, ya notenemos que mantener una teoríadeterminista de la actividad mental conla idea de hacerla «más conforme» anuestro conocimiento de la materiainorgánica. Así argumenta Eddington.Con el surgimiento de la Indetermina-ción, «la ciencia, con ello, retira suoposición moral al libre albedrío».43

Quien lo expresa de la manera máslírica es Sir James Jeans:

Los antiguos físicos nos mostrabanun universo que parecía más unacárcel que una morada. La nuevafísica nos muestra un universo queparece como si pudiese ser unamorada apropiada para hombres li-bres, y no un mero refugio para bru-tos.44

El azar no es l ibertad

Otros pensadores no están de acuerdo.Russell argumenta que los seres huma-nos siguen cayendo bajo la aplicaciónde la física newtoniana, como todos loscuerpos grandes.45

Otro argumento común es que lamecánica cuántica habla de acaeci-mientos sin causas. Un acto incausadono está más cerca de una conducta li-bre y responsable que un acto determi-nado.46 La mecánica cuántica admiteuna gama de variación aleatoria que es«estrictamente inexplicable», escribeMichael Polanyi, químico y filósofo.Sin embargo, «el juicio humano escualquier cosa menos una elección alazar estrictamente inexplicable».47

Cuando se introduce un elemento deazar en la acción humana, como cuan-do tomamos decisiones precipitadas ocuando nuestra capacidad de razonarestá dañada, esto tiende a excusarnosde la responsabilidad, en lugar de ha-cernos más responsables.48

El azar no puede explicar más laoriginalidad y creatividad humanaque la necesidad. Decir que esteensayo que tiene el lector ante sí esresultado de azar es difícilmentemás creíble que decir que fui física-mente predeterminado a escribir-lo.49

El verdadero punto del debate noestá entre determinismo e indeter-minismo, sino en el reduccionismo.¿Reducimos las cosas a las característi-

cas de sus átomos? ¿Vemos, tal comolo expresa Koestler, la Causa Últimaen el átomo? Ambos lados del argu-mento acerca del libre albedrío sonreduccionistas. Suponen que la con-ducta se puede explicar en términosfísicoquímicos. Si los átomos estándeterminados, igual sucede con las per-sonas. Si los átomos son indetermina-dos, igual sucede con las personas.50

Como cristianos, parece que necesita-mos una manera de pensar acerca de lanaturaleza humana que tenga en cuentalo físico pero que no reduzca a losseres humanos a los átomos que losconstituyen.51

DI O S C O N T R A L A

M Á Q U I N A

Algunos cristianos han aceptado biendispuestos la mecánica cuántica comomedio de ajustar a Dios en nuestraimagen del mundo. «En los días deldeterminismo clásico,» escribe RichardBube, «el concepto cristiano de la pro-videncia se tornó insostenible». Y ex-plica:

Un mundo que responde a lo largodel tiempo a las leyes inexorablesde la naturaleza tomó el puesto delconcepto de un mundo sostenidopor el poder soberano de Dios.Como mucho, Dios quedó reducidoa una causa inicial … que habíainiciado la inmensa maquinaria deluniverso, y que luego se había echa-do atrás y la había dejado a sí mis-ma para que siguiese su curso.52

Los cristianos y los no cristianospor un igual han pensado que la inde-terminación, en palabras de Heisen-berg, crea una «apertura» hacia «con-ceptos como la mente o el alma huma-na o la vida o Dios».53 Uno de losesfuerzos más ambiciosos por apropiarla mecánica cuántica para la visióncristiana del mundo es W. G. Pollard,Chance and Providence.54 Pollard esun físico que contempla la indetermi-nación del mundo atómico como ellugar donde se puede ejercer el controlprovidencial de Dios.

Sir James Jeans es de nuevo el máslírico. Escribiendo acerca de la nuevavisión no mecanicista de la realidad,concluye:

El universo comienza a parecersemás a un gran pensamiento que a

Page 7: Fe y teorías físicas (Newton, Einstein, Heisenberg)

14 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

una gran máquina. La mente ya noaparece como un intruso accidentalen el reino de la materia; comenza-mos a sospechar que deberíamosaclamarla como creadora y gober-nante del reino de la materia.…

Proseguía argumentando que porcuanto el universo tiene la aparienciade un gran pensamiento, ha de ser unpensamiento en la mente de un GranMatemático.55

Aunque el entusiasmo de Jeans esdigno de encomio, se deben suscitarobjeciones teológicas. La Biblia nopresenta la creación como mental,como un pensamiento en la mente deDios. La doctrina de la creación impli-ca que el mundo físico es real, queforma parte del orden creado.56

Los l ímitesde la c ienc ia

Si nos hemos de guardar de conclusio-nes metafísicas exorbitadas, la mecáni-ca cuántica desde luego parece mos-trarnos los límites de la ciencia. Ya nopodemos emplear la ciencia para argu-mentar en contra de los milagros, dellibre albedrío o de la existencia deDios.

En la época newtoniana, escribeJames Moore, los científicos pensabanque la ley natural les permitía «prescri-bir lo que podía y lo que no podíasuceder.… En la actualidad, los cientí-ficos admitirán que nadie conoce lo su-ficiente acerca de la ley natural parapoder decir que cualquier aconteci-miento sea necesariamente una viola-ción de la misma.» Las leyes son me-ramente nuestra descripción estadísticade los acontecimientos naturales, noprescripciones inmutables acerca de loque es posible.57

Bultmann había argumentado quelas personas modernas, que emplean laelectricidad y los otros productos de laciencia moderna, no pueden aceptar losmilagros. John Warwick Montgomeryresponde que precisamente porque so-mos personas modernas sí podemosaceptar los milagros:

Para nosotros, en contraste a laspersonas de la era newtoniana, eluniverso ya no es un campo de jue-go cerrado, seguro, predecible en elque conocemos todas las reglas.Desde Einstein, ningún hombremoderno ha tenido derecho a ex-cluir la posibilidad de acontecimien-tos debido a su previo conocimientode la «ley natural».58

Ya no podemos excluir los mila-gros sobre una base puramente filosó-fica, con meramente decir que son con-trarios a la ciencia y a la ley.

Conclus ión

Evidentemente, siguen quedando mu-chas cuestiones en pie acerca de lanueva física y de su significado paranosotros. No debería sorprendernosque siga habiendo tanta agitación ydesacuerdo cuando recordamos queestas ideas han estado ahí sólo desdecomienzos de nuestro siglo. La gentesigue aún tratando de decidir cómo re-accionar ante la «sorprendente origina-lidad» de una teoría científica que enrealidad hace patentes los límites y lainsuficiencia de la ciencia.59

No está claro aún si la indetermina-ción es una característica pertenecienteal orden natural o sólo una expresiónde nuestra actual ignorancia. Variosfísicos creen que es sólo cuestión detiempo antes que lleguemos más alládel Principio de Incertidumbre. Estosignifica que sería un error edificar enbase de este principio una apologéticacristiana tocante a la libertad humana oa los milagros divinos.60 Posiblemente,el mejor consejo para los cristianos seaque se continúe trabajando sobre lascuestiones suscitadas por la nueva físi-ca, mientras nos mantenemos abiertosa nuevos desarrollos.

El verdadero punto deldebate no está entre

determinismo e indeter-minismo, sino en el REDUC-CIONISMO. ¿Reducimos lascosas a las características

de sus átomos? ¿Vemos, talcomo lo expresa Koestler,

la Causa Última en elátomo? Ambos lados del

argumento acerca del librealbedrío son reduccionistas.Suponen que la conducta

se puede explicar en térmi-nos físicoquímicos. Si los

átomos están determinados,igual sucede con las perso-

nas. Si los átomos sonindeterminados, igual

sucede con las personas.Como cristianos, parece

que necesitamos una mane-ra de pensar acerca de la

naturaleza humana quetenga en cuenta lo físico

pero que no reduzca a losseres humanos a los áto-mos que los constituyen.

1  Ambos citados en Josh McDowell,Evidencia que exige un veredicto, Vol.II (Terrassa: CLIE 1988), págs. 37, 39.2  F. S. C. Northrop, Introducción aPhysics and Philosophy, por WernerHeisenberg (NY: Harper and Row,1958), pág. 2.3  Ibid., págs. 4, 25.4  Ibid., pág. 2.5  Citado en Gordon Clark, The Philo-

sophy of Science and Belief in God(Nutley, N.J.: Craig Press, 1964), pág.50.6  Rudolf Bultmann, Jesus Christ andMythology (NY: Charles Scribner’sSons, 1958), págs. 37-38, énfasis aña-dido.7  Rudolf Bultmann, Kerygma andMyth (NY: Harper and Row, 1961),pág. 39.

8  Citado en Jerome Frank, Fate andFreedom (NY: Simon and Schuster,1945), pág. 104.9  Ibid., págs. 87-105.10  Bertrand Russell, Religion andScience (NY: Oxford University Press,1980), pág. 151.11  Sir Arthur Eddington, The Natureof the Physical World (University ofMichigan Press, Ann Arbor Paperback,

RE F E R E N C I A S

Page 8: Fe y teorías físicas (Newton, Einstein, Heisenberg)

Génesis — Vol. 1 - Nº 2 15

1958), pág. 4; énfasis añadido.12  Citado en Clark, pág. 50.13  Arthur Smethurst, Modern Scienceand Christian Belief (Nashville:Abingdon Press, 1955) va demasiadolejos al identificar a Dios con la ener-gía de los físicos. Escribe él:

Si la perspectiva cristiana es ver-dadera, ciertamente deberíamosesperar encontrar la evidenciadel Espíritu Santo en la esferafísica precisamente en señalescomo la energía y actividad diná-mica que se indican en la moder-na física. Si la energía es la baseesencial de todo el mundo mate-rial, esto es para el cristiano unaclara manifestación del activo ycreador Espíritu de Dios en elámbito de lo físico.

Para el extremo opuesto, véaseBarnes (nota Nº 20), que ni siquieraacepta el principio de Einstein de laequivalencia de la masa y de la ener-gía.14  Para un relato desde una perspec-tiva no cristiana de cómo la ciencia hallegado a un paralelismo con las ense-ñanzas de la religión acerca del prin-cipio del universo, véase RobertJastrow, God and the Astronomers[Dios y los astrónomos] (NY: WarnerBooks, 1978).15  Eddington, pág. 8.16  Stanley L. Jaki, The Origin ofScience and the Science of its Origin(South Bend, IN: Regnery/Gateway,Inc. 1978), pág. 98.17  Nigel Calder, Einstein’s Universe(NY: Penguin Books, 1979), pág. 13,énfasis en el original.

18  V. F. Weisskopf, American Scien-tist, 1983, citado en EvolutionistsConfront Creationists (San Francisco:California Academy of Sciences,1984).19  Thomas G. Barnes, Physics of theFuture (El Cajon, CA: Institute forCreation Research, 1983), pág. 17.20  Citado en ibid.21  Clark, pág. 71 (énfasis añadido).22 Hans Riechenbach, Atom and Cos-mos: The World of Modern Physics(NY: Macmillan, 1933), págs. 278-279.23  J. Bronowski, The Common Senseof Science (Cambridge: Harvard Uni-versity Press, 1955), pág. 68. El argu-mento más poderoso para la influenciadirecta de las leyes cuánticas a todoslos niveles de complejidad es el dePascual Jordan, Physics of the Twen-tieth Century (New York: Philoso-phical Library, 1944), págs. 150 ss.24  Floyd W. Matson, The BrokenImage (NY: Doubleday Anchor Books,1964), pág. 130.25  Russell, págs. 160-161, énfasis aña-dido.26  Malcolm A. Jeeves, The ScientificEnterprise and Christian Faith (Dow-ners Grove, IL: InterVarsity Press,1969), pág. 145.27  R. C. Sproul, John Gerstner, ArthurLindsley, Classical Apologetics (GrandRapids: Zondervan Academie Books,1984), págs. 112-113.28  Arthur Koestler, Arrow in the Blue(Londres: Hamish Hamilton Ltd.,1952), pág. 258, énfasis en el original.29  Ibid., pág. 257.30  P. W. Bridgman, Reflections of a

Physicist (NY: Philosophical Library,1950), pág. 93, énfasis añadido.31  Koestler, pág. 258.32  John Gliedman, «Turning EinsteinUpside Down,» Science Digest, Octu-bre 1984, pág. 38.33  Werner Heisenberg, «The Idea ofNature in Contemporary Physics»,Main Currents of Western Thought,Franklin Le Van Baumer, edutor (NewHaven: Yale University Press, 1978),págs. 706-707, énfasis añadido.34  Pascual Jordan, Science and theCourse of History (New Haven: YaleUniversity Press, 1955), pág. X.35  Koestler, pág. 258.36  Hendrick Hart, The Challenge ofOur Age (Toronto: Wedge, 1974),págs. 38-48.37  Entrevista personal. En Physics ofthe Future, Barnes escribe:

En tanto que los avances en tecno-logía han ido constantemente ade-lante, es cosa de opinión respectoa la dirección de la curva de losverdaderos avances en los funda-mentos de la física moderna desdealrededor de 1940. Él concluíaque [la mayor parte de los Pre-mios Nóbel dados en las últimasdécadas] se habían dado a físicosviejos, cuyo trabajo merecedor delpremio había sido hecho con mu-cha anterioridad al momento enque les fue otorgado. La conclu-sión era que el progreso en losdescubrimientos fundamentalesreales en física está de capa caída.(pág. 1)

38  Hart, pág. 49.39  Matson, pág. 126.

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Mi argumento podrá quedarmás claro para algunos si seexpresa de una manera di-

ferente. «Naturaleza» es una palabra dediversos significados, los cuales sepueden comprender mejor si conside-ramos sus varios antónimos. Lo Natu-ral es lo opuesto a lo Artificial, a loCivil, a lo Humano, a lo Espiritual, ya lo Sobrenatural. Lo Artificial no nosatañe ahora. Pero si tomamos el restode la lista de opuestos, creo que pode-mos tener una vaga idea de lo que loshombres entienden por Naturaleza yqué es lo que oponen a ella. La Natu-raleza parece ser lo espacial y tempo-ral, en contraste a lo que no lo es tan-to o no lo es en absoluto. Parece serel ámbito de la cantidad en contrasteal ámbito de la calidad; de los objetosen contraste a la consciencia; de lolimitado, frente a lo que es total oparcialmente autónomo; de lo quedesconoce valores frente a aquelloque tiene y percibe valores; de lascausas eficientes (o, en algunos siste-mas modernos, sin causalidad en ab-soluto) frente a las causas finales.

Ahora bien, considero yo que cuandocomprendemos algo analíticamente yluego lo dominamos y lo empleamospara nuestra conveniencia, lo reduci-mos al nivel de «Naturaleza» en elsentido de que suspendemos nuestrojuicio de valor acerca de ello, queignoramos su causa final (si hay algu-na), y lo tratamos en términos de can-tidad. Esta represión de elementos enlo que de otra manera sería nuestrareacción total ante ello es a vecesmuy clara e incluso penosa: tenemosque vencer algo antes de poder cortarun cadáver de un hombre o un animalvivo en un aula de disección. Estosobjetos se resisten al movimiento dela mente mediante el que los arroja-mos al mundo de la mera Naturaleza.... Pero no es ésta toda la historia. Noson los más grandes científicos mo-dernos los que creen de cierto quecuando el objeto es desnudado de to-das sus propiedades cualitativas y re-ducido a una mera cantidad es total-mente real. Los cientifiquillos y losirreflexivos acientíficos seguidores dela ciencia puede que lo crean. Las

grandes mentes saben muy bien queel objeto, cuando se trata de estamanera, es una abstracción artificial;saben que se ha perdido algo de surealidad.

Desde este punto de vista, la con-quista de la Naturaleza aparece bajouna nueva luz. Reducimos las cosas amera Naturaleza a fin de poderlas«conquistar». Siempre estamos con-quistando la Naturaleza, porque «Na-turaleza» es lo que le estamos dandoa lo que hemos, hasta cierto punto,conquistado. El precio de la conquistaes tratar aquella cosa como mera Na-turaleza. Cada conquista sobre la Na-turaleza aumenta su ámbito. Las es-trellas no se transforman en Naturale-za hasta que las podemos medir ypesar; el alma no se transforma enNaturaleza hasta que podemos psico-analizarla. El arrebatamiento de lospoderes de la Naturaleza es tambiénla rendición de las cosas a la Natura-leza. En tanto que el proceso no lle-gue al paso final bien podremos con-siderar que las ganancias son superio-res a las pérdidas. Pero tan pronto

C. S. Lewisy e l Reducc i on i smo

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Fuente: Bible-Science Newsletter,enero 1985, pags. 6ss.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 17

tomamos el paso final de reducirnuestra propia especie al nivel demera Naturaleza, todo el proceso en-loquece, porque esta vez el ser quequería ganar y el ser sacrificado sonel mismo. Éste es uno de los muchoscasos donde llevar un principio a loque parece su conclusión lógica llevaal absurdo. Es como el famoso irlan-dés que descubrió que un cierto tipode estufa reducía su consumo de leñaa la mitad, y por ello llegó a la con-clusión de que dos estufas de la mis-ma clase le posibilitarían calentar lacasa sin ninguna leña. Es la propuestadel brujo: da tu alma, y recibe poder

a cambio. Pero una vez hemos entre-gado nuestras almas, esto es, nuestromismo yo, este poder que así nos hasido conferido deja de pertencernos.Seremos de hecho los esclavos ymarionetas de aquello a lo que hemosdado nuestras almas. Está dentro delpoder del Hombre tratarse a sí mismocomo un mero «objeto natural», y suspropios juicios de valor como materiaprima para que la manipulación cien-tífica los altere a voluntad. La obje-ción contra hacer esto no reside en elhecho de que este punto de vista(como el primer día de uno en un aulade disección) sea penoso y chocante

hasta que uno se acostumbra. La ver-dadera objeción es que si el hombredecide considerarse como materia pri-ma, materia prima es lo que será: nomateria prima para ser manipuladopor sí mismo, como se imaginabacomplacido, sino por el mero apetito,esto es, por la mera Naturaleza, en lapersona de sus deshumanizados Con-dicionadores». ...

C. S. Lewis, The Abolition of Man,Collins (Londres, 1978), págs. 42-44. Hay edición castellana: LaAbolición del Hombre, EdicionesEncuentro (Madrid, 1990).

CREACIÓN, EVOLUCIÓN Y ELREGISTRO FÓSIL

Duane T. Gish, Ph. D., y otros.

Con sus discontinuidades sistemáti-cas y regulares separando los gruposde vida fosilizada del pasado de unamanera tajante, el registro fósil sumi-nistra una evidencia clara de la crea-ción específica de los diferentes gru-pos de vida, y da testimonio de laausencia total de transmutaciones deunos grupos a otros por evolución.139 págs. Ed. CLIE, Terrassa (Barce-lona) ESPAÑA, 1979.ISBN 84-7228-465-4

LA ABOLICIÓNDEL HOMBRE

C. S. Lewis

Magistral ensayo sobre las tendenciasdel pensamiento contemporáneo y unbuen diagnóstico acerca de la confu-sión y vacío de todos los tipos en quese encuentra el llamado «hombremoderno». Para Lewis resulta eviden-te que el siglo XX ha conocido unasituación absolutamente inédita desdeel punto de vista histórico. En la basede su diagnóstico social, Lewis ve alhombre contemporáneo caracterizadopor la desacralización, el subjetivis-mo y la voluntad de poder. El Natura-lismo y el cientificismo han hundidoal hombre en un abismo de vaciedad.Encuentro Ediciones, Madrid 1990.ISBN 84-7490-255-X

AZAR Y CERTEZA

G. Salet

Excelente obra de estudio y consulta,muestra de manera detallada la impo-sibilidad intrínseca de un desarrollogradual de las formas vivas al azar,que es lo que demanda el evolucio-nismo en su formulación materialistadel origen del mundo de lo viviente.Presenta unos valiosos apéndicesacerca de estructuras anatómicas ycaracterísticas del registro fósil, entreotras cuestiones. 500 págs. Ed.Alhambra, Madrid, ESPAÑA, 1975.ISBN 84-205-0522-6