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  • 8/14/2019 Fanzine Canada Vaga Estudiantil Web

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    materials sobre la

    vaga indefinida

    entre-nosaltres

    num. 01 - febrer 2013

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    materials sobre la

    vaga indefinida

    quebec 2012-Barcelona 2013nosaltresoells.org

    edita

    coop&[email protected]

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    El movimiento obrero no fue vencido por el capitalis-mo. El movimiento obrero fue vencido por la democracia. Heaqu la declaracin de un problema al que el siglo nos somete.

    Mario Tronti

    Si hemos traducido estos documentos y ahora los presentamos es

    por dos razones: A) Porque presentan un pensamiento sobre la huelga a laaltura de la situacin. Entrevemos en la huelga el retorno de unaherramienta poltica de primer orden. No en la huelga misma, sinoen su propio lmite, en el hacer-huelga incluso a la huelga misma, ensu capacidad de desbordarse, de ir ms all de s misma, del cuadrode reivindicaciones, de la identidad que la convoca... hacia una lu-

    cha que se quiere insurreccional. Una vida que se insurge contra lacatstrofe de este mundo ; que encuentra su forma de organizacinen la lucha (comits de barrio, asambleas interprofesionales, soviets,katibas). Todo esto se intuye en el estado espiritual que es convoca-do a la Huelga y que responde a ella, miles de personas en las callesposedas por un aire ofensivo que en otras situaciones de masa brillapor su ausencia. Intuicin que se reconoce en los afectos que liberanalgunas acciones ligadas al lmite de la huelga y que los camaradasde Montreal analizan: sabotaje, pillaje, bloqueo, comunizacin.

    B) Por responsabilidad poltica. Si la lgica imperial respondea la consigna de aislar sensiblemente el conicto y destruirlo, la lgi-ca de la subversin tiene la responsabilidad de romper el cerco yfacilitar la transmisin de experiencia. En este caso, cuatro meseslargos de huelga estudiantil indenida en los que resuena el anhelorevolucionario desatado en el planeta por la primavera rabe. Cua-tro meses dan para mucho, aqu, una lucha que va incrementandosu intensidad hasta hacer que el gobierno pida, por dos veces, unatregua. Vale la pena poner sobre la mesa las herramientas que de-sarrollaron en la lucha, sus mtodos, sus contradicciones. Algunas

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    de las ms relevantes son el cuadrado rojo , un cuadrado de tela rojo,atado con imperdible, que permiti la visibilizacin por todas partesdel apoyo al movimiento aunque este apoyo fuera en realidad vacoe inconsecuente ;la manifestacin mensual nacional , permiti du-rante los cuatro meses de ms intensidad tener una fecha para con-centrar en una enorme manifestacin el apoyo al movimiento, a suforma concreta y real ;la manifestacin nocturna durante el cuartomes, cada noche hasta la victoria, ocasin de verdaderas estascallejeras donde la consigna fuego y agua encontr una expresindesbordante.

    La tonalidad afectiva de los documentos que traemos hoyaqu son reveladores de la potencia desplegada en una lucha en la quepareca, por un momento, que todo era posible. Estos documentospueden ayudar a hacer avanzar una reexin que tambin aqu esta-mos haciendo, en relacin a lmites como el pacismo intransigente,la posicin ciudadanista, la judicializacin de los conictos ; perotambin, a la recomposicin de una potencia subjetiva que puedaenarbolar de nuevo la bandera de la revolucin.

    Una realidad producida por 30 aos de derrota.

    Quiz donde ms distancia encontramos con nuestros cama-radas de Montreal es en la manera de enfrentar una realidad socialy un paisaje subjetivo que son efecto de 30 aos de derrota. Una si-tuacin nada fcil, en la que tambin nosotras andamos a tientas.

    Lo hemos visto, la realidad social externa al milieu (al guetto),que aparece en las calles con el 15M es directamente producto de lade-rrota del movimiento obrero incluso en sus mismas condicionesmateriales de existencia, la gran fbrica y el barrio popular. Hace yams de 30 aos que el deseo de revolucin qued interrumpido ydesarbolado, ba-rrido de la escena por esta especie de restauracinhurfana de gran poltica. La poblacin que ahora llena las calles ylas redes sociales es portadora de una subjetividad cargada de reejosliberales, es decir individualizantes, producto del sueo burgus queso la pesadilla del presente.

    Para nosotras ha sido esencial, estos ltimos aos, tratar de volver a dibujar una lnea de combate Nosotros/Ellos, que permi-tiera una acumulacin de fuerza subjetiva suciente como para, lle-gado el momento, poder plantar batalla con un mnimo de digni-dad ; y no esas escaramuzas a las que estamos tan acostumbradas.Seguimos creyendo en este empeo. De todas maneras, reconoce-mos que es necesario mantener constantemente una doble atencin:Al Nosotros (frente a Ellos) ; pero tambin al Entre-nosotros (contrael autoritarismo, el microburocratismo y la falta de ideas). Porque el

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    entre-nosotros es el espacio de construccin de esa potencia subje-tiva que puede declarar la guerra a este mundo, es decir volver a hacerpoltica, es decir, la revolucin.

    Ah radica toda la cuestin poltica del momento presente:Cmo dejar de ser una posicin minoritaria? Tampoco es una ta-rea fcil. Por un lado, tiene que ver con elestar presente en las luchas.Aunque esto tampoco ha sido suciente. Por otro lado, tiene que vercon una cierta lentitud. Porque, estamos deacuerdo, no se trata ni deespera, ni de espontanesmo revolucionario. Se trata de dotarnos decierta organizacin material, para que el retorno a la normalidad no

    sea ya tan normal ; de alguna manera reconstruir la constelacin de in-fraestructuras autogestionadas en los barrios que dieron al proletariadobarcelons una increible fuerza revolucionaria (cooperativas de con-sumo, escuelas racionalistas, ateneos, sedes sindicales, publicaciones...).Se trata, en estas bases autnomas, de formar y formarnos, de aprendera curarnos de otra manera, de dotarnos de recursos comunes, de expli-carnos qu (nos) pasa de modo directamente contrahegemnico, paradar espacio al deseo revolucionario de otra forma de vida. Se trata de

    estar en todas partes y a la vez, de irnos encontrando, para que pueda al-canzar consistencia una forma de sensibilidad que comparte una nocinde lo intolerable, de lo inolvidable, de aquello que incrementa nuestracapacidad de hacer y pensar. Esta es un lnea poltica necesitada de unacierta lentitud pero tambin de cierta intensidad. No sabemos cuantotiempo necesitaremos para la construccin del partido imaginario. Hay

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    Porque el entre-no-sotros es el espacio deconstruccin de esa po-tencia subjetiva que pu-ede declarar la guerraa este mundo, es decirvolver a hacer poltica,es decir, la revolucin.

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    ah un trayecto, del yo-cualquieraal nosotros contra este mundo, y deste a una toma de partido que pue-da desatar la enemistad y resolverla.

    Pero la libertad no habitaen el vaco, ms bien mora en lo noordenado y no separado, en aquellosmbitos que ciertamente se cuentanentre los organizables, pero no parala organizacin. Queremos llamarlos

    la tierra salvaje: es el espacio desdeel cual el hombre no slo puede es- perar a llevar la lucha, sino tambindesde l vencer. Pero sin duda ya nose trata de ninguna tierra romntica.Es el fundamento originario de suexistencia, la espesura desde la que lirrumpir un da como un len.

    Jnger,Sobre la lnea.

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    Se trata de dotarnos decierta organizacin ma-

    terial, para que el retor-no a la normalidad nosea ya tan normal

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    La Huelga

    Entre febrero y septiembre de 2012 hubo una huelga estudian-

    til indenida en Quebec. Huelga desencadenada contra un aumento detasas de aprximadamente el 60 %, Huelga llevada despus, de la manode la Duracin, mucho ms lejos. Tan lejos como para que el Gobiernodel Quebec pidiera, durante el cuarto mes de Huelga, por dos veces, unatregua al movimiento...

    Operacin contrainsurgente Entre nales de Abril y principios de Mayo parece que cualquiercosa es posible. Empiezan las manifestaciones nocturnas, cada nochehasta la victoria, se multiplican los enfrentamientos con la polica portoda la ciudad de Montreal, el movimiento est listo para desbordar laidentidad estudiantil, pasando a convertirse en una impugnacin ge-neral del orden capitalista. Entonces, el 10 de Mayo, el Gobierno des-pliega una operacin contrainsurgente de manual. A raz de una accinen el metro con bengalas de humo el servicio quedar interrumpido du-rante 3 horas y el Gobierno pasa a la accin:

    1) una ofensiva meditico-poltica para dividir el apoyo de la poblacin ;

    2) la aprobacin relmpago de una ley de excepcin a la que solo faltabael toque de queda, decretado nicamente para cientos de encausados ; y

    3) el nal de curso por decreto los ltimos das de mayo.

    De esta manera se desplaza momentneamente el centro de aten-cin en el conicto con la cuestin antiterrorista y la discusiones y respu-estas obligadas, mientras tanto se cierra el curso por decreto, con lo quese inicia un reujo de la intensidad del conicto, hasta desaparecer haciala mitad de junio.

    Ante la dimensin de lo ocurrido, el Gobierno, conservador, se veobligado a convocar elecciones. El partido de la oposicin hace suyas lasreivindicaciones de las asociaciones estudiantiles y vence las elecciones aprincipios de Septiembre. El aumento de tasas y la ley especial son reti-radas.

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    Orquestaciones contestatarias?

    Cuando se habla de Asamblea General en el texto hay que en-

    tender la especicidad de los sindicatos y asociaciones estudiantiles enQuebec. All es obligatorio para los estudiantes estar en alguno de lossindicatos o asociaciones estudiantiles, es obligatorio cotizar. Hay tresgrandes asociaciones, una, La Classe, es la que tiene una orientacin mscombativa. Esta situacin hace que las asociaciones cuenten con muchosrecursos para las movilizaciones, lo que limita la presencia de iniciativasautnomas. Tambin hace que las Asambleas Generales sean muy pesa-das y burocrticas, espacios perfectamente controlados. La asambleaes la primera herramienta de un mundo que se autoorganiza, pero unmundo no se construye solamente con la asamblea.

    Entonces, se entiende mejor la frase: no se trata de mantenerselejos de las orquestaciones contestatarias, ni de mantenerlas a tiro denuestra mirada crtica, sino decomponer con ellas, de componer contra e-llas. Posicin similar a la nuestra, la de los grupos y comits de barrio decara a las Huelgas generales convocadas por las grandes centrales sindi-cales. Nosotras tambin nos hemos encontrado en la posicin de pensaro decir esta Huelga es una grotesca puesta en escena, una simulacinpara acto seguido plantearnos cmo estar presentes en ella.

    Esto es as porque el objetivo de este tipo de anlisis no es haceruna crtica, es decirdenunciar tal o cual impostura o manipulacin. Elobjetivo del anlisis es tico y poltico, es entender qu se hace y qu senos hace siguiendo ciertos planteamientos, para encontrar cmo (com-poniendo con ; desbordando) incrementar la potencia de la subversin.Es una cuestin de intensidades en la lucha entre formas de vida, entreformas de la potencia comn. Como dicen en el texto:No se trata deoponerse a formas, sino de componer con fuerzas.

    Nosaltres

    Barcelona, febrer 2013

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    huelga llevada despus,de la mano de la Dura-cin, mucho ms lejos.Tan lejos como para queel Gobierno del Quebec pidiera, durante el cuar-to mes de Huelga, pordos veces, una treguaal movimiento...

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    Diciembre 2011.

    tradut de :www.faire-greve.blogspot.com.es

    Cuantas veces tendremos que hacer el duelo de lo que hubiera sido posi-ble? Hacer la crtica post-mortem, el balance del fracaso?

    Partimos de la distancia que sentimos hacia una Huelga tan plani-cada como diferida. Frente a esta Huelga general estudiantil, de la queomos hablar desde hace ms de dos aos, tenemos que pensar las orien-taciones que nos permitiran, ah, no perdernos, no volver a ensayar unensayo general. Nos hace falta un mapa, para saber, a la vez, cmo huir ydonde situar nuestras piezas. Demasiado tiempo nos hemos ahorrado elpensamiento estratgico, en provecho de la reiteracin de redes en bucle yde ancdotas que acaban siendo decepcionantes. Nos queda por exponerlo que est pasando, ponerlo al da, lo cual es inseparable de un arries-garse, de un ponerse en juego. Ya que no se trata de mantenerse lejos de lasorquestaciones contestatarias ni de mantenerlas a tiro de nuestra miradacrtica, sino de componer con ellas, de componer contra ellas. La cuestines saber cmo disonar, subvertir la partitura. Cmo suscitar otro reparto,encontrar otro ritmo, hacer resonar de otra manera. Este texto, ms que unprograma, se quiere una premisa.

    Fragmentos para una reanudacinde las hostilidades.

    A pesar de todo, per-siste en el momento dela huelga una eferves-cencia, una alegra,una exaltacin, queuno no sabra resumir en un simple espec-tculo contestatario.

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    Hacia una movilizacin general

    La actualidad de este mundo es una empresa de puesta en dis-ponibilidad, de funcionalizacin, de extraccin de energa bruta, de so-licitacin. Frente a esta movilizacin total, la esencia de la huelga no pue-de ser ms que desmovilizacin, en el sentido de volver-inoperante, dedesactivar los dispositivos de produccin y de gestin de la vida. Se nospropone una Huelga como empresa, que oculta el hacer-huelga mismo entanto movimiento de retirada ofensiva.

    La Huelga general

    estudiantil es una versindel movimiento obrero, unareanudacin de su derrota.Pero ms an, no es una re-anudacin sino de su derrota,desplegndose sobre tres pla-nos: 1) la fetichizacin de unaidentidad esencial (proletario,estudiante) como fondo y ob-

    jetivo del movimiento ; 2) lanecesidad infantil de recono-cimiento por el Estado y delegalizacin de sus conquis-tas ; 3) el pensamiento mgi-co de una solucin utpica dereglamentacin del conictosocial, maniesto en su pro-cedimiento democrtico.

    Esta Huelga se nos aparececomo una grotesca puesta enescena, una simulacin. Semartillea un discurso huecoen el que ya no se cree, se ima-gina un movimiento de masas

    y una condicin estudiantil, uno corre a hacerse arrestar para poder indig-narse, etc. La gente siente tanto su lado vetusto como su esencia manipu-ladora. Sus lderes son ya refractarios a una huelga que ngen organizar.Desaparecen hacia los 25 aos en trabajos de delegado sindical, de apoyocorporativo, de gestor subvencionado-a de la miseria, de de algo hay que vivir Criss.

    A pesar de todo, persiste en el momento de la huelga una efer- vescencia, una alegra, una exaltacin, que uno no sabra resumir en unsimple espectculo contestatario. El desencadenamiento de una Huelga,por muy lamentable e insignicante que sta sea, lleva en s mismo algunacosa que escapa a la simulacin. Algo pasa, algo que circula entre los seres,los hace levantarse juntos contra el pretendido orden de las cosas. Puedeentonces decirse que la Huelga capta, que funciona captando esta alegra.

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    Toda su energa proviene de la captacinde un hacer-huelga. Es en el momentode la huelga cuando se reencuentran una

    cierta densidad del rechazo y un momen-to histrico.

    La Huelga capta la huelga en no-sotros, y hace como si ella la hubiera he-cho nacer. Como la sociedad que diceproducirnos. Como director de orquesta,se asegura de que las notas suenen en elmomento adecuado, se armonicen en-

    tre ellas, sin disonancia, en el horizontedel gong nal que pondr n a la pieza.Pero en tanto asigna cada singularidada su instrumento, a su momento propio,les da un lugar, en un abrazo benvolo.La Huelga es el producto de un guetto,nebulosa asociativa, estudiante, militante.No basta con criticar, con objetivar, conhacer una tipologa de este guetto, ya quenos habita fatalmente, tal como nosotroslo habitamos, sino que de lo que se trataes de percibir los mecanismos concretosque operan en l. De ah la importancia dehacernos una imagen de la situacin quese nos presenta para desvelar los aparatosde captacin que la constituyen. No se tra-ta de oponerse a formas sino de componercon fuerzas.

    Dispositivosde captacin

    Los dispositivos aparecen siempre poracoplamiento, proponiendo una falsa

    dicotoma que exige una identicacin,es el escoger predicados como princi-pios del actuar. Esta identidad procuraun cierto goce, sacado de la relacin quemantiene con la posibilidad de una realtoma de partido, de la que no es sino unadesviacin abusiva, una representacinilusoria. Hace falta comprender que estasparejas, aunque se encarnen a menudoen cuerpos individuales y colectivos, sontendencias, maneras de ser transversales alas estrategias existenciales.

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    Democracia directa /democracia representativa

    La Asamblea General detenta elpoder tradicional de desencadenar laHuelga, es decir, de delimitar soberana-mente su inicio y su nal. La instrumen-talizacin de ese poder habra podidoparecernos como una estrategia contrael apoliticismo de la masa annima,pero el marasmo democrtico es pre-cisamente el que absorbe la conictivi-dad (la guerra) reducindola al 50+1.De instrumento, deviene la norma a laque toda poltica debe nalmente serreducida.

    La postura del democratismoradical (directo) se enraza en estadinmica, en la cual la lnea poltica sereduce a un proceso extensivo de de-mocratizacin. Apunta a lo arbitrariode los-as representantes como nicoobstculo a la voluntad general, siem-pre razonable si no est manipulada. Elerror es humano, en el sentido en quelo humano demasiado humano es per-cibido como la fuente del mal. La acen-tuacin del carcter legtimo de las es-tructuras democrticas, con el n de nocaer en el maquiavelismo, obliga a des-plegar todo el esfuerzo sobre sus solasmediaciones, hacia una mejora de susengranajes contra lo arbitrario. Hastaque sea la voluntad misma, en tanto queelemento humano, la que se conviertaen el enemigo principal, y nos encon-tremos ante un simple cibernetismo deizquierda.

    Nos encontramos ante unnico objeto de codicia ; la democraciano debe sin embargo su realidad sinoa aquello que consigue recuperar delas conictividades concretas hacia lascuales el agora el lugar de publici-

    dad se pone como nico espacio deexpresin legtimo. Su operacin seresume en el encuadramiento y la codi-

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    cacin jurdica de los conictos. Esta notarizacin de las luchas no tienesin embargo otra utilidad que la traduccin de las guerras intestinas en ellenguaje del enemigo exterior.

    La idea de fondo del democratismo radical es que de una amalgamade cantidades ms o menos consensuadas surgira una cualidad poltica,sin consideracin a la calidad de lo que se comparte. La jacin de la quese trata no es solamente la exclusividad de la Asamblea general, sino queatraviesa toda reunin donde se entrev la aparicin de una pasin instan-tnea de igualdad. Las comisiones de movilizacin o los comits de huelga amenudo estn habitados por el mismo delirio. El aplanamiento no producela igualdad.

    Democracia directa, democracia representativa y apoliticismo seencuentran ntimamente en el precepto liberal, situndonos ante el falsodebate de lo ms democrtico. El anti-huelguista acusa a la AsambleaGeneral de ser antidemocrtica ya que bloquea su libre acceso a las clases,mientras que el demcrata radical apelar a la soberana de la AsambleaGeneral para impugnar el autoritarismo burocrtico del ejecutivo, mientraseste ltimo reclamar su mandato representativo. Todas las tendencias con-fundidas se enfrentan en el juego de la gestin de la conictividad. El de-mocratismo extrae su razn de ser de la conictividad hacia la cual se situacomo un lugar de expresin, un continente. Pero uno no puede ser conti-nente sin contener. Contra la reduccin democrtica, se trata para nosotrosde expandir lo poltico fuera de sus muros: volver nmada el conicto.

    En el seno mismo de los espacios consagrados a la gestin del con-icto, un emerger poltico puede hacer aparecer una democracia que rebaselos lmites del democratismo.

    Sindicalismo de masas/activismo

    El sindicalismo y el activismo sea por anidad o grupuscular seoponen sobre cierta concepcin de la gente. El primero la considera comosus miembros, ms o menos politizados, a los que se trata de encuadraren un programa por su propio bien. Mientras que el segundo los considerainmediatamente inmanentes a su situacin (de clase o identidad), sera su-ciente precipitar el enfrentamiento para vincularlos a la causa. Su oposicinse juega sobretodo en una diferencia de grado acerca de la creencia en la ca-pacidad de la gente de comprender y experimentar sus propios intereses.La tendencia activista se reclama afn a la expresin inmediata de la colerapopular, mientras que las organizaciones de masa tendern a encuadrarlaen acciones simblicas pacicadoras.

    Cada uno defender su accin como siendo la ms ecaz para alcan-zar objetivos compartidos: sea obtener algunas concesiones o radicalizar/

    extender la lucha. Los dos tipos apuntan a encarnar roles especcos y di- vergentes en sus relaciones con el Estado: interlocutor creble o amenaza.Al nal, el activismo en el seno de la lucha estudiantil acaba por hacer lasubcontrata, el trabajo manual de los sindicalistas.

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    Captacin por abajo/ captacin hacia arriba

    La captacin por abajo opera por la reconstruccin de dbiles vncu-los de sociabilidad basados en la idea corriente de que la vida concreta hacefermentar el Bien, que es en la proximidad propia a la comunin donde seencuentra la Salvacin. Se ilustra tpicamente en la produccin de comida,donde se da por supuesto que en tanto que actividad natural por tanto en elfundamento del vnculo social aumentara en densidad la Huelga. Es en estepolo donde se refugian amenudo las voluntades, queriendo hacer escapar elhacer-huelga a la movilizacin general, buscando poner en prctica ah modosde ser otros.

    Condenada por su propensina hacerse instrumentalizar y a volversepacicadora, la captacin por abajo sehace secundaria respecto a s misma ensu atrincherarse, no siendo otra cosaque la base material del movimiento.

    En oposicin, la captacin ha-cia arriba se pone como polo enuncia-

    dor y director de la lucha. Reservn-dose las funciones de representacin,de escritura y de planicacin, justicatodas sus traiciones y bajezas por la c-cin de la opinin pblica, su princi-pal interlocutor que de hecho no estnunca ah. Toda su actividad est con-centrada hacia el momento mtico dela negociacin, aquel en el que su voz

    llevar la clera de las masas. En su de-fecto, la aparicin meditica, amenazaal gobierno, servir de exutorio.

    No llegando a enunciar sus de-seos polticos, la captacin por abajose refugia tras la concreccin, bajo elpretexto comprensible del retirarse.Al contrario, la captacin hacia arriba

    destila el campo de las produccionesdeseantes en una lista simplista dereivindicaciones. Hacer comprensible,transparente y hablable la Huelga, tales la misin que se ha dado.

    La oposicin clsica abstracto-concreto calca perfectamente la sepa-racin de las tareas que est en cursoentre los gneros. El hombre en la por-tavoca es una funcin que no est ne-cesariamente reservada a los tos,

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    pero que encarna ms bien el dominio masculino del disertar y de la polticaclsica. La mujer en los pucheros, en cuanto a ella, es un devenir femenino,que todo y ser portador de autonoma local, se reduce a la subalternidad. Lafuncin femenina, aunque est en el fundamento de la reproduccin de locotidiano, es siempre desvalorizada por la verdadera poltica. Como respues-ta, la captacin por abajo se aparta de la palabra poltica. La captacin haciaarriba, en cuanto a ella, abate toda palabra sobre sus categoras sindicales (be-necio, medio de presin, relacin de fuerza) en nombre de la operatividad.

    Al nal, las dos formas de cap-tacin son modalidades de la movi-lizacin que se alimentan siemprecon el paradigma de la urgencia. Haytanto que hacer, hay que responder ala necesidad. Necesidad de discurso onecesidades concretas que presionan ala Huelga por todas partes.

    Pero esta presin encuentra sulmite en la ex-presin, cuando sur-gen puntos de pasaje, cuando la cir-culacin de la palabra es interrumpi-da por fugas. Es a ellas que convieneprestar atencin, en sus cuchicheos ysus lapsus. Esas fugas, donde se mani-esta el Decir mismo, pueden ser por-tadoras de lo vivido de una palabra

    oponindose a la comunicacin comooperacin, y poner en comn la or-ganizacin concreta del deseo, irreme-diablemente irreductible a las necesi-dades. Lo que nosotros llamamos elhacer-huelga es heterogneo a la dbilsociabilidad de la captacin por abajotanto como a la fuerte reivindicacinde la captacin hacia arriba.

    La huelga, el litoral

    El hacer-huelga es el lmite,tanto como la fuente de la Huelga. LaHuelga como empresa, con sus em-prendedores, no produce nada, no

    crea nada, sino que gestiona, organiza,tergiversa, informa, es decir moviliza.En ese sentido es un dispositivo punt-ero: su movilizacin se alimenta de

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    La cuestin no es la deun posible culto a la vi-olencia, sino solamentela de ver cmo existe,

    y volver a poner siem- pre en cuestin nuestrarelacin con ella.

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    lo que excluye, su centro real est en la periferia, sobre su litoral. Es poreso que nosotros no sabramos proponer una postura de pura exterioridadcrtica, ni de dilogo constructivo, con la Huelga. Para eso hace falta re-

    chazar tanto el entrar como el salir, y ante todo perder lo esencial: el anoni-mato. El estar en huelga permanece ah desbordndose, se situa en unatensin constante entre distancia y proximidad frente a la Huelga: es, a la vez, lo que contesta las relaciones de poder internas al movimiento y lo quesacude las relaciones con el mundo exterior. El hacer-huelga es la fronteracomn a las relaciones intersubjetivas y al mundo como afuera.

    La fuente de la Huelga se encuentra sobre su lmite, sobre su litoral,sobre su huelga. Esta no vive sino de su posible carcter poltico, cuya e-

    sencia exige su propio rebasamiento. Una inteligencia de la Huelga no pue-de encontrarse sino sobre esa esencia de lo poltico el conicto dondees posible hacer-huelga, en el lmite de la huelga misma. El hacer-huelga esinnito ; la empresa-huelga intenta encauzar ese innito entre un inicio yun nal. Si la Huelga es desencadenada y terminada, lleva sin embargo enella misma mucho ms que la amenaza del paro momentneo de la produc-cin, es tambin una cesura, un intervalo, un corte, una separacin de s.El hacer-huelga es ruptura que secciona las comunidades hasta las subje-tividades, una amenaza de desercin. No solamente de las aulas, de los lu-gares de trabajo, sino del sujeto mismo, respecto a sus determinaciones. Elobrero en huelga deja de ser un obrero, y la estudiante en huelga deja de seruna estudiante, dejando espacio a singularidades y a prcticas por inventar.

    Estas prcticas son conictos, estas singularidasdes son tendenciasdesveladas por la huelga. As, si lo poltico es la interrupcin del desarrollonormal de las cosas y de las maneras de ser: la huelga es un momento depuesta al desnudo de tendencias infrasubjetivas que ms que nunca seenfrentan directamente. En ese sentido, el hacer-huelga es en s-mismo unatendencia al compartir, como puesta en comn y como puesta bajo tensin:la que reconoce que el conicto no ser jams resuelto.

    El momento huelga es una aceleracin, una intensicacin y unestallido de todo lo que hace huelga, de todo lo que hace ya huelga en no-sotros. El hacer-huelga es la energa del momento huelga, pero no pudien-do inscribirse en su temporalidad, es tambin su lmite. A veces, por unmomento, la Huelga no consigue llegar a contener el hacer-huelga. Algopasa, algo que no se haba previsto, para lo cual no haba un espacio. Por unmomento, el hacer-huelga escapa a las mallas de la red, un breve momentode poltica estalla. Durante una simple Asamblea General o en una mani,algo desentona del mustiado ambiente.

    El hacer-huelga circula y se comparte. La ilustracin de su actuaren tres tiempos, a partir de un desbordamiento de los medios de la Huelga,permite pensar la elaboracin prctica. Elaborar el hacer-huelga, es pensarel umbral de lo compartido que le da una densidad, una fuerza, un fulgor.Y esto nos autorizara a tomar sus propios medios, que constituyen simple-mente los medios mismos del hacer-huelga contra su propia institucionali-zacin.

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    Sabotaje

    Los sabotajes, si se reducen generalmente a un medio de presin,

    llaman a un compartir, a una puesta en comn de saberes-poderes : unacomprensin minuciosa del funcionamiento del dispositivo y por tanto unaconciencia material del impacto de su disfuncionamiento. El temor de lossindicalistas, durante los sabotajes, es su explosin, su multilicacin bajoformas puramente anonimas, mudas y gratuitas. Por ejemplo, la huelgaobrera se funda sobre una cierta valorizacin del trabajo, en tanto que ac-tividad humana. El empleo del sabotaje, en este contexto, tiene el riesgo dequebrar esta valoracin y entonces, el contrato implcito entre patrones yobreros. Ms profundamente, y todava en el mundo obrero, el sabotaje,

    generalizndose, acaba por quebrar incluso la identidad del productor, yaque viene a encarnar el rechazo en acto del trabajo, una salida de la relacincapital-trabajo. Es sin duda por eso que todos los marxistas, y Marx encabeza, han asociado rpidamente el sabotaje generalizado a una falsa con-ciencia de la clase sobre su papel histrico. El sabotaje debe entonces tam-bin ser comprendido como interrupcin de la produccin identitaria. Sise trata de efectuar una interferencia en los dispositivos de captacin, elhacer-huelga toma la forma de todos los sabotajes, y en primer lugar el dela Huelga misma.

    Pillaje

    Cada huelga tiene sus momentos de pillaje, incluso mnimos, en loscuales se mide mejor la instantaneidad de la conictividad, la espontanei-dad prctica. En ese marco, todo pillaje rebasa la reivindicacin, sobretododesde que se trata de ir a buscar directamente lo que se reivindica. Hay enel gesto de la toma entre muchos una lucidez acerca de la posible puesta endesbandada del valor, en el apoderarse sin pagar de lo que en otro tiemponos limitbamos a reclamar. La imagen de la masa que toma posesin de lamercanca sin dar explicaciones es el fantasma de los sindicalistas, ya querompe irreparablemente con la trada trabajo-dinero-mercanca.

    El pillaje en la huelga no acta como democratizacin del accesoa la mercanca, su gratuidad reside ms bien en la destruccin de la formamercantil. Esta tendencia puede llevar a la destruccin pura y simple delproducto, profanacin del poder de las cosas sobre la vida. Cuando el pillajeno se limita a la acumulacin, restituye al uso comn, anunciando la posi-bilidad del libre uso. Gasto y esta estn ah ntimamente ligados : el pillajecolectivo da al hacer-huelga sus ms bellos momentos de paroxismo. Pillajeigualmente de los saberes-poderes, que una vez restituidos al uso comn yas puestos en circulacin, aumentan la densidad del hacer-huelga y minanla centralizacin del poder.

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    Bloqueo

    El bloqueo es asmismo una intensidad. La intensidad del retirarse, dela interrupcin, de la cesura que corresponde al gesto a la vez el ms simpley el ms esencial del hacer-huelga. Es su capacidad de hacer cesar. Lo que damiedo, en el bloqueo, es que la estrategia de la desercin sea adelantada por lapoltica del quedarse ah. La ocupacin bloquea las circulaciones, es un habitarel espacio, espacios asignados a usos precisos y temporales, en los que la circu-lacin de los cuerpos asegura el funcionamiento. Ocupar una sala, un plat dela tele, el metro, es bloquear su uso, es necesariamente desligarse de la legitimi-dad.

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    Pero cada bloqueocontiene la promesa dela escasez que se une ala cuestin de la organ-

    izacin : Cmo vamosa vivir? Lo que abre ala posibilidad de ver laeconoma en su brutalmaterialidad, gestinde la produccin nosolamente de las cosas,sino de los deseos y losafectos.

    En general, los bloqueos en tiempo dehuelga se justican a travs de una compren-sin de la economa como estando limitada ala infraestructura. De golpe, estos son siempremedios de presin y el eslogan Bloquear laeconoma no recubre ms que la economaclsica, limitada a ciertos objetos y sujetossimblicos. Pero cada bloqueo contiene lapromesa de la escasez que se une a la cuestinde la organizacin : Cmo vamos a vivir? Loque abre a la posibilidad de ver la economaen su brutal materialidad, gestin de la pro-duccin no solamente de las cosas, sino de losdeseos y los afectos. Entonces, el bloqueo estambin del curso normal de los afectos, de lasintensidades y de las relaciones. En ese senti-do, todo puede ser bloqueado por cualquiera.

    La quiebra de los dispositivos y la fugade la captacin no componen lo esencial delsabotage, del pillaje y del bloqueo. Tal con-cepcin reductiva enmascara todo lo que esten juego aqu: el compartir, la organizacin,la toma de partido, la circulacin de saberes-poderes, la elaboracin estratgica comn,etc. Un contenido que se maniesta por una

    ilustracin ofensiva y que de esta manera nose limita a una distancia frente al mundo, sinoque teje sutilmente la retirada : un ligero des-plazamiento decisivo en nuestra relacin conel mundo. No se trata entonces de apoliticis-mo, sino de una salida de la poltica clsica yde todos sus moralismos. Una comida o unamani son lugares de encuentro donde el hacer-huelga, su ser compartido, puede densicarse

    de sabotaje en pillaje, de pillaje en bloqueo.Densicacin que pone la cuestin de la co-munizacin, y no de su infraestructura.

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    Comunizacin

    El hacer-huelga, si se reduce al retirarse, a laingobernabilidad o a la ausencia, est condenado ala impotencia. El hacer-huelga no viene nunca solo.Implica la puesta en comn de condiciones, de in-clinaciones, de preferencias. Ms all de los encuen-tros permitidos por la liberacin del tiempo, la co-munizacin es experiencia, es decir revelacin deun comn que se mantiene en el entre-nosotros. Elentre-nosotros es pensar un nosotros que no est yaconstituido, es una historia abierta.

    La comunidad no est jada sobre unaidentidad, no tiene algo propio ni fronteras. En elfondo, no hay entonces nunca comunidad, no hayms que devenir comunidad. El peor enemigo delcomunismo es su acabamiento. Puesto que no-sotros estamos todos inacabados, la comunizacines la experiencia que nos lleva al lmite de nuestrassubjetividades. Respecto a los predicados que nosconstituyen como sujetos, el hacer-huelga opera pordesubjetivacin. Desubjetivar no es simplemente irhacia lo masicante, al contrario es descender msac del individuo, hacia lo trans-individual. Se tra-ta entonces de hacer circular volviendo impropiosnuestros nombres, nuestras palabras, nuestras cuali-dades, dicho brevemente, devenir cualquiera. Es ti-rar las bases de una poltica exttica: una salida des, un surgimiento. Por la comunizacin, los deseos

    y afectos circulan sin devenir completamente trans-parentes o asignados a una categora.

    En otros trminos, el sindicalismo estudi-antil existe para la movilizacin de la gura del es-tudiante-militante-por-la-gratuidad, pero lo que esrealmente activo no es esta abstraccin : es la posi-bilidad de poner en circulacin una clera que noser jams resuelta. El hacer-huelga condensa este

    rechazo para constituirlo en fuerza. En el fondo decada esto va a funcionar reside una promesa decomn, una puesta en comn. Despus de todo,cada vez que hacemos huelga, actualizamos las hue-llas dejadas por las huelgas del pasado. Haciendoesto, respondemos al llamamiento del comunismo,ese fondo opaco sobre el cual se levanta la idea mis-ma de huelga. Esta idea recorre aquellos y aquellasque se sienten desplazada-o-s frente a la cadencia

    militante, pero que no pueden tampoco decidirse adejar morir su clera. Nosotros tampoco queremosdecidirnos, por eso proponemos estas pistas.

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    De la huelga santa y de la umma

    No hay ms Dios que Dios, y Mahoma es su Profeta.

    Que nuestra verdad deslumbre tanto a la jerarqua caduca del islamcomo a los estudiantes descredos que no estiman la grandeza de la lucha porvenir.

    Pues Su Verdad es grandeza, y la potencia divina crea tanto como

    puede destruir. Prosternados ante el creador de almas, nosotros cumplimos nuestroocio, que es el de anunciar por la escritura Su reino a los odos de los impos.

    Ya que aquel que est a la escucha del llamamiento del combatiente,no puede apartarse de las preocupaciones terrestres, hay que ver ah la cunade la renovacin de la f en la palabra verdadera. Los jvenes ineles se agi-tan hoy alrededor de una huelga, mientras que nuestros imanes se repliegan

    sobre su gobierno espiritual, abandonando la prdica a los apstoles del poder de lo vulgar y de la blasfemia idlatra. Pero no hay que olvidar que es-tas autoridades profanas son malos pastores: su rebao se enrabia, y reclamala realizacin justa de la Ley. Pero su clera no est habitada por la creencia, y los estudiantes quieren negociar con los productores de su miseria.

    Nosotros sabemos en Dios que no ir a negociar aquel para el cualel combate se sostiene sobre la transmisin del Mensaje sagrado. Los heral-dos de los medios de masas nos tratan de violentos. Pero es nuestra misma

    verdad la que es violencia, en tanto que es la palabra increada que hiere laignorancia, que ciega los ojos seducidos por las falsas imgenes.

    Aquellos que pretenden conocer y detentar la Verdad de Allah, nosalejan de la f real tanto como el blasfemo sepulta la luz.

    Cmo osan restringir el acceso al conocimiento aumentando loscostes de escolarizacin? Ignoran que slo Allah juzga y que en Su soberanalos poderes materiales no tienen ninguna justicia. La huelga santa es la reti-

    rada en Dios que constituye nuestra profesin de fe ms sincera, dejando dedecidir en Su lugar.

    Nosotros os invitamos, hermanos, hermanas, cristianos y judos, aeste ayuno poltico que dejar en nuestra ausencia Su movimiento llenar lasupercie del mundo, cubrindola de gloria redentora.

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    La Verdadera Iglesia es la Asamblea

    Un principio permanece sin cuestionar en el funcionamiento delas Asambleas Generales que se supone que expresan nuestras aspiracionesciudadanas : el hecho de que solamente los estudiantes puedan entrar enellas. En este tema, San Gregorio de Nacianzo nos es un gua precioso, enel cuidado meticuloso que pone en recordar las epstolas de San Pablo:

    Cristo, que se hizo en nosotros absolutamente todo lo que es lmismo, para que no hubiera ms entre nosotros ni hombre ni mujer, nibrbaro ni escita, ni esclavo ni libre, distinciones de la carne ; sino quenosotros llevramos solo en nosotros mismos el carcter divino, para elcual y por el cual hemos nacido y que su forma y su impronta fueran su-cientes ellas solas para ser reconocidos.

    Ante tales encomios de la misericordia del seor, cmo podemospermanecer pasivos frente a una distincin del estatuto que reserva la co-

    munin poltica solamente a los estudiantes? En verdad, no es estudiantems que aquel que lo es por el corazn, y no por la carne o el estatuto jurdico.

    Las pequeas tarjetas distribuidas a la entrada de la AsambleaGeneral son las piezas de moneda que invadan el templo de Jerusaln :dividen la expresin de la fe entre los pobres y los ricos. Es por eso quenosotros, servidores de la palabra de Cristo, no los tendremos en cuenta.

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    24 de maig [La festa, la vertadera festa]Lleis especials i foc!

    Ja ens havien dit que la llei especial aixecaria molta polseguera.Lembalament meditic de la setmana passada al voltant daquest tema pel su-posat inici del combat al terrorisme (mesura relacionada amb la histria de

    les bengales dins del metro), ja ha estat enterrat pel xoc de laprovaci llampecde la llei especial 78, aix com del reglament anti-mscara a la ciutat de Mont-real. A ms a ms, laplicaci de la llei no sha fet esperar. Des de dissabte pas-sat, les manifestacions diries, que ns ara no havien estat declarades illegalsns que no es produen els primers disturbis, sn considerades agrupamentsillegals des del principi amb lexcusa que el recorregut no est pactat ambla policia. No obstant aix, el cami-sirena que fa servir la poli per anunciar ladispersi es va cremar a la missa de diumenge.

    Aplicant la llei 78, Charest [cap de govern del Quebec], que volia re-duir el moviment a una colla destudiants mimats i ploramiques, est a puntdaconseguir que el quadrat vermell sigui el smbol dun moviment generalper la seva dimissi. Ara ms que mai, ja no es tracta noms dels preus deleducaci, i molta gent n s conscient.

    Ara que la policia t ms marge de maniobra, noms ens falta un toc dequeda general per estar immersos en la llei marcial. A ms, el toc de queda ja s una realitat per a desenes o ns i tot centenars de persones que han estat

    detingudes i posteriorment alliberades sota condicions molt estrictes, i ambmultes que sovint arriben als 10.000$.

    Hi ha una sensaci creixent de prdua de control, de grecicaci dela situaci. Leconomia del Quebec no est agonitzant obertament com la delsnostres amics hellnics, per des de divendres nosaltres tamb ens hem passata la illuminaci dels cctels Molotov. Dissabte al vespre, la festa, la vertaderafesta, va encendre literalment el carrer Sant Denis. Milers de persones es vantrobar per cantar i ballar al voltant dun foc de bastants metres dalada que va cremar ms de mitja hora. Desprs duna primera dispersi, els polis vanmarxar rpidament cap a altres llocs de conicte a la ciutat. Per pocs minutsms tard, una nova marea humana omplia tota la part baixa del carrer SantDenis per veure aquell foc, els rumors del qual shavien ests per tota la ciu-tat. Per davant les restes de cendra fumejants, noms hi havia una maneradassegurar-se de no haver vingut per res. Noms van caldre alguns instantsperqu senceguessin dos nous focs dalegria, ms grans encara que el primer.La proximitat dobres en construcci facilitava els materials necessaris per acremar i alar barricades en tres interseccions.

    Diumenge va ser una altra nit de disturbis i de saqueig directe delscotxes de la poli. Aquest cop, ms que el foc va ser laigua: al carrer Sant Denisde nou, es va obrir una boca dincendis que va sortir a pressi, oferint locasi 21

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    de refrescar-se en aquella nit de cancula. I desprs, ja hi tornem a ser amb 300detinguts, amb noves disposicions de la poli, i el preu de les multes multiplicatper 5. s a dir 300 x 635 $. Per tot aix no paga el preu de les operacions. Amb

    les noves mesures repressives, i sent tots els manifestants illegals de bon prin-cipi, els black blocks han passat de ser els irresponsables que posen en perillla mani als nics que poden protegir-la contra els assalts de la poli.

    Des de fa mesos, els helicpters sobrevolen la ciutat permanentment, i desprsde linici de les manis nocturnes diries, he de reconixer que em costa dormir.Ja fa una setmana que cada vespre les forces de la policia provincial (SQ) espresenten per donar un cop de m als porcs cansats del SPVM [Servei de Poli-cia de la Vila de Montreal]. Si la ciutat ha esdevingut un terreny de joc per tots

    aquells que juguen a fet i amagar amb la policia, lha esdevingut tamb per totsaquells porcs que no dubten en gasejar les terrasses dels bars, i a retenir i iden-ticar tots els vianants sense distinci: la nova llei ho permet, i la situaci els hiempeny. Aquells que es creien fora de perill en la seva democrcia comencen aadonar-se del cant ipant daquest rgim poltic. Les dictadures a la xilena lesportava una minoria, mentre que aqu els governs sn escollits i recolzats per lamajoria. S, la majoria, aquesta que no baixa al carrer, que dna suport a la lleiespecial, i tot plegat fa pensar que Charest podria ser reelegit. A Montreal encanvi (excloent els suburbis), gran part de la gent sembla donar suport al movi-ment, ns i tot els comeros i els professionals pensen cada cop ms que la poliest anant massa lluny. No obstant aix, lluny del foc i dels gasos, el poble tpor. Realment, sembla una situaci absurda. Ning entn quin inters pot tenirel govern a pressionar tant la gent. Sembla que es tracti realment duna prova,duna experincia de laboratori: els governs i els polis de tot arreu tenen els ullsxos en el que est passant aqu. I els de Washington els primers.

    Hi haur un mort

    No obstant aix, malgrat lalegria del carrer, la multiplicaci dels en-guixats i les crosses a les manis s preocupant. Per el fet que els ferits con-tinun plantant-se mostra la determinaci de la gent. Aquest cap de setmana,almenys dos rumors han comenat a fer tmer el primer mort del moviment.Lesions al fetge per a un (per culpa duna bala de goma, no per etilisme) i un

    altre amb la cara massacrada sobre lasfalt (per culpa dels polis, no pel mobi-liari urb deixat pels casseurs [violents]). Un altre cop, aquells que vancreure que les noves amenaces repressives calmarien el joc han cat la pota. Latensi no ha fet ms que augmentar de nivell. Tant a les petites crniques coma les converses de les parades dautobs, escolto gent que comena a prendresel tema seriosament. Si la tendncia es mant, aviat hi haur un mort. I quanescolto per laltra banda, sento que els altres diuen: Ja nhi ha prou, que envina lexrcit i no en parlem ms.

    Lalcalde de Montreal, piets, encara no ha trobat res millor que dema-nar una treva. Dimarts passat, 22 de maig, la quarta manifestaci nacionalmensual es va fer sota la consigna de desobedincia a la llei especial. Passemde la nova llei especial; Charest, si sabessis per on ens passem la teva llei, 22

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    etc. Sens dubte, molta gent parla de la manifestaci ms gran que hi ha ha-gut al Canad, amb prop de mig mili de persones a Montreal noms, pertamb amb concentracions arreu del Quebec i a desenes de ciutats per tota

    la provncia. La novetat s que tamb hi ha hagut concentracions de suporta Toronto, Nova York, Pars...

    Per Charest continua impassible (millor) i la ministra Courchesnediu que espera que els lders estudiantils vagin cap a ella, una manera nade dir que espera que renunciem a les nostres reivindicacions. Ahir, men-trestant, 500 detencions ms es van sumar al recompte. El balan total, de-sprs de 101 dies de vaga, ronda els 2000 detinguts.

    Aquesta setmana, ms que mai, diverses persones han rebut trucadesde la policia que demanant-los dentregar-se abans que els anessin a buscar.Aix, arriben acusacions al cap dun mes, el temps didenticar les cares a lesfotos i vdeos dels esdeveniments.

    Sobre la Uni, el govern ha decretat la suspensi de les classes nsal mes dagost, creient que aix trencar lembranzida. Noms ens estalvienhaver denfrontar-nos a les mesures cautelars, perqu no hi ha res que in-diqui que la vaga no es pugui allargar ns al setembre. El semestre dhivern2012 no es pot salvar si el govern no auixa, i no ho faran pas. A lestiu, ambtots els festivals que omplen lagenda de Montreal i el Quebec, hi haur oca-sions de disturbis indites, comenant pel Grand Prix. Tot i que a lalcaldede Mont-real li faci plorar, sembla que aquesta situaci fa riure a Charest, ique el seu pla sigui judicar tot all que es mogui. T la llei del seu cant i lautilitzar. Saprotar de lescalada de confrontacions. Efectivament, a sim-ple vista, podem dir que tot plegat avana cap a la radicalitzaci, cap a lesaccions ms impressionants, cap a laugment de les cares trencades, amb elscamps confosos. I cada camp est cada cop ms buit de contingut.

    Qualitativament, es fa difcil de veure quina consistncia podremtreure daquesta ocasi histrica. Sota pressi, sembla ser que el que importas la nostra capacitat immediata de seguir sortint al carrer. I funciona. Perms enll de lestratgia de carrer, de la multiplicaci de manis, el movimenttriga a agafar consistncia.

    Tot i aix, dimarts a la nit es va difondre una nova acci per tot Mon-treal (i segurament a altres llocs) que est produint un nou efecte. Cap a les vuit del vespre, la gent surt als seus balcons per tot Montreal picant cassoles,com a Argentina, Islndia, etc. De cop, a certs llocs de la ciutat, aquesta acciha donat peu a petites manis o assemblees de barri espontnies. Pot ser quedaqu en sorgeixi alguna cosa que pugui comenar a prendre forma al margede la iniciativa de les associacions estudiantils i de la seva temporalitat sindi-cal.

    Aix noms ha fet que comenar, amics. Check it out [Ja ho veureu].

    Sense-ttol-difusi, 24 de maig del 2012.

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    No hay ninguna duda de que nuestra existencia total se muevesobre la lnea crtica. Con ello se transforman el peligro y la seguridad.Ya no puede pensarse en cmo se sustrae a la corriente de fuego unacasa o una propiedad particular. Aqu no sirven astucias, ni tampocohuidas. Por el contrario los enseres as salvados desprenden un hlito

    de contrasentido, en el mejor de los casos de museo.

    Ernst Jnger Sobre la lnea

    Ninguna prctica de reforma avanza si no es acompaada, ali-mentada, sostenida por un pensamiento de la revolucin. Los refor-mistas no lo comprendern nunca. Y por eso no vencern jams.

    Mario Tronti La poltica en el crepsculo

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    La huelga : todo un deporte!

    Nos veis raramente en las Asambleas Generales. Las encontramosaburridas es verdad, pero no es en absoluto porque no estamos politizados.No hay que pensar que pasamos el rato en la cage aux sports* (exceptodurante las series, lol) es que hemos comprendido que la poltica no ocurreno solamente en las palabras. Hemos comprendido que la poltica es algomuy fsico, que ocurre entre los cuerpos. Despus, tambin vemos que lasestrategias de las asociaciones estudiantiles no lo tienen en cuenta, el ladofsico. En el lmite, tampoco tienen ni siquiera en cuenta lo mental, porquelo mental, es tambin muy fsico : es estar despierto, saber donde estn losobstculos y las tcticas para atacar, es estar presente sobre el terreno.

    A menudo, los no deportistas no entienden lo que se quiere decircua-ndo se habla de dar el 110 %. Sin embargo, es simple : hacer de talmanera que la energa del equipo desborde la potencia de cada jugador es loque hace que 1+1=3, porque hay un 1 escondido que es la cohesin del equi-po. Pero eso, eso ocurre solamente cuando todos los jugadores juegan, y nocuando trabajan. Hace falta olvidarse un poco, olvidar su salario, su cerveza,

    su pequea persona.

    Lo que decimos aqu, es que hay que parar de ver la huelga como algosimple y abstracto, como la colaboracin de intereses personales : es msbien algo que pasa por debajo de cada jugador, cuando se deja llevar a lapresencia sobre el terreno.

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    La verdadera potencia de un jugador es la de crear el terreno en sumentalizacin, y en lugar de ver un escaparate vaco ver esquinas por todaspartes. Eso es jugar fuerte por las esquinas.

    Nosotros, cuando se nos tienta para reventarlo todo,lo hacemos de verdad!

    LES BODDIES

    *[cadena de restaurantes en Quebec dedicados a los deportes]

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