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"f' , ' ~o III, Panamá R . de P., Septiembre de 1917 . .. 8 LA REVISTA NUEVA CIENCIAS, LITERATURA Y ARTES DIRECTORES: J . D . MOSCOTE Y OCTAVIO MENDEZ PEREIRA LOS DIRECTORES NO SE HACEN RESPONSABLES . EN NINGÚN CASO. DE LAS IDEAS QUE EMITAN LOS COLABORADORES DE ESTA REVISTA PANABIA IMPRENTA NACIONAL 1919

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"f' , ' ~o III, Panamá R. de P., Septiembre de 1917 .

Nº.. 8

LA REVISTA NUEVA

CIENCIAS, LITERATURA Y ARTES

DIRECTORES:

J . D. MOSCOTE Y OCTAVIO MENDEZ PEREIRA

LOS DIRECTORES NO SE HACEN RESPONSABLES . EN NINGÚN CASO. DE LAS IDEAS QUE EMITAN

LOS COLABORADORES DE ESTA REVISTA

PANABIA

IMPRENTA NACIONAL

1919

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LA REVISTA NUEVA"f, o IIII Panamá, 11 . de P ., Septiembre da 1914 .

N . . 3

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EL PICACHO(13 de Mayo de 1901)

NOTAS DE CARTERAEl 20 de Ente. de 1902, con motivo del hundimiento del

vapor Lautaro y la muerte del General C .the Albán,hechosocurrido. en la bahía de Panamá a consecuencia del ataqueefectuado por el buque revolucionario Almirante Padilla almando del distinguido jefe liberal General José Antonio Ra-mIrez Uribe, fui reducido a prisi6n, en 1 . un, se me mantuvohasta el 1111 21 de Novien i bre del mism . xñ . . Pera distraer,mis horas, tediosas en extremo, decid( escribir algunos de IosBucesos .I que tomé porto durante las campañas del lituoefectuadas por los Generales Porras, Noriega y Diaz en 19(x)y 1901 . L. relación uue se leerá en seguida a lade uno Jeell,W . ]luches de los que conmigo estuvierno en la jornadadcl , 'Picaeho" han muerto y. : Luis M.H. Rojas quien pe-

mundo botello, Idamel Zutoga que cayó herido demuerteen Culebra en 1901, Manuel Patiño, arrebatado a 1 . Patriaen plena juventud, Juan E . Goytía, Gabriel C.i.ed .. ManuelV .que., Luis Marünex, Venancio Bethancourt . ..

Aún viven otros : el General Noriega, a quien dedico esteremrerd. de una campaña penosa, heoh. a au lid., en quela vida me dió leeoiones muy provechosas : Augusto Alejan-dro Cervera, Clinme- R .drfgne ., Juan B . Urriola, DémncoBotello, Missel Soberón, Manuel Bandov.l, Luis Rurtado,Demetrio Arenas, Eusebio Bermúdez, ete, a quienes si lle-gan a leer e .te relato, Ie agradaré de seguro volver ..a elrecuerdo y por un momento a aquella época, ya lejana, enque cre(amoe de buena fe que las reivindicaciones sólo seobtienen a balazos. Por fortuna hoy todos, cual más cualmenos, cae .. .vem,. nnretro error y fineamos mes fe en las

gnistaa inapreciables de lapa . y del trabajo que en laseolucionea homicidas de la guerra civil y no pensamos niun sólo instante, en ensangrentar el suelo patrio con con-tienda. armadas entre hermano ..

Para la mayoría (le Ios lectore . de la Revesra Nve:veno tendrá ningún valor esta narración ; lo ocurrido en isitio casi desconocido y medio desierto de nuestras mm,-tañas, entre un pequeño grupo de hombrea mal armadasy ajenos al arte de lo guerra, no puede despertar interésen quienes mtemplan hoy cómo se lanzan al combate,llenos de robla, millones de hombres armados hasta losdi tes, y 4m. le n,uez., la industrio y la cienci . han mm-tado sus reoumps pura hacer más terrible la n,atxn .w . Perono faltarán g¡eres e aprecien el suceso, conowia por hispersenas

grande iopeque y porque

cotodo

actoilela vida ziacion

pequeño, estélaat

domanificeto .

G . A.

EL once de Mayo, hallandónos aún en el campo de "Las Hua-cas"se decidió por el Comandante General Noriega enviar

una comisión de veinte hombres al caserío llamado Santa María, aorillas del río del mismo nombre, en donde estaban estacionados 25soldados del batallón 5e de Cali . La comisión debía sorprenderlos v

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desarmarnos y además conducir al campamento catorce rifles y unoscuantos centenares de tiros que había ocultos en el sitio llamado"Nongo" . Fué nombrado jefe de esta comisión el Coronel JuanE. Goytía quien debía llevar como segundo al Comandante Venan-

cio Bethancourt . Se fijó la hora de la partida para las seis de latarde y en tanto llegaba comenzaron los que debían marchar a hacersus preparativos.

Ocupados en esto se encontraban, cuando muy cerca de las tresllegó a la Comandancia General el Mayor José Higinio Araúz y avi-só al General Noriega que por informes que le había suministrado unindiecito de los alrededores las fuerzas enemigas se habían presen-tado en el lugar denominado "La Yeguada", a sólo dos horas dedistancia, y allí habían hecho alto y plantado sus tiendas de cam-paña . Dió orden en seguida el General a los jefes de batallón deacuartelarlas tropas y tenerlas sobre las armas, y seguido del Gene-ral Manuel Patiño, jefe de Estado Mayor, de su Secretario (el queesto escribe) y de sus ayudantes los Mayores Rafael Zúñiga y LuisMaría Rojas y los Capitanes Gabriel Caicedo y Misael Soberónse dirigió a caballo hacia las avanzadas a efectuar un reconoci-miento . Al llegar al punto en que estaban situadas éstas y des-de el cual se divisaba en un llano a corta distancia "La Yeguada",pudieron el jefe y sus acompañantes cerciorarse de la verdad de lodicho por Araúz . Se distinguían perfectamente a la simple vistacuatro tiendas, y descartando la posibilidad de que las sinuosidadesdel terreno ocultaran alguna o algunas más, se calculó desde luegoen trescientos hombres la fuerza enemiga, a razón de cien hombres portienda suponiendo la cuarta ocupada por el jefe y sus ayudantes . Mástarde supimos que esa era la fuerza que nos atacó y que habíasalido de Aguadulce y Penonomé simultáneamente, yendo a reunirseen el citado lugar de " La Yeguada" . Estaba a ordenes del

Coronel Francisco Gruezo, comandante del batallónfi° deCali,cuyonombre no era desconocido de la tropa liberal ni de los habitantesde aquellos lugares, quien tenía como segundos al entonces CoronelAníbal Gutiérrez Viana, jefe del escuadrón Veraguas y al Co-mandante Ruíz que lo era de la columna Ospina Cancho. Entrelos oficiales se contaba el Teniente Mariano Sosa C ., joven pana-meño, miembro de distinguida familia veraguense.

De vuelta el General Noriega al campamento, dictó las medidas

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necesarias para la defensa . Esperaba y con razón que no hubieraataquehasta el amanecer del día siguienteytrató de estar prevenidopara rechazarlo. Ordenó, pues, reforzar los puestos avanzados,encargando la defensa a oficiales de confianza como el CoronelGoytía y los Mayores Edmundo Botello y Francisco Valle . La je-fatura de día la confió al Comandante Bethancourt y dispuso quehubiera durante la noche servicio de ronda para mantener la vigi-lancia. También tomó otras medidas de igual naturaleza y que lagravedad del caso requería, tales como tener listas las bestias delparque, municionada la tropa, etc ;.

Tranquilo ya a este respecto cuanto se puede estar en situacióntan apurada, reunió Noriega en las primeras horas de la noche al-gunos jefes para darles a conocer la situación en materia de ele-mentos y número de fuerzas de nuestra columna, llamada pompo-samente "Ejército Libertador del Istmo" y solicitar su opinión so-bre lo que debiera ejecutarse . Expúsoles allí cómo el número dehombres llegaba apenas a ciento sesenta con sólo setenta y siete ar-mas de precisión y algo más de siete mil tiros, según estado que tomóelCapitán Botello ese mismo día . Juzgaba él que con tales elementosera cosa imposible resistir por tiempo mayor dedos o tres horas y creíaen consecuencia más acertado emprender una retirada salvadora a-provechando la noche . Obraba en el ánimo del General Noriega unarazón importante para pensar de ese modo . en el mes anteriorse había despachado de Chitra, por la vía del norte, al señorMüeíades Rodríguez, como comisionado encargado de exponer antelos jefes liberales del exterior y en especial ante el señor don Do-mingo Díaz, reconocido por las tropas como Jefe Civil y Militardel lstmo, la situación-de las fuerzas y solicitar el envío inmediatode algunos auxilios . Suponfa Noriega, y no sin motivo, que el re-sultado de la comisión de Rodríguez no tardaría en conocerseyleera doloroso aventurar la suerte de las tropas en un combate sinconocer aquel resultado . Hubo de rendirse, sin embargo, ante lasmanifestaciones hechas por los jefes congregados . Decían ellos lo

siguiente . las tropas, cansadas de marchas y contramarchas, quesi rudas en la estación del verano ; entrada ya la de invierno y enel estado de miseriaque reinaba eran terribles, estaban descontentas,no cuidándose los soldados de manifestar en voz alta su disgustoni sus opiniones en favor de un combate en que, o se perdiera todo

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ose despejara la situación . Sabíase, por otra parte, que el CoronelGruezo llevaba orden terminante de batirnos a todo trance. Eraseguro, siendo esto así, que al movilizarnos nosotros lo hiciera élen nuestro seguimiento y muy probable que nos alcanzara más omenos pronto obligándonos a combatir en lugar en que las posi-ciones no equilibraran la desventaja del número y de los elementos.

Razones tan poderosas hicieron abandonar al General su proyec-to de retirada. Tratóse luego por la junta de tomar la iniciativaen el ataque y estudióse la mayor o menor posibilidad de una sor-presa nocturna, decidiéndose despachardos espías, conocedores delterreno, con el fin de examinar las posiciones enemigas y con ordende regresar a la mayor brevedad, con los mayores datos posibles deobtener . Así se hizo, pero por desgracia los espías tropezaron condificultades no calculadas y aunque los informes que suministraronfueron satisfactorios, no regresaron al campamento con ellos hastalas tres de la madrugada, hora ya avanzada para llevar a cabo lasorpresa, pues el día se hubiera llegado antes de poder realizarla;y esperando que el enemigo atacara al amanecer, era natural tam -bién suponer que debía a aquella hora estar haciendo sus prepara-tivos de marcha . No quedaba más camino que defender la posicióny por lo tanto se activó la vigilancia y se impartieron las últimasórdenes al respecto.

Pero contra todo lo que era de esperarse el enemigo no atacó enla madrugada y transcurrieron las primeras horas de la mañanasin que se nótase su movilización. No dejó de hacerse sobre estotoda clase de suposiciones y entre ellas la de que Gruezo esperabaalgunos refuerzos de Penonomé y Aguadulce, llegando este rumor atomar gran consistencia . En vista de lo que pudiera haber decierto, y también por ser posición formidable, se decidió seguir lasindicaciones del General Patiño y trasladar el campamento a unlugar cercano llamado "Picacho de Quije " en cuya meseta, que dafrente al cerro de " Las Huacas ", podía efectuarse una defensa ma-

yor . Dada la orden ele marcha a las nueve de la mañana, púsosela columna en movimiento llegando a lo alto de la meseta al me-

diodía . Inmediatamente ocupáronse posiciones y se recomendó lamás activa vigilancia.

Como de antemano se tenía supuesto, el enemigo se movió ennuestro seguimiento y andando por nuestras huellas ocupó a las dos

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de la tarde el campamento que habíamos nosotros abandonado en la

mañana . Quedaron colocados entonces los dos ejércitos en lomasenfrentadas, a tiro de buen fusil.

De la inspección hecha esa tarde por el General Noriega acom-pañado del Jefe de día Comandante Clímaco Rodríguez y del Jefede Estado Mayor vino a formarse una idea bastante exacta de laposición . Se extendía ésta en una meseta al pie del pico inaccesible

llamado "Picacho" teniendo a sus pies el bajo llamado " Quije" .

A la mitad del camino ascendente y peligroso que del bajo conducea la meseta queda una planicie llamada "El Guásimo " en la que

hay una casa de teja . En esta casa de teja se situó el coronel Grue-zo con sus Ayudantes y las tropas de reserva . Para subir de la

casa a la altura en donde estábamos había dos caminos dominadosambos por el fuego de nuestras posiciones . Habla por retaguardia

otro camino por el que juzgamos trataría el enemigo de cortarnos yque venía directamente de "La Yeguada " . Para nosotros era de

vital importancia defenderlo, pues al posesionarse el enemigo deese lugar nos cortabá nuestra retirada calculada por un senderoque se abre un poco más atrás y que conduce al cerro del Aguacatal.Cortada esa vía quedábamos en situación apurada, ya que por elfrente la única retirada era trepando por las sinuosidades de laloma para tomar el atajo escabroso que conduce al punto llamado"San José ", atajo casi intransitable aun a pié . La defensa del ca-

mino de retirada se confió durante la noche a un grupo de escope-teros y en la mañana del 13, conocida ya su importancia, se formócon este mismo grupo y con todos los oficiales del Estado Mayor yservicios auxiliares un cuerpo de defensa que alcanzó atreintahom-bres, la mitad a lo más armada de rifles, y se puso alas órdenes delMayor Araúz. La posición al frente estaba confiada directamente

al General Patiño y las fuerzas distribuídas así : en la extrema iz-

quierda se hallaba el Comandante Rodríguez con q uince liombres ; un

poco a la derecha y en la punta más saliente de la meseta el MayorValle con igual número . Ala retaguardia de éste el General Manuel

Vásquez F . y el Coronel Goytía con cerca de-20 hombres ; todas

estas fuerzas dominaban el camino que de "El Guásimo " sube por

la derecha . En la loma había cerca de cincuenta hombres de los cua-les treinta armados de escopetas, y al mando del Coronel Luis Martí-

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nez, estaban encargados de la custodia de los prisioneros tomadosen el combate de "Río Grande" el 8 de Febrero, y los otros veinteque en el momento de combatir se desplegaron en toda la meseta,se encontraban comandados por el General Patiño en persona, elComandante Bethancourt y el Mayor Botello que en la mañana

del 13 reemplazó al Comandante Rodríguez en la Jefatura de día.Ala derecha nuestra, guardando el camino que sube de "El Guásimo "por la izquierda, se hallaba el Coronel Francisco Apolayo con quincehombres divididos en dos grupos, uno a órdenes del Mayor AurelioCabal y otro a las del Capitán Eusebio Bermúdez, a los que debíanauxiliar en todo caso los que se hallaban desplegados en lo alto dela meseta . El parque ocupaba una casita en el (!entro de la posición.

Toda la noche del 12 la pasó el ejército en posición de combate.Durante ella hubo una nueva conferencia entre los Generales No-riega, Patiño y Vásquez, no llegando a otro acuerdo que el ya toma-do. Era preciso pelear, pues de los males que podrían sobrevenir-nos el menor era una derrota . La tropa disgustada murmurabade los Jefes y en especial del General Noriega y pedía combatircon insistencia . Aún llegó a rumorarse que pensaban desconocerla autoridad ele éste si decidía no luchar . Esto hubiera sido desdeluego un escándalo y un golpe de muerte asestado a la revoluciónen el Istmo y ni política ni personalmente podía el General Noriega,hombre valeroso y pundonoroso, conformarse con esto que vendríaa ser ejemplo funesto y vergonzoso que él quería evitar aún sacri-ficando sus opiniones sobre lo que debía ejecutarse en tal situación.

Amaneció al fin el 13 de Mayo y ya no cupo duda ninguna dequeel combate se verificaría ese día . Tampoco nos cabía duda a losoficiales superiores de que la derrota era segura, pero una situaciónineludible nos obligaba a combatir, salvando siquiera el honor. Secontaron, pues, las horas con ansiedad, se miró al enemigo aban-donar sus posiciones y dirigirse a nosotros y se extendió en la tropaese silencio que precede a la lucha . Ordenóse a los encargados delparque dividirse en grupos y ocupar puestos cercanos a los comba-tientes para prestar prontamente los escasos auxilios con que secontaba . También se ordenó a las vivanderas y a los hombres sinarmas o enfermos, abandonar el sitio y avanzar cosa de una millapor el camino del Aguacatal . El Comandante General después de

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reconocer todos los puestos se situó acompañado únicamente de suSecretario, el Comisario Pagador Mayor Zúñiga, el PracticanteTeniente Manuel Sandoval y el Proveedor Capitán Caicedo en unade las salientes de la posición desde la cual dominaba por igual elfrente y la retaguardia, de cuya defensa por ser de alta importan-cia debía encargarse personalmente llegado el caso.

Los fuegos se rompieron a las 9 y 15 minutos de la mañana, conviolencia de parte del Gobierno . Al principio el ruido de las deto -naciones engañó al Comandante General quien creyendo que ha-bían atacado a Araúz cauo se esperaba, se dirigió a toda prisa haciaallá enviando al Capitán Caicedo a pedir diez hombres más al Ge-

neral Patiño para reforzarla posición . Por fortuna Gruezo no atacópor ese lado aunque pudo hacerlo y coparnos, y si bien caía una llu-via de balas era proveniente (lelas fuerzas que atacaban por el fren-te, cuyos disparos a causa de los accidentes de la loma llegaban hastaese lugar a granel . Regresó Noriega a su punto de mira y pudoobservar la marcha del combate e, impartir sus órdenes . F1 enemi-go asechado por nuestros tiradores avanzaba haciendo disparos nu-tridos sin causarnos daño alguno,hasta ponerse al alcance de nues-tros fusiles . Aprovechaban este momento los soldados para hacer-les tiros sueltos pero certeros que los obligaban a retroceder y queenardecían a nuestra gente . A ninguno se le ocultaba, sin embargoque estas ventajas eran momeutánes . Acosados los defensores porel número se veían a veces obligados a hacer descargas cerradas y deeste modo los siete mil tiros se fueron agotando rápidamente . A esode las once el enemigo había sido rechazado cuatro veces, pero yaempezaban a retirarse de la acción muchos soldados por falta deparque o por dañárseles el arma . Era indudable que el fuego apenassi podría sostenerse una hora más y se dictaron órdenes en conse-cuencia para que redoblaran su energía los soldados, economizandomás y más el parque y procurando hacer los disparos certeros cuan-to más posible, con el fin de hacer cejar al enemigo y obligarlo ano disputarnos el terreno y a retirarse . Así se ejecutó, pero Gruezoque comprendía que de minuto en minuto empeoraba nuestra si-tuación, alentaba también a los suyos haciéndoles redoblar susataques que al fin fué imposible rechazar . La derrota se declaróen nuestra ala derecha primeramente. Los quince hombres que

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la defendían se sostuvieron con brío casi desde el principio de laacción contra numeroso grupo de atacantes . Allí dejó la vida elSubteniente Riascos quien recibió un balazo en la frente, siendoéste el ú nico muerto que con tamos . Los catorce que quedaron tuvie-ron que irse retirando de la posición uno a uno a medida que lesfaltaba el parque. A las once sólo quedaban siete, los que resis-tieron bravamente una hora más hasta que agobiados por el númeroy sin municiones se retiraron. Ocupadas por el enemigo las alturasque ellos defendían, pronto los que estaban en la meseta fuerondominados por el fuego creciente, que les hacían y también se re-tiraron, siendo luego ocupada ésta por Valle que con su gente sebatía en retirada . Allí lo detuvo el Coronel Martínez, con el finde proteger la retirada de Rodríguez que estaba a punto de sercortado . Rodríguez y los suyos, con Valle y otros, se salvarontomando el camino de San José, pero no así Martínez que cercadopor el enemigo cayó prisionero con diez más, entre ellos el CapitánDámaso Botello, que se batió con bravura y cuyo acendrado amorfraternal lo perdió, pues estando ya en salvo, fuera de la zona delcombate, regresó a ella inquieto por no saber la suerte que hubieracorrido su hermano Edmundo.

Consumada la derrota, comenzó el desbande ; pero el Coman-dante Noriega consiguió detener a los que huían y reuniéndolos ala entrada del camino que va al Aguacatal decidió esperar allíhasta saber qué era del General Patiño a quien algunos daban pormuerto, y del resto del Ejército Poco a poco fueron llegando más,fugitivos y uno de los últimos el Comandante Bethancourt a quienvenía el enemigo pisando los talones . El dió cuenta de haber seguido

Vásquez con el resto de la tropa, por el camino de San José y Pa-tiño con dos o tres más por un atajo solo de él conocido. Decidióseentonces seguir en retirada al Aguacatal, pues ya el enemigo estabaencima y sus disparos eran cada vez más cercanos y nutridos . Porsuerte la persecución fué floja, tal vez debido a las bajas sufridasque mediaron entre diez y doce muertos y veinte heridos, según

después supimos. De nuestra parte sólo hubo un muerto y ochoheridos, entre ellos una mujer, a causa sin duda de las magníficasposiciones que ocupábamos y que, de haber tenido parque sufi-ciente, hubiéramos conservado .

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Nuestros prisioneros fueron, como ya hemos dicho, once y re-cibieron el peor trato imaginable, vivo contraste con el que dimosnosotros a los que en nuestro poder cayeron en el combate de "RíoGrande" el S de Febrero . Tan lejos fué la crueldad del vencedor,que a un prisionero,el Teniente Franeisco de la F.s uida,se le aplicóen Aguacatal la ley de fuga, y si a los demás no se les fusiló fué porla decidida y oportuna mediación del hidalgo Capitán José MaríaTrujillo, que con don Juan Antonio Jované, el señor John Cooper,los entonces Tenientes Aedo ,y Paz, el Subteniente Miguel Hoyosy algunos soldados y clases había sido prisionero nuestro durantetres meses (1).

Hé aquí apuntadas a la ligera las causas que originaron estecombate y la relación somera de él . Su consecuencia inmediatafué la disolución completa de nuestra columna que imponía la ló-gica de los hechos y que el General Uribe Uribe aconsejaba encarta fechada en Nueva York el 12 de Abril y recibida en el «Bajode Quije» el 17 de Mayo, cuatro díasdespués del combate, junto conuna en igual sentido del doctor Pablo Arosemena. Si estas cartashubieran llegado en otra situación tal vez no se decide Noriega adar por terminada la campaña, pero en ese entonces se hallaba concuarenta hombres, de ellos solamente diez y seis armados y no sepodía pensar en continuarla con tan exiguo número . Resolvió,pues,

(1)—He aquí lo que nos contó al respecto uno de los que cayeron prisio-neros:

"Estuvimos a punto de ser fusilados . Ya nos tenían enfilados, amarra-dos por parejas y con una escolta al frente, lista para ultimarnos, formadapor soldados ébrios y mandada por el Comandante Ruíz, ébrio también,cuando el Capitán Trujillo, que había sido prisionero nuestro y era hom-bre de alma generosa, fué en busca de Gruezo y lo trajo hasta nosotros des-pués de conseguir nuestra salvación . El Coronel Gruezo, al llegar, ordenó:Escolta, firmes! y dirigiéndose a nosotros nos dijo mostrándonos al Capi-tán Trujillo : Muchachos ; este es el salvo-conducto de, ustedes . Yo traíaorden del General Albán de reo hacer prisioneros y estaba dispuesto a cumplirla;

pero ahora pueden confiar en que no peligrarán . En aquel momento tam-bién se interesaron por nosotros dos ex-prisioneros : John Cooper y nuestropaisano señor Juan Antonio Jované " .—El Capitán Trujillo murió más tar-de como un bravo en el combate de Aguadulco el 23 de Febrero de 1902.—G. A .

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seguir al Norte por la montaña, con objeto de abandonar el paísdirigiéndose a Costa Rica o Nicaragua en busca de don DomingoDíaz, y dejando los hombres armados al mando del General Patiñoquien pensaba dirigirse atravesando también la montaña, pero ensentido distinto, a Corozal de Chepo a esperar mejores tiempos . YaClímaco llodríguez estaba en el Norte, para donde íban Vásquezque estaba en Chitra, Bethancourt y algunos más . Otros marcha-ron a unirse a las montoneras de Victoriano Lorenzo y tal cualse internó en la montaña a esperar mejores días para lanzarsenuevamente a la guerra con probabilidades de éxito.

Así terminó la campaña iniciada a mediados de Noviembre de1900 por el General Noriega, quien unió la gente que tenían losCoroneles Martínez ,y Faustino S . Mina (luego General) en "ElGuanábano " a la que en Corozal de Chepo levantó el GeneralPatiño y logró formar una columna de casi cuatrocientas plazas,que, con los escasos elementos que se pudo reunir después de lacapitulación de Julio, mantuvo en pie la resistencia en el Istmopor espacio de ocho meses, librando en 1901 los combates de"Pueblo Nuevo" (12 de Enero), "El Silencio" (22 y 23 de Enero),'Tío Grande" (S de Febrero), "Aguadulce" (9 de Febrero) y "ElPicacho" (13 de Mayo), en los que, excepto en el tercero, siemprellevó el enemigo la mejor parte.

Es indudable que sin el disgusto ocurrido entre el General No-riega y Victoriano Lorenzo, que ocasionaron el caraeter enérgicodel primero y su deseo de regularizar la guerra, y la indisciplina yfalta de sumisión del segundo, que soñaba con la Jefatura del Ejér-cito y quería operar sin método ni organización, y si hubierahallado el movimiento iniciado ayuda eficaz en todos los liberalesdel Departamento de Panamá, los resultados hubieran sido otros.

Gmo . ANDREVE.

Cuartel General de Poliefa, 13 de Mayo de 1902 .