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Lengua castellana y literatura Pamela Maroño Carrera | BACHILLERATO
1
F. García Lorca: Romancero gitano Estudio general
El Romancero gitano de Lorca, publicado en 1928 –
aunque escrito entre 1924 y 1927 – está compuesto por 18
romances que constituyen una de las cimas de la poesía del 27.
Portada del Romancero gitano ilustrado, por Fernando Vicente.
▌Temas. La frustración, el destino trágico, el amor
y la muerte, concretados en el pueblo gitano más castizo,
cohesionan el microcosmos creado por Lorca en el poemario
para expresar sus obsesiones personales.
►El gitano lucha por afirmar su individualidad frente
a un mundo hostil que lo lleva marginando y oprimiendo
desde antaño. De ahí surge la pena existencial – o frustración multisecular –, extrapolable a toda frustración humana fruto
del enfrentamiento entre el anhelo de vivir libremente y la
imposibilidad de hacerlo a causa de las normas establecidas.
►La lucha de fuerzas opuestas conduce al gitano a
un inevitable destino trágico marcado por la muerte, no exenta la mayor parte de las veces de violencia. Las múltiples
trifulcas y reyertas recreadas culminan en el decimoquinto
romance con una matanza colectiva de gitanos a manos de la
Guardia Civil Española, que representa la más despiadada amenaza para este colectivo.
►La violencia también tiñe muchas de las relaciones
de carácter afectivo-sexual poetizadas en el Romancero, lo
que conduce, como es lógico, a la frustración amorosa, otra de cuyas causas es la imposibilidad de dar realidad al deseo.
En el primer caso, son varias las veces en que se manifiesta la
presencia turbadora del sexo, bajo cuya influencia la víctima
queda desarmada y vulnerable, una vez anulada su capacidad de reacción; así como las agresiones sexuales físicas – incluso
incestuosas – infligidas a varias figuras femeninas. En el otro
caso, se hace patente la oposición entre la irrefrenable ansia
de pasión y plenitud erótica brotada de lo más profundo del ser y los obstáculos que se presentan para alcanzarlas, sobre
todo las convenciones sociales y la muerte.
▌Estructura. La disposición externa del Romancero está reforzada por parámetros que afectan a su estructura
interna, lo cual demuestra una clara intención compositiva.
El primer bloque, abarca los quince primeros romances, que consisten en una poetización del mundo gitano bajo
la personal visión de Lorca. Al inicio se presenta como un
cosmos en armonía y cohesión, cuando los gitanos, unidos,
lloran la súbita muerte de un bebé ante la mirada de la luna llena. Este equilibrio irá quebrándose sucesivamente
por la opresión del mundo civilizado, hasta que se destruye
cuando los gitanos son saqueados, quemados y asesinados,
bajo la presidencia luminosa de la luna, ahora menguante.
El segundo bloque, integrado por tres romances, ofrece
una agitanada versión de cuadros históricos o legendarios: el martirio de Santa Olalla de Mérida, durante la época de
Diocleciano, en la era paleocristiana; el episodio literario de
don Pedro a caballo, ambientado en el medievo, y la historia
bíblica de los amores incestuosos entre Thamar y Amnón. El último romance de cada parte funciona como
cierre y presenta una extensión superior a la de los demás, lo
cual remarca la conexión entre ellos. En medio del poemario se ubican tres romances
dedicados a grandes ciudades andaluzas. En el centro de este
trío se sitúa el “Romance de San Rafael”, dedicado a Córdoba
– quintaesencia de lo andaluz por sus raíces romanas y árabes –. Flanqueándolo se presentan los dedicados a Granada – el
de San Miguel – y a Sevilla – el de San Gabriel –. Actúan como
eje que divide el poemario en dos secciones:
En la primera sección, el protagonismo recae en figuras femeninas – con la excepción del romance “Reyerta”, que
recrea un altercado entre gitanos – y predomina el tema de
la frustración amorosa.
En la segunda sección son las figuras masculinas las que preponderan, y así como la violencia, la sangre y la muerte.
Ilustración de Carla Berrocal en el Romancero gitano ilustrado
▌Mito y simbolismo en el Romancero gitano.
►Analizar el Romancero gitano equivale a asistir a la
mitificación de dicha figura étnica, tanto por su idealización
y ennoblecimiento, como por el papel que se le otorga como
representante de valores universales.
Perfilado como personaje exquisito y encomiable, el
genuino gitano – con sus ancestrales creencias y tradiciones – representa no solamente al pueblo andaluz – enraizado en
la cultura de las grandes civilizaciones romana y árabe –, sino
también la auténtica esencia humana, libre de las ataduras de
reglas y normas. Ello es debido a su primitiva idiosincrasia – guiada únicamente por fuerzas naturales – y a su pasional y
vitalista empuje – reflejado en la gran determinación de las
figuras masculinas y la pletórica sensualidad de las femeninas.
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Óleo de Julio Romero de Torres
La índole mítica de la figura gitana viene reforzada por el destino fatal a que está irremediablemente abocada
en su enfrentamiento con la civilización injusta, paralelo al fatum ineludible de los héroes de la tragedia clásica.
►Toda esa carga semántica que implica el carácter
mítico del poemario es posible gracias al magistral manejo
lorquiano del lenguaje figurativo, que dota al texto de un poderoso y original sistema simbólico.
El Romancero gitano es simbólico desde su mismo
planteamiento, ya que su mensaje, la frustración derivada
del truncamiento de la realización personal que suponen las convenciones, se proyecta sobre la “pena” del gitano, que
surge de la opresión que la civilización injusta ejerce sobre él.
El gitano es pues, aparte de lo dicho, el símbolo del anhelo
de vida y libertad, opuesto a la Guardia Civil Española, que simboliza el represor orden imperante.
Subordinados a este mensaje de alcance universal
se presentan los demás símbolos que recorren el Romancero.
La fragua, el yunque y los metales de colores cálidos, así como los collares y anillos representan el mundo gitano.
La aparición de la luna suele presagiar la muerte. También
puede asociarse con la vida, por su carácter cíclico; así como a la fertilidad y a su opuesto, la esterilidad. Otras veces es
símbolo de la perfección y de la belleza.
El agua en movimiento es la representación del erotismo
proveedor de vida, por medio de imágenes como el baño. El agua estancada (pozos, estanques, aljibes) es sinónimo
de muerte, e incluso de suicidio.
Los metales de colores fríos son un presagio negativo por
remitir a la frialdad de los cadáveres y a las armas blancas. El caballo es concreción a veces de la vida y del erotismo
masculino, y otras, de la pasión desenfrenada abocada a la
frustración y a la muerte, de la que puede ser mensajero.
La sangre representa, como otros símbolos, tanto la vida y la fertilidad, como la muerte.
El viento es símbolo del erotismo masculino.
El cromatismo conforma un subsistema simbólico. Con el negro se simboliza la Guardia Civil y la muerte. El verde es
signo de juventud y vida, pero también del deseo prohibido
que conduce a la frustración y a la esterilidad. El amarillo,
el blanco y el rojo se asocian a malos presagios. Las flores transmiten también infinidad de significados.
Las azucenas son la pureza; los claveles y las flores rojas,
la pasión amorosa; la zarzamora, el sufrimiento de amor;
el nardo, el dolor; las adelfas, la muerte, el desamor y la angustia; las siemprevivas y las flores negras, la muerte…
▌Rasgos formales: entre tradición e innovación.
El lenguaje inconfundible del Romancero gitano es uno de los paradigmas de la fusión estilística de tradición y vanguardia
característica de la generación del 27.
►Inscrita en la tendencia neopopularista, una de
las dominantes durante la primera etapa del 27, así como en la línea poética del Romancero nuevo o artístico, que viene
desarrollándose desde el s.XVII, el poemario rescata muchos
de los procedimientos formales típicos de la tradición popular. Lorca adopta el molde métrico del romance, con lo que
que se decanta por el viejo octosílabo castellano, sustituido
solo en contadas ocasiones, como en “Burla de don Pedro
a caballo”, escrito en versos de cómputo heterogéneo. Inspirado en el sincretismo genérico de los romances del
s.XV, el Romancero gitano funde la lírica con la narración,
cuya trama subraya la pasión y temperamento gitanos, y
con el drama, a través de diálogos, técnica muy usada en la tradición oral que aumenta la carga emotiva.
Otro rasgo del Romancero tradicional presente en la obra
es el fragmentarismo, observable en el comienzo in medias
res mediante la conjunción y o que; en la elipsis de partes del relato, usada para centrar la atención en los momentos
de mayor dramatismo, o en el final truncado. El lector ha
de suponer, por tanto, qué ha ocurrido, cuáles fueron las causas y cuáles son las consecuencias.
Son abundantes también los recursos populares basados
en repeticiones, tan magistralmente utilizadas por Lorca,
que dotan al texto de una espectacular musicalidad.
►El carácter vanguardista deviene de la audaz y
novedosa imaginería, caracterizada por un hermetismo y
densidad metafórica en progresión a medida que avanza el
discurso, rasgo que no solo importó de los ismos europeos
de principios del siglo XX, sino también del mayor referente de la generación del 27, el irrepetible Góngora.
Es tal la concentración de imágenes, marcadas casi
siempre por un imponente cariz plástico y sensorial, que
llegan a superponerse las unas a las otras. Algunas son de un
ingenio que remeda a Gómez de la Serna, otras despuntan
por su barroquismo y las hay que son muestra inequívoca
del influjo surrealista, en tanto que resulta muy complicado explicar la relación lógica con el referente; pero todas ellas
de un impacto emotivo sin precedentes.
El listado de figuras semánticas, en el que se incluye
el sistema simbólico ya comentado, es interminable: Metáfora: Las piquetas de los gallos (el canto de los gallos)
/ cavan buscando la aurora; el toro de la reyerta (el ardor de
la pelea) / se sube por las paredes; su luna de pergamino
(pandereta) / Preciosa tocando viene… Símil: La iglesia gruñe a lo lejos / como un oso panza arriba.
Personificación: en el aire conmovido; en las tejas de pizarra
/ el viento furioso muerde…
Deshumanización: la voz de clavel varonil del Camborio. Metonimia: Pero eran cuatro puñales / y tuvo que sucumbir.
Sinestesia: rumores calientes; viento verde…
Hipálage: yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas (este adjetivo debería concordar con pechos)…
Óleo de Julio Romero de Torres
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Breves notas sobre los romances
▌Romance de la luna luna (1). Recreación de la
muerte súbita de un bebé gitano mientras sus padres están ausentes. Los gitanos llegan cuando ya el niño ha fallecido.
▌Preciosa y el aire (2). Una niña gitana es víctima
de un intento de violación cuando recorre sola un sendero.
The Little Tambourine girl, by Francis Alfred Delobbe
▌Reyerta (3). Poetización de una trifulca violenta entre gitanos mientras las mujeres se duelen.
▌Romance sonámbulo (4). Un jinete llega herido a su casa, donde su amada está muerta. Todo apunta a que
se ha suicidado, desesperada por la tardanza de su amado,
quien se debate entre su vida en libertad y la vida sedentaria
al lado de la mujer que ama.
▌La monja gitana (5). Una monja gitana tiene
fantasías eróticas mientras borda.
▌La casada infiel (6). Anécdota popular andaluza
sobre la infidelidad de una mujer casada.
▌Romance de la pena negra (7). Poetización de
la pena de Soledad Montoya, gitana en la plenitud de su vida que trata de alcanzar sin éxito la oportunidad de amar.
▌San Miguel / San Rafael / San Gabriel (8, 9, 10). Estos tres arcángeles simbolizan las tres grandes ciudades
andaluzas. San Miguel se encuentra en la torre de la ermita
de su nombre en lo alto del Sacro Monte de Granada; el poema se sitúa el día de la romería a la ermita de dicho
santo. San Rafael está en el centro del puente romano de
Córdoba; el pez que aparece en el texto alude al pez con el
que se representa normalmente a San Rafael. San Gabriel, que es descrito al principio del romance como un niño, se
presenta en el poema como un anunciador del nacimiento
de un niño gitano a su madre, símbolo de la Anunciación.
▌Prendimiento de Antoñito el Camborio (11). Narración poética de la detención por parte de la guardia civil de Antonio Torres Heredia por robar limones, cuando se
dirigía a una corrida taurina en Sevilla, el día de Nochebuena.
Retrato de El Fayum
▌Muerte de Antoñito el Camborio (12) a manos
de sus primos Heredias por envidia.
▌Muerto de amor (13). En este romance se relata, a través de un diálogo entre una madre y su hijo locamente
enamorado, la agonía amorosa de este mientras asiste a su propia muerte y entierro.
▌Romance del emplazado (14). Cumplimiento de la predicción de la muerte de “el Amargo”, personaje de
la mitología gitano-andaluza. El 25 de junio se le anuncia que
morirá en dos meses, el 25 de agosto.
▌Romance de la guardia civil española (15). Representa el ataque y la destrucción de un poblado gitano por parte de la guardia civil en una noche de Navidad. Este
poema es la culminación de todas las anteriores referencias
negativas a la guardia civil.
▌Martirio de Santa Olalla (16). Relato lírico del martirio sufrido por la gitana Santa Olalla de Mérida. Lorca
dota al mundo gitano de aspectos mítico-legendarios.
▌Burla de don Pedro a caballo (17). Se trata de
una farsa burlesca de un tema frecuente en el romancero tradicional: parodia y escarnio de un personaje histórico,
aparentemente noble y caballero enamorado; personaje
que, al final, muere olvidado.
▌Thamar y Amnón (18). Recoge el tema bíblico de la violación y los amores incestuosos entre Thamar, hija
del rey David, y su hermano Amnón.
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F ED ER IC O GAR C ÍA LOR C A: Ro m a n ce ro g i t a n o
“Romance de la luna, luna” (1)
La luna v ino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmov ido 5
muev e la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño. -Huy e luna, luna, luna.
Si v inieran los gitanos, 10
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
-Niño, déjame que baile.
Cuando v engan los gitanos,
te encontrarán sobre el y unque 15
con los ojillos cerrados.
-Huy e luna, luna, luna, que y a siento sus caballos.
-Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado. 20
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el oliv ar v enían, 25 bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas lev antadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumay a,
¡ay , cómo canta en el árbol! 30
Por el cielo v a la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran dando gritos, los gitanos.
El aire la v ela, v ela. 35
El aire la está v elando.
“Preciosa y el aire” (2)
Pintura de Andrew Atroshenko
Su luna de pergamino
Preciosa tocando v iene,
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas, 5
huy endo del sonsonete, cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen 10
guardando las blancas torres
donde v iv en los ingleses. Y los gitanos del agua
lev antan por distraerse,
glorietas de caracolas 15
y ramas de pino v erde.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando v iene. Al v erla se ha lev antado
el v iento que nunca duerme. 20
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.
Niña, deja que lev ante 25
tu v estido para v erte. Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu v ientre.
Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse. 30
El v iento-hombrón la persigue
con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar.
Los oliv os palidecen.
Cantan las flautas de umbría 35
y el liso gong de la niev e.
¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el v iento v erde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde v iene! 40
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos, 45
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros v ienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes. 50
El inglés da a la gitana un v aso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando, 55
su av entura a aquella gente, en las tejas de pizarra
el v iento, furioso, muerde.
“Reyerta” (3)
Pintura taurina
En la mitad del barranco las nav ajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe 5
recorta en el agrio v erde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un oliv o
lloran dos v iejas mujeres. 10
El toro de la rey erta se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de niev e.
Ángeles con grandes alas 15
de nav ajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes. 20
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
El juez, con guardia civ il,
por los oliv ares v iene.
Sangre resbalada gime 25
muda canción de serpiente.
Señores guardias civ iles:
aquí pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses. 30
La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae desmay ada en los muslos heridos de los jinetes.
Y ángeles negros v olaban 35
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.
“Romance sonámbulo” (4)
Verde que te quiero v erde.
Verde v iento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura 5
ella sueña en su baranda,
v erde carne, pelo v erde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero v erde.
Bajo la luna gitana, 10
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero v erde. Grandes estrellas de escarcha,
v ienen con el pez de sombra 15
que abre el camino del alba.
La higuera frota su v iento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias. 20 ¿Pero quién v endrá?¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
v erde carne, pelo v erde,
soñando en la mar amarga.
Compadre, quiero cambiar 25 mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, v engo sangrando,
desde los montes de Cabra. 30
Si y o pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero y o y a no soy y o,
ni mi casa es y a mi casa.
Compadre, quiero morir 35 decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No v es la herida que tengo
desde el pecho a la garganta? 40
Trescientas rosas morenas
llev a tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero y o y a no soy y o, 45
ni mi casa es y a mi casa. Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las v erdes barandas. 50
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre. 55
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada. 60
Verde que te quiero v erde, v erde v iento, v erdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo v iento, dejaba
en la boca un raro gusto 65
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga? ¡Cuántas v eces te esperó!
¡Cuántas v eces te esperara, 70
cara fresca, negro pelo,
en esta v erde baranda!
Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana.
Verde carne, pelo v erde, 75
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza. 80
Guardias civ iles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero v erde.
Verde v iento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. 85
Y el caballo en la montaña.
Lengua castellana y literatura Pamela Maroño Carrera | BACHILLERATO
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F ED ER IC O GAR C ÍA LOR C A: Ro m a n ce ro g i t a n o
“La monja gitana” (5)
Una monja, por Joaquín Sorolla
Silencio de cal y mirto. Malv as en las hierbas finas.
La monja borda alhelíes
sobre una tela pajiza.
Vuelan en la araña gris 5
siete pájaros del prisma.
La iglesia gruñe a lo lejos
como un oso panza arriba.
¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!
Sobre la tela pajiza 10
ella quisiera bordar flores de su fantasía.
¡Qué girasol! ¡Qué magnolia
de lentejuelas y cintas!
¡Qué azafranes y qué lunas, 15
en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzan
en la cercana cocina.
Las cinco llagas de Cristo
cortadas en Almería. 20
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas. Un rumor último y sordo
le despega la camisa,
y , al mirar nubes y montes 25
en las y ertas lejanías,
se quiebra su corazón
de azúcar y y erbaluisa.
¡Oh, qué llanura empinada
con v einte soles arriba! 30
¡Qué ríos puestos de pie
v islumbra su fantasía!
Pero sigue con sus flores, mientras que de pie, en la brisa,
la luz juega el ajedrez 35
alto de la celosía.
“La casada infiel” (6)
Abrazo, por M. Almonacid Cebrian
Y que y o me la llev é al río
crey endo que era mozuela,
pero tenía marido. Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso. 5
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto 10
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. 15
Sin luz de plata en sus cepas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras, 20 los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoy o sobre el limo.
Yo me quite la corbata.
Ella se quitó el v estido. 25
Yo el cinturón con rev ólv er.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna 30
relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapan
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío. 35
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montando en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre, 40
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
y o me la lev é al río. 45
Con el aire se batían
las espaldas de los lirios.
Me porté como quien soy .
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero 50
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido me dijo que era mozuela
cuando la llev aba al río. 55
“Romance de la pena negra” (7)
Gypsy, por Andrew Atroshenko
Las piquetas de los gallos
cav an buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoy a.
Cobre amarillo, su carne 5
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas.
-Soledad, ¿Por quién preguntas
sin compañía y a estas horas? 10
-Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
-Soledad de mis pesares, 15 caballo que se desboca
al fin encuentra la mar y
se lo tragan las olas.
-No me recuerdes el mar
que la pena negra brota 20
en las tierras de la aceituna
bajo el rumor de las hojas.
-¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón 25
agrio de espera y de boca. -¡Qué pena tan grande!
Corro mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba. 30
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay , mis camisas de hilo!
¡Ay , mis muslos de amapola!
-Soledad, lav a tu cuerpo 35
con agua de alondras,
y deja tu corazón en paz, Soledad Montoy a. *
Por abajo canta el río:
v olante de cielo y hojas. 40
Con flores de calabaza
la nuev a luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos! Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto 45
y madrugada remota!
“Prendimiento de
Antoñito El Camborio en el camino de Sevilla” (11)
El prendimiento de Antoñito El Camborio, por Lorenzo Villafruela
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios, con una v ara de mimbre
v a a Sev illa a v er los toros.
Moreno de v erde luna 5
anda despacio y garboso.
Sus empav onados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
cortó limones redondos, 10
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
guardia civ il caminera 15
lo llev ó codo con codo.
El día se v a despacio, la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
sobre el mar y los arroy os. 20
Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.
Antonio Torres Heredia, 25 hijo y nieto de Camborios,
v iene sin v ara de mimbre
entre los cinco tricornios.
Antonio, ¿quién eres tú?
Si te llamaras Camborio, 30
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos 35
que iban por el monte solos! Están los v iejos cuchillos
tiritando bajo el polv o.
A las nuev e de la noche
lo llev an al calabozo, 40
mientras los guardias civ iles
beben limonada todos.
Y a las nuev e de la noche
le cierran el calabozo,
mientras el cielo reluce 45
como la grupa de un potro.
“Muerte de Antoñito El Camborio” (12)
El grito, por Guayasamin
Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquiv ir.
Voces antiguas que cercan
v oz de clav el v aronil.
Les clav ó sobre las botas 5
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín. Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí, 10
pero eran cuatro puñales
y tuv o que sucumbir. […]
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin, moreno de v erde luna, 15
v oz de clav el v aronil:
¿Quién te ha quitado la v ida
cerca del Guadalquiv ir?
Lengua castellana y literatura Pamela Maroño Carrera | BACHILLERATO
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F ED ER IC O GAR C ÍA LOR C A: Ro m a n ce ro g i t a n o
Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejí. 20
Lo que en otros no env idiaban,
y a lo env idiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado 25 con aceituna y jazmín.
¡Ay Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te v as a morir. 30
¡Ay Federico García,
llama a la Guardia Civ il!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.
Tres golpes de sangre tuv o 35
y se murió de perfil. Viv a moneda que nunca
se v olv erá a repetir. […[
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí, 40
v oces de muerte cesaron
cerca del Guadalquiv ir.
“Romance del emplazado” (14)
El prisionero, James Legros (Vista parcial)
¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo
y grandes de mi caballo,
no se cierran por la noche
ni miran al otro lado 5
donde se aleja tranquilo
un sueño de trece barcos.
Sino que limpios y duros
escuderos desv elados,
mis ojos miran un norte 10
de metales y peñascos donde mi cuerpo sin v enas
consulta naipes helados.
Los densos buey es del agua
embisten a los muchachos 15
que se bañan en las lunas
de sus cuernos ondulados. Y los martillos cantaban
sobre los y unques sonámbulos,
el insomnio del jinete 20
y el insomnio del caballo.
El v einticinco de junio le dijeron a el Amargo:
Ya puedes cortar si gustas
las adelfas de tu patio. 25
Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo,
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado,
y agujas de cal mojada 30
te morderán los zapatos.
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados, donde los buey es del agua
beben los juncos soñando. 35
Pide luces y campanas.
Aprende a cruzar las manos,
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos.
Porque dentro de dos meses 40
y acerás amortajado. […]
El v einticinco de junio abrió sus ojos Amargo,
y el v einticinco de agosto
se tendió para cerrarlos. 45
Hombres bajaban la calle
para v er al emplazado,
que fijaba sobre el muro su soledad con descanso.
Y la sábana impecable, 50
de duro acento romano,
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.
“Romance de la guardia civil española” (15)
Fotografía de Smith Eugene
Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran, 5
de plomo las calav eras.
Con el alma de charol v ienen por la carretera.
jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan 10
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena. […]
¡Oh ciudad de los gitanos! En las esquinas banderas.
La luna y la calabaza 15
con las guindas en conserv a.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te v io y no te recuerda?
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela. 20
Cuando llegaba la noche, noche que noche nochera,
los gitanos en sus fraguas
forjaban soles y flechas.
Un caballo malherido, 25
llamaba a todas las puertas. […]
en la noche platinoche
noche, que noche nochera. […]
La media luna, soñaba un éx tasis de cigüeña. 30
Estandartes y faroles
inv aden las azoteas.
Por los espejos sollozan
bailarinas sin caderas.
Agua y sombra, sombra y agua 35 por Jerez de la Frontera.
¡Oh ciudad de los gitanos!
En las esquinas banderas.
Apaga tus v erdes luces
que v iene la benemérita. 40
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te v io y no te recuerda? […]
La ciudad libre de miedo, multiplicaba sus puertas.
Cuarenta guardias civ iles 45
entran a saco por ellas. […]
Un v uelo de gritos largos
se lev antó en las v eletas. […]
Por las calles de penumbra huy en las gitanas v iejas […] 50
Por las calles empinadas
suben las capas siniestras,
dejando atrás fugaces
remolinos de tijeras.
En el portal de Belén 55
los gitanos se congregan.
San José, lleno de heridas,
amortaja a una doncella.
Tercos fusiles agudos
por toda la noche suenan. 60 La Virgen cura a los niños
con saliv illa de estrella.
Pero la Guardia Civ il
av anza sembrando hogueras, […]
Rosa la de los Camborios, 65
gime sentada en su puerta
con sus dos pechos cortados
puestos en una bandeja.
Y otras muchachas corrían
perseguidas por sus trenzas, 70
en un aire donde estallan rosas de pólv ora negra. […]
¡Oh ciudad de los gitanos!
La Guardia Civ il se aleja
por un túnel de silencio 75
mientras las llamas te cercan. ¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te v io y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena. 80
“Thamár y Amnón” (18)
Tamar y Amnon, de Eustache Le Sueur
[…]Thamár estaba soñando pájaros en su garganta
al son de panderos fríos
y cítaras enlunadas.
Su desnudo en el alero, 5
agudo norte de palma,
pide copos a su v ientre
y granizo a sus espaldas.
Thamár estaba cantando
desnuda por la terraza. 10
Alrededor de sus pies,
cinco palomas heladas.
Amnón, delgado y concreto,
en la torre la miraba,
llenas las ingles de espuma 15
y oscilaciones la barba.
Su desnudo iluminado se tendía en la terraza,
con un rumor entre dientes
de flecha recién clav ada. 20
Amnón estaba mirando
la luna redonda y baja,
y v io en la luna los pechos
durísimos de su hermana.
Amnón a las tres y media 25
se tendió sobre la cama.
Toda la alcoba sufría
con sus ojos llenos de alas. […] Amnón gime por la tela
fresquísima de la cama. 30
Yedra del escalofrío
cubre su carne quemada.
Thamár entró silenciosa
en la alcoba silenciada,
color de v ena y Danubio, 35
turbia de huellas lejanas.
Thamár, bórrame los ojos
con tu fija madrugada.
Mis hilos de sangre tejen v olantes sobre tu falda. 40
Déjame tranquila, hermano.
Son tus besos en mi espalda
av ispas y v ientecillos
en doble enjambre de flautas.
Thamár, en tus pechos altos 45
hay dos peces que me llaman,
y en las y emas de tus dedos
rumor de rosa encerrada.
Los cien caballos del rey en el patio relinchaban. 50
Sol en cubos resistía
la delgadez de la parra.
Ya la coge del cabello, y a la camisa le rasga.
Corales tibios dibujan 55
arroy os en rubio mapa.
¡Oh, qué gritos se sentían por encima de las casas!
Qué espesura de puñales
y túnicas desgarradas. 60
Por las escaleras tristes
esclav os suben y bajan.
Émbolos y muslos juegan
bajo las nubes paradas.
Alrededor de Thamár 65
gritan v írgenes gitanas
y otras recogen las gotas de su flor martirizada.
Paños blancos enrojecen
en las alcobas cerradas. […] 70
Violador enfurecido, Amnón huy e con su jaca.
Negros le dirigen flechas
en los muros y atalay as.
Y cuando los cuatro cascos 75
eran cuatro resonancias,
Dav id con unas tijeras
cortó las cuerdas del arpa.
Lengua castellana y literatura Pamela Maroño Carrera | BACHILLERATO
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