extracto de sociología de la ciencia - mario bunge

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Extracto de: BUNGE, Mario, Sociología de la Ciencia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998. PRÓLOGO La sociología de la ciencia es la rama de la sociología que estudia las influencias de la sociedad sobre la investigación científica, así como el impacto de esta última sobre la sociedad. Sus disciplinas hermanas son la sociología de la técnica, del arte, de las humanidades, de la moral, de la religión, y de las creencias populares. La sociología de la ciencia fue cultivada ocasionalmente por un puñado de sociólogos clásicos, tales como Émile Durkheim. Pero no se desarrolló ni fue admitida oficialmente como una rama de la sociología sino hacia 1940, gracias principalmente a los trabajos de Robert K. Merton y sus numerosos colaboradores y discípulos. Estas investigaciones contribuyeron a corregir el cuadro puramente internalista de la evolución del conocimiento científico que habían dibujado casi todos los historiadores y filósofos de la ciencia. Éstos habían sostenido con razón que el motor de la investigación científica es la curiosidad, pero habían descuidado los factores sociales que estimulan o inhiben la curiosidad, así como las condiciones sociales que favorecen o dificultan la recepción y difusión de nuevas ideas científicas. Todo parecía indicar que marchábamos hacia una síntesis del internalismo con el externalismo, síntesis según la cual los factores endógenos se combinan con los exógenos, y el investigador aparece como un nudo en una red social compleja y cambiante. Pero este tren de ideas descarriló durante la etapa americana de la guerra de Vietnam. Por ese entonces irrumpió una nueva escuela en la filosofía y en la sociología de la ciencia. Esta escuela rompió con la tradición: minimizó el papel de la curiosidad y del talento, y acentuó la importancia de la presión y la convención sociales, y negó tanto la continuidad del esfuerzo científico como la posibilidad de alcanzar la verdad. Sus profetas fueron Thomas S. Kuhn y Paul K. Feyerabend. Desde entonces los sociólogos de la ciencia se dividen en cos campos, que el eminente sociólogo francés Raymond Boudon llama el moderado (o moderno) y el maximalista (o posmoderno). El primero se inspira en las ciencias duras y en la filosofía rigurosa, mientras que el segundo se inspira en la literatura de ficción y en la filosofía blanda. El primero es canto y se esmera en fundamentar lo que dice. El segundo es iconoclasta y se esfuerza por épater le bourgeois. Quien se ubica en el primer campo da por descontado que el investigador científico busca la verdad, y admite que la organización social condiciona la investigación pero niega que ella dicte los resultados de la pesquisa o dictamine sobre el valor de verdad de los mismos. El adherente del segundo partido sostiene que la verdad es una ilusión o convención social. Afirma que todas las proposiciones científicas, incluso las matemáticas, tienen

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  • Extracto de: BUNGE, Mario, Sociologa de la Ciencia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998.

    PRLOGO

    La sociologa de la ciencia es la rama de la sociologa que estudia las influencias de la sociedad sobre la investigacin cientfica, as como el impacto de esta ltima sobre la sociedad. Sus disciplinas hermanas son la sociologa de la tcnica, del arte, de las humanidades, de la moral, de la religin, y de las creencias populares.

    La sociologa de la ciencia fue cultivada ocasionalmente por un puado de socilogos clsicos, tales como mile Durkheim. Pero no se desarroll ni fue admitida oficialmente como una rama de la sociologa sino hacia 1940, gracias principalmente a los trabajos de Robert K. Merton y sus numerosos colaboradores y discpulos.

    Estas investigaciones contribuyeron a corregir el cuadro puramente internalista de la evolucin del conocimiento cientfico que haban dibujado casi todos los historiadores y filsofos de la ciencia. stos haban sostenido con razn que el motor de la investigacin cientfica es la curiosidad, pero haban descuidado los factores sociales que estimulan o inhiben la curiosidad, as como las condiciones sociales que favorecen o dificultan la recepcin y difusin de nuevas ideas cientficas.

    Todo pareca indicar que marchbamos hacia una sntesis del internalismo con el externalismo, sntesis segn la cual los factores endgenos se combinan con los exgenos, y el investigador aparece como un nudo en una red social compleja y cambiante.

    Pero este tren de ideas descarril durante la etapa americana de la guerra de Vietnam. Por ese entonces irrumpi una nueva escuela en la filosofa y en la sociologa de la ciencia. Esta escuela rompi con la tradicin: minimiz el papel de la curiosidad y del talento, y acentu la importancia de la presin y la convencin sociales, y neg tanto la continuidad del esfuerzo cientfico como la posibilidad de alcanzar la verdad. Sus profetas fueron Thomas S. Kuhn y Paul K. Feyerabend.

    Desde entonces los socilogos de la ciencia se dividen en cos campos, que el eminente socilogo francs Raymond Boudon llama el moderado (o moderno) y el maximalista (o posmoderno). El primero se inspira en las ciencias duras y en la filosofa rigurosa, mientras que el segundo se inspira en la literatura de ficcin y en la filosofa blanda. El primero es canto y se esmera en fundamentar lo que dice. El segundo es iconoclasta y se esfuerza por pater le bourgeois.

    Quien se ubica en el primer campo da por descontado que el investigador cientfico busca la verdad, y admite que la organizacin social condiciona la investigacin pero niega que ella dicte los resultados de la pesquisa o dictamine sobre el valor de verdad de los mismos.

    El adherente del segundo partido sostiene que la verdad es una ilusin o convencin social. Afirma que todas las proposiciones cientficas, incluso las matemticas, tienen

  • un contenido social y son aceptadas o rechazadas despus de mucho negociar y politiquear.

    Quines dirn la verdad: los que la buscan o los que niegan la posibilidad de encontrarla? Si no hay verdad objetiva, por qu los investigadores se empean en poner a prueba sus conjeturas? Si la verdad no es la moneda de la repblica de las ciencias, cmo se explica que su falseamiento sea equiparado a la falsificacin de la moneda corriente y castigado con el ostracismo de la comunidad cientfica?

    El inters del asunto que nos ocupa va ms all de la sociologa y la filosofa de la ciencia. Tambin atae al estudio de los profundos cambios culturales que vienen ocurriendo en el curso de las tres ltimas dcadas. Algunos acogen estos cambios con entusiasmo, porque juzgan que nos libran de las cadenas de la razn y de la contrastacin emprica. (Este es el "pensamiento dbil" elogiado por los apstoles del llamado postmodernismo. ) Otros deploramos esos cambios porque creemos que slo la racionalidad y la contrastacin emprica pueden ayudarnos a comprender mejor el mundo y a disear un futuro en el que sea posible vivir. Como se ve, la eleccin entre ambos partidos no es un problema tcnico sino parte de la eleccin entre dos concepciones del mundo.

    He tenido la rara fortuna de que Hernn Rodrguez Campoamor, escritor, filsofo y socilogo, entraable y leal amigo de medio siglo y excelente traductor de mi libro La causalidad, haya accedido a traducir este trabajo.

    MARIO BUNGE Foundations and Philosophy of Science Unit McGill University, Montral, Qubec, Canad

    INTRODUCCIN

    La sociologa de la ciencia, otrora disciplina marginal, se ha convertido ltimamente en un prspero ramo de actividades acadmicas, cultivado por un nmero cada vez mayor de estudiosos. Adems de la pltora anual de libros en la materia, se estn publicando una revista trimestral, Social Studies of Science, fundada en 1970, y un anuario, Sociology of the Sciences Yearbook, editado por primera vez en 1977, para no referirnos a los abundantes artculos aparecidos en las revistas sociolgicas de ndole general. Por otra parte, esta disciplina ha llegado a transformarse en asignatura ordinaria dentro de los programas de todas las principales universidades. Con frecuencia, viene a constituir el ncleo de los programas y centros designados en los pases de idioma ingls con la sigla STS (science, technology and society).

    Desde el decenio de 1960 han venido surgiendo nuevas orientaciones en la sociologa de la ciencia. Si bien los estilos respectivos presentan mltiples diferencias, no dejan por ello de adherirse todos a una cantidad de dogmas compartidos. Se trata del externalismo, tesis en cuyos trminos el contenido conceptual es determinado por el marco de referencia social; el constructivismo o subjetivismo, segn el cual el sujeto

  • investigador construye no slo su propia versin de los hechos sino tambin los hechos mismos y eventualmente el mundo entero; el relativismo, para el que no existen verdades objetivas y universales; el pragmatismo, que destaca la accin y la interaccin a expensas de las ideas, e identifica a la ciencia con la tecnologa; el ordinarismo, que reduce la investigacin cientfica a pura transpiracin sin inspiracin, negndose a reconocer a la ciencia un rango especial y a distinguirla de la ideologa, de la seudociencia y hasta de la anticiencia; la adopcin de doctrinas psicolgicas obsoletas, como el conductismo y el psicoanlisis,' y la sustitucin del positivismo, el racionalismo y otras filosofas clsicas por multitud de filosofas ajenas a La ciencia a incluso anticientficas, como la filosofa lingstica, la fenomenologa, el existencialismo, la hermenutica, la "teora crtica", el postestructuralismo, el deconstructivismo, o la escuela francesa de semitica, segn el caso.

    Me propongo argir que, como consecuencia de su adhesin a esos dogmas, los socilogos de la ciencia de nuevo cuo son incapaces de entender la ciencia: en efecto, no explican nunca qu es lo que distingue al hombre de ciencia de los dems mortales; cules son, en su caso, las suposiciones filosficas tcitas y las normas metodolgicas; qu diferencia a la investigacin cientfica de otras actividades humanas; cul es su lugar en la sociedad, y por qu la ciencia ha tenido tanto xito en la comprensin de la realidad y como propulsora de la tecnologa. Y lo que es aun peor, niegan que los hombres de ciencia posean un ethos propio y que desarrollen una actividad cultural especfica.

    Con esto no se trata de menoscabar los pocos y modestos resultados que han obtenido a pesar de su deficiente filosofa y gracias a la concienzuda atencin que dedican ocasionalmente a minucias. Pero sus contribuciones positivas a la ciencia de la ciencia son triviales comparadas con la enorme regresin que han acarreado a la sociologa de la ciencia durante estos ltimos aos. Esta regresin es de tal magnitud que cualquier persona con preparacin cientfica debe considerar necesariamente la mayor parte de la produccin actual en ese terreno como una grotesca caricatura de la investigacin cientfica.

    En el presente ensayo examino aquellas falacias que a mi entender constituyen los defectos fatales de las nuevas orientaciones de la sociologa de la ciencia. Cada una de mis crticas se aplica por lo menos a una de las escuelas contemporneas de esa tendencia, y algunas, a todas ellas. Empero, antes de abordar esas nuevas orientaciones, convendr pasar revista sumariamente a la sociologa de la ciencia clsica, pues por ms que la denigren los "jvenes turcos", contiene el embrin de muchos dislates de las nuevas corrientes, junto con tantos otros elementos que son, a la inversa, de valor perdurable.

    4. EL "PROGRAMA FUERTE"

    Durante los decenios de 1960 y 1970 surgieron en la sociologa de la ciencia una cantidad de nuevas corrientes posmertonianas (vanse, por ejemplo, Knorr-Cetina y Mulkay 1983). Una de las ms articuladas entre ellas es el llamado "programa fuerte",

  • acometido por Barry Barnes, David Bloor y Steve Shapin, de la Seccin de Estudios de la Cienciaen la Universidad de Edimburgo. Vamos a dedicarle una breve ojeada preliminar antes de entrar en detalles.

    Tanto los socilogos a historiadores de la ciencia marxistas occidentales como los mertonianos que trabajaron a partir de 1930 distinguieron el contenido conceptual de la ciencia de su marco de referencia social, y sostuvieron que este ltimo influye sobre el primero, pero sin determinarlo plenamente. Adems, eximieron a la matemtica y a la ciencia natural de la acusacin de ser ramas del conocimiento ideolgicamente comprometidas. En cambio, la nueva sociologa de la ciencia, y en particular el "programa fuerte", pretenden que todo el conocimiento es moldeado por la sociedad y que adems tiene que ver en alguna forma con sta, o sea, que posee un contenido social -por ende, en definitiva, no habra distincin entre contenido y contexto-.

    Esto valdra incluso para la matemtica:

    "Si la matemtica trata del nmero y de sus relaciones y si stas son creaciones y convenciones sociales, entonces, evidentemente, es de ndole social. En sentido indirecto es, por lo tanto, `referente' a la sociedad. Lo es en el mismo sentido en que Durkheim sostena que la religin es referente a la sociedad. La realidad de la cual trata, al parecer, representa una inteleccin transfigurada del trabajo social que se ha invertido en ella" (Bloor 1976, 93).

    Y Restivo (1992) asegura que la matemtica es social "por donde quiera que se la mire".

    Estas extraordinarias afirmaciones son, desde luego, meramente programticas. No se ha desplegado ningn esfuerzo por reunir pruebas en su favor (en Restivo 1983, 1992, aparece una resea completa de las fuentes). Pero no hay necesidad de buscar pruebas positivas cuando las negativas son tan abrumadoras. Para empezar, la matemtica no se refiere solamente "al nmero y sus relaciones". Slo la teora de los nmeros se refiere a los nmeros (enteros) o mejor dicho a sistemas de nmeros, y dicha teora es una porcin bastante reducida de la matemtica contempornea; sta, a su vez, contiene muchos sectores' no numricos, como la lgica, el lgebra abstracta, la teora de las categoras y la topologa. Sin embargo, sta es nada ms que una cuestin secundaria, la cual slo contribuye a sugerir que nuestro socilogo de la ciencia no est familiarizado con la disciplina acerca de la que escribe.

    Lo importante es la afirmacin de que toda ciencia, hasta la matemtica pura, se refiere a la sociedad. Aunque se admita el hecho trivial de que la matemtica es creacin social, en el sentido de ser construida por personas que se relacionan entre s y que aprenden unas de otras, no por ello se deduce que los axiomas, definiciones o teoremas matemticos se refieran a la sociedad, y menos an que la describan. Supongamos, por ejemplo, que una teora de la referencia -una rama de la semntica filosfica- determine cul es el objeto de un concepto o proposicin matemtica en particular; ste es un asunto que no se decide por decreto. Pues bien, cualquier teora razonable de la referencia nos dir que la afirmacin "el nmero 2 es par" se refiere al nmero 2, que la declaracin "los parntesis de Poisson no son asociativos" se refiere a los parntesis de Poisson, y que "la derivada de una funcin lineal es una constante" se

  • refiere a una funcin lineal arbitraria (en Bunge 1974, figura una teora exacta de la referencia, que se resume en el Apndice del presente trabajo).

    Si se procede a aplicar una teora razonable de la referencia a la matemtica de los matemticos -no a la matemtica imaginada por los partidarios de la nueva sociologa de la ciencia se obtendr el resultado nada sorprendente de que la teora de los conjuntos se refiere a los conjuntos, el lgebra abstracta a los sistemas algebraicos, la topologa a los espacios topolgicos, la geometra a las variedades, el anlisis a las funciones, y as sucesivamente. Si la matemtica se refiriese a la sociedad, sera una ciencia social, y por lo tanto: 1) no podra aplicarse a la fsica, la qumica, la biologa o la psicologa; 2) sera puesta a prueba empricamente, lo mismo que en principio deben serlo las hiptesis de la ciencia social; y 3) la ciencia social propiamente dicha resultara superflua.

    Pero en definitiva, una afirmacin de la forma "x se refiere a y" debe formularse con ayuda de una teora de la referencia, y sucede que los socilogos de la ciencia de la nueva cosecha no han propuesto ni utilizado ninguna teora por el estilo, sino que proceden en un asunto tan decisivo de manera dogmtica, y por ende, sin base cientfica. Esto es de mal agero para el "programa fuerte". Pero ha llegado el momento de referirnos precisamente a l.

    David Bloor (1976) propuso los cuatro principios siguientes del "programa fuerte" en la sociologa de la ciencia:

    1. Causalidad. La sociologa de la ciencia debera "ocuparse de las condiciones que originan creencias o estados de conocimiento"; el conocimiento "emana de la sociedad", es el "producto de influencias y recursos colectivos, y es peculiar de una cultura dada".

    2. Imparcialidad "con respecto a la verdad y la falsedad, la racionalidad o la irracionalidad; el xito o el fracaso".

    3. Simetra con respecto a la explicacin: "Los mismos tipos de causas explicaran, por ejemplo, las creencias verdaderas y las falsas".

    4. Reflexividad: "En principio, sus pautas de explicacin deberan ser aplicables a la sociologa misma".

    Limitmonos por el momento a las siguientes observaciones crticas:

    EL anlisis causal no es suficiente y, adems, es a veces inadecuado porque 1) se atiene a las condiciones exteriores, ignorando los motivos y los problemas cognitivos del investigador, o los atribuye en su totalidad a factores externos, presentando as al investigador como un mero instrumento y no como un creador, y 2) pasa por alto el azar, que est presente en todos los casos, tanto dentro como fuera del cerebro.

    La imparcialidad es por supuesto necesaria mientras no se la interprete como una indiferencia entre la verdad y el error, como una tolerancia con la anticiencia o la seudociencia, o como una confusin de stas con la ciencia, lo cual ya ha sucedido en

  • cuanto a las tesis de algunos miembros de la escuela respecto al cociente de inteligencia y la polmica sobre la eugenesia, as como con el pretendido carcter cientfico de la parapsicologa, de las especulaciones de Velikovsky y de la astrologa (vase la seccin 2). Una cosa es la imparcialidad, y otra la despreocupacin por la verdad.

    La simetra con respecto a las explicaciones es obviamente errnea en una perspectiva externalista y relativista, la cual requiere que los intereses creados disfracen la realidad, conduciendo ms frecuentemente a errores que a verdades. Tambin est equivocada dentro de la perspectiva clsica, particularmente cuando se la apareja con el requisito de la causalidad, con lo cual resulta o bien imposible, o bien ftil distinguir entre las "causas" de la creencia verdadera y las de la creencia falsa. En uno y otro caso, la sociologa de la ciencia vendra a constituir un mero ejercicio acadmico en vez de uno de los tres medios a nuestro alcance para entender la ciencia y fomentar su progreso.

    La reflexividad es un requisito honrado pero suicida. Si se observa el "programa fuerte" a la luz de sus propias tesis, debe ser interpretado como una respuesta a alguna clase de intereses no cientficos, y por tanto no ms fidedigna que una ideologa. Pero de todos modos no parece que este principio haya sido aplicado.

    Empero, este programa presenta otro problema aun ms importante, a saber, que su mismo primer principio (la causalidad) es una peticin de principios, en cuanto a determinar si en realidad las ideas cientficas son causadas por circunstancias sociales. No sera cosa de dejar esta cuestin librada a una investigacin sin prejuicios, o se incurre acaso en ingenuidad al exigir que la nueva sociologa de la ciencia se atenga al ethos cientfico esbozado por Merton? Qu pasara si un psiclogo de la ciencia demostrara que un estmulo social dado evoca la idea a en la persona A, la idea b en la persona B, y as sucesivamente hasta la persona N, mientras que no evoca idea alguna en las dems personas que integran su grupo experimental? (Despus de todo, esto es lo que nos induce a esperar la llamada Ley Cero de la psicologa experimental, hasta en el caso de las ratas.) Y qu sucedera si un antroplogo de la ciencia, especializado en observar a los investigadores durante sus tareas cotidianas (y entendiendo lo que hacen sus sujetos de observacin), llegara a demostrar que stos unas veces son beneficiados y otras se ven estorbados por sus intercambios con colaboradores y colegas, pero que en cambio toman conciencia de muchos de sus problemas y conciben gran parte de sus ideas y de sus planes cuando trabajan por s solos y en circunstancias inusitadas, como en la proverbial playa de Ro de Janeiro?

    Un idelogo o un poltico tratan de demostrar que hay tal o cual situacin, mientras que un hombre de ciencia investiga si en efecto la hay, y procura ser objetivo, aunque por alguna razn o sinrazn pueda desear que tal cosa ocurra (o que no ocurra). Un programa ideolgico es una profesin de fe y un plan para reforzar y propagar la fe. Un programa cientfico es un proyecto de investigacin a partir de ciertos problemas, y no de principios, con excepcin de los principios filosficos generales subyacentes en toda pesquisa cientfica -por ejemplo, que el mundo exterior es real, legal y cognoscible-.

    En vista de todas estas consideraciones, es sumamente dudoso que el "programa fuerte" en sociologa de la ciencia sea ms cientfico que ideolgico. No obstante, como se ver en breve, hay algo peor todava: otras tendencias de la nueva sociologa de la

  • ciencia se alejan aun ms de la ciencia autntica al rechazar el realismo gnoseolgico. Pero antes de examinarlas debemos inspeccionar ms de cerca el externalismo y la forma en que la nueva sociologa de la ciencia aborda el problema denominado "de micro y macro".

    5. EL EXTERNALISMO

    La tesis externalista en sociologa de la ciencia es que el marco de referencia determina el contenido, a incluso que no hay diferencia entre uno y otro: que las ideas, los procedimientos y las acciones de cada hombre de ciencia son determinados por su mbito social, pudiendo llegarse al punto de afirmar que el mismo los "constituye". Como las expresiones "marco de referencia social", "determina" y "constituye" son vagas de por s, la tesis externalista puede ser interpretada de diversas formas. En rigor, es dado distinguir al respecto las siguientes versiones:

    Externalismo moderado o dbil: el conocimiento es socialmente condicionado

    M1 (Local). La comunidad cientfica influencia el trabajo de sus integrantes.

    M2 (Global). La sociedad, en trminos generales, influencia el trabajo de sus miembros.

    Externalismo radical o fuerte: el conocimiento es social

    RI (Local). La comunidad cientfica emana o construye ideas cientficas, todas las cuales tienen, en ltima instancia, contenido social.

    R2 (Global). La sociedad, en trminos generales, emana o construye ideas cientficas, por lo tanto, no hay distinciones de interior-exterior, marco de referencia-contenido, discurso-praxis.

    La tesis moderada local M1 presupone que la comunidad cientfica se autorregula; que establece su propio plan de accin y tramita sus propios asuntos. Esta tesis es tan templada que apenas puede distinguirse de la tesis internalista. La diferencia -entre las tesis M1 y M2 es que, a diferencia del internalismo radical inherente en la historia tradicional de la ciencia, que es individualista, el externalismo moderado global (M2) postula que los hombres de ciencia, a ttulo individual, no actan por su propia cuenta, sino como miembros de sus respectivas comunidades cientficas, respetando las normas y las reglas imperantes en dichos sistemas, esperando que sus pares les otorguen reconocimiento y distinciones, y siguiendo, en la mayora de los casos, a las modas contemporneas en el medio cientfico. En general, los socilogos de la ciencia vinculados con la escuela de Merton (seccin 3) se han pronunciado por el externalismo moderado local, perfectamente compatible con la tesis internalista segn la cual la investigacin cientfica tiene sus propias normas y reglas y es impulsada principalmente por la curiosidad, como enseaba Aristteles. Adems, es el complemento necesario del internalismo (vase Agassi 1981; Bunge 1983, cap. 3).

  • Algunos socilogos de la ciencia de nuevo estilo afirman que Thomas S. Kuhn es un externalista radical, llegando hasta a clasificarlo como socilogo de la ciencia externalista y padre de la nueva sociologa de la ciencia (vase, por ejemplo, Barnes 1982; Collins 1981). Pero, en realidad, Kuhn es un historiador externalista global moderado, mucho ms interesado en las ideas que en las circunstancias sociales de stas. Lo cierto es que no aborda en absoluto los detalles al estudiar la estructura social y que se refiere a las comunidades cientficas tan slo como entidades que consagran o descartan ideas cientficas. Adems, nunca ha estudiado ninguna comunidad cientfica en particular y, como destaca Mendelson (1977, 7), nunca lleg a plantearse siquiera el problema de las posibles relaciones entre el conocimiento y las estructuras institucionales o las estructuras y procesos sociales ms amplios.

    Entonces, por qu se ha saludado ocasionalmente a Kuhn como fundador de la nueva sociologa de la ciencia? Pues por distintas razones, a saber: porque es relativista y convencionalista; porque se inclina a favorecer el irracionalismo con preferencia ya sea al empirismo o al racionalismo, y porque rechaza la idea de que la lgica y el mtodo sean ms fuertes que la intuicin, la analoga, la metfora, la convencin social, o la moda.

    Lo que he llamado la tesis moderada externalista global va mucho ms all: segn ella, la ciencia est sujeta al dominio social externo ms bien que a la regulacin interna ejercida por la comunidad cientfica. sta es una concepcin neomarxista; en realidad, Marx y Engels haban sido a veces bastante ms radicales (vase la seccin 1). Segn la misma, la ciencia es una fuerza productiva y, por lo tanto, una parte de la infraestructura econmica de la sociedad. Ms precisamente, de acuerdo con esta escuela, todo problema cientfico es un problema de produccin o de intercambio,* y la ciencia en general, por su parte, slo es un instrumento para resolver problemas econmicos; en tanto que la investigacin cientfica es orientada por la ideologa dominante, que expresa los intereses materiales de la clase hegemnica.

    La obra modelo de esta escuela es el famoso ensayo de Hessen ([1931] 1971), intitulado "Las races econmicas y sociales de los Principia de Newton" ("The Social and Economic Roots o Newton's Principia"), al cual se ha aludido en la segunda seccin. Hessen formul la siguiente pregunta: Dnde ha de buscarse la fuente de genio creador de Newton? Qu fue lo que determin el contenido y la orientacin de sus actividades? (pg. 151). A su entender, dicha fuente haba de encontrarse, no en el cerebro de Newton, impregnado por la cultura de su poca, sino en el capitalismo, la navegacin y la guerra contemporneos, que planteaban por igual problemas mecnicos. Estos problemas tcnicos, relativos a las mquinas, la minera, el transporte, la artillera y otros anlogos, vendran a constituir el "ncleo terrenal" de los Principia de Newton (pg. 171). Hasta la pasin de ste por la alquimia, en los ltimos aos de su vida, sera resultado de su inters por la industria, particularmente por la metalurgia (pgs. 172 y ss.). Sin embargo, Hessen no es del todo un determinista econmico, pues reconoce la influencia de la ideologa (en particular, de la religin), aunque, lo mismo que Marx, slo en carcter de elemento deformante (pgs. 82 y ss.).

    Ahora bien, por ms que Hessen fuera externalista, era moderado en comparacin con los externalistas la mode, porque despus de todo reconoci que la investigacin cientfica es una actividad intelectual, ejercida por personas individuales. Sostuvo que la

  • ciencia tiene insumos y productos econmicos (y secundariamente, tambin ideolgicos), pero no que sea en s social o que "emane" de grupos sociales. En consecuencia, no habra aceptado ninguna de las tesis externalistas radicales que examinaremos a continuacin.

    El externalismo radical es aquella tesis segn la cual todo conocimiento es social, tanto en su contenido como en su origen. En otras palabras, dime en qu clase de sociedad vives y te dir lo que piensas. Esta concepcin se parece bastante a una generalizacin de la notoria tesis de Feuerbach-Durkheim segn la cual todas las religiones son transcripciones simblicas de estructuras sociales reales -la cual fue confirmada por una serie de estudios (por ejemplo, Frankfort y otros [1946] 1949)-. Si eso mismo pudiera afirmarse de la ciencia, podramos conocer a una sociedad con slo haber conocido sus teoras cientficas, as como Durkheim (1972) pretenda que "es mediante la religin como podemos averiguar la estructura de una sociedad" (pg. 189).

    Pero, desde luego, nadie ha descubierto jams nada acerca de la estructura social estudiando, pongamos por caso, las ecuaciones de Maxwell o la forma en que se miden las intensidades del campo electromagntico. Ello sucede porque la ciencia natural no est constituida a imagen y semejanza de la sociedad ni con el objeto de reforzar el orden social; su objetivo es investigar y representarse la naturaleza (para verificarlo, basta con remitirse a la bibliografa cientfica en su conjunto).

    Hemos dicho anteriormente que el externalismo radical se da en dos formas: la local y la global. La tesis externalista radical local R1 sostiene que toda ciencia, y todo objeto de las ciencias, son creados literalmente por la respectiva comunidad cientfica. Esta tesis fue expuesta, en su forma clsica, por Ludwik Fleck ( [1935] 1979) en Genesis and Development of a Scientific Fact, oscuro libro rescatado del olvido por Thomas Kuhn. Al parecer, Fleck, bacterilogo competente, fue el primero que investig la sociognesis del pensamiento mdico. El tema de la obra en cuestin es la historia de las concepciones mdicas y populares acerca de la sfilis, enfermedad a la cual califica de "hecho cientfico" (en Bunge 1981 figura una resea sobre el particular).

    Fleck era un constructivista, y como tal negaba que la ciencia estudiara cosas dotadas de existencia independiente. En particular, sostena que "la sfilis, como tal, no existe". Examinaremos este aspecto de su obra en las secciones 7 y 8. Lo que aqu nos interesa es su tesis de que todo "hecho cientfico" es producto de una "colectividad de pensamiento", o comunidad de personas unidas por un "estilo de pensar". Rechaza la idea de que una persona pueda pensar y cita, aprobndola, la afirmacin de Ludwig Gumplowicz segn la cual "lo que en realidad piensa dentro de una persona no es el individuo mismo, sino su comunidad social" (pgs. 46-47). De ello se desprende que todo "hecho cientfico" (descubrimiento o invencin) vendra a ser un hecho social. Adems, lo mismo podra sostenerse a la inversa. Segn Fleck, no existira mundo exterior alguno. "Exterior" vendra a ser lo mismo que "interior". A su vez, "la realidad objetiva puede resolverse en secuencias histricas de ideas pertenecientes a la colectividad" (pg. 41). Esta forma colectivista del subjetivismo, presagiada por el Husserl de los ltimos aos ([1931], 1960), ha sido adoptada por una cantidad de socilogos (por ejemplo, Berger y Luckmann 1966), en particular de socilogos de la ciencia (por ejemplo, Latour y Woolgar 1979). Pero dnde estn las pruebas de su veracidad? Aplazaremos la respuesta hasta la seccin 7.

  • Producto ms reciente de esta misma escuela de pensamiento, citado a menudo como una proeza de la nueva sociologa de la ciencia, es el largo ensayo de Paul Forman (1971), "Weimar Culture, Causality and Quantum Theory, 1918-1927: Adaptation by German Physicists and Mathematicians to a Hostile Intellectual Environment" ("La cultura de Weimar, la causalidad y la teora cuntica, 1918-1927: Adaptacin de los fsicos y matemticos a un ambiente intelectual hostil"). El ttulo lo dice todo: los inventores de la mecnica cuntica no superaron la ideologa antiintelectualista que haca estragos en la Alemania de posguerra; al contrario, se adaptaron a ella. En particular, "la tendencia a prescindir de la causalidad en fsica, que surgi tan repentinamente y floreci de manera tan lujuriante en Alemania despus de 1918, fue ante todo un esfuerzo de los fsicos alemanes por adaptar el contenido de su ciencia a los valores de su medio ambiente intelectual" (pg. 7).

    Este trabajo de Forman, tan citado, presento unos cuantos defectos fatales. En primer lugar, es cierto que la filosofa predominante en Alemania durante la gestacin de la teora de lo quanta era anticientfica, vitalista a irracionalista. Basta para ello con recordar la filosofa de Husserl en su ltima poca, y la de su discpulo Heidegger (dicho sea de paso, uno y otro son hroes de la nueva sociologa de la ciencia). Pero sta no era, en modo alguno, la filosofa aceptada entre los fsicos. stos eran en su inmensa mayora positivistas, y por lo tanto, procientficos. Hasta Pasqual Jordan lo era, pese a tratarse de un nazi militante. (Hubo, desde luego, algunas excepciones: Einstein y Planck eran realistas, y Bohr no se convirti al positivismo hasta 1935 aproximadamente). Tanto es as, que la interpretacin ortodoxa, o de Copenhague, de la formulacin de la mecnica cuntica, que prevaleci desde 1935 hasta hace poco tiempo, es universalmente tenida por positivista. Es posible, eso s, demostrar que esta interpretacin es incompatible con la formulacin matemtica de la teora y que puede ser ventajosamente sustituida por una interpretacin estrictamente realista (Bunge 1967, 1973, 1985a). Y por otra parte, cuando se origin la mecnica cuntica, el positivismo era una filosofa ilustrada, no oscurantista como la fenomenologa, el existencialismo o el hegelismo.

    En segundo lugar, al centrar la atencin sobre Alemania, Forman olvida que la teora de los quanta fue elaborada no slo por los alemanes Heisenberg, Born y Jordan, sino tambin por el dans Bohr, el austraco Schrdinger, el francs de Broglie, el ingls Dirac, y el ciudadano del mundo Einstein. Despus de todo, el lugar adonde acudan en peregrinacin fsicos cunticos de aquella poca, y que recibi el nombre "Meca de la teora de los quanta" fue Copenhague, no Gotinga, Berln, Leipzig ni Munich. (Varios de los peregrinos, entre ellos mi maestro Guido Beck, hasta llegaron a casarse con dinamarquesas.)

    En tercer lugar, la mecnica cuntica fue inventada no como un "esfuerzo para adaptarse al ambiente intelectual", como pretende Forman, sino para resolver problemas de larga data que haban venido intrigando a los fsicos desde casi veinte aos antes del nacimiento de la repblica de Weimar. Cmo podra alguien haber inventado la mecnica de matrices, la mecnica ondulatoria, o la electrodinmica cuntica, tan slo para dar gusto a unos cuantos filsofos oscurantistas? Lo cierto es que el positivismo -y no laLebensphilosophie que se estaba popularizando y, favorecida por Husserl y Heidegger, entre otros, sugiri la interpretacin (operacionalista) de la mecnica cuntica a la que acabamos de referirnos. Tambin es verdad que Bohr

  • padeci inicialmente la influencia de sus compatriotas Kierkegaard y Hffding, al concebir su oscuro "principio" de la complementariedad -pero en, realidad no se trata de un principio, pues no tiene ninguna implicacin y de todos modos no desempe papel alguno en los clculos-.

    En cuarto y ltimo lugar, qu hay de oscurantista en la hiptesis de que el azar se entrelaza con la causalidad, en vez de reducirse meramente a nuestra ignorancia de sta? Por qu habramos de desconfiar del azar? -tan slo por la confusin vulgar entre causas y razones?-. Y qu tiene de oscurantista el primer intento fructfero de explicar la existencia misma y las principales propiedades de tomos, molculas, fotones, slidos, reacciones nucleares y qumicas, y tantas otras cosas?

    Lo mismo que Fleck antes de l, Forman es un externalista y relativista radical, aunque no un constructivista. Pero ambos han conservado la distincin entre lo interno y lo externo: Fleck con referencia a las comunidades cientficas, y Forman en lo relativo a la intelligentsia en su conjunto, dentro de un pas determinado y en un momento dado. Muy distinto es el caso de los externalistas radicales globales. Para ellos, precisamente porque los laboratorios cientficos son instituciones pblicas abiertas a los profanos (hasta a aquellos antroplogos y socilogos de la ciencia ignorantes de las ciencias naturales), se trata de mbitos sin muros, interpenetrados con la sociedad en general, y cuanto sucede en su interior es de lo ms corriente (Latour, 1983).

    Esto sucede porque en el laboratorio "el contenido se funde con el contexto" (Latour 1987) y no hay distincin entre discurso y praxis (Woolgar 1985). Por el mero hecho de que la investigacin cientfica implica cierto grado de politiquera, y porque se la confunde a veces con la tecnologa, puede llegar a ser concebida como la mxima fuente de poder en la sociedad moderna: "La ciencia es la poltica desarrollada por otros medios" (Latour 1983,168). En esta forma, tambin la distincin entre micro y macro termina por disolverse en el gran magma que la nueva sociologa de la ciencia llama "ciencia" (a lo cual nos referiremos nuevamente en la prxima seccin).

    La tesis externalista radical, para la que todo conocimiento es social, hasta el punto de no poder formularse distincin alguna entre su contenido y su contexto, es falsa por las razones que se enumeran a continuacin. En primer lugar, el hecho de que el contenido sea influido por el contexto no prueba que sean indiferenciables entre s, del mismo modo que el hecho de que un organismo no pueda vivir si se cortan todos sus vnculos con su medio ambiente no refuta la distincin ente organismo y ambiente. (Por otra parte, en general, no puede haber interaccin sino en tres cosas distintas.) Los bilogos especializado en citologa y en el estudio de los organismos, si bien no niegan la existencia ni la importancia del medio ambiente, dedican su principal atencin a los primeros, y no al segundo. En trmino semnticos, los referentes centrales de los enunciados biolgicos son los organismos, mientras que el medio ambiente es su referente perifrico. Anlogamente, para el estudioso serio de la ciencia, sta es el referente central de sus enunciados, y la sociedad, su referente perifrico.

    El externalista radical no establece tal distincin semntica: para l, tanto el centro como la periferia se confunden en una gran papilla dentro de la cual se ahogan las ideas cientficas. Esta fusin es una treta conveniente para eludir cuestiones "tcnicas", como la construccin y verificacin de teoras cientficas; de este modo, el estudioso

  • puede prescindir de los elementos bsicos de la investigacin y dedicarse a sus instrumentos, aspectos exteriores y contingencias diversas. Gracias a ese procedimiento el profano en la materia puede burlarse de los filsofos de la ciencia que ignoran la "ciencia en proceso", y hasta lisonjearse con la ilusin de que puede "explicar totalmente al experto su funcionamiento" (Latour 1987, 15). Qu caso ejemplar de modestia cientfica!

    En la seccin 4 se haba ya mencionado una segunda razn por la cual la tesis externalista radical es falsa, a saber, que cualquier teora razonable de la referencia ha de indicar que los referentes de los enunciados matemticos son objetos matemticos, y los de los enunciados fsicos, objetos fsicos -no hechos sociales-. Cul es el contenido social de una funcin matemtica, cul el de una frmula de reaccin qumica? El externalista no da respuestas precisas a estos interrogantes. La circunstancia de que la creacin de esos constructos exija aprender de otras personas y comunicarse con ellas, y de que algunos de ellos se utilicen en la industria y en el comercio mediante la tecnologa, no transforma dichos constructos en hechos sociales, as como la naturaleza social de la produccin y la venta de una caja de cereal para el desayuno no convierte tampoco en procesos sociales ni el cereal, ni nuestra ingestin y digestin del mismo.

    Para resumir, los externalistas tienen razn; al sostener que los hombres de ciencia no viven en un vaco social. Y que, en consecuencia, la separacin entre las ideas y prcticas cientficas de los hombres de ciencia y de sus circunstancias sociales es puramente analtica, por ms que sea indispensable para entenderlas y evaluarlas en tanto que ideas y prcticas. Pero afirmar que las contingencias sociales constituyen ideas y prcticas cientficas es como sostener que, por vernos en la necesidad de respirar para vivir, estamos completamente determinados por la atmsfera, bien, segn el externalismo radical, que estamos hechos de aire; y en este caso, del aire caliente que, como si se tratara de un globo, infla tal argumentacin. (Otras crticas al externalismo pueden encontrarse en Shils, 1982).

    7. EL CONSTRUCTIVISMO

    En el decenio de 1960 algunos filsofos de la ciencia alegaron que no existe distincin absoluta entre los conceptos provenientes de la observacin y los de ndole terica, pues todos los primeros estn "cargados de teora", en el sentido de que toda observacin es orientada o desorientada por alguna hiptesis, ya sea explcita o tcita.

    Esta aseveracin contiene un elemento de verdad, a saber, que las observaciones cientficas, a diferencia de las ordinarias, son ideadas y efectuadas sobre la base de hiptesis. Pero ello no impide que subsistan diferencias indiscutibles entre los conceptos observacionales, como "azul", y los tericos, como "longitud de onda". El hecho de que unos y otros se vinculen entre s no significa que pertenezcan a la misma categora. Adems, hasta la ciencia experimental de vanguardia utiliza conceptos que se emplean de manera preterica, como los de cosa, lugar, cambio y color.

  • A partir de la tesis relativa a la carga terica de los conceptos empricos no costaba mucho dar un paso ms y proclamar "la abolicin de la distincin entre hechos y teoras" (Barnes, 1983, 21), pero en realidad la cosa no es tan fcil, porque puede admitirse la primera sin aceptar por ello la segunda. O sea, que es dado admitir que la distincin entre observacin y teora no es absoluta, o que es cuestin de grado, conservando sin embargo la distincin entre hecho y teora, por cuanto la primera es de ndole epistemolgica (pues slo concierne al conocimiento) mientras que la segunda es ontolgica (o sea, que concierne a la realidad en su conjunto). En otros trminos, puede afirmarse coherentemente que la observacin cientfica de hechos objetivos (exentos de teora) implica (algunos) conceptos tericos, sin tomar los constructos por cosas, o viceversa.

    Por ejemplo, un fsico, sin pretensiones de hacer filosofa, probablemente admita que los conceptos de electrn contenidos (y elucidados) en las diversas teoras relativas al mismo son de ndole terica, sin dejar de afirmar al mismo tiempo que los electrones existen de por s, ya sea que se teorice o no acerca de ellos. Anlogamente, un socilogo admitir que los conceptos de estratificacin social son tericos, sosteniendo a la vez que las sociedades modernas estn objetivamente estratificadas y que toda teora de la estratificacin social tiende a representar ese rasgo objetivo. En sntesis, mientras que todo el mundo -con excepcin de los empiristas radicales- conviene en que los constructos (o sea, conceptos, hiptesis y teoras) son construidos, slo los subjetivistas pretenden que tambin los hechos son construidos en su totalidad. De ese modo, mientras que el constructivismo gnoseolgico es acertado hasta cierto punto, el constructivismo oratolgico no lo es, porque contradice la evidencia misma.

    En realidad, si hechos y teoras fueran una misma cosa, ningn hecho podra ser utilizado para comprobar una teora, y ninguna teora podra utilizarse para guiar la bsqueda de nuevos hechos. Dado que la verificacin de las teoras y la exploracin guiada por teoras son realidades (y no teoras) cotidianas del quehacer cientfico, salta a la vista que negar la distincin entre hechos y teoras es una actitud contraria a la realidad de los hechos (aunque no sea contraria a la teora subjetivista). Adems, si los hechos y las teoras fueran idnticos, los primeros tendran propiedades tericas (por ejemplo, coherencia y capacidad explicativa) y las teoras tendran propiedades fsicas, qumicas, biolgicas, o sociales (por ejemplo, viscosidad y reactividad qumica). Como esto no sucede, la identidad postulada es un mero sofisma.

    Sin embargo, este sofisma y el relativismo epistemolgico que lo acompaa son caractersticos del "programa fuerte". Sus partidarios pretenden que la realidad es un constructo humano, y que todos los constructos tienen contenido social. En particular, la frase "la construccin social de los hechos cientficos" ha llegado a convertirse en lugar comn dentro de la nueva sociologa de la ciencia, particularmente desde que fuera adoptada como subttulo de la primera edicin de la obra de Latour y Woolgar, Laboratory Life (1979).

    All donde los constructivistas aluden a la construccin social de los hechos cientficos, la mayora de los investigadores, los filsofos realistas y los socilogos de la ciencia se referiran al proceso de acciones recprocas entre hombres de ciencia (ya sea en forma personal o por intermedio de escritos y publicaciones) que comienza con una observacin, una conjetura o un comentario crtico, y termina con una o ms

  • proposiciones que son generalmente aceptadas (como suficientemente exactas ), al menos por el momento, habiendo superado todas las pruebas requeridas. De este modo, cuando Latour y Woolgar (1986) afirman que el "FLT (factor liberador de la tiotropina) es por entero una construccin social" (pg. 152), un no-constructivista dira que la composicin molecular y la funcin biolgica del FLT fueron descubiertas por hombres de ciencia que trabajaron en dos equipos de investigacin rivales (los cuales, sin embargo, se desempearon frecuentemente en colaboracin) durante un perodo de diez aos aproximadamente.

    Pero en los textos de los constructivistas hay algo ms que un empleo descuidado de trminos como hecho y construccin. Hay tambin un descuido intencional del aspecto "tcnico" del proceso de investigacin, o sea, de los problemas, hiptesis, argumentos, diseos experimentales, y mediciones que acompaan los intercambios de opiniones, planes, y comprobaciones entre los miembros del equipo o equipos de investigacin, sin los cuales dichos intercambios seran por completo ininteligibles. Hay ms: se llega hasta a rehusar explcitamente el empleo de trminos metodolgicos como hiptesis, prueba y otros por el estilo, quizs por tratarse de los estigmas que caracterizan a los internalistas (vase, por ejemplo, Latour y Woolgar 1986,153).

    Semejante desdn por los significados y valores de verdad de las "inscripciones" producidas en los laboratorios no es accidental, sino producto de una opcin deliberada: la de estudiar a la tribu de los hombres de ciencia como si se tratara de un sistema social ordinario, a la manera de una tribu de cazadores y recolectores, o del vecindario de una aldea de pescadores. En el caso de un sistema social ordinario, hasta un viajero, o un periodista inquisitivo, pueden adquirir conocimientos mediante una observacin espontnea, gracias a lo que ya saben acerca de las actividades humanas bsicas en distintas culturas. Pero un estudio en profundidad slo se emprende si el observador desea entender la organizacin poltica, la mitologa, o las ceremonias del grupo

    Ahora bien, un equipo de investigaciones cientficas es radicalmente distinto de una tribu primitiva. No porque sus operaciones sean misteriosas, sino porque tiene una funcin extremadamente especializada: la de producir conocimientos cientficos mediante procesos que, a diferencia de la recoleccin, la caza o la pesca, no son mayormente visibles. El lego que visita un laboratorio slo puede observar, en el comportamiento de quienes all trabajan, manifestaciones externas de aquellos procesos mentales que se desarrollan en los cerebros de los investigadores y de sus asistentes. Para el profano, los problemas que motivan a impulsan las actividades de investigacin son aun menos inteligibles que los resultados de stas. En vista de ello, slo puede aspirar a una visin superficial, como la del psiclogo del comportamiento que se limita a describir la conducta ostensible del sujeto.

    A pesar de esta obvia limitacin, Latour y Woolgar (1986) sostienen que "la observacin de la prctica real del laboratorio" proporciona resultados "que se prestan particularmente pare un anlisis de los detalles ntimos de la actividad cientfica" (pg. 153). No explican cmo un intruso, que no entiende siquiera el idioma de la "tribu" cuya vide diaria "comparte" (por alojarse en las mismas habitaciones), puede tener acceso a tales detalles ntimos, que por otra parte estn ocultos dentro de los crneos de los

  • sujetos estudiados. Y tampoco explican cmo meros intercambios orales y "negociaciones" pueden "crear o destruir hechos".

    Dichos antroplogos de la ciencia, no slo no piden disculpas por inmiscuirse en un grupo de investigacin ocupado en un proyecto que ellos no pueden entender, sino que consideran tal ignorancia como un mrito:

    "Consideramos que la aparente superioridad de los miembros de nuestro [sic] laboratorio en cuestiones tcnicas es insignificante, en el sentido de que no estimamos que un conocimiento previo... constituya un requisito necesario pare entender la labor del hombre de ciencia. Esto es anlogo a la negativa del antroplogo a inclinarse ante los conocimientos de un hechicero primitivo" (Latour y Woolgar 1986, 29).

    En vista de ello, no es de extraar que estos observadores mal equipados saquen en conclusin que los hombres de ciencia no incurren en proceso mental peculiar alguno, que la actividad cientfica es "simplemente un anfiteatro social" y el laboratorio, tan slo un "sistema de inscripciones literarias". Pero, cmo pueden saberlo si no entienden los propsitos del quehacer a que se dedican los hombres de ciencia? Dada su intencional confusin entre hechos y proposiciones, cmo pueden saber cundo "una declaracin se fracciona en una entidad y una afirmacin sobre una entidad" -o cundo time lugar el proceso inverso, durante el cual la realidad es "deconstruida"-, o en lenguaje ordinario, una hiptesis es refutada? Basndose en tales confusiones elementales y valindose de elementos tornados de filosofas anticientficas, concluyen que la "externalidad [o sea, el mundo exterior] es consecuencia del trabajo cientfico, y no causa del mismo" (Latour y Woolgar 1986,182, itlicas del original).

    Podra creerse acaso que Latour y Woolgar !1986) no son subjetivistas, sino sencillamente autores poco versados en filosofa que utilizan equivocadamente la palabra hecho para designar una proposicin que se estima verdadera sin lugar a reservas, como por ejemplo "la Tierra es un planeta". Lo cierto es que, segn sus propias expresiones, "un hecho es nada ms que una proposicin sin modalidad [o sea, sin indicacin de que sea concebida como una hiptesis, o de que haya sido confirmada] y sin rastros de identificacin de autor" (pg. 82). De modo que, segn podra creerse, se trata en este caso de una confusin, por falta de pericia filosfica, comparable a la identificacin vulgar de la ecologa con el medio ambiente, de la meteorologa con el estado del tiempo, de la sociologa con la sociedad, de la ontologa con la clase de referencia, y de la metodologa con el mtodo. Pero como en las pginas 174 y siguientes lanzan todo un ataque en regla contra el realismo, es preciso tomar en serio su subjetivismo.

    Latour y Woolgar (1979) no dejan dudas al respecto cuando afirman que "la realidad es la consecuencia y no la causa de esta construccin", de modo que "la actividad del hombre de ciencia est dirigida, no hacia la realidad, sino hacia estas operaciones sobre proposiciones" (pg. 237). Esta afirmacin sera vlida no slo para el mundo social, sino tambin para el natural: "La naturaleza es un concepto utilizable slo como subproducto de una actividad agonstica [sea sta lo que fuere]" (pg. 237).

  • Otros miembros de la escuela opinan lo mismo. En particular, Collins (1981) sostiene que "el mundo natural time un papel reducido o inexistente en la construccin del conocimiento cientfico" (pg. 3). Precisamente porque los laboratorios estn repletos de artefactos, tanto vivientes como inanimados, Knorr-Cetina (1983) pretende que "en ningn lugar del laboratorio encontramos la naturaleza' o realidad' que es tan decisiva para la interpretacin de la investigacin por parte de los descriptivistas" (pg. 119).

    Para resumir, segn el constructivismo, la realidad no es independiente del sujeto investigador, sino producto de ste: la investigacin cientfica es "el proceso de segregar una corriente interminable de entidades y relaciones que constituyen el mundo (Knorr-Cetina 1983,135). Feyerabend (1990), uno de los principales mentores filosficos de la nueva sociologa de la ciencia, afirma lo siguiente: "Las entidades cientficas (y en definitiva, todas las entidades) son proyecciones y por lo tanto estn estrechamente vinculadas con la teora, la ideologa y la cultura que las proyectan" (pg. 147, itlicas del original). Lamentablemente, no explica cmo puede haber proyeccin sin una pantalla -en este caso, un mundo exterior autnomo-.

    La nueva sociologa de la ciencia ha reemplazado el concepto de descubrimiento por el de construccin social. Segn ste, Cristbal Coln y el capitn Cook, Michael Faraday y Ramn y Cajal, y todos aquellos que creyeron haber hecho descubrimientos, eran presa de ilusiones; en realidad, slo participaban en ciertas construcciones sociales. Segn las afirmaciones de Garfinkel, Lynch y Livingston (1981), hasta los cuerpos celestes son "objetos culturales". Ms an, todo objeto es "un icono de temporalidad de laboratorio" [sea cual fuere el significado de esta frase] (Lynch, Livingston, y Garfinkel 1983). Adems, lo que vale para el mobiliario del mundo es, para estos autores, vlido para el mundo entero. La vieja frmula de Schopenhauer, "el mundo es mi representacin", se convierte ahora en "el mundo es nuestra construccin".

    El constructivismo no es un invento de la nueva sociologa de la ciencia, sino que es inherente al idealismo. Y as lo comprenden algunos exponentes de la misma. Por ejemplo, Collins (1981) reconoce que esta tendencia ha sufrido la influencia de filosofas idealistas como la fenomenologa, el estructuralismo, el postestructuralismo, el desconstruccionismo, y el glosocentrismo del segundo Wittgenstein y de la escuela francesa de semitica general. Y Woolgar (1986) explica que el anlisis del discurso que l, Latour, Knorr-Cetina y otros practican tiene su deuda con el postestructuralismo (y en particular con Foucault) que "es compatible con la posicin del ala idealista de la etnometodologa, segn la cual no hay realidad independiente de las palabras (textos, signos, documentos y dems) que se utilizan para aprehenderla. En otras palabras, la realidad se constituye en el interior del discurso y por intermedio de ste" (pg. 312). El mundo es un enorme libro, y ni siquiera "la praxis puede existir fuera del discurso" (pg. 312).

    Segn la versin textualista (o retrica del idealismo, ser es ser un inscriptor o una inscripcin. Recurdese a Heidegger (1953): "Im Wort, in der Sprache werden und sind erst die Dinge" [Las cosas devienen y llegan a ser en palabras] (pg. 11). De modo que si se desea entender el mundo, lo nico que debe hacerse es leer textos o tratar la accin humana como un discurso y someterla a anlisis hermenutico o semitico. Esto sera vlido en particular para el mundo de la ciencia, que vendra a consistir tan slo

  • en un cmulo de inscripciones (Latour y Woolgar 1979). Qu manera de arreglar las cosas a su gusto!

    Dado que hacer ciencia o metaciencia -o en definitiva cualquier otra cosa- es slo cuestin de palabrero, o un juego lingstico, toda persona que sepa leer y escribir puede participar en el ejercicio. Y es obvia la consecuencia que ello acarrea para las distinciones entre hecho y ficcin, y entre verdad y falsedad: "Las distinciones entre hechos y ficciones vienen de este modo a atenuarse, porque unos y otras son considerados a la vez como productos y fuentes de la accin comunicativa" (Brown 1990, 188). En consecuencia, por qu habra uno de preocuparse por el concepto mismo de la verdad (aparte del consenso) y a mayor abundamiento, por las pruebas empricas de sta?

    La interpretacin textualista (o retrica) es tan conveniente que permite encarar hasta las ideas cientficas ms abstrusas sin otras herramientas que las del anlisis semitico. As es como Latour (1988) ha efectuado un anlisis por el estilo de la teora especial de la relatividad, aunque no se trate de la expuesta en publicacin cientfica alguna, sino en el primero de todos los libros de divulgacin de Einstein, y para ms, en su traduccin al ingls de 1920: Relativity: The Special and the General Theory. Como la exposicin popular de Einstein presenta a un grupo de viajeros que toman trenes, miden el tiempo y envan seales, Latour saca en conclusin que la relatividad especial no se refiere a la electrodinmica de los cuerpos en movimiento (ttulo del trabajo seminal de Einstein publicado en 1905) y ni siquiera al espacio y al tiempo. Latour nos hace saber que lo importante en la relatividad especial son ciertas actividades humanas (pg. 11). Llega hasta el punto de sugerir que Einstein escogi un ttulo errneo: Su libro bien podra haberse titulado Nuevas instrucciones para traer de vuelta a viajeros cientficos de larga distancia (pg. 23). Adems, la obra de Einstein sera similar al plan inicial de la Smithsonian Institutionpara establecer una red nacional de observadores del estado del tiempo, a fin de "construir fenmenos meteorolgicos". Al parecer, los profundos cambios introducidos por la relatividad especial en nuestros conceptos de espacio y tiempo, as como en la relacin entre mecnica y electrodinmica, son invisibles desde el punto de vista del constructivismo.

    No contento con deformar el contenido de la sociologa de la ciencia, Latour se pone luego a reivindicar la vieja interpretacin filosfica errnea de la relatividad especial (y de la mecnica cuntica) como confirmacin del relativismo epistemolgico, forma de subjetivismo segn la cual todos los hechos cientficos son creados por "observadores independientes y activos". De ah el ttulo de su ensayo: "Exposicin relativista del relativismo de Einstein". No lleg a ocurrrsele que para evaluar cualquier afirmacin relativa al papel del observador en una teora cientfica, es necesario axiomatizar la teora, a fin de separar el grano cientfico de la paja filosfica, y analizar la teora con ayuda de alguna teora de referencia, a fin de captar sus referentes genuinos (vase, por ejemplo, Bunge 1967, 1973, 1974, resumen en el apndice).

    Si se hace esta tarea, puede probarse, y no ya simplemente afirmarse, que la relatividad especial y la mecnica cuntica se refieren a objetos fsicos dotados de existencia independiente, y no a "las formas de describir cualquier experiencia posible" (Latour 1988, 25). En particular, al probar que los referentes de la mecnica relativista son cuerpos que interactan a travs de un campo electromagntico (como lo sugiere el

  • ttulo del trabajo precursor de Einstein), se refuta la extraordinaria afirmacin de que la velocidad de la luz y las transformaciones de Lorentz son parte de la actividad normal de construir una sociedad (pg. 25). Las sociedades son construidas por la gente, en su mayor parte sin planos, y su existencia es muy anterior a la aparicin de la ciencia, y finalmente -para bien o para mal- su surgimiento y su desintegracin no tienen relacin alguna con las teoras de la relatividad.

    Paradjicamente, pese a su antirrealismo, los partidarios de la nueva sociologa de la ciencia pretenden que slo sus propios "estudios empricos" ofrecen una versin adecuada (realista, verdadera) de la investigacin cientfica. Woolgar (1986) advirti esta paradoja, pero esto no parece haberlo perturbado. Despus de todo, slo los estudiosos de la ciencia anticuados se preocupan de la lgica.

    13. CONCLUSIN

    Hay dos posibles variedades de crtica de la sociologa del conocimiento, y en particular, de la sociologa de la ciencia, a saber, la destructiva y la constructiva. La primera, patrocinada por la mayora de los estudiosos clsicos de la ciencia (en particular, Karl R. Popper), niega la posibilidad misma y la utilidad de la sociologa de la ciencia, a insiste en mantener una perspectiva internalista radical. Esta opinin es falsa porque, en realidad, el conocimiento -y en particular, la investigacin cientfica- no puede separarse del cerebro que conoce o de su sociedad: el ser que acta como sujeto de la operacin cognoscitiva est inmerso en un medio ambiente natural y social.

    El externalismo es, por supuesto, una reaccin extrema contra el internalismo. En la mayora de sus aspectos, esta reaccin exagera al mantener la distincin clsica entre lo constitutivo o cognitivo y lo contingente o social, para terminar sosteniendo (sin pruebas) que lo segundo determina lo primero, a incluso que lo cognitivo es lo contingente con distinto envoltorio lingstico, una vez despojado de todas las "modalidades" o referencias a las opiniones y actos del hombre de ciencia (Latour y Woolgar 1979). Esta tesis le ahorra al estudioso de la ciencia de nuevo estilo el trabajo de estudiar las ideas cientficas y los diseos experimentales, de modo que en rigor nunca llega a adquirir un conocimiento ntimo de ningn proyecto de investigacin: en vez de ello, lo que hace es observar la ciencia desde lejos, como si fuera un periodista o un administrador.

    A la inversa, en otro aspecto, la nueva sociologa de la ciencia no va lo bastante lejos cuando se trata de investigar las circunstancias sociales de la investigacin cientfica, pues en la mayora de los casos limita su inters al examen de lo que llama "procedimientos de contabilidad local" (Krohn 1980; Collins 1983), por ejemplo ciertos laboratorios en particular, como si el lugar concreto de que se trata tuviera mayor importancia que los rasgos genricos de la investigacin cientfica y la estructura de la sociedad en general (vase Gieryn 1982). A este respecto, la nueva sociologa de la ciencia implica una regresin, comparada con la sociologa de la ciencia marxista

  • Como resultado de tal perspectiva lugarea (enfocada sobre el lugar fsico), la nueva sociologa de la ciencia no ha llegado siquiera a estudiar cuestiones no locales, y temas de primera importancia, como 1) la deliberada escasez de los fondos dedicados a las investigaciones en materia de ciencias sociales por los gobiernos conservadores de Estados Unidos, y a la investigacin cientfica en general por el gobierno conservador de Gran Bretaa; 2) la actual decadencia del comunismo epistmico, que se concreta en la aversin cada vez mayor, por parte de los hombres de ciencia experimentales, a intercambiar datos, ideas y materiales, a causa de la competencia exacerbada y de las presiones comerciales (Marshall 1990); 3) la creciente frecuencia de reivindicaciones exageradas y el descaro de la publicidad, as como el nmero cada vez mayor de casos de fraude y de plagio, particularmente en las ciencias biomdicas, como resultado de la implacable competencia para conseguir subsidios y empleos; 4) la declinacin del nmero de hombres de ciencia y de estudiantes de ciencias nativos en Estados Unidos y en Gran Bretaa, a raz del filistesmo fomentado por la suma de todos los factores antedichos, ms el predominio de un ambiente antiintelectual; y 5) la prosperidad de las doctrinas y movimientos anti y seudocientficos y el concomitante resurgimiento de filosofas irracionalistas en todos los pases industrializados, tanto del Oeste como del Este.

    Si la nueva sociologa de la ciencia no ha llegado a encarar esos problemas es precisamente porque forma parte de los mismos. Ms an, ha venido criticando lo que llama el "mito de la ciencia". En cambio, son principalmente personas ajenas a la profesin sociolgica, en particular miembros de las redacciones de Science y Nature, y colaboradores de The Skeptical Inquirer, quienes han venido siguiendo de cerca y analizando las mencionadas tendencias. En suma, la nueva sociologa de la ciencia denuncia la poltica y la ideologa all donde no las hay, a saber, en el contenido de la ciencia, tanto formal como factual, mientras que no llega siquiera a advertirlas justamente donde estorban su desarrollo.

    Cmo puede explicarse el surgimiento de la nueva sociologa de la ciencia? Un socilogo de la ciencia podra sentir la tentacin de explicarla como un efecto "perverso" del rpido incremento en la demanda de estudiantes para el grupo de materias denominado "Ciencia, Tecnologa y Sociedad", que acompa el sbito auge de la ciencia y la tecnologa durante el perodo de posguerra a partir de 1945. Hubo de pronto demasiadas oportunidades de empleo, que los posibles candidatos no deseaban perderse, como podra haber ocurrido si se hubiesen ampliado los cursos de estudios cientficos que en pocas anteriores se habran considerado necesarios para convertirse en un serio estudioso de la ciencia. El externalismo proporcion la excusa perfecta para no molestarse en abordar la ciencia como un rgano de conocimiento.

    Pero por qu tuvo que abrirse paso, durante los decenios de 1960 y 1970, una tendencia subjetivista (constructivista) y relativista, que adems no alberga ningn respeto por la ciencia? A mi entender, este acontecimiento, y la paralela reanimacin de las filosofas antirrealistas a irracionalistas, pueden explicarse en trminos externalistas, de la siguiente forma: la nueva sociologa de la ciencia naci juntamente y en accin recproca con las revueltas estudiantiles de Estados Unidos y Europa Occidental, que culminaron en los sucesos de mayo de 1968. Los rebeldes en cuestin no slo lucharon contra la intervencin estadounidense en la guerra de Vietnam (una vez que el

  • Gobierno empez a llamarlos a filas), sino que se alzaron contra el "establecimiento" en general, y, en Europa Occidental, contra la rgida jerarqua universitaria en particular.

    Extraviados por Marcuse, Habermas y otros "tericos crticos", aquellos jvenes, cuyas buenas intenciones no hay razn de poner en duda, interpretaron la ciencia y la tecnologa como ideologa del "establecimiento". En consecuencia, culparon a ambas (pues las confundan entre s) de los pecados de ciertos polticos y dirigentes del mundo de los negocios, principalmente belicismo, degradacin ambiental, explotacin econmica, y hasta opresin poltica.

    Pero como la gente tiene que creer en algo, muchos de aquellos revoltosos abrazaron doctrinas irracionalistas, como el misticismo oriental, el existencialismo, el ocultismo, el escepticismo radical, y, especialmente, el anarquismo epistemolgico, en torno al lema popular de "anything goes" ("todo vale"), acuado a su debido tiempo por el filsofo Paul K. Feyerabend (1975).

    A su vez, la adopcin de estas doctrinas anticientficas alej a muchos jvenes del estudio de la ciencia y la tecnologa y los indujo a abrazar concepciones no cientficas de los estudios sociolgicos, histricos y filosficos de dichas disciplinas. El desastroso estado actual del alfabetismo cientfico y la disminucin del nmero de estudiantes de ciencias y de ingeniera son en parte resultado de la revuelta contra el "mito de la ciencia", pues quienes temen, odian o desprecian la ciencia o la tecnologa no se molestan en estudiarlas (vase Bunge 1989). Otro resultado de la revuelta contra la ciencia es la aparicin de la nueva sociologa de la ciencia, y, en general, la reciente cosecha de estudios sociales constructivistas, relativistas a irracionalistas (vase, como ejemplo representativo, Fiske y Schweder 1986).

    Para recapitular, hasta mediados del decenio de 1960 la ciencia era generalmente caracterizada por un conjunto de rigurosas normas y por un ethos propio. Desde entonces, un nmero creciente de estudiosos de la ciencia han venido proclamando que sta es un mito y, desde luego, en sus propios trabajos se han negado a aplicar esas normas y a observar esa tica. El resultado ha sido una versin totalmente grotesca de la ciencia, que puede dar lugar a las siguientes moralejas:

    Si quieres saber algo de la ciencia, empieza por estudiarla.

    Si ignoras la filosofa, terminars por reinventar alguna mala filosofa.

    Y si todo vale, entonces no vale gran cosa.