extra suma y sigue, carta abierta a los chilenos
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Carta Abierta del Directorio Nacional de ANFUCULTURA al pueblo de chile para que intervenga en la discusión de las políticas públicas en cultura.TRANSCRIPT
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CARTA ABIERTA DEL DIRECTORIO NACIONAL DE LA ASOCIACION DE FUNCIONARIOS DEL CONSEJO DE
LA CULTURA Y LAS ARTES – ANFUCULTURA- A LOS PARTICIPANTES DE LA VII CONVENCIÓN NACIONAL
DE LA CULTURA, A LAS AUTORIDADES DEL PAÍS, A LOS DIRIGENTES POLITICOS Y SOCIALES, A LOS
PARLAMENTARIOS Y A LOS ARTISTAS, GESTORES , ORGANIZACIONES CULTURALES Y A LA
CIUDADANÍA DE NUESTRO PAÍS.
Estimados y estimadas compatriotas,
Nos dirigimos a ustedes, con el propósito de compartir nuestras preocupaciones por la suerte de la
Institucionalidad Cultural y contribuir a abrir un debate amplio y democrático respecto de la
elaboración de las Políticas Públicas en Cultura para este periodo.
La Institucionalidad Cultural cuyo camino de construcción abarcó más de 5 décadas en la vida de
nuestro país y que cristalizó, con la participación de los más diversos actores sociales, en la
promulgación de la Ley 19.891 de 2003, dando vida al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes -
CNCA-, es un patrimonio de los chilenos y las chilenas, cuyo perfeccionamiento y consolidación nos
debe interesar a todos y todas sin distinción.
Tenemos razones para pensar que estos
avances en la vida institucional del país se
encuentran amenazados y que el espíritu de
participación ciudadana en las definiciones de
las Políticas Públicas en Cultura, que consagró la
legislación y que aseguraba la prescindencia de
las políticas culturales de los gobiernos de
turno, está -en los hechos- convirtiéndose en
letra muerta.
Hay señales inequívocas y preocupantes que se
han ido produciendo en los últimos meses,
sobre las que –pensamos- tenemos el deber de
alertar a las y los chilenos, especialmente a los
sectores ligados al mundo del arte y la cultura.
En efecto, anuncios difundidos por el actual
Ministro Presidente del CNCA a través de la
prensa y medidas internas en el servicio,
justifican nuestras aprehensiones.
Hemos sido testigos de una crítica sostenida a la
calidad de “Consejo” de este servicio y la
intención, también declarada a través de la
prensa, de convertirlo en un Ministerio de la
Cultura que reúna en un solo ente a todos los
organismos relacionados con cultura.
Cambios en las definiciones estratégicas para el
otorgamiento de los Fondos Concursables, que
en una palabra el Ministro Presidente ha
definido, a través de la prensa, como
“profesionalizar” los Fondart.
E¡…EXTRA…!
…!
EXTRA…!
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Abandono, a pesar de lo señalado en la prensa,
de la segunda etapa del Centro Gabriela Mistral
a raíz del acuerdo presidencial para favorecer la
construcción del Teatro Teletón, un espacio
privado y con claros fines de lucro,
redestinando los millonarios recursos
asignados. El Ministro, siempre a través de la
prensa, ha dado confusas explicaciones sobre
esta decisión.
Sobre la participación de los Comités
Consultivos nacionales y regionales, el rol de
los directorios no hemos tenido noticia y
tenemos informaciones que dentro de la tabla
para discutir en la VII Convención Nacional de
la Cultura, a celebrarse en Puerto Varas, los
días 20, 21 y 22 de agosto, el punto sobre
Institucionalidad Cultural fue quitado a última
hora.
En esta oportunidad fue drásticamente
reducida la participación de los representantes
de la ciudadanía en la VII Convención Nacional,
que se redujo a sólo 200 participantes.
El Ministro ha politizado abiertamente al CNCA
al declarar a los medios de comunicación, en
reiteradas oportunidades, que él se siente con
la misión de demostrar que la derecha puede
gestionar la cultura. Dicho de otro modo
administrar, la institucionalidad cultural desde
una mirada político-ideológica, dejando de lado
la mirada de Estado y los intereses del conjunto
de la ciudadanía.
Los anuncios de la máxima autoridad del CNCA
sobre sus planes, cuyos titulares se han
difundido a través de la prensa, ciertamente
son debatibles. Pueden ser buenas ideas en la
perspectiva de optimizar lo avanzado, hasta
ahora,
en cuanto a lo que ha sido el funcionamiento de
la Institucionalidad Cultural y las definiciones y
aplicación de las políticas públicas en cultura, sin
embargo, adolecen de un grave defecto para su
legitimidad, aún, no se conocen en profundidad
y lo más importante no han sido puestas en el
debate público para que la ciudadanía y los
afectados se pronuncien.
Esta nueva forma de hacer las cosas está
consagrando la ausencia de participación,
pretendiendo convertir al Ministro Presidente
del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en
una figura autocrática que provisto de cierta
iluminación se siente, cual mesías por sí y ante
sí, llamado a alterar la Institucionalidad Cultural
de acuerdo a su particular diagnóstico de lo que
se debe hacer, sin considerar la opinión ni
menos esperar los consensos necesarios para
que cualquier transformación, más aún en este
campo, surja con la necesaria legitimación y
aprobación de la ciudadanía, especialmente la
artística y cultural.
Todo esto ocurre ante la pasividad de los
agentes culturales, incluidos aquellos que desde
su ubicación en la estructura del CNCA debieran
jugar un papel más activo en la exigencia a las
autoridades de asegurar la participación
ciudadana, en especial en aquellas definiciones
que buscan, para bien o para mal, transmutar lo
existente hasta ahora.
En el plano interno del servicio, hasta la fecha
los funcionarios y funcionarias del CNCA no
conocen, porque no se les ha informado, los
nuevos lineamientos y los cambios
programáticos en marcha. Sabemos por la
prensa los supuestos énfasis que apuntarían al
desarrollo de las industrias culturales y la
proyección internacional de nuestra cultura y
sus productos.
En entrevistas en televisión, el Ministro
Presidente del CNCA ha señalado que tiene un
plan de modernización del CNCA, de aquí al
2014, del que se desconocen sus alcances y
significados.
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Sobre la política de de Recursos Humanos a
implementar sólo sabemos de la aplicación de
decisiones de despidos carentes de toda lógica
que han afectado a funcionarios y funcionarias,
con muchos años de servicio, algunos de ellos
fundadores de la institucionalidad cultural,
que no entran en la categoría de personal de
confianza ni tampoco en la denominación de
operadores políticos.
En estas decisiones no se han respetado los
procedimientos, los años de servicio ni las
calificaciones de las y los afectados, lo que ha
obligado a la Asociación de Funcionarios a
recurrir a los Tribunales de Justicia, por lo que
el Ministro Presidente ha sido citado para
explicar su proceder.
Tampoco se ha respetado la palabra del
Presidente de la República y del propio
Ministro Presidente en cuanto a que se
respetaría a los trabajadores públicos, los que
no serían despedidos por razones políticas,
que se respetaría su dignidad y trayectoria.
Esto ha afectado la credibilidad en autoridades
que debieran dar testimonio de consecuencia
entre lo que dicen y lo que hacen, evitando así
poner en cuestionamiento la fe pública.
En este plano el Ministro Presidente, siempre a
través de la prensa se ha dedicado a
desprestigiar a las los funcionarios del CNCA
acusándolos, en general y sin precisar, de ser
los culpables de las dificultades financieras y
administrativas que arrastra el servicio desde
las administraciones anteriores.
Dificultades que fueron denunciadas en su
oportunidad por ANFUCULTURA, mucho antes
que la nueva administración se hiciera cargo
del servicio, y cuya responsabilidad recae en
las autoridades, jefaturas y personal de
confianza de la administración anterior,
algunos de los cuales fueron mantenidos en
sus cargos, por meses, por el nuevo Ministro
Presidente.
Esta manera de tratar al personal del CNCA,
impuesta por el Ministro Presidente, ha
significado la instalación de un clima de terror al
interior del servicio, esparciendo rumores de
despido, aplicando prácticas de delación,
soplonaje y divisionismo entre las y los
trabajadores.
Asociado a esto se encuentra la medida sin
precedentes, adoptada por la nueva
administración, de encapsular el servicio a través
de la instalación, en el nivel central, de medidas
de seguridad tales como reforzamiento de la
guardia, instalación de porteros electrónicos,
entre otras, que dificultan el acceso de personas
“extrañas” a las inmediaciones del Consejo de la
Cultura. Esto en un servicio que por su
naturaleza debiera estar abierto y accesible
siempre.
El Ministro Presidente se niega
sistemáticamente a recibir a la Asociación de
Funcionarios, que representa a más del 90% de
los y las funcionarias en condiciones de afiliarse
a la organización, no contesta las cartas que se
le envían, cuando es requerido por aquello, da
explicaciones infantiles y carentes de la madurez
que se esperaría de un funcionario de su nivel,
“no los recibo porque estoy molesto con ustedes,
por lo que han declarado de mí en la prensa”,
nos ha dicho.
No estamos en condiciones de seguir tolerando
la falta de consideración y el desprecio de una
persona, por muy respetable que sea, que recién
viene llegando a al servicio público, y que por lo
demás está de paso, no sólo por la dignidad de
todos y cada uno de los afectados, sino que
principalmente porque con esto se están
afectando los intereses del país, al desvalorizar
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por razones políticas e ideológicas un
contingente técnico y profesional de alto valor
para la nación, en materia de aplicación de
políticas culturales desde el Estado.
La sociedad, las organizaciones culturales
tampoco debieran aceptarlo pasivamente.
Como queda demostrado en esta carta, el
Ministro Presidente del CNCA tiene una
marcada obsesión con los medios de
comunicación y su imagen pública, tal es así
que la primera ola de despidos afectó a 7
funcionarios del Departamento de
Comunicaciones, explicándose que se les ponía
en la calle por la falta de sintonía política con la
nueva administración y porque además no se
justificaba esa dotación. Contradictoriamente a
dicha justificación hoy tenemos en ese
departamento a más de 20 nuevos
funcionarios, varios de los cuales sobrepasan
en sus remuneraciones, largamente, a los
exonerados.
Entre los contratados se encuentran asesores
de imagen y expertos en comunicación que se
dedican a monitorear las apariciones del
Ministro en los distintos medios evacuando
informes periódicos de aquello. Se administra
el servicio mirando los efectos mediáticos de
las apariciones en prensa, considerando las
encuestas de opinión, privilegiando la imagen
que se proyecta dejando de lado lo que
realmente se debe hacer.
El Ministro se comunica con los trabajadores y
trabajadoras y con la ciudadanía cultural, a
través de la prensa, dando a conocer lo que
señala como los planes para su gestión y evita
encontrarse en el debate e intercambio de
ideas con los grupos de interés con los que
trabaja el servicio.
Mucho anuncio y declaraciones para “la galería”
pero en la práctica, más allá del cambio de
nombre de algunos programas y las fechas de
postulación a los fondos concursables, se sigue
haciendo, en la práctica, lo mismo que tanto se
ha criticado.
En el plano administrativo, estamos a la espera
de la nominación del quinto Subdirector del
CNCA, en cuatro años, que reemplace al
despedido Nicolás Bär; no se conoce la suerte
del cuestionado Director de la Región de
Coquimbo y se está a la espera del
pronunciamiento de la Contraloría respecto del
cuestionamiento al nombramiento del actual
Jefe de Recursos Humanos. Estas situaciones
afectan seriamente el funcionamiento del
servicio y deben ser conocidas por la ciudadanía.
Más aún cuando tenemos conocimiento de un
instructivo interno en el que se determina dejar
de usar el nombre del servicio, Consejo Nacional
de la Cultura y las Artes, reemplazándolo por la
expresión Consejo de la Cultura, eliminando el
apelativo “…de las Artes”. No sabiendo hasta el
instante los objetivos que hay tras esta medida
que en todo caso de ser cierta y aplicarse,
vulneraría la legalidad al cambiar lo establecido
en la legislación que le puso la denominación al
servicio.
Estimados y estimadas compatriotas,
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la
Institucionalidad Cultural se encuentran
amenazados, quienes trabajamos en él también.
De seguir este estilo de hacer las cosas, es
probable que todo lo avanzado hasta hoy sufra
importantes retrocesos.
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De cumplirse ambas condicionantes estamos abiertos, como organización de las y los trabajadores
del CNCA a revisar y corregir todo lo que haya que mejorar, tenemos la esperanza que el mundo del
Arte y la Cultura y la ciudadanía en general se inmiscuya y solicite, y de ser necesario exija, el
protagonismo que les corresponde en este debate.
Convertir la VII Convención Nacional de la Cultura en un espacio para confrontar las distintas
visiones y encontrar los posibles acuerdos para hacer avanzar más eficientemente las
responsabilidades que al Estado le corresponden en las materias del Arte y la Cultura, es una
posibilidad que debe ser aprovechada para que esta instancia cumpla a cabalidad con su papel.
Como consecuencia de aquello debiera producirse un debate nacional, ampliamente participativo en
el que democráticamente se establezcan los énfasis y los lineamientos de las políticas culturales a
aplicarse en el país, debate que el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes debe propiciar,
estimular y organizar.
Con afecto les saluda,
DIRECTORIO NACIONAL
ASOCIACION NACIONAL DE FUNCIONARIOS Y FUNCIONARIAS
CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES.
VALPARAÍSO, agosto de 2010.-
Pensamos que debe examinarse lo obrado por
las administraciones anteriores, que estas
deben dar la cara y explicar a la ciudadanía el
estado en que dejaron al CNCA, responder por
las deficiencias financieras y administrativas
que han afectado el prestigio del servicio y
atenerse a las consecuencias de sus errores y
actos.
No nos negamos a los cambios que signifiquen
mejorar lo hasta ahora realizado, a condición
que se respeten dos principios fundamentales,
la participación informada, democrática y
efectiva de los distintos actores involucrados y el
respeto a la estabilidad laboral, a la dignidad y a
la trayectoria de los y las trabajadoras del CNCA.