explicación del proceso histórico a través de las identidades

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EXPLICACIÓN DEL PROCESO HISTÓRICO PERUANO I. RETORNO A LOS ANDES Pablo Macera (Cuadernos Peruanos Nº 19 Lima 1988) Desde las primeras sociedades agrícolas andinas hasta la conquista española del siglo XVI, pasaron aproximadamente tres o cuatro mil años, numerosos imperios florecieron y se derrumbaron durante este tiempo. Numerosas culturas refinadísimas hasta la sofisticación, ocuparon diversas partes del gran territorio andino. Pero tres fueron los fundamentales, aquellas que aún hoy día imprimen unidad a los ecuatorianos, bolivianos y peruanos: Chavín, Tiahuanaco y los Incas (1,000 a.c., 800 d.c., 400 d.c. respectivamente). Para aquellas épocas de nada vale hablar de culturas peruanas, ecuatorianas o bolivianas, pues Perú, Ecuador y Bolivia no existían, ya que son creaciones muy recientes de apenas unos 150 años. Sin embargo, por aproximación podríamos decir que por sus probables orígenes geográficos, Chavín fue una cultura “ecuatoriana”, Tiahuanaco una cultura “boliviana” y los incas una cultura “peruana”. ¿Cuánto de estas viejas culturas desapareció cuando llegaron los europeos?, ¿Cuánto subsiste todavía hoy? En los mismos países andinos nadie lo sabe con certeza, el asunto es de materia de encendidas disputas en que intervienen motivaciones políticas más que científicas. Con frecuencia, quienes en esos países sudamericanos presentan opciones políticas conservadoras prefieren verse como si fueran hombres occidentales y cristianos. La cultura andina no es para los conservadores sino un componente menor y subordinado a una matriz colonial de tipo europeo. Una variante más cautelosa de esta posición pre colonial prefiere hablar de una cultura mestiza con el fin de postular una reconciliación entre lo andino y lo europeo, negando el estado de conflicto en que se encuentran. ¿Cuál es el porvenir de la cultura andina? Muchos temen que desaparezca en el curso del proceso de industrialización y modernización que han iniciado los países sudamericanos. Para muchos, industrialización y modernización equivalen a la adopción de los modelos occidentales de cultura, a este peligro se añade la peculiar composición de clases de los países andinos. Una minoría étnica, de blancos y mestizos, domina desde 1

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Explicación Del Proceso Histórico a Través de Las Identidades

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EXPLICACIÓN DEL PROCESO HISTÓRICO PERUANO

I. RETORNO A LOS ANDES

Pablo Macera(Cuadernos Peruanos Nº 19Lima 1988)

Desde las primeras sociedades agrícolas andinas hasta la conquista española del siglo XVI, pasaron aproximadamente tres o cuatro mil años, numerosos imperios florecieron y se derrumbaron durante este tiempo. Numerosas culturas refinadísimas hasta la sofisticación, ocuparon diversas partes del gran territorio andino. Pero tres fueron los fundamentales, aquellas que aún hoy día imprimen unidad a los ecuatorianos, bolivianos y peruanos: Chavín, Tiahuanaco y los Incas (1,000 a.c., 800 d.c., 400 d.c. respectivamente). Para aquellas épocas de nada vale hablar de culturas peruanas, ecuatorianas o bolivianas, pues Perú, Ecuador y Bolivia no existían, ya que son creaciones muy recientes de apenas unos 150 años. Sin embargo, por aproximación podríamos decir que por sus probables orígenes geográficos, Chavín fue una cultura “ecuatoriana”, Tiahuanaco una cultura “boliviana” y los incas una cultura “peruana”.

¿Cuánto de estas viejas culturas desapareció cuando llegaron los europeos?, ¿Cuánto subsiste todavía hoy? En los mismos países andinos nadie lo sabe con certeza, el asunto es de materia de encendidas disputas en que intervienen motivaciones políticas más que científicas. Con frecuencia, quienes en esos países sudamericanos presentan opciones políticas conservadoras prefieren verse como si fueran hombres occidentales y cristianos. La cultura andina no es para los conservadores sino un componente menor y subordinado a una matriz colonial de tipo europeo. Una variante más cautelosa de esta posición pre colonial prefiere hablar de una cultura mestiza con el fin de postular una reconciliación entre lo andino y lo europeo, negando el estado de conflicto en que se encuentran.

¿Cuál es el porvenir de la cultura andina? Muchos temen que desaparezca en el curso del proceso de industrialización y modernización que han iniciado los países sudamericanos. Para muchos, industrialización y modernización equivalen a la adopción de los modelos occidentales de cultura, a este peligro se añade la peculiar composición de clases de los países andinos. Una minoría étnica, de blancos y mestizos, domina desde la ciudad a una gran mayoría de indios y mestizos rurales pobres. La cúspide de esta jerarquía está ocupada por criollos.

II. IDENTIDAD ANDINARodrigo Montoya

(Unicornio Nº 30 Lima - 1990)

Las categorías “identidad” y “andina”, son exteriores de las culturas de 58 grupos étnicos subordinados a la civilización occidental existente en el Perú. Los términos “andino” o “andina” aluden a la cordillera de los andes y son usados en contextos diversos. Existe por ejemplo, el “pacto andino” que desde hace diez años agrupa a los gobiernos del Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia. En un sentido más reducido de esas categorías, son sinónimo de la parte serrana de los países que la cordillera andina es un componente geográfico fundamental e importante. Estos términos no forman parte del lenguaje cotidiano de los grupos étnicos en el Perú. Son partes de una aproximación intelectual para tratar de entender nuestro espacio y sociedad.

Si por identidad se entiende afirmación de lo que se es, aceptación de lo que se es, orgullo de lo que se es, se le puede encontrar en segmentos de algunos grupos étnicos en el Perú, los Aguarunas, los Huambisas y los

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kichuas del alto Napo han ido ganando con sus luchas un espacio para su propio orgullo. El grueso de los otros grupos étnicos – el quechua incluido- tiene una imagen negativa de sí mismo. Colocados frente al grueso de la historia y la sociedad, ellos no se reconocen ni tiene alegría de ser lo que son por que el peso de la dominación de casi cinco siglos ha sido y es aún muy grande. Las derrotas no se recuerdan con orgullo, las victorias sí. Cuentan más los valores dominantes de cambio social impuesto por occidente lamentablemente. El espacio en el que se desarrollan las culturas subordinadas es reducido y corresponde a lo ganado por una constante lucha de resistencia, pero bien sabemos que se gana una guerra si sólo se resiste, porque para ganar es esencial tener la iniciativa y atacar.

No hay en el Perú algo llamado “identidad andina” los quechuas y Aymaras de los andes son culturas que viven y se reproducen por fragmentos en el interior de diversos segmentos locales. El poder colonial español cortó la unidad del Estado Nación Inca y desde entonces no ha sido posible reencontrar esa unidad. Manco Inca, Juan Santo Atahualpa y Túpac Amaru lo intentaron pero no lo lograron. Quedan – en consecuencia – las partes de una vieja unidad que en 1532 era aún débil y precaria. Si no hubiera sido así, sería muy difícil explicar la conquista española.

La “identidad andina” es un buen deseo, una esperanza para quienes quisieran otra historia, una especie de requisito previo para cambiar de cuajo el rumbo de la historia. De lo dicho, no es difícil inferir que no debiéramos confundir los deseos con la realidad.

III. PROYECTO NACIONAL E IDENTIDAD CULTURALAlberto Flores Galindo

(Tarea Nº 21- 1988) Parto de una consideración: la necesidad de enmarcar estos temas dentro del problema mayor de la herencia colonial que pasa sobre este país. El Perú actual es el resultado de una antigua confrontación, un verdadero choque de culturas que sucedió en el siglo XVI y como consecuencia del cual una cultura terminó imponiéndose sobre otra. Esta imposición -con sus secuelas de violencia y marginaciones- se va a prolongar en los siglos que siguen. A veces de manera visiblemente violenta, como por ejemplo en ese espacio permanente de frontera que es la amazonía.

Esta jerarquización de culturas se producirá también en el interior mismo del espacio andino. El orden colonial que se establece en el Perú no se establece en los márgenes o en los puertos de esta sociedad como puede ser el caso de los portugueses en el África, ni tampoco conlleva una clara distinción con los dominados, como puede haber sido el caso de los europeos en la India o en la China, sino que aquí los requerimientos del sistema colonial, la explotación y laboreo en las minas establecidas con el interior mismo de este territorio, entre otros factores obligaron a la convivencia inevitable entre colonos y colonizados y generaron situaciones intermedias como por ejemplo el fenómeno del mestizaje. Entonces el conflicto cultural y la imposición de culturas no produjo una frontera clara, como en ocasiones pudo darse entre el mundo occidental y el espacio amazónico, sino más bien la convivencia bajo el mismo techo, a pesar de los afanes del orden colonial por establecer distinciones nítidas entre lo que el siglo XVI se llamó República de Indios y República de Españoles.

Pero esta convivencia no anula la imposición violenta de una cultura sobre la otra. La persecución de los valores de una cultura. Claro, estos no fueron fenómenos permanentes: hay períodos de tolerancia a las culturas vencidas y otros períodos en los que se agudiza, se intensifica predominan los afanes de imponer y arrasa.

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Por ejemplo el siglo XVII, así como en los campos europeos, la iglesia católica procede a una reconquista de los medios rurales con el auxilio de la compañía de Jesús y del establecimiento del sistema de parroquias, buscando arrasar con las culturas populares europeas. En los campos peruanos pasa algo parecido, con las campañas de extirpación de idolatrías y , entonces, ideas que fueron toleradas a principio de siglo XVI dejan de ser admitidas y comienzan a ser vistas, no como producto de culturas diferentes sino como creaciones del dominio, del mal, que deben desaparecer y ser destruidas. Este fenómeno, de imposición cultural será heredado por el sistema republicano.

Durante este siglo XIX ocurrió un fenómeno que esquemáticamente lo sintetizo de esta manera: un elemento del mundo colonial que era el racismo, pasa a tener un rol gravitante en la organización de la sociedad republicana. La república se fundó a partir de la negación de la idea monárquica que era el principio ordenador de la sociedad colonial; negar esta idea pone entre interrogantes a los estamentos coloniales; además de la república implica la desaparición de la aristocracia colonial. La república se funda en directo enfrentamiento contra Roma, es decir contra el Vaticano y los Papas que han defendido hasta el final al rey de España y los virreyes en el Perú. La iglesia avaló a la monarquía española, considerando prácticamente herejes a los republicanos o a los criollos que luchaban por la independencia. En esas condiciones, la república va adquirir de otros mecanismos, para fundar una dominación en el Perú.

El guano y los grandes productos de exportación, lleva a la emergencia de la moderna clase alta peruana. Ésta plutocracia como decía Basadre, ésta burguesía como dice – por ejemplo Heráclito Bonilla, ésta nueva clase necesitaba otros criterios para fundar su dominación. Asignará un rol fundamental a las distinciones étnicas, a las distinciones raciales. Y entonces vamos a tener que el racismo va a comenzar a jugar un papel cada vez más preponderante en el discurso ideológico sobre la sociedad peruana y además en la vida cotidiana del Perú del siglo XIX y en los inicios del siglo XX. Esto va a generar la situación paradójica de una sociedad que podríamos definirla como una república sin ciudadanos.

Somos una sociedad proclamada como República, pero donde todos los hombres no tienen el mismo valor, unos valen más que otros y con frecuencia estas distinciones tienen que ver con el color de su piel. Este racismo que comienza a cristalizarse en el Perú de mediados del siglo XIX y que uno lo puede ver claramente – por ejemplo – en los pensamientos del Perú, de Sebastián Lorente, uno de los textos antecesores de la moderna sociología peruana, este racismo ya lo encontramos claramente en los inicios del siglo XX, en las páginas de Riva Agüero y de otros autores. Ahora en la sociedad peruana el racismo como un discurso abierto ya no tenía el lugar que tenía – por ejemplo- en las páginas de una revista como variedades a principios de siglo. Pero como una forma de normar el funcionamiento y la vida cotidiana de este país, siguen estando vigentes. Entonces, un proyecto nacional alrededor del problema de la identidad cultural- a mi entender- tendría que afrontar como una de sus primeras tareas, uno de sus primeros desafíos, el problema del racismo en la sociedad peruana. Tras este problema subyacen los patrones autoritarios de funcionamiento de la sociedad y de debilidad de la ciudadanía de este país y herencia colonial.

Vivimos en una sociedad en la que predominan las imposiciones, en la que el consenso juega un papel relativamente secundario y en la que los mecanismos de dominación de carácter coercitivos son muy fuertes. Esto nos lleva evidentemente a cuestionar lo que llamamos democracia. Es por ejemplo la conclusión que yo sacaría de lo que fue la masacre de los penales ejecutado con un sistema de democracia representativa. No concluiría en la necesidad de buscar modos de proteger ese sistema, si no más bien, en la necesidad de cambiar este sistema, cómo transfórmalo radicalmente.

Eliminar este racismo y este autoritarismo de la sociedad peruana podría permitir reencontrar una imagen distinta del país, que creo que es una imagen plural. No se trata de regresar antes del siglo XVI, evidentemente, Hay una historia que se ha producido –mal que bien- una historia que ha llegado hasta el siglo XX y una historia en la que este país se ha ido transformando, a partir de tradiciones culturales muy antiguas se han ido sumando otras que han llegado con la corriente migratoria, con los europeos, son las migraciones

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negras, chinas, japonesas y además del transcurso del tiempo, los espacios andinos y amazónicos se han ido concretando. Todo esto nos conduce a descubrir el rostro profundamente heterogéneo de las culturas en el Perú. Rostro heterogéneo que está tanto en la vertiente occidental que responde a su vez a diversas tradiciones culturales, como en la vertiente andina, que fue siempre una cultura profundamente localista, fuertemente regionalizada.

Un país con estas características no permite pensar en construir un Estado – Nacional, en el sentido que tenía esta palabra en el siglo XIX, es decir buscar una unidad nacional donde las diversas culturas se encuentren y produzcan una cultura con valores comunes, propios y con costumbres integrados entre sí. La imagen Jacobina de la nación. Creo más bien que una sociedad pluricultural, sería la única garantía de que las culturas minoritarias se mantengan, persistan; la única garantía para evitar estas culturas que tradicionalmente han sido dominadas dejen de estar oprimidas, perseguidas, puedan expresarse de manera libre. Con esto lo que estoy proponiendo es negar ese discurso de las clases altas, que reclamaba la unidad sobre la diversidad y que podía como modelo el mestizo y que quería el encuentro y la fusión entre lo andino y lo occidental. Tras este discurso de la unidad, en realidad se encubriría el discurso de la imposición de una cultura sobre otra; la imposición de lo occidental sobre lo andino.

Pero si bien el Perú tiene una matriz fuertemente autoritaria, las clases populares de este país han sido sólo víctimas pasivas de este autoritarismo, sino que han sabido resistir, hacerle frente y han producido un mundo de organizaciones importantes, significativas, en el que podría sustentarse el desarrollo de esta heterogeneidad cultural en el Perú: verdaderos sujetos colectivos. Pero estas organizaciones necesitan expresarse y para que estas organizaciones se expresen, necesitan disponer de medios para comunicarse. En un mundo moderno sin medios de comunicación no hay posibilidad de un desarrollo cultural autónomo y propio.

Esto a mí entender significa plantear una socialización de los medios de comunicación masiva: la prensa, la radio, la televisión. Pero no evidentemente, un modelo que transfiera los medios de un estado, sin un modelo que buscara transferir medios de comunicación, a esas poblaciones organizadas. Expropiar de las manos privadas estos medios de comunicación y transferirlos a la población.

Afrontar los problemas culturales de una sociedad tan profundamente autoritaria y racista como el Perú, significa diseñar las posibilidades para que el poder de la sociedad sea transferida a otras clases sociales. Estos problemas a nosotros nos preocupan, a partir – no de la cultura que domina el Perú- no de las culturas que están dominadas. Y si estas culturas están amenazadas de muerte, por la posición de los nominados, la única forma de solucionar efectivamente este problema pasa por una transferencia radical de poder, de la clase que usufructúa el poder en este país hasta las clases populares. Eso significa hacer – palabras muy obvias – una revolución en este país. Y esto significa a su vez tener que pensar cómo conservar o cómo preservar el actual sistema.

Evidentemente, una revolución no la hacen todos, en ningún lugar del mundo una revolución lo ha hecho toda una sociedad. Lo hacen ciertos sectores, porque están descontentos con otros. Entonces en una revolución hay sectores que se van a ver sacrificados. Pero éste es el requisito indispensable para que la vuelta del año 2000 todavía pueda seguir hablándose en el Perú de culturas amazónicas o de culturas andinas o de culturas negras. Este es el único medio de evitar información autoritaria que podría determinar arrasando con la identidad cultural de este país.

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LA IDENTIDAD NACIONAL

Adaptación: Prof. Edgard Peláez Vinces

La identidad Nacional viene a ser la matríz en la que se encuadran las características socioculturales, económicas, demográficas y otras de un país. Por identidad nacional se entiende a la identificación con lo nuestro, con nuestro territorio, nuestros recursos naturales, arqueológicos, con nuestro idioma, con nuestras gentes. Tiene las principales características:

1 La existencia de una voluntad de identificación y de participación activa y colectiva.2 La existencia de objetivos nacionales que guían los rumbos de los sectores nacionales, educación, transporte,

economía, agricultura, etc. Estos objetivos son delineados por los partidos políticos con participación ciudadana.

3 Rescate y revalorización de nuestras raíces culturales ancestrales o prehispánicas.

La identidad nacional como una creación cultural es por igual psicológica, objetiva, política, histórica. Debe determinar así mismo, una practica determinada.

Si estas características las aplicamos al país, encontraremos que carecemos de identidad nacional. En el marco de esta ausencia, fácil es desarrollar las características estudiadas y otras, ¿cómo hemos llegado a esta situación? La identidad nacional se forja, y es la historia la que forja la identidad, por tanto debemos buscar en nuestra historia las causas de esta carencia de identidad.

Ejemplo:La llegada de los españoles en 1532 truncó nuestro propio desarrollo. En las décadas y siglos

posteriores llegaron a Perú miles de individuos de raza blanca , negra amarilla, chinos, japoneses, italianos, alemanes y otros grupos raciales que han terminado por configurar una heterogeneidad racial y sociocultural. Como diría JOSE MARIA ARGUEDAS, se juntaron “todas las sangres”. Esto sin embargo NO es lo negativo, por lo menos en lo biológico el mestizaje genera individuos resistentes. Lo negativo radica en la DOMINACION que hace su ingreso con los españoles y que a través de la historia la encontramos adoptando formas de colonia, semi-colonia y neo-colonia por parte de España, Inglaterra y Estados Unidos, sucesivamente.

La dominación política, económica, científica, tecnológica y cultural no ha permitido forjarnos nuestra identidad nacional. Todo intento ha sido aplastado y de este modo hemos llegado a tener una sociedad sin identidad nacional. No existe defensa de nuestro territorio, recursos y patrimonios. Nuestros gobiernos carecen de Plan Nacional de Desarrollo, inclusive de planes de Gobierno, y ya estudiamos el rechazo que hacemos hacia lo nuestro.

¿Qué hacer? ese es el reto. El Perú debe encontrar su identidad nacional o cultural. No es tarea fácil, mucho más, si consideramos lo multicultural del país. Hemos visto ensayar planteamientos políticos heterogéneos y otros ortodoxos, sin resultados positivos. El país espera nuestra participación.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

BECERRA, José (1996) Antropología .Ed. BC. Trujillo- Perú.

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SCHAEFER, Richard. (2006). Introducción a la Sociología. Edit. Mc Graw Hill. 6ta. Edic. España.

LA DIVERSIDAD CULTURAL EJE DE LA CULTURA ANDINA

Nuestro país ha mantenido su diversidad cultural como algo bueno deseable. Se fomentan las prácticas étnico – culturales; ha socializado a sus miembros tanto en la cultura dominante (nacional) como en la cultura étnica.

Hablamos el español como el quechua, aymara, puquina, haumpy, huaihuash, kauiki, jaqaru, y los dialectos amazónicos: Piro, Amuesha, Campa, Machiguenga, Huitoto, Bora, Ocaina, Aguaruna, Huambisa, Jibaro, Shipibo, Canibo, Cashibo.

Celebramos el Día de la Independencia el 28 de julio, como lo étnico-religioso Inti Raimi el 24 de junio; celebramos la Navidad como étnico –religioso Mama Pacha; asistimos a la Misa como étnico-religioso (curanderismo); ofrendamos a Dios y al cielo como un Pagapu a la tierra y al Cerro (Apu).

Gustamos de una lúcuma, chirimoya, pacae (guaba), guanábana, granadilla, aguimanto o cereza del inca, ciruela del frayle (cansaboca), maracuyá cocona, anona, como de uvas, sandías, duraznos o pumarrosas. Degustamos nuestra sopa teóloga, pepián de pavo o tallarines con arroz blanco como el cuy, cebiche, Charqui, takachu, juanes, bebemos whisky, cerveza, chicha, masato, aguajina o cocona.

Lloramos con una tonada de yaraví (harawi). Cantamos a la vida y al amor en un pasacalle, huayno, mullisa, huaylash, carnaval, festejo, tondero o marinera; nos enamoramos al son de un vals o bolero, cumbia o merengue, jazz o rock and roll, “chicha” o “tecnocumbia”. Basta que nuestras miradas se encuentren para enamorarnos sin distinción de color, tamaño o formas humanas; como también, para algunos, su vida cotidiana se mueve en base a la ley de “coste-beneficio”. Toda nuestra conducta (individual o social) se haya orientada por los valores y virtudes.

La perspectiva Multicultural reconoce que al interior de las llamadas sociedades nacionales existen y pueden seguir existiendo desarrollos culturales diferentes; vela por el derecho que tiene cada comunidad cultural a escoger sus propios derroteros y porque la diversidad cultural es un signo importante de la riqueza de un país.

Somos entonces un país multicultural. Esta multiculturalidad exige buscar vías para que la gente entienda e interactúen no en base a la similitud si no en el respeto a las diferencias. Hacer hincapié en la interacción de los grupos étnicos y en su contribución al país. Asumir que cada grupo tiene algo que ofrecer y qué aprender de los otros.

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