experiencias evangelizadoras en los andes - vidal abril castelló

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fíí £iBq aomsbBuD Catolicismo y Extir de Ido Dación atrías Siglos XVI - XVIII Charcas Chile México Perú Gabriela Ramos / Henrique Urbano Compiladores centro de estudios regionales andinos "bartolomé de las casas" cusco

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Investigación histórica

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  • f iBq aomsbBuD

    Catolicismo y Extir de Ido

    Dacin atras

    Siglos X V I - XVIII

    Charcas Chile

    Mxico Per

    Gabriela Ramos / Henrique Urbano Compiladores

    centro de estudios regionales andinos "bartolom de las casas" cusco

  • Cuadernos para la Historia de la Evangelizacin

    en Amrica Latina 5

    9

    ,5 fiai-dfiO Derechos Reservados

    Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolom de Las Casas" - Cusco y Gabriela Ramos / Henrique Urbano (Compiladores) Pasaje Pampa de la Alianza 465 Apartado 477 - Cusco, Per Telfs. 236494 - 232544

    Marzo 1993 Foto cartula- Detalle de una pintura del Corpus Chrisli de la serie de Santa Ana (autor annimo). Foto cartula. U^ mue ae p^^^^ ^^^^^ ^ ^ ^^^^ p^^,. p^^^^

    Banco de Crdito del Per. Diagiamacin de cartula: Estudio Carlessi

    Contenido

    Introduccin Idolos, figuras, imgenes . L a representacin como discurso ideolgico. Henrique Urbano

    L a idolatra, smbolo de Amrica en Caldern de la Barca. Csar Garca Alvarez

    Experiencias evangelizadoras en los Andes en el siglo X V I : Quin pag las consecuencias? Vidal Abril Castell

    Idolatras en Charcas (1560-1620): datos sobre su existencia como paso previo para la valoracin del tema de su extirpacin. Josep M. Barnadas

    Indice de la seccin hechiceras e idolatras del Archivo Arzobispal de Lima. Laura Gutirrez Arbul

  • '-a

    Vidal Abril Castell

    Experiencias evangelizadoras en los Andes en el siglo xvi:

    Quin pag las consecuencias?

    Planteamiento

    E l punto central de investigacin y debate del presente estudio es la distancia que se produjo entre proyectos y resultados, entre propsitos y consecuencias efectivas. E s evidente que la evangelizacin andina, si nos atenemos a las mentes que la fueron planificando y programando desde Madrid y Lima, tena que haberse realizado de manera muy distinta a como se realiz de hecho, y tena que haber producido consecuencias muy diferentes de las que acarre histricamente. A qu se debi tan acusada divergencia entre teora y prctica?

    Dividiremos la ponencia en tres partes: a) criterios operativos con que se planific y realiz la evangelizacin andina; b) balance autocrtico colectivo efectuado con ocasin del tercer concilio de Lima; c) consecuencias ticas y polticas que una evangelizacin tan "a la espaola" produjo en las comunidades andinas y en la sociedad hispano-peruana de entonces, especialmente en las personas e instituciones que ms sirvieron a la empresa evangelizadora o m s se sirvieron de ella.

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  • Abril Castell

    Primera parte fr>h,'r\T Experiencias andinas, cien aos de soledad

    1) Desde la atalaya del V Centenario, 1492-1992, la labor civiliza-dora y cristianizadora llevada a cabo por Espaa en el Nuevo Mundo durante el siglo X V I es impresionante. Ta l empresa nos parece tanto ms relevante y trascendente -para bien y para mal- cuanto m s y mejor vamos conociendo los innumerables obstculos y frenos, dudas y contradicciones que hubo que ir superando.

    2) Mi estudio se centra bs icamente en las dificultades de carcter intrnseco: derivadas unas de la ndole teolgico-poltica de la tarea en s misma; dimanantes otras de la condicin histrica y sociolgica de las personas e instituciones llamadas a realizarla o respaldarla tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo.

    3) E n este conjunto, el criticismo lascasiano fue, segn muchos, el malo de la pelcula y el abogado del diablo: jug el desagradable y perma-nente papel de conciencia crtica respecto al proceso en su integridad. Ah mismo, en ese criticismo acuciante y exigente, ven otros muchos la dimen-sin m s prospectiva y progresiva de la tarea conjunta, tanto en el campo teolgico y moral (cristianizacin) como en el humano-social (civilizacin) y jurdico-poltico (estatuto integral del indio).

    4) E l momento histrico del tercer concilio de Lima, 1570-1585, marca un hito importante que trasciende a la propia intrahistoria del virreinato andino. E l formidable equipo multidisciplinario que llev a cabo las tareas conciliares tuvo que actuar en unas condiciones tcticas y criteriolgicas muy concretas. Herencias y experiencias constituan un capital operativo importante, pero estaban sometidas a mlt iples hipote-cas. Endmicas crisis de conciencia ponan permanentemente en situacin de bancarrota xitos parciales y fracasos superables, y cuestionaban de raz la misma filosofa y teologa de la tarea conjunta. Cien aos de soledad, de constante tomo y retorno a los mismos problemas y desafos, llevaron a los conciliares a optar por el pragmatismo y la prudencia. ,

    5) Todas las partidas y apuntes del balance conciliar, todas las calificaciones y descalificaciones de la evaluacin finisecular giran en tomo a un mismo eje central de polarizacin: costos sociales y rentabilidades

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    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    comparadas, precios y fmtos de la evangelizacin y de la civilizacin implantadas en Amrica por Espaa. E s decir, costos y precios que unos y otros tuvimos que pagar realmente; precios y costos que unos y otros tendramos que haber pagado realmente.

    6) Ese fue -para bien y para mal- el reto histrico y teolgico al que^ tuvieron que enfrentarse los conciliares del Lmense I I I y otros mil prota-, gonistas o figurantes de la misma pelcula como L a s Casas, el virrey Toledo,, Poma de Ayala y muchos ms. Contaban con cincuenta aos de experiencia; hispano-andina, 1532-1582, y con otros cuarenta aos de escarmientos en; cabeza ajena y de experimentos colectivos por las Antillas y Centroamricai entre 1492 y 1532. ^

    1) E l lascasismo peruano: | identidad y contenido

    Ideologa y estrategia son dos factores que definen un sistemaf concreto de accin social y lo diferencian de los dems. Son anverso y reverso de la misma realidad, cara y cruz de la misma moneda.

    1) Qu es lo que caracteriza al lascasismo en cuanto a ideologa? L a diferencia especfica reside en dos principios que operan conjuntamente y se intercondicionan recprocamente. Uno es teolgico y moral: el principio evanglico y tomista de libre aceptacin personal de la fe por parte de los. catecmenos. Otro es jurdico y poltico: el principio ilusnaturalista yi constitucional de libre aceptacin comunitaria de nuevas soberanas y nuevas formas de sociedad y de Estado por parte de comunidades y pueblos.

    2) Qu es lo que caracteriza al lascasismo en cuanto a estrategia?? Evangelizacin puramente pacfica, libre y gratuita; renegociacin de nuevos pactos de Estado (constitucionales y reconstituyentes) entre las comunidades autctonas indoamericanas y la corona espaola. Son corre-lativamente la dimensin misional (teolgica y moral) y la dimensin social (jurdica y poltica) de una misma estrategia.

    3) E l mismo L a s Casas fue remodelando su ideologay su estrategia n medida que iba comprendiendo ms y mejor las condiciones reales en que s(! iba realizando la tarea evangelizadora y civilizadora en el Nuevo Mundo, y conociendo m s y mejor el precio real que unos y otros iban pagando por 1(1 implantacin de la fe. ,

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  • Abril Castell

    '^ 4) E n este proceso de autocrtica y de reconversin interna (idelo-^ gica y estratgica) del lascasismo primitivo (1514-1542), llega un momento en que L a s Casas se convence de la improcedencia (teolgica, jurdica, poltica, e incluso simplemente humana) de muchas de las pautas de accin adoptadas hasta entonces. E l salto cualitativo se produce a raz de las controversias de Valladolid (1550-1552): se concreta en lo que en otros momentos he llamado "la revolucin de la 12- rplica". Gira en torno al eje central (teolgico y poltico, a la vez) del propio lascasismo: as como los indios no estn obligados a abrazar la fe cristiana cuando se les predica e inculca mediante violencia institucional generalizada y al precio humano-social globalizado de tener que sacrificar sus bienes, instituciones y dere-chos tradicionales, tampoco estn obligados a someterse a una nueva soberana extraa (corona espaola) que se les imponga como sobreprecio poltico por una evangelizacin que es y tiene que ser pacfica, libre y gratuita.

    5) Nace as el lascasismo cido e inconformista que operar en el Per hasta ms all del tercer concilio de Lima. Se trata, en suma, de la radicalizacin creciente de un proceso de autocrtica colectiva (de Las Casas y de sus continuadores y discpulos) que toma cada vez m s a la letra y en serio los ingredientes especficos del lascasismo en el conjunto de los movimientos criticistas y reformistas hispanoamericanos del siglo X V I .

    6) L a tragedia vital del lascasismo peruano consiste en haber sido heredero universal, albacea y continuador directo del lascasismo ms exigente [tambin del m s autntico y verdadero?] del defensor de los indios. Quiz resida igualmente ah uno de sus mayores timbres de gloria.

    2) Costos sociales y precios polticos: "deuda latina" en el siglo XVI?

    f 1) Las Casas y los lascasistas peruanos del siglo X V I hicieron

    muchas veces balance y prospeccin (auditoras, diramos hoy) de la accin espaola en el Nuevo Mundo. Llegaron siempre a la misma conclusin: a) Los indios no deben nada, porque han pagado (en servicios y en materias primas; en dinero y en especie) todo lo que deban, incluso ms . b) Los europeos (incluida la corona espaola y, en ciertos sentidos, la Iglesia) deben mucho porque no han pagado lo que deban y adems se han cobrado con creces (con altos intereses y rditos) sus esfuerzos e inversiones en el Nuevo Mundo. i

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    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    2) A l trasladar al campo tico-humanista y teolgico-poltico los resultados de la encuesta, Las Casas y los lascasistas peruanos se encon-traron con la siguiente paradoja: 1) A tenor de los haremos de la convivencia nacional e internacional, los indios deberan encontrarse en una situacin' de acreedores y de superioridad jurdica y moral puesto que ellos han cumplido y nada deben, mientras que los europeos no han cumplido y deben mucho. 2) Pero de hecho los indios se encuentran en una situacin de deudores y de inferioridad, prcticamente en todos los terrenos, y adems) se los considera como nicos culpables y responsables de ello. i

    3) Cabra decir que surgi as el primer debate intercontinentalr (con cuatrocientos aos de adelanto respecto a nuestros das) sobre algo muy similar a lo que hoy denominamos "Norte/Sur" y ms concretamente-"deuda latina" o "deuda iberoamericana"? Los paralelismos son claros;( tambin lo son las diferencias. E n todo caso, es evidente que se trataba -y se trata- de cuestiones no slo econmicas. Estaban y siguen estando enjuego costos sociales y precios polticos de muchas clases. Entre ellos, los relativos, a derechos humanos, civiles y polticos: especialmente los que se refieren al; derecho de las personas, de las minor asy de los pueblos respecto a l a propia identidad y desarrollo y a la libre disponibilidad de sus recursos naturales e institucionales...

    3) E l antilascasismo del virrey Toledo: razones y sinrazones

    E n el Per del X V I el debate se polariz entre dos posturas antagnicas: indigenismo autonomista y comunitario; imperialismo) eurocntrico y colonialista. L a s Casas y el virrey Toledo son polo y antipolo | de ambas actitudes. Con el lascasismo peruano naci, agoniz y muri el primer proyecto histrico espaol de teologa de la liberacin Iberoamrica-na. Con la poltica virreinal toledana triunf oficialmente la frmula contraria.

    1) Simplificando l neas, podemos decir que respecto a los indios el lascasismo significaba el mtodo m s puramente evanglico en el orden de los principios teolgicos; el mtodo ms puramente democrtico y comuni-tario en el mbito de los procedimientos jurdicos y polticos; y el mtodo menos gravoso y m s favorable en el campo de las consecuencias y

  • Abril Castell

    concomitancias econmico-polticas. Pero respecto a los espaoles signifi-caba exactamente lo contrario: m x i m a presin teolgica y moral de conciencias; mx imas exigencias jurdicas y polticas; mximos sacrificios de carcter econmico. L a poltica virreinal implicaba para indios y espa-oles consecuencias diametralmente opuestas en todos esos puntos. >

    2) Muchos autores y escuelas e instituciones hispanoamericanas del X V I dudaron de la eficacia de los procedimientos puramente evangli-cos y se creyeron en la obligacin de remodelarlos y reforzarlos por v as colaterales de presin institucional, directa e indirecta. Junto a los proble-mas de eficacia misional estaban los de la autenticidad de las conversiones, los de la perseverancia en la fe por parte de los nefitos y los de la seguridad, incluso fsica, de todos los implicados en la operacin, empezando por los propios misioneros y por los primeros convertidos.

    3) Para reforzar y potenciar la accin evangelizadora, la Espaa del X V I mont un formidable aparato institucional (Sacro Imperio Hispano--americano, con enclaves y extensiones por los cinco continentes). Pero' cuantos ms refuerzos y garant as se arbitraron, tanto m s subieron los costos de la operacin y tanto m s gravosos para los indios resultaron los precios que tuvieron que ir pagando. '

    4) E l paradigma de esta poltica maximalista fue el virrey Toledo durante toda su actuacin en el Per. Por eso choc de un modo tan frontal' (en verdadera guerra de exterminio ideolgico e incluso fsico del lascasismo en sus dominios virreinales) con los defensores de la frmula contraria, que implicaba mnimos de accin institucional por parte espaola y mximo crdito para las instituciones autctonas y para los mtodos puramente' pacficos y evanglicos, i '

    1 Mayor desarrollo y ms amplias referencias bibliogrficas en: 1) Abril C , V., "La bipolarizacin Seplveda-Las Casas y sus consecuencias: la revolucin de la 12* rplica" en la obra colectiva de Ramos, D. y otros, Francisco de Vitoriay la Escuela de Salamanca: la tica en la conquista de Amrica, Corpus Hispanorum de Pace [= CHP] 25, CSIC, Madrid 1984, pgs. 229-288. 2) Abril C , V., "Bartolom de Las Casas, abogado defensor del pueblo indio. Razones y sinrazones de la estrategia indigenista lascasiana" en la obra colectiva de Ramos, D. y otros, Doctrina Cristiana y Catecismo para instruccin de los indios: Introduccin: del genocidio a la promocin del indio, CHP 26-1, CSIC, Madrid, 1986, pgs, 79-116.3) Abril C , V., "Presin de conciencias y nuevas rplicas a Bartolom de Las Casas (El lascasismo como trasfondo tico-humanista yjurdico-poltico del tercer concilio de Lima: Acosta, Francisco de la Cruz y el virrey Toledo)", en la obra colectiva de

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    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    Segunda parte ^mim^>)-M..l^,,;r,.~.^ v Balance y prospeccin: el dictamen del Tercer Concilio de Lima

    Las crisis de conciencia colectiva surgen de un balance del quehacer comn y tienden a una reconversin del mismo. E l balance es retrospectivo y contabiliza costos y logros, medios y fines: en nuestro caso, se refiere al precio y frutos de la evangelizacin. L a reconversin es prospectiva y se atiene a una nueva estrategia: en nuestro caso, la nueva respuesta implica una nueva metodologa misionera.

    1) E l balance lo hace la propia carta conciliar: la insuficiencia e inadecuacin de mtodos y personas es "una de las mayores y ms ciertas causas de estar los naturales comnmente menos aprovechados en la fe al cabo de tan largo tiempo". L a reconversin prospectiva la indica tambin el mismo documento: hay que reunifcar y readaptar al indio peruano la estrategia catequtica y pastoral "de suerte que la diligencia y destreza de los maestros supla la rudeza y cortedad de los discpulos". L a Provisin Real sobre la publicacin indica el fin lt imo de la empresa en su conjunto: "descargo de nuestra real consciencia y bien de los naturales".2

    2) Confesionario e instrucciones complementarias fijan exacta-mente la tctica que hay que seguir. Doctrinantes, jueces y visitadores de indios deben conocer con detalle las idolatras y supersticiones peruanas con un doble fin complementario: primero, convencerlos de la incon sistencia de sus errores para que acepten con mayor facilidad y fundamento las verdades de la fe; segundo, moverlos al arrepentimiento y enmienda de sus culpas para que acepten y cumplan con mayor autenticidad los manda-mientos de Dios y las exigencias de la moral cristiana.3

    Perea, L. y otros, Transculturaciny liberacin del indio CHP 26-3, CSIC, Madrid 1988 (actas de congreso internacional, en prensa). 4) Abril C , V., "Brevsima relacin de la destruicin del Per (La Inquisicin limea, 1572-1578, represin poltica)" en la revista Asclepio, Madrid 1988 (actas de congreso internacional, en prensa).

    2 Los documentos pastorales del Lmense III los cito por nuestra edicin: Doctrina Cris-tiana y Catecismo... CHP 26-2, Madrid 1985; en este caso, pgs 10-13 v 193

    ; CHP 26-2, pgs. 12 y 202.

  • Abril Castell

    3) L a dimensin prospectiva la subraya el propio diagnstico, realmente optimista y casi platnico, con que empieza el Confesionario. E l plan "es fcil de hacer" por tres razones: 1) Los errores y supersticiones "tienen en s muy poco fundamento, como son cosas de burlera y disparate"; 2) Los indios, dciles y sujetos por naturaleza, "se cortan" fcilmente y se dejan convencer en cuanto les descubren los engaos y abusos de que son v ct imas por parte de sus antepasados; 3) Para convertir a hechiceros e indios viejos se adoptarn procedimientos de mayor insistencia y fuerza dialctica.4

    . 'te

    1) Crisis colaterales y respuestas correlativas

    L a conciencia crtica del virreinato peruano en el s. X V I sufri mlt ip les crisis endmicas y alumbr diversas propuestas de solucin. Como pautas m s prximas para la confrontacin, apuntaremos dos inme-diatamente anteriores y dos posteriores.

    1) Simplificando al mximo diremos que "la nueva respuesta" del Lmense I I I significa una reasuncin prospectiva de lo (bien) hecho y una reconcentracin de energas para mejorarlo en el futuro. E s una actitud de conciencia asctica, impulsada por el amor y el coraje. E s el eco de Trento en el Per.

    2) Ante ella, y en sus lt imos das , estuvieron presentes y muy operativas en el Per dos actitudes de conciencia rigurosamente antitticas. L a ultrarrevisionista - l lammosla "pseudo-lascasiana"- nace de la insatis-faccin por lo (mal) hecho e intenta rehacer la reahdad y la historia como todas las crisis de "mala conciencia". Sufre el vrtigo de convertir celo y caridad en odio y resentimiento. L a ultraconformista - l l ammos la "pseudoluterana"- nace de la desesperanza y del pasotismo respecto a lo (bien-mal) hecho y adopta una postura laxa y pasiva para el porvenir. Desesperacin y angustia desembocan en crisis de conciencia hertica. Dos de los m s cualificados l deres de ambas actitudes (Luis Lpez S. J . y Francisco de la Cruz) protagonizaron una de las m s profundas crisis de conciencia que conmovi al virreinato en los mismos umbrales del Lmense

    4 CHP26-2, pgs. 200-202. , xi-;!8s}ji

  • Abril Castell

    p r c t i c a ambos m t o d o s de c a p t a c i n del indio. Divergencias y enfrentamientos pueden reducirse a dos ejes conjuntos de polarizacin: precio de la evangelizacin; estatuto del indio.

    E n ambos puntos se haba centrado tambin -entre otros ejes de polarizacin- la gran controversia entre Seplveda y L a s Casas, grandiosa escenificacin de las sangrantes crisis de conciencia de la Espaa del X V I . L a estrategia estaba clara para Seplveda. Primero haba que someter a los indios para poder convertirlos despus en cristianos de primera, con mayor facilidad y eficacia. Para Las Casas tambin estaba clara la estrategia bsica en las fechas mismas de la gran controversia: antes de que se convirtieran los indios, eran enteramente libres ante el orden poltico y la religin que les traan los espaoles; pero despus que se convirtieran, quedaban enteramente sujetos, de modo automtico y correlativo, a la Iglesia y a la corona espaola.

    Pero fue exactamente ah donde L a s Casas dio un salto cualitativo y ya irreversible respecto al estatuto humano, teolgico y poltico de los indios: proclamarlos enteramente libres ante la soberana de la corona I N C L U S O D E S P U E S D E C O N V E R T I R S E y permaneciendo como ciuda-danos de primera en sus estados y jurisdicciones, con pleno derecho de autodeterminacin y de libre aceptacin o repulsa comunitaria de nuevas soberanas.

    1) A los espaoles iban dirigidos los escritos y actuaciones de Las Casas, desde el De nico y el Confesionario hasta el lt imo de sus memo-riales y tratados. Les exigi y presion todo lo posible porque era plenamen-te consciente de que la vida misma se encargara de rebajar niveles mucho m s de lo debido y deseable. Ese es el trasfondo real (estratgico, m s que otra cosa) de las "ordalas", "enormizaciones paranoicas" y "fanatismos morbosos" que eximio^ lascasistas han credo encontrar en l. 6

    6 Prez de Tudela Bueso, J . Observaciones generales sobre las guerras civiles M Per Acerca de la imagen historiogrftca del conquistador. Estudio prelirmnar a Crnicas del Per I BAE 164, Madrid, 1963, pg. XXXIE. Lo de las "enormizaciones paranoicas y del "fanatismo morboso de Bartolom de Las Casas" se encuadra en un contexto ideolgico y estratgico claro: radicalizacin hipercrtica respecto a la actitud tambin radical e hipercrtica de Las Casas; tentacin de convertir en chivo expiatorio de los fallos de todos al que ms se distingui en fustigarlos y en tratar de ponerles remedio.

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    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    . 2) Alos indios les exigi lo mnimo en todos los terrenos, en la espera y esperanza de que la libre asuncin y la asimilacin progresiva de criterios y modos de vida cristianos les hara elevar progresivamente el l istn de sus propias aspiraciones y autoexigencias morales, sociales, econmico-cultu-rales y jurdico-polticas. f

    3) Son muchos los que creen que Las Casas se equivoc y se pas en ambos sentidos: en su rigorismo atosigante para con los espaoles , que califican de implacable y manaco-persecutorio; en su permisivismo ultrapaternalista para con los indios, que creen denigrante y regresivo para los propios autctonos, adems de utpico y luntico. Pero hay rigorismos programticos para con los ms fuertes y pudientes, y purismos estratgi-cos (en pro de una evangelizacin m s pacfica y generosa, a costa bsica-mente de las mismas instancias evangel izadoras y de las muchas retaguar-dias que la apoyan) que honran y ennoblecen no slo a sus m s directos promotores y protagonistas sino tambin al pueblo y a la historia que les^ dieron vida. E n todo caso, alguien tena que intentarlo con el coraje, tenacidad, desinters, audacia y valenta y con la autenticidad de vida y de ejemplo con que Las Casas lo intent.

    3) L a ltima carta: t Un nuevo pacto de Estado ^

    1) Podemos concluir que el dictamen del tercer concilio de Lima es valiente y prospectivo en su mbito especfico (teologa y metodologa de la evangelizacin) y es circunspecto y prudente en el mbito poltico e institucional. Exige a los espaoles y criollos una profunda conversin moral y social a tenor de los vacos y omisiones de su conducta personal y colectiva; e insiste en los muy graves deberes de restitucin y de compen-sacin que han contrado con su trato abusivo y prepotente para con los naturales.

    2) Pero desde perspectivas estrictamente jurdicas y polticas el problema de fondo segua sin resolverse y era cada vez m s difcil de resolver. L a antinomia del estatuto social y poltico de los autctonos andinos continu atragantndose en las gargantas de los espaoles (indi-viduos, grupos, instituciones) como un hueso duro imposible de roer e imposible de tragar. Quin desatara el nudo gordiano?

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  • Abril Castell

    3) Para resolver la antinomia (el "pecado estructural" de la coloni-zacin espaola), Las Casas y Domingo de Santo Toms haban promovido verdaderas confederaciones de comunidades autctonas, y en nombre de ellas haban propuesto a la corona espaola la renegociacin de un nuevo pacto de Estado, con garantas recprocas respecto a sus respectivos estatutos.

    L a propuesta -y otras correlativas que se formularon- se perdi en el desierto de los protocolos administrativos y en el mar de los archivos. E l silencio del tercer concilio de L ima es tambin significativo en ese punto.

    Tercera parte

    Diagnstico: ' Quin pag las consecuencias? ?

    E l balance del tercer concilio de L i m a refleja xitos y fracasos en proporciones casi equivalentes. E l balance institucional del virrey Toledo es m s triunfalista: arroga los xitos a la poltica oficial y endosa los fracasos a sus oponentes. Exactamente al revs procede el que la documen-tacin de la poca denomina "partido de los indios": su balance es progre-" sivamente pesimista en todos los terrenos. Hay algn denominador comn entre diagnsticos tan heterogneos y contradictorios?

    A) Primera consecuencia Ni bien de los natvirales ni descargo de la conciencia real

    E n 1568 se pone en marcha la decisiva misin de Francisco de Toledo para el Per. E l 2 de enero de ese mismo ao, Francisco de Morales presenta en mano a Juan de Ovando su "parescer respecto de la reforma de las Indias temporal y espiritual". E l franciscano condensa en su dictamen m s de 21 aos de experiencias misionales en el virreinato andino. Su diagnstico se centra en tres constataciones:

    1) Odio y aversin para con la fe por parte de los pocos indios que an quedan, a causa de los malos ejemplos que les dan los espaoles , y por el aplastante rgimen de opresin y de explotacin a que los han sometido:

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    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    "Mrese por reverencia de Dios que no tiene obligacin el pobre y msero indio a sustentar el estado vano del espaol ni el traje mundano del ministro del Rey ni a sustentar las guerras de Ave Mara ni de Flandes ni dems necesidades".

    2) Los gobernantes que son enviados a las Indias no cumplen su misin porque "su intento es enviar moneda al Rey y no descargar su conciencia real; de aqu es que no ejecutan las buenas provisiones que llevan sobre quitar las causas que consumen a los indios...".

    3) Resultado global? a) Los indios entienden "que no hay otro Dios ni otra vida sino oro y plata y vicios sucios, pues no han visto otra cosa en nosotros", b) Estos daos y males "son los que han acabado con la mayor parte del linaje humano, infamando nuestra nacin, [han] blasfemado el nombre santo de Dios y enviado infinitas almas a los infiernos".7 ......

    B) Segunda consecuencia Descalificacin de la poltica virreinal

    E l lascasismo peruano y el partido de los indios montaron una campaa de crtica s istemtica y de oposicin teolgica y poltica respecto a los criterios operativos que se fueron adoptando para llevar a cabo la poltica oficial de reconversin institucional y colonial del virreinato. Dicha campaa alcanz cotas de acritud especial y de frontales enfrentamientos, por ambas partes, cuando el virrey Toledo puso en prctica su drstica estrategia de desguace de las instituciones autctonas andinas.

    1) E n marzo de 1575 franciscanos, dominicos y algunos acadmicos laicos de la Universidad de San Marcos de Lima denuncian el uso y abuso que -segn ellos- ha hecho el virrey Toledo del dictamen que le haba

    7 Sempat A.ssadounan, C "Las rentas reales, el buen gobierno y la hacienda de Dios: el parecer de 1568 de fray Francisco de Morales sobre la reformacin de las Indias temporal yespintual-enastrca DC, 1 (Lima, 1985), pgs. 75-130(t^xto del parecer, pgs 105 127 textospormcitados, pgs. 112-113, 124-125, 126).

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  • Abril Castell

    otorgado la Junta mixta de septiembre de 1570 respecto al trabajo de indios en minas y otras cuestiones similares. Francisco Falcn, en su carta al rey del 15 de marzo de 1575, asevera que las provisiones y reformas del virrey Toledo han convertido a los indios del Per en la principal base de sustentacin de la poltica mundial espaola: "como si a cargo de los naturales de este Reino estuviera la sustentacin entera de las cosas de la fe y de las guerras que Vuestra Majestad trae contra los infieles, y de todos los espaoles que han pasado y quieren pasar a estas partes".

    2) E n uno de los muchos memoriales (datado en 1578) en que el virrey Toledo hace relacin de sus servicios al rey, se inserta la siguiente declaracin de motivos y de principios: "Espero en Nuestro Seor que l dar a Su Majestad su lumbre para entender, celar y proveer negocio en que tantas almas se pueden enviar al cielo, y donde tanto oro y plata se suele sacar de la tierra".9

    3) E n el diagnstico que respecto a la actuacin global del virrey Toledo formul uno de sus sucesores en el virreinato andino. Garca Hurtado de Mendoza, hay una carta al rey, del 10 de enero de 1592, en la que se dice:.. ."y con esto [Toledo] gobern sin contradiccin, y no dej tecla que no toc ni indio ni palmo de tierra que todo no lo trastorn".lo

    8 Cfr. Lohmann-Villena, G., "El licenciado Francisco Falcn (1521-1587). Vida, escritos y actuaciones en el Per de un procurador de indios" en Anuario de Estudios Americanos 27 (Sevilla, 1970), pgs. 131-194 (texto de la carta de Falcn, pgs. 187-190). Esta carta refleja certeramente el sentido y coordenadas de la oposicin lascasista-indigenista contra la poltica del virrey: "De esta Junta [septiembre de 1570] parece que sali determinado que los podan compeler a que se alquilasen para la labor de las minas, con ciertas ordenanzas y condiciones que todos saben que no se han guardado ni han de guardar, y aunque se guardasen, no se puede entender ni alcanzar ajuicio de todos los telogos y juristas con quien yo lo he comunicado, en qu se puede justificar el compeler a hombres libresy no holgazanes aque se alquilen con otro, especialmente para las minas, obra tan servil y de tanto trabajo; y as se tiene entendido que Vuestra Majestad no ha sido informado de ello, pues no lo ha mandado remediar, y el arzobispo y otros prelados y letrados que se hallaron en la Junta niegan haber dado por parecer que se puedan compeler, sino traer con buenas obras, como Vuestra Majestad lo dice en los captulos de la Instruccin" (pg. 189).

    9 Cfr. Hanke, L. y Rrodrlguez, C.,Los virreyes espaoles en Amrica durante el gobierno de la Casa de Austria. Per I , BAE 280, Madrid, 1978, pg. 123 b.

    10 Cfr. Hanke, L. y Rodrguez, C , o.c. pgs. 74b-75a. ,,,

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    C) Tercera consecuencia Agona y muerte del partido de los indios

    E l 27 de noviembre de 1579, el virrey comunica al rey la interpre-tacin que l da al "treslado" oficioso que de los captulos de Luis Lpez ha puesto en sus manos -tras insistentes presiones e intromisiones por su parte- el secretario del santo oficio limeo, Ensebio de Arrieta.

    1) Toledo queda definitivamente convencido de que dispone ya de la m s palmaria y suprema prueba de algo que tanto ha temido y, a la vez, tanto ha tratado de comprobar y de probar docum en talmente: la gran conjuracin secesionista que se ha gestado en sus dominios del Per a instancias de lascasistas y paralascasistas de todo gnero (antes, especial-mente los dominicos; ahora, tambin los jesutas) . Conjuracin que l y los m s fieles servidores del rey y de la Iglesia han logrado ir abortando en todas sus instancias, brotes y rebrotes, nuevos y viejos.

    2) Conclusin que saca el virrey? Que las maquinaciones de Luis Lpez no son m s que las l t imas ramificaciones o rebrotes por parte de un contumaz y empedernido conjurado de segunda fila: "le parece al dicho maestro Luis Lpez que fue tirana porque, como tengo referido y vuestra Majestad habr mandado ver de lo que quiso introducir el dicho fray Francisco de la Cruz y se entiende llevar este camino el dicho Luis Lpez, no les parece bien ninguna reforma que vuestra Majestad ni vuestros ministros pongan, por plantar ellosla anchura que pretendan para hacerse seores de todo y quitar a vuestra Majestad el seoro y el dominio dello".ii

    3) Para los seguidores de la poltica oficial del "buen virrey" partidarios de entonces y de siempre- el diagnstico toledano significa la definitiva muerte del lascasismo peruano y del partido de los indios. Significa tambin el final de intentonas secesionistas en el subcontinente suramericano, y de su pacificacin definitiva (dos siglos).

    11 Cfr. "Respuesta del virrey Toledo a los captulos de Luis Lpez S.J.", en CDIHE, tomo 94, documento 43, pgs. 486-525, especialmente pgs. 490, 492-493 y 500-507.

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    4) Para los partidarios de la poltica contraria -tanto en el terreno de la evangelizacin como en la pacificacin y promocin de los naturales-el diagnstico del virrey significa algo muy parecido a la paz de los cementerios.

    D) Cuarta consecuencia L a evangelizacin, guerra y paz

    L a creciente radicalizacin de posturas y estrategias enfi-entadas implicaba, como riesgo insoslayable, la tentacin escatolgica de llegar a matar por el evangelio y/o de morir matando por l. Muchos especialistas han descubierto vas complementarias de investigacin y de prospeccin histrica de ste y de otros partidos paralelos.

    1) Puede resultar til releer, por ejemplo, la documentacin que transcribi y glos J imnez de la Espada respecto a la enconada contienda (todos contra todos) que se desencaden en el virreinato suramericano durante el ltimo tercio del siglo X V I para dominar la Universidad de San Marcos de Lima. Todos los interesados en ello (dominicos y jesutas; religiosos y laicos; obispos y virreyes; audiencias e instituciones centrales de la corona) recurren a la misma razn bsica para defender sus preten-siones y la convierten en arma dialctica contra los dems: el acceder a sus objetivos sobre la universidad l imea, y el rechazar correlativamente las miras de los otros, es la mejor va para promover la evangelizacin y el bien de los naturales y para descargar la conciencia real.12

    2) Un estudio puntualizado de la documentacin indita disponible en el Archivo Histrico Nacional de Madrid sobre la Inquisicin del Per en el siglo X V I (confrontando los resultados directos de la investigacin con las

    12 Jimnez De La Espada, Mareos, "Primer siglo de la Universidad de Lima (Carpeta de documentos)" en Revista Crtica de Historia y Literatura espaolas, portuguesas e hispanoamericanas I (Madrid 1896), N** 9, pgs. 277-282; N= 10, pgs. 304-307; N 12, pgs. 376-386. Para oponerse a la poltica de los frailes indigenistas (que Jimnez de la Espada califica como encaminada a convertir al Per en "una especie de behetra frailesca") el propio virrey defiende su poltica como la ms eficaz y rentable "para gobernar con mayor libertad Su Majestad estos reinos para el bien de los naturales dellos" (o.c, pg. 277 ab).

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    ltimas aportaciones de la crtica especializada) nos lleva a constatar mltiples claroscuros ticos y jurdicos en el comportamiento privado y pbhco de ministros y servidores del santo oficio, en ministros y servidores del rey, y en ministros y servidores directos de la evangelizacin. . . Y no ya slo en los encartados por el tribunal o en el conjunto de la sociedad hispano-peruana, tan profundamente afectada por el terremoto inquisitorial.is

    3) E n la cspide institucional y funcional del tribunal l imeo es donde se alcanzan cotas ms extremas de prevaricacin y de abuso del poder y de las funciones y estatutos inquisitoriales en beneficio propio y de los afines; tambin de inmoralidad y de injusticia s istemtica contra los derechos de los dems y contra todo derecho divino y humano. Resalta especialmente la prepotencia intimidatoria y chantajista, as como la disipada y escandalosa conducta privada y pblica del superinquisidor del Per, Antonio Gutirrez de Ulloa. E n sus andanzas diurnas y nocturnas le flanquea una camarilla de aclitos serviles y serviciales, entre los que figuran incluso fiscales y secretarios del santo oficio como Alcedo y Eusebio de Arrieta. 14

    4) L a protervia o, como dira Las Casas, la "grande y confitada desvergenza" radica no (slo) en la condicin tica de la cuestin, sino en sus implicaciones y dimensiones estrictamente teolgico-polticas: sistema de terror y de aplastamiento generalizado de personas y derechos, y de

    13 Ver los tres ultimes estudios citados en la nota 1, en que se comentan recientes aportaciones de Escandell Bonet, A. Huerga, Castaeda Delgado y Hernndez Aparicio, entre otros. Entre la documentacin inquisitorial relativa al tribunal de Lima en el siglo XVI, resulta especialmente ilustrativa la procedente de la visita del Dr. Juan Ruiz de Prado: ver concretamente AHN (Archivo Histrico Nacional, Madrid), Inquisicin, legajo 1640/1 expediente 1, T. 175r-228v (atropellos por parte de los oficiales del santo oficio) y ff. 264r-279r (dictamen del inquisidor y propuesta de soluciones). Sobre el trato padecido por frailes procesados que se muestran inobedientesy se fingen locos furiosos, comprese AHN, Inquisicin, legajo 1640/1, expediente 1, ff. 180r y 223v con AHN, Inquisicin, legajo 1650, fl'. 1193v-1194v, 1211v-1213ry 1287r-1288v.

    M Escandell Bonet, Bartolom, "El tribunal peruano en la poca de Felipe 11", en la obra colectiva de Prez Villanueva, J . y otros. Historia de la Inquisicin en Espaa y Amrica, I, BAC, Madrid 1984, pgs. 919-937. Escandell Bonet, B., "Una lectura psico-social de los papeles del Santo Oficio. Inquisicin y sociedad peruanas en el siglo XVI", en la obra colectiva de Prez Villanueva, J . y otros. La Inquisicin espaola. Nueva visin, nuevos horizontes. Siglo veintiuno, Madrid 1980, pgs. 437-477.

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    chantaje universal, en el que la fe, el santo oficio, la evangelizacin. Dios y su Iglesia, son convertidos en justificantes soberanos e incontestables de conductas privadas y pblicas e incluso de instituciones esencialmente anticristianas y antihumanas.15 T,i,av(:.5y i | i

    Conclusin

    "Evangelizacin a la espaola ?

    Muchas de las polmicas de antao y de hogao sobre la accin espaola en el Nuevo Mundo nacen de su carcter teolgico-poltico (cat-lico), de su apoyatura institucional (imperio pluricontinental) y de la estrategia proselitista que se adopt para llevar a cabo la empresa (evangelizacin asistida o reforzada). E l problema de la eficacia misionera, y de su rentabilidad social y poltica, se convirti en el epicentro de divergencias y enfrentamientos.

    1) Para ser histricamente justos hay que tener muy en cuenta la mentalidad de la poca. L a Espaa del X V I tendi a interpretar a la letra, y con todas las consecuencias, la mxima evangl ica de que quien no crea y no se bautice, se condenar. Surgi as la sublime angustia vital de todo un pueblo, convencido de que tena que subordinarlo todo -en el cielo y en

    15 AHN, Inquisicin, legajo 1640/2, expediente 7, ff. 2r-72r. Abundan, entre otros, los cargos por prevaricacin y abusos de poder cometidos por el inquisidor Ulloa contra los acusados "amedrentndoles de manera que muchas veces han dejado de pedir audiencia de temor de no verse maltratados, porque a Juan Mrquez de Guzmn trat de bellaco, ladrn, picaro y le mand echar una mordaza en la lengua estando en la audiencia, y le rompi una cdula de cuarenta pesos que le deba cierta persona, y el propio maltratamiento y spero ha tenido con otros reos..." (o.c, cargo 153, . 53v). Las deposiciones de testigos contra Ulloa constituyen un impresionante alegato de los desrdenes sentimentales, econmicos y jurisdiccionales del inquisidor Ulloa, de su cohorte de profesionales de la inquisicin y de su corte de aclitos (cfr. AHN, Inquisicin, legajo 1640/2, expediente 6, T. 319r-320r, 324r, 327rv, 332r-334r, 347r-348r). Algunos testimonios describen lances nocturnos ms o menos galanes y ms o menos incruentos del inquisidor a lomos de su caballo castao "Zapatilla" (o.c, ff. 227v-230r); otros evocan incluso asesinatos directos o inducidos por parte del inquisidor y de otros ministros del santo oficio contra los legtimos maridos de sus respectivas y sucesivas amantes (o.c, ff. 228v-230r y 333v-334r); otros reflejan inequvocamente raptos, extorsin y prevaricacin sacrilega, como cuando el inquisidor Ulloa hace que oficiales del tribunal traigan por la fuerza a su casa "para cosas del santo oficio" a una nueva presa femenina (o.c, ff. 403v-404r y 411r-412v). E l retablo sera interminable.

    Experiencias evangelizadoras en los Andes

    la tierra- e incluso sacrificarlo todo a la salvacin de sus miembrosy, por tanto, a la conversin y bautismo de sus nuevos ciudadanos del Nuevo Mundo.

    2) Al servicio de esta mtica y mstica empresa colectiva hubo muchsimo trigo limpio de justicia, hermandad, libertad y liberacin, promocin y desarrollo de personas y pueblos. Hubo tambin mucho juego sucio de chantaje, explotacin y opresin. Hubo demasiados provechos y demasiados aprovechados.

    3) Todo ello c o n t r i b u y , en todo caso, a que resul taran desproporcionados y aplastantes los costos sociales y los precios polticos que unos y otros tuvimos que pagar por la evangelizacin, especialmente los que -al menos en teora- eran sus m s directos beneficiarios, los autctonos amerindios.

    4) Las caractersticas especficas de la evangelizacin andina son un segundo factor a tener en cuenta. Un dato decisivo es, en mi opinin, los cuarenta aos de experiencia acumulada y de retraso comparativo respecto a la evangelizacin realizada en otras geografas de Amrica central. Dicha experiencia, al menos en teora, debera haber ayudado a corregir errores, subsanar ignorancias y evitar excesos, extralimitaciones y desvos de funcin. Creo que fue al revs: agrav las consecuencias negativas de la evangelizacin hispanoandina.

    5) E l proceder del virrey Toledo para con las comunidades autctonas suramericariasfue antihumano, antisocial y anticatlico; tambin lo fueron la filosofa y la teologa en que l y frmulas y estrategias similares a la suya se basaron. Lo mismo puede decirse respecto a la actuacin inquisitorial del tribunal l imeo para con las comunidades hispnicas del virreinato en el ltimo tercio del siglo X V I .

    6) Fueron accidentes meramente coyunturales o fueron resultados insoslayables de a lgn factor estructural? Fueron implicaciones institucionales y estratgicas de una poltica mundial en la que servir a Dios se identific con servir al Rey, sirviendo a una evangelizacin origina-riamente planificada como servicio social (bien de los naturales) pero efectivamente realizada como servicio pblico en inters de una poltica muy concreta y al servicio de una tica marcadamente subjetivista y relativista (descargo de la conciencia real).

  • Abril Castell

    7) Servir a Dios, al Rey y a la evangelizacin termin convirtindose para algunos en servirse de todo ello para fines muy distintos; en motivo de chantaje rec proco y recurrente entre personas e instituciones estatutariamente encargadas de reahzarla o respaldarla; incluso en justificante espreo de atropellos y depredaciones para con los que de suyo no podan esperar ni recibir de la evangelizacin ms que beneficios de todo gnero en el cielo y en la tierra.

    8) Para ser histricamente justos habra que conjugar tambin diferentes haremos comparativos, sincrnicos o no, con otros mtodos y sistemas de evangelizacin y/o de colonizacin, catlicos y no catlicos, espaoles y no espaoles . . . E n todo caso, parece improcedente apedrear y condenar (como Las Casas apedre y conden) a todos los espaoles que pasaban a Indias, salvo a los frailes que doctrinaban indios. Pero, desde luego, tampoco parece que la primera y la lt ima piedra contra Las Casas y contra el partido de los indios estuvieran legitimados para lanzarla precisamente los que les lanzaron m s pedradas, m s demoledoras y ms contundentes: unos inquisidores y un virrey que, por el precio de enviar almas de indios al cielo un poco como quien enva remesas de ganado o de mercancas perecederas, se creyeron autorizados para sacar de la tierra (en beneficio de su patria y al servicio de una poltica concreta) todo el oro habido y por haber. Tambin se creyeron autorizados para sacar de los hombres servicios, servidumbres, servicialidades y servilismos incompati-bles con la dignidad y la libertad de las personas y de los pueblos, y todava m s incompatibles con la dignidad y la libertad y la liberacin que implica el evangelio para los que lo viven evangl icamente y lo anuncian y propagan gratuita y pacficamente.

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    Josep M. Barnadas

    Idolatras en Charcas (1560-1620): datos sobre su existencia como

    paso previo para la valoracin del tema r/.uu o.:fi8rm h .aatofeBffow astob g-Q extirpacini

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    I. Antecedentes y marco de referencia

    Quienquiera que conozca algo de lo que en estos l t imos lustros se ha publicado sobre el tema de las difciles relaciones entabladas entre la religiosidad andina por una parte y el Cristianismo por otra (y, dentro del mismo, sobre las acciones represivas que la Iglesia emprendi contra las prcticas idoltricas), habr podido comprobar la penumbra en que sigue vegetando la cuestin cuando la referimos, no a un genrico -y equvoco-"Per colonial", sino ms concretamente a uno de sus espacios constituti-vos: el charqueo.2

    1 Para una exacta valoracin del texto que sigue deben tenerse en cuenta dos cosas: la primera, que se trata de una versin preliminar, sujeta todava a retoques y adiciones; la segunda, que forma parte de una investigacin ms amplia, fruto tanto de la preparacin como del desarrollo mismo de las sesiones del seminario que, sobre el tema, me invit a dirigir el Dr. Nathan Wachtel en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Pars), durante el mes de marzo de 1991. Valga la oportunidad para dejar constancia de mi reconocimiento por haberme brindado la ocasin de llevar a cabo este estudio.

    2 Me he ocupado de algunos de los problemas historiogrficos que andan implicados en cada una de las perspectivas adoptadas en: Es muy sencillo: llmenle Charcas. Sobre el problema de los antecedentes histricos de BoUuia y de su histrica denominacin (La Paz, Juventud, 1989), 115 p.