evolucion de la organizacion topologica de la construccion en altura

15
EVOLUCIÓN DE LA ORGANIZACIÓN TOPOLÓGICA DE LA CONSTRUCCIÓN EN ALTURA: EL RASCACIELOS MIXED-USE Los rascacielos modernos y la superposición funcional IÑAKI ÁBALOS y JUAN HERREROS Los cambios experimentados por la ciudad en los últimos cincuenta años han conducido a las prácticas urbanísticas modernas hacia una completa crisis de identidad. Tanto la fuerza de los hechos como la crítica a los presupuestos ideológicos de la modernidad han puesto de relieve el carácter nostálgico, académico y decimonónico de la Ville Radieuse y la inadecuación del rígido funcionalismo de la Carta de Atenas a los fines deseados: la organización racional de la ciudad contemporánea. La generalización del fenómeno de las megalópolis en el tercer mundo y el perfeccionamiento de las prácticas del capitalismo dirigidas a la producción de espacio desde los países avanzados, han puesto en evidencia la inadecuación de los métodos y fines del urbanismo tradicional. Son tantos los autores que han estudiado estos problemas que ya parece casi innecesario justificar afirmaciones de este tipo. Pero es David Harvey quien, en The Condition of Postmodernity (112), mejor ha explicado la conectividad de los cambios en los modos productivos y el orden espacial, la vinculación entre estos fenómenos del primer y el tercer mundo, hasta qué punto la escala global de las prácticas de lo que el denomina "régimen de acumulación flexible", frente al modelo concentrado fordista, cuestiona los modelos de delimitación territorial establecidos por la concepción tradicional de la ciudad para proponer una forma de estabilidad "global", basada en la conexión, la flexibilidad e inarticulación de las estructuras físicas y económicas, como modo característico de producción postcapitalista frente al modelo keynesiano. La City de Londres y el nuevo desarrollo de Kuala Lumpur estarían desde esta concepción más estrechamente vinculados entre sí que con los sectores urbanos contiguos a ellos, careciendo de sentido pensarlos como fenómenos aislados o inmersos en sus respectivos contextos urbanos.

Upload: rojasrosasre67

Post on 15-Apr-2016

10 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Evolución de la organización topológica de la construcción en altura

TRANSCRIPT

Page 1: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

EVOLUCIÓN DE LA ORGANIZACIÓN TOPOLÓGICADE LA CONSTRUCCIÓN EN ALTURA:EL RASCACIELOS MIXED-USE

Los rascacielos modernos y la superposición funcionalIÑAKI ÁBALOS y JUAN HERREROS

Los cambios experimentados por la ciudad en los últimos cincuenta años han conducido a las prácticas urbanísticas modernas hacia una completa crisis de identidad. Tanto la fuerza de los hechos como la crítica a los presupuestos ideológicos de la modernidad han puesto de relieve el carácter nostálgico, académico y decimonónico de la Ville Radieuse y la inadecuación del rígido funcionalismo de la Carta de Atenas a los fines deseados: la organización racional de la ciudad contemporánea. La generalización del fenómeno de las megalópolis en el tercer mundo y el perfeccionamiento de las prácticas del capitalismo dirigidas a la producción de espacio desde los países avanzados, han puesto en evidencia la inadecuación de los métodos y fines del urbanismo tradicional. Son tantos los autores que han estudiado estos problemas que ya parece casi innecesario justificar afirmaciones de este tipo. Pero es David Harvey quien, en The Condition of Postmodernity (112), mejor ha explicado la conectividad de los cambios en los modos productivos y el orden espacial, la vinculación entre estos fenómenos del primer y el tercer mundo, hasta qué punto la escala global de las prácticas de lo que el denomina "régimen de acumulación flexible", frente al modelo concentrado fordista, cuestiona los modelos de delimitación territorial establecidos por la concepción tradicional de la ciudad para proponer una forma de estabilidad "global", basada en la conexión, la flexibilidad e inarticulación de las estructuras físicas y económicas, como modo característico de producción postcapitalista frente al modelo keynesiano. La City de Londres y el nuevo desarrollo de Kuala Lumpur estarían desde esta concepción más estrechamente vinculados entre sí que con los sectores urbanos contiguos a ellos, careciendo de sentido pensarlos como fenómenos aislados o inmersos en sus respectivos contextos urbanos.De la misma forma, podría hablarse de una facilidad hasta hoy desconocida para fabricar centralidades dispersas por el territorio: los operadores comerciales son los verdaderos actores del régimen de acumulación flexible, quienes mejor han entendido la isotropía creciente de la ciudad contemporánea y su carácter homotético, esto es, la continuidad de las leyes desde la escala global a la local, su repercusión en la actual concepción espacio-temporal.Las grandes operaciones inmobiliarias adquieren así una condición desterritorializada y, en cierta medida, aescalar; desde el nuevo centro de Shanghai a un proyecto puntual en una ciudad de tamaño medio, las operaciones inmobiliarias tienen como constante un carácter estructuralmente homogéneo y funcionalmente heterogéneo: se trata de fabricar toda la ciudad en cada operación, haciendo que la diversidad de actividades provoque la interacción y alimente la autonomía del sistema. Esta ley, elemental pero eficiente (al menos en términos económicos), ha modificado los patrones urbanísticos desde la completa planificación propugnada por los modernos hasta la propuesta de una completa desregulación –como respuesta inmediata de tipo neoliberal– o hacia la búsqueda de beneficios públicos dentro de tal mecánica, desde la perspectiva del socialismo europeo. Con sus "áreas de oportunidad", Barcelona es posiblemente uno de los mejores ejemplos de cómo puede

Page 2: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

pactarse un doble beneficio, público y privado, en esta mecánica, alejada ya de los métodos convencionales del urbanismo. La construcción en altura ha pasado así a concebirse indiscutiblemente como “conglomerado” o condensador de las actividades, reflejando en su propia construcción interna los cambios del sistema productivo, interiorizando la conectividad, flexibilidad e inarticulación de los nuevos patrones espacio-temporales.Igualmente puede hablarse de una destrucción progresiva de los principios ideológicos de la modernidad desde dentro de la cultura arquitectónica, iniciada con las propuestas revisionistas del Team X. Esta destrucción puede leerse hoy como el abandono del modelo de pensamiento positivista y su sustitución en un primer momento por formas de pensamiento principalmente deudoras del existencialismo de Heidegger, de la fenomenología de Merleau-Ponty o de la dialéctica negativa de Adorno, según los arquitectos, y posteriormente por la influencia de distintos autores, entre los cuales Derrida, Deleuze y Guattari son hoy los que mayor prestigio y credibilidad tienen, abandonado ya el estructuralismo del primer Rossi.La forma de entender la ciudad contemporánea ha pasado así, en un periodo muy corto de tiempo, de primar los aspectos de control, entendiendo el trabajo del arquitecto como dirigido a la búsqueda de un orden geométrico y funcional, a primar los aspectos de interpretación, a la búsqueda de nuevas formas de análisis capaces de integrar la velocidad de los cambios y el desorden como factores inherentes a la producción de espacio. Los centros terciarios –y, más explícitamente, los rascacielos– son, por su efecto urbano y económico, piezas clave en esta transformación de las ciudades y en la interpretación teórica de los arquitectos; ejemplos en los que es posible experimentar e individualizar nuevos principios con carácter extensivo. Tal y como sucedió en la modernidad, aún hoy siguen interpretándose como catalizadores de cuanto sucede a las ciudades, siendo por tanto las piezas más sensibles a este desmoronamiento conceptual de la ciudad moderna, reflejado tanto en su organización interna como en su posición urbana.Como es habitual en los procesos de revisión de los arquitectos, el recurso a la memoria histórica ha sido el primer paso dado para reivindicar modelos de organización espacial del rascacielos adecuados a las prácticas sociales contemporáneas. Así es como puede entenderse la forma en la que algunos autores de las últimas décadas han encontrado en la tradición americana de principios de siglo un referente, ahogado o apagado por la cultura moderna y las grandes oficinas de arquitectura de los sesenta. Sin duda, el libro Delirious New York (1978), de Rem Koolhaas, es, por su claridad de planteamiento y por su difusión, un catalizador importante de cuanto se ha pensado en las últimas décadas sobre las potencias de la construcción en altura. El ejemplo del Downtown Athletic Club (Starret & Van Vleck, NuevaYork, 1931) allí ponderado ha llegado a convertirse en un paradigma de lo contemporáneo, todo un modelo proyectual (fig. 124). La fusión en él encontrada entre la llamada "cultura de la congestión" –la aceptación de la complejidad de la metrópoli–, la escala del rascacielos y la ciudad de Nueva York es una contribución indudable que ayuda a trabajar en las confusas condiciones de la ciudad contemporánea sin la mala conciencia de los modernos comprometidos ideológicamente. Ha servido por tanto como un revulsivo radical contra el anatema lanzado por Le Corbusier contra Nueva York, contra su desorden.Igualmente, Joseph Fenton, autor de Hybrid Buildings, editado por Steven Holl, ha contribuido, desde un análisis más ortodoxo –topológico y de la estructura formal–, a reivindicar una supuesta tradición local americana, de la que el Downtown Athletic Club sería un ejemplo más de organización compleja del rascacielos, frente al paradigma importado miesiano y el estilo moderno corporativo al que daría paso en los sesenta. Estaríamos así asistiendo a una

propuesta implícita de replanteamiento de la construcción en altura que encontraría en la aceptación de la tradición autóctona americana su mejor validación (113).Sin embargo, la historia reciente no es tan simple, y la fractura maniquea entre uno y otro momento, la tradición autóctona americana y la importación de modelos europeos modernos, parece una quizás necesaria estrategia de distanciamiento con escasa correspondencia con los hechos. Por ello posiblemente sea oportuno hoy redescribir estos fenómenos, ligados también a la propia evolución técnica, tal y como hasta aquí se ha venido haciendo. Hecho el esfuerzo de superar la esfera de la modernidad y elevada la complejidad del rascacielos a nuevo paradigma topológico, la experiencia llevada a cabo desde la posguerra hasta nuestros días, tanto desde las formulaciones teóricas como desde las prácticas comerciales, puede iluminar sobre el sentido de estos nuevos paradigmas espaciales y su posible manipulación proyectual.En un breve periodo de tiempo –entre mediados de los cincuenta y finales de los sesenta–, el rascacielos que alojaba las oficinas deja de concebirse como un objeto ortodoxamente moderno, homogéneo, unifuncional, formalmente autónomo, producto de la repetición de plantas tipo, y comienza a ser pensado como una organización acumulativa, multifuncional, formada por agregaciones –yuxtaposiciones y superposiciones– de espacios diferenciados, vinculados estrechamente entre sí y a los sistemas generales urbanos. Tal cambio sucede simultáneamente a la revisión de los paradigmas técnicos de la modernidad y a la pérdida ya descrita de vinculaciones físicas entre trabajo y edificio. Los cambios técnicos y tipológicos se transforman así en cambios topológicos: es la idea de ciudad lo que viene a alterarse desde la puesta en crisis de la objetividad de los paradigmas modernos.Si el trazado de la ciudad era la expresión del orden jerarquizado de la ciudad moderna y el edificio un producto de la repetición idéntica de pisos, se producirá ya desde los cincuenta una inversión topológica: el rascacielos pasará a contener toda la ciudad, y ésta se manifestará en toda su complejidad a través de la sección, dando lugar a una estructura urbana ya no jerarquizada sino multicéntrica, ya no segregada sino estratificada.La oficina y el rascacielos abandonan el modelo urbano segregado que cristalizó en el Loop de Chicago y que determinó en buena medida las hipótesis y los ideales sobre la ciudad del Movimiento Moderno. El centro deja de ser un acumulador unifuncional de actividad terciaria, y el rascacielos acompaña esta transformación, entendiéndose ahora como una organización vertical de usos diversos y complementarios en la que categorías como isotropía, repetición de pisos y reproducción universal (objeto-tipo) carecen del eco necesario para conformar un ideal. La construcción en altura, el rascacielos pertinente con los cambios productivos y planimétricos de la ciudad, es más bien un artefacto polarizado, ligado a la topografía urbana, discontinuo en su sección y usos, singular en su presencia. Pero sobre todo es una modalidad constructiva motivada por factores extrafuncionales, que acepta más que nunca trasladarse del centro a la periferia, acompañando la traslación emprendida por la actividad terciaria en los años setenta. Pero al hacerlo, definido como estructura mixta y densa,

Page 3: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

traslada consigo mismo la idea de centralidad, pues en él, en su diversidad y yuxtaposición, es donde de forma más precisa pueden ahora encontrarse los valores que en la ciudad histórica dieron en conformar los centros urbanos tradicionales.El rascacielos repetitivo y homogéneo tiene desde sus primeras formulaciones en Chicago un modelo antagónico, el rascacielos de usos yuxtapuestos, del que el Auditorium Building, de Adler y Sullivan (Chicago, 1887-1889), fue la primera materialización importante. En él se propuso con aplastante claridad una forma distinta de entender la concentración, no como repetición vertical de lo mismo, sino como coordinación por yuxtaposición y superposición de actividades dispares (114) (fig. 125). Sin embargo, este modelo pareció, al menos a los ojos europeos, más producto de condiciones singulares que una propuesta abstracta de construcción en altura. La asociación establecida por los arquitectos modernos entre técnica y función para la determinación tipológica repelía la idea de conformar edificios complejos en su organización espacial: cada función debía objetivarse en sus exigencias dimensionales y espaciales para producir un tipo óptimo y autónomo, cuya disposición en la ciudad obedecía a una jerarquización preestablecida desde el plano total de la ciudad. Su posición en el plano era por tanto lo que le otorgaba sentido urbano : la extensión vertical de los edificios era exclusivamente una función de centralidad, un gradiente que subrayaba dicha jerarquía planimétrica. El Auditorium, y con él toda la magnifica colección de ejemplos complejos construidos en la ciudad americana, no tenían cabida en ese esquema. El rascacielos terciario en el centro de la ciudad y el bloque residencial en la periferia conformaron el programa formal y funcional de la ciudad moderna, enunciado en sus principios espaciales en la Carta de Atenas. Trabajo y residencia recibieron así una definición tipológica y urbana segregada. Pero, en el proceso que llevó hasta la formulación de las tipologías mixtas contemporáneas, algunas de las propuestas más ortodoxas de la modernidad pusieron en cuestión tanto la especificidad de los tipos como la ubicación segregada de la vivienda y la oficina, haciendo cada vez más difícil entender el sentido lógico de tal propuesta. Le Corbusier y Mies, partiendo de los modelos de la modernidad –el bloque residencial y el rascacielos de oficina–, llegaron en su madurez a una definición arquitectónica prácticamente indiferenciada de ambos tipos, si bien evitaron sistemáticamente explorar las implicaciones de esta progresiva identificación. De hecho, demostraron con su obra que la función determinaba los tipos de forma sólo muy vaga e imprecisa , o, más exactamente, que la construcción en altura era un mecanismo topológico que aceptaba muy diferentes escalas y programas y que esto era especialmente cierto en el caso de la vivienda y la oficina, cuya dependencia del medio natural era entonces sustancialmente idéntica.La Villa Savoie (Poissy, 1929) proponía una relación con el territorio cuyo modelo último había sido explorado en la escala gigante del rascacielos cruciforme. La procesión nietzscheana del cruciforme –elevación, dominio, soledad– se transfirió a la escala mínima de la vivienda unifamiliar, inaugurando una concepción topológica que cristalizó más tarde en la propuesta de la Ciudad Jardín Vertical. Ésta era igualmente deudora directa de la investigación sobre la oficina, siendo las primeras Unidades de Habitación derivaciones literales del rascacielos cartesiano (proyecto del Bastión Kellermann, 1932). Posteriormente, Le Corbusier volverá a establecer vinculaciones precisas entre el rascacielos y el bloque residencial, comprobables en la nítida dependencia figurativa de la Unidad de Habitación de Marsella respecto del rascacielos lenticular de Argel.

Pero no debe obviarse la proporción horizontal –siempre predominante– de sus bloques residenciales frente a la verticalidad de los rascacielos de oficinas, señal que aún perdura de una organización urbana, formulada en la Ciudad Contemporánea para Tres Millones de Habitantes, en la que la emergencia vertical respondía exclusivamente a principios de jerarquización y segregación funcional.La idea de ciudad que Mies desplegaría a lo largo de su trabajo era ciertamente menos explícita, basada en la operatividad del free standing block y deudora por tanto de la espacialidad que tanto Gropius como Le Corbusier habían propuesto para la ciudad moderna (115). Pero su preocupación constante por esencializar la forma comportaría una progresiva identificación de los tipos que haría indiferente el rascacielos a su destino funcional. Lake Shore Drive Apartments y Seagram Building, el conjunto de su experiencia americana sobre el tipo en torre, es una única investigación que apenas contiene matizaciones funcionales significativas: el núcleo mayor en las oficinas o el ritmo más dilatado de los montantes en el cerramiento de las viviendas eran los signos prácticamente irrelevantes de estos usos diferenciados. No por casualidad la casa Farnsworth repetía la disposición elevada de la Villa Savoie. Y aunque esta disposición tuviese motivos funcionales específicos, el bloque residencial colectivo reproducía el programa de la casa Farnsworth en organizaciones verticales, incluso con mayor naturalidad que en el caso de Le Corbusier, ya que en Mies el espacio residencial o de trabajo fue siempre horizontal. No así, desde la casa Citrohan, en el primero.Identificados entre sí los tipos residenciales y de trabajo en la lógica espacial del rascacielos moderno, la pureza de los tipos en Mies y la mecánica de la ciudad zonificada en Le Corbusier evitaron sistemáticamente la contaminación que la mezcla de usos podía introducir.Hilberseimer, por el contrario, partió de una concepción opuesta. Su Ciudad Vertical (1924) proponía una total inversión de la ciudad moderna, sobre la base de la unión de residencia y trabajo en construcciones unitarias de alta densidad. La relación de inmediatez residencia-trabajo era una alternativa explícita a la vaguedad con la que en la Ciudad Contemporánea de Le Corbusier se trataba la densidad y la movilidad, no resueltas estructural ni orgánicamente.Y ello generó una concepción diametralmente opuesta de la ciudad y el rascacielos. Aquella no se piensa ya en planta, sino en sección, identificada en el rascacielos. Éste no es ya producto de la repetición, sino estructura discontinua, que se resuelve en una reorganización tridimensional de los usos y las circulaciones (fig. 126). El rascacielos no está en el centro de la ciudad: es él mismo ciudad y centro. El rascacielos adopta así por primera vez una definición en la que la superposición vertical sustituye a la segregación horizontal. Y nótese cómo en esta sustitución está implícita una reproposición de la ciudad tradicional, de la yuxtaposición de usos de la ciudad europea, gótica y burguesa, frente al modelo de centralidad americano.Quizás sea sorprendente esta interpretación de un proyecto de alguien como Hilberseimer, estudiado frecuentemente como uno de los más radicales defensores de la destrucción de la complejidad tradicional en favor de una ciudad diagramática. Quizás este proyecto –o, mejor, contraproyecto, pues todo el surge de la Ciudad Contemporánea para Tres Millones de Habitantes–, no sea tanto un antimoderno como un ejercicio sobre las posibilidades de la segregación vertical frente a la horizontal. Pero a la luz de lo que ha sido la posterior construcción de la ciudad es, sin duda, un proyecto que advierte de las serias limitaciones del urbanismo corbusieriano en el momento mismo en que éste nace.Para Hilberseimer, el rascacielos significaba precisamente la posibilidad de eliminar la segregación funcional de la ciudad moderna, al introducir la posibilidad de pensarla en su tercera dimensión, tema que en la académica visión que Le Corbusier despliega no se problematiza. Con

Page 4: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

Hilberseimer, la ciudad no necesita un plan, un plano, sino una reorganización topológica: los problemas generados por el crecimiento urbano y las altas densidades no se resuelven geometrizando la ciudad, sino eliminando –"haciendo innecesaria en lo posible"– la movilidad.La Ciudad Vertical anticipa así en cuarenta años unos razonamientos que se reproducirían en Chicago y Nueva York tras experimentar los efectos de una excesiva segregación funcional. Paradójicamente, quizás no sea un puro azar que tal reproposición sea llevada a cabo por alumnos de Hilberseimer en el IIT, retomando literalmente la organización de los usos en el espacio propuesta por éste. Así, serán las viviendas y no las oficinas las que se eleven para ocupar las plantas altas, quedando estas ligadas al plano del suelo, a los intercambios, a la movilidad.Se niega con ello la estructura formal de la ciudad moderna, abriendo una reflexión sobre la posición de la vivienda, ubicua pero autónoma respecto al centro urbano, que encontrará en la tradición de los rascacielos americanos un referente y en los mixed-use buildings su formulación comercial. La verticalidad deja de entenderse como un gradiente formal de la centralidad y pasa a concebirse como un gradiente funcional de la privacidad. El rascacielos no es producto de la repetición, sino producto de la estratificación, de los usos públicos a los privados, de las infraestructuras subterráneas a las viviendas en altura (116).Y en esta idea tampoco será casual la organización en tres estratos de los distintos tráficos –peatonal, rodado y subterráneo– ni la representación de este último en cuatro niveles –dos para el transporte metropolitano, dos para el interurbano–: Hilberseimer reproduce literalmente una experiencia coetánea, técnica y comercialmente sin precedentes; la de la Central Station de Nueva York, dirigida por W. J. Wilgus entre 1903 y 1913. Los derechos aéreos del ferrocarril sirvieron a Wilgus para concebir una gran operación urbana, un complejo mixto de comercios, rascacielos de oficinas y hoteles, en el que la yuxtaposición de usos y la estratificación de tráficos se revelaba como la mecánica esencial para la organización de proyectos de esta escala y complejidad (fig. 127).La confluencia entre infraestructuras, concentración, estratificación y centralidad de esta obra será una referencia explícita de la propuesta de Hilberseimer, cuyos rascacielos pueden entenderse como traducciones europeas que idealizan prácticas especulativas ya experimentadas.Sin embargo, la mecánica de segregación radical de la ciudad moderna no se revisará hasta que, diez años después de la propuesta de la Ciudad Vertical, el Rockefeller Center –coincidiendo paradójicamente con la elaboración de la Carta de Atenas– venga a imponer una reconsideración de la misma, forzada por su sola presencia, pero también por el éxito comercial y urbano alcanzado. Así, su capacidad para desplazar al Midtown la centralidad impuesta por Wall Street servirá para mostrar las posibilidades de la construcción en altura como generadora de espacio urbano. La tupida red que allí se creo entre oficinas, comercios, servicios, calles y plazas materializaba por primera vez un espacio publico articulado con la construcción en altura que, sin embargo, tenía un carácter ajeno por completo a la autonomía formal propugnada por el rascacielos moderno; de hecho, su planta baja remitía a formas de articulación espacial completamente convencionales (fig. 128).Tal contradicción con la Ville Radieuse no fue suficiente para afectar formalmente a la Carta de Atenas, si bien tanto Le Corbusier como Giedion se vieron influidos por esta circunstancia: Le Corbusier, modificando sus criterios en el proyecto de Argel, y Giedion encontrando en el Rockefeller una forma "anticipadora" de una cuarta dimensión, nunca suficientemente explicada (fig. 129). Pero algo importante debió ver cuando él mismo se dedicó a componer collages con fragmentos fotográficos del RCA, en una acción insólita para un historiador. De estas imágenes puede deducirse un verdadero aprecio de la articulación urbana del conjunto, de la forma en que su proximidad forzaba visiones oblicuas parciales, algo que jamás aparece en los cartesianos

despliegues de Le Corbusier, que demandaban una técnica de representación tan opuesta como el diorama (117).Al filo de la Segunda Guerra Mundial existían por tanto dos formulaciones distintas del rascacielos. Por una parte, una formulación teórica y una práctica especulativa volcadas hacia el rascacielos homogéneo, repetitivo y terciario; por otra, actuaciones y propuestas puntuales en las que la construcción en altura se interpretaba esencialmente como una pieza compleja, construida a partir de yuxtaposiciones horizontales o superposiciones verticales de usos complementarios, capaz de entenderse en si misma como una ciudad autosuficiente.

Los rascacielos mixed-use contemporáneos: organización y técnicas proyectualesEsta segunda formulación encontraría en la posguerra muchas circunstancias favorables a su expansión, dando lugar en pocos años a un modelo ya no anticipador sino alternativo al rascacielos moderno. Desde una aproximación teórica a la idea de ciudad, la revisión del ideario moderno llevada a cabo por el Team X, y de forma especialmente significativa por Alison y Peter Smithson, contribuirá a sustituir la concepción segregada de las funciones urbanas por una concepción integradora, desplazando el interés urbanístico hacia los lugares y los modos en los que las relaciones sociales se producen. La definición tipológica como tema de arquitectura dará paso a un interés creciente por las ligaduras como acontecimientos físicos, por las formas de agregación, crecimiento y cambio, en busca de una idea espacial distinta de la ofertada por la modernidad, no tanto basada en la autonomía formal de los tipos como en la interacción entre espacio publico y privado, entre movilidad y usos diferenciados. La jerarquía formal de la Ville Radieuse será cuestionada por la Cluster City con su estructura policéntrica, basada en unidades autosuficientes que gravitan en torno a construcciones multiuso, formando racimos interconectados por el viario (fig. 130).Algunos edificios con gran acumulación de usos -mat buildings-, como la Universidad Libre de Berlín (Candilis, Josic & Woods, 1963), darán forma a estas ideas, construyéndose edificios-ciudad relativamente amorfos, articulados en torno a esquemas circulatorios y de relación que sirven también como leyes de crecimiento (fig. 131). De forma significativa, el Rockefeller pasará a entenderse no como una concreción provisional de los ideales modernos, sino como un modelo opuesto para interpretar la concentración urbana.A la par de estos cambios y estimulada por ellos, se produce una orientación hacia lo que Reyner Banham denominó "megaestructuras", aproximaciones radicales a la idea de ciudad desde el proyecto, que recogen referencias de modelos como la Central Station o el Rockefeller Center, interpretados desde una utópica pretensión –ortodoxamente moderna– de control total de la ciu-dad, en sí misma contradictoria con el carácter puntual de estos modelos (118). Proyectos como el de Kenzo Tange para la Bahía de Tokio, si bien inabordables en sus riesgos, en su costo y en el esfuerzo de coordinación de intereses que implícitamente exigían, concretaron sin embargo una mecánica de proyecto basada en organizaciones verticales del espacio urbano que las diferenciaba de la técnica bidimensional de la Ville Radieuse. Como en la propuesta de Hilberseimer, la sección explicaba la ciudad, que se producía a menudo por simple extrusión de esta organización topológica. Pero al olvidar algo que Aldo Rossi formularía pocos años después, la construcción "por partes" como hecho consustancial a los procesos de transformación urbana, devolvieron la teoría de la metrópoli a su punto de origen: el idealismo salvaje de la Ciudad Contemporánea para Tres Millones de Habitantes, concluyendo en una propuesta testimonial.

Page 5: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

Otros discursos coetáneos más radicales, como el de los situacionistas de Guy Debord, pondrán énfasis en el carácter totalizador de la ciudad moderna, convertida en la posguerra en espectáculo único y universal destinado a legitimar las prácticas del capitalismo, proponiendo formas críticas de combatirlo desde la subjetividad de la experiencia vital cotidiana. La psicogeografía de The Naked City (1957; fig. 132) refleja en su fragmentariedad y conectividad una cierta familiaridad con los aspectos más fenomenológicos de la Cluster City, alineándose así con ésta frente al objetivismo positivista de la Ville Radieuse, pero significa sobre todo un cambio radical en la percepción del ideario moderno, ahora entendido ya como parte del sistema, como su mejor representación.Igualmente, las imágenes de la Walking City (1964; fig. 133) de Ron Herron, y en general las propuestas urbanas de Archigram, vendrán a corroborar este cambio de actitud con la ambigüedad propia de quien trabaja dentro de una sociedad industrial avanzada, pero desde una posición ya no revisionista, sino opuesta a la de los padres modernos. Los nuevos "contenedores sociales" de la Walking City emprenderán una vez más el viaje a la ciudad americana, pero ya desprovistos de cualquier fe productivista, expresando como pocas imágenes el carácter sublime –a la vez bello y amenazador– que la técnica ha adquirido para quienes conviven con ella y sus efectos sobre la escala, la movilidad o la organización social (119).En el otro extremo, la experiencia de la ciudad construida desde el optimismo tecnológico y las expectativas de crecimiento ilimitado de la posguerra permitió poner en práctica en los Estados Unidos en pocos años una versión de mercado de la Carta de Atenas que pronto acusaría los problemas endémicos del zoning. La gran demanda de oficinas representativas surgida tras la guerra tendría como consecuencia, agravada en la ciudad americana, la saturación de los centros urbanos, con la consiguiente expulsión de la vivienda y el comercio, poniendo en peligro el equilibrio vital del centro, y por tanto de la ciudad en su totalidad. El libro de Jane Jacobs The Death and Life of Great American Cities, publicado en 1961, daría cumplida cuenta de este proceso de degradación, apuntando ya entonces hacia los efectos positivos de la diversidad y la concentración (120).Como consecuencia de esta multiplicidad de factores, tanto desde los planteamientos teóricos como desde la misma lógica del mercado inmobiliario, se produce una confluencia en torno a la necesidad de revisar el esquematismo topológico de la ciudad moderna y su centro terciario. A finales de los sesenta, la superposición de usos pasa a entenderse, urbanística y comercialmente como una disposición adecuada para obtener la densidad característica de la vida urbana, sin reproducir los efectos negativos de su desorden convencional. La contigüidad residencia-trabajo se ofrece de nuevo como alternativa a la movilidad, especialmente útil en el centro de la ciudad, reavivando el debate en torno a los efectos del zoning radical propiciado por la Carta de Atenas. Los tipos mixtos, bien por la vía persuasiva de ordenanzas compensatorias –Nueva York–, bien como inflexiones racionales en la orientación del capital –Chicago–, tienen la oportunidad de desarrollarse como experiencias puntuales que servirán a la revisión tipológica y urbana del rascacielos.Los rascacielos mixtos serán desde sus primeras formulaciones de posguerra construcciones estrechamente vinculadas a la topografía urbana. Si la verticalidad mantiene un significado preciso como mecanismo básico derivado de la concentración, el sustrato profundo, la operatividad de los tipos estratificados como instrumentos de gestión urbanística, se desplaza hacia el suelo y el subsuelo, hacia las conexiones y rupturas que transforman la situación preexistente. La autonomía formal del rascacielos moderno dará paso a una implicación creciente entre construcción e infraestructuras, comprobable en los primeros ejemplos teóricos que entonces se proponen. Así, el proyecto de Louis Kahn para la ciudad de Filadelfia (1956-1962) partirá, frente a tantos proyectos de urban renewal como en aquellos años proliferaron, de un modelo de centralidad en nada deudor de la ciudad segregada y el centro terciario modernos,

hecho desde el ambiente ideológico del Team X como un nuevo camino de vuelta desde los postulados europeos a la ciudad americana.Densidad, estratificación, movilidad y yuxtaposición serán los argumentos de un proyecto que hace perceptible una complacida afirmación de la complejidad de la ciudad americana, dando forma a un plan decisivo en las formulaciones teóricas del Team X, en muchos aspectos análogo y opuesto al Plan Voisin de Le Corbusier. Temerario como este, el proyecto de Louis Kahn anticipa la inversión conceptual que el rascacielos pondrá a punto en la siguiente década, ensayando la estratificación como una consecuencia de la interrelación entre sistemas viarios y edificación (fig. 134). La articulación espacial de tráficos diferenciados, las relaciones entre la trama urbana de Filadelfia y de la propuesta, la mezcla de usos y tipologías, temas todos ellos presentes en las polémicas del Team X, culminan en la invención tipológica de las colosales puertas del centro –edificios mixtos de oficinas, viviendas y aparcamientos–, dando pie a una concepción del rascacielos como hecho complejo, producto de la agregación, estrechamente vinculado a la topografía urbana.Las Marina Towers de Bertrand Goldberg (Chicago, 1960-1967), recogerán estos temas, extendiendo las implicaciones entre infraestructuras y conformación tipológica al uso residencial, en una operación comercial que incorpora oficinas, teatro y áreas deportivas y comerciales. Las viviendas aparecen como terminal vertical de dos redes –la fluvial, accesible desde un embarcadero sobre el río Chicago, y la viaria, concluida en aparcamiento helicoidal–, conformando un rascacielos en el que ocuparán única y exclusivamente la parte superior de la sección, dominando y emergiendo sobre el Loop (fig. 135). Nótese cómo en esta obra (que, con su estilo lacónico, Mies supo apreciar; el comentario hecho a Goldberg,"es una obra propia de un arquitecto joven", quizás sea un homenaje a sus primeros rascacielos) todo es rebelde frente al paradigma americano de Mies: la sección estratificada, la exposición al exterior, aboliendo el prisma hermético, la forma cilíndrica frente al paralelepípedo, las terrazas profundas frente al vidrio plano, el hormigón frente al acero, la coloración clara y las sombras arrojadas frente a la tonalidad oscura y los reflejos del vidrio. Marina City cuestiona en la práctica el rascacielos moderno, abriendo el camino para una reflexión en torno a su sección y la organización de sus usos, que culminará en la misma ciudad en el John Hancock de SOM pocos años después, en 1968.Allí, comercios, aparcamientos, oficinas, plantas técnicas, apartamentos y viviendas, telecomunicaciones y restaurantes adoptan una configuración estratificada unitaria, primera corroboración construida de la Ciudad Vertical, que contiene ya completa la idea de un rascacielos en el que la autosuficiencia supone una alternativa precisa al modelo moderno de centralidad, en lo que se refiere tanto a las relaciones residencia-trabajo como a la localización de la vivienda frente a la oficina (pues será nuevamente la primera la que ocupe las plantas altas).Con el John Hancock, la sección adquiere un papel protagonista, condensador de los problemas derivados de la acumulación vertical de usos: si la ciudad histórica se reconoce a través de su planta, el recurso a la tercera dimensión hará de la sección el elemento característico y esencial en la organización de las nuevas ciudades verticales (fig. 136).A partir de él, los usos comenzaran a organizarse con una lógica repetida: la privacidad aumentará según asciende la sección. El plano del subsuelo adoptará cada vez más precisamente la forma de intercambiador de transportes, prolongando los centros comerciales de las plantas bajas; lobbies cubiertos interiorizan el espacio público, organizando los distintos accesos y fundiendo los recorridos con el tejido urbano. Las oficinas ocupan posiciones próximas a la actividad del lobby; la pérdida de identidad entre tipo y programa funcional posibilita geometrías aleatorias, vinculadas al carácter público del edificio. Las viviendas se despegan del suelo, elevándose para disfrutar de su dominio sobre el territorio urbano. Plantas mecánicas y sky-lobbies fragmentan la sección. Servicios públicos y equipamientos se incluyen con frecuencia en las plantas bajas, a menudo como edificios aislados que sirven de contrapunto compositivo. La cubierta se recupera para usos mancomunados de las viviendas –ocio, equipamientos

Page 6: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

deportivos y dotaciones comunitarias–, y en los edificios mas singulares se habilita como espacio comercial abierto al público por ascensores directos. Restaurantes, estaciones de radio, helipuertos, observatorios y usos análogos se reservaran a las construcciones más altas de cada ciudad.A partir de los setenta los reglamentos del Midtown de Nueva York incentivan estas construcciones mixed-use con bonificaciones en la superficie construida, exigiendo el equipamiento del plano del suelo con recorridos interiores, galerías comerciales y atrios acristalados. Los primeros ejemplos construidos tanto en Nueva York como en Chicago –el edificio Galleria (David Specter, 1975), la Water Tower (Murphy Associates, 1976) y la Olympic Tower (SOM, 1976) – permiten comprobar la aceptación de estos modos de vida y sirven además como experiencias de laboratorio sometidas a la observación y análisis de la critica, los profesionales y los empresarios (121)(figuras 137, 138 y 139).La diferente naturaleza espacial de los edificios mixtos exigirá replantear la metodología del proyecto convencional, planteando la problemática de dar forma a la diversidad y superposición en cons-trucciones unitarias. Así, el esfuerzo por ocultar tras un indiferenciador curtain-wall la complejidad del programa interior delatará en la Olympic Tower la dependencia de un modelo preestablecido, poniendo de manifiesto por contraste las características propias del nuevo rascacielos: el fondo admisible en las oficinas es considerablemente mayor que el necesario para viviendas; las mayores luces estructurales de las primeras pueden disminuir por economía en las segundas; los lobbies en altura, las plantas mecánicas, los usos complementarios en cubierta, la conexión con los sistemas generales urbanos, la orientación solar, el contexto urbano y tantos otros factores reclamarán un tratamiento específico. Algunos recursos técnicos desarrollados previamente adquirirán mayor relevancia en edificios de sección discontinua. Éste es el caso de los tipos estructurales de sección variable o fragmentada, o los sistemas de tráfico vertical con cabinas express y sky-lobbies, que se utilizan, junto con las plantas técnicas, para fragmentar los usos.El nuevo rascacielos ya no es un producto de la repetición indiferente de plantas, sino una estructura que aloja un programa diverso, organizado por un sistema completo de transporte vertical, con vida continua y repercusión profunda en la distribución de centralidad en la ciudad.El proyecto de construcciones mixed-use requerirá por ello una lógica espacial más compleja que la desarrollada para el edificio comercial de oficinas: si este exigía la creación de una segunda estructura espacial superpuesta a la de uso convencional, destinada a la alimentación energética del edificio, esta necesidad vendrá ahora suplementada por la de habilitar un espacio de circulación y relación capaz de organizar los recorridos, obligando a crear una triple estructura espacial –pública, privada y mecánica–, en cuya complejidad se resolverá el expediente de su organización topológica.De esta forma, el concepto de espacio público quedará alterado, interiorizado dentro de la mecánica tridimensional y autosuficiente de la estratificación. Y ello implicará desajustes entre los objetivos iniciales de la política urbanística de revitalización de los centros urbanos y su desarrollo real. Así, el conjunto formado en Nueva York entre las calles 54 y 57 –Trump Tower, IBM, ATT y otros edificios–, uno de los más completos en cuanto a la formación de una intrincada malla de recorridos peatonales, muestra, sin embargo, una descoordinación de trazados que no es sólo producto de defectos en los mecanismos de control, sino más propiamente consecuencia de la diferente naturaleza urbanística del mixed-use, contradictoria con la contigüidad y la interdependencia propias de los tipos especializados (fig. 140).El Citicorp Center (Hugh Stubbins and Associates, Emery Roth and Sons y William Le Messurier, Nueva York, 1974-1978) es, desde este punto de vista, una intervención más adecuada a la

naturaleza del mixed-use: al ocupar una manzana completa de Manhattan evita entrar en competencia con sus homónimos, generando una pieza completa y autosuficiente articulada verticalmente. El uso de la concentración para liberar suelo publico; la extensión de las plantas bajas comerciales, que acompañan la circulación de peatones y adecuan la escala de la torre a la de la ciudad; la unión con los transportes urbanos y suburbanos y la invención de un programa acumulativo con vida continua –en el que, sin embargo, está ausente el uso residencial– tienen aquí uno de sus más felices capítulos recientes, quizás la última construcción de Nueva York incorporada por derecho propio a la memoria de su skyline (fig. 141).Pero señala también los límites o la incongruencia de plantear la construcción del mixed-use sobre un trazado urbano convencional: la incompatibilidad de una planimetría bidimensional y una ciudad estratificada verticalmente indica la pertinencia de ensayar el rascacielos mixed-use no tanto como corrector de desequilibrios, sino más bien como instrumento de descentralización, de multiplicación de centralidad. Y ello lo hace especialmente disponible o adaptado a las estrategias contemporáneas del negocio inmobiliario.Debido a su carácter autosuficiente, el rascacielos mixed-use se adapta a localizaciones desvinculadas del centro terciario, ligadas a la emergencia de grandes infraestructuras que aseguren la vitalidad de sus galerías comerciales y su aceptación como espacio laboral y residencial: estaciones ferroviarias y metropolitanas, puntos de conexión entre redes viarias interurbanas, aeropuertos e intercambiadores de transporte aparecen de forma cada vez más precisa como lugares topográficamente privilegiados, capaces de sustentar actuaciones de alta concentración. La comercialización de los derechos aéreos de algunas infraestructuras urbanas posibilita una estrecha vinculación tridimensional, la aparición del rascacielos como protuberancia terminal de los sistemas generales urbanos. La movilidad del trabajo arrastra así la de los demás usos y la de la idea misma de centralidad, procediéndose de forma acusada a una progresiva atomización urbana.En tal dirección se irán desarrollado sus potencias en los ochenta, coincidiendo con su extensión como tipología comercial, no sólo en Nueva York o Chicago, sino también, y de forma significativa, en las ciudades de tamaño medio de Estados Unidos, generando así un modelo de actuación inmobiliaria perfectamente instrumental a la globalización de la economía y el territorio urbano, ahora prácticamente indiferentes a la especialidad e identidad de la ciudad heredada, tradicional y moderna.Ciudades como Atlanta ejemplifican esta diseminación de centralidad que implica la desaparición de la idea de continuum edificado y una mayor extensión de la ciudad sobre el territorio. Esta ciu-dad no planificada, con tres millones de habitantes, fundada en 1864, tiene hoy un radio aproximado de treinta kilómetros, pero no puede hablarse estrictamente de centro y periferia, sino exclusivamente de perímetro, recogiendo una acertada expresión de Rem Koolhaas: actuaciones mixtas de alta densidad con usos diversificados –residencia, trabajo, ocio, cultura– se alternan con áreas intocadas, sin gravitar en torno a ningún verdadero centro histórico. Las redes de autopistas y las grandes infraestructuras, como los aeropuertos (incluido uno de los de mayor tráfico del mundo), marcan los lugares de intervención, definiendo una topología desjerarquizada, no cohesiva: multicéntrica y sin estructura formal aparente, que parece ejemplificar el modelo urbano que estas construcciones tienden a definir en las ciudades de economía terciaria (122) (fig. 142).Esta atomización implica una progresiva destrucción del concepto tradicional de espacio público. El vacío que tensaba plásticamente el rascacielos moderno o el continuum de calles y plazas en el que se resolvía el espacio público tradicional formaban un escenario civil que dotaba de jerarquía formal a la ciudad. Tal idea desaparece en estas experiencias. El espacio exterior deja de cumplir sus funciones urbanas tradicionales, transformándose en vacío, lugar sin cualidad destinado exclusivamente a la movilidad o a los marginados. El espacio público queda fagocitado en el mixed-use, entendido cada vez con más precisión como un lugar de naturaleza estrictamente comercial, al modo en que John Portman viene desarrollándolo sobre la base de

Page 7: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

un uso intensivo del atrio en obras como el Peachtree Center (Atlanta, 1973) o el Marriott Mar-quis Hotel (Atlanta, 1983; fig. 143).No sólo desaparece el espacio público abierto. El espacio público interior ha perdido sus cualidades esenciales en esta transformación, pues ya no acoge indiscriminadamente a cuantos ciudadanos deseen pasearlo, sino que, sometido a los intereses comerciales, ha pasado a ser vigilado y selectivo: un "simulacro" de lo público, en terminología de Baudrillard, destinado a generar el espectáculo de una sociedad igualitaria cohesionada por el consumo.Y ello lleva aparejada la aparición de una última estructura que se suma a las ya descritas, una estructura de la vigilancia invisible, resuelta a través de conexiones telemáticas, cámaras y sensores que, si bien no tendrán mayor repercusión arquitectónica aparente que la aparición de salas de control, predeterminará por completo los movimientos y acciones de los ciudadanos, definiendo el carácter antropológico de estos espacios de fin de siglo dominados por la violencia social y por la necesidad de ahuyentar el miedo a la misma. Esta estructura invisible será también la señal de una de las debilidades más evidentes que hoy acechan a la gran escala de los rascacielos: su fragilidad defensiva en un sistema social inestable y en constante incremento de la violencia, que ha pasado a su vez a internacionalizarse. Es por ello que la vigilancia, la capacidad de esta estructura telemática policial para controlar los movimientos de las personas, determina uno de los límites más precisos a la expansión de estas tipologías que, por su escala y complejidad, resultan especialmente vulnerables. Los mixed-use, con sus atrios y galerías, estas grandes islas de urbanidad construidas ex-novo, materializan así en su estructura espacial "pública" una versión actualizada, orwelliana, del espacio panopticon de J. Bentham, haciendo buenas las observaciones antropológicas de Michael Foucault en torno a esta tipología.La Tercera Conferencia Internacional sobre Rascacielos, celebrada en Chicago en 1986, deja ver, a través de sus ponencias, optimistas aunque no siempre brillantes, los parámetros en los que se desarrolla este tipo de construcción comercial, coincidiendo con el momento en que se inaugura el segundo siglo de existencia del rascacielos (123). Así, los usuarios de estos nuevos espacios residenciales forman hoy un segmento variado de la población americana, constituido por ciudadanos de edades diferenciadas, preferentemente sin hijos y con ingresos holgados, pero ya no necesariamente elevados. El envejecimiento de la población previsto para los treinta próximos años y la demanda de viviendas próximas a los lugares de trabajo implicarán, según los estudios de Kateley y William Brubaker (124), una mayor demanda y el crecimiento del programa ofertado con actividades sanitarias, recreativas, educativas y culturales. Paul Goldberger (125) hace hincapié en el carácter social y cultural de estos nuevos desarrollos tipológicos –denomina social skyscraper al rascacielos mixto y lo enfrenta a la banalidad urbana del rascacielos de oficinas del estilo internacional–, encontrando en ellos un importante factor de generación de actividad urbana. La incorporación de sistemas de gestión automatizada en la próxima década permitirá, según Newman (126), un control óptimo de los aspectos relacionados con la seguridad, incendios, transporte vertical, consumo energético, etc., que prolongará el papel del rascacielos como modelo experimental de otras tipologías. En estas visiones triunfales que señalan la victoria comercial del mixed-use no hay lugar para una reflexión sobre las transformaciones urbanas y antropológicas que de hecho esta induciendo esta estructura multifuncional. Incluso algunas visiones ahondan en la idea de una supuesta disponibilidad del mixed-use para reproponer la ciudad tradicional, en una lectura epidérmica e inmersa en el pseudohumanismo, basada en explotar la discontinuidad de la sección en sus analogías aescalares con distintos lenguajes historicistas.Esta Conferencia es un fiel reflejo de cómo, con recursos académicos o tecnológicos, la construcción en altura ha adquirido de hecho en Estados Unidos una presencia cada vez más banal, más próxima a las formas de significación publicitarias, coincidiendo con el período más liberal de su economía. Tal y como apuntan distintos autores, como Jameson o Muschamp (127), es posible que la derivación de lo técnico en mercadotécnico no sea tanto una traición a los principios modernos como su más refinado aggiornamento, llevado a cabo significativamente por arquitectos en su día próximos al circulo de Mies (Philip Johnson, Helmut Jahn, Bruce Graham).

Puede aceptarse también que, ante tales cambios, no cabe la nostalgia ni el juicio de valor, sino que plantean la necesidad de entender un nuevo contexto social y productivo, y ello pone en primer plano las relaciones entre técnica y cultura como un problema emergente desde el punto de vista crítico y proyectual.Pero seria engañoso pensar que éste es un fenómeno exclusivamente americano: se trataría más bien de un conjunto de mutaciones que ponen al descubierto las formas en que los nuevos modos productivos, y en general el auge de las tecnologías de la información, se traducen en prácticas materiales, afectando a la concepción espacio-temporal heredada de la primera modernidad. Es por ello que para obtener una visión comprensiva debieran estudiarse otras formas de desarrollo de la superposición y yuxtaposición de usos en contextos como Japón o Europa, donde podemos encontrar similitudes y diferencias ilustrativas.Así, por ejemplo, las particularidades de las nuevas formas constructivas japonesas ponen en evidencia lo engañoso de pensar en el mixed-use como algo asociado exclusivamente a la gran escala: fenómenos como los fashion-buildings de Shinjuku, enTokio, permiten hablar de un cierto automorfismo reproductivo, de la autosimilaridad de las operaciones ligadas al flujo flexible de capitales. Los fashion-buildings, miniaturas replicantes de las estructuras hibridas, son pequeñísimas actuaciones en tejidos preexistentes, cuya organización programática compleja y ciclo de vida corto, ligado estrechamente a la compresión espacio-temporal del dinero, desbaratan las polaridades urbanas tradicionales, permitiendo modificaciones profundas de la distribución de centralidades sin repercusión planimétrica alguna: una modalidad de transformación urbana que algunos han entendido como rizomática, según la terminología de Deleuze. Ésta se produce a través de su artificial floración "espontánea" a lo largo de fashion streets, una especie de guerra de guerrillas del capitalismo flexible contra las rigideces de la ciudad moderna y la sobreacumulación de los grandes contenedores comerciales que tiene una finalidad última: la perpetuación, la retroalimentación del sistema (128), dando cabida a los pequeños operadores inmobiliarios, en una especie de democratización del capitalismo. Pero es en estas fashion streets donde mejor podemos identificar hasta qué punto las nuevas prácticas espaciales se superponen y modifican las preexistentes: las incorporan, jugando aparentemente en su contra, en el mecanismo complejo de la ciudad actual aescalar, conectiva, amorfa, heterogénea, pero también, como hemos visto hasta aquí, sustancialmente heredera de la ciudad fordista moderna.Es también a través de estas pequeñas construcciones como mejor podemos individualizar algunas de las características proyectuales de las nuevas modalidades constructivas, como el ciclo vital corto subvierte las últimas certezas que aún parecían dar sentido a la disciplina: la inestabilidad de los fashion-buildings, consecuencia de su plegamiento al ciclo de la moda, no sólo afecta a la permanencia sino también al significado cultural de los objetos, introduciendo la arquitectura en las prácticas semiológicas de la publicidad; desde la

Page 8: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

más pura banalidad del gadget a la importación descontextualizada de iconografías cultas (Rossi, Eisenman, Starck, Rogers...), hasta la exploración en el atractivo latente de la violencia (algo obvio en las imágenes sadomasoquistas de Shin Takamatsu, quien parece haber abandonado el maquinismo industrial de los modernos por fantasías asociadas al maquinismo bélico). Los fashion-buildings son una consecuencia del auge informacional y sus tácticas de seducción que cuestionan la viabilidad misma de los valores disciplinares en un contexto de capitalismo extremo (recuérdese que en Japón el consumo es una obligación moral que tiene por objeto eliminar la sobreacumulación y generar nuevas iniciativas, siendo los fashion-buildings una cristalización de estas prácticas sociales; fig. 144).Ciñéndonos a los aspectos específicamente arquitectónicos, la pregunta más importante que puede hacerse es la de si existe y cómo puede articularse un proyecto arquitectónico capaz de integrar los fenómenos evolutivos hasta aquí descritos sin quedar sujeto a sus determinaciones, capaz de integrar y subvertir la banalidad arquitectónica de las tácticas del capital. Y hacerlo eliminando la polarización entre actitudes profesionales “resistentes” e “integradas” como un resto de la demagogia moderna ya difícilmente pertinente en un contexto sin alternativas a la dominación del capitalismo global, pero que deja en entredicho el papel del arquitecto como intelectual o como crítico. En este sentido, Delirious New York y la propagación de los edificios híbridos como modelos alternativos dio en los setenta/ochenta una nueva perspectiva e incluso un cierto valor de tradición autóctona a estas tipologías, posibilitando así en un contexto cultural aún dominado por el historicismo una visión de las mismas no meramente mercantil que estimuló el intento de apropiación de sus mecanismos proyectuales desde perspectivas y con objetivos distintos a los propios del negocio inmobiliario. En gran medida, tuvieron el valor de abrir los ojos, enseñar a "mirar con nuevos ojos" los fenómenos que los modos de producción capitalistas contemporáneos están forzando, modificando la concepción del territorio y del espacio público: un trabajo análogo al que algunos arquitectos modernos hicieron al describir la fuerza incontenible del Chicago de finales del siglo XIX como germen de un proyecto nuevo de arquitectura.Posiblemente éste sea uno de los temas profesionales más complejos y más atractivos, y posiblemente sean también las formulaciones que los arquitectos actuales han dado a los rascacielos –de forma análoga a cuanto sucedió en la modernidad– uno de los casos en los que mejor pueda estudiarse una práctica capaz de rescatar la dimensión reflexiva y crítica que parece consustancial a la propia supervivencia del arquitecto y de la arquitectura, de su sentido social y cultural.Tanto en los aspectos relativos a la escala territorial o urbanística como en los referidos a la pertinencia técnica de estos modelos y a los temas figurativos y metodológicos, existen propuestas que permiten ratificar este interés e individualizar algunas de las estrategias más operativas que se han derivado de esta fascinación –y temor– hacia los nuevos modelos espaciales implícitos a los mixed-use.Será en Europa donde de forma probablemente mas integradora se haya abordado recientemente lo que en el mixed-use hay de explícita formulación de una nueva idea de espacio urbano no necesariamente sujeta a las leyes del mercado, capaz de adquirir una dimensión critica y propositiva. Así, no sólo pero principalmente en el contexto de las ciudades europeas, la consideración creciente de los lugares ocupados por grandes industrias hoy obsoletas, sujetas a un proceso de cambio tecnológico, y la lectura renovada de algunas áreas topológicamente singulares, como las puertas o los bordes deteriorados de las ciudades, desplazan hacia estos puntos de sutura entre centro y periferia la intervención estratificada y puntual, planteándose

como un instrumento de fuerza multiplicada en el reequilibrio multicéntrico de la ciudad. La intervención sobre áreas industriales, en su día periféricas y hoy estratégicamente ubicadas entre el crecimiento suburbial y la ciudad histórica, permite disponer de un suelo del máximo interés, consecuencia de la directa relación con las infraestructuras demandadas por la fabricación pesada para el acceso y distribución de productos y materias primas. El proyecto de Coop. Himmelblau para Hamburgo (MediaTowers, 1986), el proyecto Bicocca, la renovación de la Fiat Lingotto en Turín, el proyecto de C. Mackler para Frankfurt, los nuevos centros terciarios de Barcelona o el proyecto Euralille ejemplifican esta visión positiva del efecto urbano de las actuaciones mixtas basada en la concertación de intereses y objetivos entre los agentes públicos y privados (129). Una modalidad de actuación que parece tiende a ser la alternativa socialdemócrata al modelo liberal, y que podría decirse que constituye una especialidad típicamente europea, un regionalismo crítico a gran escala.Euralille es en este sentido paradigmático: la transformación topológica que produce en Europa la conexión directa Londres-Paris mediante el TGV genera un polo de atracción estratégico en Lille que se fabrica, se induce y se gestiona por el Estado, manteniendo éste una participación mayoritaria. Ello permite promover una cierta calidad urbana y arquitectónica basada casi exclusivamente en garantizar el prestigio de los arquitectos que intervienen y en la planificación y financiación de las infraestructuras públicas, con objetivos urbanísticos que se superponen a la mera funcionalidad de los sistemas técnicos. La transformación urbana de la Barcelona Olímpica es otro ejemplo similar, terminado con éxito indiscutible, de esta modalidad que tiende a sustituir o a completar la ineficacia de los tradicionales modelos de planificación mediante acciones rápidas y concentradas que catalizan intereses y capitales con un efecto transformador evidente, una adaptación en el espacio y en el tiempo al régimen de acumulación flexible, desde las prácticas del control publico del urbanismo.Si desde la gestión urbanística es la velocidad y flexibilidad del sistema lo que garantiza su operatividad, desde el punto de vista arquitectónico la exploración sobre los efectos de la escala y la complejidad programática en la modificación del paisaje urbano será el tema más interesante que planteen estas grandes acciones puntuales.Frente a la banalidad urbanística de las actuaciones especulativas puras, sistemáticamente organizadas sobre modelos tradicionales descontextualizados que acentúan aun más su carácter de simulacro, la atención a la reorganización topográfica del territorio urbano y la aceptación de la complejidad como un valor figurativo muestran los caminos por los que viene procediéndose a una recodificación de las actuaciones mixed-use, a la búsqueda de una monumentalidad especifica.Así, el proyecto de OMA en Lille convierte en tema proyectual la complejidad técnica, exasperando voluntariamente las dificultades mediante superposiciones casi inverosímiles que dan una dimensión heroica a la intervención. El clímax lo produce el denominado "Espacio Piranesiano", punto en el que todos los subsistemas de tráfico se entrecruzan y superponen, haciendo explícita esta tematización monumental de la complejidad y la movilidad (fig. 145).En el proyecto para el Berlín Zentrum de Herzog & de Meuron (1990; fig. 146) el tema principal será la transformación escalar y paisajística. La localización de cuatro grandes "condensadores sociales" alrededor del Tiergarten propone una lectura de la ciudad y de los modos de proceder a su renovación urbana bien distinta de las propulsadas previamente a través de la IBA. La escala del vacío producido por el Tiergarten se mide con la de los edificios, provocando una dependencia semántica mutua, haciendo legibles los edificios como una "naturaleza artificial" estrechamente vinculada al carácter artificialmente natural del espacio público que enmarcan. Esta vinculación vacío-condensador crea una nueva forma de actuar sobre la ciudad, ajena a la escala convencional, muy similar a la que Steven Holl viene desarrollando en sus voluntaristas proyectos sobre la ciudad americana, con formulaciones tan singulares como las Spatial Retaining Bars propuestas para Phoenix (1989), capaces de integrar la innovación técnica con la urbanística y la paisajística, o el proyecto para Dallas-Fort Worth (1990), en el que las construcciones híbridas sirven a la creación de figuras singulares en los limites urbanos, a la vez

Page 9: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

que liberan y protegen grandes extensiones de la pradera de Texas, provocando así un efecto cualificador de los vacíos en el contexto periférico (fig. 147).No es sólo en el terreno de la escala o el paisaje donde pueden encontrarse nuevas formulaciones urbanas: también la miniaturización e hipersignificación de los fashion-buildings vienen siendo experimentadas como estrategias aplicables a la intervención pública, especialmente en tejidos semiconsolidados y con objetivos de revitalización. Se superpone así un efecto urbano cualificador al beneficio privado, buscando acuerdos entre los trazados tradicionales y las prácticas actuales del capital mediante la autofragmentación y la diferenciación de las piezas, como el proyecto de Christian de Portzamparc en Metz (Francia, 1980; fig. 148) o el de Juan Navarro Baldeweg en el área de San Francisco (Madrid, 1982) parecen explorar.Pero es posiblemente desde los nuevos ideales de protección medioambiental y desarrollo urbano sostenible como la exploración reciente sobre los mixed-use podría adquirir un carácter propositivo y técnico más atractivo. Con mayor o menor tono apocalíptico, los analistas medioambientales hace ya tiempo que auguran la desaparición del automóvil particular en el interior de las ciudades. No sólo por el agotamiento de las fuentes energéticas (petróleo) sino principalmente porque no existe la posibilidad de una ciudad sostenible dentro de organizaciones espaciales que exigen la movilidad como condición estructural. Estudios realizados en Barcelona demuestran que, mientras el 80 % de los residentes en la ciudad del XIX aún hoy hacen sus itinerarios residencia-trabajo andando, los habitantes de la periferia invierten el porcentaje, forzados a un consumo energético elevado que pone en evidencia cómo los suburbios, esto es, la forma residencial característica de la ciudad americana, son el verdadero origen del despilfarro energético.No se trata, sin embargo, de reproponer los ensanches decimonónicos como modelo, inviable en las prácticas de producción espacial del capitalismo contemporáneo, ni de mantener actitudes nostálgicas, sino de reorientar los conocimientos técnicos hacia objetivos medioambientales capaces de ser integrados en la actual lógica mercantil. Y desde esta perspectiva los mixed-use adquieren un nuevo sentido técnico y urbano, como un posible modelo para la reducción de la movilidad o para transformarla en una necesidad subjetiva. Pero también como una tipología que contiene un modelo de organización espacial capaz de optimizar el consumo energético utilizando la concentración y la diversidad para posibilitar la interacción climática entre las distintas partes constituyentes del edificio. Un principio que ya Ken Yeang ha reivindicado con sus rascacielos bioclimáticos, poniendo de relieve las perspectivas que se abren en el contexto cultural actual para esta tipología (fig. 149).Desde un punto de vista figurativo, son quizás algunos ejemplos europeos los que vienen explorando con más agudeza las nuevas potencias abiertas por la difusión de estas tipologías. Las respuestas a las nuevas condiciones iconográficas de los mixed-use oscilan entre la expresión de su heterogeneidad como recurso compositivo y la búsqueda de acuerdos –técnicos, dimensionales, tipológicos– que permitan eliminar la expresión de diferencias para eludir el funcionalismo implícito a la primera actitud.En el proyecto Atlanpole (Nantes, 1988), Hans Kollhoff explora las potencias monumentales de lo heterogéneo, entendiendo el proyecto como un producto de la conglomeración de elementos tipológicos específicos que buscan su sitio en el espacio hasta conformar una figura identificable,

una silueta autorreferente en la que puede reconocerse el eco de la mano abierta de Le Corbusier como una posible cita monumental (fig. 150). Se trata de una mecánica de agregación tipológica bien distinta del sintético trabajo desarrollado en el Hotel Industrial (Paris, 1986-1990) por Dominique Perrault, en el que la máxima flexibilidad funciona lleva aparejada la total indiferencia figurativa, mostrando la eficacia de la contención en un contexto intelectual en el que la función –y, por tanto, la diversidad de las mismas– ha dejado de ser portadora de valores figurativos (fig. 151).Igualmente, el proyecto de Jean Nouvel y Jean Marc Ibos junto al Grande Arche de La Defense (Paris, 1988) aprovecha distintas evoluciones técnicas aquí analizadas –la optimización desde la forma del comportamiento estructural, la expulsión a la periferia de la estructura y los servicios, el crecimiento de la profundidad edificada, la subjetivación del cerramiento...– para abstraer la carrera por la altura, proponiendo el tema brancusiano de la columna sin fin sobre la base de una progresiva desmaterialización de sus superficies en su elevación. El rascacielos deviene puro artificio topológico, una invención espacial que se representa a sí misma en su estratificación, discontinuidad y singularidad, sin recursos maquinistas o de expresión funcional ni constructiva: es su disolución como presencia mediatizadora lo que en él se celebra (fig. 152).Una estrategia más elaborada en relación al problema conceptual que implica el uso de las tácticas comerciales contemporáneas se plantea en algunos proyectos realizados por OMA, como por ejemplo los concursos del ayuntamiento de La Haya (1987) o de la biblioteca de Paris (1989). En ambos, la complejidad del programa se resuelve acudiendo a yuxtaposiciones y estratificaciones que trasladan los sistemas organizativos del mi-xed-use a tipologías públicas (figs. 153 y 154). La interiorización del espacio público con mecanismos próximos a la idea de atrio, la densa profundidad edificada, la superposición de estructuras mecánicas, públicas y privadas, caracterizan un modo de operar aprendido en la arquitectura comercial contemporánea y usado aquí sin jerarquías funcionales ni referencias históricas, lejos también de la exhibición de los recursos técnicos que posibilitan tal ideación. Si en La Haya estos recursos sirven para crear un skyline escenográfico en el que el lenguaje prismático de la modernidad ha sido llevado a una distanciada reinterpretación –proponiendo la iconografía propia de un downtown para representar el carácter público de un Ayuntamiento, haciendo por tanto una traslación quizás irónica, pero sin duda eficaz–, en Paris el mismo recurso sirve a una idea monumental que extrapola la autonomía del espacio interior. Las salas de lectura gravitan aleatoriamente dentro del magma sólido de los núcleos de servicio y áreas de almacenaje, celebrando la total autonomía y aleatoriedad con que la técnica permite hoy pensar la instalación del hombre en el espacio, pero también cruzando esta idea con la mitológica figura de una biblioteca-laberinto, al modo de Borges. Una idea afuncional, atipológica, atécnica, concentrada en la creación de experiencias espaciales, que sitúa con precisión la forma en la que la revisión crítica de los paradigmas del mixed-use puede cruzarse con la cultura contemporánea.Con Koolhaas, los viajes de Ida y vuelta entre América y Europa habrán dado un último giro. Su reivindicación de la complejidad de la ciudad americana se opone intencionadamente a la actitud corbusieriana, convirtiendo Delirious New York en una especie de Anti-Catedrales Blancas. Pero no hay en él nada de la pasiva aceptación con la que una lectura superficial podría interpretar esta celebración de su desorden y su verticalidad, sino un intento sistemático de incorporarlos y cruzarlos con la cultura proyectual europea, aquella que, partiendo de los presupuestos revisionistas del Team X, adoptó una forma radical a finales de los sesenta, transformando las críticas técnicas en alternativas políticas. No es casual que estos proyectos trasladen, subvirtiéndolos, los métodos de la arquitectura comercial a edificios públicos: la reivindicación del espacio público como lugar privilegiado de la acción creativa y política, y el empleo de formas de representación descontextualizadas –el detournement– son las principales contribuciones estratégicas de la Internacional Situacionista, y es posiblemente desde esta perspectiva como

Page 10: Evolucion de La Organizacion Topologica de La Construccion en Altura

mejor pueda entenderse el sentido de la operación teórica y práctica llevada a cabo por OMA: la transformación de la práctica comercial americana en propuesta de una estrategia proyectual capaz de rescatar una dimensión crítica y pragmática para la cultura arquitectónica contemporánea. Cuestión cuanto menos delicada que pocas oficinas ejemplifican mejor, a caballo entre el cinismo, la asimilación y la ironía. En cualquier caso, una posición inestable, con un pie dentro y otro fuera del sistema, que muestra cual puede ser la postura del constructor contemporáneo, cómo integrar la techne del capitalismo global a una práctica obstinada en situarse, a pesar de todo, del lado de la "cultura".Nuestra propia contribución a la revisión contemporánea del rascacielos parte de una posición similar. El proyecto para la bahía de Algeciras y Gibraltar (Ábalos & Herreros, 1999) mantiene obvias deudas con aquellos rascacielos mixtos especulativos de la "tradición americana", pero esas referencias construyen ahora edificios institucionales asociados a inversiones públicas. Análogas estrategias formales y espaciales son susceptibles de una interpretación radicalmente opuesta: el proyecto no sólo tiene una dimensión pública por el contenido programático –vinculado a la revitalización económica, cultural y laboral del gran puerto existente–, sino también por su valor paisajístico –dominando la bahía y el estrecho de Gibraltar, con un gesto monumental a escala de este marco geográfico–. Desde el punto de vista técnico y medioambiental, plantea un sistema constructivo que explora las potencias expresivas de combinar materiales naturales y reciclables al 100 %. Un rascacielos basado en la tradición neoyorquina del twin towers skyscraper –inspirada a su vez por la monumentalidad de las catedrales góticas europeas–, se construye ahora con policarbonato reciclado (patentado por una multinacional) y con corcho extraído de los alcornocales a sus pies (que conforman un parque natural). Levantado en el punto exacto en el que los árabes desembarcaron en Europa hace siglos (y hoy lo hacen en una situación lamentable y asimétrica), promovido por instituciones públicas, construido con técnicas que implican un compromiso medioambiental, mirando al Mediterráneo y a África al mismo tiempo, es seguramente un colofón oportuno para hacer patentes los interrogantes y las posibilidades de una tipología que el siglo XX y la cultura occidental han legado al mundo y que está en el origen mismo de la modernidad.Desde el discurso de la modernidad, la estratificación habrá derivado de una insólita propuesta visionaria –la Ciudad Vertical de 1924– a una práctica comercial común, extendida por las ciudades americanas y puntualmente experimentada en Europa. En el trayecto habrá modificado la idea de centro urbano, y por extensión la topología de la ciudad contemporánea, al menos en sus manifestaciones más radicales, provocando un nuevo modelo de actuación a gran escala, en perfecta sintonía con las prácticas del capitalismo contemporáneo.Aceptada como sistema de reintegración vital en los centros terciarios americanos, habrá mostrado su mayor afinidad con la idea de una ciudad policéntrica, al modo de la Cluster City anunciada por las investigaciones del Team X en los sesenta. Su similitud con la tradición urbanística de los centros de la ciudad histórica habrá quedado matizada por la mecánica tridimensional a la que es sometido el espacio. Tres estructuras superpuestas –pública, privada y mecánica– definen una organización vertical autosuficiente, que por ello tiende a atomizar y multiplicar la centralidad. El espacio público, antes espacio exterior, escenario civil en relación directa con los edificios, es ahora una estructura espacial estrechamente vinculada a los intercambios comerciales y a la movilidad –infraestructuras públicas–, entrelazada e interiorizada con las restantes estructuras espaciales. La movilidad del trabajo se transfiere a la residencia, a los equipamientos y servicios que lo acompañan, transformando el vacío en un lugar sin cualidad.

La estratificación altera toda la concepción bidimensional de la ciudad moderna: la constitución de sus tipos por repetición vertical, la vinculación entre función y posición urbana, la relación entre vacío y lleno, el centro único, la estructura jerárquica del plano. Como hace cien años sobre el suelo de Chicago, tal alteración se produce ahora espontáneamente, como resultado de una relación entre intereses económicos e infraestructuras públicas apenas problematizada social o profesionalmente, consecuencia de transformaciones que surgen como problemas técnicos y derivan finalmente en nuevas concepciones espaciales.La estratificación es una mecánica organizativa capaz de alterar completamente los modelos jerárquicos y segregados con los que se interpretaba la centralidad del terciario en sus primeras formulaciones; y, de hecho, comienza a dar forma a una nueva topología urbana. A la par que el trabajo se hace móvil en el espacio, no demandando ni una densidad específica ni una localización segregada, el rascacielos estratificado crea una mecánica atomizada de centralidad que acoge y da forma simbólica a estos cambios. Y ello significa una modificación profunda de la idea de ciudad y de la idea misma de tipo, una modificación que lo es del espacio construido, público y privado, de las formas de habitar y percibir el espacio. No será solo el rascacielos en su positividad –sus técnicas, su conformación tipológica, su posición urbana– lo que haya experimentado una transformación en el arco contemporáneo escogido aquí como objeto de estudio, sino aquello que esas técnicas, tipos y organizaciones urbanas segregan como lugar habitable: es la topología del espacio construido y de la ciudad moderna lo que en última instancia ha quedado desbordado por la experiencia de la construcción en altura.Este texto forma parte de otro más amplio, con título Técnica y arquitectura en la ciudad contemporánea 1950-2000, Editorial Nerea, 3ª Edición, Hondarribia, 2000. pp. 207-250