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ETA, ¿SE ACERCA EL FIN? E l 20 de octubre de 2011, ETA anuncia el cese de la actividad armada. En su comunicado expresa su disgus- to por la violencia y represión que han recibido; afirma que su camino no ha sido fácil: la lucha se ha llevado a muchos de sus compañeros, algunos están en prisión y otros en el exilio. Por ello, exige homenaje y reconocimiento y por esta deplora- ble situación reclaman diálogo, reconocimiento de Euskal Herria y respeto a la voluntad popular. Y, después de todo, yo me pregunto: ¿dónde están las ocho- cientas veintinueve personas que han sido asesinadas? ¿Dónde están tantas y tantas otras que han sido heridas y que sufren secuelas tanto físicas como psicológicas? ¿Dónde han quedado los secuestros, amenazas o aquellos huérfanos y viudas que han dejado a su paso? En este comunicado parece que no existen o que no tienen importancia. Colectivos como funcionarios de prisiones, guardias civiles, políticos, militares, periodistas, profesores, que han tenido que vivir bajo el mie- do durante largos años, unos llevando escolta, otros marchán- dose del País Vasco; empresarios extorsionados y obligados bajo amenazas a pagar el llamado “impuesto revoluciona- rio”… ¿Han pedido perdón por tanto daño? Parece que nunca ocurrieron los dramáticos atentados que encogieron el corazón de muchos españoles: la bomba que estalló en 1987 en el Hipercor de Barcelona, donde ETA mató a niños y mujeres y dejó inválidas a tantas otras; el asesinato de Tomás y Valiente, catedrático de universidad; el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, encerrado en un zulo bajo tierra durante 532 días y alimentado sólo a base de frutas y verduras. Quizá nos parez- ca lejano, pero también en nuestra comunidad dejaron su sangrienta huella: el coche bomba contra la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia que provocó la muerte de un policía nacional y la explosión de una bomba junto a un cuar- tel en Cartagena fueron los peores episodios vividos. Entones el pueblo empezó a reaccionar: surgió el colectivo de “Manos Blancas” y las manifestaciones comenzaron a ser multitudinarias. Estas se incrementaron tras el secuestro de Miguel Ángel Blanco, concejal de 29 años de Ermua. Millo- nes de personas salieron a la calle y se manifestaron por todo el país, primero para pedir su liberación y, después de su asesinato, para exigir el final del terror. Pero el tiempo ha ido pasando y, a lo largo de estos años, los distintos gobiernos españoles han intentado negociar el cese de la violencia. A veces ETA ha anunciado treguas, siempre cuando se encon- traba debilitada, que le servían en ese momento para organi- zarse y reforzar sus estructuras. La situación actual es que, ante la presión de las fuerzas de seguridad tanto españolas como francesas, la organización terrorista está muy debilitada, muchos de sus dirigentes están en prisión. Por este motivo han emitido este comunicado anunciando el cese definitivo de la actividad armada y han solicitado el diálogo. Comunicado que llena de indignación a muchos porque no habla de las muertes y sufrimientos que han provocado, porque no piden perdón y, quizá, porque se podría tratar de nuevo de una estrategia, como ha sucedido tantas veces, para reorganizarse. ¿Afirman en algún momento poner las armas sobre la mesa? Y si no se cumplieran sus condiciones, ¿qué pasaría? ¿Las volverían a sacar de los zulos? Por eso, he aquí el gran dilema: ¿se ha acabado?, ¿debemos confiar en ellos? El hecho de que durante cuarenta y tres años hayan estado aterrando a un país no merece ninguna confian- za, y muchísimo menos ningún diálogo. Perdieron su credibi- lidad hace mucho. La llama no se ha apagado del todo. El sentimiento de ETA sigue vivo. Se ha negociado con asesinos. ¿Las consecuencias? Solo el tiempo las dirá. María Antonia Tomás Pérez 1º de Bachillerato IES Mar Menor. San Javier HÉROES J esús Eguiguren sale a tomar, como de costumbre, un café. Lo particular es que lo hace el día 20 de Noviembre de 2011 -un mes después del famoso comunicado de ETA -. Pero sus ojos no irradian felicidad, seguridad o satisfac- ción. Hay una parte oscura en su mirada, algo prácticamen- te imperceptible que, como un tumor, ha ido avanzando lenta pero constantemente en forma de vacío, que evoca los más profundos y naturales sentimientos humanos: el rencor y el miedo. Esto le impide sentarse apaciblemente a disfrutar cada sorbo de su estimulante mañanero. Teme que quizás la camarera de ojos saltones y pelo rizado que le acaba de servir con una radiante y falsa sonrisa, haya podido formar parte de cualquiera de los comandos que cometieron algún atentado en el pasado, o que, simplemente, pueda ser una de esas patriotas que reciben, con carteles y pancartas de enunciados repugnantes, a los terroristas que acaban de liberar de prisión y que, como héroes “injustamente” condenados, vuelven a su hogar. Aquí las personas que aprecian la valía y eficacia de sus actos los reciben con un gesto de regocijo y contento en sus rostros. Eguiguren mantiene los ojos abiertos noche tras noche, con la seguridad de que, como él, hay personas que diri- gen su mirada al techo de la habitación y cuyos pensamien- tos se centran en una misma idea: “Fin del terror”. Frase que, en letras grandes y oscuras, pudo leer poco después de que ETA anunciara el final de la violencia en uno de los titulares de El País. Recuerda que, aunque cierta sensa- ción de alivio recorrió su cuerpo hasta manifestarse en una amplia sonrisa, no se sintió feliz, seguía estando ese sabor amargo -ahora ciertamente endulzado por los aconteci- mientos- que no podía dejar de percibir. Era un soplo gélido en mitad de una corriente de aire caliente, era una pequeña parte de sal en mitad de su ardiente café. Jesús Eguiguren podrá ir a la cafetería de enfrente, la de todos los domingos, o la que acaban de abrir a dos calles de su casa, sin miedo a morir en cualquier momento en un atentado terrorista provocado por ETA. Podrá ir de un sitio para otro con una sonrisa en la cara y entrar a un supermercado, o montarse en su coche con serenidad. O ver una furgoneta negra enfrente de su casa, el colegio, o la comisaría y respirar tranquilo con la total certeza de que no habrá ninguna bomba que lleve su nombre. Pero eso no es lo que en realidad va a ocurrir. Eguiguren, volverá a mirar bajo su coche, mirará también la expresión de la persona que conduce el vehículo que se encuentra tras él mientras espera en un semáforo. Cada vez que oiga uno de esos estrepitosos artefactos que se lanzan en la bodas o lo días de fiesta y que estallan en el cielo en forma de una nube blanca, un pequeño escalofrío recorrerá su cuerpo haciendo que cierre momentáneamente sus ojos. Erguiguren sueña con héroes. Eguiguren no sonríe. Eguiguren aún tiene miedo. Esperanza Gea Caballero 1º de Bachillerato IES Los Cantos. Bullas ¿PAÍS VASCO Y LIBERTAD? 3 1 de julio de 1959, el día en el que se creó Euskadi eta askatasuna (ETA). Un día en el que nadie se podría imagi- nar todo lo que iba a desencadenar aquella banda. Sin embar- go, ahora, al mirar atrás, se piensa en tanto sufrimiento pro- vocado inútilmente y durante tanto tiempo. Todos hemos sido víctimas de ETA y de su sinrazón, porque cada crimen, cada atentado nos ha dolido como si fuera propio, ya que, aunque no nos haya afectado directamente a nivel personal, es y ha sido una realidad de nuestra sociedad española. Echando la vista atrás, vamos a hacer un repaso a la historia de esta banda. En sus principios surgió como un grupo de estudiantes que tenían como objetivo una alternativa más radical al partido político PNV. Durante estos más de 50 años de terrorismo, ETA ha llevado a cabo numerosos atentados entre los que figuran asesinatos, amenazas, coches bomba, tiroteos, etc. En ellos han muerto 857 personas, entre las que hay numerosos políticos, miembros de la Guardia Civil, mili- tares... pero también mujeres, niños y familias, personas que no tenían nada que ver ni con ellos ni con su ideología. Desde que empezó la banda, comenzó también la lucha antiterrorista con algún que otro pacto, detenciones y arrestos. Aunque todo esto no ha servido prácticamente para nada porque, ante cualquier cosa, ETA reacciona con más violencia. Hasta el pasado mes de octubre, cuando dieron el comunicado del cese definitivo de la actividad armada. Aunque, ¿cómo fiarse de la palabra de una banda terrorista? Quizás sea porque es lo único que hay a lo que aferrarse, aunque no es ni fiable, ni suficiente, ni seguro, pero hasta ahora es lo que hay y solo se puede esperar que venga algo bueno, que sea verdad lo que confirman los etarras y que, ya de una vez por todas, se acabe la violencia, el miedo y las muertes injustas e innecesarias que tanto daño han causado en nuestro país. Pero, ¿acaso han mostrado los etarras arrepentimiento?, ¿han pedido perdón a las víctimas? Creo que estaremos satisfe- chos cuando tengamos argumentos de peso para creernos todo esto. De momento, solo sentiremos tristeza, rabia y vergüenza por la manipulación a la que los españoles nos hemos visto sometidos durante tanto tiempo. Pero, ¿cómo saber si esta vez es para siempre? Ya dieron una primera tregua en 1981, que finalizó justo un año después de anun- ciarla. En 1996, con el cambio de gobierno, ETA dio otra tregua pero que solo duró una semana. Más tarde anunciaron el cese de las armas en Cataluña, y en marzo de 2006 comuni- caban el alto al fuego permanente, que una vez más resultó no ser verdadero, ya que en Diciembre de ese mismo año rom- pieron lo dicho. Aunque algo más creíble fue el reciente comunicado de otro alto al fuego en Septiembre de 2010, ya que un año después se anuncia el tan esperado comunicado de lo que, según ellos, es "alto el fuego permanente, general y verificable" que ahora mismo no podemos saber si será ver- dad o no. Después de todo solo nos queda la esperanza de que esto haya sido un episodio que por fin podamos cerrar para siem- pre. Eva Escarvajal López 1º de Bachillerato IES Juan de la Cierva. Totana ¿Final de ETA? COLU MNISTA S 5.0 23 de enero de 2012 Número 1. Año I

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ETA, ¿SE ACERCA EL FIN?

E l 20 de octubre de 2011, ETA anuncia el cese de la actividad armada. En su comunicado expresa su disgus-to por la violencia y represión que han recibido; afirma que su camino no ha sido fácil: la lucha se ha llevado a muchos de sus compañeros, algunos están en prisión y otros en el exilio. Por ello, exige homenaje y reconocimiento y por esta deplora-ble situación reclaman diálogo, reconocimiento de Euskal Herria y respeto a la voluntad popular. Y, después de todo, yo me pregunto: ¿dónde están las ocho-cientas veintinueve personas que han sido asesinadas? ¿Dónde están tantas y tantas otras que han sido heridas y que sufren secuelas tanto físicas como psicológicas? ¿Dónde han quedado los secuestros, amenazas o aquellos huérfanos y viudas que han dejado a su paso? En este comunicado parece que no existen o que no tienen importancia. Colectivos como funcionarios de prisiones, guardias civiles, políticos, militares, periodistas, profesores, que han tenido que vivir bajo el mie-do durante largos años, unos llevando escolta, otros marchán-dose del País Vasco; empresarios extorsionados y obligados bajo amenazas a pagar el llamado “impuesto revoluciona-rio”… ¿Han pedido perdón por tanto daño? Parece que nunca ocurrieron los dramáticos atentados que encogieron el corazón de muchos españoles: la bomba que estalló en 1987 en el Hipercor de Barcelona, donde ETA mató a niños y mujeres y dejó inválidas a tantas otras; el asesinato de Tomás y Valiente, catedrático de universidad; el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, encerrado en un zulo bajo tierra durante 532 días y alimentado sólo a base de frutas y verduras. Quizá nos parez-ca lejano, pero también en nuestra comunidad dejaron su sangrienta huella: el coche bomba contra la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia que provocó la muerte de un policía nacional y la explosión de una bomba junto a un cuar-tel en Cartagena fueron los peores episodios vividos. Entones el pueblo empezó a reaccionar: surgió el colectivo de “Manos Blancas” y las manifestaciones comenzaron a ser multitudinarias. Estas se incrementaron tras el secuestro de Miguel Ángel Blanco, concejal de 29 años de Ermua. Millo-nes de personas salieron a la calle y se manifestaron por todo el país, primero para pedir su liberación y, después de su asesinato, para exigir el final del terror. Pero el tiempo ha ido pasando y, a lo largo de estos años, los distintos gobiernos españoles han intentado negociar el cese de la violencia. A veces ETA ha anunciado treguas, siempre cuando se encon-traba debilitada, que le servían en ese momento para organi-zarse y reforzar sus estructuras. La situación actual es que, ante la presión de las fuerzas de seguridad tanto españolas como francesas, la organización terrorista está muy debilitada, muchos de sus dirigentes están en prisión. Por este motivo han emitido este comunicado anunciando el cese definitivo de la actividad armada y han solicitado el diálogo. Comunicado que llena de indignación a muchos porque no habla de las muertes y sufrimientos que han provocado, porque no piden perdón y, quizá, porque se podría tratar de nuevo de una estrategia, como ha sucedido tantas veces, para reorganizarse. ¿Afirman en algún momento poner las armas sobre la mesa? Y si no se cumplieran sus condiciones, ¿qué pasaría? ¿Las volverían a sacar de los zulos? Por eso, he aquí el gran dilema: ¿se ha acabado?, ¿debemos confiar en ellos? El hecho de que durante cuarenta y tres años hayan estado aterrando a un país no merece ninguna confian-za, y muchísimo menos ningún diálogo. Perdieron su credibi-lidad hace mucho. La llama no se ha apagado del todo. El sentimiento de ETA sigue vivo. Se ha negociado con asesinos. ¿Las consecuencias? Solo el tiempo las dirá.

María Antonia Tomás Pérez 1º de Bachillerato

IES Mar Menor. San Javier

HÉROES

J esús Eguiguren sale a tomar, como de costumbre, un café. Lo particular es que lo hace el día 20 de Noviembre

de 2011 -un mes después del famoso comunicado de ETA-. Pero sus ojos no irradian felicidad, seguridad o satisfac-ción. Hay una parte oscura en su mirada, algo prácticamen-te imperceptible que, como un tumor, ha ido avanzando lenta pero constantemente en forma de vacío, que evoca los más profundos y naturales sentimientos humanos: el rencor y el miedo. Esto le impide sentarse apaciblemente a disfrutar cada sorbo de su estimulante mañanero. Teme que quizás la camarera de ojos saltones y pelo rizado que le acaba de servir con una radiante y falsa sonrisa, haya podido formar parte de cualquiera de los comandos que cometieron algún atentado en el pasado, o que, simplemente, pueda ser una de esas patriotas que reciben, con carteles y pancartas de enunciados repugnantes, a los terroristas que acaban de liberar de prisión y que, como héroes “injustamente” condenados, vuelven a su hogar. Aquí las personas que aprecian la valía y eficacia de sus actos los reciben con un gesto de regocijo y contento en sus rostros. Eguiguren mantiene los ojos abiertos noche tras noche, con la seguridad de que, como él, hay personas que diri-gen su mirada al techo de la habitación y cuyos pensamien-tos se centran en una misma idea: “Fin del terror”. Frase que, en letras grandes y oscuras, pudo leer poco después de que ETA anunciara el final de la violencia en uno de los titulares de El País. Recuerda que, aunque cierta sensa-ción de alivio recorrió su cuerpo hasta manifestarse en una amplia sonrisa, no se sintió feliz, seguía estando ese sabor amargo -ahora ciertamente endulzado por los aconteci-mientos- que no podía dejar de percibir. Era un soplo gélido en mitad de una corriente de aire caliente, era una pequeña parte de sal en mitad de su ardiente café. Jesús Eguiguren podrá ir a la cafetería de enfrente, la de todos los domingos, o la que acaban de abrir a dos calles de su casa, sin miedo a morir en cualquier momento en un atentado terrorista provocado por ETA. Podrá ir de un sitio para otro con una sonrisa en la cara y entrar a un supermercado, o montarse en su coche con serenidad. O ver una furgoneta negra enfrente de su casa, el colegio, o la comisaría y respirar tranquilo con la total certeza de que no habrá ninguna bomba que lleve su nombre. Pero eso no es lo que en realidad va a ocurrir. Eguiguren, volverá a mirar bajo su coche, mirará también la expresión de la persona que conduce el vehículo que se encuentra tras él mientras espera en un semáforo. Cada vez que oiga uno de esos estrepitosos artefactos que se lanzan en la bodas o lo días de fiesta y que estallan en el cielo en forma de una nube blanca, un pequeño escalofrío recorrerá su cuerpo haciendo que cierre momentáneamente sus ojos. Erguiguren sueña con héroes. Eguiguren no sonríe. Eguiguren aún tiene miedo.

Esperanza Gea Caballero 1º de Bachillerato

IES Los Cantos. Bullas

¿PAÍS VASCO Y LIBERTAD?

3 1 de julio de 1959, el día en el que se creó Euskadi eta askatasuna (ETA). Un día en el que nadie se podría imagi-nar todo lo que iba a desencadenar aquella banda. Sin embar-go, ahora, al mirar atrás, se piensa en tanto sufrimiento pro-vocado inútilmente y durante tanto tiempo. Todos hemos sido víctimas de ETA y de su sinrazón, porque cada crimen, cada atentado nos ha dolido como si fuera propio, ya que, aunque no nos haya afectado directamente a nivel personal, es y ha sido una realidad de nuestra sociedad española. Echando la vista atrás, vamos a hacer un repaso a la historia de esta banda. En sus principios surgió como un grupo de estudiantes que tenían como objetivo una alternativa más radical al partido político PNV. Durante estos más de 50 años de terrorismo, ETA ha llevado a cabo numerosos atentados entre los que figuran asesinatos, amenazas, coches bomba, tiroteos, etc. En ellos han muerto 857 personas, entre las que hay numerosos políticos, miembros de la Guardia Civil, mili-tares... pero también mujeres, niños y familias, personas que no tenían nada que ver ni con ellos ni con su ideología. Desde que empezó la banda, comenzó también la lucha antiterrorista con algún que otro pacto, detenciones y arrestos. Aunque todo esto no ha servido prácticamente para nada porque, ante cualquier cosa, ETA reacciona con más violencia. Hasta el pasado mes de octubre, cuando dieron el comunicado del cese definitivo de la actividad armada. Aunque, ¿cómo fiarse de la palabra de una banda terrorista? Quizás sea porque es lo único que hay a lo que aferrarse, aunque no es ni fiable, ni suficiente, ni seguro, pero hasta ahora es lo que hay y solo se puede esperar que venga algo bueno, que sea verdad lo que confirman los etarras y que, ya de una vez por todas, se acabe la violencia, el miedo y las muertes injustas e innecesarias que tanto daño han causado en nuestro país. Pero, ¿acaso han mostrado los etarras arrepentimiento?, ¿han pedido perdón a las víctimas? Creo que estaremos satisfe-chos cuando tengamos argumentos de peso para creernos todo esto. De momento, solo sentiremos tristeza, rabia y vergüenza por la manipulación a la que los españoles nos hemos visto sometidos durante tanto tiempo. Pero, ¿cómo saber si esta vez es para siempre? Ya dieron una primera tregua en 1981, que finalizó justo un año después de anun-ciarla. En 1996, con el cambio de gobierno, ETA dio otra tregua pero que solo duró una semana. Más tarde anunciaron el cese de las armas en Cataluña, y en marzo de 2006 comuni-caban el alto al fuego permanente, que una vez más resultó no ser verdadero, ya que en Diciembre de ese mismo año rom-pieron lo dicho. Aunque algo más creíble fue el reciente comunicado de otro alto al fuego en Septiembre de 2010, ya que un año después se anuncia el tan esperado comunicado de lo que, según ellos, es "alto el fuego permanente, general y verificable" que ahora mismo no podemos saber si será ver-dad o no. Después de todo solo nos queda la esperanza de que esto haya sido un episodio que por fin podamos cerrar para siem-pre.

Eva Escarvajal López 1º de Bachillerato

IES Juan de la Cierva. Totana

¿Final de ETA?

COLUMNI STAS 5. 0

23 de ener o de 2012

Númer o 1. Año I