estudios y ensayos de literatura hispánica de los siglos de oro

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Estudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro Antonio Rodríguez-Moñino Edición a cargo de Víctor Infantes

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Estudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro / Antonio Rodríguez-Moñino. Edición a cargo de Victor Infantes. genueve ediciones, 2012. Colección Ciencias Sociales y Humanidades, 8. 24 cm, 372 páginas. ISBN 978-84-940186-4-0

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Estudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro

Antonio Rodríguez-Moñino

Edición a cargo de Víctor Infantes

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La importancia y significación de los estudios y en-sayos de Antonio Rodríguez-Moñino siguen teniendo una importancia capital en el panorama actual de la literatura hispánica de los Siglos de Oro. Se reúnen en este libro cinco de sus trabajos más valiosos, que representaron una aportación de primer orden en la crítica literaria y bibliográfica sobre la cultura áurea española. La noticia y la edición de un manuscrito in-édito del Amadís de Gaula (1957), cambió radicalmente la historia literaria del texto; su famosísima confe-rencia sobre la Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los siglos XVI y XVII (1965), revolucio-nó los estudios sobre la transmisión literaria de los grandes poetas áureos; su mítico discurso de ingreso en la Real Academia Española sobre Poesía y cancioneros (1968), aportó un recorrido bibliográfico inédito sobre la difusión de la lírica; la «Introducción» al novedoso Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI (1970), descubrió un territorio poético descono-cido de la literatura poética popular y, por fin, un artículo sobre un ignorado autor colonial, Martín de León (1968), añadía otro nombre a la importante líri-ca indiana del Siglo de Oro.

Todos los trabajos ahora publicados aparecieron en prestigiosas revistas profesionales (Boletín de la Real Academia Española, Papeles de Son Armadans), o en edi-toriales de reconocido prestigio (Castalia, Real Aca-demia Española). La vigencia de sus aportaciones eruditas y bibliográficas, su metodología de trabajo y la significación crítica de sus trabajos permiten comprobar inequívocamente la actualidad de los es-tudios de Antonio Rodríguez-Moñino, escritos en la prosa inigualable del maestro que es para todos sus lectores.

Colección

Ciencias Sociales y

Humanidades

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Universidad de Cantabria

Universidad de Castilla-La Mancha

Universidad de Extremadura

Universitat de les Illes Balears

Universidad de La Rioja

Universidad de Oviedo

Universidad Pública de Navarra

Universidad de Zaragoza

Antonio Rodríguez-Moñino (Calzadilla de los Barros, 1910- Madrid, 1970), estudió Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Madrid, consiguiendo en 1935 una Cátedra de Lengua y Literatura Española de Enseñanza Media. Du-rante la guerra civil perteneció a la Junta de Protección del Tesoro Artístico, realizando una intensa labor de protec-ción y conservación del patrimonio bibliográfico español; fue depurado de su cargo docente en 1939, expediente que no se resolvió hasta 1967, se doctoró en la Universidad de Salamanca en 1965. Fue Profesor en la Universidad de Ber-keley, conferenciante invitado en numerosas universida-des europeas y americanas, Doctor «Honoris causa» de la Universidad de Burdeos, Miembro de The Hispanic Society of America y Académico de número de Real Academia Espa-ñola en 1968. El gran hispanista francés Marcel Bataillon le llamó el «Príncipe de los bibliógrafos españoles».

Su producción intelectual e investigadora se acerca a las trescientas publicaciones, centradas fundamentalmente en temas extremeños, historia de la literatura, con espe-cial atención a la poesía de los Siglos de Oro, bibliografía de impresos y manuscritos, bibliofilia, arte, genealogía, etc. Figura relevante de los estudios bibliográficos españoles de su época, su minuciosidad investigadora, su metodología crítica y su constante dedicación erudita ofreció una serie de estudios y trabajos que revolucionaron los conocimien-tos de la historia de la bibliografía hispana. Publicó nu-merosísimas ediciones de obras inéditas y desconocidas de la literatura española, catálogos de manuscritos e impre-sos y repertorios bibliográficos de temas y autores. Alen-tó diferentes colecciones de estudios y ediciones, revistas literarias y publicaciones de bibliofilia y crítica, así como la creación de la Editorial Castalia. Es una de las figuras intelectuales más relevantes de la cultura de la posguerra española y, junto a su viuda María Brey Mariño y por deseo personal de ambos, donaron en 1995 su espléndida bibliote-ca particular de más de 17.000 volúmenes, con valiosísimos impresos y manuscritos antiguos y grabados, a la Real Aca-demia Española.

publicaciones.uclm.es

ISBN 978-84-940186-4-0 30 E

Colección

Ciencias Sociales y

Humanidades, 8

Estudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro

Antonio Rodríguez-Moñino

Edición a cargo de Víctor Infantes

2012

Estudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro

RODRÍGUEZ-MOÑINO, AntonioEstudios y ensayos de literatura hispánica de los Siglos de Oro / Antonio Rodrí-

guez-Moñino ; edición a cargo de Víctor Infantes. – [Cáceres, etc.] : Genueve Edicio-nes, 2012.

376 p .; 24 cm. – (Ciencias Sociales y Humanidades ; 8)

ISBN 978-84-940186-6-4

1. Literatura española. 2. Historia y crítica. 3. Siglos XVI-XVII. I. Infantes, Víctor. II. Título. III. Serie

821.134.2.09“15/16”DSBD – IBIC 1.11DSE – IBIC 1.1

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trasformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de Genueve Ediciones, salvo excepción por prevista por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos - www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Director de la colección: Ciencias Sociales y Humanidades Javier Moreno Luzón

Consejo científicoAntonio Aparicio Pérez Isidoro RegueraMª Begoña Arrúe Ugarte Juan Ignacio Palacio MorenaJaume Roselló Manuel Suárez CortinaLeonardo Romero Tobar

Diseño de la colección y de la cubierta: Genueve Ediciones por J. A. Perona

© Herederos de Antonio Rodríguez-Moñino© Víctor Infantes© de esta edición: Genueve Ediciones

I.S.B.N.: 978-84-940186-6-4

Composición e impresión: Compobell, S.L.

Impreso en España (U.E.) - Printed in Spain

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Índice

Presentación ...................................................................................................... 9

Procedencia de los trabajos ............................................................................... 23

1) El primer manuscrito del Amadís de Gaula, noticia bibliográfica ............... 25

2) Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los siglos xvi y xvii ....................................................................................................... 47

3) Poesía y cancioneros (siglo xvi) .................................................................... 83

4) Sobre poetas hispanoamericanos de la época virreinal. Con un ejemplo: Martín de León ............................................................................................ 199

5) “Introducción” al Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo xvi) ...................................................................................................... 225

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Presentación

Antonio Rodríguez-Moñino (Calzadilla de los Barros (Badajoz), 1920-Madrid, 1970) es uno de los nombres más relevantes de la cultura española del siglo xx. Su intensa personalidad se manifestó en sus tareas de bibliógrafo, bibliófilo, investigador, historiador, crítico y editor, dejando a la posteridad una bibliografía de más de 300 publicaciones, algunas de las cuales le situaron en un lugar de honor en los estudios sobre el pasado literario, y no literario, de nuestra historia cultural. Al lado de su dedica-ción profesional queda una biografía igual de significativa, con su actua-ción en la Guerra Civil, salvando el patrimonio bibliográfico y documental español, su expediente de depuración política, que le alejó de la docencia, el episodio de su primera entrada en la Real Academia Española, reparada en los últimos años de su vida, junto al reconocimiento internacional de sus estudios y sus aportaciones críticas, bibliográficas y eruditas. Promovió los trabajos y las investigaciones sobre Extremadura, agitó con proyectos, colecciones y revistas el mortecino panorama de la España de posguerra y se mantuvo siempre fiel a un programa basado en el convencimiento de sus ideas, en el trabajo constante y en la independencia intelectual frente a cualquier imposición dogmática y autoritaria. Regaló a la posteridad una frondosa gavilla de estudios, ediciones y monografías que no tienen parangón con otros estudiosos coetáneos y legó a la Biblioteca de la Real Academia Española su inigualable biblioteca personal, que fue formando a lo largo de años de muchas privaciones en unión de su mujer doña María Brey Mariño.

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La simple mención de su apellido compuesto, a veces a secas sólo: Moñino, es una garantía de que el lector se las va a ver con un trabajo serio, riguroso, concienzudo y, en la mayoría de las ocasiones, aportando un testimonio hasta él desconocido o recogiendo y reordenando un tema que después de sus palabras representaba una nueva concepción sobre su importancia. No es necesario, en absoluto, justificar la reedición de una selección de trabajos de Rodríguez-Moñino, pues ni el paso del tiempo no los ha ensombrecido ni han quedado obsoletos los juicios y los plan-teamientos en ellos depositados; incluso, en la mayoría de las ocasiones siguen teniendo un interés actual para el lector que no los conociera en la época de su primera publicación. Bien es verdad que en muchas, muchísi-mas, ocasiones aportaba el descubrimiento de un testimonio desconocido que quedaba indeleblemente perpetuado para quien se quisiera acercar a él, pero también en otras muchas su interpretación mantiene la lumino-sidad de quien ha sabido entender la permanencia futura de esa signi-ficación. Por ello, cualquier selección posee las garantías suficientes de una vigencia que les ha permitido burlar las corrientes interpretativas o la aportación puntual sin apenas transcendencia. Si el propio autor, modesta y consecuentemente, no se cansaba de repetir lo provisional de alguna de sus tareas e intereses eruditos —siempre con sus miras puestas en las bases documentales y bibliográficas de cualquier tema—, sus trabajos lograron en muchos casos una continuidad por otros estudiosos que necesariamente tenía que partir de lo expuesto por don Antonio. No creo equivocarme si después de más de cuarenta años de su muerte es uno de los nombres que más se cita en las notas a pie de página de cualquier estudio sobre la literatura áurea española y esta persistencia denuncia, casi medio siglo después, que no andaba equivocado en sus planteamientos y, sobre todo, en sus amplias miras intelectuales.

No es difícil elegir una selección de sus estudios, pero en esta ocasión hemos escogido un quinteto en donde Rodríguez-Moñino expuso sus convicciones críticas más significativas, siempre, eso sí, al hilo de unas aportaciones de primer orden para la historia literaria española; que la mayoría sean sobre su querida poesía áurea, no es sino un reconocimiento

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Presentación

imprescindible a su continua dedicación al frondoso vergel lírico de nues-tro Siglo de Oro. Varios de ellos supusieron, además, en el momento de su publicación un acontecimiento crítico y bibliográfico sin precedentes. Si todas estas razones no son suficientes —que lo son, sin la menor duda— el lector que enseguida va a tener en sus manos estos trabajos disfrutará del estilo de una prosa erudita y académica de muchos quilates literarios.

Es imprescindible citar, como aproximación bibliográfica necesaria a su figura, la biografía escrita por su sobrino Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, La vida y la obra del bibliófilo y bibliógrafo extremeño D. Antonio Rodríguez-Moñino [Madrid, Editora Regional de Extremadura/Beturia Ediciones, 2000; 2ª edición de 2002], con amplísimas fuentes de primera mano, y el sugerente panorama sobre su significación debido al quehacer de uno de sus mejores críticos, José Luis Bernal Salgado, Antonio Rodrí-guez-Moñino, un extremeño universal [Badajoz, Junta de Extremadura, 2010]. El pasado año, al hilo del primer centenario de su nacimiento, Extremadura declaró 2010 como año dedicado a Antonio Rodríguez-Moñino y promovió diferentes actos, congresos y conmemoraciones, que dieron, y han dado, lugar a distintas publicaciones que celebraban para todos su nombre y su figura. Por último, su abundantísima producción bibliográfica se encuentra recogida en las diversas Bibliografías que el propio autor iba publicando en vida desde 1955 y que culminan en la que se encuentra en las páginas finales de uno de sus homenajes, el nominado Homenaje a Rodríguez-Moñino. Estudios de erudición que le ofrecen sus amigos o discípulos hispanistas norteamericanos [Madrid, Castalia, 1966, 2 ts.], con el título de «Antonio Rodríguez-Moñino. Curriculum vitae bibliografía» [vol. ii, pp. 323-389]; asimismo, Hibris. Revista de Bibliofilia (Alcoy) dedi-có su nº 58, de julio-agosto de 2010 al erudito extremeño y en sus páginas se encuentra una bibliografía actualizada de sus publicaciones

No queremos con esta breve «Presentación» más que situar los trabajos seleccionados en el contexto cronológico en que se publicaron, siempre al hilo de la propia biografía intelectual de su autor, sin otra evidencia que su propia significación crítica, y por ello eludimos elogios y citas poste-riores en una memoria inabarcable que mantiene viva su importancia para

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nuestros estudios literarios y tampoco incluimos notas al pie ni excesivas menciones bibliográficas, que insertamos entre corchetes para no impedir la lectura.

Nos queda expresar nuestro agradecimiento a quienes han concedido los correspondientes permisos para que estos trabajos vean de nuevo la luz impresa. Principalmente a sus herederos legales, que han acogido esta edición con todo entusiasmo, así como a la Real Academia Española, a la Editorial Castalia y a The Bancroft Library de la Universidad de Berke-ley, instituciones donde se publicaron por primera vez y con las que don Antonio mantuvo una estrecha relación a lo largo de su vida.

El primer trabajo elegido corresponde a los años en que don Antonio participaba activamente en las tareas bibliográficas y editoriales de la Real Academia Española, a la que pertenecía como Académico Correspondien-te por Extremadura desde 1952, y apareció en las páginas de su presti-gioso Boletín en el año 1956. Este artículo representa uno de los modelos habituales del quehacer erudito y crítico de su autor: la aportación de un testimonio desconocido de alguna obra —siempre de primer orden— de la literatura española; y al decir desconocido nos referimos al sentido más real del término y no a que apenas lo fuera o que no se hubiera tenido pre-sente hasta entonces. El descubrimiento de unos fragmentos manuscritos del Amadís de Gaula del primer tercio del siglo xv —y anteriores, por tan-to, a todo lo conocido hasta entonces— supuso una sorpresa bibliográfica de primer orden en los estudios sobre la prosa medieval española; puede decirse, con todo merecimiento, que se trataba de una de las aportaciones eruditas más deslumbrantes desde hacía muchos años en el panorama de la crítica española, a la vez que aportaba un testimonio que cambió radi-calmente el conocimiento que se tenía sobre la obra cumbre de la ficción narrativa peninsular del Medioevo. Como no podía ser menos, tratándose de quien se trataba, los «cuatro pedazos» manuscritos —como los denomi-nó cariñosamente su descubridor— pertenecían a su biblioteca personal y provenían de las guardas de las encuadernaciones de unos cuantos «viejos volúmenes» que nada tenían que ver con la obra y fueron el regalo de un librero anticuario, Antonio Moreno Martín, de quien don Antonio era

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Presentación

cliente habitual. Nos cuenta con detalle su procedencia, pues Rodríguez-Moñino siempre dejaba constancia de las deudas de gratitud con quien le proporcionaba cualquier pieza de interés para sus estudios, y nos relata que las hojas —en un estado calamitoso de conservación— «fueron lavadas y planchadas personalmente por el autor», antes de ser restauradas y encua-dernadas definitivamente por el maestro Emilio Brugalla.

Don Antonio abrió su estudio ofreciendo un estado de la cuestión so-bre el conocimiento crítico que se tenía en los años cincuenta de la obra, envuelta entonces en una controvertida autoría portuguesa, perfiló los elementos literarios más importantes del testimonio, situó la significación de los fragmentos en la constitución textual de su estructura, lo que Ma-ría Rosa Lida de Malkiel había denominado el «Amadís primitivo» —a esta ilustre investigadora, que trató personalmente en la Universidad de Berkeley, va dedicado, precisamente, el artículo—, y ofreció una cuidada transcripción paleográfica del manuscrito, enfrentándola en columnas con el texto conservado de la primera edición conocida de Zaragoza, Jorge Coci, 1508, para que el lector pudiera comparar las diferencias y simili-tudes de ambos testimonios. Añadió también, como era su costumbre, la reproducción facsímile a su tamaño exacto de dos de las hojas conservadas. Puede decirse, con toda convicción y con todo merecimiento, que desde la publicación de este trabajo de Antonio Rodríguez-Moniño se estable-ció un antes y un después en los estudios sobre el Amadís de Gaula y que necesariamente hay que partir de sus palabras en cualquier acercamiento crítico a esta obra todavía envuelta en las brumas de su génesis y constitu-ción original. Por si su aportación no fuera ya extraordinaria, el estudio se acompañaba en las mismas páginas de la revista académica de dos trabajos que completaban los relieves de su descubrimiento: una «Nota paleográ-fica sobre el manuscrito del Amadís» de Agustín Millares Carlo [pp. 217-218] y «El lenguaje del Amadís primitivo» Rafael Lapesa [pp. 219-226].

Pocos años después de la aparición de este artículo, en 1960, Antonio Rodríguez-Moñino fue vetado políticamente en su candidatura a la Real Academia Española [todos los pormenores de este triste episodio pueden leerse con detalle de nombres y apellidos en la biografía ya citada de su

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sobrino Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, pp. 307-339; así como las páginas dedicadas a la breve historia de este manuscrito, pp. 359-361] y tuvo que esperar hasta 1968 para entrar, ¡por fin!, en la Docta Casa —y de su famoso Discurso de ingreso hablaremos más tarde—, pero las preciosas hojas manuscritas que contenía los «cuatros pedazos» manuscritos del Li-bro III del Amadís de Gaula, desgajadas de su biblioteca personal, fueron donadas a la muerte de don Antonio por su viuda en 1971 a la Universidad de Berkeley, institución que le acogió como docente en los años en los que no le fue posible enseñar en la Universidad española , y allí se conservan en The Brancrof Library.

En los primeros años del decenio de los sesenta Rodríguez-Moñino conoció la proyección y el reconocimiento internacional que se le negaba en su país y se multiplican sus viajes y las invitaciones de las universidades e instituciones más prestigiosas. Fruto de este renombre es la invitación para pronunciar una de las conferencias plenarias en el noveno Congreso de la Federation for The Modern Languages and Literature en Nueva York en 1963. Esta aportación de don Antonio, segundo trabajo que hemos seleccionado, se recogió dos años después en sus Actas y removió pro-fundamente los estudios sobre la poesía áurea española. Quizá fuera la primera vez que Rodríguez-Moñino expuso, concentradamente, todas sus convicciones y todos sus saberes críticos en un trabajo que logró exponer, sin pretenderlo de antemano, una persuasiva teoría sobre los mecanismos de conocimiento y transmisión del Parnaso popular y culto de los Siglos de Oro de nuestra poesía.

Hasta entonces su labor como bibliógrafo, bibliófilo y catalogador se sobreponía a su labor crítica, valga recordar que en 1963, con 53 años y cerca ya de las trescientas publicaciones, su nombre se asociaba a sus tareas de búsqueda y rescate de «papeles viejos», de libros ignotos y de testimo-nios desconocidos, así como a su pasión por la creación de colecciones de bibliofilia, de estudios críticos y de ediciones de textos, en muchas de las cuales participaba con aportaciones suyas; pero, a pesar de que sus estudios siempre se presentaban con suficientes palabras que enmarca-ban la importancia cultural de sus contribuciones, no había publicado un

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trabajo que resumiera, desde una concepción teórica y metodológica, sus inmensos conocimientos sobre nuestro pasado poético peninsular. Con esta conferencia dio el aldabonazo de salida de una nueva manera de concebir lo que representó la extensísima producción poética de los siglos xvi y xvii. Su título, repetido desde entonces como lugar común de los estudios literarios áureos, nos habla a las claras de su contenido y en esa dicotomía, aparentemente no percibida hasta entonces por la crítica, radica una de las características más relevantes de este trabajo: el verdadero co-nocimiento real de cómo se produjo la recepción y la lectura de las obras de los poetas cultos más renombrados y de las obras más divulgadas de la poesía popular y lo que la crítica había dado por supuesto, sin probarlo, de un panorama reconstruido sin tener en cuenta la concepción editorial, manuscrita o impresas de las obras hacia sus posibles lectores. Aparte de sus múltiples trabajos de carácter más bibliográfico, este luminoso estudio de Antonio Rodríguez-Moñino sigue siendo una guía insustituible que abrió unos novedosos campos de investigación y de acercamiento crítico sobre la poesía española de los Siglos de Oro.

Resulta enormemente ilustrativo de la manera de trabajar de don An-tonio leer las palabras de su «Advertencia», para entender los pormenores de la génesis de sus palabras y las circunstancias en las que éstas se redac-taron. El gran hispanista francés, Marcel Bataillon, que le presentó en la sesión neoyorkina, acuñó el título de «Príncipe de los bibliógrafos espa-ñoles» para significar la transcendencia de la figura de Rodríguez-Moñino en las generaciones posteriores y prologó la edición exenta de este estudio en 1965, con una nueva aparición en 1968, así como una traducción al inglés del mismo año.

El tercer estudio es su celebrado Discurso de entrada en la Real Aca-demia Española. En el otoño de 1968, ¡por fin!, Antonio Rodríguez-Moñino lee su Discurso de ingreso y el título del mismo no podía ser más lógico y más representativo de los intereses literarios de su autor: Poesía y cancioneros (siglo xvi). Culminaba en esta pieza amenamente erudita una trayectoria investigadora y crítica que arranca de sus primeros trabajos publicados y que tenía en el punto de mira el mundo manuscrito y edi-

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torial de la poesía española del primer Siglo de Oro. Por sus más de cien páginas, con epígrafes que marcan el rumbo de su desarrollo temático y cronológico, desfila la historia de este periodo literario visto a través de los ojos de quien había leído en sus ediciones originales prácticamente toda la poesía del siglo xvi. Don Antonio ofrece a los lectores de esta monografía académica su concepción de lo que fue la «realidad histórica» del enrevesado mundo literario en el que se desarrolló la topografía del entramado poético de una centuria, donde convivían los poetas cultos, los trovadores populares y los vates religiosos, transmitida sus creaciones en el cancionero individual, el cartapacio colectivo, la edición impresa y los pliegos sueltos. En este abigarrado panorama de autores, lectores y modos de producción poética que ocupaba toda la centuria, desde el Cancionero general recopilado por Hernando del Castillo en 1511 —al que 10 años atrás había puesto una documentadísima «Introducción» a su edición facsímile [Madrid, Real Academia Española, 1958], así como un importante Suplemento al año siguiente [Valencia, Editorial Castalia, 1959]—, hasta los Conceptos de divina poesía de Lucas Rodríguez en 1599, el conocimiento crítico de Rodríguez-Moñino, apoyado, como siempre, en unas bases bibliográficas de primera mano, diseccionaba las difíciles relaciones retóricas y temáticas, enmarcaba las tendencias formales y reponía los cauces de transmisión lectora de las diferentes tipologías del manuscrito y la edición impresa.

Es fácil observar en la lectura de sus palabras que el tema le apasionaba y sobre el tema era la máxima autoridad en aquellos años, reconocida y admirada por una legión de de devotos seguidores de la forma de entender la historia de nuestra poesía áurea que emanaba del saber crítico y erudito de Antonio. Su «construcción crítica», que bien podemos denominar con todo merecimiento «reconstrucción», arrojaba ahora un panorama muy di-ferente del que se conocía hasta entonces, centrado, casi prioritariamente, en los grandes nombres de nuestra lírica, pero que olvidaba la existencia de otros muchos autores —sin olvidar en inmenso almacén de la poesía anónima— y, muy especialmente, los mecanismos de su producción y los modos de su conocimiento lector. El texto de su Discurso se completaba,

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como no podía ser menos y debido a la puntillosidad bibliográfica de don Antonio, con dos apéndices: una «Bibliografía de los Cancioneros del siglo xvi» [pp. 117-139], germen de su póstumo Manual bibliográfico de Cancioneros y Romanceros. I Impresos durante el siglo xvi, coordinado por su discípulo Arthur L.-F. Askins [Madrid, Editorial Castalia, 1973, 2 ts.; del que existen otros dos tomos correspondientes al siglo xvii, idem, 1977-1978] y con «Algunos facsímiles de Cancioneros del siglo xvi», pp. [155-183]. Contestó a las palabras de Rodríguez-Moñino su amigo Camilo José Cela [«Contestación» de Camilo José Cela, pp. 143-154], con aquellas famosas palabras, que remitían, para los no enterados, a las vicisitudes vitales de don Antonio en los oscuros años de la inmediata posguerra: «… Recibimos hoy en nuestra casa, señores académicos, a don Antonio Rodríguez-Moñino, a quien en la jerga del hampa se le diría, paradójicamente, El Perjuro, quizás porque es uno de los pocos españoles que jamás juro en falso…».

El cuarto trabajo es del mismo año que este Discurso y apareció en las páginas de la revista mallorquina de Papeles de Son Armadans, dirigida por su amigo y contestador académico Camilo José Cela, un artículo de don Antonio que representaba de nuevo una aportación muy relevante sobre un poeta desconocido de la época Virreinal. No se trataba, en esta ocasión, de ningún manuscrito de su biblioteca, sino de un «grueso vo-lumen» que contenía la Historia del huérfano de Andrés de León, obra en prosa de un ignoto granadino llamado en realidad Martín de León, que se presenta como una «autobiografía novelada, o una novela autobiográ-fica» —en palabras del propio Rodríguez-Moñino— y que dormía entre los fondos bibliográficos de The Hispanic Society of America. Una de las singularidades de la obra, amén del trueque autorial del nombre del autor y del protagonista, es que se trata de un original preparado para su impresión —lleva numerosos textos laudatorios proemiales— en 1621 y que por las razones que fueran no llegó a editarse. Don Antonio conocía de primera mano el infolio, pues, en unión de su mujer, doña María Brey Mariño, había descrito pormenorizadamente el códice en su monumental Catálogo de los manuscritos poéticos castellanos existentes en la biblioteca de

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The Hispanic Society of America (siglos xv, xvi y xvii), publicado hacía unos pocos años [New York, The Hispanic Society of America, 1965-1966, t. ii, nº clxviii, pp. 262-268]. Lógicamente, a Rodríguez-Moñino le interesaban especialmente las poesías que cerraban el volumen, de las que en el artículo incluía una pequeña selección, aumentada con otras fuentes editoriales, pero este trabajo aportaba a lo largo de sus páginas iniciales otra consideraciones de cierta relevancia, que es una de las razones por las que nos hemos decidido a insertarle en este florilegio de estudios salidos de sus manos.

La primera radica en el interés de don Antonio en la poesía del periodo Virreinal, que ya desde sus primeros trabajos, el primero de ellos con 19 años, había arrojado al tapete de la crítica con diferentes estudios sobre diversos autores de los siglos xvi y xvii; caso de sus ediciones de Extre-madura en América. Conquista del Perú y viaje de Hernando Pizarro desde Caxamalca hasta Jauja (Sevilla, 1534) de Francisco de Xerez y Miguel de Estete en 1929 o sus monografías sobre Pedro de Liévana, «primer poeta de Guatemala» de 1934 y Pedro Mexía de Ovando, «cronista de linajes coloniales» en 1937; amén de otros estudios más bibliográficos, como su importante Catálogo de los manuscritos de América existentes en la «Colección de Jesuitas» de la Academia de la Historia de 1935 o el Catálogo de Memoriales presentados al real Consejo de Indias (1626-1630). Descripción bibliográfica de más de cuatrocientos impresos y manuscritos en 1953. En estos años treinta del siglo pasado era prácticamente el único crítico desde España que se preocupaba de los primeros poetas hispanoamericanos. La segunda razón la exponía el propio don Antonio en esas páginas liminares que antes citábamos, pues en ellas se quejaba —con toda la razón del mundo— del desinterés crítico sobre estos autores y sobre esta época temprana de la literatura hispánica, desplegando un juicio riguroso y comedido sobre esta carencia, para la que reclamaba una atención que nadie parecía atender. Sus palabras, escritas en 1968, mantienen una lectura y una vigencia ac-tual y quedan todavía como testigo de una devoción erudita, pero también como denuncia de una orfandad crítica a la que desde su estatura profe-sional intentó poner remedio.

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El último trabajo seleccionado coincide con el último estudio impreso aparecido en vida don Antonio, de hecho corrigió las pruebas de imprenta estando ya gravemente enfermo, y que aún pudo ver en la Clínica Covesa de Madrid, donde moriría el 20 de junio de 1970: el bello volumen del Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo xvi), en cuyo colofón figura la fecha de 13 de junio de ese año; el primer ejemplar recién salido de sus queridas Artes Gráficas Soler de Valencia lo tuvo en sus manos antes de fallecer. Este monumental diccionario suponía la culminación de muchos años dedicado en alma y cuerpo a desentrañar el mapa literario y editorial de los pliegos sueltos poéticos españoles del siglo xvi, incluidos los incunables.

Se trataba de impresos de poca extensión, generalmente un pliego básico de impresión en formato 4º de 4 hojas, es decir: 8 páginas, aunque Rodríguez-Moñino llevó su límite de recopilación hasta las 20 hojas, es decir 5 pliegos, que recibieron este nombre, precisamente por tratarse de unas breves piezas editoriales, que asimilaban su constitución impresa a unos contenidos poéticos de carácter popular —aunque no falten los lla-mados poetas «cultos»—, de fácil y rápida producción —solían ocupar po-cas «jornadas» de imprenta, y «jornada» equivale a un día de trabajo para una tirada de 1.000 o 1.500 ejemplares— y que se publicaron a cientos a lo largo de todo el siglo XVI. Don Antonio se había sentido irremediable atraído desde hacía tiempo hacia estos humildes impresos, que contenía miles de poesías de amplísima circulación entre los lectores de la poesía áurea española. Sus primeros trabajos sobre este Parnaso popular se re-montan a comienzos de los años sesenta, con diferentes, y constantes, tra-bajos, estudios y ediciones sobre aquellos depósitos librescos que guardan estos impresos, por ejemplo los conservados en The Hispanic Society of America, en la Biblioteca Pública de Oporto y en la Colombina en 1961 o los que poseía el Marqués de Morbecq en 1962; así como ensayos sobre los denominados por él «cancionerillos de Munich» al año siguiente o sobre diferentes autores de amplía producción poética, como Luis Hurtado de Toledo en 1964 o Cristóbal Bravo en 1966.

Todas aquellos acercamientos, junto a los de otros investigadores y la publicación facsímile de diferentes fondos bibliotecarios encabezada

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por la colección de «Joyas bibliográficas», fueron circundando una idea germinal de Rodríguez-Moñino: ofrecer un diccionario que contuviera todas las piezas conocidas y que sirviera de guía para conocer de cuántas ediciones y de cuántos ejemplares estábamos hablando; por supuesto no podía ser más que un diccionario bibliográfico, es decir: una bibliografía lo más completa posible que describiera y localizara estos efímeros impresos poéticos. La tarea era titánica y a ella dedicó, sin olvidar otros trabajos y publicaciones que seguían apareciendo incesantemente, los últimos años de su vida. Los datos que se recogen en este repertorio son abrumadores: 646 entradas bibliográficas de autores conocidos, que aportaban 469 pie-zas conservadas, y 533 cédulas anónimas —que incluían 11 fragmentos y 4 apéndices—, que sumaban otras 381; es decir llegó a 1.179 referencias con 850 ejemplares de pliegos poéticos conocidos. Como ya señalamos en la «Presentación» de su nueva salida editorial, que luego mencionaremos, «una buena parte de la originalidad de este bello libro [radicaba], en haber inventado un corpus poético que parecía venido de los territorios literarios del desconocimiento más absoluto», pues don Antonio había rastreado la existencia de estas piececillas, no sólo en las bibliotecas más importantes del mundo (Biblioteca Nacional de Madrid, Bibliothèque Nationale de France, British Library, etc.), sino que había vaciado catálogos de libreros y subastas, inventarios de libros, estudios históricos y literarios de toda condición, repertorios, bibliografías y, en general, cualquier referencia ma-nuscrita o impresa que pudiera contener una cita, una mención o un ejem-plar. Este monumental Diccionario se completaba con una «Introducción» de más de cien páginas donde Rodríguez-Moñino expuso la concepción de su trabajo, desarrolló su metodología de investigación, recogió las citas sobre estas piezas a lo largo de cinco siglos y dejo apuntadas algunas de las tareas críticas y bibliográficas todavía pendientes sobre los pliegos sueltos poéticos del siglo xvi.

Muchos, muchísimos, de los trabajos y estudios de Rordríguez-Moñi-no tienen una constitución bibliográfica primordial, de ahí que se sigan consultando y citando más de cuarenta años después de su muerte y, entre ellos, este Diccionario bibliográfico que ha servido de referencia ineludible a

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Presentación

decenas de investigadores que irremediablemente tiene que volver la vista hacia su existencia. En 1997 volvió a parecer, corregido y actualizado, con la intromisión denominativa de Nuevo Diccionario [Nuevo Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo XVI), ed. corr. y act. de Arthur L.-F. Askins y Víctor Infantes, Madrid, Castalia/Editora Regional de Extremadura, 1997], pero su primitiva «Introducción» [ahora en la pp. 13-125] sigue teniendo la vigencia que el tiempo otorga a los estudios im-prescindibles, aquellos que han promovido una nueva manera de entender nuestro pasado cultural y que, por lo tanto, permanecen invariables en su belleza y en su sabiduría.

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Procedencia de los trabajos

— «El primer manuscrito del Amadís de Gaula, noticia bibliográfica», Boletín de la Real Academia Española, XXXVI (1956), pp. 199-216; luego recogido en Relieves de erudición. (Del Amadís a Goya) Estudios literarios y bibliográficos, Madrid, Castalia, 1959, pp. 163-188.

— «Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los

siglos XVI y XVII», en Literary History & Literary Criticism. Acta of the Ninth Congress International Federation for Modern Languages & Literature. Held at New York University, August 25 to 31, 1963, New York, New York University Press, 1965, pp. 30-49; luego publicado en Valencia, Artes Gráficas Soler, 1965, 64 pp.; Madrid, Castalia, 1968, 60 pp. e Hibris. Revista de Bibliofilia, X, 58 (2010), pp. 30-43); existe también una edición en inglés, Berkeley, Printed by Lawton and Alfred Kennedy, 1968, 47 pp.

— Poesía y cancioneros (Siglo XVI). Discurso leído ante la Real Academia Española el día 20 de octubre de 1968 en su recepción pública por el Exc-mo. Sr. D. Antonio Rodríguez Moñino y Contestación del Excmo. Sr. D. Camilo José Cela, Madrid, Real Academia Española, 1968, 187 pp.

— «Sobre poetas hispanoamericanos de la época virreinal (Con un ejem-plo: Martín de León)», Papeles de Son Armadans, CXLV (1968), pp.

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Antonio Rodríguez-Moñino

3-23; luego recogido en La transmisión de la poesía española en los Siglos de Oro. Doce estudios con poesías inéditas o poco conocidas, Edward M. Wilson, ed., Barcelona, Ariel, 1976, pp. 163-188.

— «Introducción» al Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo

XVI), Madrid, Castalia, 1970, pp. 9-126; luego en Nuevo Dicciona-rio bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo XVI), ed. corr. y act. de Arthur L.-F. Askins y Víctor Infantes, Madrid, Castalia/Editora Regional de Extremadura, 1997, pp. 13-125.