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9 Estudios de Epistemología X LA RUPTURA EPISTEMOLÓGICA, DE BACHELARD A BALIBAR Y PÊCHEUX Pedro Karczmarczyk Universidad Nacional de La Plata - IdIHCS - CONICET Resumen En el presente trabajo intentaremos analizar cierta serie o tradi- ción de reflexiones sobre el conocimiento científico que lo caracteri- zan por su discontinuidad en relación al conocimiento ordinario o sentido común. El origen de esta serie puede localizarse en la obra de Gaston Bachelard y su peculiar estudio de los actos epistemológicos con los que se rompe con el pasado en una disciplina científica. Estos actos contrastan con lo que este autor califica como el “mito continuista” del empirismo. Esta posición será apropiada por Althusser y desarrollada por sus discípulos Balibar y Pêcheux. Inten- taremos mostrar que el factor común de la discontinuidad no consti- tuye una posición monolítica, sino que cabe reconocer, en las posi- ciones que consideramos, maneras diversas de entender la naturale- za de la misma. En este sentido, la revisión de las posiciones que Althusser efectuó en su “autocrítica” constituye un punto de obser- vación privilegiado del abanico de alternativas que algunos de sus discípulos desarrollarían sobre bases diversas. Abstract In the present paper we analyze a tradition of reflections on scientific knowledge which distinguish it because of its “discontinuity” with common sense or ordinary knowledge. The beginning of this tradition can be traced back to Gaston Bachelard and his peculiar study of the epistemological acts which allows a scientific field to break with its past. The study of these acts helps to overcome what Bachelard considers is the empiricist myth of continuity of knowledge. Bachelard’s views were retaken by

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  • 9Estudios de Epistemologa X

    LA RUPTURA EPISTEMOLGICA, DEBACHELARD A BALIBAR Y PCHEUX

    Pedro KarczmarczykUniversidad Nacional de La Plata - IdIHCS - CONICET

    Resumen

    En el presente trabajo intentaremos analizar cierta serie o tradi-cin de reflexiones sobre el conocimiento cientfico que lo caracteri-zan por su discontinuidad en relacin al conocimiento ordinario osentido comn. El origen de esta serie puede localizarse en la obrade Gaston Bachelard y su peculiar estudio de los actos epistemolgicoscon los que se rompe con el pasado en una disciplina cientfica. Estosactos contrastan con lo que este autor califica como el mitocontinuista del empirismo. Esta posicin ser apropiada porAlthusser y desarrollada por sus discpulos Balibar y Pcheux. Inten-taremos mostrar que el factor comn de la discontinuidad no consti-tuye una posicin monoltica, sino que cabe reconocer, en las posi-ciones que consideramos, maneras diversas de entender la naturale-za de la misma. En este sentido, la revisin de las posiciones queAlthusser efectu en su autocrtica constituye un punto de obser-vacin privilegiado del abanico de alternativas que algunos de susdiscpulos desarrollaran sobre bases diversas.

    Abstract

    In the present paper we analyze a tradition of reflections onscientific knowledge which distinguish it because of itsdiscontinuity with common sense or ordinary knowledge. Thebeginning of this tradition can be traced back to Gaston Bachelardand his peculiar study of the epistemological acts which allows ascientific field to break with its past. The study of these acts helps toovercome what Bachelard considers is the empiricist myth ofcontinuity of knowledge. Bachelards views were retaken by

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    Althusser and further developed by his students Balibar and Pcheux.We will try to show the common commitment with discontinuity isnot an homogeneous view. Consequently we will try to showdifferences in the understanding of discontinuity. The revision of hisown positions made by Althusser in his Self-criticism is a specialstandpoint in order to consider the alternatives that his disciplesdeveloped on different grounds.

    Una manera provechosa de introducir la peculiar relacin de mtodo y expe-riencia que domina la tradicin de reflexin que puede caracterizarse como episte-mologa francesa (vase Brenner 2003) consiste en confrontar esta lnea de pensa-miento con otra, la de la hermenutica, que enfrenta algunas cuestiones similares,aunque tomando una alternativa diversa. En efecto, la hermenutica filosfica delsiglo XX se ocup especialmente de enfrentar cierta concepcin de lo real que surgadebido a la hegemona de las ciencias naturales, de la que el positivismo pareca ser suexpresin filosfica. De acuerdo a la hermenutica, el positivismo proyectaba unaconcepcin del ser en la que lo real se caracterizaba como aquello susceptible de serreproducido en un laboratorio a travs de la experiencia controlada, es decir, aque-lla experiencia en la que el dominio voluntario de algunas variables permita estable-cer la dependencia de otras en relacin a stas. Slo lo que pudiera procesarse con lagramtica de la experiencia controlada sera, entonces, real.

    En consecuencia, el proyecto filosfico de Gadamer se caracteriz por la bs-queda de esa forma de experiencia, la experiencia hermenutica, de la que cabe decirque se encuentra siempre antes y ms all de la experiencia cientfica. La experienciahermenutica estara antes que la experiencia cientfica, entendida como experienciacontrolada, en el sentido de ser una forma de experiencia lgicamente anterior a lamisma, es decir, presupuesta por sta, ya que la experiencia hermenutica pretendeser coextensiva con el lenguaje. Por lo mismo, sera tambin una experiencia ms allde la experiencia (cientfica, controlada) en el sentido de que, siendo experienciasupuesta y modelada por las palabras su mbito de incumbencia no reconocera lmi-tes, tratndose entonces de la experiencia fundamental del mundo, de la que la expe-

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    riencia cientfica no sera sino una especializacin (ver Karczmarczyk 2007, esp. In-troduccin).

    Sin embargo, como varios autores lo han reconocido, el trabajo de Gadameren Verdad y mtodo contiene cierto atraso en su concepcin del mtodo cientfico(vase Weinsheimer, Introduccin). La concepcin del mtodo cientfico que per-manece ms o menos inclume a lo largo de esta obra es la de cierto inductivismoque encontrara, en la remisin a los enunciados observacionales, el trampoln parasuperar el problema epistemolgico que plantea la dependencia contextual del ob-servador, el problema de la objetividad del conocimiento. De manera que en losenunciados de observacin, reportes observacionales con la peculiaridad epistemol-gica de que en los mismos se superpone parecer y ser (si me parece que veo azul, enton-ces efectivamente veo azul), el mtodo cientfico encontrara una tarima para saltar desdeel sujeto emprico al sujeto epistmico, para ir desde el individuo concreto en sudimensin histrica al sujeto en lo que ste tiene de universal. De ah que la caracte-rizacin dominante del mtodo con la que lucha el pensamiento hermenutico sea lade un camino forzoso, un camino en el que los primeros pasos conducen necesa-riamente a los pasos finales, en el que las premisas obligan la conclusin. Es esto loque el mtodo inductivista ofreca a sus sostenedores siendo ello lo que estimulabalos intentos de resolver de algn modo el problema de la induccin.

    Frente a esto, la hermenutica pudo mostrar que esta forma de experiencia noes el ncleo universal de una subjetividad que se constituira en dilogo consigomisma, sino la especializacin, o incluso la estilizacin, de alcance limitado, de unaforma de experiencia ms fundamental. De esta forma de experiencia, cuyo alcancese pretende universal al indicar que es tambin la experiencia del lenguaje, conforma-da por las palabras y presupuesta por las mismas, como se dijo, la hermenutica quisosealar su carcter no centrado (en una conciencia o en una voluntad), lo que impli-caba, en cierto sentido, reconocer contra la experiencia controlada, planificada, so-metida a la voluntad, cierto carcter involuntario, cierta pasividad de la misma. Reco-nocer esta pasividad arrojamiento implicaba reconocer nada menos que lahistoricidad de la experiencia. Para clarificar el estatuto de esta experiencia Gadamertuvo que volverse hacia la tradicin del gusto, del sentido comn, del tacto y la Bildung,de la tica antigua y la phrnesis en suma, que en su irreductibilidad a reglas y en la

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    imposibilidad de una especificacin exhaustiva de las circunstancias de aplicacin,mostraban el carcter esencialmente interpretativo de un conjunto de prcticas quese hallan en el suelo de la vida histrica y social, el carcter comprensivo de nuestroser en el mundo.

    Pero lo que permanece incuestionado, o inexplorado, en la concepcin her-menutica, es justamente la naturaleza del mtodo cientfico: todo ocurre como si eldesarrollo de esta posicin requiriera de una concepcin esquemtica del mismo. Porel contrario, en los desarrollos que tienen su base en Bachelard vamos a encontrar uncuestionamiento de la concepcin positivista del mtodo, y de la relacin entre mto-do y experiencia que no procede, como la de la hermenutica, a travs de uncuestionamiento de la posicin que legtimamente cabe asignarle al mismo en unesquema general, sino a travs de un examen de la idea misma de mtodo y de cono-cimiento cientfico. Bachelard va a insistir, por ejemplo, en la necesidad de que laepistemologa proceda a travs de un estudio del espritu cientfico, entendiendopor tal a la filosofa segregada por la prctica cientfica productiva, la que no siemprecoincide, y muchas veces directamente colisiona, con la filosofa declarada por loscientficos, ms prxima a la filosofa de los filsofos, que para Bachelard es esencial-mente el realismo metafsico. Su uso del trmino espritu cientfico, entonces, nodeja de adolecer de cierta ambigedad, tan es as que, en La formacin del espritu cient-fico un texto de 1938 (ver Bachelard 2010), su obra tal vez ms clebre, estudia elespritu cientfico entendido a ste en el sentido de las resistencias a la nuevaconceptualizacin cientfica, que para Bachelard es la fsica relativista. Este tipo deplanteo lo lleva a formular su nocin ms renombrada, la de los obstculosepistemolgicos. Tales obstculos aparecen, de acuerdo a Bachelard, donde ciertaorganizacin de pensamiento constituida como una prctica establecida se ve ame-nazada. De esta manera, Bachelard considera que los obstculos epistemolgicosremiten, por un lado, a los efectos de la reproduccin de los conocimientos cientfi-cos, es decir, a las consecuencias de la pedagoga, sobre los nuevos conocimientoscientficos. Y por otra parte, remiten a cierta lbido epistemolgica, que Bachelardconcibe como enquistamientos imaginarios de la psiquis, que con estos mitos delatauna cierta estructura psquica eterna (inconciente), que para Bachelard constituye labase afectiva de los obstculos epistemolgicos. De all que la obra aludida lleve por

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    subttulo Psicoanlisis del conocimiento objetivo.

    Esta concepcin lleva a Bachelard a cuestionar la identificacin entre la expe-riencia cientfica (experiencia) y la experiencia comn (observacin), contradi-ciendo as la concepcin dominante en su poca, segn la cual la ciencia est fundadaen el registro y la observacin. Para ello Bachelard va a realizar una puntualizacinque a la vez lo acerca y lo distancia de la hermenutica. Por un lado, va a insistir enque la experiencia comn no est compuesta, sino yuxtapuesta. La yuxtaposicin de laexperiencia comn no alude a algo muy diferente que al carcter hermenutico,interpretativo, de la misma. En efecto, la experiencia corriente no procede por prin-cipios, sino que siempre hay en ella algo post hoc, en lo que la hermenutica cree ver laaccin productiva de la interpretacin. De esta manera, en la idea de un entramadonecesario de la experiencia hermenutica con las palabras, la clave est en reconocer loscasos que caen bajo cierta denominacin, pero tambin en saber hacer las excepcionescuando cuadre. Ello impide que esta experiencia (hermenutica) pueda reducirse aunos criterios dados de antemano, remitiendo siempre a la situacin concreta de laexperiencia, que no por ser mediada deja de poseer una referencia a la intuicinejercitada en la situacin. Sin desconocer el carcter mediado, no inmediato, de laexperiencia comn, Bachelard encuentra que el mismo es un obstculo en el desarro-llo del conocimiento cientfico, ya que la incertidumbre de condiciones de aplicacin y deexcepcin hacen que la misma no pueda ser verificada, ni tampoco, por tanto, refutada.

    En opinin de Bachelard, para verificar es necesario hacerlo desde distintospuntos de vista, por lo que se requiere de criterios de identidad de la experiencia quetrasciendan lo dado, en conclusin, segn nuestro autor: entre la observacin [ex-periencia comn] y la experiencia [cientfica] no hay continuidad sino ruptura (2010,p. 22). Nos encontramos, entonces, con una valoracin distinta, pero con un sueloproblemtico no tan distinto del de la hermenutica. No tan distinto, decimos, ya queno hay, ni en un caso ni en el otro, la ilusin de lo dado inmediato, de la base inclumepara la construccin del edificio. En efecto, vemos a Bachelard rechazar la posibili-dad de un grado cero del conocimiento, apelando nada menos que a los prejuicios:

    La idea de partir del cero para fundar y acrecentar sus bienes no puedesurgir sino en cultura de simple yuxtaposicin, en las que todo hecho

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    conocido es inmediatamente una riqueza. Ms frente al misterio de loreal, el alma no puede por decreto, tornarse ingenua. Es entonces im-posible hacer, de golpe, tabla rasa de los conocimientos usuales. Frentea lo real, lo que cree saberse ofusca lo que debiera saberse. Cuando sepresenta ante la cultura cientfica, el espritu jams es joven. Hasta esmuy viejo, pues tiene la edad de sus prejuicios. Tener acceso a la cienciaes rejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacin brusca que hade contradecir a un pasado. (2010: 16)

    No podemos aqu desarrollar en extenso la posicin epistemolgica deBachelard, con toda su riqueza, sus tensiones y su evolucin. Nos limitaremos, porello, a presentar algunas ideas maysculas de su postura, tiles para comprender eldesarrollo posterior en el que nos focalizaremos. Hay que mencionar, no obstante,que la concepcin bachelardiana de los obstculos destaca su bipolaridad. As, si elempirismo inmaduro o el espritu concreto se le aparece como un primer obstcu-lo, con su fetiche de la observacin bsica y el grado cero del conocimiento, lasuperacin de este obstculo supone un riesgo, un obstculo correlativo, al queBachelard denomina espritu sistemtico, generalizacin prematura, o ansia desistema, o de unidad de la naturaleza. Bipolaridad de los errores de los que estosobstculos seran casos maysculos, correspondientes a posiciones filosficas mayo-res (empirismo, racionalismo), mientras que otros obstculos presentan rostros msparticulares, constituyendo una suerte de museo de los horrores del pensamiento(sobre unidad de la naturaleza, la utilidad de los fenmenos naturales, el obstculoverbal, el obstculo sustancialista, el obstculo animista, etc.).

    Volviendo ahora al constraste entre experiencia y observacin, Bachelard davuelta sobre una serie de consideraciones que, si furamos a abordarlos en jergawittgensteiniana, diramos consiste en reconocer que en la ciencia, y en la cienciaexperimental en particular, hay un trabajo sobre la gramtica de los conceptos, sobre laconstruccin de los conceptos. As, al abordar el fenmeno de la racionalizacin de laexperiencia en la experimentacin, Bachelard indica que la primera tarea del espritucientfico consiste en ordenar la serie de los acontecimientos decisivos de una expe-riencia (2010: 7), donde el matematismo descriptivo la descripcin matemticade fenmenos cuyos criterios de aparicin estn dados en el terreno del lenguaje

    Pedro Karczmarczyk

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    comn le parece insuficiente, asociado al cmo fenomenolgico, por lo cual hay quetrabajar por debajo del espacio, por as decir, en el nivel de las relaciones esencialesque sostienen los fenmenos y el espacio (2010: 7), trabajo que abre las puertas deun matematismo formativo en el que lidiamos, no ya con el cmo, sino con el porqumatemtico. Para quien siga nuestra referencia a Wittgenstein, ser claro a qu remitea nuestro entender, la expresin relaciones esenciales.1 Ello le permite a Bachelardhablar de una razn arquitectnica, que construye las condiciones de experimentacin,y que define con estas condiciones la esencia de los fenmenos considerados. No setrata, en este matematismo formativo, de la mera traduccin de los hechos de laexperiencia corriente para describirlos matemticamente, de describir con exactitudlo que tenamos en otro dominio, sino de establecer, en la propia experimentacin,las condiciones de aparicin de los fenmenos. Inevitablemente, esta complejaracionalizacin discursiva choca con la evidencia inmediata, en virtud de ello Bachelardinsiste en que la razn arquitectnica es simultneamente razn polmica. El contraste nopodra ser mayor con la concepcin tradicional del mtodo cientfico y la teora delconocimiento, para la que la experiencia es el terreno de la evidencia.

    Esta concepcin de la racionalizacin de la experiencia queda bellamente ilus-trada en la siguiente reflexin sobre la dialctica de la enseanza:

    ...en resumen, en la enseanza elemental las experiencias demasiadovivas, con exceso de imgenes, son centros de falso inters. No aconse-jaremos bastante al profesor pasar de inmediato de la mesa de expe-riencias al pizarrn, para extraer lo ms pronto posible lo abstracto delo concreto. Volver a la experiencia mejor munido para discernir loscaracteres orgnicos de los fenmenos. La experiencia se hace para ilus-trar un teorema. (2010: 47)

    La experiencia se hace para ilustrar un teorema, pero los aspectos que en laexperiencia ilustran el teorema rara vez coinciden con los aspectos ms vivaces yllamativos de la misma, por ello es que, sin el pizarrn que destaca los caracteresorgnicos de los fenmenos sin la gramtica querramos decir no hay experiencia

    1 Ver Wittgenstein 1999 # 371: La esencia se expresa en la gramtica.

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    cientfica.

    Ahora bien, la oposicin entre yuxtaposicin y sistema caracteriza la diferen-cia entre la experiencia comn y la experimentacin cientfica. Sin embargo, indic-bamos que Bachelard destaca la bipolaridad de los obstculos. As, frente al mitocontinuista del conocimiento cientfico construido sobre la observacin, se erige,como un obstculo, la absolutizacin del sistema. Ello desconoce que el pensamien-to cientfico es dinmico, que en l el sistema es un medio y no un fin. El pensamien-to cientfico inventivo no fija sus sistemas experimentales, la definicin de los carac-teres orgnicos de los fenmenos, de una vez y para siempre, como quien establecela intensin de un conjunto y se ocupa luego de ir al encuentro de su extensin. Porel contrario, el carcter dinmico del pensamiento cientfico requiere pensarlo comouna actividad ejercida entre la extensin y la intensin. En este sentido, Bachelardindica que la riqueza de un conocimiento cientfico se mide por su poder de defor-macin (2010: 73). La riqueza de un concepto no es entonces la del descubrimientosucesivo de notas en un caso aislado, ni la de la extensin sucesiva de una coleccin.Puesto que la aplicacin est sometida a deformaciones sucesivas, los conceptoscientficos son dinmicos:

    El matiz intermediario [entre intensin y extensin] se realizara si elenriquecimiento en extensin se torna necesario, tan coordinado comola riqueza en comprensin. Para englobar nuevas pruebas experimenta-les, ser menester entonces deformar los conceptos primitivos, estudiarlas condiciones de aplicacin de esos conceptos y sobre todo incorpo-rar las condiciones de aplicacin de un concepto en el sentido mismo del concepto. Esesta ltima necesidad donde reside, segn nuestro modo de ver, el carc-ter dominante de un nuevo racionalismo que corresponde a una slidaunin entre la experiencia y la razn. La divisin clsica que separaba lateora de sus aplicaciones ignoraba esta necesidad de incorporar lascondiciones de aplicacin en la esencia misma de la teora. (2010: 73)

    Como lo ha mostrado Enrique Mar, este aspecto del pensamiento bachelardia-no cuestiona severamente el planteo hipottico-deductivista apoyado en la tesis delcarcter hipottico general del conocimiento cientfico, donde una teora ya confor-

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    mada se contrastara con enunciados de observacin cuya obtencin se piensa comoms o menos independiente de la teora. En este contexto, el epistemlogo argentinorecupera una cita elocuente de otra obra de Bachelard: Cmo se podra suscitar unapregunta, y cmo sera clara, si verificaciones antecedentes no hubieran asegurado yalos trminos de la nueva pregunta (Essai sur la connaissance approch, citado en Mar1973: 193). En consecuencia, la concepcin bachelardiana, al destacar que la expe-rimentacin busca ocasiones para deformar un concepto, significa, ni ms ni menosque la experimentacin es tambin conceptualizacin.

    Esta conceptualizacin es la clave de la discontinuidad entre la experimenta-cin y la experiencia ordinaria. En efecto, rechazar la idea de un grado cero del cono-cimiento implica reconocer que la experiencia est siempre mediada por conceptos,pero estos pueden ser o bien vagos y yuxtapuestos, o bien sistemticos. Lasistematicidad de los conceptos cientficos no devela algo que ya estaba en los con-ceptos ordinarios, ni tampoco los estiliza, como si de una destilacin se tratara. Enconsecuencia Bachelard declara: ...la ciencia realiza sus objetos, sin encontrarlos ja-ms hechos. La fenomenotcnica amplia la fenomenologa (2010: 74). En conse-cuencia, la actividad del cientfico no consiste, como quera Bacon, en multiplicar losejemplos, sino ms bien en limitar y definir con precisin el dominio experimental.De manera que: En posesin de un fenmeno bien definido trata de determinar susvariaciones. Estas variaciones fenomenolgicas designan las variables matemticasdel fenmeno. (2010: 78-9) y estas variables del fenmeno revelan posibilidades delmismo que pasaran inadvertidas si nos limitramos a considerarlo en su mera exis-tencia fenomenolgica.

    Lo dicho hasta aqu atae a la discontinuidad entre el conocimiento cientficoy el precientfico. Ahora bien, Bachelard proporciona tambin una explicacin de lasuperioridad del conocimiento cientfico que no se realiza en los trminos de unaexplicacin metafsica, como la que garantizara la adecuacin de los esquemas cien-tficos con la realidad ltima, al menos como tendencia, sino que propone un con-traste entre ambos, en trminos de diferentes lgicas. El pensamiento precientficose caracteriza, segn Bachelard, por su circularidad, se trata a fin de cuentas de unpensamiento auto-confirmatorio, donde las evidencias que tenemos en el punto departida son las mismas que encontramos en el punto de llegada: la intuicin prima-

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    ria no se ha movido, la experiencia no ha rectificado la hiptesis primaria, el aspectogeneral, captado de primera intuicin, ha permanecido el nico atributo del concep-to inmvil (2010: 81). Por ejemplo: En cuanto se ha comprendido bien [aceptado]que la fermentacin es un fenmeno bsico mediante una intuicin general, se expli-ca que sea suficiente agregar adjetivos en cantidad para dar cuenta de los fenmenosqumicos ms variados. (2010: 85). Para el pensamiento precientfico, una cualidadesencial domina toda aprehensin de los fenmenos: su circularidad se revela enque esta cualidad es tanto lo que explica como es el fenmeno a ser explicado, tantoexplanans como explanandum.

    En un giro que podramos tambin encontrar en otras corrientes del pensamien-to contemporneo, Bachelard vincula la objetividad cientfica y el control social. Lopeculiar de su postura es que lo hace a travs de la nocin de instrumento. La pers-pectiva cientfica implica una instrumentalizacin creciente de la experiencia. Bachelardnota que el creciente grado de precisin es tambin un orden de creciente instrumenta-lizacin, y por ello tambin de socializacin creciente. As, si desplazar un objeto 1cm es sencillo, es algo que un ser humano puede hacer mediante el uso de las capaci-dades de las que usualmente esta pertrechado luego de un mnimo entrenamiento,desplazarlo 1 mm. supone en cambio el frenado del estmulo, es el resultado defracasos y ya es menos la aplicacin de una capacidad genrica que el resultado de unentrenamiento peculiar. Un desplazamiento de 1/10 mm. requiere de aparatos y porlo tanto de un conjunto de oficios, y una operacin ms delicada requiere ya de unateora y de una academia de ciencias... Esta lnea de argumentacin lo lleva a afirmar:

    Para asegurarnos que el estmulo ya no fundamenta nuestra objetivacin,para asegurarnos que el control objetivo es una reforma ms que un eco,hay que recurrir al control social. De ah que, aunque se nos acuse decrculo vicioso, proponemos fundar la objetividad sobre la conductaajena, o mejor, para confesar de inmediato el giro paradjico de nuestropensamiento, pretendemos elegir el ojo ajeno siempre el ojo ajenopara ver la forma la forma felizmente abstracta del fenmeno objeti-vo: Dime lo que ves y te dir qu es. Slo este crculo en apariencia sinsentido puede darnos alguna seguridad de que hemos prescindido to-talmente de nuestras visiones primeras. (2010: 283)

    Pedro Karczmarczyk

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    La concepcin bachelardiana de la ciencia influy profundamente en Althusser.En particular, la concepcin de la ciencia como discontinua, la conceptualizacin dela diferencia entre conocimiento precientfico (ideologa) y ciencia en trminos delgicas diferentes (circularidad, progresividad) y finalmente la reflexin sobre el pro-ceso de construccin del conocimiento cientfico como un camino que va de loconcreto real (la experiencia dominada por la yuxtaposicin) pasando por lo abstrac-to para encontrar finalmente el concreto de pensamiento entendido como la uni-dad de mltiples determinaciones, en la que Bachelard y el Marx de los Grundrisseparecen coincidir, sorprendentemente, punto por punto. Y es precisamente sobre lalectura de Marx dnde Althusser se propona intervenir, para mostrar que en la pro-duccin terica de este pensador hay una discontinuidad, en la que cabe distinguir unMarx humanista, sumido en un conjunto de preguntas de corte hegeliano yfeuerbachiano, y un Marx cientfico que produce su concepto clave de modo deproduccin.

    La filiacin bachelardiana de Althusser se concentra en su apropiacin de lareflexin del maestro sobre la discontinuidad en la ciencia, en particular a travs de loque parece ser la creacin de una nocin por Althusser, la de ruptura o corteepistemolgico (coupure epistemologique). Con esta nocin, Althusser se propone inter-venir sobre la lectura de Marx. La interpretacin del pensamiento de Marx estabaatravesada en la posguerra, en particular a raz de la publicacin de La Ideologa alema-na y de los Manuscritos de Pars en 1932, por una profunda discusin. Los ejes de ladiscusin abierta por el hallazgo de los escritos juveniles tenan que ver, en particular,con profundas controversias sobre la relacin de Marx con Hegel, por un lado, y enconsecuencia, sobre de la relacin del Marx maduro con sus escritos juveniles. Elloplanteaba un dilema, de acuerdo al cual, El capital sera o bien la expresin consumada obien una traicin de la filosofa de Marx, cuya verdad, se presupone en ambos cuernosdel dilema, estara contenida en los escritos juveniles. Este dilema pone en juego doslecturas antagnicas, pero sin embargo simtricas, asociadas a concepciones genera-les de la lectura: se contrapone una lectura que remite a una teora de las fuentes(origen) frente a una teora que despliega la inteligibilidad del texto bajo la forma deanticipaciones (finalidad, teleologa).

    En este contexto, la reflexin epistemolgica de Althusser va a tomar en bue-

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    na medida la opcin de convertirse en una reflexin sobre la nocin misma de lec-tura. Ello le va a permitir afirmar que ambas formas de lectura pueden considerarsecomo modos de una teora ms general, que Althusser concibe como una teoraanaltico-teleolgica de la lectura (Althusser 1985: 44). Dicha teora procede delsiguiente modo: posee una norma que la lleva a descomponer los sistemas en ele-mentos, a los que juzga finalmente por referencia a la norma mencionada. De esteejercicio resultan juicios, acerca de la fidelidad e infidelidad (traicin) a las fuentes oacerca de su carcter de anticipaciones de la misma (teleologa). Althusser se va a distan-ciar de esta concepcin de la lectura indicando que la misma es una forma de pensa-miento circular, que encuentra en los textos slo lo que coloc de antemano bajo laforma de la norma de la lectura.2 El ejercicio de la lectura bajo los moldes de estaconcepcin es, en suma, incapaz de reconocer una totalidad distinta a la de su propianorma, por lo que constituye un ejercicio de pensamiento circular. Por otra parte,Althusser va a cuestionar a esta concepcin por comprometerse con una visin delmundo de las ideas de acuerdo a la cual ste posee en s mismo el principio de suinteligibilidad.

    Ahora bien, la ruptura con el mtodo analtico teleolgico precisa al menos dosoperaciones. Por un lado, considerar a cada ideologa como un todo, unificado por suproblemtica. Por otra parte, reconocer que el sentido del todo considerado (de lasobras) depende de su relacin con el campo ideolgico y de la de ste con los proble-mas y estructuras sociales. Vemos aparecer as una nocin clave en la produccinalthusseriana, la nocin de problemtica, que designa la unidad especfica de unaformacin terica (1985: 23). Es decir, la problemtica designa el conjunto de con-ceptos y sus combinaciones que constituye el suelo y el horizonte dentro del quecualquier discurso (cientfico, filosfico, ideolgico) encuentra sus problemas. AquAlthusser se deja guiar por una observacin de La ideologa alemana, donde Marx yEngels sostienen que: No es slo en las respuestas sino en los mismos problemasdonde yace la mistificacin (La ideologa alemana, citado en Althusser 1985: 39). Esdecir, lo que esta observacin permite pensar es que la problemtica, siendo problemas,as y todo, es tambin respuesta. El planteo de unos problemas y no otros puede pensar

    2 Vase ms arriba una crtica semejante de parte de Bachelard al pensamiento precientfico.

    Pedro Karczmarczyk

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    se entonces como un hecho significativo, como un hecho histrico.3 Dicho de otromodo, que el planteo de unos problemas sea el no planteamiento de otros nos per-mite comenzar a pensar que el carcter problemtico de una problemtica sea, vistodesde otro ngulo, la respuesta a problemas que estn, por definicin, fuera de estaproblemtica.

    Leer un texto por fuera de la lectura analtico teleolgica supone reconstruir laproblemtica del mismo. Pero, sin embargo, la problemtica no se lee a libro abierto,por ello hay que construirla, incluso contra la letra del texto. Ejemplo magno de elloson, para Althusser, las declaraciones de materialismo de Feuerbach, dado que, a sujuicio, su reflexin est inserta de cabo a rabo en la problemtica hegeliana y es porello idealista. Esta lectura de ruptura inaugura, a su modo, una problemtica en rela-cin a la lectura que no se deja cautivar por los mitos de las fuentes y de las anticipa-ciones. Esta lectura de ruptura, que pronto veremos recibir una nueva denomina-cin, realiza una serie de operaciones significativas. Por un lado, distingue una pala-bra de un concepto; ello le permite distanciarse de la teora de las anticipaciones,siempre dispuesta a encontrar apariciones precoces de las palabras. Al contrario, unconcepto no es la aparicin de una palabra, sino su funcionamiento en la lgica de untexto, lo que nos remite a la problemtica. Por lo mismo, esta lectura debe determinarla existencia o inexistencia de un concepto en una palabra, como as tambin la exis-tencia de un concepto en virtud de la funcin que una palabra desempea en undiscurso terico. Es en este contexto donde Althusser ubica una de sus frases msclebres: Como no hay lectura inocente, digamos de qu lectura somos culpables(Althusser 2010: 19), para aclarar a continuacin que la culpa en cuestin consiste enleer El capital como filsofos, es decir, plantendole la pregunta por la relacin con suobjeto.

    Ahora bien, la respuesta a la pregunta por la relacin que El capital guarda consu objeto es la de reconocer que en el mismo hay en obra una lectura doble. Por unlado, hay una lectura en la que Marx mide lo que lee con su propio discurso como

    3 Vale la pena recordar aqu a Wittgenstein cuando le replicaban que es natural creer que elsol gira alrededor de la tierra, porque as se nos presentan las cosas. A lo que Wittgenstein respon-da, pues cmo se nos presentaran si fuera al revs?

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    parmetro. Es as que seala lagunas, desaciertos, inadvertencias, es decir fallos en lavisin de los economistas clsicos. Se podra decir que Marx concibe al conocimien-to, en el marco de esta lectura, como un acto psicolgico de visin, de manera que, alconocimiento-visin, le corresponde un objeto-dato. Pero hay tambin un segundonivel de lectura, que no se contenta con esta operacin de registro de lo dado, sinoque reconoce que lo dado remite a ciertas condiciones que lo presentan como tal.Por ello, esta segunda modalidad de la lectura requiere advertir la relacin que se daentre el campo de lo visible y lo invisible. Lo que se ve supone unas condiciones, queson las de su visibilidad, que no son propiamente visibles. As, en relacin al proble-ma del valor del trabajo en el planteo de la economa poltica clsica, Althusser indicaque el anlisis de Marx implica que: lo que la economa poltica no ve no es lo que nove, es lo que ve (Althusser 2010: 26). En otros trminos, su no ver es interior a su ver.

    A esta segunda clase de lectura cabe llamarla, propiamente, lecturasintomtica. Analicmosla en concreto. Lo que Marx descubre es que la economapoltica clsica produce, de una manera peculiar, una respuesta justa. Los clsicossostienen: El valor del trabajo es igual a los medios de subsistencia necesarios parala reproduccin del trabajo (2010: 27, subrayado nuestro). Producen una respuesta justade una manera peculiar, decimos, porque se trata de la respuesta justa a una preguntano formulada. La pregunta explcita de la que parte la economa poltica clsica es: cules el valor del trabajo? Esta pregunta conduce a una serie de fallos o inconsistenciasen sus formulaciones. As, por ejemplo, uno podra preguntarse: qu es la repro-duccin del trabajo?, o lo que es lo mismo qu queda de la frmula si en lugar detrabajo se pone reproduccin del trabajador? Qu efectos de inteligibilidad pro-duce la misma entonces? Este tipo de cuestiones motivan en Althusser el siguientecomentario: Hay por lo tanto, en el propio enunciado de la frase, precisamente anivel del trmino trabajo, al comienzo de la respuesta y al final de la respuesta, algoque falta, y lo que falta est rigurosamente designado por la funcin de los mismostrminos en la frase entera. (2010: 27) El concepto de valor de trabajo de laeconoma poltica clsica resulta ser, a fin de cuentas, un concepto fallido: su mayorlogro cognoscitivo y su mayor inconsistencia.

    Con el concepto de fuerza de trabajo, Marx puede restablecer la respuesta de

    la economa poltica clsica y plantear la pregunta hasta entonces no formulada: cul

    Pedro Karczmarczyk

  • 23Estudios de Epistemologa X

    es el valor de la fuerza de trabajo? La frmula de la economa poltica clsica se puede

    entonces reescribir: El valor de la fuerza de trabajo es igual al valor de las subsisten-

    cias necesarias para el mantenimiento y reproduccin de la fuerza de trabajo. (2010:

    28). Con ello, se hace posible poner en claro las razones de la ceguera de la econo-

    ma poltica clsica con respecto a aquello que, sin embargo, ve, y, por tanto, de su no

    ver interior a su ver. (2010: 28).

    Althusser prosigue, la tarea es: Leer a Marx con las reglas que l exhibe en su

    lectura de la economa poltica clsica, sobre esto recaera la culpa que menciona-

    mos ms arriba. Althusser cree en consecuencia que buscar la filosofa de Marx es

    indispensable para el rigor de los conocimientos del materialismo histrico. Slo que

    esta filosofa no hay que ir a buscarla all donde toda una generacin crey que podra

    encontrarla, en los textos juveniles. Al contrario, segn Althusser, la filosofa marxis-

    ta est en estado prctico, atada a la produccin de los conocimientos por el materialis-

    mo histrico, es decir en la produccin de una nueva problemtica. En consecuencia,

    la lectura de Marx por Althusser se asemeja a la que ste hizo de la economa poltica

    clsica, se trata de dotar de existencia terica, de hacer aparecer, al formular la pre-

    gunta, a la respuesta dada en los textos de Marx a una pregunta ausente.

    La pregunta puede entonces formularse en todo su rigor: cul es la diferen-

    cia especfica que distingue la dialctica marxista de la dialctica hegeliana? (2010:

    38). La respuesta dada en la letra del texto a la cuestin de la relacin entre Hegel y

    Marx es la de la inversin. La dialctica materialista no sera otra cosa que la dialctica

    hegeliana puesta patas para arriba. Sin embargo esta respuesta no satisface a

    Althusser, quien indica: basta interrogar a la metfora de la inversin [de Marx en

    relacin a Hegel], para comprobar que ella no puede pensarse a s misma; que ella

    indica, por consiguiente, por fuera de ella, un problema real, una pregunta real pero

    ausente. (2010: 38). La magna cuestin as designada es el intento de pensar la efica-

    cia de una estructura sobre sus elementos, para lo que Althusser propondr el con-

    cepto de sobredeterminacin.

    Esto implica un crculo, ya que la lectura filosfica de El capital supone laaplicacin al mismo de su propio objeto (ver Callinicos 1978: 34, 39). No nos deten-dremos a considerar cul es la naturaleza de este crculo.4 En cualquier caso, ahora lo

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    que nos importa es que descubrir la lgica de la prctica de la lectura sintomtica,como reconocimiento de un desacierto que lleva en s un acierto (Althusser 2010:29), supone transformar la idea de conocimiento. La prctica de la lectura sintomticanos lleva, as, desde el mito especular del conocimiento y la lectura a concebir elconocimiento como produccin, en reemplazo del modelo que podemos denominarcontemplativo o idealista, del conocimiento.5

    Para hacernos comprensible este trnsito Althusser menciona que la concep-cin de la lectura analtico-teleolgica remite a una base religiosa, lo que la emparientacon la concepcin empirista del conocimiento. Para esta concepcin, el procesode conocimiento constara de tres aspectos: por un lado hay un sujeto y objeto da-dos, y el proceso de conocimiento estara en funcin del objeto real. Althusser llamaconcepcin empirista al abordaje tradicional del conocimiento, siendo claro que sualcance trasciende lo que tcnicamente se conoce como empirismo el rtuloalthusseriano abarca incluso a la filosofa hegeliana. De acuerdo a este abordaje, elconocimiento consistira en un movimiento que pone en relacin al sujeto y al obje-to, concebidos como ya dados, en el cual el primero lleva adelante un proceso deabstraccin que le permite distinguir, en el objeto real, lo esencial de lo accesorio,o como Althusser lo presenta a travs de una metfora mineralgica, la abstraccines el proceso que habilita al conocimiento a separar el ncleo (lo esencial) de laescoria (lo accesorio) (vase Althusser 2010: 40-46).

    4 Quiz quepa pensar aqu que este crculo no constituye un crculo vicioso debido a la con-tinuidad entre prctica y concepto que viene implcita en la idea de conceptos en estado prctico.Cabra entonces explorar la relacin de este problema con el del crculo hermenutico.

    5 Althusser se expresa al respecto de la siguiente manera: ...la nueva teora ya no puede ser,como la teora clsica del conocimiento, una teora de las condiciones formales, intemporales delconocimiento; una teora del cogito (Descartes, Husserl); una teora de las formas a priori de lamente humana (Kant); o una teora del Saber Absoluto (Hegel). La nueva teora slo puede ser unateora de la historia de la produccin de los conocimientos, es decir, una teora de las condicionesreales (materiales y sociales, por una parte, interiores a la prctica cientfica, por otra parte) delproceso de esta produccin. Por otra parte, la nueva teora cambia por completo la cuestin tradi-cional de la teora del conocimiento: en lugar de plantear la cuestin de las garantas del conoci-miento, plantea la cuestin del mecanismo de la produccin de los conocimientos en tanto queconocimientos. (Althusser, 1971: 183).

    Pedro Karczmarczyk

  • 25Estudios de Epistemologa X

    La concepcin empirista del conocimiento est sometida, de acuerdo aAlthusser, a una paradoja, ya que se ve forzada a reconocer que el objeto de conoci-miento (el objeto de pensamiento) y el objeto real son, a un tiempo, iguales, ya quehabra una esencia que ambos comparten, y diferentes, ya que el objeto real, a diferen-cia del objeto de conocimiento, posee, adems de la esencia comn, accidentes, opara retomar la metfora mineralgica: el objeto real es no slo el ncleo de metalprecioso, sino tambin escoria. Es decir, lo real sera real y no real a un mismo tiem-po. Althusser descubre aqu un juego de palabras (sntoma), en esta concepcin en elpropio concepto de lo real.

    Althusser muestra que esta paradoja es tan intrnseca a la epistemologa tradi-cional como insoluble, y por ello propone colocar a la cuestin epistemolgica bajootra problemtica, bajo otro modelo, el de la produccin. Se propone as abrir elcamino de lo que se puede denominar una epistemologa materialista.

    Spinoza distingua entre la idea de crculo y el crculo, distincin que Marxretom en la Introduccin de 1857, apartado III, de los Grundrisse (Marx 2007) aldistinguir entre el concreto real y el concreto de pensamiento, segn lneas semejan-tes a las que presentamos en el caso de Bachelard. Althusser, por su parte, va adistinguir entre el objeto del pensamiento y el objeto real. El objeto real y el objeto deconocimiento remiten a procesos de produccin distintos: la gnesis real histrica ygnesis cognoscitiva. Esta distincin lleva a Althusser a proponer la tesis, algo sor-prendente para una epistemologa materialista, de que el proceso de conocimientoocurre por entero en el pensamiento. Sin embargo, el nfasis materialista de estadeclaracin es preservado porque la misma implica una redefinicin del pensamien-to. Algo de esto ya nos haba salido al cruce en la nocin de lectura sintomtica, alsuponer que algunos conceptos existen en estado prctico.

    El pensamiento va a ser entendido para Althusser como el aparato de pensa-miento, es decir, como el modo de produccin del conocimiento histricamenteconstituido. Se trata de una estructura que combina un tipo especfico de objeto(materia prima); ciertos medios de produccin terica (teora, mtodo tcnica expe-rimental) y relaciones histricas determinadas (tericas, ideolgicas y sociales) en lasque se produce el conocimiento.

    Las nuevas coordenadas permiten definir un nuevo concepto, el de prctica

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    terica. En el marco de la prctica terica el pensamiento no es una esencia opuestaal mundo material, sino un sistema especfico del mismo. La materia prima de laprctica terica (Anschauung y Vorstellung, para el Marx de los Grundrisse) no es nuncapura intuicin o simple representacin, sino que est siempre ya elaborada. De lanocin de prctica terica resulta que el conocimiento es un modo de apropiacinespecfico de la realidad, del mundo real.

    Ahora bien, la pregunta crucial es cul es el mecanismo por el que la apropia-cin del objeto de conocimiento produce la apropiacin del objeto real? Desechadala opcin por la contemplacin o el contacto entre el objeto de pensamiento y elobjeto real, slo queda una respuesta posible: la prctica. O dicho de otro modo, laapropiacin del mundo por el conocimiento no tiene la forma del acto sino la delproceso. Sin embargo, cabe aclarar que al aludir a la prctica no se alude a la prcticaen general, sino a prcticas distintas, con condiciones de existencia histricas espe-cficas. Ello parece ser un corolario de la subsuncin del pensamiento en el marco delconcepto de prctica terica. En efecto, si el pensamiento no es una esencia separa-da, sino que est constitutivamente entramado en la prctica, ya no cabe hablar deuna relacin entre teora y prctica en general, sino que la propia relacin es constituti-va de ambos trminos. En efecto, como lo indica Althusser, el elemento conocimien-to est siempre presente desde los primeros grados de la prctica, (2010: 65), y lateora, en sus formas ms puras (la matemtica por ejemplo) es tambin una prctica.

    La prctica terica, entonces, transforma cierto tipo de objeto (materia prima)con ciertos medios de produccin y produce objetos de cierta clase (conocimientos).Ahora bien, si como dijimos, la materia prima de la prctica terica est siempre yaelaborada, es ya pensamiento, y su resultado es tambin un objeto de pensamiento(pero recurdese que el objeto de pensamiento tiene existencia prctica), entonces sesigue que el efecto de conocimiento, como modo de apropiacin del mundo, ope-ra trazando trazando diferencias.6 Esta imagen se opone a la imagen tradicional, pro-

    6 Althusser distingua en el proceso de conocimiento tres generalidades, la materia prima,a la que denominaba generalidad I (contra el mito de lo dado en el conocimiento), una generalidadque denominaba generalidad II, consistente en los mtodos y conceptos que se aplican a la materiaprima (a la generalidad I) y un producto de este proceso, el conocimiento, al que denominabageneralidad III.

    Pedro Karczmarczyk

  • 27Estudios de Epistemologa X

    pia de la concepcin empirista, donde el conocimiento consistira en realizar unaserie de mediaciones, que permitiran remontarse hasta la unidad originaria del sujetoy el objeto, al momento en el que el conocimiento se hara con-nacimiento (con-naissance).

    La apropiacin cognoscitiva del objeto real por el objeto de conocimientoviene a ser concebida entonces como un caso de la apropiacin del mundo real porprcticas diferentes: terica, esttica, religiosa, tica, tcnica, etc., donde cada una deestas prcticas tiene resultados o efectos distintos y donde cada uno de los efectosdiferentes requiere elucidar el mecanismo que lo produce.

    En el caso concreto del conocimiento cientfico, decamos que el efecto deconocimiento se produce como diferencia. Para terminar de exponer esta nocindebemos indicar, sin embargo, que hay dos tipos de efecto de conocimiento, el efec-to de conocimiento ideolgico, en el que reconocimiento-desconocimiento ocurreen una relacin especular, algunos de cuyos ejemplos hemos visto en la falta devisin interna a la visin de la economa poltica clsica. Podemos ahora entender lamanera en que el efecto de conocimiento cientfico se distingue del efecto de cono-cimiento ideolgico. Ello ha llevado a varios autores a sostener que el conocimientoes conocimiento de una ideologa, de la ideologa de la que se diferencia (vase Herbert1971) Si retomamos el caso recin considerado, podemos afirmar ahora que el reco-nocimiento de que el ver es interno a la no visin, en los clsicos de la economapoltica, es parte del efecto de conocimiento del materialismo histrico.

    Estamos lejos, se puede apreciar, de la problemtica de las garantas generalesdel conocimiento como suele plantearse en la epistemologa o en la teora del cono-cimiento. Althusser va a insistir en que los criterios de verdad-demostracin soninteriores a la prctica es ella quien dictamina que los criterios hayan sido cumpli-dos.7 Antes decamos que el efecto de conocimiento afirma su existencia como unadiferencia, es decir como una discontinuidad, como una ruptura, frente al efecto deconocimiento ideolgico que se presenta como esencialmente continuo. De all que

    7 En este punto nuevamente nos parece encontrarnos en la vecindad del planteo wittgensteinia-no. Es como si se dijera que la ciencia tiene su propia gramtica, y que no hay una gramtica de lagramtica, o de otra manera, que la gramtica es autnoma.

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    las metforas que dominan esta concepcin sean las del descubrimiento de un nuevocontinente, de un nuevo territorio, etc.

    Althusser puntualiza algo ms en relacin al efecto de conocimiento, indicaque el mismo se presenta unido al mecanismo que regula el orden de la demostra-cin. Esta unin se da a travs de una relacin especial entre la demostracin y laorganizacin sistemtica de lo conceptos. Las formas de orden del discurso (la suce-sin de los conceptos en la demostracin) son la diacrona de una sincrona fundamen-tal (la organizacin de los conceptos en un sistema, lo que Marx en los Grundrissellamaba sntesis). Sin embargo, por ms que la sincrona sea considerada como fun-damental, Althusser insiste en que el efecto del conocimiento depende tanto de laexistencia del sistema (sincrona) como de la existencia de las formas de orden deldiscurso (diacrona). Se trata nada menos que de la problemtica de la sobredetermi-nacin, en la cual lo determinante (la sincrona fundamental, en este caso) existe atravs de lo determinado por l (la diacrona de las formas de orden del discurso),presente en sus efectos, mas sin ganar nunca una presencia completa, es decir, ausen-te como causa. El efecto de conocimiento se produce en virtud de la unidad sobredeter-minada de sincrona y diacrona en el conocimiento cientfico, es decir, en la medidaen que hay juego entre ambos, un movimiento que constituye la unidad de des-ajuste del sistema y el discurso (Althusser 2010: 76). El juego del que hablamos aques una metfora que remite al juego en el eje de una rueda, de una bicicleta porejemplo, que hace que la misma, bien que determinada por el eje, no haga siempre elmismo recorrido. Este juego, la relacin especfica entre determinante y determina-do es lo que busca pensar la nocin de sobredeterminacin.

    Posteriormente Althusser iba a alejarse de estas posiciones, aduciendo que lasmismas adolecen de una concepcin teoricista de la ruptura epistemolgica. Si en1967 califica al teoricismo como un error (en el prlogo a la edicin italiana de PourMarx), luego ya no va a usar ms este epteto, sino el de desviacin.(ver Althusser 1975:5). La desviacin en cuestin consistira en ensayar una defensa fallida del marxismofrente a la ideologa burguesa, al tratar de mostrarlo como novedad radical basndoseen razones tericas. Althusser intentar seguir defendiendo esta tesis, pero desecharlas razones en las que la sostuvo inicialmente. En efecto, el hecho histrico de laruptura sera, en virtud del teoricismo, reducido a su carcter de mero hecho terico

    Pedro Karczmarczyk

  • 29Estudios de Epistemologa X

    y sera interpretado, a pesar de las intenciones a contrario, en trminos de la oposi-cin verdad-error.

    Releyendo estos textos, Balibar encuentra que el primer Althusser plante doshiptesis: indicar, por un lado, que del corte resulta forzosamente, como efecto, unarevolucin filosfica. Y por otra parte, que el objeto de la filosofa es distinguir cien-cia y filosofa en el seno de una prctica. Por lo tanto, no sera posible que exista elmaterialismo histrico a secas (sin filosofa), porque ste se constituye forzosamenteen lucha con la ideologa dominante, que tiene una necesidad histrica. De ello resul-ta que toda ciencia sera a) crtica de la ideologa; b) reconocimiento de su mecanismoproductor de desconocimiento; y c) conocimiento terico del mecanismo ideolgi-co.

    Para poder pensar esto, como vimos, hizo falta romper en muchos puntoscon la teora del conocimiento y con la epistemologa tradicional. Sin embargo, laruptura no es tan profunda como parece, ya que, en este esquema, la filosofa seocupara de los casos particulares. Esto es, para la filosofa, todo corte sera copia deun mismo modelo de corte o ruptura. Si para poder pensar esto hizo falta rompercon la teora del conocimiento, con la problemtica de las garantas del conocimientoque remiten al con-nacimiento, origen comn o unidad de sujeto y objeto, el esque-ma propuesto nos lleva sin embargo a reingresar en la teora del conocimiento, en lamedida en que el corte en las instancias particulares, sera la copia de un mismomodelo, objeto propio del conocimiento filosfico. La filosofa sera as una cienciade la ciencia y ofrecera garantas de segundo grado.

    En cambio, el Althusser de la autocrtica se ve llevado a reconocer que loscortes son especficos e irreductibles, de modo que el materialismo histrico es cien-cia en un sentido indito. Balibar describe de una manera interesante el cambio acae-cido, indicando que en vez de ser la culminacin necesaria del corte epistemolgico,su sancin interior, la revolucin filosfica debi ser, en el caso singular de Marx, sucondicin inicial. (Balibar 2004: 44). La filosofa marxista deja de poder ser pensadacomo la teora de un objeto material y pasa a ser concebida como una nueva prcti-ca de la filosofa, que en ciertas condiciones sigue la lucha de clases en la teora parasocavar la dominacin de la ideologa dominante bajo sus formas concentradas.(Balibar 2004: 44). Un corolario importante de esta nueva concepcin de la prctica

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    de la filosofa es que la misma requiere pensar a la filosofa en trminos de unaprctica e instancia social, una forma histrica particular de la ideologa, sin ningnprivilegio de formacin o de broche final (2004: 44); cuyo conocimiento, en trmi-nos de un objeto en el campo del conocimiento histrico, es necesario para transfor-mar su prctica y poder ponerla en accin.

    Esta reconceptualizacin de la filosofa, del corte y de la relacin entre corte eideologa, ha llevado a algunos discpulos de Althusser, a pensar que la distincintajante entre ciencia e ideologa es una ideologizacin de la ciencia. Vemos as quevarios de ellos se vuelcan a afirmar que no hay ciencia en general, sino disrupcioneshistricas que producen efectos de conocimiento y de verdad.

    As, por ejemplo, Dominique Lecourt realiza una lectura de Bachelard indi-cando que donde ste debera decir ideologa (donde la ideologa designa al apara-to histrico que produce las evidencias con las que rompe el conocimiento cientfi-co), dice en cambio imaginacin, a la que acaba concibiendo como una facultad, esdecir, como una condicin ahistrica de la ciencia. (vase Lecourt 2007)

    tienne Balibar, desarrolla una lnea de argumentacin semejante. Partiendodel concepto de ideologa cientfica de Canguilhem, busca mostrar que la ideologano es slo una condicin negativa para el desenvolvimiento de la ciencia, sino tam-bin un factor positivo. El mecanicismo, la ideologa mecanicista, constituy un obs-tculo para la ciencia relativista, sin dudas, pero tambin fue el medio a travs del cualse expres la crisis del newtonismo, esto es, el terreno que hizo visibles las contradic-ciones internas del mismo, que abrieron paso a la teora de la relatividad. Por elloBalibar se inclina a pensar en trminos de un par de conceptos: ruptura y reestructu-racin. Estos conceptos acarrean dos consecuencias mayores. Por un lado, frente a laconcepcin unitaria del corte que implicaba una nocin monoltica de la verdad, laverdad ahora se pluraliza para ser entendida como una serie de efectos discursivos,como procesos locales, que implican la reestructuracin de sistemas ideolgicos osimblicos. Es decir, la cuestin de la verdad es abordada en trminos deldescentramiento de un discurso (ruptura) que permite descubrir las condicionesbajo las que funcionaba un discurso previo, ya que en la ruptura se produce un desva-necimiento de la evidencia preexistente, revelndose entonces como instituida y olvidada.Con la ruptura se inaugura un nuevo territorio de investigacin, antes vedado, lo que

    Pedro Karczmarczyk

  • 31Estudios de Epistemologa X

    constituye un evento caracterizado por la irreversibilidad. Este mismo par (ruptura yreestructuracin) permite dar cuenta de la intemporalidad de la verdad, que tambines pensada como un efecto, es decir, en trminos de la recurrencia y reflexividad deeste mecanismo de ruptura (a esto se denomina propiamente reestructuracin). Laintemporalidad de la verdad, atada a la reestructuracin, remite a un mecanismodiscursivo en condiciones de cuestionarse a s mismo. Ello permite admitir, simult-neamente, que no hay teoras definitivas ni completas, pero que sin embargo hay con-ceptos verdaderos para siempre. El entrecomillado indica el carcter gramatical deesta reflexin epistemolgica sobre la intemporalidad de los conceptos, la que pro-vee una indicacin del uso de para siempre cuando se aplica a los conceptos cien-tficos. Estos son entendidos como conceptos problemas, es decir, como concep-tos que plantean ms problemas que los que resuelven, posibilitando que, en ciertasocasiones, los conceptos se confirmen cuando las teoras se debilitan. La crticamendeliana de los elementos finalistas de la teora de de Darwin es vista as como unaconfirmacin del concepto darwiniano de la evolucin natural, cuya caracterstica sobre-saliente es su antifinalismo (ver Balibar 1995).

    Para Balibar y Lecourt, entonces, la ciencia es un proceso o actividad de sepa-racin y no tanto un corte, un acontecimiento. O mejor, es un acontecimiento, perose reconoce con ms claridad que est en su lgica en su gramtica que el carcterdel mismo se afirme retrospectivamente, a partir de los actos repetidos de separacinen relacin con un discurso dado. La carta de ciudadana otorgada a la nocin deideologa cientfica tampoco permite mantener la distincin tajante entre ideologa-sujeto y ciencia-proceso sin sujeto, ms bien cabe pensar que rupturas y reestructura-ciones son procesos de desplazamientos de evidencias: de-subjetivizacin y re-subjetivizacin, hay entonces regmenes de subjetivizacin distintos de acuerdo a losdistintos discursos en los que tienen lugar. Como lo indica un intrprete de esteproceso: La teora de la subjetividad es entendida ahora como la teora de las tcni-cas a travs de las que las formas de pensamiento histricamente constituidas borransu propia produccin para aparecer como obvias, intuitivas y carentes de condicio-nes histricas (Maniglier 2010: 72).

    En la reflexin de Michel Pcheux, por su parte, encontramos una intensaelaboracin de la nocin de ruptura epistemolgica, en particular en el captulo 1 de

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    la cuarta parte de su Les Vrits de La Palice, Ruptura epistemolgica y forma-sujetodel discurso: no hay discurso cientfico puro donde el entrecomillado de discur-so cientfico quiere indicar el carcter contradictorio de este concepto. En efecto,siendo el discurso por naturaleza centrado, en la forma-sujeto y la relacin especularcon las evidencias que esta despliega, y siendo la ciencia esencialmente ruptura, sesigue una disyuncin entre ambos trminos. La objetividad cientfica no tiene enton-ces la forma del discurso, sino la de tomas de posicin, que Pcheux denomina to-mas de posicin materialista, a favor de la ruptura y de lo que sta inaugura. Estastomas de posicin son acerca de algo que, al no tener la forma del discurso, carecepor tanto de la forma-sujeto. Por ello Pcheux afirma el proceso de produccin delos conocimientos es un proceso sin sujeto, es decir, un proceso del cual todo sujetoest, como tal, ausente (Pcheux 1975: 180), pero sin embargo, la modalidad deexistencia del efecto de ruptura determina que el proceso de produccin de losconocimientos es un corte continuado, que es, en cuanto tal, coextensivo de lasideologas tericas de las cuales no cesa de separarse, de modo que es estrictamenteimposible encontrar jams un discurso cientfico puro, separado de toda ideologa(1975: 181).

    Llegamos al trmino de nuestro recorrido, sin arribar en verdad a trminoalguno, puesto que son muchos lo interrogantes que aqu se abren. Algunos de ellosse deben al tratamiento sumario que hemos debido brindar a algunos puntos, espe-cialmente sobre el final del trabajo. Sin embargo, esperamos haber clarificado loscontornos y sealado un camino valioso de ser transitado. En relacin a la meta quenos propusimos, la de mostrar que la reflexin sobre la ciencia centrada en la discon-tinuidad ofrece una variedad de opciones, nos damos por satisfechos por haber po-dido desplegar un abanico de tratamientos de este problema, aunque esperamos po-der profundizar en trabajos posteriores las tensiones a las que estas opciones condu-cen, pero tambin los desarrollos que las mismas posibilitan, en particular en loconcerniente al tratamiento de la nocin de sujeto.

    Pedro Karczmarczyk

  • 33Estudios de Epistemologa X

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