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Estudios: 60 años después La náusea de Sartre Por Germán Uribe [email protected] Escritor

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Estudios:

60 aos despus

La nuseade Sartre

Por Germn Uribe

[email protected]

La novelaLa nuseadel francs Jean-Paul Sartre, la cual cumple 60 aos de su publicacin en marzo del presente ao, fue escrita por el filsofo existencialista a partir de 1932, aproximadamente. Inicialmente era para el autor una tentativa por encontrar una clarificacin a uno de los temas que caracteriza sus etapas ideolgicas y filosficas: la contingencia. Su ttulo no eraLa nuseasinoMelancola, como lo veremos ms adelante. sta, su primera novela, pudo haberse visto frustrada no solamente por la dispersin intelectual y los afanes investigativos del autor, as como por sus preocupaciones de tipo moral personal y su participacin en el servicio militar, sino especialmente por su anhelo de lograr la creacin de una obra en la que ampliara en detalle su concepcin sobre la contingencia. Fue Simone de Beauvoir, como lo narra enLa plenitud de la vida, quien lo convenci de que abandonase esa larga y abstracta meditacin sobre la contingencia, dndole al personaje central, Roquentin, una dimensin novelesca.Es factible que desde esa poca Sartre hubiese pensado por primera vez en la posibilidad de hacer de la literatura un medio de expresin para el conocimiento, la difusin y el anlisis de los ms severos y rigurosos conceptos filosficos. Esto es al menos lo que nosotros entendimos en su primera etapa novelstica. No obstante, en un reportaje concedido al comit de redaccin de la revista inglesaNew Left Review, en diciembre de 1969, al responder la pregunta "por qu abandon la novela?", anotaba:"A menudo me he planteado el problema. Es cierto que no existe ninguna tcnica que permita dar cuenta de un personaje de novela como se puede dar cuenta a travs de una interpretacin marxista y psicoanalista de una persona que ha existido realmente. Y si un autor trata de utilizar estos sistemas de interpretacin de una novela sin haber encontrado la tcnica formal apropiada, la novela desaparece. Esta tcnica no la ha encontrado nadie an y no estoy seguro de que pueda existir". Y ms adelante agregaba: "No sent ms necesidad de escribirlas. Un escritor es siempre un hombre que ha elegido ms o menos lo imaginario: le es necesaria cierta dosis de ficcin. Por mi parte la encuentro en mi trabajo sobre Flaubert que, por lo dems, se puede considerar como una novela. Trato de alcanzar en este libro un cierto nivel de comprensin de Flaubert por medio de hiptesis. Utilizo la ficcin guiada, controlada, pero ficcin al fin, para reencontrar razones por las cuales Flaubert escribe una cosa el 15 de marzo, luego lo contrario el 21, al mismo corresponsal, sin preocuparse de la contradiccin. Mis hiptesis me conducen a inventar en parte mi personaje".En 1934 termina una segunda versin, durante una estada en Berln, de lo que ms tarde se llamaraLa nuseay al mismo tiempo la interrumpe para internarse obsesivamente en la psicologa escribiendoLa imaginacin. Fue un cuadro de Durero el que le dio a Sartre la idea de llamarMelancolaa este trabajo. En 1936 la da por terminada.El manuscritoMelancolafue enviado por Sartre a su amigo Paul Nizan para que ste lo hiciese llegar a la editorial Gallimard. Poco despus, Sartre recibe la mala noticia de parte de su amigo Paulhan en el sentido de que, pese a algunas cualidades, la obra no puede ser publicada. En el otoo de 1936, Charles Dullin y Pierre Bost insisten ante Gaston Gallimard hasta lograr su aceptacin definitiva en abril- mayo de 1937.Es interesante ver cmo Sartre relata su visita a la editorial Gallimard y los detalles para la consecucin de la edicin de su primer libro formal. Le escriba a su compaera Simone de Beauvoir en los siguientes trminos:"Entrate, pues, que desembarqu en la estacin del norte a las tres menos veinte. Bost me esperaba. Tomamos un taxi y fui al hotel a buscarErstrato. De all pasamos a Dme, donde encontramos a Poupette, que correga los otros dos relatos:DestierroyEl muro. Los tres nos dedicamos a eso y a las cuatro en punto habamos terminado. Dej a Bost en el cafecito donde te esper el da en que fuiste melanclicamente a buscar, a la NRF, el original rechazado. Entr gloriosamente. Siete tipos esperaban en el entrepiso, unos a Brice Parain, otros a Hirsch, otros a Seligmann. Di mi nombre y dije a una mujercita que manejaba telfonos sobre una mesa que quera ver a Paulhan. Tom uno de esos telfonos y me anunci. Me dijeron que esperara cinco minutos. Vi pasar a Brice Parain, que me mir vagamente, sin parecer reconocerme. Me puse a leerEl muropara distraerme y un poco para reconfortarme, porqueDestierrome pareca muy malo. Apareci un hombrecito muy pulcro. Camisa deslumbrante, alfiler de corbata, saco negro, pantaln a rayas, polainas y el sombrero hongo un poco echado hacia atrs. Una cara rojiza con una gran nariz cortante y ojos duros. Era Jules Romains. Tranquilzate, no era un parecido. En primer lugar era ms natural que se encontrara all que en cualquier otro lado; luego dio su nombre. As. Al cabo de un rato, cuando todo el mundo me haba olvidado, la mujercita del telfono sali de su rincn y pidi fuego a uno de los cuatro tipos que quedaban. Ninguno tena. Entonces se levant y coquetamente, con impertinencia, dijo: 'Bueno, hay aqu cuatro hombres y ninguno tiene fuego?'. Levant la cabeza, me mir y dijo vacilante: 'Cinco'. Luego: 'Qu est haciendo aqu?'. 'Vengo a ver a M. Parent, no, Paulhan'. 'Bien, suba!' Sub dos pisos y me encontr frente a un gran tipo bronceado con un bigote negro suave que va a pasar dulcemente al gris. El tipo estaba vestido de claro; era un poco gordo y me dio la impresin de ser brasileo. Era Paulhan. Me introdujo en su escritorio; habla con una voz distinguida, con una agudeza femenina que acaricia. Me sent con la punta de las nalgas en un silln de cuero. Enseguida me dijo: 'Qu es ese equvoco respecto a las cartas? No comprendo'. Yo dije: 'El origen del equvoco viene de m. Yo no haba pensado aparecer en la revista'. El me dijo: 'Era imposible. Primero, es demasiado largo, nos hubiera llevado seis meses y adems el lector se hubiera desorientado al dcimo folletn. Pero es admirable'. Siguieron varios eptetos laudatorios que imaginars: 'acento tan personal, etc.'. Yo me senta muy incmodo, porque pensaba: 'Despus de esto mis relatos van a parecerle pobres'. Me dirs que poco importa el juicio de Paulhan. Pero, en la medida en que poda halagarme que encontraraMelancolabien, me mortificaba que encontrara mis relatos pobres. Mientras tanto, l me deca. 'Conoce a Kafka? A pesar de las diferencias, slo puedo comparar eso con Kafka en la literatura moderna'. Se puso en pie, me dio un nmero de Mesure y me dijo: 'Voy a entregar uno de sus relatos a Mesure y me reservo el otro para la NRF'. Yo dije: 'Son un poco... eh... eh... libres. Toco puntos en cierto modo sexuales'. Sonri con aire indulgente: 'Para eso Mesure es muy estricto pero la NRF publica todo'. Entonces le dije que tena otras dos. 'Bien - dijo muy contento -, dmelas, as podr elegir las que mejor vayan con el nmero de la revista, no le parece? Voy a llevarle la semana prxima las otras dos si mi correspondencia no me impide terminarEl cuarto'. Luego me dijo: 'Su manuscrito est en manos de Brice Parain. No est del todo de acuerdo conmigo. Le encuentra pasajes opacos y largos. Pero no comparto su opinin: me parece que necesitan sombras para que resulten mejor los pasajes brillantes'. Yo estaba mortificado como una rata. Agreg: 'Pero sin duda su libro ser aceptado. Gallimard no puede dejar de aceptarlo. Adems, voy a acompaarlo a ver a Parain'. Bajamos un piso y ca en el despacho de Parain, que se parece como dos gotas de agua a Constant Remy, pero l es ms hirsuto: 'Este es Sartre'. 'Ya me pareca - dijo el otro cordialmente -, adems, hay un solo Sartre'. Y comenz a tutearme inmediatamente; Paulhan nos dej y Parain me hizo atravesar una sala de fumar y de tipos sentados en los sillones y me llev a una terraza-jardn. Nos sentamos en sillones de madera pintados de blanco, ante una mesa de madera pintada, y empez a hablarme deMelancola. Es difcil contarte en detalle lo que dijo, perogrosso modoera esto: ley las treinta primeras y pens: este es un personaje presentado como los de Dostoyevski; tiene que continuar as y pasarle cosas extraordinarias, porque est fuera de lo social. Pero, a partir de la pgina treinta, lo decepcionaron e impacientaron cosas demasiado opacas, tipo popular. Le pareci demasiado larga la noche en el hotel (esa en que estn las dos sirvientas), porque cualquier escritor moderno puede describir as una noche en el hotel. Demasiado largo tambin el bulevar Victor Noir, aunque le pareci estupendo lo de la mujer y el hombre que se insultan en el bulevar. No le gusta nada el autodidacto, que le parece a la vez demasiado opaco y demasiado caricaturesco. Al contrario, le gusta muchoLa nusea, el espejo (cuando el tipo se mira en el espejo), la aventura, los sombrerazos y el dilogo de la gente simple en la cervecera. Se qued ah, no pudo leer el resto. Encuentra el gnero falso y piensa que se sentira menos (el gnero diario), si yo no me hubiera preocupado por 'soldar' las partes de lo fantstico con partes de populismo. Le gustara que yo suprimiera en lo posible el populismo (la ciudad, lo opaco, las frases como: 'Com algo demasiado pesado en la cervecera Vezelise'). Y las soldaduras en general. Le gusta mucho M. de Rollebon. Le dije que, de todas maneras, no hay ms soldaduras a partir del domingo (slo quedan el miedo, el museo, el descubrimiento de la existencia, la conversacin con el autodidacto, la contingencia, en fin). Me dijo: 'Aqu tenemos la costumbre, si pensamos que se puede cambiar algo en el libro de un autor novel, de devolvrselo por su propio inters para que haga algunos retoques. Pero s lo difcil que es rehacer un libro. T vers, y si no puedes, tomaremos una decisin sin necesidad de eso'. Era un poco protector 'el mayor joven'. Como l tena que hacer, me fui pero me invit a tomar una copa con l cuando hubiera terminado su trabajo. Por lo tanto fui a hacerle una broma al chico Bost. Como haba conservado por inadvertencia el manuscrito deMelancola, entr en el caf y arroj el libro sobre la mesa sin una palabra. Me mir empalideciendo un poco y le dije: 'Rechazado', con un aire lamentable y falsamente desenvuelto. No! Pero por qu?. 'Les parece opaco y aburrido'. Se qued abrumado; luego le cont todo y se alegr muchsimo. Volv a plantarlo y me fui a beber con Brice Parain. Te ahorro la conversacin que tuvimos en un cafecito de la calle Du Bac. B.P. es bastante inteligente, nada ms. Es un tipo que piensa sobre el lenguaje como Paulhan: es asunto de ellos. Ya sabes, el viejo truco: no es sino la logomaquia porque nunca se agota el sentido de las palabras. Pero todo es dialctica, etc. Quiere hacer una tesis sobre esto. Nos separamos. Me escribir de aqu a una semana. Para las modificaciones deMelancola,naturalmente te espero y decidiremos lo que hay que hacer"La crtica, sin embargo, y pese a lo narrado por Sartre sobre su odisea con la editorial Gallimard, recibi con entusiasmo la aparicin de esta novela, resaltando la presencia de un escritor al cual en adelante debera tenerse en cuenta. Paul Nizan escriba en el peridicoCe Soirel 16 de mayo de 1938: "Sartre podra ser un Kafka francs si su pensamiento no fuera enteramente extrao a los problemas morales".La primera edicin se puso en venta el 21 de marzo de 1938 en un volumen de 223 pginas dedicadas a "El Castor", nombre con el cual Sartre se refera a su compaera de siempre, Simone de Beauvoir. Ha tenido incontables reimpresiones no solamente en francs sino en las principales lenguas del mundo.Con el nico afn de darle contenido de investigacin a este trabajo recurriremos en l a las consabidas citas, independientemente de la vanidad que de ellas se desprenden, aclarando, eso s, que la nica cita responsable nos parece la del autor en cuestin. Es, por ejemplo, imprescindible traer a colacin algunos apartes de la entrevista ms controvertida de Sartre concedida a Jacqueline Peiatire enLe Monde, el 18 de abril de 1964, con motivo de la aparicin deLas palabras. Y decimos que es imprescindible por cuantoLa nuseavena demandando de l una aclaracin de contenido y de conviccin luego de su impresionante proceso evolutivo con sus confrontaciones con el psicoanlisis, el marxismo y la antropologa.Dice Jacqueline Peiatire: "El primer universo sartriano, el deLa nusea, no era de ningn modo color rosado. Ve usted el mundo bajo una ptica diferente?" "No. El universo sigue siendo negro. Somos animales siniestros pero bruscamente descubr que la alienacin, que la explotacin del hombre por el hombre, la subalimentacin, relegaban a segundo plano el mal metafsico que es un lujo, mientras que el hombre, ese s, es un mal. En una oportunidad, un escritor sovitico oficial me dijo: "El da que el comunismo reine en el mundo (es decir, el bienestar para todos) entonces comenzar la verdadera tragedia del hombre: su finitud". "No es todava el tiempo de descubrirla. El mal econmico y social, creo y deseo que puede remediarse. Con un poco de suerte, esta poca puede conseguirlo. Estoy del lado de los que piensan que las cosas irn mejor cuando el mundo haya cambiado."Todo esto lo lleva a usted a denunciar su obra anterior?". "De ningn modo, tambin en este sentido ha habido confusiones sobre lo que he escrito enLas palabras. No hay un solo libro mo del que reniegue. Esto no quiere decir que los considere buenos. Lo que lament, enLa nusea,es no haberme jugado por entero Yo permanec ajeno al mal de mi hroe, preservado por mi neurosis, la que a travs de la literatura me aportaba la felicidad.An si entonces hubiera sido ms honesto conmigo mismo, de todos modos habra escritoLa nusea.Lo que me faltaba era el sentido de la realidad. Desde entonces, he cambiado. He hecho un lento aprendizaje de lo real. He visto nios morirse de hambre. Frente a un nio moribundo,La nuseano tiene peso ".

Ideologa, filosofa, tesisLa obra es el punto de partida para una investigacin seria de contenido rigurosamente filosfico sobre el absurdo y la aventura, pero que no dejaba de traducir sus experiencias personales durante los ltimos cuatro aos (1933 - 1936) como profesor en el Liceo del Havre, golpeado particularmente por su reciente descubrimiento de la fenomenologa (que marca toda su historia personal-intelectual), de Kafka y de sus vivencias personales muy cercanas a la depresin existencialista y a la neurosis. Es curioso observar cmo en un poca de tanta agitacin poltica, la misma del Frente Popular, del comienzo de la guerra de Espaa que afectara los sentimientos republicanos de tanta gente y que incluso marcara una etapa de unificacin izquierdista de todos los intelectuales del mundo, del ascenso del fascismo en Europa, conocido y palpado por l en Alemania con el triunfo del nazismo, tentado vagamente a adherir al partido comunista, Sartre no hubiese hecho ninguna alusin a la problemtica poltica y social que empezaba desde ese entonces a preocupar y comprometer a los ms notables escritores del mundo.Aceptando ya la no-contaminacin poltica en su obra y su vida de ese entonces, la pregunta que se nos plantea es la de cul era su situacin ideolgica. Pues bien,La nuseaes el inicio de la exposicin de la tesis sobre el existencialismo que fuera estimulada y ampliamente divulgada durante la segunda guerra mundial. Se sabe por ejemplo, que fue tal el furor en las gentes jvenes por los libros y por la teora sartriana, que el mito Sartre lleg a convertirse en un problema de agitacin social.Su estilo de vida personal, su misma indumentaria, los lugares de actividad social que frecuentaba se convertan en actos de conducta personal para sus seguidores, en lugares obligados y hasta en centros de atraccin turstica.Es indudable que sus tesis tienen origen en otros autores. Habra que pensar en Pascal, Kierkegaard, Husserl y Heidegger, principalmente.Aunque la verdadera filosofa existencialista de Sartre no se encuentra precisamente enLa nusea, sino que es amplia y detalladamente expuesta en su monumental obraEl ser y la nada, su primera novela nos ofrece elementos de juicio suficientes para describir el pensamiento existencialista del autor.La caracterstica ms importante de la primera filosofa de Sartre, expuesta enLa nuseaa travs de su personaje central Roquentin, es la intencin de mostrar "la vida en sus ms lgubres colores" y su inspida obscenidad que hace afirmar a ste que hasta la misma idea de la vida le causa el deseo "dulcemente insidioso de enfermarse". En la misma forma como el hroe de la novela siente su propia vida como nauseabunda, oscura y sin remedio, descubre algo similar en los objetos, considerndolos como que existen a pesar de s mismo en "masas monstruosas y blandas, en desorden, desnudas, con una desnudez espantosa y obscena". Para l, nada significa nada, aparte de su obsesin por escribir la biografa de ese aventurero del siglo XVIII, Monsieur Rollebon. En l no hay el ms mnimo esfuerzo por entender el valor de lo social, de la colectividad de los hombres, del fin poltico de la persona. Su obsesin es una sola, que resume el contenido de la filosofa existencialista de la primera poca de Sartre:"Existo. Es algo tan dulce, tan dulce, tan lento. Y leve; como si se mantuviera en el aire. Se mueve. Por todas partes, roces que caen y se desvanecen. Muy suave, muy suave. Tengo la boca llena de agua espumosa. La trago, se desliza por mi garganta, me acaricia y renace en mi boca. Hay permanentemente en mi boca un charquito de agua blancuzca-discreta que me roza la lengua. Y ese charco tambin soy yo". Pero agrega: "Donde quiera que pongo mi mano continuar existiendo y yo continuar sintiendo que existe; no puedo suprimirla ni suprimir el resto de mi cuerpo, el calor hmedo que ensucia mi camisa, ni toda esta grasa clida que gira perezosamente como si la revolvieran con la cuchara, ni todas las sensaciones que se pasean aqu dentro, que van y vienen, suben desde mi costado hasta la axila, o bien vegetan dulcemente, de la maana a la noche, en su rincn habitual".Ninguna otra mejor sntesis de la filosofa sartriana enLa nuseaque estas dos contundentes citas.Coda crticaIndependientemente de su estructura y del valor literario de esta obra que representa uno de los aportes ms serios a la literatura universal del siglo XX,La nuseaes quizs una de las ms graves equivocaciones desde el punto de vista conceptual filosfico. El existencialismo en ella expuesto no tiene valor real de tipo social ni siquiera para la poca en que fue propuesto y en la que se le hizo aparecer como una fuerza de protesta y de reaccin ante el establecimiento burgus y ante sus relaciones con el proceso conflagratorio de la dcada del 40. Y no es precisamente una actitud de trascendencia social, lo que signifique un rechazo a los ms importantes valores de la historia y de la sociedad.Que la historia de la filosofa la juzgue y se encargue de ella, aunque el juicio de la literatura ya la haya redimido.Bogot, Colombia, enero de 1998Germn Uribe 1998El URL de este documento es http://www.ucm.es/OTROS/especulo/numero8/60nausea.htm