estructuras implicadas en la memoria
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Fisiología de la memoria.TRANSCRIPT
Neuroanatomía de la memoria
La memoria se describe como la capacidad o poder mental que permite retener
y recordar, mediante procesos asociativos inconscientes, sensaciones,
impresiones, ideas y conceptos previamente experimentados, así como toda la
información que se ha aprendido conscientemente. El cerebro humano tiene
diversos tipos de memoria. Una es la memoria a corto plazo, que permite
retener solamente durante unos segundos cierta información, como por
ejemplo, un número telefónico. Otra es la denominada memoria a largo
plazo que sirve para conservar la información durante minutos, horas, semanas
o incluso años.
Dos tipos más de memoria son la semántica y la episódica. La primera guarda
datos concretos, como la capital de Francia es París, 2x2 son 4, etc. Mientras que
la memoria episódica conserva los recuerdos de hechos vividos directamente por
nosotros y los relaciona con diversos elementos. La primera guarda información
consciente sobre lo que deseamos recordar. La segunda nos hace retener cosas
sin que nos demos cuenta, como por ejemplo los detalles de un paisaje a los que
no hemos prestado especial atención, o anuncios sin mucho interés y que sin
darnos cuenta luego somos capaces de recordar.
Existe también otro tipo de memoria llamada procedimental, que es la que nos
permite realizar cosas después de haberlas aprendido, sin tener que mantener
constantemente nuestra atención. Un buen ejemplo de esto es conducir un coche
o ir en bicicleta. Una vez hemos aprendido e interiorizado la técnica, la realizamos
sin casi pensar en todos nuestros movimientos. Hacemos estas actividades de
forma tan inconsciente que podemos estar pensando en otras cosas o conversar,
pues ya no requieren nuestra atención permanente.
La memoria humana tiene en realidad una capacidad mucho más elevada que la
del más potente ordenador. Pude llegar a contener diez billones de bits (unidades
de información).
Pero la capacidad de la memoria humana no es capaz de explicarlo todo, pues
también somos capaces de reconocer un objeto, aunque esté de lado, boca abajo
o en posición normal. Por ejemplo, sabemos que un vaso es un vaso, aunque esté
en posición horizontal o un poco tapado. Y todavía más, sabemos que un objeto
era un vaso si encontramos algún fragmento lo suficientemente grande después
de que se haya roto. Todo esto se produce en nuestro cerebro sin que sea lógico
que nuestra memoria contenga la información sobre todas las posiciones posibles
de un vaso y del resto de objetos. La memoria humana tiene la capacidad
extraordinaria para obtener información sin que la haya adquirido explícitamente,
sino haciendo deducciones rápidas, prácticamente inmediatas. Sabemos
reconocer un árbol sin haber visto nunca esa especie concreta, no necesitamos
haber visto todos los árboles del mundo para identificarlo como tal.
¿Cómo puede la memoria humana contener tanta información y saber cómo
recuperarla dentro de nuestro cerebro? La respuesta a esta pregunta ha sido una
vía de investigación de numerosos científicos a lo largo de la historia. Parece ser
que los recuerdos se pueden recuperar gracias a la excitación eléctrica de ciertas
neuronas. La activación de un grupo concreto de éstas permite recuperar un
recuerdo. Y la transmisión de las señales eléctricas a través de las neuronas,
viene provocada a su vez por sustancias químicas llamadas neurotransmisores.
Por tanto, la memoria está basada en la química.
El proceso por el cual la memoria humana es capaz de almacenar nuevas
informaciones parece ser que es el de la plasticidad de las sinapsis o contactos
neuronales. El cerebro humano no es una red de cables ya formada, sino que las
comunicaciones y los nuevos circuitos entre neuronas se van creando a medida
que aprendemos y recordamos nuevas situaciones vitales y datos concretos.
Los recuerdos son registrados en nuestro cerebro gracias a los nuevos circuitos
creados. Cuantos más detalles diferentes tengamos de una imagen y de su
entorno, más fácil nos será que, con sólo ver una parte, recordemos todo el
conjunto. No hay un circuito activado para cada recuerdo, sino un conjunto de
circuitos que, activados al mismo tiempo, proporcionan el recuerdo.
Existen técnicas memorísticas en las que, la asociación de los estímulos
visuales o auditivos nos ayudan a recuperar la información. Recordar una lista de
palabras escritas nos resultaría más fácil si, además de leerla nosotros, alguien
nos la repitiera en voz alta, y todavía más si además las escribimos, ya que aquí
se añade una actividad motora que refuerza esta asociación. Por esto el contexto
es muy importante en la recuperación de los recuerdos. Hay recuerdos que nos es
más fácil evocar cuando nos encontramos en el contexto original donde fueron
adquiridos, por ejemplo, los recuerdos de la infancia de un lugar donde fuimos de
vacaciones, nos vienen a la mente mucho más claros cuando volvemos a ese
lugar y vemos, oímos y sentimos los olores de aquel lugar. Es un claro ejemplo de
memoria asociativa.
Las capacidades personales se pueden potenciar, existen técnicas de
memorización como las palabras mnemotécnicas compuestas por la primera
sílaba de los nombres a recordar. Otras explotan el papel del entorno o de
diferentes estímulos (visual, auditivo, olfativo...) para potenciar la memoria.
Aunque la simple memorización de listas de palabras sólo permite ejercitar un tipo
concreto de memoria.
La memoria humana tiene una estructura compleja, es un proceso que se
produce en diversos lugares del cerebro, ya que para memorizar intervienen
diversas funciones, como la identificación visual, la auditiva, la clasificación de
aquello que vemos, etc. La memoria, al igual que otras capacidades mentales, se
pueden potenciar gracias al entrenamiento personal, como en las habilidades
físicas y manuales. En numerosas ocasiones lo hacemos casi sin darnos cuenta,
con los estudios los hobbies o aficiones. Lo importante es mantenerse activo en
todos los sentidos a lo largo de nuestra vida, para que nuestras capacidades en
vez de disminuir continúen creciendo con los años.
Estructuras subcorticales
Hipocampo
Interviene en la formación de nuevos semánticos y episódicos de largo plazo.
El hipocampo es una estructura cerebral que ha sido asociada a diversas
funciones memorísticas. Forma parte del sistema límbico y se ubica junto al lóbulo
temporal medial. Está compuesto por dos estructuras, el Asta de Ammon y el giro
dentado, cada una de las cuales contiene un tipo distinto de células.
Mapas cognitivos
Existen pruebas de que el hipocampo en humanos alberga la representación de
mapas cognitivos. En un estudio se implantaron electrodos en el hipocampo de
unas ratas para realizar un registro de la actividad celular, encontrándose que
algunas neuronas respondían intensamente cuando la rata se ubicaba en
determinadas localizaciones específicas. Estas células se denominan células de
lugar, y las agrupaciones de estas células pueden considerarse mapas mentales.
Individualmente, las células de lugar no solamente responden a una única área,
sino que los patrones de activación de estas células se solapan, formando capas
de mapas mentales en el hipocampo. Una buena analogía es el hecho de que un
mismo píxel de la pantalla de un televisor u ordenador puede ser utilizado para
formar cientos de miles de combinaciones posibles, que produzcan imágenes
diferentes en cada ocasión. Del mismo modo, las células de lugar pueden ser
utilizadas en cualquiera de las múltiples combinaciones posibles para representar
diversos mapas mentales. La parte derecha del hipocampo está más orientada a
responder ante estímulos espaciales, mientras que la parte izquierda se asocia
con otro tipo de información contextual. Además, existen pruebas de que la
experiencia en construir mapas mentales, como la que desarrollan los taxistas que
trabajan durante largos periodos de tiempo en grandes ciudades (lo que requiere
la memorización de una gran cantidad de rutas) puede incrementar el volumen del
hipocampo.2
Codificación
Los daños en el hipocampo y sus regiones circundantes pueden provocar amnesia
anterógrada, esto es, la incapacidad para crear recuerdos nuevos.3 Esto significa
que el hipocampo no sólo es importante para el almacenamiento de los mapas
cognitivos, sino también para la codificación de recuerdos.
El hipocampo también está implicado en la consolidación de la memoria, el lento
proceso por el que los recuerdos pasan de la memoria a corto plazo a la memoria
a largo plazo. Esta teoría se sustenta en los estudios en los que se inducen
lesiones hipocampales a ratas en diferentes momentos posteriores al aprendizaje
de una tarea determinada. Este proceso de consolidación puede prolongarse
durante varios años.
También se ha hallado que es posible crear nuevos recuerdos semánticos sin
hipocampo, pero no nuevos recuerdos episódicos, lo que significa que no pueden
aprenderse descripciones explícitas de hechos reales (episódicos), pero sí se
pueden adquirir conocimientos y significados a partir de experiencias semánticas.
Cerebelo
El cerebelo («pequeño cerebro») es una estructura localizada en la parte posterior
del cerebro, cerca de la médula espinal. Se asemeja a una versión en miniatura de
la corteza cerebral, dada su superficie ondulada.3
A diferencia del hipocampo, que está involucrado en la codificación de recuerdos
complejos, el cerebelo desempeña un papel en el aprendizaje motor y de
recuerdos procedimentales, como las habilidades que requieren de un grado de
coordinación y control de motricidad fina.4 Algunos ejemplos de habilidades
relacionadas con la memoria procedimental podrían ser aprender a tocar un
instrumento musical, o a conducir un vehículo. Las personas con amnesia global
transitoria que tienen dificultades para crear recuerdos nuevos y/o recordar
sucesos pasados pueden, en ocasiones, conservar la capacidad de ejecutar
piezas musicales complejas, lo que sugiere que la memoria procedimental está
completamente disociada de la memoria consciente, también conocida como
memoria explícita.
Esta distinción toma significado si se asume que el cerebelo, que se encuentra
lejos del hipocampo, es el responsable del aprendizaje procedimental. El cerebelo
está involucrado en el aprendizaje motor a un nivel general, y los daños que pueda
sufrir redundarán en dificultades en la ejecución de movimientos. Más
concretamente, se considera que esta estructura es la responsable de la
coordinación de la precisión y organización temporal de los movimientos, así como
de la realización de cambios a largo plazo (aprendizaje) destinados a mejorar
estas habilidades.
Amígdala
La amígdala se encuentra situada bajo el hipocampo, en el lóbulo temporal medial.
Como otros núcleos cerebrales, se trata de una estructura doble, presente en
ambos hemisferios cerebrales. Las amígdalas se asocian con el aprendizaje y la
memoria emocionales, en la medida en que responde intensamente ante la
presentación de estímulos emocionales, especialmente el miedo. Las neuronas de
estas estructuras ayudan a la codificación de recuerdos emocionales,
realzándolos. Este proceso se traduce en el hecho de que los sucesos emotivos
son codificados de forma más profunda en la memoria. Las lesiones de la
amígdala practicadas en monos han mostrado un deterioro de la motivación y del
procesamiento de emociones en general.
Ganglios basales y memoria motriz
Los ganglios basales son un conjunto de núcleos cerebrales localizados en el
lóbulo temporal medial, situados sobre el tálamo y conectados con la corteza
cerebral. Concretamente, los ganglios basales comprenden los núcleos
subtalámicos, la sustancia negra, el globo pálido, el estriado ventral y el estriado
dorsal, formado por el putamen y el caudado.8 Las funciones básicas de estos
núcleos tienen que ver con la cognición, el aprendizaje y el control de las
actividades motoras. Los ganglios basales también están relacionados con el
aprendizaje y la memorización de procesos inconscientes relacionados con la
memoria implícita.
Se cree que el núcleo caudado ayuda al aprendizaje y el recuerdo de las
asociaciones establecidas por medio de condicionamiento operante.
Concretamente, las investigaciones han mostrado que esta región de los ganglios
basales desempeñan un papel en la adquisición de hábitos de respuesta a
estímulos, así como en la resolución de tareas secuenciales.
Se han asociado los daños en los ganglios basales a una disfunción en el
aprendizaje y adquisición de habilidades perceptivo-motoras. La mayor parte de
los trastornos asociados al daño de estas áreas cerebrales conllevan algún tipo de
disfunción motora, así como déficits en la memoria de trabajo a la hora de alternar
la ejecución de distintas tareas. Este tipo de síntomas también se manifiestan en
los pacientes que sufren de distonía, síndrome atimórmico, síndrome de Fahr,
enfermedad de Huntington o enfermedad de Parkinson. Las enfermedades de
Huntington y Parkinson conllevan un deterioro cognitivo y motor.
Estructuras corticales
Lóbulo frontal
Los lóbulos frontales se ubican al frente de cada hemisferio cerebral, delante de
los lóbulos parietales, de los que los separa la corteza motora primaria, que
controla los movimientos voluntarios de partes del cuerpo específicas asociadas al
giro precentral. Esta corteza participa en la capacidad para realizar actividades
como la planificación del día, la organización del trabajo, escribir una carta, prestar
atención a los detalles o controlar los movimientos de brazos y piernas. También
influye sobre la conducta y la personalidad.
Poniendo en relación estas características con la actividad memorística, se pone
de manifiesto la importancia de la coordinación de la información. Así, la actividad
de los lóbulos frontales es muy importante para la memoria de trabajo. Por
ejemplo, a la hora de pensar sobre cómo llegar a un lugar al que no se ha ido
antes, se combinan diversos conocimientos que ya se han adquirido previamente:
el mapa mental que se tenga de la ciudad en la que se encuentra ese lugar; la
información que podamos extraer de un mapa; el conocimiento sobre los patrones
de circulación en la zona, las conversaciones oídas al respecto previamente, etc.
Mediante el uso activo de toda esta información se puede llegar a determinar una
ruta apropiada para alcanzar el objetivo. Esta acción implica el uso controlado de
información en la memoria de trabajo, coordinada por los lóbulos frontales.
Los lóbulos frontales ayudan a escoger los recuerdos que son relevantes para una
ocasión determinada. Pueden coordinar varios tipos de información dentro de un
razonamiento memorístico coherente.Por ejemplo, el conocimiento de una
información en sí misma, así como de dónde viene esa información, debe ubicarse
conjuntamente en una única representación memorística. A esto se le denomina
monitorización de fuente. En ocasiones experimentamos situaciones en las que
estas informaciones permanecen separadas, como en el caso en el que
recordamos algo, pero no sabemos el origen de esa información, lo que se conoce
como un error de monitorización de fuente.
Los lóbulos frontales también se encuentran implicados en la capacidad para
recordas qué necesitamos hacer en el futuro; a esto se lo conoce como memoria
prospectiva.
Lóbulo temporal
Los lóbulos temporales ocupan una región de la corteza cerebral localizada bajo la
cisura de Silvio, en ambos hemisferios cerebrales. Esta zona de la corteza
cerebral está más estrechamente asociada con la memoria, concretamente con la
memoria autobiográfica.
Los lóbulos temporales también están implicados en la memoria de
reconocimiento. Ésta consiste en la capacidad para identificar un elemento que ha
sido percibido con anterioridad. Está comúnmente aceptado que la memoria de
reconocimiento está formada por dos componentes: un componente de
familiaridad, y un componente recolectivo. El primero consiste en la sensación de
conocer algo, y el segundo tiene que ver con la identificación del origen del
recuerdo. Los daños en los lóbulos temporales pueden afectar a un individuo en
un amplio número de formas: trastornos en la sensación y percepción auditiva;
problemas en la atención selectiva a determinados estímulos visuales o auditivos;
trastornos en la percepción visual; deterioro de la capacidad de organización y
categorización de material verbal, trastornos en la comprensión del lenguaje y
alteraciones en la personalidad.
En relación con la memoria, el daño en los lóbulos temporales pueden causar un
deterioro de la memoria a largo plazo. Así, pueden verse afectados tanto los
conocimientos semánticos generales como los recuerdos episódicos más
personales.
Lóbulo parietal
El lóbulo parietal se localiza directamente detrás del surco central, encima del
lóbulo occipital y detrás del lóbulo frontal; visualmente, en la parte superior de la
parte trasera de la cabeza. El lóbulo parietal se enclava entre cuatro fronteras
anatómicas cerebrales, estableciendo una división entre los cuatro lóbulos.
El lóbulo parietal tiene múltiples funciones cerebrales, y su funcionamiento general
puede dividirse en dos áreas principales. 1) Sensación y percepción. 2)
Construcción de un sistema de coordinación espacial que represente el mundo
circundante. El lóbulo parietal ayuda a prestar atención cuando es necesario, y
proporciona una conciencia espacial y habilidades de navegación y orientación.
Además, sirve como centro de integración de toda la información sensorial (tacto,
dolor, etc.) para crear una única percepción. Permite la capacidad para prestar
atención a diferentes estímulos al mismo tiempo. Los estudios con TEP muestran
una alta actividad en el lóbulo parietal en sujetos a los que se les pide que presten
atención a dos actividades distintas a un mismo tiempo. Además, este lóbulo
participa en la memoria verbal a corto plazo, y los daños en el giro supramarginal
pueden provocar pérdida de memoria a corto plazo.
Los daños en el lóbulo parietal provocan el síndrome de negligencia, que consiste
en que los afectados tratan partes de su propio cuerpo u objetos que se
encuentran en determinadas áreas de su campo visual como si no existieran. Los
daños en la parte izquierda del lóbulo temporal pueden causar el llamado
síndrome de Gerstmann, que cursa con desorientación izquierda-derecha, agrafia,
agnosia digital y acalculia. Este tipo de daños también pueden causar trastornos
del lenguaje (afasia), así como la incapacidad de percibir objetos. Los daños en la
parte derecha del lóbulo parietal pueden provocar negligencia contralateral
(ignorar la existencia de determinadas partes del cuerpo o del espacio visual en la
zona contralateral al área cerebral lesionada), lo que puede provocar el deterioro
de múltiples habilidades de autocuidado, como el vestido o el aseo personal. Los
daños en la parte derecha también pueden provocar dificultades constructuvas
(apraxia), falta de conciencia de las incapacidades sobrevenidas (anosognosia) y
dificultades en el dibujo. El síndrome de negligencia tiende a ser más prevalente
en los casos de daños en la zona derecha del lóbulo, dado que es la zona que
mediatiza la atención a ambos campos visuales. Los daños en la corteza
somatosensorial provocan pérdida de las sensaciones corporales, especialmente
del sentido del tacto.
Lóbulo occipital
El lóbulo occipital es el más pequeño de los cuatro lóbulos de la corteza cerebral
humana, y se localiza en la parte posterior de la cabeza, en el área del
prosencéfalo. El lóbulo occipital se asienta directamente sobre el cerebelo, y está
situado en la parte posterior del surco parieto-occipital. Está considerado el centro
del sistema de percepción visual, siendo esta su función principal.
Los sensores retinianos envían señales a través del nervio óptico hasta el núcleo
geniculado lateral. Cuando éste recibe la información, la envía a la corteza visual
primaria, donde se organiza y sale por dos posibles vías: la ruta dorsal o la ruta
ventral.
La ruta ventral es la responsable del reconocimiento y la representación de los
objetos, y se conoce como la «ruta del qué». La ruta dorsal es la responsable de
guiar nuestras acciones y reconocer el lugar del espacio en que se encuentran los
objetos, por lo que se conoce como la «ruta del cómo». Una vez que la
información se envía a través de estas rutas, continua hacia otras áreas
cerebrales responsables del procesamiento visual.
La función más importante del lóbulo occipital es la visión. Debido al
posicionamiento de este lóbulo, en la parte posterior de la cabeza, no es
susceptible de sufrir muchos daños, pero cualquier lesión significativa en esta
zona cerebral puede provocar una amplia variedad de daños al sistema de
percepción visual. Algunos de los problemas más comunes asociados a este tipo
de lesiones son los escotomas y la pérdida de visión en determinadas áreas del
campo visual, así como problemas en la percepción del color o del movimiento,
alucinaciones, ilusiones e incapacidad para reconocer palabras. Se realizó un
estudio con pacientes que habían desarrollado un tumor en el área occipital, y los
resultados mostraron que la consecuencia más frecuente era el daño contralateral
del campo visual. Cuando la lesión tiene lugar en el lóbulo occipital, es más
comñun que los efectos se observen en la mitad opuesta. Dado que las regiones
cerebrales se encuentran especializadas en determinadas funciones, los daños
causados en áreas específicas ocasionarán pérdidas en funciones específicas.
El daño en la parte izquierda del lóbulo provoca alteraciones en el lenguaje; por
ejemplo, dificultad para identificar adecuadamente letras, números o palabras;
incapacidad para utilizar pistas visuales, etc. Los daños en la parte derecha
provocan problemas de índole no verbal; por ejemplo, dificultades en la
identificación de figuras geométricas, o en la percepción facial. En casi la totalidad
de las regiones cerebrales, las lesiones en la parte izquierda conllevan problemas
relacionados con el lenguaje, mientras que los daños en la zona derecha se
relacionan con trastornos perceptivos y de resolución de problemas.
Teoría del Olvido
El olvido se puede comprender como un fracaso para transferir información de la
MCP a la MLP, deterioro de la huella, desplazamiento, interferencia, como la
pérdida de información una vez que ha ocurrido la transferencia, deterioro por
desuso, prevención de la consolidación, o como el fracaso para recuperar
información de la MLP (interferencia, olvido motivado, olvido dependiente de
señales) o como cambios en recuerdos a LP.
En cuanto se refiere a la teoría del deterioro, parece ser que el paso del tiempo en
sí no es importante, sino más bien lo que sucede entre el aprendizaje y la
rememoración. Éste es el centro de atención de la teoría de interferencia.
El olvido dependiente de señales se refiere de manera conjunta al olvido
dependiente del estado y del contexto. Los estados psicológicos y fisiológicos
representan señales internas y las variables ambientales o contextuales
representan señales o rutas externas para recuperar información almacenada.
El olvido motivado por represión se basa en la teoría psicoanalítica de Freud y ha
estimulado gran cantidad de investigación y debate. La evidencia experimental no
representa un fuerte sustento para el concepto, pero la evidencia clínica acerca de
amnesia psicogénica, trastorno de estrés postraumático, etcétera, sí constituye
una fuente de sustentación.
Trastorno de la memoria
Las alteraciones más comunes de la memoria son las amnesias:
Amnesia anterógrada: imposibilidad para asimilar nueva información.
Amnesia Retrógada: Incapacidad para evocar hechos previamente almacenados.
Muchas veces el defecto de memoria no es total, sino parcial, se evidencia
dificultad para recordar, no imposibilidad de hacerlo.
Es común que las amnesias se acompañen de confabulaciones es decir,
completar los espacios vacíos de memoria con recuerdos ficticios o inexactos.
También se puede presentar intrusiones, es decir recuerdos falsos dentro de
recuerdos verdaderos.
La amnesia en individuos jóvenes es usualmente causada por traumatismos
craneanos, en personas de mayor edad pude acompañar al síndrome de
demencia cuya forma más común es la enfermedad de alzheimer o también se
presenta en la enfermedad de Huntington.
SÍNDROMES
Síndrome amnésico. Trastorno de la memoria a corto y largo plazo, y es de origen
orgánico como infarto cerebral, traumatismo cráneo encefálico, hipoxia, encefalitis
por herpes simple, hipotiaminosis y alcohol y no se debe a un estado confusional o
demencial.
El paciente no tiene conciencia del déficit mnémico, puede presentar apatía,
fragilidad emocional, puede cronificarse como el síndrome de Korsakoff que no es
tratado con vitaminas.
Delirium. Alteración provocada por múltiples causas, el individuo recuerda poco y
tiene falsos reconocimientos, ya que durante esta etapa presenta alucinaciones e
ideas delirantes, de manera que existe una desorganización de su material
mnémico.
Confabulación o fabulación. El sujeto asocia los eventos vividos, leídos, vistos en
películas o imaginados, y los acomoda desordenadamente con el objeto de
responder sobre lo que hizo en días anteriores, al parecer como mecanismo
compensatorio de una amnesia.
Síndrome de Korsakoff. Alteración amnésica por alcohol. Estado de conciencia
aparentemente claro, para que momentos después se altere, entrando en
confusión. Signos: trastornos en la memoria, como la amnesia de fijación o
anterógrada, por lo que no reconoce a quienes lo visitan todos los días, además
de tener las fabulaciones. Se presenta después de una encefalopatía de
Wernicke.
DEMENCIA
Es una alteración progresiva, estática o en remisión, que afecta la memoria a corto
y largo plazo. Hay pérdida de juicio, entre otras cosas funciones mentales.
TRASTORNOS DISOCIATIVOS.
Amnesia psicógena. Es la incapacidad para recordar sin que exista un substrato
orgánico, se inicia y termina bruscamente y se recuperación es total. Se presenta
después de un desastre natural, guerra o circunstancia donde está presente una
amenaza de lesión o muerte, y se ha dividido en 4 categorías:
Amnesia circunscrita, cuando no recuerda el conjunto de sucesos durante las
primeras horas del estrés postraumático.
Amnesia selectiva, cuando se pueden recordar algunos eventos, pero no otros, a
pesar de que sucedieron al mismo tiempo.
Amnesia generalizada, cuado el sujeto no recuerda todo lo que sucedió en su
vida.
Amnesia persistente o continua, no recuerda de un tiempo a la fecha.
Fuga psicógena. El sujeto sale de su casa o trabajo de manera inesperada, en
ocasiones perplejo y desorientado. Puede asumir una nueva identidad.
Personalidad múltiple. Coexisten dos o más personalidades o estados de
personalidad en un mismo individuo, cada uno con su propia memoria, peor
pueden compartir memorias; alguien de las personalidades puede tener la
memoria de todas las demás, dándose a ésta el nombre de huella de memoria.
Otros trastornos disociativos. Síndrome de Ganser, algunos estados de
personalidad asumen el control del individuo sin llegar a ser una personalidad
múltiple, estados de trance, hipnosis, estados disociativos por una prolongada e
intensa persuasión coercitiva, también llamado lavado de cerebro.