estigma la identidad...

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Este libro puede consultarse en la biblioteca de la Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo. Goffman, Ervign. 2009. Estigma; La identidad deteriorada. A más de cinco décadas de haber sido publicado este libro, el tema de estigma no ha perdido vigencia (aunque ahora se ha desvirtuado, tal vez porque nunca se comprendió en su totalidad), Erving Goffman, un sociólogo de un alto prestigio, ponía en cuestión las marcas negativas como algo social. Pero, sobre todo, cómo esto influye en las formas de interacción día a día, en diferentes espacios y momentos. Con una mirada más de la sociología de la interacción (interaccionismo simbólico), el autor de La Presentación de la persona en la vida cotidiana, da pistas para comprender las formas de interacción condicionadas por lo que es normal y lo que no lo es. El problema que aparece al leer este libro es que puede decir cosas que ya se “saben”, pero es justo ese saber que se tiene sobre lo que es normal de lo que no es normal (estigma), esto es lo que problematiza todo. Los temas de segregación y discriminación social actual podrían entenderse mejor si se pone atención en lo que pasa a nivel cotidiano, microscópico. En ese sentido, Goffman echa mano de una serie de testimonios que aportan para comprender no sólo lo que pasa cada persona estigmatizada (señalada y ubicada como anormal), sino también del dolor y sufrimiento emocional que erosionan más las relaciones e interacciones sociales, como él le llama: se deteriora la identidad, ésta puede ser personal o social, que, en todo caso, ayuda a que se pierda la confianza en general. Es interesante la serie de categorías que el autor da para poder comprender lo que pasa en ese proceso de deterioración de la identidad social: los símbolos, la identidad personal, la identidad social, el prestigio, las biografías, entre otros. Los recursos, elementos y estrategias para ocultar el estigma o para estigmatizar. Y es que es necesario la interacción social para que tenga sentido ese estigma. No es el estigma una asignación individual, sino social. De la información y percepción que se tenga sobre los otros, es decir, el reconocimiento cognoscitivo, y el involucramiento y relación con esos otros, entendido como reconocimiento social. El estigma también se traslada a los otros. Se asocia el estigmatizado con sus conocidos y a éstos con aquellos. Es interesante por ello, una posible reproducción de esas asignaciones, que hace posible hablar de herencias de estigmas, por lo tanto, el problema ya no es sólo del individuo, sino de su entorno cercano. Precisamente, el estigma no es una construcción individual, tiene que ver más bien por la posición que se tenga en la estructura social. Se “naturaliza” la posición (relación) de clase con las características corporales; del prestigio y aceptación, contrario a lo abominable y no deseado. Sin duda alguna, habría que poner también atención en la institucionalización del estigma. Por ello, existen elementos como los uniformes, espacios y relaciones que hacen de ese estigma algo duradero. Los cortes de cabello, la ropa, el estilo de caminar, etc., se institucionalizan y corresponden con espacios y tiempos. Contrario a lo que un uniforme de oficial te puede dar ante la sociedad, portarlo puede ofrecer un estatus u orgullo en ciertos espacios, pero en otros espacios, digamos periféricos, el mismo uniforme puede representar un estigma, como el enemigo de los delincuentes, el traidor del barrio. En nuestra coyuntura (pero también respaldada en la historia) de nuestra sociedad mexicana, las instituciones y sus actores del estado ha cobrado cierta desconfianza y estigma, sobre todo los actores de la seguridad pública. Esto quiere decir que los estigmas varían según los contextos (lugares y tiempos), por la información que se socializa y comparte sobre ciertos grupos. Quienes son los normales, y quiénes no lo son. Se han naturalizado tanto los estigmas que ya no se entienden como problema, justo es ahí donde hay que poner atención, pero con un aparato conceptual que nos permita ir más allá de esas apariencias. Además de pasar de la ayuda caritativa, o de los programas sociales del Estado que no termina de comprender que los problemas de discriminación pasan por toda una construcción y reproducción social día a día. Que el estigma también se construye desde el estado al proporcionar modelos de desarrollo unilaterales, con formas y estilos de vida, visiones paradigmáticas que se incorporan y se vuelven cuerpo, para marcar a las personas. En la actualidad se podría sacar mucho provecho a esta obra, no sólo en los ámbitos cotidianos convencionales: la escuela, la calle, la casa, centros y espacios públicos o privados. Ahora nos encontramos con otros espacios (virtuales) como las llamadas redes sociales en la web, los cuales están sirviendo para, entre otras cosas, evidenciar públicamente las características de algunas personas, pueden ser atributos socialmente negativo o positivo. Estos espacios se muestran como otros campos y espacios de estigmatización de personas y grupos de ellas, teniendo mayor eficacia por su pronto alcance masivo. Sin embargo, habría que comprende hasta dónde podría relacionarse la teoría de Goffman con estas nuevas realidades efímeras o líquidas. Los cinco capítulos en los que está dividida la obra en cuestión atiende a esa problemática: Capítulo 1. Estigma e identidad social; Capítulo 2. Control de la información e identidad social; Capítulo 3. Alineación grupal e identidad del yo; Capítulo 4. El yo y el otro; y, Capítulo 5. Las divergencias y la desviación. Sin duda, la obra de Goffman sigue siendo pertinente, aunque con sus respectivas adecuaciones, nos permite comprender problemas que no han desaparecido. Mtro. Eliud Gálvez Matías Estigma La identidad deteriorada Las prácticas y relaciones sociales no sólo están basadas y reguladas por aspectos institucionales formales. Existen otras formas y referentes que condicionan tipos de interacciones entre personas, aspectos que no se piden al nacer, como la falta de un miembro, la (in)capacidad visual, el tener poco coeficiente intelectual, etc., es decir, el no ser “normal”, condicionará la vida e interacción a lo largo de la vida de la persona. Pero existen otros aspectos que no son propiamente marcas en el cuerpo. Por ejemplo, pertenecer a un grupo étnico, ser un ex enfermo mental, un ex presidiario, o una prostituta, tiene una relación con las formas de reconocimiento y posicionamiento en la sociedad. Tanto las marcas en el cuerpo, como las marcas sociales, se consideran como estigmas, pero marcas en relación a otros, es decir, las marcas están asociadas a lo que no es socialmente normal. Se reconoce socialmente lo que no es normal.

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Este libro puede consultarse en la biblioteca de la

Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo.

Goffman, Ervign. 2009. Estigma; La identidad deteriorada.

A más de cinco décadas de haber sido publicado este libro, el tema de estigma no ha perdido vigencia (aunque ahora se ha

desvirtuado, tal vez porque nunca se comprendió en su totalidad), Erving Goffman, un sociólogo de un alto prestigio, ponía en

cuestión las marcas negativas como algo social. Pero, sobre todo, cómo esto influye en las formas de interacción día a día, en

diferentes espacios y momentos. Con una mirada más de la sociología de la interacción (interaccionismo simbólico), el autor de

La Presentación de la persona en la vida cotidiana, da pistas para comprender las formas de interacción condicionadas por lo

que es normal y lo que no lo es.

El problema que aparece al leer este libro es que puede decir cosas que ya se “saben”, pero es justo ese saber que se tiene

sobre lo que es normal de lo que no es normal (estigma), esto es lo que problematiza todo. Los temas de segregación y

discriminación social actual podrían entenderse mejor si se pone atención en lo que pasa a nivel cotidiano, microscópico. En

ese sentido, Goffman echa mano de una serie de testimonios que aportan para comprender no sólo lo que pasa cada persona

estigmatizada (señalada y ubicada como anormal), sino también del dolor y sufrimiento emocional que erosionan más las

relaciones e interacciones sociales, como él le llama: se deteriora la identidad, ésta puede ser personal o social, que, en todo

caso, ayuda a que se pierda la confianza en general.

Es interesante la serie de categorías que el autor da para poder comprender lo que pasa en ese proceso de deterioración de la

identidad social: los símbolos, la identidad personal, la identidad social, el prestigio, las biografías, entre otros. Los recursos,

elementos y estrategias para ocultar el estigma o para estigmatizar. Y es que es necesario la interacción social para que tenga

sentido ese estigma. No es el estigma una asignación individual, sino social. De la información y percepción que se tenga sobre

los otros, es decir, el reconocimiento cognoscitivo, y el involucramiento y relación con esos otros, entendido como

reconocimiento social.

El estigma también se traslada a los otros. Se asocia el estigmatizado con sus conocidos y a éstos con aquellos. Es interesante

por ello, una posible reproducción de esas asignaciones, que hace posible hablar de herencias de estigmas, por lo tanto, el

problema ya no es sólo del individuo, sino de su entorno cercano. Precisamente, el estigma no es una construcción individual,

tiene que ver más bien por la posición que se tenga en la estructura social. Se “naturaliza” la posición (relación) de clase con

las características corporales; del prestigio y aceptación, contrario a lo abominable y no deseado.

Sin duda alguna, habría que poner también atención en la institucionalización del estigma. Por ello, existen elementos como los

uniformes, espacios y relaciones que hacen de ese estigma algo duradero. Los cortes de cabello, la ropa, el estilo de caminar,

etc., se institucionalizan y corresponden con espacios y tiempos. Contrario a lo que un uniforme de oficial te puede dar ante la

sociedad, portarlo puede ofrecer un estatus u orgullo en ciertos espacios, pero en otros espacios, digamos periféricos, el mismo

uniforme puede representar un estigma, como el enemigo de los delincuentes, el traidor del barrio. En nuestra coyuntura (pero

también respaldada en la historia) de nuestra sociedad mexicana, las instituciones y sus actores del estado ha cobrado cierta

desconfianza y estigma, sobre todo los actores de la seguridad pública.

Esto quiere decir que los estigmas varían según los contextos (lugares y tiempos), por la información que se socializa y

comparte sobre ciertos grupos. Quienes son los normales, y quiénes no lo son.

Se han naturalizado tanto los estigmas que ya no se entienden como problema, justo es ahí donde hay que poner atención,

pero con un aparato conceptual que nos permita ir más allá de esas apariencias. Además de pasar de la ayuda caritativa, o de

los programas sociales del Estado que no termina de comprender que los problemas de discriminación pasan por toda una

construcción y reproducción social día a día. Que el estigma también se construye desde el estado al proporcionar modelos de

desarrollo unilaterales, con formas y estilos de vida, visiones paradigmáticas que se incorporan y se vuelven cuerpo, para

marcar a las personas.

En la actualidad se podría sacar mucho provecho a esta obra, no sólo en los ámbitos cotidianos convencionales: la escuela, la

calle, la casa, centros y espacios públicos o privados. Ahora nos encontramos con otros espacios (virtuales) como las llamadas

redes sociales en la web, los cuales están sirviendo para, entre otras cosas, evidenciar públicamente las características de

algunas personas, pueden ser atributos socialmente negativo o positivo. Estos espacios se muestran como otros campos y

espacios de estigmatización de personas y grupos de ellas, teniendo mayor eficacia por su pronto alcance masivo. Sin

embargo, habría que comprende hasta dónde podría relacionarse la teoría de Goffman con estas nuevas realidades efímeras o

líquidas.

Los cinco capítulos en los que está dividida la obra en cuestión atiende a esa problemática: Capítulo 1. Estigma e identidad

social; Capítulo 2. Control de la información e identidad social; Capítulo 3. Alineación grupal e identidad del yo; Capítulo 4. El yo

y el otro; y, Capítulo 5. Las divergencias y la desviación.

Sin duda, la obra de Goffman sigue siendo pertinente, aunque con sus respectivas adecuaciones, nos permite comprender

problemas que no han desaparecido.

Mtro. Eliud Gálvez Matías

Estigma

La identidad deteriorada

“Las prácticas y relaciones sociales no sólo están basadas y reguladas por

aspectos institucionales formales. Existen otras formas y referentes que

condicionan tipos de interacciones entre personas, aspectos que no se piden al

nacer, como la falta de un miembro, la (in)capacidad visual, el tener poco

coeficiente intelectual, etc., es decir, el no ser “normal”, condicionará la vida e

interacción a lo largo de la vida de la persona. Pero existen otros aspectos que

no son propiamente marcas en el cuerpo. Por ejemplo, pertenecer a un grupo

étnico, ser un ex enfermo mental, un ex presidiario, o una prostituta, tiene una

relación con las formas de reconocimiento y posicionamiento en la sociedad.

Tanto las marcas en el cuerpo, como las marcas sociales, se consideran como

estigmas, pero marcas en relación a otros, es decir, las marcas están

asociadas a lo que no es socialmente normal. Se reconoce socialmente lo que

no es normal.