estereograma -9 (menosnueve)
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Revista de creación crítica subjetiva - híbrida - acéntrica Lima, Perú 2008TRANSCRIPT
ISNN: 2071-2456AÑO 1 NÚMERO -9
ESTER
EOGRA
MA
subjetiva
- híbrid
a- acé
ntrica
editorial -9
Un estereograma es a grandes rasgos, un ejercicio visual. La posibilidad de ver entre
los renglones en blanco. Su lógica exige un
esfuerzo extra. Nuestra revista recoge esta
dinámica y la utiliza para poder mirar el
mundo. No es el simple privilegio de la vista,
sino de ver cómo este proceso involucra toda
nuestra existencia.
Reflexión cultural es es lo que hacemos.
Cultura como pretexto y como fin; reflexión:
oportunidad de movimiento y caos. No
queremos la imagen limpia de “esto es esto”
y “aquello es aquello otro”; preferimos la
impertinencia, la fractura, el exceso y el frag-
mento.
Escogimos el ensayo como nuestra prin-
cipal herramienta porque es un género que
no rechaza la hibridez ni la subjetividad, por
el contrario, adquiere dichas cualidades como
sus componentes primordiales. Para nosotros
la forma de nuestros ensayos refleja de algún
modo las complejidades de los temas que
ensayamos.
EstErEograma no es una revista
monográfica ni una revista de creación; ni
más ni menos, solo distinta: con sus propias
necesidades, mecanismos e inquietudes. Es
acéntrica porque no encuentra otro modo de
ser. No buscamos la “originalidad”: buscamos
la expresión de nuestras ideas, desordenadas
o no. Lúcida y lúdica: esa es nuestra meta.
Pretendemos ser una revista “temática”:
es así como pensamos el dossier. No es un
conjunto de artículos, es un espacio donde se
vinculan las distintas partes de la revista. El
“tema” de este primer número es el collage
Aprovechándonos de las posibilidades que
nos da una opción como esta, hemos com-
puesto este primer, y sobre todo, imperfecto,
número.
Así, cada uno de nuestros redactores,
muy a su manera, ha buscado el desarrollo
de sus inquietudes. Al final se ven los lazos
que los unen: la figura del intelectual (quién,
cómo, cuándo, qué, para qué), el discurso de
identidad (quién soy, a dónde pertenezco, con
quién me identifico) y la mirada / la imagen
/ el mirarse. Es en esta última en donde se
concentran tanto nuestra búsqueda como la
de nuestros ensayistas. ¿Reconocerse para
ser o ser para reconocerse? No respondemos
estas preguntas, nos conformamos con su
evidencia. Nuestros redactores comparten y
discrepan; cada uno de ellos omite, juzga,
finge, valora, esconde: ahí radica el valor de
sus opiniones.
Cuando iniciamos este proyecto, hace ya dos
años, pensábamos que era un camino soli-
tario y, por momentos, imposible. El tiempo
nos ha mostrado que en realidad nuestras
inquietudes no son solamente nuestras; por
el contrario, forman parte de muchos jóvenes
como nosotros que también se preguntan si
realmente existe una única dirección.
El lector tiene entre sus manos este pri-
mer número. Eres finalmente tú, lector, quien
tiene que decidir y valorar. Iniciamos: depen-
de de ti que esto continúe.
grupo Estereograma
Director Editor: Paulo C. Peña. Comité Editorial: Lisandro Gómez, Gerson Rivera, Zandor Zarria. Coordinación: Stuart Flores, Laura Liendo.Diseño de portada: Hilda Mauro. Diagramación: Juan Pablo Mejía. Ilustraciones: Lilian Benítez, Carolina Estrada,
Yeni Maldonado, Giovanni Tazza. Fotografías: Luis Cueva, Santiago Puyo, Christian Valera. Colaboradores: Álvaro Gutiérrez, Cristhian Manzanares, Carlos Quenaya, Miguel Rivera, Jorge Vargas Prado, Manuel Zelada.
EstErEograma es una publicación semestral de Grupo Estereograma.Jr. Sinchi Roca 1625 - of. 206 Lima 11, Perú. Tel. (01)992161329 / (01)992131878
e-mail: [email protected] www.estereo-grama.blogspot.com
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nª 2008-15680 / ISSN: 2071-2456
EstErEograma. subjetiva - Híbrida - acéntrica. AÑO 1 NÚMERO -9 / 2008.
Calidoscopio.
05 Un puente hacia lo oculto: algunas reflexiones sobre poesía. Carlos Quenaya
10 El fantasma de la música clásica. Manuel Zelada
13 ¿Somos lo que escuchamos? Cristhian Manzanares
16 Escribiría sobre lo que quiero, pero no quiero nada. Miguel Rivera
Intersticios.
25 Susy Díaz es mi madre aunque Florcita no sea mi hermana. Lectura feliz de mi amado Chollywood. Jorge Vargas Prado
31 ¡Devuélvannos el misterio! Fragmentos Humanizantes para una Facultad de Humanidades que Fragmenta. Álvaro Gutiérrez
40 Apuntes para leer sentado en el autobús entre la puerta 3 de San Marcos y la avenida La Molina. Paulo C. Peña
Anamorfosis.
53 Adrián Marroquín Salazar: “Cuando canto el alma de Mariano Melgar se apodera de mí” Reencarnación o sugestión?
ir más allá de nosotros al encuentro de nosotros
CoLLagE
cali
dos
cop
iocalidoscopio
1. Edgar O`Hara.
Partición de los bienes/
Conversaciones. Lima,
Lluvia Editores, 1998,
p. 26.
2. Ibíd. p. 30.
Leer poesía significa paladear, imagi-nar, escuchar, tornar la movilidad oculta de la
página en borrachera continua, conmovido
estupor y goce secreto. La lectura poética nos
reclama con vigor, convoca lo más propio
de nosotros arrastrándonos al centro de un
rito celebrado en soledad y silencio. Roberto
Juarroz decía que la poesía es el arte de lo in-
decible. En los días que corren, sin embargo,
estamos más acostumbrados a escuchar el
parloteo, la exhibición narcisista y esquizoide
de “artistas” con más o menos talento; pero
¿y la poesía? Lo que intento defender en es-
tas páginas es que la escritura poética impli-
ca, fundamentalmente, un trabajo de cara al
silencio. En pocos poetas se comprueba que
callar, que estar a la escucha, es el ejercicio
primordial de la escritura poética. El silencio,
entonces, hay que merecerlo; pues el silen-
cio dice y necesita decirse. Pero ¿qué clase
de trabajo se precisa para llegar al poema?,
¿cómo se dice lo indecible?
Estas preguntas nos colocan desde el
inicio frente a una valla muy alta, como si al
empezar nuestra excursión tuviéramos que
sortear una monstruosa cadena de monta-
ñas. Es imperioso, pues, orientarnos antes de
avanzar. No nos amilanemos y comencemos
a explorar algunas de las cosas que dijeron
ciertos poetas sobre su oficio, ¿cómo escri-
ben?, ¿de qué modo llegaron a escribir esos
poemas que nos apasionan?
El primer prontuariado se llama Emilio
Adolfo Westphalen. El autor de Abolición de la muerte, explica así su experiencia creativa:
Los poemas fueron apareciendo casi sin co-
rrecciones. Era cuestión de seguir cierto ritmo
interior. Toda poesía es el resultado de la con-
junción de circunstancias exteriores e internas.
Hay un impulso que lo lleva a uno a escribir...
CARLoS QUENAyA
(Arequipa, 1985) Estudiante de Filosofía de la UNSA. En 2005 ganó el 2do premio de la III Bie-nal de Poesía Washington Delgado de la UNMSM. Acaba de publicar su pri-mer libro Elogio de otra vana invención.
Si no hay ese impulso, uno no escribe. Escribir
a pesar de todo, eso es muy malo…1
Más adelante, comentando la razón que lo
llevó a dejar de publicar poesía, dice:
No, no he escrito poesía. Además, eso no tie-
ne nada de raro, porque lo raro en verdad es
escribir poesía, ¿no? ¿Por qué asombrarse de
que uno deje de escribir poesía? Más extraño
es que haya gente que hace poesía, escultura
o pintura, cosas tan inútiles y sin razón de ser,
salvo la complacencia y el goce que producen
en ciertos momentos…2
Un puente hacia lo oculto: algunas reflexiones sobre poesía
[ 05 ]
Ilust
raci
ón:
Gio
vann
i Taz
za
Para Westphalen, entonces, existe un estado
de excepción, una rara conjunción de circuns-
tancias donde es posible la actividad poética.
Esta, además, se concreta a partir de un ritmo
interior, de una música que se despliega a
través de las palabras. De manera que el pro-
ceso creativo se encuentra teñido de una gran
dosis de irracionalidad.
Querer explicar la creación poética po-
dría terminar siendo un ensayo mendaz, una
vaga suma de obviedades y banales elucu-
braciones. ¿Debemos aquí enmendar nuestro
camino o extraviarnos por completo en los
pantanos del quehacer poético? Está bien, le
diremos a Westphalen, la irracionalidad es
una vía de acceso al poema. Nuestro deseo
no es recorrer ni explicar ese camino. ¿Podría
lo irracional ser explicado racionalmente?
Creemos, sin embargo, que algunos versos
de “No es válida esta sombra”, refrendarán lo
que decíamos al principio:
Nadie oye estos golpes pregunto fuera
Tan hondo como la mina tan hondo como mi cuerpo
Resuena tan fuerte el silencio
Tan tristes estas lágrimas que no han de cruzarse
nunca
Me levantaba o es que caía más sombra
Quién creyera que tanta noche encerraran tus ojos
Me ha ahogado esa hondura negrura
(De: Las ínsulas extrañas)
Estos versos manifiestan una inmersión
profunda, el yo poético se encuentra inunda-
do de una oscuridad que lo golpea y de un
silencio que retumba, pero esta inmersión en
sí mismo es también la plataforma desde la
cual el yo poético se proyecta en el otro —¿la
amada?— atribuyéndole esa densa oscuridad
que a él mismo lo anega.
Mediante imágenes notables y un ritmo
sin tropiezos, Westphalen logra a lo largo
de los 18 poemas que conforman la prime-
ra etapa de su producción poética, uno de
los ejemplos más conspicuos e inspirados de
nuestra tradición. Westphalen, no obstante,
sólo representa una de las posibles vías de
llegada a lo que llamamos “poema”. Una vía
contraria, al menos en apariencia, es la que
propone Carlos López Degregori, autor crono-
lógicamente más cercano a nosotros, que ha
construido una obra sólida a lo largo de los
años. López Degregori afirma lo siguiente:
Todo gran poeta es creador de proyectos; eso
lo distingue del resto. Si uno toma la poesía
como acto de vida, no siempre puede estar
uno inspirado, ¿verdad? Entonces tiene que
recurrir a un proyecto para, a partir de él,
escribir sus poemas…3
Y más adelante:
La poesía, en realidad, no es tan útil como
pretenden algunos; la poesía es útil para unos
pocos lectores y es fundamentalmente útil
para el poeta, para el que la está escribien-
do, para el que da su visión y entendimiento
de las cosas. Es el que trata de hallar una
constante, una ley que las explique. y una ley
que no tenga que ver con la economía o la
sociología o incluso la ciencia; sería un poco
la visión —no me gustaría llamarla irracio-
“Oír las voces de la poesía su-pone encontrarse en la disposi-ción necesaria, en una actitud
de ruego o plegaria, pues el poeta sabe que los dones que le son conferidos permanecen
mayormente esquivos”
( )
[ 06 ]
3. Ibíd. p. 126.
nal— intuitiva, analógica de las cosas. Esa es
la visión que a mi parecer debe dar la poesía.
Sería la otra interpretación del mundo, lo otro
que son las cosas…La poesía se acerca a lo
esotérico o a la magia…4
En López Degregori existe, pues, un mayor
grado de deliberación. El quehacer artístico,
según nos explica, está regido por un proyec-
to, por una voluntad que conduce las pulsio-
nes creativas hacia la concreción de la obra.
Sin embargo, la poesía no dejaría de ser una
especie de puerta a lo otro, a lo que no tiene
nombre y nos solicita uno.
¿Un proyecto racional que nos permite la
entrada a lo que no lo es? Tal vez el problema
estribe en manejar un concepto demasiado
estrecho de lo que es o no racional. En todo
caso, para nuestro propósito es suficiente
establecer que la escritura poética constituye
un espacio diferente, un salto hacia lo que
habitualmente no percibimos. Esta perspec-
tiva puede verse expresada en el poema “El
guardián”:
Detrás de todo armario hay un fulgor o un
pasillo
o una puerta condenada
Mi mano cierra el libro inhumano de cuentos
vacila
y firma una larga carta de adiós
antes de internarse.
Mañana, cuando regrese, les traeré el per-
fume obsceno
de un jardín
donde pasea descalza una pareja
o un ala de cuervo despellejada
o los labios sonrientes de una máquina
parlante.
Pero tal vez no pueda retornar
y me quede vigilando con un garfio:
para que no huyan
para que no sean felices y no entren
y no puedan crecer y duerman mal
envueltas en sábanas hoscas y marchitas
sin rabo ni boca ni pendones
las lluvias impuras de febrero.
(De: El amor rudimentario)
Este poema expresa bien la búsqueda del
autor de Lejos de todas partes. El yo poético
anuncia, al inicio de este libro, su interna-
[ 07 ]
4. Ibíd. p. 128.
Ilust
raci
ón:
Gio
vann
i Taz
za
miento en otro mundo, su entrada a una di-
mensión mágica y perturbadora. Este acceso,
sin embargo, no garantiza el regreso ni el
bienestar del “guardián”.
Resulta llamativo el título del poema,
pues acaso manifieste la visión del papel que
juega el poeta en todo esto: es el guardián
del otro mundo, el puente tendido hacia lo
oculto.
Aquí también es posible notar que el acto
creador se debate con lo inexpresable, ya que
supone un salto fuera de nuestra cotidiani-
dad, de tal modo que la palabra poética fun-
cionaría como el resorte hacia lo desconocido.
A pesar de que el método de trabajo ex-
plicitado por ambos poetas se contrapone,
podemos hallar convergencias importantes:
la pugna que libra el lenguaje poético con lo
indecible, el silencio que nos aproxima hacia
lo otro, que es aquello que el poeta escucha y
nos quiere transmitir.
Una actitud que fluye en el mismo sentido
la podemos encontrar en Javier Sologuren. El
autor de Vida Continua escribe:
Poesía
Poesía, no me niegues tus dones
por más tiempo. Tengo el oído atento
los ojos despiertos, abierto el corazón.
Poesía, ¿a qué eres igual,
cuál tu gemelo, cuál tu secreto?
Si es en soledad donde tus voces se oyen,
en ella te he aguardado solo con mi deseo.
Si el sueño es, otra cosa no he hecho
que vagar entre los signos de la noche,
llama en que me enajeno.
No. No te pareces al amor.
¿No está para siempre en mí su garra?
Diría aún a la pena o al olvido
si no fueran el pan de cada día.
Pero qué cerca estás de mi sangre
y sólo creo en el dolor haberte visto.
(De: Otoño, endechas)
En este poema Sologuren interpela de ma-
nera directa a la Poesía. La actitud del yo poé-
tico es de apertura, pero a la vez de solitario
recogimiento. Oír las voces de la poesía su-
pone encontrarse en la disposición necesaria,
en una actitud de ruego o plegaria, pues el
poeta sabe que los dones que le son confe-
ridos permanecen mayormente esquivos. Al
[ 08 ]Ilu
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: G
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azza
Roberto Juarroz (1925-1995). Poeta y ensayista argentino.
Emilio Adolfo Westphalen (1911-2001). Poeta peruano.
Westphalen, Emilio. Abolición de la muerte. Lima, Ediciones Perú actual. 1935
Westphalen, Emilio. Las ínsulas extrañas. Lima. 1935
Carlos López Degregori (1952). Poeta y crítico literario peruano.
Javier Sologuren (1921-2004). Poeta peruano de la generación del 50.
Sologuren, Javier. Vida continua. Lima, Colmillo Blanco. 1989.
[ 09 ]
mismo tiempo, este poema agrega un par de
cosas a lo dicho hasta ahora: la soledad y el
dolor como condiciones que posibilitan el acto
creador.
No sería posible agotar las referencias
dentro de nuestra tradición que hagan más o
menos palpable lo que intentamos defender.
A pesar de la diversidad de propuestas cree-
mos que es posible rastrear actitudes en este
mismo sentido en poetas tan diferentes como
Vallejo, Martín Adán, Eielson, Hinostroza, etc.
Entonces ¿la poesía es un oficio para silen-
ciosos, tristes y meditabundos?, ¿escribirla
implica necesariamente un comercio con otras
dimensiones?, ¿de qué hablamos cuando
hablamos de poesía?
Vayamos por partes. No le vendría mal
a la poesía —o más específicamente a los
poetas— sacudirse del aura romántica que a
menudo les acompaña. Escribir no es oficio
para suspirantes badulaques ni plañideros
onanistas. Explorar los límites del lenguaje
supone explorar los límites del decir, que son
también las fronteras del silencio. Aventura
que exige pasión, rigor e irreverencia. La poe-
sía —estamos convencidos— es la posibilidad
de tender un puente hacia lo oculto, que es
también diálogo fecundo con nosotros. l
Datos de apoyo
El fantasma de la música clásica
Cuando ingresé al Conservatorio Na-cional de Música pude confirmar dos cosas;
que, para el oyente común, la música clásica
estaba dejando de ser música para convertir-
se en una suerte de reliquia auditiva valorada
más en función de sus supuestas atribuciones
culturales que en su propia calidad musical;
y estaba dejando de ser clásica en todas las
acepciones del término: ya no era modelo a
seguir por los compositores y cantautores con-
temporáneos, había dejado —como expre-
sión artística— el carácter de principal para
mantenerse en un nivel bastante indefinible,
y sus niveles de audiencia habían decaído lo
suficiente como para cuestionar su calidad de
clásica en tanto duradera y universal, y empe-
zar a pensarla más bien como tradicional.
Por otro lado, para aquellos que se ha-
llaban sumergidos en el mundo de la música
clásica, ésta había dejado de ser música en
su sentido tradicional desde que compositores
como Ligeti, Messiaen y Stockhausen, entre
otros, empezaron a prescindir de los instru-
mentos tradicionales así como de las nociones
de melodía, armonía, ritmo y timbre. Cabe
decir, al respecto del calificativo de clásica,
que siempre había sido tomado con pinzas y,
en una buena mayoría de casos, para referir
al período clasicista propiamente dicho. Si
se le preguntase a un compositor contem-
poráneo del tipo de Glass o Dusapin lo más
probable es que afirmaran componer música
simplemente, más allá de preocuparse por
darle algún calificativo.
Lo que a mi parecer evidencia esta doble
cuestión es que la música clásica es un tér-
mino fantasma demasiado difundido y que el
mundo al cual pretende representar y el resto
del mundo (o mundos) mantienen una comu-
nicación bastante pobre, lo suficiente como
para seguir usando un término el cual han
MANUEL ZELADA
(Lima, 1988)Estudios de piano en el Conservatorio Nacional
de Música. Estudiante de Filosofía en la Universidad
Antonio Ruiz de Montoya y de Lingüística en la
PUCP.
rechazado para sí mismos. Ciertamente, hay
intentos de acercamiento pero en la mayoría
de casos son bastante desafortunados. Como
las incursiones de la orquesta Sinfónica en
música criolla, folclórica y popular, que no
hacen más que reproducir temas que ya no
apasionan ni al oyente común ni al oyente
clásico.
Del lado de la música ‘popular’, las
adaptaciones de obras clásicas son en reali-
dad repeticiones de tonaditas conocidas que
más allá de resaltar el aspecto melódico des-
cuidan la música como conjunto. Sin tomar
en cuenta el hecho de que recogen melodías
que ya no tienen casi ningún interés para el
compositor y el oyente contemporáneo. Así, el
metal sinfónico recrea elementos del clasicis-
mo musical del siglo XVIII, que si bien pueden
ser un excelente punto de partida para el
estudio de la música de Mozart o Beethoven
no sirven ni como introducción a la actualidad
musical.
[ 10 ]
“Para muchos estos experi-mentos musicales han conver-tido al compositor contempo-ráneo en un incomprensible y estrambótico hacedor de ob-
jetos sonoros que difícilmente pueden ser llamados música”
( (
Sin embargo, grupos como Pink Floyd, Gentle
Giant, Emmerson, Lake & Palmer, Yes, entre
otros, usan con frecuencia herramientas pro-
pias de la obra de compositores contemporá-
neos como Hindemith o Ligeti (la inexactitud
del ritmo, los cambios armónicos y juegos
melódicos). Por ejemplo, un álbum como “In a
glass house” de Gentle Giant, emplea sonidos
de vidrios rompiéndose y chocando entre sí,
sonidos no musicales que utiliza Messiaen en
[ 11 ]
muchas de sus obras (fascinado como vivía
por los cantos de pajaritos) o Stockhausen
(quien incluye un helicóptero en una de sus
obras).
La experimentación musical es muy
amplia y presenta obras curiosas, que pue-
den hacer de puerta de entrada a la música
contemporánea. Tenemos por ejemplo a
George Crumb, quien se basó en el canto de
las ballenas para componer “Vox Balaenae”
o a Ioani Xenakis, quien emplea secuencias y
funciones matemáticas para dar forma a sus
obras. Para muchos estos experimentos mu-
sicales han convertido al compositor contem-
poráneo en un incomprensible y estrambótico
hacedor de objetos sonoros que difícilmente
pueden ser llamados música. Pero la oferta
musical actual es mucho más amplia, tan
amplia como el gusto de los oyentes: para
quienes estén acostumbrados al trance y la
Ilust
raci
ón:
Car
olin
a Es
trad
a
electrónica, la música de Glass podría resultar
una buena combinación de elementos acústi-
cos y precisión electrónica, así como las pri-
meras obras de Stockhausen o Boulez.
Para quienes gusten del jazz las obras de
Gershwin, Debussy y Ravel pueden resultar
muy interesantes y entretenidas. Sin duda el
jazz ha sido el género más asimilado por los
compositores llamados clásicos y a su vez los
jazzistas se han nutrido de las herramientas
compositivas e interpretativas de estos.
Finalmente, el ámbito de aquello que co-
múnmente llamamos música clásica es mucho
más amplio y se halla mucho más cerca de lo
que pensamos. Es por ello que sugiero que
dejemos de pensar en la existencia de una
música clásica compleja y distante e imagine-
mos un solo universo musical con múltiples
climas y lenguajes convergiendo en él, de
tal manera que aspiremos al surgimiento de
oyentes, intérpretes y autores verdaderamente
eclécticos e integrales. l
[ 12 ]
György Sándor Ligeti (1923-2006). Importante compositor rumano de música clásica instru-
mental.
olivier Messiaen (1908-1992). Compositor, organista y ornitólogo francés.
Karlheinz Stockhausen (1928-2007). Compositor alemán reconocido por sus aportes a la músi-
ca culta del siglo XX.
Philip Glass (1937). Compositor estadounidense de música minimalista.
Pascal Dusapin (1955). Compositor francés.
George Crumb (1929). Compositor estadounidense de música clásica.
Datos de apoyo
[ 13 ]
¿Somos lo que escuchamos?
ocurre con las frases hechas que na-turalmente se refieren a otras personas me-
nos a uno mismo; así que en un tormento de
reprimendas de escaso fundamento saltan a
la palestra muchos “profesionales” a afirmar
sin complejos que somos lo que hacemos:
los nutricionistas aseguran que somos lo que
comemos, los arquitectos sugieren que somos
la vivienda que habitamos, los modistos se
ciñen a la idea de que somos lo que vestimos,
los estilistas nos definen por nuestro corte
de pelo, los novelistas por lo que leemos, los
poetas por lo que lamentamos, los historia-
dores por lo que fuimos, los amantes de la
psicología por lo que no hacemos y los cléri-
gos por nuestra desidia o nuestro entusiasmo
hacia sus creencias. Quizás somos una mez-
cla inaudita de todas esas tonterías, aunque
la autosatisfacción del oyente no ande muy
atenta al cruce de datos según la disciplina
sociológica.
CRISTHIAN
MANZANARES
(Lima, 1978)Estudió Ciencias de la Co-municación en la USMP. Integrante de la banda Mi Jardín Secreto, están a punto de sacar su primer disco. Escribe en www.manzarock.com
Más claro, como en todo, lo tiene la Biblia,
ese formador de conductas y manierismos
universal, para quien —cierta— música es,
por decir lo menos, de cuidado. De acuerdo
a la Palabra de Dios, nosotros no sólo somos
influenciados por lo que oímos, sino que, más
aún, somos lo que oímos. “El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha a la lengua detractora” (Proverbios 17:4). Una
lengua maliciosa es una perfecta descripción
“Somos lo que hacemos, lo que comemos, lo que escuchamos, la televisión que miramos: es probable. Aunque no puedo
evitar que existe algún margen de error, alguna excepción a
la regla, un salvavidas que nos aleje de la moneda común”
( (de la música que se escucha en los días que
nos toca vivir, y la Biblia dice que aquello
que uno gusta escuchar es reflejo de nuestro
corazón. Como contrapartida, “La oreja que escucha la corrección de vida, entre los sabios morará” (Proverbios 15:31). ¿Convencido?
¿Compungido?
Bueno, vamos a lo mío. ¿y quién soy yo,
entonces? Escucho música. Mucha y variada.
Sin embargo, es preferible ordenarse, y ya
luego definirse. Lo mejor que me puede pasar
es que todas aquellas canciones lleguen a
generar pensamientos y sentimientos nuevos
en mi persona, y eso, por la forma como llego
a afrontar todo tipo de relaciones que tengo
con el mundo, suele pasar. Yo con eso, con
saber que me puedo relacionar con todo y
todos, soy feliz. Me da ubicación, me conven-
ce de tener un propósito. Las canciones —a
ver, las buenas canciones, que para resumir,
son las que me gustan— tienen el poder de
transformar: un pensamiento, una persona, y
de darse un consenso, una sociedad. Son una
agraciada pieza de intercambio cultural. No
se deberían tomar como algo del momento
o del entretenimiento, exclusivamente, me
parece.
La cultura está en todo, creo que en eso
podemos coincidir. Entonces la música es fiel
reflejo de todo lo que acontece. Todo influye,
todo comunica. Pero quién es la más fuerte
influencia, se puede saber. ¿La sociedad?,
¿las compañías?, ¿la publicidad?, ¿las emiso-
ras de radio? ¿¿¿yo??? Depende de lo que
nos digan. De lo que nos vendan.
¿Qué tanto dice de una persona el tipo
de música que escucha? Mucho, dicen. Somos
lo que hacemos. y esto lo digo siendo con-
ciente de que yo no estudié ni trabajé durante
muchos años, adquiriendo un comportamien-
to huraño horrible y, cada tanto, todavía ten-
[ 14 ]
go que hacer algún trabajo que no me gusta
hacer, por necesidades económicas, a veces
ajeno a la música (es decir, al hecho de escu-
char una sola canción que me guste). Igual,
cada vez menos, porque justamente ya es
algo que puedo manejar. Aun así, Las secue-
las aún se notan en mi generación: sufridores
a prueba de bala, casa adentro y casa afuera.
Tal vez de todas las emociones que en las que
suele regodearse la música, aquella que más
me ha infringido mayor placer (culposo o no)
ha sido la tristeza. Curiosamente, ha sido un
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raci
ón:
Lilia
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trayecto encantador. No falto de contradiccio-
nes, lo admito, pero sí imbuido en una tangi-
ble cuota de honestidad. yo viví en la época
en donde todos queríamos morir como Kurt
Cobain, pero conscientes de que su fama no
nos hubiera molestado en lo absoluto. Es la
búsqueda del fracaso como único camino
aceptado hacia la celebridad. Esa sofisticación
que brinda el éxito ha sido el néctar de nues-
tra existencia (o subsistencia) para muchos
antes y durante mi crecimiento, en incluso
en estos días. Confusión y nimiedad que a
veces se hacen pasar como genuino drama o
inequívoca certeza. Cuidado. La idea del mú-
sico como “loser” siempre me acarreó dudas.
Me resultaba impostada en ocasiones. Tal vez
porque no quería verme reflejado.
Somos lo que hacemos, somos lo que co-
memos, somos lo que escuchamos, somos la
televisión que miramos, es probable. Aunque
no puedo evitar que existe algún margen de
error, alguna excepción a la regla, un salva-
vidas que nos aleje de la moneda común. y
esto solo se da cuando nosotros decidimos
lo que queremos comer, leer, mirar. Porque
cuando hacemos, cuando buscamos, cuando
mostramos interés y curiosidad por las cosas,
somos. Es la acción lo que me define, no la
espera. Ser es sinónimo de existir, o sea, de
hacer, de participar. Escuchar la música
que escucho, ir en un 2 por 3 de Sepultura
a Slowdive, de Lavoe a Wainwright, supo-
ne una interacción, la mía con la de otra(s)
persona(s), y las cosas que nos rodean,
que apreciamos, de las que algo hemos
aprendido, todas esas cosas que disfruta-
mos.
Si la televisión no es culpable de nada,
menos lo es la radio. Ambos son simple-
mente espejos, y nos reflejan. “Pensar es
más interesante que saber, pero menos
interesante que mirar”, decía Goethe. Me-
nos que escuchar, también, en definitiva.
Detesto que la gente busque justificar(se)
(en) lo que escucha. Que busque el míni-
mo atisbo de trascendencia en las frecuen-
cias a las que se somete para elevarse por
sobre el promedio. Cuando el placer tan
orteguiano de ser uno mismo y sus circuns-
tancias a veces es impagable. Para cono-
cerlas, para seguir siendo, para continuar
creciendo, hay que escuchar, y seguir escu-
chando. Una buena escucha nos permite
interpretar quiénes somos para los demás,
cómo somos escuchados. Solo se escucha
bien si se escucha con el corazón. El resto
(déjenme que saque el publicista en mí), es
silencio. l
Kurt Cobain (1967-1994). Cantante y compositor de la banda grunge Nirvana.
Sepultura. Banda brasileña que fusiona death y thrash metal con música étnica de Brasil.
Slowdive. Banda musical de estilo Shoegazing formada en 1989 y disuelta en 1995.
Héctor Lavoe (1946-1993). Cantautor puertorriqueño de salsa.
Rufus Wainwright (1973). Cantautor de música en inglés y francés con diversas influencias.
Johann Wolfgang Goethe (1749 - 1832). Poeta, novelista y filósofo humanista alemán.
[ 15 ]
Datos de apoyo
Escribiría sobre lo que quiero, pero no quiero nada
Capítulo 1
Abre los ojos apenas despierta. No ve
nada, todo sigue oscuro. El wevón de Eraser-
head… cómo se llama… bueno la cosa es que
le duele la cabeza. Cierra los ojos y siente que
se va a otro de sus tiempos, imagina que a
uno que aún no le ha llegado, aunque tam-
bién podría ser uno que ha olvidado mientras
dormía.
Despierta con náuseas. No sabe si salir
de la cama o seguir durmiendo. Un senti-
miento de derrota lo ronda cuando finalmente
se decide a tener el primer pensamiento del
día: “haga lo que haga, voy a volver aquí”.
Así que se despereza y no vuelve a recordar
ninguna otra película, ni emergen a su con-
ciencia escenas encontradas en libros para
poder darle un sentido a lo que hace. ¿Qué
haces?, se pregunta. No se responde, pero en
el fondo desearía imprecarle a su mente un
cállate rotundo y definitivo. Llega al baño, por
costumbre más que por necesidad, y orina
mirándose de costado en el espejo. Sigue
igual, esperaba haber cambiado, no sé, ser
una mujer, un perro, un tío gordo y trasno-
chado de 60 años.
Aparece una nariz inmensa y curva frente
a dos ojos enanos que no quieren mirar lo
que están viendo, sombreados con ojeras que
le recuerdan, que así tuviese que ir a traba-
jar, debería volver a la cama hasta hacerlas
desaparecer. Cree que es domingo, no se
escuchan ruidos.
Podría pasarse toda la mañana leyendo
o viendo animes o haciendo ejercicios con
una pesa de 10 kilos que hay debajo de su
cama o escribiendo, o todo al mismo tiempo
como suele hacer; pero sale al patio a reco-
ger de los cordeles su toalla. Nuevamente en
el baño, prende la radio, se moja la cara, se
echa la espuma y se rasura. Hoy será otro día
más echado al fuego del olvido.
Mientras, allá afuera, todos esos cuerpos
sobreviven afanándose por cosas comunes,
como comprar un auto, viajar a los Estados
Unidos o probar nuevas drogas. Acá él sigue
enjabonándose el cuerpo sin pensar en otra
cosa que no sea el jabón y la piel que frota
sin placer. Se seca y por un momento piensa
que podría ser un genio, pero la idea se le
vuelve a ir de la cabeza. ¿Un genio?... un
bueno para nada, suspira. ¿Será cierto que ya
estoy muerto?
—Si quieres ser escritor, lo único que
tienes que hacer es escribir.
—Sí, pero ¿qué escribir?
—No sé, lo que quieras, lo que se te
ocurra.
[ 16 ]
MIGUEL RIVERA
(Lima, 1984)Estudiante de Literatura
de la UNMSM. Escribe continuamente en su
blog “Una felicidad interminable”:
www.elbruto.blogspot.com
Ilust
raci
ón:
Lilia
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Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
Escribiría sobre lo que quiero, pero no quiero
nada. Me siento cansado de estar queriendo
cosas como todo el mundo. Preferiría una his-
toria sobre un tipo que se levanta una maña-
na y no hace nada hasta que le llega la hora
de dormir de nuevo. y no sé si se olvida de lo
que soñó al despertar o si no sueña, pero que
anda por ahí sin pretensiones, como deslizán-
dose en un tobogán aceitado.
Sobre todo lo demás, no tengo más qué
decir.
Capítulo 2
Incluso mientras me limpio el culo me sorprende el vacío. y el poco control que
tengo sobre el universo y sobre las cosas del
universo. Quiero dormir, pero también quiero
tocar guitarra y quiero leer un libro. ya habrá
tiempo para todo. Lo único que puedo contro-
lar es mi respiración y así todas las emociones
que me distraen.
Me termino de limpiar el culo. ¡Qué feli-
cidad! Vuelvo a mi cuarto, toco guitarra, leo el
libro, duermo. Sigue siendo hoy. No hago nada.
Las cosas se hacen solas y observarlo me causa
placer. El teléfono suena, no lo contesto.
Esto es lo que quiero hacer hoy.
Esto es todo lo que quiero ser hoy: nada.
[ 17 ]
“¿Quién los mató? El mismo que está asesinando
a la literatura y a todos no-sotros de a pocos, el que nos
pone la droga. El que trae a las argentinas a mostrar las tetas. El que escoge lo que debe so-
nar en las radios. El que les cambia el nombre a las películas de Hollywood,
que todo el mundo ve”.
(
(Todo lo que quiero ya lo tengo.
Todo lo demás, viene y va porque ya ten-
go todo lo que es en realidad importante.
El entrenamiento con pensamiento ilimi-
tado le permite hacer lo que siempre conside-
ró imposible hacer con su mente y cuerpo.
Despertar una mañana a correr descalzo
sobre la arena fría.
Luego, nadar entre delfines amables
hasta la tarde.
Finalmente, leer El neuromante hasta el
anochecer y cocinar sobre una fogata unos
peces.
Dormir.
Keep it simple, stupid.
Un beso.
Capítulo 3
No entiendo. Despierto y voy a la com-pu y todo lo que quiera saber aparece en una
ventana de Internet. Si es sobre un autor pon-
go su apellido y si éste es muy común pongo
también su nombre y de inmediato aparecen
su biografía, sus libros, dónde estudió, dónde
vivió, qué más hizo además de escribir. ojalá
salieran también sus obras, seguro en menos
de 100 años será así.
A esta Internet cada día le siguen cre-
ciendo más palabras y páginas como ramas y
hojas a un árbol. Puedo tardar un día entero
leyendo acerca de ese tipo, que puede haber
muerto hace cientos de años o puede estar
tomando un café en un Starbucks en cualquier
lugar del mundo como cualquier otro muerto.
Una hoja seca se desprende del árbol.
Cae soplada por el viento, como bailando un
vals hasta llegar al suelo.
Hablo por el Msn con mis amigos que
siempre están ocupados en otras cosas y que
solo ven videos en el youtube o bajan música.
Pero qué flojera leer un libro en la pantalla,
dicen, cuando en realidad les da flojera leer
sea en la pantalla o en hojas de papel.
Cuando estoy conectado, el tiempo pue-
de transcurrir por horas o por días dependien-
do de qué tan afanado me sienta, hasta que
una sensación física me interrumpe, usual-
mente hambre o sueño. En el correo los lunes
aguarda la programación cultural para la se-
mana. Cada día hay 3 o 4 sitios en los que se
puede perder el tiempo con algo interesante:
películas en cine clubes, obras de teatro, con-
ferencias, conciertos, exposiciones de fotogra-
fía, video arte, escultura, pinturas. Es divertido
asistir a esos espectáculos habiendo llamado
a alguien o quedado por el Msn con quien
encontrarme ahí. En el camino las calles están
plagadas de rostros encubriendo historias,
enormes pantallas de publicidad y graffiti en
las paredes. Discursos lastimosos de gente
que sube a la combi a vender golosinas o que
se paran al frente de un salón de alumnos
universitarios para dictar una clase. Y ya nada
de eso me llama la atención.
Capítulo 4
Abro la refrigeradora, saco la merme-lada y la leche.
Capítulo 5
Ella está parada frente a mí. Dejo caer la guitarra al suelo. Acelero todo lo que pue-
do, me duelen las piernas. Salto de la bici-
cleta y caigo al suelo al frente suyo. Apago la
tele. Miro unos labios pintados con azul en la
pared. Salgo a la calle. Ella ya no está. Estoy
ebrio. Camino y un tío me pide que le invite
agua. Se la doy y no me la quiere devolver.
Saco el spray y pinto una pared. Las calles es-
tán llenas de cámaras y tipos en terno yendo
o viniendo de su casa al trabajo o etcétera.
Asesinaron a varios en la carretera. Qué
se puede esperar de un lunes. ¿Quién los
mató? El mismo que está asesinando a la li-
teratura y a todos nosotros de a pocos, el que
nos pone la droga. El que trae a las argenti-
nas a mostrar las tetas. El que escoge lo que
debe sonar en las radios. El que les cambia
el nombre a las películas de Hollywood, que
todo el mundo ve. Me odio.
Capítulo 6
Fui a un taller de microrrelato y el escritor que lo dictaba era un español que ha
escrito muchos libros, pero del que nunca
había oído. Me gustó la idea de que un taller
[ 18 ]
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
es un sitio al que se viene a escribir. Sí, eso es
lo que necesito, sentarme a escribir algo de
una buena vez. Lo primero que hizo fue darle
a cada uno, éramos más o menos veinte los
asistentes al taller, un tema sobre el cual es-
cribir 200 palabras. A alguien le toco escribir
sobre la escena de una película, a otro sobre
una canción, a otro sobre un cuerpo amado
sin usar verbos, a otro sobre los últimos se-
gundos de vida de alguien que ha sufrido un
accidente de autos, a otro una composición
de escritura automática. A mí me toco escribir
sobre las sensaciones de alguien que está ca-
yéndose desde una altura considerable. Esto
fue lo que escribí:
Aterrizaje sin suelo o del sentimiento trágico de una caída.
Debajo tengo un agujero muerto. Ya me
acostumbré a estar deshabituado, a gritar
sin motivos y a reír del miedo ajeno. Ayer
mientras leía a Ionesco me di cuenta que
estoy cayendo desde el vacío. Mañana Godot
volverá calvo, montado en la cola del Ouró-
boro. Ya no fumo, solo obedezco órdenes y
eso tengo que hacer. Un español gordito me
ha dicho que caigo, y caigo, pero ya esta-
ba cayendo. Desde antes de despertar, no
recuerdo si hubo un salto o no. En todo caso,
estoy siendo tragado. ¿Las serpientes sufren
indigestión?
yo creo que esto lo podemos escribir en
10, 15 minutos. ¿Qué más da? ¿Hay tiempo?
No, no hay suelo. Algunos llevan casco, otros
rezan por tener alas. yo sigo cayendo porque
sé que el mañana no existe. Es divertido, tenía
ganas de escribir y oh sorpresa: tengo brazo
izquierdo, dedos, un lapicero y una hoja en
blanco. Sigo temblando, pero es el viento frío
que entra por la ventana negra que tengo
abajo. Si pudiese decir qué significa el vacío
con 200 palabras tal vez llamaría la atención
de Altazor, pero para qué si estamos cayendo
en direcciones distintas.
Todos le temen al suelo que no aparece
nunca. No sé porqué. ya he pasado tantas
veces por este mismo sitio que no me sor-
prende que siga cayendo y, conmigo, todo a
mi alrededor. Cada gesto, cada rostro, cada
cuerpo, cada grupo es tan efímero. Hoy las
partículas están juntas, mañana se deshacen
como un meteorito penetrando una atmós-
fera. Lo importante es el planeta, pero más
importante que el planeta es el agujero negro
que nos está tragando a todos desde siempre.
Existo y no soy muerte.
Nada que temer.
Los perros ladran, Sancho.
Final para los amantes de los desenlaces:
un día de agosto de 1984 un cuerpo cayó
contra la tierra y murió.
[ 19 ]
“Luego ya se dijo que había buenos escritores en la sala.
Yo no creo que existan buenos escritores. Solo hay espíritus
a los que nada los puede parar en su viaje a la solitaria auto-
destruxión”.
( (
Capítulo 7
Tal vez haya sido una coincidencia,
pero mientras leía en voz alta lo que había
escrito, una fría corriente de aire que venía
de la ventana, que de vez en cuando golpea-
ba la espalda de Gonzalo Málaga, me hacía
temblar. Luego ya se dijo que había buenos
escritores en la sala. yo no creo que existan
buenos escritores. Solo hay espíritus a los que
nada los puede parar en su viaje a la solitaria
autodestruxión. Esta ciudad es un cementerio
enorme, lleno de flores y animales silvestres.
El artista está hoy naufragando en su propia mierda
Era mayo o junio y me tocaba exponer un
libro sobre indigenismo de Antonio Corne-
jo Polar. Luego de resumir el libro, dije lo
siguiente, que había escrito la noche anterior
mientras preparaba el resumen. Sigo pensan-
do que estar aburrido es incluso más divertido
y que las clases universitarias de literatura son
un lodazal que se presta para el embarre.
El artista está hoy naufragando en su
propia mierda. Lleno de placer, sus excremen-
tos junto al de tantos otros de los que decidió
alimentarse se le quedan como residuos entre
los dientes, que podemos ver cada vez que
sonríe extático explorando algún nuevo cielo.
y dirán los pesimistas que esas risas son los
últimos manotazos de un ahogado. Pero ellos
no saben que él está llevándose cada vez más
lejos los límites de la vida, cada vez que se
sumerge en ese caviar.
La creación, el sueño, la esperanza, el
deseo de algo nuevo, distinto y mejor, abren
brechas hacia algún destino, una posibilidad
de supervivencia en un lugar donde poder
seguir evadiéndose, gozando en este mar de
miasmas en el que todos vivimos.
¿Qué puedes hacer en este instante?
¿Qué nos puedes dar que sea único e irre-
producible, qué nos puedes vender, que no
podamos comprar en cada esquina de la Ja-
vier Prado o en Wilson o Polvos Azules o que
no podamos bajar por Internet y guardar en
CD’s, dinos artista, qué es eso que nos vas a
vender ahora? ¿Qué vas a hacer ahora?
Ahora voy a coger cada una de sus
cabezas y hundiré cada nariz que encuentre
en mi camino dentro de mi ano y expulsaré
todo lo que haya comido hasta ese momen-
to, con los gases, ruidos, olores y fluidos que
pueda producir con cada órgano excretor de
este cuerpo, esta mákina. Una vez abando-
nada la mierda, pueden hacer con ella lo que
quieran: fotocopiarla, colgarla en el youtube,
quemarla en discos y venderla a tres lucas,
reproducirla en enormes ecrans blancos, ha-
blar de ella con todo el mundo y a todos con-
tarles el final o, incluso intentar reproducir el
movimiento orgánico con sofisticada exactitud
en la exigente nariz de aquel que pida una
repetición de esa expresión de lo inexpresa-
ble. Mi mierda, toda vez fuera de mí, deja de
ser mía para ser patrimonio de la humanidad
y del resto de idiotas que se quieran detener
un rato en la existencia para olisquearla,
manosearla y comprobar su textura y consis-
tencia, toqueteándola con fruición. Aj, seres
humanos, miasmas de Dios, bendito aquel
que ha descubierto su condición de inmunda
caca, cuya fetidez llena de fertilidad y vida los
campos, bendito el que ha perdido el asco y
fluye cagándola entre los escombros.
[ 20 ]Fo
togr
afía
: Sa
ntia
go P
uyo
Si antes a los hombres se les enseñaba a no
cagarla a través de largos años de intentos y
frustraciones, hoy las escuelas deben ense-
ñarles a los chicos a cagar. A perder el miedo,
vamos, y comenzar ya desde pequeños a
cagarla, a arruinarlo todo, a hacer cualquier
cosa, pero pronto, ya, sin esperar a que el
water y todo un largo y complicado sistema
de tuberías y desagüe se les forme debajo del
culo para recién cagar.
Los esfínteres anales no pueden seguir
soportando más esta represión impuesta por
“no sé cuál fantasma”, de cual ya he diser-
tado bastante en conversaciones que franca-
mente no puedo recordar (ni dónde ni cuándo
ni con quién fueron, ni siquiera incluso si
efectivamente llegaron a darse o, como acos-
tumbro, solo las imaginé).
Porque bonita forma de empezar a cagar-
la es drogándote, claro. Primero cágate el
cerebro. Es decir, simplemente destrúyelo,
hazlo mierda, quémate. Luego moldéalo, dale
la forma que quieras y excrétalo, como los
niños pequeños deja que esa fruición te haga
sonreír como a una “tortuga beatífica”. Estás
acá para embarrarla, para dejar tus huellas.
Aunque no quieras, serás una mimesis de es-
tos tiempos en los que todo está cagado y por
ello será valioso. Pero eso sí, ten cuidado con
lo que comas, lo que no te mata solo es parte
del entrenamiento.
—¿Entrenamiento? ¿Qué y para qué, ah?
—Mmm… no, para nada.
—¿Para qué, pues?
—Para nada o, bueno, si insistes lo sa-
brás algún día, pero ahora no lo vas a enten-
der, mejor olvídalo. Ten cuidado con lo que
comas, la mierda mientras más quemada sea,
mejor y más valiosa es. El arte de hoy es puro
caviar, es la mierda que se comen los palada-
res más exigentes, los de los hijos de putas que
tienen la visa más exclusiva para esconderse
en autos de lunas polarizadas. ¿Qué diferencia
a las élites del resto de escoria? ¿El color en la
etiqueta de su güiski, el equipo de sonido y la
marca de sus autos, la localización de sus re-
sidencias dentro del cotexto urbano? Pues no,
absolutamente nada hace la diferencia.
Lo único que se diferencia de la mierda
humana es, paradójicamente, una de sus más
recientes cagadas: la máquina. y esta diferen-
cia radica en que la máquina no (la) caga. l
[ 21 ]
David Lynch. Eraserhead. 1977.
Gibson, William. Neuromante. Minotauro. 1984.
Beckett, Samuel. Esperando a Godot. Éditions de Minuit. 1952
Gonzalo Málaga (1968). Poeta, narrador y promotor cultural peruano.
Huidobro, Vicente. Altazor. Madrid. 1931.
Antonio Cornejo Polar (1936-1997). Profesor universitario y crítico literario peruano.
Datos de apoyo
CENTRO TOXICOLÓGICO S.A.C. – CETOX
Acreditado: INDECOPI- ISO 17025 Inscrito: SENASA - Ministerio de Agricultura
Pruebas para registro, exportación e importación de insumos, juguetes, alimentos, agroquímicos y otros.
Análisis Ocupacional, Ambiental y Asesorías
Jr. Pisac 192 – Of. 102 – Urb. Residencial Higuereta – SurcoTelefax: (511) 273-2318
www.cetox.com.pe [email protected]
www.estereo-grama.blogspot.com
EL CoLLagE
híbrido, da. (Del lat. hybrida). adj. Dicho de un animal o de un vegetal:Procreado por dos individuos de distinta especie. U. t. c. s. l 2. Biol. Di-
cho de un individuo: Cuyos padres son genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter.
l 3. Se dice de todo lo que es un producto de elementos de distinta naturaleza.
inte
rsti
cios
intersticios
Susy Díaz es mi madre aunque Florcita no sea mi hermana. Lectura feliz de mi amado Chollywood.
Yo amo a Susy Díaz. y cuando escucho su música, la veo en la tele o en alguna portada se me
vuelve el pecho de algodón acaramelado; tanto la quiero que si la encuentro me acerco a ella, le doy la mano y le digo que la admiro, de verdad. Suena raro o fácil pero lo haría sólo con cuatro personas en toda la historia: Arthur Rimbaud (aunque no sucedería con gusto ideal, pues me da miedo; tal vez me escupe o me orina, además está muerto), oscar Wilde (aunque tampoco lo dis-frutaría, demasiado distante, demasiado fashion, además está muerto también) y, obvio, Monique Pardo, que casi iguala a Susy en mi termómetro de emociones.
Si es que usted está riendo con locura le pido
que pare de leerme ahora mismo, pues lo
que he acabado de decir es sincero, cierto
y hasta teórico; si usted se burla está desa-
fiándome y demostrándome una inferioridad
increíble, que claro, no le voy a poder restre-
gar en la cara.
Continuemos: su cabello es marea viva
/ y sus labios, cristales de cereza / llenos
de jugo: versos del poeta rumano Arsenie
Toderas que me hacen pensar en Susy Díaz.
Ella misma es un buen poema; me hace sentir
cosas irreales, me ofrece cientos de lecturas
diferentes cada vez que me acerco, maneja
argumentos retóricos, semióticos, pragmáticos
sustentados y hace / deshace conmigo, su
más grande lector.
Mi admiración hacia Susy Díaz, y median-
te ella a toda la farándula nacional, trascien-
de y es seria.
Para mí Chollywood es único y valioso,
infinitamente valioso, portador de eficaces
instrumentos que podrían hasta romper el eje
de la tierra.
Chollywood en la forma
Centro de Lima, por Amazonas.
Aguzo el oído a aquel dejo. Los chilenos
hablan raro y debo esforzarme pese a que
1. Lo Kitsch podría re-
sumirse como arte de
mal gusto que es una
copia de un estilo exis-
tente y que es utilizado
para aparentar un
status social más alto.
En Chile, según Wiki-
pedia, el término “se
relaciona, tanto con
el arte vendible y de
bajo valor como con la
cultura popular”.
finjo leer un anuncio sobre la lectura de la
suerte (en el tarot, en el huevo, en la coca)
mientras espero que la chica de los dvd’s
ponga la película hindú que he escogido para
mostrarles a mis amigos chilenos la actriz que
me gusta.
—oye, ueón —le dice un chileno al otro
bajando la voz—. ¿Te dai cuenta? Perú es el
reino de lo kitsch1 , po. ¿O no ueón?
Oliendo medio extraño me acerco y, an-
tes de que den juicios sobre mi país, pregun-
to:
—oe, ¿qué? Habla, ¿qué es kitsch?
Hubo algo de desazón y sonrojo.
—Lo kitsch es algo así, como que muy
llamativo, ¿entendei?, de muchos dorados,
como esa estampita que la señora me quiso
poner al pecho en la iglesia, la estampita del
Señor de los Milagros. Así, como el Cristo ese
que está en Chosica, como los titulares de los
periódicos de acá, como ese anuncio de lec-
tura de la suerte, como que te guste lo hindú.
¿Entendei?
Y yo, claro, perdido. Durante toda nues-
tra estadía en Lima pedí que me explicasen,
que me dieran ejemplos, a los chilenos y a los
chicos de los otros países de Latinoamérica
con los que compartíamos aquel encuentro
literario. Mi primera impresión fue que todos
compartían en sus países, de manera coti-
[ 25 ]
JoRGE VARGAS
(Cusco, 1987)Estudiante de Literatura de la UNSA. Ha publicado Cuentos (2006). Desde el 2004 es miembro funda-dor del Grupo Editorial Dragostea.
diana y popular, ese concepto. Es decir, el
concepto de lo kitsch en Bolivia (los bolivianos
me decían “Si quieres saber qué es kitsch
anda a La Paz y mira algunos de los grandes
edificios”), Colombia y Chile, etc. puede ser
usado de manera natural por la gente común
y corriente, léase: no especializada en algu-
na disciplina humanística; pero ese concepto
para mí, pese a haber leído más o menos, me
resultaba completamente extraño.
Al principio quise relacionar el término con
lo huachafo pero luego caí en cuenta del error.
Como hemos visto, para la gente forá-
nea es fácil vincular algún rasgo de nuestra
cultura con lo kistch, es más, este concepto
está queriendo saltar a las masas peruanas
relacionándose sobretodo con nuestro Cho-
llywood2 y yo creo que se debe hacer algo
urgente al respecto. Relacionar nuestra pro-
ducción cultural popular a lo kitsch es aceptar
y reconocerse como minoría, como el Otro
que desde Colón ha sido relacionado con el
salvajismo y los animales3; es aceptar que la
cultura “formal” quiera examinarnos y expli-
car cómo somos con sus postulados teóricos
surgidos de coyunturas completamente aje-
nas, es aceptar que ellos son el gran científico
y nosotros unos insectos horribles a los que
taxonomizan con sus propias lupas.
Nuestra cultura popular no es en absolu-
to kitsch sino Chola4 o Chicha.
Chollywood no es Kitsch porque no es co-
pia, inferior o superior, de ningún estilo exis-
tente. Nuestro mundo cultural Cholo nació
con la música Chicha, si no es antes, a través
de la mezcla de la cumbia colombiana y el
huayno Andino; creo que ésta es la primera
muestra evidente, masiva y poderosa de un
sector hasta entonces no reconocido; luego
adoptó códigos de innumerables fuentes y
los ha transformado para hacerlos propios y
distintivos apartándose así de las pretensiones
universalistas de la cultura “formal”.
El alcohol resulta agradable y parece que
nacen alas en los pies. Hablábamos, en me-
dio de la calle, sobre nuestra cultura popular.
—¿Se han puesto a pensar en algo?
—Pregunta Giancarlo Huapaya—. Miren, mi-
ren. Yo no entiendo una cosa, los grupos de
technocumbia, o los artistas folklóricos que se
pudren y pudren de tanto billete que tienen,
¿por qué no invierten en buenas producciones
audiovisuales? ¿Por qué no hacen videos carí-
simos como los reggaetoneros, por ejemplo?
2. Uno de los blogs
más visitados en
nuestro país es Dr.
Monique, crónicas de
una farándula kitsch,
donde se vierten
opiniones sobre los
acontecimientos de la
farándula local. Esto es
importante pues somos
concientes del poder
titánico que tienen los
blogs en nuestro país,
este blog en específico
recibe varios miles de
visitas diarias.
3. ToDoRoV, Tzve-
tan. La conquista de
América, el problema
del otro. BB. AA., Siglo
veintiuno, 1982.
4. Es necesario enten-
der este término como
una no tan nueva
categoría (estética,
ideológica, etc.) que
intenta definir con
mayor precisión la
cultura e identidad
peruana actual. En
este caso obviamente
el concepto se desvin-
cula con algún tipo de
características raciales.
Ser cholo es simple-
mente ser un peruano
con sentimientos de
autoidentificación y
pertenencia con una
cultura mestiza pero
única en el mundo.
Amar nuestra chole-
dad es amar nuestra
andinidad, nuestra
africanidad, nuestra
europeidad, etc. pero
sobre todo nuestra ori-
ginalidad. Como dice
María Rostorowsky
“…nadie le ha impuesto nunca, o no ha logrado imponerle, a
la Cultura Chicha una concep-ción del mundo ajena, nunca
se ha sentido inferior y si bien ha tomado aportes de culturas extranjeras nunca las ha mi-
rado como superiores, sino de igual a igual y hasta me atre-vería a apuntar, señalándolas
como inferiores”
((
Tocaba un tema sensible, una fibra de mi
corazón-algodón de caramelo. No le pude
responder entonces pero intento un ensayo
ahora: no lo hacen porque el universo se-
miótico-pragmático-poético-psicológico-me-
diático de nuestra cultura popular maneja
sus propios códigos distintos de la cultura
“formal” y a su vez, actúa como si la cultura
“formal” no existiera; es decir no le preocupa,
ni le interesa y ni siquiera le estorba. Según
Juan Gargurevich: la cultura chicha “no teme
enfrentar a las grandes industrias del entrete-
nimiento, con expresiones musicales, editoria-
les, arquitectónicas y lingüísticas”; siguiendo
esta dirección el mismo autor nos demuestra
[ 26 ]
5. Entendiendo en este
caso a Chollywood
como la versión más
mediática y faran-
dulezca de la cultura
Chicha.
[ 27 ]
pueden haber culturas
mestizas pero “cholos
solo somos nosotros”.
Cierro esta nota con
mi frase favorita TO-
DOS SOMOS CHOLOS
de los Ciudadanos
constructores.
de manera clara y poco rebatible, pues utiliza
datos estadísticos, que la Cultura Chicha
resiste todo tipo de invasión de la cultura
extranjera pues, como dice Paulo Freire dicha
invasión o sometimiento comprende “una
visión, una percepción estática de las cosas y
la imposición al otro de una concepción del
mundo. Implica la “superioridad” del inva-
sor y la “inferioridad” del invadido, al mismo
tiempo que la imposición de valores que
aquél posee a éste”, ya lo habíamos seña-
lado: nadie le ha impuesto nunca, o no ha
logrado imponerle, a la Cultura Chicha una
concepción del mundo ajena, nunca se ha
sentido inferior y si bien ha tomado aportes
de culturas extranjeras nunca las ha mirado
como superiores, sino de igual a igual y hasta
me atrevería a apuntar, señalándolas como
inferiores. Entonces no es kitsch porque es
centro.
Tampoco es kitsch porque no hay ni ápice
del deseo de “aparentar ser”, es decir, al
participar como actante o consumidor de la
Cultura Chicha, o de Chollywood5 por ejem-
plo, no se gana mayor status social, no se
pretende alcanzar a los siempre-ricos o a los
intelectuales sino todo lo contrario: ser par-
tícipes representa una fuerte reafirmación e
identificación con algo que ha sido considera-
do como poco valioso por su origen mestizo.
Por todo esto es también urgente la
necesidad de seguir produciendo reflexión y
conocimiento de fenómenos así en nuestro
país: únicos, jóvenes y completamente extra-
ños a las concepciones mundiales y globaliza-
doras. Podría ser una excelente oportunidad
de comenzar a ser productores de conoci-
miento (un conocimiento completamente
original, nunca antes visto en el mundo) y ya
no difusores de un conocimiento producido en
condiciones ajenas.
Ahora, si usted simplemente no compar-
te ni mi pasión ni mi gusto por Chollywood
relájese y respetémonos, yo sólo pido que no
se me menosprecie.
Chollywood en el fondo.
Chollywood funciona como un homoge-
neizador semiótico de casi toda la cultura en
nuestro país, es decir de las manifestaciones
“formales” y Chicha. Me explico: Chollywood
ayuda a que en el imaginario social imáge-
nes tan burguesas como Jaime Bayli puedan
compartir características (que van más allá de
compartir la calidad de “famosos”) y lugares
con, por ejemplo, la popular Karen Dejo.
No hace más falta que observar quince
minutos cualquier programa de espectáculos
nacional para notar la lubricidad, naturalidad
e inmediatez con que se relacionan figuras
como por ejemplo Davis Orozco y Juan Diego
Flores. En un momento estamos observando
cómo la Pícara del Folclor le canta una ori-
ginal composición con su nombre a Federico
Salazar e inmediatamente después asistimos
11 x 8 cm.foto paulín
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
a la inauguración de una muestra pictórica
de la más alta burguesía limeña. Mestizo,
negro, blanco, chino, pobre, clasemedie-
ro, rico, intelectual, futbolista; todo bajo la
misma denominación. Por ello considero a
Chollywood como el mecanismo democrático
de mayor efectividad en el país: todos pueden
ser escuchados en Chollywood, todos tienen
la misma presencia, tanto el mestizo como el
blanco, el rico como el pobre. Se produce un
notorio acortamiento en el universo simbó-
lico entre las clases sociales y los colores. A
través de Chollywood podemos conocer casi
la totalidad de rostros del Perú y así recono-
cer, aceptar y mejorar la convivencia con los
múltiples otros que cada diferenciación crea.
Chollywood hace nación pues actúa como
mecanismo de exposición, reconocimiento
e identificación de nuestra cultura chola,
mestiza y, por ende, una gran maquinaria de
cholización (léase: igualamiento) de nuestra
sociedad; Chollywood reconoce una realidad evidente, reflejo de una nueva peruanidad ya cimentada y todavía en construcción. Sin embargo, esta realidad no es fácil de asumir,
pues el orden establecido excluyente [...] hace difícil reconocer y reivindicarnos tal como somos, y luchar contra la estigmatiza-ción de la mayoría de peruanos6 .
Es difícil pero Chollywood está para ayu-
darnos.
Por otro lado, Chollywood también es
importante pues ayuda en la aceptación
biológica de la humanidad pues a diferencia
de cualquier otra farándula del mundo, no
reviste de halos holográficos a los famosos7,
sino que se encarga de humanizarlos y trans-
portarlos al lado de cualquier persona, lo cual
considero que ayuda a reducir los complejos
a raíz de la imposición de estereotipos de la
cultura “formal”.
Existen dos ampays que me parecen
importantes para explicarme mejor y que
ayudan a la victoria en la contienda contra
los estereotipos: Angie Jibaja. Ella es modelo.
Aquella palabra en la cultura “formal” carga
distintos conceptos: dinero, lujo, glamour,
status, delicadeza, lugares-ropa-accesorios-
spas carísimos; pero Angie no es cualquier
modelo, ella pertenece a Chollywood, está en
6. SOSA, Juan Manuel.
“Ser o no ser cholo en
el Perú”. En el blog:
www.podercholo.
blogspot.com del
proyecto TODOS SO-
MOS CHOLOS de la
Asociación Constructo-
res Perú.
7. Los famosos en
cualquier sociedad
representan, según
los códigos massme-
diáticos, algún tipo de
deseo a conseguir, se
les considera como
especiales, sobrehu-
manos; entonces el
sistema manipula la
conciencia: nos em-
puja a negar nuestra
humanidad tal y como
es y nos provoca una
ansiedad de conseguir
características sobre-
humanas como las que
nos hacen creer que
poseen los famosos.
15.5 x 12 cmimagen adicional
[ 28 ]
Foto
graf
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Sant
iago
Puy
o
Perú y debido a esto puede mandar al de-
monio con desfachatez y sin vergüenza esas
convenciones que suelen ocasionar presión
en las masas.
A mí me causó una extraño alivio ver a
Angie Jibaja y a otras de sus amigas fashion
comprando ropa usada y muy barata en un
mercadillo de pulgas; es decir, una muchacha
humilde puede darse cuenta que Angie es
un ser humano8, digamos, común (caracte-
rística que suele restársele a las estrellas de
la farándula en otros países) y no sólo eso,
también que compra ropa en un lugar a la
que ella podría acudir sin problemas, vemos
cómo se ha estrechado de manera simbólica
el abismo entre las clases sociales.
Algo similar acontece con otro ampay
suyo: las cámaras la captaron orinando en
la carretera a las afueras de una pollada
bailable. En el imaginario social se produce
un remezón: una modelo también puede ir a
polladas, también hace la pichi, y no sólo eso,
sino que hasta en la carretera.
Podría sonar extraño pero existe una
imposibilidad en el común de relacionar a las
gentes famosas con asuntos escatológicos; las
personas, entonces, tienen una oportunidad
de relajar la presión de los estereotipos pues
las herramientas de consumo de la cultura
“formal” no hacen más que marcar la diferen-cia y la culpabilidad entre los que no encajan con el estereotipo y que, en realidad, son la mayoría9.
Actualmente existe una reacción produci-
da por Chollywood que invierte el status quo,
pues ya no sólo acerca los ricos a los más
pobres sino que los pobres a los más ricos
también. En las altas sociedades peruanas
ha nacido un deseo, un interés por la Cultura
Chicha o Chola pues artistas neta y claramen-
te populares entre los más populares (ya ni
8. Esta deshumaniza-
ción de los famosos,
tiene su origen en la
deshumanización que
se hacía de los gober-
nantes de la mayoría
de culturas. Por ejem-
plo, los Incas eran tan
superiores (semidioses,
no humanos) a los ru-
nas que no podían ser
mirados a los ojos; en
el mundo occidental la
realeza era considera-
da de “sangre azul” y
con otras característi-
cas sobrehumanas.
9. VARGAS PRADo,
Jorge Alejandro.
“Aculturamiento y es-
tereotipos como trabas
principales del desa-
rrollo personal-social”.
En: Taller de Ensayo,
3er año de Literatura
en la UNSA.
10. CABANILLAS, Car-
los. “Vida moderna:
La fiebre ficha por la
chicha ya se deja sen-
tir en pubs y discotecas
patucas”. En: Caretas
2011.
[ 29 ]
siquiera los “clasemedieros” de la technocum-
bia) como Laurita Pacheco se presentan en
establecimientos donde la capacidad adquisi-
tiva de los consumidores llega a las estrellas.
Al principio, como es lógico, surge una
duda: ¿son sinceros estos gustos burgueses?
En casos como los de Tongo existe la im-
presión de que termina siendo el payaso, el
juguete de la gente pituca aunque como dice
Carlos Cabanillas: “(los pitucos) también se ríen al ver caer su propia máscara ficha, al confrontar su racismo de pantonera con la camaleónica piel brillante de Tongo...”10.
Ahora, yo nunca he ido a un concierto
de Tongo en un lugar ficho, pero para dar un
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ía:
Sant
iago
Puy
o
[ 30 ]
Arsenie Toderas (1983). Cantante rumano de música pop contemporánea.
Arthur Rimbaud (1854 - 1891). Poeta simbolista francés.
oscar Wilde (1856 -1900). Escritor irlandés.
Juan Gargurevich Regal (1934). Periodista e historiador de la prensa peruana.
Paulo Freyre (1921-1997). Educador brasileño y teórico de la educación.
testimonio sincero y de primera mano: la ma-
yoría de gente pudiente y de buena educación
(es decir de elevados niveles culturales, que
consumen literatura, cine y música a la que
la mayoría de personas no tiene acceso, que
generalmente conocen otros países y otras
idiosincrasias y que tienen niveles de reflexión
sinceros y sobresalientes; no me refiero a
los pitucos-misios llenos de complejos, que
cholean y maltratan a la persona poniendo
siempre una actitud de superioridad al en-
frentar) que conozco sienten bastante cariño
sincero, y no sólo simpatía, por los personajes
de Chollywood y los reconocen como valiosos
por su originalidad frente a famosos de otras
farándulas internacionales a las que también
tienen acceso y relacionan casos como los
de Susy Díaz; Monique Pardo; la Amiga de
todos; Abencia Meza; Koky Belaúnde y Alicia
Delgado, con algunas nociones patrióticas y
son hasta motivo de orgullo para ellos (la ex-
presión común es: “¡Son la cagada! Los amo.
Los amo porque ¿dónde en el mundo vas a
encontrar algo tan original?, sólo en el Perú
caracho, sólo en el Perú”) lo que demuestra
claramente un sentimiento de cercanía, perte-
nencia y apropiación de la cultura popular.
Chollywood mueve motores con veloci-
dad inimaginable y rumbo al espacio.
Se me hace incómodo terminar estas
reflexiones, pues lo hago con la sensación de
que un tema tan sensible e importante para
mí debería ser tratado con mucha más pre-
caución, pero lo haré con el tiempo.
Siempre, desde que tengo conciencia, he
sentido interés y cercanía con nuestra cultura
Chicha; desde los catorce años soy muy fan de
Agua Bella, lo mismo desde que vi a Susy Díaz
y a Monique Pardo, veo Magaly casi todas las
noches y cuando puedo a Johana San Miguel
(¡oh! Una perfecta burguesita villamariana
hablando y moviendo su cabello como Willma
Contreras), escucho a rabiar la Technocumbia
pero reconozco como superior a la música Chi-
cha añeja (¡Pintura roja!) y cada vez que me
angustio recuerdo lo que dijo Susy Díaz: “Vive
la vida y no dejes que la vida te viva”.
Así consigo ser más feliz. l
Datos de apoyo
¡Devuélvannos el Misterio!Fragmentos Humanizantes para una Facultad de Humanidades que Fragmenta
La naturaleza y el hombre están implica-dos en un proceso de objetivación…Se trata entonces de resolver problemas más que de descifrar y contemplar misterios Paul Ricoeur.
No se puede enseñar más que aquello que se ama…no debemos enseñar más que aquello que guarda para nosotros un cierto misterio R. Tagore.
El medio es el mensajeH. M. Mc Luhan.
Estar enterrado durante tantos años. Estos edificios nunca fueron tan edifican-tes, destruidos —ahora— sobre mi espalda. Ya permutándose andan los cadáve-res acorbatados en flácidos encantos de gleba. Una flor principia a crecer en mi frente y a seguir creciendo. Soy tierra que tiembla entonces. Que se expone y que se expresa desde lo más subjetivo del ser o más allá… (Sí lo sé). Que da muestra evidente de la magistral y valerosa vena por donde corre la Nada. La más hermosa y comprensiva de mis aptitudes.
Mi despertador… fue puesto… en un espacio y tiempo determinado: la universidad. El colapso es una nueva luz.
Mi tercer ojo visionario ha despertado
y llora (quizá también el tuyo o el de él. Lo
cierto es que de esas virtudes humanas no
suelen hablar las Humanidades; ni mucho
menos nos han enseñado a usarlas). Llora
este ojo que no pertenece a la categoría de
los ojos derechos ni izquierdos. Quizá, el
mismo cósmico e inmortal ojo de Horus, de
los faraones del antiguo Egipto con el que se
percibía tanto el porvenir universal como los
sucesos cotidianos de la vida; o tal vez, su
equivalente, el tercer ojo ubicado en el sexto
chakra llamado ajna por la mística del hin-
duismo que permite romper con las malditas
cadenas de la temporalidad y el límite cada
vez más amurallado del espacio, adquiriendo
la inmortalidad o iluminación.
Porque sí, señores, nada más que acadé-
micos, el tercer ojo existe hasta en sus frentes
polifémicas (y disculpen el rollo de si se les
roba o no ovejitas), no estamos hablando
ni de un discurso premoderno de brujas y
vampiros ni de un posmodernista y pastilloso
discurso New Age redactado en el entrecejo.
Existe, y lo que ve o, mejor dicho, lo que se le
revela.
Llora y se conmueve, aplastado en la
oscuridad, cuando camino por los pasillos
de esta Facultad de Humanidades en la
que vivo (sufro una mutilación cuando digo
“estudio”, porque entonces soy “alumno”,
y luego, ya no sé qué es lo que dejo de ser
para serlo) porque algo Inhumano angustia
y acecha mi Humanidad: Exceso de rostros
con atmósferas inmateriales de color rojo que los circundan: soberbia catedrática y
dinosáurica; egoísmo rocoso y sistemático,
desmesurados empaques de pensamientos
materialistas, nadie sabe más de la vida que
lo que estudia; marrón: olvido arduo de la
espiritualidad, murmuraciones ponzoñosas
a la orden de las espaldas (maleteo impío);
además, del franeleo pro-sectario y meretricio
que mantiene la construcción implícita de la
patrañera cúpula intelectual (cuasipapal) don-
de se muerden la cola; gris y negro: elección
patética del lado oscuro o el nene que juega
al oscuroide, confundir la muerte, siempre
feliz, con la enfermedad excelente del miedo,
puras poses. Malestares asquerosos, estos,
con los que también uno se puede titular de
Humanista; es más, mientras menos amor
haya en tu rostro, el análisis será más riguro-
so y proveerá la “tesis de tu vida“.
Mil disculpas si interpreto semblantes y
no libros, si deshonro los cursos de Interpreta-
ción de Textos Literarios I, II y III; y opto por la
interpretación “parapsicológica” de las auras.
y es que aquellas materias son tan faltas de
mística, tan incompletas, que no se parecen
en nada al hombre harto del predominio de
[ 31 ]
ÁLVARo GUTIéRREZ
(Lima, 1981)
Estudiante de Literatu-
ra de la UNMSM.
los discursos de la razón. y que esto no suene
a refrito caduco; porque refrito es hablar y
hablar, escribir y escribir, interpretando poe-
tas, pintores, performistas, etc., que se quejan
de la razón regente de los planes históricos y
futuros del orbe. Refrito es no volver a hacer
nada ante esta protesta o voz de auxilio; y es
que tal imperio tiene sus cinturones de segu-
ridad que evitan un mundo en otros térmi-
nos, en otra dimensión: el mito de la certeza
científica, el prejuicio del macho dominante,
el temor a la soledad y al desprecio, etc.
Bajo estas porquerías vivimos arrastrándonos
durante cientos de años y las reescribimos sin
darnos cuenta, no hay filtro.
El refrito es la inacción, el prejuicio ante
la espiritualidad, el conformismo discursi-
vo y la asunción ante el dolor. El levantarse
cada mañana y tan sólo pensar ¿qué curso o examen me toca hoy?; ¿que qué planes tengo para mi vida? Ah!, acabaré mi carrera, estudiaré una maestría, me iré al extranjero a estudiar un doctorado, bla, bla, bla ¡Aj!; Pa-
porretas. Seguir contando dentro de nuestros
planes con los mismos refritos y no sentirse
asqueado, es más, sentirse por “buen cami-
no” es un acto de vileza: ¡A mí qué rayos la humanidad de este mundo jodido!, sólo quie-ro asegurarme de seguir los mezquinos sen-deros que me ofrece mi “carrera”, y a correr se ha dicho, antes que me alcancen. Eso sí, escribiré cositas que otros hayan dicho acerca de la deshumanización, el utilitarismo en las relaciones humanas, la enajenación de la sociedad de consumo, etc., “las encajo” con Interpretación I, II y III aplicadas a un poema o a una novelita, para que así me vuelva un humanista y, digamos, cumplir. Todo lo que produzca a repartirlo en el circulillo cerrado de intelectuales que me parieron y que viva la mentira sistemática de nuestros personajes. Y
esto, señores “humanistas”, en una facultad
de “humanidades”.
Mi fe persigue con necesidad una “nueva”
percepción para la humanidad. No sé si Pla-
tón seguiría diciendo hoy que lo que vemos
son las sombras y no la realidad cuando no
se percibe el mundo a través del enfoque
intelectual. Ese objetivo de disociar el mun-
do mortal de las apariencias de la materia
(relacionada al cuerpo), con el mundo divino
de las ideas (relacionada al alma) parece
—emocionantemente— tener un influjo del
pensamiento hindú, con la diferencia de que,
verbigracia, en la escuela Samkhya y yoga
niegan al alma (purusha), infinita e inefable,
cualquier relación con el intelecto y la razón,
debido a que estas cualidades, por excelen-
cia, son fuentes generadoras de deseos, y el
deseo no es eterno, además de ser fuente del
devenir.
Justamente, el deseo y la razón, hoy en
día, son las banderas piratas de esta época,
son la combinación perfecta que inventa el
sinsentido que vivimos, hasta en una facultad
[ 32 ]C
olla
ge:
Laur
a Li
endo
de humanidades. Por lo tanto, no resulta un
disparate afirmar, tal como lo hacen estos
darçanas (sistemas filosóficos), que el intelec-
to (buddhi) es sólo una materia sutil, la más
sutil, pero materia al fin. Desde este punto
de vista, parece que Platón siempre estuvo
hablando del cuerpo y desde el cuerpo; da
ternura, ¿no?
espíritu, al Yo. Confunde así dos realidades enteramente opuestas y autónomas, entre las que no existe ninguna conexión verdadera, sino únicamente relaciones ilusorias.El engaño parece inofensivo, pero pensar en
esos términos nuestro ser favorece al bloqueo
de nuestro lado místico, de nuestro bienestar
como especie evolutiva, de nuestra fe en lo
trascendente, de nuestros chakras o canales
etéreos de energía, y por ende, de nuestro
tercer ojo. El desequilibrio de éste conlleva
a dos reacciones evidentes en esta época:
el abuso del intelectualismo; y el humedeci-
miento de nuestros pantalones ante el futuro
(la famosa “incertidumbre”). ¿Quién o quié-
nes ponen la trampa?, no se sabe, parece
que hubiera un empeño estratégico por des-
informarnos de nuestra sacralidad, incluso, a
partir de la terminología.
Por la Municipalidad de Los Olivos me sonríe siempre un loco, dulcemente vestido con guiñapos. Lleva una escoba que es flaca por todos lados. Como si la noche fuera un traba-jo sobre las veredas o un aparato envejecido al cual hay que arreglar, la recompone a escobazos sagaces. Usa el frío en sus piernas romanas y sus ojitos lluviosos de granjero para aplacar el incendio de ruidos que calien-tan la ciudad equivocada. Me sonríe ese loco con fragancia animal de luna, callado útilmen-te, como para amar.
Yo no podría decirle que soy humanista, porque, rápidamente, me ofrecería su escoba vacía, y esperaría, ahora él, mis códigos del Universo; y yo…, y yo…, y yo… no podría más que esconder mi cobardía gritándole: ¡loco, loco, loco de mierda!!! Aún es una her-mosa noche con viento de colores en medio de nuestro castigo, prefiero callar y seguir de frente: hacia la universidad.
[ 33 ]
“Yo no podria decirle que soy humanista, porque,
rápidamente, me ofrecería su escoba vacía, y esperaría, ahora él, mis códigos del
Universo ; y yo..., y yo..., y yo... no podría más que esconder
mi cobardía gritándole: ¡loco, loco, loco de mierda! ”
( (Esa sensación de que es falsa la realidad
que vivo en las calles, de que existe algo que
está más allá que es irrazonable pero persis-
tente y que sólo llego a percibir con mi tercer
ojo abierto, definitivamente, tiene que ver con
el espíritu. Pero, alertas, que —lamentable-
mente— la palabra ‘espíritu’ la empezaron
a devaluar. Se habla de “espíritu de lucha”,
“espíritu voluntarioso”, de “espíritu joven”,
etc. Urdimbre que se camufla con la belleza
del lenguaje figurado.
Qué confundidos nos ponen, como dijo
Mircea Eliade (gran intelectual e investigador
que no se quedó en las dimensiones insufi-
cientes del discurso empapelado, y que buscó
ir más allá, entregándose, durante algunos
años, a la práctica meditativa del yoga, luego
de excursionar con verdadero misticismo en la
India):
el hombre cree, en efecto, que su vida psico-mental —actividad de sus sentidos, sentimien-tos, pensamientos y voliciones— es idéntica al
Qué andarás limpiando, hermano. Sólo
sé extrañarte por los pasillos en donde nunca,
nunca, hablarán tu idioma. Después que
vemos este planeta destruido y enfermo en su
última crisis, con madres asesinando a sus hi-
jos para no sufrir el hambre, con el reino abu-
sivo de los fármacos para no sufrir el dolor,
con gente sin saber qué hacer con sus vidas
porque no venden esperanzas en el merca-
do, y hasta críticos literarios con ventiladores
eléctricos hablando sobre metaliteratura,
poniendo su cabeza calva, debajo del efecto
invernadero; resultaría una patanería pensar
que su alma mira alucinaciones: el discurso
clínico sólo quiere más pastillas, enfermeda-
des y destrucción.
Esta conclusión, señores del jurado, no
es ni dadaísta ni surrealista ni, mucho me-
nos, facilista; más bien, es fácil, porque cae
de madura desde hace rato. La locura es una
apertura abrupta del tercer ojo que, lamen-
tablemente, avasalla y sobrecoge al hombre,
lo hipersensibiliza con violencia a causa de
algún susto que bordea la muerte*. Insisto:
¿Qué andará limpiando ese hermoso y omni-
dimensional loquito, no?, ¿En qué dimensión
estará el mundo? ¿En que dimensión estará
San Marcos?
Sentir esta decepción de falseo en el mundo
común ya no me alerta, pero ¿en una facul-
tad que justifica su existencia con la preocu-
pación por el hombre en constante evolución?
Un mezquino interés sólo por sus letras es un
proyecto que considero retrógrado, arcaizante
y cobarde.
Además, con la sucia letra universitaria
se pone en riesgo la humanidad del alumno,
la del profesor (la de sus relaciones), la de la
historia de la literatura, el arte, la religión, la
mística, la naturaleza, etc., y sus respectivas
interpretaciones. Mata como una podadora
voraz que busca la univocidad de sentido
y que no permite, inexpugnablemente, un
lenguaje para la fe (diría Paul Ricoeur, cuan-
do no teoriza sobre metáforas o estructuras
narrativas).
Univocidad es amargura, alientos pu-
trefactos, abrazos retraídos y parcos. Así, a
veces, notamos un fanatismo por los libros,
sobre todo teóricos, esperando conocer “la
realidad” a partir del “sujeto” sin antes haber
escarbado éste (digamos, el alumnillo) en el
conocimiento de su propia interioridad.
Por supuesto que no me refiero al sujeto
biográfico, sino al que tiene la voluntad de
conquistar lo real con la intuición del espíri-
tu y que está harto de la temporalidad y la
historia tridimensional en la que se mueve;
a este tipo de sujeto (Hermano ¿qué es eso
* Increíble: Pasa
en este mismísimo
momento secreto que
escribo: Mi tía que es
esquizofrénica, apare-
ce por atrás, muy lejos
y me grita: ¡A dónde
con lo mismo! Luego
de arremedarla seria-
mente, nos sonreímos.
[ 34 ]
collage Laura 214 x 12 cm
Col
lage
: La
ura
Lien
do
de ‘sujeto’? No paran de objetivarnos, suena
como ‘objeto’, o como alguien que no tiene
nada que ver conmigo, así sea yo mismo;
‘sujeto’, ¿sujeto a qué o a quién?) lo llamaré
hombre místico.
de fe sólida que intenta comunicarse con las
verdades trascendentales del cosmos —inac-
cesibles mediante la razón y la lógica— tales
como la inmortalidad, la magia, la divinidad
de la naturaleza, la conciencia cósmica, etc.;
mediante la reactivación de experiencias
ancestrales tales como la despersonalización
o desasimiento del Yo, la experiencia extática
de los rituales chamánicos, la contemplación,
el yoga, una oración cristiana en lenguas,
canto de mantras, etc.
Debemos abrirnos a la búsqueda uni-
versal de esa realidad superior a la corrien-
te, donde el dolor, el sufrimiento, el tiempo
artificial y la Historia no existen, esa realidad
que va más allá y que siempre nos da pistas.
Siempre. Una búsqueda de valores espiritua-les universales (Mircea Eliade) que desaho-
guen nuestro misticismo partiendo desde un
espacio que se preocupa por la humanidad.
¿Quieren seguridad? La buscaron con
diferentes revoluciones William Blake, Amado
Nervo, Rabindranath Tagoré, Jorge Eduardo
Eielson, entre otros. Conciencias como tales
deberían guiar los centros humanísticos, y
mejor aún, los colegios. No debería haber lí-
mites de edad, ni exámenes de admisión para
ser humanos. Necesitamos literatos y filóso-
fos que no sólo sean producto de los libros y
la cultura que los parió. Sino, hombres que
crean en lo que está más allá de los condi-
cionamientos históricos, sociales, políticos,
ideológicos, etc.
¿No estamos hartos de tantas palabras
que giran como moscas? Apostemos por
renunciar al límite, a negar la mera mate-
rialidad hasta arrimarla para ver qué queda.
Necesitamos silencio, no sólo en los papeles
mallarmelianos de la poesía, sino también en
nuestros agrupamientos. Necesitamos clases
[ 35 ]
“Necesitamos literatos y filó-sofos que no sólo sean pro-
ducto de los libros y la cultura que los parió. Sino, hombres que crean en lo que está más allá de los condicionamientos históricos, sociales, políticos,
ideológicos, etc.”
( (En la facultad de Letras el hombre se
presume y caemos en la trampa. Es que pa-
samos del encierro entre muros de una casa
en la que quizá nos criaron con mucho amor,
pero también con muchas mentiras, miedos,
complejos y con mitos falsos, como el del
universitario todopoderoso, y a pesar de no
saber nada de la vida, ya nos pasamos a otro
encierro entre muros en el que nuestra mente
es una esponja que absorbe eficazmente,
sin ningún tipo de filtro, las determinaciones
objetivizantes del conocimiento, la arrogancia
de las actitudes y la frialdad o hermetismo de
ciertos profesores, aparentemente, felices y
sin dolores en el pecho que los consuman. No
queremos esta vida.
Señores, la arrogancia también se ense-
ña. y es que, como dice Ricoeur: “tratamos la
vida como un factor disponible [y así] elimina-
mos cierta experiencia del destino”, teniendo
este último, más de misterioso y enigmático,
que de razonable y académico. Estamos fren-
te a un obvio problema de base. Se mutila
una esencia del hombre, el misticismo. El
cual intento definir, no muy originalmente
pero sí con sinceridad, como toda actividad
de silencio. Matar al prejuicio y explorar otras
formas de conocimiento. Intelectuales, cállen-
se por favor, apaguen su cerebrito durante las
dos horas pedagógicas y busquemos adentro
de nosotros con la mente en blanco. Qué
amorosos son el vacío y la nada. Me reci-
ben como a un primer sonido (no como a un
alumno). Dejo de ser un académico, un hijo,
un ciudadano, un resolutorio de problemas,
o un rastrero adicto a las preocupaciones…
[ 36 ]
Ilust
raci
ón:
Yen
i Mal
dona
do
Pienso que un hombre sin misticismo, y ade-
más academicista, sería una especie de “uten-silio” (término de Paul Ricoeur) que se justifica
para estar vivo institucionalmente, mientras
niega o se desentiende de gran parte de la
vida. Esas caras de utensilio se reflejan en sus
auras enfermizas y en el olor de los pasillos y
salones a cementerio. Un humanista de ver-
dad que se preocupa por el destino humano
no puede permitir que se le niegue o desvíe
con manipulaciones de diversa índole, so pre-
texto de “este no es un lugar apropiado”, la
experiencia del destino de todo aquello que se refiere a lo psíquico y cósmico sagrados. Basta de dividirnos en programas, por favor.
Las nuevas humanidades deberían tener pre-
ocupaciones, más que intelectuales, vitales. El
mero intelectualismo suele caer en el ego, la
vanidad y la enajenación (profesores y alum-
nos con estos vicios para ejemplificar, abun-
dan. ¿Preocupación por el hombre y la vida
que late bajo sus pies? ¡Las huevas!, no hay
ejemplos). En esta facultad debería impar-
tirse el ‘cultivo’, y no sólo el ‘estudio’ de los
cursos, tal y como pasa hasta hoy, de cues-
tiones tan humanísticas como la astrología,
la parapsicología, prácticas de meditación
diversas, enseñanza de sanación reiki para
desbloquear los canales de energía o chakras, sesiones de Sanpedro, de Ayahuasca, etc. y
así, empezar a desobjetivizarnos, para una
completud digna del hombre universal, más
que universitario.
Un hombre es más que un libro teórico;
inclusive, la vida sanguínea es más que cual-
quier libro (y esto, evidentemente, no es una
máxima de sabiduría, es un humilde recorda-
torio para cada puto y cuadriculado segundo
de sus vidas, lo paran olvidando). Los libros
son importantes, pero todo fanatismo resul-
[ 37 ]
¿Creen que no percibirán algo? ¿Que per-
derán el tiempo? El vacío es un concepto
incómodo (horror vacui), pero peores son las
moscas (vuelan sobre la mierda). Hasta Aris-
tóteles lo rechazaba argumentando que era
un concepto inconsistente.
Esta cultura (de mierda) del ‘progreso’ y
la prisa, programada por y para el ‘prejuicio
clásico’ contra la sabiduría mística (no hablo
de investigaciones sobre ‘lo exótico’) no ter-
mina de entender que la mayoría de espacios
del planeta lo ocupa el vacío (Newton).
“La emoción por la teoría de un autor X que nos puede llevar
al fanatismo tiene su raíz en el hecho natural de buscar dioses que nos guíen. Pero, ‘dime qué
altura tu dios tiene y te diré qué altura tienes.”
( (Nos acobardamos ante la falta de funda-
mentos y la falta de conceptos. La experiencia
de nuestra interioridad es precaria. Ésta es mi
preocupación principal y no necesariamente
‘orientalizar’ o ‘chamanizar’ la educación,
más bien, tomar como ejemplo la actitud
de una búsqueda del más allá reactivando
y creyendo en nuestro soterrado lado mági-
co-trascendente que como diría Eielson, es
perfectamente humano. Si se quiere, a nues-
tra personalidad condicionada y posible la
podemos “deconstruir” pero yo prefiero decir
“silenciarla”.
No más alta que tu rodilla, / la piedra te pide silencio. Hay tanto ruido / de palabras gesticu-lantes y arrogantes / que pugnan por repre-sentar / sin majestad / las equivocaciones del mundo. / Tú mira la piedra y aprende: ella, / con humildad y discreción, / en la luz flotante de la tarde, / representa / una montaña (José
Watanabe).
ta una degradación del milagro que somos.
Como lo dijo Watanabe, a pesar de referirse
a la escritura poética y su relación de inac-
cesibilidad hacia la vida: “…podemos imagi-nar un ave, la más bella, / pero no hacerla volar.” Es más, este fanatismo, sobre todo
teórico, nos ha llevado a decir, patéticamente,
“soy hegeliano”, “soy lacaniano”, “soy bajti-
niano”, etc. Es una falta de amor y respeto a
uno mismo. Es una enajenación intelectual.
Nos acostumbran a decir y a repetir cosas
que no amamos para asumirlas con fervor. Se
subestima la gravedad de este simple hecho,
y en este implícito, justamente, está servida la
trampa del estancamiento: ser vivido por tales
adjetivaciones.
y también tridimensional, lo aprende, tris-
temente, muy bien. Lo más asqueroso está
en leer autores teóricos que prescinden del
misticismo y se muestran ultra racionalistas
al ir construyendo conocimiento con todos
esos mitos falsos de la historia de la razón en
la que estamos zurrados siglo a siglo. Exis-
ten vías alternas a los libros para buscar la
verdad.
En una sesión de Ayahuasca, en Moche, me encontraba en trance. Eran aproximadamente las 11:00 p.m., cerca a la Huaca del Sol y de la Luna. Nuestro Maestro empezó a vestir la antigüedad de lo invisible con soplos de tabaco. Se sentía una energía como la que desprenden los árboles inmensos cuando en el plenilunio, uno se sitúa bajo ellos para llorar la culpa… Era el espíritu de la planta que nos recorría como una madre en la tras-noche, para aliviar la fiebre. Oía, sentado en la tierra con una rodilla arriba, ancestrales y melodiosos icaros de la selva y de los Andes. Buscaba curarme de los vicios, formales o no, que la civilización, cínicamente, nos inocula. Observaba, fascinado, un espectáculo lumíni-co y extrasensorial: cómo decenas de arañas multicolores en conjuntos coreográficos se me aparecían y arribaban hacia mi estómago (se dirigían obviamente al chakra esplénico, punto de energía de las emociones) trepan-do por mi muslo que simulaba una pequeña pirámide con la rodilla en la punta superior. Militarmente andaban, listas para combatir mis emociones perturbadoras, mis angustias, mis ansias, mi dolor, que ya se había vuelto físico.
Sentí la necesidad de invocar a esa especie de luz elástica pero granítica una respuesta. La humildad me embargaba y me sentía sagrado. Saqué del bolsillo un cuarzo
[ 38 ]
“Lo más asqueroso está en leer autores teóricos que prescin-den del misticismo y se mues-tran ultras racionalistas al ir construyendo conocimiento
con todos esos mitos falsos de la historia de la razón (...) Exis-
ten vías alternas a los libros para buscar la verdad.”
( (
Tranquilos, cosas más sabias se encuen-
tran en el vacío. Además, una idea que nos
parece genial no es más que nuestra propia
idea en potencia, ¿o no lo han sentido así?
La emoción por la teoría de un autor X que
nos puede llevar al fanatismo tiene su raíz
en el hecho natural de buscar dioses que nos
guíen. Pero, “dime qué altura tu dios tiene y
te diré qué altura tienes”.
Percibo, señores, que se adhieren como
lapas infatigables y destacadas sobre la
sombra de su superhéroe intelectual favori-
to, hasta viejos, para sentir que son. Y esto,
el inteligente alumnillo humanista, ingenuo
Paul Ricoeur (1913-2005). Filósofo y antropólogo francés.
Rabindranath Tagore (1861 - 1841). Filósofo, músico y principalmente escritor bengalí. Premio Nobel de Literatura.
Marshall Mcluhan (1911-1980). Filósofo y estudioso canadiense.
Mircea Eliade (1907- 1986) Historiador de las religiones, filósofo y novelista rumano.
Jorge Eduardo Eielson (1924-2006). Poeta y artista peruano.
José Watanabe (1945-2007). Poeta peruano.
blanco del tamaño de mi pulgar y me lo puse en el entrecejo, sí, sobre el tercer ojo; pedí y pedí, aunque sintiendo más que daba, con una fe que me desasía. Finalmente, la planta respondió, cito:
Tienes que amar lo que dices, porque de lo contrario, nunca dirás la verdad
¡No quiero acartonarme!; es una meta.
Este maestro espiritual es más humanista que
cualquier profesor que me haya empujado a
la vorágine de las agitaciones mentales que
me terminan consagrando con una tesis de
tema “pertinente”. A partir de tal experiencia
(la experiencia…es mi formación, la más ínte-
gra y verdadera) no tengo ninguna duda: en
la facultad de humanidades vivo una terrible
e inadvertible ilusión (aunque a veces, una
mentira).
Quizá debí quedarme callado, pero los amo.
No esperen los últimos cinco minutos de sus
viejas y muy inteligentes vidas para recién
darse cuenta que sus caminos fueron una
paporreta tridimensional. Gracias. l
[ 39 ]
Datos de apoyo
Apuntes para leer sentado en el autobús entre la puerta 3 de San Marcos y la avenida La Molina – Primera parte
I. san marcos – Pershing.
Este último año, cuando cualquier profesor deja de hablarnos, terminada su clase, y salimos del aula en grupos pequeños, tengo la sensación de estar sien-do testigo de una especie de representación, una alegoría gratuita. ¿A dónde iremos, qué haremos después, cada uno de nosotros, (benditos a la vez que malditos) estudiantes de Letras, cuando debamos salir más allá de los muros de la Ciudad Universitara? Aprovecho el poco tiempo libre para este tipo de re-flexiones. Ando con cierto apuro, pues en unos minutos más deberé ir al traba-jo: una librería en La Molina, al otro extremo de Lima. Me despido enseguida de los demás, pensando en el largo viaje que me espera.
Para llegar a La Molina debo tomar un auto-
bús desde San Marcos hasta el cruce de las
avenidas Javier Prado con La Molina. Sea por
cuestión de tiempo, o por el humor del día,
trato de evitar los conflictos con los cobrado-
res. Si termino por rendirme con mi plástico
carné de universitario, pago unos céntimos
más, o de manera bastante digna, acepto la
cordial invitación a bajar en el paradero más
cercano.
Frecuentemente me acompaño con
algunas lecturas y con un poco de música…
“Universitaria-La Marina”, “Pershing”, “Todo
Javier Prado-La Molina”.
En el trayecto, si la mirada no es inte-
rrumpida por ningún obstáculo –y la con-
ciencia no se deja apartar o atrapar por algo
más–, entonces se sigue el curso normal:
mirar al resto de personas, dentro del auto-
bús, o del otro lado de la ventana. Renace esa
exquisita atracción por lo ajeno, y la intuición
de que siempre hay algo oculto en todas
partes. La pronta presencia de un comple-
to aparato crítico-analítico-valorativo en mi
cabeza resulta inevitable.
Pero ¿y qué ocurre cuando tu mirada se
refleja en un vidrio cualquiera y tú eres lo
mirado? Sorprendido por el reflejo, uno se
encuentra siendo parte de lo ajeno. Año tras
año preparado para ver y revisar todo, menos
a ti mismo. ¿Qué hacer?
Mirar resulta una actitud fundamental. Y aunque nos encontremos con un aquí y con un allá, depende tan solo de nuestra conciencia el que determinemos qué nos resulta ajeno y qué nos resulta propio. Es imposible negar la existencia del intersticio, pero podemos enfrentar el límite, cuestionándolo, y detener-se ante él o atravesarlo. Es cuestión de saber mirar. –Una noche cualquiera, cuando la pantalla de la computadora se oscurece, al activarse el protector de pantalla, podemos ver el reflejo de nuestro rostro. Y cuando esta-mos en el autobús mirando por alguna de sus ventanas, nuestro reflejo resulta la máscara de todo lo apartado y ajeno. –Una ventana, una pantalla son espejos insospechados de lo ajeno: sea en el tiempo, sea en el espacio… el vacío del reflejo. –La conciencia actúa como una araña tejiendo su nido. La mirada es el hilo que a cada movimiento se despliega más y más. El hambre de ideas es lo que nos deja ver si en el camino se produce una belleza de tejido o un simple hilo extendido de un lugar a otro. –¿Dónde estamos nosotros?
[ 40 ]
PAULO C. PEÑA
(Lima, 1986)
Estudiante de Litera-
tura de la UNMSM.
Pertenece al grupo
cultural “Nudo de
Voces”.
¿Quién es un intelectual ahora? ¿Acaso un
mero observador? ¿Quién lo es, quién no lo
es?: ¿El profesor universitario? ¿El periodista
masivo? ¿Algún investigador-consagrado o
el especialista-en-un-tema-equis? ¿Qué se
supone que hace un intelectual? ¿Qué es
aquello que le permite serlo? El intelectual
suele ser erigido a partir de dos palabras
claves: crítica y cultura. Entonces, ¿los críticos
son intelectuales? ¿El ser culto es ser intelec-
tual? Por último… ¿el ser intelectual significa
ser (y hacer) algo distinto? La verdad es que
no existe un patrón fijo, un modelo único, una
categoría estándar, como para decidir quién
o cómo es un intelectual en la actualidad.
Asimismo, no podemos olvidamos del crea-
dor: el artista. ¿También podría contar como
intelectual, no?
El intelectual tiene la posibilidad de expresar su pensamiento. No todos los
ciudadanos la tienen, salvo, claro, la reducida
sección que nos suelen ofrecer los medios.
O tal vez, de manera más subrepticia, uti-
lizando los blogs. El intelectual dispone, en
cambio, de un espacio (sea en los medios
físicos o virtuales, sea por publicaciones, sea
por eventos) desde donde puede dialogar y
discutir con mayor comodidad sobre los temas
que le resulten pertinentes, tanto a él como a
su comunidad. Una comunidad compuesta de
colegas, de coetáneos y/o de contendientes; y
donde el conocimiento especializado resulta-
ría la primera base (más no la única) de toda
la estructura. y sin embargo, lo que termina
por ocurrir tantas veces es que al apagarse
las luces, al dejar de lado la voz impostada,
los papeles de la ponencia, todas las ideas se
quedan debajo de las sillas, olvidadas en el
abrazo de despedida, sacudidas junto con el
polvo y la pelusa de los zapatos.
Y volvemos a la duda del principio:
¿Dónde está el intelectual? ¿Cuál es su
lugar y su función? Repartir el conocimiento,
gestionar la información, concentrarse en pro-
blemas específicos son funciones útiles; pero
la preocupación por el aspecto vital de cada
sujeto, de las comunidades, es una caracte-
rística latente, que —tristemente— termina
languideciendo con el paso del tiempo.
¿Qué debería hacer un intelectual? Cultu-
ra ¿Difusor de qué cultura? Crítica ¿Crítico de
qué? La sociedad, la saciedad, la suciedad, la
sosedad, la suicidad ¿Cuáles son los límites?
alguien como un intelectual tendría que buscar que su sociedad sea más sana. No
en vano ha obtenido la capacidad (el don y/o
la maldición) de identificar las crisis (algo que
va más allá de lo material, relacionado con la
[ 41 ]
“Es necesario un sujeto crítico distinto que, sea cual sea la eti-queta que use (‘nuevo ilustra-do, ‘humanista’, ‘crítico cultu-ral’), debe entender que la vida está más allá del margen de los libros, más allá de la tibia ofi-
cina, más allá de la aprobación de sus superiores.”
( (
Por favor, retomemos. Crítica y cultura.
El intelectual. Ahora. El intelectual podría ser
identificado como la persona que elabo-ra y consolida una idea (o un conjunto de ideas) con miras a tener algún efecto sobre su comunidad. Sea esta idea a favor
o en contra del sistema que maneja la socie-
dad; sea para centrarse en un solo detalle de
la sociedad entera; sea solo para demostrar
su existencia y ya no pasar desapercibido o
sentirse inútil. Puntos claves: la comunicación
y la comunidad.
mente, sin pretensiones psicológicas; con lo
que algunos llaman alma, sin reducirlo a un
concepto meramente religioso; con ese algo
intangible, que siempre es y que no muere),
esas crisis que se forman en torno a la socie-
dad, que terminan por ser parte de la vida
cotidiana y ya no asustan a nadie, pero que
sigilosamente continúan dañando a todos:
cultivar conciencia crítica, criticar la cul-tura contaminada. No nos engañemos, que
el intelectual no es ningún superhéroe ni un
mesías, tampoco un caudillo, solo un sujeto
con saber (que, en algún sentido, es también
un tipo de poder) que pretende un cambio
de actitud en los distintos integrantes de su
propia comunidad. O eso debería.
Es necesario un sujeto crítico distinto que,
sea cual sea la etiqueta que use (“nuevo ilus-
trado”, “humanista”, “crítico cultural”), debe
entender que la vida está más allá del mar-
gen de los libros, más allá de la tibia oficina,
más allá de la aprobación de sus superio-
res. Que más que la simple acumulación de
datos, desde una sola dirección vertical (de
arriba hacia abajo), este sujeto crítico debe
estimular la libertad de la imaginación, del
intelecto creativo, de la subjetividad rescata-
da: una lucha contra el atosigamiento de la
cifra, la desaparición de los ideales, la indife-
rencia de las grandes mayorías. En suma, una
mayor preocupación por el entorno en el que
se encuentra aprovechando las herramientas
con las que cuenta.
Porque esta realidad que nos rodea está armada a partir de apariencias, simulacros y sustitutos. De allí que no exista
el equilibrio y armonía que necesitamos. De
allí que sigamos sin respuestas para noso-
tros mismos, para nuestra(s) historia(s), para
nuestra(s) vida(s).
Estamos en una caída constante, dentro
de un hoyo de mentiras y falsas ilusiones.
Nuestros ojos son las presas, para que lo
sean después nuestras conciencias y al final
nuestras vidas. Desvelar las mentiras que nos rodean, con un revisionismo despia-dado, entrando a los espacios más insólitos
e imprevisibles, y a través de ello revelar eso
que tanto temen muchos.
En la actualidad, sinceramente, hay
pocos, y si los hay, están a la sombra, obliga-
dos por las “circunstancias”, con un trabajo
callado, casi desapercibido, tan invisible que
termina por volverse inexistente.
[ 42 ]
“El vínculo se da cuando se for-ma, y existe, una identificación entre el sujeto que observa y el objeto observado. Cuando hay una participación del sujeto, cuando su mirada se posa en el objeto, y ambos pasan a ser
parte de un mismo fenómeno.”
( (
II. Pershing – Vía Expresa.
Javier Prado siempre ha sido un lugar presen-
te en varios momentos de mi vida. Para ir al
colegio con mis hermanos. Para ir a visitar a
alguien en especial. [Los espacios se] delimitan
en sus dos dimensiones: a. Como lugares físicos.
Definidos en su materialidad (…) b. Como espacios
“practicados” o simbólicos”. Es decir, el sentido
que adquieren los lugares físicos al ser recorridos,
resemantizados por los actores. Por ejemplo, una
calle es, en principio, un [sic] vía de comunicación
al interior de una ciudad; se entrecruza con otras
y forman así una red de tránsito. Sin embargo,
adquiere significados diversos para los transeúntes,
más allá de esa función, ya sea como espacio co-
mercial, de recreación, de reunión política, o “po-
pular”, “burguesa”, de bohemia, etc. (Del Águila,
Alicia. Callejones y mansiones, Lima, Fondo
Editorial PUCP, 1997. pp. 28-29). No en vano
es una de las principales avenidas de Lima,
pues como parte del cinturón vial de la ciudad
conecta las zonas este y oeste: La Molina y el
Callao. La mayoría de la población circula por
allí a diario, (hu)yendo de un lugar a otro. Por
ello, los contrastes saltan a la vista: mientras
que en un carril avanza temerariamente la
custer, en la otra dirección, detenida por el
tráfico, la camioneta 4x4 se derrite en su pro-
pio calor; entre la atenta (acechante) mirada
de los ambulantes que esperan vender algo
de lo suyo, se pueden ver hermosas casonas
construidas hace más de medio siglo; y si por
un lado marchan los peatones, confundidos
con los árboles y los tachos de basura, por
otro lado se dejan contemplar los grandes
edificios espectaculares.
La historia no está en el conjunto de imágenes (pues éstas son un mero registro de ella), está en el vínculo creado entre el sujeto y las imá-genes. Así, un álbum de fotos, con todas sus fotos conservadas, oculto entre viejas bolsas de plástico, dentro de un armario gigantes-co, no logra ser la historia. Las fotos por sí solas tampoco lo son, tal vez, a lo mucho, son souvenirs del pasado. Y si no existe un minúsculo vínculo de un alguien con aquellas imágenes estáticas, entonces, no hay ninguna historia. Que sea uno el dueño del álbum y
[ 43 ]
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
el coleccionista de las fotos tampoco asegura nada. – El vínculo se da cuando se forma, y existe, una identificación entre el sujeto que observa y el objeto observado. Cuando hay una participación del sujeto, cuando su mira-da se posa en el objeto, y ambos pasan a ser parte de un mismo fenómeno. Así pues, cuan-do alguien compra fotos viejas de completos desconocidos, motivado por un fuerte interés de su interior, resulta tener una historia mu-cho más sólida con esas imágenes, que la que se da entre la foto del famoso en el periódico y el lector ocasional que logra fijarse en ella. – Cuando pretendemos revisar una historia, lo que estamos haciendo, más que fijarnos en el registro, es más bien volver a fijarnos en aquel vínculo y en cada uno de sus detalles.
Consideraciones previas.
El análisis: cultura de conflictos o conflic-tos culturales. Al hablar de la avenida Javier
Prado puede pensarse en llamativas construc-
ciones de distinta naturaleza, en una endia-
blada congestión vehicular, en la ineludible
ruta del día a día. Y sin embargo, cuando
nos referimos a ella como aquel lugar donde
podemos encontrar una variopinta represen-
tación de las visiones que hay de nuestro(s)
tiempo(s) (pasado-presente-futuro), más de
uno se siente confundido: ¿Se habla de la
misma avenida? Sí. ¿Acaso toda la avenida
tiene en su berma central una hilera de rejas,
de árboles o de avisos publicitarios? No.
Si nos percatamos con mayor atención,
del lado de San Isidro, “el corazón financie-
ro de Lima”, la “comunidad internacional”,
entre Pershing y Paseo Parodi, podemos ver
en esa misma berma esculturas, instalacio-
nes, estatuas, que ubicadas donde están han
podido pasar desapercibidas, miles de veces,
quién sabe, pero que son, créase o no, claras
manifestaciones de una forma de concebir, no
solo de índole estética y meramente conme-
morativa, sino también ética y política, de una
sociedad, y que pretenden destacar distintos
momentos en la historia de ella. ¿Es posible
que la revisión de un espacio así de público
nos pueda otorgar algunas de las principales
características de la actual comunidad lime-
ña, en todas sus manifestaciones? ¿Qué nos
pueden decir de nosotros mismos (que es casi
igual que decir “nosotros otros”) todos esos
monumentos?
Lo analizado: los monumentos. Cuando te
enfrentas a un objeto estético como lo es un
monumento, lo primero que debe interesar-
te, más que las dimensiones de la obra o la
[ 44 ]
“Empiezan a rondar las dudas alrededor de uno: estas ideas,
que ahora se presentan tan im-punemente, ¿estaban en mí y
yo vengo a posarlas sobre estos monumentos? o ¿estaban en
los monumentos desde un principio y yo vengo a descu-
brirlas recién?”
( (
Reflexiones a partir de los monumentos de la avenida Javier Prado.
En los inicios de los ’90 el espacio público limeño
entró en un proceso de transformación que no se
detiene hasta hoy. Parques y plazas fueron to-
mados como espacios para la representación de
identidades en construcción. Monumentos y piletas
hicieron visible, a través de estéticas diversas, la
pluralidad cultural de la metrópoli limeña. (VV.
AA. Post-ilusiones, Lima, Fundación Augusto
Wiesse, 2006, pp. 100)
fama del escultor, es el efecto que produce en
uno el descubrimiento de la relación que se
establece entre la representación y lo repre-
sentado, es decir, la conexión entre el mate-
rial y la idea. Para esto hay que reparar en
la forma de la figura, el tipo de material, la
composición lograda y el entorno. Si resulta,
no será necesario que nos lo indiquen o a lo
mucho bastará que sea una sola vez, con un
letrero, una placa, una pequeña inscripción.
Si no resulta, deberán señalarlo de diversas
maneras, hasta poder construirnos la rela-
ción y así convencernos. Pero claro, señalarlo
constantemente sería algo muy obvio, así que
la mayoría de veces se prefiere dejar de dar
la indicación y que el monumento quede ex-
puesto al público; y pobre de aquél que dude
o critique, se le tildará de insensible o de
inepto, incapaz de ver la tan ansiada relación
entre el material y la idea. No se puede omitir
que es una mirada en un momento deter-
minado, es así que la historia no puede ser
ignorada. Todos podemos mirar (no desde el
mismo lugar) pero no siempre de la misma manera.
El analista: el sujeto crítico. Una vez frente
a cada uno de estos objetos, cuando se
piensa que no será cosa difícil escribir unas
cuantas líneas, que las palabras fluirán con
naturalidad, que tanto apunte recogido y tan-
to dato reciclado servirán de algo, empiezan
a rondar las dudas alrededor de uno: estas
ideas, que ahora se presentan tan impune-
mente, ¿estaban en mí y yo vengo a posarlas
sobre estos monumentos? o ¿estaban en los
monumentos desde un principio y yo vengo
a descubrirlas recién? Pensar que una duda
así es capaz de interrumpir todo un trabajo
de meses por la misma cantidad de meses (e
incluso superar esa cantidad) y terminar por
atosigarlo, a aburrirlo, a arrepentirse de es-
coger un tema así de enrevesado. Saltando el
drama, el aparente gran problema se desha-
ce prontamente, si uno se pone a pensar en
el tipo de dinámica que se da cuando hay un
enlace entre el analista y lo analizado: ambos
pueden existir por separado, pero la conexión
solo se da cuando se encuentran ambos ex-
tremos. Entonces, las ideas no podían apa-
recer más que en un solo instante: cuando
estuviera frente a los monumentos. Podría
cargar ideas parecidas, pero no las mismas
ideas que ahora exhibo. Alguien más podría
pensar en un tema semejante al ver aquellos
monumentos, pero no lo hubiera acondicio-
nado y expuesto de la misma manera que yo.
Faustino sánchez Carrión. Aparentemente,
eso es un monumento. Es solo un cubo de
concreto, no carga ninguna figura; se espera-
ría tal vez un busto, pequeño siquiera, o a lo
mucho una placa de bronce. Pero no, nada de
eso, solo un jardín bien conservado alrede-
dor. Veo las letras adheridas al concreto. La
palabra “República” tiene las letras torcidas,
[ 45 ]
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
va en contra de todas las demás (“JoSE FAUS-
TINO SANCHEZ CARRION FUNDADOR DE
LA REPUBLICA”), como si fuera una especie
de vandalismo a la inversa: es decir, desde
el poder central y no de la periferia. Lo que
produce este efecto es un cambio de tono en
la expresión, aparece la duda o el sarcasmo.
Quién sabe, tal vez todo sea culpa de un
descuido municipal, pero aún así las ideas
que tengo no resultan caducas vistas de una
perspectiva más abierta: ¿No está el prócer1
(como fundador de la república) porque ya no
existe la necesidad de representarlo? Lo que
podría denotar un fenómeno pesimista: no
está porque no hubo una verídica indepen-
dencia y que por ende, en la actualidad, no
existe ninguna auténtica república.
Pachatusan. Un Apu2 en medio de una ave-
nida. ¿Qué quieren decirnos con esto? Inerte:
como un indeseable huevo de ave roc, como
el descubierto cráneo de un tiranosaurio rex,
como un prominente fragmento de descolo-
rida oquedad. ¿Es acaso una pieza más de
un museo de lo inusitado y exótico? Es una
representación actual del pasado (en este
caso, las reminiscencias a la cultura andina
resultan obvias) y ahora esto es el pasado
para muchos: algo muy pesado, prominente,
pero desde ya vacío; ubicado en un montículo
artificial, agraciado adorno moderno; auspi-
ciado, bien protegido y cuidado, pero sin sen-
tido. Tal como ocurre en muchos casos más:
como el sentirse bien por detener y reprender
a aquellos que pintan en paredes precolom-
binas y no preocuparse más por lo que pueda
suceder, como cuando se viaja cada Semana
Santa a las ciudades del interior solo por el
mero hecho de despertar con la resaca en
una esquina cualquiera; como el sentir orgu-
llo y amor por este país al hacer click con el
mouse y votar por Machu Picchu en Internet.
¿De qué sirve celebrar tanto un pasado que al
fin y al cabo nos resulta desconocido, que no
hemos aprendido a valorar, que no sabemos
de lo valioso de su significado? ¿Acaso no
resulta más cruel actuar así?
Una cruz con herramientas sobre una pirámide trunca. Suena a imagen surrealis-
ta, pero en verdad es así. Desde un principio
me pareció el monumento más llamativo de
todos. La cruz carga una pequeña urna de
vidrio donde está encerrado el corazón de
Cristo, entrelazadas por detrás hay una pe-
queña escalera y un par de lanzas. Debajo de
todo hay una especie de huaca, una pirámi-
de trunca efectivamente, armada a partir de
baldosas pintadas de rojo (imitando el orden
de los adobes), es casi como el silencioso
cimiento sobre el cual se sostiene el conjunto.
¿Una alegoría del aparente predominio del
catolicismo sobre la cultura precolombina?
Pero con qué consecuencias: el cambio y la
adaptación del uno con el otro para poder al-
bergarse. Eclecticismo. La proximidad es una
[ 46 ]
1. Cuadras más atrás,
en la avenida que
lleva su nombre, la
Municipalidad de Jesús
María ha instalado un
letrero en la berma
central, logrando
combinar el color de
las letras con el de la
tierra y de los árboles.
Las palabras son de
Sánchez Carrión y
dicen: “La libertad es
mi ídolo y lo es del
pueblo…”.
2. Un Apu viene a
ser una especie de
divinidad andina de
las montañas, el cual
al ser venerado por los
pobladores cercanos,
tras una ceremonias
de pago, les brindará
protección.
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
calidad que, para la constitución de un todo,
en muchas ocasiones, puede ser más determi-
nante que la semejanza. Si Tongo o Juaneco
tocan en discotecas “exclusivas”, si la cum-
bia suena en todas partes, si ya más de uno
se asquea de las expresiones racistas en los
medios, de por sí no podemos sentenciar que
ya todo está arreglado, que se ha consolidado
una armoniosa homogeneidad. A lo mucho
estamos aprendiendo a aceptar la convivencia
con alguien diferente. Lástima que no sea así
en todas partes y en otros aspectos…
rumiñahui. Una estatua. Guayasamín, el
gran maestro ecuatoriano, ha sido su autor3.
Más parece un Ultraman dorado. Como si
el estar fuera de sitio o fuera de foco fuese
una condición normal (¿cuándo alguno de
nosotros no se ha sentido así?) : la estatua
con su brillo no hace más que evidenciar su
desencanto. Los automóviles cruzan veloz-
mente a cada uno de sus costados, los pea-
tones temen ser atropellados, se preocupan
por la hora que aún no es o que ya ha sido,
van de esquina a esquina. Nadie se fija en
Rumiñahui. ¿Acaso no se siente nadie atraído
porque la identificación entre la obra y los
espectadores no se ha dado? El recuerdo sirve
para mantener las cosas entrelazadas, las dis-
tancias se hacen estrechas, existe un sentido.
Lo mismo pretende el héroe del pasado (ese,
el del imperio perdido), servir como el ente
vinculador del presente: más aún entre países
que fueron enemigos alguna vez. Pero aquel
pasado semimítico, elegido casi siempre como
nuestro elemento más original, ¿resulta ser
el único válido? y si no es así, ¿cuál es el que
nos queda? Siempre han existido (y seguirán
existiendo) los intentos de homogenizar nues-
tro presente a partir de un único pasado, de
un único camino idealizado.
roque sáenz Peña. Un pedestal bastante
alto. Los ambulantes descansan en la base
del pedestal. él es uno de los héroes de una
guerra perdida pero siempre celebrada. Es allí
el lugar idóneo para esperar el cambio de lu-
ces, ambos carriles de la avenida están más al
alcance. Los ambulantes se alistan para cada
una de sus batallas personales, por conseguir
algo con lo cual seguir sobreviviendo en esta
[ 47 ]
3. Por motivo de la
firma del tratado de
paz entre Perú y Ecua-
dor el monumento fue
donado por el mismo
Guayasamín poco
antes de su muerte.
En el año 2000 fue
inaugurado.
Foto
graf
ía:
Luis
Cue
vaFo
togr
afía
: C
hris
tian
Vale
ra
ciudad hostil. Por más que se coloquen avisos
de multa por el comercio ambulatorio, por
más que los serenazgos los agarren a gol-
pes, ellos continuarán. Si son ignorados por
el sistema oficial, es obvio que ellos también
terminarán por ignorarlo. La espada de Sáenz
Peña pasa desapercibida por completo. Los
nombres tallados en el mármol se llenan de
polvo, comienzan a borrarse, son olvidados.
Se vuelve más valioso el graffiti clandestino
sobre aquel mismo mármol. ¿Acaso nadie
quiere verlo como nadie, desde hace años,
quiere fijarse en los ambulantes?
Las flores de Ilaria. Ofertado al mejor pos-
tor, Paseo Parodi ha sufrido una ignominia.
La municipalidad buscó capital privado para
colocar esta pileta. La imposición de unos
cuantos afectó a la vida de todos: el recurren-
te ex-nihilo se impone sobre nuestra historia,
así, de la nada. y se supone que esta pileta es
un ramo de flores y que —siendo debidamen-
te auspiciada por una joyería— deberá termi-
nar en la forma de una pulsera o algo pare-
cido. ¿Es esta la modernidad que se quiere?
¿Es este el futuro que nos espera? Las flores
y la pulsera representan órdenes distintos; y
si de manera violenta se pretende reunirlas lo
que se conseguirá será un bodrio, una espe-
cie de frankestein brillante y con mayólicas, es
decir, más artificial que nunca. Algunas voces
hablan de la naturaleza híbrida de nuestra(s)
cultura(s). Si la tan deseada modernidad no
se realiza de una manera más acorde con la
comunidad entera quedará tal como las flo-
res de Ilaria: una obra en honor a lo deforme,
a lo torcido, a lo postizo.
III. Vía Expresa – La molina
Los carros avanzan poco a poco, casi dudan-
do, como si fuese un pecado el querer llegar
a la siguiente esquina. En diez cuadras puedo
oír más de cinco canciones seguidas —con
[ 48 ]
Foto
graf
ía:
Chr
istia
n Va
lera
Foto
graf
ía:
Sant
iago
Puy
o
un promedio de 3 a 5 minutos cada una—,
mientras que la misma cantidad de canciones
sirvió en el trayecto de San Miguel a Jesús
María. Así pues, llegar a Javier Prado con la
Vía Expresa resulta, en muchas ocasiones,
una experiencia sobrecogedora. Así, más del
80% de las personas de Lima Central que trabaja,
lo hace en la misma Lima Central. Ello, aunado al
hecho que esta zona es la que concentra la gran
mayoría de servicios, explica el porqué un lime-
ño clásico promedio no ha tenido hasta ahora la
necesidad de “darse una vuelta” por alguna de las
“Limas” Conurbanas. (…) Como se dejara entrever
anteriormente, en los últimos años el limeño clási-
co ha vivido encerrado en un “ghetto” delimitado
fundamentalmente por dos ejes viales principales,
la Vía Expresa de norte a sur y la avenida Javier
Prado de este a oeste. (Arellano, Rolando. Lima: Ciudad de los Reyes, los Chávez y los Quispe,
Lima, Arellano márketing, 2007, pp. 143). y
más aún, cuando todavía falta aproximada-
mente media hora de viaje… l (continuará...)
[ 49 ]
Pachatusan. Denominación de uno de los apus tutelares del Cusco. La escultura fue realizada por el artista plástico
peruano Carlos Oliva.
Rumiñahui. Guerrero inca, defensor en el sitio a la fortaleza de Sacsayhuaman.
oswaldo Guayasamín (1919-1999). Pintor y escultor ecuatoriano.
Roque Sáenz Peña. Militar argentino que apoyó al ejército peruano durante el conflicto del Pacífico con Chile.
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EL CoLLagE
lo importante es saber qué hay que observar
an
am
orfo
sisana
morfosis
anamorfosis es nuestra sección de rescate: en ella buscamos salvar del olvido (si
es que acaso se puede) algún texto que por
su particularidad o su enfoque se muestre no
solo “curioso”, sino rico en significación: un
texto que sea más de lo que virtualmente es.
“Adrián Marroquín Salazar “Cuando canto el alma de Mariano Melgar se apodera de mí” Reencarnación o sugestión?”, en nuestra opi-
nión, cumple con estas características.
y es que textos así—aparentemente inocentes,
casi ridículos— son los que transparentan (a
veces de manera obscena) el ritmo interno de
nuestra vida diaria, individual y colectiva. Es en
esos textos “raros” o “impertinentes”, común-
mente soslayados, que pretendemos redescu-
brir las relaciones entre los hechos que inte-
gran la historia. Hacer una verdadera revisión,
para poder encontrar, quizás, algunas de las
claves de nuestro presente.
Adrián Marroquín Salazar: “Cuando canto el alma de Mariano Melgar se apodera de mí” Reencarnación o sugestión?
La entrevista fue realizada por Óscar Vargas
Romero y apareció publicada en la revista eso-
térica “Zandrox en Cuarta Dimensión” en el
número 2, con fecha de diciembre de 1973.
El director de la misma era el otrora astrólo-
go más famoso del Perú: Pedro Paradizo (Zan-
drox).
En la entrevista, disimuladas sutilmente entre
sus líneas, podemos encontrar declaraciones
sobre la identidad y sobre la historia naciona-
les; reflexiones que, sospechosamente, se ade-
cuaban a las doctrinas del, entonces vigente,
Gobierno Revolucionario de las FF. AA., con
el general Juan Velasco Alvarado a la cabeza.
¿Ironías de la historia?
Brindamos una versión escaneada, porque
ofrecer solo el texto transcrito sería una trai-
ción, mejor que la entrevista se muestre y que
sea el lector el que en último término decida.
[ 53 ]
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