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Estado-nacin, desarrollo y globalizacin Aldo Ferrer 1 Introduccin Los avances del conocimiento y la tecnologa profundizan y transforman incesantemente la produccin, las inversiones, el comercio y las comunicaciones transnacionales. Su impacto es tan intenso que las relaciones internacionales se encuadran actualmente en el vocablo globalizacin; vale decir, los vnculos de escala planetaria entre culturas, sociedades y pases, los cuales influyen decisivamente, al mismo tiempo, en el comportamiento de las personas y en la construccin del tejido social y econmico dentro de un mismo Estado- nacin. En el pasado, el Estado fue el principal instrumento de la construccin de las naciones dentro de los propios espacios territoriales. ¿CuÆl es la situacin, ahora, cuando la globali- zacin transpone las fronteras nacionales y modifica radical- mente las funciones polticas y organizadoras que cumple el Estado dentro de cada pas? El interrogante alcanza a todos los pases que integran el orden mundial contemporÆneo, pero estas reflexiones se refieren a nuestro campo primario de interØs, que es el anÆlisis de las relaciones entre el Estado- nacin, el desarrollo y la globalizacin en AmØrica latina. O, interrogando de otro modo: ¿que responsabilidades les com- peten a los Estados nacionales latinoamericanos en la pro- mocin del desarrollo econmico y social, dada la globaliza- cin y sus tendencias actuales y previsibles a futuro? La cuestin no es nueva para el pensamiento latinoame- ricano. Para referirnos solo a la experiencia contemporÆnea, recordemos que el enfoque estructuralista, desarrollado bajo el liderazgo de Raœl Prebisch, Celso Furtado y otros pensa- dores de nuestros pases, desde hace mÆs de medio siglo se ocupa, precisamente, de las mismas cuestiones. Desde esa matriz para abordar las relaciones entre el desarrollo latino- americano y la globalizacin es como conviene analizar la cuestin de los roles del Estado-nacin en las condiciones contemporÆneas. A tales fines, es preciso aclarar, en primer tØrmino, en quØ consisten la globalizacin y el desarrollo, porque, como deca Epicuro, lo que confunde a los hombres no son las cosas sino lo que piensan de ellas. La globalizacin Constituye un sistema de redes en las cuales se organizan el comercio, las inversiones de las corporaciones transnaciona- les, las corrientes financieras, el movimiento de personas y la circulacin de informacin que vincula las diversas civili- zaciones. Es, asimismo, el espacio del ejercicio del poder dentro del cual las potencias dominantes prevalecen en el despliegue de las redes de la globalizacin y, al mismo tiem- po, establecen las reglas del juego que articulan el sistema planetario. En la actualidad, los rganos reguladores del sis- tema, como la Organizacin Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el rØgimen de propie- dad intelectual privilegian los intereses de las potencias dominantes. Uno de los principales mecanismos de la domi- nacin radica en la construccin de teoras y visiones que son presentadas como criterios de validez universal pero que, en realidad, son funcionales para los intereses de los pases centrales. Las redes de la globalizacin abarcan actividades que transponen las fronteras nacionales. Su peso relativo en el conjunto de la economa mundial ha crecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las actividades que se desarrollan dentro de cada espacio nacional constituyen la inmensa mayora de la actividad econmica y social. Las exportaciones representan el 20% del producto mundial, del cual, el 80% se destina a los mercados internos. Las filiales de empresas transnacionales generan alrededor del 10% del producto y de la acumulacin de capital fijo en el mundo, lo que indica que 90% del producto se realiza por parte de empresas locales y que otro tanto de las inversiones se finan- cia con el ahorro interno. Las personas que residen fuera de sus pases de origen representan el 3% de la poblacin mundial, vale decir, que el 97% de los seres humanos habitan en los pases en los cuales nacieron. En el plano real de los recursos, la produccin, la inver- sin y el empleo, el espacio interno tiene un peso decisivo. Sin embargo, en la esfera virtual de las corrientes financieras y de la informacin, la dimensin global es dominante y contribuye a generar la imagen de que se habita en una aldea global sin fronteras. Segœn ella, los acontecimientos estaran determinados por el impacto de las nuevas tecnologas y, por lo tanto, por fuerzas ingobernables e incorregibles por la accin pœblica o de organizaciones de la sociedad civil. Una de las expresiones de esta postura es la teora de las expec- 1 Doctor en ciencias econmicas y profesor de la Universidad de Buenos Aires, Argentina 58

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Estado-nación, desarrollo y globalizaciónAldo Ferrer1

IntroducciónLos avances del conocimiento y la tecnología profundizan ytransforman incesantemente la producción, las inversiones,el comercio y las comunicaciones transnacionales. Su impactoes tan intenso que las relaciones internacionales se encuadranactualmente en el vocablo globalización; vale decir, losvínculos �de escala planetaria� entre culturas, sociedadesy países, los cuales influyen decisivamente, al mismo tiempo,en el comportamiento de las personas y en la construccióndel tejido social y económico dentro de un mismo Estado-nación.

En el pasado, el Estado fue el principal instrumento de laconstrucción de las naciones dentro de los propios espaciosterritoriales. ¿Cuál es la situación, ahora, cuando la globali-zación transpone las fronteras nacionales y modifica radical-mente las funciones políticas y organizadoras que cumple elEstado dentro de cada país? El interrogante alcanza a todoslos países que integran el orden mundial contemporáneo, peroestas reflexiones se refieren a nuestro campo primario deinterés, que es el análisis de las relaciones entre el Estado-nación, el desarrollo y la globalización en América latina. O,interrogando de otro modo: ¿que responsabilidades les com-peten a los Estados nacionales latinoamericanos en la pro-moción del desarrollo económico y social, dada la globaliza-ción y sus tendencias actuales y previsibles a futuro?

La cuestión no es nueva para el pensamiento latinoame-ricano. Para referirnos solo a la experiencia contemporánea,recordemos que el enfoque estructuralista, desarrollado bajoel liderazgo de Raúl Prebisch, Celso Furtado y otros pensa-dores de nuestros países, desde hace más de medio siglo seocupa, precisamente, de las mismas cuestiones. Desde esamatriz para abordar las relaciones entre el desarrollo latino-americano y la globalización es como conviene analizar lacuestión de los roles del Estado-nación en las condicionescontemporáneas. A tales fines, es preciso aclarar, en primertérmino, en qué consisten la globalización y el desarrollo,porque, como decía Epicuro, lo que confunde a los hombresno son las cosas sino lo que piensan de ellas.

La globalizaciónConstituye un sistema de redes en las cuales se organizan elcomercio, las inversiones de las corporaciones transnaciona-

les, las corrientes financieras, el movimiento de personas yla circulación de información que vincula las diversas civili-zaciones. Es, asimismo, el espacio del ejercicio del poderdentro del cual las potencias dominantes prevalecen en eldespliegue de las redes de la globalización y, al mismo tiem-po, establecen las reglas del juego que articulan el sistemaplanetario. En la actualidad, los órganos reguladores del sis-tema, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), elFondo Monetario Internacional (FMI) y el régimen de propie-dad intelectual privilegian los intereses de las potenciasdominantes. Uno de los principales mecanismos de la domi-nación radica en la construcción de teorías y visiones queson presentadas como criterios de validez universal pero que,en realidad, son funcionales para los intereses de los paísescentrales.

Las redes de la globalización abarcan actividades quetransponen las fronteras nacionales. Su peso relativo en elconjunto de la economía mundial ha crecido desde el fin dela Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las actividades quese desarrollan dentro de cada espacio nacional constituyenla inmensa mayoría de la actividad económica y social. Lasexportaciones representan el 20% del producto mundial, delcual, el 80% se destina a los mercados internos. Las filialesde empresas transnacionales generan alrededor del 10% delproducto y de la acumulación de capital fijo en el mundo, loque indica que 90% del producto se realiza por parte deempresas locales y que otro tanto de las inversiones se finan-cia con el ahorro interno. Las personas que residen fuera desus países de origen representan el 3% de la poblaciónmundial, vale decir, que el 97% de los seres humanos habitanen los países en los cuales nacieron.

En el plano real de los recursos, la producción, la inver-sión y el empleo, el espacio interno tiene un peso decisivo.Sin embargo, en la esfera virtual de las corrientes financierasy de la información, la dimensión global es dominante ycontribuye a generar la imagen de que se habita en una aldeaglobal sin fronteras. Según ella, los acontecimientos estaríandeterminados por el impacto de las nuevas tecnologías y, porlo tanto, por fuerzas ingobernables e incorregibles por laacción pública o de organizaciones de la sociedad civil. Unade las expresiones de esta postura es la teoría de las expec-

1 Doctor en ciencias económicas y profesor de la Universidad de Buenos Aires, Argentina

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tativas racionales, según la cual los actores económicosanticipan e inhiben las decisiones del Estado que pretendeninterferir en el funcionamiento natural de los mercados. Estaimagen fundamentalista de la globalización es funcional paralos intereses de los países y de los actores económicos queejercen posiciones dominantes en el orden global. En reali-dad, la aparente ingobernabilidad de las fuerzas operantes enel seno de la globalización no obedece a fenómenos supues-tamente indominables, sino a la desregulación de los merca-dos, que es una expresión transitoria del comportamiento delsistema mundial.

El desarrolloLa globalización no ha cambiado la naturaleza del proceso dedesarrollo económico. Este continúa descansando en la ca-pacidad de cada país de participar en la creación y difusiónde conocimientos y tecnologías y de incorporarlos en elconjunto de su actividad económica y de las relacionessociales. El desarrollo económico sigue siendo un procesode transformación de la economía y la sociedad, fundado enla acumulación de capital, conocimientos, tecnología, capa-cidad de gestión, organización de recursos, educación ycapacidades de la fuerza de trabajo y de estabilidad y per-meabilidad de las instituciones, dentro de las cuales, la so-ciedad transa sus conflictos y moviliza su potencial de recur-sos. El desarrollo es acumulación en este sentido amplio yla acumulación se realiza, en primer lugar, dentro del espaciopropio de cada país. Los países se construyen desde dentrohacia afuera y no a la inversa, como proponen la visión yestrategia neoliberales.

El desarrollo implica la organización y la integración de lacreatividad y de los recursos de cada país para poner enmarcha los procesos de acumulación en sentido amplio. Elproceso es indelegable en factores exógenos, que, libradosa su propia dinámica, solo pueden desarticular un espacionacional y estructurarlo en torno de centros de decisiónextranacionales y, por lo tanto, frustrar los procesos de acu-mulación, es decir, el desarrollo. Un país puede crecer yaumentar la producción, el empleo y la productividad de losfactores, impulsado por agentes exógenos, como sucedió conArgentina y en otros países latinoamericanos en la etapa dela economía primaria exportadora, del llamado crecimientohacia fuera. Pero puede crecer sin desarrollo, es decir, sincrear una organización de la economía e integración socialcapaz de movilizar los procesos de acumulación inherentesal desarrollo. O, dicho de otro modo, sin incorporar los co-nocimientos científicos y sus aplicaciones tecnológicas en elconjunto de su actividad económica y social.

Las relacionesLa globalización y el desarrollo económico de cada paísguardan estrechas relaciones. La globalización ofrece opor-tunidades como, por ejemplo, la ampliación de los mercados

o el acceso a inversiones y tecnologías. Pero plantea tambiénriesgos y amenazas. La globalización no es, en sí misma,buena o mala. Su influencia en el desarrollo de cada paísdepende de las vías por las cuales él mismo se vincula a lasredes de la globalización; por ejemplo, en el comercio inter-nacional, a través del estilo de vinculación con la divisióninternacional del trabajo. El desarrollo requiere que las expor-taciones e importaciones guarden un equilibrio entre suscontenidos de tecnología y valor agregado para permitir quela estructura productiva interna pueda asimilar y difundir losavances del conocimiento y la tecnología.

En relación con las inversiones de filiales de empresastransnacionales, es preciso que su presencia no debilite lascapacidades endógenas de desarrollo tecnológico ni despla-ce al capital nacional a las áreas marginales menos rentablesy con menor poder de acumulación. Como recordaremos másadelante, la experiencia internacional revela que la inversiónprivada directa extranjera es útil cuando se inserta en unaeconomía con una alta tasa de ahorro interno transformadoen inversión por protagonistas nacionales privados y públi-cos. En todos los países más exitosos, como en el caso actualde China, Taiwán o Corea, el desarrollo es liderado por losrespectivos estados y empresarios locales, no por la inver-sión extranjera que solo contribuye al desarrollo, es decir, ala acumulación en sentido amplio, cuando es complementa-ria, no sustitutiva, de la inversión nacional. A su vez, el finan-ciamiento del crédito externo debe ser consistente con lacapacidad de pagos externos y el equilibrio macroeconómicoen un sendero de desarrollo sostenible y sustentable.

En resumen, las consecuencias de la globalización, desdela perspectiva de cada país, radican en el estilo de inserciónen el orden global o, dicho de otro modo, en la calidad delas respuestas a los desafíos y oportunidades de la globali-zación.

En el transcurso de los últimos doscientos años, las asi-metrías crecientes en el desarrollo económico de los paísesresultan del ejercicio del poder por las potencias dominantes,pero, en última instancia, dependen de la aptitud de cadasociedad para participar en las transformaciones desencade-nadas por el avance de la ciencia y de sus aplicaciones tec-nológicas. En este último sentido puede decirse que cadapaís tiene la globalización que se merece.

El ejercicio efectivo de la soberanía es un requisito paraque un país pueda dar respuestas propias al escenario glo-bal. En el pasado, los países subordinados a la condicióncolonial estuvieron sujetos a las decisiones de sus metrópo-lis y su estilo de inserción con el orden global respondió alos intereses de las mismas. Pero aún en situaciones dedependencia colonial, como, por ejemplo, en las treces colo-nias británicas de América del norte o en los dominios britá-nicos de Canadá y Australia, por sus propias condicionesinternas y estilo de vinculación con la metrópolis, fueronposibles respuestas a la globalización compatibles con el

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desarrollo y la acumulación en esos territorios, antes de suindependencia. En sentido contrario, países soberanos comolos de América latina, que conquistaron su independencia enlos albores de la Revolución Industrial a principios del sigloXIX, desde entonces hasta ahora no lograron erradicar elatraso y generar respuestas a los desafíos y oportunidadesde la globalización consistentes con su propio desarrollo.

Las respuestasEl orden global proporciona un marco de referencia para eldesarrollo de cada país. Pero la forma de inserción en sucontexto externo depende en, primer lugar, de factores endó-genos, propios de la realidad interna del mismo país. La his-toria del desarrollo económico de los países, vale decir, de laeficacia de sus estados nacionales, puede relatarse en tornode la calidad de las respuestas a los desafíos y oportunida-des de la cambiante globalización a lo largo del tiempo. Esteenfoque es aplicable, por ejemplo, al estudio de la formaciónde las economías de los países de América latina y, por lotanto, de la eficacia de los estados nacionales como marcode referencia y promotor de los procesos de acumulación ensentido amplio.

¿Cuáles son, entonces, los factores endógenos que deter-minan aquellas respuestas? ¿Qué circunstancias determinanel éxito, vale decir, el desarrollo? El análisis comparado decasos exitosos1 contribuye a responder a tales interrogan-tes. La muestra incorpora países que, al inicio de su despe-gue, estaban relativamente atrasados respecto de la econo-mía y potencia líder de la época; en el transcurso del SegundoOrden Mundial durante el siglo XIX, a países grandes (Esta-dos Unidos, Alemania y Japón) y pequeños (Suecia y Dina-marca), que estaban rezagados respecto de la potencia hege-mónica al principio del período: Gran Bretaña. En la segundamitad del siglo XX, los tres casos probablemente más nota-bles son la República de Corea, Malaisia y la provincia chinade Taiwán, que figuraban entre los más atrasados al concluirla Segunda Guerra Mundial.

La muestra abarca dos épocas distintas de la globaliza-ción y países muy diferentes por la dimensión de su territorioy población, disponibilidad de recursos naturales, tradicióncultural y organización política. Sin embargo, en todos loscasos se verifica la existencia de condiciones endógenas,internas, necesarias, que resultaron decisivas para que esospaíses generaran progreso técnico y lo difundieran e integra-ran en su tejido productivo y social, vale decir, para poner enmarcha procesos de acumulación en sentido amplio inheren-tes al desarrollo. Este conjunto de circunstancias endóge-nas, insustituibles y necesarias al desarrollo pueden resumir-se en el concepto de densidad nacional.

La densidad nacionalEntre esas condiciones figuran la integración de la sociedad,liderazgos con estrategias de acumulación de poder fundado

en el dominio de las cadenas de valor y la movilización de losrecursos disponibles dentro del espacio nacional, la estabi-lidad institucional y política de largo plazo, la vigencia de unpensamiento crítico no subordinado a los criterios de loscentros hegemónicos del orden mundial y, consecuentemen-te, políticas económicas generadoras de oportunidades paraamplios sectores sociales, protectoras de los intereses nacio-nales y capaces de arbitrar los conflictos distributivos paraasegurar los equilibrios macroeconómicos

En los casos exitosos, la totalidad o mayoría de la pobla-ción participó en el proceso de transformación y crecimientoy en la distribución de sus frutos. Esos países no registraronfracturas abismales en la sociedad fundadas en causas étni-cas o religiosas, ni en diferencias extremas en la distribuciónde la riqueza y el ingreso. En todos los casos, la mayor partede la población participó de las oportunidades abiertas porel desarrollo.

Los países considerados en la muestra contaron con lide-razgos empresariales y sociales que gestaron y ampliaron supoder por medio de la acumulación fundada en el ahorro ylos recursos propios y de la preservación del dominio de laexplotación de los recursos naturales y de las principalescadenas de agregación de valor. Los núcleos dinámicos deldesarrollo en cada etapa fueron reservados para empresasnacionales o sujetas a marcos regulatorios que integraban alas filiales de empresas extranjeras en el proceso de desarro-llo endógeno. Los liderazgos promovieron relaciones de suspaíses con el resto del mundo, no subordinadas, articulandola participación en las redes de producción transnacional conel enriquecimiento de los tejidos nacionales de la educación,la ciencia y la tecnología y la producción y el empleo.

En todos los casos considerados, prevalecieron reglas deljuego político-institucionales capaces de transar los conflic-tos inherentes a una sociedad en crecimiento y transforma-ción. Bajo distintos regímenes de organización política, repu-blicana o monárquica, federal o unitaria, el ejercicio del poderestuvo respaldado en la aceptación de las reglas del juegopor todos los actores sociales y políticos involucrados. Lainterrupción de la paz interior por conflictos internos (comola guerra civil norteamericana, la unificación alemana bajo elII Reich y la eliminación del shogunato en Japón durante laRestauración Meiji) o la derrota militar y la ocupación extran-jera (como en el caso de Alemania en las dos guerras mun-diales del siglo XX y de Japón, en la segunda), fueron suce-sos transitorios y sucedidos posteriormente por la estabilidaddel sistema político institucional en el territorio nacional deesos países. En los países exitosos, predominó en la sociedadun sentido de pertenencia y de destino compartido.

El análisis comparado revela que esos tres planos estáníntimamente relacionados. La integración social contribuyóa formar liderazgos que acumularon poder dentro del propioespacio nacional, conservando el dominio de las actividadesprincipales e incorporando al conjunto o mayor parte de la

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sociedad al proceso de desarrollo. A su vez, la participaciónde la sociedad en las nuevas oportunidades viabilizó la es-tabilidad institucional y política y esta afianzó los derechosde propiedad y la adhesión de los grupos sociales dominan-tes a las reglas del juego político e institucional.

Estas condiciones endógenas y necesarias del desarrolloestuvieron acompañadas por otras también decisivas. Lasideas económicas fundadoras de la política económica de lospaíses exitosos nunca estuvieron subordinadas al liderazgointelectual de países más adelantados y poderosos que ellosmismos. Respondieron siempre a visiones autocentradas delcomportamiento del sistema internacional y del desarrollonacional. Cuando aceptaron teorías concebidas en los cen-tros, lo hicieron adecuándolas al propio interés. Fueron vi-siones y enfoques funcionales para la puesta en marcha deprocesos de acumulación en sentido amplio, fundados en lamovilización de los recursos propios disponibles. Concibie-ron las empresas y préstamos extranjeros como subsidiariosdel proceso de acumulación asentado en la preservación deldominio de las actividades más rentables y fuente principalde la ampliación de la capacidad productiva.

El Estado fue el instrumento esencial para poner en prác-tica las ideas del desarrollo nacional y la vinculación sobe-rana con el contexto externo. En virtud de las circunstanciaspropias de cada caso y cada época, el Estado intervino todolo que hizo falta, raramente más de lo necesario, para regularlos mercados, abrir o cerrar la economía e impulsar, orientan-do el crédito interno y por múltiples otras vías, las activida-des consideradas prioritarias. El Estado fue un protagonistaprincipal, con mayor o menor grado de vinculación con laactividad privada, según los casos, en el desarrollo de lossistemas nacionales de ciencia y tecnología para promoverla innovación y la incorporación de los conocimientos impor-tados en el propio acervo. La complejidad creciente de laactividad económica amplió y diversificó la demanda de tec-nología que fue atendida en gran medida por la propia ofertede bienes complejos y conocimientos. La elevación de losniveles educativos y la promoción de la ciencia y la tecno-logía fueron objetivos importantes en la acción pública de lospaíses exitosos, mientras el propio desarrollo multiplicaba losincentivos para que el sector privado desarrollara sus pro-pias actividades e investigación y desarrollo.*

La convergencia de estas condiciones endógenas, nece-sarias, permitieron consolidar el derecho de propiedad asen-tándolo en espacios cada vez más amplios de rentabilidad yreducir los costos de transacción que facilitaron las activida-

des de los operadores privados. Permitieron, asimismo, man-tener los equilibrios macroeconómicos de largo plazo, inclu-yendo el presupuesto, el balance de pagos, la moneda y laestabilidad de precios. Los desvíos, cuando ocurrieron, aunlos casos extremos como la hiperinflación alemana de ladécada de 1920, fueron transitorios. En ningún caso se ins-talaron desequilibrios sistémicos, como un exagerado nivelde endeudamiento externo de largo plazo.

La globalización pone a prueba la densidad nacional delos países. En la actualidad se acrecentó la intensidad de lasfuerzas globalizadoras y se fortalecieron las reglas del juegodiseñadas por los países centrales. Pero, al mismo tiempo, semultiplicaron las oportunidades y la apertura de nuevosespacios para el desarrollo económico, incluso en los paísesrezagados. La calidad de las respuestas a los desafíos yoportunidades de la globalización resultan así mas decisivasaun que en el pasado para determinar el éxito o el fracaso.Tales respuestas siguen dependiendo, en primer lugar, de lascondiciones internas, endógenas, de cada país en aspectoscríticos como la integración social, el comportamiento de losliderazgos y la estabilidad del marco institucional y político.

Densidad nacional e identidad nacionalEs preciso diferenciar ambos conceptos. La identidad nacio-nal se refiere, esencialmente, a la cultura. Esta expresa la crea-tividad de la sociedad en buena medida al margen del sistemade poder y la estratificación social. Abarca así todo el arcosocial y se enriquece con el aporte de todos. En la Argentina,por ejemplo, incluye a Eduardo Arolas y a Borges, a VictoriaOcampo y Arturo Jauretche, a José Hernández y Federico Leloiry, así, a todos los creadores de la música, la literatura, la cien-cia y las múltiples expresiones del ingenio humano procesadoen las condiciones propias del espacio vernáculo.

Una sociedad de baja densidad nacional, por la insu-ficiencia de las condiciones endógenas necesarias al de-sarrollo, puede, sin embargo, crear valores culturales de re-conocimiento universal. La Argentina y América latinaproporcionan ejemplos notorios en tal sentido.

La América latinaLa formación de la Argentina y de las otras naciones latinoa-mericanas, en el transcurso de sus diversas etapas, es partede la historia de la globalización inaugurada, a fines del sigloXV, con el descubrimiento del Nuevo Mundo y la apertura dela vía marítima de comunicación entre Europa occidental yOriente. Desde la conquista hasta la actualidad, principiosdel siglo XXI, la evolución de la sociedad y la economía ennuestros países �bajo el dominio colonial y, luego, comonaciones independientes� es el resultado del contrapuntoentre la realidad interna y el contexto mundial.

El descubrimiento de un nuevo mundo por los puebloscristianos de Europa en la última década del siglo XV y la in-mediata conquista y colonización del inmenso espacio ameri-

* El libro El Estado y el desarrollo económico2 contiene la tesisdoctoral del autor que lleva el mismo título, presentada en la Facul-tad de Ciencias Económica de la Universidad de Buenos Aires, en1953, y anticipa puntos de vista elaborados en este ensayo y enotros estudios posteriores acerca del papel del Estado y las políti-cas públicas en el contexto de la globalización, expresión inexis-tente en aquel tiempo.

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cano es el acontecimiento más extraordinario de la globaliza-ción de todos los tiempos. Aquí, en América, a diferencia de loacontecido en África, en el Oriente Medio y en el Extremo Oriente,los europeos crearon nuevas civilizaciones, fundadas, con sín-tesis nacionales diversas, en los sobrevivientes de las culturasprecolombinas, los esclavos africanos y los europeos.

Sobre los fundamentos de esa matriz fundacional y estra-tificación social primaria, cada uno de nuestros países latinoa-mericanos ha construido su propia historia, pero la persisten-cia del subdesarrollo y la dependencia en América latina,transcurridos dos siglos desde la independencia, revela quenuestras respuestas a la globalización, a lo largo del tiempo,no fueron acertadas. Sugiero que la causa principal radica enla debilidad de la densidad nacional fundada en la excesivaconcentración de la riqueza y el ingreso, la pobreza y las frac-turas sociales, la subordinación al pensamiento céntrico comoen la experiencia reciente con el Consenso de Washington y,consecuentemente, políticas que privilegian intereses de sec-tor y agravan la vulnerabilidad externa. Estos hechos se re-flejaron en el comportamiento de los estados nacionales ypolíticas públicas que comportaron respuestas malas o insu-ficientes a los desafíos y oportunidades de la globalización.

El fortalecimiento de la densidad nacional mediante laremoción de tales obstáculos es así una condición indispen-sable para el crecimiento con equidad, para poner procesosde acumulación en sentido amplio que impulsen el desarrollosostenido y sustentable.3, 4

El Estado-nación y la densidad nacionalEn las condiciones contemporáneas, aun más que en el pa-sado, el Estado ejerce el papel esencial, indelegable e insus-tituible de organizar el territorio, movilizar el potencial dispo-nible y fortalecer la posición negociadora del espacio nacionalante los actores globales. La capacidad de transformar elEstado y el transparentar sus políticas en el marco de lasinstituciones democráticas constituyen aspectos esencialesde la construcción de la densidad nacional.

El Estado cumple funciones indelegables, insustituibles yesenciales en el desarrollo económico y la organización so-cial de los países. Tamañas responsabilidades son puestasa prueba por la globalización del orden mundial contempo-ráneo y su influencia sobre el comportamiento de los espa-cios nacionales. Las políticas públicas resultan así fuerte-mente influidas por las tendencias globales del comercio, lasinversiones y las finanzas y por el marco regulatorio de lasrelaciones internacionales. La distribución del poder en elorden mundial y los conflictos de diversa naturaleza queafectan la paz y la seguridad condicionan también el campode maniobra dentro del cual se desempeñan los Estadosnacionales. La vulnerabilidad externa (como en los casos dela deuda o los desequilibrios del comercio exterior) que ca-racterizan las situaciones de subdesarrollo predominantes en

América latina constituye otro factor condicionante de laspolíticas públicas.

Como hemos visto, las restricciones y los condicionantesexógenos, impuestos por la globalización, plantean desafíosy oportunidades a las cuales debe responder el Estado na-cional. Este cuenta con múltiples instrumentos de acción,tales como la fijación de los marcos regulatorios dentro de loscuales operan los agentes económicos y sociales, las políti-cas activas destinadas a influir en las asignación de los re-cursos y la distribución del ingreso y empresas públicasproductoras de bienes y servicios que interactúan con lasfirmas privadas y pueden proyectarse al mercado internacio-nal.

La presencia de empresas públicas suele ser importanteen sectores que el Estado puede considerar estratégico paralos intereses nacionales. Uno de los casos notables en talsentido es el energético, en el cual el carácter esencial de laactividad, su complejidad tecnológica, la necesidad del pla-neamiento de largo plazo y la existencia de rentas derivadasde la explotación de recursos no renovables (como los hidro-carburos) impulsa a los gobiernos a poner en práctica polí-ticas de Estado instrumentadas a través de empresas bajo sudominio y poder decisorio. Las empresas estatales de hidro-carburos son así protagonistas esenciales de diversos paí-ses y portadoras de políticas de Estado hacia adentro y haciafuera de los espacios nacionales vernáculos.

La ampliación de la oferta y la elevación de la calidad delos llamados bienes públicos (servicios de educación, siste-ma científico-tecnológico, salud, seguridad, defensa del medioambiente) constituyen una responsabilidad fundamental delos Estados nacionales y determinan la calidad de las res-puestas a los desafíos y oportunidades de la globalización.

Los servicios públicos son otro espacio natural de laspolíticas públicas y, en muchos países, son operados porempresas controladas por el Estado. Se trata también deactividades esenciales que exigen encuadrar el objetivo debeneficio, inherente a los actores privados, con los marcosregulatorios y las políticas públicas que arbitren los conflic-tos, defiendan el bienestar general, garanticen la seguridadjurídica y aseguren el planeamiento y desarrollo a medianoy largo plazo de inversiones esenciales.

La globalización, lejos de marginar el poder del Estadonacional y de excluirlo como protagonista, ha ampliado susresponsabilidades en un escenario mundial más complejo. Laeficacia del Estado para desempeñarlas con éxito está fuer-temente condicionada por los diversos componentes de ladensidad nacional. Existe una correlación positiva entre unEstado nacional eficaz, por una parte, y, por la otra, la cohe-sión social, la calidad de los liderazgos, la estabilidad insti-tucional y la capacidad de arbitraje del sistema político y lapresencia de un pensamiento crítico arraigado en la realidadde los hechos y la promoción de los intereses propios de lasociedad y del país.

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La construcción de un Estado a la altura de los desafíos yoportunidades que plantea la globalización es así indivisiblede la construcción de la densidad nacional. No es concebibleun Estado eficaz en sociedades extremadamente injustas conliderazgos que acumulan poder como agentes de interesestransnacionales, en vez de actuar como líderes de sus socie-dades en procesos de desarrollo y de acumulación en sentidoamplio. Tampoco es concebible un Estado eficaz en un con-texto de inestabilidad institucional e incapacidad de arbitrajede las tensiones sociales o con políticas inspiradas en el pen-samiento predominante en los centros de poder internacionalantes que en las realidades y posibilidades propias. Estado ydensidad nacional son, en resumen, los determinantes de laresolución de los dilemas del desarrollo en el mundo global.

La densidad latinoamericanaLa cooperación entre los países latinoamericanos es un ins-trumento importante para fortalecer nuestras respectivasdensidades nacionales y adecuar nuestras respuestas a losdesafíos y oportunidades de la globalización del orden mun-dial contemporáneo. De allí la importancia decisiva de la co-operación de nuestros países en el contexto de la integraciónregional. Es conveniente definir la integración regional comodensidad latinoamericana porque ella se despliega en tresplanos interdependientes que enlazan la densidad nacionalde los países con la dimensión continental. Esos planos son:� El ámbito interno. Cuestiones críticas, como la mejora de

la distribución del ingreso, la solvencia fiscal, las reformasde la educación y los sistemas de salud, la consolidaciónde las instituciones de la democracia y el ejercicio efectivode la ciudadanía son desafíos intransferibles de la realidadnacional de cada país, que solo tienen respuesta, en pri-mer lugar, dentro de la esfera decisoria interna.

� El espacio regional. Abarca, entre otras, las reglas delintercambio y la división intrarregional del trabajo, losproyectos de infraestructura como el anillo energético,los transportes y las comunicaciones, la cooperacióncientífico-tecnológica. Aquí son esenciales las normasbajo las cuales funcionan los sistemas de integración,como el Mercosur y el Grupo Andino y sus relacionesrecíprocas. Se trata de crear la capacidad de los paísesmiembros de adoptar decisiones comunitarias contunden-tes y eficaces para alcanzar las metas propuestas.

� La inserción de América latina en la globalización. Estoincluye la fijación de posiciones conjuntas y solidariasante la Organización Mundial de Comercio (OMC), el FMIy cuestiones como la propiedad intelectual, el acceso alconocimiento y la tecnología y la defensa de la integridadterritorial y de la soberanía de nuestros países. Cuantomás solidaria y consistente sea la concertación y puestaen práctica de posiciones comunes en esta esfera, másfuerte será el poder negociador individual y colectivo denuestros países.

El éxito de la construcción de la densidad latinoamericanarequiere avanzar simultáneamente en los tres planos, los cualesse refuerzan (o debilitan) recíprocamente. No es concebible, porejemplo, la formación de un gran mercado regional mientrasprevalezcan las abismales desigualdades que caracterizan ladistribución del ingreso y de las oportunidades en nuestrassociedades. A su vez, para formular políticas comunitarias esindispensable que las políticas nacionales tengan un suficientegrado de autonomía, la cual puede ser trabada, por ejemplo, porun endeudamiento exagerado y la consecuente dependenciade los criterios de los mercados. El éxito también reclama reglasdel comercio intrarregional que favorezcan el pleno desarrolloe industrialización de todos los países del sistema.

Lo mismo sucede en la defensa de nuestros intereses enlos foros internacionales, que requiere visiones compartidassobre la interpretación de la realidad y posiciones conjuntasy solidarias. Todavía, el peso relativo de América latina en laglobalización es insuficiente para inducir la creación de unorden mundial más equitativo, pero nuestra cooperación esfundamental para modificar el cómo nos relacionamos con elcontexto externo. Es decir, no podemos cambiar el mundopero sí podemos cambiar el cómo estamos en el mundo enbeneficio de nuestros pueblos.

El despliegue de la densidad latinoamericana enfrentaproblemas que provienen de los tres planos que se entrecru-zan, lo cual genera confusión sobre el origen de las cuestio-nes planteadas y las soluciones posibles. Por lo tanto, esnecesario analizar y diferenciar el origen de tales problemas.

Situaciones resultantes de las circunstancias y políticasde cada país se transfieren al plano bilateral y regional y puedengenerar la imagen de que la integración en sí misma es difícily aún imposible. Es aconsejable, por lo tanto, un alto gradode comprensión y tolerancia con los problemas del otro ypreservar los objetivos y acciones posibles de despliegue dela densidad latinoamericana. Esta actitud no cabe esperarlaprincipalmente de los actores privados, condicionados porsus intereses de corto plazo; descansa, en primer lugar, en lavisión y lucidez de los liderazgos políticos y diplomáticos. Eléxito o fracaso de la construcción de la densidad latinoame-ricana no depende, en primera instancia, de las interferenciasy obstáculos que surgen de la esfera global. Nuestro principalproblema radica de fronteras para adentro de cada uno denuestros países y del espacio regional.

Referencias1. Ferrer A. El capitalismo argentino. Buenos Aires: Fondo

de Cultura Económica; 1998.2. ________ El Estado y el desarrollo económico. Buenos

Aires: Raigal; 1956.3. ________ La densidad nacional. El caso argentino. Bue-

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de Cultura Económica; 2004.