estado y comunitarismo 3

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A Parte Rei 50. Marzo 2007 http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/ 1 La Fundamentación de la Eticidad Democrática en el Pensamiento de Albrecht Wellmer: Una perspectiva desde Latinoamérica Edgardo Pérez y Beatriz Carrancio Introducción Es esencial para que podamos comprender los planteos wellmerianos retraernos al debate entre comunitaristas y liberales acerca de la idea del yo y sus concepciones sobre el Estado moderno. Necesario es extraer su carácter general, pero no a través de Wellmer sino de las sentencias de los propios protagonistas de dicho debate. Las distintas visiones de la forma en que se configura el yo para comunitaristas y liberales es fundamental a la hora de comprender la idea de eticidad manejada por Wellmer a la vez que nos proporciona una acercamiento a la teoría política y a la organización de la sociedad actual globalizada entendiendo siempre que estos análisis se circunscriben al mundo anglosajón y a algunos países de la Europa occidental. Para quienes pertenecemos a universos simbólicos diferentes donde la racionalidad política y el ethos democrático asume modos diferentes a los de EUA o Europa es necesario siempre remarcar esta diferencia dado que sus problemas son diferentes a los nuestros. Pero, también, estas consideraciones merecen ser atendidas en nuestros países: salario social, la generación de una eticidad democrática que puede ayudar a olvidar las doctrinas de seguridad nacional o quizá nos aporte una suerte de criterio de justicia distributiva que socialice de alguna manera el capital económico y cultural mal repartido en estos lugares. Las posibilidades prácticas que tiene el debate de las ideas de Wellmer para nuestra América puede redundar en una idea interesante de eticidad democrática que para nosotros no es más que una superación del debate comunitarista liberal convirtiendo al sujeto de la acción en un yo-nosotros que es capaz de realizar juicios verdaderos sobre el mundo y que en esa acción se presenta como el verdadero protagonista de la historia lo cual, de muchas formas, se asemeja a las ideas siempre presentes en la filosofía latinoamericana. El debate acerca de yo y la posibilidad de establecer una distancia reflexiva. Comencemos por la idea del “Yo”. Según la visión liberal se considera que los individuos son libres de cuestionar su propia participación en las prácticas existentes y que son capaces de hacer elecciones independientemente de dichas prácticas lo que conlleva la posibilidad de llegar a poner en cuestión la posibilidad de llevar a cabo esas prácticas cuando ellas no merezcan ser recreadas. Se puede decir que Rawls resume la visión liberal afirmando que el yo es anterior a sus fines. Siempre podemos tomar distancia de cualquier proyecto particular y plantearnos si todavía aspiramos a su consecución. He aquí un concepto que es clave para una posible solución a la controversia. ¿Es posible tomar esa distancia reflexiva? Hasta el momento, dejando de lado por un momento a la perspectiva comunitarista, se habla de un sujeto histórico determinado por diferentes niveles de mediación. Estas mediaciones tienen que ver con categorías. Las estructuras, las clases sociales, los conceptos, el lenguaje o más tardíamente el inconsciente, la ideología o el mismo mercado son algunas formas de esas mediaciones que han cobrado valor ontológico cuando deberían ser nada más y nada menos que formas de producción de la conexión del sujeto con la naturaleza o con la

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  • A Parte Rei 50. Marzo 2007

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    La Fundamentacin de la Eticidad Democrtica en el Pensamiento deAlbrecht Wellmer: Una perspectiva desde Latinoamrica

    Edgardo Prez y Beatriz Carrancio

    Introduccin

    Es esencial para que podamos comprender los planteos wellmerianosretraernos al debate entre comunitaristas y liberales acerca de la idea del yo y susconcepciones sobre el Estado moderno. Necesario es extraer su carcter general,pero no a travs de Wellmer sino de las sentencias de los propios protagonistas dedicho debate. Las distintas visiones de la forma en que se configura el yo paracomunitaristas y liberales es fundamental a la hora de comprender la idea de eticidadmanejada por Wellmer a la vez que nos proporciona una acercamiento a la teorapoltica y a la organizacin de la sociedad actual globalizada entendiendo siempre queestos anlisis se circunscriben al mundo anglosajn y a algunos pases de la Europaoccidental. Para quienes pertenecemos a universos simblicos diferentes donde laracionalidad poltica y el ethos democrtico asume modos diferentes a los de EUA oEuropa es necesario siempre remarcar esta diferencia dado que sus problemas sondiferentes a los nuestros. Pero, tambin, estas consideraciones merecen ser atendidasen nuestros pases: salario social, la generacin de una eticidad democrtica quepuede ayudar a olvidar las doctrinas de seguridad nacional o quiz nos aporte unasuerte de criterio de justicia distributiva que socialice de alguna manera el capitaleconmico y cultural mal repartido en estos lugares.

    Las posibilidades prcticas que tiene el debate de las ideas de Wellmer paranuestra Amrica puede redundar en una idea interesante de eticidad democrtica quepara nosotros no es ms que una superacin del debate comunitarista liberalconvirtiendo al sujeto de la accin en un yo-nosotros que es capaz de realizar juiciosverdaderos sobre el mundo y que en esa accin se presenta como el verdaderoprotagonista de la historia lo cual, de muchas formas, se asemeja a las ideas siemprepresentes en la filosofa latinoamericana.

    El debate acerca de yo y la posibilidad de establecer una distancia reflexiva.

    Comencemos por la idea del Yo. Segn la visin liberal se considera que losindividuos son libres de cuestionar su propia participacin en las prcticas existentes yque son capaces de hacer elecciones independientemente de dichas prcticas lo queconlleva la posibilidad de llegar a poner en cuestin la posibilidad de llevar a caboesas prcticas cuando ellas no merezcan ser recreadas. Se puede decir que Rawlsresume la visin liberal afirmando que el yo es anterior a sus fines. Siemprepodemos tomar distancia de cualquier proyecto particular y plantearnos si todavaaspiramos a su consecucin.

    He aqu un concepto que es clave para una posible solucin a la controversia.Es posible tomar esa distancia reflexiva? Hasta el momento, dejando de lado por unmomento a la perspectiva comunitarista, se habla de un sujeto histrico determinadopor diferentes niveles de mediacin. Estas mediaciones tienen que ver con categoras.Las estructuras, las clases sociales, los conceptos, el lenguaje o ms tardamente elinconsciente, la ideologa o el mismo mercado son algunas formas de esasmediaciones que han cobrado valor ontolgico cuando deberan ser nada ms y nadamenos que formas de produccin de la conexin del sujeto con la naturaleza o con la

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    sociedad. El sujeto as se pierde, se difumina en este complejo categorialconvirtindose en agente de las mismas. En estos planteos se ha logrado un sujetodesgarrado que es incapaz de comprender su papel protagonista de la historia. Paraello habr de ser necesario recuperar el carcter social del yo para que ese yo sea a lavez un yo-nosotros.

    En cuanto al fundamento del yo los comunitaristas dirn que el yo no es previosino que est constituido por sus fines1. No podemos distinguir el yo de sus fines. Loque nos resulta muy interesante es haber comprendido que para los comunitaristas lapregunta es Quien soy? Dado que nuestros fines no son el resultado de nuestraselecciones sino del descubrimiento o redescubrimiento del yo que es un yo social. Espor la presencia y participacin en un colectivo que vamos configurando nuestro sercomo personas, son las comunidades las que ofrecen los modelos a seguir. Por ltimodiremos que, si hacemos elecciones, las hacemos en la medida en que los objetosentre los que debemos decidir se encuentren presentes en el universo simblico delque participamos y que esos universos contengan como componente formas deejercicio de las decisiones. Es por eso que los liberales tienen una visin errnea delyo al no tener en cuenta que el yo se encuentra inserto o enmarcado en las prcticassociales existentes, de tal modo que no siempre es posible tomar distancia de ellascomo es propuesto por liberales como Rawls, Dworkin o Walzer.

    Reforzando lo anterior MacIntyre2 sostiene que al decidir la forma de llevaradelante nuestras vidas nos acercamos a nuestras propias circunstancias comoportadores de una identidad social particular. De ah que lo que es bueno para mi tieneque ser bueno para quien desempee tales papeles. La autodeterminacin se ejercedentro de estos roles sociales y no tomando distancia de ellos. El estado no respetanuestra autodeterminacin ayudando a que nos distanciemos de nuestros cometidossociales, sino, alentando a que nos sumamos ms en ellos y los comprendamosmejor, tal como la poltica del bien comn intenta lograr. La posibilidad del logro de unadistancia reflexiva se vuelve en contra de los modos en que logramos constituirnuestras identidades particulares. Escapar a los horizontes de posibilidad que nospredeterminan no solo atenta contra una forma natural de adquisicin de lo identitariosino que pone en peligro una nocin compartida del bien comn y de las formas delograrlo. De este modo un ethos social estara determinado por las circunstanciassociales y no por la apuesta al logro de sujetos posconvencionales.

    De lo anterior resulta nuevamente que una concepcin liberal del yo siempre esvacua, atenta contra nuestras percepciones acerca de nosotros mismos y no tiene encuenta nuestra insercin en las prcticas comunitarias. No se est en desacuerdo conla idea de que la consolidacin de nuestros proyectos deben ser el telos de nuestravida. Eso no es lo que distingue al liberal del comunitarista. El debate real no tiene quever con la cuestin de si necesitamos tales objetivos, sino con el modo en que losalcanzamos y juzgamos su valor. Taylor3 parece creer que solo podemos alcanzarestos objetivos tratando los valores sociales como modelos de vida los cuales nosmarcan aquellos objetivos que debemos perseguir. En nuestra opinin Taylor fracasaen su intento de demostrar por qu debemos tomar a los valores sociales comovalores dados. La cuestin es saber si un individuo puede poner en duda y tal vezreemplazar lo que es dado cuando esto viene establecido por los valores comunitarios.

    Los liberales insisten en que tenemos la capacidad para desentendernos decualquier prctica social particular y podramos asemejar a este concepto la idea desujeto posconvencional. La sociedad no nos establece ninguna tarea en concreto,

    1 Cfr Sandel, M; El liberalismo y los lmites de la justicia; Madrid; Gedisa; 2000.2 Cfr MacIntyre; Tras la virtud; Barcelona; Grijalbo; 1987.3 Cfr. Taylor, Ch; La diversidad de bienes; Poltica; 1996.

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    ninguna prctica particular tiene una autoridad que est por encima del juicio individualy de su posible rechazo.

    La tesis social de los comunitaristas

    Taylor sostiene que muchas teoras liberales se basan en una psicologa moralcompletamente simplista conforme a la cual los individuos se bastan a s mismos y nonecesitan de la sociedad. Pero esta crtica parece ser tambin simplista para ello esnecesaria una teora de la sociedad que sea comprometida de alguna manera con untipo particular de sociedad, es decir, una sociedad de que sea capaz de contener unparticular ethos participativo.

    Propone su tesis social que dice que la capacidad de tomar decisiones(distancia reflexiva) slo puede ejercerse en un tipo particular de sociedad, con uncierto tipo de entorno social. Cree que esta tesis nos exige renunciar a la neutralidadliberal puesto que un estado neutral no puede defender el entorno social necesariopara la autodeterminacin.

    De esta Tesis Social hay tres versiones4:

    a) La necesidad de mantener una estructura cultural que proporcione opcionessignificativas para los individuos

    b) Se centra en la necesidad de foros plurales donde evaluar estar opcionesc) Se plantea las condiciones para la legitimidad poltica

    Los liberales anglosajones se despreocupan de las condiciones socialesnecesarias para que los sujetos vean satisfechas sus necesidades e intereses y estaidea puede estar fundada en las anticipaciones hegelianas a la critica del liberalismo.Este tipo de liberalismo contiene, en el nivel conceptual y prctico, los grmenes de supropio aniquilamiento. La doctrina liberal es autosubversiva.

    En cada caso, los comunitaristas recurren a la Tesis Social para mostrar comola defensa de la autodeterminacin apoya la poltica comunitarista en lugar deexcluirla. Por tanto las elecciones con sentido requieren de opciones con sentido y latesis social dice que estas opciones se dan en nuestra cultura. Es decir, la idea quereina sobre los comunitaristas es aquella para la cual un sujeto postconvencional no esaquel que es capaz de distanciarse de sus propias prcticas sino de aquel que poneen cuestin las mismas siendo partcipes de ellas. El ethos social debe contener estaposibilidad. Solo desde la participacin social es posible realizar cambios oadecuaciones en las prcticas mismas.

    A travs de la Tesis Social introducimos un nuevo protagonista: al Estado en sufuncin de alentar o desalentar formas de vida lo cual cuestiona nuevamente alconcepto de autodeterminacin. Los liberales creen que muchas veces es necesarioque el Estado intervenga en el mercado sociocultural para alentar o desalentar unmodo de vida particular y con ello se interpone como lmite muchas veces a laautodeterminacin de las personas. Esto esta motivado por la idea de que si elmercado sociocultural actuara por si mismo se socavara la estructura cultural quesostiene al pluralismo. Como dice Taylor: es como pensar que las condiciones de unalibertad creativa y diversificadora estuvieran naturalmente dadas". Rawls trata deresponder a esta cuestin. Sostiene que no es el papel del Estado intervenir demanera directa, privilegiando modos de vida sobre otros sino que actuar tratando deasegurar que exista una adecuada diversidad de opciones. Los modos de vida van asostenerse por si mismos en el mercado cultural sin necesidad de ayuda del Estado, 4 Kymlicka, W; Introduccin a la Filosofa Poltica Contempornea; ...

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    en condiciones de libertad que propiciar el Estado las personas sern capaces dereconocer el valor de los modos de vida y en consecuencia van a apoyarlos.

    En sntesis un estado comunitarista podra tener la esperanza de mejorar elcontenido de las opciones de las personas, alentando la sustitucin de los aspectosmenos valiosos por los que lo fueran ms. Sin embargo la neutralidad liberal tambinaspira a mejorar la diversidad de opciones de las personas. La neutralidad liberal creaalgo as como un mercado de ideas. Tanto los liberales como los comunitaristaspretenden asegurar la diversidad de opciones que permiten a los individuos realizarsus elecciones autnomas. De ah que la discusin de ambos puntos de vista debieraplantearse como una eleccin, no entre perfeccionismo y neutralidad, sino entreperfeccionismo social y perfeccionismo estatal porque la otra cara de la neutralidadestatal es el apoyo al papel de los ideales perfeccionistas dentro de la sociedad civil5.

    Algunos comunitaristas sostienen que el mercado sociocultural es el lugarapropiado para la evaluacin de los modos de vida. Sin embargo los juicios requierende experiencias plurales y del intercambio propios de la reflexin colectiva lo cualrefuerza los argumentos rawlsianos sobre la prioridad de la libertad. Esta (la libertad)se basa en la importancia (que tambin comparten los comunitaristas) de la libreasociacin con otros. Pero esta libre asociacin con otros debe darse en un entornolibre del poder coercitivo del Estado, dado que ste no es un foro apropiado para lasdeliberaciones y experiencias. Obviamente lo que intenta decir Rawls es que el Estadono es el lugar apropiado para establecer criticas hacia si mismo y que por tanto el yono debe dar explicaciones de s a nadie y menos al Estado. Lo que no est claro paraalgunos comunitaristas es la distincin entre un ethos social y un ethos poltico.

    Por otra parte Habermas rechaza la tendencia comunitarista a aceptaracrticamente las prcticas sociales existentes como la base para la reflexin polticaacerca de lo bueno. A pesar de los siglos de insistencia liberal acerca de laimportancia de distinguir entre el estado y la sociedad, los comunitaristas parecensuponer que cualquier cosa que sea propiamente social concierne a la poltica. No hansabido rebatir la idea liberal de que la autorizacin omnmoda y los medios coercitivosque caracterizan al Estado lo convierten en un foro particularmente inapropiado para eltipo de reflexin y los compromisos verdaderamente compartidos que ellos postulan. Ya pesar de los siglos de insistencia comunitarista acerca de la naturalezahistricamente vulnerable de nuestra cultura y la necesidad de considerar lascondiciones en las cuales una cultura libre puede sostenerse, los liberales todavatienden a ver la existencia de una cultura tolerante y diversa como algo dado, algo quesurge naturalmente y se mantiene por si mismo, algo cuya existencia sencillamente seda por sentada en una teora de la justicia. Tienen razn en insistir en que una culturade la libertad es un logro histrico, y los liberales necesitan explicar porque el mercadosociocultural no amenaza tal logro al no vincular a las personas con sus prcticascomunitarias, o al contrario, al no distanciar a las personas de los objetivos de lasprcticas e ideologas existentes. Las elecciones individuales requieren de un contextosociocultural estable, pero a su vez, un contexto sociocultural precisa de un contextopoltico asentado.

    Rawls y Dworkin creen que los ciudadanos aceptarn las cargas de la justiciaan en sus relaciones con personas que tienen concepciones del bien diferentes. Unapersona debera ser libre de elegir cualquier concepcin de una buena vida que noviole los principios de la justicia, no importa cuanto difiera esta de otros modos de vidade la comunidad. Tales concepciones conflictivas pueden tolerarse debido a que laaceptacin social de los principios de la justicia es suficiente para asegurar laestabilidad, incluso frente a tales conflictos. Las personas con diferentes concepcionesdel bien respetarn los derechos de los dems, no porque esto promueve un modo de 5 Cfr. Kymlica, W; Filosofa poltica contempornea; Barcelona; Ariel; 1996.

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    vida compartido, sino porque los ciudadanos reconocen que cada persona tienederecho a igual consideracin. De ah que la base de la legitimidad del estado sea unsentido compartido de la justicia y no una concepcin compartida acerca de lo bueno.Los liberales tratan de mantener una sociedad justa a travs de la asuncin social delos principios de la justicia, sin requerir y de hecho impidiendo, la asuncin social deciertos principios que configuran una buena vida. Taylor cree que esto essociolgicamente ingenuo: las personas no respetarn las pretensiones de otras amenos que estn vinculadas entre s en virtud de concepciones del bien compartidas,a menos que puedan identificarse con medidas y teoras tendentes al bien comn.

    Al aplicar las teoras de los derechos individuales y la neutralidad estatal, unestado liberal impide la asuncin social de principios relativos a lo bueno; sin embargo,se pregunta Taylor, El creciente hincapi de que los derechos estn por encima delas decisiones colectivas podra terminar por socavar la misma legitimidad del ordendemocrtico?, Por qu se requiere un modo de vida compartido para mantener lalegitimidad? Los comunitaristas creen que existen ciertas prcticas comunitarias quetodos pueden suscribir como base para una poltica del bien comn. Pero Cules sonesas prcticas? Sandel y Taylor sostienen que existen fines compartidos que puedenservir como base para una poltica de fines comunes legtima para todos los grupos dela sociedad. Mas no dan ejemplos sobre tales fines. Esos fines compartidos seencontrarn en las prcticas histricas. Pero el problema de la exclusin de gruposhistricamente marginados resulta consustancial al proyecto comunitarista. Comoaprecia Hirsch, ninguna renovacin o fortalecimiento del sentimiento comunitario va alograr algo a favor de esos grupos. Al contrario, nuestras tradiciones y sentimientoshistricos son parte del problema, no parte de la solucin.

    La mayora en una comunidad de mbito local no tiene derecho de imponer suspreferencias externas concernientes a las prcticas de aquellas personas que nocoinciden en el ejercicio del modo de vida dominante. Sin embargo esto es algo queSandel no puede decir. Conforme a su argumento, los miembros de gruposmarginados deben adaptar su personalidad y sus prcticas de modo tal que resulteninofensivos para los valores dominantes de la comunidad. La teora poltica deberaprestar mas atencin a la historia de cada cultura. Llama la atencin la poca frecuenciacon la que ellos mismos emprenden la tarea de examinar nuestra cultura. Desean usarlos fines y prcticas de nuestra tradicin cultural como base para una poltica del biencomn, pero no mencionan que esas prcticas las defini un sector muy pequeo dela poblacin. Dada la diversidad de las sociedades modernas, deberamos decir que lapoltica funciona bien cuando no informa una ideologa del bien comn que slo puedeservir para excluir grupos diversos. Incrementar la legitimidad estatal bien puederequerir de una mayor participacin cvica de todos los grupos de la sociedad, pero,como observa Dworkin, solo tiene sentido invitar a la gente que participe en poltica sia todos se les trata como iguales. Y esto es incompatible con la definicin de laspersonas segn roles que ellas no configuraron ni hicieron propios. Se har necesariodar poder a los oprimidos para que definan sus propios fines.

    Los comunitaristas tienen razn al subrayar la importancia de la Tesis Social ypor lo tanto la importancia de un contexto social estable para el ejercicio de nuestrascapacidades de eleccin. Y tienen razn al afirmar que esto, a su vez, implica lanecesidad de la participacin cvica y de la legitimidad poltica. Pero este esjustamente el problema. Los liberales y los comunitaristas no estn en desacuerdo conrespecto a la Tesis Social, sino sobre el papel que le corresponde al Estado. El papeldel Estado es el de proteger la libre vida interna de las diversas comunidades deintereses en las que las personas y grupos tratan de alcanzar los fines y valoressuperiores por los que se sientan atrados. Los liberales y los comunitaristas estn endesacuerdo, no en la dependencia de los individuos respecto a la sociedad, sino en ladependencia de la sociedad respecto al estado.

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    La teora comunitarista presenta cuestiones de importancia prctica. Aunque lateora liberal puede reconocer que las elecciones individuales dependen del contextocultural, en la prctica los liberales han centrado su atencin en la libertad de eleccinindividual, descuidando la adhesin de las personas a tal contexto sociocultural. Y porotra parte los comunitaristas al poner el acento en la Tesis Social no se han ocupadode hacer un examen de las actuales conexiones entre el individuo, el marco cultural yel estado. Pero en la prctica, y segn nuestro modo de ver, ambas participan de unethos poltico comn que define a las democracias anglosajonas y algunas de Europa.Y ese ethos es, quiz, el que les impida ver hacia Amrica del Sur, Africa o Asia.Frente al impacto de la extensin del capitalismo llmese globalizacin, mundializacino globalismo6 es necesario asegurar una suerte de complejo de derechos mnimostanto sociales como individuales. Pero no ya al modo de positivacin jurdica (tal comose puede ver en el modo en que funcionan los organismos internacionales) conacuerdo internacionales (entre los estados) sino buscando incluir el respeto de esosderechos en los universos simblicos de los pueblos. Para ello hay quienes consideranfundamental una vuelta a Kant una vez analizados los sucesos del siglo XX.

    Antes de volver a las aportaciones kantianas y hegelianas intentaremos cerrarla discusin entre liberales y comunitaristas sealando los aportes de Walzer recogidopor Wellmer en su artculo7.

    Las implicancias de la formulacin de Walzer para idea de eticidaddemocrtica

    Segn Wellmer este debate ha puesto sobre el candelero un problema queacompaa a todos los desarrollos tericos de la modernidad en materia de filosofapoltica y de la sociedad civil.

    El problema gira en torno a la situacin, que se da en el mundo de hoy, alentenderse que todos aquellos espacios logrados por la lucha de tanto individuoscomo sociedades puedan quedar absorbidos por las estructuras que componen a lasociedad civil. De all que se anteponga identidad nacional o tnica a sociedad civiligualitaria y en este aspecto encontramos el principal argumento de los comunitaristascontra el individualismo atomista liberal.

    Walzer ha subrayado acertadamente que el individuo liberal no es un individuopre-social (self pre-social) sino que es un self post social. Taylor dira a esta especiede metacrtica liberal hacia s misma nos cambia las reglas de juego para pasar de unproblema supuestamente ontolgico a un problema advocatorio8. A nuestro entenderdecir que el individuo es pre o post social sin desarrollar la idea de maneraconvincente parece ser un argumento sofstico9. Walzer sostiene que es importanteque los comunitaristas critiquen a los liberales pero l cree que las respuestas a susinquietudes se encuentran en el corazn de la propuesta liberal.

    6 Las distinciones de carcter analticas que aporta al tema Ulrich Beck son inocuas dado queno atacan al problema central que encarna el liberalismo econmico y poltico y no hacen msque proporcionar nuevas mscaras a un problema nico, la propensin del liberalismo de losderechos individuales de los empresarios del norte a considerar al mundo como objeto propiode intervencin.7 Wellmer, A; Condiciones de una cultura democrtica. Sobre el debate entre liberales ycomunitaristas; en Finales de Partida: la Modernidad Irreconciliable; Madrid; Fronesis; 1996; pp76-101.8 Cfr. Wellmer op cit; 78.9 En el texto de Wellmer no podemos encontrar una explicacin de la idea de sujetopostracional as como tampoco la hemos encontrado en el cruce de argumentos entre liberalesy comunitaristas excepto en la obra de Dworkin.

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    Sobre esta idea de Wallzer es que Wellmer va a desarrollar sus planteos. Y lohace en dos pasos: a) eligiendo como referencia las sociedades occidentales concriterios de pertenencia definidos. En pocas palabras hombres y mujeres con derechosciudadanos que encierra de algn modo el problema de los derechos del hombre y losderechos del ciudadano. b) Intentar analizar las posibles consecuencias para a) de ladisolucin de la idea a) que sera la siguiente: ... sociedades cerradas en s en unsentido poltico-moral y claramente definidas frente al exterior10

    Obviamente ambos comunitaristas y liberales operan sobre un mismo suelo asaber ...las sociedades liberales y democrticas de Amrica del Norte (ycrecientemente tambin Europa Occidental)11 Por lo cual sus controversias se dandentro de los mismos horizontes de valoracin. Que uno un otros apelen a la defensade los derechos fundamentales o individuales por un lado o que se propenda a ladefensa de aquellas tradiciones republicanas de autogobierno en comunidad no hacems que explayar el concepto arriba anotado aportado por Michel Walzer.

    Wellmer se interesa en las consecuencias prcticas de un posible planteo en elterreno real. Frente a casos de duda los liberales se atienen al cuidado de susderechos fundamentales individuales. En cambio lo comunitaristas se refugian en laprimaca de las formas de vida comunitaria. Y es frente a los actuales hechos polticosde Occidente (conflictos tnicos o nacionalistas que hacen confundir la idea deautoafirmacin nacional o el imperio de la idea de mercado que parece defender unindividualismo radical donde se da la lucha de todos contra todos) que se buscaofrecer un anlisis sustancial de las consecuencias posibles de una posible puesta enprctica de ambas vertientes.

    En la critica de Walzer se encuentra una gran parte de la solucin e intentaintegrar la critica comunitarista a una sociedad liberal. Como indicamos al principio deeste trabajo la idea de self que es crucial para los comunitaristas no puede quedarrelegada a la hora de hablar de los derechos individuales y de las libertades. Y es porello que es justa la critica pero tambin la idea de defender una posicin como lacomunitarista solo es posible en el seno de una tradicin de tipo liberal. El liberalismobien entendido ser comunitarismo correctamente entendido12 y es por eso que parala tradicin norteamericana no tiene ningn sentido contraponer individuos situados yderechos fundamentales de carcter individualista.

    Wellmer subraya la intrnseca conexin que existe entre los derechosfundamentales individuales y la participacin democrtica. Los primeros no dependende una suerte de proclamacin o de retrica sino de un efectivo ethos participativo quelos ponga siempre en juego. Y es esa participacin democrtica la clave para alejaralgunas formas colectivas que parecen inamovibles, es decir, se fija por ella unaruptura con algunas formas de vida comunitarias.

    En la sociedad liberal y democrtica, no hay idea de la vida buena, no hayorientaciones valorativas o identidades culturales de tipo sustancial, que puedanquedar sustradas a la revisin y a la critica, ni siquiera las interpretaciones de eseconsenso liberal y democrtico, que es el nico fundamento posible de una modernaeticidad democrtica. En ese sentido la democracia moderna es transgresiva y sinningn suelo firme13

    He aqu un elemento por dems importante la necesidad de una critica pblicadonde sea posible escuchar la voz de todos los afectados en discursos reales

    10 Wellmer, A; op cit; 79.11 Ibidem; 8012 Ibidem; 8213 Ibidem; 83

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    emanados de ellos mismos. Ese es el verdadero carcter transgresor de lademocracia. Y es por ello que se advierte la inevitable y perenne tensin entre elejercicio de los derechos individuales y la puesta en funciones de la democracia. Unarelacin de fuerzas donde se privilegie a los derechos individuales atenta no solocontra la forma de vida comunitaria sino contra la democracia misma.

    Pero tambin los derechos fundamentales individuales fueron la base para loque es hoy la democracia moderna, con su carcter transgresor se subvirti el ordenfeudal anclado en algunas prcticas de tipo colectivo para posibilidad la idea dedemocracia que hoy manejamos. El carcter de auto-subversivo de los derechosindividuales solo puede ser controlado por el correctivo peridico de una parte deaquellos rasgos que participan de lo comunitario: la accin de sentirse partcipes de uncolectivo social y poltico.

    Esto ltimo nos lleva a la nocin de sociedad civil. Es en ella en que los valoresliberales encuentran su realizacin colectiva. En espacios de pluralismo y dedescentracin donde los sujetos son capaces de sentirse no solo partcipes sinoprotagonistas y creadores de sus propias orientaciones valorativas es que se danaquellas insinuaciones de comunidad que Oakeshott formulara. Es en las redes deredes de agrupamiento o asociaciones que el ethos democrtico se nutre de la vidacotidiana. Como sostiene Wellmer el ethos democrtico necesita del pluralismo paracomprender la sociedad y la poltica necesita de la sociedad civil democrtica parafortalecerse. Solo enmarcada por la democracia puede la sociedad civil desarrollarse.

    La idea de Walzer est extrada de Hegel, es la idea de la eticidad perdida ensus extremos que es explicitada en su Critica de la Filosofa del Derecho. Esta criticaanticipa las criticas comunitaristas a los liberales. Lo importante de la critica de Hegelest en que nos anuncia claramente los problemas que va a generar para unaadecuada concepcin de lo que es la democracia participativa o la eticidaddemocrticia la idea de la carga de desagarramiento que conlleva el atomismo liberal.Si un comportamiento que obedezca la voluntad del individualismo liberal es admitidoes necesario entonces que se asegure instituciones, tradiciones y prcticas y por tantola cultura poltica no har ms que dejarse absorber por estas instituciones. Por tantopara poder zafar de este problema la eticidad no debe ser entendida como unasustancia sino como una forma.

    La eticidad democrtica es quin deber ser definida por las condiciones deldiscurso democrtico. Esas condiciones conllevan a los derechos fundamentales y losderechos individuales pero tambin un tipo de trato de las divergencias y los conflictos.La eticidad democrtica es un modo de abordaje y solucin de los conflictos que sabeque los mismos son producto del reconocimiento de la heterogeneidad y lasdiferencias. Y como con esta idea se aleja la posibilidad de un todo reconciliador comopropone Hegel. La posibilidad de encontrar la unidad estara determinada por laparticipacin democrtica de todos los afectados.

    La eticidad democrtica debe ser entendida como una forma de coexistenciacomunicativa e igualitaria de una variedad de ideas de lo bueno que compiten entres.14

    La eticidad democrtica

    Es obvio que en la realidad actual de las sociedades modernas apelar a losderechos fundamentales individuales liberales y democrticos no es suficiente para ellogro de la eticidad democrtica. Y mayor es el problema cuando los abordamos conuna perspectiva latinoamericanista. Las doctrinas de la seguridad nacional, lospopulismos de diversa ndole y los Estado supuestamente liberales que se inmiscuyen 14 Ibidem; 91

  • La Fundamentacin de la Eticidad Democrtica en el Pensamiento de Albrecht Wellmer

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    en cada aspecto de la vida individual y colectiva hacen ms que necesaria la discusinsobre la idea de participacin democrtica y como encontrar los medios parasustancializarla. Quiz la discusin entre liberales y comunitaristas a nosotros loslatinoamericanos nos parezcan demasiado sofisticadas y lejanas a nuestra realidad.Cuando hemos soportado dictaduras, asesinatos y democracias que buscan dejar lascosas como estn sin mirar hacia atrs buscando justicia la meta quiz no seaparticipar en los debates filosficos sino encontrar caminos para una realsustancializacin de la eticidad democrtica. Pero, con todo, en nuestra Amricaauroral, como dice Roig, se hace necesario conocer las experiencias de otros lugaresa efectos de encontrar nuestro propio modelo societal. Para ello es necesario seguirde cerca los desarrollos de las discusiones en torno a los derechos.

    Wellmer subraya el valor de estos derechos y dice que, este valor depende desu conexin con los derechos de tipo social. La idea de participacin, ahora des-sustancializada parece constituirse en la base para una nocin de eticidaddemocrtica y una de bien comn.

    Para ello Wellmer introduce una ficcin: la idea operativa de una sociedadcerrada que se distingue netamente de su exterioridad, es decir, de las otrassociedades. A la postre esto comporta un pueblo que habla de un nosotros y que secaracteriza por ser soberano y por poseer derechos de ciudadanos. De este modo laidea deja de ser una ficcin normativa. En la medida en que nos llega a la mente losproblemas actuales de las sociedades modernas notamos que ese sentimiento del otrocomo exterioridad es ms que una argucia retrica para tener una idea clara de pueblosino que es un componente de peso en la lgica discursiva de los estadosnacionalistas.

    Tenemos entonces un elemento fundamental para definir un componente delos derechos ciudadanos: la idea de estado-nacin. Wellmer anota las tres grandesrevoluciones de la modernidad que fueron capaces de constituir una moral de carcteruniversalista. Es decir la idea de derechos fundamentales consolidada materialmenteen los Estados Nacin (que tienen revoluciones exitosas) genera una moral de tipouniversalista o por lo menos un impulso hacia el logro de una moral de ese tipo15. Y esesta moral de tipo universalista generada por un contexto triunfante la que debeproducir la conexin entre los derechos de hombre y del ciudadano. Obviamente lamayora de las veces no fue as pero la experiencia histrica parece ayudar a sostenerque estos impulsos universalistas son los nicos capaces de sustentar un

    mnimo moral-poltico y econmico, sin cuya realizacin global lassociedades liberales y democrticas de occidente no podrn mantenerse en pie alargo plazo, ni fcticamente ni tampoco moralmente16

    La globalizacin fctica tiene sus problemas. Entre ellos est el que en todoorden donde se deba tomar decisiones es cada vez ms probable que esas decisionesafecten a una cantidad cada vez mayor de personas que no participan de esa decisino que su participacin no es plena por la falta de informacin sobre el tema a resolver.A ello debemos sumar los mecanismos intrnseco del poder, aquel poder que ejercenlas naciones ricas sobre las pobres que se reproducen a toda instancia de negociacina nivel mundial. Estos problemas se confrontan en lo interno de la sociedad liberalmundial con la idea de derechos fundamentales. Recordemos la idea de que los

    15 Sealamos la palabra impulso, como dice Wellmer, porque la mayora de las veces lasrevoluciones triunfantes han ahogado ese impulso a travs de la sustanciacin de este enlgicas utpicas o ideolgicas producto de una concepcin teleolgica de la historia queadmita que solo aceptndola la sociedad cambiara para mejor.16 Wellmer; op cit; 95. Las negritas son mas.

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    derechos fundamentales dentro de las sociedades liberales constituyen una doctrinaautosubversiva y ese es el verdadero y ms dramtico desafo que tienen hoy por hoylas sociedades modernas.

    Frente a estos problemas Wellmer propone una vuelta a Kant en su idea depositivacin jurdica de los derechos del hombre. Esta positivacin tiene el carcter deimperativo y desafa rotundamente a los sistemas jurdicos de las democracias ricas.Pero recordemos el movimiento de aquellos derechos del ciudadano reconocido por elxito de las revoluciones para entender que esta lgica universalista intentar pormuchos medios positivar la lgica jurdica de los ciudadanos en estos Estados primeroy luego se intentar hacer valer estos derechos, de estos ciudadanos, como derechosfundamentales de todos las mujeres y hombres del mundo.

    Se debe tener cuidado con el impulso universalista que conlleva la idea dederechos del ciudadano, para ello hay que asegurar el otro gran componente de estebinomio que es la idea de participacin. Las naciones afectadas deben reforzar susformas de participacin a efectos de que su voz sea escuchada por todos y por tantoen la positivacin jurdica de la cual acabamos de hablar deben estar contempladas amodo de derechos las prcticas de participacin.

    La idea de participacin no hace ms que imponer la categora reconocimiento.Ya no un reconocimiento entre iguales sino un reconocimiento de aquel que esdiferente de mi, un reconocimiento de la diversidad. Esta idea ha sido manejadaprofusamente por comunitaristas como Taylor pero es necesaria su introduccin en lamedida en que puede ser la clave para la disolucin de la distincin prctica entre losderechos del hombre y los derechos del ciudadano.

    Con la categora de reconocimiento para la disolucin de las distinciones entrederechos es plausible introducir el aporte ms original del pensamiento de Wellmer: laidea de un estado cosmopolita basado una adecuada positivacin jurdica de que partade la idea de dignidad del ser humano, que sea a la vez la encarnacin de ese mnimopoltico moral al que antes aludimos y que tambin es compatible con el ideal de lasdemocracias modernas. Pero debemos tener cuidado, esta idea funciona como unprincipio de justicia cuya validez no depende de tener la tcnica para ponerlo enprctica ni de la idea de que debemos obedecerlo siempre. Esta idea busca hacersaber a las naciones del mundo que se necesita un cambio enfoque acerca de lasrelaciones entre los hombres y que quiz debamos modificar las formas en que nosrelacionamos para la produccin sin que ello implique utopas o ideologas pasadas demoda por su ineficacia. Quiz sea necesario un enfoque ms pragmtico perorespetando de algn modo la idea marxiana de ... subvertir todas las relaciones en lasque el hombre se convierte en un ser humillado, avasallado, abandonado ydespreciable.17

    Wellmer adelanta algunas de las objeciones que se pueden hacer a supropuesta: por un lado se podr decir que los principios universalistas no sirven denada cuando los que importan son los problemas prcticos. Responde a la primeraque no existe contradiccin entre universalismo y contextualismo. La idea de unapragmtica puede ofrecer soluciones esta controversia o quiz la mxima kantiana quesostiene que se debe actuar de modo que la mxima de tu accin se convierta en leygeneral es ilustrativa al respecto. La segunda objecin esta en el argumento de quelas idea de ese tipo son eficaces cuando son capaces de reprimir las diferencias. A locual responde que si es necesaria una poltica de las diferencias o de la diversidaddeber realizarse inevitablemente sobre un suelo que contenga principios de carcteruniversalista.

    17 Ibidem; 99.

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    Para concluir debemos replantearnos el problema de la eticidad democrtica.Dijimos que los derechos fundamentales de carcter individualista y los derechos departicipacin de carcter comunitarista son la base para definir una idea de eticidaddemocrtica. Pero todo ello ha de ser en sociedades ficticias, cerradas donde se haceposible verlas o estudiarlas desde el nivel conceptual. Esta eticidad democrticacontiene en s misma un impulso universalista que si es sustanciado impropiamentepuede terminar en males mayores para las democracias occidentales. Es por eso quefrente a la sustancializacin que supone el reconocimiento de la globalizacin fctica elcamino ms acertado ser proponer una sociedad de tipo cosmopolita que diluya ladistincin fundamental entre los derechos del hombre y los derechos del ciudadanopara modificar el carcter de ese impulso universalista a travs de una positivacin dederechos que incluya en un mismo sistema los derechos humanos y el ethosparticipativo que presupone la idea de reconocimiento. La eticidad democrtica as seconserva en los carriles de las concepciones clsicas de la democracia moderna. Sepodra decir que est prevista en ella pero subvierte el orden de las relaciones deproduccin de si mismas al integrar el respeto de la dignidad humana cosa a la quetanto Kant como Marx aspiraban. La nueva eticidad ser de una democracia msamplia, es decir, de una democracia ms democrtica.

    Reflexiones finales. La recuperacin del sujeto como un yo-nosotros

    En esta vuelta a Kant se recupera, por parte de Wellmer, la idea de un yo quepudo ser visto en el desarrollo de la critica comunitarista. Pero es un yo que tambinest previsto en la obra de Kant.

    Repasemos cual era el inters prctico de Kant; el inters que anima suproposicin de un estado cosmopolita. Veremos nuevamente que estos planteos estnlejos de toda abstraccin y propone reformas que tienden a solucionar problemasprcticos.

    Al comienzo Kant propone una serie de argumentos que tienden a sustentar laidea de que los Estados no son de nadie y no se adquieren por persona alguna sinoque son propiedad de la sociedad en su conjunto, que se deben tomar los recaudos deno usar el dinero del Estado para hacer la guerra dada la soberana que es particularde cada uno de ellos y, por ltimo, que se deben respetar los pactos incluyendo en suforma clusulas que aseguren la imposibilidad de dobles lecturas o subterfugios parapoder volver a hacer la guerra.

    Los hombres que viven en paz no estn en estado de naturaleza dado que elestado de naturaleza es la guerra. Y la guerra es un estado que sobreviene cuando elsistema de gobierno es anrquico y violento. Para ello es necesaria una teora delderecho que instaure la paz. Hay tres instituciones que promueven y aseguran la paz:a) el derecho poltico de los hombres que conviven en un estado; b) el derecho de losestados en sus relaciones mutuas y, c) los derechos de los hombres como derechosde un estado universal. Ninguna de estas instituciones es secundaria dado que si unade ellas no existiera habra guerra.

    Kant propone un conjunto de artculos que permiten obtener la paz duradera: a)La constitucin deber ser republicana porque all no hay amos sino ciudadanos; b)Debe haber una constitucin internacional que integre a una federacin de estadoslibres; c) Un artculo sobre los derechos universales del hombre y del ciudadanobasado en la idea de la universal hospitalidad de los pueblos.

    En un apartado del artculo sobre la paz perpetua Kant habla del desacuerdoentre la poltica y la moral y de una posible concordia entre ambas. En sntesis lo quepropone es que la poltica que debe tomar en cuenta (debe ser guiada por) el biencomn no debe dar un paso sin considerar el pensamiento moral encarnado en el

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    derecho. Y por tanto no se debe conceder protagonismo (si nos anima el logro de lapaz) a la habilidad poltica sino a la sabidura poltica que sabe de la idea moral msde las circunstancias. Por tanto la performance poltica debe incluir en s el imperativomoral y el freno del derecho. La accin del poltico moral es la de aquel que moralizasu accin y que acta siguiendo mximas que pueden convertirse en principiosuniversales.

    Pero de donde obtenemos al poltico moral. En lo que respecta a la moral todossabemos que ningn hombre es capaz de justificar su conducta a no ser que dispongade un criterio a priori que le permita saber qu hacer en cada situacin. Al actuar asjuzga de acuerdo a una ley que el mismo reconoce como vlida y por tanto el hombrees sujeto y tribunal de un juicio de valor. La moral as es refuerzo de la voluntad (de lalibertad).

    Pero hay un lugar de la vida moral en que no tienen lugar las decisionesinternas del individuo dado que lo deberes se imponen desde lo exterior sin que elindividuo pueda decir si o no. Ese lugar es el derecho que, por definicin, el acto dehacer compatible mi libre albedro con el de los otros segn una ley general. Y por estoltimo obtenemos la posibilidad prctica de la convivencia entre las diferentesvoluntades.

    Tenemos as dos caras del actuar por deber. Una accin determinada por laidea moral por la cual nos obligamos a nosotros mismos a actuar y otra accindeterminada por el derecho que se nos impone desde afuera y tiene por fin permitir laconvivencia entre las distintas voluntades. Este ltimo es el derecho pblico que regulala vida entre hombres e instituciones siempre a posteriori del alcance de un acuerdo oun pacto. Es por eso que resaltamos la propuesta kantiana de estipular una posibleforma de los pactos. Como deberan ser es imprescindible para obtener a la postre unacuerdo que permita alcanzar un sistema jurdico internacional. Y he all elprocedimentalismo en que insiste Wellmer donde si bien lo sustancial es importantedado que fija los horizontes de posibilidad de los acuerdos tambin la forma lo es en lamedida en que su buen proceder determinar la posibilidad de la paz.

    El derecho pblico es el vehculo de la justicia social y la encarna a efectos deque esa idea de justicia pueda ser conocida por todos. Solo cuando los acuerdos selogran sin trampa, ni artculos engaosos, ni proposiciones con sentido difuso omltiple es que obtenemos un derecho publico capaz de ser reconocido por todos yredundar en una mejor predisposicin de los hombres a colaborar con la paz. Y alpublicitar las implicancias de los acuerdos los individuos vern como susformulaciones de carcter social quedan explicitadas en principios de derechointernacional. Todos los conceptos considerados: justicia, paz, derecho son producto oal menos implican la interrelacin humana. Por tanto la positivacin de un sistemajurdico internacional se desprender ya no de un poltico hbil sino de una serie devalores que implican un determinado ethos. Refuerza esta idea la postulacin de unanorma trascendental las acciones referentes al derecho de otros hombres son injustassi su mxima no admite publicidad18 En efecto si una norma no se conoce no sepuede exigir a la postre su reconocimiento universal por tanto la publicidad es ms quenecesaria puesto que suscita la confianza en un acuerdo entre el derecho y la polticaguiado por un imperativo moral.

    Por ltimo cabe decir que Kant distingue racionalmente el reino de la poltica yel de la moral y que solo el efecto mediador de una teora del derecho puede imponera los gobernantes aducir argumentos sofsticos del tipo que se necesita pararecomenzar una guerra. La teora del derecho conjuga los derechos de un individuo ouna nacin con los de otros. Hay tambin un avance de Kant que rendir 18 Cfr. Kant, I; La paz perpetua Captulo II De la armona entre la poltica y la moral. Segn elconcepto trascendental de derecho pblico ; pp 243-247

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    notablemente para discusiones posteriores: la idea de la posibilidad de una facultad dejuzgar que es independiente de toda circunstancia. El hombre es capaz de seguir unimperativo moral que en s mismo es obligacin. Lo sigue porque forma parte de l esun a priori, un principio trascendental19. La mxima de La fundamentacin de lametafsica de las costumbres hace que el sujeto sea capaz de tomar decisiones bajoel peso de las circunstancias y un ejemplo de ello es cuando propone el caso de lasabidura poltica y la habilidad poltica en el opsculo La paz perpetua.

    Por otro lado los contenidos sobre los cuales decidimos son producto de la vidasocial. No hay posibilidad de que una mxima sea reconocida si no lo es por todos losimplicados. Esta idea ser utilizada por Wellmer al rescatar la idea de ethosparticipativo en el pensamiento comunitarista y del mismo Kant. De este modo, a losefectos prcticos, ser siempre necesario publicitar los contenidos de las futuras leyesdado que su legitimidad estar declarada por haber pasado por el tribunal social.

    Por tanto para Wellmer la discusin entre liberales y comunitaristas ha estadocorrecta al considerar la forma en que se constituyen los yoes. Si es social o si estprevisto en los universos sociales y el papel que deber tener el estado para ladefensa de los derechos de estos sujetos. Pero all quiz est el error de loscomunitaristas y liberales. En considerarse a s mismos como el centro de la discusinauspiciando de alguna forma los contenidos tericos que fundamentan el liberalismoeconmico y sus efectos en la globalizacin. Ese impulso universalista que animacualquier reconocimiento de las identidades propias se ha tornado peligroso para lamayor parte de la poblacin mundial y all es donde se desarrolla la reflexin deWellmer. El debate entre liberales y comunitaristas ha olvidado aquellas condicionesque pueden ayudar a mejorar la convivencia entre los hombres y las mujeres delmundo y en la consecucin o no de esta meta est la posibilidad de futuro de lahumanidad.

    Es as que se justifica el retorno a Kant (al que siempre retornamos). Pero unretorno tal cual la lechuza de Minerva que emprende su vuelo al crepsculo. Luego dever doscientos aos de guerras, explotacin (de mujeres, hombres, nios y de lanaturaleza) tenemos una experiencia prctica que nos ayudar a encontrar cualcamino es posible y cual no. A ello sumemos los problemas actuales de la inmigraciny la emigracin, los renacientes nacionalismos y la xenofobia y veremos que laspropuestas kantianas si bien son en trminos ideales son para inters prctico. Y qudecir de Amrica. La idea de distancia reflexiva: cmo generar a esos individuoscapaces de tomar distancia cuando se vive en un entorno de violencia permanente yde miedo, cuando el Estado se apropia de la educacin y de las instancias de decisino cuando l mismo es herramienta de grupos minoritarios poderososeconmicamente? Cunto debe recorrer nuestra Amrica para poder plantearseprcticamente algunas cosas! Pero existen algunas ventajas relativas a los procesoscolectivos e histricos que deben ser rescatados: las resistencias contra lasdictaduras, los movimientos sociales, las luchas en defensa de las culturas y laintegracin de modos de interrelacionamiento que respetan lo espiritual, lo religioso yla tradicin. Quiz ello sin duda le d un toque particular a la consolidacin de lasdemocracias en Latinoamrica.

    Wellmer defiende la idea de un ethos democrtico de carcter procedimentalque asegure un mnimo moral tico y en ese marco poder construir un sistema jurdicointernacional que sea sustancia de ese mismo ethos. El refugiarse exclusivamente enlo sustancial es peligroso para el reconocimiento de los otros, el preferir la forma sin

    19 Nos resulta muy interesante el artculo que el mismo Wellmer escribe sobre la filsofaHannah Arent: Hannah Arendt sobre el juicio: la doctrina no escrita de la razn donde sepropone reactualizar la lectura acerca de la facultad del juicio de Kant. Arend rescata lacapacidad del ser humano de ser libre en las decisiones an en las peores circunstancias.

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    los contenidos puede ayudar a que algunos tomen decisiones por las mayorasobedeciendo intereses personales. El punto ser asegurar la supremaca de ladignidad de los hombres y las mujeres de este mundo y con ese pensar elaborar conun procedimiento correcto posibles sistemas jurdicos. Si no se logra la humanidad sedeshumanizar.

    Bibliografa

    Kant, I; La paz perpetua y Fundamentacin de la metafsica de las costumbres;Mxico; Editorial Porra; 1990.

    Kymlicka, W; Filosofa poltica contempornea; Barcelona; Ariel; 1995. Tani, R; Carrancio, B; Prez, E; Nuez, M; Teora Prctica y Praxis en la obra de

    Jos Luis Rebellato; Montevideo; Editorial Ideas; 2004. Taylor, Ch; La diversidad de bienes; en La Poltica; Barcelona; Paidos; 1996. Walzer, M; La critica comunitarista del liberalismo; en La Poltica; Barcelona;

    Paidos; 1996. Wellmer, A; Finales de partida: la modernidad irreconciliable; Madrid; Frnesis;

    1996.

    IntroduccinEl debate acerca de yo y la posibilidad de establecer una distancia reflexiva.La tesis social de los comunitaristasLas implicancias de la formulacin de Walzer parLa eticidad democrticaReflexiones finales. La recuperacin del sujeto Bibliografa