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Reshaping Power, Shifting Boundaries” Estado, Políticas Públicas y Confianza social. Una mirada desde Latinoamérica Ma. Cecilia Güemes Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset IUIOG Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP. [email protected] Resumen: Desde una perspectiva político-institucional que confía en el Estado como actor de relevancia para explicar la confianza social, nos interesa observar, en el contexto latinoamericano, la relación entre políticas públicas y confianza interpersonal. Al efecto, presentamos un esquema de análisis que combina las ventajas de un modelo estadístico cuantitativo complejo con una propuesta centrada en el estudio de caso único. El análisis multinivel, que constituye el primer movimiento e involucra a 18 países de América Latina, nos sirve para aproximarnos a la relación entre políticas públicas (ya sea aquellas vinculadas a funciones mínimas de un Estado como aquellas otras asociadas a funciones de bienestar social) y/o ciertas características del Estado y confianza interpersonal. En dicha línea, interesa poner a prueba ciertas hipótesis y hallazgos de investigación efectuados en otras latitudes. Por su parte, el estudio de caso único centrado en la realidad Argentina, busca dilucidar los mecanismos concretos en virtud de los cuales las políticas públicas intervienen en la recreación de la confianza social. Se presta especial atención a lo que consideramos ambientes sociales de reproducción de la confianza, los cuales, sirven de intermediarios entre las políticas públicas y la confianza social. Se concluye el trabajo presentando algunos avances preliminares de la puesta en práctica de tal propuesta. Palabras claves: confianza social, Estado, políticas públicas y Latinoamérica. 1

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“Reshaping Power, Shifting Boundaries”

Estado, Políticas Públicas y Confianza social. Una mirada desde Latinoamérica

Ma. Cecilia Güemes Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset IUIOG

Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP. [email protected]

Resumen: Desde una perspectiva político-institucional que confía en el Estado como actor de relevancia para explicar la confianza social, nos interesa observar, en el contexto latinoamericano, la relación entre políticas públicas y confianza interpersonal. Al efecto, presentamos un esquema de análisis que combina las ventajas de un modelo estadístico cuantitativo complejo con una propuesta centrada en el estudio de caso único. El análisis multinivel, que constituye el primer movimiento e involucra a 18 países de América Latina, nos sirve para aproximarnos a la relación entre políticas públicas (ya sea aquellas vinculadas a funciones mínimas de un Estado como aquellas otras asociadas a funciones de bienestar social) y/o ciertas características del Estado y confianza interpersonal. En dicha línea, interesa poner a prueba ciertas hipótesis y hallazgos de investigación efectuados en otras latitudes. Por su parte, el estudio de caso único centrado en la realidad Argentina, busca dilucidar los mecanismos concretos en virtud de los cuales las políticas públicas intervienen en la recreación de la confianza social. Se presta especial atención a lo que consideramos ambientes sociales de reproducción de la confianza, los cuales, sirven de intermediarios entre las políticas públicas y la confianza social. Se concluye el trabajo presentando algunos avances preliminares de la puesta en práctica de tal propuesta. Palabras claves: confianza social, Estado, políticas públicas y Latinoamérica.

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1. Introducción La literatura especializada de los últimos tiempos postula a la confianza social como elemento crucial para explicar la acción colectiva y la cooperación. Se argumenta que, la predisposición a confiar en los demás, ayuda a reducir la complejidad social y ofrece una solución al problema de los extraños. De este modo, al reducir el riesgo que involucra tratar con otros, la confianza amplia las posibilidades de acción cooperativa en contextos de incertidumbre e información escasa (Luhmann, 1996, Welch, et.al, 2005, Johnson & Swap, 1982, Torche y Valenzuela, 2011). Luego, mientras existen numerosos estudios que ponen en evidencia correlaciones virtuosas entre el desarrollo económico, la democracia y la confianza1, son pocos los trabajos que analizan como romper círculos viciosos y crear confianza social donde ella escasea. En otras palabras: frente a la abundancia de estudios que proponen la confianza como variable explicativa de casi todo, se echan en falta más investigaciones que analicen la confianza social como variable dependiente y se preocupen por mecanismos que creen y potencien la confianza social (Herreros y De Francisco, 2001). En dicha línea, el estudio del Estado y el rol que desempeñan las políticas públicas en la creación de contextos favorables a la creación de la confianza, es un tema que ha permanecido aún más desatendido (Levi, 2001; Tarrow, 1996). Tomando en consideración que la confianza social resulta relevante al logro de objetivos altamente deseables en Latinoamérica (como son el desarrollo económico, la consolidación democrática y la equidad), mas los niveles de confianza precisamente son bajos en términos comparados (ver Mapa 1), este trabajo se propone estudiar en qué medida el Estado y las políticas públicas juegan un papel relevante en la creación de la confianza social.

Mapa1: Confianza social en América Latina en términos comparados

1Sobre la importancia del capital social en el desarrollo económico, ver: Granovetter, 1985; Coleman, 1988; Knack y Keefer, 1997, Woolcock y Narayan, 2000; Dasgupta, 2003; Trigilia, 2003; Stiglitz, et. Al, 2008; Dearmon y Grier, 2009 entre otros. En lo que refiere a la relación entre capital social y democracia se recomienda consultar: Putnam, 1993; Jordana, 2000; Boix y Postner, 2000; Sides, 1999; Torcal y Montero, 2000; Herreros, 2002; Mishler y Rose, 2005.

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Fuente: Elaboración propia en base a datos de WVS, 2005-2007

Grafico 1: Confianza social al interior de América Latina

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Latinobarómetro, 2008

En vista a ello, el trabajo se organiza del siguiente modo. En la sección que sigue se exhiben los argumentos en virtud de los cuales la literatura afirma el Estado es relevante en la creación de confianza social y las hipótesis de trabajo que se deducen de ello. En la sección 3, se fundamenta el modelo empírico elegido para testear tales hipótesis en América Latina. En la sección 4, se presentan los resultados del modelo y se reflexiona sobre los límites de los mismos. En la sección 5, se propone una metodología complementaria a la anterior que busca profundizar en el análisis y apuesta por un abordaje integral del fenómeno bajo estudio. Se concluye el trabajo con algunas reflexiones para el caso. 2. Estado y confianza social. En general se entiende por confianza social al conjunto de lazos débiles que se desarrollan entre grupos y personas diferentes que carecen de conocimiento íntimo entre sí (Granovetter, 1973; Levi, 2001). Luego, existen discrepancias en torno a si cabe definir a la misma como una actitud o una percepción racional. Para los primeros, la confianza social es una especie de suposición sobre la bondad de los otros que está asociada a creencias, al optimismo y a la satisfacción con la vida. En dicha vena, la confianza respondería a la internalización social exitosa de ciertos valores, vía educación como experiencias y aprendizajes que se desarrollan osmóticamente. En vista a ello, la confianza sería algo que se gesta principalmente en la infancia y que resulta difícil de alterarse en el tiempo (Luhmann, 1996:47 y Uslaner, 2002 Frykman, et. Al 2010, Torcal y Montero, 2000; CEPAL, 2002). Por su parte, quienes prefieren entenderla como una percepción racional, también destacan el valor de las experiencias previas pero, en vez de asociarlas a valores, la relacionan con el análisis de la información que se obtiene de las interacciones. Así, la confianza social supondría una evaluación sobre los otros que incluye un análisis de

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características contingentes de las personas en las que se confía así como del contexto en el cual se interactúa. Ergo, las estructuras e instituciones que rodean la interacción y las señas y atajos cognitivos que los individuos utilizan para procesar la información son muy importantes al efecto. Lógicamente, la confianza tiene más potencial de cambio en esta línea. (Hardin, 1998; Herreros y Criado, 2001, Coleman, Elster, 1985 y 1988, Axelrod, 1986; Bowles y Gintis, 2001; Robbins, 2011). Sin extendernos más en esta polémica, en este trabajo consideramos a la confianza como un subproducto accidental de experiencias de la vida diaria y de las imágenes que se forjan sobre el “nosotros” y los “otros”. En tal sentido, consideramos relevante poner en valor las percepciones que los sujetos construyen a razón de los contextos que los rodean. Luego, si la confianza es algo “que pasa sin que nos demos cuenta” y no algo que se pueda crear a voluntad, es lógico suponer que la influencia del Estado sobre la misma no es directa sino más bien, de segundo orden o no intencional, siendo por tanto relevante analizar las “señales” que la acción estatal arroja y los contextos que las políticas públicas forjan (Güell y Márquez, 2001)2. Sobre la relación Estado y confianza social, encontramos un primer cuerpo de trabajos que destacan la importancia que para el desarrollo de esta última tiene el efectivo y transparente ejercicio de funciones de control y sanción por parte del Estado (enforcement). El argumento propuesto por estos autores es aproximadamente el siguiente: si las instituciones encargadas de aplicar la ley, detectar y castigar a los transgresores son eficientes en cumplir sus funciones, los ciudadanos tienen motivos para pensar que, los sujetos que violen la confianza y actúen de modo oportunista y/o deshonesto, serán perseguidos y aprendidos. Así, la garantía estatal del cumplimiento de la ley reduce la incertidumbre colectiva dentro de un grupo social haciendo predecibles las acciones ajenas y generando incentivos y contextos favorables a la confianza (Rothstein, 2000 y 2002). Tales razonamientos estarían rubricados por estudios que demuestran cómo Estados eficaces se correlacionan con altos niveles de confianza social y, a la inversa, Estados ineficaces y corruptos se acompañarían de bajos niveles de confianza social (Herreros & Criado, 2008; Delhey y Newton, 2005; Robbins, 2011). En esta misma corriente argumental, se ubican los estudios que postulan a la confianza vertical, esto es confianza en instituciones públicas como la policía, la administración pública y los tribunales de justicia, como causa de la confianza social. Sujetos que perciben el desempeño gubernamental como eficaz, ecuánime, justo e incorruptible es más probable tengan mayores razones para arriesgarse y confiar en desconocidos (Newton y Norris, 2000; Della Porta, 2000; Rothstein y Stolle, 2002; Rothstein & Uslaner, 2005; Rothstein y Eek 2005; Nannestad y Svendsen, 2005, Mishler y Rose, 2005; Letki y Evans, 2005; Freigtag y Bühlman, 2009). Por su parte, un segundo cuerpo de trabajos sostiene que, no solo la eficiencia gubernamental y la confianza en instituciones son importantes, sino también el involucramiento del Estado en funciones de redistribución y bienestar social. La equidad sería la clave de comprensión aquí. En sociedades con amplias desigualdades económicas la confianza generalizada tiene menos oportunidades de recrearse. Esto se funda principalmente en dos razones. En primer lugar, es sostiene que la sensación de 2 En un sentido diferente verlos trabajos de Durston, 2002, Bebbington, 2005; Woolcock y Narrayan, 2000 como muestra de aquellos que entienden la acción política directa puede crear capital social.

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injusticia e impotencia propia de sociedades desiguales conduce a los ciudadanos a creer que la mejor y única vía para prosperar es siendo corrupto o deshonesto y por tanto actuar colectivamente implica altos costos y riesgos. En segundo término, es sabido que en sociedades con diferencias económicas notorias, los integrantes de los colectivos favorecidos y de los desfavorecidos por lo general no interactúan, con lo cual es más común se desarrollen confianzas particularizadas al interior de tales grupos que confianza social. Luego, la correlación negativa que existe entre confianza social y la desigualdad económica rubricaría lo anterior (Knack y Keefer, 1997; Kawachi et.al., 1997; Sides, 1999; Hall, 2002; Bjørnskov, 2004; Rothstein, 2000 y 2008; Herreros & Criado, 2001 y 2008, Jiménez y Ruiz Huertas, 2010). A raíz de lo anterior, se argumenta que los esfuerzos del Estado por reducir la desigualdad económica y favorecer la igualdad de oportunidades son de suma relevancia para que la confianza emerja. Cobran relevancia en esta materia las políticas de bienestar social. En vista a la experiencia exitosa de los países nórdicos, estudios comparados argumentan en pos de la universalidad en la provisión del bienestar y la inversión en espacios públicos de encuentro ciudadano. Respecto a los programas sociales universales (especialmente en lo vinculado a salud y educación) se destaca, no solo la eficiencia social de los mismos a la hora de reducir la desigualdad, sino las señales que a traves de los mismos los gobiernos envían a sus ciudadanos. Estas señales hacen referencia a un tratamiento “común de problemas” que contribuyen a forjar sentidos compartidos y la sensación de pertenecer a una misma sociedad. En igual sentido, el encuentro y tratamiento de sujetos de diferentes estratos sociales en espacios públicos como el hospital o la escuela, también contribuiría a los sujetos a percibirse como parte de un mismo orden social. Así las cosas, por un lado, no se estigmatiza a los receptores de servicios sociales, haciéndolos sentir como receptores de la caridad de los más pudientes, y, por el otro, la clase media y quienes pagan más impuestos, no experimentan la sensación de que sus recursos no tienen retornos siendo por ello son más favorables a la inversión social. En resumen, las políticas de bienestar social no solo son deseables a razón de su potencial redistributivo sino como forjadoras de una comunidad moral y solidaridad social esencial en la construcción de la confianza social (Rothstein, 2000 y 2008; Rothstein y Uslaner, 2005; Herreros & Criado, 2008). Tomando como referencia lo argumentado hasta el momento resultan cuatro hipótesis de trabajo:

Hipótesis 1: La eficacia del Estado aumenta las probabilidades de que los sujetos confíen en los demás.

Hipótesis 2: La confianza en las instituciones estatales incrementa las probabilidades de que los sujetos confíen en los demás.

Hipótesis 3: Mayor equidad incrementa las probabilidades de que los sujetos confíen en los demás.

Hipótesis 4: Mayor desarrollo del régimen de bienestar social incrementa las probabilidades de que los sujetos confíen en los demás.

Sobre como poner a prueba tales hipótesis, nos ocupamos en el apartado que sigue.

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3. Primera aproximación a la relación Estado y Confianza social en América Latina: Análisis Multinivel En términos generales, las herramientas utilizadas por la mayoría de investigaciones sobre confianza social son los modelos estadísticos, en segundo lugar los experimentos sociales y, en mucha menor medida, las observaciones antropológicas e investigaciones socio-históricos de dicho fenómeno social (Nannestad, 2008). Concientes de las limitaciones de las técnicas estadísticas y de la necesidad de integrar herramientas cuantitativas y cualitativas de investigación social, nuestra propuesta engarza un modelo estadístico con un análisis de tipo narrativo (Dudwick, 2006; Svenssen, 2006; Abell, 2004). En este acápite nos ocupamos de lo primero y ofrecemos una aproximación a la relación entre Estado y confianza social a partir de la implementación de un modelo estadístico multinivel. Tal modelo, nos permite trabajar simultáneamente y sin pérdida sustantiva de información datos de nivel individual y de nivel agregado. Focalizando en la naturaleza jerárquica de los datos (lo cual reduce la variabilidad natural del grupo y lo hacen más homogéneo hacia el interior y diferente hacia el exterior), el modelo multinivel trata con la diferenciación de la varianza que producen distintos niveles de agregación y previene de las falacias ecológicas. Igualmente importante, tal modelo permite observar la interacción de las variables agregadas con las características individuales de la población, combinando dimensiones objetivas y subjetivas que mejoran las estimaciones (Gaviria Soto, 2005; Hair et.al, 2005). En nuestro caso, en el nivel superior de análisis tenemos a los países y en el nivel inferior o desagregado a los individuos. En vista a la disponibilidad de los datos, se toman como referencia 18 países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Republica Dominicana, Uruguay y Venezuela. La variable dependiente es la confianza social y de nivel individual. La pregunta que se utiliza es: “Hablando en general, ¿diría Ud. que se puede confiar en la mayoría de las personas o que uno nunca es lo suficientemente cuidadoso en el trato con los demás?” Dado que las respuestas son dicotómicas (toma el valor 1 cuando se responde “se puede confiar en la mayoría” y el valor 0 cuando se responde “uno nunca es suficientemente cuidadoso”), el modelo multinivel que resulta pertinente aplicar es el de tipo logístico. Como variables independientes de nivel individual utilizaremos también:

- la confianza en la Policía, el Poder Legislativo, el Presidente, la Administración Pública o los Tribunales de Justicia para evaluar la confianza institucional. La pregunta que se utiliza interroga sobre la confianza que tales instituciones le merecen a los sujetos y la respuesta se ubica en una escala de 0 a 3, siendo 0= ninguna confianza, 1= poca confianza, 2=algo de confianza y 3= mucha confianza.

- La expectativa que tienen los actores respecto a su futuro, de modo de medir el optimismo. La pregunta reza: “Respecto de sus hijos, ¿cree usted que ellos vivirán mejor, igual o peor que como vive usted?” Las respuestas se ordenan en 0=mejor, 1=igual, 2=peor.

- El autoposicionamiento en la escala izquierda/derecha, de modo de controlar si la ideología es relevante (0=extrema izquierda y 10= extrema derecha)

- Si el sujeto se afirma como católico o no (0=no católico, 1=católico), lo cual permite controlar si la religión mayoritaria es un factor relevante para la confianza.

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- Si el sujeto participa en organizaciones o asociaciones (0= no participa, 1=si participa) Para el caso no se diferencia el tipo de asociación a la que participa, pudiendo ser esta recreativa, sindical, ecologista, etc.

- Si el sujeto es favorable a la acción colectiva ciudadana, se utiliza a tal fin la pregunta: “¿Ha asistido a manifestaciones autorizadas o nunca lo haría?” Donde, 0=no ha asistido y 1=si ha asistido.

- Percepciones acerca del contexto social que los rodea, específicamente en materia de inseguridad y equidad: “En general, ¿puede usted decir que vivir en el país es cada día mas seguro, igual de seguro o más inseguro? (0=mas seguro, 1=igual se seguro, 2=más inseguro) y “¿Hasta que punto la justa distribución de la riqueza está garantizada en el país? (0=nada garantizada, 1=poco garantizada, 2=algo garantizada, 3= nada garantizada)

- Edad - Género (0=hombre, 1=mujer) - Educación del entrevistado (0= analfabeto, 1= educación básica incompleta,

2=educación básica completa, 3= educación secundaria incompleta, 4=educación secundaria completa, 5= educación universitaria incompleta, 6=educación universitaria completa)

Los indicadores de nivel individual provienen de la base de Latinobarómetro, año 2008, la cual recoge una muestra de 1200 encuestas aproximadamente para cada sociedad latinoamericana. Como variables independientes de nivel agregado se utilizan:

- Para evaluar el desempeño estatal, el indicador de eficacia gubernamental elaborado por el Banco Mundial para el año 2007. Este último es un indicador complejo que se basa en las evaluaciones que actores clave hacen respecto a: calidad de servicios públicos y del servicio civil, independencia de la administración pública de presiones políticas, calidad de la formulación e implementación de políticas pública y credibilidad en el compromiso del gobierno para con tales políticas. Mayores valores indican mayor eficacia. 3

- Para medir el grado de involucramiento del Estado en la redistribución social se utiliza el Gasto Público social como porcentaje del PIB, los datos provienen de CEPAL y refieren al año 2006.

- Índice de Gini, que también proviene de CEPAL y tiene por fin medir la desigualdad económica.

- Producto Bruto Interno, que sirve para controlar el modelo y que proviene de datos del Fondo Monetario Internacional para 2006.

A fin de dar mayor robustez al modelo, se realizan pruebas auxiliares utilizando indicadores de eficacia estatal y bienestar social alternativos así como otras variables políticas y económicas de control de las que se da cuenta en los pies de páginas correspondientes. 4. Resultados y hallazgos

3 Razonables críticas se han hecho de tal indicador (Ballart, 2010), no obstante ello, continúa siendo el indicador mas utilizado en la materia y demuestra tener una fuerte correlación con otros indicadores de eficiencia gubernamental como el del Foro Económico Mundial y con la percepción generalizada de las sociedades.

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La tabla Nº 1 que se presenta a continuación incluye 4 modelos en los que se busca poner a prueba las anteriores hipótesis en América Latina. En la primera columna se presenta el modelo nulo. Los resultados de efectos aleatorios indicarían que las variaciones entre países son significativas, lo cual, justifica la selección del modelo multinivel. Sin embargo, la variación entre individuos parece tener más peso que la variación entre países en todos los modelos. En la segunda columna se presenta un modelo destinado a testear la primera de las hipótesis sugeridas, esto es: si a mayor eficacia estatal aumentan los niveles de confianza. Los resultados no resultan significativos, de modo que, no se corrobora la relación predicha en estudios comparados más amplios como los mencionados. 4 En referencia a la segunda de las hipótesis sugeridas: a mayor confianza institucional mayores probabilidades de confiar, en dicho modelo observamos que: a) de las cuatro instituciones que se evalúan, solo la confianza en el Congreso es significativa y está positivamente ligada a la confianza social. Esto último indicaría que, en aquellos países donde la gente confía más en el congreso, también se halla mayor confianza social. b) la confianza en la policía y el poder judicial no resultan significativas para explicar la confianza social a diferencia de lo que cabría esperar. Lo más notorio para el caso es el signo negativo de la correlación, lo cual insinuaría una relación inversa a la propuesta por la literatura citada vinculándose la desconfianza institucional con la confianza social.

4 A fin de ganar robustez se ha estimado el mismo modelo con indicadores alternativos de eficacia estatal. Los resultados no son tampoco significativos, salvo cuando utilizamos el índice de competencia del servicio civil. Los coeficientes y errores estándar han sido: Índice de Competencia del Servicio Civil (BID) -0,02 (0,007), el Sub-índice de requerimientos básicos del Índice de Competitividad Global (FEM) 0,26(0,34) y el Índice de Fragilidad Estatal (Marshall & Cole, 2009) 0,02 (0,05). La relación significativa pero negativa y muy pequeña con el Índice de Competencia del Servicio Civil parecería indicar que: en aquellos países donde las calificaciones profesionales del funcionario público son mejor aplicadas y desarrolladas, existen menores probabilidades de que la gente confíe en los demás. Este resultado se compadece con el resultado que surge utilizando en un modelo alternativo datos agregados de corrupción (Transparencia Internacional) -0,04 (0.09). Esto indicaría que, en los países menos corruptos, hay menos probabilidades de confianza que en aquellos países con niveles más altos de corrupción.

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VD: Confianza Modelo Nulo Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Constante -1,32 (0,11) N1

-0,03 -0,03 -0,03 -0,03 Confianza en la Policía (0,03) (0,03) (0,03) (0,03) -0,2 -0,2 -0,2 -0,2 Confianza en el Poder

Judicial (0,04) (0,04) (0,04) (0,04) 0,08 0,06 0,06 0,08 Confianza en la

Administración Pública. (0,04) (0,04) (0,04) (0,04) 0,15*** 0,18*** 0,18*** 0,15*** Confianza en el

Congreso (0,04) (0,04) (0,04) (0,04) 0,31 0,22 0,23 0,32 Expfut (0,15) (0,14) (0,14) (0,15) -0,01 -0,01 -0,01 -0,01 izquoderecha (0,01) (0,01) (0,01) (0,01) 0,04 0,03 0,03 0,03 catolicismo (0,06) (0,06) (0,06) (0,06) 0,12 0,09 0,09 0,12 Asociacionismo (0,06) (0,07) (0,06) (0,07) 0,12 0,12 0,12 0,12 Asistir a

manifestaciones autorizadas.

(0,07) (0,07) (0,07) (0,07)

-0,28*** -0,3*** -0,3*** -0,28*** Sensación de Inseguridad (0,04) (0,04) (0,04) (0,04)

0,2*** 0,21*** 0,3*** 0,16* Justicia distributiva (0,03) (0,03) (0,08) -0,06 0,0005 0,004 0,004 0,0005 Edad (0,001) (0,001) (0,001) (0,001) -0,17** -0,13 -0,13 -0,17** Sexo (0,05) (0,05) (0,05) (0,05) -0,008 0,17 -0,01 -0,01 educación (0,03) (0,18) (0,02) (0,01)

N2 0,003 0,002 Eficacia estatal (0,008) (0,007) -0,03 Gasto Público (0,03) -0,03 -0,02 -0,03 -0,03 Gini (0,02) (0,03) (0,02) (0,02) -0,29 -0,12 -0,11 -0,29 LogPIB (0,33) (0,22) (0,22) (0,33)

Interacciones -0,00004 Eficacia estatal *

Educación (0,0007) -0,003 Gini* Educación (0,003) -0,008 Gasto público como

%PIB * Justicia distributiva

(0,006)

0,0009 Eficacia estatal * justicia distributiva (0,001)

Efectos aleatorios De nivel Individual 0,5 0,4 0,4 0,4 0,4 (0,08) (0,07) (0,08) (0,07) (0,07)

0,06 0,05 0,06 0,05 0,05 De nivel Contextual (0,02) (0,02) (0,02) (0,02) (0,02)

-9328,23 -4164,52 -4533,75 -4533,8 -4164,27 Log likelihood Wald chi2 216 246,52 248,55 216,54 N 18417 (18) 8364 (17) 8930 (18) 8930 (18) 8364 (17) 22χχ

***p<0.001 **p<0.005 *p<0.01

¿Cómo explicar los resultados hallados en materia de eficacia estatal y confianza institucional? Tomando como referencia la baja percepción histórica que en Latinoamérica se tiene sobre la estatidad, se podría suponer que, bajo cierto umbral la eficacia estatal no tiene su usual papel positivo en el desarrollo de la confianza. La baja eficacia estatal en la región, aunada a una insatisfacción con la política y una frustración frente a los resultados de los

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gobiernos democráticos, podría estar condicionando la formación de confianza institucional y social (Paramio, 2002 y 2008). Sin embargo, dado que los niveles de eficacia estatal de la región califican como intermedios (ver mapa 2) se podría ratificar las hipótesis de Bohnet, et. Al (2000) y Letki & Evans (2005). Tales autores demuestran que la confiabilidad se incrementa en la medida de que el enforcement es fuerte, y por tanto los costos de transgredir la ley son altos, o bien cuando el enforcement es débil, en tal caso la confianza solo se desarrolla entre conocidos. Cuando el enforcement es intermedio existen múltiples puntos de equilibrio y entonces la confianza no alcanza a desarrollarse. Mapa Nº 2

GOVERNMENT EFFECTIVENESS

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial para 2007.

Otra posible explicación a la insignificante, y en todo caso negativa correlación entre confianza en los tribunales, la policía y confianza social, se sustentaría en que las instituciones en América Latina y el Caribe no hacen cumplir las normas legales y por ello en esta región la confianza institucional no tendría su normal efecto positivo sobre la confianza social (Rojas Aravena, 2010). Asimismo, en el modelo 1, llama también la atención no solo la falta de significancia sino el signo negativo de la relación entre educación y confianza. A fin de entender mejor ello introducimos dos interacciones. En primer lugar buscamos verificar si la relación entre educación y confianza está afectada por la eficacia estatal, como sugieren los estudios de Herreros (2010). Se supone que: en contextos donde la eficacia estatal es baja no importa la educación que se tenga, la desconfianza será generalizada, mientras que, en aquellos contextos donde la eficacia estatal es mayor el nivel educativo sí predice la confianza social. Los resultados obtenidos no parecen confirmar esta hipótesis en América Latina. La interacción no es significativa y, si lo fuera, su signo permanece negativo. Sobre este punto, lo encontrado se condice con estudios en países no desarrollados como Uzbekistan (Gleave, et. Al, 2012).

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En segundo lugar, en el modelo 2 (3ra columna) introducimos una interacción entre educación y coeficiente de Gini. Suponemos así que, en contextos donde la desigualdad social es mayor la educación no surte su tradicional efecto positivo sobre la confianza social sino, por el contrario, conduce a los sujetos a desconfiar en los demás y a preferir estrategias free riders acentuando el efecto negativo encontrado entre confianza y educación. Los resultados no son significativos tampoco en este caso. La relación entre la educación y la confianza siendo la desigualdad social igual a cero, no es significativa aunque si cambia el signo de la correlación. A raíz de ello cabría suponer que la desigualdad tiene un efecto negativo sobre la confianza social, sea por sí sola y de modo independiente, sea tomando en consideración el nivel educativo de los sujetos. En esta misma línea cabe citar conclusiones como las que se exponen en el Informe del BID de 2008 tomando en consideración los resultados de experimentos realizados para estudiar la interacción entre exclusión y acción colectiva en América Latina. Tales experimentos prueban que, altos niveles de educación, se relacionan con altos niveles de aversión al riesgo, especulándose al efecto con que, las brechas educacionales dentro de un grupo, se convierten en fuente de distancia social y crean barreras para la confianza y cooperación (Márquez, 2008). En el modelo 3 (columna 4ta) ponemos a prueba la tercera de las hipótesis: mayor involucramiento estatal en la redistribución social incrementa las probabilidades de que los sujetos confíen en los demás. A fin de evaluar ello introducimos una variable ampliamente utilizada en la literatura para evaluar el involucramiento estatal en la redistribución: gasto público social. No se encuentra relación significativa y, en todo caso, el signo de la relación es negativo. Ello indicaría que, en aquellos países donde se gasta más en políticas sociales los sujetos confían menos. Tales resultados se contradicen con los hallazgos de Herreros pero se parecen a lo encontrado por Sabattini (2005:20)5. Una posible explicación a estos resultados radica en los efectos diferentes que puede tener el gasto social. En escenarios como el europeo el gasto social suele tener un efecto de redistribución social muy importante, mientras que en América Latina su efecto suele ser regresivo y no altera notoriamente la desigualdad reinante (Jiménez y Ruiz Huertas, 2009; Carrera y Muñoz de Bustillo, 2009:86, Pressman, 2011). En el mismo modelo 3, se introduce hacia el final una interacción entre Gasto Público y percepción de equidad. La misma tiene por finalidad verificar si acaso, el Gasto Público tiene efectos positivos sobre la confianza social para aquellos que creen la distribución de la renta es justa. Los resultados no son significativos y, si fuera el caso, continúan sugiriendo un efecto negativo del gasto social sobre la confianza social. En todos los modelos resultan significativas en relación a la confianza las percepciones de inseguridad y de equidad. En el primer caso negativamente: a mayor percepción de inseguridad, menos probabilidades de confiar. En el segundo caso, positivamente:

5 Resultados similares arroja la implementación de un modelo en donde, como indicador de Estado de Bienestar, se utiliza la presión fiscal, específicamente, la carga tributaria efectiva como % PIB (Gomez Sabaini, et.al, 2010). Los resultados son -0.036 (0.017), por tanto, no se visualizan resultados significativos y el signo de la correlación también es negativo. Para dar más robustez al modelo también se hicieron pruebas con indicadores alternativos de bienestar social. Los resultados son los siguientes: con el Índice de Welfare (Bertelsmann-QOG, 2006) -0,09 (0,12); con el Gasto Público social en Educación (CEPAL, 2005) 0,0001 (0,002), con el Gasto Público en Salud (CEPAL, 2005) -0,0007(0.002), , con el Índice de Capacidades Básicas (Social Watch) -0,01 (0,02), con indicadores de calidad sanitaria como expectativa de vida al nacer (CEPAL, 2010) 0,04 (0,05) mortalidad infantil (BM, 2008) 0,01 (0,02); con indicadores educativos como Tasa de Analfabetismo (BM, 2008) -0,02 (0,02) o Promedio de años de escolaridad (Sen y Kliksberg, 2008) -0,01 (0,12).

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quienes perciben existen garantías de una justa distribución de la riqueza tienden a confiar. En cuanto a la percepción de inseguridad bien se podría considerar la misma ya como una percepción indirecta de ineficacia estatal o bien como la “otra cara” de la confianza, es decir, como un indicador que viene a medir la falta de confianza. Luego, también, se podría suponer que, la percepción de equidad y la de inseguridad se refuerzan mutuamente. Mientras el sentimiento de inseguridad cristaliza un miedo generalizado al “otro”, la percepción de inequidad pone en evidencia las rupturas y brechas sociales existentes. Así, el miedo al otro y el no visualizarse como una sociedad equitativa serían parte de un fenómeno muy común en sociedades latinoamericanas y que Lechner (2002) identifica como “debilidad del nosotros”. En relación a la importancia que parecen tener ambas percepciones, en el último modelo propuesto (columna 5) se establece una interacción entre eficacia estatal y percepción de equidad destinada a verificar si la eficacia estatal refuerza las probabilidades de confiar entre aquellos que perciben la sociedad más equitativa. Los resultados indican que la eficacia estatal no tiene efectos significativos sobre la confianza para aquellos que creen la riqueza está distribuida de modo justo. Llama también la atención que, en ninguno de los modelos implementados, las variables de control resulten significativas. Ni la desigualdad (medida a partir del indicador de Gini) ni el Producto Interno Bruto resultan significativos y, en todo caso, el signo de las correlaciones es negativo. Esto último es previsible y esperable en relación a la desigualdad pero no tanto en relación al Producto Bruto6. En relación a otras variables individuales introducidas, se comprueba una correlación significativa entre confianza y género. Al parecer las mujeres confían menos que los hombres. Luego, no se encuentran relaciones significativas entre la confianza y la pertenencia a asociaciones, participación cívica/política (o asociacionismo informal), las expectativas de futuro, edad o religión. En síntesis, en relación a las hipótesis propuestas, los resultados del modelo no resultan esclarecedores. Solo la confianza en el Parlamento y la percepción de inequidad parecen ser relevantes. Atento a tales resultados, una primera tentación nos puede conducir a pensar que corresponde, al menos en América Latina, rechazar las hipótesis que vinculan al desempeño estatal con la confianza. Sin embargo, consideramos más lógico preguntarnos si acaso la relación entre desempeño estatal y confianza no es más compleja que lo esperado y se vuelva necesario un análisis diferente al estadístico. En el apartado que sigue proponemos una metodología destinada a indagar desde otro lugar y con herramientas diferentes la relación entre Estado y confianza. Específicamente, intentaremos desentrañar caminos en virtud de los cuales las políticas públicas podrían estar influenciando la formación de la confianza social. 5. Segunda aproximación a la relación Estado y Confianza social en América Latina

6  Además los modelos presentados, se hicieron modelos alternativos destinados a estimar el peso de variables contextuales vinculadas al clima social, político y económico de cada país. Los coeficientes fueron para Polarización étnica (Montalvo y Querol, 2005) -012 (0,58); para Fragmentación étnica -0.67 (0.52); para el Índice de Calidad democrática (Levine y Molina, 2007) 0.01 (0.01), respecto al Porcentaje de economía informal 0.002 (0.01) y con el índice de desempleo 0.04 (0.04). Tales indicadores no resultaron en ningún caso significativos para explicar la confianza social. 

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La propuesta de profundización remite a una estrategia metodológica cuanti-cualitativa que busca indagar con mayor precisión la compleja relación entre Estado y confianza. Por varias razones (entre ellas cuestiones de espacio) hemos optado por presentar la metodología elaborada y argumentos en los que se funda. Los resultados de su implementación se encuentran actualmente en desarrollo y forman parte de la investigación que la autora desarrolla para obtener el grado de doctora. La metodología elegida es la del estudio de caso único, la cual tiene por ventaja, además de ayudar a conocer el caso en particular, aportar elementos al debate teórico que iluminan y complejizan cuestiones que los análisis estadísticos pierden de vista o marginalizan. Combinando en forma flexible estilos interpretativos y empiristas de investigación el estudio de caso construye un relato narrativo que conecta coherentemente los acontecimientos y recupera el contexto histórico en el que se insertan las variables. Dicha metodología, además de permitirnos observar detalladamente cómo se comportan ciertos conceptos acerca de la acción social y la estructura social, alienta el re-examen de conceptos y de interpretaciones vigentes, facilitando innovaciones teóricas y generalizaciones (Yin, 1984; Orum, et. Al, 1991; Borges, 1995; Barzelay & Cortazar, 2004). Conscientes de que los hallazgos y conclusiones del análisis de caso único difícilmente sean generalizables y trasferibles a otros países de la región, esperamos sin embargo, la peculiaridad del caso bajo análisis, ofrezca elementos para un doble propósito: a) reflexionar sobre modos menos manifiestos en que las políticas públicas influyen en el desarrollo de la confianza y b) observar los resultados que se derivan para la confianza social de un determinado paradigma político, actualmente en discusión a nivel europeo como es el neoliberal. Seleccionamos asel caso argentino y nos enfocamos en el conjunto de políticas públicas que se implementan durante los años noventa y que se han dado en llamar neoliberales. En lo que respecta a la selección espacial, Argentina ha sido durante décadas uno de los países más importantes y significativos de la región latinoamericana. Líder en niveles de desarrollo económico productivo, democracia y performance estatal, dicho país ha experimentado en las últimas décadas un notable retroceso. Tal decadencia suele cifrarse para algunos hacia fines de los 60´ con la crisis del modelo de sustitución de importaciones, para otros se inicia a mediados de los 70´ con el advenimiento del régimen militar, para otros con la década perdida de los 80´. Mas allá de cuando inicie el proceso, la mayoría de la literatura coincide en señalar que, el declive de Argentina, se agudiza y dramatiza en los 90´ a razón de políticas públicas de inspiración neoliberal.

Grafico Nº 2: Evolución de la confianza social en Argentina.

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Fuente: Elaboración Propia en base a datos de WVS.

Nominado “mejor alumno” en la implementación de las políticas de ajuste, Argentina sufre en un breve lapso de tiempo una serie de transformaciones profundas, lo cual, convierte al país en un (in)feliz laboratorio donde analizar los efectos sociales, económicos y políticos del paradigma neoliberal y las “terapias de shock” (Lovuolo, 1998; Sader, 2009). Lo que nos interesa para el caso es analizar los efectos (outcomes) que sobre la confianza social tienen las transformaciones políticas neoliberales7. Si como venimos sosteniendo la confianza social es algo que sucede como subproducto de las interacciones sociales, su creación no parece poder concebirse como objetivo directo de la intervención estatal sino antes bien como un efecto indirecto de las políticas públicas. Al efecto creemos que, las políticas públicas, son relevantes en la configuración de la confianza social en la medida que dan forma y afectan ciertos contextos estructurales, ideales y espaciales que son claves en la formación de la percepción de la confianza. A tales contextos que nos sirven de “conductores” entre la acción estatal y la confianza social los denominamos escenarios de reproducción de la confianza social (ERSC). Así, entendemos a los ERSC como aquellas áreas de intervención gubernamental directa que son a su vez un contexto privilegiado de creación de la confianza social y cuyo estudio contribuye a la comprensión de la misma. En tal sentido, los ERSC son el camino intermedio a partir del cual entender el impacto y la relación entre las políticas públicas y la confianza social. A nuestro entender un estudio en profundidad sobre la creación de la confianza social reclama tomar en consideración: las estructuras en que se ordena y distribuye el poder social y que condicionan y dan forma a las interacciones, las ideas e imaginarios en función de los cuales se construyen percepciones, y los escenarios físicos que sirven de plataforma a las interacciones sociales informales.

7 Para más información sobre el paradigma político y el “consensuado” diagnóstico y estrategia neoliberal ver: Williamson, 1993; Przeworski, 1995 y Stiglitz, 1998. Respecto al papel de los Organismos de Crédito Internacional en la difusión de tales ideas y el rol de los grupos de pensamiento endógenos en la implantación de ver: Biersteker, 1995; Campbell, 1998; Smith, 2001; Camou, 1997; Wade, 1997; Chang, 2004 y Stiglitz, 2000. En cuanto a las características que asume el proceso de implementación de tales políticas ver Lo Vuolo y Barbeito, 1998. Sobre los efectos económicos- productivos de las políticas neoliberales puede verse las investigaciones de Fernández, et al., 2005; Chang, 2004; Ocampo, 2001. En lo atinente a los efectos sociales y políticos ver: Portes y Hoffman, 2003, Lovuolo, et. Al, 2002; Basualdo y Arceo 2006, Ffrench-Davis, 2007, Sunkel, 2007; Cano, 2007. 

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Grafico Nº 3: Escenarios de Reproducción social de la Confianza Escenarios de Reproducción

Social de la Confianza (ERSC)

Objetivo-Estructurales (clases)

Ideales o simbólicas (imaginarios)

Interactivas (experiencias y aprendizajes

prácticos)

reconfiguración de estructuras sociales/mundo

laboral y clases sociales

retórica y discurso en la construcción de

interpretaciones e imaginarios sociales

Espacios públicos de socialización informal:

*La escuela *La ciudad

Fuente: elaboración propia

Entre las ventajas o aportes que estimamos pueden derivarse de un estudio de las características del anticipado destaca una re-contextualización del estudio de la confianza social en clave sociológica y política. En los párrafos que siguen procuraremos exponer las razones que nos conducen a postular a estructuras, imaginarios y espacios públicos como escenarios relevantes para el desarrollo de la confianza social. Asimismo, daremos cuenta del modo en que creemos las políticas públicas moldean y configuran tales escenarios comprometiendo con ello el desarrollo de la confianza social.

5.1 Estructuras sociales

Ocuparse de las estructuras sociales en el contexto de la problemática de formación de la confianza social, implica reivindicar a las condiciones socio- económicas un lugar privilegiado en el estudio de la confianza. La percepción subjetiva de confianza, no debería interpretarse independientemente de ciertas condiciones objetivas que enmarcan las relaciones sociales y que están asociadas: al acceso diferencial a los recursos que otorga el poder, a las posiciones que ocupan los sujetos en el mapa social y a las oportunidades de vida que en virtud de esto se derivan (Portes, 1985; Portes & Hoffman, 2003). Por tales razones, consideramos que: los cambios que experimentan las sociedades en materia de distribución de poder, igualdad económica, pobreza y polarización social, así como, el tamaño y características que asumen sus clases medias son temas relevantes para entender la confianza social. Cabría suponer al respecto que, en sociedades con amplias clases medias y niveles bajos de desigualdad social, la confianza tiene mayores probabilidades de recrearse en la medida que es mas factible los sujetos se vislumbren como partes de un mismo

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colectivo.8 Situaciones equitativas contribuirían al fortalecimiento del “nosotros” y al desarrollo de solidaridades sociales. Dicho esto, sería prudente analizar en qué medida las políticas públicas contribuyen al desarrollo de la equidad e incrementan el tamaño de las clases medias. En otras palabras, el papel desempeñado por el Estado en la consecución del bienestar social y en la definición de reglas del mercado laboral. En cuanto a lo primero, los autores coinciden en que, la forma en que se organizan los sistemas de prestaciones sociales, delinea las identidades y solidaridades sociales así como las oportunidades de vida de los grupos sociales y los sistemas de estratificación (De Swaan, 1992; Lo Vuolo y Barbeito, 1998). En cuanto a lo segundo, atento a que el trabajo tiene un rol central en la configuración de las subjetividades, relaciones y modelos de estratificación social, el mundo laboral es considerado el epicentro de las relaciones sociales (Castels, 1997 y 2006; Prieto, 2000; Sennet, 2006). Dicho esto, las políticas públicas que ordenan y regulan el mercado laboral así como aquellas que definen el acceso y las características de las prestaciones sociales de bienestar son relevantes para comprender las formas que asume la confianza. Así, podría argumentarse que políticas públicas que apuesten por modelos de crecimiento económico guiados por la mano invisible del mercado y, a raíz de ello, implementen medidas económicas y laborales tendientes a la liberalización, desregulación y flexibilización tendrán efectos muy diferentes que los que derivarían de políticas públicas reguladoras del mercado que protejan y garanticen los derechos de los más débiles de la estructura social a la par que intentan re-direccionar las fuerzas estructurales en pos de objetivos económicos-sociales que trasciendan logros macroeconómicos y apuesten por el desarrollo integral de un territorio. Las estructuras y clases sociales no son inmunes a las opciones políticas. Luego, la situación social y económica resultante en términos agregados, el modo de relación entre los diferentes actores sociales, así como, las elecciones que los mismos llevan adelante, alterará las bases y modos de vinculación social y, con ello, las percepciones de mayor o menor confiabilidad del otro. En resumen, el tipo de política pública por el que se opta en materia de mercado laboral y prestaciones sociales da forma a las interacciones sociales y a las percepciones que los sujetos elaboran sobre la sociedad, de los “otros” y del “nosotros” incidiendo, por tanto, en la formación de percepciones como la de confianza social.

5.2 Las ideas e imaginarios sociales

Sobre la importancia que para las interacciones sociales tienen las ideas, valores, imaginarios y creencias, la literatura es muy vasta. Sobre este asunto, se ha insistido en el papel que tienen las interpretaciones cognitivas y normativas de la realidad social en la construcción de lo “objetivo” (Weber, 1964, Kahneman, 2003, Tversky y Kahneman, 1974, Elster, 1989 y 2000).

Las imágenes que mediante la interacción social los sujetos elaboran acerca de lo real, de cómo se comporta el otro y de cómo debe comportarse uno mismo son claves a la hora

8 Sin embargo, las rupturas que experimenta la clase media (ganadores y perdedores) en algunos países de América Latina y especialmente en Argentina, ponen en entredicho la visualización del “nosotros”. En igual sentido, el surgimiento de clases medias emergentes también plantea conflictos con las clases medias tradicionales, demandándose para el caso un proyecto político y pacto social capaz de aglutinarlas y hacerlas sentir parte de un destino colectivo (Paramio 2010 y 2012).

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de relacionarnos y cooperar y/o confiar en los otros (Axelrod, 1986; Aumann y Dreze, 2005).

Buena parte de la literatura estima que percepción de lo dignos de confianza que son nuestros congéneres, está sumamente relacionada con las ideas, memorias y narrativas que los sujetos construyen acerca de “los otros”, de la creencia en un destino compartido, de visualizarse como parte de un mismo orden social. Si, como puntualizaremos luego, las experiencias y prácticas sociales son sumamente relevantes, los marcos cognitivos en virtud de los cuales se procesa e incorpora la experiencia también lo son (Rothstein, 2000; Rothstein y Uslaner, 2005; Frykman, 2009).

Atento a ello, interesa observar el papel que desempeñan las políticas públicas en la configuración de los imaginarios sociales y el rol estratégico que juegan los actores políticos en la construcción de “memorias colectivas” (Jobert, 1989; Rothstein, 2000).

Sobre cómo afectan las políticas públicas a la construcción de ideas e imaginarios sociales, la literatura interpretativista a la que nos remitimos, destaca las funciones expresivas y el poder “performativo” de las políticas públicas. Elegir una manera u otra de nombrar políticamente implica respuestas diversas y contradictorias a un espectro de intereses políticos, por ello, los encuadres normativos que utilizan las políticas, los argumentos y considerandos que exponen, el modo en que se elaboran (procesos) y las herramientas que privilegian en su ejecución, no son neutrales ni inocuas para el desarrollo de la confianza social. El lenguaje que se utilice, así como, el modo en que se instrumente una política evoca ciertas imágenes y creencias pasadas, actuales y futuras que contribuyen a definir los mundos sociales que las personas experimentan y las estructuras mentales en donde las metas, planes y preferencias de comportamiento toman forma. De modo que, los valores y enmarcados que se privilegien, terminaran instalando ciertos lentes que contribuyen al entendimiento de la realidad social y en función de los cuales se estructuran las relaciones sociales (Fischer, 2003; Rothstein, 2000 y 2008; Calvin y Velasco, 1997; Fairclough, 1992; Lakoff, 2007, Zittou, 2009).

Dado que la función para-formativa del lenguaje es más potente en política cuando esta enmascarada y se presenta como una herramienta para la descripción objetiva, consideramos la reconstrucción del lenguaje político como reveladora y necesaria para comprender la gama de significados en juego y apreciar sus potencialidades para generar cambios en las acciones y creencia que se asocian a la confianza social(Edelman, 1991). Para el caso concreto, creemos sustancial centrar la mirada en las políticas públicas vinculadas al bienestar social, como ámbito que por excelencia coadyuva a la construcción de sentidos colectivos y una identidad compartida. Interesa en tal caso observar el lenguaje que se privilegia en políticas de salud, educación y pensiones, los enmarcados a los que se apela, las herramientas de las que se echa mano y las imágenes sociales que todo lo anterior evoca.

Dicho esto, se podría aventurar que no da igual una política de bienestar que, en su retórica apela a la responsabilidad social universal y pública en la provisión de los derechos sociales y que en sus prácticas busca ampliar programas sociales que garanticen los derechos sociales y la construcción de ciudadanía, a una política que se apoya en lecturas individualistas y privatistas que priorizan la realización personal y familiar, mercantilizan derechos en defensa de la eficiencia y reivindican a la beneficencia y al voluntariado como estrategias de provisión de bienestar social. Los impactos de cada una de estas alternativas en los imaginarios sociales, en como los sujetos perciben a sus conciudadanos, en la preocupación que creen merecen las realidades y problemas

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sociales y cómo deben involucrarse en tales asuntos ellos mismos, el Estado y el mercado, son claramente diferentes, y por tanto, cabe suponerse un impacto diferente en lo que refiere al desarrollo de la confianza social.

5.3 Los espacios de socialización informal

Se ha sostenido que, de manera osmótica y a través de las experiencias que viven los sujetos, se forma la identidad personal y social desarrollándose la empatía y sensibilización con el dolor y la humillación ajena y, por tanto, las predisposiciones sociales que conduzcan a la co-responsabilización social y a la emergencia de una conciencia solidaria (Rorty, 1991). Tomando como referencia esta reflexión teórica, se ha afirmado que los contactos informales entre extraños servirían para: a) disipar prejuicios y perder el miedo al diferente, b) que los más aventajados ganen capacidad empática respecto a los que menos tienen reforzando sentimientos de obligación moral y solidaridad hacia ellos, c) que los sujetos pertenecientes a las clases sociales más bajas o marginados sociales generen redes de capital social útiles a futuro que les permitan trascender ciertos guetos sociales y culturales aumentando sus posibilidades de asenso y mejora social (Bourdieu, 2001; Portes y Landolt, 2000; Bebbington, 2005; Kaztman, 2003 y Rothstein y Uslaner, 2005; Rothstein, 2008). Si como hemos venido sosteniendo, la confianza social demanda el desarrollo de sentidos comunes, experiencias de alteridad y/o internalización de ciertos valores, las interacciones cotidianas servirían de fuente de la confianza social (Hardin, 1998; Frykman, et.al, 2010; Torche y Valenzuela, 2011). Luego, los espacios públicos como la escuela o el barrio9 cobran relevancia en la medida que son lugares donde acaecen tales contactos informales, donde los sujetos aprenden a vivir en sociedad, a pensarse como partes de un colectivo y a visualizar desafíos compartidos. Cuando el acceso a tales espacios es generalizado, la socialización entre individuos de diferentes clases sociales pone en contacto sujetos con diferentes situaciones sociales, lo cual, no solo contribuye a desarrollar la empatía y corresponsabilidad social y moral (incrementando las probabilidades de que se apoyen políticas publicas tendentes a la equidad), sino que además amplia la información sobre el mundo que nos rodea y preferencias ajenas y, por tanto, reduce la incertidumbre y el riesgo de confiar. En tanto lugares de encuentro y de aprendizajes prácticos, el deterioro y declive de escenarios sociales como la escuela pública o el barrio debería ser entonces materia de preocupación en el estudio de la reproducción de la confianza social (Lechner, 2000; Katzman, 2003 y 2007, Svampa, 2000). Inquietan en tal sentido: el aumento de la segmentación educativa y la segregación urbana/residencial, procesos que en tanto estabilizan y refuerzan las fronteras sociales hacen menos probables las interacciones sociales informales entre desiguales.

9 Sobre la importancia de las ciudades y sus espacios públicos como lugar de experiencia de la alteridad, de exposición de sí mismo a la mirada del otro, de intermediación de lo público y lo privado, de cruce de suertes, de identificación de un destino compartido, etc. ver: Sennet, 1975, 1978; Wacquant, 2007; Sabatini, 2003; Borja, 2005 Ramirez Kuri, 2007; Alguacil, 2008. Respecto al paper de la escuela como formara ciudadana, así como, plataforma de integración, cohesión y movilidad social, ver: Melucci, 2001; Gradstein & Justman 2000; Tedesco, 1983; Saviani, 1983.

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Interesa así enfocarse en cómo las políticas públicas lidian con tales fenómenos, si los refuerzan o reconducen (Sennet, 1975, 1978; Wacquant, 2007; Borja, 2005). Es probable no tengan iguales efectos en la confianza intervenciones públicas que mediante el diseño urbano y el cuidado de lo público se esfuercen por concentrar e integrar socioeconómicamente a las diversas clases sociales, conduciéndolas a tratarse mutuamente, que aquellas políticas que implican un retiro del Estado de tales esferas y la cesión al sector privado (y con ello a la capacidad de pago de los actores sociales) de la organización de tales espacios. Cabe esperar que unas sean más propensas al aislamiento social, retraimiento familiar y desarrollo de redes endogámicas y particularizadas, mientras las otras intenten frenar los procesos de debilitamiento institucional apostando por la recreación de lazos entre desemejantes, desarrollo de ciudadanía y solidaridades amplias. 6.Conclusiones Inscritos en una corriente constructivista y política de creación de la confianza social y, tomando como referencia una serie de estudios empíricos sobre la influencia del Estado en el desarrollo de la confianza, elaboramos una serie de hipótesis sobre los modos en que el Estado podría contribuir a la creación de la confianza social. Convencidos de que el estudio del confianza social demanda esfuerzos trans-disciplinares y estrategias metodológicas combinadas que apelen a la colaboración entre diferentes enfoques y tradiciones de investigación, la metodología de análisis propuesta se inicia con un análisis estadístico que tiene por fin testear los hallazgos que la literatura ha puntualizado en la materia para luego detenerse en un análisis en profundidad que busca evidenciar mecanismos de relación menos explorados entre las políticas públicas y la confianza. En cuanto a lo primero, se presentaron los resultados obtenidos en varios modelos multinivel, intentando explicarse la falta de correlación con los hallazgos encontrados por otros autores en modelos más amplios. Atento a la compleja e indirecta relación que parece existir entre confianza social y Estado, nos centraremos en justificar el estudio de tres áreas o espacios que median dicha relación. El objetivo es comprender cómo los impactos de un programa político en ambientes estructurales, subjetivos y espaciales en donde la confianza y la cooperación nacen y se reproducen, afectan a estas últimas. Esta labor, creemos tiene por acierto tender puentes a cuestiones que son exploradas en la sociología pero que han sido escasamente problematizadas en las investigaciones sobre confianza social. Esperamos dicho esfuerzo constituya un punto de partida desde el cual abrir nuevas oportunidades de análisis y estudio de ese objeto de deseo, léase: confianza social y el rol que ese actor tan vapuleado, temido y cuestionado como es Estado tiene en su creación. Bibliografía ABELL, P. (2004) "Narrative Explanation: An Alternative to Variable-Centered Explanation?" Annual Review of Sociology (30) 287-310.

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