estado de la tierra

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    ANÒNIMS CATALANS SEGLEVINT

    ESTADO DE LA TIERRA

    AÑO 2001

    PREMIOC a t a l u n y a

     Fundació Privada

    CONCEDIDO EN EL 2002

    BIBLIOTECA DIVULGARE

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    Primera edición: Octubre de 2003 CAT.

    Segunda edición: Marzo de 2004 CAST.Imprime: Arts Gràfiques Rabassa S.A. - Reus

    Tercera edición : circulación gratuita

    Documento electrónico – Julio 2006

    Todos los derechos son propiedad de Catalunya Fundació Privada

    Rambla Nova 106-bis, 7º 4ª - 43001 Tarragona

    Prohibida la reproducción parcial o total sin la autorización del titular de los derechos.

    Depósito legal: T-1107-06

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    PRÓLOGO

    Este libro pretende, una vez llegados al siglo XXI, establecer un inventario derealidades que han sucedido en la Tierra y a los humanos. Explicar las causasque han creado estas realidades y aplicar la experiencia que aporta elconocimiento histórico para intentar dominar el proceso evolutivo, que se hadesarrollado hasta ahora de modo natural (el algoritmo que los autoresllaman darwiniano) y convertir este algoritmo en un proyecto trazado conarreglo a los conocimientos adquiridos, primero de manera intuitiva ysumándole ahora la forma científica.

    Mi compromiso como científico, como arqueólogo y como persona, esaceptar gratamente cualquier idea que pretenda aplicar racionalmente laenergía, particularmente la humana, especialmente en su vertiente mental.Es la razón por la que he escrito este prólogo.

    Como especialista en evoluciones, familiarizado por mi trabajo con la mayorparte de los procesos vitales geológicos y animales (de los homínidos y de loshumanos especialmente), podría estar tentando a comentar y discutiralgunas de las ideas tratadas en el libro. Pero creo más interesante insistir,una vez más, en mi preocupación porque la evolución se humanice ypodamos superar el salvajismo homínido y la barbarie de los humanos.

    El Estado de la Tierra, año 2001, en la medida en que lo permite un prólogo,quisiera centrarlo en las desigualdades de las clases sociales y profundizar

    sobre todo en la clase media. También comentaré las expectativas quegenera la tecnología y que, en este siglo que hemos empezado, nos hacenprever cambios importantes en la vida de los humanos.

    En el siglo pasado hubo transformaciones sociales que se desarrollaronvertiginosamente y que eran difíciles de imaginar hace tan sólo cincuentaaños. Los humanos del siglo XX hemos desplegado nuestro ingenio y hemosaplicado con éxito una parte muy importante de nuestras teorías. El resultadoes que la técnica, en cualquier parte del mundo, ha llegado a muchossectores de la sociedad, pero otros muchos, la mayoría, no gozan de susventajas.

    Desde los años cincuenta se han incorporado a nuestro universopersonal los electrodomésticos, los frigoríficos, las cocinas de gas, lostelevisores y después los ordenadores y los teléfonos móviles, todoacompañado de los famosos utilitarios: los coches. En nuestro país, además,debemos añadir la vivienda particular y la segunda residencia en la costa oen la montaña, preferentemente cerca de las pistas de esquí.

    Comodidad y comunicación son los grandes conceptos del mundooccidental de los que todo el mundo quiere disponer al final del segundomilenio: esto sucede en una población de seis mil millones de personas, de

    las cuales sólo una quinta parte dispone de toda la lista de objetos quehemos citado. El resto, las cuatro quintas partes, se reparte entre los que sólodisponen de alguna de estas comodidades, los que están en el límite de la

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    pobreza y también entre muchos de los hambrientos que suman millones.

    ¿Ha sido, por tanto, el siglo XX  el siglo de las desigualdades? ¿Es elconsumismo el culpable de todo lo que sucede? Resulta difícil, desde ladenominada clase media  a la que pertenecen un gran número de

    ciudadanos, que han tenido la oportunidad de estudiar y después debeneficiarse de la cultura práctica, adoptar una actitud crítica ante estasituación y solidarizarse con los que no gozan de su nivel de vida que,aunque sea un nivel medio, les va de perlas. Poca gente recuerda loshermanos de especie del Tercer Mundo, pese a que los medios decomunicación nos presenten, en todas las facetas imaginables, la miseria y elpadecimiento. Poca gente recuerda que hay ocho millones de hermanosmás próximos, pobladores de España, que, sin sufrir las carencias del TercerMundo, pasan privaciones que no se consideran a la hora de activar elsentimiento de solidaridad puesto que la fiscalidad, después de cuarenta

    años de dictadura nacional católica, finalmente ha regulado la contribuciónque los ciudadanos del Estado español tienen que pagar para mejorareconómicamente su vida. Por otra parte, la limosna obligada en el Islam esuna muestra misérrima e ineficaz comparada con la contribución que buenaparte de la sociedad de nivel medio hace, aportando la mitad de susganancias, para sostener la sociedad del bienestar, para mantenerestructuras y para redistribuir rentas.

    La llamada sociedad del bienestar (el consumo, la comodidad y lacomunicación) ha triunfado en la mente de los ciudadanos de Occidente ynos ha transformado en conservadores y en conservacionistas. Los subsidios,

    las pensiones y otras cosas, que en buena lógica son mejoras sociales, haninducido a creer que mejor es conformarse con lo que tenemos que lucharpara mejorar, de forma colectiva, las condiciones de vida en cualquier partedel planeta. La clase media ha asumido que tiene como finalidad lo que sedenomina vivir y pasarlo bien.

    Dinero, dinero y dinero, ésta es la trilogía admitida en muchos casos acambio del estrés laboral. Viejos y jóvenes de las clases medias estánconvencidos de que éste es el único modelo social posible, que todo serásiempre igual y que, por tanto, nada cambiará. Como consecuencia de estaforma de pensar y de actuar, se están olvidando los compromisos sociales y

    políticos así como la solidaridad. Los que tienen mejores intenciones son losmilitantes en alguna ONG desde donde se esfuerzan por salvar a los niños delTercer Mundo, por curar alguna enfermedad incurable, por salvar, tal vez, aalgún animal en extinción. Pero ¿qué pasa con la crítica y la actitud delucha que son necesarias para transformar el mundo de punta a punta?

    Para dichas clases medias, que piensan y actúan como una claseconservadora, primero llegaron los electrodomésticos y después el poder losdomesticó como humanos convirtiéndolos, sin que se diesen cuenta, enindividualistas y conservadores, tan conservadores como lo son los

    gobernantes, felices de estar instalados en el poder. La clase media lainventó la burguesía en el siglo XX cuando le era difícil gobernar el mundodespués de las revoluciones que había dirigido contra las estructuras

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    tardofeudales y, sobre todo después de la Revolución del 1917, en Rusia. Eltemor de aquella burguesía, ahora convertida al capitalismo, de perder loque se había apropiado de la aristocracia, generó una reacción renovadorade los métodos de explotación, de manera que el resultado (la dicotomíaburgués rico-proletario pobre) hizo que el mayor grupo humano de

    Occidente se convirtiese en clase media motivada por el miedo a perderlotodo.

    A finales del siglo XX, en el Primer Mundo se hace difícil encontrar a alguienque no considere que pertenece a la clase media. Se es de la clase mediamuy baja, media baja, MEDIA, media alta y media muy alta, o sea, lo estoda la población. Es una manera de establecer una sociedad falsamenteigualitaria, una falsedad que se demuestra, por ejemplo, cuando la clasemedia muy alta se viste deportivamente y los aspirantes a entrar en estacategoría, con el riguroso terno negro.

    La reunificada clase media está neutralizando la acción humana sobrela sociedad y ha hecho que aumente el individualismo. Sin perder laindividualidad, se puede y se debe expansionar aún más, pero es esencialque gane vigor y evite el conformismo que convierte la medianía enmediocridad.

    ¿Qué transformaciones ha habido en el siglo XX? Por el momento, hadesaparecido la actitud crítica y contestataria general. Aún más, los objetostécnicos que usamos los humanos, aparte de su utilidad intrínseca, funcionancomo objetos de prestigio y sólo dejan de serlo cuando todo el mundo, en

    Occidente, los posee. Una vez se ha conseguido que todo el mundodisponga de ellos, las marcas compiten por la calidad y el precio,independientemente de la utilidad del objeto en cuestión. Así es lanaturaleza humana, el pensamiento de las clases medias impregnada de laetología animal, mitos fetichistas y poder, producto de la evolución biológicay cultural desarrollada por la influencia de la educación religiosa en unprincipio y por la elitista ahora.

    El mundo humano no sería más feliz si esta forma de ser y de pensar de laclase media existiese en todos los lugares donde ahora hay miseria. El mundo

    sería mejor si se socializase la técnica, si el pensamiento crítico triunfase, sidesapareciesen las desigualdades sociales y, como consecuencia,desapareciera la miseria del pensamiento reaccionario del humanismoultraconservador.

    El siglo XXI  será aún más complejo que el último que hemos vivido.Electrodomésticos, teléfonos, coches, pasarán a ser un juego de niños en elmarco de los nuevos objetos biológicos y técnicos de la nueva generación.

    Todo ello hace que nos preguntemos si la dirección humana es la correcta,

    si la ciencia es una perspectiva que nos hará más humanos. Creemos que sí.Qué duda cabe de que la técnica socializada y universalizada nos llevaráhacia una nueva humanidad aún lejana que nos ayudará a comportarnos

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    como humanos y no como homínidos. Es preciso tener siempre presente quefue la cooperación entre los humanos y el uso de la técnica lo que permitiónuestra evolución y nuestra supervivencia. Sin ello ni los primeros homínidos nilos posteriores habrían sobrevivido en la sabana, ni se habrían extendido porel planeta Tierra. El pasado no es un hecho anecdótico de un tiempo

    cualquiera. Igual que las sencillas industrias líticas dieron pie a lahumanización, ahora la capacidad de fabricar objetos altamentesofisticados la aumentará. La ciencia y la técnica deben estar en el centrode nuestro pensamiento y de nuestra acción social. Los robotstecnobiológicos que construiremos y que seguramente serán nuestro legadoal espacio-tiempo, deben tener los más sólidos caracteres humanos: laperseverancia, la solidaridad, la inteligencia, la aptitud para vivirprescindiendo de la territorialidad y para vivir integrados en la organizaciónhorizontal.

    En este momento, en el que las realidades establecidas se pueden analizarcon la seguridad de acertar, hemos de ser capaces de humanizarnosintegralmente, no trasladar la responsabilidad a las criaturas que creemos,porque, de ser así, nos considerarán micos predecesores convirtiendo enposible que estas criaturas ultra evolucionadas, dentro de muchos milenios,hablen de los humanos, diciendo: «Nos crearon unos monos que sellamaban a sí mismos Homo sapiens, que eran inteligentes, pero que por sucontradictorio comportamiento, no lo eran.»

    Pero la razón por la que es preciso que cambiemos el humanismotecnocrático y lo apliquemos de una manera crítica y universal no es evitar

    que los lejanos descendientes nos menosprecien, sino conseguir que todoslos humanos podamos vivir a un nivel digno ya que, por primera vez en eltranscurso de la evolución humana, somos capaces de producir suficiente.Podremos poblar otros planetas y es posible que fabriquemos seres vivos enlos laboratorios, etc., pero si no abandonamos el pensamiento estancado enla mediocridad difícilmente podremos beneficiarnos de nuestra inteligencia.Así pues, me pregunto qué pasará si no somos capaces de abandonar estepensamiento del prestigio atávico y retardado, la acción individualista, lariqueza de naderías de línea blanca, marrón y multicolor; si no sabemossocializar la ciencia y la tecnología. Aunque no me considero creyente, que

    Dios nos coja confesados si no somos capaces de humanizarnosintegralmente, no en un mundo o en otro, sino en el mundo entero, antes deque la ciencia ponga a nuestro alcance la posibilidad de aplicar técnicasque podrían crear monstruos en lugar de superhumanos.

    EUDALD CARBONELLCatedrático de Prehistoria de la Universitat Rovira i VirgiliTarragona, junio del 2003

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    LEMA: LA EVOLUCIÓN CREATIVA

    Los humanos, cuando iniciaron su concienciación, no teniendo a quienpreguntar lo que no entendían, que era casi todo, consideraban siempre aDios como la respuesta.

    Milenios antes de Spinoza, el panteísmo era omnipresente. Si el pasadoy presente eran obra de Dios, el futuro tenía objetivo divino: teología yteleología que el catolicismo y Aristóteles ejemplifican.

    Hasta llegar a Darwin, precientíficos y científicos (desde Ptolomeohasta Newton, pensando el Universo, y desde Sócrates hasta Kant,elucubrando sobre qué es Vida) agónicamente buscaban explicacionespara comprender estos conceptos, pero la realidad material del Universo y larealidad etérea de la Vida los llevaba siempre a Dios —como en los primerosconcienciados, pero cortos en conocimientos.

    A partir de Darwin, teología y teleología, evanescente pero constantemente,desaparecen de la meditación y la ciencia va estableciendo realidadesque llevan al conocimiento sobre lo que es Vida y Universo y, hasta ciertopunto, a las causas de su existencia.

    Un espacio microscópico como es la Tierra, en comparación con el Universo,es altamente significativo para los humanos si se entiende como unidad viva,con facultad de crear vida por causas físicas y químicas conocidas enbuena parte, y no por casualidad, sino por su propia naturaleza, provinentede la del cosmos que genera los modos de vida que en él existen y del que,

    a pesar de ser tan inmenso, no nos extrañamos; en cambio, por extrañarnosde la Vida en la Tierra, se ha desatado la oposición entre ideas de evolucióny creación.

    Darwin sólo descubrió que la Vida evolucionaba, y pensó que era paraperpetuar las especies. Los cosmólogos y biólogos, en los dos siglosposteriores a Darwin, han ampliado el concepto de la realidad por éldescubierta, han comprobado que la evolución también ha creado formasde Vida y, hecho más trascendente aún, que los humanos pueden interveniren el proceso evolutivo y salir del algorismo darwiniano, y adquirirconocimientos que les hagan aptos para entender el Universo, en parte o

    totalmente, y comprender, posiblemente sin limitaciones, la Vida.Esta realidad gesta otra: mientras que hay conciencias evolucionadas

    aptas para vivir liberadas de teología y teleología, sobre todo en el PrimerMundo, en el habitáculo Tierra hay otras tan poco evolucionadas que nollegan a concienciarse de su propia existencia. Pero al hacerse pequeño elhabitáculo debido al crecimiento del número de sus pobladores, laconvivencia de todas las conciencias en todos los niveles culturales esobligada y , al mismo tiempo, se pone de manifiesto la falta de sistemas parahacerlo posible. En líneas generales, éste es el Estado de la Tierra al empezarel tercer milenio en el que los humanos ya han comenzado a intervenir en el

    proceso evolutivo, prescindiendo del algorismo darwiniano y superando a sucreador: el gran observador Darwin.

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    CAPÍTULO I.UNA IDEA DEL UNIVERSO

     

    La Tierra, cuyo estado es nuestro objeto de estudio, no podemos situarla. Eldesconocimiento de la estructura del Universo nos limita a poder situarla sólodentro de la Vía Láctea y, con más certeza, dentro del sistema solar. Estacircunstancia no ha privado que se hayan formulado incontables teorías(que quizás sea lo único que podamos hacer) y que nunca exista laposibilidad de determinar su posición en el conjunto de todas las cosas, quees el Universo.

    Este hecho está aceptado y ha derivado en trabajos de profundidadintelectual extraordinaria en varias ciencias que finalmente se hanconcentrado en la cosmología. A través de esta ciencia se ha producido unaquietamiento de ánimo en los pensadores cosmológicos, pero la angustiacosmogónica de los antiguos dio lugar al nacimiento de la teogonía.

    La ciencia (que abre camino al conocimiento en este campo, como entodos los otros) nos ha enseñado a limitarnos a querer entender lo que esinteligible en cada nivel cultural alcanzado y a no empeñarnos en querersaber lo que está fuera de la capacidad cognoscitiva humana. Eso tambiénquiere decir que todas las ideas y teorías del pasado, y ahora incluso lasdimanadas del estudio científico, pueden ser revisadas.

    Los angustiados precientíficos ansiosos por saberlo todo, teniendo pocosaber y sólo ayudados por la propia imaginación para aguzar la intuición(atrevido avance del saber científico), intuían erróneamente. A pesar de ello,su perseverancia hizo camino hacia la cosmología, que, sin responder atodo, sí que da respuestas parciales que van estableciendo realidadesuniversales suficientes para confiar que nuestros sucesores, en los siglos omilenios venideros, podrán conocer, si no la estructura total del Universo almenos su dinámica mucho más allá del espacio hasta ahora detectado.

    En nuestro tiempo, por los conocimientos alcanzados, es posible

    estudiar detenidamente y dejar de elucubrar como lo hacían nuestrosantecesores, creando religiones, profecías y creencias y convirtiéndolas en«realidades» (que sólo se establecen por corroboración científica). Así, através de la astrología, idearon un pequeño universo que se adecuaba a susaber.

    La imposibilidad de corroborar sus ideas azuzaba el carácter analistapropio de todos los humanos inquietos que han cultivado el pensamiento,propiciando la filosofía que, sin método ni sistemas establecidos, convergíaen el estudio de la naturaleza, meditación esencial de los intelectualescarentes de ciencia. La creación de escuelas y academias abrió

    perspectivas más amplias que las que permitía la temática de la naturaleza,pero no desaparecieron las creencias arraigadas durante milenios, en loscuales creer por no saber condicionaba el pensamiento de maestros y

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    discípulos. De los tótems derivaron hacia los dioses paganos, que convivíanpacíficamente en la mente de los antiguos y, en un sincretismo más, a los«Dioses Únicos y Verdaderos» que, evitando esfuerzo a la mente de cadacreyente, iniciaron la divergencia entre las diversas mentalidades teogónicascreadas por cada doctrina: la propia de cada dios único y verdadero.

    No ha existido traspaso formal entre astrología, astronomía ycosmología sino que, sin que se puedan establecer periodos ni fechas, hahabido un proceso de especialización que continúa en la homologacióncientífica actual. La filosofía resiste precariamente dentro de dicho proceso.

    Sin considerar el cognitivismo como único método para posibilitar el avanceen el conocimiento cierto (la intuición ha proporcionado teorías valiosas quedirectamente o por sincretismos posteriores han ayudadoextraordinariamente a la evolución del conocimiento) tendremos queaceptar la imperativa lógica que este sistema posee y, por tanto, seguirlo en

    nuestra exposición de ideas. Efectivamente, ha habido pensadores que através de la intuición han podido conocer realidades ciertas, como porejemplo los imaginativos pensadores que, en Egipto y Caldea, en tiemposremotos perdidos en la memoria, establecieron la idea heliocéntrica,determinaron, sin ninguna base cosmológica y con observación a simplevista, la movilidad estelar calculando distancias siderales que no diferíanmucho de lo que ha establecido la cosmología cuando los conocimientosastrofísicos y la amplitud del cálculo las han definido ajustadamente y comopor ejemplo, Demócrito que, estudiando la naturaleza de la Tierra, no desdela cosmología sino a partir de intuir el átomo y su mecánica no corroborada,

    definía el Universo más acertadamente que toda la astrología y,posiblemente también, que la cosmología actual. Estas y otras realidades(innumerables pero menos trascendentes) demuestran el valor de estafunción neurofisiológica que es la intuición, que no es una facultad innata dedeterminados individuos, sino el resultado de meditaciones que sólo sonposibles relacionando conocimientos adquiridos previamente con unatemática que se corresponda con ellos. Que las mencionadas intuicioneshayan sido corroboradas por la astrometría, la astronomía y la cosmología engeneral, es lo que da valor a la intuición. Otras ideas de este carácter sepierden en los limbos inmensos del pensamiento carente de conocimiento.

    La primera teoría del Universo fue establecida intuitivamente por Demócritoy, más específica y astrológicamente, por Aristarco quien, también por lafalta de poder de observación, estaba obligado a especular intuitivamentelogrando percibir el heliocentrismo después corroborado científicamente.

    Aristóteles, el primer y más polifacético intelectual, lo mismo recopilador queformulador de teorías, influyó decisiva y negativamente en el estudio delUniverso. Siendo el exponente paradigmático del estudio pluridisciplinario,posiblemente debido a la amplitud de los temas que inquietaban su mente,

    sus ideas eran irracionales. Pero, aun cuando estas ideas no teníancorrespondencia con la física ni cosmológica ni geométrica que determinanlos movimientos estelares, ni tampoco con su propia teoría, ha gozado de

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    crédito durante siglos, en buena parte porque su teoría resultó la másconveniente para las iglesias y los pensadores teogónicos y, saliendo de estecírculo, incluso para los pensadores materialistas como Engels.

    Del cajón de sastre de Aristóteles, muchos pensadores han adoptadolo que convenía a sus propias ideas (que quizás eran las mejores antes de

    que aparecieran Shannon, Wiener y Turing) iniciando el método cognitivista(imposible de imaginar por Aristóteles) del que ahora la filosofía, a menudopor comodidad, prescinde. Con el conocimiento actual del Universo, no lohubiera identificado tan precipitadamente con la biosfera, a la que élañadía sólo estrellas «etéreas» (toda una exhibición de anticognitivismo,obligada cuando no existía conciencia de la terrible limitación de los propiosconocimientos). Es preciso ahora preguntarnos si la teoría del Big Bang, comosuceso singular e idea contemporánea al cognitivismo, resultará tan corta demiras como el Universo ideado por Eudoxos, inspirador de Aristóteles.

    Aristarco fue en realidad un precursor de Copérnico, con las carenciaspropias de la falta de medios técnicos, y, si bien eso no aporta más valor a suidea heliocéntrica, sí que le da un mérito añadido. En los tiempos anteriores yposteriores a Aristarco, proliferaron ideas diversas y variedades deposicionamientos heliocéntricos y geocéntricos, pero ninguna de ellas consuficiente entidad como para ser considerada un avance en la percepcióndel Universo.

    El concepto aristotélico de Universo ha servido a la Iglesia católica (ytambién al Islam) para intentar establecer un puente entre teogonía y

    ciencia. Sirviéndose de sus postulados y de su influencia en los sistemas deenseñanza, prevaleció durante un milenio y medio, hasta que Copérnico,siervo de la Iglesia católica, durante el Renacimiento, retomó la idea deAristarco convirtiéndola en teoría fundamentada en la observación, usandosubterfugios que provenían posiblemente de su interés por no caer endesgracia a los ojos del Papa y por limitaciones de alcance debido aldesconocimiento de la física astronómica, ciencia que hasta Galileo, un siglomás tarde, no se empezaría a desarrollar gracias a su minitelescopio.Copérnico formuló el heliocentrismo y Galileo lo corroboró.

    Durante este intervalo, desde Aristarco a Copérnico, la idea del

    Universo, más que enseñada, impuesta, fue la aristotélica, que, conantecedentes diversos, particularmente en Eudoxos y después en Ptolomeo(el autor del  Almagesto,  tratado de astronomía que fue dogma básicoprácticamente hasta el Renacimiento), que explicaba:

    La inmovilidad de la Tierra, centro del Universo.La Tierra, inmóvil, estaba situada en el centro de una superesfera

    dentro de la cual orbitaban los demás planetas y el Sol. La imposibilidadfísica de este concepto cosmológico la solucionaba Aristóteles con el «motorde carácter divino que, en la perfección de su divinidad», hacía posible elmovimiento alrededor de nuestro planeta de todos los otros cuerpos

    «siderales y etéreos». Del concepto aristotélico de divinidad seguramente noparticipaban sus coetáneos, al igual que los científicos actuales quecontinúan creyendo en Dios tampoco no creen en ninguno de los dioses

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    inventados por los humanos. Pero, en todos ellos y en todos los tiempos, la«creencia» en un dios más o menos definido nace tanto de una falta desaber y de conocimiento como de la conciencia de la limitación de losconocimientos que poseían, siempre insuficientes para establecer lasprimeras causas del Universo. Los sabios continúan siendo impacientes, y por

    ello, algunos son creyentes. El paradigma de esta actitud de los humanoscon una sabiduría por encima de la media de sus coetáneos, estápersonificado por Newton. El descubridor de la gravedad universal (quededicó obsesivamente la mayor parte de su vida al estudio de la física,estableciendo el instrumento necesario, el cálculo diferencial, para escribirlos Principios matemáticos de la filosofía natural, obra aún vigente)simultaneó su trabajo en el campo de la física y las matemáticas con unaobsesiva actividad de investigación, inspirada en el Antiguo Testamento,para establecer la causa del movimiento universal. Y, posiblemente no portemor a la Iglesia católica, después de los Principios matemáticos,

    estableciendo un paralelismo con Aristóteles, escribió: «Dios es omnipotente,no virtualmente sino sustancialmente [...] en Él se contienen todas las cosas[...] actúa sin sufrimiento y mueve el Universo, que no se le resiste, por supresencia divina y eterna en todos los lugares [...].» Panteísmo puro y purateogonía aristotélica anticientífica.

    Desde Aristóteles hasta Newton se alcanzaron hitos en el conocimientocosmológico, parecidos a los que se conseguirían desde Newton hastaEinstein. Éste, pese a haber racionalizado la teorización de un universo(paralelo al de Demócrito ya que ambos coinciden en el atomismo,

    intuitivamente Demócrito y con base científica Einstein), por una parte,transformó una idea (que valdría más explicarla textualmente) dándole

    forma matemática —E = mc2 — para definir el Universo construido por laenergía, y por otra parte, cautivado por la magnitud y trascendencia de laidea democritiana (que aún carece de corroboración milenios después dehaber sido concebida) infiltró en su pensamiento una idea que le hace«creyente» de un dios «einsteiniano» nunca explicitado. Una de sus muchasparadojas fue que, pese a que poseía una mente superdotada para lasmatemáticas, en la especulación filosófica siguió a Aristóteles y a Newton(ninguno de los dos creyentes de divinidades paganas o bíblicas) y

    teogónicamente continuó buscando la causa de la dinámica del cosmos, sinningún interés por la que crea Vida, pese a estar ambas íntimamente unidas.Al no encontrarla, sin la chanza en él habitual y soberbiamente (comoAristóteles, refugiado en el motor divino, y Newton, inspirado en el AntiguoTestamento), se declaró creyente, no del Dios creado por sus antepasados

     judaicos del Sanedrín, ni del renovado por los antijudaizantes como Pablo,sino que al margen del Antiguo y Nuevo Testamento creó su Dios personalque nunca explicó.

    Aristóteles consideraba el motor divino como factor básico de su ideadel Universo. Einstein no asoció su no explicado Dios, en el que decía creer,

    con la teoría de las relatividades (reconocida científicamente y premiada unpoco vergonzantemente con un Nobel dubitativo otorgado por otra teoríamenor) y aún menos lo hizo al bregar inútilmente y, por tanto,

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    angustiosamente, con la formulación de la que seria la definitiva “teoría delcampo unificado”. Pese a sus dudas y sus contradicciones, que eran debidasal hecho de no encontrar la manera de entender definitivamente el Universo(que, por su parte, intuía más claramente que los astrónomos amarrados atelescopios y sondeos de rayos cósmicos, todos ellos, incluido el mismo

    Einstein, máximos conocedores del Universo, pero incapacitados por definirlo,tal y como sucede con los científicos actuales), al resto de humanos sólo lesqueda, ya sin paradoja, aceptar el algorismo, empíricamente corroborado,de la idea darwiniana de la evolución constante, pero aplicándola no sólo alas especies, incluida la humana, sino al mismo Universo y a todo cuanto enél existe. Así se relaciona la idea original de Demócrito con la idea de masa-energía-masa concebida por Einstein, las cuales, sin estar aún corroboradas,a pesar de su indefinición, representan el acercamiento más significativo auna definitiva teoría del Universo.

    De esta manera, en el proceso iniciado filosóficamente por Demócrito

    y desarrollado por la física newtoniana y einsteiniana, adquiere verosimilitudla idea de Darwin que, no limitada a la creación de especies y aplicadatanto al Universo como a la vida consciente, vendría a decir: son el resultadode la dinámica universal de transformación, que es evolución constante delcosmos, en su conjunto y en cada una de las partes.

    Los presocráticos estudiaban esencialmente la naturaleza. Darwin,naturalista, establecería sin proponérselo la fórmula no matemática peroexplícita, del proceso que la física hasta ahora no ha podido corroborar: eldesarrollo universal, cuyo inicio posiblemente aún es menos demostrable, si

    es que lo hubo, porque si el Universo fuera eterno no tendría ni inicio ni final.La muralla etérea que no nos deja entender el porqué de todo ello, tal

    vez no desaparecerá nunca. Pero eso no debe hacer creer que el sabertiene ciclos largos de aceleración y regresión, sino ciclos cortos de inspiraciónaceleradora y largos de ralentización y gestación. Y, si bien la adquisición deun conocimiento suele tener estos periodos prolongados de gestación, paracompensarlos, crea o descubre realidades que no son perecederas.

    Los saltos aparentes de un periodo a otro existen en vertientesconcretas y en la cosmología ciertamente. Puede decirse que, desdeAristóteles hasta el Renacimiento no se retomó la actividad astrológica (que

    se ha convertido en cosmológica) por causas bien conocidas: en la bajaEdad Media, la cultura estaba condicionada por la inevitable actividad denivelar los humanos euroasiáticos divididos entre «bárbaros» y civilizados.Desde el Pacífico hasta el Atlántico existían desniveles culturales muyacentuados que dificultaban la convivencia. La base biológica común entodo el gran continente hacía posible que, por medios más bárbaros quecivilizados, se produjese mestizaje físico y cultural. El impulso bárbaro y ladecadencia de la civilización grecorromana propiciaron la nivelación. EnOriente, de manera diferente, más pausadamente pero con máscontinuidad, el proceso era parecido al de Occidente.

    Tanto en la vertiente cosmológica, como en otras, la culturización se harealizado sobre todo en Occidente donde los factores de nivelación estaban

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    situados primero en el Mediterráneo y después entre éste y el Atlántico,girando alrededor de los poderes de imperios, creados y destruidos desdePersia hasta Roma, y de iglesias creadas y subsistentes aún en los mismosespacios. La lucha por la subsistencia era más importante que cualquier otroobjetivo, tanto por parte de los imperios como por parte de las iglesias, y esta

    lucha, que debilitaba los estamentos, era aprovechada por los bárbarosque, en toda la gran región occidental, fueron tomando poder e inclusopreponderancia. Y así, durante el largo periodo comprendido entre el primermilenio y la mitad del segundo de nuestra era, el estudio cosmológico quedópreterido en favor de estudios que en las iglesias eran teogónicos oteológicos y en los imperios eran sociales y técnicos y que desarrollabanfactores económicos y de convivencia, produciendo, todos en conjunto,una nivelación dentro de la siempre presente dinámica evolutiva de loshumanos.

    De las actividades imperiales y eclesiásticas, dentro de sus respectivoscampos de acción, se derivaron necesidades de conocimientos geográficosy del «cielo» real. En el periodo medieval se retomaron actividadescosmológicas que no habían sido abandonadas del todo cuando, anteproblemáticas concretas, se desarrollaron nuevamente. Cuandodesaparecieron las academias griegas y cuando el Islam llegó a la máximaasimilación de sus principios (el Islam propiamente no creó ninguno en elcampo de la cosmología), los centros de estudio que después seríanuniversidades, fueron privativos de las iglesias y así, a través de la actividadintelectual, siguieron gozando del monopolio para obtener poder. Después

    los estados intervinieron por su cuenta en el campo de la enseñanza a travésdel cual la cultura se generalizó fuera de los estamentos eclesiásticos yaristocráticos. El calendario, la geografía real de la Tierra, los límites de losimperios —reinos más tarde— la navegación, etc., obligaban a elaborarestudios que, a pesar de estar realizados por miembros de las mismas iglesias,no podían evitar chocar con la base teológica de la génesis bíblica. En unproceso particular de la enseñanza, dentro del proceso cultural evolutivogeneral, aparecieron centros de estudio mantenidos por monarcas conobjetivos concretos que, por la calidad humana de sus componentes, seampliaron. De éstos surgieron la mayor parte de los cosmólogos que desde el

    Renacimiento reanudaron el estudio del Universo, haciendo y deshaciendoteorías, llegando finalmente a la gravitación universal de Newton, a lamecánica cuántica de Plank-Heisenberg y a las relatividades einsteinianas.

    Inevitablemente, los estudiosos que pertenecían a la misma Iglesiacatólica (Bruno y Copérnico), los que dependían directamente de reyes(Brahe) o de instituciones públicas (Newton), e incluso los que actuaban conindependencia personal (Galileo), todos ellos elaboraban sus teorías y leyesfísicas bajo temor de ser perseguidos y castigados si sus ideas, de una formau otra, cuestionaban la génesis bíblica.

    Por otra parte, los cosmólogos del Renacimiento tenían unos antepasadosque habían avanzado extraordinariamente en geometría y matemática,ciencias que en la Edad Media ya habían fomentado todos los poderes por

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    la necesidad de disponer de estudios más terrenales que universales, quedesarrollaron sobre la base de conocimientos adquiridos por los antepasadosmás lejanos: de Egipto y del Antiguo Oriente.

    Esta sucesión de avances encadenados muestra la continuidad y elprogreso cultural, que en este aspecto es sinónimo de civilización y que es

    omnipresente en el proceso de evolución de los humanos. Todos los factoresque la producen tienen antecedentes directos o indirectos así comosincretismos perceptibles que establecen niveles conceptuales más elevadoso definitivos. Resultan insignificantes, en dicho proceso, los movimientos deralentización, como por ejemplo el que tuvo lugar en el periodo medievalempapado de Aristóteles y rechazando a Demócrito y a los presocráticos engeneral. Cuando la evolución colisiona con dificultades insalvables para elavance en un aspecto concreto, la atención de los humanos se desvíahacia diferentes facetas del mismo problema hasta que, por causasdeterminadas, es posible reanudar el estudio en aquellos aspectos que

    habían sido abandonados, en general, debido a la falta de elementos oconocimientos previos necesarios para establecer realidades coherentescon el nivel cultural alcanzado. Ahora aún no es el momento para quererconocer el porqué del Universo y cómo funciona.

    Esta idea la iremos reanudando frecuentemente, utilizándola paraevitar entrar en los detalles de cada uno de los episodios que en su conjuntoforman el gran proceso que sólo viven los humanos desde siempre y parasiempre: tomar conciencia de realidades definitivas.

    El mundo de Aristóteles, con base teogónica que no se fundaba en Gea, hija

    del Caos, ni en su esposo Urano, el Cielo, y, con más seguridad, tampoco seinspiraba en influencia délfica alguna, estaba reducido a una burbuja virtualdentro de la cual la Tierra centraba su presencia, alrededor de la queorbitaban las estrellas etéreas. Eso era todo cuanto conocía Aristóteles delUniverso; lo mismo sucedía con su maestro Platón. A partir de esta ideaempezó a tomar forma una física primitiva que fue suficiente primero para lasiglesias virtuales, las paganas, y después para las sustantivas, en Roma, enBizancio y en el Islam. Los humanos se desentendieron de los presocráticos,los cuales, a causa de esa falta de atención, son recordados más por lascitas del mismo Aristóteles que por su obra original, no demasiado

    abundante, bastante complicada, escrita poéticamente y en su mayorparte perdida. Es explicable que Aristóteles (hombre atareado, temeroso, hijode su tiempo, de sentimiento clásico más fuerte que el propio pensamiento yde tendencias macedónicas) no valorase a los presocráticos, que, como él,tenían una idea del Universo, pero sin ninguna base de conocimientocosmológico. Es también lógico que la idea que Eudoxos tenía del mundo lesatisficiese. Por eso la adoptó y la unió a su propio limitado concepto.

    Tuvieron que transcurrir casi dos milenios para llegar a Copérnico y abrirun resquicio que iniciase la observación del cosmos. Y tuvo que transcurrir unsiglo más para que con Galileo (pensador, observador, inventor y artesano

    constructor de sus inventos), iniciase una teoría del Universo, naciendo así lacosmología. La actividad astrológica desarrollada anteriormente era sóloespeculación acientífica, casi filosófica.

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    Bruno, que intuía, como Demócrito, la infinitud universal, con todas lasreservas y precauciones que su cualidad de clérigo le aconsejaban(precauciones que no evitaron que acabase en la hoguera), no teníatampoco conocimiento cosmológico. La idea, tal como sucede ahora, no

    tenía corroboración. Pero empezó a adquirir una base en la obra de suscontemporáneos (las teorías de Galileo, en primer lugar y después lasaportaciones de Brahe y especialmente de Kepler, con su aptitud paracalcular las medidas cósmicas), que en conjunto casi trituraron las ideasastrológicas y pulverizaron los dogmas teológicos.

    Antes de llegar a Einstein, hay hitos importantes en personajes extraordinarios,como por ejemplo Descartes, Leibnitz y especialmente Newton. El trabajo defísicos y astrónomos, incitados por las ideas intuitivas de los precognitivistasque anunciaban la aparición del rigor científico, iba subiendo escalones más

    y más altos para llegar al nivel donde ahora nos encontramos. Es el quepermite negar casi todas las teorías universales formuladas. Y es que nopermite establecer la definitiva.

    Los intelectuales excepcionales, a pesar de tener muchos de elloscarácter genial, han sido insuficientes para desentrañar no sólo la estructuradel Universo, sino también su dinámica total, entorpecidos a veces por sudiscusión y sus luchas personales, como las sostenidas entre Newton yLeibnitz, aunque es innegable que abrieron paso a la interdependencia detodos los científicos.

    Ahora, en el siglo XXI, sin ninguna lumbrera humana en el campo de la

    cosmología, pero con medios tecnológicos impensables para los primeroscosmólogos, las viejas ideas de los intuitivos recobran valor por ser másconcretas que las de los presocráticos y porque nacieron después deenterrar los conceptos aristotélicos, cuando la cosmología era ya mayor deedad.

    Einstein, impaciente en todos los aspectos vitales y, por ello, cayendo amenudo en paradojas, ¿podría resultar el Demócrito de nuestro tiempo,cuando, en un futuro, la labor de multitud de físicos de nuevo cuño,ayudados por la tecnología de navegación por el espacio, posibiliten lo que

    ahora no está al alcance de ningún émulo del gran físico del siglo XX?Centelleos intuitivos recogidos no sólo de físicos actuales sino también deanteriores a Einstein abren otras perspectivas que, cuando menos en estesentido, hacen posible establecer evidencias útiles:

    Primera evidencia.La estructura del Universo no es conocida.El resultado de los cálculos de magnitud realizados hasta ahora es ínfimo enrelación con lo que la realidad, previsiblemente, irá estableciendo a cortoplazo, tal y como viene sucediendo, porque estos cálculos se han obtenido

    gracias a los datos que los medios de observación posibles en cadamomento permiten y que siempre son insuficientes.Hipótesis:

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    A) El Universo puede ser infinito. Esta idea democritiana era compartida porAristarco, Bruno, y, como después comentaremos, también por cosmólogosmás recientes.

    B) Ninguna idea de infinitud cosmológica es aprehensible para la mente delos humanos del segundo milenio, y posiblemente que tampoco lo sea paralas mentes del actual. Para intentar suplir esta falta de capacidadcognoscitiva, hemos de situarnos en realidades establecidas empíricamentey profundizar en ellas dentro del sincretismo constante, rechazando lafantasía. El riesgo de error disminuye en este posicionamiento pero, comoque en toda especulación, puede existir, siendo necesario tenerlo en cuenta.También debe utilizarse la intuición basada en los conocimientosconseguidos, algo más que elucubración: hipótesis.

    Desde dicho posicionamiento hay que decir que lo que vemos

    parcialmente de la cúpula celeste es un Sistema Galáctico (SG) mucho másextenso de lo que se desprende de la observación astronómica por óptica ypor radiaciones, del que la Vía Láctea es una pequeña parte.

    (Vía Láctea: esfera con núcleo de materia condensada, la masa delcual es equivalente a la de doscientos millones de estrellas como el Sol.

    De un mismo plano salen cuatro espirales que contienen entre uno ydos centenares de miles de estrellas, y con seguridad planetas, alcanzando,el conjunto de estrellas y planetas, un diámetro de un millón de billones dekm.

    La amplitud de la galaxia es de 160.000 billones de km en el centro, y la

    del punto donde está situado el Sol es de 130.000 billones de km.En su entorno no definido como disco o esfera, tiene una estructura

    gaseosa invisible pero detectable que alcanza un diámetro de tres millonesde billones de km.

    Por comparación: Vía Láctea más espacio intergaláctico, 300.000 añosluz. Sistema solar: 12 horas luz.)

    C) Cada SG  tiene un espacio de expansión y un centro de condensacióncomo los que poseen las galaxias, de magnitudes proporcionales a laspropias de cada una de éstas.

    Lo que tenemos que considerar nuestro SG, que no es el Universo, esaquello cuya magnitud aún no conocemos. Más allá de dondedesaparecen las galaxias que huyen del espacio de los actuales sistemas dedetección, debido al efecto de expansión del Universo, debe existir unespacio para recibirlas. ¿De qué magnitud?

    D) Un número finito de SG forman un Sistema Multigaláctico (SMG) en númeroinfinito. Ciclos eternos de condensación y dispersión, a nivel de galaxias SG oSMG  y no a nivel universal, originan Big Bang y Big Crunch en espacios detiempo proporcionales al nivel en que se producen. El Universo evoluciona

    gracias a este sistema de transformación constante.

    E) Aceptar la idea de un Big Bang único y universal es aceptar que de la

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    nada, instantáneamente, surgió la inmensa masa de materia que contiene elespacio cósmico, cuya parte conocida, por estimación de radiaciones, esde 30.000 millones de años luz, que son igual a 300.000.000.000 de billones dekm.

    Esta parte del Universo, una parte tan pequeña seguramente como es

    el sistema solar de doce horas luz en relación a nuestro SG, no incidiendoahora en la infinitud universal, se expande en su conjunto aunque existancontracciones regionales, como sucede en nuestra galaxia y en una de lasmás próximas, Andrómeda.

    ¿A dónde van las galaxias fugitivas? ¿Entran en el vacío total quesupuestamente existía antes del Big Bang propuesto, es decir, en la «no-existencia»? ¿El SG  a qué pertenece la Vía Láctea, supuestamente elUniverso, se mantiene en este vacío, donde deja de actuar la gravitación?

    F) Éstas y otras preguntas sin respuesta no son motivo suficiente para afirmar

    la infinitud universal, pero sí constituyen un indicio para cuestionar seriamentelas teorías que establecen tiempo y magnitudes determinadas para unUniverso que es desconocido.

    G) No entender la infinitud universal podría equipararse a no entender unatierra móvil y esférica tal y como les sucedía a los antiguos, hasta la llegadade Galileo, que la consideraban el centro del Universo sin poder llegar aintuir que era sólo una parte infinitesimal del «conjunto de todas las cosas»que ya habían bautizado con el nombre de Universo.

    El sincretismo de ideas del heliocentrismo iniciado, antes de Galileo,

    con Aristarco (310-230 a.C.), inspirado tal vez en Demócrito (430-370 a.C.),filósofo y no astrónomo, ferviente creyente en la infinitud universal en tiempoy espacio, podemos considerar que es lo que ha establecido elconocimiento de la realidad de la Tierra dentro de la galaxia, y mejor en elsistema solar, y ha durado, como mucho, tres milenios. ¿Qué nuevasrealidades sustituirán a la del único Big Bang, concebida en el reducidoespacio del Universo que nos ha sido posible conocer hasta ahora, en unperiodo por venir de cien millares de milenios o de mil millares de milenios,cuando la Tierra aún no habrá consumido ni la décima parte de suesperanza de vida, cifrada en diez/quince mil millones de años? Sin

    posibilidad de demostrar la infinitud universal, como tampoco es posibledemostrar su finitud, es racional considerar la inspiración intuitiva de hombrescomo Demócrito y Bruno (que en otros aspectos han acertado de maneracasi increíble), y de las ideas de muchos científicos de disciplinas diversasque, aunque ninguna de ellas sea definitiva, tienen indicios especulativos deorientación racional, especialmente las de dos de ellos:

    - La de Olbers, que a un cuarto del siglo XIX explicaba la infinitud comouna esfera de magnitud creciente en espacios superpuestos como las capasde una cebolla, dando lugar a la llamada  paradoja de Olbers, producidapor la correspondiente infinitud de radiación sobre todos los objetos situados

    en la infinita esfera (idea de imposible validez por causas físicas, pero queseñala el punto de divergencia de la idea de un universo estático y finito queEinstein, más de un siglo después, continuaba aceptando).

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    - La de C.W.L Charlier, que a principios del siglo XX formulaba la infinituduniversal como la expansión continuada de las galaxias, formando cúmulosgalácticos, cúmulos de cúmulos galácticos, en un bucle que es la raíz de loque hemos descrito en los apartados C y D, y que posiblemente sea unarealidad constatable en un futuro incierto.

    H) Los controvertidos Big Bang y Big Crunch (que considerados únicos, seríanel inicio y el fin del Universo), suponiéndolos en magnitud de galaxia, de SG, oen cualquier magnitud parcial, pueden existir en un universo infinito y estableen el que un cataclismo de la dimensión del Big Bang no supondría el fin, sinola extinción y la creación de componentes de su conjunto. En la infinitud, unepisodio convulsivo como el Big Bang a un nivel reducido de espacio norompería la pauta de nacer, desarrollarse, decaer y morir (tal y como sedesarrolla el proceso vital de la Tierra y de todo cuanto contiene): la energíasería transformada sin desaparecer. El equilibrio de fuerzas, con la

    gravitación universal incluida, no se perdería. En último término, permiteelucubrar que el Universo tiene sentido evolutivo manifestado a través de surenovación constante y eterna.

    Podemos dar por seguro que el inmenso Universo, sea finito o infinito,no tiene intenciones ni sentimientos análogos a los de los humanos, niposiblemente a los de ningún otro ser viviente (si es que existen, en el cosmos,seres diferentes a nosotros).

    A pesar de no querer creer nada, y sin saber ni intuir, podemos suponerque entre la infinitesimal parte que es la Tierra y que somos nosotros y elUniverso hay una conexión. Encontrarla, más allá de la creencia, es por sí

    mismo un apasionante reto científico.

    Segunda evidencia.Siguiendo la reflexión que nos ha llevado a concluir con los actuales mediosno se puede constatar la finitud o la infinitud del espacio universal, nosinclinamos a creer que hay infinitud y que su tiempo es la eternidad; sefunden así los conceptos inseparables de tiempo y espacio.

    Poner fechas y límites al Universo obliga a establecer factoresaritméticos para obtener resultado. Los factores son desconocidos. Elproblema no es matemático, sino de un campo de la física aún por

    descubrir, ya que, con las leyes físicas establecidas hasta ahora, la existenciade un universo finito sin espacios colindantes es imposible. Y si hay espacioscolindantes tendrían que ser infinitos.

    Salir de los límites del cálculo actual es entrar en una elucubración quepuede proporcionarnos ideas más cercanas a la realidad definitiva que lasque nos han dado las reflexiones hechas sobre la primera evidencia. Unas yotras son, en última instancia, supuestos creados sobre la base de lógicasque responden a caracteres marcados por la impaciencia, el escepticismo,la neutralidad y otros, que pueden multiplicarse, dado que creer es facultad

    gratuita.Y como las leyes físicas pueden ser diferentes a las que rigen en laparte de Universo conocido, (tanto si es infinito como si es finito aunque en

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    este caso se afectarían más allá del mismo), habría que aceptar que hayalgo más que el Universo finito (¿Los otros «universos» que propone StevenWeinberg?). La lógica propia nos lleva a deducir la infinitud del tiempo-espacio universal.

    En biología las creencias han desaparecido: hay o no hay conocimientosobre un aspecto determinado de la Vida. Es fácil su corroboraciónmediante el análisis posible, en laboratorio o in situ, del objeto analizado. Estacircunstancia crea la idea de que la investigación física ha llegado a supunto máximo y que los avances científicos sólo se pueden obtener en labiología. Puede que sean estos avances los que abran nuevos horizontes a lacosmología pero, de una forma u otra (ya sea mediante la óptica, por rayosaún por descubrir, por sistemas de navegación por el espacio u otrastécnicas), seguramente continuarán aportando conocimientos sobre elUniverso, íntimamente asociados a los de la Tierra cuyo estado sí es posible

    establecer independientemente del Universo. Conocerlo no es decisivo másque para empezar a saber, si no todas las cosas de la Tierra, al menos el porqué son como son y, particularmente, por qué los humanos, sus auténticospropietarios, han vencido a otras especies en la lucha de la selección,poniéndolas a su servicio (aunque esta lucha siga existiendo entre los mismosespecímenes humanos). Toda consideración general o parcial que afecte altriángulo Universo-Tierra-Humanidad necesita rigor en el análisis, pero esespecialmente al mirar hacia el futuro cuando este rigor debe de ser másestricto y debe distinguir las realidades establecidas con carácter definitivo einalterable de las que están sujetas a enmiendas o sustituciones. Acertar en

    este juicio es lo que abre posibilidades de intervenir en el desarrollo de lasevoluciones de la Tierra y de la humanidad.

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    CAPÍTULO II.PLANETA TIERRA 

    Si comparamos la inmensidad del Universo con la relativa insignificancia dela Tierra, nos resulta difícil establecer la relación entre las dos entidadescósmicas y, pese a la certeza de que dicha relación existe, ante la sólopresentida magnitud universal y su grandiosa e indescriptible dinámica, nosinclinamos a considerar a la Tierra como un apéndice olvidado, falto de todosignificado y casi sin razón de ser en el cosmos. Es el miserable grano dearena en el Sahara, cuya desaparición no cambia nada de la geografíasahariana. Ampliando la perspectiva, a medida que vamos presintiendo lainfinitud del Universo, no sólo el sistema solar sino también la Vía Láctea nosaparecen igualmente insignificantes.

    Pero la idea de que los humanos podamos ser únicos en el Universo(como único es cada individuo que ha pisado la Tierra), sin elucubrar sobreotros seres inteligentes, compatibles o no con nosotros, y pese alconvencimiento de que nuestra especie, sea la más perfecta de las queconocemos, tendrá un ciclo vital común a las demás con un fin ineluctablede extinción, hace que nos entre un sentimiento indefinido, más quepensamiento, de que todo el conjunto tiene un sentido emparentado connuestra racionalidad y nuestra conciencia, sin que eso nos lleve a serpanteístas, pues los dioses se crearon en un tiempo en que la inmensidaduniversal era absolutamente desconocida y no intuida.

    Sin embargo hay un indicio de lo que podría ser la trascendencia detodo cuanto existe, incluido el mismo grano de arena que decimos que es laTierra: el de la evidencia de que los humanos, como todos los seres vivosanimales y vegetales, somos resultado de un proceso físico y químico sóloposible en este planeta o en una réplica de él. Por este indicio tomamosconciencia de ser parte integrante de la Tierra y de que para establecernuestro estado, a pesar de que humanidad y tierra son dos entidadesdiferentes, tenemos que considerar que son inseparables y absolutamentesimbióticas. El conocimiento físico del globo, hasta que se substituyó la

    cartografía por mapas fotográficos tridimensionales, se ha llevado a cabolentamente. Hace menos de un milenio que los pobladores de la cuencamediterránea, los de América y los del extremo oriental de Eurasia, seignoraban absolutamente. Y la esfera imaginada por los astrólogos no fuecorroborada por ningún humano hasta Magallanes-Elcano. Como sucedeahora al querer definir el Universo, la impaciencia de los antiguos pensadorespara definir la Tierra topó con la imposibilidad de hacerlo por falta demedios. Así es como, en cada región planetaria donde nacía la cultura, seideó una Tierra diferente, sin relación con el Universo del cual forma parte, noimaginable por aquellos predecesores nuestros entregados a la actividad de

    pensar. Como en otras muchas vertientes culturales, las ideas seconsideraron realidades y los humanos más cultos, que eran los sacerdotes,se atrevieron a explicar, en versiones diferentes según el nivel de inteligencia

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    y sensibilidad que en cada región terrestre existía, la génesis tanto de la Tierracomo de todo cuanto en ella existe atribuyendo la obra a Dios,inevitablemente según parece.

    En el tercer milenio d.C., existen humanos creyentes en diosestotémicos que tienen génesis particulares, dotadas de una imaginación que

    no difiere demasiado de las que subsisten en el corazón de la civilización másavanzada. Millones de años de existencia humana y la evidencia de quetodas las génesis imaginadas son imposibles, no son suficientes paraconsiderar obsoletas todas las religiones que, aunque basadas en ideasinvalidadas, eran realidades para quienes las idearon y lo continúan siendopara quienes creen en ellas (seguramente no para todos porque en todoslos tiempos ha habido embaucadores o especuladores). Considerando lainfluencia de las creencias religiosas arraigadas en la historia de lahumanidad, todas falsas, no hemos de entretenernos en considerar lo quehabría podido ser esta historia sin esa influencia. Pero la corroboración de

    este hecho negativo, imposible de borrar y tal vez inevitable, nos debe servirpara aceptar definitivamente la idea del sistema de evolución que, de unsincretismo a otro, nos ha proporcionado el poder suficiente como paraproyectarla hacia el futuro.

    (Los regidores de cada parcela de la Tierra tienen que aceptar que el votode los electores, ilustrados y analfabetos, que les han situado en la posiciónde gobernar, no tiene por sí solo consistencia para conferirles estacapacidad de gobernar, ya que para que la mayoría de votos constituyauna elección acertada hay que tener en cuenta el nivel cultural de los

    electores; si el nivel no se puede elegir y sólo se puede aceptar tal y como esen cada momento electoral, se hace necesario que la proyección de laevolución de los electores y también la de los elegidos sea hecha a partir delconocimiento científicamente contrastado, convirtiendo en obsoletas lasideas teogónicas superadas.

    La dificultad para determinar, en el cambio constante de las realidades, a aquéllas que tienen que sustituir a las invalidadas, muestra lanecesidad de que la democracia posible en cada momento sea definida yorientada por consejos técnicos independientes de la partitocracia en losque prevalezca estrictamente la racionalidad de la ciencia.)

    El desconocimiento casi total del Universo y parcial del ser humano (en esteaspecto sinónimo de Vida) no imposibilita corroborar el error de laspropuestas de génesis con base teogónica ya que la Tierra, gracias a losfósiles, evidencia sin ningún género de duda posible la irrealidad de las ideasde nuestros antecesores debida al desconocimiento de los secretosguardados por la Tierra que sólo muy lentamente se han ido descubriendo einterpretando. Otros secretos que se superarán harán cambiar las ideasactuales pero nunca revitalizarán las de los pensadores bíblicos y susantecesores. La mitología creció y se enriqueció y, vista en grandes líneas

    temporales, nos presenta una evolución hacia la racionalización. Sin saberaún qué parte de las ideas nacidas del conocimiento científico seránobsoletas, podemos decir que los futuros conocimientos no engrandecerán

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    a la mitología sino que, en todo caso, completarán y perfeccionarán lasideas alrededor de las que desarrolla la ciencia, el análisis y la síntesis de laTierra, la biosfera y sus criaturas, los humanos por encima de las otras.

    Seguir el proceso de la formación de la Tierra en el tercer milenio a.C.(con las transformaciones ocurridas desde el estado de ignición hasta el

    actual equilibrio de fuerzas que hacen del planeta un espacio acogedor devida diversa) es posible pero sin tener la seguridad de poder establecer fasesni cronología. La obsesión de los humanos por fijar periodos temporales nosviene del tiempo en que la mente, habiendo adquirido conciencia de existir,comenzó a aspirar a saber el porqué de esta existencia.

    Las teorías del Universo que se han ido sucediendo, y las queseguramente aún se formularán, nos dan una idea de la dificultad que existepara establecer el decurso del proceso de formación de la Tierra. Aunque nopodamos determinar con certeza cuando se produjo cada una de las fasesque han transformado la bola ígnea en un planeta equilibrado y vivo, la

    convicción de que esta transformación se produjo nos indica la gradaciónde los sucesos universales, que, trasladada a todos sus componentes, nosmuestra el indicio de la dinámica constante de nacimiento, desarrollo,plenitud, decadencia y muerte de todo cuanto existe en el Universo, y almismo tiempo nos hace creer que transformación  es paralela a evolución porque ambos procesos consumen energía básica del Universo.

    La transformación consume la propia energía convirtiéndose enátomos, éstos en moléculas y éstas en células. Pequeños big bangs como lasreacciones químicas.

    La evolución actúa sobre cosas creadas: células, órganos fisiológicos,

    seres vivos o planetas.

    La paleontología nos muestra que no aparecieron seres vivos en la Tierra conla forma actual, sino que todos son resultado de un proceso detransformación cuya mecánica intuimos, pero que sólo conocemosparcialmente mediante los cambios realizados corroborados por losdescubrimientos de fósiles de células, órganos e individuos que estaban vivoshace millones de años y que, sin duda, son los antecesores de todo cuantoahora existe en la Tierra. Por ello entendemos, con certeza científica, queningún creador ha puesto encima de esta tierra especímenes hechos y

    acabados, sea cual se la especie de la que estemos hablamos; que latransformación arranca de unos elementos químicos comunes, primigenios yeternos, y que dicho proceso mixto de transformación y evolución,perfectamente establecido por la existencia de antecesores (homínidos porejemplo), desarrollado hace un número indeterminado de millones de años,no significa que aparecieran especímenes tal y como el fósil nos lo muestra,sino que ya eran el resultado de una evolución necesariamente másprolongada que la que abarca desde el tiempo de su probada existenciahasta ahora. La mecánica transformadora de la evolución, partiendo deunos componentes químicos básicos hasta la estructura de los fósiles

    conservados por la Tierra, nos lleva a la deducción de que el proceso enterotiene una duración extraordinariamente larga y que es preciso multiplicar porun factor desconocido estimado en millones de años cada uno de los

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    descubrimientos paleontropológicos.La Tierra, al igual que sus criaturas, no nació como ahora se nos

    aparece. La causa concreta de su existencia es aún menos conocida que lade estas criaturas que en ella se crearon, pues su origen se indicaclaramente en los fósiles conservados y encontrados. La causa de que la

    Tierra exista, sin determinar cómo se produjo esta existencia, no es otra que laalgorísmica del proceso de transformación constante del Universo, igualcomo se produce el de la evolución de los seres vivos, hasta un punto más omenos bien conocido, de todos los que han existido y existen, excepto el denuestra propia evolución, sobre la que también sólo podemos elucubrar.Pero, gracias a la realidad de que de entre todo cuanto conocemos delUniverso, nuestra especie es la única entidad consciente de su propiaexistencia, de la Tierra —que la ha creado— y del Universo —un conceptoque cambia a causa de las teorías que surgen constantemente—, podemosesperar que la ignorancia no será eterna.

    Cuando sepamos cómo se produce la conciencia y podamos explicartoda la secuencia de su adquisición y desarrollo de un modo similar alconocimiento que tenemos de los procesos biológicos en los sistemas quefuncionan en nuestro organismo (a excepción del sistema nervioso central,que sería lo que, en todo caso, puede proporcionarnos este conocimiento),puede ser que las perspectivas de responder a los porqués que ahora notienen respuesta, cambien, y aquellos sucesores que vivan el futuroentiendan el Universo. Nuestra capacidad cognoscitiva ahora nos dice quela respuesta no sería otra que el Universo existe porque existe. Ellos, en unfuturo, podrían considerar esta hipótesis de respuesta como una

    consecuencia de nuestra ignorancia, la misma que nosotros atribuimos a losredactores de biblias. Por otra parte, los humanos no relacionados con lacosmología tienen el interés centrado en sus propias existencias y, sin quererignorar los conocimientos que esta ciencia pueda darles, lo que mueve suactividad física y mental es la investigación apasionante del camino quecorresponde seguir en cada momento según los conocimientos adquiridos.

    Entre las teorías más o menos verosímiles, sin posibilidad de constatación, queintentan explicar de diferentes maneras cómo se produjo la existenciaterrestre primigenia encontramos: la que sostiene que fue consecuencia de

    un choque meteórico con el Sol, a causa del cual se desprendieron losplanetas de su sistema; una que atribuye su existencia al acercamiento deotra estrella que provocó también unos desprendimientos que, en estadogaseoso y en movimiento rotativo por la gravitación solar, dio lugar a laformación de los planetas; y, tal vez la teoría más verosímil, la que cree quela creación de todos los planetas fue simultánea a la del sistema solar. Todastienen sólo un relativo valor cosmológico, imaginativo, del que no es posibleextraer una secuencia coherente y deben considerarse comoinvestigaciones inherentes a la cosmología, que no es el objeto de nuestrointerés. Por tanto, consideraremos especialmente los aspectos ecológicos de

    la Tierra, que son los que determinan su estado y están íntimamenterelacionados con la condición de sus pobladores.Cabe señalar que la ecología académicamente no es una de las

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    una mujer copularon por primera vez y dieron lugar al primer humano concromosomas compartidos de la pareja. Actúan como tantos antecesoresequivocados y con las mismas buenas intenciones que bíblicos, emperadoresy todo tipo de bien intencionados provocadores de desastres humanos. Porno tener conocimientos básicos de la ecología que dicen amar provocan

    este ambiente caótico en el mundo más evolucionado. Y que lo ha hechopor el resultado del enriquecimiento y la culturización a que hemos llegado,un resultado que no se ha producido en el Tercer Mundo, donde, a causa dela miseria existente y por falta de evolución de sus pobladores, no hayaptitud para poder incorporarse al movimiento globalizador que en estemomento ya parece inevitable. La culpa de este contrasentido la tienen, enparte, los ruidosos manifestantes, pero la mayor responsabilidad recae en losgobiernos incapacitados para actuar eliminando las causas del problema.

    La acción del libre mercado, favorable para desarrollar economías y

    personas dentro del ámbito en que funciona, no puede ser el único factorpara encarrilar la compatibilización de los humanos en nuestro planeta. Perolo está siendo. El mercado no es responsable de este hecho. Lo somos, enconjunto, los humanos que habitamos la Tierra. Pero no todos en igualesproporciones. Los que gobiernan las naciones y los estados son los que,personalmente, tienen mayor responsabilidad, si bien la realidad estricta esque ellos tampoco pueden hacer otra cosa de lo que hacen. Como entodos los declives de civilización, no son los humanos, sino el sistemaenvejecido el que no responde, lo que provoca las disfunciones del procesoevolutivo. Lo que verdaderamente hace cambiar el sistema son las

    revoluciones, ya sean violentas o pacíficas. Y las revoluciones no son nuncaobra de quienes gobiernan. El cambio que es necesario en este momentodebe derivar de una transformación de la enseñanza que la conviertaradicalmente en racional con base científica. La ecología, debidamentereorientada, puede crear humanos capacitados para afrontar el reto queconlleva superar el estado enfermizo de la Tierra y de la humanidad. Ésta esla revolución pendiente.

    El diagnóstico de estas enfermedades se repite constantemente y conmás énfasis con el paso de los años. Pero los científicos que las diagnosticanno tienen ninguna influencia en la toma de decisiones y, si bien no quedan

    desapercibidos, particularmente por los ecologistas (más preocupados porlos ecosistemas naturales y geofísicos que por el sistema de convivencia delos humanos, que es el ecosistema más importante), los grandes males, quereclaman soluciones urgentes por toda la gama de trastornos que enconjunto provocan en el estado enfermizo de la Tierra y de la humanidad, nose tienen en cuenta porque no son el tema que mueve la gran masaelectoral, siempre presionada por las exigencias de energías del día a día.

    Los males de la Tierra se diagnostican porque se muestran claros y sin sombrade duda y en general no son cuestionados. Pero la Tierra no puede organizar

    manifestaciones de protesta y tiene sólo al ecologismo para que la defienday éste no tiene una plaza reservada en los foros donde se discuten losproblemas ni en las reuniones cuyas órdenes del día se reducen a cuestiones

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    que exigen, según el criterio de los asistentes, una atención preferente. Así laecología queda preterida para atender las cuestiones que mueven laatención de los desinformados electores. Los males de la humanidad sediagnostican de maneras diferentes según lo hagan científicos, políticos,gobernantes e incluso moralistas. Y si, inevitablemente, son considerados en

    los foros internacionales, la ausencia de los ecólogos y el exceso deecologistas en la calle provocan discusiones bizantinas y acuerdos formalistasque acaban siendo inocuos. Las personas designadas por los gobernantesen ejercicio para representar a los países (todas ellas actuando porconsignas recibidas que tienden, primordialmente, a cultivar las posicionespersonales frente a convocatorias electorales) no responden a lasnecesidades de los colectivos humanos y, consecuentemente, tampoco alas de los individuos que con lentitud pero con constancia, como ocurre entoda evolución, van adquiriendo conciencia del divorcio entre cada uno deellos y un sistema de gobierno que se ha convertido en obsoleto, dado el

    grado de cultura conseguido por los pobladores de la parte del mundo másevolucionada que va entendiendo los problemas físicos de la Tierra y lossuyos propios.

    Incluso con el sistema de enseñanza (igualmente obsoleto) que sufre la juventud y que comporta que desde la familia, a causa del desconciertoque este colectivo vive actualmente, se malcríe a los niños, los medios decomunicación e información actúan en los adolescentes y en la juventud,aún más en los adultos, de manera que gradualmente la población se haceconsciente de la problemática planteada en el binomio Tierra-Humanidad, y

    toma conciencia de que, con un sistema de gobernación inamovible, losproblemas no se pueden resolver y de que los individuos, aunque seanmuchos y por mucha conciencia que tengan, sin un nexo adecuadotampoco pueden actuar para afrontar problemas concretos que conocenpor referencias y entre los cuales destacamos dos:

    A) Evaluar ajustadamente el coste necesario para que la humanidad, en suevolución, pueda superar el poder neutralizador de los millones de seres conescasas posibilidades de evolución a causa de haber nacido en regionesselváticas ricas en producción de nutrientes, pero que, por el exceso de

    natalidad inducido por el colonialismo, han agotado la capacidad deregenerar las tierras y los acuíferos que las riegan, hecho que ha provocadohambres endémicas. La simbiosis establecida entre Tierra y humanidadimposibilita discernir sus problemas, que son interdependientes. La situaciónlímite a que ha llegado la resistencia de las tierras, las aguas y los humanosen el Tercer Mundo, es consecuencia de sinergias negativas dimanantes delproblema demográfico. Siendo imposible el traslado de la gente sobrante deunas regiones a otras, por razones obvias, sólo es posible reducir la poblaciónallí donde sea excesiva, lo cual requerirá una operación que deberá tenercarácter global y un coste económico considerable.

    B) Determinar con certeza los efectos de la combustión fósil en la atmósferay, si se confirma su influencia degradante, evaluarla. Después programar

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    racionalmente, a nivel global, la producción de energía de combustión enlos límites que sean convenientes, combinándola con la producida pormedios no combustibles y por la combustión de hidrógeno, asumiendo elcoste superior que en cada momento suponga adoptarla.

    La Tierra no es insensible al trato que le dan los humanos. Dentro de su

    biosfera hay reacciones naturales cuya dinámica se desconoce, pero cuyasconsecuencias se van evidenciando y, como es segura la peligrosidad quelos gases de combustión representan para la salud de los humanos, obviar elproblema es aceptar la ruptura del equilibrio del frágil sistema de la biosfera,que no sabemos hasta cuando puede resistir, sin tener en cuenta, por otraparte, la degradación física de la tierra y la contaminación de las aguasdulces y saladas. Resumiendo, el binomio Tierra-Humanidad ha de sertratado como tal y no separadamente. Sus términos son absolutamenteinterdependientes: un complejo de vida como lo es el ser humano.

    El enfoque mercantilista y hedonista que, con mayor o menor énfasis, haadoptado toda la humanidad (incluso la parte más misérrima influida por lamás rica) valora la bondad de la vida en función del crecimiento constantede todo cuanto existe (humanos, goce, objetos de consumo para el conforty la nutrición, espacios lúdicos, producción y beneficios de las empresasindustriales) y de todo cuanto supone expansión. Las multinacionales, tantode servicios como productivas, en sus planes expansivos, consideranprioritariamente la dimensión de los aspectos que las configuran y, en lugarpreeminente, la del mercado incluso por encima de los beneficios (si bien nolos omiten sus gestores y ejecutivos), y esta dinámica se ha trasladado a las

    empresas de inferior escala, a las familias y a las personas. Por su parte losgobernantes, que en el actual estado de evolución ya no pueden tener afánde expansión territorial, pretenden aumentar también la cantidad de poder,olvidando la calidad, que es esencial.

    Este afán generalizado de crecimiento oprime a la Tierra, que nopuede crecer, manifestándose dramáticamente en la capacidadprocreadora del sistema de pareja copuladora y gestante, la cual,aumentada significativamente por la prolongación de la esperanza de vida,resulta terriblemente excesiva para la capacidad ecológica del planeta.Actualmente el sistema procreador no tiene alternativas, pero es fácil

    imponerle un control y, como se hace en Occidente (últimamente tambiénen Oriente: en la China), la demografía debe de ser controlada para que nollegue a ser excesiva en los mundos pobres e insuficiente en el mundo rico.Para obtener resultados en este sentido hay que cambiar los sistemas en losque, sin utopías ni peligros mayores, se pueda actuar.

    Se puede resumir el programa diciendo que es preciso cambiar la ideaobsesiva de hacer crecer cuantitativamente todos los aspectos de laactividad humana (especialmente el de procrear) por la idea de mimar lacalidad de la producción (especialmente la de los humanos), condición

    básica para hacer posible que todos ellos, sin excepciones, puedan convivir.Esta acción hay que llevarla a cabo considerando la simbiosis Tierra-Humanidad sin discriminar ninguno de sus componentes. Debemos invertir la

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    tendencia de crecimiento hacia su opuesta, la de mejorarlo todo: despuésde los humanos (particularmente los atrasados), la educación en todos losespacios de la Tierra (incluso en los de los más evolucionados que son elmotor de dinamización de los demás) eliminando los restos de creenciasinventadas por unos antecesores faltos de conocimientos; los sistemas

    productivos (ahora en manos de obsesivos del crecimiento que, reduciendocostes, los trasladan a territorios empobrecidos dentro de un procesoconveniente, pero de desarrollo limitado: la pobreza no es infinita y sinsolución), que necesitan racionalizarse ecológicamente para evitartransportes innecesarios, energía de combustión fósil y enorme cantidad detrabajo humano repetitivo; el trabajo, enalteciéndolo y haciéndolo deseableporque es interesante, cuando no está realizado a estilo de funcionario,produciendo vocaciones creativas y que no esté, como en el actual sistema,dirigido a crear puestos de trabajo sin considerar su rentabilidad general ysocial; el funcionariado, reconvirtiéndose y aumentando su categoría a

    través de la ecología, convirtiéndolo en una profesión con una vocaciónverdadera de servicio público que complemente la gobernación, y, por fin,la gobernación, que debe ser ejercida por profesionales formados tambiéncon base ecológica y con una larga práctica administrativa y de gobierno,recorrida en sentido ascendente: desde la municipal hasta la estatal.

    La ecología, además de posibilitar este cambio de directriz, podráeliminar la enorme cantidad de trabajo innecesario que se realiza en todoslos mundos —particularmente en el Primero— sin ninguna utilidad, yorganizarlo racionalmente. Es enorme la cantidad de energía consumidainnecesariamente por los desplazamientos entre lugar de residencia y el de

    los centros de trabajo; en el transporte internacional e intercontinental deproductos terminados, no por ley de mercado, sino por práctica dedumping; y por la duplicidad de labor en I+D por falta de comunicaciónadecuada. Y en general, por mantener sistemas que están caducadosporque son ineficientes pero que, por falta de cohesión global, perviven endeterminadas regiones del planeta más tiempo de lo que es conveniente.

    Para que la Tierra se pueda mantener, los humanos tendrán que optimizarse.Todos, sin excepción. La cantidad de trabajo que debe realizarse esinmensa, así como una fuente inagotable de equilibrio, productora de goce

    y de dolor: de Vida.

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    CAPÍTULO III.

    EVOLUCIÓN DE LA VIDA, EL SER HUMANO Y EL INDIVIDUO

    Desconocemos casi todo el Universo, pero con los medios disponibles se hapodido explorar una ínfima parte que nos da una evanescente idea de suinmensidad —de la que hemos hablado. Después, hemos considerado laTierra, aludiendo a las especulaciones inocentes de los redactores de lasBiblias del Antiguo Oriente y las de los vedas, precursoras de la Biblia judaica,que después ha sido también de los cristianos y finalmente fuente deinspiración para el Corán.

    También hemos citado las especulaciones astrológicas de los menos

    antiguos antecesores —Eudoxos, Platón, Aristóteles y hasta Ptolomeo—, que,insatisfechos de las génesis bíblicas o de los mitos paganos, buscabanexplicaciones más racionales del Universo. Y, finalmente, hemos apuntadoteorías con base científica iniciadas por Galileo y continuadas por multitudde físicos, matemáticos, astrónomos y cosmólogos, hasta situarnos en elmomento actual, en el que, pese a tanta meditación, tanta investigación ytantos medios sofisticados de exploración, continuamos sin conocer larealidad de este objeto de tanto estudio: el Universo. Y esperamos que unsucesor de Einstein reanude el estudio de la teoría del campo unificado, ideaque atormentaba al gran físico y que éste, influido por Weyl y su obra

    Espacio, tiempo y materia, desde el año 1920 hasta el 1955, cuando murió,trabajó afanosamente.De la minúscula partícula cósmica que llamamos Tierra  conocemos

    mucho más, pero en aspectos cosmológicos de creación, evolución,finalidad y final, es evidente que los misterios son más numerosos que losconocimientos conseguidos, de manera similar a como sucede en el casodel Universo, pero no tan acentuadamente como en éste, cuyodesconocimiento es tan grande que ni tan solo sabemos qué representa laparte conocida respecto a su totalidad, que puede ser infinita.

    Dentro del Estado de la Tierra, debemos considerar esencialmente el

    Estado de la Humanidad. La teoría de evolución creadora, que es base de laidea motriz de nuestro trabajo, resulta muy evanescente aplicada al cosmos —con la Tierra incluida— y, si bien nada niega esta teoría, su validez está enel producto estelar de todo cuanto conocemos y donde resultaincuestionable: la humanidad.

    Copérnico estaba más cerca de la realidad cosmológica que Darwin de larealidad biológica, por lo que respecta a los conceptos de sus teorías. Pero elconcepto fundamental de la idea darwiniana, profundamente biológica —palabra inventada por un antecesor suyo con ideas, en cierto modo,paralelas a las suyas: Lamarck— e interpretada en concreciones sucesivasdesde que él la publicó, se ha convertido en el puntal sobre el cual sedesarrolló el conocimiento de las especies, motivo de su interés, que ha

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    derivado en la definición de Vida.No sólo la personalidad discreta de Darwin, sino otras circunstancias

    conjuntas, evitaron provocar la efervescencia que Galileo produjo comocontinuador y perfeccionador de la idea copernicana, pese a que la deDarwin haya adquirido un valor más definitivo de Vida que la de Copérnico

    de Universo.Las iglesias no vieron la carga de poder destructor que poseía la idea

    darwiniana para la génesis bíblica, porque en su obra no había elementospara creer que sería una teoría de creación de Vida, puesto que eldescubrimiento de evolución por vía selectiva se ha ido manifestandolentamente. Pero tuvo lucha enconada con su mujer, Emma, a quien nuncalogró convencer, porque quizás ella sí que intuía el efecto destructor de lateoría de Darwin para las creencias religiosas de las cuales ella participaba.

    Y las iglesias, que intelectualmente ya estaban en decadencia lentapero constante —aún no han tocado fondo—, no reaccionaron, a pesar de

    la pulverización de la Génesis que la idea de Darwin provocaba, y ni tan solohan intentado buscar una analogía en línea simbólica a la parcialmenteacertada de Gairns-Smith, el cual expuso la idea —tan análoga como lacreación de Adán y Eva modelados con barro— que la materia primera dela Vida era la tierra. Efectivamente, la Tierra muerta no puede producir Vida.

    Darwin, inconsciente de la trascendencia que tendría su idea para eldesarrollo del conocimiento de la Vida, observando a su alrededor, sepercató de la evolución de los seres vivos y descubrió la realidad, hastaentonces no establecida, del poder evolutivo de estos seres. Así, sin tocar el

    inicio del proceso de creación de Vida en la Tierra, mucho más allá de lamitad del camino que la Vida ya había hecho, pensó sólo en la creación deespecies por evolución y selección, desde el punto de vista de losnaturalistas: la creación y perpetuación de las especies. Y la obra la tituló Elorigen de  las especies. El origen por antonomasia es naturalista y, a la vez,origen de una nueva génesis biológica, escrita aun sólo parcialmente.

    Casi al mismo tiempo que salió a la luz El origen, el gen, también unarealidad trascendente, era descubierto por Mendel, que, con una falta deconciencia parecida a la de Darwin, no pensaba en lo que suponía su

    descubrimiento como agente destructor para la teología que él predicaba.Darwin trabajó la idea de la evolución intensa y obsesivamente, y elresultado plasmado en El origen no es la expresión concreta de una teoríaverificable. Es sólo la corroboración, por vía empírica, de una realidad que,para los humanos, supone la diferencia esencial con el resto de especies: lade alcanzar un final de ciclo vital sin extinción, o que ésta se produzcasimultáneamente a la del sistema solar, porque la evolución los ha hechoconcienciados y aptos para continuar evolucionando indefinidamente.Matthew, compatriota de Darwin, había publicado anteriormente la ideaevolucionista, y al verla razonada y ampliada, y considerando el impacto

    que causaba, después de un intercambio de correspondencia entre ambos,dijo: «La idea de la evolución por selección la tuve intuitivamente, por simpleobservación de la realidad del entorno, sin ningún esfuerzo mental.»

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    La idea de Darwin no estaba inspirada por la publicada por Matthew,y la trascendencia que ha tenido radica en la racionalidad y el detalleparcialmente científico que poseía El origen darwiniano.

    No existiendo conocimiento biológico y genético para especular, como

    ahora se intenta hacer sobre cómo y cuándo las especies obedecen a losincentivos del placer (o al supuesto de perpetuar la especie), y paracualquier otra acción humana, Darwin percibió su idea partiendo derealidades evidentes, coincidiendo con Matthew, pero no la desarrolló porconocimiento intuitivo, sino que por encima de un conocimiento empíricoampliamente superado por múltiples corroboraciones en plantas y animales,evidenciaba la realidad de la evolución por selección. Y eso lo captó pese aque, por las carencias de conocimiento biológico, ignoraba que en elproceso evolutivo que observaba no existía creación de especies, sinocreación de subespecies: de razas. Las especies sólo las suponía —como

    Matthew— creadas por evolución por selección, sin entrar a definir cómo seproducía eso y sin incidir en la diferencia fundamental: la evolución limitadade todas y excepcionalmente ilimitada de los humanos, creadores decivilización —diferencia que el registro fósil certifica en un pasado de millonesde años y que la paleontropología corrobora en el curso de los mileniosanteriores al periodo histórico.

    Darwin evitó teorizar a fondo sobre el origen de la Vida y, limitándose al delas especies, fijó la base que estableció la realidad de la evolución porselección de los más fuertes. Y esta realidad empíricamente establecida ha

    sido corroborada biológicamente, a la vez que, por genética, haestablecido la individualidad de todos los seres vivos.

    Ni la crianza clónica destruiría este carácter. Y es en los humanosdonde se establece inequívocamente el efecto genotipo-fenotipo, que losamolda cambiando sus cualidades en sentidos negativos y positivos, con unbalance total absolutamente positivo en la generalidad de los individuos yevidente en todos sus colectivos hasta en el de la propia humanidad.

    Entendiendo y mostrando maravillosamente la evolución morfológicade las especies inferiores, y eludiendo la suya propia (la humana), se rompíala lógica de su teoría de evolución por selección. La creación de nuevos

    diseños según el condicionamiento medioambiental, que explicaba lasdiferencias raciales en las especies enfrentadas entre ellas y/o el medioambiente, sólo la consideraba sesgadamente al establecer el parentescoentre los humanos y otras especies de primates, hecho que provocó laconfusión dando lugar a la oposición a su teoría por parte de los querepugnaban —acertadamente— la idea de que los humanos sondescendientes de los monos.

    Pero desde siempre, la especie humana no había de