espiritualidad psicologia y salud

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    Psicologa y Salud, Vol. 24, Nm. 1: 139-152, enero-junio de 2014

    Espiritualidad, psicologa y salud1

    Spir ituali ty, psychology and health

    Armando Rivera Ledesma

    2

    , Mara Montero Lpez Lena

    3

    y Sandra Zavala Jimnez2

    RESUMEN

    El presente trabajo es una revisin reflexiva de la literatura sobre la relacin entre constructos talescomo religin, religiosidad, espiritualidad y ajuste psicolgico. Despus de establecerse las diferen-cias conceptuales entre los tres primeros, el presente trabajo explora la relacin entre la espirituali-dad divina y la existencial con el ajuste psicolgico en sujetos, expuestos o no, a condiciones crti-cas de salud. La evidencia hallada en la literatura parece mostrar que las personas suelen beneficiar-se de la espiritualidad divina cuando afrontan enfermedades de difcil pronstico, en tanto queaquellas personas con mejores condiciones de salud suelen beneficiarse ms de una espiritualidadexistencial. Los hallazgos encontrados en sujetos mexicanos son parcialmente consistentes con la

    evidencia reportada en otras latitudes. Aunque hace falta mayor investigacin en muestras mexica-nas, parece ser que la influencia de la espiritualidad divina tiene un papel marginal en el desajustepsicolgico en sujetos de la comunidad y en aquellos confrontados con enfermedades de difcilpronstico, lo cual discrepa de la evidencia aportada por otros investigadores; en cambio, la espiri-tualidad existencial parece desempear un importante papel.

    Palabras clave: Religin; Religiosidad; Espiritualidad; Salud; Desajuste psicolgico.

    ABSTRACT

    This paper contains a thoughtful review of the literature on the relationship between such cons-

    tructs as religion, religiosity, spirituality, and psychological adjustment. After establishing theconceptual differences among the first three concepts, this paper explores the relationship be-

    tween divine spirituality and existential spirituality, and psychological adjustment in subjects,exposed or not, to critical health conditions. The research literature seems to purport that peopleoften benefit from divine spirituality when facing difficult diseases prognosis, while those with

    better health conditions usually benefit more from existential spirituality. The findings in Mexi-can subjects are partially consistent with the evidence reported elsewhere. Although more re-

    search is needed in Mexican samples, it seems that the influence of divine spirituality plays amarginal role in psychological maladjustment in both subjects from the community (which is

    consistent with the international literature). For individuals confronted with diseases whose de-velopment is difficult to predict, existential spirituality seems to play an important role, whichdiffers from results from other studies.

    Key words:Religion; Religiosity; Spirituality; Health; Psychological maladjustment.

    1Con inmenso cario a la memoria de la Sra. Consuelo Ledesma Galindo, Chelina.2Coordinacin de Investigacin, Universidad de Londres-Mxico, Orizaba 139, Col. Roma Norte, Del. Cuauhtmoc, 06700Mxico D.F., Mxico, tel. y fax (55)52-07-74-05, correo electrnico: [email protected]. Artculo recibido el 2 dediciembre de 2012 y aceptado el 5 de febrero de 2013.3Divisin de Estudios de Posgrado, Facultad de Psicologa, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, correo electrnico:[email protected].

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    n el XIXCongreso Mexicano de Psicolo-ga, celebrado en octubre de 2011, llamla atencin el inters mostrado por diferen-

    tes investigadores en lo relativo a la vida espiri-tual o religiosa. Al menos doce ponencias de uni-versidades ubicadas en San Luis Potos, Ciudadde Mxico, Michoacn, Montemorelos, Yucatn,Puebla, Estado de Mxico y Monterrey se dierona la tarea de dar cuenta de investigaciones que ex-ploraron la espiritualidad y su relacin con varia-bles tales como la resiliencia (Villaln, Pintor yLpez, 2011), la felicidad (Gonzlez y Gonzlez,2011; Vzquez, 2011), la calidad de vida, la espe-ranza (Pereyra y Alcntara, 2011), el bienestar psi-colgico y la enfermedad terminal (Moreno, Stan-ge, Coso y Torres, 2011), el apoyo social, la de-presin y la vejez (Gonzlez, Ruiz, Chvez y Trn,2011), la ciencia, la religin, el bienestar espiri-

    tual y la religiosidad entre los cientficos (Gonz-lez, 2011; Hutchinson, 2011; Tapia, 2011a, 2011b),e incluso se abord el desarrollo de escalas paramedir la espiritualidad en sujetos mexicanos (Sn-chez, Gonzlez y Andrade, 2011; Snchez y Sn-chez, 2011).

    Estos interesantes trabajos dan cuenta del cre-ciente inters que paulatinamente se va extendien-do en Mxico entre la comunidad psicolgica porel campo de la espiritualidad. En otros pases (porejemplo Colombia [Guerrero, Zago, Sawada y Pin-

    to, 2011; Jaramillo, Ospina, Cabarcas y Hum-phreys, 2005; Quiceno y Vinaccia, 2009], Brasil[Behar, 2012; Taha, Florenzano, Sieverson, Aspi-llaga y Alliende, 2011], Chile [Navas, Villegas,Hurtado y Zapata, 2006] y Estados Unidos [Hook,Worthington, Davis, Jennings y Gartner, 2010;McCullough, Hoyt, Larson, Koenig y Thoresen,2000; Powell, Shahabi y Thoresen, 2003], entremuchos otros) el tema ha generado una abundan-te literatura emprica que da sustento a la impor-tancia de la vida espiritual en la vida de las per-

    sonas. A partir de esta influencia, el American Co-llege of Graduate Medical Education en EstadosUnidos, por ejemplo, ha establecido en sus Reque-rimientos Especiales para el Entrenamiento de

    Residentes en Psiquiatra que todos los progra-mas deben proveer entrenamiento en los factoresreligiosos y espirituales que influyen el desarro-llo psicolgico (cf. Koenig, 2009). En Suiza, elNational Swedish Board of Health and Welfare y

    la Mental Health Foundation (cf. Koslander y Ar-vidsson, 2007) han descrito los principios que de-beran ser seguidos para el cuidado de la saludmental de los pacientes, estableciendo que el pro-porcionado por las enfermeras debe satisfacer lasnecesidades socioculturales, emocionales y espiri-tuales-existenciales de los mismos. En Mxico, sinembargo, contina siendo un tema nuevo, muy po-co explorado e incluso marginado por los mediosacadmicos, debido a que no se considera perti-nente a la psicologa y la ciencia.

    Existe un profundo desconocimiento sobreel tema en diversos mbitos del quehacer psicol-gico mexicano, y muy poca informacin acerca decmo operan la vida espiritual y la religiosidad enla salud fsica y psicolgica de los mexicanos, unpueblo religioso de suyo a lo largo de los siglos. Enotro mbito (Koslander y Arvidsson, 2007), se ha

    sealado que esta incomprensin hacia el fenme-no espiritual constituye una importante barrera pa-ra su comprensin.

    Briseo (2007) ha reportado que si bien lareligin ha constituido un importante dispositivode control del comportamiento de las personas enAmrica Latina, ha sufrido importantes cambiosen los ltimos tiempos; la religin catlica parecehaber perdido mucha de su antigua influencia enla vida cotidiana de los individuos, en tanto quelas sectas protestantes o evanglicas han mante-

    nido o acrecentado esa influencia sobre sus segui-dores; en efecto, si bien existen diferencias entregrupos e incluso pases, lo cierto es que las reli-giones cristianas de corte evanglico han crecidosignificativamente en Latinoamrica, evidencian-do quiz la necesidad de encontrar un soporte efec-tivo a las necesidades espirituales individuales. Seha destacado (Prez, Sandino y Gmez, 2005) queuna religin puede aportar recursos adaptativos apersonas que afrontan sucesos traumticos o pro-blemas cotidianos, y que las creencias religiosas

    pueden contribuir al reajuste del significado delos problemas de la vida, hacindolos ms mane-jables.

    Algunos autores han subrayado en trminospoco favorables la relacin entre la religin y elajuste psicolgico. Autores ya clsicos como Freud(1928a/1976, 1928b/1976, 1939/1976) considera-ron la religin como un mecanismo de defensa,algo parecido a las neurosis infantiles; Ellis (1977),

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    giosas como el Shabat, o conductas como rezar,orar, meditar y dems).

    Por otro lado, Cook (2004) ha destacado lafalta de acuerdo existente respecto al constructoespiritualidad, sealando al menos trece compo-nentes conceptuales en las definiciones y descrip-ciones sugeridas para ese trmino por distintos in-

    vestigadores, entre las que dicho autor subraya lassiguientes: la espiritualidad no es religiosidad sinocompletud, totalidad(wholeness); no es algo ma-terial, sino que pone nfasis en la relacin con elotro (relaciones interpersonales); incluye trascen-dencia, humanidad, significado y propsito en lavida, autenticidad y verdad, valores, autoconoci-miento, creatividad, conciencia y corazn, ncleo,fuerza, alma. Emblen (1992) ha sugerido que lanaturaleza de la espiritualidad es singular, espec-fica y personal, y que incluye, aspectos de expe-

    riencia y creencia que son nicos del individuo(Swinton, 2001). Cook (2004) propone que la espi-ritualidad es una dimensin universal, potencial-mente creativa y distintiva de la experiencia hu-mana, que emerge, por un lado, dentro de la con-ciencia y en el mundo subjetivo de los individuos;por otro, dentro de las comunidades, grupos socia-les y tradiciones. Este ltimo aspecto puede apre-ciarse en los momentos de xtasis colectivo en al-gunos grupos religiosos, como los pentecostales.Yi et al. (2006) han apuntado que en la actuali-

    dad el trmino espiritualidad est ms relacio-nado a un contexto personal que institucional; des-cribe un sentido de propsito y significado en lavida, y una conexin personal con lo divino o conla verdad.

    Si se sigue a Kaye y Raghavan (2002) en sudefinicin de espiritualidad como un marco fi-losfico de vida central, nuclear en la existenciadel individuo y que gua su conducta integrandolo fsico, emocional, intelectual, social y lo ticoy su voluntad, se comprender con esos investi-

    gadores que la espiritualidad es entonces un ele-mento motivacional que gua la interaccin entrelos individuos. La espiritualidad puede vivirse cog-nitivamente como un marco referencial, como unalente graduada que orienta al individuo en la inte-raccin con los otros, y en la comprensin e inter-pretacin de los eventos que ocurren en su vida.La espiritualidad posee elementos cognitivos quepueden ser resultado de la propia experiencia es-

    piritual. Son conocimientos que el sujeto generpor s mismo durante el ejercicio de su vida espi-ritual y que le otorgan convencimiento, certeza,gratitud, plenitud, seguridad y amor, entre otrasaproximaciones. A diferencia de la religiosidad,estos conocimientos son de orden personal y estnntimamente vinculados a la experiencia indivi-

    dual de la que emergen. Lo espiritual no es algoque se circunscriba a lo especficamente religioso(Rivera y Montero, 2008). As, la religiosidad essustituida en los ateos por las reglas del amor, laresponsabilidad, la camaradera, la solidaridad, laconvivencia o la integracin con el otro.

    Uno de los aspectos citados por Cook (2004)y que describe el lado bsico y fundamental de loespiritual, es que la espiritualidad puede experi-mentarse como una relacin con lo que es nti-mamente interno, inminente ypersonal, dentro

    delselfy con el otro, o como una relacin con unotro total, trascendente, un Gran Otro ms all delself. La espiritualidad puede vivirse en la plenitudde la relacin con el otro: el otro amado, el que nosacepta e incluye, que nos admira y busca, que tocanuestras emociones ms profundas.

    As, segn la postura de Cook (2004), pue-de sealarse que la espiritualidad posee tres orien-taciones bsicas: Es intrapersonal cuando el su-jeto entra en contacto consigo mismo; con lo quese es, con lo que legtima y sinceramente se expe-

    rimenta y siente; con una visin valorativa de unomismo que aporta simpata y afecto positivo haciael propio ser; con un sentimiento de aprobacin yamor a s mismo, que es aceptacin comprensivay afirmacin de la existencia. Es interpersonal enla camaradera, la solidaridad, la comprensin, elamor, la admiracin y aceptacin de los atributosdel otro, en el enternecimiento por la singulari-dad de quien habla al propio ser; en la identifica-cin que surge de mirarse al espejo de la otredad;en el sentido que surge ante el reconocimiento que

    emerge de la relacin con aquellos que se aman yque impregnan la propia visin de la vida en elpasado y futuro de la existencia. Es transpersonalcuando se va ms all de s mismo, del otro y larealidad material, para buscar su referente en unmundo sobrenatural del que nadie tiene evidenciatangible. Es la confrontacin con lo divino. Ellosignifica vivirse de cara a lo divino, la vida mis-ma, los ancestros, la naturalezaEste referente

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    es el Gran Otro, intangible ser de completud, om-nipotente y sin falta, fuente, origen y dador de lavida, que carece de lmites materiales; no es unacosa, una imagen, un objeto, sino algo difuso queabarca el espacio vital subjetivo de experienciadel sujeto.

    As, la espiritualidadparece ser ante todoun problema relacional. Relacin consigo mismo,con el otro, con lo divino, como Cook (2004) hapuesto de relieve. Desrosiers y Miller (2007) hanpropuesto la nocin de espiritualidad relacionaldefinindola como elselfen relacin con Dios ocon el universo. El apego que se experimenta porlos otros configura el mundo en el cual se desplie-gan los pilares de lo espiritual. La prdida de unode estos pilares parece ser un golpe a lo espiritualque deber ser subsanado desde lo espiritual mis-mo. Kelley y Chan (2012) encontraron una rela-cin negativa entre el estilo de apego de evitacinde los otros y el sentido; ante la muerte de un serquerido, una persona atraviesa una crisis de sen-tido que exigir una nueva narrativa que replan-tee la existencia sin el ser perdido, lo cual se lo-gra, de acuerdo con Neimeyer (2001), en relacincon los otros. De ah que cuando un individuo nocuenta con los recursos necesarios para interac-tuar con los dems, puede verse incapacitado parareescribir una nueva narrativa. Siguiendo al mismoCook, la espiritualidad surge, pues, a partir de unarelacin con otro material (uno mismo, el otro) ocon un otro sobrenatural (el Gran Otro, Dios o, me-jor an, lo divino). Paloutzian y Ellison (1982) handividido la espiritualidad en dos alternativas: laorientada hacia un otro material en la vivencia dela existencia define la espiritualidad existencial ovital; la que reposa en lo que el sujeto considerasagrado y sobrenaturalmente superior a s mismo(v. gr. Dios, una virgen, un santo), define la espi-ritualidaddivina.

    Evidentemente, dentro de este contexto debetenerse presente que los conceptos de Dios y lodivino no aluden a lo mismo: el primero atae ala teologa y el segundo a la psicologa. Lo divi-no puede ser visto como una construccin sociale individual (religiosa o no religiosa) relativa a unaentidad superior, a menudo sobrenatural, csmi-ca, incluso natural, ecolgica o de otro tipo; pue-de referirse, por su importancia afectiva, a santos,vrgenes, ngeles, arcngeles, personas ya falleci-

    das con las que se cree tener comunicacin y de-ms, todos ellos elementos que actan como refe-rentes inmediatos de unin, de comunin, en lavida espiritual de un sujeto particular. El concep-to de Dios, por otra parte, adquiere un significa-do distinto segn la religin o la tradicin; as, elDios judo es Uno y Eterno, en tanto que el Dioscristiano es Trino y Uno y Eterno. Un dios puedeser tan especfico como una cualidad de la natura-leza (Tlloc, dios de la lluvia, o Huehueteotl, diosdel fuego para los aztecas), una edad (Cheu-Sing,dios de la juventud para los chinos), un sentimiento(Afrodita, diosa del amor, la fertilidad y la belle-za, para los griegos); puede ser un dios generadorde vida y muerte (Odn, padre de todas las cosasy de la muerte, para los escandinavos), etctera. Undios dado toma su sentido con referencia a la cul-tura que lo proclama. Lo divino, por el contrario,adquirir significado respecto al mundo interno,singular e individual del sujeto. Un dios tiene undestino inmediato: transformarse en lo divino parapoder ser concebido. En el nivel de lo divino noexisten dos concepciones iguales del mismo diosporque cada una est matizada por la vida singu-lar de quien lo adora. Lo divino puede ser un diosdifuso, multifactico, o una conjuncin de perso-najes asociados entre s por contigidad. Dios esDios, pero junto a l, e incluso sobre l, vrgenesy santos ocupan lugares ambiguos y tienen dis-tinta importancia segn los problemas de la vidaen curso. Aun reconocindose a un solo dios, aunconfesando a un solo dios, el corazn puede ser po-litesta. Lo divino es as una construccin.

    La religin es bsicamente una institucinque promueve un cuerpo de doctrina (aspectos cog-nitivos socialmente consensuados), as como ritosy prcticas (aspectos conductuales) que, en conjun-to (como religiosidad), tienden a fomentar, y per-miten interpretar, la experiencia de lo espiritual.Se puede vivir religiosamente, pero ello no im-plica que se experimente como consecuencia unavida espiritual; se ha sugerido (Hackney y Sanders,2003), que no basta con adherirse a una visin delmundo como la religiosa, que supondra la provi-sin de una especie de amortiguamiento que pro-tege al individuo de la ansiedad existencial, capa-citndolo para alcanzar su autoestima y, presumi-blemente, la satisfaccin en la vida; ser necesa-rio ser un verdadero creyente al aceptando e inter-

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    nalizando esa visin del mundo como propia. Eneste sentido, se afirma popularmente que nobastacon creer en Dios; es preciso creerle. En cambio,es posible vivir espiritualmente alejados de unavisin religiosa. En otras palabras, lo que hace dela religiosidad un saber personal, nico, propiodel individuo, es el aprendizaje significativo (Au-

    subel, 1983), que se hace posible a partir de la ex-periencia de lo espiritual.

    La espiritualidad es una experiencia. Persin-ger (1983) propuso la hiptesis general de que lasexperiencias msticas y religiosas son consecuen-cias normales de una estimulacin biognica es-pontnea de las estructuras del lbulo temporal.Mientras que una brusca estimulacin evoca miedoy ansiedad general (anticipacin de un estmulonegativo), una ms sutil es capaz de evocar inten-sas experiencias cumbre (peak experiences) llenas

    de significado; tales experiencias estn a menudoasociadas a percepciones somticas alteradas, co-mo sentirse la persona fuera de su propio cuerpoo estar convencida de tener una comunicacin cs-mica. Ciertas conexiones altamente organizadase intrincadas entre las estructuras profundas y lacorteza permiten a la memoria compleja y el len-guaje controlar la evocacin de las experienciasfacilitadas por la amgdala, lo cual hace posibleque el contexto (psicosocial, dado por ejemplo porel adoctrinamiento religioso) adicione sus deta-

    lles a las expectativas de la persona; as, la inter-pretacin de la experiencia puede incluir un sig-nificado (tal como Dios), una recompensa o un es-tmulo aversivo (si esa experiencia fue buena, elcielo; si fue mala, el infierno).

    Es, pues, el lbulo temporal, segn Persin-ger (1989), con la participacin de la amgdala yel hipocampo, donde habra de encontrarse el fun-damento neurolgico del sentido de presencia yque, segn destaca dicho autor, puede evocar unareestructuracin cognitiva permanente similar a

    la que se puede presenciar en la conversin reli-giosa (cf. Meadow y Kahoe, 1984). En otro ordende ideas, Hamer (2004) ha reportado el hallazgo deun gen que podra ser responsable de la capaci-dad de los seres humanos para la vivencia de loespiritual. De acuerdo con esto, es posible que elgen VMAT2contribuya a que algunas personassean ms proclives a vivir experiencias espiritua-les que otras.

    Neuropsicolgicamente hablando, la expe-riencia de lo divino, que implica el establecimien-to de un proceso de comunicacin con lo divino, esun efecto facilitado por el funcionamiento neuro-nal e interpretado por el adoctrinamiento religioso.

    Evidentemente, estos interesantes hallazgoscuestionan la teologa respecto a la realidad de

    Dios como dogma. Si lo espiritual fuese solamen-te un efecto del funcionamiento cerebral, algo crea-do por la mente misma, el resto es solo imagine-ra? Psicolgicamente hablando, podra decirseque s, pero esta postura es independiente de la ve-racidad o falsedad de la existencia de Dios, lo cualno es un problema psicolgico sino teolgico.

    Koenig (2009) ha sugerido que los construc-tos religiosidady espiritualidad deben asumirsecomo sinnimos en virtud de que la espiritualidadsuele investigarse en un interjuego con variables

    tales como el soporte social o el bienestar psicol-gico, que suelen estar implicadas en el constructomismo de espiritualidad, y que al poner en relacina esta ltima variable con aquellas, lo que se ob-tiene es un planteamiento tautolgico que no es-clarece la relacin. Sin embargo, tambin se hasugerido (Nichols y Hunt, 2011) que el uso inter-cambiable de los trminos religiosidady espi-ritualidadpuede disminuir la importancia de lasimplicaciones seculares de esta ltima para mu-chos individuos. Adicionalmente, parece haber cla-

    ras diferencias entre ambos constructos que justi-ficaran el resolver las limitaciones metodolgi-cas destacadas por Koenig (2009).

    Es posible conceptuar la espiritualidad co-mo un constructo multifactorial, parecido a los cons-tructos inteligenciaopersonalidad, que constitu-ye una entidad psicolgica superior que emergecomo resultado de la integracin de un conjuntode funciones cognitivo-afectivas, independientes,o no necesariamente dependientes, del fenmenoreligioso. Las religiones son valores culturales lle-

    vados a un nivel de mxima expresin social, cu-yo sustento puede ser la capacidad humana de vivirexperiencias espirituales. Dichas experiencias pue-den evidenciar que la espiritualidad es una cuali-dad psicolgica superior, an no descrita en susingularidad. Es interesante notar que desde queWilliam James (1890/2002) public su famosaobra Las variedades de la experiencia religiosa,muy poco se ha agregado al conocimiento esen-

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    cial de lo espiritual. Quiz sea necesario cambiarde paradigma y venir ms ac desde la dimensindonde lo divino establece su reino.

    EVIDENCIA EMPRICA

    Ahora bien, a partir de la importancia de la vidaespiritual en la vida de las personas, se ha llevadoa cabo un importante caudal de investigacionestendientes a determinar la relacin entre dicha va-riable y el ajuste psicolgico a situaciones de estrscon miras a ampliar el conocimiento existente so-bre ello. Eventualmente, esto permitira evaluarla pertinencia de incluir dicha relacin en estra-tegias de intervencin dirigidas al fortalecimientode la capacidad adaptativa de las personas. Los re-sultados han sido poco concluyentes.

    Se ha sealado, por ejemplo, que cuando laspersonas atraviesan por intensas situaciones crti-cas en su vida, suelen recurrir con mayor frecuen-cia a Dios y a ciertas conductas religiosas comola oracin (Coleman et al. 2011; Kelley y Chan,2012); al parecer, estos recursos suelen ser perci-bidos como eficaces, habindose sealado al afron-tamiento religioso como un importante recursoadaptativo (Bussema y Bussema, 2000; McCon-nell, Pargament, Ellison y Flannelly, 2006; Par-gament, 1997). Sin embargo, dicho recurso adapta-

    tivo puede llegar a constituir una importante fuen-te de estrs adicional al elevar el nivel de exigen-cia tica en el sujeto que lo practica. Algunos su-jetos confrontados con situaciones altamente es-tresantes, entre ellas la incidencia de enfermeda-des de pronstico difcil, suelen presentar un tipode afrontamiento religioso que Pargament, Koe-nig y Prez (2000) y Pargament, Smith, Koenig yPrez (1998) han identificado como luchas espiri-tuales. Estas son esfuerzos para conservar o trans-formar una espiritualidad que ha sido amenazada

    o daada (Pargament, Murray-Swank, Magyar yAno, 2005; McConnell et al., 2006) son expresio-nes de conflicto, cuestionamiento y dudas respectoa la fe, Dios y las relaciones sociales religiosas.Los investigadores han identificado tres tipos: lu-chas espirituales interpersonales, que incluyen losconflictos espirituales relacionados con la fami-lia; luchas espirituales intrapersonales, caracteri-zadas por preguntas y dudas acerca de asuntos y

    creencias espirituales, y luchas espirituales divi-nas, que tienen que ver con conflictos o tensionesen la relacin del sujeto con lo divino. Las luchasespirituales se han asociado positivamente con an-siedad, depresin y distrs (Ano y Vasconcelles,2005; Smith, McCullough y Poll, 2003), lo quepuede exigir consejera espiritual para afrontarpositivamente los conflictos experimentados entrelas acciones, pensamientos o sentimientos del su-jeto, y los valores que considera como ideales, seano no religiosos.

    En otro orden de ideas, se ha publicado queel sentido que tienen las experiencias vividas y lavida misma parece ser un elemento importante aso-ciado al ajuste psicolgico entre personas que ex-perimentan una prdida significativa (Holland, Cu-rrier y Neimeyer, 2006 [cf. Kelley y Chan, 2012];Murphy, 2008; Tolstikova, Fleming y Chartier,2005). Sujetos con una prdida significativa queno encuentran un sentido a la experiencia suelendesarrollar duelos complicados en grados ms in-tensos que aquellos que, sin atravesarlos, han en-contrado sentido a la prdida ajustndose psicol-gicamente a trminos ms favorables. El proble-ma delsentidoparece estar cercanamente asocia-do a la espiritualidad (Frankl, 1992); el sentido pue-de ser entendido como un sentido personal/exis-tencial o sentido de la vida, por un lado, y, por otro,como un sentido trascendente, llamado sentido es-piritual,definido como un sentido de propsito oun llamado derivado de creencias acerca de fuer-zas espirituales que subyacen a la propia vida (e.g. Dios me ha puesto aqu para algo por algu-na razn); el sentido existencial es un sentido depropsito acerca de la propia vida, desligado detoda consideracin religiosa (e. g. Lucho en la vida por mi esposa y mis hijos; ellos llenan mi vi-da) (Sorajjakool, Aja, Chilson, Ramirez-Jhonsony Earll, 2008). Se ha argumentado (cf. Bussema yBussema, 2000; Koenig, 2009) que la religin faci-lita un poderoso estilo de afrontamiento (religio-so) que habilita a las personas para encontrar unsentido espiritual en el sufrimiento, proveerse deun sentimiento de control sobre las abrumadorasfuerzas naturales (internas y externas) y desarro-llar roles sociales que facilitan la vida en comn,la cooperacin y el apoyo mutuo.

    Kelley y Chan (2012) han sugerido que creeren un dios benevolente, disponible y sensible pue-

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    de tener un papel muy importante en la genera-cin de resiliencia cuando se afronta una prdidasignificativa. Dichos autores investigaron el ape-go a Dios, el afrontamiento religioso y el sentidoen una muestra de 93 personas caucsicas (la ma-yora mujeres catlicas romanas), de las cuales71% reportaron encontrarse entregados y compro-

    metidos espiritualmente con su religin. Hallaronque un estilo de apego vivido como seguro en rela-cin con Dios pareca estar inversamente asocia-do con la depresin y el duelo, y directamente rela-cionado con el sentido. Tal estilo de apego puedeproveer un sentido de la experiencia vivida quepermite asimilar la prdida sin que el sujeto sesienta amenazado o agredido.

    Se ha hallado evidencia de la relacin directaentre espiritualidad y diversos cuadros clnicos ta-les como depresin, cncer y VIH-sida (Cotton, Lar-

    king, Hoopes, Cromer y Rosenthal, 2005; Ironson,Stuetzle y Fletcher, 2006; McCoubrie y Davis,2006; Sorajjakool et al., 2008). Se ha sugerido quelas personas pueden ir desde una posicin cotidia-na de escaso ejercicio espiritual, hasta una inten-sa relacin con lo divino en condiciones de saludextremas (Baldacchino y Buhagiar, 2003; Quice-no y Vinaccia, 2009; Koenig, 1988;Koenig, Geor-ge y Siegler, 1988; Reed, 1987), en cuanto que talmecanismo de afrontamiento constituye un recursoimportante para recuperar el control perdido sobre

    la enfermedad y su sentido. Pargament (1997), asu vez, tambin ha sealado que el afrontamientoreligioso es especialmente importante entre aque-llas personas que afrontan eventos conflictivosen su vida.

    Hodge y Horvath (2011) lograron identifi-car las necesidades espirituales de pacientes inclui-dos en once investigaciones cualitativas desarro-lladas en centros de salud, encontrando los siguien-tes resultados: 1) necesidad de comprender la ra-zn de la enfermedad o la muerte; 2)necesidad de

    preguntar, culpar, defenderse, luchar, conciliarsecon Dios, o conocer el plan de Dios, 3)practicaractividades espirituales, como orar, leer literaturareligiosa o escuchar msica o mensajes relaciona-dos con Dios, y otras; 4)cumplir con las obliga-ciones religiosas; 5)Integrarse con personas de lamisma fe, y 6)interactuar con el equipo de saludde una manera amable, esperando apoyo social,

    informacin amplia sobre el padecimiento y opor-tunidad para discutir el tratamiento.

    En una muestra de 450 pacientes estadouni-denses con VIH, Yi et al. (2006) encontraron unarelacin negativa entre depresin y bienestar espi-ritual. El afrontamiento religioso negativo (carac-terizado por sentimientos de inadecuacin y leja-

    na respecto a lo divino) y una actividad religiosamenos organizada se asociaron positivamente condepresin. Ano y Vasconcelles (2005) arribaron aresultados similares al evaluar la relacin entreafrontamiento religioso positivo (caracterizadopor sentimientos de confianza y cercana con lodivino) y ajuste psicolgico positivo al estrs,encontrando un efecto del orden de TE= .33 (I.C.95% = .30 - .35), indicativo de una relacin posi-tiva moderada entre el afrontamiento religiosopositivo (e. g. apreciacin religiosa benevolente,

    afrontamiento religioso colaborativo, bsqueda desoporte espiritual) y los resultados positivos a suce-sos estresantes (desarrollo espiritual, afectos posi-tivos, mejor autoestima). Encontraron asimismoevidencia de que el afrontamiento religioso posi-tivo est inversamente relacionado con un ajustepsicolgico negativo (e.g. depresin, ansiedad, ma-lestar psicolgico (distrs); TE= .12 [I.C. 95%=.14 -.10]). El afrontamiento religioso negativo(e.g. sentirse castigado por Dios, atribuir la situa-cin a la obra del diablo, etc.) est modesta y posi-

    tivamente asociado (TE= .22, I.C. 95% = .19 - .24)con el ajuste psicolgico negativo al estrs (e.g.depresin, ansiedad, distrs). No se hall relacinentre el afrontamiento religioso negativo y el ajustepositivo.

    Ironson et al. (2006), en una muestra de pa-cientes con VIH, hallaron que 45% de los sujetosincrement significativamente su religiosidad yespiritualidad a partir del diagnstico positivo deVIH, y 42% no report cambios. A lo largo de suestudio longitudinal de cuatro aos, encontraron

    que los sujetos que mostraron incrementos supe-riores en espiritualidad tambin tuvieron menosprdida de clulas CD4an ms baja en VLdurantetodo el periodo, en comparacin con los que mos-traron un decremento espiritual.

    Con todo, en sujetos de la comunidad que nopadecan de problemas mdicos graves hay evi-dencias de una relacin inversa entre variables re-ligiosas y variables de desajuste psicolgico (Co-

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    leman et al. 2011; Koenig, 2009). Watlington yMurphy (2006) hallaron correlaciones significa-tivas aunque bajas de0.28,0.29 y 0.00 entre de-presin y espiritualidad, participacin religiosa yafrontamiento religioso, respectivamente. Prezet al. (2005) no encontraron una asociacin signi-ficativa entre depresin y prcticas religiosas ensujetos colombianos; las nicas relaciones inver-sas se hallaron entre depresin y pertenencia a ungrupo religioso, pero en una medida muy baja(r = 0.16, p < .01). Hackney y Sanders (2003),en un metaanlisis de 35 estudios, hallaron unacorrelacin de 0.10 entre salud mental y espiritua-lidad, y Smith, McCullough y Poll (2003) una ne-gativa de 0.096 entre espiritualidad y sntomasdepresivos en 147 estudios en que particip un totalde 98,975 sujetos. Sin embargo, los investigado-res reportaron que las personas con una religiosi-dad intrnseca ms fuerte y hbitos religiosos fir-mes (asistir semanalmente a la iglesia, orar coti-dianamente, leer las escrituras, etc.) lograron re-cuperarse de la depresin ms rpidamente quequienes no compartan con ellos ese perfil.

    En una muestra de 1,942 adultas mayores deentre 60 y 91 aos de edad, Vahia et al. (2011) de-tectaron que los niveles altos de espiritualidad es-taban asociados con un nivel educativo ms bajoy menores ingresos en personas sin una relacinmarital o un compromiso de pareja, y con nivelesms altos de resiliencia, coincidiendo en esto lti-mo con lo reportado por Koenig (2009). Por su par-te, Rivera y Montero (2005) hallaron un mayorgrado de espiritualidad en sujetos que reportaronno tener amigos con qu contar en momentos decrisis, que en sujetos que afirmaron tenerlos.

    En Mxico, Rivera y Montero (2005) inves-tigaron la relacin entre creencias y prcticas reli-giosas y espirituales (cf. Holland et al., 1998) y eldesajuste psicolgico, evidenciado por la depresiny la soledad, en 125 sujetos de edades superioresa los 50 aos (M= 63.1 aos, D.E.= 3.2), mayori-tariamente catlicos (N= 93, 74%). Los resulta-dos mostraron que si bien la vida religiosa era im-portante para los adultos mayores, no se asocisignificativamente con la depresin y la soledad,observndose lo mismo con el afrontamiento reli-gioso y el soporte social religioso. En otra inves-tigacin relacionada, Montero y Rivera (2009), enuna muestra de 122 sujetos con una media de edad

    de 60.9 aos (D.E.= 8.24), en su mayora catlicos(N = 106, 87%), investigaron la relacin entre laespiritualidad asociada a lo divino (cf. Paloutziany Ellison, 1982), el locus de control interno y el so-porte social, por un lado y, por otro, el desajustepsicolgico mostrado por la depresin, la deses-peranza, la ideacin suicida, la soledad, la ansie-dad ante el envejecimiento y la ansiedad ante lamuerte, hallando que la nica variable de desajus-te que se asoci, en una medida un poco ms bajacon la espiritualidad, fue la ansiedad ante el enve-jecimiento (r =.26, p < .01). En otra muestra con-formada por 193 sujetos de la comunidad mayori-tariamente cristianos evanglicos (N= 188, 97.9%),con una media de edad de 60 aos (D.E.= 7.5), Ri-vera y Montero (en revisin) obtuvieron correla-ciones inversas significativas de0.41 y0.56 en-tre variables de espiritualidad existencial y desa-juste psicolgico (e. g. depresin, desesperanza,ideacin suicida, soledad y ansiedad ante el enve-jecimiento), en cada caso; correlaciones positivassignificativas entre tales variables de desajuste(0.45, 0.46, 0.42 y 0.40 en depresin, desesperan-za, soledad y ansiedad ante el envejecimiento, res-pectivamente, e insatisfaccin en espiritualidadexistencial y divina), y correlaciones inversas sig-nificativas y bajas (entre0.17 y0.19) entre lasvariables de desajuste y espiritualidad divina. Es-tos resultados, como se ha podido ver, son con-sistentes con lo hallado en muestras anglosajonasequivalentes.

    Finalmente, Rivera, Montero y Sandoval(2012) investigaron el desajuste psicolgico, lacalidad de vida y el afrontamiento en una mues-tra de 83 pacientes diabticos mexicanos con insu-ficiencia renal crnica bajo tratamiento con dili-sis peritoneal, con una media de edad de 53.5 aos(D.E.= 15.3), 90.4% de los cuales eran catlicos.Como es sabido, el procedimiento dialtico sueleimpactar de manera muy importante la calidad devida y el estado psicoemocional y social del pacien-te (Azcrate, Ocampo y Quiroz, 2006; Garca yCalvanese, 2008; White y Grenyer, 1999), consti-tuyendo as una condicin generadora de estrs.La investigacin report solo aquellas correlacio-nes significativas iguales o mayores a 0.40, aun-que la espiritualidad divina no se asoci en ningnsentido con el desajuste psicolgico (ansiedad, de-sesperanza, soledad, ansiedad ante la muerte, idea-

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    cin suicida) por arriba de una correlacin igualo mayor a 0.40; la espiritualidad existencial s seasoci significativamente tanto con calidad de vida(e. g. vitalidad [r = 0.51], funcin social [r = 0.42]y salud mental [r = 0.54]), como con depresin(r = 0.48), desesperanza (r = 0.43), soledad(r =0.62), ansiedad ante la muerte (r = 0.45) e

    ideacin suicida (r = 0.43). Por otro lado, lossujetos fueron agrupados segn exhibieran un de-sajuste psicolgico significativo (por encima de1.5 desviaciones estndar desde la media, en unamuestra equivalente de sujetos normales) o no.La espiritualidad divina no report diferenciasentre uno y otro grupo, pero s la espiritualidadexistencial (M= 19, D.E.= 4.4 para sujetos desa-justados, y M= 25.8, D.E.= 4.7 para sujetos nor-males; TE= 1.46, I.C.95% = 0.87-2.05), aunqueel afrontamiento religioso obtuvo medias iguales

    en ambos grupos. De acuerdo con estos resultados,los pacientes en dilisis son ms proclives a unaespiritualidad existencial que divina, lo que dis-crepa de los resultados reportados por otros in-vestigadores en casos de enfermedades crnicas dedifcil pronstico. La evidencia reportada en otraslatitudes parece apoyar el que las personas quecursan con tales enfermedades pueden afrontarlascon resultados positivos recurriendo a lo religio-so y espiritual. La investigacin de Rivera et al.(2012), sin embargo, no logr hallar evidencias en

    favor de este planteamiento; de hecho, en su estu-dio no hubo una diferencia significativa en el gra-do de espiritualidad divina entre sujetos desajus-tados y no desajustados, pero s respecto a la espi-ritualidad existencial. Es importante replicar es-tas investigaciones a fin de arrojar ms luz sobreestas cuestiones. Un anlisis cualitativo del em-pleo de lo espiritual centrado en lo divino por pa-cientes en situaciones lmite podra mostrar la im-portancia de este recurso adaptativo.

    CONCLUSIONES

    Parece haber entre los profesionales de la psico-loga un inters creciente en lo referente a la vidaespiritual, lo que parece ser, hoy por hoy, un te-ma poco explorado que requiere una mayor inves-tigacin a fin de esclarecer su importancia dentrodel ajuste psicolgico de quienes se hallan some-

    tidos a situaciones de vida de intenso estrs, y elde aquellos que integran la espiritualidad en suvida cotidiana con independencia de tales situa-ciones. Es, pues, importante revalorar la espiritua-lidad a partir de una ubicacin ms clara y emp-ricamente sustentada en el cuerpo terico de lapsicologa.

    Es importante promover una mayor clari-dad y un mayor y mejor consenso en la comuni-dad cientfica del quehacer psicolgico respectoa las definiciones y la operacionalizacin de losconstructos relacionados con la vida espiritual (e.g. religin, religiosidad, espiritualidad, etc.); ellohara ms eficiente la comparacin entre los re-sultados de las investigaciones realizadas y unaptima comunicacin entre los investigadores. Losinstrumentos con los cuales se mide lo espiritual,en su gran mayora han sido elaborados en con-

    textos anglosajones (e. g. Allport y Ross, 1967;Hatch, Burg, Naberhaus y Hellmich, 1998; Hays,Meador, Branch y George, 2001; Holland et al.,1998; Kass, Friedman, Leserman, Zuttermeistery Benson, 1991; Pargament et al., 2000), y muchosde ellos bajo una fuerte influencia cristiano-evan-glica. Mxico sigue siendo un pas mayoritaria-mente catlico con tradiciones y costumbres reli-giosas muy arraigadas, no siempre cristianas. Porello, es importante desarrollar instrumentos de me-dicin dentro del contexto cultural del Mxico con-

    temporneo. Asimismo, parece ser que la vida es-piritual de las personas es multifactica, multifac-torial (Gartner et al., 1991; Hackney y Sanders,2003; Larson et al., 1992; Payne, Bergin, Biele-ma y Jenkins, 1991); por tal motivo, es relevantetener una visin integral del fenmeno midiendoy describiendo sus distintas facetas.

    Otro aspecto importante es que lo espiritualha sido largamente asociado a lo religioso, cuan-do al parecer trasciende ese paradigma. Si bien loreligioso constituye una de las expresiones de lo

    espiritual, parece claro que no puede circunscribir-se solamente a aqul.En Mxico, las investigaciones realizadas

    sobre el tema de la espiritualidad en psicologason escasas. Es clave y estratgicamente conve-niente llevar a cabo investigaciones que permitanconocer cmo viven los mexicanos su vida reli-giosa y espiritual y el impacto que esto tiene en suvida emocional y pautas adaptativas, pues es un

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    pas multicultural, con profundas diferencias entreentidades y regiones, donde lo espiritual puede serconceptuado y practicado de distintas maneras. Engeneral, las muestras empleadas han sido no pro-babilsticas, por lo que es prudente llevar a caboestudios con muestras aleatorias que posibiliten lageneralizacin de resultados.

    Aunque no se explor el tema en este trabajo,es tambin conveniente evaluar el impacto de lasintervenciones psicolgicas espiritualmente orien-tadas, e incluso evaluar si los programas de inter-vencin pastoral son benficos, cmo y en qu clasede alteraciones psicolgicas. Es importante explo-rar las variables que predicen lo espiritual en laspersonas. Se sabe que lo espiritual se nutre de lagentica (Hamer, 2004), de la existencia de estruc-turas en el encfalo que condicionan su ocurren-cia (Persinger, 1983;D'Aquili yNewberg,1999),de la relacin con el otro (Cook, 2004) y del sen-tido de la existencia misma (Frankl, 1992), perono se conoce la medida de su influencia y su per-tinencia real.

    En un pueblo con una historia de siglos in-tensamente religiosa, es primordial conocer la con-veniencia de recurrir a un afrontamiento religiosoorientado de la mejor manera posible. Cerrar losojos a la vida religiosa de los mexicanos bajo cual-quier argumento, es cerrar los ojos a la vida que losrodea y caracteriza y les otorga una parte consi-derable de su identidad.

    A pesar de que en el seno de la psicologael constructo de lo espiritual ha permanecido trasbambalinas por muchos aos, es posible que enrealidad la propia psicologa lo haya tomado co-mo objeto de estudio durante todo ese periodo,aunque sin confesarlo ni asumirlo. Conceptos co-mo autorrealizacin, carcter productivo, geni-talidad,salud mental, bienestar psicolgico y de-ms parecen encubrir la esencia misma del serhumano: su carcter espiritual, la trascendenciade su condicin biolgica. Ambigua, subjetiva, elo-cuente, profunda y aparentemente contradictoria,la espiritualidad es quizs el eje de la psicologa.

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