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MUERE CÉSAR Editoriales de: Junio Bruto, Marco Antonio, Tulio Ciceron... www.laromapedia.com

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La RomaPedia Tempus un periódico de la Antigua Roma en la Era Digital

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Page 1: Especial Idus de Marzo de LRPT

Número Especial Idus de Marzo

MUERE CÉSAR

Editoriales de:

Junio Bruto, Marco Antonio, Tulio Ciceron...

www.laromapedia.com

Page 2: Especial Idus de Marzo de LRPT

LA ROMAPEDIA TEMPUSEspecial: Idus de Marzo

Pag. IIwww.laromapedia.com

Cayo Julio César

Qué podemos decir del granJulio César; cualquier aficionadoa la Historia tiene una opiniónformada de él, ya sea favorable ono, todos destacan que fue unpersonaje fundamental en eldevenir histórico. No fue, encambio, una persona realmenterevolucionaria, y su carrera seasemeja en muchos aspectos a lade otros que le precedieron, loque sí es cierto que él supo mejorque nadie aplicar la espada y latoga con perfecta armonía. Alcontrario que otros antes que él,su poder se sustentaba en unaperfecta mezcla de apoyopopular, firmes alianzas políticasy el siempre imprescindibleejército. No sabemos cual seríasu plan de gobierno, puesrelativamente poco tiempodespués de acabar con losúltimos focos de resistencia fueasesinado.Julio César es, casi con todaseguridad, el romano más famosoy posiblemente uno de lospersonajes históricos másconocidos. Sus hazañas, susescritos y todo el halo que aúnrecubre parte de su vida lo nutrende un cierto romanticismo delque pocas personas aficionadas ala Historia pueden escapar. Unaatracción que era conocida porsus contemporáneos que, desdejoven, notaron en él un potencial

increíble: famosa es la frase deCornelio Sila, dictador de Romaque ordenó su muerte cuando aúnno había iniciado una carrerapolítica “en ese joven veomuchos Marios”. Esta capacidady potencial empiezan a hacerseevidente siguiendo su carrera; elnombramiento como PontifexMaximus, un cargo de unaenorme autorictas, cuando acabade empezar como quien dice elCursum Honorum, muestran a lasclaras que Julio César sabía loque buscaba y lo conseguía.Pero quizás donde mejor se labróuna reputación que le valió lainmortalidad fue en los camposde batalla y no en los pasillos delSenado o en el Foro. Desdetemprano, como solía hacer,sobresalió como un comandantecapaz y valerosos, tocado por laFortuna. Doblegó a las tribusgalas demostrando una visiónestratégica fuera de lo normal, yconsiguió una victoriaimpensable contra Pompeyo enFarsalia cuando sus unidadeseran sustancialmente inferiores.El propio Napoleón, tantísimotiempo después, estudió condetenimiento las batallas deCésar, y aún hoy, en muchasacademias militares de prestigiose estudian algunas de sustácticas para la guerra moderna.

Sin duda ha sido Julio César unpersonaje excepcional, nocomparable a ninguno de losgrandes líderes que se hansucedido en la Historia. A él, omás bien a su asesinato, lededicamos este primer númeroespecial, porque desde LaRomaPedia entendemos que sumuerte supuso la rupturadefinitiva y sin marcha atrás conla era republicana; se abre unanueva era que acabaríafinalmente en el Principado.Lanzamos este número en el queintentamos, a nuestra manera,contar las distintas posturas quehabía sobre el momento y elfuturo de la Roma. Y paraintroducirnos mejor en el suceso,un hecho que no dejó indiferentea nadie en la capital del mundo,nos vemos a publicar doscrónicas, cada una aportando lavisión que los dos principalesbandos del Senado tenían.Esperamos que os guste estenúmero especial, donde hemosintentado condensar en unaspocas páginas todo lo que supusoel asesinato del último dictadorde la República y el comienzo deun ciclo que acabará con CésarOctavio en el poder. Una épocafascinante donde la lucha porcontrolar Roma llegó a su puntoálgido.

Editorial

Page 3: Especial Idus de Marzo de LRPT

LA ROMAPEDIA TEMPUSEspecial: Idus de Marzo

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Muere el Tirano

Glorioso Idus de Marzo en el cualun selecto grupo de valientesciudadanos liberaron a la Repúblicadel tirano Julio César. El lugarescogido no pudo ser más acertado ysimbólico, bajo la mirada delgeneral Pompeyo Magno, quienluchó por la libertad de la Repúblicacuando el ambicioso César lanzó asus ejércitos contra Roma. Muere elcáncer de nuestra queridaRepública, un líder demagogo quecompraba el amor del pueblo congrandes dispendios a costas de lasarcas públicas. Muere quien intentódestruir la República y vestir lacorona de rey, Roma está a salvo denuevo. Y tras la heroica acción, lossalvadores de Roma salieronesgrimiendo los puñales queutilizaron para acabar con el malque nos aquejaba a todos y nosquitaba la libertad como ciudadanos.Muere el autoproclamado dictador yla ciudad al fin respira tranquila,confiada en que por fin Romarecuperará las tradiciones y todovolverá a la normalidad, libre detiranos y demagogos. Y es queahora, con su líder muerto, lasbandas de maleantes que antespululaban por las calles de nuestraciudad han huido, sabedoras queahora serán perseguidos y que todoel peso de la ley caerá sobre ellos yque nadie intimidará a los tribunales

para que absuelva a losmalhechores. Ahora tendremos laRepública que nos merecemos, unaciudad de ciudadanos libres ycumplidores de la ley, respetuososcon las instituciones y temerosos delos dioses.El cadáver del tirano se quedómucho tiempo donde estaba,rodeado de su propia sangre, hastaque unos esclavos públicos lorecogieron y lo llevaron a su casa.Esta soledad muestra el escasoapoyo que entre los senadores teníarealmente Julio César, murió solo,sin nadie que lo defendiera y sucuerpo inerte quedó abandonado enla misma sala donde encontró lamuerte. Cuando llegó a su casa,Marco Antonio, su lugartenientemás destacado, aprovechó laocasión de forma ruin para mostrarel cuerpo a una turba descerebrada yviolenta que intentó sin éxitolevantar a la ciudad contra loslibertadores de Roma. Ante estefracaso, Marco Antonio apostó másfuerte, e hizo llamar a la legión XIII,la unidad militar preferida de JulioCésar para que participara en losfunerales.Tras el debido velatorio ypreparación del cadáver, loslegionarios de la decimoterceratomaron el cuerpo del que fuera su

líder, el que los obligó a marcharcontra Roma tras su guerra ilegal enlas Galias, y le prepararon una piradesproporcionada. Allí, a la vista detodo el pueblo, incineraron elcadáver del tirano, siguiendo latradición romana. Algunos de losagitadores seguidores de Julio Césarlanzaron contra la pira todo aquelloque tenían a mano, provocando unverdadero caos en el lugar que apunto estuvo de provocar un terribleincendio en la ciudad. Una vezacabado el funeral, la mayor partede los ciudadanos marcharon a sucasa, sin provocar altercados. Encambio, una minoría armada,posiblemente los restos de lasanteriores bandas a sueldo de JulioCésar, intentaron provocar a losheroicos senadores que descansabanen sus hogares. Una accióndesesperada que muestra un intentodesesperado por controvertir lasituación y volver a hacerse con elcontrol de Roma por la fuerza.Se abre pues una nueva etapa en laRepública tras la muerte del tiranoque intentó nombrarse rey de Roma.Los valientes senadores, héroes dela República, podrán devolver aRoma el camino que jamás debióabandonar, volver a las antiguasinstituciones y reestablecer el ordenque necesita la República. Muere eltirano, sobrevive la República.

Un grupo de Senadores dan muerte al Tirano

El Pueblo muestra su apoyo a la República

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LA ROMAPEDIA TEMPUSEspecial: Idus de Marzo

Negro Idus de Marzo. Terrible.Asaltado por un grupo de senadoresque le entregaban un propuesta deley, Cayo Julio Ceśar, Dictador de laRepública de Roma, fue apuñaladohasta la muerte por aquellos mismossenadores que juraron ante losdioses protegerlo. Un acto vil yrastrero de unos senadores indignosque con esta acción vuelven a losaños de caos y anarquía que hasta lapaz traída por Julio César había sidola tónica predominante en laRepública. Muere de formarepentina, en la curia que CneoPompeyo ordenó erigir junto a suteatro, aquel que fue capaz dedevolver la estabilidad a Roma. Trasel atroz atentado, los conjuradossalieron exultantes de la mancilladasala, con sus cuchillosensangrentados al aire, rumbo a lacasa de uno de ellos donde podercelebrar su deleznable hazaña.Roma está aturdida, el pueblo quetanto amaba a Julio César, seesconde en casa, temiendo un nuevocapítulo de violencia callejera quevuelva a regar con sangre deciudadanos las calles de la ciudad.Sin duda, un miedo realista vistoque los senadores han quebrantadolas más sagradas tradiciones y leyesde Roma; mancillado un lugarsagrado como es la curia, lugar dereunión del Senado, y atacan a unciudadano sacrosanto, que ostenta el

cargo de Pontifex Maximus, y laPotestad Tribunicia. Sin duda, unaalteración completa del MosMaiorum de Roma y unavulneración directa de todas lasleyes de la República.El cuerpo inerte del Dictador quedótirado rodeado de un charco de supropia sangre a los pies de quienfuera su colega, Cneo Pompeyo.Nadie lo defendió del miserableataque y se tardó mucho tiempo entrasladarlo a su casa, donde prepararel cadáver para velarlo antes dedarle un funeral digno de unverdadero ciudadano romano quedefendió la República hasta suúltimo suspiro. Al tiempo, algunosesclavos públicos portaron el cuerposin vida de Julio César en su propialitera hasta la casa del Dictador,donde el médico pudo estudiar elcuerpo y confirmó que Julio Césarrecibió hasta veintitrés puñaladas.Veintitrés puñaladas que fueron aparar al corazón mismo de laRepública.Marco Antonio, fiel colaborador deJulio César, acudió corriendo a lacasa del difunto para ver con suspropios ojos la traición del vil grupode senadores asesinos. Llevado poruna profunda consternación, mostróal pueblo el cuerpo del dictador, loque provocó que la ira del puebloque acusó a los senadores

conspiradores de asesinato. Trasestos acontecimientos, el cuerpo deJulio César fue convenientementepurificado y velado, como inicio deunos funerales dignos de losgrandes ciudadanos.Y fueron, como no podía ser de otramanera, la legión XIII losencargados de organizar la piradonde serían quemados los restosmortales del dictador, como mandala tradición. Y el propio pueblo,indignado ante el brutal asesinato desu querido dictador, lanzó objetos ala pira para que esta fuera másgrande, un fuego digno de unciudadano ejemplar, y unademostración del amor que elpueblo tenía a Julio César. El miedoa los baños de sangre que en losprimeros momentos tras el vilmagnicidio recorrió las calles deRoma había dado paso a una ira deun pueblo herido hacia lossenadores asesinos y sacrílegos, loscuales están escondidos.Se abre un nuevo periodo inciertoen una Roma que acaba un negroIdus de Marzo huérfana de un padreque siempre se mostró generoso yclemente. Nadie puede saber quépasará ahora, pero el pueblo quiereque los culpables de tan brutalasesinato paguen por sus crímenescontra los dioses y la propiaRepública, un castigo de sangre.

Roma, HuérfanaUn grupo de senadores golpistas asesinan al

legítimo dictador de Roma

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Marco Junio Bruto

Que amaba a César, no esmentira, no lo dudéisciudadanos, pues él era para micomo un padre. Pero ante quetodo soy romano y era Roma laque necesitaba de mi mano paraser salvada. En una dura decisióntuve que elegir entre una personaque quería y mi obligación comoromano. Y opté por la salida máshonorable, anteponiendo el biencomún a mis sentimientos.¡Cómo me duele lo que hice! Losdioses eternos saben que mimano fue conducida por mi amora Roma, por la responsabilidadque tenía como senador denuestra República. No mejuzguéis ciudadanos como un

asesino, pues era mi obligaciónliberar la República de quien laestaba derribando.Julio César, que fue como unpadre para mí, que me enseñótantas cosas y cuya clemenciaera casi legendaria, se estabaconvirtiendo en un rey. Noantedía a las súplicas que lehicimos los que más lequeríamos, ni siquiera de miboca aceptó consejo. Y pronto,los senadores nos preocupamospor la deriva de Julio César, máscercano a un tirano oriental que aun magistrado legítimo de Roma.Ante mis ojos asombrados veíacomo una y otra vez abusaba desu poder, rompía el equilibrio enRoma e ignorabaconscientemente las costumbresde nuestra amada República.¿Por qué no me habríaescuchado? ¿Por qué no quisohacerlo? ¡Oh, Júpiter! Todo estose podría haber evitado si élhubiese entrado en razón.Su cuerpo será incinerado, comoes nuestra costumbre, pero surecuerdo permanecerá en nuestramemoria durante generaciones,el recuerdo de un generalvictorioso, de orador sin igual,no el recuerdo de un Tirano. Seráese Julio César que amaba a susamigos y era temido por susenemigos. No este Julio César

que ansiaba la corona, quebuscaba de amantes entre lascortes de oriente. No, JulioCésar el tirano debe olvidarse, yquedarnos con el recuerdo deJulio César el ciudadanoejemplar y el comandantebrillante que tantas batallas ganópara orgullo de la República.Y ahora me presento antevosotros, ciudadanos, con elpulso aún tembloroso y elcorazón roto por el dolor, perocon la cabeza alta, pues hecumplido con mi obligacióncomo ciudadano y comosenador. Cumplir el deber es laúnica forma de honrar al JulioCésar que conocí y no en quiense había convertido: honrar aquien fue como mi padre, ycumplir con mis antepasados;pues fuimos nosotros, los JunioBruto, quienes expulsamos alúltimo rey de Roma. Sería unavergüenza para mí y mi familiaque mientras un Junio Brutoviva, se permita un rey en Roma.¡Que los dioses inmortales loacojan como el ciudadanovaleroso que fue! ¡Que Plutón,señor del inframundo, lo recibaen su mesa!¡Adiós querido padre!¡Hasta nunca odioso tirano!

Una Dura DecisiónMarco Junio Bruto

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Muere el último de losdictadores de nuestra queridaRepública, a manos de unospatriotas preocupados por eldevenir de Roma. No es unaacción loable, pues el suelo denuestra Curia ha quedadomancillado con la sangre de unsacrosanto hombre al que diosesy leyes protegían. Pero no es elmomento de iniciar disputasinternas, ni de venganzas quellevarían a Roma al colapso.Debemos cerrar filas tras elterrible capítulo y pensar en elbien de la República, pues comosenadores es nuestra obligacióncuidar de Roma. Julio César quetanto ha hecho por Roma ahoraestá muerto, e iniciar una guerrainterna no le devolverá la vida ysolo hará que nuestros enemigosnos vean como un pueblodesunido y aproveche paraatacarnos.¡Oh, dioses, cuán difícil esdecidir entre el bien y locorrecto! Pues ninguno denosotros, padres conscriptos, escapaz de ver la complejidad delos problemas que aquejan a estanuestra República sin la ayudade la visión de nuestros pares.Julio César, que los dioses loacojan entre ellos, no siempre seguió como de un magistrado deRoma se espera, ni quisoescuchar los consejos yrecomendaciones que, desde

nuestros bancos del Senado, lehacíamos llegar, buscando elbien de la República. Y él,persona de inteligencia brillante,quiso buscar el bien de Romapor sí mismo, buscando entre susideas las mejores soluciones paralos problemas con los que él, ysolo él, entendían que erannecesario acabar. Pero no se dejóllevar por los sentimientospersonales, ni impuso una tiraníaa la manera oriental. Suclemencia es legendaria ymuchos de los que hoyocupamos el Senado le estamosagradecidos de cómo manejó lapaz.Muere un gran ciudadano, unbuen senador y un brillantecomandante. Muere a manos deotros grandes ciudadanos ybuenos senadores, que

entendieron su deber acabar conla vida de un dictador del quetemían quisiera convertirse enrey. ¿Y no es el deber patrióticolo que buscamos en losmiembros de nuestro sagradoSenado? Actuaron movidos porlo que entendieron suobligación, no por la sed devenganza o poder, como pruebaque nadie más resultó dañado.Una operación desagradable,pero que entendieron necesaria.Claman muchos, ahora,venganza por la muerte de JulioCésar, y sus corazones lloran porla pérdida de tan queridapersona, y yo les pido que seanclementes, pues el propio JulioCésar lo había sido.No es momento para iniciarguerras, ni revanchas ovenganzas. Es el momento deunirnos en el dolor por tantemible pérdida, para devolver ala República las leyes ordinarias.Roma ya ha sufrido muchostiranos, dictadores y guerras, elPueblo no aguantará un nuevoenfrentamiento. Y mantener lapaz está en nuestras manos, puessomos los garantes de lalegalidad de la República.Enterrar los conflictos internos,llorar la pérdida de tan valerosocomandante y mostrarse fuerte yunidos frente a nuestrosenemigos debe ser los pasos aseguir ahora.

Por el bien de RomaMarco Tulio Cicerón

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Vergüenza en el Senado.Asesinos con toga que mancillanel sagrado nombre de laRepública con la muerte de aquelque la había salvado, y cuyaclemencia infinita permitió queaquellos que hoy esgrimen al airelos puñales ensangrentados sevolvieran sentar en el gloriosoSenado. ¡Que los diosesinfernales los lleven a todos!Sucias ratas que aprovecharon lapaz para cometer el mássacrílego de los asesinatos, lamuerte de nuestro PontifexMaximus, y nada más y nadamenos que en la Curia delSenado ¿Hasta dónde llegará laperversión de estos indignosciudadanos? ¿Cuánto másestaremos dispuestos a soportarque alteren el equilibrio de laRepública de manera ilegal? Nolo vamos a permitir, pues lasalvación de la República está ennuestras manos como nosdemostró el gran Julio César.

No debemos descansarhasta que el último de losasesinos pague por su crimencontra la República y contra losdioses, pues no seríamosromanos de verdad si nocastigamos esta afrenta. Si no lohacemos los dioses serán testigosde nuestra deshonra y nuestrosenemigos conocerán que elPueblo Romano ya no puedegobernarse. Morirán comotraidores, arrojados de la RocaTarpeya, como los de su calaña,

yo mismo estoy dispuesto alanzar uno a uno a cada malditoasesino con mis propias manos.Pero no seré yo solo, lo sé, elPueblo de Roma que tanto haamado a Julio César, sabrá queestas palabras son justas, y elcastigo del crimen necesario.

Porque el Pueblo ama aCésar tanto o más que Césaramaba al Pueblo. Y será elPueblo, como siempre ha sido,quien castigue a los culpables detal barbaridad. ¿Libertadores?Son ellos quienes quierenimponer una tiranía, la delSenado sobre el Pueblo. Sólobuscan el poder y no quieren elbeneficio de nuestra queridaRepública. Están tan cegados porsu egoísmo que apenas ven quesu lamentable acción sólo haconseguido desenmascararlosfrente a toda Roma. Y la visiónde sus verdaderos rostros ha sidopeor que mirar los ojos de lamismísima Gorgona. Caras deenvidia, de frustración ymezquindad que sólo muestran elnivel de putrefacción de lasotrora prestigiosas familias queocupan los bancos del Senado.

Yo mismo he sentido laamenaza de estos supuestoslibertadores. Yo, un legítimocónsul de Roma tuve que huir deesta ciudad porque sentía que losmismos cuchillos que arrancaronla vida de nuestro amadísimoDictador apuntaban hacia mí. ¿Ycuál era mi delito? ¿Era acaso

amar tanto al Pueblo como lohacía Julio César? ¿O es másbien haber servido a Roma conla más sincera de lasdedicaciones? Y tras un tiempovuelvo a mi ciudad, a Roma, conmi gente, animado por misamigos y por el amor del Pueblo,a seguir defendiendo el legadode César, pues es mi obligacióncomo cónsul y como romanoauténtico. Y es mi obligaciónperseguir a esas ratas queconspiraron y asesinaron a JulioCésar, porque su recuerdopervivirá por siempre ennuestros corazones y la justiciaes nuestra obligación.

¿Qué vamos a hacerciudadanos? ¿Quiénes se unen amí para hacer justicia? ¿Quiéndefenderá mejor a Julio Césarque nosotros, los que loamamos? No habrá descanso enRoma ni en ningún rincón delmundo donde la justicia de lasleyes de Roma no llegue. ¡Quelos enemigos de la República sepreparen para que toda la ira deRoma caiga sobre ellos!

Traición a RomaMarco Antonio

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Opinión Meus Anguluus.... Cayo Bibulo Presco

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Estos Idus de Marzo seránrecordados por toda la eternidad.Roma ya no volverá a ser jamáslo que fue, aunque ahora nopodamos ver en qué nosconvertiremos. Casio Longino,para mí verdadero impulsor de laconspiración, junto con otrossenadores habían planeado elasesinato de César, y entendíanque tras esta, para ellos heroica,acción, el pueblo les aplaudiría.Pero nada de eso sucedió, elpueblo quiere a Julio César, puesfue él quien siguió giró supolítica alrededor de ellos. Conel sabor agridulce, este grupo desenadores se han refugiado en sucasa para decidir cuales serán lospasos a seguir una vez eliminadoal dictador. Este hecho insólitosolo puede significar que laplanificación fue un fracaso,aunque muestra claramente cuales la forma de pensar de losconspiradores y a quien acusabande todos los males que aquejabana la República.¡Ay, la República! ¿Acaso quedaalgo de ella hoy en día? ¿Esposible imaginarnos a Apio

Claudio el Ciego apoyando lautilización de cuchillos en elSenado? No, la República yapasó sus años gloriosos, y ahoradebemos decidir qué tipo denueva República queremos. Es elmomento de respirar, analizar yconcretar unas líneas básicas delo que sin duda será algototalmente nuevo, impensablehace un siglo en la propia Roma.Y en esta decisión es la quepretenden decidir losconspiradores, casi deimprovisación, pues el plan lonecesita Roma para ahoramismo. Sin duda Marco Antonioentrará en las negociaciones, quehaya sobrevivido al ataque contraJulio César muestra que elobjetivo no era acabar con elbando cesariano, solo con sulíder. Igual que estarán AuloHircio, amigo personal deldictador y hombre de confianza,cuyo peso político no es paranada despreciable.Sin embargo, no creo que seajusto hacer un boceto de lasituación tras el asesinato deJulio César sin nombrar a

Octavio, que por testamento seconvierte en hijo del difuntodictador con el nombre de CayoJulio César Octaviano. Aunquees joven, en un futuro, cuandotenga la edad necesaria, suimportancia en el juego políticoserá crucial en el devenir deRoma. Aunque nunca se sabe, yal igual que su padre, su carrerapolítica comienza mucho antesde lo esperado. Sin duda,cualidades tiene y es conocida entoda Roma su capacidad deanálisis y sus juicios muyacertados sobre asuntos depolítica. Habrá que vigilarlo decerca.En definitiva, el asesinato deCésar abre en Roma una épocaconvulsa cuyo fin todavía novemos. Lo que si parece seguroes que el plan original de losconspiradores de volver a laRepública de nuestros padres – omejor dicho, de nuestros abuelos– es imposible pues Roma hacambiado mucho y el mundo quecontrola ha crecido de maneraexponencial. La República huelemás a guerra que a leyes.

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