especial del retorno ibarra 28 abril 2014

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ESPECIAL A11 LUNES 28 DE ABRIL 2014 La Hora IMBABURA-CARCHI E Al cumplirse 142 años del épico retorno del pueblo ibarreño a su querida ciudad devastada por el terremoto de 1868. Rinde homenaje a Ibarra por su perseverante lucha hacia el progreso, en la que nuestra institución ha sido ariete fundamental en estas última tres décadas, formando al talento humano que se constituye en pionero del desarrollo del norte del País. Como homenaje a su pujante esfuerzo adelanto, ratificamos nuestro compromiso de continuar siendo el referente de la educación superior, en procura de hacer de nuestra región, el más grande orgullo de la patria. Ciencia y técnica al servicio del pueblo El expresidente de la República ordenó en 1869 la reconstrucción de las ciuda- des afectadas por el terremoto. FIGURA. Gabriel García Moreno fue presidente del Ecuador en 1861-1865 y 1869-1875. C uando Gabriel Gar- cía Moreno asumió la presidencia del Ecuador, el primer pedido de los cabil- dos fue restablecer las ciudades devastadas por el terremoto. El mandatario vio el estado de emergencia en el que se encontraban los ibarreños asi- lados en La Esperanza y expidió el decreto el 19 de julio. En el documento se detalla- ban los trabajos que debían ha- cerse en las ciudades para que los habitantes pudieran empezar una nueva vida. Con las gestio- nes de García Moreno, el 19 de julio de 1869, se reúnen las au- toridades del Cabildo ibarreño y luego de ocho meses se resuelve definitivamente empezar con los trabajos. Luego de casi dos años el mandatario recibe la noticia de que la ciudad estaba lista y que los habitantes regresarían para poblarla. Vida del ex mandatario El guayaquileño Gabriel García Moreno nació el 6 de agosto de 1875. Antes de ser, durante dos ocasiones presidente de la Repú- blica, fue estadista, abogado, po- lítico y escritor. Cuenta la histo- ria que pertenecía a una antigua familia española, distinguida por su nobleza y méritos. García Moreno fue el último de ocho hermanos y el quinto varón de su familia. Se mostró en su infancia como un chico tí- mido. Quedó huérfano de padre a los nueve años, cuando se pro- ducía la separación del Ecuador de la Gran Colombia. El antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced quedaba cerca de su casa, y uno de los frailes mer- García Moreno, gestor de la refundación de Ibarra cedario, el padre Betancourt, se hizo cargo de su educación. A los 15 años de edad, García Moreno se muda a Quito para proseguir sus estudios. Pudo hacerlo gracias a dos hermanas del padre Betancourt, quienes vivían en la capital y que gene- rosamente le dieron alojamiento. Cursó la secundaria en el Colegio Nacional San Fernando. Hacia los 18 años se sintió llamado al sacerdocio y recibió las órdenes menores; pero la ráfaga de súbito misticismo no le duró tanto e in- gresó a estudiar jurisprudencia a la Universidad Central de Quito. Al poder Gabriel García Moreno busca, con una crítica estructurada, or- denar y gobernar en un país al que considera desorganizado y sumido en el caos. Antes de ser presidente; pacificó, en el lapso de tan sólo una semana, como enviado especial del presidente Roca, una violenta sublevación producida contra éste en Guaya- quil. Asumió el mando de presi- dente del Ecuador en dos oca- siones (1861-1865 y 1869-1875), y falleció asesinado cuando había sido elegido para un tercer perío- do en las elecciones presidencia- les de 1875. En su primera administra- ción se destacó por la unifica- ción del país-nación. Su segundo período fue el de organización y comenzó sus trabajos a nivel nacional, logrando un nivel de progreso material que fue opa- cado por la mala reputación que le dieron los liberales y marxis- tas a su gobierno después de su muerte. Su muerte El 6 de agosto de 1875 el Pala- cio de Carondelet en Quito fue escenario del asesinato del pre- sidente Gabriel García Moreno. El mandatario ingresaba al lugar por la escalinata sur, luego de re- zar en la vecina Catedral, cuando un grupo de liberales apostados entre las columnas procedió a atacarlo a tiros y machetazos. El grupo estaba conformado por el colombiano Faustino Le- mus Rayo, exmilitar que había servido al Gobierno ‘Garciano’ y que lo atacó con salvaje saña con un machete, y los jóvenes inte- lectuales liberales: Roberto An- drade, Manuel Cornejo, Abelar- do Moncayo y Manuel Polanco, armados con pistolas. García Moreno cayó mal he- rido del atrio del Palacio hacía la Plaza, y falleció una hora des- pués al pie de un altar de la veci- na Catedral Metropolitana, cerca de las 13:30. (RMMJ) ESPECIAL A11 LUNES 28 DE ABRIL 2014 La Hora IMBABURA-CARCHI E

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Especial del Retorno Ibarra 28 abril 2014

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EspECiAL

A11lunes 28 dE ABriL 2014

la Hora iMBABurA-CArChiE

lunes 28 dE ABriL 2014la Hora iMBABurA CArChiA18

Al cumplirse 142 años del épico retorno del pueblo ibarreño a su querida ciudad devastada por el terremoto de 1868.

Rinde homenaje a Ibarra por su perseverante lucha hacia el progreso, en la que nuestra institución ha sido ariete fundamental en estas última tres décadas, formando al talento humano que se constituye en pionero del desarrollo del norte del País.

Como homenaje a su pujante esfuerzo adelanto, rati�camos nuestro compromiso de continuar siendo el referente de la educación superior, en procura de hacer de nuestra región, el más grande orgullo de la patria.

Ciencia y técnica al servicio del pueblo

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El expresidente de la República ordenó en 1869 la reconstrucción de las ciuda-des afectadas por el terremoto.

FIGURA. Gabriel García Moreno fue presidente del Ecuador en 1861-1865 y 1869-1875.

Cuando Gabriel Gar-cía Moreno asumió la presidencia del Ecuador, el primer pedido de los cabil-dos fue restablecer

las ciudades devastadas por el terremoto. El mandatario vio el estado de emergencia en el que se encontraban los ibarreños asi-lados en La Esperanza y expidió el decreto el 19 de julio.

En el documento se detalla-ban los trabajos que debían ha-cerse en las ciudades para que los habitantes pudieran empezar una nueva vida. Con las gestio-nes de García Moreno, el 19 de julio de 1869, se reúnen las au-toridades del Cabildo ibarreño y luego de ocho meses se resuelve definitivamente empezar con los trabajos.

Luego de casi dos años el mandatario recibe la noticia de

que la ciudad estaba lista y que los habitantes regresarían para poblarla.

Vida del ex mandatarioEl guayaquileño Gabriel García Moreno nació el 6 de agosto de 1875. Antes de ser, durante dos ocasiones presidente de la Repú-blica, fue estadista, abogado, po-lítico y escritor. Cuenta la histo-ria que pertenecía a una antigua familia española, distinguida por su nobleza y méritos.

García Moreno fue el último de ocho hermanos y el quinto varón de su familia. Se mostró en su infancia como un chico tí-mido. Quedó huérfano de padre a los nueve años, cuando se pro-ducía la separación del Ecuador de la Gran Colombia. El antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced quedaba cerca de su casa, y uno de los frailes mer-

García Moreno, gestor de la refundación de Ibarra

cedario, el padre Betancourt, se hizo cargo de su educación.

A los 15 años de edad, García Moreno se muda a Quito para proseguir sus estudios. Pudo hacerlo gracias a dos hermanas del padre Betancourt, quienes vivían en la capital y que gene-rosamente le dieron alojamiento. Cursó la secundaria en el Colegio Nacional San Fernando. Hacia los 18 años se sintió llamado al sacerdocio y recibió las órdenes menores; pero la ráfaga de súbito misticismo no le duró tanto e in-gresó a estudiar jurisprudencia a la Universidad Central de Quito.

Al poderGabriel García Moreno busca, con una crítica estructurada, or-denar y gobernar en un país al que considera desorganizado y sumido en el caos. Antes de ser presidente; pacificó, en el lapso de tan sólo una semana, como enviado especial del presidente Roca, una violenta sublevación producida contra éste en Guaya-quil.

Asumió el mando de presi-dente del Ecuador en dos oca-siones (1861-1865 y 1869-1875), y falleció asesinado cuando había sido elegido para un tercer perío-do en las elecciones presidencia-les de 1875.

En su primera administra-ción se destacó por la unifica-ción del país-nación. Su segundo período fue el de organización y comenzó sus trabajos a nivel nacional, logrando un nivel de progreso material que fue opa-cado por la mala reputación que le dieron los liberales y marxis-

tas a su gobierno después de su muerte.

Su muerteEl 6 de agosto de 1875 el Pala-cio de Carondelet en Quito fue escenario del asesinato del pre-sidente Gabriel García Moreno. El mandatario ingresaba al lugar por la escalinata sur, luego de re-zar en la vecina Catedral, cuando un grupo de liberales apostados entre las columnas procedió a atacarlo a tiros y machetazos.

El grupo estaba conformado

por el colombiano Faustino Le-mus Rayo, exmilitar que había servido al Gobierno ‘Garciano’ y que lo atacó con salvaje saña con un machete, y los jóvenes inte-lectuales liberales: Roberto An-drade, Manuel Cornejo, Abelar-do Moncayo y Manuel Polanco, armados con pistolas.

García Moreno cayó mal he-rido del atrio del Palacio hacía la Plaza, y falleció una hora des-pués al pie de un altar de la veci-na Catedral Metropolitana, cerca de las 13:30. (RMMJ)

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A11lunes 28 dE ABriL 2014

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ESPECIAL

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ESPECIAL

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la Hora IMBABurA-CArChIEE

Casi a los tres meses de esta horrible ca-tástrofe que significó el te-rremoto del 14 de agosto de

1868, el Cabildo reunido el 14 de noviembre, ya se preocupa de la rehabilitación de la bella y progresista Ibarra, toman-do como base la nota del Jefe Civil, que dice que era el mo-mento de resolver la reinstala-ción de la ciudad en el mismo lugar de su fundación, en vir-tud de ser este extenso valle el más apropiado y de existir abundante material de cons-trucción.

Expresa, además, los pri-mordiales trabajos que deben realizarse para el efecto.

Pese a este proyecto, con-tinúa la incertidumbre sobre el lugar a escogerse para le-vantar a la nueva población. Para resolver este problema, el Ilustre Municipio, en sesión

del 29 de noviembre, trata este asunto.

Unos pobladores tenían el criterio de bajar a la ciudad extinguida; otros querían quedarse definitivamente en el asiento provisional de La Esperanza. Frente a estas dos posiciones, el Cabildo se reúne nuevamente el 2 de diciembre y, luego de algunas delibe-raciones, el Vicepresidente expresa que debe dirigirse al Supremo Gobierno manifes-tándole que la nueva Ibarra convenía, por varias razones, edificarla hacia la parte sur del barrio de San Francisco.

Los Ediles, en cambio, en sesión del 17 de mayo de 1.869, vuelven a insistir en recons-truir a la población en el anti-guo solar.

Para esto, el Presidente so-licita a los miembros pronun-ciarse por esta proposición.

Por otra parte, el conce-jal Peñaherrera da a conocer que, en la Asamblea Popular

realizada en la improvisada catedral, la mayoría de los ha-bitantes pedían que la nacien-te ciudad se restablezca en los mismos Llanos de Santa Ma-ría de La Esperanza.

La mano de un líderEn enero de 1.869, el Dr. Ga-briel García Moreno asciende de nuevo al poder y gracias a su gran influencia, la Conven-ción Nacional expide un De-creto el 14 de julio, ordenando el pronto restablecimiento de las ciudades destruidas por el violento terremoto y señalan-do los fondos necesarios para la restauración.

Con esta finalidad, la Ilus-tre Municipalidad, en sesión del 19 de julio del referido año, discute y aprueba la Ordenan-za respectiva para la reedifica-ción de Ibarra, en cuyos artí-culos constan disposiciones referentes al ensanche de las calles, a la altura de las edifi-caciones, a la prohibición de

Delegación Provincial de Imbabura

Expresa un saludo reverente a todas y todos los ibarreños al celebrar un aniversario más del hecho histórico del Retorno de las y los ibarreños a la ciudad, tras el terremoto que soportó Ibarra el 16 de agosto de 1868.

Al celebrar 142 años de aquel hecho histórico, presagiamos bienaventuranza y prosperidad a un pueblo pujante y luchador; con la ilusión de seguir juntando las manos para engrandecer la historia de la ciudad blanca a la que siempre se vuelve.

La Delegación Provincial Imbabura del Consejo Nacional Electoral

¡Que viva Ibarra!

Construyendo Democracia

Dra. Roxana Silva Ch. Consejera del CNE

Coordinadora Zona 1

Msc. Patricio Andrade RuizDirector del Consejo

Nacional Electoral Delegación Provincial de Imbabura

www.cne.gob.ec www.roxanasilva.comTwitter @roxanasilvach @cnegobec @cneimbabura

El REtoRno, dEsdE El aRchivo municipal

Los libros y do-cumentos que se guardan ce-losamente en el Cabildo iba-rreño narran lo ocurrido luego del fatídico terremoto de 1868.

por: ErnEsto proaño andradE

CaLaMIdad. Las chozas en las que pernoctaron los ibarreños en Santa María de La Esperanza.

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CaLLE. La carrera Sucre, junto al actual parque Pedro Moncayo.

sEdE. El Palacio Episcopal de Ibarra.

HoMEnaJE. Monumento a Abdón Calderón, héroe de la independencia ecuatoriana, ubicado en el actual parque de San Agustín.

LoCaL. Una vista exterior de la escuela La Inmaculada Concepción en 1906.

tradICIÓn. Diciembre es el mes mayor en Atuntaqui. El 31 se arma una verdadera fiesta.

rELIGIÓn. Conjunto Arquitectónico de la Basílica de la Merced.

paraIso. La Laguna de Yahuarcocha siempre cautivó a los ibarreños y a los turistas.

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ESPECIAL

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la Hora IMBABurA-CArChIA16lunes28 dE ABrIL 2014la Hora IMBABurA-CArChI

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OlmedoTelfs: 062 910 060

Saluda a IbarraEn sus �estas por los 142 años del Retorno

introducir las aguas a la ciudad y otras más.

Por fin, el 18 de marzo de 1.870, en una asamblea pú-blica, gracias a las brillantes y patrióticas intervenciones del Canónigo Dr. Mariano Acosta y del profesor José Nicolás Vacas, se resuelve, definitivamente rehacer a la urbe destruida en el mismo lugar donde fue fundada por el intrépido Capitán Cristóbal de Troya. El Dr. Acosta decía: “Siendo Ibarra mi ciudad na-tal, lo miro siempre y deseo la reedificación en su propio sitio”.

En 1871, la población sigue viviendo en Santa María de la Esperanza, pero las obras en la antigua ciudad prosiguen lentas, aunque satisfactoria-mente.

El 13 de febrero de 1872 el Obispo de Ibarra, Monseñor Thomas Iturralde, comuni-ca al presidente Dr. Gabriel García Moreno, la resolución Eclesiástica de bajar desde la Esperanza para vivir en Iba-rra, esta comunicación, es bien recibida por el Primer Mandatario, y le contesta. “Escribo al Gobernador, para que se prepare a bajar en todo el mes de abril con las auto-ridades, escue¬las, oficinas y la guarnición militar, aún que sea a vivir en tiendas de cam-paña o ha cielo raso”.

Ese mismo día, por inter-medio del Ministro del Inte-rior, escribe al Gobernador de Imbabura, ordenándole. “Que todas las oficinas públi-cas, el 22 del presente se tras-laden a la ciudad de Ibarra”

Una vez, reconstruida la ciudad, el Dr. Gabriel García Moreno, dicta un Decreto en el sentido que debe celebrar-se cada año el regreso de los moradores a la Villa de San Miguel de Ibarra.

Posteriormente, el 14 de abril de 1.872, el Gobernador Juan Manuel España, tam-bién emite un decreto en el mismo sentido:

“Que se celebre cada año, el regreso de los Ibarreños a su antiguo solar”. Desde el despacho de la Gobernación en la Espe¬ranza, se expide el siguiente Decreto:

Considerando:“Que para atender más efi-caz e inmediatamente a la reparación de las ruinas de la Ciudad Capital de es¬ta Provincia, dar cumplimiento a la resolución popular acor-dada en la sesión pública del 18 de marzo de 1.870 y llenar la voluntad y disposición de la Legisla¬ción última y del Supremo Gobierno de la Na-ción, es indispensable tras-ladar cuanto antes todos los despa¬chos a la ciudad de Ibarra”.

Decreta:Artículo 1. “Desde el 22 del presente mes, se establecerán en la ciudad de Ibarra, to-das las oficinas de despacho, tanto Políticas, como Muni-

cipales y judiciales y la Guar-nición militar, desde aquella fecha, se dirigirán a dicha ciudad, cuantos con comuni-caciones oficiales y asuntos, tengan relación con los Servi-cios públicos”. El documento lo firma Juan Manuel España, gobernador, y Luis. F. Lara, como secretario.

Los mil residentes se aprestan a cumplir la or-den emanada de la autori-dad provincial, pese a cierta re¬sistencia de algunas per-sonas.

Por consecuencia del De-creto de la Convención Na-cional del 14 de julio y la re-solución popular de 1870, los ibarreños vuelven gozosos y esperanzados a establecerse en su antigua morada, des-pués de cerca de cuatro años de forzoso destierro.

Desde el día 20 se realiza la transportación desde La Esperanza, a la nueva comar-ca, todos los enseres y perte-nencias oficiales y de los po-bladores.

El lunes 22 de abril de 1872, a las 10:00, las autori-dades están listas, para el his-tórico retorno.

“Al evocar esta epopeya el amor a la tierra que nos vio nacer, golpea nuestra mente fragmentos de la inspiración del gran Vate Nicarag Aense Rubén Darío, nacido un año antes del terremoto: ya viene el cortejo, ya se oyen los cla-ros clarines, ya viene el corte-jo de los paladines”.

Entonces rompe la mar-cha la banda de guerra de la Guarnición militar, al redo-bles de tambores y cornetas desde Santa María de la Es-peranza hacia Ibarra; atrás, el Clero con su Obispo; siguen las autoridades civiles con el Gobernador, los señores Ca-bildantes y el pue¬blo en ge-neral, seguidos y custodiados por el personal de la Guarni-ción. Descienden todos con el alma henchida y los ojos per-lados en llanto de amor y de alegría.

Los asnos con su carga li-viana; los caballos con mon-turas improvisadas, llevaban sobre sus lomos a niños, mu-jeres y ancianos; mientras las carretas haladas por yuntas de bueyes, la carga más pesa-da, que van más lentas, pero más seguras. Toda una ver-dadera caravana conformaba el multicolor de sus prendas de vestir, que debían de po-nerse para entrar triunfantes a su tierra, a tomar su dere-cho, que jamás le perdieron. Remata el desfile, la Banda Municipal.

“Descienden por el que-bradizo terreno que se abre para esta histórica camina-ta, una moderada gradien-te hace menor el cansancio, y los caminantes, romeros in¬cansables en la reconquis-ta de su heredad, van regan-do a su paso migajas invisi-bles de semilla citadina. Las huellas de su calzado pobre o lujoso, como la de sus pies

descalzos, imprimen los trazos para que nazca por ese sendero la más bella y mejor avenida, que perennice es¬ta epopeya del amor a la tierra.

Y allí está para propios y ex-traños, la belleza apacible y se-rena de una calzada de algunos kilómetros de sucesión de pun-tos que une en hilera recta de íntegra urbanización hermosa. Santa María de la Esperanza y San Miguel de Ibarra, y que os-tenta en la nomenclatura de la ciudad, el más sustantivo nom-bre de “Avenida del Retorno”.

Llegó la caravana, el mismo día lunes 22 de abril de 1.872, a la ‘Ciudad Blanca’, a medio día y a los gritos de ¡Viva Ibarra, jamás morirás! entraron a la ciudad, ‘A la que siempre se vuelve’,...a esta Ibarra. “Siempre Eterna” e “Indomable”.

Al otro día, martes 23, el es-cribano Manuel Jaramillo, otorgó la primera escritura de compra - venta de un solar para vivienda, a favor de uno de los nuevos po-bladores de Ibarra. Con fecha 27 y mediante oficio, se anuncia que al día siguiente, domingo 28, ten-

drá lugar la solemne bendición de la renaciente población, que va a levan¬tarse risueña sobre sus propias entrañas. El 28 de abril de 1.87, en una improvisada capilla de Nuestra Señora de la Merced, se congregan todas las autoridades civiles, religiosas, municipales, la guarnición militar y el pueblo en general, y de aquí se dirigen, en procesión, a la plaza principal, hoy Parque Pedro Moncayo y mediante suntuosas ceremonias religiosas, el Ilustrísimo Obispo Tomás Antonio Iturralde bendice a la nueva Ibarra.

PERSONAJE. Juan Manuel España, gobernador de Ibarra (1868-1874).

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GUARNICIóN. El cuartel Militar ubicado junto al actual parque de La Merced.

La ‘Ciudad Blanca’ guarda una historia que se teje al calor de los momentos difíciles. Tras el terremoto de 1868, los habitantes regresaron a levantar una ciudad que había sido devastada y que el gobierno de Gabriel García Moreno impulsó para su reconstrucción. Algunas fotografías de ese proceso constan en el Archivo de la Municipalidad de Ibarra. Aquí una muestra de esas imágenes que hablan del trabajo de la gente y el amor por su tierra. (TCOD)

INFRAESTRUCTURA. El palacio del Municipio de Ibarra.

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TRABAJO. La Casa de Artes y Oficios de Ibarra.

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ESPECIAL

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142 AÑOS DEL RETORNO

SALUDA A IBARRA EN SUS FIESTAS POR LOS

Enaltece la labor de sus autoridades y el trabajo tesonero de su gente noble y emprendedora, principales gestores del engrandecimiento y desarrollo de este hermoso cantón.

Sr. Saúl CisnerosPRESIDENTE

Ing. Norma VásquezGERENETE GENERAL

Desde Impulsando el desarrollo de Imbabura

OFICINA MATRIZDirección: Hermanos Mideros 633 y 27 de NoviembreTeléfonos: (593) 062 932-169 062 932-063 062 932-365San Antonio de Ibarra - Ecuador

AGENCIA ATUNTAQUIDirección: Av. Salinas y Atahualpa 14-07Teléfono: (593) 062 910-230

AGENCIA IBARRADirección: Olmedo 9-79 entre Velasco y Pedro MoncayoTeléfono: (593) 062 600-277 /062 600-270

ESPECIAL

A15lunes28 dE ABrIL 2014

la Hora IMBABurA-CArChIE

HISTORIA. Hermanos lasallanos e ibarreños junto a la destruida iglesia de La Compañía, aún en pie en 1906.

FIESTA. Fotografía actual de la celebración de El Retorno, memoria colectiva de Ibarra.

El loco Sandoval recorre las estrechas calles de Otavalo pro-nosticando el fin del Mundo. En Ibarra, el cura Joaquín Jibaja profetiza calamidades porque los ibarreños están abandonados a la perdición de las fiestas, las cartas y otros vicios indignos, como el juego de prendas. Hace más de 200 años, en Quito, Mariana de Jesús, se ofreció en cuerpo y alma, como ofrenda para aplacar los terremotos de una

ciudad impía.Hace mucho tiempo que los ejércitos del Libertador, Simón Bolívar,

pasaron por estas tierras en la denominada Batalla de Ibarra, pero la mentalidad colonial –la expiación de Culpas y el Miedo, que ha impuesto

Ibarra: la urbe surge de las cenIzas

Los hechos vividos durante la ca-tástrofe y el posterior retorno de los ibarreños e ibarreñas a su tie-rra natal.

pOR:JuAn CARLOS MORALES MEJíAMAgíSTER En CuLTuRA

la Iglesia- no hay como sacarla aún de las cabezas.

Es el 15 de agosto de 1868, día de fiesta. En Ibarra, se rea-liza una celebración religiosa que deriva en una algarabía de danzantes, saraos, pólvora y polleras al aire. Por la maña-na se ha sentido un leve tem-blor que, en El Ángel, ya ha destruido a medio poblado. A la 01:15 de la madrugada, del domingo 16 de agosto, se escu-cha el tremolar de la tierra. En tres segundos, según refieren los cronistas, la bellísima Villa, como la conocían en la Colonia, es arrasada por uno de los te-rremotos más violentos que se tenga noticia, en un territorio donde las fuerzas telúricas no pactan con los dioses y se enfu-recen cuando quieren. Apenas seis días más tarde de la catás-trofe se ha podido auxiliar a las víctimas, muchas de las cuales han muerto por el abandono. 20.000 personas han perecido en toda Imbabura, de las cua-les aproximadamente 5.000 son de Ibarra, que tenía una población de 7.200 habitantes, además de Otavalo, Cotacachi, Atuntaqui y las pequeñas po-blaciones donde huyen despa-voridas de este fenómeno de la Naturaleza.

El Gobierno de Javier Espi-nosa designa a uno de los perso-najes más notables y polémicos de finales del siglo XIX, como jefe Civil y Militar de Imbabu-ra: Gabriel García Moreno, para aliviar a las poblaciones devas-tadas. En Caranqui, que no ha sufrido destrozos, escribe una

carta a los habitantes de Imba-bura:

“El horrible terremoto que ha arruinado vuestras antes florecientes poblaciones, sepultado en sus escom-bros a la mayor parte de vuestros deudos y amigos, no es la única de las espantosas calamidades que la cólera del Cielo, justamente irri-tado, ha derramado sobre nosotros. La desnudez y la miseria a que esta catástrofe ha reducido, y sobre todo la nube de bandidos que se ha lan-zado a buscar en el robo una infa-me ganancia, han puesto el colmo a vuestros desastres y convertido esta hermosa provincia en un vasto campo de desolación y muerte, de lágrimas y delitos (...) Los estragos horribles del terremoto del 16 han sido agravados por la conducta de las autoridades principales de esta provincia y por el estado de hostili-dad y rebelión de gran parte de la raza indígena, alentada por la de-bilidad y miedo de los que debieron reprimirla.

Se refiere a las acciones de comunidades indígenas que, al grito de “Viva Atahualpa”, se ensañan con los indefensos ibarreños, al igual que varios mercaderes que sin escrúpulos, -como parece ser su norma en tiempos de crisis- especulan con los productos.

Y allí, García Moreno “des-plegó su genio creador y orga-nizador”, como reconoce su ri-val Pedro Moncayo y Esparza, aquel ibarreño liberal comba-tivo que batalló también con la ignorancia, y donó parte de su fortuna para la primera escuela de niñas ibarreñas.

La ayuda llegó generosa-

mente de varios gobiernos amigos, como Perú, que entre-gó, además, de más de 40.000 soles, un empréstito amortiza-ble de un millón de pesos, por 25 años; Chile entregó 50.000 pesos; Francia, 20.000 fran-cos; Gran Bretaña 5.500 libras esterlinas; el Presidente de la República donó 200 pesos, y el futuro reconstructor de Ibarra, García Moreno, entregó 500 pesos, además de un esfuerzo infatigable hasta que sufrió un derrame cerebral, por lo que tuvo que abandonar su cargo, pero una vez como Presidente, 1872, sería clave para el reasen-tamiento de la urbe.

En sesión extraordinaria, el Municipio de Tulcán, decidió acopiar recursos voluntarios, que produjeron 111 cargas de papas, 23 reses y 23 pesos en dinero; Esmeraldas 2.036 pe-sos; Guayas, 2.500 pesos; Pi-chincha, 8.309 pesos; Tungu-rahua, 590 pesos; Chimborazo, 669 pesos; y la lejana Loja 1.014 pesos. El médico colombiano, Francisco Antonio Vélez, se negó a cobrar sus honorarios y donó al hospital de Caranqui, porque “como colombiano, es decir, como hermano del Ecua-dor, tengo con este país no sólo deberes de humanidad sino de patriotismo (...) porque me pa-rece vergonzoso venir a luchar con los sufrimientos, y las lágri-mas de tantos que padecen, y a ganar dinero sobre las ruinas de ciudades que fueron”.

Largos años vivieron los ibarreños en Santa María de La Esperanza. Eran 550 quienes

padecieron frío pero no des-memoria. De cuando en cuan-do, volvían a su amada tierra y, aunque los ánimos estaban divididos, resolvieron el rea-sentamiento en el mismo lu-gar. Nuevamente, el ímpetu de García Moreno, entonces Pre-sidente de Ecuador, es decisivo. En su primera llegada, ya ha-bía decidido el trazado en da-mero de la nueva ciudad, desde la esquina de un coco sobrevi-viente, y con calles amplias de 13 metros de ancho, como era la fisonomía de las nuevas ciu-dades modernas, que García Moreno había conocido en sus viajes a Europa. Por eso, la di-rección para delimitar la nueva urbe está a cargo del ingeniero Arturo Rodgers, y de 30 entu-siastas jóvenes ibarreños que son enviados a Quito para per-feccionarse en estos oficios.

Así, desde el 13 de abril de 1872, al cabo de cuatro años del suceso, comienza el re-torno de los ibarreños desde La Esperanza. “Entusiastas caravanas van cumpliendo la orden de retornar; unas, la mayoría, a pie; otras, a ca-ballo; los enseres a lomo de mula, y en carretas haladas por yuntas de bueyes, las car-gas más pesadas, que van len-

tas pero más seguras. El 28 de abril, un nuevo domingo y fiesta de la Virgen de las Mer-cedes, “se bendice a la ciudad y a nuestra cara patria”, se-gún informa el Gobernador, Juan Manuel España. El ca-nónigo Mariano Acosta, pro-clama un emotivo discurso:

“¡Ibarra! Patria mía, leván-tate del seno de las ruinas, y la diestra del Altísimo te embellece-rá. Tus calles serán espaciosas y pobladas. Tus plazas hermosas y afluidas de gentes de los mares. Un ángel de Dios velará en las al-turas de tus Andes, para contener los desenfrenos de la Naturaleza; y dejará el horizonte al amanecer de los felices días que te esperan”.

Por su parte, José Nicolás Vacas, que estuvo durante los cuatro años en La Esperanza, dice que esta fecha de 1872 tiene un significado similar a la fundación realizada en 1606, auspiciada por Miguel de Ibarra, cuando pensaba que “por dicho paraje abrir el camino más breve para Pana-má”. Ibarra, nuevamente, da la espalda al mar, pero no por largo tiempo.

No falta mucho para que el sueño de la llegada del tren alborote a los ibarreños de inicios del siglo XX.

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142 AÑOS DEL RETORNO

SALUDA A IBARRA EN SUS FIESTAS POR LOS

Enaltece la labor de sus autoridades y el trabajo tesonero de su gente noble y emprendedora, principales gestores del engrandecimiento y desarrollo de este hermoso cantón.

Sr. Saúl CisnerosPRESIDENTE

Ing. Norma VásquezGERENETE GENERAL

Desde Impulsando el desarrollo de Imbabura

OFICINA MATRIZDirección: Hermanos Mideros 633 y 27 de NoviembreTeléfonos: (593) 062 932-169 062 932-063 062 932-365San Antonio de Ibarra - Ecuador

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HISTORIA. Hermanos lasallanos e ibarreños junto a la destruida iglesia de La Compañía, aún en pie en 1906.

FIESTA. Fotografía actual de la celebración de El Retorno, memoria colectiva de Ibarra.

El loco Sandoval recorre las estrechas calles de Otavalo pro-nosticando el fin del Mundo. En Ibarra, el cura Joaquín Jibaja profetiza calamidades porque los ibarreños están abandonados a la perdición de las fiestas, las cartas y otros vicios indignos, como el juego de prendas. Hace más de 200 años, en Quito, Mariana de Jesús, se ofreció en cuerpo y alma, como ofrenda para aplacar los terremotos de una

ciudad impía.Hace mucho tiempo que los ejércitos del Libertador, Simón Bolívar,

pasaron por estas tierras en la denominada Batalla de Ibarra, pero la mentalidad colonial –la expiación de Culpas y el Miedo, que ha impuesto

Ibarra: la urbe surge de las cenIzas

Los hechos vividos durante la ca-tástrofe y el posterior retorno de los ibarreños e ibarreñas a su tie-rra natal.

pOR:JuAn CARLOS MORALES MEJíAMAgíSTER En CuLTuRA

la Iglesia- no hay como sacarla aún de las cabezas.

Es el 15 de agosto de 1868, día de fiesta. En Ibarra, se rea-liza una celebración religiosa que deriva en una algarabía de danzantes, saraos, pólvora y polleras al aire. Por la maña-na se ha sentido un leve tem-blor que, en El Ángel, ya ha destruido a medio poblado. A la 01:15 de la madrugada, del domingo 16 de agosto, se escu-cha el tremolar de la tierra. En tres segundos, según refieren los cronistas, la bellísima Villa, como la conocían en la Colonia, es arrasada por uno de los te-rremotos más violentos que se tenga noticia, en un territorio donde las fuerzas telúricas no pactan con los dioses y se enfu-recen cuando quieren. Apenas seis días más tarde de la catás-trofe se ha podido auxiliar a las víctimas, muchas de las cuales han muerto por el abandono. 20.000 personas han perecido en toda Imbabura, de las cua-les aproximadamente 5.000 son de Ibarra, que tenía una población de 7.200 habitantes, además de Otavalo, Cotacachi, Atuntaqui y las pequeñas po-blaciones donde huyen despa-voridas de este fenómeno de la Naturaleza.

El Gobierno de Javier Espi-nosa designa a uno de los perso-najes más notables y polémicos de finales del siglo XIX, como jefe Civil y Militar de Imbabu-ra: Gabriel García Moreno, para aliviar a las poblaciones devas-tadas. En Caranqui, que no ha sufrido destrozos, escribe una

carta a los habitantes de Imba-bura:

“El horrible terremoto que ha arruinado vuestras antes florecientes poblaciones, sepultado en sus escom-bros a la mayor parte de vuestros deudos y amigos, no es la única de las espantosas calamidades que la cólera del Cielo, justamente irri-tado, ha derramado sobre nosotros. La desnudez y la miseria a que esta catástrofe ha reducido, y sobre todo la nube de bandidos que se ha lan-zado a buscar en el robo una infa-me ganancia, han puesto el colmo a vuestros desastres y convertido esta hermosa provincia en un vasto campo de desolación y muerte, de lágrimas y delitos (...) Los estragos horribles del terremoto del 16 han sido agravados por la conducta de las autoridades principales de esta provincia y por el estado de hostili-dad y rebelión de gran parte de la raza indígena, alentada por la de-bilidad y miedo de los que debieron reprimirla.

Se refiere a las acciones de comunidades indígenas que, al grito de “Viva Atahualpa”, se ensañan con los indefensos ibarreños, al igual que varios mercaderes que sin escrúpulos, -como parece ser su norma en tiempos de crisis- especulan con los productos.

Y allí, García Moreno “des-plegó su genio creador y orga-nizador”, como reconoce su ri-val Pedro Moncayo y Esparza, aquel ibarreño liberal comba-tivo que batalló también con la ignorancia, y donó parte de su fortuna para la primera escuela de niñas ibarreñas.

La ayuda llegó generosa-

mente de varios gobiernos amigos, como Perú, que entre-gó, además, de más de 40.000 soles, un empréstito amortiza-ble de un millón de pesos, por 25 años; Chile entregó 50.000 pesos; Francia, 20.000 fran-cos; Gran Bretaña 5.500 libras esterlinas; el Presidente de la República donó 200 pesos, y el futuro reconstructor de Ibarra, García Moreno, entregó 500 pesos, además de un esfuerzo infatigable hasta que sufrió un derrame cerebral, por lo que tuvo que abandonar su cargo, pero una vez como Presidente, 1872, sería clave para el reasen-tamiento de la urbe.

En sesión extraordinaria, el Municipio de Tulcán, decidió acopiar recursos voluntarios, que produjeron 111 cargas de papas, 23 reses y 23 pesos en dinero; Esmeraldas 2.036 pe-sos; Guayas, 2.500 pesos; Pi-chincha, 8.309 pesos; Tungu-rahua, 590 pesos; Chimborazo, 669 pesos; y la lejana Loja 1.014 pesos. El médico colombiano, Francisco Antonio Vélez, se negó a cobrar sus honorarios y donó al hospital de Caranqui, porque “como colombiano, es decir, como hermano del Ecua-dor, tengo con este país no sólo deberes de humanidad sino de patriotismo (...) porque me pa-rece vergonzoso venir a luchar con los sufrimientos, y las lágri-mas de tantos que padecen, y a ganar dinero sobre las ruinas de ciudades que fueron”.

Largos años vivieron los ibarreños en Santa María de La Esperanza. Eran 550 quienes

padecieron frío pero no des-memoria. De cuando en cuan-do, volvían a su amada tierra y, aunque los ánimos estaban divididos, resolvieron el rea-sentamiento en el mismo lu-gar. Nuevamente, el ímpetu de García Moreno, entonces Pre-sidente de Ecuador, es decisivo. En su primera llegada, ya ha-bía decidido el trazado en da-mero de la nueva ciudad, desde la esquina de un coco sobrevi-viente, y con calles amplias de 13 metros de ancho, como era la fisonomía de las nuevas ciu-dades modernas, que García Moreno había conocido en sus viajes a Europa. Por eso, la di-rección para delimitar la nueva urbe está a cargo del ingeniero Arturo Rodgers, y de 30 entu-siastas jóvenes ibarreños que son enviados a Quito para per-feccionarse en estos oficios.

Así, desde el 13 de abril de 1872, al cabo de cuatro años del suceso, comienza el re-torno de los ibarreños desde La Esperanza. “Entusiastas caravanas van cumpliendo la orden de retornar; unas, la mayoría, a pie; otras, a ca-ballo; los enseres a lomo de mula, y en carretas haladas por yuntas de bueyes, las car-gas más pesadas, que van len-

tas pero más seguras. El 28 de abril, un nuevo domingo y fiesta de la Virgen de las Mer-cedes, “se bendice a la ciudad y a nuestra cara patria”, se-gún informa el Gobernador, Juan Manuel España. El ca-nónigo Mariano Acosta, pro-clama un emotivo discurso:

“¡Ibarra! Patria mía, leván-tate del seno de las ruinas, y la diestra del Altísimo te embellece-rá. Tus calles serán espaciosas y pobladas. Tus plazas hermosas y afluidas de gentes de los mares. Un ángel de Dios velará en las al-turas de tus Andes, para contener los desenfrenos de la Naturaleza; y dejará el horizonte al amanecer de los felices días que te esperan”.

Por su parte, José Nicolás Vacas, que estuvo durante los cuatro años en La Esperanza, dice que esta fecha de 1872 tiene un significado similar a la fundación realizada en 1606, auspiciada por Miguel de Ibarra, cuando pensaba que “por dicho paraje abrir el camino más breve para Pana-má”. Ibarra, nuevamente, da la espalda al mar, pero no por largo tiempo.

No falta mucho para que el sueño de la llegada del tren alborote a los ibarreños de inicios del siglo XX.

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Saluda a IbarraEn sus �estas por los 142 años del Retorno

introducir las aguas a la ciudad y otras más.

Por fin, el 18 de marzo de 1.870, en una asamblea pú-blica, gracias a las brillantes y patrióticas intervenciones del Canónigo Dr. Mariano Acosta y del profesor José Nicolás Vacas, se resuelve, definitivamente rehacer a la urbe destruida en el mismo lugar donde fue fundada por el intrépido Capitán Cristóbal de Troya. El Dr. Acosta decía: “Siendo Ibarra mi ciudad na-tal, lo miro siempre y deseo la reedificación en su propio sitio”.

En 1871, la población sigue viviendo en Santa María de la Esperanza, pero las obras en la antigua ciudad prosiguen lentas, aunque satisfactoria-mente.

El 13 de febrero de 1872 el Obispo de Ibarra, Monseñor Thomas Iturralde, comuni-ca al presidente Dr. Gabriel García Moreno, la resolución Eclesiástica de bajar desde la Esperanza para vivir en Iba-rra, esta comunicación, es bien recibida por el Primer Mandatario, y le contesta. “Escribo al Gobernador, para que se prepare a bajar en todo el mes de abril con las auto-ridades, escue¬las, oficinas y la guarnición militar, aún que sea a vivir en tiendas de cam-paña o ha cielo raso”.

Ese mismo día, por inter-medio del Ministro del Inte-rior, escribe al Gobernador de Imbabura, ordenándole. “Que todas las oficinas públi-cas, el 22 del presente se tras-laden a la ciudad de Ibarra”

Una vez, reconstruida la ciudad, el Dr. Gabriel García Moreno, dicta un Decreto en el sentido que debe celebrar-se cada año el regreso de los moradores a la Villa de San Miguel de Ibarra.

Posteriormente, el 14 de abril de 1.872, el Gobernador Juan Manuel España, tam-bién emite un decreto en el mismo sentido:

“Que se celebre cada año, el regreso de los Ibarreños a su antiguo solar”. Desde el despacho de la Gobernación en la Espe¬ranza, se expide el siguiente Decreto:

Considerando:“Que para atender más efi-caz e inmediatamente a la reparación de las ruinas de la Ciudad Capital de es¬ta Provincia, dar cumplimiento a la resolución popular acor-dada en la sesión pública del 18 de marzo de 1.870 y llenar la voluntad y disposición de la Legisla¬ción última y del Supremo Gobierno de la Na-ción, es indispensable tras-ladar cuanto antes todos los despa¬chos a la ciudad de Ibarra”.

Decreta:Artículo 1. “Desde el 22 del presente mes, se establecerán en la ciudad de Ibarra, to-das las oficinas de despacho, tanto Políticas, como Muni-

cipales y judiciales y la Guar-nición militar, desde aquella fecha, se dirigirán a dicha ciudad, cuantos con comuni-caciones oficiales y asuntos, tengan relación con los Servi-cios públicos”. El documento lo firma Juan Manuel España, gobernador, y Luis. F. Lara, como secretario.

Los mil residentes se aprestan a cumplir la or-den emanada de la autori-dad provincial, pese a cierta re¬sistencia de algunas per-sonas.

Por consecuencia del De-creto de la Convención Na-cional del 14 de julio y la re-solución popular de 1870, los ibarreños vuelven gozosos y esperanzados a establecerse en su antigua morada, des-pués de cerca de cuatro años de forzoso destierro.

Desde el día 20 se realiza la transportación desde La Esperanza, a la nueva comar-ca, todos los enseres y perte-nencias oficiales y de los po-bladores.

El lunes 22 de abril de 1872, a las 10:00, las autori-dades están listas, para el his-tórico retorno.

“Al evocar esta epopeya el amor a la tierra que nos vio nacer, golpea nuestra mente fragmentos de la inspiración del gran Vate Nicarag Aense Rubén Darío, nacido un año antes del terremoto: ya viene el cortejo, ya se oyen los cla-ros clarines, ya viene el corte-jo de los paladines”.

Entonces rompe la mar-cha la banda de guerra de la Guarnición militar, al redo-bles de tambores y cornetas desde Santa María de la Es-peranza hacia Ibarra; atrás, el Clero con su Obispo; siguen las autoridades civiles con el Gobernador, los señores Ca-bildantes y el pue¬blo en ge-neral, seguidos y custodiados por el personal de la Guarni-ción. Descienden todos con el alma henchida y los ojos per-lados en llanto de amor y de alegría.

Los asnos con su carga li-viana; los caballos con mon-turas improvisadas, llevaban sobre sus lomos a niños, mu-jeres y ancianos; mientras las carretas haladas por yuntas de bueyes, la carga más pesa-da, que van más lentas, pero más seguras. Toda una ver-dadera caravana conformaba el multicolor de sus prendas de vestir, que debían de po-nerse para entrar triunfantes a su tierra, a tomar su dere-cho, que jamás le perdieron. Remata el desfile, la Banda Municipal.

“Descienden por el que-bradizo terreno que se abre para esta histórica camina-ta, una moderada gradien-te hace menor el cansancio, y los caminantes, romeros in¬cansables en la reconquis-ta de su heredad, van regan-do a su paso migajas invisi-bles de semilla citadina. Las huellas de su calzado pobre o lujoso, como la de sus pies

descalzos, imprimen los trazos para que nazca por ese sendero la más bella y mejor avenida, que perennice es¬ta epopeya del amor a la tierra.

Y allí está para propios y ex-traños, la belleza apacible y se-rena de una calzada de algunos kilómetros de sucesión de pun-tos que une en hilera recta de íntegra urbanización hermosa. Santa María de la Esperanza y San Miguel de Ibarra, y que os-tenta en la nomenclatura de la ciudad, el más sustantivo nom-bre de “Avenida del Retorno”.

Llegó la caravana, el mismo día lunes 22 de abril de 1.872, a la ‘Ciudad Blanca’, a medio día y a los gritos de ¡Viva Ibarra, jamás morirás! entraron a la ciudad, ‘A la que siempre se vuelve’,...a esta Ibarra. “Siempre Eterna” e “Indomable”.

Al otro día, martes 23, el es-cribano Manuel Jaramillo, otorgó la primera escritura de compra - venta de un solar para vivienda, a favor de uno de los nuevos po-bladores de Ibarra. Con fecha 27 y mediante oficio, se anuncia que al día siguiente, domingo 28, ten-

drá lugar la solemne bendición de la renaciente población, que va a levan¬tarse risueña sobre sus propias entrañas. El 28 de abril de 1.87, en una improvisada capilla de Nuestra Señora de la Merced, se congregan todas las autoridades civiles, religiosas, municipales, la guarnición militar y el pueblo en general, y de aquí se dirigen, en procesión, a la plaza principal, hoy Parque Pedro Moncayo y mediante suntuosas ceremonias religiosas, el Ilustrísimo Obispo Tomás Antonio Iturralde bendice a la nueva Ibarra.

PERSONAJE. Juan Manuel España, gobernador de Ibarra (1868-1874).

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GUARNICIóN. El cuartel Militar ubicado junto al actual parque de La Merced.

La ‘Ciudad Blanca’ guarda una historia que se teje al calor de los momentos difíciles. Tras el terremoto de 1868, los habitantes regresaron a levantar una ciudad que había sido devastada y que el gobierno de Gabriel García Moreno impulsó para su reconstrucción. Algunas fotografías de ese proceso constan en el Archivo de la Municipalidad de Ibarra. Aquí una muestra de esas imágenes que hablan del trabajo de la gente y el amor por su tierra. (TCOD)

INFRAESTRUCTURA. El palacio del Municipio de Ibarra.

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TRABAJO. La Casa de Artes y Oficios de Ibarra.

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Casi a los tres meses de esta horrible ca-tástrofe que significó el te-rremoto del 14 de agosto de

1868, el Cabildo reunido el 14 de noviembre, ya se preocupa de la rehabilitación de la bella y progresista Ibarra, toman-do como base la nota del Jefe Civil, que dice que era el mo-mento de resolver la reinstala-ción de la ciudad en el mismo lugar de su fundación, en vir-tud de ser este extenso valle el más apropiado y de existir abundante material de cons-trucción.

Expresa, además, los pri-mordiales trabajos que deben realizarse para el efecto.

Pese a este proyecto, con-tinúa la incertidumbre sobre el lugar a escogerse para le-vantar a la nueva población. Para resolver este problema, el Ilustre Municipio, en sesión

del 29 de noviembre, trata este asunto.

Unos pobladores tenían el criterio de bajar a la ciudad extinguida; otros querían quedarse definitivamente en el asiento provisional de La Esperanza. Frente a estas dos posiciones, el Cabildo se reúne nuevamente el 2 de diciembre y, luego de algunas delibe-raciones, el Vicepresidente expresa que debe dirigirse al Supremo Gobierno manifes-tándole que la nueva Ibarra convenía, por varias razones, edificarla hacia la parte sur del barrio de San Francisco.

Los Ediles, en cambio, en sesión del 17 de mayo de 1.869, vuelven a insistir en recons-truir a la población en el anti-guo solar.

Para esto, el Presidente so-licita a los miembros pronun-ciarse por esta proposición.

Por otra parte, el conce-jal Peñaherrera da a conocer que, en la Asamblea Popular

realizada en la improvisada catedral, la mayoría de los ha-bitantes pedían que la nacien-te ciudad se restablezca en los mismos Llanos de Santa Ma-ría de La Esperanza.

La mano de un líderEn enero de 1.869, el Dr. Ga-briel García Moreno asciende de nuevo al poder y gracias a su gran influencia, la Conven-ción Nacional expide un De-creto el 14 de julio, ordenando el pronto restablecimiento de las ciudades destruidas por el violento terremoto y señalan-do los fondos necesarios para la restauración.

Con esta finalidad, la Ilus-tre Municipalidad, en sesión del 19 de julio del referido año, discute y aprueba la Ordenan-za respectiva para la reedifica-ción de Ibarra, en cuyos artí-culos constan disposiciones referentes al ensanche de las calles, a la altura de las edifi-caciones, a la prohibición de

Delegación Provincial de Imbabura

Expresa un saludo reverente a todas y todos los ibarreños al celebrar un aniversario más del hecho histórico del Retorno de las y los ibarreños a la ciudad, tras el terremoto que soportó Ibarra el 16 de agosto de 1868.

Al celebrar 142 años de aquel hecho histórico, presagiamos bienaventuranza y prosperidad a un pueblo pujante y luchador; con la ilusión de seguir juntando las manos para engrandecer la historia de la ciudad blanca a la que siempre se vuelve.

La Delegación Provincial Imbabura del Consejo Nacional Electoral

¡Que viva Ibarra!

Construyendo Democracia

Dra. Roxana Silva Ch. Consejera del CNE

Coordinadora Zona 1

Msc. Patricio Andrade RuizDirector del Consejo

Nacional Electoral Delegación Provincial de Imbabura

www.cne.gob.ec www.roxanasilva.comTwitter @roxanasilvach @cnegobec @cneimbabura

El REtoRno, dEsdE El aRchivo municipal

Los libros y do-cumentos que se guardan ce-losamente en el Cabildo iba-rreño narran lo ocurrido luego del fatídico terremoto de 1868.

por: ErnEsto proaño andradE

CaLaMIdad. Las chozas en las que pernoctaron los ibarreños en Santa María de La Esperanza.

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CaLLE. La carrera Sucre, junto al actual parque Pedro Moncayo.

sEdE. El Palacio Episcopal de Ibarra.

HoMEnaJE. Monumento a Abdón Calderón, héroe de la independencia ecuatoriana, ubicado en el actual parque de San Agustín.

LoCaL. Una vista exterior de la escuela La Inmaculada Concepción en 1906.

tradICIÓn. Diciembre es el mes mayor en Atuntaqui. El 31 se arma una verdadera fiesta.

rELIGIÓn. Conjunto Arquitectónico de la Basílica de la Merced.

paraIso. La Laguna de Yahuarcocha siempre cautivó a los ibarreños y a los turistas.

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EspECiAL

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Al cumplirse 142 años del épico retorno del pueblo ibarreño a su querida ciudad devastada por el terremoto de 1868.

Rinde homenaje a Ibarra por su perseverante lucha hacia el progreso, en la que nuestra institución ha sido ariete fundamental en estas última tres décadas, formando al talento humano que se constituye en pionero del desarrollo del norte del País.

Como homenaje a su pujante esfuerzo adelanto, rati�camos nuestro compromiso de continuar siendo el referente de la educación superior, en procura de hacer de nuestra región, el más grande orgullo de la patria.

Ciencia y técnica al servicio del pueblo

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El expresidente de la República ordenó en 1869 la reconstrucción de las ciuda-des afectadas por el terremoto.

FIGURA. Gabriel García Moreno fue presidente del Ecuador en 1861-1865 y 1869-1875.

Cuando Gabriel Gar-cía Moreno asumió la presidencia del Ecuador, el primer pedido de los cabil-dos fue restablecer

las ciudades devastadas por el terremoto. El mandatario vio el estado de emergencia en el que se encontraban los ibarreños asi-lados en La Esperanza y expidió el decreto el 19 de julio.

En el documento se detalla-ban los trabajos que debían ha-cerse en las ciudades para que los habitantes pudieran empezar una nueva vida. Con las gestio-nes de García Moreno, el 19 de julio de 1869, se reúnen las au-toridades del Cabildo ibarreño y luego de ocho meses se resuelve definitivamente empezar con los trabajos.

Luego de casi dos años el mandatario recibe la noticia de

que la ciudad estaba lista y que los habitantes regresarían para poblarla.

Vida del ex mandatarioEl guayaquileño Gabriel García Moreno nació el 6 de agosto de 1875. Antes de ser, durante dos ocasiones presidente de la Repú-blica, fue estadista, abogado, po-lítico y escritor. Cuenta la histo-ria que pertenecía a una antigua familia española, distinguida por su nobleza y méritos.

García Moreno fue el último de ocho hermanos y el quinto varón de su familia. Se mostró en su infancia como un chico tí-mido. Quedó huérfano de padre a los nueve años, cuando se pro-ducía la separación del Ecuador de la Gran Colombia. El antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced quedaba cerca de su casa, y uno de los frailes mer-

García Moreno, gestor de la refundación de Ibarra

cedario, el padre Betancourt, se hizo cargo de su educación.

A los 15 años de edad, García Moreno se muda a Quito para proseguir sus estudios. Pudo hacerlo gracias a dos hermanas del padre Betancourt, quienes vivían en la capital y que gene-rosamente le dieron alojamiento. Cursó la secundaria en el Colegio Nacional San Fernando. Hacia los 18 años se sintió llamado al sacerdocio y recibió las órdenes menores; pero la ráfaga de súbito misticismo no le duró tanto e in-gresó a estudiar jurisprudencia a la Universidad Central de Quito.

Al poderGabriel García Moreno busca, con una crítica estructurada, or-denar y gobernar en un país al que considera desorganizado y sumido en el caos. Antes de ser presidente; pacificó, en el lapso de tan sólo una semana, como enviado especial del presidente Roca, una violenta sublevación producida contra éste en Guaya-quil.

Asumió el mando de presi-dente del Ecuador en dos oca-siones (1861-1865 y 1869-1875), y falleció asesinado cuando había sido elegido para un tercer perío-do en las elecciones presidencia-les de 1875.

En su primera administra-ción se destacó por la unifica-ción del país-nación. Su segundo período fue el de organización y comenzó sus trabajos a nivel nacional, logrando un nivel de progreso material que fue opa-cado por la mala reputación que le dieron los liberales y marxis-

tas a su gobierno después de su muerte.

Su muerteEl 6 de agosto de 1875 el Pala-cio de Carondelet en Quito fue escenario del asesinato del pre-sidente Gabriel García Moreno. El mandatario ingresaba al lugar por la escalinata sur, luego de re-zar en la vecina Catedral, cuando un grupo de liberales apostados entre las columnas procedió a atacarlo a tiros y machetazos.

El grupo estaba conformado

por el colombiano Faustino Le-mus Rayo, exmilitar que había servido al Gobierno ‘Garciano’ y que lo atacó con salvaje saña con un machete, y los jóvenes inte-lectuales liberales: Roberto An-drade, Manuel Cornejo, Abelar-do Moncayo y Manuel Polanco, armados con pistolas.

García Moreno cayó mal he-rido del atrio del Palacio hacía la Plaza, y falleció una hora des-pués al pie de un altar de la veci-na Catedral Metropolitana, cerca de las 13:30. (RMMJ)

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