esparza, jose javier - la gran aventura del reino de asturias

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    Jos Javier Esparza La gran aventura del reino de Asturias

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    JJOOSSJJAAVVIIEERREESSPPAARRZZAA

    LLAAGGRRAANNAAVVEENNTTUURRAADDEELLRREEIINNOODDEE

    AASSTTUURRIIAASSAASSEEMMPPEEZZLLAARREECCOONNQQUUIISSTTAA

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    Para mis hijos.

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    Agradecimientos

    Con mi agradecimiento a Almudena Collado, Lartaun de Azumendi y

    Pedro Prez, que pusieron voz y msica a esta historia.

    A los fieles oyentes de la Estrella Polar de la COPE.

    Y a Lebato, Muniadona, Purello, Cristuvalo y todos los hroesannimos de aquellos tiempos de hierro, gracias a los cuales existimos losespaoles de hoy.

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    Prlogo

    Pese a quien pese, la Reconquista es uno de los procesos ms fascinantes de lahistoria universal. Ningn territorio ocupado por el islam tras su prodigiosa

    expansin en los siglos VII y VIII fue capaz de expulsar a los invasores. Ningunosalvo la Pennsula Ibrica. Naturalmente, puede discutirse la cualidad exacta de esareconquista, incluso la propiedad del trmino, pero el proceso histrico fue el quefue: a partir de 711, y como consecuencia de una invasin exterior, Espaa seislamiz; despus de varios siglos de avance cristiano, en un clima general de guerray con pocos lapsos de paz, el islam terminara siendo expulsado en 1492. Eso fue laReconquista.

    Cmo empez todo? Dnde? Por qu? Todo empez en un pequeo rincn delnorte de Espaa, en torno a Cangas de Ons, en Asturias. A partir de un minsculo

    ncleo de resistencia rural, limitado a unos pocos clanes campesinos y guerreros asnos salvajes, les llamaron despectivamente las crnicas musulmanas, seconstituy un espacio poltico precario, pero decidido a sobrevivir. Ese espacio,convertido en reino, se ampli inmediatamente a Cantabria y enseguida a Galicia.As naci el reino de Asturias, sin otro motor que la voluntad de no doblegarse anteel poder musulmn y sin ms elemento de cohesin que la cruz.

    Lo que este libro se propone contar es eso, cmo empez todo. Se trata de narrar lavida del reino de Asturias. Doscientos aos desde la batalla de Covadonga, en 722,hasta su transformacin en reino de Len en la segunda dcada del siglo X. Es una

    historia que se ha contado muchas veces y que ha ocupado a algunas de las mejorescabezas de la historiografa espaola, desde Snchez Albornoz hasta Luis Surez,pasando por Menndez Pidal y Julio Valden, por reducir a cuatro nombres unanmina que, en justicia, debera ser mucho ms amplia. Se ha contado muchas veces,s, pero parece que hoy se ha olvidado, particularmente por las generaciones ms

    jvenes. Por eso vale la pena contarlo todo otra vez. Como ste es un libro dedivulgacin, y no de investigacin, quede sentado desde ahora el agradecimiento delautor a todos los que en el mbito universitario se han inclinado sobre este periodode la historia de Espaa. Sin su trabajo, los divulgadores no tendramos nada que

    contar.

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    Y bien, qu contar? Todo cuanto sea posible. La peripecia del reino de Asturias esuna hazaa asombrosa. Aquella gente, encerrada en un minsculo enclave de podermilitar escaso y economa rudimentaria, tuvo que hacer frente a un enemigo

    extraordinariamente poderoso, cuya voluntad de dominacin se apoyaba en unosrecursos abundantes y en una determinacin religiosa inapelable. A los rebeldescristianos del norte les esperaban tiempos trgicos, dursimos, sometidos una y otravez a las campaas de saqueo musulmanas (las aceifas) que asolaban los campos ysembraban la esclavitud y la muerte, y eso un ao tras otro, sin apenas tregua. Esobjetivamente inconcebible que, pese a su clara inferioridad, el reino de Asturiaslograra sobrevivir, pero lo hizo. Y no slo logr sobrevivir, sino que, poco a poco, fueincorporando a los otros pueblos cristianos de la cornisa cantbrica. Y no slo eso,sino que, despus, empez a aventurarse al sur de la cordillera para repoblar lastierras llanas. Y tampoco slo eso, sino que, ms tarde, consigui mantener a raya alenemigo musulmn e incluso infligirle prdidas serias. Cmo fue posible semejanteprodigio? Eso es lo que aqu explicaremos.

    Es muy interesante tratar de meterse en la cabeza de los grandes personajes deaquel tiempo, los reyes y los condes y los obispos, que iban dejando su nombre en elamanecer de la Reconquista. La historiografa tradicional ha puesto a cada uno en susitio y nos brinda hoy un fresco especialmente vivo de esos dos siglos de aventura ytragedia. Pero en aquel tiempo y en aquel lugar no haba slo reyes, condes yobispos, sino tambin un pueblo que escriba la historia con el surco profundo de sus

    arados. La vida de ese pueblo nos resulta ms oscura, porque las fuentes histricassiempre se fijan ms en los grandes nombres que en los pequeos. Pero hay indiciossuficientes para reconstruir su peripecia en aquellos siglos del origen, y lo quepodemos adivinar es estremecedor.

    Los indicios son, a saber: diplomas de remotas fundaciones monacales que noshablan de pioneros en valles expuestos al peligro moro, testimonios del favor regiopara premiar el herosmo de tal o cual colono, fueros que organizaron por primeravez la vida de los repobladores como hombres libres en un espacio nuevo, rsticasiglesias que oscuros clrigos construyeron con sus propias manos, decenas de

    cadveres emparedados en una cueva del Pirineo, documentos que nos hablan delitigios y pleitos por tierras y montes... Y adems, lo que las crnicas cristianas ymorasnos cuentan.

    Hay muchas formas posibles de contar la vida del reino de Asturias, el principiode la Reconquista, pero, de todas ellas, quiz la ms sugestiva es inclinarse sobre lavida de aquellas gentes, los pequeos nombres. Quin sera Cristuvalo, el deBraosera? Cmo murieron los desdichados cuyos cuerpos se hallaron en la cuevade la Foradada? Los nombres de estas personas han sobrevivido a la escasez defuentes directas y por eso tienen valor de ejemplo. A partir de su huella en la historia

    podemos reconstruir un esquema general, del mismo modo que unos pocos fsilesnos permiten recomponer la anatoma de un saurio. Y una vez reconstruido el objeto,

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    lo que descubrimos es fascinante. Resummoslo as: por encima y por debajo dereyes y batallas, en realidad la Reconquista fue una gigantesca aventura popular, unenorme movimiento de gentes de a pie que buscaron en las tierras del sur una nueva

    vida ms libre, y que desafiaron todos los peligros para conquistarla. Despus

    slodespus los reyes y los condes sancionaran aquella expansin hacia el sur,incorporando las nuevas tierras al espacio poltico de la corona. Pero el impulsoinicial fue, siempre, obra de personas singulares.

    Esas personas son las verdaderas protagonistas de ese proceso asombroso que sellama Reconquista. Y en ellas hay que pensar cuando se escribe la crnica de dossiglos de aventura, de supervivencia, de resistencia y, al final, de victoria. Sussacrificios, su sudor y su sangre permitieron construir una comunidad poltica.

    Honrars a tu padre y a tu madre. Al fin y al cabo, de no ser por aquella gente,

    aquellos asnos salvajes, nosotros no existiramos hoy.

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    Captulo 1

    EL ORIGEN: LA INSURRECCIN DE LOS ASNOS SALVAJES

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    La batalla de Covadonga

    Estamos en 722. Hace once aos que los moros han invadido la Pennsula Ibricay, aprovechando la descomposicin del reino visigodo, se han hecho con el poder. El

    viejo reino godo, heredero de Roma, se ha hundido. El islam domina sin que nadiesea capaz de plantarle cara. Hasta ese ao de Nuestro Seor de 722.

    Viajemos a las montaas de Asturias, en la puerta de los Picos de Europa, cerca deCangas de Ons. All hay una cueva llamada Covadonga, es decir, Cueva Dominica,Cueva de Nuestra Seora. Se llama as porque es centro de un culto mariano; muyprobablemente era un lugar sagrado desde tiempo inmemorial. A esa cueva ha ido aparar un grupo de rebeldes cristianos. Covadonga es un lugar apto para refugiarse,un valle rodeado por montaas y tambin cerrado por montaas, con una nicasenda que escapa, precisamente, hacia las montaas. La historia no nos ha

    transmitido en qu momento del ao ocurri aquello. Podemos conjeturar que fue alfinal de la primavera, quizs en verano, porque la guerra, antiguamente, se detenaen invierno, cuando la naturaleza se renda al fro.

    Fijmonos ahora en los rebeldes. Son muy pocos, quizs unos cuantos centenares,tal vez menos. No hay slo guerreros, sino tambin mujeres y nios. Han acudido allhuyendo. Unos pocos meses antes se haban levantado contra los moros: se negabana pagar los impuestos que el gobernador musulmn exiga. Entonces comenz lapersecucin. Unos pocos hombres, desorganizados y mal armados, en modo algunopodan imponerse al poderoso invasor. Las tropas moras, disciplinadas y entrenadas,

    fueron acosando a los rebeldes cristianos valle tras valle. Los daos que los cristianospodan infligirles eran escasos. As llegaron los rebeldes, copados, al valle de Cangas,a la cueva de Covadonga.

    Quin mandaba a los rebeldes? Pelayo, un guerrero visigodo. Pero los rebeldesno eran slo visigodos, e incluso es muy probable que apenas hubiera godos entreellos; la mayora deban de ser astures, pobladores autctonos de la cornisacantbrica, que sin embargo haban encontrado en Pelayo a un lder capaz deacaudillar la resistencia. De Pelayo hablaremos despus, tambin de los astures.Ahora quedmonos con ese cuadro: el puado de rebeldes parapetados en su cueva.

    Y enfrente, el ejrcito ms poderoso de su tiempo.

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    Los moros, a decir verdad, no haban prestado gran atencin a aquellevantamiento de rebeldes cristianos: no dejaban de ser unos pocos cientos de nativosmal armados y peor alimentados. Pero el gobernador moro del norte peninsular, un

    berebere llamado Munuza, haba aprendido a desconfiar de las apariencias. Tenaque acabar con aquel foco de rebelda. Apurado, Munuza pidi refuerzos a Crdoba.Y el emir, Ambasa, accedi a enviar un cuerpo expedicionario al mando del generalAl Qama. Dicen las viejas crnicas que 180.000 islamitas acudieron a la llamada.Seguramente no fueron ms de 10.000. Suficientes, en todo caso, para acabar conaquellos pocos cientos de rebeldes cristianos encerrados en su cueva.

    As, en fin, se plante la batalla. Los cristianos, pocos y sin alimentos; los moros,muchos y bien armados. Pero el terreno jugaba a favor de los cristianos: mover a unejrcito numeroso por el laberinto asturiano de valles y montes, en una poca como el

    sigo VIII, sin carreteras ni puentes, era un calvario. Y los rebeldes, por el contrario,conocan el terreno palmo a palmo. Los moros intentaron un acuerdo diplomtico:enviaron a un obispo traidor, Don Oppas, para que convenciera a Pelayo de quedeba entregarse y abandonar toda resistencia. Pelayo se neg y dio la batalla. Lastropas de Al Qama terminaran siendo diezmadas. La Crnica de Albelda, fechada en881, en tiempos de Alfonso III, lo relat as:

    Pelayo estaba con sus compaeros en el monte Auseva y el ejrcito deAlkama lleg hasta l y alz innumerables tiendas frente a la entrada deuna cueva. El obispo Oppas subi a un montculo situado frente a la

    cueva y habl as a Rodrigo: Pelayo, Pelayo, dnde ests?. Elinterpelado se asom a una ventana y respondi: Aqu estoy. El obispodijo entonces: Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cmo hace pocose hallaba toda Espaa unida bajo el gobierno de los godos y brillaba msque los otros pases por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo,reunido todo el ejrcito de los godos, no pudo sostener el mpetu de losismaelitas, podrs t defenderte en la cima de este monte? Me parecedifcil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozars de muchosbienes y disfrutars de la amistad de los caldeos. Pelayo respondientonces: No leste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Seor

    llegar a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecer por lamisericordia de Dios?. El obispo contest: Verdaderamente, as estescrito. [...] Alkama mand entonces comenzar el combate, y lossoldados tomaron las armas. Se levantaron los fundbulos, se prepararonlas ondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas eincesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron lasmagnificencias del Seor: las piedras que salan de los fundbulos yllegaban a la casa de la Virgen Santa Mara, que estaba dentro de lacueva, se volvan contra los que la disparaban y mataban a los caldeos. Ycomo a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a

    quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga.

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    Esta crnica no es la nica versin de los hechos de Covadonga que ha llegadohasta nosotros. Hay otra, la versin mora, que es sustancialmente distinta. Es lacrnica de Al-Maqqari, muy posterior, de principios del XVII, aunque recoge fuentes

    anteriores, y que explica los hechos de esta otra manera:Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se

    levant en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entoncesempezaron los cristianos en Al Andalus a defender contra los musulmanes las tierrasque an quedaban en su poder, lo que no haban esperado lograr. Los islamistas,luchando contra los politestas y forzndoles a emigrar, se haban apoderado de supas hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y haban conquistadoPamplona en Galicia y no haba quedado sino la roca donde se refugia el seor(muluk) llamado Belay con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle

    hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compaa sinotreinta hombres y diez mujeres. Y no tenan qu comer sino la miel que tomaban dela dejada por la abejas en las hendiduras de la roca. La situacin de los musulmaneslleg a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo treinta asnos salvajes, qudao pueden hacernos?.

    La versin cristiana est, evidentemente, destinada a glorificar la resistencia dePelayo. La versin mora, inversamente, a restar importancia a lo que sucedi enCovadonga, dando a entender que los moros abandonaron voluntariamente el asediopor desprecio a los resistentes, aquellos asnos salvajes. Quin tiene razn? Qu

    versin est ms cerca de la verdad? Imposible saberlo. Sin embargo, el desarrolloposterior de los acontecimientos indica que los moros fueron, en efecto, derrotados,porque el hecho es que Munuza abandon Asturias y los astures pudieron organizarsu vida lejos del poder musulmn.

    Qu pas exactamente en Covadonga? Podemos reconstruirlo sin temor a faltardemasiado a la verdad. Los rebeldes cristianos, efectivamente pocos y mal armados,pero fuertes en un terreno que conocan, fueron atacados por los musulmanes. Estos,tal vez, habran podido obtener la victoria si se hubieran limitado a un asedio paramatar de hambre a los rebeldes. Pero, llevados probablemente del desprecio que

    sentan hacia aquellos asnos salvajes, cometieron el error de atacar. Un error, s,porque mover ejrcitos por un paraje como aqul, montaoso, y para ellosdesconocido, era arriesgarse al colapso. Ese motivo legendario de que las flechasmoras, al llegar hasta donde estaban los cristianos, daban la vuelta y volvan sobrelos atacantes, admite una interpretacin ms realista: cuando se lanza una flechahacia arriba, es difcil mantener la puntera. Eso sin contar con que las flechas,rebotando en la piedra, volvieran a caer por pura ley de la gravedad. Y todo indicaque un ejrcito as, desconcertado, atacado desde lo alto por piedras y flechas,incapaz de responder y de moverse, muy bien pudo ser desarbolado por la carga de

    unos pocos hombres decididos y que actuaran sobre un solo punto, como dice latradicin que hizo Pelayo. Sorprendidos, los moros trataron de retroceder hacia

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    terreno llano, en la campa de Cangas. Intilmente. En esa carga cuenta asimismo latradicin que muri Al Qama, el jefe musulmn, y que cay preso Don Oppas, elobispo traidor, del que nunca ms se supo.

    La gran derrota de los musulmanes, sin embargo, lleg despus. Con sus filasdesordenadas, trataron de replegarse para recomponer sus fuerzas. Se retiraron comopudieron por los macizos de los Picos de Europa, que desconocan, exponindose atodo gnero de emboscadas. Se cuenta que por Amuesa salieron a Cosgaya, en lavertiente cntabra, en el valle de Libana. All fue la hecatombe. Atrapados en unamontaa sin salida, anegados por los ros desbordados, acosados en todos los flancospor los rebeldes montaeses, que desde lo alto de las laderas desprendan grandesrocas sobre ellos, el orgulloso cuerpo expedicionario de Al Qama termin aniquiladopor los asnos salvajes, los rebeldes cristianos. Muy poco despus, el gobernador

    moro del norte, Munuza, abandonaba Gijn. Dice la tradicin que fue derrotado ymuerto en su fuga.

    Ya fuera una gran batalla campal, como dicen las crnicas cristianas, o ya slo unaviolenta escaramuza, como sostienen hoy muchos historiadores, el hecho es queCovadonga seal el punto de partida de la Reconquista. All los moros perdieronpor primera vez, all los rebeldes cristianos ganaron por primera vez.

    En los prximos captulos hablaremos ms de sus protagonistas y del contextohistrico, la invasin musulmana, cmo se colapso el reino visigodo, quin erarealmente Pelayo, quines eran aquellos rebeldes astures, qu ocurri despus de la

    batalla. Por ahora, quedmonos con lo esencial: despus de Covadonga, poco a pocoiba a ir formndose una Espaa que ya no era la Hispania romana ni la Espaavisigoda, sino una hija de ambas que, para sobrevivir, iba a tener que enfrentarse aun enemigo abrumadoramente superior. Comenzaba una de las aventuras msportentosas de la historia universal.

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    Cmo se hundi el reino de los visigodos

    Hemos comenzado esta historia de la Reconquista hablando de Covadonga, labatalla fundacional, en 722. Fue el primer revs que sufran los moros desde que

    invadieron la Pennsula Ibrica en 711. Pero el mero planteamiento de esa batalla nosabra una serie de preguntas. Cmo pudo hundirse el reino visigodo en Espaa?Quines eran esos moros que irrumpieron violentamente en nuestra historia y cmofue posible que tardaran tan poco tiempo en aduearse de toda la Pennsula? Quinera realmente Pelayo? Quines eran aquellos astures que se levantaron contra elmoro? Y, despus de Covadonga, qu pas? Vamos a contestar a todas estaspreguntas, y vamos a empezar por la primera: Cmo pudo hundirse el reinovisigodo en Espaa?

    Ante todo, situemos a los godos en la historia, en nuestra historia. Los godos

    fueron quienes mantuvieron la unidad de Hispania desde el fin de la Antigedadhasta la Edad Media. Los espaoles haban comenzado a tener conciencia de formaruna unidad gracias a Roma. Roma hizo Hispania. No cre una conciencia nacional,porque entonces las naciones no existan, pero s forj un sentimiento de comunidaden la Pennsula. Cuando el Imperio romano se hunda, entre los siglos IV y V, losgodos recogern su legado. Y aqu construirn un territorio unificado, una coronanica, una religin comn, un legado cultural y un derecho unificado. Esa fue suobra.

    De dnde haban salido los godos? Venan de muy lejos, de algn lugar de la

    Germania, quiz procedentes de Suecia. Desde all pasaron a los Balcanes y despusa la misma Roma. Durante ese largo periplo, el pueblo godo se dividi: en el estequedaron los ostrogodos, en el oeste los visigodos. Son stos, los visigodos, los quellegan a Hispania hacia el ao 410. Despus de guerrear contra el Imperio,terminarn combatiendo para l. Ellos sern quienes venzan, inicialmente porencargo de Roma, a los pueblos brbaros que invadieron Hispania en el siglo v:vndalos, suevos, alanos. Y cuando el Imperio romano se hunda definitivamente, en476, quedarn como nicos dueos y seores del pas.

    Los visigodos, que ya haban ido entrando en la Pennsula, empezarn a llegar

    ahora en masa, empujados a su vez por los francos, que se han extendido por la

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    Galia. Primero entran los guerreros, despus sus familias y el conjunto de sus clanes.Cuntos eran? Se calcula que, en total, el nmero de visigodos que se estableci enEspaa, en sucesivas oleadas, podra rondar los 200.000 a lo largo del siglo V. No se

    expanden de forma homognea: se instalarn sobre todo en la meseta, dentro deltringulo Palencia-Toledo-Sigenza (lo que ms tarde se llamar Campos Gticos), ytambin en el entorno de La Rioja y La Bureba. El resto de la Pennsula sigue siendonetamente hispanorromano.

    Nace as un reino singular, con dos caras: una mayora de poblacinhispanorromana, de religin catlica, que adems controla la administracinheredada del Imperio, y una minora germnica, de religin cristiana arriana lahereja de moda en el siglo V a la que corresponde el poder regio y la fuerzamilitar. La distincin es tan neta que cada comunidad se rige por su propio derecho.

    La nueva situacin es polticamente catica, pero socialmente empiezan a asentarsemuchas cosas. Primero, la sociedad se ruraliza, las grandes ciudades romanas sedespueblan. Y adems surge el arte visigodo, una forma de entender la vida que yaes un dilogo entre lo romano y lo germnico.

    Es un paisaje extraordinariamente conflictivo. Los visigodos estn en guerra conlos suevos, que controlan el noroeste peninsular; con los francos, que acaban deecharles del norte de los Pirineos; con los pueblos cantbricos, que escapan a sucontrol; con los bizantinos, que han tomado fuertes posiciones en el surestepeninsular, y tambin con los propios terratenientes hispanorromanos, que

    protagonizarn diversas revueltas de dispar entidad en el sur. Todo eso por nohablar de las permanentes querellas entre los propios godos, cuyos reyes sonasesinados con una frecuencia pasmosa.

    Lo que le faltaba al reino de los visigodos para ser un reino cohesionado era poderunir a las dos comunidades la goda, minoritaria, y la hispanorromana,mayoritaria, y ste es el proceso que van a promover una serie de figurasfundamentales. Primero, el rey Leovigildo, entre 572 y 586. Leovigildo instala lacapital del reino en Toledo, pacifica la Pennsula derrotando a sus enemigos, es elprimer rey que usa corona y cetro y, sobre todo, promulgar la primera ley sobre

    matrimonios mixtos entre godos e hispanorromanos. Esto fue una revolucin paraaquel momento, porque hasta entonces ambas comunidades seguan jurdicamenteseparadas.

    Con la ley de Leovigildo comenzaba la fusin entre godos e hispanorromanos.Pero an haba un elemento de separacin, que era el religioso: la distincin entrecatlicos y arrianos. Este asunto crear un conflicto feroz entre Leovigildo, arriano, yuno de sus hijos, Hermenegildo, convertido al catolicismo; tan feroz que el episodioterminar con la ejecucin de Hermenegildo, que ser beatificado despus. Pero elpaso decisivo lo dar otro hijo de Leovigildo, Recaredo, el heredero del trono,cuando decida convertirse al catolicismo. Fue el 6 de mayo de 589.

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    La ltima etapa en la gran unificacin fue la jurdica, la leyes, porque an seguahabiendo dos derechos: el romano y el germnico. Y quien cambi eso, en la lnea desus predecesores, fue el rey Chindasvinto, que decidi elaborar un solo cdigo para

    todos. Quin le ayud en la tarea? Braulio de Zaragoza, un sacerdote discpulo deSan Isidoro de Sevilla. Son dos de las grandes figuras de la cultura hispanogoda. Asnaci el Lber Iudiciorum, llamado tambin Cdigo de Recesvinto, porque fue ste,hijo de Chindasvinto, quien culmin la tarea en el ao de Nuestro Seor de 654. YRecesvinto, de paso, introdujo una novedad fundamental: fijar el tesoro de la corona,para que los reyes no pudieran aumentar sus bienes a costa de los sbditos. Un grantipo.

    A lo largo de todo este proceso, los godos haban ido construyendo en Espaa unreino digno de ese nombre. Ahora bien, esa tarea se vendra abajo por culpa de los

    propios godos. Qu ocurri?Fundamentalmente, ocurri que los nobles, dueos de la tierra, se opusieron al

    poder del monarca. Hay que sealar que la monarqua, entre los godos, era engeneral electiva, es decir, que el rey era elegido por los nobles; cada vez que un reyquiso nombrar sucesor, hubo problemas. El sistema electivo, en apariencia msdemocrtico que la monarqua hereditaria, sin embargo iba a desencadenar un sinfnde desastres. Numerosos reyes godos murieron asesinados por sus rivales. A partirdel reinado de Wamba, todo empez a torcerse. Las querellas entre facciones depoder se hicieron insostenibles.

    A este Wamba le pas una cosa atroz. El fue el ltimo gran rey godo. Habaintentado sofocar las revueltas de los nobles, y con xito. Tambin haba reformadoseriamente el reino, suprimiendo privilegios abusivos y creando un clima de mayor

    justicia. Y no slo eso, sino que adems haba logrado detener una primera invasinmusulmana all por 672. Pero las facciones de nobles que le eran hostiles seconjuraron contra l, le secuestraron, le drogaron, le raparon la cabeza y le pusieronun hbito, fingiendo que el rey se haba hecho monje y, por tanto, deba renunciar altrono. As fue depuesto Wamba.

    A partir de Wamba, el reino se descompone. Podemos ahorrarnos ms detallessobre la sucesin de reyes: Ervigio en 680, Egica en 687, Witiza en 702... En 710 Witizamuere y deja en el trono a su hijo Agila, a quien antes haba asociado a la corona. Esocontradeca la tradicin electiva de la monarqua goda, de manera que una faccin dela nobleza de palacio coron rey a un aristcrata llamado Don Rodrigo. Elenfrentamiento entre facciones nobiliarias pas a convertirse en algo parecido a unaguerra civil.

    Agila y sus partidarios el partido witizianocontrolaban el norte y el este deEspaa; Rodrigo y los suyos, el sur y el oeste. El resultado de la lucha era incierto.

    Fue entonces cuando la faccin de Agila tom una decisin que terminara siendocatastrfica: pedir ayuda a los musulmanes del otro lado del Estrecho de Gibraltar

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    para que sus armas inclinaran la balanza del lado witiziano. El obispo de Toledo,Don Oppas, to de Agila, fue el encargado de hacer la solicitud; ya hemos visto cmo,despus, las crnicas le situarn en Covadonga. Pero aqu aparece, adems, un

    personaje fundamental: el conde Don Julin, gobernador de la regin de Ceuta, unaplaza que ya entonces era hispana y goda, como antes haba sido hispana y romana.

    Dice la leyenda que Don Julin guardaba rencor a Don Rodrigo porque ste, aosatrs, haba seducido y deshonrado a su hija, Florinda la Cava. Esto es tradicin y nohay prueba de tal cosa. Lo que s se sabe es que Don Julin era hombre de confianzade Witiza, el viejo rey; que ahora, en la guerra civil, era partidario de Agila, el hijo deWitiza, y adems, que estaba en buenas relaciones con los musulmanes, en especialcon los jefes poltico y militar del rea de Tnger, que eran Muza y Tarikrespectivamente. Al parecer, Don Julin coste el traslado de tropas musulmanas a la

    Pennsula. Hubo, segn parece, un primer desembarco tentativo que las huestes deRodrigo aplastaron en Algeciras. Pero el 30 de abril de 711 Tarik, al frente de 7.000hombres, desembarcaba en Gibraltar (que se llama as precisamente por aquel moro,Yabal Tariq, montaa de Tarik) y se presentaba a orillas del Guadalete, en lo quehoy es el Puerto de Santa Mara. All tendra lugar la batalla decisiva.

    En el Guadalete se consum la traicin. Rodrigo, que en ese momento se hallabaen el norte, probablemente en Pamplona, corri hacia el sur tratando de organizar unejrcito a toda velocidad. Pese a todo, no le faltaron apoyos: aparentemente, todos losvisigodos hicieron causa comn, abandonaron sus querellas y se unieron frente a la

    amenaza extranjera. Rodrigo lleg al campo de batalla con 40.000 hombres, segn lascrnicas, frente a los 12.000 bereberes que haba llegado a reunir el ejrcito invasor.Pero cuando comenz el combate los witizianos descubrieron sus cartas:abandonaron las filas cristianas, se retiraron del campo de batalla y dejaron aRodrigo con los flancos descubiertos y en inferioridad ante los moros.

    Fue un desastre. Dicen que el combate fue duro, pero las huestes de Rodrigo nopodan ofrecer ms que su disposicin a morir. La caballera ligera de los berebereshaca estragos en el contingente visigodo, rodeado y sin capacidad de maniobra. Elsquito de caballeros de Rodrigo, as como sus espatarios, su guardia de corps,

    sucumbieron casi por entero. Y del rey, qu fue? El caballo de Rodrigo fueencontrado cadver das despus, cubierto de flechas, ro abajo. De Rodrigo nuncams se supo. Tampoco, por cierto, se supo ms del conde Don Julin.

    Sabemos que los moros no desaprovecharon la oportunidad: pocos mesesdespus, Muza desembarcaba con 18.000 rabes de refresco y se diriga contra loscentros neurlgicos del reino. En 714 caa Toledo, la vieja capital visigoda. Acontinuacin, casi toda la Pennsula. De eso hablaremos despus. Pero, mientrastanto, preguntmonos qu fue de Agila y los witizianos, aquellos que haban llamadoa los moros en su socorro.

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    Al parecer, Agila fue reconocido como rey por la nobleza visigoda. Pero aquellagente encontr un obstculo que no esperaba: Agila sera rey si a los moros lespareca bien, y si no, no. Y los moros no iban a ponerle las cosas fciles. Primero,

    Agila viaj a Toledo, junto a sus hermanos Alamundo y Artobs y un extensosquito, para obtener de Tarik, el victorioso caudillo musulmn, el reconocimientocomo rey. Pero Tarik se lav las manos y remiti el problema a su jefe poltico, Muza,el cual, a su vez, vio que aquello exceda de sus competencias y envi a Agila aDamasco, nada menos, para que fuera el califa en persona quien decidiera sobre elasunto.

    Agila march a Damasco. Dicen que el califa le trat bien, pero la respuesta sedemoraba hasta el infinito. Como Agila tardaba en volver, los visigodos del nordestede la Pennsula nombraron un nuevo rey: un tal Ardn, que desde Narbona resistir

    a los musulmanes hasta 720. En cuanto al rastro de Agila, se perdi para siempre.Dicen algunas fuentes que volvi a Espaa lleno de riquezas, pero sin poder poltico,y que gobern como rey ttere en una zona reducida del norte de la Pennsula. Muripoco despus de volver a Espaa, en 716.

    En la amargura de la derrota, los escasos supervivientes del ejrcito de Rodrigohuan al norte, buscando un refugio seguro. Entre esos supervivientes sitan lascrnicas a un espatario que pronto dara que hablar: Pelayo.

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    Y quines eran los moros?

    Pronto nos ocuparemos de Pelayo, pero antes hay que responder a una serie depreguntas importantes. Quines eran los moros? De dnde venan? Qu buscaban

    aqu? Y cmo pudo expandirse el poder musulmn por la Pennsula con tantarapidez?

    La monarqua visigoda, recordemos, haba entrado en una guerra interna. Dosfacciones se enfrentaban por el poder. Una de ellas llam en su socorro a losmusulmanes del norte de frica. Pero, qu hacan los musulmanes all? Y quineseran exactamente esos musulmanes? Cuando se narra este episodio suele darse porhecho que los musulmanes estaban all, en el norte de frica, desde siempre. No esas. De hecho, hacia 711 el islam era un recin llegado.

    Sealemos algunas fechas esenciales. En el corazn de Arabia, Mahoma comienza

    su predicacin hacia 610. Perseguido, debe huir. Sin embargo, la predicacin deMahoma no deja de hacer su efecto en una tierra hasta entonces dividida en tribus denula organizacin poltica y con unas religiones muy primarias, de tipo animista.Hacia 630, la religin que ensea Mahoma se ha convertido en la nueva fe de lastribus rabes. Como en el islam la organizacin religiosa corre pareja con laestructura poltica, en torno a esa fe se edifica el embrin de un Estado nuevo, elprimer Estado musulmn, bajo la inspiracin del mismo Mahoma. Cuando Mahomamuera, ese Estado ser heredado por sus hijos, que lo extendern hacia Palestina ySiria. El califa no es slo un rey: es el heredero vivo de Mahoma. Inevitablemente, los

    distintos clanes de herederos se enfrentarn entre s por hacerse con el califato. Serel clan Omeya quien triunfe: l trasladar el califato desde Arabia hasta Damasco, enSiria, en el ao 661.

    Para entonces la expansin del islam ya era un hecho consumado. Uno de lospilares fundamentales del islam es la expansin de la fe, que no se concibe comopredicacin pacfica, sino que incluye el recurso a la guerra: eso es la guerra santa o

    yihad, y los musulmanes hacen abundante uso de ella. La expansin hacia el norte lesest vetada por el podero del Imperio bizantino, heredero de Roma en el este delviejo Imperio, pero hacia oriente y occidente de Arabia no hay nada que les pueda

    oponer resistencia. Hacia oriente, el Imperio persa se ha descompuesto y ser presa

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    fcil de los guerreros de Al. Hacia occidente, las tierras de Egipto y Libia, hastaCartago y lo que hoy es Marruecos, carecan de estructura poltica capaz de presentaruna potencia alternativa. En este contexto puede entenderse mejor la rapidsima

    expansin islmica: en el ao 640 caen El Cairo y enseguida Alejandra, en Egipto; en650, la frontera persa; en 670, Cartago y despus el Magreb.

    Cuando los musulmanes llegan al norte de lo que hoy es Marruecos, lo queencuentran no es tierra vaca. Aqu ha estado la Mauritania Tingitana, uno de losterritorios ms prsperos de la vieja Roma. De aqu ha salido uno de los grandessabios y santos de la Antigedad cristiano-romana, San Agustn de Hipona. Aunquela cada del Imperio romano y la llegada de los brbaros redujeron todo aquello acenizas, la influencia bizantina y visigoda ha preservado buena parte del antiguoesplendor. Los moros la palabra moro viene de Mauritaniaintentan al menos

    tres veces pasar a la Pennsula, pero los visigodos les detienen. Ms fcil les resultadejar sentir su influencia sobre el condado de Ceuta, cuyo jefe, Don Julin, va aencontrar en los aguerridos musulmanes unos oportunos aliados para una misinconcreta: ayudar a uno de los bandos que pelean por el poder en la Espaa visigoda.

    Hay que sealar una cosa importante: esto de echar mano de ayuda extranjera enlas querellas intestinas, a modo de tropa mercenaria, no era ni mucho menos inusualen aquel tiempo. Las tropas bizantinas, por ejemplo, ya haban decidido un par deepisodios semejantes en la propia Espaa visigoda. Luchas parecidas se vivan confrecuencia en la Francia merovingia y carolingia; hemos de darnos cuenta de que

    estamos hablando de lugares y pocas en los que el poder de las monarquas no esten absoluto asentado, no hay Estado en el sentido moderno del trmino, ni siquieraen el sentido medieval, y el poder viaja de un lado a otro segn quin sea ms fuerte.A estos aliados extranjeros, los beneficiarios les recompensaban con tierras yriquezas, y ah se cerraba el negocio. No haba razones para pensar que losmusulmanes, aquellos nuevos inquilinos del norte de frica, fueran a actuar demodo distinto; nadie pudo prever que no se conformaran con la recompensahabitual, sino que adems buscaran, por mandato de su propia religin, laexpansin territorial, el poder poltico.

    Aqu ya hemos contado cmo sucedi todo: la llegada de Tarik, primero, con susbereberes; su decisiva intervencin en la batalla de Guadalete; la derrota de losrodriguistas; el posterior desembarco de Muza con refuerzos rabes; el chasco deAgila, el visigodo vencedor, que se encontr sin la corona por la que haba luchado.Qu estaba pasando? Algo tan simple como lo siguiente: el verdadero vencedor, queera el moro, no iba a soltar la presa. Con Rodrigo derrotado y los witizianos a poruvas, los musulmanes no pierden el tiempo. Dividen sus fuerzas en tres lneas y sedirigen rpidamente hacia otros tantos objetivos: un contingente se encamina haciaMlaga y Elvira (Granada); otro, hacia Ecija y Sevilla; un tercero, a cuyo frente va el

    propio Tarik, se planta en Toledo y se aduea de la capital visigoda, llegando hastaAlcal de Henares. En apenas tres aos, el sur del reino visigodo, sus regiones ms

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    prsperas y mejor organizadas, ya haban cado bajo el poder musulmn. Despuscaern Talavera, Zaragoza, Lrida...

    En este punto es imposible no hacerse una pregunta. Cmo fue que nadie opuso

    resistencia, al margen de los visigodos fugitivos de Narbona bajo el mando deArdn? Cmo es posible que la estructura poltica, administrativa e incluso religiosade la Hispania visigoda se derrumbara como un castillo de naipes ante la fuerzamusulmana, que, pese a sus xitos militares, nunca fue numricamente superior a laque hubiera podido reunir un enemigo resuelto? Casi todos los historiadores estnde acuerdo en que la rpida conquista del poder por los musulmanes se debi a unazaroso cmulo de circunstancias. Vamos a verlas.

    En primer lugar, los visigodos del bando witiziano no vean a los musulmanescomo a enemigos, sino como a aliados, lo cual efectivamente eran; no haba razn

    alguna para que les hicieran la guerra. Por otra parte, los witizianos, carentes de rey,no supieron ni pudieron organizarse. Seguramente ni siquiera sintieron la necesidadde hacerlo.

    Segunda razn: la penetracin musulmana haba sido muy bien acogida yprobablemente hasta estimulada por influyentes sectores de la propia poblacinpeninsular. En efecto, parece probado que tanto los terratenientes hispanorromanoscomo la poblacin juda, y en particular esta ltima, consideraba a los moros como aunos salvadores frente a la opresin de la monarqua visigoda, ciertamente spera enlos decenios anteriores.

    Tercera causa de la expansin musulmana: al principio el nuevo poder nopresent un perfil avasallador y desptico, sino que pact un poco por todas partescon los dueos de la tierra, ya fueran hispanorromanos o nobles godos,permitindoles conservar sus dominios a cambio de un impuesto y un acto formal desumisin. Es bien conocido el caso de Teodomiro, que gobernaba en la reginsureste, en torno a Murcia, y que aos antes haba desarbolado un intento deinvasin musulmana. Ahora, en la nueva situacin, este mismo Teodomiro acept elpoder del califato a cambio de seguir gobernando sus territorios. Lo mismo har unnoble del valle del Ebro, Casio, cuya familia, islamizada, va a acompaarnos enmuchos captulos de nuestra historia: los Banu-Qasi.

    Hay una cuarta razn, de carcter religioso, que es muy importante subrayar,porque explica la fcil avenencia de los espaoles de la poca hacia el nuevo poder.Es que el islam de aquella poca, temprano siglo VIII, era un credo ostensiblementeelstico. Las normas del islam, con su conocida rigidez, no empiezan a fijarse hastaentrado el siglo siguiente. En el momento de nuestro relato, siglo VIII inicial, el islamera una fe que se presentaba como prolongacin de las religiones del Libro, juda ycristiana, y cuya fundamental novedad era presentar a Jess no como a un Dios, sino

    como a un hombre elegido por Dios. Particularidad esta ltima, por cierto, que no

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    dejaba de corresponder con los planteamientos de la hereja arriana, muy extendidaentre los visigodos.

    En esas condiciones, y por todas estas razones a la vez, podemos suponer que,

    para la mayora de la poblacin, la llegada de aquellas nuevas gentes no sera muydistinta a lo que supuso la llegada de los propios godos tres siglos antes: una nuevalite guerrera se haba hecho con el poder, nada sustancial iba a cambiar. Y sinembargo, todo cambiara.

    Todo cambiara, en efecto, porque los nuevos ocupantes no iban a contentarse conostentar el poder, sino que queran extender su dominio por todas partes y, al cabo,construir un nuevo pas a su propia imagen y semejanza. En los aos siguientes,grandes grupos de colonos rabes, bereberes y egipcios van entrando en la Pennsula.Parece que no llegarn a ser ms de 60.000 en todo el siglo VIII los godos, por

    ejemplo, haban sumado la cifra de 200.000, como mnimo, pero eso era suficientepara hacerse con los principales resortes del poder. En todo el territorio peninsular,los viejos dueos pactan con el nuevo amo, se convierten al islam, le pagan tributos.Pronto los moros aspiran a ir ms all de la Pennsula y se dirigen hacia el norte, alotro lado de los Pirineos. La vieja Hispania ya era, para los moros, tierra conquistada.

    El destino no iba a ser amable con los capitanes de la conquista mora de Espaa.Muza fue llamado a Damasco para rendir cuentas de su conquista. Al califa,Soleimn, no le gust nada el reparto del botn y conden a Muza a la pena demuerte. Le fue conmutada por una severa multa, pero Muza ya no volvera a Espaa;fue asesinado en una mezquita de Damasco en 716. Antes de viajar a Damasco, Muzahaba dejado como gobernador de Sevilla a su hijo Abd-al-Aziz. Este se cas con laviuda de Rodrigo, Egilona, la cual, al parecer, ejerci tal influencia sobre su nuevomarido que le llev a convertirse al catolicismo y coronarse rey de Espaa. Abd-al-Aziz tambin fue asesinado, se cree que por orden del propio califa Soleimn, y sucabeza enviada a Damasco. En cuanto a Tarik, el lugarteniente de Muza, aquel quedio nombre a Gibraltar, tampoco tendra un futuro brillante. Se cree que fue l, Tarik,el principal acusador de Muza. Pero Tarik muri tambin muy pronto, en 720,igualmente en Damasco, olvidado de todos.

    Y mientras todo eso ocurra, oscuros grupos de vencidos iban refugindose en elnorte, en la cornisa cantbrica, escapando de la furia del vencedor. De esos grupos devencidos nacera el ncleo inicial de la Reconquista.

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    El destino de don Pelayo

    Habamos dejado a los moros dueos de la Pennsula, vencedores en Guadalete, ya las escasas huestes de Don Rodrigo huyendo tanto de los moros como de los

    partidarios de Agila, que en este momento an eran el mismo bando. El podermusulmn se afianza sobre la base de su pacto con Agila y el partido witiziano;aadamos el apoyo de la poblacin juda, que crea librarse as de un speroenemigo, y tambin la indiferencia y hasta la aquiescencia de los dueos de la tierra,que no vean en peligro sus posesiones si se sometan al islam. Los fugitivos son slouna minora que a nadie inquieta. Entre esos fugitivos hay un hombre que dar quehablar: Pelayo.

    Quin era Pelayo? Lo que sabemos sobre l es lo que las crnicas nos han legado.Y, por cierto, ya que las crnicas son tan aludidas, detallemos cules son. Por un lado

    tenemos las crnicas cristianas: las tres crnicas de Alfonso III la Albeldense, laRotense y la Sebastianense u Ovetense, escritas a finales del siglo IX, prolongadassiglos ms tarde por las crnicas Najerense y Tudense. Por otro, las crnicas rabes: laFath Al Andalus (La conquista de Al Andalus), del siglo XII, y la posterior de AlMaqqari. Son esos relatos los que han conformado la imagen cannica de aquelperiodo. Estos textos reconstruyen hechos ocurridos mucho tiempo atrs y lo hacencon una finalidad que poco tiene que ver con los criterios de la historia moderna, demanera que no podemos tomarlos como fuentes de absoluta veracidad descriptiva.Pero es lo nico que tenemos.

    As pues, ah est ese Pelayo, fugitivo tras la derrota de Guadalete. Pelayo era unguerrero del bando de Don Rodrigo. Se le atribuye la funcin de espatario o inclusoconde de espatarios. Un espatario era literalmente el que cuidaba las espadas (delrey). Traduzcmoslo al lenguaje contemporneo como un guardia de corps, unmiembro ms o menos relevante de la guardia personal de Rodrigo. No es unestatuto menor: la funcin de las armas tan cerca del rey implica nobleza de origen. Yde Pelayo se cuenta, en efecto, que era noble, hijo del duque Favila, del linaje de losreyes Recesvinto y Chindasvinto.

    De dnde era duque este Favila, el padre de Pelayo? No lo sabemos con certeza.

    Una lnea de la tradicin le atribuye el ducado de Cantabria; otra, el de Galicia, y an

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    ms recientemente se considera que debi de ser duque en tierras asturianas. Elhecho es que la familia de Favila se vio envuelta en las duras querellas de poder de lamonarqua hispanogoda. Hacia finales del siglo vil, el rey, que en aquel momento era

    Egica, enva a Favila a Galicia. Poco despus llega a Galicia, concretamente a Tuy elhijo del rey, Witiza, asociado al trono. Witiza y Favila discuten por un asunto demujeres. No sabemos si la causa del conflicto fue la esposa de uno de ellos o algunaotra mujer. Quiz la disputa fuera manifestacin de una enemistad poltica previa.Lo que sabemos es que, en la pelea, Witiza golpea a Favila en la cabeza con un bastny le hiere de muerte. A partir de ese momento, los hijos de Favila quedan enfrentadosa Witiza. Y cuando Witiza suba al trono, en 702, Pelayo tendr que salir a escape.

    Expulsado de Toledo, mal visto por los amigos del rey, Pelayo emprende unperiplo que la tradicin ha vestido con ropas muy sugestivas. Primero acude al norte,

    donde le acogen los amigos y familiares de su padre. Pero la hostilidad del rey no hadisminuido, de manera que Pelayo decide marchar peregrino a Jerusaln. De esteviaje a Tierra Santa sabemos poco. Realmente hubo tal? Es improbable, pero no esimposible. En todo caso, Pelayo tardar poco en reaparecer en Espaa. En 710 muereWitiza. Este ha reservado la sucesin en el trono a su hijo Agila, pero una faccin dela nobleza, como ya hemos visto, elige rey a Rodrigo. Pelayo est en el partido deRodrigo. No slo por su enemistad con los witizianos, sino porque Rodrigo y Pelayoeran de la misma sangre: sus padres Teodofredo y Favila, respectivamenteeranhermanos. Asuntos de familia.

    Fiel a sus compromisos, Pelayo comparece junto a Rodrigo en Guadalete. Con lconocer el sabor amargo de la derrota. Ante el empuje musulmn, Pelayo buscarefugio en la vieja capital del reino, Toledo. Esta, no obstante, tardar poco en caer.Los restos del partido de Rodrigo tienen que volver a huir. La mayora se dirigirhacia Narbona, en Francia, donde la posicin de los visigodos es ms segura. Pelayotomar otro camino: no ir hacia Francia, sino hacia el norte, a Asturias. Dice latradicin que consigo llevar las sagradas reliquias que el arzobispo de Toledo,Urbano, le haba confiado, el lignum crucis trado por los peregrinos de Jerusaln, lavestidura entregada por la Virgen a San Ildefonso, las obras de San Isidoro, San

    Ildefonso y San Juliano. Hay quien aade al lote el tesoro de la corona visigoda.Por qu Pelayo fue a Asturias y no a Narbona, como los dems? Este es un asunto

    muy debatido; lo estudiaremos despus. Quedmonos ahora con la imagen de eseguerrero vencido que se refugia en tierras asturianas. Asturias no ha quedado almargen de la invasin musulmana. Entre 712 y 714 ha habido incursiones moras.Recordemos que los moros no representan a una potencia extranjera, sino al partidode Agila y los witizianos. El poder musulmn no es el de un ejrcito que ocupaterritorios, sino el de una faccin vencedora que proclama su hegemona y exigetributos. As se instala en Gijn otros dicen que en Lenun nuevo gobernador:

    Munuza, un musulmn berebere. Los clanes dominantes en Asturias capitulan, comolos del resto de la Pennsula. Probablemente tambin capitulara la familia de Pelayo.

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    A estas alturas, la vida de Pelayo podra haber continuado como la de cualquierotro noble hispanogodo: sometido al islam y pacfico propietario de una porcin detierra (tierras en el rea de Siero, dice la tradicin cronstica). Pero ocurri algo que

    iba a cambiar las cosas. Aunque las crnicas lo relatan de manera confusa, trataremosde desenredar el hilo. Pudo ser como sigue.

    El nuevo poder moro no se manifest de manera pacfica. Las crnicasmusulmanas nos presentan a Muza atacando al enemigo cristiano, saqueando sustierras, destruyendo las iglesias y robando las campanas. La violencia era el arma deconviccin para forzar la capitulacin y recabar los tributos. A modo de garanta, losclanes cristianos se ven en la obligacin de enviar rehenes a Crdoba. Esos rehenesson la prenda de la paz, pero son tambin la materia de una extorsin: responderncon su vida del pago de los impuestos.

    En una de esas cuerdas de rehenes que se dirigen hacia Crdoba aparece Pelayo,enviado por el mismsimo gobernador Munuza. No sabemos si Pelayo viajaba aCrdoba en calidad de rehn, de preso o acompaando a la comitiva. Lo que latradicin nos cuenta es que el viaje de nuestro guerrero a Crdoba fue una maniobrade Munuza con un objetivo muy claro: alejar de Asturias al guerrero para que elmoro pudiera desposarse con la hermana de Pelayo, Adosinda. Los matrimoniosentre los nuevos gobernantes y las mujeres de la vieja lite goda no eran cosainfrecuente. Recordemos que el hijo de Muza, Abd-al-Aziz, haba desposado a laviuda de Don Rodrigo. Esos matrimonios eran una va rpida y eficaz para asegurar

    el dominio de los nuevos amos del pas. Por as decirlo, manifestaban de forma fsica,directa, material, la continuidad entre el poder viejo y el nuevo. Ahora bien, Pelayono estaba por la labor. Enterado del asunto, nuestro hroe abandona Crdoba yvuelve a Asturias.

    Estamos en el ao 718. En algn lugar de Asturias, probablemente en la campa deCangas de Ons, Pelayo es alzado sobre el pavs y elegido prncipe, o caudillo, o ldero rey de los asturianos. Acaba de nacer un foco de rebelda que va a convertirse en unquebradero de cabeza para los musulmanes. Entre los rebeldes hay de todo, desdeviejos guerreros vencidos que buscan revancha hasta clanes astures que no quieren

    pagar impuestos. Munuza ha puesto precio a la cabeza de Pelayo. Los rebeldes, porsu parte, hostigan a los moros all donde pueden: en los caminos, en las montaas,en los campos.

    Las hostilidades se enquistan hasta el extremo de que los moros deciden hacer unademostracin de fuerza. Hay en Crdoba un nuevo gobernador, Anbasa, que hadoblado los impuestos a los cristianos y ha ordenado confiscar los bienes de los

    judos. Anbasa est por la mano dura y quiere someter con las armas el foco derebelda asturiano. Enva a la regin una fuerza expedicionaria al mando del generalAlkama. Es 722. Los cristianos, encabezados por Pelayo, se refugian en Covadonga.All derrotarn a los moros. Lo hemos contado ya.

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    Covadonga hizo verdaderamente rey a Pelayo. La tradicin atribuye al caudillo unhecho sobrenatural que tuvo lugar en Covadonga y que expres el favor divino paracon los rebeldes. Miraba Pelayo las evoluciones de la morisma, que se acercaba al pie

    del monte Auseba, cuando en el cielo se le apareci una brillante cruz de color rojo;Pelayo construy a su imagen una cruz con dos palos de roble, y se fue suestandarte durante la batalla. Otra tradicin explica lo mismo de manera distinta.Como el rojo pendn de los godos haba desaparecido en el Guadalete, un ermitaode vida ejemplar que habitaba la cueva de Santa Mara, la Cova Donga, puso enmanos de Pelayo una cruz de roble y le dijo he aqu la seal de la victoria. Ser unacosa o ser la otra, pero el hecho es que Pelayo tom la cruz por ensea en la batallacontra los moros.

    Los cristianos ganaron. Los moros pusieron pies en polvorosa. El triunfo de Pelayo

    hizo que otros muchos, en la cornisa cantbrica, se sumaran a la rebelin. Para losmusulmanes se abra en el norte un paisaje poco alentador: tierras difciles, delimitado valor econmico y estratgico, cuyo dominio iba a traer ms riesgos que

    beneficios. Los moros se marcharon de all. As pudo consolidarse la precaria coronade Pelayo en un tiempo en que el trono cristiano era, como se ha dicho, una simplesilla de montar.

    Pelayo se instal en Cangas de Ons, cerca de las montaas, por si acaso. Junto a l,su esposa Gaudiosa, una dama de Libana a la que cierta tradicin atribuye laderrota de los moros que huan de Covadonga. Pelayo y Gaudiosa tuvieron dos hijos:

    Favila y Ermesinda. Ambos reinarn despus. Pelayo muri en Cangas, enfermo, en737. Gaudiosa falleci muy poco ms tarde. Con ellos haba nacido el embrin de laEspaa de la Reconquista, sobre un territorio que era aproximadamente la mitad delactual Principado de Asturias. Y qu haba all, en aquella exigua Asturias? Era esoun pas? Buena pregunta.

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    Y qu haba en Asturias en 722?

    Cuestin de cuestiones: sabemos que la Reconquista empieza en Asturias, que allse forma un primer ncleo poltico de resistencia al islam; pero, qu haba

    exactamente en Asturias en aquel momento?, quines eran aquellos rebeldescristianos? Hispanogodos refractarios al nuevo poder? Pobladores autctonos?Cul era su territorio? Por qu exactamente en Asturias y no en otro lugar? Ennombre de qu se levantaron contra los moros? Y qu hacan, mientras tanto, losvecinos gallegos y cntabros?

    Todas estas preguntas tienen inters porque nos sitan en el meollo mismo de loque podramos llamar el problemilla histrico, es decir, ese tipo de cuestionessecundarias que, sin embargo, terminan complicando cualquier explicacin general.Adems, como las fuentes directas son fragmentarias, parciales o incompletas, la

    cuestin se ha prestado a todo tipo de fantsticas fabulaciones. Vamos a tratar deponer las cosas en su sitio.

    Hasta hace medio siglo, ms o menos, la versin ms extendida sobre el inicio dela Reconquista ofreca una interpretacin de tipo nacionalista (espaola) que era

    bastante discutible: con Espaa ocupada por el invasor, los ltimos godos se levantanen Asturias y enarbolan la bandera de la independencia nacional hasta recuperar elreino perdido. Esto es hermoso, literariamente hablando, pero es obvio que se tratade una reconstruccin a posteriori, porque en el siglo VIII exista Hispaniael reinogodo de Toledo, pero no haba una conciencia de unidad nacional, ni los que se

    levantaron fueron propiamente los ltimos godos ni, probablemente, tenan unaidea muy clara de qu recuperar, salvo su libertad.

    O sea que la versin, digamos, tradicional es una distorsin del pasado conconceptos presentes. Ahora bien, de ah hemos saltado, en fechas ms recientes, aotras versiones cada vez ms descabelladas. Por ejemplo, hay quien ha extendido laespecie de que Asturias era una suerte de vestigio prerromano y precristiano,independiente de la Espaa goda, que a partir de Covadonga no es que recogiera laherencia del reino visigodo, sino que construy una realidad poltica completamentenueva, sin vnculos con nada que hubiera existido anteriormente en este suelo. En la

    misma onda fantstica, se ha ventilado la idea de que Pelayo no era un guerrero

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    hispanogodo, sino un caudillo tribal astur e incluso, forzando la mquina de laimaginacin, un musulmn de Crdoba y hasta un caballero cltico de la Britonia.

    Fantasa, mala fe, ignorancia, manipulacin poltica? De todo un poco, tal vez. La

    verdad es que de aquella Asturias y de aquel Pelayo sabemos lo que nos dicen lascrnicas, que no es mucho. Y es verdad tambin que las crnicas contienen elementosprobablemente fantsticos y legendarios. Ahora bien, eso no nos autoriza a inventarhoy explicaciones ms fantsticas todava. Aqu vamos a intentar explicar qu pudosuceder realmente y cmo ocurri; por qu fue en Asturias, y no en otro lugar, yquines fueron los protagonistas del levantamiento contra el poder moro.

    Aclaremos de entrada una cosa: es absurdo pretender que los astures se hubieranmantenido al margen de los movimientos que vivi Hispania desde la poca romana.Los astures, como los cntabros, eran un pueblo o, ms bien, un conjunto de

    pueblosde origen cltico o protocltico, indoeuropeo en cualquier caso, mezcladocon elementos autctonos cuya identidad no conocemos bien, aunque deban de estaremparentados con los otros pueblos que encontramos en la fachada atlntica antes delas primeras migraciones indoeuropeas. A la llegada de los romanos, hacia el primersiglo antes de Cristo, estos astures constituan un conjunto no organizado de tribus yclanes que se dedicaba fundamentalmente a la ganadera. Sabemos que los astures,como los cntabros y los vascones, no fueron particularmente proclives a dejarseromanizar. Pero sabemos tambin que conocieron un cierto nivel de romanizacin;ms primario, desde luego, que el de los valles del Ebro, el Guadalquivir y el Tajo,

    porque el territorio era ms spero, pero romanizacin al fin y al cabo. Del mismomodo, sabemos porque hay vestigios arqueolgicos suficientes que no dej dehaber movimientos de poblacin desde el norte de la Cordillera Cantbrica hacia elsur, esto es, hacia el valle del Duero, desde fecha muy antigua.

    Hacia el final del Imperio, cuando el caos se aduea de Roma, vuelve a afianzarseen estos territorios una organizacin de tipo tribal que nunca haba llegado adesaparecer. Y cuando se establezca la corona visigoda en Hispania, cuya capacidadde control poltico era muy inferior a la del Imperio romano, el norte de la Pennsulase fragmentar. El rea que ocupaban los vascones quedar fuera del control godo.

    En Cantabria habr zonas gobernadas por la aristocracia hispano-goda haba unducado de Cantabriay otras sin ms orden que el que impongan las tribus locales.En Asturias, por lo que sabemos, habr reas controladas por la aristocraciahispanogoda, sobre todo en las llanuras, al lado de extensas zonas donde el dominiocorresponde a los clanes tribales de las montaas. Podemos conjeturar que elentendimiento entre unos y otros no sera siempre fcil, pero el hecho es que lascrnicas no nos han legado noticia de enfrentamientos significativos.

    Repitamos algo fundamental para entender este periodo de la historia: en estossiglos el control poltico no consiste en ocupar un territorio, promulgar unas leyes,poner unos jefes, hacer un censo y administrar al conjunto de la poblacin, sino en

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    algo bastante ms sencillo, a saber, implantar una guarnicin militar en un puntoestratgico, encomendarle su cuidado a un gobernador y exigir a las poblaciones dela zona ciertos tributos, sin alterar el orden preexistente. Esto quiere decir que no

    podemos pensar en una divisin administrativa al estilo romano y, mucho menos, alestilo moderno. En realidad, la nica divisin administrativa del territorio que habaen aquel momento era la que haba establecido la Iglesia con fines pastorales. Por esoeran tan importantes los obispos y sus concilios, que permitan a los reyes conocer larealidad del territorio que pisaban.

    Por uno de esos concilios sabemos que Asturias, que antes no haba tenido entidadpropia como territorio, hacia el siglo VIII ya tena la consideracin de provincia.Como sabemos que en esa provincia haba tierras regidas por hispanogodos, no esdescabellado pensar que uno de los terratenientes fuera el duque Favila, el padre de

    Pelayo, y que ste creciera como un hijo de la pequea nobleza rural y militar. Esoexplicara que despus Pelayo, cuando fue expulsado de Toledo por el rey Witiza,pudiera acudir a tierras asturianas buscando refugio entre sus familiares, es decir,entre los amigos y clientes de su padre. Es posible aunque indemostrable queconociera a su mujer, Gaudiosa, comerciando con caballos en Libana, segn aseveracierta tradicin. Y en todo caso, as sera plenamente lgico que, una vez derrotadoRodrigo en Guadalete y amenazada Toledo por los musulmanes, Pelayo no sedirigiera hacia Narbona, como hicieron muchos guerreros hispanogodos, sinoprecisamente hacia Asturias.

    Todo esto que, repetimos, no es certidumbre, sino conjeturada sin embargobastante sentido a lo que cuentan las crnicas acerca de las posesiones de Pelayo enSiero y Piloa. Explica tambin que el gobernador moro, Munuza, quisieraincorporar a su harn a la hermana de Pelayo, Adosinda, como forma de emparentarcon los dueos de la tierra. Explica igualmente que Pelayo pudiera ser elegido rey older o caudillo por los pobladores de aquella Asturias. Explica, sobre todo, que larebelda de Pelayo fuera secundada por los clanes tribales de las montaas, quepodan reconocer en l a uno de los suyos.

    Por qu se levantaron aquellos astures, junto a Pelayo, contra el poder

    musulmn? Todo apunta a que la causa de la sublevacin fue la exigencia mora deque los asturianos tributaran con impuestos y con rehenes. No deban de estar muyacostumbrados aquellos asturianos a la presencia del recaudador, despus de laescasa presin de la corona goda sobre sus haciendas. Si adems se trataba de unrecaudador visiblemente forastero, las razones para la rebelda aumentaban. Y noslo los astures reaccionaron as: en Cantabria, el duque Pedro, un hispano-godo,apoya a Pelayo y secunda la sublevacin. Por eso Pelayo se hizo fuerte enCovadonga, en el rea oriental de los Picos de Europa, junto a las montaascntabras, y no en otras zonas montaosas de la cordillera.

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    Despus de la batalla, con los moros en fuga, lo que Pelayo tiene en las manos noes propiamente un reino; es ms bien un conglomerado de territorios sinorganizacin, sin estructura poltica digna de ese nombre y sin ms elemento de

    cohesin que la voluntad de no someterse a un poder extranjero. Pelayo, instalado ensu modesta corte de Cangas de Ons, poda sentirse heredero de la vieja corona goda,o quiz no eso no lo podemos saber, pero objetivamente representaba laprolongacin de la vieja legitimidad romana, goda y cristiana, y hay que suponer queno faltaran cerca de l monjes y sacerdotes para explicrselo. En todo caso, laconstruccin del reino ser tarea para la generacin posterior.

    Asturias, 722. Un puado de nuestros antepasados se encuentra dueo de unterritorio al que hay que dar forma. Unos son terratenientes de origen godo, otros sonmontaeses que comparecen con sus clanes y sus familias. Desde el principio, o

    quiz con el tiempo, todos se reconocieron en la cruz y en la oposicin al poderislmico. As empez la portentosa aventura de la Reconquista.

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    cntabro. De esa unin de casas naceran linajes de reyes. Pero no adelantemosacontecimientos.

    Debi de ser un tiempo de enormes cambios sociales, culturales, econmicos y,

    por supuesto, tambin polticos. Para empezar, lo fundamental: se detuvo el procesode fragmentacin del poder y del territorio que vena observndose desde tiempoatrs. Ese proceso es el mismo que en la Europa germnica iba a dar lugar alfeudalismo. Los seores de la tierra y de la guerra, fuertes por sus riquezas y por sucapacidad para mantener a sus propios guerreros, llegan a adquirir tanto poder comolos propios reyes. Ese poder feudal se basa en una estructura de familia extensa: elseor, sus parientes, sus clientes, sus vasallos, la gente que est obligada con l y alaque el seor dispensa proteccin, etctera. Todo eso conforma el cimiento del nuevoorden.

    En la Espaa visigoda tambin haba pasado. El poder se fragmentaba, los ltimosreyes tenan que hacer frente a unos nobles cada vez ms autnomos. Eso tuvo suinfluencia, como ya hemos explicado, en el hundimiento del reino hispano-godo:numerosos nobles pactaron con los musulmanes por su cuenta y riesgo. El duqueTedomiro lo har en Murcia. El conde Casio lo hizo en Aragn. ste no slo pact,sino que, adems, se islamiz, y de l procede el linaje de los Banu-Qasi,todopoderoso en el valle del Ebro durante siglo y medio. Ni Teodomiro ni Casiopidieron permiso para sus pactos a Agila, que era el rey nominal despus de la

    batalla de Guadalete; sencillamente, aquellos seores ya eran reyes en sus territorios.

    Pues bien, eso es lo que no pas en Asturias, y no pas precisamente porCovadonga. La victoria de Pelayo hizo emerger la figura de un rey o, para ser msprecisos, de un caudillo cuya autoridad nadie estaba en condiciones de contestar. Yaquellas familias extensas de las que antes hablbamos, aqu se nos presentan, porel contrario, como unidades mucho menores, sin ese carcter autnomo quecaracteriza a la estructura feudal. Sabemos, por ejemplo, que junto a la corte dePelayo coexistan condados en los territorios vecinos, pero ninguno de ellos buscarla independencia, y si la busc, la historia no nos ha legado ni una sola prueba deello. No podemos saber si la autoridad de Pelayo, desde su pequea corte de Cangas,

    se impuso pacficamente o si requiri de la fuerza; hay que suponer que de todohabra. Pero es significativo que un aristcrata tan importante como el duque Pedrode Cantabria, segn hemos visto antes, no reclamara para s la primaca, sino queaceptara el liderazgo de Pelayo. El resto de la aristocracia hispanogoda, as como los

    jefes tribales de las montaas, tampoco vieron las cosas de distinta manera: haba unenemigo y haba una forma de hacerle frente. No haca falta ms.

    Asturias, por otro lado, no estaba sola. Al oeste estaba Galicia, una regin muchoms romanizada, mucho ms organizada desde el punto de vista territorial, quedurante un par de siglos haba sido solar del reino suevo antes de colocarse bajo lacorona visigoda. El aislamiento geogrfico de Galicia es slo una apariencia. Para la

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    corona goda, como antes para Roma, Galicia debi de ser muy importante; losuficiente como para que Witiza, asociado por su padre al trono, fuera enviado all,concretamente a Tuy. En Tuy, recordemos, fue donde Witiza le rompi la cabeza de

    un bastonazo a Favila, el padre de Pelayo, al que la tradicin hace precisamenteduque en Galicia. Y una vez invadida la Pennsula por los moros, Muza llegar nadamenos que hasta Lugo. Y qu hicieron las tierras gallegas despus de Covadonga?Sabemos poco, pero muy pronto las vamos a ver incorporadas a la corona asturiana.

    Y si en el oeste estaba Galicia, en el este se hallaban las tierras de los vascones, queno formaban una unidad poltica, sino que eran un conjunto de tribus montaesas dedispar entidad. Tambin los vascones se levantaron contra los moros. Sabemos queMuza derrot a los vascones del Ebro y que someti Pamplona. Pero igualmentesabemos que hubo nuevos levantamientos. Los vascones se levantaron en 723, los

    aragoneses en 724. Las crnicas dicen que lava, Vizcaya, Ordua y Carranza nuncafueron ocupadas por los musulmanes. Hacia 733 intent someter a los vascones, sinxito, Abd al-Malik ben Kata. Despus llegaron las huestes de Uqba, que doblegarona los rebeldes, pero sin ocupar sus territorios, y no tardar en llegar una nuevasublevacin.

    Los musulmanes, mientras tanto, tenan ya los ojos puestos en Francia, divididapor entonces entre los visigodos, que gobernaban los condados del sur, y los francos,que controlaban el resto del pas hasta territorios que hoy son Alemania. Recordemosque el ltimo rey hispanogodo efectivo, Ardn, elegido ante la ausencia de Agila, se

    haba refugiado en Narbona, en los territorios godos del sur de Francia, para hacerfrente a los moros. All fue derrotado por el val Al-Samh ibn Malik, gobernador deCrdoba. El dominio de Narbona era de gran importancia estratgica: permita a losmoros contar con un puerto desde el que abastecer por mar a sus tropas y daba alislam el dominio del Mediterrneo occidental. Con esa baza, los musulmanes noperdieron un minuto en organizar las cosas: enviaron nuevas tropas rabes y

    bereberes con las que pudieron someter, una tras otra, a todas las ciudades visigodasdel sur de Francia hasta Toulouse. Miles de refugiados hispanos pasaron entonces alreino de los francos. En Toulouse, sin embargo, tuvo el moro el primer tropiezo,

    porque el duque Odn de Aquitania quebr al ejrcito de Al-Samh ibn Malik; elpropio jefe moro sali tan maltrecho de la batalla que muri a consecuencia de susheridas.

    Pero el verdadero desenlace vino despus, y vale la pena contarlo con algndetalle, porque ser fundamental para la evolucin posterior de los acontecimientosen Espaa. Odn de Aquitania, el godo, se hizo fuerte, pero no slo le amenazabanlos moros por el sur, sino tambin los francos por el norte. Los moros, por su lado,vieron que con Odn no podan, de manera que dirigieron sus razias hacia otra partemientras buscaban un acuerdo pacfico con el de Aquitania. El nuevo gobernador

    moro del lugar, el berebere Uthman ibn Naissa llamado Munuza, como el deGijn, se cas con una hija de Odn. Asunto resuelto? No, porque la ambicin

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    ceg al moro: creyendo tener al alcance de la mano un reino para l solo, esteMunuza se rebela contra el gobernador de Al Andalus, Al Gafiki. Y Al Gafiki, que noestaba dispuesto a tolerar semejantes cosas, forma a toda prisa un gran ejrcito, entra

    en Francia y arrasa todo a su paso. Dicen las crnicas que las matanzas de cristianosfueron tan salvajes que slo Dios conoce el nmero de los muertos. Odn,acobardado, pidi socorro al franco Carlos Martel. Y ste, previo sometimiento deOdn, aplast a los moros entre Tours y Poitiers. Al Gafiki muri en la batalla. Losmoros se retiraron al sur de los Pirineos. Y el franco Carlos se gan aqu el apodo de

    Marteles decir, martillo.

    Era 732. Las campaas de los francos contra los ltimos reductos musulmanes seextendieron durante algunos aos ms: no se trataba slo de echar a los invasores,sino tambin de apoderarse de la Galia visigoda. Hacia 736 ya no haba moros en la

    Galia, salvo el ncleo de Narbona. Carlos Martel intent tomar Narbona en 737, perofall. Ese ao, en nuestra Asturias, pasaba algo importante: mora Pelayo. Leheredaba su hijo Favila, al que, como todo el mundo sabe, mat un oso. Pero esto esotra historia.

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    El oso que mat a favila (y el caos musulmn)

    Cuando muri Pelayo, en 737, le sucedi su hijo Favila. Conforme a la costumbregoda, el muchacho llevaba el nombre de su abuelo, aquel Favila de Galicia cuya

    cabeza cedi ante el garrote de Witiza. El joven Favila

    quizs unos veinte aos deedad, tal vez menosgobern solamente dos aos. Muri de forma prematura yviolenta bajo las garras de un oso. No sabemos nada ms. Y si las crnicas nocuentan nada ms es porque, seguramente, no hay nada ms que contar.

    Como no hay nada ms que contar, la imaginacin ha tratado de llenar los huecosque dejan las crnicas. Hay quien dice que Favila no muri realmente peleandocontra un oso, sino vctima de un asesinato poltico; esto es tan posible comoimprobable. Otros dicen que la pelea con el oso era, cabalmente, una suerte de rito devirilidad mediante el cual el joven jefe deba demostrar su valor; tesis sugestiva, pero

    no menos fantstica, porque nada permite acreditarla en este caso concreto. Lo quenos ha transmitido la tradicin es esto: en una montaa donde hoy se encuentra laaldea de Llueves, no lejos de Cangas de Ons, muri Favila en 739 peleando contraun oso. Punto.

    Puesto que de Favila no hay mucho ms que contar, podemos dirigir la miradahacia lo que pasaba en el resto de Espaa, que tampoco deja de tener importancia. Yante todo sealemos esto: la expansin de los musulmanes por toda la PennsulaIbrica y hasta Francia es prodigiosa, pero el aliento blico de los moros no va en unasola direccin, sino que tambin se dirige contra ellos mismos. En efecto, desde el

    primer momento surgen conflictos internos en el bando musulmn queinvariablemente se resolvern por la va de la espada, y que con frecuencia costarnla cabeza a sus lderes.

    Limitmonos a una enumeracin de sucesos, porque nada es ms expresivo queeste ro de sangre. Los dos principales jefes de la invasin mora, Muza y Tarik,acabaron mal, como ya hemos visto. El primero, llamado a Damasco por el califa, fueacusado de robar, desposedo de sus ttulos y, finalmente, asesinado en Damasco; elsegundo, Tarik, acusador de Muza, fue a su vez marginado y su rastro se pierde en lahistoria. Muza, antes de irse a Damasco, haba repartido el territorio conquistado

    entre sus hijos: Al Andalus fue para Abd-al-Aziz, Ceuta fue para Abd-al-Malik

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    (llamado Marwan) e Ifriquiya, en Tnez, para su primognito Abd Allah. Ese Abd-al-Aziz, val o gobernador de Al Andalus, fue el que despos a la viuda de DonRodrigo; ser denunciado por convertirse al catolicismo y asesinado por orden del

    califa de Damasco, Solimn.Todo esto ocurri en los primeros aos de la invasin. Los aos siguientes

    mantendran la tnica. Al asesinado Abd-al-Aziz le sustituy en 716 un tal Hurr ibnAbd ar-Rahman ath-Thaqafi. ste gobern slo tres aos. Le dio tiempo a fijar lacapital en Crdoba, marchar contra la Tarraconense y Pamplona, y saquear parte deCatalua. Tanto xito despert el recelo del expeditivo califa, que no quera ms queun gallo en el gallinero: l mismo. Hasta ese momento, los jefes polticos y militaresmusulmanes en Espaa eran nombrados por el val de Ifriquiya (Tnez), que era, poras decirlo, la cabeza de partido; pero el califa de Damasco en este momento,

    muerto Solimn, era ya Umar IIquiso tener todos los ases en la mano y empez anombrar personalmente a los gobernadores de Al Andalus, y as quit de en medio alexitoso Thaqafi y design en su lugar a Al-Samh ibn Malik al-Jawlani. Este,recordemos, fue el que atac la Narbona visigoda e hizo pasar a cuchillo a todos losdefensores; crecido, atac Toulouse, pero all muri, derrotado por Odn deAquitania. Era ya el ao 721 y en Damasco haba otra vez nuevo califa, Yazid II.

    Muerto Al-Samh al-Jawlani ante Toulouse, los soldados proclamaron all mismonuevo val de Espaa a Al-Gafiqi. Quines eran esos soldados? Es interesanteanotarlo: una fuerza mixta de bereberes, rabes, sirios y algunos cristianos sometidos

    al islam, con no pocos esclavos, reunidos todos ellos al calor del botn y la guerrasanta. Esto del botn es importante, y por eso los soldados eligieron a Al-Gafiqi, quetena la buena y prudente costumbre de repartir entre las tropas el fruto de sussaqueos. Al-Gafiqi (de nombre completo Abu SaidAbd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi) crey tener todo el poder en sus manos, pero esas mismas simpatas quedespertaba entre sus tropas suscitaron el recelo de los dems poderes del bandomusulmn. Al ao siguiente, el califa enviaba a Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi paracontrolar al generoso y peligroso Al-Gafiqi.

    Este Anbasa debe sonarnos, porque es el mismo que se encontrar ante sus narices

    con el espinoso problema de Pelayo. Anbasa era un duro: cruel, expeditivo, deambicin inagotable. Doblar los impuestos a todo el mundo lo cual, por cierto, lehar perder el apoyo de los judos, confiscar bienes sin el menor reparo y portodas partes exhibir una violencia aterradora. Gobernar slo cuatro aos, ya que en726, sediento de botn, atac Francia y muri en combate. Su sucesor, por orden delpropio califa, se encargar de inventariar lo robado por Anbasa y, segn se dice,incluso devolverlo a sus legtimos dueos.

    Anbasa fue reemplazado por Udhra al-Fihri, que no lleg al ao de gobierno;Udhra cedi el testigo a Yahya al-Kalbi, que en dos aos de mandato no emprendininguna accin militar, y despus de Yahya al-Kalbi vino Hudhaifa al-Qaysi, que

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    tampoco super los dos aos en el cargo. A su vez, el califa Yazid II mora detuberculosis (en 724) y era sucedido por su hermano Hisham. El baile de nombresnos dice ms bien poco. Qu estaba pasando? Lo que estaba pasando era que el

    mundo musulmn se desangraba en interminables querellas internas. En Damasco, ladinasta reinante, que eran los omeyas, tena que hacer frente a sus rivales: los alies(luego llamados chies), los jariyes, los abbases (o abasidas). Todos ellos disputabana los omeyas la herencia de Mahoma. Y sobre esa guerra, que estallabainopinadamente aqu y all en el vasto mundo islmico, se superpona otra queenfrentaba a los distintos grupos tnicos y tribales, y especialmente a los rabes conlos bereberes del norte de frica. Un caos.

    Lo nico que poda conjurar el caos era la guerra: victoria, botines, riquezas...cosas que pudieran mantener el orden en las propias filas. Quiz por eso en 730

    volvi a ser nombrado val de Espaa Al-Gafiqi, aquel que reparta el botn entre sussoldados. Hombre de accin, dirigir sus pasos contra Francia; all se topar con losfrancos de Carlos Martel, que, como ya hemos contado, en 732 desarbolaron lainvasin y dieron muerte al propio Al-Gafiqi. Le sustituir Abd al-Malik. Comomilitar slo cosech fracasos: en Pamplona, en Gascua, ante los vascones...

    Habr ms gobernadores moros en Espaa, y todos ellos tendrn que hacer frentea los mismos problemas. Abd-al-Malik es sustituido por Uqba, que toma Pamplona,pelea en Asturias, defiende Narbona... Pero el principal problema de Uqba estdentro: la rebelin de los bereberes del norte de frica, que se extiende a la

    Pennsula. Cuando Uqba muere, vuelve al poder Abd-al-Malik, que no sabe quhacer con el reto de los bereberes. Su nica solucin es pedir refuerzos. Los pide a lastropas sirias de un general llamado Balch, que estaba en Tnger precisamenteluchando contra los bereberes. Balch y sus sirios acuden a la llamada, entran enEspaa y derrotan a los bereberes sublevados en Al Andalus, pero no les basta coneso, se dirigen hacia Crdoba y atacan al propio Abd-al-Malik, que es derrocado,encarcelado y ejecutado. Balch, evidentemente, se proclama nuevo val de AlAndalus. Pero Balch, que era una mala bestia, aplica una poltica tan sectaria queentra en conflicto con los rabes ya instalados en Espaa, los llamados balads.

    Ambos bandos se enfrentan a muerte en Aqua Portora, al norte de Crdoba. GanaBalch, pero queda tan maltrecho que muere ese mismo ao. Sus tropas sirias, que sonen realidad las que mandan ahora en Espaa, eligen val a otro de sus generales,Tha'laba. Era el ao 742.

    Paremos aqu la narracin, porque es suficientemente ilustrativa. Este primermedio siglo de dominacin mora en Espaa es una orga de sangre. Los bereberes delnorte de frica se enfrentan con los rabes, stos se enfrentan entre s al calor de susviejas disputas tribales y, para colmo, llegan los sirios a poner su granito de arenasobre el caos general. Un caos que se prolongar hasta 756, cuando Abderramn,

    despus de las guerras civiles en Damasco, venga a Al Andalus y proclame elemirato independiente de Crdoba. Pero eso ya lo contaremos en su momento.

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    En un contexto as, la circunstancia de Pelayo, Favila y los suyos en Asturias tienealgo de idlico; se los imagina uno entregados a la tarea de hacer sidra y cazar osos.No debi de ser tan pacfico el paisaje, pues sabemos que hubo incursiones moras. Y

    por otra parte, est lo del oso: aquel que mat al joven Favila, segn la tradicin en laaldea de Llueves, en abril del ao 739.

    Favila dejaba viuda y, al menos, una hija. El heredero de Pelayo se haba casadocon una dama llamada Froiliuba. Ella enterr a Favila en la iglesia de la Santa Cruzde Cangas, construida sobre un dolmen. En cuanto a la hija, de nombre Lavinia,sabemos que cas con un noble extranjero, el duque Luitfredo III de Suevenia. SiFavila tuvo otros hijos, lo ignoramos; nadie, en todo caso, plantear ulteriormentereclamaciones sobre el trono. Quien hered a Favila fue su hermana Ermesinda o,para ser ms exactos, el marido de sta, Alfonso, hijo del duque de Cantabria y yerno

    de Pelayo. Y con Alfonso I comenzaba una era nueva: el reino de Asturias iba a serpronto una esplendorosa realidad.

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    Captulo 2

    CMO SE CONSTRUYE UN REINO

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    El cntabro Alfonso, I de Asturias: el pionero

    Despus del heroico Pelayo y el anodino Favila, vino a empuar el cetro asturianoalguien a quien ya se puede definir con plena propiedad como rey, porque l mismo

    lo hizo: Alfonso I, que fue crucial para que el reino de Asturias construyera suidentidad definitiva. Se cree que haba nacido hacia el ao 693 en Tritium Magallum(hoyTricio, en La Rioja), sede de su padre, el duque Pedro de Cantabria. Si Pelayo fueel fundador; Alfonso sera el pionero.

    En aquel momento pocos haba con tantos ttulos como Alfonso para ceir lacorona. Recordemos que el ncleo inicial del reino se haba formado con losterritorios asturianos que controlaba Pelayo y con los territorios cntabros del duquePedro. Alfonso, que era hijo de Pedro, era adems yerno de Pelayo, porque estabacasado con Ermesinda, la hija del primer caudillo. Las crnicas dicen que, para ms

    linaje, era descendiente de Recaredo, pero esto es dudoso. El caso es que, cuandoFavila tuvo su letal tropiezo con el plantgrado, la candidatura de Alfonso se impusopor s sola.

    Este caballero, Alfonso, iba a hacer unas cuantas cosas fundamentales. Primero,imprimi al reino una organizacin poltica cohesionada, de la que hasta entoncescareca. Adems, ampli de forma notable tanto sus territorios como su poblacin ysu fuerza armada. Tercer logro: supo mantener al sur de su reino, en el ancho valledel Duero, una tierra de nadie que actu como cinturn protector de Asturias. Ycuarto, y no menos importante: busc deliberadamente en la cruz, en la confesin

    cristiana, la sea de identidad principal del reino. Por esas cuatro cosas, Alfonso I,que rein entre 739 y 757 y ser apodado el Catlico, puede ser considerado como elprimer gran rey asturiano.

    De Alfonso hay que decir, adems, que fue un hombre con suerte. Tuvo suerte,ciertamente inesperada y tambin luctuosa, cuando la temprana muerte de Favila leabri el camino al trono. Alfonso tena entonces cuarenta y tres aos, es decir, era unhombre maduro, alguien que sin duda sabra qu hacer con ese regalo que el destinole pona en las manos. Pero Alfonso tuvo suerte, tambin, porque en el momento enque sube al trono, hacia 740, los moros empiezan a pelearse entre s, relajando por

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    tanto la amenaza sobre el ncleo asturiano. Y as a los cristianos se les presentaba unaoportunidad que no iban a desdear.

    De estas peleas de los moros ya hemos hablado con anterioridad. Los

    musulmanes, que componan un solo bloque por su fe y por su determinacin deextender el islam a fuerza de guerra santa, sin embargo se hallaban divididos porserias luchas internas. Por una parte estaban los ecos de las acerbas querellas quesacudan el califato: entre los Omeyas, que eran la dinasta reinante, y sus numerososrivales que tambin reclamaban el poder. Y por otro lado estaba la hostilidad entrelas distintas etnias del mundo islmico, que llevaba a continuos choques entre losrabes, los bereberes y los sirios, entre otros. Lo que pas en Espaa hacia 740 fueque el bando moro, compuesto grosso modo por lderes polticos rabes y tropas

    bereberes, empez a pelear entre s. Los bereberes, procedentes del norte de frica,

    se sublevaron contra los rabes, procedentes de la Pennsula Arbiga. Y aquello fue elcaos.

    Los efectos de la sublevacin berebere fueron inmediatos: las guarniciones morasdel norte de Espaa quedaron sbitamente abandonadas. Por qu se sublevaron los

    bereberes? Primero, porque los rabes les hacan pagar impuestos como si fueraninfieles, es decir, no musulmanes. Y adems, por poder, por botn; queran untrozo de tarta ms grande que el que la poderosa minora rabe les conceda. En elfondo, tenan razn: los bereberes haban puesto el grueso de la fuerza militar en lainvasin, pero los rabes, celosos de su hegemona, queran mantener los puestos

    dirigentes. Como los bereberes no tienen lo que quieren, optan por una solucindrstica: abandonan sus puestos. Y esos puestos estaban precisamente al norte delSistema Central: Astorga, Len, Clunia, Osma... desde Len y Zamora hasta Burgos ySoria. La amenaza musulmana no desapareca, porque seguir habiendo peridicasexpediciones de saqueo, pero quedaba muy limitada. Si despus de Covadonga lossarracenos haban renunciado a ocupar los territorios del noroeste, ahorarenunciaban a ejercer un control efectivo sobre la meseta norte. Alfonso I debi dever el cielo abierto.

    Alfonso I debi de ver el cielo abierto, en efecto, porque la querella musulmana le

    permita extender su control sobre territorios nuevos. Cojamos un mapa de la zona yobservemos.

    El territorio inicial de Pelayo se situaba ms o menos en torno a Cangas de Ons yLibana, con lmites di