espacios de ciudadanía sergio tamayo

12
CRÍTICA MARXISTA Y PARTICIPACIÓN ción: comilés ob reros, consejos obreros, gestión y autogestión obre r< i, etcétera. Además, dependiendo del entorno histórico puede ha bla r- se incluso de co mités y consejos revolucionarios. La postura que he exp resado en este trab<tjo hace una críti c;i a esta visión del marxismo ortodoxo que, a un en el á mbito de las ;1c- tuales luchas de carácter ciudad ano y democráticas, insisten en 111an . tener distancia con las categoría-; ana lílicas próximas al con cepto ciudadanía. Con una posición distinta, he considerado que los té rn1i- nos ciudadanía, participación y democracia directa son útiles par; 1 exp li car movilizaciones y luchas de car;kter clasista y ant icapitalista, que pueden desafiar el orden social vi gente y, en consecuenci a, es posible con esa identidad colectiva promover el cambio social rcv c>- lucionario. Lo importante en esle caso es distin gu ir y calificar las luchas y las formas de participación por el stti eto social que se erige en un determinado campo cultural de conflicto. Inclusive, autores y revolucionarios clásicos del marxismo, como Lenin, utilizaron el término participación para llamar la atención sobre la movilización del pueblo (soviético, en la expe ri encia de Lenin) en la construcción del gobierno revolu cionario y contra la buro cratización de sus estructuras. Aquí, quise únicamente ejempl i- ficar cie rta correspondencia en el uso de los términos ("con s". jos munic ipales", ''sufragio universal", "representaciones territorial es", "formas ele gobernanza", "asamblea nacional de delegados", elcétera) que al contextualizarse históricamente, nos permite en tend er mejor la participación ciudadana revolucionaria. Estas muestras fueron la descripción de Marx sobre la Comuna ele París, y la na rración de Trotski sob re la revolución de San Petersburgo de 1905. En ntesis. Retomo la idea central del capítulo 2, que considera a la participación como resultado de la confrontación social y políti- ca; en el se n tido de que se utiliza tanto para ampliar el disfrute de Jos derechos c iudadanos , como para ser una medida con el propósi- to de modificar reglas y normas que rigen las relaciones sociales. En co nsecuencia, los rasgos revolucionarios de la participación eviden- cian cambios profundos detonados por la participación ciudadana. La opción leórica que se nos presenta es la dificultad de dilucidar las formas revolucionarias en que esa participación se desarrolla y 1m 1 - nifiesta, y las formas en que con tal participación ciudadana revo lu· cionaria se puede transgredi r a las instituciones. 'S d . \ J ----..::::..:._ CQ... \ C"- c..... ' v ... 4_ ESPACIOS DE CIUDADANÍA, ESPACIOS DE CONFLICTO sxx. \ - , 'l-e;\ o JN'fRODUCCJÓN Una forma de comprender la condición de lo social, panicularmente hoy en América Latina, es por la vía de observar la co nstitución de es- pacios de ciudadanía. Este concepto se desprende de un análisis empí- riGO que he realizado en los últimos años particularmente en México. Pero más que poner en evidencia la mera observación del concepto, es necesario reconstruir teóricamente ese proceso conflictivo de las relaciones sociales y de la formación ele nuevos stuelos sociales. Esto parecería una verdad evidente, pero plantea una manera distinta de ver a las sociedades en Ja actualidad. No solo desde los antecedentes teóricos adoptados históricamente por el pensamiento occidental de los países industrializados, que tienen una visión propia de la humanidad, sino también desde otros enfoques y experiencias. Destaca sobremanera el sei'ta lamiento de Bryan Roberts (1999) en el sentido que las luchas por los derechos de ciudadanía en América Latina, como en otras regiones del mundo , se hayan convertido en el principal motor del cambio político y social. Pero en Latinoamé- rica este es un fenómeno relativamente nuevo, pues Ja significación de la ciudadanía no había tenido una connotación real, ni en la p0lítica ni en la co nstitución del imaginario nacional. Muchos teóri- cos de esta región denostaron el término pu es consideraban que el énfasis sobre Ja ciudadanía era un recurso ideológico ele las élites para desviar la atenció n de las desigualdades sociales. El análisis de MarsbalJ (1950) dejó en claro este encubrimiento ideológico. No obs tante, la transformación es tructural de tipo econó mico, político y social que ha significado la globalización re- ctente, ha creado un efecto contrar io. Por principio de cue ntas, se han sobrevalorado diversos conceptos por la necesidad de explicar las nuevas realidades sociales. Términos como sociedad civi l, ciuda- iªnía Y democracia se han utilizado para sustitu ir otros tales como ºnnación de clases, desigualdad social, movimientos sociales, nacio- nalismo, pueblo o socia lismo. Intelectuales que coinciden con esta

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Ciudadanía, movimientos sociales, organizaciones, sociología política

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  • CRTICA MARXISTA Y PARTICIPACIN CIUDAD,\~,\

    cin: comils obreros, consejos obreros, gestin y autogestin obrer

  • 106 ESrACIOS OE C:IUDJ\DANi.\

    efervescencia terica, han retomado desde finales del siglo xx tales categoras para explicar homogneamente realidades diametralmen-te opuestas y desiguales (sean stas en Alemania o en Guatemala, por dar solo un t:iemplo), pues aunque puedan estar vinculadas y combinadas entre s en cuanto a la dominacin histrica de los pases ms poderosos del mundo sobre los menos, sus historias regionales son particulares.

    Considero que la cuestin debe plantearse introduciendo en la reflexin una visin dialctica. Como dice Roberts ( 1999), el discu1~ so sobre la ciudadana puede efectivamente servir a intereses pani-culares y elitistas, contribuyendo a legitimar la inequidad. Sin embar-go, existen discursos y prcticas de ciudadana especficas que han generado una dinmica propia, escapando as al control de las lites y del Estado. En efecto, la ciudadana se constituye por prcticas sociales inestables, y estas pueden producir un desigual campo ele batalla (Bauman, 1999). Y si bien los resultados institucionales de esas prcticas de ciudadana pueden ser determinados desde arriba, la lucha social por derechos ciudadanos puede crear oportunidades para incrementar la influencia de la sociedad civil desde abajo.

    El concepto espacios de ciudadana enfrenta directamente este pro-blema. En trminos epistemolgicos se traducen como el resultado del desacoplamiento entre la dinmica estmctural del sistema mun-dial y los procesos histricos particulares, entre sistema y mundo de la vida, entre estructura y agencia, entre lo global y lo local, entre universalismo y particularismo, entre objetividad y subjetividad. Estas dicotomas son en realidad interfases de tensin del mundo social Y no meras polarizaciones. Al menos, as se deduce de las propuestas tericas de Wallerstein (1987) , Habermas (1989), Bourdieu (1989; en Wacquant, 2002), Giddens (1995; Cohen 1987, 1996) y Tou1,ne (1993) entre otros. Para m, estas mediaciones generan espacios de conflicto que se presentan por la existencia de distintos niveles Y mbitos de actuacin. El equil ibrio o acoplamiento de los extremos puede producirse, siguiendo estas mismas lneas tericas, a travs: de la accin social, de la accin comunicativa, del habitus, de la cultura, del anlisis histrico o de la construccin del sttjeto .social. Pero los sujetos, cualesquiera que estos sean, deben ser conscientes a plenitud de la necesidad de este acoplamiento. .

    Mi reflexin, an inconclusa, despega de una serie de trabajos experimentales realizados desde 1990 que se han orientado a la

    ESPACIOS DE CIUDADANA 107

    comprensin de la construccin de la ciudadana en Amrica La tina, particularmente en Mxico. He fabricado el concepto de espacios ciudadanos,~ esp_acios de ciudadana, no como el punto

  • 108 ESl'/\CIOS OE CIUOAl)Al\: i \

    CIUDADANA

    Destaco dos formas de analizar la ciudadana. Una formal, vinculada a su est.atuto jurdico, identificarla con una perspectiva liberal e insti-tucional. Otrn sustantiva, entendida como construccin social, concli-cionacla por prcticas sociales y experiencias histricas y culturales.

    La corriente liberal considera que la ciudadana es un conjun10 de derechos que cada individuo, miembro de la comunidad, goza por igual (Sermeo, 2004) . Se genera as una asociacin de indi1i-duos, que actan en funcin de derechos y obligaciones conferidos a individuos iguales ante la ley. Forman una membreca, sustemada en una reglamentacin que normaliza la participacin de los indivi-duos en la comunidad. El Estado representa as el contrato social que define y sanciona las normas y reglas de convivencia.

    En contraparte, la perspectiva sustantiva niega el carcter inamo-vible y funcional de la ciudadana. La existencia de relaciones des-iguales y la distdbucin diferencial de recursos y el poder promueve prctir.as diferenciaAas de ciudadana. La ciudadana por consiguiente se modifica, y por lo tanto cambia la relacin de los individuos entre s y con respecto al Estado. Distintos mecanismos pueden ser la ca:1sa de estos cambios: estrategias de las lites (Mann, 1987), existencia de guerras civiles, revoluciones, e invasiones colonialistas (v\Tallerstein , 1996; Brubaker, 1992) , crisis econmicas (Roberts, 1995), confronta-cin de proyectos polticos dismiles (Barablet, 1988; Turner, 1990), etctera.

    Ln r.iudarlana sustanlit1a

    Varios estudios han contribuido a comprender la ciudadana corno construccin social, desnudando la simplicidad legalista de la pers-pectiva liberal. Marshall (1950), por ejemplo, defini la ciudad(lna como un proceso histrico, vinculando el desarrollo de los derechos civiles, polticos y sociales a actores estratgicos y la conformacin de las instituciones jurdicas desde finales del siglo XVIII, despus durante el siglo x1x con la fonnacin de los Estados nacin y los parlamentos, y el desenvolvimiento de la ciudadana social vinculada al Estado de bienestar y la formacin de instituciones de seguridad social, en el siglo xx. Ms recientemente, otros autores han criticado el carcter evolucionista y mecnico ele la propuesta de Marshall.

    ESPACIOS DE CIUDADANA 109

    S0mmers (1999) por ejemplo, enfatiza la dif'!renciacin de los acto-res y la lucha por demandas e intereses de grupos en la conformacin de la ciudadana, que por esa razn, no puede delinearse de manera uniforme en todos los pases ni en todas las regiones. Turner ( 1990, 1997) , por su parte, subraya la importancia de la evolucin de la ciudadana como resultado de la lucha social, la existencia de movi-mientos sociales y las nuevas orientaciones de la ciudadana cultural y los derechos humanos. En un anlisis comparativo Turner expone las diferencias histricas de ciudadana en varios pases, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaii.a y Alemania. El esquema diferencia distintas prcticas que se ubican en los mbitos pblico o privado, a partir de una participacin activa desde abajo, o pasiva, impuesta desde arriba.

    Bryan Roberts (1995) explica la formacin de ciudadanos en las c:iudades de Amrica Latina. Describe la formacin de ciudadanos en ciudades transmutadas por la estruclura econmica y los nuevos flujos migratorios de tipo internacional y de ciudad a ciudad. La ciudadana depende de tensiones estructurales, por eso se trans-forma histricamente dependiendo de los cambios suscitados en los modelos econmicos. Roberts ( 1996) tambin hace un an lisis comparativo entre distintos pases -Mxico, Estados Unidos y Gran Bretaa-relacionando tipos de ciudadana social con la expansin de los derechos en los mbitos pblico o privado. De esa manera explica prcticas autnomas o dependientes. La existencia de movimientos s0iales que reivindican derechos sociales o las estrategias individua-les de movilidad social son ambas formas autnomas de ciudadana p>ero se ubican cada una en mbitos separados, los primeros en l~ esfera pblica, y las segundas en la esfera privada. Desde una forma

    ~ependiente de ciudadana tendramos prcticas que por un lado se VJ.nculan ms al clientelismo o al paternalismo gubernamental, y por

    otr~ lado, se dan aquellas prcticas que se cobijan en el aislamiento social.

    Por su parte, Barbalet (1988) analiza la ciudadana a partir de l~s d_e~echos ciudadanos y las tensiones existentes que genera su

    ~Jercic10. Hace nfasis en la contradiccin irresoluble del carcter tndividu l 1 d a y co ecuvo e los derechos, que muestra en el fondo las Ontr d. .

    a tcc1ones estructurales basadas en la propiedad privada y los antag .

    0n1smos de clase. El desarrollo de los derechos ciudadanos sintetizo e d. . d h . , . ,

    , s con 1c10na o 1stoncamente por luchas sociales.

  • l 10 ESPACIOS DE CIUDAD.\ :-:i.\

    Rogers Brubaker ( 1992) realiza un anlisis comparativo de ciucht-dana y nacionalidad en Francia y Alemania. Entiende el concepto como una forma de cerramiento social y cultural. La ciudadana se construye diferencialmente en cada Estado-nacin , debido a que se define y se ejerce de manera diferente. Las fronteras represeman los lmites al ejercicio ciudadano. De ah que territorio y rnembrecia estn ntimamente ligados, tanto a una historia como a prcticas particulares.

    Los acercamientos tericos y me todolgicos de estos autores mues-tran una ciudadana dinmica, formada y transformada histricamen-te por actores sociales. Su prctica obedece asimismo a forma~ de identidad. As, ser ciudadano implica un proceso de construccin de identidad. Garca Canclini (1995) resalta la ciudadana en Amrica Latina y la define como ese acto de compartir experiencias sociales y culturales, que dan sentido de pertenencia a una comunidad. Esta implicacin cultural establece que la identidad del ciudadano se expresa en la solidaridad del grupo. Pero haba que advertir tambin que tal cohesin se fortalece en la estigrnatizacin del extranjero, Lal y como lo entiende Brubaker. As, la ciudadana es internamente inclusiva, pero externamente es excluyente. Por eso, cuando nos referimos a la identidad, no pensamos en un valor tico inamovible, sino en una forma de expresar prcticas culturales contradictorias, y en una tensin inevitable entre incluidos y excluidos.

    El estudio de la identidad del ciudadano como st!ieto social debe superar el pantano conceptual de asumirla mecnicamente. La iden-tidad de la ciudadana o en la ciudadana, no se explica nicamente por la integracin, la inclusin y la homogenizacin de visiones

  • 1 12 ESPACIOS DE CIUDA.\~ .-\

    yen proyectos de ciudadana distintos que Jos oponen en tre s, cnn10 el caso de programas polticos de los partidos u organizaciones soci. les. Estos distintos fJW)eclos de ciudadana se fundamentan en disti ntas prcticas sociales, o f1rc:ticas d e ciudadana, as como en distintas i1/1ttf sobre la ciudadana. Se de fin e a es te fe nmeno como "ciudacl;mfa sustantiva" contrapuesta a la "ciudadana formal" o institucional (Garca y Lukes, 1999).

    La ciudadana se constituye por tres dime nsiones estrechamente relacionadas entre s. En conjunto disean los proyectos de ciudada-na existentes. Son estas tres dime nsiones las que definen con preci-sin las prcticas e ideas sobre la ciudadana: la primera dimensin es la que se constituye por la relacin entre Estado y sociedad civil, que involucra concepciones de naci n y nacionalidad, as como ex-presiones jurdicas y culturales de la membreca y la comunidad. La segunda dimensin es el proceso que define y redefine derechos y obligaciones de esa membreca, y reglamenta de alguna manera el comportamiento individual y social. Finalmente, la tercera dimensin es la participacin, entendida como el proceso poltico de formar parte de una comunidad, de involucrarse e n la toma de decisiones y delinear el camino a la democratizacin de la sociedad. Estas tres dimensiones (Estado-sociedad civil; derechos; y participacin) son mbitos analticos a partir de los cuales puede confrontarse y compa-rarse los distintos proyectos polticos de los actores estratgicos.'

    Siguiendo esta ruta, tropieza a la vista que la lucha por proyectos de ciudadana exprese ntidamente la lucha social: entre el Estado)' los grupos organizados de la sociedad civil; entre las demandas por la expansin de algunos derechos y la supresin de otros; y entre la reglamentacin de la participacin ciudadana, la ampliacin de la democratizacin y la independe ncia poltica. Esta lucha busca la hegemona poltica para garantizar la viabilidad del proyecto ciuda-dano propuesto. Representa en efecto intereses de clase, de un sector de clase o un grupo social. Los proyectos ciudadanos estn pues en funcin de los actores sociales, y de su visin sobre estas tres dimen siones bsicas de ciudadana: la relacin Estado-sociedad, los dere-chos ciudadanos, y las formas y lmites de participa r.

    1 Para profundizar en las dimensiones a nalticas de la ciudadana v

  • FSPACIOS DE CIUDAll.\NiA

    tegia con las mismas argumentaciones. Para decirlo de otra manera, si alguien durante ese periodo fue firme en sus principios, ese fue la burguesa mexicana, la que al final vera con gusto la cercana ideo. lgica con la que los gobiernos neoliberales defenderan las garantas individuales, principalmente el derecho inviolable a la p ropiedad privada (cf. Roberts, 1995; Tamayo, 1999).

    Finalmente, la clase obrera y el movimiento popular, por el con-trario, tuvieron que defender los derechos ya ganados desde decenios a trs. Por ello, en los aos setenta, las principales demandas se cen-traron en mantener vigente los de rechos sociales y laborales. Con la entrada de la crisis su exigencia se desdobl, por las obvias y ms apremiantes necesidades de tierra, crditos, educacin, seguridad social y mejores salarios, todas e llas profundizadas durante los a11os ochenta. De tal forma que al agudizarse estas, otras reivindicaciones se elevaron para ocupar el mismo nive l de importancia, yuxtaponin-dose unas a otras. As fue con la ciudadana civil, sobre todo por los derechos humanos y de las mujeres (Tamayo, 2000), y con la ciuda-dana poltica, alrededor de la participacin electoral (Lpez Mon-jardn, 1989, 1986). Fue en rea lidad una disputa abierta en la que los agravios a la poblacin se combinaban con lo social, lo civil, y lo poltico y se colocaron, como lo vemos en el cuadro 1, en el mismo nivel de importancia.

    Podramos decir, con base en estas demostraciones, que los distin-tos sectores sociales conformaron un amplio movimiento social, de-

    CUADRO 1 . VISIN Y JERARQUA DE LOS DERECHOS CIUDADANOS Y CAMBIOS DE ESTRATEGIA DURANTE EL PERIODO DE 1968 A 1988 EN MXICO, SEGN LOS ACTORES SOCIALES

    ACTORES SOCIAU :S

    lite poltica

    lite econmica

    Movimientos sociales

    rnt:NTE: Tamayo , 1999.

    Sociales Poltico-civiles Civiles-polticos Sociales

    Sociales

    Civiles-polticos

    Civiles

    Pollicos-socialcs Civiles-polticos Sociales Sociales-civiles-polticos

    ESPACIOS DE CIUDADANiA

    rnocrtico y nacionalis ta. Su lucha trat de combinar y proyectar las exigencias de distintos sectores: campesinos, trabajadores, residentes, rnujeres, jvenes y estudiantes. Con ellos e l movimiento e labor un programa amplio y nacional que le dio, en primera instancia, una considerable capacidad de accin. Se constituy eso que llamo un espacio de ciudadana, que poco despus se mostrara nuevamente una y otra vez, aunque bajo otras condicio nantes, durante todo el decenio de los noventa.

    Cabe aclarar que los actores estratgicos aqu esbozados no presen-taron nunca un carcter homogneo. Al interior hubo fricciones y tensiones, visiones encontradas y lucha por la hegemona. El mejor ejemplo son los cambios en la correlacin de fuerzas al interior del Estado entre las corrientes nacionalistas-revolucionarias, populistas y neoliberales. As sucedi con la formacin de la Corriente democrti-ca, su renuncia al PRI y la posterior formacin del PRD. La burguesa mexicana tampoco se mostr homognea ni en sus caractersticas o r-ganizativas, ni en su ideologa, ni en su influencia poltica. La topogra-ffa econmica que organizaba por un lado a los grandes empresarios, y por otro a los pequeos y medianos trazara los conflictos y las ml-tiples alianzas de los propietarios entre s y con la clase poltica. Final-mente, el movimiento popular mostr su gran heterogeneidad. Parti-ciparon diversos sectores: cristianos comprometidos, ecumnicos, mujeres (tanto feministas como de clase media y otros sectores popu-lares), residen tes, trabajadores de sindicatos oficiales, trabajadores de sindicatos independientes, estudiantes y grupos de izquierda.2

    Como hemos visto, debido a la existencia de diferentes prcticas Y visiones no es posible hablar de una sola ciudadan a. Pero tampoco es funcional hablar de una pluralidad de ciudadanas, pues existen marcos institucionales y controles sociales que s determinan el com-

    ~ortamiento social y jurdico de los individuos, tanto en el mbito internacional como en el intranacional (cf. Baubck, 1999, 1994; ~~licka, 1999, 1996). Sealara en cambio, que una mejor defini-cion es referirse a prcticas de ciudadana, la que se refiere a todas aquellas experiencias concretas de carcter colectivo que se expresan de modo desigual y combinado.

    2 d El relato histrico de los cambios en las prcticas y proyectos de ciudadana,

    esde la pers e t " d l l' y P e tva e estos actores socia es y po mcos, as1 como la heterogeneidad cornplejidad del proceso puede verificarse en Tamayo (1999) .

  • 1 16 ESPACIOS DE CIUDAil.\N jl\

    Coincido as con la perspectiva de Ciddens ( 1995; cf. Cohen , 1987) sobre la forma en que se constituye la vida social. Para este aULor la vida social articula tres mbitos: la agencia, la praxis y el contexto. La agencia se forma por aquellas propiedades estructurales de los sistemas sociales, mientras que la praxis es el conjunto de patrones articulados de interaccin social; y el contexto es el aspecto situaci(}. nal de la interaccin en tiempo y espacio.3 Para el caso especfico que nos ocupa, defino a las prcticas de ciudadana como la sntesis de tres mbitos: del carcter institucional de la ciudadana; de la experiencia y lucha social de los ciudadanos por visiones e interpre-taciones particulares de ciudadana; y del contexto socio-histrico en el que se desenvuelven.

    ESPACIO

    El concepto de espa,cio es imprescindible en el desarrollo ele esta hiptesis. La idea central es encontrar una sntesis que permita trian-gular distintas visiones del espacio: en su concrecin fisica, social, simblica y poltica.

    Se ha constatado que en las ciencias sociales el espacio adquiere un papel relevante en el tratamiento, interpretacin y anlisis de la interaccin social y el estudio de la comunidad poltica, pero ha te-nido distintas acepciones. En la sociologa poltica e l referente ms inmediato al concepto de espacio es aquel atribuido a la esfera p-blica (Habermas, 1993; Honneth, 1996; 2000; Voirol, 2003). Es un concepto analtico y abstracto de la interaccin comunicativa enue actores sociales. Para m, espacios de ciudadana tiene esa intencin abstracta y metafrica pero, adems, en el mismo nivel de importan cia, el espacio de ciudadan a existe en sus dimensiones social y fsica

    ~ Esta relacin tri

  • l 18 ESPACIOS DE CIUDAlJ,\Njl\

    han sido algunas de esas disciplinas, esenciales a mi juicio, que han insistido en el estudio del sentido espacial de los fenmenos sociales. La finalidad de la geografa es regionalizar, localizar cartogrficainen-te lo continuo y lo discontinuo, y comprender as tanto la dive rsidad como la homogeneidad de los elementos situados. Estos enfoques, adems, se han expandido a la geografa fsica, la geografa econ-mica, la geografa poltica, la geografa humana, la geografa cullural y la geografa histrica. Aunque en estas disciplinas haya prevalecido un examen ms bien instrumental y factual del espacio fsico, se destaca el hecho que la geografa social y humana subraye como objeto de su anlisis la inseparable correspondencia entre el ser hu-mano y el territorio (cf. Bavoux, 2002; Di Mo, 1998; Hoffmann y Salmern, 1997) . Desde la arquitectura, el espacio sera aquel deli-mitado por elementos estructurales (columnas, muros, techos y pi-sos) y formales (volmenes, materiales, colores, texturas y dimensio-namientos) , y el espacio urbano como esa imagen tanto dimensional como tridimensional, formado por arquitecturas y elementos urba-nos, tambin de tipo estructural (edificios y mobiliario urbano) y formal (ambientes, vegetacin, poblacin, y actividades).

    La sociologa ha retomado el concepto de espacio social para es-tudiar la distribucin de la poblacin, la zonificacin territorial por grupos socioeconmicos y los lmites poltico-administrativos. Se ha subrayado un nuevo enfoque socio-espacial, que proviene en parte de la ecologa urbana, pero tambin de la crtica del marxismo ana-ltico al economicismo y al estructural-funcionalismo. Este enfoque ha buscado interrelacionar economa poltica y cultura, as como espacio y comportamiento (Gottdiener, 1995, 1994; Castells, 1983; Soja 1996, 1989; Harvey, 2000, 1996). Otra perspectiva parte de la mundializacin de las relaciones econmicas, la conformacin de

    obstante, de las primer

  • 120 ESPACIOS DE CIUDAD,\NiA

    ne a ser el escenario del drama social ( cf. Goffman, 1997). En la reflexin sobre e l espacio, Anthony Giddens (1995) reivindica la aportacin de la geografa histrica en el estudio del espacio cultural y las interacciones que denomina escenarios de interaccin. Recoge las aportaciones del gegrafo Hagerstrand en el anlisis de la vida cotidiana y dice:

    La conduccin de la vida cotidiana de un individuo lo lleva a asociarw su-cesivamente con conjuntos de entidades emanadas de los escenarios de in-teraccin. Estas entidades son: otros agentes, objetos indivisibles (cualidades materiales slidas del medio de accin), materiales divisibles (aire, agua, minerales, alimentos) y dominios. Los dominios denotan lo que prefiero denominar de la regionalizacin de un espacio-tiempo: el movimiento de sendas de vida a travs de escenarios de interaccin que presentan diversas formas de demarcacin espacial ( Giddens, 1995: 148).

    Giddens explica la importancia terica y metodolgica del concep-to espacio-tiempo en la teora de la estructuracin, la cual establece, como vimos a parlir de identificar los agentes, la praxis y el contexto. Para el caso particular del espacio, el autor profundiza las observa-ciones realizadas de las cualidades psicolgicas de los agentes sociales y de las interacciones en situaciones de copresencia, ubicando a di-chos actores en contextos o escenarios de interaccin, as como el examen del entretejimiento de esos contextos. Es decir, sita la inte-raccin en tiempo y espacio.

    La forma en que Giddens propone analizar la interseccin de trayectorias espacio-temporales, en una actividad cotidiana, es a par-tir de categoras subsecuentes que permite clasificar distintas escalas, tales como: sendas diarias espacio-temporales; distribucin de en-cuentros y disponibilidad de presencia; regionalizacin de sedes; contextualidad de regiones e interseccin de sedes.

    A partir de esta elaboracin que asocia espacio y contexto, la vis'.n del espacio no debe reducirse a ser un soporte pasivo de objetos, sino un componente que se crea por la relacin dinmica entre tales objetos. Adems de ser entorno, el espacio se convierte en ese com ponente fundamental de la interaccin y de la identidad social. se carga de afectividad y de significado. El espacio as es algo apropiable subjetivamente, como representacin y como smbolo. Es as un ~i:o-

    . . d . . d 1 . zacioO dueto social y se convierte en parte acuva y ecis1va e a orgam -

    ESPACIOS DE CIUDADANA l 2 l

    s0cietal. Los individuos actan y piensan ubicados siempre en un tiempo y en un espacio. Son seres que habitan y ocupan, crean y rransforman el lugar y as se convierten en sujetos de su propio es-pacio. Segn Andr Frmon (1988, citado en Di Mo, 1998) los in-dividuos son suj etos activos, pensantes y racionales que no pueden ;onsiderarse como simples objetos inanimados. Actan sobre el es-pacio, pero al mismo tiempo el espacio condiciona y a veces deter-irnina sus comportamientos. Es una dinmica que funda su propia espacialidad. Crea esa inseparable y permanente relacin tanto real c;omo imaginada del ser con el espacio (Di Mo, 1998:73). Pero si bien el espacio es un producto social, su percepcin, imaginario e jnterpretacin, aunque social, es diferenciada en la medida que re-presenta asimismo a una sociedad que no es homognea ni en su .Gonstitucin ni en su prctica. La posicin social, cultural y poltica de individuos y grupos califica las imgenes del espacio, que adems es percibido slo parcialmente, por fragmentos.

    La comunidad en su acepcin territorial e identitaria

    V~mos que la ciudadana se asocia con la constitucin de membrecas yla delimitacin territorial de su ejercicio. De ah que el concepto de prcticas de ciudadana se relaciona estrechamente con el de comuni-dad poltica. No todas las prcticas identitarias de la comunidad son prcticas ciudadanas, pero toda prctica ciudadana involucra directa 0 indirectamente a la comunidad, tanto en su carcter eminentemen-te poltico como cultural. Siguiendo a Giddens, asocio el sentido de comunidad con una serie de interacciones de individuos que, como el espacio, se mueve en diferentes escalas: puede establecerse a escala de una comunidad internacional, o de una comunidad regional como l 0s casos de la Comunidad Europea o e l Tratado de Libre Comercio de No ne Amrica ( cf. Habermas, 2001, 1993; Baubock, 1999, 1994). ~u~de ubicarse en la escala del Estado-Nacin dentro de sus propios lnn1te 1 ( s tem tona es Brubaker, 1992). Es posible considerar a la co-::iidad e~_ u~a esc~la ~tnica: naciones y pueblos al interior de un 1 do plunetmco (Kimhcka, 1999, 1996). La ciudad es otra escala de la9,comunidad, la polis, la comunidad de residentes (Hill 1994 Isin 99 '

    1999b). Y finalmente es posible considerar a una comunidad ff'lartir de elementos estructurado res urbanos, como son los barrios

    ~-----"-----------------

  • 122 ESPACIOS DE CIUl>AD,\N,\

    y pueblos de una ciudad multicultural (Rogers, 1995). Cada una ele estas escalas muestra prcticas sociales diferenciadas.

    Ahora bien, una comunidad est anclada en procesos de identi-dad, en tradiciones, cultura, lenguaje e historia, pero tambin puede estar agrupada bajo un marco jurdico y en normas institucionales que determinan comportamientos colectivos a su interior. Para efectos de esta reflexin, el ingrediente medular de una comunidad de ciudadanos es el hecho de su legitimidad poltica. Ella requiere, para legitimarse, de un concepto incluyente de sociedad que a su vez permita una clusula radical de exclusin de los no pertenecientes a la comunidad, y eso se da a diferentes escalas: sea una nacin, regiones tnicas autnomas, lugares de residencia, jurisdicciones polticas en los mbitos estatal, municipal y ciudad. Requiere pues ele una delimitacin espacial, que es la frontera misma de la lucha por la ciudadana. La ciudadana como asociacin, con reglas y normas de funcionamiento solo puede institucionalizarse dentro de lmites territoriales y al definir su membreca. Sin embargo, la cohesin de los ciudadanos o su diferenciacin se da por la cultura. La cultura implica permanencia, pertenencia y sobre todo prcticas y, por lo tanto, el estar ah en un territorio. La comunidad poltica, sea sta una ciudad o el Estado-nacin se convierte en el contexto y escenario de las prcticas ciudadanas. Es el campo de batalla de las diferentes luchas por la ciudadana. Es ah donde se exponen los proyectos distintivos de ciudadana y de nacin.

    El ejemplo de la ciudad puede ser clarificador, pues adquiere una connotacin diferenciada por su escala en el anlisis de la ciudadana. La ciudad como una escala de la comunidad es un espacio calificado. Es el lugar de estar, pues se habita, se posee y se le apropia. Es una forma simblica que se llena de significado. Y adquiere significacin cuando se percibe, se usa, se practica, se le interpreta y se califica. Puede ser una ciudad grande o chica, hermosa o fea, consenradora o liberal, violenta o segura. Como espacio, la ciudad es tambin un producto relacional de sus componentes: arquitecturas, infraestruc-turas, imgenes y paisajes, cosas y habitantes. Puede, en efecto, pen sarse como un contenedor de actividades, el contexto tridimensional de la accin social, pero es al mismo tiempo, mucho ms que eso. Se convierte en demanda ciudadana y espacio de la accin poltica (Hill. 1994; Clarke, 1996).

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    ESPACIOS CIUDADANOS: UNA RECAPITULACIN

    como hemos visto, los proyectos de ciudadana son aspiraciones que generan a su vez acciones, ideas y utopas sobre el futuro de lo social. y el espacio, sea este la ciudad o la nacin es un campo de batalla, que se convierte en espacio de ciudadana. Pero este campo de ba-talla no se expresa con regularidad , pues no es una institucin en s mismo, sino una situacin de tensin y conflicto. Es, pues, un espacio efmero de transicin y trasgresin.

    En Mxico, se gener un amplio espacio de ciudadana durante veinte aos, de 1968 cuando surgi el movimiento estudiantil, a 1988

    _cuando el proyecto neoliberal mexicano fue asumido por el presiden-re electo Carlos Salinas de Gortari. Esta transicin se caracteriz por el impacto nacional de profundos cambios en Ja economa poltica, que modificaron viejas relaciones mundiales y crearon nuevos circuitos y relaciones internacionales. El cambio no fue solo determinado por las propiedades estructurales del sistema social, sino por el acoplamiento de mecanismos causales y procesos articulados de interaccin social, aunados a la especificidad situacional de esa interaccin en Mxico. La crisis pudo haber sido provocada por factores objetivos, pe ro la respuesta y la resistencia social tuvieron un carcter eminentemente subjetivo (cf. Mandel, 1980 (1986]) . El espacio ciudadano que se c;re fue una transicin. Surgi al transgredir la institucionalidad, _entendida esta como la verdadera esencia de la organizacin de la vida social. Los espacios de ciudadana como movimiento naciente (Alberoni, 1984) irrumpieron en la cotidianidad de forma creativa, eufrica, en constante efervescencia social. Los cambios que se die-ron, algunas veces sugeridos, otras veces impuestos desde mandos institucionales, fueron siempre resultado de tensiones sociales que ;scaparon al control sistmico.

    E>e esta forma, el concepto de espacio se ha hecho ms importante en mis trabajos recientes en Ja medida que me ha sido til para revalo-

    . rar las expresiones de la cultura ciudadana en la ciudad de Mxico. El anlisis realizado en contextos urbanos fue una manera de continuar el _estudio de las prcticas de ciudadana entre 1968 y 1988. Delimit

    ~.el estudio dentro de los mrgenes de la ciudad. A partir de eventos i situaciones de interaccin, observ el comportamiento colectivo de ~s ciudadanos en el espacio pblico. Los espacios ciudadanos describen

    cultura ciudadana y la cultura poltica (cf. Tamayo, 2002).

  • ESPACIOS DE CIUDAO,\:\\

    En este sentido, los ejemplos empricos que observ fueron varios. Uno de ellos fue la influencia que tuvo sobre los habitantes de la ciudad de Mxico, en 1994, e l levantamiento armado de los indge-nas, organizado por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional. Los ciudadanos de la capital se involucraron en el conflicto ele una forma indita. La sociedad civil se expres de mltiples maneras y presion significativamente para reorientar los acontecimien tos y las polticas gubernamentales. Se cre lo que he denominado un puente vinual de lucha y comunicacin entre Ja Selva Lacandona y la ciudad. Se cre ah un espacio de ciudadana.

    Despus, entre 1995 y 2000, los habitantes de Ja ciudad se expre-saron multitudinariamente en el espacio urbano, en las calles y en las plazas. Las manifestaciones pblicas tenan sus propias demandas que expresaban el sentido de las prcticas ciudadanas: derechos so-ciales, civiles y polticos en torno a la seguridad social, la justicia y la transparencia electoral. Todo ello gener un amplio debate sobre los lmites de la participacin ciudadana constituyndose un confliclivo espacio ciudadano.

    En aos recientes, esta urbe revel una fuerte confrontacin de proyectos sociales y polticos dismiles, cada uno sustentaba distintas utopas y visiones tanto de Ja ciudad como de la nacin. La ciudad se convirti entonces en un receptculo de los conflictos y dramas culturales de todo el pas: ah se manifestaron sindicatos nacionales, organizaciones ganaderas regionales, movimientos polticos estatales, experiencias indgenas insurgentes, junto con otras demandas de organizaciones locales urbanas y asociaciones cvicas. Durante los aos 2000 y 2001 tal efervescencia se concentr en las campailas electorales para elegir al presidente de la Repblica y al gobernador del Distrito Federal, as como en Ja megamovilizacin pblica del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional.

    El espacio pblico se transform, por estas dos grandes conliendas polticas, a travs del voto de los ciudadanos, del debate organizado por los partidos polticos legales, de la intervencin cada vez ms decisoria de los medios de comunicacin, y del uso ideolgico ele las encuestas de opinin. El espacio pblico se expres adems por la forma en que Ja ciudadana particip abiertamente, por fuera inclu so de los canales institucionales, por el modo en que se comportaron colectivamente en los eventos pblicos en relacin con sus preferen-cias electorales; y en el grado de insercin ideolgica a esos proyectos

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    pelticos en pugna. En efecto, el espacio pblico se produjo, se trans-form y se apropi polticamente por grupos y clases sociales en disputa.

    La exposicin ele estos eventos como prcticas de ciudadana des-menuza el anlisis poltico de Ja esfera pblica y llama la atencin sobre Ja importancia del espacio fs ico. Espacializar Ja esfera pblica me ha permitido destacar las relaciones entre los componentes pol-ticos del debate sobre los distintos proyectos de ciudad y de nacin, pero adems, sobre las formas de apropiacin poltica (y fsica) del espacio urbano.

    El espacio ciudadano fue un mbito que se cre par la aproj1iacin ciuda-dana de su espacio pblico. El ciudadano interactu y se manifest en el espacio fsico, junto con l construy un espacio relacional, que adquiri para Ja poblacin nuevas significaciones. Los objetivos de varios grupos coincidieron y los flujos comunicacionales se multipli-caron. Se gener as una red de acciones que interactu en el espacio concreto de una localidad y produjo as una red de acciones polticas. Se constituy un espacio de nivel intermedio que difundi y articul el desarrollo de los procesos polticos. El ciudadano en su accin, habit, se apropi colectiva y polticamente del espacio pblico en un nivel interpersonal, pero pudo pensar e impactar globalmente.7

    El espacio pblico adquiere significado porgue se carga simbli-camente de las ideas y representaciones de los grupos de ciudadanos; pero tambin porque es un espacio concreto, practicado, posiciona-do por ciudadanos. En ese espacio se forman y expresan distintas identidades ciudadanas. Es el escenario de la realizacin del ciuda-dano como hombre o mujer poltica. La ciudad o Ja comunidad, en tanto espacio poltico, es precisamente eso, un espacio calificado por prcticas distintivas de ciudadana.

    Esta idea de espacio ciudadano, para ejemplificar, se asocia anal-gicamente con el concepto de "espacio social" de Pierre Bourdieu (1989). Digamos que el espacio social es el mundo social constituido por elementos objetivos materiales as como por representaciones subjetivas; por Ja posicin social de las clases en ese espacio social as

    7 Un ejemplo de este nivel intermedio de relacin se encuentra en el anlisis ~ue Hedstron, Sandell y Stern (2000), hacen recuperando la nocin de Mesoleuel ~etworks en la difusin de los movimientos sociales y las ideologas partidistas. Otra Perspectiva es la propuesta de los ciclos de protesta de Sydney Tarrow ( 1998).

  • ESPACIOS DE CIUDAll!\NiA

    como sus expresiones culturales. De la misma forma, el espacio ciu. dadano es ese mundo de ciudadana constituido por elementos ob-jetivos materiales (la apropiacin poltica de una plaza, las manifes-taciones pblicas en las calles, los repertorios de la movilizacin social), as como por representaciones, percepciones e ideas sobre la ciudadana.

    Los esf1acios ciudadanos son objetivos y subjetivos. Por un lado, se cons-tituyen objetivamente a travs de dos dimensiones: a] Ja apropiacin social del espacio fsico , que involucra a objetos, arquitecturas, re-giones, redes de ciudades y personas fisicas que califican ese espacio y denotan el tipo de interaccin social; y b] la comunidad, de una ciudad, regin, o nacin, que puede incluso convertirse en demanda ciudadana: el derecho a la ciudad, el derecho a la autodeterminacin, el de recho a la soberana, o el derecho a la autonoma cultural. Por otro lado, los espacios ciudadanos se constituyen subjetivamente porque son representados, imaginados e interpretados por los acto-res colectivos. Y eso le da sentido a su accin social y a sus prcticas ciudadanas.

    los espacios ciudadanos son resultado de luchas social.es. Se construyen social y polticamente. Son cambiantes y dependen del resultado de la confrontacin social. Son al mismo tiempo espacios de interaccin y espacios de argumentacin (Alejandro, 1993). El concepto de "es-pacios ciudadanos" permite comprender las distintas prcticas de ciudadana que se generan tanto en las diferentes escalas de la co-munidad como ms especficamente en las ciudades. Es un espacio que se produce y reproduce a s mismo con Ja idea de comunidad poltica como polis, y Ja ciudad como el lugar ms inmediato del ejercicio ciudadano.

    los espacios ciudadanos no responden a atributos estticos e inmutables. Son producto de acciones e imaginarios de los individuos que actan sobre lo social. La correspondencia entre espacio y ciudadana per-mite advertir la produccin social y simblica de los espacios ciuda-danos, y viceversa, el anlisis de los espacios ciudadanos permite comprender la compleja correspondencia que se da entre el espacio como escenario u objeto de demanda, y Ja ciudadana como prctica poltica.

    PARTE II. CONSTRUCCIN CIUDADANA