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0 Escalas, economía y cambio climático en el Caribe insular, ¿se estrecha más la sub región? Lic. Daymler O’Farrill Rolando Profesor-Investigador del Centro de Investigaciones de Economía Internacional Universidad de La Habana [email protected]

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Escalas, economía y cambio climático en el Caribe insular, ¿se estrecha más la 

sub región? 

Lic. Daymler O’Farrill Rolando

Profesor-Investigador del Centro de Investigaciones de Economía Internacional

Universidad de La Habana

[email protected]

 

 

 

Introducción El tamaño de la escala (tamaño del país y nivel de población) ha sido un factor relevante en los estudios relacionados al crecimiento y desarrollo económico. En el caso de las naciones más desarrolladas del planeta, sobre todo durante el desarrollo de la época industrial, las escalas grandes contribuyeron a la expansión de la industrialización y como consecuencia a un crecimiento y un desarrollo económico considerables.

El elemento que pudiera explicar la correlación entre escalas grandes y desarrollo económico es el tamaño de los mercados internos, aunado a la presencia de un territorio extenso, así como a estratégicos yacimientos de recursos naturales. El tamaño de los mercados internos contribuyó de manera importante en la acumulación de capital en la etapa pre y monopolista del capitalismo. Durante mucho tiempo se consideró que el mayor tamaño de las escalas era decisivo para el crecimiento y desarrollo económico de los países, e incluso, en algunos casos, constituía el elemento fundamental.

Sin embargo en épocas más recientes han tenido lugar determinadas realidades que muestran que existen economías de escala muy pequeñas que están beneficiándose de un rápido crecimiento y prosperidad económica dada su inserción en el contexto de la globalización. Este es el caso de las economías insulares caribeñas. La historia económica de los últimos 30 años en el Caribe insular da muestras de una transformación profunda de varias de estas economías desde un modelo de desarrollo económico basado en actividades económicas tradicionales a otro sustentado en actividades no tradicionales, principalmente aquellas relacionadas al desarrollo del turismo.

Varios son los ejemplos de transformación exitosa y algunas no tan exitosas en el Caribe insular; sin embargo, parecer existir consenso en relación a la prosperidad alcanzada en esta sub región en general, como consecuencia del desarrollo del turismo y otros servicios de carácter financiero. La pequeñez de las escalas, por una parte, limita la diversificación hacia otras actividades económicas, y, por otra parte, el Caribe insular resulta un atractivo importante al turismo internacional. La conjugación de semejantes realidades pudiera configurar el contexto económico insular caribeño actual y futuro, pero ¿será sostenible? Es una pregunta a la que aún se le debe dar una respuesta objetiva.

Esta pequeñez de la escala constituye una vulnerabilidad marcada dentro del Caribe insular. La misma se añade a aquellas de carácter socio económico, medioambiental y frente al cambio climático. Este último es considerado a nivel global, como el problema más grave que la humanidad deberá hacer frente en los próximos años, aunque en rigor, sus efectos ya tienen diversas consecuencias para el planeta. En el caribe insular los problemas asociados al cambio climático agudizan las vulnerabilidades y dejan menos espacio (y escala) para la implementación de políticas.

 

El cambio climático, como fenómeno acentuado por el desarrollo de las actividades antropogénicas de los últimos doscientos años, considera una variabilidad significativa del clima cuyos impactos tienen efectos nocivos para la vida en el planeta. Su rasgo más peligroso, según la literatura especializada, es la incertidumbre alrededor de sus impactos, la frecuencia y la intensidad de los mismos. De manera general se observa que las zonas más vulnerables a los impactos del cambio climático, lógicamente, son las que más afectaciones sufren.

El Caribe insular, por sus características físicas y geográficas, es una zona proclive a sufrir afectaciones muy severas como consecuencia de los impactos del cambio climático. Incluso se considera que en este siglo algunas de estas islas pudieran desaparecer del mapa terrestre. En un plazo más corto lo que se puede apreciar en esta área es la presencia, cada vez más frecuentes y más intensos, de desastres naturales con diversas consecuencias negativas para el desempeño socio económico de la subregión.

Se considera que los impactos del cambio climático conllevan a reducir, de manera más pronunciada, el tamaño de las escalas en la zona caribeña insular con efectos nocivos para el crecimiento y la actividad económica, pero también para la vida en estas sociedades. Sobretodo si dichos impactos se suceden como consecuencia, por ejemplo, del incremento del nivel del mar. En ese sentido se pretende en el siguiente trabajo, argumentar la afirmación antes enunciada, tratando de contribuir al estudio de un tema tan complejo y tan importante como es el asociado al cambio climático y sus impactos en el Caribe insular.

 

1- La escala en el Caribe insular y su importancia para el desarrollo económico.

Un enfoque teórico-general de la escala.

Estudios recientes han determinado que el papel que juega la escala en el desarrollo económico del Caribe insular es estratégico (O´Farrill, 2007).Cuando se hace referencia a la escala, o se trata de dar una definición exacta del término, se piensa tanto en el tamaño de un país, o sea, donde tienen lugar las actividades económicas del mismo, así como el tamaño de la población que lo compone. En términos históricos la escala jugó un papel preponderante en el crecimiento económico de las economías más desarrolladas del planeta.

En el siglo XIX, por ejemplo, Estados Unidos alcanzó altas tasas de crecimiento económico, lo cual se asoció al rápido desarrollo industrial que dicho país alcanzó como consecuencia, en parte, del enorme territorio del que disponía para efectuar sus actividades económicas y el crecimiento cada vez más importante de la población. Otras economías con escalas muy grandes, como por ejemplo Alemania, Inglaterra, Francia, etc. apreciaron un rápido crecimiento económico en esa época.

Dos elementos pueden explicar la correspondencia entre escalas grandes y desarrollo económico: el tamaño de los mercados internos por una parte, sustentado en el número de habitantes y niveles de ingresos per cápita; por otra parte, la disponibilidad de extensos espacios geográficos, (además de disponibilidad de importantes y diversos recursos naturales), donde podrían tener lugar diversas actividades económicas de importancia que condujeran a una diversificación sustancial de la economía. Es cierto que existen otros elementos que pudieran explicar el desarrollo económico de países grandes en el siglo XIX, sin embargo, la importancia del tamaño de las escalas jugó un papel relevante.

Lo anterior es posible argumentarlo tomando en consideración el poco auge del comercio internacional en el período que se establece a partir de la revolución industrial, como consecuencia del poco desarrollo de las comunicaciones y el transporte. Eso implicó que necesariamente los países debieron utilizar de manera ampliada sus mercados internos con vistas a acrecentar el proceso de acumulación. La expansión capitalista de las naciones en la fase imperialista del capital, en la búsqueda de nuevos mercados y la apropiación de nuevos territorios, argumentan también la importancia de las escalas en el auge económico de las economías desarrolladas en el siglo pasado. Los modelos clásicos de finales del siglo XIX, y primera mitad del siglo pasado, por ejemplo, se corresponden con modelos de desarrollo industrial donde el mercado interno jugó un papel primordial en el desarrollo económico.

 

Con la teoría de la modernización tales consideraciones fueron extendidas a economías abiertas de un tamaño considerable (Brasil, Argentina, México, India) tratando de adaptar el concepto clásico a la realidad de este grupo. Según los teóricos de la época, defensores esta teoría, el problema residía en que necesariamente las economías subdesarrolladas debían transitar por “estadios de crecimiento” para alcanzar a las economías desarrolladas. El problema radicaba, según estas concepciones, en un “desfasaje” de carácter temporal en relación al desarrollo, en el cual el grupo de naciones mencionado se hallaba. Eso significaba que eventualmente estos países recorrerían el mismo camino transitado otrora por los países desarrollados.

El basamento principal sobre el cual se sostenían tales planteamientos consistía en que, a pesar de ser economías abiertas, el mercado interno jugaría un papel fundamental para el desarrollo. Era importante el hecho de considerar que si estas economías se hubiesen industrializado conjuntamente con las economías desarrolladas, (europeas y la norteamericana) el mercado interno hubiera constituido un elemento decisivo en su transformación económica. Sin embargo, el ascenso a la segunda mitad del siglo XX se produjo sin novedad en términos de desarrollo para estas economías.

Por aquellos años tuvieron lugar criterios alternativos, provenientes específicamente del pensamiento cepalino de la época. En términos generales se planteaba que cada región o país presentaba características específicas que los distinguían del resto de los países o regiones del planeta. En ese sentido la CEPAL fomentó el criterio de industrialización por sustitución de importaciones que dotó a la región de marcados logros “en materia de infraestructura de transportes, energía y comunicaciones, de industrialización, de mejoramiento y ampliación de los servicios públicos de educación, salud, vivienda y seguridad social y de modernización en general” (Sunkel, 2006, p.15).

Se han realizado numerosos trabajos que describen el período de la ISI en América Latina (Ayza, Ficher, González, 1975; Hansen, 1971; Pérez, 1996; Prebisch, 1951; Fitzgerald, 1998; Birdsall, 2006; Sunkel, 2006, entre otros.), determinando sus elementos más importantes, específicamente aquellos que tienen que ver con su desarrollo y la insostenibilidad de su éxito. De manera general se puede decir que uno de los factores que limitó el avance de la ISI fue la ausencia precisamente de un mercado interno de importancia, capaz de sostener los ritmos de producción nacional en la región.

A lo anterior se le suma la “persistencia o agravamiento de serios desequilibrios económicos y financieros, sociales y políticos internos, la influencia de profundas crisis monetarias, energéticas y económicas internacionales de esa década, la aceleración de los fenómenos interrelacionados de la globalización y de la nueva revolución tecnológica, y muy en particular el surgimiento y predominio de la ideología y la praxis neoliberales” (Ibídem). Estos, puede resumirse, constituyeron el matiz adverso que opacó la continuidad de la estrategia de desarrollo ISI en la

región latinoamericana. Es válido aclarar que el poco éxito que manifestó la ISI solo fue realmente palpable en las economías subdesarrolladas de mayor escala.

Aproximadamente en la época de desarrollo del modelo ISI irrumpió una escuela de pensamiento, cuyos postulados serían reconocidos bajo el seudónimo de teoría de la dependencia. De manera general esta escuela de pensamiento consideraba que las unidades de análisis para el estudio del desarrollo no eran los estados-nación, puesto que las economías subdesarrolladas se hallaban supeditadas a un sistema capitalista mundial y que en ausencia de una transformación significativa poco avance podrían estas alcanzar en materia de desarrollo. De manera general se consideraron como pesimistas sus percepciones.

En etapas más recientes un cúmulo de ideas ha emergido, sin una integración definida entre sí, que considera que incluso los países de pequeña escala pueden alcanzar el desarrollo siempre que determinados requerimientos tengan lugar. Tales requerimientos guardan relación con la idea una inserción “astuta” y “oportunista” en la economía internacional. Esta parece ser la explicación de lo que lleva varios años teniendo lugar en muchas economías pequeñas, especialmente insulares, con el desarrollo del turismo y otros servicios. A continuación se realiza un resumen en la siguiente figura de las teorías analizadas:

Fig. 1

Fuente: Confección Propia.

 

 

De manera que el tema de la escala resulta de interés en la actualidad, como lo significó en otras épocas. La diferencia, parece ser, radica en el ascenso de nuevas consideraciones relacionadas a si países de pequeña escala pueden alcanzar grados de crecimiento económico comparables a países de escala mayor. Empíricamente esto parece demostrarse sobre todo si se analiza el auge económico de algunos SIDS (Small Island Developing States) caribeños en relación a algunos de sus vecinos continentales. Otra discusión sería la sostenibilidad o no de la base de acumulación a la cual se ha apostado en el caso del Caribe insular.

Una pregunta interesante en relación a lo observado es la que guarda relación con el papel que jugará la escala en las economías insulares ante los impactos del cambio climático. No caben dudas que el auge económico de los SIDS ha dependido, en gran medida, de la expansión del sector de los servicios, principalmente el turismo y los servicios de carácter financiero. Es muy probable que en los próximos años se agudice los impactos del cambio climático provocando efectos nocivos para las escalas de las economías insulares lo cual impondrá mayores límites al crecimiento de la actividad económica y al desarrollo.

El problema de la escala en el Caribe insular.

Dentro de los SIDS caribeños se hace mención a aquella sub región latinoamericana compuesta por un número de pequeñas islas alrededor del mar Caribe. Denominada también “Caribe insular”, o “SIDS caribeños” (o pequeños estados insulares caribeños dada su traducción del inglés), cuya relativa prosperidad económica está fuertemente relacionada al desempeño, exitoso en muchos casos, que ha alcanzado el desarrollo del turismo, así como otros servicios, específicamente los financieros.

Cuando se habla acerca de la escala como una problemática en el Caribe insular, se hace referencia a la estrechez de la misma. No es difícil determinar que el esquema predominante en el Caribe insular en cuanto a la escala es el de “muy pequeño”. En rigor, y siguiendo la lógica de lo explicado en el primer apartado, la pequeñez de la escala le imprime una gran desventaja y le impone una gran limitante al desarrollo económico a los SIDS caribeños. Tanto el espacio geográfico, como el tamaño de la población, son considerablemente estrechos en la subregión insular caribeña.

Fig. 2

SIDS Caribeños: La escala por países

2006

Fuente: Confección propia a partir de datos del World Development Report 2008 del Banco Mundial.

Es apreciable que existe una marcada pequeñez de la escala en el Caribe insular de manera general. Incluso aquellas naciones donde se nota una escala relativamente mayor, como son los casos de Cuba, Haití, República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico (considerados como el Gran Caribe insular), pueden ser catalogadas de escala muy pequeña, en relación a otras naciones de América Latina y el mundo. El Caribe insular es una zona de escalas exiguas donde el desarrollo económico se conduce sobre límites muy estrechos en términos de diversificación de actividades, fuerza de trabajo y mercado interno.

Quizás sea conveniente extender el concepto de escala, al de escala económica, ya que esta última abarca otros elementos de importancia para este estudio como puede ser el PIB, el índice de desarrollo humano, la disponibilidad de capital físico y la disponibilidad de capital humano. Existen índices que permiten clasificar a una economía en función de su tamaño. Gutiérrez (1996), por ejemplo, ha desarrollado el índice PSPH compuesto de cuatro componentes: a) el tamaño de la población, utilizado como indicador de la fuerza de trabajo; b) la superficie terrestre, como indicador de la disponibilidad de recursos naturales; c) el agregado del PIB como

 

 

indicador del tamaño absoluto del stock de capital físico y d) el índice de desarrollo humano como un indicador de la disponibilidad de capital humano (Girvan, 2006, p.6).

Una de las ventajas más notables de este indicador, de acuerdo a Girvan, es la posibilidad que brinda de realizar comparaciones entre diferentes países tomando como referencia otros indicadores además del tamaño de la población. No se centrará este trabajo en la importancia de este índice para los estudios de tamaño de escalas sino que se hará uso del mismo como una forma más de argumentar la pequeñez acentuada en el Caribe insular1. Romero (2003) define, basado en el índice PSPH, tres categorías del tamaño de las economías (escalas económicas): 1)relativamente grandes, donde se hallan Brasil, México, Argentina; 2) economías de tamaño medio, para el caso de Chile, Colombia, Perú y Venezuela y 3) las economías pequeñas como son el caso de todas las que componen el Caribe insular definido anteriormente además de Bolivia, Ecuador, Paraguay, Guatemala, Uruguay, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica y Panamá. Quizás sería conveniente utilizar una cuarta categoría nombrada economías muy pequeñas, en aras de una mejor aproximación a la realidad empírica en la zona caribeña insular. De cualquier manera lo explicado fortalece el criterio de pequeñez acentuada. Esta última conduce a otra problemática de vital importancia dentro de la subregión: las vulnerabilidades en el Caribe insular; las cuales limitan la capacidad de ajuste o adaptación ante los diversos impactos de carácter socioeconómico, medioambientales y ante el cambio climático. Esta situación de pequeñez en el Caribe insular puede constituir un factor condicionante en la búsqueda de un tratamiento contemporáneo al desarrollo económico. Se considera contemporáneo a aquel que guarda relación con las perspectivas teóricas desarrolladas al inicio para el caso caribeño insular. Es la pequeñez, en definitiva, una condición necesaria para un tratamiento diferente en relación al desarrollo; constituye un elemento importante en la diferenciación de modelos y estrategias de desarrollo y una justificación al papel, “oportunista”, que le ha tocado desempeñar al Caribe insular en el contexto de la globalización.

Pero el Caribe insular ha ido sumando en años más recientes a su arsenal de dificultades otras problemáticas que pueden poner en peligro su desempeño tanto actual como futuro. Un estudio serio en relación al Caribe insular, no importa la dimensión o la disciplina de la que se trate, difícilmente podrá excluir el papel del cambio climático.

La tesis principal de este trabajo es que se acentúa más la estrechez de la escala (se reduce la subregión) en el Caribe insular, como consecuencia del impacto del cambio climático. O sea la escala real donde tienen lugar todas las actividades en la sub región caribeña insular será menor como consecuencia de los diversos impactos del cambio climático, lo cual impondrá mayores límites al crecimiento y desarrollo económicos.

 

Se estima que es esta una de las principales preocupaciones que en los distintos ámbitos, tanto académicos como políticos y empresariales, deberá dársele respuesta en los próximos años, sobre todo por la importancia que han jugado las actividades emergentes como el turismo y otros servicios como patrón de acumulación y modelo de desarrollo económico en muchas islas del Caribe insular.

Algunos de los impactos del cambio climático, al parecer, obligarán a un desplazamiento actual desde el sitio donde tienen lugar algunas de las principales actividades económicas en el Caribe insular, principalmente el turismo, hacia otros menos vulnerables, el problema radica en si esto será realmente posible dado el pequeño espacio existente. Al parecer lo que pudiera ser notable en el Caribe insular es una migración masiva hacia otros territorios menos vulnerables a los impactos del cambio climático, lo cual tendrá otras consecuencias, no solo para la sub región, sino para otras zonas.

2- Los impactos asociados al cambio climático en el Caribe insular. El tema de las vulnerabilidades.

El Cambio climático: impacto actual y futuras tendencias.

Según el Intergubernamental Panel on Climate Change (IPCC) en su Cuarto Informe de Evaluación define el cambio climático como “una variación estadísticamente significativa ya sea de las condiciones climáticas medias o de su variabilidad que se mantiene durante un tiempo prolongado” (IPCC, 2007). Esta variación es atribuible directa o indirectamente a las actividades antropogénicas que alteran la composición de la atmósfera mundial y que viene a añadirse a la variabilidad natural del clima. El cambio climático constituye hoy un serio peligro para la vida en el planeta.

El cambio climático afecta el calentamiento y la acidificación de los océanos globales y presenta una influencia marcada en la temperatura de la superficie terrestre; así como la frecuencia, intensidad y el ciclo de las precipitaciones, incluyendo tormentas e inundaciones. Sobre la superficie terrestre estos cambios afectan la calidad y disponibilidad de agua dulce y se considera muy probable que jueguen un papel importante, como fuerza motriz en la abundancia relativa y distribución de las especies y la biodiversidad (PNUMA, 2007, p.38).

Es considerado el mayor reto que la humanidad debe enfrentar. Los impactos son significativos y evidentes en todas las áreas donde se desarrolla la vida. Los aumentos del nivel del mar, la falta de disponibilidad de alimentos, entre otros problemas, afectarán a millones de seres humanos alrededor del planeta. El cambio climático es un fenómeno de gran preocupación para todos los actores en la época actual y futura, aunque ciertamente la importancia que se le asigna, equivalente al número y la calidad de las medidas tomadas para mitigar su

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impacto y adaptarse al mismo, no se corresponden aún con la peligrosidad y los efectos que produce.

Este fenómeno también puede ser concebido como un cambio del medioambiente inducido por el hombre. Es cierto que los cambios medioambientales presentan un componente natural relevante como la radiación solar; pero, la desertificación, la degradación del suelo, la pérdida de la biodiversidad y la polución del aire y el agua son elementos no impulsados por la naturaleza sino estimulados, y acrecentados, por la actividad humana. De manera que el cambio climático constituye el costo medioambiental, y para la humanidad, del progreso y el desarrollo socio económico.

La mayor influencia que ejercen las actividades antropogénicas sobre los cambios en el clima tiene lugar como consecuencia del consumo de combustibles fósiles lo cual tiene un efecto emisor de CO2 a la atmósfera. Este elemento químico es uno de los componentes principales de los gases de efecto invernadero o greenhouse (GEI)2. La evidencia existente indica un aumento de la concentración de GEI en la atmósfera. Estos niveles eran de 280 p.p.m (partes por millón, equivalente al dióxido de carbono concentrado) en la época inicial de la industrialización (finales del siglo XVIII), mientras que hoy esos niveles han alcanzado los 380 p.p.m (PNUMA, 2007, p.60). Desde 1987 las emisiones anuales de CO2, a partir del consumo de combustibles fósiles, han aumentado alrededor de una tercera parte; mientras que, por otra parte, tales emisiones se han diferenciado entre regiones (PNUMA, 2007, pp.60-61).

Como consecuencia de lo anterior numerosos organismos internacionales y países han alertado sobre la necesidad de la mitigación de las emisiones de GEI a la atmósfera. En ese sentido se ha implementado un programa de reducción de las emisiones de GEI sustentado en el protocolo de Kyoto. Existe un grupo importante de países comprometidos con la reducción de sus emisiones, especialmente aquellos más emisores, con la excepción de los Estados Unidos, basado en la búsqueda de métodos de producción limpios y sostenibles de manera que se disminuyan los efectos de una producción sustentada sobre la base del consumo de combustibles fósiles. Aún así, los acumulados de GEI en la atmósfera son relevantes y tomará un tiempo relativamente importante para que las acciones de reducción de las emisiones tengan una repercusión real en la mitigación del cambio climático. La figura 3 muestra una aproximación de los plazos:

Fuente: PNUMA, SEMARNAT (2006), La Economía del Cambio Climático en América Latina y el Caribe, p. 56)

Existen opiniones referidas al impacto positivo que pudiera tener sobre algunas regiones el cambio climático, pero estos impactos solo serían visibles en el corto plazo si las temperaturas continúan creciendo de manera pronunciada. Sin embargo lo que se observa en la actualidad son efectos negativos acumulados. Mientras más pronunciados sean los cambios como consecuencia del clima, mayores serán sus efectos adversos (WGCCD, 2006, p.4).

Estudios recientes revelan, por ejemplo, que en los últimos años se han agravado los desastres naturales. Según la Naciones Unidas, entre el año 2000 y el año 2006 los desastres naturales fueron cuatro veces más numerosos que en la década de los 70s. Por su parte la evolución de los impactos de desastres naturales en regiones como América Latina y el Caribe es de elevada importancia. Gráfico 1

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Fuente: Zapata, Ricardo (2006). Los efectos de los desastres en 2004 y 2005: la necesidad de adaptación a largo plazo. Series de la CEPAL, subsede regional México, p. 9. De los datos anteriores se concluye que el impacto en términos económicos puede ser muy significativo con relación a la caída del PIB de cada país afectado. La proporción entre daños (pérdida de acervo) y flujos afectados varía de manera aleatoria, si bien tiene relación con el tipo de evento y con el valor agregado que se deriva de la infraestructura. Asimismo, el peso en el sector externo relacionado con el impacto total depende del grado de apertura de la economía y de la mayor o menor dependencia de importaciones para el proceso de reconstrucción (Zapata, 2006, p 9).

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Un ejemplo importante en lo relacionado a los eventos climatológicos es el conocido fenómeno de oscilación suroriental El Niño. Tiene lugar en los meses finales del año y se caracteriza por temperaturas más cálidas en el Pacífico oriental, lo que implica que tengan lugar cambios en los patrones climáticos ocasionando severas lluvias en las zonas costeras e importantes inundaciones en zonas relativamente altas. El Niño es comúnmente seguido por La Niña, su contraparte fría, cuyos efectos en los patrones del clima y a nivel global

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constituyen su opuesto (Ibídem). Estudios recientes han determinado que el incremento de las temperaturas oceánicas como consecuencia del calentamiento global provoca un aumento en la frecuencia del fenómeno El Niño (GEF, 2004). Por su parte la Comisión Europea (2008) destaca varias amenazas como consecuencia de los impactos del cambio climático que tendrán influencia sobre las distintas regiones con diversas connotaciones (Comisión Europea, 2008, pp. 3-4):

• En primer lugar los conflictos por los recursos ya que el cambio climático alimentará los conflictos existentes por unos recursos en disminución, específicamente donde los mismos estén polarizados.

• En segundo lugar los daños a las ciudades costeras y las infraestructuras vitales. Las zonas costeras albergan, aproximadamente, a una quinta parte de la población mundial, cifra que aumentará en los años próximos. Las megápolis, con sus infraestructuras de apoyo, como las instalaciones portuarias y refinerías de petróleo, están situadas a menudo junto al mar o en los deltas de los ríos. La elevación del nivel del mar y el incremento de la frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales plantea una amenaza grave a estas regiones y a sus perspectivas económicas. Las costas orientales de China y la India, así como la región del Caribe y Centroamérica, quedarían particularmente afectadas.

• En tercer lugar la pérdida de territorios. Los científicos pronostican cambios

de importancia de la masa continental durante el presente siglo. El retroceso de las costas y la sumersión de grandes zonas podrían dar lugar a la pérdida de territorio, incluso a la desaparición de países enteros, como pequeños estados insulares.

Lo que ha sido expuesto con anterioridad y que se corresponde con conclusiones serias de numerosos científicos y de organismos internacionales alrededor del orbe, es una realidad que es imposible soslayar. Más adelante se hará nuevamente referencia a estos problemas. El cambio climático es un fenómeno global, pero los impactos que tienen lugar necesariamente deberán ser entendidos con un carácter regional. Las afectaciones que se estima se producirán serán mucho más peligrosas en zonas de mayores vulnerabilidades. Tanto, vulnerabilidades de tipo socio económico, como geográfico, así como políticos e institucionales. Es esta precisamente una realidad inherente al Caribe insular.

El Caribe insular: algunas vulnerabilidades e impactos asociados al cambio climático. La zona caribeña insular se haya expuesta a numerosos daños que incluyen fenómenos meteorológicos como huracanes y tormentas tropicales; excesivas precipitaciones que conducen a inundaciones; sequías, daños como consecuencia de los impactos del viento; así como frecuentes inundaciones de zonas costeras. Algunas cifras revelan que en el Caribe insular cuatro han sido los desastres naturales de mayor impacto en la subregión: terremotos, huracanes, inundaciones y sequías, responsables del 94 % de las muertes como consecuencia del impacto de tales desastres (CEPAL, 2009a, p.2) En la siguiente figura se muestran los desastres naturales por tipo y por país, así como su frecuencia entre 1990 y 2008. La figura muestra como la sub región ha estado sujeta a un número significativo de desastres, 100 en el caso de las tormentas y 48 inundaciones durante el período en cuestión. Se destaca, además, el hecho de que Haití, seguido por la República Dominicana, Jamaica, Belice y las Bahamas han sido los países que más han sido impactados por los desastres naturales. Las pérdidas de vida en Haití a partir de tormentas e inundaciones son las más altas en la región y aún siguen siendo motivo de preocupación. A lo anterior se suman la miles de muertes ocurridas durante el terremoto que recientemente azotó a este país.

Desastres naturales por tipo de país 1990-2008

Fuente: Pantin and Attz, 2009.

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Es importante resaltar un dato curioso y de mucha importancia, y que además gurda relación con el tema de las vulnerabilidades en el Caribe insular: los fenómenos naturales raramente ocurren de manera individual. La evidencia muestra que los desastres suelen ocurrir en serie e incluso existen evidencias con relación a dos o más eventos teniendo lugar al mismo tiempo, lo cual disminuye la capacidad de ajuste de la zona caribeña insular, fortaleciéndose las vulnerabilidades en la subregión. La vulnerabilidad, fragilidad o debilidad al cambio climático, por su parte, ha sido identificada por algunos autores como: “el grado de susceptibilidad de un sistema a los efectos adversos del cambio climático – la variabilidad climática o los fenómenos meteorológicos – o su incapacidad para hacer frente a los mismos” (Garibaldi y Mejía, 2006, p.49). Por su parte, la Agencia Europea para el Medio Ambiente (EEA siglas en inglés) refiere vulnerabilidad como “el riesgo de impacto negativo del cambio climático en la naturaleza y los seres humanos e incluye fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar “(EEA Briefing 3, 2005, p.1). El IPCC en su Cuarto Informe de Evaluación define vulnerabilidad como: el grado al que un sistema es susceptible, o incapaz de afrontar los efectos adversos del cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los eventos extremos. Asimismo, ubica la vulnerabilidad como una función del tipo, magnitud y tasa del cambio climático, y de las variaciones a las cuales está expuesto el sistema, a su sensibilidad y a su capacidad adaptativa (IPCC, 2007). Generalmente, desde el punto de vista metodológico, los estudios de vulnerabilidad implican la identificación de los agentes afectados (sociedades, sectores económicos, formas de vida, ecosistemas, entre otros), el evento climático, la interacción entre los agentes afectados y el evento, y las condiciones sociales y económicas de dicha interacción.  

En definitiva, sea una concepción u otra, las ideas acerca de esta definición incluyen un determinado grado de susceptibilidad o sensibilidad ante un fenómeno con impactos negativos sobre diversos ámbitos. Asimismo, existen interrelaciones entre vulnerabilidad climática, condiciones socioeconómicas y tendencias requeridas para alcanzar el desarrollo sostenible (PNUMA, 2006). Se constata también una relación directa entre fragilidad e impacto, que hace del análisis de este tema un aspecto especialmente relevante e inevitable en la búsqueda de estrategias de adaptación al cambio climático. La intervención humana puede generar más vulnerabilidad o reducirla considerablemente y esta se materializa, en muchas ocasiones, en los niveles de daños, pérdidas y otros. La misma puede verse además desde diversos espacios: local, sectorial, nacional, regional, etc.

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También es necesario en el debate teórico acerca de la vulnerabilidad y desde la perspectiva del cambio climático, entender la misma desde dos momentos esenciales: la de facto y la de acumulación a futuro como consecuencia del patrón de desarrollo que se persigue, o sea de la actitud (proactiva o de reacción) que se asuma ante el fenómeno del cambio climático. Una actitud reactiva ante la fragilidad se limita a la respuesta de corto plazo ante el impacto, sin embargo, una actitud proactiva, implica una visión de más largo plazo en el diseño de estrategias de adaptación desde una visión integral. Los efectos acumulativos pueden devenir en círculo vicioso acentuando vulnerabilidades.

Los diferentes estudios alrededor de esta temática en la región de América Latina y el Caribe, no recogen siempre, de forma adecuada, las realidades del Caribe insular, donde la mayor fragilidad está relacionada al mayor grado de susceptibilidad y/o magnitud de la afectación de los fenómenos climáticos, a partir del estudio de sus sistemas ecológicos y socioeconómicos (PNUMA, 2006).

En el caso de esta área es posible identificar aspectos como: la pequeñez de escala, la insularidad, la elevada dependencia externa, las limitaciones institucionales, la pobreza de las sociedades, la marginalización de determinadas zonas, entre otros factores. La pequeñez de escala, como se anotó antes, puede ser explicada a partir de la existencia de una limitada dotación de recursos y un espacio reducido para la diversificación de actividades económicas. Asimismo, la alta dependencia externa está vinculada a: la alta concentración del comercio exterior (alta congregación de las exportaciones y fuerte dependencia de importaciones de energía3 y alimentos), y al hecho de que las principales actividades económicas están sujetas al ciclo económico de países desarrollados como es el caso de los servicios turísticos y financieros.

La alta concentración de la actividad económica en el turismo, la pesca y la agricultura constituyen un importante foco de fragilidad económica. Por otra parte los ya acentuados problemas de transporte, unido a la mayor incidencia en las infraestructuras, etc., implicarán mayores primas de riesgo, lo cual tendrá un impacto directo sobre los costos económicos del sector empresarial caribeño. De hecho algunos estudios destacan los impactos como consecuencia de los desastres naturales y su incidencia en la economía, así como el grado de estos impactos y la imposibilidad de ajustes adecuados como consecuencia de la alta vulnerabilidad presente en las islas caribeñas. Lo que resulta más grave es el impacto relativo con respecto al tamaño de las economías afectadas y su capacidad de recuperación (Zapata, 2006, p.12).

Gráfico 2

Fuente: Zapata, Ricardo (2006). Los efectos de los desastres en 2004 y 2005: la necesidad de adaptación a largo plazo. Series de la CEPAL, subsede regional México, p. 13

En el año 2005, por ejemplo, se ratificó la tendencia ya observada desde 2004 respecto de un incremento en la fuerza, concentración y número de eventos climáticos anómalos o por encima de las medias históricas. La estación de huracanes agotó los nombres adoptados a su inicio (desde Arlene, Bret, Cindy, Emily hasta Stan y Wilma) y se tuvo que recurrir al uso de letras del alfabeto griego (Alpha, Beta, Gamma, Delta, Épsilon) para bautizar las excedentes depresiones tropicales y huracanes que afectaron a la región. Ya a fines de noviembre se formó la tormenta tropical Épsilon en el Atlántico Central. Por primera vez en 154 años de registro de huracanes, en 2005, ocurrieron 26 eventos con nombre, el mayor número de huracanes (13) y la afectación de múltiples eventos en México, Islas del Caribe como Cuba, y la Península de Yucatán (Zapata, 2006, p.13). Otros autores han obtenido, como se muestra en la figura 4, resultados a partir de investigaciones más recientes en lo que se refiere a los impactos económicos del cambio climático. Estudiando las probabilidades que brindan dos escenarios, de bajo y alto impacto, evalúan las pérdidas potenciales, en términos de PIB, que se obtendrían como resultado de los posibles impactos negativos de las tormentas, impactos al turismo y a la infraestructura (no solo turística). El estudio abarca

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cuatro sujetos temporales extendidos hasta el 2100. Este es el caso de la investigación llevada a cabo por Ramón Bueno, Cornelio Herzfeld, Elizabeth A. Stanton y Frank Ackerman en The Caribbean and the Climate Change, The Costs of Inaction.

Fig. 4

Fuente: Bueno, Ramón and others (2008), The Caribbean and the Climate Change. The Costs of Inaction, Tufts University, p.14.

Nótese que en los próximos 15 años, y bajo el supuesto de un escenario de bajo impacto se asistirá a una pérdida de 3,8 billones de dólares equivalentes al 1,8 % del PIB, asociada la pérdida solamente a las afectaciones sobre el turismo y la infraestructura, así como el impacto de las tormentas de forma general. Sin embargo si se toma en consideración un escenario de alto impacto, se podrá concebir una pérdida de 14,5 billones de dólares, o sea, casi 5 veces superior al escenario anterior, equivalente al 6,8 % del PIB. Los datos son mucho más desalentadores si se continúa la observación a través de los años.

Las cifras, lógicamente, responden a determinadas aproximaciones que incluyen márgenes de error importantes, sin embargo, todo parece indicar que el Caribe insular pudiera enfrentar una contracción significativa de su crecimiento económico como consecuencia de los impactos del cambio climático en este siglo. Una problemática referida a los estudios sobre el cambio climático es que no existe seguridad o exactitud a la hora de pronosticar que tan severos o no serán los impactos asociados al mismo. Lo anterior implica que los escenarios planteados pudieran ser o extremistas o conservadores. Sin embargo no caben dudas de la dificultad que se cierne sobre el desempeño socio económico de la subregión en próximos interregnos.

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Desde el punto de vista ambiental, por otra parte, se obtiene que la escasez en la disponibilidad de agua dulce, el elevado impacto de la actividad humana, la fragilidad de los ecosistemas, la elevada sensibilidad ante desastres naturales, así como la poca asimilación de cargas medioambientales, entre otras, constituyen algunas de las vulnerabilidades más importantes. Debe destacarse que en las zonas costeras se encuentran la mayor parte de las industrias y asentamientos humanos, lo que los hace más frágiles a la variabilidad del clima y del nivel del mar. El tema relacionado a los recursos hídricos es especialmente relevante para estas islas4. Dicha vulnerabilidad puede analizarse desde dos dimensiones. Primero, la capacidad de los sistemas hídricos para conservar y mantener su régimen hidrológico ante posibles afectaciones climáticas y segundo, la vulnerabilidad de los usuarios del recurso, a partir de la posibilidad de cambios en la oferta y por consiguiente, disponibilidad para el consumo (PNUMA, 2006). Se obtiene:

- Elevación del nivel del mar (Salinización de recursos acuíferos/ Inundación y erosión costera).

- Aumento de las temperaturas (Blanqueamiento de los corales/ Pérdida de

biodiversidad).

- Cambios en los patrones de las precipitaciones (Sequías o inundaciones/ Disminución de la disponibilidad de agua dulce).

- Incremento en la intensidad de la actividad ciclónica (Daño directo a la

infraestructura/ Pérdida de vidas). Desde el punto de vista social, aspectos como la salud, los asentamientos humanos, las migraciones, el empleo, entre otros, constituyen algunas de las fragilidades más relevantes. La alteración de patrones sanitarios relacionados con el aumento de las enfermedades respiratorias y de las infecciones relacionadas con el agua y con patógenos como la malaria, la difteria o el cólera, constituye otro punto de debilidad social en el caso del Caribe, que ya es posible constatar. El patrón de asentamiento humano, por ejemplo, puede ser un elemento que puede favorecer o no el aumento de la vulnerabilidad de la población expuesta a fenómenos naturales. Los procesos migratorios, resultados de los impactos socioeconómicos del cambio climático, constituyen un elemento generador de fragilidad. En muchos casos, la combinación de diversas debilidades desde el punto de vista social, relacionadas con la pobreza o la disponibilidad de recursos de determinados sectores de la población, comunidades y grupos, constituyen factores de riesgo mayores que tributan en mayor debilidad social.

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En general, es imprescindible una evaluación integral de la debilidad de los países del Caribe insular a las actuales condiciones climáticas, aunque también es trascendental una mirada prospectiva a aquellas que se acumulan en condiciones futuras. En este último aspecto la existencia de importantes incertidumbres valida la construcción de escenarios que valoran la evolución futura de la fragilidad caribeña. Un estudio preliminar al respecto, puede profundizarse en los escenarios de vulnerabilidad para América Latina y el Caribe, elaborados en 2007 que asumen tres variantes fundamentales: escenarios de baja, moderada y mayor vulnerabilidad para la región (Conde-Álvarez, 2007). En este sentido, uno de los retos fundamentales consiste en el logro de una evaluación integrada inter, intra y multidisciplinaria además de sectorial y regional, de la debilidad actual y futura en la zona caribeña insular. A partir de que, como se ha visto, las debilidades en el Caribe insular pueden estar dispersas tanto en aspectos socioeconómicos como medioambientales se pueden detallar algunas de las principales áreas, dentro de estos dos aspectos, que pudieran ser afectadas como consecuencia de posibles impactos. En realidad, algunas de las áreas que se mencionarán a continuación ya sufren los embates de eventos climatológicos como consecuencia de la alta vulnerabilidad existente en la zona, aludidas anteriormente. En ese sentido se percibe que los principales impactos socio-económicos tendrían lugar en:

- Daños directos al turismo y recursos naturales (arrecifes coralinos/ playas/ otros).

- Pérdida de atractivo de la región como destino turístico.

- Daños severos a la agricultura.

- Generación y uso de la energía.

- Daños en la infraestructura de transportación y las comunicaciones.

- Pérdida de empleo en los principales sectores económicos.

- Incremento de los costos de seguros para activos en áreas vulnerables.

- Impactos en la salud, producto de la propagación de enfermedades (dengue/ malaria/ otros).

Se piensa que tales vulnerabilidades constituyen multiplicadores de los efectos negativos de los impactos del cambio climático, tomando en cuenta la extensión y profundidad de las mismas en las distintas áreas de la vida como son las sociales, económicas y medioambientales. Es en las zonas insulares donde el mismo se

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manifiesta con mayor peligrosidad y hacia donde debe dirigirse, en primer lugar, los objetivos de adaptación y ajuste.

3- ¿Se estrechan aún más las oportunidades de desarrollo?

El crecimiento económico en el Caribe insular: algunas realidades.

¿Cuáles serían entonces, las implicaciones del cambio climático para la escala en el Caribe insular y por tanto que efectos se producirían sobre el crecimiento y el desarrollo económicos? En primer lugar el crecimiento económico y el desarrollo en el Caribe insular están, y estarán, condicionados a la frecuencia e intensidad de los desastres naturales; en segundo lugar, existirá una estrechez más acentuada de las escalas en la subregión como consecuencia de los impactos del cambio climático con efectos nocivos para el crecimiento y desarrollo económicos.

Cuando se plantea que las oportunidades de crecimiento y de desarrollo se estrechan aún más se está considerando que, como consecuencia de los impactos asociados al cambio climático, la región caribeña insular será testigo de una reducción mayor de escalas. Una de las vulnerabilidades destacadas en el caso del Caribe insular, como se plantea, es precisamente el carácter reducido del tamaño de las islas que lo componen, o, de manera más específica, el tamaño disponible para llevar a cabo las actividades económicas, así como el tamaño reducido de su mercado interno representado en el tamaño exiguo de su población (ver la figura 2).

En términos estructurales es esta una realidad inherente a las islas caribeñas y por lo tanto su desempeño socioeconómico se halla limitado por la estrechez de las escalas. De manera que las economías se conducen a través de una especialización económica en detrimento de una diversificación, en función de aquellos sectores económicos que resulten, en primer lugar, posibles de desarrollar, dado los problemas de escala; en segundo lugar, aquellos que tenga posibilidades reales de inserción en la economía mundial dada las oportunidades que brinda la globalización.

Lo anterior es necesario definirlo en términos relativos, debido a que la escala reducida es un fenómeno diverso en el Caribe insular. Existen algunos de estos territorios cuyas escalas pueden ser relativamente mayores que la de otros, de manera que los juicios acerca de la relación especialización-diversificación de la economía en función del tamaño de la escala debe ser determinada en términos relativos, realizando comparaciones oportunas entre las islas que lo componen.

No obstante la salvedad anterior, lo que se observa en el Caribe insular no responde a una diversificación de la economía sino a una especialización y por tanto una dependencia del crecimiento económico y por tanto del desarrollo económico en pocas actividades principalmente los servicios turísticos, las remesas y los servicios de carácter financiero (en la literatura relacionada al tema se suelen llamar actividades no tradicionales), en detrimento de otras actividades como la minería, la agricultura y la industria (las llamadas actividades tradicionales).

Gráfico 3

Islas CaimánBermudasAntillas HolandesasArubaAnguilaMonserratTurcos y CaicosAntigua y BarbudaIslas Vírgenes BritánicasIslas Vírgenes de EE.UUBahamas

BarbadosSan Kitts y NevisSanta Lucía Dominica

GranadaSan Vicente

Trayectorias de transformación en las islas pequeñas del Caribe(Décadas del 80 y del 90)

T3Grupo II

T2

A1 A2 A3 Agricultura(o sector extractivo)

T1

Turismo

Trayectoria de crecimientocon diversificación

BTrayectoria de crecimientocon sustitución

A

Grupo I

Grupo III

Fuente: Monreal, Pedro (2007), El turismo como sector líder en el Caribe insular: el liderazgo en perspectiva. Problemas de sustentabilidad y distribución del ingreso. IHEAL Master –parcours recherche M2. Presentación.

Lo anterior demuestra como una parte importante de las islas caribeñas han transitado hacia un esquema basado en la explotación del turismo como eje fundamental del crecimiento y el desarrollo económicos. Por lo general las infraestructuras relacionadas al desarrollo del turismo presentan un alto grado de

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fragilidad ante los impactos del cambio climático. Eso significa que una gran parte de estas sociedades caribeñas corren el riesgo de enfrentar un episodio de crecimiento económico negativo como consecuencia del impacto del cambio climático. El efecto multiplicador de tales impactos estaría asociado a las debilidades ya descritas, lo que dejaría poco margen de actuación en el Caribe insular.

El poco margen de actuación se relaciona, además, a la incapacidad de dar una respuesta eficiente frente a los shocks de la economía mundial, precisamente por no contar con una diversificación mayor de sus actividades económicas. Las economías caribeñas presentan un componente de apertura mayor que las demás economías de América Latina, lo que ciertamente las hace mucho más frágiles frente a los ciclos económicos externos. Sin embargo, hay que reconocer que, en los últimos años, muchos de estos territorios han logrado una inserción ventajosa en la economía mundial alcanzando niveles importantes de crecimiento y prosperidad económicos5.

Fig. 5

Fuente: CEPAL (2009b), Economic Survey of the Caribbean 2008-2009, p.9.

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Un elemento interesante a considerar dentro del crecimiento económico es el relacionado al peso de los distintos sectores dentro del mismo. Es ampliamente destacado en los círculos académicos y políticos, tanto en el Caribe insular, como en otras latitudes que, en términos más generales, el crecimiento económico y la relativa prosperidad alcanzada en muchos de los territorios insulares caribeños responde al auge y desarrollo de los servicios, específicamente aquellos asociados al turismo; pero en otras islas caribeñas ha habido una expansión importante de sectores tradicionales en los últimos lustros lo que puede ser comprobado en la siguiente figura:

Fig. 6

Fuente: CEPAL (2009b), p.11.

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En el caso particular de los MDCs (Most Development Countries) como puede ser observado, los sectores más dinámicos en el año 2008 fueron la construcción, 6,3 % y los servicios 3,5 %; mientras que en el caso de los ECCU (Eastern Caribbean Currency Union) el crecimiento fue liderado por las actividades primarias como la minería, 9,5% (promedio simple) y la agricultura que se expandió en 7 %.

Eso significa que siguen teniendo peso significativo actividades tradicionales, las cuales han tenido un impacto positivo sobre el crecimiento económico compensando, en ocasiones la caída en los sectores no tradicionales. Sin embargo los datos reflejados solo representan un período de 1 año, lo cual hace necesario utilizar series de datos de mayor amplitud para poder establecer un criterio concluyente al respecto. De cualquier forma se considera que las actividades tradicionales siguen jugando un papel importante en el crecimiento económico de algunos de estos territorios aunque ciertamente han perdido espacio dentro del mismo.

El turismo por su parte constituye la mayor fuente de ingresos para la mayoría de los países insulares caribeños contribuyendo en más de un 17 % al PIB en islas como las Bahamas y contabilizando en más del 60 % en las exportaciones de servicios de los países del ECCU. En Anguila y Antigua y Barbuda, por ejemplo, el turismo constituyó, en el período 2001-2006, un 23,6 y un 21,7 % del PIB respectivamente. En otros países las cifras fueron algo más bajas, como es el caso de Granada con una 8,8 % y Santa Lucía con un 15,8 % del PIB. En relación a los países que no pertenecen al ECCU la importancia del turismo es determinada por Las Bahamas (17,3% del PIB), seguido por Barbados (13,6%), Belize (11%) y Jamaica (9,4%). En Trinidad y Tobago, Suriname y Guyana el aporte del turismo al PIB se constituyó menos del 5 % en el período reflejado (CEPAL, 2008).

De manera que el turismo constituye una actividad muy dinámica dentro de los países del Caribe insular, aunque ciertamente no en todos. Las actividades primarias, y algunas de carácter secundario también, participan de una manera relativamente importante en estas economías lo cual confirma la diversidad existente en la subregión, diversidad que necesariamente está asociada al tamaño de las escalas.

El desarrollo del turismo ha logrado revolucionar varias de las economías insulares caribeñas logrando llevar a algunas de estas islas desde, una realidad atrasada y empobrecida, hacia la conformación de territorios prósperos y dinámicos en el contexto de la economía mundial. Sin embargo, en el futuro semejante realidad pudiera verse seriamente afectada a partir del incremento de los desastres naturales y los impactos asociados al mismo como consecuencia del cambio climático.

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El incremento del nivel del mar, por ejemplo, se considera el elemento más peligroso de los impactos del cambio climático; así como el multiplicador de estrechez de escala y por tanto de limitación, acentuada, de crecimiento y desarrollo económicos en la sub región en estudio. La estrechez de escala en el Caribe insular es un fenómeno estructural, sin embargo, será acentuada por los impactos del cambio climático, principalmente si el nivel del mar se eleva de manera considerable, lo que tendrá impactos severos para la economía del Caribe insular, afectando, nocivamente, el desarrollo.

Cambio climático y reducción de escala: el papel de un incremento del nivel del mar.

El papel de las regiones polares en el incremento del nivel de los mares es sumamente importante. El nivel general de los océanos ha estado incrementándose a una tasa de 3 mm/año desde 1993 comparable a la tasa de crecimiento de menos de 2 mm/año que tuvo lugar durante el siglo XIX (WCRP, 2006). La tasa a la cual los casquetes polares contribuyen al incremento del nivel de los océanos es más rápida que las previstas, además de que existe mucha incertidumbre en cuanto al destino de la masa de hielo (PNUMA, 2007).

Estudios recientes sobre la masa de hielo en los polos revelan que el derretimiento de los cascos polares está ocurriendo a una tasa mayor que aquella a la cual las nuevas masas de hielo son formadas. Un aumento de 30 C en el promedio anual de temperatura en Groenlandia, por ejemplo, es probable que cause un derretimiento de los glaciares. Si la emisión de GEI se incrementa a las tasas actuales proyectadas (2 p.p.m o más/año) se espera que a finales de este siglo el promedio de temperatura anual se acerque a ese promedio establecido. El derretimiento de los glaciares pudiera causar un aumento de 7 metros del nivel del mar por un período de 1000 años o más (Gregory y otros, 2004).

En la Antártida existen dos masas de hielo gigantescas: la masa de hielo de la Antártida occidental y la de la Antártida oriental. Juntas, ambas masas de hielo representan el 90 % del agua dulce concentrada en los polos (Schiklomanov y Rodda, 2003) y los cambios sobre ellas tendrían enormes repercusiones globales. La masa de hielo en la Antártida occidental, por su parte, es particularmente vulnerable, evidenciándose en estudios recientes algunos elementos de su inestabilidad (Alley y otros, 2005).

Algunos expertos consideran que el colapso de la masa de hielo de la Antártida occidental es concebible durante este siglo (New scientists, 2005). De suceder lo anterior el nivel del mar se incrementaría alrededor de 6 metros (USGS, 2005). Algunas proyecciones han establecido que un aumento de 5 m del nivel de mar implicaría una disminución drástica de las líneas costeras a nivel mundial, y algunas ciudades como Bangkok, Ho Chi Minh, Jacksonville, Miami, Nueva Orleans y Rangoon desaparecerían del mapa terrestre (PNUMA, 2007). Lo explicado implica que existe una posibilidad real de que durante este siglo una parte importante de las sociedades caribeñas queden sepultadas bajo las aguas.

En términos generales las islas caribeñas se caracterizan por ser territorios bajos, muy propensas a las inundaciones como consecuencia de penetraciones del mar lo que conduce a un daño severo de la infraestructura interna. Eso significa que un incremento importante del nivel del mar pudiera hacer desaparecer una parte (o toda) de estos territorios; principalmente las zonas costeras, donde se encuentra establecido un núcleo importante de las infraestructuras utilizadas en la actualidad para el desarrollo del turismo y por lo tanto donde se concentra una parte importante del crecimiento económico caribeño insular.

Por otra parte el incremento del nivel del mar también se establece como consecuencia de otros factores (cuadro 1), aunque se considera que es el derretimiento de los casquetes polares el que puede conducir a un incremento de las aguas de forma más peligrosa.

Cuadro 1

Fuente: Meli, Roberto (2005). El impacto de los desastres naturales en el desarrollo: documento metodológico básico para los estudios nacionales de caso. CEPAL, p. 12

Una reducción mayor de la escala en el Caribe insular implicaría la disminución del espacio para favorecer el desarrollo de las actividades que hoy tienen lugar en la subregión. Si se acude nuevamente a la figura 2 se puede apreciar que existen territorios donde hay una marcada densidad poblacional, producto de un espacio pequeño y un nivel de población relativamente alto. Esto implica que ante una reducción del territorio la densidad poblacional aumentaría y tendrían lugar presiones sobre el espacio donde se desarrollan las actividades económicas con consecuencias nocivas para el crecimiento.

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Esto se halla relacionado a la concentración de esta población en espacios débiles al impacto del cambio climático, elemento que también puede explicar el número creciente de pérdida de vidas humanas, además del nivel de pobreza marcado, como consecuencia de los eventos climatológicos en años recientes. Por otra parte la poca extensión de territorio limita el avance hacia otros lugares menos frágiles, acrecentando la imposibilidad de ajuste ante un cambio de la magnitud relatada, como puede ser el incremento considerable del nivel del mar.

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Las consecuencias de una reducción de escalas como consecuencia del impacto del cambio climático abarcan además el deterioro de la biodiversidad, como consecuencia de ocupar espacios para el desarrollo de la vida humana con todos los elementos que esto acompaña (conformación de ciudades, industrias, autopistas, etc.), hasta la migración masiva de personas hacia sitios menos vulnerables a los impactos del cambio climático, disminuyendo la fuerza de trabajo en el territorio en cuestión y generando posibles conflictos, de todo tipo, en los sitios de destino.

Ciertamente el incremento del nivel del mar es solo uno de los impactos, pero parece ser que es el que deja menos oportunidad de respuesta a las islas caribeñas. Se estrecharía de manera más pronunciada la escala limitando, más aún, el desempeño socio económico. De manera general eso constituiría una reducción considerable de la subregión, con la posibilidad real, antes expuesta, de la desaparición total de territorios caribeños insulares.

El problema de la mitigacíón y la adaptación.

Un elemento relacionado a los estudios del cambio climático, sobretodo en sociedades altamente vulnerables a sus impactos, como es el caso del Caribe insular, tiene que ver con la mitigación y la adaptación. En el caso de la mitigación, como se conoce, se refiere a las acciones de cada país o región en particular para mitigar las emisiones de GEI a la atmósfera. La adaptación por su parte toma en cuenta las acciones para adaptarse a los impactos del cambio climático, lo cual no solo considera medidas para prepararse y enfrentar los impactos del cambio climático, sino que además considera la capacidad de recuperación ante los mismos

Es fácil ver que en el Caso del Caribe insular la mitigación no es un elemento de relevancia, desde que esta no es una zona altamente emisora de GEI. Los efectos en este sentido serían marginales y además tendrían un costo de oportunidad alto, representado en la pérdida de recursos para constituir un sistema de adaptación eficiente. En ese sentido se considera que no es el problema de la mitigación, al menos no en el Caribe insular, el que debe ser atendido, sino que las acciones que sean tomadas deben estar encaminadas a lograr una mejor adaptación ante los impactos del cambio climático.

La adaptación también suele ser costosa, sobretodo porque considera la necesaria disponibilidad de recursos económicos para que sea implementada de manera eficiente. Existen varios autores que consideran que es necesario el desarrollo para lograr una adaptación eficiente frente a los impactos del cambio climático. O sea mientras más desarrollado económicamente esté un país o región, mejor serán las acciones de adaptación. Es necesario decir que es una consideración limitada pues la evidencia empírica ha mostrado algunos casos donde no necesariamente esto ha sido del todo cierto , al menos existen ejemplos donde la falta de recursos no ha impedido la recuperación de las economías ante los embates del cambio climático (Ejemplo: Huracán George en Granada vs.

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Huracán Katrina en Nueva Orleans). Es este un elemento que deberá ser detallado en próximos estudios.

La adaptación debe ser concebida de manera anticipativa y no después de que los sucesos tengan lugar, lo cual es bastante difícil de lograr dada la incertidumbre existente en relación al cambio climático y sus impactos. En ese sentido la cooperación internacional, principalmente a nivel regional, será de vital importancia en los próximos años. La adaptación depende, de manera importante, de tamaño de la escalas. Una reducción mayor de las mismas dejará poco espacio para una adaptación significativa.

Un estudio más abarcador debería establecer las cifras adecuadas en términos de, por ejemplo, cuanto espacio físico es dedicado al desarrollo del turismo, tanto a nivel general de la sub región, como de país en particular; y cuanto espacio físico está determinado a otras actividades de carácter tradicional. En ese sentido se pudiera ver, en cifras físicas, el volumen de afectación como consecuencia de los impactos del cambio climático. En todo caso se piensa que es inminente la reducción de las escalas en el Caribe insular como resultado de los impactos del cambio climático, específicamente los asociados al incremento del nivel del mar.

La zona caribeña insular enfrentará, según la evidencia mostrada, una estrechez más acentuada de la región, ahora como consecuencia de los impactos del cambio climático, lo que quizás 20 años antes no hubiese sido tomado como una posibilidad. Eso significa que los ajustes a lo interno del Caribe insular abarcarán desde, los modelos de desarrollo económico que se implementen, hasta la búsqueda de una cooperación internacional, principalmente regional, que establezca los mecanismos para absorber una masa importante de población que migrará desde sus sitios de origen hacia otros menos vulnerables, como una medida de adaptación frente a los impactos del cambio climático.

Es válido aclarar, finalmente, que las estrategias para hacer frente al impacto del cambio climático deberán tener un componente interno importante e integral, agrupando al Caribe insular en su totalidad. Sin embargo, la región latinoamericana en general, deberá tomar partido. América Latina y el Caribe, como región, deberá involucrarse seriamente en las diversas estrategias que sean implementadas. Es posible que varias islas desaparezcan del mapa terrestre durante este siglo pero si se toman medidas a tiempo podrá reducirse tal impacto sobre la vida en estas sociedades. En ese sentido el llamado a la cooperación internacional es vital. Pudiera ser este el elemento más importante para contribuir a una mejor adaptación.

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Conclusiones

- Es importante el papel de la escala estrecha en el Caribe insular, así como estratégico en relación a los modelos y estrategias de desarrollo económicos presentes en la subregión, pero es, además, un elemento que imprime a las islas caribeñas una vulnerabilidad muy sui géneris en comparación a los países continentales.

- El cambio climático es el mayor problema que deberá enfrentar el Caribe insular en el futuro. Los eventos climatológicos asociados al cambio climático están teniendo, y tendrán, efectos desastrosos tanto a nivel económico, social, medioambiental y político.

- Los impactos asociados al cambio climático, combinan la frecuencia e intensidad de los desastres naturales en la subregión, con una posible reducción de las escalas como consecuencia de los embates del mismo.

- El incremento del nivel del mar constituye el impacto más peligroso y será el causante de una reducción de la sub región insular caribeña e incluso, en un escenario más desalentador, será el causante de la pérdida total de algunos de estos territorios. Existe una probabilidad alta de que tales acontecimientos ocurran durante este siglo.

- Las debilidades presentes en el Caribe insular constituyen multiplicadores de los efectos negativos de los impactos del cambio climático tomando en cuenta la extensión y profundidad de las mismas.

- El crecimiento económico dentro del Caribe insular se conduce sobre límites estrechos como consecuencia de la escala exigua existente. Este se sustenta, en una gran parte de las islas, a partir del desarrollo del turismo, lo cual constituye una actividad muy vulnerable ante los shocks económicos externos pero también frente a los impactos del cambio climático.

- La escala estrecha, considerada además como una vulnerabilidad importante, resulta una limitante para llevar a cabo un ajuste o recuperación, o incluso niveles de adaptación eficientes, ante los impactos del cambio climático en la subregión insular caribeña.

- Una mayor reducción de las escalas impondrá mayores límites al crecimiento y al desarrollo económico. Esto traerá como consecuencia un daño perjudicial para el desarrollo de la vida en las islas caribeñas.

- Los ajustes frente a los impactos del cambio climático dentro de la subregión caribeña insular abarcarán desde, los modelos de desarrollo económico que se implementen, hasta la búsqueda de una cooperación internacional. principalmente regional como una medida de adaptación frente a los impactos del cambio climático.

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Notas

1‐  Para un estudio detallado de esta cuestión consultar Norman Girvan (2006), The treatment of asymmetries: a review of issue. Report for the Rio Group y Mario A. (1996). Observaciones respecto a las economías pequeñas en el proceso desintegración económica en el Hemisferio Occidental. El Trimestre Económico, pp. 1,171-1,227.

2‐  Estos GEI están compuestos por CO2, N2O, CH4 (metano), CFCs

(clorofluorocarburos), O3, donde los flujos que llegan a la atmósfera son mayores de los que el ecosistema global puede procesar. Las principales fuentes de estas emisiones son: 65 % provocado por: la energía (24%), industria y transporte (14%), edificios 8% y otros 5% en hidrocarburos; un 35% provocado por: la agricultura (14%), uso del suelo 18% y deshechos 3%.

3‐  En el caso del Caribe Insular se hace necesario excluir dentro de los

importadores netos de energía a Trinidad Tobago.

4‐  Generalmente, la economía de un país se encuentra condicionada por las características hidrológicas de las regiones donde se establecen las poblaciones y los procesos productivos (PNUMA, 2006).

5‐  Otros análisis pudieran ser hechos en aras de profundizar en lo que hay de

real y beneficioso de ese crecimiento para las islas caribeñas, pero eso superaría los marcos de este trabajo

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