“erase una vez una niÑa cualquiera, con … · cuento cualquiera, “érase una vez una niña...

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“ERASE UNA VEZ UNA NIÑA CUALQUIERA, CON UNA FAMILIA CUALQUIERA” Érase una vez”, me gusta cómo empiezan los cuentos. El mío empieza como un cuento cualquiera, “érase una vez una niña cualquiera, con una familia cualquiera”. Pero no es cualquier familia, es mi familia, con sus defectos y sus virtudes, con sus tristezas y sus alegrías, es la historia de mi familiaMe llamo Sofía, dicen que mi nombre en griego significa “sabiduría”. Lo heredé de mi madre, ella también se llama así. La familia de mi madre es de Extremadura y allí son muy tradicionales para esto de los nombres. Hay una antigua y larga tradición en la familia de poner a los varones el nombre de Manuel, mi abuelo, mi tío, mi bisabuelo, su padre… todos se llaman Manuel. Y lo que suele pasar cuando madre e hija se llaman igual pues que se usa otro nombre para saber a quién llamas. Aunque me llamo Sofía, todo el mundo me conoce como Pía. Cuando era pequeña no sabía pronunciar mi nombre y cuando me preguntaban cómo me llamaba contestaba Pía. Tengo 13 años y, como tantas otras muchas niñas hoy en día, mis padres están separados. Se separaron cuando yo tenía 3 años. Era pequeña y no me enteraba muy bien de lo que pasaba. Se conocieron cuando estudiaban en la universidad en Salamanca. Mi padre estudiaba Derecho y mi madre estudiaba Filología Hispánica. Se conocieron, se enamoraron y se casaron. Eran muy jóvenes, mi padre tenía 23 años y mi madre 21. Hicieron una boda secreta a la que no acudió nadie de la familia. Y comunicaron la noticia de su boda por teléfono. Para ambas familias fue un escándalo. Pero se lo tomó peor la familia de mi madre que vive en un pueblo pequeño de Extremadura y es más cerrada. Y a los cinco años nací yo. Cómo se desenamoraron, no lo sé. Son cosas de mayores. Sólo sé que mis padres sufrieron mucho y al final tomaron la decisión de separarse para encontrar cada uno su camino por separado e intentar ser felices. Cuando tus padres se separan se te viene el mundo encima y más cuando eres pequeña. Tus padres lo son todo para ti. Los necesitas para todo. Tienes un sentimiento de desamparo y abandono. Piensas que ya no te querrán, que ya nada será igual. Y esto último sí es cierto. Ya nada vuelve a ser igual, es diferente. Y mucho ha llovido desde entonces… Era hija única y mi sueño era tener hermanos. Siempre le pedía a mis padres un hermanito. Pero este hermanito nunca llegaba. Me decían, no es tan fácil… “¿Cómo que no es tan fácil?”. Decía yo. “Pues lo compramos, aquí tengo el dinero de mi hucha”. Y como lo pedí y lo pedí y lo deseé con tantas fuerzas, un 25 de octubre llegaba mi primer hermanito. Y digo primer porque ha habido más hermanitos después. Pero no iré tan rápida. Antes tengo que contaros que entre medios mi padre conoció a una

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“ERASE UNA VEZ UNA NIÑA CUALQUIERA, CON UNA

FAMILIA CUALQUIERA”

“Érase una vez”, me gusta cómo empiezan los cuentos. El mío empieza como un

cuento cualquiera, “érase una vez una niña cualquiera, con una familia cualquiera”.

Pero no es cualquier familia, es mi familia, con sus defectos y sus virtudes, con sus

tristezas y sus alegrías, es la historia de mi familia…

Me llamo Sofía, dicen que mi nombre en griego significa “sabiduría”. Lo heredé de mi

madre, ella también se llama así. La familia de mi madre es de Extremadura y allí son

muy tradicionales para esto de los nombres. Hay una antigua y larga tradición en la

familia de poner a los varones el nombre de Manuel, mi abuelo, mi tío, mi bisabuelo,

su padre… todos se llaman Manuel. Y lo que suele pasar cuando madre e hija se

llaman igual pues que se usa otro nombre para saber a quién llamas. Aunque me

llamo Sofía, todo el mundo me conoce como Pía. Cuando era pequeña no sabía

pronunciar mi nombre y cuando me preguntaban cómo me llamaba contestaba Pía.

Tengo 13 años y, como tantas otras muchas niñas hoy en día, mis padres están

separados. Se separaron cuando yo tenía 3 años. Era pequeña y no me enteraba muy

bien de lo que pasaba. Se conocieron cuando estudiaban en la universidad en

Salamanca. Mi padre estudiaba Derecho y mi madre estudiaba Filología Hispánica. Se

conocieron, se enamoraron y se casaron. Eran muy jóvenes, mi padre tenía 23 años y

mi madre 21. Hicieron una boda secreta a la que no acudió nadie de la familia. Y

comunicaron la noticia de su boda por teléfono. Para ambas familias fue un escándalo.

Pero se lo tomó peor la familia de mi madre que vive en un pueblo pequeño de

Extremadura y es más cerrada. Y a los cinco años nací yo. Cómo se desenamoraron,

no lo sé. Son cosas de mayores. Sólo sé que mis padres sufrieron mucho y al final

tomaron la decisión de separarse para encontrar cada uno su camino por separado e

intentar ser felices.

Cuando tus padres se separan se te viene el mundo encima y más cuando eres

pequeña. Tus padres lo son todo para ti. Los necesitas para todo. Tienes un

sentimiento de desamparo y abandono. Piensas que ya no te querrán, que ya nada

será igual. Y esto último sí es cierto. Ya nada vuelve a ser igual, es diferente.

Y mucho ha llovido desde entonces… Era hija única y mi sueño era tener hermanos.

Siempre le pedía a mis padres un hermanito. Pero este hermanito nunca llegaba. Me

decían, no es tan fácil… “¿Cómo que no es tan fácil?”. Decía yo. “Pues lo compramos,

aquí tengo el dinero de mi hucha”.

Y como lo pedí y lo pedí y lo deseé con tantas fuerzas, un 25 de octubre llegaba mi

primer hermanito. Y digo primer porque ha habido más hermanitos después. Pero no

iré tan rápida. Antes tengo que contaros que entre medios mi padre conoció a una

chica y se casó y ya me veis en la boda de mi padre llevando los anillos. No todo el

mundo puede decir que ha asistido a la boda de su padre.

Y mientras tanto mi madre conoció a un chico y se fue a vivir con él. La pareja de mi

madre estaba también separada y tenía dos hijos de 15 y 20 años. Ellos vivían con su

madre pero venían muchos días a casa a comer y a cenar. Así que de repente en

poco tiempo me encontré con padastro y madastra, qué mal suena esto… Me

recuerda al cuento de La Cenicienta que la madrastra era más mala. Pero no es cierto,

hay madrastras muy buenas que te cuidan como si fueran tu madre. Es el caso de la

mía. Aunque donde se ponga una madre. Es en quien encuentras tu consuelo cuando

te duele algo, quien te mima cuando estás triste, quien te ayuda cuando la necesitas.

Y lo mejor de todo es que siempre está ahí, es un amor incondicional. Hagas lo que

hagas ella nunca dejará de quererte. Mi madre es mi madre, para mí la mejor madre

del mundo. Es alegre, simpática, divertida, positiva, creativa, le gusta bailar y escuchar

música… Es guay, tiene un acento del sur que la hace muy entrañable. Se enfada

poco por lo general, pero cuando se enfada tiembla Troya. Y a veces también, cómo

no, se equivoca. Pero la quiero porque es mi madre.

Y mi padre es mi padre. Es culto, educado, guapo, le encanta leer y se preocupa

mucho por mí. A veces pienso que demasiado. Según él, estoy entrando en la “edad

del pavo”. Mi padre me dice que ya lo entenderé cuando sea mayor. La verdad es que

los bebés no vienen al mundo con un libro de instrucciones debajo del brazo. No debe

ser fácil ser padre.

Vuelvo a mi cuento, la vida transcurría para todos. Y como os decía antes, tenía

hermanastros mayores, pero no era lo mismo. Yo seguía pidiendo mi hermanito. Y un

día mi madre me comunicaba que estaba embarazada. Yo tenía 11 años, no me lo

podía creer. Y así fue, nueve meses después estaba en el hospital para conocer a mi

primer hermanito Rafa. Era una auténtica monada, parecía un ángel, tan bonito, tan

rubio… Qué emoción al verlo cuando me lo dieron en mis brazos!. Al fin tenía un

compañero de juegos, un hermano que había llegado al mundo para la alegría de

todos. Meses antes mi madre había perdido un bebé que esperaba y estaba muy

triste. Así que Rafa era el sueño de todos…

Después de mi hermano Rafa, llegaron al año mis hermanas mellizas Beth y Alejandra

y por último y más tarde mi hermana Guadalupe. Ya veis cómo es la vida, quería un

hermanito y me llegaron cuatro!.De la noche al día de ser hija única pasé a tener

cuatro hermanos y ser familia numerosa en las dos familias, en la de mi madre y en la

de mi padre. Toda una experiencia para una niña de 13 años. Como podéis

comprobar, mi vida no es nada aburrida. Todo el mundo dice que soy muy madura

para mi edad. Debe ser el haber tenido tantas vivencias, tantas experiencias. Porque

en este camino no todo ha sido fácil. Al tener tantos hermanos de golpe me he sentido

un poco desplazada y celosa en muchísimas ocasiones. Pero supongo que es normal

sentirse así.

Pero a pesar de haber tenido momentos duros no cambio a mis hermanos por nada

del mundo. Me perdería una parte muy importante de la vida. A veces pienso que

cuando mis padres sean mayores y falten, nunca estaré sola. Siempre los tendré a

ellos si necesito un hombro donde apoyarme.

Porque al final lo que tenemos es la familia. Y la familia proporciona unos valores que

quedan para toda la vida. Y esto tengo que agradecérselo a mis padres. Por eso este

cuento va dedicado a ellos, a mis padres, a mi familia y a todas las familias.

“Y colorín colorado, este cuento se ha acabado”, no prefiero mejor este otro final para

mi cuento “y fueron felices y comieron perdices”