equilibrio hidrico y electrolitico en equinos

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Equilibrio hídrico y electrolítico en equinos. Mariano Hernández Gil Introducción El agua es el elemento más abundante en el equino, su organismo la requiere para funcionar efectivamente. Sin embargo, para que el agua sea un componente vital y no un ente que conduzca a situaciones adversas, debe mantener sus proporciones en los compartimentos corporales. No es solo el agua lo que funciona como elemento vital. Los minerales son también esenciales para el bienestar físico y mental de los caballos. Son componentes de células sanguíneas, óseas, nerviosas, musculares, dentales, endócrinas, entre otras. Muchos minerales son parte de enzimas que catalizan reacciones bioquímicas para la producción de energía, la transmisión nerviosa, la contracción muscular y la permeabilidad celular. Así entonces, a todos los elementos se les podría atribuir un efecto en el funcionamiento general y específico de los tejidos, pero son solo siete los que se requieren en cantidades considerables: Ca, Mg, P, Na, Cl, S y K. Estos minerales, también llamados electrolitos, se mueven continuamente en el organismo, perdiéndose y recuperándose en cantidades variables, por lo que de no equilibrarse podría verse comprometida la vida del equino. La concentración de agua y electrolitos en el organismo es interdependiente y está perfectamente controlada por los sistemas de ingestión-absorción y de resorción-excreción. Las necesidades de agua y minerales se cubren por la ingestión y absorción desde el aparato digestivo, mientras que el aparato urinario se encarga de que los niveles de estos elementos se mantengan dentro de lo preciso; sobre todo ante alteraciones motivadas por ingestión excesiva o bien por condiciones que promuevan pérdidas de un elemento, lo que requiere la excreción fraccional de otro. Conviene destacar que tanto el sistema tegumentario, a través de la sudoración, como el respiratorio son también responsables de pérdidas importantes de líquidos y electrolitos corporales. Las condiciones que afectan el equilibrio de los elementos son distintas, yendo desde fisiológicas hasta las patológicas. Los caballos son muy sensibles a cambios en su equilibrio hídrico y electrolítico, por lo que existen buenas razones para conocer con detalle este sistema. La primera es que son animales domésticos de distribución mundial y condiciones de manejo diferentes; algo que les demanda ajustes para mantener su temperatura corporal a costa de energía, agua y minerales. Para eliminar calor el caballo tiene que sudar, perdiendo agua y electrolitos; para producir calor, oxida sustratos desde sus reservas corporales o la dieta, lo cual requiere la presencia y equilibrio de los citados elementos. La segunda razón por la que conviene estudiar el equilibrio hídrico y mineral en los caballos es porque se trata de animales herbívoros, fermentadores cuya dieta estrictamente vegetal debe aportar nutrientes a través de la ingestión de granos y forrajes que tendrán que ser fermentados después de haber pasado por el intestino delgado, principal sitio de absorción de agua y minerales. La tercera razón para adentrarse en este tema es que los equinos son atletas naturales, motivo por el cual han sido elegidos por el ser humano para beneficiarse en situaciones de guerra, producción y esparcimiento. Las características más explotadas de los equinos son su velocidad, fuerza y agilidad. Cualquiera de estas características requiere energía para manifestarse al máximo. La eficiencia de conversión de energía química en energía para trabajo en los caballos es de 20 %, lo que significa que el otro 80 % es calor que tiene que ser eliminado. Considerando que alrededor del 75 % del calor producido en un caballo se elimina por sudor y que en ejercicio intenso la producción de calor aumenta por arriba de 50 veces de lo normal, es sencillo concebir la cantidad de agua y electrolitos que se pierden cada vez que el animal enfrenta situaciones de hipertermia. Mariano Hernández Gil. MVZ Cert. MC. Programa DS-WHW-UNAM. CEIEGT-FMVZ-UNAM. [email protected]

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Page 1: Equilibrio Hidrico y Electrolitico en Equinos

Equilibrio hídrico y electrolítico en equinos.

Mariano Hernández Gil

Introducción

El agua es el elemento más abundante en el equino, su organismo la requiere para funcionar efectivamente. Sin embargo, para que el agua sea un componente vital y no un ente que conduzca a situaciones adversas, debe mantener sus proporciones en los compartimentos corporales.

No es solo el agua lo que funciona como elemento vital. Los minerales son también esenciales para el bienestar físico y mental de los caballos. Son componentes de células sanguíneas, óseas, nerviosas, musculares, dentales, endócrinas, entre otras. Muchos minerales son parte de enzimas que catalizan reacciones bioquímicas para la producción de energía, la transmisión nerviosa, la contracción muscular y la permeabilidad celular. Así entonces, a todos los elementos se les podría atribuir un efecto en el funcionamiento general y específico de los tejidos, pero son solo siete los que se requieren en cantidades considerables: Ca, Mg, P, Na, Cl, S y K. Estos minerales, también llamados electrolitos, se mueven continuamente en el organismo, perdiéndose y recuperándose en cantidades variables, por lo que de no equilibrarse podría verse comprometida la vida del equino.

La concentración de agua y electrolitos en el organismo es interdependiente y está perfectamente controlada por los sistemas de ingestión-absorción y de resorción-excreción. Las necesidades de agua y minerales se cubren por la ingestión y absorción desde el aparato digestivo, mientras que el aparato urinario se encarga de que los niveles de estos elementos se mantengan dentro de lo preciso; sobre todo ante alteraciones motivadas por ingestión excesiva o bien por condiciones que promuevan pérdidas de un elemento, lo que requiere la excreción fraccional de otro. Conviene destacar que tanto el sistema tegumentario, a través de la sudoración, como el respiratorio son también responsables de pérdidas importantes de líquidos y electrolitos corporales.

Las condiciones que afectan el equilibrio de los elementos son distintas, yendo desde fisiológicas hasta las patológicas. Los caballos son muy sensibles a cambios en su equilibrio hídrico y electrolítico, por lo que existen buenas razones para conocer con detalle este sistema.

La primera es que son animales domésticos de distribución mundial y condiciones de manejo diferentes; algo que les demanda ajustes para mantener su temperatura corporal a costa de energía, agua y minerales. Para eliminar calor el caballo tiene que sudar, perdiendo agua y electrolitos; para producir calor, oxida sustratos desde sus reservas corporales o la dieta, lo cual requiere la presencia y equilibrio de los citados elementos.

La segunda razón por la que conviene estudiar el equilibrio hídrico y mineral en los caballos es porque se trata de animales herbívoros, fermentadores cuya dieta estrictamente vegetal debe aportar nutrientes a través de la ingestión de granos y forrajes que tendrán que ser fermentados después de haber pasado por el intestino delgado, principal sitio de absorción de agua y minerales.

La tercera razón para adentrarse en este tema es que los equinos son atletas naturales, motivo por el cual han sido elegidos por el ser humano para beneficiarse en situaciones de guerra, producción y esparcimiento. Las características más explotadas de los equinos son su velocidad, fuerza y agilidad. Cualquiera de estas características requiere energía para manifestarse al máximo. La eficiencia de conversión de energía química en energía para trabajo en los caballos es de 20 %, lo que significa que el otro 80 % es calor que tiene que ser eliminado. Considerando que alrededor del 75 % del calor producido en un caballo se elimina por sudor y que en ejercicio intenso la producción de calor aumenta por arriba de 50 veces de lo normal, es sencillo concebir la cantidad de agua y electrolitos que se pierden cada vez que el animal enfrenta situaciones de hipertermia.

Mariano Hernández Gil. MVZ Cert. MC. Programa DS-WHW-UNAM. CEIEGT-FMVZ-UNAM. [email protected]

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De hecho, el éxito que un caballo tenga en retardar la fatiga depende de su habilidad para disipar el calor, lo cual logra a través de la sudoración profusa (hasta 15 litros/ hora). La fatiga viene como resultado directo de un aumento considerable en la temperatura lo cual no solo afecta los músculos (debilidad, fatiga), sino también el cerebro (ataxia, dolor de cabeza, desorientación), y como resultado de pérdidas de líquidos necesarios para disipar el calor producido durante el ejercicio.

La cuarta razón es que los caballos suelen enfermarse de condiciones que resultan de alteraciones, o repercuten seriamente, en el equilibrio hídrico y electrolítico. Por citar algunos ejemplos: 1) cualquier problema digestivo compromete la absorción de agua y electrolitos, única vía natural de entrada de estos elementos; 2) toda condición patológica que requiera terapia farmacológica desafía el sistema hídrico por el simple hecho de aumentar la concentración de solutos o de alterar el pH en el plasma; 3) un problema respiratorio puede afectar seriamente el equilibrio ácido-base sanguíneo lo que requerirá la eliminación o ganancia de ciertos iones para regular el pH, con sus consecuencias en el equilibrio hídrico; 4) finalmente, el ejercicio prolongado, aunque no necesariamente intenso, puede conducir a tal estado de deshidratación que se desencadene un proceso patológico a nivel digestivo por la deficiencia de líquido.

Es clara la importancia del rol que el equilibrio hídrico-electrolítico juega en la salud de los equinos, pues sus alteraciones resultado de procesos sencillos, pueden detonar o complicar procesos patológicos serios. Lo interesante ahora está en conocer los métodos más precisos, aplicables en la práctica clínica diaria para ser capaz de valorar este rubro en el funcionamiento de los equinos.

Las bases

Los trastornos de los líquidos corporales, electrolitos y estado metabólico pueden surgir de:

- La incapacidad de comer o beber - Pérdida de líquidos y electrolitos - Secuestro de líquidos dentro del cuerpo (como en los intestinos) - Consecuencia de choque

Para ello es necesario comprender los procesos fisiológicos normales que controlan el estado hídrico, electrolítico y ácido-base, así como los procesos patológicos que interrumpen estos mecanismos homeostáticos. Distribución del agua El agua representa del 65 al 70 % del peso corporal de un caballo adulto. El agua corporal total (ACT) varía dependiendo de la edad, sexo, estado nutricional y factores ambientales. La grasa prácticamente no contiene agua, por tanto los animales magros y los neonatos tienen un ACT mayor que los más viejos y obesos. El ACT de los potros es relativamente mayor que el de un animal adulto y disminuye gradualmente, conforme el animal envejece. De manera general se considera que en un equino adulto una tercera parte de ACT se encuentra en el compartimento extracelular (LEC) y dos terceras partes en el compartimento intracelular (LIC). Con ello, un caballo de 450 kg tendría 300 litros de ACT, 200 litros en el LIC y 100 litros en el LEC.

Una división más detallada del ACT especifica lo siguiente:

1. Líquido intracelular (LIC): representando aproximadamente 30 a 40 % del peso vivo (PV). 2. Líquido extracelular (LEC): representando 20 a 30 % del PV y a su vez dividido en:

a. Líquido intersticial (Li): 10 a 12 % del PV b. Líquido intravascular o plasma (Liv): 4 a 6 % del PV

3. Líquido transcelular: (LTC) representando 8 a 10 % del PV y corresponden a aquellos producidos por células glandulares. En el caballo estos incluyen líquidos dentro del tracto gastrointestinal, aunque también incluyen el líquido cerebroespinal, bilis, saliva y semen.

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Con base en esta división, los datos para el mismo equino de 450 kg serían: 135 a 180 litros en LIC, 90 a 135 litros en LEC, 45 a 54 litros en Li, 18 a 27 litros en Liv y 36 a 45 litros en LTC.

Respecto al volumen plasmático (VoP), de manera general se considera que corresponde al 10 % del total de agua corporal (30 litros en un caballo de 500 kilos) y suele ser constante, aunque se han reportado incrementos (hipervolemia) en respuesta al entrenamiento. La raza parece tener efecto pues se estima que en descanso el VoP de caballos tipo Warmblood es de alrededor de 50 a 60 ml/kg de peso corporal, mientras que los Pura Sangre tienden a 75 ml/kg PV. Entre los beneficios de la hipervolemia se citan: 1) incremento en capacidad termorreguladora, 2) incremento en el volumen sistólico y 3) aumento en la capacidad de diluir, transportar, redistribuir y eliminar los productos del metabolismo tales como dióxido de carbono, iones hidrógeno y amoniaco. Equilibrio hídrico Las únicas vías naturales de ganancia de agua para el caballo son:

- Bebida - Agua contenida en el alimento - Generación de agua por metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas.

En condiciones normales, un caballo consume de 5 a 10 % de su PV en agua y produce de 5 a 15 litros de orina, dependiendo de la temperatura y humedad ambiental, así como de la dieta. Otra aproximación estima que un caballo consume de 25 a 80 ml de agua por kilogramo de PV.

Las vías de pérdida de agua del cuerpo son: orina, heces, sudor, respiración y leche. La cantidad perdida se afecta por factores ambientales como temperatura, humedad y carga de trabajo. En el equino enfermo, se presentan pérdidas adicionales por hemorragia, diarrea, reflujo nasogástrico o secuestro de cantidades anormales de líquido en alguna parte del cuerpo (intestino, por ejemplo).

En caballos en entrenamiento o trabajo, el sudor es la principal vía de pérdida de agua. Es posible obtener una aproximación de tal pérdida pesando al caballo antes y después del trabajo; aunque para ser precisos, es necesario tomar en cuenta pérdidas urinarias o fecales durante el ejercicio.

Normalmente, ganancia y pérdida de agua se equilibran por mecanismos regulatorios. La cantidad de agua en el cuerpo es monitoreada por osmoreceptores en el encéfalo, los cuales detectan cambios en la concentración de agua en los líquidos corporales y por los receptores en los vasos sanguíneos, que detectan cambios en el volumen circulante de sangre. Esta información sensorial es transmitida al hipotálamo, el cual motivando la sed y regula la pérdida de agua por medio de la hormona antidiurética (ADH), la cual actúa en los riñones y controla la cantidad de orina producida.

El intestino grueso del equino tiene la capacidad de albergar 30 a 40 litros de agua para ser usada en cuanto haya deficiencias y ser reparado por simple ingestión de agua. Sin embargo, las pérdidas más allá de 3 a 5 % de PV causan problemas en la mayoría de los casos. Generalmente, la osmolaridad es la misma entre el plasma y el líquido intersticial. El agua se mueve constantemente entre los diferentes compartimentos corporales los cuales están separados por membranas celulares que permiten el paso libre de agua, siendo selectivamente permeables a solutos disueltos. El movimiento del agua está gobernado por los gradientes de presión osmótica e hidrostática. Si una membrana semi-permeable se encuentra separando dos soluciones, el agua se moverá de la solución de menor concentración a la de mayor concentración. Las membranas celulares actúan como barreras a algunos solutos pero no para otros. Solo aquellos disueltos que son incapaces de traspasar las membranas celulares de compartimentos adyacentes ejercen una presión osmótica y causan que el agua se mueva entre compartimentos. El movimiento del agua entre LIC y LEC depende entonces de las diferencias en presión osmótica. Si se adiciona agua a LEC, la osmoconcentración disminuye y un gradiente de presión osmótica

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entre LEC y LIC ocasiona que el agua se mueva hacia la célula hasta igualar las presiones. Si se pierde agua del FEC, o se le adiciona una fuerte sal, la osmoconcentración será mayor que la del LIC, resultando en salida del agua de las células, algo que no siempre es ideal.

Tanto la presión osmótica como la presión hidrostática determinan el movimiento del agua entre el plasma y el líquido intersticial a través de las paredes capilares. Las paredes capilares (a diferencia de las membranas celulares) son permeables a los electrolitos y otros solutos disueltos (glucosa), que son importantes en la provisión de fuerzas osmóticas entre el LIC y el LEC pero que no ejercen presión osmótica a esta inter-fase. En el equino sano, la pared capilar es esencialmente impermeable a las proteínas plasmáticas por lo que ellas representan la principal diferencia en presión osmótica entre el plasma y el líquido intersticial. Su función es retener agua dentro de los capilares porque la concentración proteica plasmática es mucho mayor que aquella del líquido intersticial. En caballos enfermos y en choque endotóxico, los cambios en las paredes capilares resultan en fuga de proteína del plasma y pérdida de agua de la circulación hacia el espacio intersticial, resultando en edema periférico y pérdida del volumen sanguíneo circulante.

Distribución y equilibrio de electrolitos

Los electrolitos son requeridos en grandes cantidades en la dieta porque ayudan a regular el equilibrio hídrico y ácido-base. Son moléculas que al estar disueltas en agua se disocian en iones cargados positiva (cationes) o negativamente (aniones). Una solución es un líquido que contiene agua y sustancias disueltas. Es isotónica cuando tiene la misma concentración de sustancias disueltas que el plasma, se denomina hipertónica cuando la concentración de solutos es mayor, mientras que aquella con una concentración menor de solutos se denomina hipotónica. Cuando se mezclan soluciones de concentraciones distintas, equilibran a una nueva por difusión. Los electrolitos plasmáticos incluyen iones de potasio (K

+), sodio (Na

+), cloro (Cl

-), calcio (Ca

2+),

magnesio (Mg2+

), fosfato (PO3-) y bicarbonato (HCO3

-). Puesto que el volumen plasmático

corresponde solo al 10 % de la reserva total de agua corporal, a menos que un caballo esté muy enfermo o tenga trastornos electrolíticos realmente serios, la concentración plasmática de estos elementos difícilmente será indicador confiable de desequilibrios electrolíticos o deficiencias.

Aunque la concentración de solutos disueltos del LIC y LEC es la misma, existe una marcada diferencia entre la composición iónica de los dos compartimentos.

El LEC contiene:

- Altas concentraciones de iones de sodio (Na+) y cloro (Cl

-)

- Bajas concentraciones de iones de bicarbonato (HCO3-), potasio (K

+), fosfato inorgánico

(PO3-), calcio (Ca

2+) y magnesio (Mg

2+).

EL LIC por su parte está compuesto por:

- Altas concentraciones de iones de K+ y PO3

-.

- Bajas concentraciones de iones de Na+, Cl

- y Ca

2+.

La pérdida de iones de K+, Na

+, Cl

- y Ca

2+ resultan de pérdidas de líquidos por sudoración excesiva

o prolongada o por diarrea. El éxito de un caballo en retardar la fatiga depende de su habilidad para disipar el calor que se produce durante el ejercicio, lo cual logra a través de la sudoración. La evaporación completa de un litro de sudor disipa el calor generado por ejercicio intenso durante uno a dos minutos, o bien ejercicio moderado por cinco a seis minutos. Entonces, un caballo puede perder más de 15 litros de sudor en una hora. La fatiga viene como resultado de un aumento en la temperatura que afecta los músculos (debilidad, fatiga) y el encéfalo (ataxia, dolor, desorientación), y como resultado de pérdidas de líquidos necesarios para disipar el calor producido. Intensidades y duraciones distintas de ejercicio pueden resultar en cambios en la concentración plasmática de electrolitos, principalmente sodio, potasio y cloro. Con el ejercicio intenso el potasio

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plasmático incrementa de 4 a 10 mmol/l, o más, debido a que el flujo de potasio desde el músculo está aumentado, pues es ahí donde se encuentra en mayor concentración comparado con el plasma. En combinación con ello, la bomba de sodio-potasio en las membranas musculares, que normalmente mete potasio a la célula, se altera debido a que la concentración de iones hidrógeno aumenta, lo que resulta en pérdida neta de potasio de las células musculares y un incremento en el potasio plasmático, que en condiciones de reposo produciría trastornos serios en el corazón. Los caballos alimentados con dietas altas en granos y poca fibra pueden ser deficientes en potasio; aunque también hay que considerar los efectos adversos de algunos henos, principalmente leguminosas, por la gran cantidad de potasio que aportan. Las concentraciones bajas de iones de calcio y fósforo son poco comunes debido principalmente a que la hormona paratiroidea, la forma activa de la vitamina D y la calcitonina controlan sus niveles de manera estricta, aun cuando las reservas corporales sean extremadamente bajas. El bicarbonato refleja el estado ácido-base del caballo. Altos niveles de bicarbonato se asocian con alcalosis y bajos niveles con acidosis. La alcalosis se encuentra con mayor frecuencia en caballos de endurance como resultado de la hiperventilación en respuesta al incremento en la temperatura corporal y la pérdida de electrolitos, mientras que la acidosis se asocia con mayor frecuencia a un aumento en la producción de ácido láctico por el músculo durante el ejercicio intenso de corta duración, como las carreras. Así mismo, la pérdida de iones de cloro por sudor conduce a la retención de iones de bicarbonato por el riñón en un intento de mantener la neutralidad eléctrica, aunque esto muchas veces exacerba el estado de alcalosis en la sangre. La pérdida de electrolitos por medio del sudor puede variar entre caballos entrenados y no entrenados, así como por el tiempo de ejercicio. Se sabe además que la concentración de sodio en el sudor incrementa en los primeros quince minutos de ejercicio, mientras que el potasio y la proteína caen y el cloro no muestra cambios.

Tabla 1. Estimación del grado de deshidratación con base en signos clínicos

Grado de deshidratación

Pérdida de agua (% PV)

Signos clínicos

Ligero 5-7 Disminución ligera en la elasticidad de la piel (< 6 seg), membranas mucosas secas, tiempo de llenado yugular prolongado (12 s)

Moderado 8-10 Elasticidad de la piel disminuida (6 a 10 seg), membranas mucosas secas, tiempo de llenado capilar prolongado (> 2 s), tiempo de llenado yugular prolongado (> 12 s)

Severo > 10 Depresión, elasticidad de la piel disminuida (> 10 seg), ojos sumidos, mucosas pálidas y secas, tiempo de llenado capilar prolongado, pulso débil, taquicardia, tiempo de llenado yugular prolongado (> 12 s) y extremidades frías.

Adaptado de: Boswell y Schramme, 2001

Diagnóstico de deficiencias Valoración clínica El examen físico es la primera herramienta diagnóstica, y tal vez la más importante, para evaluar el estado hídrico del equino. Entre los signos clínicos de deshidratación se mencionan:

- Elasticidad de la piel disminuida - Ojos sumidos - Membranas mucosas secas

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- Aumento en la viscosidad de la saliva Entre los signos clínicos de hipovolemia se incluyen:

- Taquicardia - Membranas mucosas pálidas - Tiempo de llenado capilar prolongado - Pulso débil - Miembros fríos - Distensión yugular retrasada

Aunque no es posible estimar de manera específica el grado de deshidratación con base en los signos clínicos, es posible asignar al menos un grado ligero, moderado o severo (Tabla 1). Gravedad específica de orina (GEO) Puesto que los riñones son los responsables del balance hídrico, una manera sencilla de detectar cambios en la excreción de líquido y moléculas es a través de la estimación de la concentración de la orina midiendo su gravedad específica (GEO, gravedad específica de orina). La orina normal es aproximadamente tres a cuatro veces más concentrada que el plasma (GEO 1.030 - 1.040). La hipostenuria (GEO < 1.008 - 1.010) es entonces un hallazgo en caballos con daño renal moderado o consumiendo dietas con alto contenido de agua en la dieta (potros lactando, caballos en pastoreo). Por supuesto ante cualquier condición que motive polidipsia o requiera la administración de altos volúmenes de líquidos, deberá esperarse hipostenuria. La hipercalcemia también se reporta como causa de producción incrementada de orina con GEO disminuida. Lo cual significa mucho, pues la hipercalcemia induce depleción del volumen de agua y excreción electrolítica.

Tabla 2. Interpretación del Ht y la concentración de las PPt

Hematocrito Proteína total

Deshidratación Elevado Elevada

Contracción esplénica Elevado Normal

Deshidratación con pérdida de proteína

Elevado Normal a baja

Pérdida aguda de sangre Bajo Baja

Pérdida crónica de sangre Bajo Normal

Deshidratación con anemia Normal Elevada

Adaptado de: Boswell y Schramme, 2001

Una GEO alta (> 1.030 – 1.035) demuestra deshidratación. Por tanto, la terapia de líquidos exitosa conduce a la producción de orina diluida. En caballos alimentados con grandes proporciones de heno, así como en aquellos mantenidos en ambientes cálidos, es común hallar orina concentrada. Las dietas altas en proteína incrementan el consumo diario de nitrógeno y la producción de urea, lo que conduce a incrementos en el volumen de orina, sin disminuir la concentración. Las alteraciones en el flujo de orina pueden potencialmente alterar la GEO. Entonces, la administración intravenosa de líquidos, la furosemida, altas dosis de agonistas alfa dos adrenérgicos y el ejercicio, pueden resultar en incrementos en el flujo de orina. Si el animal está visiblemente deshidratado y su GEO es menor a 1.020, debe sospecharse de falla renal. Hematocrito (Ht) y proteínas plasmáticas totales (PPt)

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El volumen del paquete celular o hematocrito, así como las proteínas plasmáticas, son invaluables para la valoración de las deficiencias de líquidos y el monitoreo de la respuesta a la terapia de líquidos. El rango normal del hematocrito es de 32 a 52 %. Tanto el hematocrito como las proteínas plasmáticas totales deben interpretarse juntos (Tabla 2). Los valores normales para las PPt son aproximadamente de 59 a 84 g/l. La mayoría de las proteínas son albúmina y globulina con una pequeña proporción de fibrinógeno. En caballos sanos en descanso la razón albúmina:globulina es de 0.7:1 a 1:1. En animales deshidratados, tanto las albúminas como las globulinas aumentan como resultado de la pérdida de agua. En deshidratación severa, las proteínas plasmáticas pueden llegar a ser de hasta 120 g/l. De manera general, las globulinas pueden estar aumentadas por deshidratación, inflamación, infección o carga parasitaria, mientras que las albúminas incrementan con deshidratación pero disminuyen en presencia de enfermedad. Por tanto, un incremento en las proteínas plasmáticas totales con disminución de la razón albúmina:globulina, más que deshidratación, puede estar indicando infección. Como regla general el hematocrito y las PPt incrementan un 5-10 % y 10 g/L, respectivamente, por cada 2-3 % de incremento en el porcentaje de deshidratación por arriba de 5 %. Estimación cuantitativa de deficiencias líquidas y electrolíticas Apoyado en el hecho de que el agua corporal se distribuye en dos compartimentos principales (LIC y LEC) y que no hay gradientes osmóticos entre estos compartimentos por lo que el agua difunde libremente entre ellos, es posible proponer que el volumen de estos compartimentos líquidos está determinado por el contenido de cationes intercambiables (Na y K). El sodio está confinado al LEC por lo que el contenido de sodio y las fuerzas osmóticas que este genera determinan el volumen de LEC. El potasio está confinado al LIC por lo que su contenido y las fuerzas osmóticas que genera determinan el volumen del LIC. Así entonces, con base en la siguiente ecuación:

Naplasmático mEq/l X ACT = NaLEC + KLIC Se propone que a cualquier punto en el tiempo el producto de la concentración de sodio y el agua corporal total (ACT) igualarán a la suma de sodio intercambiable del LEC y al potasio del LIC. Puesto que es posible estimar el sodio sérico y el ACT esta relación puede ser utilizada para obtener un estimado de la concentración de sodio y potasio intercambiables en el organismo. Si el cálculo se hace antes y después de la deshidratación, será posible estimar la deficiencia de cationes intercambiables. Así entonces, en un caballo de 450 kg: ACTpre = 0.666 l/kg X PV = 0.666 l/kg X 450 = 300 l LECpre = 0.222 l/kg X PV = 0.222 l/kg X 450 = 100 l LICpre = ACTpre - LECpre = 300 – 100 = 200 l Contenido de (Na+K)pre = ACTpre X Na mEq/lpre = 300 l X 140 mEq/l = 42, 000 mEq Contenido de Na LECpre = LECpre X Na mEq/l = 100 l X 140 mEq/l = 14, 000 mEq/l Además de asumir que 90 % de la pérdida de peso de un animal es agua, para el uso de estas ecuaciones es necesario conocer las pérdidas de sodio y potasio en ciertas circunstancias: Ayuno (NPO) 15 % Na 85 % K 25 % Na 75 % K

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Diarrea 66 % Na 34 % K Diurético 66 % Na 34 % K Sudor 66 % Na 34 % K Excreción fraccional Se sugiere que las concentraciones plasmáticas de electrolitos no pueden utilizarse confiablemente para detectar desequilibrios debido a los mecanismos homeostáticos tan eficientes que mantienen las concentraciones sanguíneas normales a pesar de una depleción corporal. Así mismo, la determinación de sus concentraciones en sudor, músculo o heces, pueden no reflejar alteraciones importantes, a menos que haya pérdidas severas. Ante ello, y por el hecho de que la homeostasis de los electrolitos está mediada por el riñón, el uso de la excreción fraccional de electrolitos en orina, surge como una opción práctica y confiable para valorar el estado electrolítico en el caballo. La técnica se apoya en la comparación de la cantidad excretada de un electrolito con la de creatinina endógena, la cual funciona como sustancia control por tener una tasa de excreción que refleja la tasa de filtración glomerular y no es secretada o reabsorbida por los túbulos renales. El cálculo de la excreción fraccional de Na, K, Cl, Ca y fosfato puede determinarse por medio de muestras aleatorias de orina y plasma colectadas al mismo tiempo, resultando un método práctico para valorar el equilibrio electrolítico con precisión. La colección volumétrica de orina no altera los resultados de excreción fraccional de la mayoría de los electrolitos (excepto Ca y Mg). La excreción fraccional se calcula como sigue: EFNa(%) = [Na]orina/[Na]plasma X [Cr]plasma/[Cr]orina X 100 Por ejemplo, en un caso cuyos valores sean: Creatinina plasmática 120 umol/l Creatinina urinaria 25,000 umol/l Sodio plasmático 140 mmol/l Sodio urinario 30 mmol/l EFNa = 120/25000 X 30/140 X 100 = 0.0048 X 0.21 X 100 = 0.1 Cualquier electrolito que pueda ser medido en plasma y orina podrá entonces sustituir al sodio en la fórmula. Así entonces, es posible calcular la excreción fraccional de Na, Cl, K, P, C, y Mg. Los valores de referencia reportados para caballos adultos son:

EFNa menos de 1 % (a menudo < 0.5 %) EFCl menos de 1.7 % (a menudo entre 0.5 y 1.6 %) EFK 24% a 75% (con una preferencia para valores de EFK > 25 %)

En general, si EFCa es mayor de 2.5 % y EFP es menor de 4%, el consumo de estos nutrientes se puede considerar adecuado (consumo adecuado de Ca con un consumo de P que no es excesivo). La reabsorción y secreción de electrolitos es una función de los túbulos renales; consecuentemente, la disfunción tubular renal puede estimarse a través del cálculo de la excreción fraccional de varios electrolitos, siempre y cuando las muestras de orina y sangre para plasma hayan sido tomadas antes de implementar cualquier tratamiento de líquidos poliiónicos. Así mismo, al realizar mediciones de la EF como una base de decisiones de pronóstico importantes, el médico debe recordar que las soluciones intravenosas poliiónicas, ciertos medicamentos (furosemida) y el

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ejercicio de baja intensidad pueden resultar en incrementos en el flujo de orina y conducir a elevaciones falsas en la EF de Na y Cl. Entonces, aunque la terapia de líquidos puede basarse parcialmente en el cálculo de valores de EF en el equino críticamente enfermo, los valores deben determinarse antes de administrar cualquier tipo de líquidos por vía intravenosa. En caballos en los que no se sospeche enfermedad renal, valores mayores a 1 % y 1.2-1.6 % en la EF de Na y Cl, respectivamente, estarán indicando una complementación dietaria excesiva, mientras que una EF de K hacia el límite bajo del rango de referencia sugiere inapetencia. Los riñones de los equinos juegan un rol importante en la homeostasis del calcio y fósforo. La EF de calcio y fósforo también puede ser utilizada para valorar el consumo dietario y es bastante útil en casos en que se sospeche hiperparatiroidismo nutricional secundario. Los cambios dietarios tienen un impacto rápido y sustancial en EF de electrolitos. De hecho se han mostrado alteraciones en valores de EF en caballos al cambiar el equilibrio aniones-cationes de la dieta. Finalmente, se ha observado que el entrenamiento afecta la EF de electrolitos. La respuesta temprana al entrenamiento incluyó un volumen disminuido de orina y EF de sodio también disminuida. La concentración de aldosterona aumentó como resultado del entrenamiento (antes y después del ejercicio); entonces, parece que la conservación tubular de electrolitos es parte del método de conservación agua y sodio durante las fases tempranas del entrenamiento. Literatura recomendada Boswell JC, Schramme MC. Fluid Therapy. En: Coumbe KM. The equine veterinary nursing manual. Blackwell Science. Oxford, UK. 2001. Pp: 228-248. Harris P, Gray J. 1992. The use of the urinary fractional electrolyte excretion test to assess electrolyte status in the horse. Equine Veterinary Education 4 (4): 162-166. Lindinger MI. 2008. Sweating, dehydration and electrolyte supplementation: challenges for the performance horse. Horse Health and Nutrition. Proceedings of the 4

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