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Episode 9999 Story 1: Nosotros somos los siguientes ¡Hola a todos, y bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro programa informativo semanal! Soy Verónica, y estamos a miércoles, 13 de febrero de 2019. En los últimos tiempos han llegado noticias de varios países diciendo que los insectos están desapareciendo. Pero recientemente se ha llevado a cabo el primer estudio global sobre el tema y… en la primera noticia de la semana les contamos qué han descubierto. El otro día oí decir a Arnold Schwarzenegger que, si queremos convencer a la gente de que cambie de conducta, no lo conseguiremos hablando de cosas que ocurrirán dentro de 100 años. El motivo es simple: dentro de un siglo, ustedes y yo estaremos muertos. El pasado 10 de febrero, el diario The Guardian publicaba un interesante, y profundamente preocupante, artículo sobre la desaparición de los insectos. Pero el autor, que sin duda pretende concienciar al público sobre este grave problema, vuelve a caer en el error apuntado por Schwarzenegger: la extinción de los insectos ocurriría, según las previsiones, precisamente dentro de un siglo. A mí los números del artículo no me cuadran. Según el estudio científico global mencionado por The Guardian, la población mundial de insectos está cayendo un alarmante 2,5% al año. ¿No significaría eso que, en solo dos décadas, habría desaparecido la mitad de insectos del planeta? ¿Y en 40 años, no dentro de un siglo, la población entera? Proyectar escenarios catastróficos a dentro de un siglo quizá no sea más que una maniobra de nuestro subconsciente para sentirnos menos abrumados por la realidad. Pero, obviamente, cuando los insectos hayan desaparecido poco podremos hacer por traerlos de vuelta; el problema hay que abordarlo ahora. Las consecuencias de la extinción de los insectos, un proceso que ya está ocurriendo, serían ciertamente catastróficas. Dependemos de ellos para la polinización, necesaria para que muchas plantas produzcan semillas y frutas. Sin polinización, nuestro sistema agrícola entraría en colapso. Además, muchas especies de aves, reptiles y peces se alimentan de insectos. A medida que ciertas especies empiecen a desaparecer, lo harán otras que, a su vez, se alimentan de ellas. El efecto en cadena puede ser devastador. Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sídney, en Australia, es uno de los autores del estudio referenciado por The Guardian. El científico asegura que la principal causa del problema es la agricultura intensiva. Los árboles y arbustos que antes rodeaban los cultivos ahora han desaparecido, y los campos son fumigados con pesticidas. Los insectos ya no tienen donde vivir. Algunos están convencidos de que solo la agricultura intensiva puede alimentar a la creciente población del planeta, pero ahora está claro que el modelo agrícola actual tiene que cambiar. Existen otras maneras de cultivar la tierra, más sostenibles que los monocultivos basados en el uso intensivo de 1/6

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Episode 9999

Story 1: Nosotros somos los siguientes

¡Hola a todos, y bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro programa informativo semanal! Soy Verónica, y estamos a miércoles, 13 de febrero de 2019. En los últimos tiempos han llegado noticias de varios países diciendo que los insectos están desapareciendo. Pero recientemente se ha llevado a cabo el primer estudio global sobre el tema y… en la primera noticia de la semana les contamos qué han descubierto.

El otro día oí decir a Arnold Schwarzenegger que, si queremos convencer a la gente de que cambie de conducta, no lo conseguiremos hablando de cosas que ocurrirán dentro de 100 años. El motivo es simple: dentro de un siglo, ustedes y yo estaremos muertos.

El pasado 10 de febrero, el diario The Guardian publicaba un interesante, y profundamente preocupante, artículo sobre la desaparición de los insectos. Pero el autor, que sin duda pretende concienciar al público sobre este grave problema, vuelve a caer en el error apuntado por Schwarzenegger: la extinción de los insectos ocurriría, según las previsiones, precisamente dentro de un siglo.

A mí los números del artículo no me cuadran. Según el estudio científico global mencionado por The Guardian, la población mundial de insectos está cayendo un alarmante 2,5% al año. ¿No significaría eso que, en solo dos décadas, habría desaparecido la mitad de insectos del planeta? ¿Y en 40 años, no dentro de un siglo, la población entera?

Proyectar escenarios catastróficos a dentro de un siglo quizá no sea más que una maniobra de nuestro subconsciente para sentirnos menos abrumados por la realidad. Pero, obviamente, cuando los insectos hayan desaparecido poco podremos hacer por traerlos de vuelta; el problema hay que abordarlo ahora.

Las consecuencias de la extinción de los insectos, un proceso que ya está ocurriendo, serían ciertamente catastróficas. Dependemos de ellos para la polinización, necesaria para que muchas plantas produzcan semillas y frutas. Sin polinización, nuestro sistema agrícola entraría en colapso. Además, muchas especies de aves, reptiles y peces se alimentan de insectos. A medida que ciertas especies empiecen a desaparecer, lo harán otras que, a su vez, se alimentan de ellas. El efecto en cadena puede ser devastador.

Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sídney, en Australia, es uno de los autores del estudio referenciado por The Guardian. El científico asegura que la principal causa del problema es la agricultura intensiva. Los árboles y arbustos que antes rodeaban los cultivos ahora han desaparecido, y los campos son fumigados con pesticidas. Los insectos ya no tienen donde vivir.

Algunos están convencidos de que solo la agricultura intensiva puede alimentar a la creciente población del planeta, pero ahora está claro que el modelo agrícola actual tiene que cambiar. Existen otras maneras de cultivar la tierra, más sostenibles que los monocultivos basados en el uso intensivo de

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fertilizantes sintéticos, herbicidas y pesticidas. Si nos empeñamos en seguir por este camino, no solo se extinguirán los insectos. Los siguientes somos nosotros.

Story 2: Pan para hoy, y hambre para mañana

Tener datos es fundamental, como ha demostrado el estudio sobre la extinción de los insectos. Pero tener datos también es importante fuera de la ciencia. Por ejemplo, cuando uno tiene que decidir qué hacer con su futuro, como veremos en la siguiente noticia.

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Hemos comentado en alguna ocasión, en programas anteriores, que la crisis financiera de 2008 golpeó muy duramente a España. Pero un artículo sobre el abandono escolar en nuestro país, publicado por eldiario.es el pasado 2 de febrero, parece darles la razón a quienes afirman que la crisis también tuvo cosas buenas.

En 2008, el porcentaje de jóvenes que no finalizaban la educación secundaria en España estaba en un alarmante 31%. Desde entonces, la cifra ha ido bajando año tras año, hasta quedar aproximadamente en un 18% a finales de 2018; todavía tres puntos por encima del objetivo europeo para 2020, pero lejos del porcentaje astronómico de hace una década.

El problema es que, si la economía española sigue mejorando, es probable que el abandono escolar vuelva a aumentar. De hecho, en las gráficas publicadas por eldiario.es ya puede apreciarse que, en algunas Comunidades Autónomas, el abandono ha dejado de bajar, y amenaza con comenzar a subir de nuevo.

¿Cómo se explica esta situación? Si una familia no llega a fin de mes, puede entenderse que, en cuanto tengan edad de trabajar, los hijos dejen de estudiar y se pongan a buscar un empleo. Pero, con una economía más saneada, ¿no debería haber más familias que puedan permitirse dejar estudiar a sus hijos?

Los datos recogidos en diversos estudios sobre el abandono escolar explican esta aparente paradoja. La realidad es que solo un 20% de los chicos que abandonan sus estudios aduce “motivos familiares”. Un 25% afirma que deja de estudiar simplemente porque encontró trabajo, y otro 25% dice tener la percepción de que continuar con los estudios no le ayudará a incorporarse al mercado laboral.

La conclusión, por tanto, es que los jóvenes españoles que dejan los estudios lo hacen mayoritariamente porque quieren, no por necesidad. Un torrente de datos demuestra que se equivocan. Casi un 30% de estos chicos acabará desempeñando empleos no cualificados, y de baja remuneración. Y, cuando llegue la siguiente crisis, serán los primeros en perder su empleo. A nivel macroeconómico, la OCDE estima que el abandono escolar le cuesta a España muchos millones de euros al año, y que dificulta el desarrollo de una economía robusta a largo plazo.

Los datos sobre el abandono escolar indican que los hijos de padres con estudios no suelen abandonar su educación. Como sociedad, haríamos bien en esforzarnos por convencer a los otros chicos de que acaben sus estudios. En otro caso, desgraciadamente sabemos lo que les espera: pan para hoy, y hambre para mañana.

Story 3: Cuando los niños fuman

Como veíamos en la noticia anterior, estar informados es fundamental… pero después hay que actuar. Hace tiempo que se conocen las consecuencias del tabaco, no solo para los fumadores sino también para quienes están a su alrededor. Ahora la Justicia andaluza ha decidido actuar sobre ello.

Nunca he comprado tabaco. Sin embargo, ahora sé que, durante años, fui fumadora. Mis padres

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fumaban constantemente —varios paquetes al día— y, viviendo en un piso pequeño, quién sabe cuánto tiempo pasé respirando el humo de sus cigarrillos. Cientos de horas. Miles, quizá.

Los efectos nocivos del tabaco sobre la salud hace años que se conocen, de manera que, hoy en día, la mayoría de fumadores sabe a qué atenerse. Si con los años desarrollan un cáncer de pulmón, o de garganta, no pueden echarle la culpa a nadie, más que a ellos mismos.

Con los fumadores pasivos, la cosa cambia. Muchos, probablemente la mayoría, no escogen su situación. Y, sin embargo, el humo que respiran es igual de nocivo que el que inhalan los fumadores. Particularmente injusto es el caso de los hijos de fumadores, porque ni siquiera son conscientes del riesgo al que están expuestos. Pero las consecuencias son muy reales: estudios de la Sociedad Americana del Cáncer demuestran que los hijos de fumadores enferman más que otros niños, tienen más infecciones de pulmón, y tosen con más frecuencia de lo normal, entre otros efectos adversos.

Al irse haciendo mayores, no obstante, los hijos de fumadores van adquiriendo consciencia de su situación. Es el caso de dos niños andaluces, de 10 y 13 años de edad, cuyos padres se han divorciado recientemente. Aunque padre y madre disfrutaban inicialmente de custodia compartida, la madre decidió recurrir, alegando que el padre fumaba constantemente en presencia de los chicos.

Como contaba el diario La Vanguardia el pasado 5 de febrero, el caso acabó en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que quiso escuchar a los menores. Además de confirmar que el padre fumaba un cigarrillo tras otro, los chicos expresaron —sin indicios de manipulación, según el TSJA— una gran preocupación por tener que estar en un ambiente cargado de humo.

El TSJA ha resuelto conceder la custodia exclusiva a la madre, considerando que “el proceder del padre pone en situación de peligro la salud de los menores de forma absolutamente irresponsable”. Algunos seguramente crean que retirar la custodia al padre por fumar sea extremo. Yo lo veo completamente razonable. Sobre todo, teniendo en cuenta que el padre probablemente pueda recuperar la custodia compartida si deja de fumar en presencia de sus hijos. Que salga a fumar al balcón. O, mejor incluso, que deje el tabaco. Sus dos hijos se lo agradecerán. Y sus dos pulmones también.

Story 4: No nos callemos

Y, en Barcelona, el Ayuntamiento también ha decidido actuar sobre un problema que hace tiempo que se conoce. Pero, en este caso, la decisión de la alcaldía afecta no solo a una familia sino, potencialmente, a miles de personas...

Hace un año, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, presentaba el protocolo “No callem” del Ayuntamiento de la ciudad contra las agresiones y el acoso sexual en espacios de ocio nocturno. Una de las cosas que dijo la alcaldesa durante la presentación fue que el machismo todavía es algo cotidiano.

Apostaría que, desgraciadamente, bastantes de ustedes han sido testigos, o incluso han sufrido, algún incidente machista en las últimas semanas, o en los últimos meses. Yo sí, y todavía lo tengo fresco… apenas hace unos días. Viajaba en avión y, durante el embarque, una chica joven se sentó delante de mí. Al poco, llegó un hombre de mediana edad que, al parecer, tenía el mismo asiento asignado. La

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chica se disculpó, diciendo que se cambiaba de sitio, a lo cual el hombre respondió que de acuerdo… a no ser que ella quisiera sentarse en su regazo. La joven sonrió, haciendo algún comentario que no pude oír, y se cambió de asiento.

La buena noticia es que, hoy en día, muchas personas identificamos al instante un episodio así como un incidente machista. La mala, además de que sigan produciéndose situaciones así, es que todavía no sabemos cómo responder. El protocolo “No callem” reconoce este hecho, por lo que estos días está formando a más de 1.500 personas que trabajan en locales de ocio nocturno. El objetivo es ayudarles a prevenir, detectar y gestionar situaciones de acoso y agresión sexual, antes de la entrada en vigor del protocolo, el próximo mes de mayo, en decenas de nuevas salas de fiesta y festivales de Barcelona.

Como informaban varios medios españoles el pasado 5 de febrero, este protocolo es pionero en nuestro país. Este año incluye espacios de ocio de la capital catalana tan conocidos como el Palau Sant Jordi, el Estadio Olímpico de Montjuic, las salas Razzmatazz y Luz de Gas, y los festivales Sónar y Primavera Sound, entre otros.

En parte, “No callem” se lanzó en respuesta a los resultados de la Encuesta de Violencia Machista en Cataluña. Algunos de los preocupantes hallazgos de este estudio son que casi un 18% de las mujeres catalanas ha sufrido violencia machista durante el último año; que solo un 26% de ellas lo ha denunciado; y que un 30% de los tocamientos sexuales se produjo en locales de ocio nocturno.

Personalmente, pienso que la formación que recibe el personal de salas de fiesta de Barcelona seguramente nos vendría bien a todos, porque la responsabilidad de revertir esta situación corresponde a la sociedad en su conjunto. Acabemos con el machismo.

Story 5: Un juez australiano planta cara al carbón

Y seguimos con decisiones que pueden afectar a la vida de muchos. Últimamente, desde Australia solo han llegado malas noticias sobre la lucha contra el calentamiento global. La última noticia del programa refleja un esperanzador cambio de tendencia.

2018 fue un año negro para el medio ambiente en Australia. El primer ministro, Scott Morrison, se permitió decir que el país cumpliría los compromisos del acuerdo climático de París sin necesidad de esforzarse mucho. Entretanto, su Gobierno no hizo nada por reducir las emisiones, que ya en 2017 habían sido las más altas de la historia en Australia. 2018, como no podía ser de otra manera, volvió a ser un año récord para las emisiones del país.

En octubre del año pasado, el panel sobre el cambio climático de la ONU, el IPCC, urgió a todos los países del mundo a tomar acciones inmediatas contra el calentamiento global. La reacción del vice-primer ministro australiano, Michael McCormack, fue decir que el país continuaría explotando sus reservas de carbón, y que no cambiaría sus políticas en base a “no sé qué informe”.

La irresponsabilidad demostrada por políticos como Morrison y McCormack me parece atroz. Pero quizá no todo está perdido. El pasado 8 de febrero, Brian Preston, el magistrado jefe del Tribunal del Territorio y Medio Ambiente de Nueva Gales del Sur, en Australia, emitió un veredicto que podría cambiar muchas cosas.

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Tras haber denegado el Gobierno de Nueva Gales del Sur el proyecto de Gloucester Resources para una mina de carbón a cielo abierto en Upper Hunter Valley, la compañía presentó un recurso en febrero del año pasado. Ahora, el magistrado Preston vuelve a rechazar la polémica mina.

En su veredicto, el juez presenta dos argumentos para sustentar su decisión. Por un lado, el terrible impacto visual y social de una mina a cielo abierto en un entorno natural de gran belleza. Y el segundo razonamiento, el que podría tener mayores consecuencias de cara al futuro, es que “la mina de carbón incrementará la concentración global de gases de efecto invernadero, en un momento en que lo que se necesita con urgencia es una reducción rápida y pronunciada de las emisiones”.

Es la primera vez que una corte australiana rechaza autorizar una mina de carbón en base al cambio climático. El tribunal presidido por el magistrado Preston ha hecho algo que muchos líderes mundiales, y desde luego el actual Gobierno australiano, se han mostrado incapaces de hacer: asumir la evidencia científica. Sin excusas. Con todas las consecuencias. Si otros tribunales, en Australia y en todo el mundo, siguen el ejemplo del juez Preston, los científicos del cambio climático podrían contar a partir de ahora con una gran ayuda: la ley. Poderoso aliado.

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