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Recibido: 4 de enero del 2009 / Aprobado: 28 de mayo del 2009 Correos electrónicos: [email protected]; [email protected]; [email protected] Persona 12, enero-diciembre del 2009, ISSN 1560-6139, pp. 83-103 Juan Carlos Meléndez, Universidad de Valencia (España); José Manuel Tomás, Universidad de Valencia; Esperanza Navarro, Universidad de Valencia Envejecimiento y bienestar: Avances en investigación Los importantes cambios demográficos del último siglo han provocado un aumento de la longevidad y, por tanto, del número de adultos mayores, lo cual ha un incremento en la investigación con este grupo de edad y más concretamente en relación con el bienestar. Así, se ha podido constatar que en el envejecimiento, el bienestar subjetivo, compuesto por un componente cognitivo y otro afectivo tanto negativo como positivo, parece mantenerse estable y poco sujeto a cambiar con el tiempo. Por otra parte, en relación con el bienestar psicológico, estudiado a partir de las escalas de bienestar de Ryff, se ha observado, en diferentes trabajos, que las dimensiones crecimiento personal y propósito en la vida mantienen correlaciones negativas con la edad y, en consecuencia, experimenta más cambios. envejecimiento / bienestar psicológico / bienestar subjetivo Aging and well-being: advances in research Demographic changes in the last century have produced longer life expectancy, and therefore there is a greater proportion of elderly in the population. As a consequence, there has been a growing interest in research of elderly people, especially in terms of their well-being. There is research evidence that well-being in the elderly may be understood as a two-components construct: subjective well- being, that remains relatively stable during life span; and psychological well- being, that negatively changes with age, especially in the dimensions of personal growth and life purpose. aging / psychological well-being / subjective well-being

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Recibido: 4 de enero del 2009 / Aprobado: 28 de mayo del 2009

Correos electrónicos: [email protected]; [email protected]; [email protected]

Persona 12, enero-diciembre del 2009, ISSN 1560-6139, pp. 83-103

Juan Carlos Meléndez, Universidad de Valencia (España); José Manuel Tomás,Universidad de Valencia; Esperanza Navarro, Universidad de Valencia

Envejecimiento y bienestar: Avances eninvestigación

Los importantes cambios demográficos del último siglo han provocado unaumento de la longevidad y, por tanto, del número de adultos mayores, lo cual haun incremento en la investigación con este grupo de edad y más concretamente enrelación con el bienestar. Así, se ha podido constatar que en el envejecimiento, elbienestar subjetivo, compuesto por un componente cognitivo y otro afectivo tantonegativo como positivo, parece mantenerse estable y poco sujeto a cambiar con eltiempo. Por otra parte, en relación con el bienestar psicológico, estudiado a partirde las escalas de bienestar de Ryff, se ha observado, en diferentes trabajos, quelas dimensiones crecimiento personal y propósito en la vida mantienencorrelaciones negativas con la edad y, en consecuencia, experimenta más cambios.

envejecimiento / bienestar psicológico / bienestar subjetivo

Aging and well-being: advances in research

Demographic changes in the last century have produced longer life expectancy,and therefore there is a greater proportion of elderly in the population. As aconsequence, there has been a growing interest in research of elderly people,especially in terms of their well-being. There is research evidence that well-beingin the elderly may be understood as a two-components construct: subjective well-being, that remains relatively stable during life span; and psychological well-being, that negatively changes with age, especially in the dimensions of personalgrowth and life purpose.

aging / psychological well-being / subjective well-being

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INTRODUCCIÓN

El estudio de los procesos de envejeci-miento resulta de sumo interés en laactualidad, dado el crecimiento experi-mentado por este grupo poblacional apartir de una transición demográfica enla que se ha pasado de una situacióncaracterizada por altas tasas de fecun-didad y mortalidad, a otra en la queambas tasas son bajas y, como conse-cuencia de ello, se produce un incre-mento del crecimiento vegetativo, asícomo del número de personas que lle-gan a edades avanzadas.

En lo que se refiere a la disminuciónde la fecundidad, para Villa &Rivadeneira (2000) la relación directade la baja fecundidad con el envejeci-miento se produce al incorporarse unmenor número de personas en el grupode 0 a 4 años, con lo que el resto de losgrupos de edad aumenta y, por ende, laproporción de personas mayores tiendea incrementarse. En relación con labaja mortalidad, la evolución generalen todas las edades parece responder aun sencillo esquema: a lo largo delsiglo XX, las mayores reducciones dela mortalidad han ido trasladándosedesde las edades más jóvenes a las másavanzadas. Por ello, la longevidadmedia de la población se ha incremen-tado, a pesar de que las ganancias mar-ginales en mortalidad a las edades pro-tagonistas de esta reducción tiendan adisminuir. Así, la actual transicióndemográfica ha supuesto la práctica tri-plicación de la duración de la vida

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humana, la reducción a la tercera ocuarta parte de la natalidad y deltamaño de la familia, y el envejeci-miento de la población.

Según la Organización Panameri-cana de la Salud (OPS, 2007), si biendebemos de partir de que el envejeci-miento de la población varía considera-blemente entre los países de AméricaLatina y el Caribe, las tasas medias soncercanas a 3,5% anual. Además, la ve-locidad de cambio de esta poblaciónserá entre tres y cinco veces mayor quela de la población total en los períodos2000-2025 y 2025-2050, respectiva-mente; como fruto de esta dinámica, laproporción de personas mayores de 60años se triplicará entre los años 2000 y2050, siendo además el grupo demayor aumento el de 75 años y más(Celade, 2006).

De este modo, se hace necesarioentender la naturaleza de esta etapa,debido a que múltiples investigacioneshan demostrado que no es lo mismoenvejecer hoy que hace algunos años, yse deben consideran nuevas formas devalorar a la persona anciana desde unapostura más positiva, que supere lasteorías centradas solo en el déficit. Estareflexión nos lleva a considerar elenvejecimiento como un proceso natu-ral, una etapa más del desarrollo evolu-tivo humano, en la que existen ganan-cias y pérdidas, planteamiento amplia-mente recogido en las teorías del ciclovital (Baltes, 1987; Heckhausen, Dixon& Baltes, 1989).

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Debemos partir de que los enfoquesde análisis del envejecimiento enfatiza-ban casi exclusivamente las variablesreferidas al estado de salud, centrándo-se en medidas de las patologías yel nivel de deterioro como elementosclave para el estudio de las personasmayores (Fernández-Mayoralas, Rojo,Abellán & Rodríguez, 2003).Tal y como indican Seligman &Csikszentmihalyi (2000), el énfasis eneste tipo de elementos ha hecho descui-dar los aspectos positivos, como el bie-nestar, la satisfacción, el optimismo ola felicidad, ignorándose los beneficiosque estos pueden representar para laspersonas.

En este contexto surge la psicologíapositiva, con autores como Seligman(1998), que propone potenciar las cua-lidades humanas para que funcionencomo amortiguadores de la adversidad.De este modo, se establece una modifi-cación en los centros de interés, plan-teándose que el objetivo de la psico-logía positiva debe ser encontrar lascualidades o virtudes de las personaspara lograr una mayor calidad de viday bienestar, siendo por tanto su objeti-vo investigar acerca de las fortalezas ylas virtudes humanas y los efectos queestas tienen en las vidas de las personasy en las sociedades en que viven.

Así, tal y como indican Villar,Triadó, Solé y Osuna (2003), el estudiodel bienestar adquiere gran relevanciaen este contexto, especialmente en elcaso de las personas mayores, situadas

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en un momento vital en el que la vidase sabe limitada en un sentido cuantita-tivo, en el que las probabilidades deenfermedad y disfunción aumentan, yen el que la calidad de los años de vidaque quedan por vivir y su promoción esfundamental. Por otra parte, y desde unpunto de vista teórico, las amenazasque puede comportar el envejecimientoy que presentan de modo más desfavo-rable las últimas décadas de la vidaofrecen una interesante oportunidad deobservar cómo afectan esos cambios albienestar de la persona.

De este modo, cada vez más losestudios sobre los modelos de enveje-cimiento se han orientado a la identifi-cación de variables que contribuyan ala calidad de vida de la persona mayor(Yanguas, 2006), y en la búsqueda deindicadores del envejecimiento exito-so. En este sentido, para autores comoStrawbridge, Wallhagen & Cohen(2002), Triadó (2003) o Tomás, Me-léndez & Navarro (2008), es importan-te el análisis del bienestar, entendiendoeste como una categoría que incluye unaspecto psicológico, pero que tambiéndepende de la forma en que cada unopercibe y valora su experiencia vital.

EL CONCEPTO DE BIENESTAR

Orígenes del estudio del bienestar

A pesar de que el estudio científico delbienestar es relativamente reciente, taly como plantean Ryan y Deci (2001a),

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percibida entre las aspiraciones y loslogros, y está referido al juicio quemerece a la persona su trayectoria evo-lutiva, es decir, lo que se ha denomina-do satisfacción vital. En contraste conel anterior, este componente sería mu-cho más estable y poco sujeto a cambiaren corto o mediano plazo.

Existe evidencia empírica de queambos componentes están relacionados(Beiser, 1974; Diener, 1994; Kushman& Lane, 1980), pero tal y como indicanotros autores, como De Haes, Pennink& Welwaart (1987); Stock, Okun &Benin (1986); Okun & Stock (1987),también habría motivos para evaluarlospor separado, ya que muestran diferen-tes evoluciones a lo largo del tiempo,así como distintos patrones de relacióncon otras variables psicológicas.

Centrándonos en el componentecognitivo, la satisfacción con la vida sedefine como una evaluación global, demanera que, al realizar esta, la personaexamina los aspectos tangibles de suvida, los compara con un estándar ocriterio, y llega a un juicio sobre la sa-tisfacción con su vida (Pavot, Diener,Colvin & Sandvik, 1991). Este últimomatiz es importante, ya que no se tratade un estándar impuesto externamentesino que es elegido.

En relación con este estándar, sehan desarrollado dos líneas de investi-gación diferentes. De una parte, auto-res como Cummins (1996) han pro-puesto el uso de diferentes dominios ala hora de descomponer los juicios que

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existe una doble visión de lo que pode-mos entender como bienestar. En con-creto, se plantean dos visiones: lahedonista y la eudaimonista.

La perspectiva hedonista tiene susorígenes en filósofos como Aristipo,que planteaba que el objetivo de la vidaera experimentar la máxima cantidadde placer, de manera que la felicidad seconvierte en la totalidad de momentoshedónicos que uno experimenta a lolargo de su trayectoria vital.

Por su parte, la perspectiva eudai-mónica tiene sus orígenes en Aristó-teles, que considera que la felicidad seencuentra en vivir de acuerdo con elpropio daimon o verdadero ser, es de-cir, considera el bienestar como la con-secuencia del esfuerzo para la perfec-ción, representada a partir de la realiza-ción de los verdaderos potenciales.

El bienestar subjetivo:La concepción hedonista

Veenhoven (1994) definió el bienestarsubjetivo como el grado en que una per-sona juzga de un modo general o globalsu vida, utilizando dos componentes enesta evaluación, sus pensamientos ocogniciones y sus afectos. En este sen-tido y según Triadó (2003), el com-ponente emocional o afectivo está rela-cionado con los sentimientos de placery displacer que experimenta la persona,y que incluiría el concepto de felicidad;por otra parte, el componente de carác-ter cognitivo representa la discrepancia

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las personas realizan sobre sus vidas.En este sentido, y después de revisardiferentes definiciones relativas a cali-dad de vida, estableció los siguientesdominios o áreas relevantes en esteproceso de valoración: bienestar mate-rial, salud, productividad, intimidad,seguridad, comunidad y bienestar emo-cional. Por otra parte, existe un plan-teamiento a partir del cual se estableceque en lugar de sumar la satisfacción através de dominios específicos paraobtener una medida de la satisfaccióngeneral, es necesario preguntarle a lapersona por una evaluación globalsobre su vida (Diener, Emmons, Larsen& Griffin, 1985). En cualquier caso, ysegún García Martín (2002), una de lasprincipales dificultades para llevar acabo esta verificación es la carencia demedidas adecuadas, ya que muchas delas escalas de satisfacción vital a menu-do contienen componentes afectivos.

Por lo que se refiere a estos compo-nentes, Bradburn (1969) desarrolló lahipótesis de que la felicidad es real-mente un juicio global que hacen laspersonas al comparar su afecto negati-vo con su afecto positivo, y a partir desu Escala de Equilibrio de Afectos(ABS) planteó que los ítems de afectopositivo y negativo eran relativamenteindependientes unos de otros. Así, pro-puso que la felicidad está compuesta dedos componentes separados, afectopositivo y afecto negativo. Este mismoplanteamiento fue posteriormente co-rroborado usando otras medidas y

metodologías por Bryant & Veroff(1982), que ofrecieron pruebas paraapoyar la naturaleza dual del compo-nente afectivo.

Un modelo bidimensional de la es-tructura del afecto ampliamente acep-tado es el empleado en el desarrollo delCuestionario del Afecto Positivo y Ne-gativo (Panas, por sus siglas en inglés),que incluye dimensiones positivas ynegativas del afecto (Watson, Clark &Tellegen, 1988).

Por su parte, Diener & Emmons(1984) también han ofrecido evidenciaempírica de la independencia del afec-to positivo y negativo. Su principaldescubrimiento consistió en que elafecto positivo y el negativo están co-rrelacionados negativamente en mo-mentos concretos, pero que la correla-ción entre los dos disminuye según au-menta el intervalo temporal. Por tanto,cuando se considera un período de se-manas (o más largo) en la vida de unapersona, los niveles medios de afectopositivo y negativo que se experimen-tan, entendidos como una combinaciónde la frecuencia con que se siente cadaemoción en combinación con la inten-sidad con que normalmente se siente,son independientes, ya que experi-mentar los dos simultáneamente esimprobable.

En un trabajo posterior, Diener,Larsen, Levine & Emmons (1985) indi-can que el afecto positivo y el negativono son independientes en momentosconcretos. Así, debemos partir de que si

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cada tipo de afecto tiende claramente asuprimir al otro, los dos tipos de afectono son independientes en términos desu frecuencia de aparición, esto es,cuanto más sienta una persona afectopositivo o negativo, tanto menos sentiráel otro. Pero cuando se miden los nive-les medios de afecto positivo y negati-vo en períodos de tiempo más largos, semuestra una baja correlación mutuadebido a que los niveles medios sonresultado tanto de la frecuencia comode la intensidad. En apoyo de esta idea,Diener et al. (1985) hallaron que, alretirar la intensidad emocional de larelación entre los niveles medios delafecto positivo y el negativo, la correla-ción entre ellos se volvía fuertementenegativa.

Centrándonos ahora en las diferen-tes variables que pueden estar relacio-nadas con el bienestar subjetivo, y enreferencia a la edad, según Villar et al.(2003), se ha comprobado que en lasegunda mitad de la vida, en general, elbienestar subjetivo como medida globalparece no experimentar cambios sig-nificativos asociados a la edad. Aunqueesta conclusión parece indicar que utili-zando medidas de bienestar subjetivoque incluyen diferentes componentesaparecerá una gran similitud en losniveles de bienestar subjetivo en losdistintos grupos de edad, sí han logradoencontrar cambios asociados a la edaden ciertos componentes del bienestarsubjetivo.

Así, autores como Shmotkin (1990)hallaron que, mientras existía una esca-sa variación de los niveles de satisfac-ción vital a lo largo de los años, apa-recía un decremento en la afectividadconforme se incrementaba la edad.También Andrews & McKennell(1980), al analizar el bienestar subjeti-vo, encontraron que la edad correlacio-na positivamente con el componentecognitivo pero negativamente con elafecto tanto positivo como negativo.Este decremento en la dimensión afec-tiva, como queda reflejado en un estu-dio de Diener & Suh (1998), no signi-fica que necesariamente se produzcancambios en las puntuaciones de bie-nestar subjetivo total.

Para García Martín (2002), el man-tenimiento de la satisfacción vital a lolargo de los años se debe a una disposi-ción natural en las personas a adaptarsea sus circunstancias. Aunque los estu-dios revelan que tanto el matrimoniocomo los ingresos tienen una relaciónpositiva con el bienestar subjetivo, sepuede apreciar que, a pesar de la dismi-nución de ambas variables a edadesavanzadas, la satisfacción vital se man-tiene, e incluso aumenta ligeramente.En el contexto español, Navarro,Meléndez & Tomás (2008) tambiénencuentran un cierto repunte de la satis-facción vital con la edad, relacionándo-lo con que según los datos demográfi-cos, no solo existen cada vez más per-sonas nonagenarias sino que, además,estas tienen mejores capacidades.

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Bienestar psicológico:La concepción eudaimonista

Frente a la concepción hedonista delbienestar, en las últimas dos décadas seha desarrollado una concepción alterna-tiva denominada bienestar psicológico,que tal y como indican Ryan & Deci(2001b), sitúa el bienestar en el procesoy consecución de aquellos valores quenos hacen sentir vivos y auténticos, quenos hacen crecer como personas y notanto en las actividades que nos dan pla-cer o nos alejan del dolor.

Tal y como ya se indicaba, este con-cepto está directamente relacionadocon la eudaimonía aristotélica y uno delos primeros autores en caracterizareste tipo de bienestar y diferenciarlodel subjetivo es Waterman (1993), quevincula la concepción eudaimónica delbienestar con los “sentimientos deexpresividad personal”. Para este autor,este tipo de estados están vinculados aexperiencias de gran implicación en lasactividades que la persona realiza, demanera que se tenga la percepción deque lo que se hace tiene sentido.

De este modo, Ryff (1989) desarro-lla uno de los primeros trabajos sis-temáticos y de mayor relevancia en lacomunidad científica respecto de laestructura del bienestar psicológico.Desde su perspectiva, el bienestar psi-cológico está vinculado con tener unpropósito en la vida, con que la vidaadquiera significado para uno mismo,con los desafíos y con un cierto esfuer-

zo por superarlos y conseguir metasvaliosas, mientras que el bienestar sub-jetivo tendría que ver más con senti-mientos de relajación, de ausencia deproblemas y de presencia de sensacio-nes positivas.

De este modo, esta autora intentaencontrar criterios y cualidades concre-tas y estables que permitan hablar debienestar psicológico y analiza en quémedida la persona cumple esos crite-rios o posee esas cualidades, mientrasque en el caso del bienestar subjetivo,la única medida es la experiencia de lapersona.

Para establecer estos criterios Ryff(1989) se fundamenta en distintos pre-cedentes, recogiendo corrientes tantomédicas como psicológicas, que abo-gan por la definición positiva de lasalud más allá de la ausencia de enfer-medad, como las propuestas de Jahoda(1958); que analizan no tanto la pato-logía sino más bien la posibilidad dealcanzar un funcionamiento psicológi-co pleno, como las propuestas deMaslow (1968); o que se basan en unaconcepción evolutiva que enfatiza elcambio y el progreso de la persona a lolargo de la adultez, como la propuestade Erikson (1959).

Pero, posiblemente, el cambio cen-tral fue integrar todas estas perspecti-vas en algo coherente en su conjunto,identificando los puntos de convergen-cia de todas estas formulaciones depensamiento positivo.

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Así, y a partir de estos antecedentes,Ryff (1989) define seis dimensiones delas que constaría el bienestar psicológi-co: autoaceptación, relaciones positivascon los demás, dominio del ambiente,autonomía, crecimiento personal ypropósito en la vida, y elabora un cues-tionario multidimensional (las escalasde bienestar psicológico) para reflejareste concepto, que ha sido ampliamentereplicado en diferentes contextos inter-nacionales y nacionales (Abbott,Ploubidis, Huppert, Kuh, Wadsworth &Croudace, 2006; Cheng y Chan, 2006;Clarke, Marshall, Ryff & Wheaton,2001; Díaz, Rodríguez-Carvajal, Blan-co, Moreno-Jiménez, Gallardo, Valle &Dierendonck, 2006; Kafka & Kozma,2002; Meléndez, Tomás, Oliver &Navarro, 2009; Navarro et al., 2008;Springer & Hauser, 2006; Tomás et al.,2008; Triadó, 2003; Triadó, Villar, Solé& Celdrán, 2007; Triadó, Villar, Solé yOsuna, 2005; Van Dierendonck, 2004;Van Dierendonck, Díaz, Rodríguez-Carvajal, Blanco & Moreno-Jiménez,2008; Villar et al., 2003).

En relación con las dimensionesestablecidas, la autoaceptación es unode los criterios centrales del bienestar.Esta significa algo más que conocerse así mismo y tener una percepción preci-sa de las propias acciones, motivacio-nes y sentimientos; incluye la necesi-dad de alcanzar una visión positiva deuno mismo. Tal y como indica Triadó(2003), esta dimensión implica el man-tenimiento de una actitud positiva

hacia sí mismo, reconociendo y acep-tando la multiplicidad de aspectos quelo componen, incluyendo componentespositivos y no tan positivos. De estemodo, se parte de que las personasintentan sentirse bien consigo mismas,incluso siendo conscientes de sus pro-pias limitaciones. Mantener una ade-cuada autoaceptación es un rasgo desalud mental positiva para Jahoda(1958), una característica de autorreali-zación para Maslow (1968), la base delfuncionamiento óptimo para Rogers(1962) y un rasgo de madurez paraAllport (1961). Desde las teorías delciclo vital también se enfatiza la impor-tancia de la autoaceptación, incluyendola integración de la vida pasada(Erikson, 1959; Neugarten, 1973).Tanto la formulación de la integridaddel yo de Erikson (1959) como la de laindividuación de Jung (1933) enfatizanun tipo de autoaceptación que es nota-blemente más rica que las visionesestándar de la autoestima. Es un tipo deautoevaluación a largo plazo que inclu-ye conciencia y aceptación tanto de losvalores personales como de las debili-dades. De forma operativa, paraZacarés & Serra (1996), una alta pun-tuación significa que se posee una acti-tud positiva hacia sí mismo, se recono-cen y aceptan múltiples aspectos delyo, incluyendo los negativos y los posi-tivos, y se mantienen sentimientospositivos hacia lo vivido. En cambio,una puntuación baja significa que sesiente insatisfecho consigo mismo,

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decepcionado con lo acaecido en suvida, preocupado con ciertos rasgospersonales, se desea ser diferente de loque se es.

La segunda de las dimensiones esta-blecidas son las relaciones positivascon los demás. Así, para Jahoda(1958), el afecto a los demás es una delas fuentes principales del bienestar,siendo la capacidad de amar el compo-nente central de la salud mental posi-tiva. De hecho, numerosas investiga-ciones realizadas en las dos últimasdécadas señalan que el aislamientosocial, la soledad, y la pérdida deapoyo social están firmemente relacio-nados con el riesgo de padecer unaenfermedad, y reducen el tiempo devida. Para Triadó (2003), esta dimen-sión implica la capacidad de mantenerunas relaciones estrechas con otras per-sonas, basadas en la confianza mutua yla empatía, así como ser capaz depreocuparse genuinamente por el bie-nestar del otro. Según Zacarés & Serra(1996), una puntuación alta indica laexistencia de relaciones interpersona-les cercanas, satisfactorias y de mutuaconfianza, preocupación por el bienes-tar de los demás, empatía, afectividad eintimidad. Una puntuación baja indicapocas relaciones interpersonales decalidad, además de dificultades paraser cálido, abierto y empático, y pocoesfuerzo por mantener compromisosduraderos.

El dominio del ambiente es, segúnDíaz et al. (2006), la habilidad personal

para elegir o crear entornos favorablespara satisfacer los deseos y necesida-des propias, convirtiéndose paraJahoda (1958) en otra de las caracterís-ticas clave de la salud mental positiva.Las teorías del ciclo vital también seña-lan la importancia de ser capaz de con-trolar y manipular entornos complejos,sobre todo en la madurez de la vida, através de actividades tanto físicascomo mentales. Para Allport (1961)esta dimensión incluiría la capacidadde ampliar el self, entendiendo comotal la participación en esferas significa-tivas que llevan más allá de unomismo. Las personas con un alto domi-nio del ambiente poseen una mayorsensación de control sobre el mundo yse sienten capaces de influir sobre elcontexto que les rodea. Estas perspecti-vas sugieren que estos aspectos soningredientes importantes de un marcointegrado de funcionamiento psicológi-co positivo. Aunque esta dimensión delbienestar parece tener paralelismo conotros constructos psicológicos, como elsentimiento de control y la autoefica-cia, el énfasis en crear o hallar un con-texto inmediato que favorezca las capa-cidades y necesidades personales esúnico y propio de esta dimensión. ParaZacarés & Serra (1996), una puntua-ción alta implica sentido de dominio ycompetencia manejando el ambiente,así como el uso de las oportunidadesque se presentan. Por su parte, una bajapuntuación implica dificultad en elmanejo de asuntos diarios, incapacidad

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para modificar el contexto cercano yfalta de sentido de control sobre elambiente que le rodea.

Otra dimensión esencial es la auto-nomía. Para poder sostener su propiaindividualidad en diferentes contextossociales, las personas necesitan asen-tarse en sus propias convicciones, ymantener su independencia y autoridadpersonal (Ryff & Keyes, 1995). Laspersonas con autonomía son capacesde resistir en mayor medida la presiónsocial y autorregulan mejor su compor-tamiento (Ryff & Singer, 2002).

Para Rogers (1962) la persona conun funcionamiento integral tiene unlocus interno de evaluación, que nonecesita de la aprobación de los demás,sino que se evalúa por sus propiosestándares personales. Para Jung (1933)la individuación o autonomía es des-crita incluyendo una liberación de lasconvenciones, es decir, no compartien-do necesariamente las creencias colecti-vas, los miedos y las leyes de las masas.Finalmente, los teóricos del desarrollodel ciclo vital como Erikson (1959) oNeugarten (1973) indicaron la impor-tancia de volver la mirada hacia dentroen los últimos años de la vida, lograndouna sensación de libertad de las normasque nos rigen en nuestro desarrollo con-tinuado. Según Zacarés & Serra (1996)una alta puntuación significa que esindependiente y autodeterminado, ca-paz de resistir presiones sociales parapensar y actuar de cierto modo, autorre-gulado en su conducta. Una baja pun-

tuación significa preocupación por lasexpectativas y evaluaciones de losdemás, confiando en sus juicios paratomar decisiones.

En lo referente a la dimensión pro-pósito en la vida, las personas necesitanmarcarse metas, definir una serie deobjetivos que les permitan dotar a su vi-da de un cierto sentido. Así, esta dimen-sión se relaciona con las perspectivasexistencialistas, que buscan el resultadodel afrontamiento de la adversidad;como consecuencia, la intervención iráorientada a ayudar a las personas aencontrar el significado y la utilidad delos sufrimientos y adversidades de lavida. Por otra parte, mientras que estosautores se centran en los elementos másadversos, Russell (1958) pone el énfasisen el entusiasmo, centrándose funda-mentalmente en el atractivo de la acti-vidad y en la postura reflexiva ante lavida. Para Jahoda (1958), la definiciónde salud mental positiva debe enfatizarexplícitamente la importancia de lascreencias que se tienen sobre el sentidoy la utilidad de la vida. Para Allport(1961) la definición de madurez incluyetener una comprensión clara del sentidode la vida, con direccionalidad e inten-cionalidad. Finalmente, los teóricos delciclo vital se refieren al cambio de lospropósitos u objetivos que caracterizanlos distintos momentos de la vida, asícomo la creatividad y productividad enla madurez, dirigiéndose hacia la inte-gración emocional al final de la vida(Erikson, 1959). Para Zacarés & Serra

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(1996), la puntuación alta nos muestrasujetos que tienen metas en la vida ysentido de dirección, sentimiento designificado en el presente y en el pasa-do, y que mantienen creencias que pro-porcionan significado a la vida. Unapuntuación baja nos mostraría personascon falta de sentido vital, con pocasmetas u objetivos, sin sentido de direc-ción, sin percepción de propósito en loya vivido, ni de una filosofía unificado-ra de la vida.

El funcionamiento positivo óptimono solo requiere de las característicasanteriormente señaladas; necesita tam-bién el empeño por desarrollar sus po-tencialidades, por seguir creciendocomo persona y llevar al máximo suscapacidades (Keyes, Shmotkin & Ryff,2002). Es la dimensión denominadacrecimiento personal. Así, de todos losaspectos del bienestar, este es el máscercano al significado de la eudai-monía, relacionado explícitamente conla autorrealización del individuo. Estaparte del funcionamiento positivo esdinámico e implica un proceso conti-nuo de desarrollo del potencial de cadauno. Para Maslow (1968), la autorreali-zación se relaciona directamente con larealización del potencial personal.Rogers (1962) también describe elbuen funcionamiento personal como laapertura a la experiencia en un procesocontinuo de desarrollo, más que comoel logro de un estado en el que esténresueltos todos los problemas. Los teó-ricos del ciclo vital (Bühler, 1935;

Neugarten, 1973) ponen el énfasis en elcrecimiento continuo y el afrontamien-to de nuevos retos en los distintosperíodos de la vida. Para Zacarés &Serra (1996), esta cualidad tiñe a todaslas demás, ya que implica no solo quese logren las anteriores, sino que existauna continuidad en el propio autodesa-rrollo. Una puntuación alta describe laexistencia de un sentimiento de desa-rrollo continuado y de mejora a travésdel tiempo, la expansión y el creci-miento, apertura a nuevas experienciasy sentido de desarrollo del propiopotencial. Una puntuación baja descri-be a personas con un sentido de estan-camiento personal, con falta de sentidode mejora o expansión a lo largo deltiempo, incapacidad para desarrollarnuevas actitudes o conductas, aburri-miento, desinterés.

LA MEDIDA DEL BIENESTAR

PSICOLÓGICO: RESULTADOS DE

INVESTIGACIÓN

A partir de la definición del bienestarpsicológico, Ryff (1989) elabora lasEscalas de Bienestar Psicológico(Scales of Psychological Well-Being,SPWB). El procedimiento empleadopara su construcción es, según vanDierendonck (2004), uno de sus puntosfuertes, ya que una vez definidas teóri-camente las seis dimensiones, tresinvestigadores generaron 80 ítems pordimensión. Posteriormente, todos losítems fueron evaluados en función de su

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ambigüedad y su ajuste a la definiciónde la escala. De ellos se seleccionaron32 por escala (16 positivos y 16 negati-vos). El banco de ítems resultante seaplicó en un estudio piloto a una mues-tra de 321 adultos. Tras este estudio seeliminaron los doce ítems de cada esca-la que mostraban, según los análisis psi-cométricos, peores indicadores de ajus-te. El instrumento contó finalmente con20 ítems por escala con un formato derespuesta en el que las puntuacionesestaban comprendidas entre 1 (total-mente en desacuerdo) y 6 (totalmente deacuerdo).

Dada la longitud de dicho instrumen-to (120 ítems en total), en los últimosaños se han propuesto varias versiones.Ryff, Lee, Essex & Schmutte (1994)desarrollaron una versión de 14 ítemspor escala, seleccionados en función desus altas correlaciones ítem-total y suajuste al modelo teórico propuesto. Lascorrelaciones de estas escalas con las de20 ítems variaron entre 0,97 y 0,98.Posteriormente, Ryff y Keyes (1995)desarrollaron una versión de 3 ítems porescala, seleccionando aquellos quemejor ajustaban con el modelo teóricopropuesto de seis factores. Estas escalascorrelacionaron con las escalas de 20ítems con valores comprendidos entre0,70 y 0,89. En el contexto español, tra-bajos como el de Triadó (2003), Villar etal. (2003), Triadó et al. (2005), Triadó etal. (2007), Tomás et al. (2008) yMeléndez et al. (2009), mostraron resul-tados parecidos.

En cuanto al funcionamiento de lasescalas, se indica que la versión de 14ítems por dimensión posee una buenaconsistencia interna, pero, sin embar-go, muestra un mal ajuste al modeloteórico propuesto; la versión de 9 ítemsmuestra una consistencia internabuena, pero los indicadores de ajuste,aún mejorando los de la versión de 14ítems, siguen ofreciendo valores másbajos de lo deseable; finalmente, laversión de 3 ítems muestra unos in-dicadores de ajuste aceptables, pero susescalas muestran una consistenciainterna baja, debido probablemente nosolo a su longitud, sino también a quela selección de los ítems de esta últimaversión se realizó para maximizar elajuste al modelo teórico propuesto(Keyes et al., 2002).

En relación con la estructura facto-rial de las escalas de Ryff, estas han sidoanalizadas mediante análisis factorialesconfirmatorios en sus versiones tanto de84 ítems como de 54 ítems. En este sen-tido, Ryff & Keyes (1995) plantean queel modelo confirmatorio de mejor ajusteera el de seis factores de primer orden yuno de segundo orden que explicaría alos anteriores, aunque el ajuste es lejanoa satisfactorio, posteriormente Keyes etal. (2002) indican que en la base deestos seis factores de primer orden seencontrarían dos constructos de nivelsuperior, bienestar subjetivo y bienestarpsicológico.

Con respecto a la relación entreestos dos tipos de bienestar, y desde un

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enfoque cuantitativo, Ryff & Keyes(1995) señalan que algunas dimensio-nes del bienestar psicológico (en con-creto, la autoaceptación y el dominiodel ambiente) parecen estar relaciona-das con medidas de felicidad y satis-facción con la vida (es decir, con medi-das de bienestar subjetivo), mientrasque el resto de dimensiones que inclu-ye el bienestar psicológico no mostraba(o lo hacía muy débilmente) relacióncon el bienestar subjetivo. Entre lasdimensiones que no mostraban rela-ción se encontraban aquellas que quizárepresentan de manera más genuina elsentido del bienestar psicológico: elpropósito en la vida y el crecimientopersonal. Este planteamiento fue corro-borado posteriormente por Keyes et al.(2002), y utilizando una muestra repre-sentativa de la población de EstadosUnidos y mediante el análisis factorialconfirmatorio, se obtuvo que el mode-lo de relación que más ajustaba a losdatos era precisamente el indicado porRyff & Keyes (1995).

Según Keyes et al. (2002), en la basede estos seis factores de primer orden seencontrarían dos constructos de nivelsuperior, bienestar subjetivo y bienestarpsicológico. Para poner a prueba estemodelo, toman los seis factores comoindicadores observables, y realizan unnuevo análisis factorial confirmatoriocon estos dos constructos como factoreslatentes. No obstante, solo se conseguíaun ajuste satisfactorio si se incluíansaturaciones cruzadas de dominio del

ambiente y autoaceptación en bienestarpsicológico y subjetivo. Hay que seña-lar que el modelo de relación que másajustaba a los datos presentaba las si-guientes características: ambos cons-tructos estaban globalmente relaciona-dos aunque poseían dimensiones únicasque no compartía el otro; en el caso delbienestar psicológico, estas eran elpropósito en la vida y el crecimientopersonal. Además, existía solapamientoentre los dos constructos para lasdimensiones de autoaceptación y domi-nio del ambiente, que parecían estarrelacionadas de manera muy similarpara ambos constructos.

La estructura factorial de las escalasde Ryff ha sido analizada mediante aná-lisis factoriales confirmatorios en susdiferentes versiones. Así, por ejemplo,en muestras holandesas, van Dieren-donck (2004) encuentra que el mejormodelo es el de seis factores con un fac-tor de segundo orden, si bien los ajustestampoco eran muy satisfactorios y exi-gieron la eliminación de ítems. Por suparte, Abbott et al. (2006), encuentrantambién una estructura de seis factores,pero con un factor de segundo ordenafectando a cuatro de los factores deprimer orden, si bien el ajuste solamen-te resultó satisfactorio con la reducciónde ítems y la modelización de factoresque, al margen del contenido del ítem,agrupaban a los formulados positiva ynegativamente. También Springer yHauser (2006) evalúan diversos mode-los factoriales confirmatorios para las

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escalas de Ryff en tres grandes masasde datos estadounidenses de carácternacional, concluyendo que la distinciónde seis factores es dudosa dadas susaltas intercorrelaciones. Este artículo hasido posteriormente replicado por Ryff& Singer (2006), señalando que elmejor ajuste global sigue siendo el deseis factores, lo que no obstante noresuelve el problema de las altas inter-correlaciones entre factores (Springer,Hauser & Freese, 2006).

En nuestro contexto, diferentesestudios han utilizado estas escalascomo base para la investigación empí-rica del bienestar en el envejecimiento(Triadó, 2003; Navarro et al., 2008),encontrándose índices aceptables defiabilidad para las escalas, aunque seafirma que, de estas, la versión de 14ítems por factor es demasiado extensa,tanto para su aplicación como para laobtención de una estructura factorialadecuada, lo cual implica la necesidadde realizar análisis confirmatorios delas distintas versiones para comprobarsu estructura.

En este sentido, los trabajos de Díazet al. (2006) a partir del análisis facto-rial confirmatorio, han probado mode-los teóricos que sirven para explicar laestructura de estas escalas y han mejo-rado sus propiedades psicométricas,reduciéndose ampliamente el númerode ítems y mejorando la fiabilidad delos factores.

Concretamente, en muestras de per-sonas jubiladas, Tomás et al. (2008)

indican que los resultados de los análi-sis factoriales confirmatorios no sontotalmente esperanzadores, puesto queel ajuste no resulta plenamente satis-factorio en ninguno de los modelos yapoyan, al igual que en otros trabajos,como modelos más razonables, aunqueno satisfactorios, tanto el de cincocomo el de seis factores.

También con muestras de personasjubiladas, Meléndez et al. (2009) yTomás et al. (2008) emplearon, a nivelmultivariado, un modelo de ecuacionesestructurales, en el que se plantea quelas dimensiones de bienestar puedenagregarse en una variable latente debienestar, y que este factor latente,junto con los sociodemográficos y elÍndice de Barthel (Mahoney & Barthel,1965), afectaban directamente a lasatisfacción vital.

En este trabajo se pueden observarlos efectos conjuntos del bienestar y elÍndice de Barthel (Mahoney & Barthel,1965) sobre la satisfacción, así como elefecto negativo de la edad sobre el bie-nestar y el positivo de una buena con-dición física. Una parte importante dela varianza de bienestar se asocia conlos sociodemográficos relevantes,mientras que la capacidad explicativade la satisfacción vital era todavíamayor. Además, se concluyó que unestado de bienestar subjetivo y psicoló-gico hace más probable una satisfac-ción vital elevada, al igual que un buenestado físico también se asocia positi-vamente. Sin embargo, algunas varia-

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bles tradicionalmente consideradas,como la edad, juegan un rol menor,pues sus efectos son muy pequeños yasociados con los niveles de bienestarfísico. Otras variables como el género,los ingresos o el nivel educativo nomostraron efectos relevantes, pues losbivariados desaparecieron al incluirseen un modelo estructural el bienestarsubjetivo y psicológico y la condiciónfísica.

Según Tomás et al. (2008), un pro-blema adicional de los resultados de losmodelos de ecuaciones estructurales esque resulta difícil escoger entre losmodelos de cinco y seis factores, puessus índices de ajuste son muy simila-res, lo que probablemente se encuentrarelacionado con las elevadas correla-ciones entre las dimensiones, que nofavorecen la validez discriminante quelos autores defienden de las escalas(Ryff & Singer, 2006). Si bien desde unpunto de vista estrictamente estadísticoel modelo de cinco factores presentaríaun mejor ajuste absoluto, lo cierto esque ello no mejora en gran medida ni elajuste absoluto del de seis factores, niespecialmente el analítico, y no alteraprácticamente la consistencia internade los indicadores de los factores. Dadaesta situación, una cosa resulta eviden-te: mantener la versión de seis factores,que es la empleada actualmente en laliteratura, si bien en distintas vertien-tes, ofrece la enorme ventaja de favore-cer la comparación de resultados conotros investigadores. Por todo ello,

consideramos pertinente emplear lasescalas como multifactorial de seisfactores.

En lo referente a la trayectoria evo-lutiva de estas medidas, en un primertrabajo con la versión más larga de lasescalas de bienestar psicológico, Ryff(1989) encuentra diferencias en fun-ción de la edad en las siguientes cuatrodimensiones: autonomía, dominio delambiente, propósito en la vida y desa-rrollo personal.

Además, se observaron diferenciasentre los tres grupos para las dimensio-nes desarrollo personal y dominio delambiente, entre el grupo de adultos ymayores para la dimensión propósitoen la vida, y entre jóvenes y adultospara la dimensión autonomía.

En un trabajo posterior de Ryff yKeyes (1995), con la versión de tresítems de las escalas de bienestar psico-lógico, se observaron diferencias enfunción de la edad en las siguientescinco dimensiones: propósito en la vida,desarrollo personal, dominio del am-biente, relaciones positivas con otros yautonomía. Además, también se eviden-ciaron diferencias entre los mayores ylos otros dos grupos en propósito en lavida, desarrollo personal, dominio delambiente y relaciones positivas conotros; en la dimensión de autonomía seobservaron diferencias entre los jóvenesy los adultos y finalmente en la dimen-sión autoaceptación no se observarondiferencias significativas.

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En el contexto español, los trabajosde Triadó (2003), Villar et al., 2003,Triadó et al. (2005) informan que elpanorama parece bastante diferente delque presenta el bienestar subjetivo.Mientras que este permanece relativa-mente estable con el paso de los años,las medidas de bienestar psicológicopresentan mayores diferencias, conalgunas dimensiones, mostrando clarosefectos de la edad y otras siendo relati-vamente inmunes a esta variable.

En concreto, informan que, dentrode las dimensiones que permanecenrelativamente estables con la edad y deacuerdo con la investigación de Ryff(1989), está la autoaceptación, que estal y como se observaba en el modelode ecuaciones estructurales de Keyes etal. (2002) una de las dimensiones másrelacionadas con el bienestar subjetivo.Junto con ella, en la dimensión relacio-nes positivas con los otros, tampoco seaprecian diferencias entre los distintosgrupos de edad. Por lo que respecta a ladimensión dominio del ambiente (quetambién parece estar más relacionadacon el bienestar subjetivo), se observauna tendencia a aumentar en las perso-nas mayores y de mediana edad que enlos jóvenes, pero permanece estable dela mediana edad a la vejez. Un patrónsimilar sigue la dimensión autonomía,aunque en este caso el crecimiento dela juventud a la mediana edad es menosacusado. Por último, las restantes dosdimensiones (propósito en la vida y

crecimiento personal) muestran undecremento a lo largo de los diferentesmomentos vitales estudiados, siendoeste decremento especialmente acusa-do al comparar personas de medianaedad y personas mayores. Este últimohallazgo es especialmente relevante sise tiene en cuenta que son estas dosdimensiones las más características dela definición de bienestar psicológico ylas que más se apartan de las tradicio-nales medidas de bienestar subjetivo.

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